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Akuma no mi
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Goa, un sitio plagado de nobles. Ese día estaba soleado y las calles estaban llenas de gente que entraba en distintos bazares de la zona comprando objetos de valor o comida. Parecía haber mucho revuelo ese día y todo estaba lleno de guardias, el motivo estaba claro. Se había dicho por toda la isla de Dawn que un Tenryubito iba a pasear ese día por la calle principal montado en un elefante y vigilado por muchísimos guardias. Tal vez era el motivo por el que aquel lugar estaba plagado de gente. La presencia de aquel hombre podía atraer a muchos piratas dispuestos a matarle o algo peor. En cada esquina había guardias, en los tejados tiradores colocados por si pasaba cualquier cosa. Parecía que ni el mismísimo diablo podría actuar con tanta protección. Faltaba poco para que el sujeto saliera de una mansión que allí había situada y rodeada por muros y todos observaban dando gritos. Unos insultaban y otros aclamaban.
En una de las terrazas de uno de los bares estaba Koga sentado. Esta vez llevaba un atuendo distinto al que llevaba un día antes en las montañas Corvo. Llevaba solo su camiseta negra ajustada de manga corta. Sus pantalones de siempre y sus botas, en la espalda amarrada su enorme espada la cual relucía por el sol. En sus ojos llevaba una especie de gafas de sol para que este no le molestase. Aquella terraza estaba compuesta de distintas mesas que estaban tras una barra de metal de color negra para separar a la gente de la calle. Había bastantes sitios ocupados y otros libres. El rubio no se había fijado en la gente que allí había y se había sentado en una mesa de dos él solo ya que de uno no había. Su mirada estaba fija en la puerta de la mansión pues desde ahí la veía perfectamente y sin necesidad de moverse.
El motivo era que había escuchado que iba a pasar aquel tipo y quería contemplarlo, además con un poco de suerte algún idiota le atacaría y se armaría un buen espectáculo que el chico de pelo rubio no se perdería. La diversión era algo que consideraba fundamental y deseaba obtenerla fuese como fuese sin importarle nada más. De su frente caían gotas de sudor debido al calor que allí había. En su mesa había un vaso de cristal de unos quince centímetros lleno de un líquido de color verde claro. Ya iba por la mitad pues se había bebido la otra, en el líquido había una sombrillita rose de adorno y una pajita azul además de varios cubitos de hielo para hacerlo más frio. Además había un plato con algunas patatas fritas que Koga estaba picando de forma calmada. Se había preparado un buen sitio y además un aperitivo, lo tomaría mientras observa aquel idiota pasar llegada la hora. Todos de repente se levantaron gritando y levantando las manos, aquel tipo estaba a punto de salir y las puertas empezaron a abrirse lentamente.
En una de las terrazas de uno de los bares estaba Koga sentado. Esta vez llevaba un atuendo distinto al que llevaba un día antes en las montañas Corvo. Llevaba solo su camiseta negra ajustada de manga corta. Sus pantalones de siempre y sus botas, en la espalda amarrada su enorme espada la cual relucía por el sol. En sus ojos llevaba una especie de gafas de sol para que este no le molestase. Aquella terraza estaba compuesta de distintas mesas que estaban tras una barra de metal de color negra para separar a la gente de la calle. Había bastantes sitios ocupados y otros libres. El rubio no se había fijado en la gente que allí había y se había sentado en una mesa de dos él solo ya que de uno no había. Su mirada estaba fija en la puerta de la mansión pues desde ahí la veía perfectamente y sin necesidad de moverse.
El motivo era que había escuchado que iba a pasar aquel tipo y quería contemplarlo, además con un poco de suerte algún idiota le atacaría y se armaría un buen espectáculo que el chico de pelo rubio no se perdería. La diversión era algo que consideraba fundamental y deseaba obtenerla fuese como fuese sin importarle nada más. De su frente caían gotas de sudor debido al calor que allí había. En su mesa había un vaso de cristal de unos quince centímetros lleno de un líquido de color verde claro. Ya iba por la mitad pues se había bebido la otra, en el líquido había una sombrillita rose de adorno y una pajita azul además de varios cubitos de hielo para hacerlo más frio. Además había un plato con algunas patatas fritas que Koga estaba picando de forma calmada. Se había preparado un buen sitio y además un aperitivo, lo tomaría mientras observa aquel idiota pasar llegada la hora. Todos de repente se levantaron gritando y levantando las manos, aquel tipo estaba a punto de salir y las puertas empezaron a abrirse lentamente.
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