Juego de dos [Alexandra y Eichi]

La pareja se cubre los oídos al escucharte, Alexandra, pero la sordera momentánea no parece detenerlos. El rubiales te apunta con una mano, donde comienza a formarse algo azul. La otra se la lleva a la cabeza mientras aprieta los dientes. Quizás crea que así se le pasará el efecto. Cuando Eichi se sitúa detrás de ellos, el pelirrojo trata de girar y se cae encima de Eichi, haciendo que falle su intento. Lleva una especie de navaja en la mano.

Parece que mi ataque dio algo de resultado, aunque no estaba segura de hasta qué punto. En el mejor de los casos, calculé que estarían un buen rato sin oír una mierda, aunque en el peor... puede que solo tuvieran un molesto pitido momentáneo. Recé en silencio para que fuera lo primero, y también le dediqué una oración al éxito de nuestra batalla.

"Señor, bendice nuestra fuerza para poder derrotar a nuestros enemigos que son los tuyos..." Mientras Eichi aún estaba en su camino, pude notar cómo un aura roja lo rodeaba, señalando que mi súplica había sido escuchada. No obstante, por alguna razón el pelirrojo de los oponentes al tratar de girar reaccionando a su movimiento, tropezó con algo y se cayó encima de mi compañero, con algo afilado en la mano. ¿O tal vez no tropezó con nada, sino que efectivamente la onda sonora le habría afectado al sentido del equilibrio? Llena de esperanza, noté cómo mi luz interior se intensificaba.

Sin embargo no tenía tiempo que perder mirando a los dos pelirrojos forcejear. Me tocaba preocuparme de mi batalla de rubias (pues cuando mi areola de ángel se funde con mi cabello los tiñe de amarillo), y el que estaba frente a mí alzó la mano produciendo alguna especie de cosa azulada mientras me apuntaba. ¿Pelea a distancia? No pude evitar sonreír, sin poder terminar de creerme la suerte que estaba teniendo.

Yo misma respondí a su gesto levantando mi propio brazo, haciendo que las bolas de Fulgor que había creado antes se dividieran en rayos y se dirigieran a por mi enemigo de forma veloz. Aunque aquello podía llegar a resultarle dañino si le daba, no era más que una distracción y dudaba mucho que lograra impactarle, pues realmente lo que hice al levantar el brazo fue concentrar más Fulgor en la palma de mi mano y emitir un cono de luz hacia el frente, como un foco. El objetivo de este era cegar al rubio, privándole de otro importante sentido (y de su capacidad de apuntar), a la vez que bañaba tanto a él como a la pareja de pelirrojos del poder del ángel. Contaba con que a Eichi no le afectaría (al menos de forma negativa), y por lo que podía ver en sus auras ellos tiraban ligeramente más hacia el lado del mal (estaba como un poco oscurecida en gran parte, con haces luminosos en algunos puntos. Digamos que eran 60% Malos 40% Buenos), por lo que como poco les molestaría y distraería.

Una vez hubiera repartido las ventajas y desventajas a nuestro favor en esta batalla, podría comenzar de verdad a buscar el combate. Al fin y al cabo, mi tarea en este tipo de situaciones debería ser actuar como apoyo, pero me gustaba la idea de un "support agresivo." Así que cumplido mi cometido de support, centré mi Mantra en el rubio frente a mí para ver lo que pretendía hacer ahora, y poder reaccionar en consecuencia. A todas estas, ¿de qué facción serían? No llevaban el tabardo de Balt, y no parecían especialmente parecidos a lo que nos habían contado de Zilda. ¿Sarka tal vez? ¿Meln? ¿Zal? Ya los interrogaríamos tras dejarlos KO.

Cosas usadas y datos sobre mi Akuma:

El fulgor azul en la palma de la rubia se convierte en un rectángulo que para tus rayos. Cae de rodillas al recibir la luz y entrecierra los ojos. Aprieta los dientes y mientras mienta a tu madre, echa la otra mano hacia delante. De ella sale una larga cuerda de energía azul derechita a enroscarse en tu tobillo izquierdo a gran velocidad.

Eichi, cuando te apoyas en el pelirrojo para apartarlo este termina de perder el equilibrio y cae hacia atrás, haciendo que yerres tu primera patada. Recibe el golpe en el plexo pero no parece muy molesto. Agita la mano de la navaja delante de si para defenderse, rozando tu brazo cuando vas a golpearle en la nuca. Hace presión y se aparta, lo suficiente para que no sea mortal. Cae al suelo mientras echas a correr y escupe antes de volver a ponerse en pie trastabillando, en guardia. Ale, cielo, te mira con odio.

Por un momento me quedé distraída, cegada por mi propia luz que me impidió ver exactamente qué estaba haciendo el rubiales. Me pareció ver algo azul, o morado, o violeta... Bueno, un color de esos, que mezclado con mi Fulgor lo veía algo difuminado. Tan difuminado que casi no reaccioné ante el ataque-látigo del tipo, aunque por suerte ni siquiera mi propio empane era suficiente para hacerme ignorar mi Mantra.

Apartándome a un lado a gran velocidad, evité por poco la energía azul (esta vez claramente visible) que se enroscó sobre sí misma, y al hacerlo tuve que dejar de canalizar el cono de Luz. "Bueno, de todas formas tampoco parecía que fuera a afectarlos mucho más." Pensé, mientras me centraba en una nueva estrategia. Pude ver por un instante el cuadrado que mi enemigo había usado para bloquear parte de mi ataque anterior, y determiné que quizá atacar de frente no fuera la mejor de las ideas después de todo, no hasta saber más cosas de él. Por ejemplo, ¿sería capaz de crear más cosas con esa energía? ¿Cosas peligrosas? ¿O solamente el escudo y el látigo?

Finalmente me decanté por una opción intermedia, ni muy directa ni muy conservativa. Concentrando fulgor en la palma de mi mano le dí forma de una espada, que se materializó con un color dorado mientras volaba hacia el rubio haciendo zig-zag. Cargué la espada desde atrás, lista para dar un potente tajo en cuanto tuviera al oponente a distancia... Pero claro, si no estaba preparado podría matarlo, y no era aquella mi intención. Por eso si todo salía bien, ejecutaría un cambio de último momento.

Suponiendo que no hubiera encontrado mayores dificultades para acercarme hasta el rubio, al descargar el "tajo" cambiaría la forma de mi arma de repente, pasando de una espada a un gran martillo. Descargaría toda mi fuerza en un golpe con intención de noquearlo, y para terminar haría que el martillo se deshiciera en multitud de cadenas blancas cerrándose alrededor del desdichado, de forma que incluso si se había defendido de nuevo con aquella especie de escudo azul quedaría bastante restringido.

Tras todo eso, me apartaría un poco por si acaso, lista para saltar de nuevo al frente si debía tomar acciones mayores. En esta posición vería cómo Eichi se situaba a mi lado tras tratar de terminar con su propio duelo.

- Si "navajitas" te lo está poniendo difícil, podemos hacer un cambio ¿eh? - Le diría medio en broma medio en serio.

una nota rápida...:

Eichi, para tu sorpresa el rubio encaja la onda cortante con un quejido de dolor, pero su ataque es impecable. Por su parte, el pelirrojo trata de defenderse de tus golpes. Alcanzas a ver un aura verde a su alrededor, y una especie de escudos frente a su cara y cintura. Sin embargo los atraviesas y para cuando vuelves al lado de Ale, yace en el suelo. Escupe sangre a un lado y se acerca a su compañero, sentándose. No parece tener ganas de intentar nada más.

Tu ataque no falla, Ale, parece que te esté dejando acercarte. Efectivamente, cuando llegas actúa rápido. Vuelve a lanzarte más cuerdas con las manos, en el momento en el que le golpeas con el martillo. Tras la confusión el rubio está atado con tus cuerdas, pero tú tienes las muñecas restringidas por las suyas. Ella no puede moverse, y tú, bueno, es frustrante.

- ¡Dejadnos! ¡¡Esta central NO es para vosotros!