Y me dices que quieres... [Moderado D - Alexandra]

Lleváis tres días navegando en alta mar. Tus superiores te han mandado a perseguir fantasmas, o al menos eso parece... porque los rumores son cuanto menos extravagantes.


Por supuesto, hay que mantener la paz y no está bien que la gente tenga miedo de salir a pescar por un puñado de osos arcoiris... así que aquí estás. Viendo pasar las nubes y los peces. Tu barco es pequeño, apenas estás tú y otros dos anónimos que te han suministrado para que te ayuden. Uno de ellos es navegante y suele estar atareado en su habitación, mirando un extraño mapa. El otro es un hombre enorme de piel negra y barba azul, pero muy tímido. Impone bastante de día, aunque de noche recita poemas cuando cree que nadie le escucha. A veces te pide una partida de damas.

No son mala compañía, pero aquí no hay nada. ¿Serán ciertos los rumores?

He visto... cosas raras en mi vida. No ha sido una vida muy larga, pero ha estado llena de sorpresas y sucesos difíciles de explicar. La última vez que me mandaron a buscar una isla perdida, acabé con el agua hasta el cuello, siendo bombardeada por un supuesto barco fantasma, todo para luego descubrir que no se trataba más que de un sueño, orquestado por una secta que quería reclutarme para su guerra personal. ¿Qué carajos hacía ahora buscando otra isla "fantasma"?

Bueno, por lo menos esta vez no se trataba de leyendas oscuras y cuentos de terror. No del todo. Esta vez buscaba una isla llena de ositos de peluche y colores arco iris, sonaba tan utópico que me costaba creer la segunda parte de la historia. Esa que dice que los que vuelven de allí lo hacen locos y hablando de ambiciones imposibles. Aunque bueno, pensándolo bien... ¿No estarían ya locos antes de siguiera llegar a a la isla? Es decir, ¿quién buscaría ese tipo de cuentos infantiles flotantes moviéndose a remos, más aún teniendo en cuenta los riesgos? Bueno, estoy yo, pero como digo, creo que ya estoy un poco loca para ser sincera. Y si no que le pregunten a mi otra "faceta."

Ah, si, facetas. Para esta misión dudaba que fuera a ser útil llevar la peluca, pues si dejaba que mis sentimientos me controlasen podría tener problemas en caso de que realmente dicha isla existiera. Me imagino a mí misma corriendo detrás de un peluche andante al grito de "¡Kawaii!"
Así pues, para este encargo iba con mi mente centrada en una sola cosa: cumplir el objetivo sin importar el coste. Mi elegante traje negro como la noche ondeaba al viento de aquella pequeña embarcación, mientras me ajustaba la corbata, haciendo que mi blanquecino cabello se sacudiera ligeramente en el aire.

Me acompañaban dos personas, con las cuales apenas había hablado por razones obvias. Mis intercambios de palabras con ellos se limitaban a información que creí necesaria y a tratar de no aburrirme demasiado. En aquel barquito apenas había nada que hacer, salvo escuchar de vez en cuando al hombre de tez morena y barba azul recitando poemas de noche. "No lo hace del todo mal." Es lo que llegué a pensar la tercera vez, reconociendo su esfuerzo.

Sin embargo, llevamos ya un tiempo en alta mar y seguimos sin tener nada. ¿De verdad habría una isla como cuentan los viejos de las tabernas? A mi me estaba empezando a sonar a cuento chino, así que me acerqué al camarote del navegante en silencio, tratando de no molestar. Sabía que allí dentro solía estar mirando un extraño mapa que yo no sabía descifrar, por eso había decidido confiar en sus conocimientos... Pero ya me cansé. Llamando con mis nudillos en la puerta de forma firme, pregunté en voz alta desde fuera:

- ¿Estás seguro de que es por aquí? ¿No nos habremos equivocado de "Blue"?

Tan pronto llamas a la puerta escuchas un apagado chillido provenir desde el interior. Despeinado y con las gafas descolocadas, el hombre te abre la puerta. Te mira de arriba abajo mientras hablas y sonríe.

-¡No, no! ¡¡Para nada!! Ven, ven aquí. Te lo mostraré...

Te arrastra hacia el interior de la habitación y te pone el mapa poco menos que en la cara. No entiendes gran cosa, más allá de ver islas por todas partes y ''South Blue'' escrito en grande.

-Mira. Según los rumores, la ''isla'' estaba en esta latitud, pero ha ido derivando y entonces ahora está rodeando... -Sigue hablando un rato, hasta que concluye: -Y por eso según mis cálculos deberíamos de encontrarla en... dos minutos. Más o menos. En el horizonte, me refiero. Qué nervios, ¿Eh?

Y que lo digas, qué nervios. Tú no has entendido nada de sus explicaciones, pero tiene pinta de haber trabajado duro y estar muy seguro de si mismo. La habitación está desordenada y llena de papeles, seguramente haya estado trabajando sin... parar. Tanto que incluso se le ha olvidado ponerse pantalones. Este hombre es todo un caso, pero te mira con una carita de orgullo personal increíble.

A pesar de que prácticamente me había asaltado, pude darme cuenta de que lo que fuera que estaba intentando hacer, lo hacía con pasión. El hombre trató en vano de explicarme el proceso detrás de su investigación, ajeno al hecho de que yo no estaba entendiendo nada. Pero concluyó que deberíamos estar muy cerca de nuestro objetivo, así que le dí una oportunidad. Suspirando pesadamente, me alejé de nuevo tras quitarme sutilmente sus manos de encima, apartando rápidamente la vista de su atuendo al fijarme en que no tenía ni pantalones.

- De acuerdo, de acuerdo. - Dije, mientras salía por la puerta. - Tanto trabajo duro habrá servido para algo, ¿no? Esperemos que tengas razón... Pero si mañana aún no hemos dado con la isla, daremos la vuelta y regresaremos para informar de su definitiva inexistencia. ¿Comprendido?

Ni siquiera le presté atención a la respuesta que me pudiese haber dado. No pretendía socializar con mis compañeros de viaje, aquello era una relación puramente profesional, y si no eran capaces de hacer su trabajo no merecía la pena continuar perdiendo el tiempo. Aburrida y exasperada, miré al cielo y traté de adivinar qué hora sería. No tenía ni idea de cuánto había pasado desde que salimos de puerto, pero para mí parecía una eternidad.

Le dí un último vistazo al horizonte, intentando distinguir algo, lo que fuera. Incluso activé el Haki de Observación, aunque no estaba segura de que fuera a servir de algo. Yo que sé, tal vez pudiera distinguir algún aura o lo que fuera. A este paso, si no ocurría nada interesante, bien podía pasar que me quedase dormida en una mezcla de aburrimiento y cansancio. ¿No habría nada que pudiera hacer mientras esperaba? Demonios, no me tenía que haber dejado el bajo en casa, al menos podría haber aprovechado para practicar un poco...

El chaval te mira como indignado, pero no responde. Se encoje de hombros y vuelve a su silencio habitual. Tu llegas a la cubierta y activas el mantra... pero tan solo percibes a tus compañeros. Miras al horizonte y nada.

Pasan los minutos y de repente el navegante aparece a tu lado. Ya se ha terminado de vestir y está peinado y más serio. Tose para delatar tu presencia y señalando detrás de ti te dice secamente.

-Tuve un pequeño error de aritmética pero... ahí está. Mi señora.

En cuanto te das la vuelta la ves, a lo lejos. Es... una silueta envuelta en bruma. Bien podría ser una isla en miniatura. ''Miniatura'', porque así a ojo tiene el tamaño de 3 o 4 barcos puestos en fila y no de los pequeños precisamente. Distingues también lo que parecen árboles y una casita sobre la superficie. Y por todo el perímetro... te entra un escalofrío. La bruma lo tapa, pero intuyes figuras extrañas haciendo el gesto de remar.

¿Serán ciertos los rumores?

Cuando el navegante hizo acto de aparición, se había adecentado bastante, lo cual era de agradecer. Y por suerte, venía con buenas noticias: la isla que buscábamos estaba cerca. Un escalofrío recorrió mi espalda, pero no dejé que mis nervios se delataran en mi rostro más allá de la media sonrisa que puse por un segundo. "Ahí estas..." Pensé al tiempo que me santiguaba. "Vamos a ver qué tanto tienes de especial en tu interior."

- Buen trabajo... esto... - Por primera vez, me dí cuenta de que no conocía el nombre de aquella persona. Y ahora que había demostrado su valía, un súbito interés por el mismo me asaltó. - Perdón, ¿cómo dijiste que te llamabas? - Pregunté directamente, intentando mostrar amabilidad en mi voz. - Lamento lo de antes, todos hemos tenido un viaje agotador... Seguro que comprendes mejor que nadie de lo que hablo, ¿no? - De acuerdo, es posible que hubiese cometido un error de decisión. Tal vez sí que me interesase ganarme la confianza de aquella persona después de todo. - No todo el mundo tiene el talento necesario para seguirle la pista a esta clase de rumores, ¿sabes? Por cierto, ¿crees que puedes acercarnos un poco? - Le pedí.

Quería mirar mejor a nuestro objetivo, tratar de ver si había algún punto por donde poder subirnos. Aquella silueta bien podía ser de una serie de barcos en fila o de una isla a remos, pero en cualquiera de los casos debería de tener un punto de acceso, ¿no? ¿Cómo accedieron a ella el resto de visitantes antes que yo? La maldita bruma no me dejaba ver bien...

El chico te escanea de arriba abajo para al fin suspirar y rascarse la nuca con la mano.

- Me llamo Andreas, señora. No se preocupe, ahora nos acerco. Llevará un poquito, se mueven raudos.

Se da la vuelta en dirección a la cabina de control y te deja allí. No parecía contento, pero tampoco estar planeando tu asesinato. Algo es algo. Poco a poco os vais acercando y cuando la bruma se despeja el paisaje te deja un pelín descolocada. Efectivamente es una isla en miniatura... puedes verla toda de cabo a rabo desde tu barco, pero desde luego es más grande que uno, dos o tres barcos puestos en fila. Hay un pequeñísimo bosque de robles, flores aquí y allá y todo el ''suelo'' de la isla parece estar cubierto de hierba. Es todo muy cuqui, incluida la cabañita de piedra y madera en el centro. Pero lo que verdaderamente te llama la atención son los osos.

Osos de gominola.

Remando.

Están por todo el perímetro de la isla, cada uno de un color y sujetando remos apropiados a su tamaño... que así a ojo es más o menos el tuyo. Wow. Van todos a una y no parecen haberse molestado por vuestra presencia. Al final gracias a las maniobras de vuestro navegante os situáis a su lado y al bajar la velocidad avanzáis al mismo ritmo. Puedes oler algo ligeramente dulzón en el aire. ¿Exceso de azúcar quizás? La única manera razonable de acceder a la extraña isla parece ser tirarse por la borda y caer en la hierba... o algo por el estilo.