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”Esta isla sí que me trae recuerdos” – pensé con calma mientras me bajaba de mi pequeño barco. Estaba en Shellstown, una de mis primeras paradas al inicio de mi viaje y, quizás, una en donde tuve uno de los encuentros… ¿Extraños? Sí, era posible. Fue aquí que hace ya dos largos años, había conocido a Milena. ”¿Qué será de ella?” – no tuvimos mucho contacto, por no decir nada. De hecho, perdí ese pequeño azar del destino de toparme con todos y saber qué estaban haciendo. ”Aunque, quizás, es comprensible” – en ese tiempo, fui entrenado duramente y había mejorado mucho. Mi poder se había incrementado y mis habilidades con mis espadas se habían pulido bastante bien. ”Ya no soy el mismo… Supongo” – había cambiado todo, mi fuerza, mis habilidades, excepto, quizás, mi personalidad. Todo lo que había vivido apenas había hecho mella en ella y para el resto de mis amigos, seguiría siendo el mismo tipo relajado, algo confiado y un poco tonto que habían conocido dos años atrás.
– En fin, vamos allá. – Susurré con calma y empecé a caminar con calma. Por suerte, mi cara aún no era conocida y no había wanted en mi contra, así que no habría problemas en que estuviera en una isla dominada por la Marina. Vestía como siempre, mis dos espadas normales estaban cruzadas en mi espalda y la de Kairoseki, en mi cintura por el lado izquierdo. ”¿Deberé activar mi mantra?” – si bien estaba en un mar, era el más débil de todos y, por ende, podría estar un poco más relajado. ”Por si las moscas…” – lo activé de todas maneras. Caminé con ambas manos en mí nuca y silbando con tranquilidad. El ambiente era cálido, con un sol agradable y una suave brisa. ”Es un día perfecto” – sonreí y caminé sin destino algunos. Siempre era mejor caminar de ese modo, sin saber qué te deparaba el destino y adaptarte a esos pequeños cambios u obstáculos.
– Debería encontrarme pronto con todos. – Saqué la vivre card de Taiga y la miré por unos segundos, noté que se movía en alguna dirección y luego la guardé. ”Ella también tiene una” – recordé que le había regalado una a Milena y también cinco millones de berries. ”Y pensar que le di todo eso sin recibir nada a cambio…” – solté una leve risa y seguí mi camino.
– En fin, vamos allá. – Susurré con calma y empecé a caminar con calma. Por suerte, mi cara aún no era conocida y no había wanted en mi contra, así que no habría problemas en que estuviera en una isla dominada por la Marina. Vestía como siempre, mis dos espadas normales estaban cruzadas en mi espalda y la de Kairoseki, en mi cintura por el lado izquierdo. ”¿Deberé activar mi mantra?” – si bien estaba en un mar, era el más débil de todos y, por ende, podría estar un poco más relajado. ”Por si las moscas…” – lo activé de todas maneras. Caminé con ambas manos en mí nuca y silbando con tranquilidad. El ambiente era cálido, con un sol agradable y una suave brisa. ”Es un día perfecto” – sonreí y caminé sin destino algunos. Siempre era mejor caminar de ese modo, sin saber qué te deparaba el destino y adaptarte a esos pequeños cambios u obstáculos.
– Debería encontrarme pronto con todos. – Saqué la vivre card de Taiga y la miré por unos segundos, noté que se movía en alguna dirección y luego la guardé. ”Ella también tiene una” – recordé que le había regalado una a Milena y también cinco millones de berries. ”Y pensar que le di todo eso sin recibir nada a cambio…” – solté una leve risa y seguí mi camino.
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Una silueta caminaba tranquilamente por aquel lugar. El Este continuaba siendo uno de los mares más débiles pese a todo y por ello no era una mala idea ir tranquilamente por él. Los marines parecían ir a su bola y de todas formas la pelirroja, tenía bastante contacto con ellos. En los dos años en la isla helada, había conocido al capitán Aomine, un tipo realmente sorprendente y peligroso. Según había escuchado, sus habilidades habían mejorado y había ascendido a Vice-Almirante tras haber derrotado a uno. Realmente estaba impactada con aquello. También había conocido a un par de agentes del CP y al propio Jin Surfer. Su vida estaba siendo muy agitada últimamente. Era mucho mejor que quedarse aburrida y por ello estaba satisfecha con todo lo que le pasaba.
Hacía muchísimo tiempo que no sabía nada del moreno y ahora se preguntaba dónde podía estar. Ella iba vestida con un pantalón largo y rojizo, con símbolos dorados en forma de dragones. También portaba unas sandalias de madera, que dejaban ver sus pies descalzos. No llevaba nada más pues no tenía camiseta puesta. En vez de eso, unos vendajes que le cubrían los pechos. Su pelo había crecido y además llevaba una cola alta, el resto de la melena caía sobre su espalda. Dos mechones bajaban del flequillo hasta el pecho. En la cintura portaba una vaina, en la que guardaba su preciada katana. La científica metió la mano en el bolsillo, sacando el trozo de papel que le había dado el chico. En ese momento señaló hacia su derecha y así de buenas lo vio paseando en otra dirección. Abrió los ojos un poco sorprendida al darse cuenta de que se trataba del verdadero. En ese momento mostró una sonrisa ladeada y comenzó a caminar tras él.
Sus pasos eran sigilosos, o al menos planeaba que lo fuesen. En ese momento no pudo evitar soltar un enorme suspiro. – Vaya vaya, parece ser que andas perdido de nuevo. Ha pasado tiempo, Ushio-kun. – Una vez dicho aquello, esperó a que se diese la vuelta y simplemente se cruzó de brazos. Había crecido un centímetro más o menos y ahora sus senos por desgracia, un poco más también. En el brazo izquierdo se había hecho un extraño tatuaje azul, no recordaba de qué era. Lo hizo tras haberse hartado de vodka y whisky. Sin duda continuaba bebiendo para pasárselo bien y también continuaba investigando ciertas cosas para sus propios beneficios. – No te habrás acostado con alguna lagarta ¿no? – Mencionó entonces mientras con la mano derecha acariciaba su katana, manteniendo una sonrisa calmada en todo momento. Su fuerza y su velocidad, habían aumentado a un ritmo alarmante y además disponía de un haki armadura bastante bueno. Ella era un peligro público ahora y nadie podía detenerla, era una simple científica amigable. La capacidad de actriz que tenía, era sencillamente perfecta. – Postrate ente tu Diosa y quizás te regale un beso. – Dijo entonces con una sonrisa ladeada para después cruzarse de brazos.
Hacía muchísimo tiempo que no sabía nada del moreno y ahora se preguntaba dónde podía estar. Ella iba vestida con un pantalón largo y rojizo, con símbolos dorados en forma de dragones. También portaba unas sandalias de madera, que dejaban ver sus pies descalzos. No llevaba nada más pues no tenía camiseta puesta. En vez de eso, unos vendajes que le cubrían los pechos. Su pelo había crecido y además llevaba una cola alta, el resto de la melena caía sobre su espalda. Dos mechones bajaban del flequillo hasta el pecho. En la cintura portaba una vaina, en la que guardaba su preciada katana. La científica metió la mano en el bolsillo, sacando el trozo de papel que le había dado el chico. En ese momento señaló hacia su derecha y así de buenas lo vio paseando en otra dirección. Abrió los ojos un poco sorprendida al darse cuenta de que se trataba del verdadero. En ese momento mostró una sonrisa ladeada y comenzó a caminar tras él.
Sus pasos eran sigilosos, o al menos planeaba que lo fuesen. En ese momento no pudo evitar soltar un enorme suspiro. – Vaya vaya, parece ser que andas perdido de nuevo. Ha pasado tiempo, Ushio-kun. – Una vez dicho aquello, esperó a que se diese la vuelta y simplemente se cruzó de brazos. Había crecido un centímetro más o menos y ahora sus senos por desgracia, un poco más también. En el brazo izquierdo se había hecho un extraño tatuaje azul, no recordaba de qué era. Lo hizo tras haberse hartado de vodka y whisky. Sin duda continuaba bebiendo para pasárselo bien y también continuaba investigando ciertas cosas para sus propios beneficios. – No te habrás acostado con alguna lagarta ¿no? – Mencionó entonces mientras con la mano derecha acariciaba su katana, manteniendo una sonrisa calmada en todo momento. Su fuerza y su velocidad, habían aumentado a un ritmo alarmante y además disponía de un haki armadura bastante bueno. Ella era un peligro público ahora y nadie podía detenerla, era una simple científica amigable. La capacidad de actriz que tenía, era sencillamente perfecta. – Postrate ente tu Diosa y quizás te regale un beso. – Dijo entonces con una sonrisa ladeada para después cruzarse de brazos.
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Suspiré de forma relajada y casi se me escapaba un bostezo. Luego de intensos dos años, tocaba el turno de descansar, de no hacer nada, de poder disfrutar de una buena vista, quizás en la soledad de la noche o contemplar el atardecer. Cualquier cosa, menos luchar o huir de alguien o algo. ”Pero, mi mala suerte continúa.” – mi mantra me advirtió de una poderosa presencia justo a mis espaldas. ”Demasiado fuerte para un mar tan débil” – sí, había escuchado de algunos seres extraordinarios que había salido de aquí, pero seguía siendo, en comparación a otros, el más débil para semejante presencia. ”Vaya…” – no tenía que ser adivino para no saber quién estaba detrás suya. Aquel tono de voz era inconfundible y lo reconocería entre una multitud con real facilidad.
– ¿Dos años, no? Milena-chan – me di la vuelta y la vi. Había cambiado… Y bastante. No solo su poder había crecido, sino que ella también y también… bueno… Sus pechos. Era imposible no verlos con tan poca ropa tapándolos, apenas algunas vendas y, lo que más me sorprendió, un tatuaje azul en su hombro. ¿Qué significaba? Ya se lo preguntaría más adelante. Escuché el resto de sus palabras y suspiré. Sonreí de forma tranquila y empecé a caminar con toda la calma del mundo. – Te faltan cien años para que te considere una diosa, pelirroja. Además, puedo robarte un beso cuando quiera – sabía que con eso, quizás, la picaría un poco y, también, que era probable que me atacara. – Para tu tranquilidad, no me acosté con nadie. Aunque bueno… – me giré unos metros más adelante para verla a sus ojos. – Tampoco es que seamos algo serio, ¿no? – Reí por lo bajo y recordé todo lo que había pasado entre nosotros. ”Una relación muy extraña” – seguí mi camino hasta llegar a una pequeña taberna.
– ¿Quieres beber algo? Aún hay algo que debes responder y algo que me pertenece. – Si aceptaba y no me atacaba en el proceso, le abriría la puerta para dejarla pasar primero y luego me sentaría donde ella mismo se sentaría. ”Te gusta jugar con fuego. Nunca aprendes, idiota” –sonreí con calma y me quedé esperando su respuesta o bien su ataque. Estaba preparado para ambas cosas… O eso creía.
– ¿Dos años, no? Milena-chan – me di la vuelta y la vi. Había cambiado… Y bastante. No solo su poder había crecido, sino que ella también y también… bueno… Sus pechos. Era imposible no verlos con tan poca ropa tapándolos, apenas algunas vendas y, lo que más me sorprendió, un tatuaje azul en su hombro. ¿Qué significaba? Ya se lo preguntaría más adelante. Escuché el resto de sus palabras y suspiré. Sonreí de forma tranquila y empecé a caminar con toda la calma del mundo. – Te faltan cien años para que te considere una diosa, pelirroja. Además, puedo robarte un beso cuando quiera – sabía que con eso, quizás, la picaría un poco y, también, que era probable que me atacara. – Para tu tranquilidad, no me acosté con nadie. Aunque bueno… – me giré unos metros más adelante para verla a sus ojos. – Tampoco es que seamos algo serio, ¿no? – Reí por lo bajo y recordé todo lo que había pasado entre nosotros. ”Una relación muy extraña” – seguí mi camino hasta llegar a una pequeña taberna.
– ¿Quieres beber algo? Aún hay algo que debes responder y algo que me pertenece. – Si aceptaba y no me atacaba en el proceso, le abriría la puerta para dejarla pasar primero y luego me sentaría donde ella mismo se sentaría. ”Te gusta jugar con fuego. Nunca aprendes, idiota” –sonreí con calma y me quedé esperando su respuesta o bien su ataque. Estaba preparado para ambas cosas… O eso creía.
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La pelirroja sonrió de lado cuando escuchó las palabras del moreno. Robarle un beso a ella, ahora era un peligro. No le importaba cortar a nadie de forma no mortal, pero solía llevarse extremidades con ella. Sus rojizos ojos se clavaron en los dorados del chico y mostró una expresión calmada y tranquila. Había aprendido a analizar la situación y simplemente se relamió despacio para después acariciar de nuevo la funda de su katana. El chico continuaba como siempre y las ganas de sodomizarlo y meterle tubos por el culo eran devastadoras. Milena no podía evitar pensar en aquellas cosas mientras introducía ambas manos en los bolsillos. Tenía una forma de pensar un poco peculiar. Pocas había en el mundo como ella y no se arrepentía de nada, era una mujer única en su especie.
Cuando dijo que no se había acostado con nadie, ella mostró una expresión un poco más siniestra. Si ella no había podido tirarse a nadie, él tampoco iba a tener el gusto. Le estaba resultando bastante raro pues después de no verle en dos años, se le hacía extraño. En ese momento le ofreció ir a beber algo. Ella alzó una ceja pensando que él iba a pagar y entonces asintió con la cabeza con tranquilidad. Empezó a seguirle de forma calmada para después mirarle disimuladamente. Si encontraba restos de cabellos, de maquillaje o algo por el estilo, le cortaría la cabeza allí mismo. – Yo no lo llamaría serio tampoco. Pero si te veo mirando a otra que no sea yo, abrazándola o tocándola, la mataré a ella y después a ti. – Dijo aquello con un tono macabro.
No tardaron mucho en llegar a la taberna indicada. La pelirroja entró mirando a su alrededor y viendo que había varias personas allí dentro. No se lo podía creer, otra vez en una jodida taberna de aquella isla. No le desagradaba mucho la idea pero en una de ellas se tiró al moreno. El polvo había sido cósmico y no le importaría repetir pero con más salvajismo. De hecho dejó de pensar en aquello para evitar ponerse juguetona. Se sentó en la barra y pidió una botella de ron para ella sola. Una vez lo hizo, deslizó la mano y la metió entre sus senos, sacando el collar del chico. Entonces lo puso a su lado, estaba bastante caliente debido al sitio del que había salido. – Creo que esto es tuyo. Bueno ¿Qué es lo que quieres que te diga? – Preguntó entonces mientras mostraba una sonrisa siniestra. Cuando le dieron la botella, la tomó despacio y le dio un enorme trago. Notó aquel líquido caer por su garganta y la sensación del ardor. Le recordaba a cuando casi se lo montó con los cinco criminales a la vez, pero en el último momento los mató. Ese día estuvo a punto de hacer muchas locuras pero logró controlarse. La vida era aburrida y había que vivir al límite siempre, así pensaba ella.
Cuando dijo que no se había acostado con nadie, ella mostró una expresión un poco más siniestra. Si ella no había podido tirarse a nadie, él tampoco iba a tener el gusto. Le estaba resultando bastante raro pues después de no verle en dos años, se le hacía extraño. En ese momento le ofreció ir a beber algo. Ella alzó una ceja pensando que él iba a pagar y entonces asintió con la cabeza con tranquilidad. Empezó a seguirle de forma calmada para después mirarle disimuladamente. Si encontraba restos de cabellos, de maquillaje o algo por el estilo, le cortaría la cabeza allí mismo. – Yo no lo llamaría serio tampoco. Pero si te veo mirando a otra que no sea yo, abrazándola o tocándola, la mataré a ella y después a ti. – Dijo aquello con un tono macabro.
No tardaron mucho en llegar a la taberna indicada. La pelirroja entró mirando a su alrededor y viendo que había varias personas allí dentro. No se lo podía creer, otra vez en una jodida taberna de aquella isla. No le desagradaba mucho la idea pero en una de ellas se tiró al moreno. El polvo había sido cósmico y no le importaría repetir pero con más salvajismo. De hecho dejó de pensar en aquello para evitar ponerse juguetona. Se sentó en la barra y pidió una botella de ron para ella sola. Una vez lo hizo, deslizó la mano y la metió entre sus senos, sacando el collar del chico. Entonces lo puso a su lado, estaba bastante caliente debido al sitio del que había salido. – Creo que esto es tuyo. Bueno ¿Qué es lo que quieres que te diga? – Preguntó entonces mientras mostraba una sonrisa siniestra. Cuando le dieron la botella, la tomó despacio y le dio un enorme trago. Notó aquel líquido caer por su garganta y la sensación del ardor. Le recordaba a cuando casi se lo montó con los cinco criminales a la vez, pero en el último momento los mató. Ese día estuvo a punto de hacer muchas locuras pero logró controlarse. La vida era aburrida y había que vivir al límite siempre, así pensaba ella.
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”Vaya…” – no podía decirlo de alguna manera en que entendiera alguien, ni siquiera podía explicármelo a mí, pero… La notaba un poco más calmada. No me había atacado o hacer el intento a la primera de cambio y eso, era extraño. Quizás solo se estaba conteniendo, quizás esperaba el momento perfecto, eso o había cambiado. ”¿En serio crees eso?” – negué con la cabeza y suspiré con cierta pesadez. No tardamos en sentarnos y ella no tardó mucho en pedir una botella de ron, en cambio, yo solo pedí una botella de sake. ”Al menos, en eso no hay nada extraño” – la vi sacarse mi collar de entre sus pechos y luego me cedía la palabra. Agarré el objeto y lo miré, estaba, a primera vista, intacto y no parecía tener ningún rasguño, finalmente, lo volví a poner en mi pecho, tomé un poco de sake y la miré a los ojos.
– ¿Tan mala memoria tienes para no recordar de cuándo destruí el techo de tu casa? – ese había sido nuestro último encuentro antes de separarnos por dos años. Ella, por una investigación, yo… Sin ningún motivo. Solo me había alejado a entrenar y ya. ”No es tan simple, creo” – habían pasado muchas cosas en ese tiempo y dudaba si era necesario ventilarlas a todo el mundo. No quería a más gente querida en peligro y mucho menos si lo podía evitar. – En fin… Refrescaré tu memoria – tomé otro trago de aquel licor, el ardor del alcohol bajó por mi garganta y, finalmente, llegó a mi estómago. – ¿Qué soy yo para ti, Milena? – Le pregunté con una sonrisa. Lograba sentir mi corazón a mil por hora y armar esa frase me había costado lo suyo. Seguía sin poder controlar mis nervios. ”Solo relájate, es solo una conversación normal.” – me dije a mi mismo y respiré hondo para poder calmarme.
Gracias a mi mantra podía saber que no había nadie de igual poder a nosotros y eso me dejaba tranquilo. Al menos, no habría muchos problemas si alguien intentaba algo estúpido y estaba seguro de que, de todas maneras, iban a hacerlo. El atractivo de Milena era incomparable y, entre el alcohol y otras drogas, ellos tendrían un extraño valor e intentarían llevársela a ella, ignorándome en el proceso. ”Solo espero que no lo hagan” – no quería tener que huir de los marines y solo quería pasar un buen rato. ¿Tan difícil era pedir aquello?
– ¿Tan mala memoria tienes para no recordar de cuándo destruí el techo de tu casa? – ese había sido nuestro último encuentro antes de separarnos por dos años. Ella, por una investigación, yo… Sin ningún motivo. Solo me había alejado a entrenar y ya. ”No es tan simple, creo” – habían pasado muchas cosas en ese tiempo y dudaba si era necesario ventilarlas a todo el mundo. No quería a más gente querida en peligro y mucho menos si lo podía evitar. – En fin… Refrescaré tu memoria – tomé otro trago de aquel licor, el ardor del alcohol bajó por mi garganta y, finalmente, llegó a mi estómago. – ¿Qué soy yo para ti, Milena? – Le pregunté con una sonrisa. Lograba sentir mi corazón a mil por hora y armar esa frase me había costado lo suyo. Seguía sin poder controlar mis nervios. ”Solo relájate, es solo una conversación normal.” – me dije a mi mismo y respiré hondo para poder calmarme.
Gracias a mi mantra podía saber que no había nadie de igual poder a nosotros y eso me dejaba tranquilo. Al menos, no habría muchos problemas si alguien intentaba algo estúpido y estaba seguro de que, de todas maneras, iban a hacerlo. El atractivo de Milena era incomparable y, entre el alcohol y otras drogas, ellos tendrían un extraño valor e intentarían llevársela a ella, ignorándome en el proceso. ”Solo espero que no lo hagan” – no quería tener que huir de los marines y solo quería pasar un buen rato. ¿Tan difícil era pedir aquello?
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La pelirroja permanecía callada escuchándole. Su mirada era bastante calmada y además así pensaba continuar siendo. No solía inmutar por nada que no fuera extremadamente divertido y por ahora no había nada así. Pudo ver como el moreno volvía a colocarse el collar en el cuello, teniendo también una expresión calmada. Cuando le recordó lo de la destrucción del techo de su casa, no pudo evitar acariciar la katana de forma descarada. Estaba dándole a entender que no estaba satisfecha con el apaño. Más le valía haber aprendido algo de carpintería en aquellos dos años o lo iba a llenar de cortes. A lo mejor luego los curaba usando para ello su saliva, pero luego se acordó de su techo y decidió no hacerlo. Mejor que sufriera en sus carnes lo que había tenido que soportar su pobre tejado. Ya ni una podía trabajar tranquila en su propia casa. De hecho había proclamado aquella isla como suya, debido a lo pequeña que era.
Entonces hizo aquella pregunta que había hecho hacía ya dos años. A la pelirroja la pilló por sorpresa pues no había tenido tiempo ni para pensar en aquello. De todas formas le notaba algo más serio. Como le sacase un anillo o algo así, le cortaría ambas manos. Al menos lo intentaría, su fuerza y su velocidad eran impresionantes. Tanto entrenar copiando los movimientos del pelirrojo Kiogre, habían funcionado a la perfección. Se notaba en mejor forma y por ello estaba orgullosa de sí misma. Siempre estaba dispuesta a combatir con cualquiera que se le pusiera por delante. Era su forma de ver las cosas y nadie iba a poder cambiar aquello de ninguna manera. De todas formas, debía de volver a la pregunta que le había hecho. Iba a tener que pensarlo allí mismo y por ello entrecerró los ojos, quedándose totalmente en silencio. No encontraba la respuesta correcta a cómo llamarlo. Había muchísimas posibilidades pero en todas encontraba una contra.
Bebió de nuevo de la botella, notando el alcohol llegar a su estómago. Después de aquello abrió los ojos y miró al espadachín con toda la calma del mundo. Sus rojizos ojos mostraban salvajismo y aquello podía ser malo por un lado pero bueno por otro. – Iba a decirte que un amante, pero no. La verdad es que no sé cómo llamarlo. No quiero que te pase nada si no soy ya la que lo provoca. Me gusta estar a tu lado también, pero siempre hay un pero… – Dijo haciendo una pausa para después mirarle a los ojos de forma un poco siniestra. Se relamió despacio y colocó su mano sobre la de él, acercándose un poco hasta el punto de quedar a escasos centímetros de su oído derecho. – Soy científica del gobierno y por ello, cuando necesite conseguir datos que no posea o información de criminales antes de matarlos, debo usar mis armas de mujer. Ya sabes a lo que me refiero, es por eso que no sabría decirte. También uso dichas armas para beber gratis y demás. La verdad es que me considero una persona libre. – Cuando dijo aquello soltó un suspiro y se cruzó de brazos, mirándole despacio y pensando en que más decirle. Por ahora no había mentido en nada. – Siempre he vivido la vida a mi forma, si puedes respetar eso creo que ya sé cómo podríamos llamarnos. De lo contrario me temo que no estaría segura del todo. – La pelirroja entonces mostró una mirada siniestra de nuevo. La verdad es que ella era así. Podía librarse de mil cosas gracias a su cuerpo. Pero ahora le faltaba una respuesta por parte del moreno.
Entonces hizo aquella pregunta que había hecho hacía ya dos años. A la pelirroja la pilló por sorpresa pues no había tenido tiempo ni para pensar en aquello. De todas formas le notaba algo más serio. Como le sacase un anillo o algo así, le cortaría ambas manos. Al menos lo intentaría, su fuerza y su velocidad eran impresionantes. Tanto entrenar copiando los movimientos del pelirrojo Kiogre, habían funcionado a la perfección. Se notaba en mejor forma y por ello estaba orgullosa de sí misma. Siempre estaba dispuesta a combatir con cualquiera que se le pusiera por delante. Era su forma de ver las cosas y nadie iba a poder cambiar aquello de ninguna manera. De todas formas, debía de volver a la pregunta que le había hecho. Iba a tener que pensarlo allí mismo y por ello entrecerró los ojos, quedándose totalmente en silencio. No encontraba la respuesta correcta a cómo llamarlo. Había muchísimas posibilidades pero en todas encontraba una contra.
Bebió de nuevo de la botella, notando el alcohol llegar a su estómago. Después de aquello abrió los ojos y miró al espadachín con toda la calma del mundo. Sus rojizos ojos mostraban salvajismo y aquello podía ser malo por un lado pero bueno por otro. – Iba a decirte que un amante, pero no. La verdad es que no sé cómo llamarlo. No quiero que te pase nada si no soy ya la que lo provoca. Me gusta estar a tu lado también, pero siempre hay un pero… – Dijo haciendo una pausa para después mirarle a los ojos de forma un poco siniestra. Se relamió despacio y colocó su mano sobre la de él, acercándose un poco hasta el punto de quedar a escasos centímetros de su oído derecho. – Soy científica del gobierno y por ello, cuando necesite conseguir datos que no posea o información de criminales antes de matarlos, debo usar mis armas de mujer. Ya sabes a lo que me refiero, es por eso que no sabría decirte. También uso dichas armas para beber gratis y demás. La verdad es que me considero una persona libre. – Cuando dijo aquello soltó un suspiro y se cruzó de brazos, mirándole despacio y pensando en que más decirle. Por ahora no había mentido en nada. – Siempre he vivido la vida a mi forma, si puedes respetar eso creo que ya sé cómo podríamos llamarnos. De lo contrario me temo que no estaría segura del todo. – La pelirroja entonces mostró una mirada siniestra de nuevo. La verdad es que ella era así. Podía librarse de mil cosas gracias a su cuerpo. Pero ahora le faltaba una respuesta por parte del moreno.
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Suspiré con calma al escuchar su respuesta. Había sacado, de todo lo que me había dicho, varias cosas en claro. La primera y, más interesante de todas, era que una científica del gobierno. Quizás, tan solo quizás, si me intimidó un poco el hecho de que fuera mi enemiga en un futuro no muy lejano. Pero, había algo en el aire o en nuestra relación, mejor dicho, que me impedía verla como una verdadera amenaza. Era cierto, su presencia era mucho más poderosa que la mía y, seguramente, sería capaz de vencerme en uno contra uno. No era una mujer para nada débil, sumándole a eso, en estos dos años se había vuelto más hermosa de lo que ya era antes. ”¿En qué diablos me hace pensar el alcohol?” – la otra cosa que había logrado saber era que, por su trabajo, a veces tenía que recurrir a sus encantos de mujer para lograr hacer alguna misión u obtener algún beneficio personal. Finalizó diciendo que si respetaba todo eso, sabía que nombre ponerle a lo que sea que había entre nosotros, sino no estaba tan segura. ”¿Por qué es tan complicado todo?” – bebí otro poco de mi vaso de alcohol y suspiré con calma.
– Vaya, debe ser la primera vez que alguien me toma por sorpresa – dije manteniendo una sonrisa calmada. – Con esa actitud, jamás hubiera imaginado que estarías del lado del Gobierno Mundial – suspiré con calma. ”Yo también debería decirle que soy un pirata” – lo veía necesario, en cierta medida. Pero primero lo primero… – Puedo respetarlo, Milena. No te preocupes por eso, es tú trabajo después de todo – mis palabras eran tranquilas. El ambiente me hacía estar tranquilo y ella lograba relajarme un poco más. – Pero, como dices… Siempre existe un pero – de un solo trago acabé con todo lo que quedaba en mi vaso. Lo rellené con calma y miré a la pelirroja. – Yo también vivo mi vida a mi manera. Solo que… No estoy hecho para estar en alguna organización como el Gobierno Mundial o la Marina – tomé una breve pausa. ”Solo relájate…” – respiré hondo tres veces y tragué saliva con cierto nerviosismo. Tomé otro trago de mi vaso. – Soy un pirata. No de los malos que destruyen todo a su paso, soy uno porque no tuve otra opción. – Sabía en lo que me estaba metiendo, si era de las que odiaba a los criminales estaba jodido y mucho. ”¿En serio lo sabes?” – a la distancia que estábamos, no más de tres o cuatro metros, esquivar un ataque sería casi imposible.
Bebí otro trago acabando, de esa manera, el segundo vaso de la mañana. Esperé, en completo silencio, la respuesta de la pelirroja. No quería decir algo más, podía solo empeorar las cosas y, la verdad, era un experto en hacer eso. Ya lo había demostrado poniendo en peligro a muchos de mis amigos cercanos. ”Quizás deba decir algo más…” – me repetía una y mil veces mientras intercalaba miradas entre lo que quedaba de alcohol, ella y luego el piso. Mi corazón estaba más que acelerado y la adrenalina se había disparado en cuanto acabé de pronunciar aquellas palabras. ¿Qué iba a pasar de ahora en más? ¿Cómo iría a reaccionar Milena? A pesar de creer conocerla bien, seguía siendo impredecible. Era… Una especie de azar cada encuentro con ella.
– Tarde o temprano, seguramente, me pongan un wanted. Prefiero que sepas de mi boca mi estilo de vida – añadí con calma. – A que te lo diga otra persona o te lleguen reportes de los criminales. – Terminé. Rellené mi vaso y lo dejé a un lado, finalmente, solo le di un gran trago a la botella. La coloqué, con suavidad, en la barra y me quedé callado esperando su respuesta o alguna acción.
– Vaya, debe ser la primera vez que alguien me toma por sorpresa – dije manteniendo una sonrisa calmada. – Con esa actitud, jamás hubiera imaginado que estarías del lado del Gobierno Mundial – suspiré con calma. ”Yo también debería decirle que soy un pirata” – lo veía necesario, en cierta medida. Pero primero lo primero… – Puedo respetarlo, Milena. No te preocupes por eso, es tú trabajo después de todo – mis palabras eran tranquilas. El ambiente me hacía estar tranquilo y ella lograba relajarme un poco más. – Pero, como dices… Siempre existe un pero – de un solo trago acabé con todo lo que quedaba en mi vaso. Lo rellené con calma y miré a la pelirroja. – Yo también vivo mi vida a mi manera. Solo que… No estoy hecho para estar en alguna organización como el Gobierno Mundial o la Marina – tomé una breve pausa. ”Solo relájate…” – respiré hondo tres veces y tragué saliva con cierto nerviosismo. Tomé otro trago de mi vaso. – Soy un pirata. No de los malos que destruyen todo a su paso, soy uno porque no tuve otra opción. – Sabía en lo que me estaba metiendo, si era de las que odiaba a los criminales estaba jodido y mucho. ”¿En serio lo sabes?” – a la distancia que estábamos, no más de tres o cuatro metros, esquivar un ataque sería casi imposible.
Bebí otro trago acabando, de esa manera, el segundo vaso de la mañana. Esperé, en completo silencio, la respuesta de la pelirroja. No quería decir algo más, podía solo empeorar las cosas y, la verdad, era un experto en hacer eso. Ya lo había demostrado poniendo en peligro a muchos de mis amigos cercanos. ”Quizás deba decir algo más…” – me repetía una y mil veces mientras intercalaba miradas entre lo que quedaba de alcohol, ella y luego el piso. Mi corazón estaba más que acelerado y la adrenalina se había disparado en cuanto acabé de pronunciar aquellas palabras. ¿Qué iba a pasar de ahora en más? ¿Cómo iría a reaccionar Milena? A pesar de creer conocerla bien, seguía siendo impredecible. Era… Una especie de azar cada encuentro con ella.
– Tarde o temprano, seguramente, me pongan un wanted. Prefiero que sepas de mi boca mi estilo de vida – añadí con calma. – A que te lo diga otra persona o te lleguen reportes de los criminales. – Terminé. Rellené mi vaso y lo dejé a un lado, finalmente, solo le di un gran trago a la botella. La coloqué, con suavidad, en la barra y me quedé callado esperando su respuesta o alguna acción.
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Milena permanecía tranquila mientras entrecerraba los ojos. Escuchaba las palabras del moreno con toda la calma del mundo. Al parecer Ushio era un puto pirata pero, por el momento no tenía precio. De todas formas dijo que no iba a tardar mucho en que le pusieran un precio. Ella odiaba a los criminales, y adoraba asesinarlos. Antes los provocaba pues le parecía muy divertido. Era un poco gracioso pues ella podía ser considerada una asesina por todo lo que hacía. Su sed de sangre era muy difícil de aplacar pero, eso era uno de sus secretos. Tampoco es que estuviera con aquellos idiotas por ayudarles, más bien beneficio propio. Si sus experimentos eran comprados y ella se llevaba fama y dinero, todo perfecto. Era una forma de vida un poco tacaña pero, a ella le daba lo mismo a fin de cuentas. Si no fuese científica, estaba claro que sería pirata como el chico.
Ya no había vuelta atrás con lo que había escuchado. Miró un poco a su alrededor. Nadie les miraba y el camarero estaba de espaldas. Después miró disimuladamente las espadas del moreno. Era el momento perfecto. Mostró una expresión sádica y, miró al chico de forma siniestra. – Se terminó… – Con una velocidad endiablada, desenvainó su katana y lanzó un rápido y potente tajo a su presa. Iba con toda la intención de partirla en dos. El filo de su arma estaba lo suficiente afilado para lograrlo. A aquella distancia, sería imposible que se librase. Finalmente, la botella de alcohol quedó partida en dos. El cristal cayó en la barra de forma violenta. A continuación la chica escondió su arma y soltó un leve suspiro mientras miraba al chico. – Deja el alcohol por hoy, Ushio-kun. – Dijo en un tono calmado para después mirar al camarero. En cuanto vino miró la botella y los miró de forma enfadada. – Yo le daré el dinero. Queremos un par de refrescos. – El tipo asintió con la cabeza y se fue a buscarlos. Mientras otro de aquellos tipos comenzó a limpiar la barra.
Los rojizos ojos de la chica, se desviaron hasta mirar al moreno de forma calmada. Al parecer él respetaba su trabajo y sus formas provocativas para lograr sus metas. Aquello le bastaba para decir lo que estaba a punto de decirle. – Estoy con el gobierno por beneficio propio. Me alegro de que lo respetes entonces. – Mencionó en un tono lento para después llevarse la mano derecha a la mejilla. Estaba frente a un pirata y encima iba a tener a todos los cazadores y marines tras su cabeza. No era justo. La pelirroja acercó su asiento al de él y entonces le abrazó, echando su cabeza en el hombro de él. – Yo elijo a mis presas. Tú puede que seas un criminal pero, eres mí criminal. No dejaré que te pase nada. No bebas ahora. – La chica permaneció allí echada para después con la mano izquierda tomarle del cuello con suavidad y dejarle un pico dulce. Una vez hizo eso se separó un poco y después le miró de forma calmada. – Pues eres mi chico… – Dijo aquellas palabras mirando a otro lado ruborizándose unos momentos. Ushio no iba a volver a escuchar aquellas palabras en toda su vida. Se calmó y después el camarero trajo lo pedido. Ella tomó su base y bebió despacio. Después le miró a él de forma siniestra como de costumbre.
Ya no había vuelta atrás con lo que había escuchado. Miró un poco a su alrededor. Nadie les miraba y el camarero estaba de espaldas. Después miró disimuladamente las espadas del moreno. Era el momento perfecto. Mostró una expresión sádica y, miró al chico de forma siniestra. – Se terminó… – Con una velocidad endiablada, desenvainó su katana y lanzó un rápido y potente tajo a su presa. Iba con toda la intención de partirla en dos. El filo de su arma estaba lo suficiente afilado para lograrlo. A aquella distancia, sería imposible que se librase. Finalmente, la botella de alcohol quedó partida en dos. El cristal cayó en la barra de forma violenta. A continuación la chica escondió su arma y soltó un leve suspiro mientras miraba al chico. – Deja el alcohol por hoy, Ushio-kun. – Dijo en un tono calmado para después mirar al camarero. En cuanto vino miró la botella y los miró de forma enfadada. – Yo le daré el dinero. Queremos un par de refrescos. – El tipo asintió con la cabeza y se fue a buscarlos. Mientras otro de aquellos tipos comenzó a limpiar la barra.
Los rojizos ojos de la chica, se desviaron hasta mirar al moreno de forma calmada. Al parecer él respetaba su trabajo y sus formas provocativas para lograr sus metas. Aquello le bastaba para decir lo que estaba a punto de decirle. – Estoy con el gobierno por beneficio propio. Me alegro de que lo respetes entonces. – Mencionó en un tono lento para después llevarse la mano derecha a la mejilla. Estaba frente a un pirata y encima iba a tener a todos los cazadores y marines tras su cabeza. No era justo. La pelirroja acercó su asiento al de él y entonces le abrazó, echando su cabeza en el hombro de él. – Yo elijo a mis presas. Tú puede que seas un criminal pero, eres mí criminal. No dejaré que te pase nada. No bebas ahora. – La chica permaneció allí echada para después con la mano izquierda tomarle del cuello con suavidad y dejarle un pico dulce. Una vez hizo eso se separó un poco y después le miró de forma calmada. – Pues eres mi chico… – Dijo aquellas palabras mirando a otro lado ruborizándose unos momentos. Ushio no iba a volver a escuchar aquellas palabras en toda su vida. Se calmó y después el camarero trajo lo pedido. Ella tomó su base y bebió despacio. Después le miró a él de forma siniestra como de costumbre.
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Quizás fui algo tonto al ponerme nervioso por decirle mi origen. No pareció molestarle, no hubo algún gesto de desagrado o alguna mirada distinta. Suspiré con cierto alivio al saberlo… O eso parecía. De la nada, dijo “se terminó” y, en un segundo o menos, su espada cortó la botella del alcohol que estábamos tomando. Casi por instinto, llevé mis manos a mis armas, pero al ver que no fue necesario, me volví a relajar. Noté que el camarero nos fulminó con la mirada, pero luego Milena fue la que lo calmó diciéndole que iba a pagar ella. ”Es demasiado impredecible” – a veces me quedaba pensando en lo diferente que éramos. No solo por el lado que, supuestamente, defendíamos. Si no que nuestras personalidades lo eran. ”Los diferentes se atraen o eso dicen…” – sonreí con calma y noté que el camarero limpiaba el desastre que había dejado la pelirroja.
Escuché sus palabras. Aclaró, aunque no era algo necesario, que ella estaba en el Gobierno Mundial, solamente, por interés propio. También dijo que ella elegía sus presas, que, de alguna forma u otra, era su criminal y no iba a dejar que me pasara algo. Aprovechó la instancia, y me “ordenó” que no bebiera, luego de eso, me abrazó, apoyando su cabeza en mi hombro. En un acto que jamás hubiera sospechado de ella, dejó un dulce picor en mi cuello y, mirando a otro lado, finalizó diciendo que yo era su chico. ”Vaya…” – ese lado de ella quizás nunca lo pudiera encontrar de nuevo y estar en una taberna no era lo más romántico del mundo o lo más tranquilo. Escuchaba casi todas sus conversaciones y algunas eran de los más idiotas.
– Supongo que tú eres mi chica – remarqué el “mi” y sonreí de lado. – Debo admitirlo, pelirroja. Te extrañé mucho – a cada palabra que decía, me acercaba un poco más a ella… Mi corazón latía rápido y casi podía sentir como me iba ruborizando un poco. – Yo también te protegeré. No quiero perderte – puse con cuidado una mano en su mejilla derecha. Mis ojos no se separaban de los suyos. – Y, ahora, te voy a dar un beso. – No le iba a dar tiempo suficiente como para que reaccionara de alguna forma y aprisioné sus labios con los míos. Luego de unos segundos me separé de ella y sonreí de forma calmada.
Escuché sus palabras. Aclaró, aunque no era algo necesario, que ella estaba en el Gobierno Mundial, solamente, por interés propio. También dijo que ella elegía sus presas, que, de alguna forma u otra, era su criminal y no iba a dejar que me pasara algo. Aprovechó la instancia, y me “ordenó” que no bebiera, luego de eso, me abrazó, apoyando su cabeza en mi hombro. En un acto que jamás hubiera sospechado de ella, dejó un dulce picor en mi cuello y, mirando a otro lado, finalizó diciendo que yo era su chico. ”Vaya…” – ese lado de ella quizás nunca lo pudiera encontrar de nuevo y estar en una taberna no era lo más romántico del mundo o lo más tranquilo. Escuchaba casi todas sus conversaciones y algunas eran de los más idiotas.
– Supongo que tú eres mi chica – remarqué el “mi” y sonreí de lado. – Debo admitirlo, pelirroja. Te extrañé mucho – a cada palabra que decía, me acercaba un poco más a ella… Mi corazón latía rápido y casi podía sentir como me iba ruborizando un poco. – Yo también te protegeré. No quiero perderte – puse con cuidado una mano en su mejilla derecha. Mis ojos no se separaban de los suyos. – Y, ahora, te voy a dar un beso. – No le iba a dar tiempo suficiente como para que reaccionara de alguna forma y aprisioné sus labios con los míos. Luego de unos segundos me separé de ella y sonreí de forma calmada.
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Milena escuchó las palabras del chico y no pudo evitar sonreír de lado. Al parecer él también dijo que era suya. Le molaba aquel toque celoso. A lo mejor provocaba a otro delante de él, sólo para que lo cortara en dos. Podía ser muy divertido, pero era mejor que el precio se lo pusieran por algo que hiciera él. No iba a ser ella quién provocase el fin de su paso tranquilo en islas como aquella. Era una pena pero, no iban a poder quedar más en aquella taberna. Un sitio lleno de marines como aquel, era un verdadero problema para los dos. Él por su precio y ella por si la veían con un pirata buscado. Por suerte su isla del Oeste era totalmente desconocida para los del gobierno. Allí podían estar sin problemas y por ello no pudo evitar sonreír de lado. Era una ventaja tener un sitio propio, y encima con casa y todo.
Salió de sus pensamientos cuando notó la mano del moreno en su mejilla. La pelirroja alzó una ceja, y cuando escuchó sus palabras, no pudo evitar fruncir el ceño. No tenía derecho a decidir aquellas cosas sin su permiso. No le dio tiempo a reaccionar y notó sus labios aprisionados. De repente le llegó aquella sensación que llevaba dos años sin experimentar. Entrecerró los ojos ruborizándose un poco para después cerrarlos del todo. Le siguió el beso unos momentos para después mirar a otro lado cuando se separó. – “Tss muy corto…” – Pensó mirándole de forma siniestra. Esa noche le iba a dar mucho más, le gustase o no. No pudo beber de nuevo de su vaso. El sabor era bastante bueno pero, le faltaba algo más para quedarse tranquila. Era una cosa que no iba a dejar pasar, de modo que se puso en pie y miró a Ushio de forma calmada.
Puso unas monedas en la barra y miró al tabernero. – Volvemos en tres minutos, que nadie tome los asientos o te cortaré un dedo. – El tipo asintió un poco asustado, pero no podía quejarse, le habían dado dinero. A continuación le hizo una señal a su chico para que le siguiera. Si lo hacía, iría a la salida. Una vez estuviese allí, se colocaría a unos seis metros de distancia y sin pleno aviso le lanzaría una onda cortante. – Antes de permitirse pillar precio, debo saber si eres capaz de defenderte. Trata de contenerme treinta segundos, si mueres, no podrás. – Dijo en un tono siniestro para después mirarle. Su espada estaba desenfundada y además brillaba debido al Sol. – Si vives, tendremos otra batalla en el dormitorio de esa taberna. – Mencionó en un tono pícaro mientras le guiñaba un ojo, y llevaba su mano izquierda a uno de sus pechos, por encima de la ropa, tocándolo de forma descarada.
Salió de sus pensamientos cuando notó la mano del moreno en su mejilla. La pelirroja alzó una ceja, y cuando escuchó sus palabras, no pudo evitar fruncir el ceño. No tenía derecho a decidir aquellas cosas sin su permiso. No le dio tiempo a reaccionar y notó sus labios aprisionados. De repente le llegó aquella sensación que llevaba dos años sin experimentar. Entrecerró los ojos ruborizándose un poco para después cerrarlos del todo. Le siguió el beso unos momentos para después mirar a otro lado cuando se separó. – “Tss muy corto…” – Pensó mirándole de forma siniestra. Esa noche le iba a dar mucho más, le gustase o no. No pudo beber de nuevo de su vaso. El sabor era bastante bueno pero, le faltaba algo más para quedarse tranquila. Era una cosa que no iba a dejar pasar, de modo que se puso en pie y miró a Ushio de forma calmada.
Puso unas monedas en la barra y miró al tabernero. – Volvemos en tres minutos, que nadie tome los asientos o te cortaré un dedo. – El tipo asintió un poco asustado, pero no podía quejarse, le habían dado dinero. A continuación le hizo una señal a su chico para que le siguiera. Si lo hacía, iría a la salida. Una vez estuviese allí, se colocaría a unos seis metros de distancia y sin pleno aviso le lanzaría una onda cortante. – Antes de permitirse pillar precio, debo saber si eres capaz de defenderte. Trata de contenerme treinta segundos, si mueres, no podrás. – Dijo en un tono siniestro para después mirarle. Su espada estaba desenfundada y además brillaba debido al Sol. – Si vives, tendremos otra batalla en el dormitorio de esa taberna. – Mencionó en un tono pícaro mientras le guiñaba un ojo, y llevaba su mano izquierda a uno de sus pechos, por encima de la ropa, tocándolo de forma descarada.
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Aquella sensación que había extrañado por dos años, fue un golpe anímico increíble. Casi podía decir que estaba en un mundo de ensueño. Éramos tan diferentes, pero, en cierta forma, nos complementábamos. Ella tenía lo que me hacía falta y yo, quizás, lo que le hacía falta a ella. No podía negarlo, por ella, si se daba el caso, daría incluso mi vida para protegerla. Me había vuelto más fuerte solo por el hecho de proteger a mis amigos y seres queridos, y ella, junto con Taiga, estaba de los primeros en mi lista. Aunque sabía de los problemas que podríamos tener en un futuro, siempre íbamos a encontrar la forma en poder vernos. Quizás en aquella isla donde ella vivía, una olvidada de la mano de Dios y donde no nos molestaría nadie, sería un lugar especial para los dos. Sus palabras me sacaron de mis pensamientos y, casi por inercia, la seguí.
– ¿Qué…? – Susurré incrédulo. En pocas palabras, me estaba desafiando. O mejor dicho, probando de alguna forma. Quería saber si era capaz de defenderme por mí. ”Creo que no es la mejor forma” – suspiré de forma pesada y saqué mis dos espadas. Mi mantra me advirtió de sus intenciones. Una onda cortante directo hacía mí. ”¿Deberé contenerme?” – crucé ambas espadas y sentí el fuerte impacto. La fuerza de aquel ataque me hizo retroceder y aplicando fuerza logré desviarla hacia arriba, destruyó una pequeña parte de una casa cercana y desapareció. ”Creo que no es buena opción…” – sonreí de medio lado. Iba a ser un reto divertido, sabía que era más fuerte que yo, pero aun así, debía ir con cuidado. No quería que un ataque nuestro nos dañara de forma innecesaria.
– En vez de hacer todo esto, deberíamos pasar inmediatamente a esa parte – dije en respuesta a sus últimas palabras. Noté que se tocaba uno de sus pechos de forma descarada y tuve que mirar a otro lado para que no me viera totalmente rojo. – ¿No crees que llamaremos la atención de los marines aquí cercanos? – No es que me preocuparan, pero… No quería problemas con ellos. ”Quizás ya ha pensado en eso, baka” – aparte, eran solo treinta segundos. No es que fuera un reto tan largo y cuando ellos llegarán, nosotros ya habríamos desaparecido… O esa era la idea.
– Mi turno. – Aprovechando la corta distancia, corrí hacía ella y, con la parte sin filo de mis espadas, traté de hacerle un corte en forma de equis en su pecho. Diera o no, me alejaría unos pocos metros y, finalizaría lanzando una onda cortante hacía cualquier dirección donde ella se moviera. Seguía sus movimientos con mi mantra y, de esa forma, iba a ser difícil que me pillara por sorpresa.
– ¿Qué…? – Susurré incrédulo. En pocas palabras, me estaba desafiando. O mejor dicho, probando de alguna forma. Quería saber si era capaz de defenderme por mí. ”Creo que no es la mejor forma” – suspiré de forma pesada y saqué mis dos espadas. Mi mantra me advirtió de sus intenciones. Una onda cortante directo hacía mí. ”¿Deberé contenerme?” – crucé ambas espadas y sentí el fuerte impacto. La fuerza de aquel ataque me hizo retroceder y aplicando fuerza logré desviarla hacia arriba, destruyó una pequeña parte de una casa cercana y desapareció. ”Creo que no es buena opción…” – sonreí de medio lado. Iba a ser un reto divertido, sabía que era más fuerte que yo, pero aun así, debía ir con cuidado. No quería que un ataque nuestro nos dañara de forma innecesaria.
– En vez de hacer todo esto, deberíamos pasar inmediatamente a esa parte – dije en respuesta a sus últimas palabras. Noté que se tocaba uno de sus pechos de forma descarada y tuve que mirar a otro lado para que no me viera totalmente rojo. – ¿No crees que llamaremos la atención de los marines aquí cercanos? – No es que me preocuparan, pero… No quería problemas con ellos. ”Quizás ya ha pensado en eso, baka” – aparte, eran solo treinta segundos. No es que fuera un reto tan largo y cuando ellos llegarán, nosotros ya habríamos desaparecido… O esa era la idea.
– Mi turno. – Aprovechando la corta distancia, corrí hacía ella y, con la parte sin filo de mis espadas, traté de hacerle un corte en forma de equis en su pecho. Diera o no, me alejaría unos pocos metros y, finalizaría lanzando una onda cortante hacía cualquier dirección donde ella se moviera. Seguía sus movimientos con mi mantra y, de esa forma, iba a ser difícil que me pillara por sorpresa.
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La pelirroja pudo ver cómo su onda cortante era desviada hacia los cielos. Mostró una sonrisa enfermiza y se colocó en posición de defensa. Tampoco era uno de sus mejores ataques pero, estaba segura de que, una persona normal lo habría recibido. Sus ojos rojizos examinaban al moreno detenidamente, esperando a ver cuál iba a ser su jugada. A lo mejor la sorprendía con una técnica poderosa o algo similar. No recordaba haber luchado contra él aún. Otro tipo de combate distinto aquel si pero, de los que cruzaban espadas no recodaba ninguno. Soltó una pequeña risa siniestra y después tomó todo el aire posible. Entrecerró los ojos y se relamió despacio. Era el momento de continuar con aquella batalla. El leve viento meció los cabellos de la pelirroja, haciendo que pareciera más seria de lo que estaba. Muchos podían creer que aquella batalla iba totalmente en serio. Lo mejor era que se estaba realizando en una isla llena de marines.
La chica mostró una sonrisa divertida cuando él dijo lo de pasar a la cama. No podía evitar morderse el labio inferior, deseando tenerlo entre sus piernas. Pero por el momento debía de asegurarse de que era capaz de aguantar buenos ataques. En ese momento le vio correr hacia ella y no tardó en imbuir su cuerpo en un tono negro metálico. Con su haki armadura, podría tener una ventaja. Al ver su ataque, metió su katana en medio, bloqueando el tajo por la zona dónde sus dos hojas se encontraban. La fuerza la echó un poco hacia atrás y entonces alzó una ceja. Al ver su onda cortante, trató de echarse a un lado pero, se llevó un corte en el hombro. Su haki la había salvado de recibir daños mayores. Soltó un pequeño quejido, el cual sonó un poco adorable sin querer. Un poco de sangre comenzó a bajar por su brazo. La herida era leve pero escocía. A decir verdad, no se esperaba aquel poder por parte del moreno, se había hecho bastante fuerte.
Ahora era el turno de la pelirroja. Miró al chico de forma seria y después cambió su expresión a una un poco más sádica y siniestra. – Veamos lo que puedo hacer en cinco segundos. Estilo del rayo. – De repente la científica se desplazó hacia el chico a una velocidad endiablada. Trató de pasar por su lado y darle un poderoso tajo en la pierna izquierda, por la altura del muslo. Tras ella se formó un rastro de rayos verdosos, los cuales realizaban un sonido eléctrico. – ¡Furasshu! – Dijo de forma violenta para después envainar su espada y desactivar el haki armadura. Había terminado. Se quedó mirando al chico para ver si estaba bien. Era el momento de irse a la sala de arriba a por otra batalla y ella fue la primera en dirigirse, estuviese él bien o no. Tenía esa manía de despreocuparse cuando era ella la culpable de las cosas. Iba sonriendo de forma ladeada y no iba a tardar mucho en llegar.
La chica mostró una sonrisa divertida cuando él dijo lo de pasar a la cama. No podía evitar morderse el labio inferior, deseando tenerlo entre sus piernas. Pero por el momento debía de asegurarse de que era capaz de aguantar buenos ataques. En ese momento le vio correr hacia ella y no tardó en imbuir su cuerpo en un tono negro metálico. Con su haki armadura, podría tener una ventaja. Al ver su ataque, metió su katana en medio, bloqueando el tajo por la zona dónde sus dos hojas se encontraban. La fuerza la echó un poco hacia atrás y entonces alzó una ceja. Al ver su onda cortante, trató de echarse a un lado pero, se llevó un corte en el hombro. Su haki la había salvado de recibir daños mayores. Soltó un pequeño quejido, el cual sonó un poco adorable sin querer. Un poco de sangre comenzó a bajar por su brazo. La herida era leve pero escocía. A decir verdad, no se esperaba aquel poder por parte del moreno, se había hecho bastante fuerte.
Ahora era el turno de la pelirroja. Miró al chico de forma seria y después cambió su expresión a una un poco más sádica y siniestra. – Veamos lo que puedo hacer en cinco segundos. Estilo del rayo. – De repente la científica se desplazó hacia el chico a una velocidad endiablada. Trató de pasar por su lado y darle un poderoso tajo en la pierna izquierda, por la altura del muslo. Tras ella se formó un rastro de rayos verdosos, los cuales realizaban un sonido eléctrico. – ¡Furasshu! – Dijo de forma violenta para después envainar su espada y desactivar el haki armadura. Había terminado. Se quedó mirando al chico para ver si estaba bien. Era el momento de irse a la sala de arriba a por otra batalla y ella fue la primera en dirigirse, estuviese él bien o no. Tenía esa manía de despreocuparse cuando era ella la culpable de las cosas. Iba sonriendo de forma ladeada y no iba a tardar mucho en llegar.
- Técnicas:
- Haki Armd2
Fuerza pasiva x7
Velocidad pasiva x6
Estilo Del Rayo: Furasshu. : [Ámbito Desplazamiento]: Milena es capaz una vez cada tres post de desplazarse en cualquier dirección a 15 M/S. Cuando lo ha hecho, deja un rastro de electricidad color verdosa que realiza un sonido metálico (Aura)
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”¿Busoushoku?” – pensé al ver su cuerpo de un extraño color negro metálico. Mis espadas habían sido bloqueadas, pero mi onda cortante, tal como había planeado… En parte, había resultado. Le había dañado de forma leve, el hombro. Su quejido sonó… Extraña y jodidamente adorable. ”¿En serio se está quejando?” – casi parecía que lo estaba disfrutando. Me preocupó, un poco, el hecho de que le saliera sangre. Pero ella había usado Haki armadura y la onda no la había mandado con mucha fuerza, la herida no iba a ser tan grave y, seguramente, solo le escocía. ”El tiempo se agota” – solo eran treinta segundos y, en palabras de ella, quedaban cinco.
”Es hora de probar eso” – mi mantra me había advertido de su ataque. A pesar de la velocidad, logré, con un poco de esfuerzo, levantar un poderoso muro de fuego que me protegió de su ataque… En parte. Ella había sido muy rápida y su espada había logrado traspasar aquella defensa. Logró hacerme un tajo poco profundo en mi pierna, a la altura de mi muslo. ”Debo hacerlo más rápido o estaré jodido” – estaba sorprendido de la fuerza que ella había adquirido en estos dos años. Su fuerza no se comparaba con aquel extraño intercambio de ataques en nuestro primer encuentro. De la noche a la mañana, me había dejado atrás. Deshice el muro de fuego y guardé mis espadas. Había terminado y ahora tocaba la otra parte. Por el rabillo del ojo noté que ella ya había entrado y no tardé en seguirla. ”Debo ser más fuerte” – el camarero, tal como se lo había ordenado, había cuidado de nuestros asientos. Antes de subir con ella, pedí una botella de alcohol y hielo. Le dejé el recado de que los siguiera cuidando un rato más y él asintió. ”Quizás piensa que soy como ella y todo” – pagué por adelantado y terminé de subir. Seguía sin entender muy bien para qué tenían habitaciones si no cobraban por utilizarlas, era un desgaste de espacio y esas mierdas. ”Para lo que me interesa…” – suspiré de forma pesada y, finalmente, entramos en la habitación.
Tal como había sido nuestro… ¿Tercer encuentro? Si no recordaba mal, sí. La habitación hecha un desastre, mucha ropa tirada en el suelo y una sensación de placer recorría todo mi cuerpo. Dos años sin experimentar eso había sido una de las peores torturas. Esperaba que estar sin ella no se repitiera por tanto tiempo, no estaba seguro si mi estado mental, emocional y físico aguantarían la misma tortura. Ya habíamos, de alguna forma, oficializado nuestra relación y era, por lo menos, algo estable. Me senté en la cama, agarré mi collar y me lo puse. Caminé un poco hasta llegar a mi camisa, me la abotoné con calma y luego me quedé mirando a la pelirroja. Sonreí con bastante calma.
– ¿Cuáles son tus planes ahora? – pregunté con calma. – Yo aún no me decido. Si entrar en alguna banda o formar la mía propia – suspiré y agarré el pantalón. Me lo puse y, finalmente, agarré mis espadas y las coloqué en su sitio. – Pero bueno, sabes cómo encontrarme. Solo que tendremos que andar con más cuidado, no quiero causarte problemas. – Guardé silencio y esperé su respuesta.
”Es hora de probar eso” – mi mantra me había advertido de su ataque. A pesar de la velocidad, logré, con un poco de esfuerzo, levantar un poderoso muro de fuego que me protegió de su ataque… En parte. Ella había sido muy rápida y su espada había logrado traspasar aquella defensa. Logró hacerme un tajo poco profundo en mi pierna, a la altura de mi muslo. ”Debo hacerlo más rápido o estaré jodido” – estaba sorprendido de la fuerza que ella había adquirido en estos dos años. Su fuerza no se comparaba con aquel extraño intercambio de ataques en nuestro primer encuentro. De la noche a la mañana, me había dejado atrás. Deshice el muro de fuego y guardé mis espadas. Había terminado y ahora tocaba la otra parte. Por el rabillo del ojo noté que ella ya había entrado y no tardé en seguirla. ”Debo ser más fuerte” – el camarero, tal como se lo había ordenado, había cuidado de nuestros asientos. Antes de subir con ella, pedí una botella de alcohol y hielo. Le dejé el recado de que los siguiera cuidando un rato más y él asintió. ”Quizás piensa que soy como ella y todo” – pagué por adelantado y terminé de subir. Seguía sin entender muy bien para qué tenían habitaciones si no cobraban por utilizarlas, era un desgaste de espacio y esas mierdas. ”Para lo que me interesa…” – suspiré de forma pesada y, finalmente, entramos en la habitación.
1 hora después
Tal como había sido nuestro… ¿Tercer encuentro? Si no recordaba mal, sí. La habitación hecha un desastre, mucha ropa tirada en el suelo y una sensación de placer recorría todo mi cuerpo. Dos años sin experimentar eso había sido una de las peores torturas. Esperaba que estar sin ella no se repitiera por tanto tiempo, no estaba seguro si mi estado mental, emocional y físico aguantarían la misma tortura. Ya habíamos, de alguna forma, oficializado nuestra relación y era, por lo menos, algo estable. Me senté en la cama, agarré mi collar y me lo puse. Caminé un poco hasta llegar a mi camisa, me la abotoné con calma y luego me quedé mirando a la pelirroja. Sonreí con bastante calma.
– ¿Cuáles son tus planes ahora? – pregunté con calma. – Yo aún no me decido. Si entrar en alguna banda o formar la mía propia – suspiré y agarré el pantalón. Me lo puse y, finalmente, agarré mis espadas y las coloqué en su sitio. – Pero bueno, sabes cómo encontrarme. Solo que tendremos que andar con más cuidado, no quiero causarte problemas. – Guardé silencio y esperé su respuesta.
- Técnicas usadas:
Shigure Soen Ryu:First Defensive Form: Wall of Fire:Ushio es capaz de crear un denso escudo de fuego. La altura es de tres metros y de ancho tiene cuatro y dos de profundidad. Este se crea de forma casi inconsciente, sobre todo, cuando el ataque viene desde sus espaldas o de algún punto ciego. Si no se crea así, Ushio lo hace levantando ambas espadas con fuerza hacia arriba. (Esta técnica se complementa con el Kenbunshoku) Sólo una vez por combate, y deberá poder reaccionar ante el mismo con medio segundo de antelación.
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El muro de llamas del pirata sorprendió a la pelirroja, no pudo evitar alzar una ceja, y además retirarse a un lado. El corte había sido efectuado pero a cambio se había llevado una leve quemadura en el hombro. No importaba para nada, solo eran gajes del oficio. Los combates tenían aquellas cosas pero, estaba satisfecha. El chico había mostrado poder defenderse de ataques y por ello se iba a quedar más tranquila. Aquellas llamas le recordaron a las del marine, Aomine, aunque parecían menos bestias y con menos calor. Las del otro asesino eran temibles y daban bastante miedo. De todas formas no era tiempo de pensar en aquellas cosas. La habitación estaba perfecta y la cama era enorme. No pensaba que nadie se atreviese a molestarles allí y lo sí lo hacía, pobre de él o ella. No era una buena opción joder a una espadachín en mitad de sus cuentas pendientes.
La pelirroja se hallaba tumbada sobre la cama, bocarriba y con los ojos cerrados. El sudor caía por su rostro y por todo su cuerpo, el cual estaba tapado por las blancas sabanas. Una jodida hora, aquello se les había ido de las manos. No sabía cuántas posturas y juegos habían hecho pero, después de dos jodidos años, se había quedado en la gloria. Ella entonces se colocó la ropa interior y su sujetador rojo. En ese momento le vio ponerse la ropa y ella simplemente soltó un suspiro para después colocarse en pie. Escuchó sus pregunta y por ello le contestó en un tono calmado. – Iré a descansar por Baterilla. De modo que estaré por allí, después continuaré entrenando mientras trabajo. – Mencionó caminando hacia la puerta despacio.
Una vez llegó a la puerta, atravesó su espada en el candado, dejándolos encerrados y después se giró mirándole. – ¿Bandas? Ve con personas de fiar, que no la líen mucho y que te echen una mano. Si no son así, los cortaré hasta la muerte. – Una vez dijo aquello se acercó al moreno y trató de empujarle de nuevo a la cama. Sonrió de forma siniestra y después se relamió. – No te di permiso para vestirte, ahora satisface a tu diosa. – Mencionó de forma siniestra mientras dejaba caer de nuevo su prenda superior. Iba a ser un día más movidito.
1 Horas después
La pelirroja se hallaba tumbada sobre la cama, bocarriba y con los ojos cerrados. El sudor caía por su rostro y por todo su cuerpo, el cual estaba tapado por las blancas sabanas. Una jodida hora, aquello se les había ido de las manos. No sabía cuántas posturas y juegos habían hecho pero, después de dos jodidos años, se había quedado en la gloria. Ella entonces se colocó la ropa interior y su sujetador rojo. En ese momento le vio ponerse la ropa y ella simplemente soltó un suspiro para después colocarse en pie. Escuchó sus pregunta y por ello le contestó en un tono calmado. – Iré a descansar por Baterilla. De modo que estaré por allí, después continuaré entrenando mientras trabajo. – Mencionó caminando hacia la puerta despacio.
Una vez llegó a la puerta, atravesó su espada en el candado, dejándolos encerrados y después se giró mirándole. – ¿Bandas? Ve con personas de fiar, que no la líen mucho y que te echen una mano. Si no son así, los cortaré hasta la muerte. – Una vez dijo aquello se acercó al moreno y trató de empujarle de nuevo a la cama. Sonrió de forma siniestra y después se relamió. – No te di permiso para vestirte, ahora satisface a tu diosa. – Mencionó de forma siniestra mientras dejaba caer de nuevo su prenda superior. Iba a ser un día más movidito.
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