Katharina von Steinhell
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El barco se acercaba lentamente hacia la isla, avanzando acorde a los movimientos de la marea. Normalmente el viaje no sería de más de cuatro días, pero causa de los fenómenos climáticos el navegante debió afrontar diversos problemas. En ningún minuto nuestras vidas corrieron riesgo, pero más de uno tuvo el temor de morir en ese barco. En alta mar, olas de hasta quince metros golpeaban fuertemente el barco; el viento casi rajaba las velas y todos los marineros debieron usar todas sus fuerzas para superar la tormenta.
–¡Capitán, ya estamos llegando! –Interrumpió mis pensamientos la voz de un hombre de piel morena, quién se dirigía a un hombre alto y musculoso– Por fin… Llegamos a Old Sant Mountain.
Hasta el momento, todos se preguntarán qué hace la Marina acercándose a una isla tan… misteriosa. A nuestro cuartel llegó un reporte de parte de un escuadrón de marines, quiénes afirmaron haber estado en esta isla y descubrir el escondite de una tripulación pirata. Podía tener mucho sentido, ya que, antes de venir, consultamos a habitantes de islas cercanas a Old Sant Mountain. En el peor de los casos, no habría nadie y nuestra misión sería una pérdida de tiempo, pero al menos serviría como viaje.
Escuché, de parte de los “vecinos”, que en la isla se alzan antiguas ruinas que ocultan muchísimos misterios… y tesoros. De todas formas, saldría triunfando de ese pedazo de tierra. Quién sabe, quizás podría hacerme de varias almas para fortalecer mis conjuros.
–Von Steinhell, necesito que te unas al escuadrón de exploración. Nosotros esperaremos en el barco mientras le reparamos –decretó el capitán–. Tras un par de días, los alcanzaremos. Ahora ve, que no te dejen atrás.
Bajé las escaleras que conectaban con tierra y apresuré el paso para caminar junto a mis compañeros. El teniente era un hombre carismático de no más de veinte años, un joven prodigio que alcanzó un buen puesto dentro de la Marina debido a su intervención en muchas batallas. Contándolo, éramos cinco las personas que se adentraban a la jungla a encontrar algún resquicio sobre piratas. Ante cualquier situación peligrosa, no dudaría en usar mi guadaña.
–Dime, von Steinhell –me preguntó el teniente, mientras acomodaba su gorra dejando algunos mechones rubios sobre su rostro–, ¿qué hace una marine como tú en una misión así? No me tomes a mal, pero he escuchado que lo tuyo se especializa más en… asesinatos.
–Si me especializara en asesinatos, me hubiese unido a otra organización –mentí–. Para ser un chico tan inteligente, haces preguntas muy tontas.
Seguimos caminando en silencio. El cielo estaba parcialmente nublado y el clima nos favorecía, una mezcla entre húmedo y templado. Consulté el reloj que tenía en la muñeca y comprobé que no quedaban más de cuatro horas de sol, debíamos apresurarnos. Esta noche dormiríamos bajo la protección de los árboles.
–¡Capitán, ya estamos llegando! –Interrumpió mis pensamientos la voz de un hombre de piel morena, quién se dirigía a un hombre alto y musculoso– Por fin… Llegamos a Old Sant Mountain.
Hasta el momento, todos se preguntarán qué hace la Marina acercándose a una isla tan… misteriosa. A nuestro cuartel llegó un reporte de parte de un escuadrón de marines, quiénes afirmaron haber estado en esta isla y descubrir el escondite de una tripulación pirata. Podía tener mucho sentido, ya que, antes de venir, consultamos a habitantes de islas cercanas a Old Sant Mountain. En el peor de los casos, no habría nadie y nuestra misión sería una pérdida de tiempo, pero al menos serviría como viaje.
Escuché, de parte de los “vecinos”, que en la isla se alzan antiguas ruinas que ocultan muchísimos misterios… y tesoros. De todas formas, saldría triunfando de ese pedazo de tierra. Quién sabe, quizás podría hacerme de varias almas para fortalecer mis conjuros.
–Von Steinhell, necesito que te unas al escuadrón de exploración. Nosotros esperaremos en el barco mientras le reparamos –decretó el capitán–. Tras un par de días, los alcanzaremos. Ahora ve, que no te dejen atrás.
Bajé las escaleras que conectaban con tierra y apresuré el paso para caminar junto a mis compañeros. El teniente era un hombre carismático de no más de veinte años, un joven prodigio que alcanzó un buen puesto dentro de la Marina debido a su intervención en muchas batallas. Contándolo, éramos cinco las personas que se adentraban a la jungla a encontrar algún resquicio sobre piratas. Ante cualquier situación peligrosa, no dudaría en usar mi guadaña.
–Dime, von Steinhell –me preguntó el teniente, mientras acomodaba su gorra dejando algunos mechones rubios sobre su rostro–, ¿qué hace una marine como tú en una misión así? No me tomes a mal, pero he escuchado que lo tuyo se especializa más en… asesinatos.
–Si me especializara en asesinatos, me hubiese unido a otra organización –mentí–. Para ser un chico tan inteligente, haces preguntas muy tontas.
Seguimos caminando en silencio. El cielo estaba parcialmente nublado y el clima nos favorecía, una mezcla entre húmedo y templado. Consulté el reloj que tenía en la muñeca y comprobé que no quedaban más de cuatro horas de sol, debíamos apresurarnos. Esta noche dormiríamos bajo la protección de los árboles.
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Hay...otro día de destrucción y diversión. El día no se nos había dado nada mal a mi y a mis matones y los botines llegaban procedentes del pueblo a raudales. A pesar de todo mi grupo de pequeños piratas habían hecho un buen trabajo para con la aldea cercana a la costa. Algunos de estos marineros dejaban los cofres llenos de oro y baratijas procedentes de las pertenencias de los lugareños frente a mi, Perona, su capitana.
Me encontraba tomando el té que por costumbre teníamos de beber en el picnic que hacíamos siempre después de asaltar un pueblo. Me encontraba comiendo mis galletas favoritas mientras disfrutaba de la naturaleza, puesto que la banda se encontraba el bosque asentada, mientras veía los botines a mis pies para mi disfrute.
En ese momento uno de mis hombres trajo a un lugareño que estaba husmeando por nuestro campamento. El marinero que lo llevaba agarrado por la solapa del cuello se dirigió a mi:
-Capitana!, hemos encontrado a este hombre fisgoneando por los alrededores, parece proceder de la aldea que acabam.....- En ese momento un disparo le alcanza la cabeza haciendo que le marinero caiga de espaldas soltando a aquel lugañero que queda inmóvil del miedo. ¿Quién disparó? Para sorpresa de todos era la Capitana Perona quién había disparado a su propio hombre, pues con su mano izquierda sostenía la taza de té, mientras que con la derecha se podía ver como agarraba la pistola aún con humo en su boca.
Los marineros no se sorprendieron en absoluto de aquella acción, lo que no impidió que dos murmuraran por lo bajo:
-¿Era uno de los nuevos no?-"Si le respondió el otro- ¿A quién se le ocurre molestar a la capitana en la hora más sagrada para ella?, el picnic, vaya necio.
Dejé el arma encima del mantel del picnic, y con un suspiro me levanté, abrí mi sombrilla y me acerqué al lugareño, con el cual, me puse cara a cara.
-Disculpa a este idiota, ahora tendrás el privilegio de hablar conmigo directamente, y créeme, no seré más amable que el cadáver que tienes a la izquierda en el suelo...así que cuéntame que hacías aquí.
El lugareño, asustad como un conejo frente a un galgo, comenzó a hablar.
-La marina ha desembarcado en la isla, y pensaba que igual podía ayudaros uniéndome a ti, oh Perona... han desembarcado cerca de la costa y un grupo de marines están caminando bosque arriba.
En ese momento uno de mis marineros llega del bosque- Si, lo que dice el campesino es cierto, viene la marina hacia aquí, esperemos que no nos detecten capitana.
Mi rostro mostró en ese momento una sonrisa casi maquiavélica se pintó, y una risa salió de mis labios como si de una niña pequeña se tratara- Jororororo jororororo....que bien compañía....puedes irte campesino...tienes 10 segundos para desaparecer de mi vista o te mataré.
Bebí de mi taza de te mientras aquel campesino asintió y salió corriendo hacia el bosque mientras contaba en alto.
-9.....8.....7
El campesino estaba a punto de lograr salir con vida de aquella, hasta que cogí el arma que había colocado en el suelo y le apunté.
-.... 1 - Disparé contra aquel desgraciado haciendo que cayera muerto en el acto a pocos metros e mi campamento. Luego guardé el arma y cogí mi peluche, para después decir.
-YA SABÉIS QUE HACER IDIOTAS,MOVEROS Y SALGAMOS DE ESTA HEDIONDA ISLA CUANDO PODAMOS....yo iré a ver a nuestros visitantes...jororororo.
Todos comenzaron a recoger el campamento para regresar al barco, mientras yo con mi peluche en mi brazo derecho y mi sombrilla en el izquierdo comencé a bajar colina abajo para encontrarme con aquellos marines. ¿Porque hacia algo tan suicida? Puede porque me divertía.
Salí al camino del bosque y a lo lejos podía escuchar los pasos de lo que pudiera ser un escuadrón o algo parecido, esperaba que fueran los marines, así que me senté y comencé a llorar a grito vivo, esperando que mi lloro llamara su atención.
Me encontraba tomando el té que por costumbre teníamos de beber en el picnic que hacíamos siempre después de asaltar un pueblo. Me encontraba comiendo mis galletas favoritas mientras disfrutaba de la naturaleza, puesto que la banda se encontraba el bosque asentada, mientras veía los botines a mis pies para mi disfrute.
En ese momento uno de mis hombres trajo a un lugareño que estaba husmeando por nuestro campamento. El marinero que lo llevaba agarrado por la solapa del cuello se dirigió a mi:
-Capitana!, hemos encontrado a este hombre fisgoneando por los alrededores, parece proceder de la aldea que acabam.....- En ese momento un disparo le alcanza la cabeza haciendo que le marinero caiga de espaldas soltando a aquel lugañero que queda inmóvil del miedo. ¿Quién disparó? Para sorpresa de todos era la Capitana Perona quién había disparado a su propio hombre, pues con su mano izquierda sostenía la taza de té, mientras que con la derecha se podía ver como agarraba la pistola aún con humo en su boca.
Los marineros no se sorprendieron en absoluto de aquella acción, lo que no impidió que dos murmuraran por lo bajo:
-¿Era uno de los nuevos no?-"Si le respondió el otro- ¿A quién se le ocurre molestar a la capitana en la hora más sagrada para ella?, el picnic, vaya necio.
Dejé el arma encima del mantel del picnic, y con un suspiro me levanté, abrí mi sombrilla y me acerqué al lugareño, con el cual, me puse cara a cara.
-Disculpa a este idiota, ahora tendrás el privilegio de hablar conmigo directamente, y créeme, no seré más amable que el cadáver que tienes a la izquierda en el suelo...así que cuéntame que hacías aquí.
El lugareño, asustad como un conejo frente a un galgo, comenzó a hablar.
-La marina ha desembarcado en la isla, y pensaba que igual podía ayudaros uniéndome a ti, oh Perona... han desembarcado cerca de la costa y un grupo de marines están caminando bosque arriba.
En ese momento uno de mis marineros llega del bosque- Si, lo que dice el campesino es cierto, viene la marina hacia aquí, esperemos que no nos detecten capitana.
Mi rostro mostró en ese momento una sonrisa casi maquiavélica se pintó, y una risa salió de mis labios como si de una niña pequeña se tratara- Jororororo jororororo....que bien compañía....puedes irte campesino...tienes 10 segundos para desaparecer de mi vista o te mataré.
Bebí de mi taza de te mientras aquel campesino asintió y salió corriendo hacia el bosque mientras contaba en alto.
-9.....8.....7
El campesino estaba a punto de lograr salir con vida de aquella, hasta que cogí el arma que había colocado en el suelo y le apunté.
-.... 1 - Disparé contra aquel desgraciado haciendo que cayera muerto en el acto a pocos metros e mi campamento. Luego guardé el arma y cogí mi peluche, para después decir.
-YA SABÉIS QUE HACER IDIOTAS,MOVEROS Y SALGAMOS DE ESTA HEDIONDA ISLA CUANDO PODAMOS....yo iré a ver a nuestros visitantes...jororororo.
Todos comenzaron a recoger el campamento para regresar al barco, mientras yo con mi peluche en mi brazo derecho y mi sombrilla en el izquierdo comencé a bajar colina abajo para encontrarme con aquellos marines. ¿Porque hacia algo tan suicida? Puede porque me divertía.
Salí al camino del bosque y a lo lejos podía escuchar los pasos de lo que pudiera ser un escuadrón o algo parecido, esperaba que fueran los marines, así que me senté y comencé a llorar a grito vivo, esperando que mi lloro llamara su atención.
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Las hojas se movían al vaivén de una suave brisa que refrescaba mi cuerpo tras haberse expuesto a una intensa caminata cuesta arriba de un par de horas. Afortunadamente, a pesar de ser lo que cualquiera llamaría una chica débil físicamente, me encontraba en perfecto estado físico. Tuve que aclararle a mis compañeros que no era fuerte, pero podía ser muy ágil y veloz. En ese minúsculo grupo nadie conocía mis poderes, y no tenía la intención de mostrarlos.
Nos detuvimos un minuto para refrescar nuestros cuerpos en el pequeño riachuelo que escurría, probablemente, hacia el mar. El agua era dulce y helada, pero eso no impidió que metiera toda mi espesa caballera en él para quitarme de golpe el calor que sentía. Personalmente, siempre fui más de climas fríos, pero como soldado debía saber que no tenía posibilidades de elegir el terreno de trabajo. Mis compañeros descansaban sentados sobre grandes rocas.
–Casi morimos cuando esa enorme ola golpeó el barco, ¿no crees? –Comentó Raymond, un hombre de piel morena y grandes y saltones ojos de color verde.
–Sí… No sé cómo la hicimos para sobrevivir –respondió nuestro teniente, Elliot–. Tenemos que seguir avanzando, la misión de exploración es la más importante para evitar bajas.
Estaba completamente de acuerdo en lo que nuestro líder comentó, después de todo, conocer por donde nos movíamos era fundamental para idear estrategias. El escuadrón avanzaba campante, al mismo tiempo que tarareaba canciones para subir la moral. Fue entonces cuando todos desviamos la mirada hacia el este. ¿Un disparo? Tal vez fue nuestra imaginación, pero no… Un segundo disparo hizo que las aves despegaran el vuelo. Habíamos comprobado que no estábamos solos, y todos sabíamos qué hacer.
–Todos en posición –ordenó el teniente–, tú y tú –señaló a Raymond y a Teresa– al frente. Iré al centro mientras que Katharina protege la retaguardia.
Aprobé con la mirada la formación del joven rubio. Mientras el líder estuviera al centro, podría dar órdenes tanto a la primera línea como a la retaguardia; básicamente estaba en un punto medio entre ambos frentes. Mis compañeros lucían fuertes, pero carecían de liderazgo así que un hombre como él les venía de puta madre. Seguimos avanzando, esta vez con paso lento; procuré que cada paso que daba hacia delante fuera perfectamente sigiloso, hacía gala de mi entrenamiento durante mi estadía en la Orden.
De repente todo el escuadrón se detuvo de golpe; por mi parte, lo único que escuchaba era el llanto de una mujer.
–¿Quién eres? –Se apresuró en preguntar Raymond– ¡¿Qué haces aquí?!
Me adelanté, rompiendo la formación. Se trataba de una chica que lloraba desconsoladamente, aunque no lucía tan inofensiva… Habíamos escuchado disparos, por lo que las posibilidades a pensar eran pocas. Tal vez fue una víctima de un asalto de piratas o bandidos, o… era el cebo. Sin importar lo que fuera, quería asegurarme de que no había peligro y sostuve mi guadaña con la mano izquierda. No sé lo que pensaría ella, pero yo no estaría de mucho ánimo al ver una guadaña de aspecto demoníaco con un filo extremadamente grande y rojizo.
–Hey, hey –se interpuso el teniente–. Así no se trata a una chica –le tendió la mano con una amable sonrisa–. Tranquila, puedes contarnos lo que pasó.
Mi trabajo era encargarme de la protección de nuestro grupo y, mucho más allá de eso, era proveer información. Tomé suavemente del hombro a mi teniente, intentando que este se volteara para hablar conmigo. Sin embargo, nada de eso pasó. Es más, ni siquiera intentó mirarme; ¿había caído en alguna clase de embrujo? Sabía que era un completo idiota, sobre todo cuando se trataba de mujeres, pero no tenía entendido de que fuera tan… burro.
–Hola –me presenté–, mi nombre es Katharina von Steinhell. Actualmente trabajo para la Marina, pero te puedo asegurar que mis dones no son proteger a la gente –le señalé la enorme guadaña con la mirada–. Hemos escuchado dos disparos, así que llegamos a la conclusión de que hay gente en problemas. Nuestra misión, como agentes de la justicia, es asegurarnos de que no haya más heridos –comenté con un poco de sarcasmo–. Sin embargo, nuestras vidas también importan.
Por un segundo decidí guardar silencio, no me gustaba nada lo que estaba pasando en la isla.
–Si no te importa, ¿puedo registrarte? Necesito comprobar que no lleves ningún objeto con el que nos puedas herir –quise pedírselo amablemente, pero en el fondo era una orden–. No te preocupes, ninguno de estos hombres te tocará. Tanto Teresa como yo podemos registrarte… Por cierto, siempre es buena idea colaborar con la Marina –finalicé, intentando que se sintiera amenazada.
No sabía en qué andaba esa muchacha, pero seguramente lo descubriría. Si era inocente, no tendría nada que temer y nosotros le ayudaríamos… Por el contrario, si tenía un solo indicio de ser sospechosa de los disparos, la esposaría hasta comprobar lo que sucedió en la aldea.
Nos detuvimos un minuto para refrescar nuestros cuerpos en el pequeño riachuelo que escurría, probablemente, hacia el mar. El agua era dulce y helada, pero eso no impidió que metiera toda mi espesa caballera en él para quitarme de golpe el calor que sentía. Personalmente, siempre fui más de climas fríos, pero como soldado debía saber que no tenía posibilidades de elegir el terreno de trabajo. Mis compañeros descansaban sentados sobre grandes rocas.
–Casi morimos cuando esa enorme ola golpeó el barco, ¿no crees? –Comentó Raymond, un hombre de piel morena y grandes y saltones ojos de color verde.
–Sí… No sé cómo la hicimos para sobrevivir –respondió nuestro teniente, Elliot–. Tenemos que seguir avanzando, la misión de exploración es la más importante para evitar bajas.
Estaba completamente de acuerdo en lo que nuestro líder comentó, después de todo, conocer por donde nos movíamos era fundamental para idear estrategias. El escuadrón avanzaba campante, al mismo tiempo que tarareaba canciones para subir la moral. Fue entonces cuando todos desviamos la mirada hacia el este. ¿Un disparo? Tal vez fue nuestra imaginación, pero no… Un segundo disparo hizo que las aves despegaran el vuelo. Habíamos comprobado que no estábamos solos, y todos sabíamos qué hacer.
–Todos en posición –ordenó el teniente–, tú y tú –señaló a Raymond y a Teresa– al frente. Iré al centro mientras que Katharina protege la retaguardia.
Aprobé con la mirada la formación del joven rubio. Mientras el líder estuviera al centro, podría dar órdenes tanto a la primera línea como a la retaguardia; básicamente estaba en un punto medio entre ambos frentes. Mis compañeros lucían fuertes, pero carecían de liderazgo así que un hombre como él les venía de puta madre. Seguimos avanzando, esta vez con paso lento; procuré que cada paso que daba hacia delante fuera perfectamente sigiloso, hacía gala de mi entrenamiento durante mi estadía en la Orden.
De repente todo el escuadrón se detuvo de golpe; por mi parte, lo único que escuchaba era el llanto de una mujer.
–¿Quién eres? –Se apresuró en preguntar Raymond– ¡¿Qué haces aquí?!
Me adelanté, rompiendo la formación. Se trataba de una chica que lloraba desconsoladamente, aunque no lucía tan inofensiva… Habíamos escuchado disparos, por lo que las posibilidades a pensar eran pocas. Tal vez fue una víctima de un asalto de piratas o bandidos, o… era el cebo. Sin importar lo que fuera, quería asegurarme de que no había peligro y sostuve mi guadaña con la mano izquierda. No sé lo que pensaría ella, pero yo no estaría de mucho ánimo al ver una guadaña de aspecto demoníaco con un filo extremadamente grande y rojizo.
–Hey, hey –se interpuso el teniente–. Así no se trata a una chica –le tendió la mano con una amable sonrisa–. Tranquila, puedes contarnos lo que pasó.
Mi trabajo era encargarme de la protección de nuestro grupo y, mucho más allá de eso, era proveer información. Tomé suavemente del hombro a mi teniente, intentando que este se volteara para hablar conmigo. Sin embargo, nada de eso pasó. Es más, ni siquiera intentó mirarme; ¿había caído en alguna clase de embrujo? Sabía que era un completo idiota, sobre todo cuando se trataba de mujeres, pero no tenía entendido de que fuera tan… burro.
–Hola –me presenté–, mi nombre es Katharina von Steinhell. Actualmente trabajo para la Marina, pero te puedo asegurar que mis dones no son proteger a la gente –le señalé la enorme guadaña con la mirada–. Hemos escuchado dos disparos, así que llegamos a la conclusión de que hay gente en problemas. Nuestra misión, como agentes de la justicia, es asegurarnos de que no haya más heridos –comenté con un poco de sarcasmo–. Sin embargo, nuestras vidas también importan.
Por un segundo decidí guardar silencio, no me gustaba nada lo que estaba pasando en la isla.
–Si no te importa, ¿puedo registrarte? Necesito comprobar que no lleves ningún objeto con el que nos puedas herir –quise pedírselo amablemente, pero en el fondo era una orden–. No te preocupes, ninguno de estos hombres te tocará. Tanto Teresa como yo podemos registrarte… Por cierto, siempre es buena idea colaborar con la Marina –finalicé, intentando que se sintiera amenazada.
No sabía en qué andaba esa muchacha, pero seguramente lo descubriría. Si era inocente, no tendría nada que temer y nosotros le ayudaríamos… Por el contrario, si tenía un solo indicio de ser sospechosa de los disparos, la esposaría hasta comprobar lo que sucedió en la aldea.
- Personajes:
- Richard (sí, he usado el mismo nombre de la persona que amaste muahaha) es el teniente del escuadrón de exploración. Es un chico de veinte años, muy inocente y amable (su alineamiento es legal bueno). Es una persona inteligente, pero su debilidad son las mujeres por lo que cuando ve una se vuelve un verdadero... idiota. Es un luchador mono de nivel 23.
Raymond es el segundo al mando dentro del escuadrón, un hombre de casi dos metros y piel oscura. Tiene unos tatuajes con forma de espadas ordenadas horizontalmente que cruzan todo el antebrazo. Es sereno y le gusta hablar, su alineamiento corresponde a social moral. Es un devastador torre de nivel 24.
Finalmente, Teresa es una mujer muy tranquila y de pocas palabras. Sus ojos violetas miran todo con curiosidad, apenas mide un metro con cincuenta y cinco centíemtros, es menudita y de poco busto. Le gustan mucho las espadas y explosiones. Su alineamiento es legal moral. Es una espadachín de nivel 12.
Solo te doy una pequeña descripción de los personajes para que puedas describirlos y seguir sus personalidades. Si quieres introducir más personajes, puedes hacerlo. No tengo ningún problema en ello, de hecho, un buen grupo de personajes hace una muy buena historia^^.
- Off:
- Buen post, Perona. Sobre todo porque has matado gente que no debió haber muerto, eso me da almas para almacenar jeje. En fin, solo quería decir que esta isla en particular no tiene población así que no hay aldeas ni nada parecido; lo único que hay es un templo en ruinas que se encuentra en algún lugar. Supongo que se te pasó o no sabías sobre la descripción de la isla. Es solo para que lo tengas presente xD
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Todo estaba saliendo a pedir de boca, al menos por el momento. Aquellos marines picaron el anzuelo de preocuparse por mi, craso erro. Pero digamos que, el espectáculo debe continuar. Mis hombres ya habrían cargado los botines en le barco y estarían de regreso al campamento en apenas unos minutos. Umm que difícil decisión, pues si somos muchos, habrá que repartir botín...y francamente, no me apetece. Así que proseguí llorando para luego hablar ante aquellos marines. Tenía claro que si los marines mataban a mis hombres por mi, yo podría irme con todo el botín...y total..marineros hay muchos, tesoros no. Así que llorando como una cría (cuando tengo 23 años) les respondí:
-Un...Unos hombres malos han disparado a mi padre en la cabeza y nos han asaltado colina arriba cuando intentábamos llegar al otro lado del bosque para volver a nuestro barco, solo estábamos de paso en la isla....yo he logrado escapar colina abajo y me he encontrado con vosotros. ¿Sois marine? - Hice el aceno de ver sus uniformes y chaquetas- Si!! sois marines!, por favor ayudad a mi gente a deshacerse de esos malechores... por favor.
Me levanté fingiendo cansancio pero mi mente ya solo planeaba el siguiente paso a seguir. Si estos marines tontos me hacían caso, irían a matar a mis hombres por mi y yo daría un rodeo para volver a mi barco tan campante, y sola, lo cual siempre es mejor para mi. Con un poco de suerte nadie se quedaría conmigo.
A pesar de todo lo sucedido, mis ojos se postraron ante aquella mujer con una gran guadaña en su mano izquierda, la verdad es que impresionaba, y pensé que con ella debía de tener cuidado si no quería salir mal parada. Y por si fuera poco se ofreció a "ayudarme" bajo la orden de un cacheo para evitar "posibles malentendidos" con la persona que dispara a aquel hombre.
-Le estoy diciendo que han matado a mi padre hace unos minutos¿ y usted solo piensa en que yo pueda ser la causante?- Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas- No tiene corazón!
Esperaba que aquel llanto hiciera que el teniente diera un toque de atención a su Cabo por molestarme, pues a pesar de que el arma del homicidio se había quedado en el mantel del picnic en el campamento, no me apetecía estar demasiado tiempo, salvo el necesario, para que aquellos marines subieran colina arriba dejándome escapar hasta la costa.
Por otro lado, en el campamento, los marineros habían vuelto para busca a su capitana, la cual ,en teoría, volvería al poco rato de encargarse de los marines. O al menos eso creían...
-¿Y la Capitana? ¿Donde está? ¿La habrán capturado? Esperemos un poco muchachos.- Estas eran algunas de las frases y preguntas que surgieron enel campamento.
-Un...Unos hombres malos han disparado a mi padre en la cabeza y nos han asaltado colina arriba cuando intentábamos llegar al otro lado del bosque para volver a nuestro barco, solo estábamos de paso en la isla....yo he logrado escapar colina abajo y me he encontrado con vosotros. ¿Sois marine? - Hice el aceno de ver sus uniformes y chaquetas- Si!! sois marines!, por favor ayudad a mi gente a deshacerse de esos malechores... por favor.
Me levanté fingiendo cansancio pero mi mente ya solo planeaba el siguiente paso a seguir. Si estos marines tontos me hacían caso, irían a matar a mis hombres por mi y yo daría un rodeo para volver a mi barco tan campante, y sola, lo cual siempre es mejor para mi. Con un poco de suerte nadie se quedaría conmigo.
A pesar de todo lo sucedido, mis ojos se postraron ante aquella mujer con una gran guadaña en su mano izquierda, la verdad es que impresionaba, y pensé que con ella debía de tener cuidado si no quería salir mal parada. Y por si fuera poco se ofreció a "ayudarme" bajo la orden de un cacheo para evitar "posibles malentendidos" con la persona que dispara a aquel hombre.
-Le estoy diciendo que han matado a mi padre hace unos minutos¿ y usted solo piensa en que yo pueda ser la causante?- Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas- No tiene corazón!
Esperaba que aquel llanto hiciera que el teniente diera un toque de atención a su Cabo por molestarme, pues a pesar de que el arma del homicidio se había quedado en el mantel del picnic en el campamento, no me apetecía estar demasiado tiempo, salvo el necesario, para que aquellos marines subieran colina arriba dejándome escapar hasta la costa.
Por otro lado, en el campamento, los marineros habían vuelto para busca a su capitana, la cual ,en teoría, volvería al poco rato de encargarse de los marines. O al menos eso creían...
-¿Y la Capitana? ¿Donde está? ¿La habrán capturado? Esperemos un poco muchachos.- Estas eran algunas de las frases y preguntas que surgieron enel campamento.
- Off:
- Oh perdona, no sabía muy bien como era la isla, y estuve buscándola por internet, pero como leí lo de los vecinos, pensé que te referías a la población local, si quieres modifico el 1º post. Y gracias ^^, asi me queda más claro que personajes hay y como son, del mismo modo, si veo alguno que deba meter haré una descripción como tu ^^....y que cabrita con lo de Richard
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Escuché con atención las palabras que la mujer pronunció. Parecía ser la típica historia en donde un personaje aparecía, suplicando el socorro de la fuerza “buena” y, estos obligados para seguir su moral, aceptan gustosos. Sin embargo, había dos variables que nadie estaba considerando: la chica y yo. Me hubiera gustado sonreír con algo de malicia, pero mi rostro era solo un trozo de nieve… tan frío, tan blanco. Durante mi vida había escuchado centenares de historias conmovedoras, desde hombres que suplicaban para no matarles hasta personas que querían mi ayuda. Sin embargo, al final del día lo único que importaba era cumplir con el trabajo.
Ahora, había algunos asuntos que no terminaban de cuadrar. Examiné visualmente las prendas de la chica, y como sospeché, no había ningún indicio de persecución (ni suciedad en la ropa, ni cortes, para que hablar de golpes por caídas involuntarias). Podía ser una persona que se manejara mucho en los bosques, pero no tenía esas pintas. Para obtener una mejor conclusión, debía recatar más datos. Aún quedaban preguntas sin respuestas.
Di un paso hacia delante y miré con indiferencia el comentario de la chica.
–Lo que yo piense no es problema tuyo –aseguré, tajantemente–, así como tus sentimientos no son el mío. Has acertado en algo: no tengo corazón. Si todos dependiéramos de nuestras emociones para vivir, seríamos presa fácil… Y a nadie le interesa ser cazado, ¿verdad? –recaté con malicia.
Debido a mi frialdad inhumana el llanto de la chica no me provocaba absolutamente nada, así como su historia. ¿Sabe cuánta gente matan a diario? ¿Acaso conoce cuántos padres son mutilados por proteger a sus hijos? Seguramente no. No me gustaban las lágrimas, retrasaban a las personas que sí tenían la voluntad de avanzar. Cerré los ojos y moví la cabeza de un lado a otro, esperando un reto por parte del teniente quien, lamentablemente, se dejaba llevar por sus sentimientos.
–¡Hey, von Steinhell! –Se volteó hacia mí, decepcionado de mi actuar– Somos marines, nos aseguramos de que las personas estén bien. ¡Es nuestro principal trabajo!
Sabía que reaccionaría así, dándome clases de moral cuando ni siquiera estaba respetando lo que significaba ser marine.
–Teniente, nuestra misión es una: explorar la isla y arremeter contra los piratas –le recordé–. Necesitamos mantenernos enfocados, si uno de nosotros muere por un pequeño descuido, las vidas de los demás comenzarán a correr aún más riesgo. ¿Acaso quiere tener nuestra sangre en sus manos, Teniente?
A veces yo misma me sorprendía lo cruda y despiadada que podía ser verbalmente. Es que no acababa de entender por qué nos importaba lo que una chica como esa había pasado, después de todo, haríamos exactamente lo que ella nos estaba pidiendo. Probablemente el chico de cabellos rubios ya confiaba en ella, pero yo no… Lo más importante de allí era mi vida. No la de Raymond ni la de Teresa, ni mucho menos la de la llorona esa.
Mientras mis compañeros debatían sobre lo que haríamos, se me ocurrió una idea perfecta.
–Teniente, me parece justo que hagamos lo que ella dice –comenté, moviendo ligeramente mi guadaña de un lado a otro–. Sin embargo, es una civil por lo que no debe involucrarse en asuntos peligrosos… Sobre todo si tenemos un combate a muerte, no podremos protegerla. Recomiendo que nos dirijamos hacia nuestro barco e informamos al capitán sobre los eventos recientes.
Dentro de la embarcación tendría más tiempo para descubrir si realmente la chica era inocente. Me hubiese gustado aclarar que no era nada personal, pero simplemente no te podías fiar de la primera persona que estuviera en medio de una isla supuestamente inhabitada, esperando tu ayuda. En caso de que realmente era inocente y su padre fue asesinado, sería la primera persona en disculparme y hacerme cargo con mis propias manos de los asesinos. Sin embargo, mientras no pasara eso, me aseguraría de que nuestras vidas no estuvieran en peligro.
–Me parece una buena idea, Richard –dijo Raymond, con los brazos cruzados–. ¿Qué opinas, chica?
Ahora, había algunos asuntos que no terminaban de cuadrar. Examiné visualmente las prendas de la chica, y como sospeché, no había ningún indicio de persecución (ni suciedad en la ropa, ni cortes, para que hablar de golpes por caídas involuntarias). Podía ser una persona que se manejara mucho en los bosques, pero no tenía esas pintas. Para obtener una mejor conclusión, debía recatar más datos. Aún quedaban preguntas sin respuestas.
Di un paso hacia delante y miré con indiferencia el comentario de la chica.
–Lo que yo piense no es problema tuyo –aseguré, tajantemente–, así como tus sentimientos no son el mío. Has acertado en algo: no tengo corazón. Si todos dependiéramos de nuestras emociones para vivir, seríamos presa fácil… Y a nadie le interesa ser cazado, ¿verdad? –recaté con malicia.
Debido a mi frialdad inhumana el llanto de la chica no me provocaba absolutamente nada, así como su historia. ¿Sabe cuánta gente matan a diario? ¿Acaso conoce cuántos padres son mutilados por proteger a sus hijos? Seguramente no. No me gustaban las lágrimas, retrasaban a las personas que sí tenían la voluntad de avanzar. Cerré los ojos y moví la cabeza de un lado a otro, esperando un reto por parte del teniente quien, lamentablemente, se dejaba llevar por sus sentimientos.
–¡Hey, von Steinhell! –Se volteó hacia mí, decepcionado de mi actuar– Somos marines, nos aseguramos de que las personas estén bien. ¡Es nuestro principal trabajo!
Sabía que reaccionaría así, dándome clases de moral cuando ni siquiera estaba respetando lo que significaba ser marine.
–Teniente, nuestra misión es una: explorar la isla y arremeter contra los piratas –le recordé–. Necesitamos mantenernos enfocados, si uno de nosotros muere por un pequeño descuido, las vidas de los demás comenzarán a correr aún más riesgo. ¿Acaso quiere tener nuestra sangre en sus manos, Teniente?
A veces yo misma me sorprendía lo cruda y despiadada que podía ser verbalmente. Es que no acababa de entender por qué nos importaba lo que una chica como esa había pasado, después de todo, haríamos exactamente lo que ella nos estaba pidiendo. Probablemente el chico de cabellos rubios ya confiaba en ella, pero yo no… Lo más importante de allí era mi vida. No la de Raymond ni la de Teresa, ni mucho menos la de la llorona esa.
Mientras mis compañeros debatían sobre lo que haríamos, se me ocurrió una idea perfecta.
–Teniente, me parece justo que hagamos lo que ella dice –comenté, moviendo ligeramente mi guadaña de un lado a otro–. Sin embargo, es una civil por lo que no debe involucrarse en asuntos peligrosos… Sobre todo si tenemos un combate a muerte, no podremos protegerla. Recomiendo que nos dirijamos hacia nuestro barco e informamos al capitán sobre los eventos recientes.
Dentro de la embarcación tendría más tiempo para descubrir si realmente la chica era inocente. Me hubiese gustado aclarar que no era nada personal, pero simplemente no te podías fiar de la primera persona que estuviera en medio de una isla supuestamente inhabitada, esperando tu ayuda. En caso de que realmente era inocente y su padre fue asesinado, sería la primera persona en disculparme y hacerme cargo con mis propias manos de los asesinos. Sin embargo, mientras no pasara eso, me aseguraría de que nuestras vidas no estuvieran en peligro.
–Me parece una buena idea, Richard –dijo Raymond, con los brazos cruzados–. ¿Qué opinas, chica?
- Off:
- Mi personaje puede ser un poco (bastante) desconfiado y tal vez esté dificultando el rol, pero tengo que seguir su personalidad. Es inhumanamente indiferente así que no es buena idea convencerle por el lado emocional.
Por cierto, no te preocupes al editar. Entenderé como que era una tribu desconocida (?)
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Jororororo.....parece que las cosas cada vez se ponen más interesantes. Parece que mi engaño no surtía efecto sobre aquella marine, tan fría como el hielo polar, pero bueno, siempre tengo Ases bajo la manga que soltar. Seguramente mis tontos marineros me estarían buscando así que solo debía esperar un rato. Por otro lado la idea de que me llevaran a su barco marine mientras ellos cazaban a los malhechores, solo acrecentaba mis ganas de robo. Pues contra marines rasos no debería ser un problema robarles el barco y dejarlos en aquella isla, siempre y cuando, ninguno de los marines que estuvieran conmigo en tierra, en especial la chica de la guadaña no se quedaran conmigo a bordo.
Ay ay ay ¿que hacer?, ¿que hace?, tantas cosas y tan poco tiempo. A pesar de las vueltas que le estaba dando a mi cerebro para poder buscar una solución rápida, me vi, abordad por la pregunta de Raymond, el cual, me preguntaba que me parecía esa idea de alejarme del peligro.
-Esta bien, iré hasta su barco a ponerme a salvo con ustedes.
Mientras tanto uno de mis hombres, que me estaba buscando por las cercanías del campamento, escuchó cerca del camino unas voces, tras acercarse escondido en los setos a suficiente distancia como para no ser visto, pues ahora era yo el centro de atención. El marinero abrió los ojos como platos, y en su incredulidad pensó para si mismo: "Han capturado a la capitana".
Rápidamente salió corriendo hacia el campamento, para reunirse con el resto de la chusma que esperaba mi regreso. El marinero jadeando comenzó a hablar:
-¡Han Capturado a la capitana!! ¡Debemos salvarla! ¡Los marines la tienen rodeada en el camino, matémoslos!
Un SI al unísono se escuchó en el campamento, y los marineros cual horda de orcos comenzaron a cargar colina abajo hacia la posición de los marines, (unos 20, básicamente morralla). A los pocos minutos , yo, sin saber que decir pude comenzar a escuchar los gritos de guerra de aquella turba, que ahora podíamos ver al final del camino cargando contra nosotros.
"En un mal momento llegan, pensé, aunque por el otro lado me venía de perlas...jororororo". Así que... continúe la actuación.
-¡Ahí están los hombres malos que intentaron atacarme!! Por favor no dejen que me cojan! -dije corriendo detrás de un marinero raso, al cual me agarré a su camisa y escondí la cabeza tras su espalda.
Todo estaba saliendo a pedir de boca, incluso mejor de lo que había planeado, ahora solo me quedaba ver la reacción de estos marines frente a esos marineros. Probablemente tendrían que pelear y me daría tiempo a escapar durante la escaramuza, pero, en caso de que no, tenía en mente el plan B.
Ay ay ay ¿que hacer?, ¿que hace?, tantas cosas y tan poco tiempo. A pesar de las vueltas que le estaba dando a mi cerebro para poder buscar una solución rápida, me vi, abordad por la pregunta de Raymond, el cual, me preguntaba que me parecía esa idea de alejarme del peligro.
-Esta bien, iré hasta su barco a ponerme a salvo con ustedes.
Mientras tanto uno de mis hombres, que me estaba buscando por las cercanías del campamento, escuchó cerca del camino unas voces, tras acercarse escondido en los setos a suficiente distancia como para no ser visto, pues ahora era yo el centro de atención. El marinero abrió los ojos como platos, y en su incredulidad pensó para si mismo: "Han capturado a la capitana".
Rápidamente salió corriendo hacia el campamento, para reunirse con el resto de la chusma que esperaba mi regreso. El marinero jadeando comenzó a hablar:
-¡Han Capturado a la capitana!! ¡Debemos salvarla! ¡Los marines la tienen rodeada en el camino, matémoslos!
Un SI al unísono se escuchó en el campamento, y los marineros cual horda de orcos comenzaron a cargar colina abajo hacia la posición de los marines, (unos 20, básicamente morralla). A los pocos minutos , yo, sin saber que decir pude comenzar a escuchar los gritos de guerra de aquella turba, que ahora podíamos ver al final del camino cargando contra nosotros.
"En un mal momento llegan, pensé, aunque por el otro lado me venía de perlas...jororororo". Así que... continúe la actuación.
-¡Ahí están los hombres malos que intentaron atacarme!! Por favor no dejen que me cojan! -dije corriendo detrás de un marinero raso, al cual me agarré a su camisa y escondí la cabeza tras su espalda.
Todo estaba saliendo a pedir de boca, incluso mejor de lo que había planeado, ahora solo me quedaba ver la reacción de estos marines frente a esos marineros. Probablemente tendrían que pelear y me daría tiempo a escapar durante la escaramuza, pero, en caso de que no, tenía en mente el plan B.
- Off:
- Okey no problemo ^^. Mi personaje es muy mentirosos debido a su forma de ser, espero no morir XD. Mi post es algo más corto esta vez, pues planteo el largo para el siguiente post tuyo, que tengo ideas frescas.
Katharina von Steinhell
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El sonido provocado por pisadas me alertó sobre el inminente peligro. No pasó mucho desde que nos encontramos con la chica hasta que una horda de hombres armados nos rodeó, parecían furiosos. No tenía tiempo de analizar la situación, era momento de conseguir algunas almas y darles caza a los malhechores quienes nos facilitaron el trabajo. Sin embargo, por ningún motivo podía perder de vista a esa chica, no tenía ni una sola razón para confiar en ella.
Desde el rostro demoníaco y rojo de mi guadaña comenzó a salir una densa y oscura niebla que no tardó en rodear toda la zona. Combatir contra usuarios carentes de haki era relativamente fácil. De más de un radio de sesenta metros, la burbuja finalmente oscureció toda la zona impidiendo que mis enemigos (incluida la chica que nos encontramos) vieran a su alrededor. Por otra parte, les permití a mis compañeros marines que preservaran la vista; la necesitarían.
–Raymond, encárgate de los de la derecha –ordené, como si en realidad yo estuviera al mando de la situación–. Es mejor que Teresa proteja a nuestro testigo.
–Vale, vale, pero no me des órdenes –refutó el chico de piel morena, soltando una sonrisa–. Además, es lo que tenía pensado hacer.
Acabar con veinte hombres… Sencillo, ¿no? Estiré mi pierna hacia atrás, mientras que la rodilla izquierda la tenía ligeramente flexionada, como para impulsarme. Sostenía únicamente con mi mano derecha la enorme guadaña con la que asesinaría a mis enemigos. Antes de salir despedida de ese lugar, solté una pequeña sonrisa y luego usé mis pasos veloces para aparecer frente a uno de los piratas. Pobre, estaba completamente aterrador al no entender lo que estaba sucediendo; no tardé en realizar un corte horizontal que le rebanó el cuello.
Moviéndome de un lugar a otro, usando mis pasos veloces, pude eliminar a más del 50% de los enemigos de la izquierda. Richard luchaba para proteger a Teresa, y esta última se concentraba en cuidar a la chica que aún no decía su nombre. Raymond no estaba teniendo muchos problemas. Sencillamente los bandidos, o tal vez piratas, no podían ver y estaban dando golpes y espadazos al aire. Esto recién estaba comenzando, aún tenía mucho que mostrar para derrotar a mis presas. Un hombre, como si hubiese atravesado la cortina de oscuridad, lanzó un espadazo que casi me dio en la espalda de no ser porque hice una voltereta en ciento ochenta grados, depositando el cuerno de la cabeza demoníaca en el suelo y estabilizándome con el mango. Me mantuve un par de segundos en esa misma posición para luego completar la voltereta, arrancar el cuerno del suelo y dejar caer todo el peso del filo de la guadaña en el cráneo del hombre.
La pelea fue relativamente fácil. Lo primero era destruir la moral de nuestros enemigos y de eso me encargué yo al hacerles entender que no había nada que pudieran hacer para derrotarnos; lo otro ya era pan comido, un par de cortes por aquí y por allá. No sé si derrotamos a todos, tampoco tenía entendido cuantos lograron huir, pero no quise tomar prisioneros… Al menos, vivos no.
Levanté la burbuja de oscuridad dejando un sangriento paisaje. Mi oscuro traje estaba bañado en sangre, mi cabello plateado estaba desordenado y sucio producto de la pelea. Todo era un baño de sangre… Raymond, por su parte, no sufrió más que unos cortes en su estómago, muslo izquierdo y mejilla derecha; Teresa, no resultó herida de ninguna forma ya que casi no intervino en la pelea. Por otra parte, Richard había recibido una bala en el hombro lo que le incapacitaba para luchar.
–Volveremos al barco –recomendé–, necesitamos sanar sus heridas y ya hemos comprobado que este no es un lugar seguro.
Me acerqué a uno de los cadáveres y lo examiné, era el que en mejor estado estaba. Cuando cortaba a mis presas no me detenía a pensar que en un futuro cercano me podían servir. Succioné todas las almas que había en el camino, excepto una. Con movimientos esotéricos de manos, una neblina oscura y de tonalidades violetas rodeó el cadáver. El cuerpo inerte comenzó a retraerse, como si sus músculos hubieran sufrido una descarga eléctrica.
–Dime, escoria, ¿quién eres y qué haces por aquí? –le pregunté “amablemente”, sabía que estaba sujeto a mi voluntad– ¿Conoces a esa chica? –señalé a nuestra protegida.
Desde el rostro demoníaco y rojo de mi guadaña comenzó a salir una densa y oscura niebla que no tardó en rodear toda la zona. Combatir contra usuarios carentes de haki era relativamente fácil. De más de un radio de sesenta metros, la burbuja finalmente oscureció toda la zona impidiendo que mis enemigos (incluida la chica que nos encontramos) vieran a su alrededor. Por otra parte, les permití a mis compañeros marines que preservaran la vista; la necesitarían.
–Raymond, encárgate de los de la derecha –ordené, como si en realidad yo estuviera al mando de la situación–. Es mejor que Teresa proteja a nuestro testigo.
–Vale, vale, pero no me des órdenes –refutó el chico de piel morena, soltando una sonrisa–. Además, es lo que tenía pensado hacer.
Acabar con veinte hombres… Sencillo, ¿no? Estiré mi pierna hacia atrás, mientras que la rodilla izquierda la tenía ligeramente flexionada, como para impulsarme. Sostenía únicamente con mi mano derecha la enorme guadaña con la que asesinaría a mis enemigos. Antes de salir despedida de ese lugar, solté una pequeña sonrisa y luego usé mis pasos veloces para aparecer frente a uno de los piratas. Pobre, estaba completamente aterrador al no entender lo que estaba sucediendo; no tardé en realizar un corte horizontal que le rebanó el cuello.
Moviéndome de un lugar a otro, usando mis pasos veloces, pude eliminar a más del 50% de los enemigos de la izquierda. Richard luchaba para proteger a Teresa, y esta última se concentraba en cuidar a la chica que aún no decía su nombre. Raymond no estaba teniendo muchos problemas. Sencillamente los bandidos, o tal vez piratas, no podían ver y estaban dando golpes y espadazos al aire. Esto recién estaba comenzando, aún tenía mucho que mostrar para derrotar a mis presas. Un hombre, como si hubiese atravesado la cortina de oscuridad, lanzó un espadazo que casi me dio en la espalda de no ser porque hice una voltereta en ciento ochenta grados, depositando el cuerno de la cabeza demoníaca en el suelo y estabilizándome con el mango. Me mantuve un par de segundos en esa misma posición para luego completar la voltereta, arrancar el cuerno del suelo y dejar caer todo el peso del filo de la guadaña en el cráneo del hombre.
La pelea fue relativamente fácil. Lo primero era destruir la moral de nuestros enemigos y de eso me encargué yo al hacerles entender que no había nada que pudieran hacer para derrotarnos; lo otro ya era pan comido, un par de cortes por aquí y por allá. No sé si derrotamos a todos, tampoco tenía entendido cuantos lograron huir, pero no quise tomar prisioneros… Al menos, vivos no.
Levanté la burbuja de oscuridad dejando un sangriento paisaje. Mi oscuro traje estaba bañado en sangre, mi cabello plateado estaba desordenado y sucio producto de la pelea. Todo era un baño de sangre… Raymond, por su parte, no sufrió más que unos cortes en su estómago, muslo izquierdo y mejilla derecha; Teresa, no resultó herida de ninguna forma ya que casi no intervino en la pelea. Por otra parte, Richard había recibido una bala en el hombro lo que le incapacitaba para luchar.
–Volveremos al barco –recomendé–, necesitamos sanar sus heridas y ya hemos comprobado que este no es un lugar seguro.
Me acerqué a uno de los cadáveres y lo examiné, era el que en mejor estado estaba. Cuando cortaba a mis presas no me detenía a pensar que en un futuro cercano me podían servir. Succioné todas las almas que había en el camino, excepto una. Con movimientos esotéricos de manos, una neblina oscura y de tonalidades violetas rodeó el cadáver. El cuerpo inerte comenzó a retraerse, como si sus músculos hubieran sufrido una descarga eléctrica.
–Dime, escoria, ¿quién eres y qué haces por aquí? –le pregunté “amablemente”, sabía que estaba sujeto a mi voluntad– ¿Conoces a esa chica? –señalé a nuestra protegida.
- Cosas usadas:
- Guadaña Mitológica de Nyx: Una guadaña acorde al tamaño del usuario (Katharina mide 1,55). Posee una hoja roja increíblemente afilada y cuenta con una enorme calavera parecida a la de un demonio. Es de aspecto terrorífico, pesa mucho para quien no sea su usuario llegando al punto de ser casi insostenible, en cambio para el usuario es muy liviana. Es de calidad O Wazamono y posee la zoan mitológica de Nyx.
Habilidades: Permite controlar la "noche" y formar una burbuja de oscuridad donde el usuario verá perfectamente y durará el equivalente al nivel del usuario dividido por 10, como mínimo un turno. Tiene un radio equivalente al doble del nivel del usuario.
Reanimación I: Conjuro de nivel experto. Solo necesita el alma del cuerpo que revivirá. Forma un no muerto con todas sus características y debilidades. Obedece completamente la voluntad de la bruja, pero es consciente de sus actos. Posee recuerdos y sentimientos así como una alineación; posee todas sus características que tuvo en vida. Tiene un alcance de 1 metro. Puede usarse siempre y cuando se posea el alma de la persona en cuestión.
El cuerpo que reanimé es el de uno de tus piratas, quien ahora está sujeto a mi voluntad. Hará TODO lo que yo diga y contestará a TODAS mis preguntas, posee voluntad, pero está obligado a obedecer la mía. Asumí que los piratas eran de nivel 1 y por eso no costó derrotarles; pelear contra varios enemigos débiles es casi mi especialidad.
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Parecía que mis muchachos habían llegado a tiempo, aunque solo fuera para molestar, pero parecía en vano. Esto se debía a que podía ver como los marines se organizaban para enfrentarse a aquella escoria y de hecho no les costó demasiado.
Pude ver como una gran oscuridad repentina nos rodeó a todos los presentes, salvo a los marines, no podía ver nada pero si comenzar a escuchar los gritos de mis hombres como si estuvieran degollándolos.
Al acabar aquella oscuridad el escenario era super catastrófico, pues pude ver a la marine ensangrentada...pero no era su sangre, y a mis hombres totalmente despedazados en el suelo derrotados. Los marines apenas habían sufrido daños. Pude ver a la marine que desconfiaba de mi sosteniendo su enorme guadaña ensangrentada, por lo cual, pude ver que había sido su arma la que había cortado a mis hombres como si fueran mantequilla.
"Parece que ya se acabó todo esto...¿Será una usuaria? "Debería de serlo, pues aquella oscuridad no podía ser normal.
Impresionada por los acontecimientos, pensé que mi pellejo estaba a salvo. Bendita ignorante que fui, pues parecía que ahora la chica de la guadaña estaba..reanimando un cadáver para que hablara. Mi mandíbula se desencajo ante el asombro pero intenté mantener la compostura. Por si fuera poco mi tez se volvió todavía más blanca cuando le pregunto al cadáver si me conocía. Yo solo podía pensar:
"Maldito montón de mierda, como abras la boca juro que el infierno será el menor de tus problemas"
Debía actuar rápido y salir de allí como fuera posible. De mi manga deslicé un pequeño puñal, y rauda como el viento agarré por el cuello a un marine raso que estaba de espaldas a mi despistado ante los acontecimientos previos, inmovilizándole el brazo mientras le apuntaba con el puñal en la yugular.
-Vaya eres muy lista, jodidamente lista, ¿Y tu tienes superiores? Deberías ser tu la superior de todos estos memos- Dije refiriéndome a la chica de la guadaña- Estos idiotas no verían a un pirata ni aunque la vida les fuera en ello.
El marine intentó hacer un forcejeo para liberarse pero apreté un poco más el puñal al cuello. -Quieto ahi monada, no queramos tener más rojo en el cuerpo de lo debido.
Intenté alejarme unos pasos con el rehén para poder hablar a una distancia prudente para con Katharina y los suyos.
-La única maldita isla deshabitada, y teníais que venir a estropearme la fiesta..!no vale! ! no vale ! no vale!. No sé que eres chica con guadaña-Echa la lengua- Pero aléjate de mi o te juro que le abro una garganta nueva. Quiero hablar contigo, a solas, tu y yo, bajo parlamento...de mujer a mujer...sin..-Mira a sus compañeros- Testosterona por los lares, y no me la juegues y todos saldremos bien parados de aquí aunque mi invitado (el marine rehén) nos escuchará.
Me encontraba algo nerviosa, aunque intentaba no parecerlo. Mi peluche y sombrilla estaban a mis pies, y esperaba que aquel Parlamento, me permitiera ganar una salida.
Pude ver como una gran oscuridad repentina nos rodeó a todos los presentes, salvo a los marines, no podía ver nada pero si comenzar a escuchar los gritos de mis hombres como si estuvieran degollándolos.
Al acabar aquella oscuridad el escenario era super catastrófico, pues pude ver a la marine ensangrentada...pero no era su sangre, y a mis hombres totalmente despedazados en el suelo derrotados. Los marines apenas habían sufrido daños. Pude ver a la marine que desconfiaba de mi sosteniendo su enorme guadaña ensangrentada, por lo cual, pude ver que había sido su arma la que había cortado a mis hombres como si fueran mantequilla.
"Parece que ya se acabó todo esto...¿Será una usuaria? "Debería de serlo, pues aquella oscuridad no podía ser normal.
Impresionada por los acontecimientos, pensé que mi pellejo estaba a salvo. Bendita ignorante que fui, pues parecía que ahora la chica de la guadaña estaba..reanimando un cadáver para que hablara. Mi mandíbula se desencajo ante el asombro pero intenté mantener la compostura. Por si fuera poco mi tez se volvió todavía más blanca cuando le pregunto al cadáver si me conocía. Yo solo podía pensar:
"Maldito montón de mierda, como abras la boca juro que el infierno será el menor de tus problemas"
Debía actuar rápido y salir de allí como fuera posible. De mi manga deslicé un pequeño puñal, y rauda como el viento agarré por el cuello a un marine raso que estaba de espaldas a mi despistado ante los acontecimientos previos, inmovilizándole el brazo mientras le apuntaba con el puñal en la yugular.
-Vaya eres muy lista, jodidamente lista, ¿Y tu tienes superiores? Deberías ser tu la superior de todos estos memos- Dije refiriéndome a la chica de la guadaña- Estos idiotas no verían a un pirata ni aunque la vida les fuera en ello.
El marine intentó hacer un forcejeo para liberarse pero apreté un poco más el puñal al cuello. -Quieto ahi monada, no queramos tener más rojo en el cuerpo de lo debido.
Intenté alejarme unos pasos con el rehén para poder hablar a una distancia prudente para con Katharina y los suyos.
-La única maldita isla deshabitada, y teníais que venir a estropearme la fiesta..!no vale! ! no vale ! no vale!. No sé que eres chica con guadaña-Echa la lengua- Pero aléjate de mi o te juro que le abro una garganta nueva. Quiero hablar contigo, a solas, tu y yo, bajo parlamento...de mujer a mujer...sin..-Mira a sus compañeros- Testosterona por los lares, y no me la juegues y todos saldremos bien parados de aquí aunque mi invitado (el marine rehén) nos escuchará.
Me encontraba algo nerviosa, aunque intentaba no parecerlo. Mi peluche y sombrilla estaban a mis pies, y esperaba que aquel Parlamento, me permitiera ganar una salida.
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El cadáver reanimado comenzó a responder mis preguntas, al principio intentaba resistirse, pero debido a la condición de mi conjuro podía obligarle a hacer lo que yo quisiera. Sin embargo, no es que supiera mucho. Miré a la criatura fríamente con mis ojos violetas, esperando que me diera toda la información necesaria para terminar mi misión.
–Mi nombre… Mi nombre es Kanzuo, y antes de que me mataran era un pirata –reconoció–. Conozco a esta chica, claro que la conozco… Pero no puedo decir nada más.
–Gracias –le dije–. Tienes dos opciones, Kanzuo. Puedo dejar que vivas como un no muerto y cumplas todas mis labores domésticas, dejando de ser un pirata o puedes preferir dormir para siempre –le comenté esto último señalando la pistola que guardaba bajo mi capa.
El “zombie” dudó por unos segundos, pero su deseo de continuar con vida fue mayor y prefería cuidar a una niña y lavar los platos que recibir una bala en su cabeza.
–Aceptaré tu propuesta, ama –comentó esto último, con cierto dramatismo.
Tal y como sospeché, la chica de la sombrilla no era más que una mentirosa. Agarró a uno de mis compañeros y nos amenazó con clavarle el puñal. Me sorprendía lo falta de ideas que tenía la mujer… ¿Sostener a un hombre para amenazarnos? ¿Acaso no vio lo que podía hacer? Estaba más que claro que mis poderes superaban a la misma muerte. Volteé mi mirada fría e indiferente hacia la chica.
–Puedes matarle –le comenté–. Mi vida seguiría siendo exactamente igual. Me levantaría todas las mañanas, iría al cuartel y trabajaría, volvería, comería con mi hermana y nada más –suspiré–. No es que quiera que muera, es que… simplemente me da igual.
Lo que decía era cierto, ¿acaso mi vida cambiaría? Pensaba que cada hombre era responsable de sus actos y situaciones que vivía. El marine no fue lo suficientemente listo ni hábil para defenderse de una llorona como esa, ¿por qué debía arriesgar toda la misión para salvarnos? Sin embargo, mientras comentaba lo último se me ocurrió una buena idea. Realizar una tregua temporal era un buen movimiento, y en realidad aún no sabía si la chica era pirata o simplemente una estúpida que decía serlo.
–Raymond, Richard, Teresa… Por favor, déjennos a solas. Solucionaré esto por mi cuenta –estaba claro que tenía un plan.
Al principio objetaron, pues no confiaban en mí por mi forma de ver la vida, por mis pensamientos. Sin embargo, también sabían que no era de las personas que dejaba morir porque sí a sus compañeros; lo había demostrado en más de una ocasión, después de todo, cada vida era valiosa. La chica de la sombrilla estaba en una posición difícil… Podía usar mi conjuro rolback para asesinarle sin problema, o incluso podía usar mis pasos veloces. Oh, cierto… ¿No le gustarán las explosiones? También podía causar una, pero la necesitaba viva… de momento.
–Primero que todo, mi nombre es Katharina von Steinhell. Segundo, sé que quieres salir con vida de aquí y lo entiendo perfectamente, en tu posición me gustaría desear lo mismo –comenté sin darle mucha importancia–. Sin embargo, no has dejado de cagarla una y otra vez. ¿Sabes qué te puedo matar sin dificultad desde aquí? Ni siquiera te darías cuenta, y como no eres de las inteligentes te diré exactamente lo que tienes que hacer para considerar que salgas viva.
Hice una pequeña pausa para suspirar y convencerme de lo que estaba por decir. Mi plan era sencillo, solamente tenía que dejar que la muchacha nos guiara hasta la base pirata, la limpiaríamos y nos iríamos; misión cumplida. Sin embargo, si le prometía que saldría viva, debía asegurarme de ello.
–Nos guiarás hasta la base pirata, la limpiaremos y te podrás ir de aquí. ¿Tienes alguna sugerencia? Estás en desventaja y ya viste que puedo revivir cadáveres, este hombre no tiene nada que perder.
–Mi nombre… Mi nombre es Kanzuo, y antes de que me mataran era un pirata –reconoció–. Conozco a esta chica, claro que la conozco… Pero no puedo decir nada más.
–Gracias –le dije–. Tienes dos opciones, Kanzuo. Puedo dejar que vivas como un no muerto y cumplas todas mis labores domésticas, dejando de ser un pirata o puedes preferir dormir para siempre –le comenté esto último señalando la pistola que guardaba bajo mi capa.
El “zombie” dudó por unos segundos, pero su deseo de continuar con vida fue mayor y prefería cuidar a una niña y lavar los platos que recibir una bala en su cabeza.
–Aceptaré tu propuesta, ama –comentó esto último, con cierto dramatismo.
Tal y como sospeché, la chica de la sombrilla no era más que una mentirosa. Agarró a uno de mis compañeros y nos amenazó con clavarle el puñal. Me sorprendía lo falta de ideas que tenía la mujer… ¿Sostener a un hombre para amenazarnos? ¿Acaso no vio lo que podía hacer? Estaba más que claro que mis poderes superaban a la misma muerte. Volteé mi mirada fría e indiferente hacia la chica.
–Puedes matarle –le comenté–. Mi vida seguiría siendo exactamente igual. Me levantaría todas las mañanas, iría al cuartel y trabajaría, volvería, comería con mi hermana y nada más –suspiré–. No es que quiera que muera, es que… simplemente me da igual.
Lo que decía era cierto, ¿acaso mi vida cambiaría? Pensaba que cada hombre era responsable de sus actos y situaciones que vivía. El marine no fue lo suficientemente listo ni hábil para defenderse de una llorona como esa, ¿por qué debía arriesgar toda la misión para salvarnos? Sin embargo, mientras comentaba lo último se me ocurrió una buena idea. Realizar una tregua temporal era un buen movimiento, y en realidad aún no sabía si la chica era pirata o simplemente una estúpida que decía serlo.
–Raymond, Richard, Teresa… Por favor, déjennos a solas. Solucionaré esto por mi cuenta –estaba claro que tenía un plan.
Al principio objetaron, pues no confiaban en mí por mi forma de ver la vida, por mis pensamientos. Sin embargo, también sabían que no era de las personas que dejaba morir porque sí a sus compañeros; lo había demostrado en más de una ocasión, después de todo, cada vida era valiosa. La chica de la sombrilla estaba en una posición difícil… Podía usar mi conjuro rolback para asesinarle sin problema, o incluso podía usar mis pasos veloces. Oh, cierto… ¿No le gustarán las explosiones? También podía causar una, pero la necesitaba viva… de momento.
–Primero que todo, mi nombre es Katharina von Steinhell. Segundo, sé que quieres salir con vida de aquí y lo entiendo perfectamente, en tu posición me gustaría desear lo mismo –comenté sin darle mucha importancia–. Sin embargo, no has dejado de cagarla una y otra vez. ¿Sabes qué te puedo matar sin dificultad desde aquí? Ni siquiera te darías cuenta, y como no eres de las inteligentes te diré exactamente lo que tienes que hacer para considerar que salgas viva.
Hice una pequeña pausa para suspirar y convencerme de lo que estaba por decir. Mi plan era sencillo, solamente tenía que dejar que la muchacha nos guiara hasta la base pirata, la limpiaríamos y nos iríamos; misión cumplida. Sin embargo, si le prometía que saldría viva, debía asegurarme de ello.
–Nos guiarás hasta la base pirata, la limpiaremos y te podrás ir de aquí. ¿Tienes alguna sugerencia? Estás en desventaja y ya viste que puedo revivir cadáveres, este hombre no tiene nada que perder.
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Agudeza
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Había subestimado por todos lados a mis enemigos. Pues aquella mujer era tan...diferente a un marine convencional, y poderosa, lo cual siempre suma puntos. La verdad es que a pesar de tirar mis planes al traste, creo haber aprendido más que con un vulgar saqueo. Desde ese momento pensé para mi que algún día sería una gran pirata, tan fuerte como la marine, que por lo visto, se llamaba Katharina.
Aquella mujer pareció comparecerse de mi, o simplemente, le daba pena. Si fuera más poderosa no dejaría que se me insultara de esa manera, sin embargo, las cartas estaban sobre la mesa...y había perdido la partida.
Así que bajo una gran resignación, solté a aquel hombre, guardé mi puñal en la manda y me giré a recoger mi peluche y mi sombrilla, para luego acercarme a Katharina, no sin antes dicirle al antiguo rehén "Sin rencores ¿vale?".
-Esta bien, acepto tu trato-dije con tono calmado, esperando que cumpliera con su parte, y yo lo haría con la mía, por ahora.
Pasé por su lado y comencé a caminar colina arriba para dirigirnos al campamento. Con un poco de suerte podría volver a mi barco en cuanto destruyeran el campamento y me dejaran ir, y el próximo día luchar estando mejor informada y no volver a llevarme más sorpresas. A pesar de todo, tenía curiosidad por conocer mejor a esta chica, así que comencé a hablarle.
-Veo que eres toda una líder sin querer serlo. ¿Como lo haces? Te superpones incluso por encima de tus superiores, es algo admirable. Quizás deberías plantearte subir en el escalafón que tengáis los marines, jorororo, segura que tu sola podrías poner en su sitio a varios conocidos míos...
A pesar de que las cosas estaban medianamente "bien" intentaba suavizar la situación dentro de lo posible, aunque Katharina era un hueso muy difícil de roer para mi.
Agarré fuerte a mi peluche y caminé colina arriba como dije antes.
-Es por aquí, al cruzar estos bosque de enfrente, podrás ver el campamento -Dije señalandole con mi sombrilla los árboles que había a un lado del camino, y estos daban al claro donde estaba el campamento.
Aquella mujer pareció comparecerse de mi, o simplemente, le daba pena. Si fuera más poderosa no dejaría que se me insultara de esa manera, sin embargo, las cartas estaban sobre la mesa...y había perdido la partida.
Así que bajo una gran resignación, solté a aquel hombre, guardé mi puñal en la manda y me giré a recoger mi peluche y mi sombrilla, para luego acercarme a Katharina, no sin antes dicirle al antiguo rehén "Sin rencores ¿vale?".
-Esta bien, acepto tu trato-dije con tono calmado, esperando que cumpliera con su parte, y yo lo haría con la mía, por ahora.
Pasé por su lado y comencé a caminar colina arriba para dirigirnos al campamento. Con un poco de suerte podría volver a mi barco en cuanto destruyeran el campamento y me dejaran ir, y el próximo día luchar estando mejor informada y no volver a llevarme más sorpresas. A pesar de todo, tenía curiosidad por conocer mejor a esta chica, así que comencé a hablarle.
-Veo que eres toda una líder sin querer serlo. ¿Como lo haces? Te superpones incluso por encima de tus superiores, es algo admirable. Quizás deberías plantearte subir en el escalafón que tengáis los marines, jorororo, segura que tu sola podrías poner en su sitio a varios conocidos míos...
A pesar de que las cosas estaban medianamente "bien" intentaba suavizar la situación dentro de lo posible, aunque Katharina era un hueso muy difícil de roer para mi.
Agarré fuerte a mi peluche y caminé colina arriba como dije antes.
-Es por aquí, al cruzar estos bosque de enfrente, podrás ver el campamento -Dije señalandole con mi sombrilla los árboles que había a un lado del camino, y estos daban al claro donde estaba el campamento.
Katharina von Steinhell
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Lo fundamental para realizar cualquier misión con éxito era poseer información y controlar la situación. No conocía todos los detalles, pero ya había dominado a la chica quien ya no parecía ser un problema. Sin embargo, recordando todas las enseñanzas que recibí durante mi estadía en la Orden, no debía subestimar a nadie… ¿Quién sabía si en realidad todo ese era el plan de alguien más? Francamente lo dudaba, la mujer no era de las más inteligentes.
Nos reagrupamos y comenzamos a subir la colina.
–La chica nos guiará hasta el campamento –comenté mientras subíamos–. Kanzuo, mantenla vigilada en todo momento. Que no haga ninguna estupidez.
El cielo se estaba oscureciendo y todos sabíamos que no era buena idea caminar a oscuras por un bosque desconocido, sobre todo si tu intención era asaltar a un campamento lleno de piratas malvados. Nuestra nueva compañera buscaba conversación, tal vez para asimilar de cierta forma que estaba entre la espada y la pared…, pero claro, ella debía entender que nosotros éramos los que estábamos del lado bueno de la historia. No ella.
–No necesito subir para cumplir con mis objetivos –le respondí tajantemente a la pirata, sin mirarla–. Tampoco busco superponerme a nadie, lo único que hago es presentar probabilidades lógicas que deben escuchar si es que quieren vivir.
Esa chica… ¿Estaba cuerda? Normalmente la gente malvada que conocía era inteligente y muy metódica, incluso tenía su propio código de conducta. En ella no podía ver nada más que desesperación e impulsividad, de hecho, ni siquiera tenía un buen plan… ¿Qué pasaba por su cabeza? Siempre fui una persona que respetó las creencias de los demás, no juzgué en ningún minuto sus acciones ni sus motivos; siempre me limité a lo que tenía que hacer y nada más. No pretendía meterme en su cabeza, pero quería averiguar un poco más. Más bien, lo necesitaba.
–¿Cómo terminaste aquí? –Pregunté, fingiendo interés. La verdad es que quería averiguar otras cosas– Una chica como tú no es que tenga mucha madera de pirata, tal vez debas reconsiderar si es tu verdadera vocación. En fin, tanto del lado de la justicia como del otro, necesitas poder y fuerza; nadie respeta a los débiles.
Seguimos avanzando por la colina y logramos atravesar el bosque, llegando hasta un campamento completamente desordenado. Nos escondimos tras unos arbustos e intentamos observar, analizar y obtener información de la base enemiga. ¿Cuántos alcancé a contar? Las cosas se pondrían duras, eran más de cuarenta hombres que apilaban cajas de un lugar a otro. El lugar era demasiado extenso para rodearlo con mi burbuja de oscuridad, así que esa estrategia no serviría. ¿Invocar al Daemencer y usarlo como escudo? No estaba del todo mal…, pero no me convencía.
Para suerte de nosotros, Teresa era una espía bastante hábil. La mujer sabía lo que tenía que hacer y prometió no ser descubierta, solo quedaba confiar en ella. Volvería después de unos minutos con información, mientras tanto era importante esperar y cuidarle la retaguardia. No quería su sangre en mis manos… La de ninguno, la verdad.
–Richard, te recuerdo que esto es solo una misión de exploración –comentó Raymond, con temor en su voz–. Podemos volver al barco y luego atacar con el resto de la tripulación, no podremos con ellos.
–¿Y darles tiempo para que escapen? No, Raymond. Hemos descubierto su posición e idearemos un buen plan para cargárnoslos, como sea.
Estuvieron discutiendo un buen rato, pero la verdad era que sin importar lo que dijeran, estábamos dispuestos a atacar. Intenté buscar algún combustible para hacerle explotar y así causar caos, pero no encontraba ninguno. Parecía que tendría que invocar de igual forma al Daemencer, después de todo.
–¿Tienes algo más que comentar antes de que vuelva Teresa? –Le consulté a nuestro rehén.
Nos reagrupamos y comenzamos a subir la colina.
–La chica nos guiará hasta el campamento –comenté mientras subíamos–. Kanzuo, mantenla vigilada en todo momento. Que no haga ninguna estupidez.
El cielo se estaba oscureciendo y todos sabíamos que no era buena idea caminar a oscuras por un bosque desconocido, sobre todo si tu intención era asaltar a un campamento lleno de piratas malvados. Nuestra nueva compañera buscaba conversación, tal vez para asimilar de cierta forma que estaba entre la espada y la pared…, pero claro, ella debía entender que nosotros éramos los que estábamos del lado bueno de la historia. No ella.
–No necesito subir para cumplir con mis objetivos –le respondí tajantemente a la pirata, sin mirarla–. Tampoco busco superponerme a nadie, lo único que hago es presentar probabilidades lógicas que deben escuchar si es que quieren vivir.
Esa chica… ¿Estaba cuerda? Normalmente la gente malvada que conocía era inteligente y muy metódica, incluso tenía su propio código de conducta. En ella no podía ver nada más que desesperación e impulsividad, de hecho, ni siquiera tenía un buen plan… ¿Qué pasaba por su cabeza? Siempre fui una persona que respetó las creencias de los demás, no juzgué en ningún minuto sus acciones ni sus motivos; siempre me limité a lo que tenía que hacer y nada más. No pretendía meterme en su cabeza, pero quería averiguar un poco más. Más bien, lo necesitaba.
–¿Cómo terminaste aquí? –Pregunté, fingiendo interés. La verdad es que quería averiguar otras cosas– Una chica como tú no es que tenga mucha madera de pirata, tal vez debas reconsiderar si es tu verdadera vocación. En fin, tanto del lado de la justicia como del otro, necesitas poder y fuerza; nadie respeta a los débiles.
Seguimos avanzando por la colina y logramos atravesar el bosque, llegando hasta un campamento completamente desordenado. Nos escondimos tras unos arbustos e intentamos observar, analizar y obtener información de la base enemiga. ¿Cuántos alcancé a contar? Las cosas se pondrían duras, eran más de cuarenta hombres que apilaban cajas de un lugar a otro. El lugar era demasiado extenso para rodearlo con mi burbuja de oscuridad, así que esa estrategia no serviría. ¿Invocar al Daemencer y usarlo como escudo? No estaba del todo mal…, pero no me convencía.
Para suerte de nosotros, Teresa era una espía bastante hábil. La mujer sabía lo que tenía que hacer y prometió no ser descubierta, solo quedaba confiar en ella. Volvería después de unos minutos con información, mientras tanto era importante esperar y cuidarle la retaguardia. No quería su sangre en mis manos… La de ninguno, la verdad.
–Richard, te recuerdo que esto es solo una misión de exploración –comentó Raymond, con temor en su voz–. Podemos volver al barco y luego atacar con el resto de la tripulación, no podremos con ellos.
–¿Y darles tiempo para que escapen? No, Raymond. Hemos descubierto su posición e idearemos un buen plan para cargárnoslos, como sea.
Estuvieron discutiendo un buen rato, pero la verdad era que sin importar lo que dijeran, estábamos dispuestos a atacar. Intenté buscar algún combustible para hacerle explotar y así causar caos, pero no encontraba ninguno. Parecía que tendría que invocar de igual forma al Daemencer, después de todo.
–¿Tienes algo más que comentar antes de que vuelva Teresa? –Le consulté a nuestro rehén.
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Comenzaba hasta a caerme bien aquella marine, tenía algo diferente al resto. ¿La indiferencia tal vez? ¿un código propio?¿ Un objetivo en la vida? La verdad es que no lo sabía, pero en mi mente no paraban de llegar conclusiones acerca de ella, y seguramente casi todas erróneas.
Subimos colina arriba caminando tranquilos, mientras me seguían no pude evitar echar un vistazo al que no me quitaba el ojo de encima, probablemente para vigilarme, y no le culpo.
Mientras íbamos caminando iba pensando en mis cosas, y al poco tiempo, Katharina me preguntó como había llegado a aquella situación. Me mordí el labio para después responderle con tono bajo.
-¿Acaso hay que estar hecho de alguna madera especial para ser algo en la vida?-Dije seria- La fuerza te la otorgan los hechos, las vivencias creo, no los golpes que puedas dar a un contrario. Si bien ahora no soy gran cosa, en un futuro seré algo o moriré en el intento.
Cogí algo de aire para seguir hablando, agarré con fuerza mi peluche y proseguí- He perdido todo en esta vida y solo queda mi Richard y mi ira, y hoy me has quitado lo segundo..jororo....que gracioso..-Me paré un segundo para mirar a Katharina-¿Que harías tu si te condenan a hacer algo que no quieres y cuya marca te perseguirá hasta el fin de tus días?
Tras decir aquellas palabras llegamos al campamento. Los marineros seguían recogiendo cosas para llevarlas a la costa. A pesar de ver que aún tenía posibilidad de escapar e intentar hacer una distracción si atacaban, veía que mi problema seguía siendo Katharina, y no estaba dispuesta a salir perjudicada más. Me preguntó si tenía algo más que aportar.
-Bueno, si me permites déjame que me vean, como bien dijo el pirata "zombi" antes, me conocen. Si se entretienen conmigo podemos acabar con esto cuanto antes ¿No? y es lo que queréis.
Por mi mente pasaron dos opciones simultáneas. La primera me decía de huir durante la pelea entre piratas y marines o dar la orden de que los entretuvieran si me fuera posible, seguramente, entre tanto jaleo podría esconderme en el bosque y vivir para pelear otro día más , la segunda era la de mantener mi palabra y esperar a que me liberasen. Claro está que la palabra de un marine a mis oídos no me resultaba convincente, pero por algún motivo confiaba en aquella marine, simplemente por ser "diferente" como yo.
A pesar de todo lo que estaba sucediendo aquel día. En mi cabeza comenzaron a surgir muchas preguntas, algo que odiaba,pero a pesar de todo, si bien tenía una derrota en manos, también había logrado aprender una valiosa lección, y nada menos que a manos de un marine.
Subimos colina arriba caminando tranquilos, mientras me seguían no pude evitar echar un vistazo al que no me quitaba el ojo de encima, probablemente para vigilarme, y no le culpo.
Mientras íbamos caminando iba pensando en mis cosas, y al poco tiempo, Katharina me preguntó como había llegado a aquella situación. Me mordí el labio para después responderle con tono bajo.
-¿Acaso hay que estar hecho de alguna madera especial para ser algo en la vida?-Dije seria- La fuerza te la otorgan los hechos, las vivencias creo, no los golpes que puedas dar a un contrario. Si bien ahora no soy gran cosa, en un futuro seré algo o moriré en el intento.
Cogí algo de aire para seguir hablando, agarré con fuerza mi peluche y proseguí- He perdido todo en esta vida y solo queda mi Richard y mi ira, y hoy me has quitado lo segundo..jororo....que gracioso..-Me paré un segundo para mirar a Katharina-¿Que harías tu si te condenan a hacer algo que no quieres y cuya marca te perseguirá hasta el fin de tus días?
Tras decir aquellas palabras llegamos al campamento. Los marineros seguían recogiendo cosas para llevarlas a la costa. A pesar de ver que aún tenía posibilidad de escapar e intentar hacer una distracción si atacaban, veía que mi problema seguía siendo Katharina, y no estaba dispuesta a salir perjudicada más. Me preguntó si tenía algo más que aportar.
-Bueno, si me permites déjame que me vean, como bien dijo el pirata "zombi" antes, me conocen. Si se entretienen conmigo podemos acabar con esto cuanto antes ¿No? y es lo que queréis.
Por mi mente pasaron dos opciones simultáneas. La primera me decía de huir durante la pelea entre piratas y marines o dar la orden de que los entretuvieran si me fuera posible, seguramente, entre tanto jaleo podría esconderme en el bosque y vivir para pelear otro día más , la segunda era la de mantener mi palabra y esperar a que me liberasen. Claro está que la palabra de un marine a mis oídos no me resultaba convincente, pero por algún motivo confiaba en aquella marine, simplemente por ser "diferente" como yo.
A pesar de todo lo que estaba sucediendo aquel día. En mi cabeza comenzaron a surgir muchas preguntas, algo que odiaba,pero a pesar de todo, si bien tenía una derrota en manos, también había logrado aprender una valiosa lección, y nada menos que a manos de un marine.
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Quedé pensando sobre la pregunta de la chica. ¿Condenarme a algo que no quería y cuya marca me perseguiría por siempre? Hice una mueca sarcástica, intentando simular una sonrisa. Si supiera todo lo que había hecho, comenzaría a temerme de verdad. Había matado a mi mejor amigo, ancianos y niños, jamás respeté la vida de los demás… Fue todo bajo las órdenes de la Orden Carmesí, pero al final era mi mano la que ejecutaba sin piedad a mis objetivos.
–Cada quien carga su propia cruz –le señalé con desprecio–. Si solo te sientas a llorar, no cambiarás nada.
Pasados varios minutos, Teresa llegó con la información que necesitábamos. Había contado aproximadamente a 38 hombres, armados y listos para salir de allí… ¿Qué estaban esperando? Según la información de nuestra “espía”, estaban lo suficientemente separados para realizar un ataque sorpresa y eliminarlos sin muchos problemas. Éramos pocos, pero sabíamos unas cuantas cosas que ellos no. Suspiré, después de todo sí que tendría que usar al Daemencer.
–Daemencer, ven aquí –ordené al vacío, con movimientos esotéricos de mano.
En una pequeña región, la atmósfera parecía distorsionarse y lentamente a agrietarse dejando ver violetas fisuras, que cada vez eran más y más grandes. Una enorme mano candente salió por la abertura principal y, finalmente, el cuerpo de la criatura apareció en el mundo físico. Sus ojos rojos miraban con curiosidad a todos los presentes, salvo por a mí; de sus hombros emergían dos cuernos, mientras que sus antebrazos flameaban como si se tratara de una roca en magma.
–Daemencer, tu misión será protegerme a toda costa –le ordené–. Recibirás balas y espadazos por mí. No te preocupes por nada, yo te protegeré también.
Conjuré otro hechizo: Escamas de Dragón. El cuerpo de la criatura se envolvió de energía puramente mágica y le comenzaron a salir pequeñas y duras escamas por todo el cuerpo, adoptando la resistente piel de un dragón. Este conjuro permitía reducir el daño considerablemente. Tenía un camión que era enormemente resistente y, además, reducía el daño recibido… Bien ahí. Sin embargo, ya era hora de comenzar a trabajar por mi parte. Lo primero que hice fue activar mi habilidad noche oscura para duplicar mis capacidades de sigilo; finalmente activé el conjuro Armamento de Mago y Armadura de Mago. Este primer hechizo me envolvía en un filo halo de energía que se concentraba más en mis extremidades, ya sea brazos y piernas. El segundo envolvía todo mi cuerpo de una armadura casi invisible, permitiéndome recibir mucho menos daño.
–Solo falta lo último.
–Katharina… Cuando peleas en serio, me das miedo –comentó Teresa, en voz baja.
Activé mi conjuro telequinesis, el cual me permitía mover objetos de un lugar a otro. De esta forma podía mandar a volar a mis enemigos e incrustarles las pesadas vigas que podía ver a lo lejos. Ya era hora de combatir, las preparaciones estaban listas y solo faltaba atacar.
–Tú te quedarás aquí –le ordené a nuestra rehén–. Tenemos un trato: tú nos decías donde estaba el campamento y nosotros te dejábamos marchar. Un muerto no puede caminar –miré a Kanzuo–, bueno… tú me entiendes.
Apenas pesaba unos sesenta kilogramos, podía levitar con el solo hecho de usar telequinesis sobre mí…, pero necesitaba mantenerme en tierra para usar mis pasos veloces. Ya no quería una pelea en donde el más sigiloso ganara, esto sería un verdadero combate. Alcé mi mano hacia delante, dejando la palma en dirección hacia una pequeña casucha que había y casteé mi conjuro conocido como Meteoro I. De repente, una explosión llameante incendió toda la casa permitiéndonos atacar alocadamente. Los hombres perderían un par de segundos en apagar el fuego y preocuparse de ello, mientras tanto yo me infiltraría para cortar y cortar.
Usé mis pasos veloces para moverme a una increíble velocidad (90 m/s, debido al conjuro usado). Con mi guadaña rebané por la mitad a un pirata, mientras que usaba la fuerza invisible de la telequinesis para mandar a otro directamente hacia las candentes garras de mi monstruo. Mi plan era matar a unos cuantos para revivirlos y ganar esta batalla. Escuché disparos desde mi espalda, balas dirigidas a mí pero que fueron detenidas por el brazo del Daemencer. Saltaba de un lugar a otro, rebanando y descuartizando a cuanto enemigo viera para luego usar mi conjuro Alzar Cadáver I para reanimar los cadáveres. Por otra parte, mis compañeros hicieron un buen trabajo al encargarse de varios piratas.
La batalla duró aproximadamente una hora, y a pesar de haber utilizado todo mi arsenal de conjuros terminé dañada. Un corte en el bíceps, un balazo en el muslo y varios golpes en el estómago. Raymond quedó inconsciente debido a un contundente golpe que recibió en la nuca, Teresa casi murió tras intentar proteger a Richard, y, este último, terminó sin un ojo. La pelea fue sangrienta y ninguno de los dos bandos quería ceder, pero al final nuestro lado ganó por la única diferencia de que teníamos a una bruja.
–Daemencer, recoge todo lo que encuentres de valor –le ordené, mientras tomaba una bocanada de aire–. Tengo que atender asuntos con nuestra “invitada” –me acerqué hacia la chica cuyo nombre aún desconocía–. Eres libre de hacer lo que quieras, ambas hemos cumplido nuestra parte del trato. Sin embargo, déjame advertirte que la próxima vez que nos veamos no tengo pensado hacer ningún trato.
Volteé y dirigí una fría mirada hacia el cielo estrellado.
–Aún no me has dicho tu nombre –comenté–, eso está mal. Aún tienes la posibilidad de hacer algo bueno y dejar de matar personas porque sí.
Almacené todas las almas en mi libro y esperé la respuesta de la chica de la sombrilla.
–Cada quien carga su propia cruz –le señalé con desprecio–. Si solo te sientas a llorar, no cambiarás nada.
Pasados varios minutos, Teresa llegó con la información que necesitábamos. Había contado aproximadamente a 38 hombres, armados y listos para salir de allí… ¿Qué estaban esperando? Según la información de nuestra “espía”, estaban lo suficientemente separados para realizar un ataque sorpresa y eliminarlos sin muchos problemas. Éramos pocos, pero sabíamos unas cuantas cosas que ellos no. Suspiré, después de todo sí que tendría que usar al Daemencer.
–Daemencer, ven aquí –ordené al vacío, con movimientos esotéricos de mano.
En una pequeña región, la atmósfera parecía distorsionarse y lentamente a agrietarse dejando ver violetas fisuras, que cada vez eran más y más grandes. Una enorme mano candente salió por la abertura principal y, finalmente, el cuerpo de la criatura apareció en el mundo físico. Sus ojos rojos miraban con curiosidad a todos los presentes, salvo por a mí; de sus hombros emergían dos cuernos, mientras que sus antebrazos flameaban como si se tratara de una roca en magma.
–Daemencer, tu misión será protegerme a toda costa –le ordené–. Recibirás balas y espadazos por mí. No te preocupes por nada, yo te protegeré también.
Conjuré otro hechizo: Escamas de Dragón. El cuerpo de la criatura se envolvió de energía puramente mágica y le comenzaron a salir pequeñas y duras escamas por todo el cuerpo, adoptando la resistente piel de un dragón. Este conjuro permitía reducir el daño considerablemente. Tenía un camión que era enormemente resistente y, además, reducía el daño recibido… Bien ahí. Sin embargo, ya era hora de comenzar a trabajar por mi parte. Lo primero que hice fue activar mi habilidad noche oscura para duplicar mis capacidades de sigilo; finalmente activé el conjuro Armamento de Mago y Armadura de Mago. Este primer hechizo me envolvía en un filo halo de energía que se concentraba más en mis extremidades, ya sea brazos y piernas. El segundo envolvía todo mi cuerpo de una armadura casi invisible, permitiéndome recibir mucho menos daño.
–Solo falta lo último.
–Katharina… Cuando peleas en serio, me das miedo –comentó Teresa, en voz baja.
Activé mi conjuro telequinesis, el cual me permitía mover objetos de un lugar a otro. De esta forma podía mandar a volar a mis enemigos e incrustarles las pesadas vigas que podía ver a lo lejos. Ya era hora de combatir, las preparaciones estaban listas y solo faltaba atacar.
–Tú te quedarás aquí –le ordené a nuestra rehén–. Tenemos un trato: tú nos decías donde estaba el campamento y nosotros te dejábamos marchar. Un muerto no puede caminar –miré a Kanzuo–, bueno… tú me entiendes.
Apenas pesaba unos sesenta kilogramos, podía levitar con el solo hecho de usar telequinesis sobre mí…, pero necesitaba mantenerme en tierra para usar mis pasos veloces. Ya no quería una pelea en donde el más sigiloso ganara, esto sería un verdadero combate. Alcé mi mano hacia delante, dejando la palma en dirección hacia una pequeña casucha que había y casteé mi conjuro conocido como Meteoro I. De repente, una explosión llameante incendió toda la casa permitiéndonos atacar alocadamente. Los hombres perderían un par de segundos en apagar el fuego y preocuparse de ello, mientras tanto yo me infiltraría para cortar y cortar.
Usé mis pasos veloces para moverme a una increíble velocidad (90 m/s, debido al conjuro usado). Con mi guadaña rebané por la mitad a un pirata, mientras que usaba la fuerza invisible de la telequinesis para mandar a otro directamente hacia las candentes garras de mi monstruo. Mi plan era matar a unos cuantos para revivirlos y ganar esta batalla. Escuché disparos desde mi espalda, balas dirigidas a mí pero que fueron detenidas por el brazo del Daemencer. Saltaba de un lugar a otro, rebanando y descuartizando a cuanto enemigo viera para luego usar mi conjuro Alzar Cadáver I para reanimar los cadáveres. Por otra parte, mis compañeros hicieron un buen trabajo al encargarse de varios piratas.
La batalla duró aproximadamente una hora, y a pesar de haber utilizado todo mi arsenal de conjuros terminé dañada. Un corte en el bíceps, un balazo en el muslo y varios golpes en el estómago. Raymond quedó inconsciente debido a un contundente golpe que recibió en la nuca, Teresa casi murió tras intentar proteger a Richard, y, este último, terminó sin un ojo. La pelea fue sangrienta y ninguno de los dos bandos quería ceder, pero al final nuestro lado ganó por la única diferencia de que teníamos a una bruja.
–Daemencer, recoge todo lo que encuentres de valor –le ordené, mientras tomaba una bocanada de aire–. Tengo que atender asuntos con nuestra “invitada” –me acerqué hacia la chica cuyo nombre aún desconocía–. Eres libre de hacer lo que quieras, ambas hemos cumplido nuestra parte del trato. Sin embargo, déjame advertirte que la próxima vez que nos veamos no tengo pensado hacer ningún trato.
Volteé y dirigí una fría mirada hacia el cielo estrellado.
–Aún no me has dicho tu nombre –comenté–, eso está mal. Aún tienes la posibilidad de hacer algo bueno y dejar de matar personas porque sí.
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Parecía que todo había acabado tras una hora de combates, y pude ver que aquel baño de sangre no era tan diferente como los propios piratas actuaban también. Sin embargo lo que embriagó mi mente fueron aquellos poderes de Katharina, era algo francamente increíble.
En apenas un rato logró destruir a gran parte de los piratas, y a pesar de su gran maestría en el combate, había recibido algunas heridas. Sin embargo nada que no le impidiera poder continuar con sus andanzas.
Por mi parte estaba practicmanete impresionada ante tal despliegue, y por algún motivo sentía hasta envidia de aquel poder. Por otro lado, el mero hecho de ver sangre y aquella matanza, me alegraba el corazón curiosamente. A pesar de este sentimiento, me sentí por primera vez en mi vida vacía, como si la matanza no fuera suficiente.
Me acerqué al campo de batalla una vez finalizada la pelea, los cadáveres se amontonaban y el césped se tornó rojo. Mi rostro se volvió con gesto de pena, quedando mi mirada fijada en aquel campo, pero por suerte todo había acabado. Me llevé mi sombrilla al hombro y con mi peluche en la mano escuché que la marine me llamaba para decirme que ya era libre.
-Supongo....que debo darte las gracias- Dije mientras miraba a los muertos. Nada más decir aquello me giré y comencé a caminar seria colina abajo alejándome de aquellos marines, sin embargo, ella preguntó por mi nombre.
Sin torcer la vista le dije - Perona, mi nombre es Perona- Proseguí caminando para luego hablar nuevamente.
-Todos tenemos un papel en este tablero de ajedrez llamado mundo, hay veces, en la que no puedes elegir si ser negras o blancas....espero que nos veamos en un futuro. Tendré en mente este día por siempre.
Me quedé mirando para ella. Parecía que la historia acababa bien y aquí, pero Perona no podía dejar de mirar a aquella marine, con cierta admiración, odio y sabiduría. Posiblemente había aprendido mucho de aquel día y trataría de no cometer los mismos errores, pero claro.....esa es otra historia.
En apenas un rato logró destruir a gran parte de los piratas, y a pesar de su gran maestría en el combate, había recibido algunas heridas. Sin embargo nada que no le impidiera poder continuar con sus andanzas.
Por mi parte estaba practicmanete impresionada ante tal despliegue, y por algún motivo sentía hasta envidia de aquel poder. Por otro lado, el mero hecho de ver sangre y aquella matanza, me alegraba el corazón curiosamente. A pesar de este sentimiento, me sentí por primera vez en mi vida vacía, como si la matanza no fuera suficiente.
Me acerqué al campo de batalla una vez finalizada la pelea, los cadáveres se amontonaban y el césped se tornó rojo. Mi rostro se volvió con gesto de pena, quedando mi mirada fijada en aquel campo, pero por suerte todo había acabado. Me llevé mi sombrilla al hombro y con mi peluche en la mano escuché que la marine me llamaba para decirme que ya era libre.
-Supongo....que debo darte las gracias- Dije mientras miraba a los muertos. Nada más decir aquello me giré y comencé a caminar seria colina abajo alejándome de aquellos marines, sin embargo, ella preguntó por mi nombre.
Sin torcer la vista le dije - Perona, mi nombre es Perona- Proseguí caminando para luego hablar nuevamente.
-Todos tenemos un papel en este tablero de ajedrez llamado mundo, hay veces, en la que no puedes elegir si ser negras o blancas....espero que nos veamos en un futuro. Tendré en mente este día por siempre.
Me quedé mirando para ella. Parecía que la historia acababa bien y aquí, pero Perona no podía dejar de mirar a aquella marine, con cierta admiración, odio y sabiduría. Posiblemente había aprendido mucho de aquel día y trataría de no cometer los mismos errores, pero claro.....esa es otra historia.
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