Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una ciudad un tanto curiosa y el mafioso se había desplazado hasta ella con las intenciones de descansar un poco sobre todas las tareas que Meneror le asignaba. Para ser uno de sus hombres, bien que le enviaba las peores cosas. Normal, él tampoco confiaría en la panda de idiotas que tenía por soldados. Estaba claro quién era el comandante allí cuando no estaba el peliblanco. Eran las ocho de la tarde y estaba a nada de anochecer. El chico estaba sentado en un banco de la enorme plaza. Vestía con un chaleco negro de tirantes abierto, una camiseta interior que le quedaba muy grande, unos pantalones y unos zapatos. En su mano derecha podía verse un cigarrillo. Estaba fumando como de costumbre, algo que pensaba quitarse como hábito.
Hacía unos días había recibido una llamada de Azumi, diciendo que un pelirrojo le había dado su número. Ella le dijo que debía servirla por ser una Taketo y todo aquello, pero él pasaba del tema. El único al que obedecía era a su padre, Emishi. No seguiría las órdenes de una chiquilla tonta. No tardó mucho en terminar el cigarro y tirarlo al suelo para después pisarlo. Se rascó un poco la cabeza y entonces abrochó bien sus espadas. Llevaba a Cladón en la espalda, a Azazel al lado derecho de la cintura y a Hudoku al izquierdo. La última era su favorita.
- El puto Eichi, chaval. Mira que ir por ahí dando mi número… Cuando le vea le quemaré el culo por capullo. – Mencionó colocándose en pie.
Su aura maligna de la otra vez no parecía rodearle, pero se notaba bastante distante de todo el mundo. Le entró algo de hambre y pudo ver un puesto de ramen abierto. Prefería comer hamburguesas, pero era lo único que había, al menos en la plaza. Entró dentro del puesto al pasar unas cortinas que impedían la vista al exterior y se sentó en uno de los seis asientos vacíos que estaban todos uno al lado del otro, como la barra de un bar. El hombre que estaba delante era un tipo viejo de cabellos grisáceos y mirada seria. Él entonces negó con la cabeza y simplemente pidió algo de comer.
- Un tazón de ramen de ternera, por favor. Añádale bastante carne si le es posible, pagaré un poco más si hace falta. – En cuanto dijo aquello tosió un poco y después se acomodó.
Se quedó algo pensativo entonces. Echaba mucho de menos a Ai, nunca llegó a confesar lo mucho que se sentía atraído por ella, pero su cagada en la guerra le hizo perderla del todo. Tan solo le quedaba su honor de mafioso y empezar a montar sus negocios. Cuando el hombre le sirvió el plato bien caliente tomó los palillos y empezó a comer sin miedo a quemarse. Ser un logia de lava le hacía inmune a las altas temperaturas. Estaba bastante bueno y el hombre había echado bastantes pedazos de carne, se había enrollado.
- Mmmm… – Le estaba agradando bastante la comida.
Hacía unos días había recibido una llamada de Azumi, diciendo que un pelirrojo le había dado su número. Ella le dijo que debía servirla por ser una Taketo y todo aquello, pero él pasaba del tema. El único al que obedecía era a su padre, Emishi. No seguiría las órdenes de una chiquilla tonta. No tardó mucho en terminar el cigarro y tirarlo al suelo para después pisarlo. Se rascó un poco la cabeza y entonces abrochó bien sus espadas. Llevaba a Cladón en la espalda, a Azazel al lado derecho de la cintura y a Hudoku al izquierdo. La última era su favorita.
- El puto Eichi, chaval. Mira que ir por ahí dando mi número… Cuando le vea le quemaré el culo por capullo. – Mencionó colocándose en pie.
Su aura maligna de la otra vez no parecía rodearle, pero se notaba bastante distante de todo el mundo. Le entró algo de hambre y pudo ver un puesto de ramen abierto. Prefería comer hamburguesas, pero era lo único que había, al menos en la plaza. Entró dentro del puesto al pasar unas cortinas que impedían la vista al exterior y se sentó en uno de los seis asientos vacíos que estaban todos uno al lado del otro, como la barra de un bar. El hombre que estaba delante era un tipo viejo de cabellos grisáceos y mirada seria. Él entonces negó con la cabeza y simplemente pidió algo de comer.
- Un tazón de ramen de ternera, por favor. Añádale bastante carne si le es posible, pagaré un poco más si hace falta. – En cuanto dijo aquello tosió un poco y después se acomodó.
Se quedó algo pensativo entonces. Echaba mucho de menos a Ai, nunca llegó a confesar lo mucho que se sentía atraído por ella, pero su cagada en la guerra le hizo perderla del todo. Tan solo le quedaba su honor de mafioso y empezar a montar sus negocios. Cuando el hombre le sirvió el plato bien caliente tomó los palillos y empezó a comer sin miedo a quemarse. Ser un logia de lava le hacía inmune a las altas temperaturas. Estaba bastante bueno y el hombre había echado bastantes pedazos de carne, se había enrollado.
- Mmmm… – Le estaba agradando bastante la comida.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi observaba, curioso, las edificaciones que tenía alrededor suyo. Pese a ser un originario del este, esta era la primera vez que visitaba una isla que no fuera la suya o el Baratie. En su infancia nunca salió de Pendragon, y cuando por fin pudo irse... Bueno, tuvo que huir rápidamente hacia otro mar cardinal para que los espías de su padre no le molestaran y lo dejaran en paz. No sabía si retractarse o no a eso, pero lo dudaba. Si no hubiera escapado, tal vez nunca hubiera conocido a Milena. Puede que el destino los hubiera juntado a la larga, pero considerando la condición en la que se encontraba, puede que hubiera sido demasiado tarde para cuando ocurriera. Ese maldito hizo la peor traición que podía hacer un padre. Ni siquiera el suyo era tan bastardo como él lo fue con Milena.
– Pero eso ya es pasado – pensó mientras dejaba salir una bocanada de aire.
Hacía unos días que había vuelto al mar del este luego de aquel encuentro con Hinori, y seguía sin saber como acercarse a Péndragon. No sabía muy bien como era la situación allí, pero suponía que no era nada bueno. Pese a todo, las dudas seguían asaltándole. ¿Estaría a la altura de parar una guerra civil por el mismo? El mismo se consideraba como un príncipe fallido, y no sabía si la gente le escucharía a él. ¿Por qué escuchar a una mierda como él? Eichi apretó con fuerza sus puños y escupió a su lado. A veces sentía tanta rabia, que no sabía como liberarla sin recurrir a Akashi. Que por cierto, hace rato que no oía de él.
– No solo eso – pensó mientras ponía su mano en su estómago.
Se moría de hambre, pero no podía hacerse nada. Se le había perdido su juego de utensilios de cocina en algún lugar, por lo que ya no podía cocinar. No le quedaba más remedio que buscar establecimientos para saciar su hambre. Suspiró un poco y se dio cuenta que había un puesto de ramen abierto. Eran las ocho de la tarde y aún no comía, así que no se iba a poner elegir en una isla que desconocía. Con eso en mente, el pelirrojo se acercó al puesto y se sentó en uno de los asientos vacíos.
– Un tazón de ramen de pollo, por favor – le dijo educada y tímidamente al dueño.
En eso, notó una presencia familiar a su lado. Sus cejas se elevaron y miró para cerciorarse que su mantra estuviera funcionando bien. En efecto, allí se encontraba cierta persona que no esperaba volver a ver hasta dentro de un par de años más.
– Ban Midou... no esperaba volver a verte tan pronto – le dijo mientras ponía una mano en la barra.
– Pero eso ya es pasado – pensó mientras dejaba salir una bocanada de aire.
Hacía unos días que había vuelto al mar del este luego de aquel encuentro con Hinori, y seguía sin saber como acercarse a Péndragon. No sabía muy bien como era la situación allí, pero suponía que no era nada bueno. Pese a todo, las dudas seguían asaltándole. ¿Estaría a la altura de parar una guerra civil por el mismo? El mismo se consideraba como un príncipe fallido, y no sabía si la gente le escucharía a él. ¿Por qué escuchar a una mierda como él? Eichi apretó con fuerza sus puños y escupió a su lado. A veces sentía tanta rabia, que no sabía como liberarla sin recurrir a Akashi. Que por cierto, hace rato que no oía de él.
– No solo eso – pensó mientras ponía su mano en su estómago.
Se moría de hambre, pero no podía hacerse nada. Se le había perdido su juego de utensilios de cocina en algún lugar, por lo que ya no podía cocinar. No le quedaba más remedio que buscar establecimientos para saciar su hambre. Suspiró un poco y se dio cuenta que había un puesto de ramen abierto. Eran las ocho de la tarde y aún no comía, así que no se iba a poner elegir en una isla que desconocía. Con eso en mente, el pelirrojo se acercó al puesto y se sentó en uno de los asientos vacíos.
– Un tazón de ramen de pollo, por favor – le dijo educada y tímidamente al dueño.
En eso, notó una presencia familiar a su lado. Sus cejas se elevaron y miró para cerciorarse que su mantra estuviera funcionando bien. En efecto, allí se encontraba cierta persona que no esperaba volver a ver hasta dentro de un par de años más.
– Ban Midou... no esperaba volver a verte tan pronto – le dijo mientras ponía una mano en la barra.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El sabor de aquellos fideos mezclados con la carne de ternera y el caldo hecho a partir del animal era un plato fantástico. El mafioso llevaba días sin comer algo tan bueno, pues se había estado alimentando de comida rápida y basura, pero aquello era genial. Tomó un trozo de carne y lo metió en su boca mientras lo masticaba y mostraba una expresión de felicidad enorme. Pidió también un vaso de sake para poder acompañarlo mejor y entonces dio un sorbo mientras que miraba calmadamente los fideos. La noche iba a ser su compañera y con el estómago lleno buscaría cualquier cosa que hacer. Se rascó la cabeza unos momentos ¿Por qué? Le picaba, no había otro motivo.
Alguien entró en el local entonces y él permaneció calmado allí sentado mientras disfrutaba de su comida. La persona que entró pidió un plato de ramen de pollo, jugaba para el bando contrario entonces. Sin prestarle atención continuó a lo suyo, pues el mafioso no solía relacionarse mucho con los demás. Entonces no pudo evitar sentir aquella voz refiriéndose a él. Dijo su nombre y apellido. Los carteles de recompensa, esos cabrones delatadores. Él entonces clavó su mirada de forma calmada en la persona que dijo su nombre. Se dio cuenta de que se trataba de Eichi ¿Estaba pidiendo pollo? Un puto caníbal sin sentimientos. Eso le hizo pensar un poco mal de él, esperaba que no se comiese a sus hijos.
- Pequeño cabroncete ¿Por qué le has dado mi número a esa princesa chalada? Dice que es mi hermana y que le debo sumisión y gilipolleces. La próxima vez te meto el culo dentro de un charco de lava ardiendo.
Dijo de forma calmada mientras le daba otro trago a su sake. Frunció un poco el ceño, pues estaba bastante fuerte, aunque lo había notado anteriormente. Volvió a comer un poco más de su ramen y después de unos momentos le hizo un sitio a su lado izquierdo al pelirrojo. Estaba seguro de que no le gustaba comer de pie y aunque Akashi no parecía ser el dominante, no era tan “inocente”, no lo notaba mucho en su mirada. Él personalmente se llevaba mejor con su parte seria, pero tampoco lo hacía de mala forma con él.
- Llevo tiempo sin verte, pero debo admitir que me alegro bastante ahora de hacerlo ¿Vas a contarme cómo te ha ido en la vida en estos meses? Necesito despejarme con algo, Eichi-kun. – Dijo entonces.
Alguien entró en el local entonces y él permaneció calmado allí sentado mientras disfrutaba de su comida. La persona que entró pidió un plato de ramen de pollo, jugaba para el bando contrario entonces. Sin prestarle atención continuó a lo suyo, pues el mafioso no solía relacionarse mucho con los demás. Entonces no pudo evitar sentir aquella voz refiriéndose a él. Dijo su nombre y apellido. Los carteles de recompensa, esos cabrones delatadores. Él entonces clavó su mirada de forma calmada en la persona que dijo su nombre. Se dio cuenta de que se trataba de Eichi ¿Estaba pidiendo pollo? Un puto caníbal sin sentimientos. Eso le hizo pensar un poco mal de él, esperaba que no se comiese a sus hijos.
- Pequeño cabroncete ¿Por qué le has dado mi número a esa princesa chalada? Dice que es mi hermana y que le debo sumisión y gilipolleces. La próxima vez te meto el culo dentro de un charco de lava ardiendo.
Dijo de forma calmada mientras le daba otro trago a su sake. Frunció un poco el ceño, pues estaba bastante fuerte, aunque lo había notado anteriormente. Volvió a comer un poco más de su ramen y después de unos momentos le hizo un sitio a su lado izquierdo al pelirrojo. Estaba seguro de que no le gustaba comer de pie y aunque Akashi no parecía ser el dominante, no era tan “inocente”, no lo notaba mucho en su mirada. Él personalmente se llevaba mejor con su parte seria, pero tampoco lo hacía de mala forma con él.
- Llevo tiempo sin verte, pero debo admitir que me alegro bastante ahora de hacerlo ¿Vas a contarme cómo te ha ido en la vida en estos meses? Necesito despejarme con algo, Eichi-kun. – Dijo entonces.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi esperó tranquilamente su pedido mientras escuchaba las palabras de Ban. Arqueó una ceja al escuchar lo que dijo de Azumi, y no pudo evitar sonreír un poco y negar con la cabeza. Sabía muy bien que el espadachín lo decía enserio, así que debería guardarse las espaldas si hacía de cotilla nuevamente. Iba a responder a ese comentario, cuando el dueño puso el tazón de ramen en frente suyo. Le agradeció al cocinero con un asentimiento de cabeza, alegrándose que no demoró tanto su pedido. Sin esperar más, agarró sus palillos y empezó a degustar los fideos. Verdaderamente estaban deliciosos, no tenía nada porque quejarse. Puede que en verdad lo fueran, o simplemente estaba demasiado hambriento como para fijarse en esos detalles. Al cabo de unos segundos, pausó un poco para beber un poco de agua, justo a tiempo para escuchar sus siguientes palabras.
– Pues... – empezó a decir el pelirrojo, pero luego se detuvo mientras que pensaba en que decir.
La última vez que se vieron, fue cuando Akashi tomó el control de su cuerpo por una noche. Suerte que no era de día, porque estaba seguro que se hubiera puesto en un lío peor que en la que se metió su otra parte. Al menos tuvo la decencia de ocultar su rostro mientras se cargaba a esos marines, para que no aumentara su precio por su cabeza. Ya suficiente tenía con el que le había puesto el bueno de Castor. Suspiró un poco y bebió de su vaso de agua de nuevo. Habían pasado tantas cosas, que ni el mismo sabía como ordenar todo en un orden lógico y que no sonara ridículo. Sideros, Milena, la guerra en Pendragon... Si, eran demasiadas cosas.
– Me han pasado algunas cosas buenas y otras malas – dijo finalmente el pelirrojo. – Participé en la guerra de Sideros y ahora estoy pensando como lidiar con la de mi isla. Por lado bueno, pues... – aquí el pelirrojo negó con la cabeza y bajó la mirada, ruborizándose al pensar en la pelirroja.
Aún le costaba asimilar eso, por lo que le daba un poco de vergüenza hablar del tema con una persona como Ban. Para mantener las apariencias, Eichi siguió comiendo del tazón sin detenerse hasta terminar. Se limpió con una servilleta y se bebió el resto del agua del vaso. Pensó por algunos segundos y miró tranquilamente al espadachín, haciendo como si lo anterior no hubiera pasado.
– ¿Y tú? ¿Qué te cuentas por estos meses? – le preguntó al pelinegro, intentado desviar el tema de antes.
– Pues... – empezó a decir el pelirrojo, pero luego se detuvo mientras que pensaba en que decir.
La última vez que se vieron, fue cuando Akashi tomó el control de su cuerpo por una noche. Suerte que no era de día, porque estaba seguro que se hubiera puesto en un lío peor que en la que se metió su otra parte. Al menos tuvo la decencia de ocultar su rostro mientras se cargaba a esos marines, para que no aumentara su precio por su cabeza. Ya suficiente tenía con el que le había puesto el bueno de Castor. Suspiró un poco y bebió de su vaso de agua de nuevo. Habían pasado tantas cosas, que ni el mismo sabía como ordenar todo en un orden lógico y que no sonara ridículo. Sideros, Milena, la guerra en Pendragon... Si, eran demasiadas cosas.
– Me han pasado algunas cosas buenas y otras malas – dijo finalmente el pelirrojo. – Participé en la guerra de Sideros y ahora estoy pensando como lidiar con la de mi isla. Por lado bueno, pues... – aquí el pelirrojo negó con la cabeza y bajó la mirada, ruborizándose al pensar en la pelirroja.
Aún le costaba asimilar eso, por lo que le daba un poco de vergüenza hablar del tema con una persona como Ban. Para mantener las apariencias, Eichi siguió comiendo del tazón sin detenerse hasta terminar. Se limpió con una servilleta y se bebió el resto del agua del vaso. Pensó por algunos segundos y miró tranquilamente al espadachín, haciendo como si lo anterior no hubiera pasado.
– ¿Y tú? ¿Qué te cuentas por estos meses? – le preguntó al pelinegro, intentado desviar el tema de antes.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No se esperaba que él hubiese estado en aquella guerra. Recordaba bien su combate contra los seres de Zal y todos sus espadazos a cada uno de ellos. Luchó contra un asesino de poderes increíbles, al cual venció usando únicamente el poder de su espada, Hudoku. Fue un duelo legal, pero en el último corte lo partió en dos sin querer, cosa que le apenó. Igualmente, Meneror parecía no contar mucho con él y parecía ir a su bola, por lo que estaba pensando en largarse de su mafia sabiendo que irían tras él. Ahora que sabía la forma sucia de luchar del peliblanco le daba lo mismo. Entonces recordó ciertas cosas que lo mosquearon. Frunció el ceño y entonces miró a su compañero.
- Estuve también en esa guerra, Sarka fue mi bando. Terminé con parte del ejército de Zal e hice la gilipollez de mi vida ¿Recuerdas a Ai? Luché contigo y con ella en Banaro. – Dijo entonces volviendo a beber del sake.
El espadachín entonces tomó un poco más de aquellos fideos, los cuales continuaban sabiendo de forma perfecta. Ahora al menos sabía que a él le estaba bien, pero no quiso sacar un tema que le hizo callar en el último momento. Si quería ocultarlo, eso era cosa suya y no pensaba meterse. Él tosió un poco para proseguir lo que estaba diciendo y entonces acarició un poco el mango de su katana Azazel.
- Mi líder seguramente la hubiese matado si hubiese seguido en contacto con ella, en la guerra me llamó y le dije cosas horribles. Que no volviera a hablarme o la mataría y que era una estúpida. No se ha sabido más de ella desde la guerra y es muy posible que haya muerto. – Su tono parecía ser bastante calmado.
El espadachín se sirvió algo más de sake en su vaso y de un enorme trago se bebió al menos medio. Estaba bastante malo tan del tirón, pero le daba un poco igual. Tosió de nuevo con fuerza y terminó de comerse su plato. Sin darse cuenta, hizo que algo de lava resbalase desde su frente hasta su barbilla y de allí a su pecho, era como si estuviese cabreado, pero su mirada era de calma.
- Me enamoré de ella. – Terminó de decir bebiéndose el vaso entero de sake entonces.
Se llevó la mano derecha a la boca y tosió con algo más de fuerza mientras suspiraba. Se notaba destrozado pese a que estaba sonriendo de forma calmada como solía hacer siempre. Anuló la lava y volvió a su estado normal mientras pedía otra botella de sake entera.
- Estuve también en esa guerra, Sarka fue mi bando. Terminé con parte del ejército de Zal e hice la gilipollez de mi vida ¿Recuerdas a Ai? Luché contigo y con ella en Banaro. – Dijo entonces volviendo a beber del sake.
El espadachín entonces tomó un poco más de aquellos fideos, los cuales continuaban sabiendo de forma perfecta. Ahora al menos sabía que a él le estaba bien, pero no quiso sacar un tema que le hizo callar en el último momento. Si quería ocultarlo, eso era cosa suya y no pensaba meterse. Él tosió un poco para proseguir lo que estaba diciendo y entonces acarició un poco el mango de su katana Azazel.
- Mi líder seguramente la hubiese matado si hubiese seguido en contacto con ella, en la guerra me llamó y le dije cosas horribles. Que no volviera a hablarme o la mataría y que era una estúpida. No se ha sabido más de ella desde la guerra y es muy posible que haya muerto. – Su tono parecía ser bastante calmado.
El espadachín se sirvió algo más de sake en su vaso y de un enorme trago se bebió al menos medio. Estaba bastante malo tan del tirón, pero le daba un poco igual. Tosió de nuevo con fuerza y terminó de comerse su plato. Sin darse cuenta, hizo que algo de lava resbalase desde su frente hasta su barbilla y de allí a su pecho, era como si estuviese cabreado, pero su mirada era de calma.
- Me enamoré de ella. – Terminó de decir bebiéndose el vaso entero de sake entonces.
Se llevó la mano derecha a la boca y tosió con algo más de fuerza mientras suspiraba. Se notaba destrozado pese a que estaba sonriendo de forma calmada como solía hacer siempre. Anuló la lava y volvió a su estado normal mientras pedía otra botella de sake entera.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi arqueó una ceja al escuchar las palabras de Ban, puesto que ni se imaginó que el espadachín había formado parte de aquella guerra también. El mismo tuvo bastante complicaciones en Sideros en su bando, incluso estuvo considerando traicionar a Balt en una de esas. Solo el hecho de que Alice se encontraba allí hizo que no lo hiciera a la mínima oportunidad, además que recuperó su ideología casi al final de la guerra. Solo lamentaba el hecho que lo que le hizo reaccionar, hubiera sido algo tan trágico como eso. Inconscientemente cerró sus puños y apretó los labios al recordar eso. Esa expresión en el rostro de Milena cuando la vio en Sideros, y luego en Water Seven, tendría un lugar especial en su mente para toda la eternidad, para que siempre se recordara lo que nunca debía hacer bajo ningún motivo. Suspiró un poco y le pidió otro vaso de agua al camarero. Al tener el vaso en sus manos, se bebió todo el contenido de una para calmar sus nervios.
– Puto Ushio de mierda – pensó con algo de amargura.
En cuanto a lo otro... Si, recordaba exactamente quien era Ai. No porque hubiera tenido tanto impacto en él, sino porque su memoria eidética le impedía olvidar a la gente que conocía. Fue la primera vez que se sentía tan débil frente a otra persona. Lo peor, era que no había cambiado en nada. Seguía sin poder vencer a Ban por culpa de sus espadas, y eso le frustraba. Aún no llegaba a su velocidad ideal para tratar con eso. Hasta entonces, seguiría entrenando sin parar hasta lograrlo.
A Eichi le dieron ganas de darle una colleja al espadachín al escuchar sus palabras. ¿Tan débil era su voluntad como para someterse a otra persona así como así? Además, decirle eso a Ai probablemente le hubiera destruido. De todas formas, el tampoco estaba muy lejos que digamos. No pudo evitar estremecerse al escuchar que se había enamorado de la pelinegra. Eichi podría simpatizar un poco con el pelinegro si es que fuera el de antes a Sideros, pero ya no podía. Sería muy hipócrita de su parte ponerse en el lugar de Ban. En su caso, el antes no era correspondido. Solo eso, debía sufrir en silencio mientras veía como la pelirroja se auto destruía por culpa de Ushio.
– Si hubiera sido la misma persona de antes de la guerra... Probablemente podría haber simpatizado contigo – le dijo mientras miraba atentamente la mesa. – El amor supongo que hace sufrir – sonrío melancólicamente mientras ponía una mano en la barra. – De todas formas, recuerda que siempre estaré para echarte una mano si lo necesitas – finalizó mientras asentía con determinación.
– Puto Ushio de mierda – pensó con algo de amargura.
En cuanto a lo otro... Si, recordaba exactamente quien era Ai. No porque hubiera tenido tanto impacto en él, sino porque su memoria eidética le impedía olvidar a la gente que conocía. Fue la primera vez que se sentía tan débil frente a otra persona. Lo peor, era que no había cambiado en nada. Seguía sin poder vencer a Ban por culpa de sus espadas, y eso le frustraba. Aún no llegaba a su velocidad ideal para tratar con eso. Hasta entonces, seguiría entrenando sin parar hasta lograrlo.
A Eichi le dieron ganas de darle una colleja al espadachín al escuchar sus palabras. ¿Tan débil era su voluntad como para someterse a otra persona así como así? Además, decirle eso a Ai probablemente le hubiera destruido. De todas formas, el tampoco estaba muy lejos que digamos. No pudo evitar estremecerse al escuchar que se había enamorado de la pelinegra. Eichi podría simpatizar un poco con el pelinegro si es que fuera el de antes a Sideros, pero ya no podía. Sería muy hipócrita de su parte ponerse en el lugar de Ban. En su caso, el antes no era correspondido. Solo eso, debía sufrir en silencio mientras veía como la pelirroja se auto destruía por culpa de Ushio.
– Si hubiera sido la misma persona de antes de la guerra... Probablemente podría haber simpatizado contigo – le dijo mientras miraba atentamente la mesa. – El amor supongo que hace sufrir – sonrío melancólicamente mientras ponía una mano en la barra. – De todas formas, recuerda que siempre estaré para echarte una mano si lo necesitas – finalizó mientras asentía con determinación.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las palabras del pelirrojo le hicieron sonreír de forma irónica. Era gracioso que él le dijese algo así y no al revés. Ban tomó otro trago de sake y entonces se frotó la cabeza con fuerza. Aquella cosa en pequeñas cantidades era inofensiva, pero le estaba mostrando que en grandes podía llegar a joder bastante a cualquier persona. Fue en ese momento cuando se terminó el ramen y dejó el plato a la vista del camarero junto al dinero. Lo siguiente que hizo fue dar directamente un enorme trago a la botella de sake. El sabor le recorrió toda la boca haciéndole soltar un gruñido y después se limpió el sudor de su frente. El espadachín miró fijamente al chico y después sonrió de forma algo falsa.
- Más de lo que uno piensa. Ahora que no volveré a ver a Ai, mi familia está muerta y todo ha terminado, me importa todo una mierda. – Dijo dándole otro enorme trago a la botella, en su rostro había un leve rubor.
El mafioso estaba un poco ebrio ya después de estar bebiendo tanto y por unos momentos empezó a ponerse incluso algo más amable, pues le puso la mano en el hombro al pelirrojo y se puso a reír un poco. Pasaron unos segundos y el príncipe serpiente cerró los ojos despacio y pensó en unas cuantas cosas. Tan solo quería a Meneror para ayudarle a cumplir su venganza, después de aquello todo terminaría. Tendría a mucha gente detrás de su cabeza, pero tampoco le importaba mucho.
- Cuando haya usado los hombres de mi jefe para exterminar a dicha mafia, huiré de mi vida de siervo. Ser la mascota de alguien no va conmigo. – Dijo entonces mientras soltaba un enorme bostezo y pasaba su brazo por encima del hombro del pelirrojo, riéndose de nuevo.
El camarero tomó el dinero despacio y se dio cuenta de que había el doble de lo requerido, tomó como que estaba invitando al pelirrojo y por ello se hizo saber a Eichi con un gesto con la cabeza señalando el dinero. El hombre entonces retiró el plato del mafioso y se puso a hacer sus cosas. Ban miró de nuevo a su compañero de cabellos rojizos entre risas y de nuevo le habló con toda la calma del mundo.
- ¿Cómo pretendes ganar tu guerra? ¿Qué harás si tienen espadas? – Sabía que era uno de los puntos débiles del chico y quería saber qué haría contra los espadachines de aquella isla.
- Más de lo que uno piensa. Ahora que no volveré a ver a Ai, mi familia está muerta y todo ha terminado, me importa todo una mierda. – Dijo dándole otro enorme trago a la botella, en su rostro había un leve rubor.
El mafioso estaba un poco ebrio ya después de estar bebiendo tanto y por unos momentos empezó a ponerse incluso algo más amable, pues le puso la mano en el hombro al pelirrojo y se puso a reír un poco. Pasaron unos segundos y el príncipe serpiente cerró los ojos despacio y pensó en unas cuantas cosas. Tan solo quería a Meneror para ayudarle a cumplir su venganza, después de aquello todo terminaría. Tendría a mucha gente detrás de su cabeza, pero tampoco le importaba mucho.
- Cuando haya usado los hombres de mi jefe para exterminar a dicha mafia, huiré de mi vida de siervo. Ser la mascota de alguien no va conmigo. – Dijo entonces mientras soltaba un enorme bostezo y pasaba su brazo por encima del hombro del pelirrojo, riéndose de nuevo.
El camarero tomó el dinero despacio y se dio cuenta de que había el doble de lo requerido, tomó como que estaba invitando al pelirrojo y por ello se hizo saber a Eichi con un gesto con la cabeza señalando el dinero. El hombre entonces retiró el plato del mafioso y se puso a hacer sus cosas. Ban miró de nuevo a su compañero de cabellos rojizos entre risas y de nuevo le habló con toda la calma del mundo.
- ¿Cómo pretendes ganar tu guerra? ¿Qué harás si tienen espadas? – Sabía que era uno de los puntos débiles del chico y quería saber qué haría contra los espadachines de aquella isla.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Bueno, si lo decía de esa forma... Supuso que al pelinegro no le quedaba nada porque vivir. Su familia estaba muerta y no volvería a ver a la mujer que amaba. En su caso, su familia era como si no existiera, así que eso podía correr para él también. La diferencia es que tenía a Milena para que su cordura no se fuera a la puta, además de algunos amigos que había hecho a lo largo de su viaje. Muy para su fastidio, también consideraba a Troy como alguien que le había ayudado mucho... Nunca se lo diría a la cara, en todo caso. Antes muerto que hacerlo, no importaba cuanta estima le tuviera. Volviendo a lo anterior, le sentaba un poco de mal como se encontraba el espadachín ahora. No era ni la sombra de lo que era cuando lo enfrentó junto a Ai y Banaro. Simplemente, había perdido toda motivación y voluntad para seguir adelante. Ahora solo le quedaba la venganza, y eso terminaría por destruirlo completamente.
– ¿Pero puedo convencerlo que no lo haga? – pensó.
Lo meditó por algunos segundos y llegó a la conclusión de que era imposible. Si tuviera otra motivación, posiblemente podría hacerlo, pero viendo que solo le quedaba la venganza... era tarea imposible de lograr. Iba a preguntarle de lo que iba hacer después de conseguir su objetivo, pero el pelinegro abruptamente cambio de tema. Frunció el ceño al escuchar lo que dijo y miró el vaso vacío que tenía en la mano. Luchar contra espadachines era algo imposible para él ahora, pero... tenía algunas ideas.
– Técnicas a distancia, o llevar mi Busoshoku al nivel más alto posible. Solo eso se me ocurre de primeras – le respondió a la segunda pregunta. La primera tenía más profundidad, y ya había tomado una decisión. Ni siquiera se lo había dicho a Milena, pero era lo mejor. – Mi palabra es mierda al ser llamado príncipe mediocre. Aún si me convierto en rey, no ayudaría en nada. Así que solo queda una solución... ganarme el respeto por la fuerza y mérito propio. –
Era algo que llevaba meditando por un par de días. Por más que intentara encontrarle una solución alternativa, siempre llegaba a la de siempre. Era la más pacífica, y donde menos sangre se derramaría. El problema era que... hasta ahora, había un cien por ciento de posibilidad de fallo. Ninguno de los que lo había intentado en antaño, lo había conseguido.
– Los civiles quieren ver a alguien dedicado en el puesto, y los del ejercito quieren a alguien digno de seguir hasta la muerte. Todo eso se puede lograr en... una especie de rito que un príncipe puede tomar para demostrar su valía. Completando todas las pruebas, daría una imagen de Rey fuerte y justo, que no teme en "ensuciarse" al interactuar con la clase baja. El problema... ninguno de mis antepasados ha conseguido salir con vida una vez que lo deciden – le reveló al espadachín.
– ¿Pero puedo convencerlo que no lo haga? – pensó.
Lo meditó por algunos segundos y llegó a la conclusión de que era imposible. Si tuviera otra motivación, posiblemente podría hacerlo, pero viendo que solo le quedaba la venganza... era tarea imposible de lograr. Iba a preguntarle de lo que iba hacer después de conseguir su objetivo, pero el pelinegro abruptamente cambio de tema. Frunció el ceño al escuchar lo que dijo y miró el vaso vacío que tenía en la mano. Luchar contra espadachines era algo imposible para él ahora, pero... tenía algunas ideas.
– Técnicas a distancia, o llevar mi Busoshoku al nivel más alto posible. Solo eso se me ocurre de primeras – le respondió a la segunda pregunta. La primera tenía más profundidad, y ya había tomado una decisión. Ni siquiera se lo había dicho a Milena, pero era lo mejor. – Mi palabra es mierda al ser llamado príncipe mediocre. Aún si me convierto en rey, no ayudaría en nada. Así que solo queda una solución... ganarme el respeto por la fuerza y mérito propio. –
Era algo que llevaba meditando por un par de días. Por más que intentara encontrarle una solución alternativa, siempre llegaba a la de siempre. Era la más pacífica, y donde menos sangre se derramaría. El problema era que... hasta ahora, había un cien por ciento de posibilidad de fallo. Ninguno de los que lo había intentado en antaño, lo había conseguido.
– Los civiles quieren ver a alguien dedicado en el puesto, y los del ejercito quieren a alguien digno de seguir hasta la muerte. Todo eso se puede lograr en... una especie de rito que un príncipe puede tomar para demostrar su valía. Completando todas las pruebas, daría una imagen de Rey fuerte y justo, que no teme en "ensuciarse" al interactuar con la clase baja. El problema... ninguno de mis antepasados ha conseguido salir con vida una vez que lo deciden – le reveló al espadachín.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Como esos espadachines sean medio buenos y su haki sea igual al tuyo, no te va a servir de nada. intenta usar armas tú también, tonfas por ejemplo, y si tienen filo mejor. – Terminó de decir terminándose la segunda botella él solo.
El castaño se colocó en pie como pudo y salió de allí haciéndole un gesto con la mano para que le siguiera. Ya era de noche y tan solo unas farolas anunciaban la luz del momento para poder ver. La brisa del viento le hizo sonreír de forma calmada y después de unos momentos empezó a reírse solo, estaba un poco borracho. El espadachín entonces notó algo de sudor bajar por su cara, pero enseguida lo limpió con la mano. Si todo iba bien, él lograría su venganza y aquel chico cumpliría su objetivo. Se relamió despacio y volvió a mirar al chico de forma calmada. Una siniestra sonrisa se formó en su rostro y entonces el espectáculo se hizo presente.
- Magu magu… Over…
Susurró de forma siniestra. El magma empezó a recubrir todo su cuerpo y a extenderse por el suelo de forma peligrosa. Figuras similares a garras emergieron de la nada y quedaron alzadas a unos dos metros de altura. Las gotas caían al suelo y el joven se mantenía en medio. El poder de derretir todo a su paso era increíble. Los fragmentos de roca fundida adornaban el suelo con su oscuro color. El mafioso desenvainó a Hudoku y apuntó directamente al chico con ella. Sus azulados ojos con forma de pupila de serpiente resultaban ser algo extraños. Como era normal, la temperatura empezó a subir de forma exagerada y un humo negro y oscuro se elevó a los cielos.
- ¿No crees que es hermoso? Este poder me hace ser el perfecto asesino para mis enemigos. Imagino que nada impedirá que logre mi objetivo. Espero con ansia nuestro próximo combate, Eichi. – Dijo mientras le miraba de forma sádica.
Ban entonces caminó hacia él despacio. El magma desapareció y envainó la espada en su funda. Cuando estuvo frente a él mostró una sonrisa inquietante, pero finalmente se empezó a reír de nuevo y colocó su brazo en el hombro de él para no caerse al suelo después del pelotazo que llevaba encima. Se frotó los ojos al ver un poco borroso y después de unos momentos volvió a soltar otra carcajada mientras trataba de agarrar una oreja del pelirrojo.
- Estoy seguro de que Ai me desprecia ¡Hahahahahaha! Anda, llévame a un hotel o algo, invita el inútil de Meneror… – Dijo lanzando un par de billetes al aire y cayendo al suelo después bocarriba. Estaba hecho mierda con tanto alcohol.
El castaño se colocó en pie como pudo y salió de allí haciéndole un gesto con la mano para que le siguiera. Ya era de noche y tan solo unas farolas anunciaban la luz del momento para poder ver. La brisa del viento le hizo sonreír de forma calmada y después de unos momentos empezó a reírse solo, estaba un poco borracho. El espadachín entonces notó algo de sudor bajar por su cara, pero enseguida lo limpió con la mano. Si todo iba bien, él lograría su venganza y aquel chico cumpliría su objetivo. Se relamió despacio y volvió a mirar al chico de forma calmada. Una siniestra sonrisa se formó en su rostro y entonces el espectáculo se hizo presente.
- Magu magu… Over…
Susurró de forma siniestra. El magma empezó a recubrir todo su cuerpo y a extenderse por el suelo de forma peligrosa. Figuras similares a garras emergieron de la nada y quedaron alzadas a unos dos metros de altura. Las gotas caían al suelo y el joven se mantenía en medio. El poder de derretir todo a su paso era increíble. Los fragmentos de roca fundida adornaban el suelo con su oscuro color. El mafioso desenvainó a Hudoku y apuntó directamente al chico con ella. Sus azulados ojos con forma de pupila de serpiente resultaban ser algo extraños. Como era normal, la temperatura empezó a subir de forma exagerada y un humo negro y oscuro se elevó a los cielos.
- ¿No crees que es hermoso? Este poder me hace ser el perfecto asesino para mis enemigos. Imagino que nada impedirá que logre mi objetivo. Espero con ansia nuestro próximo combate, Eichi. – Dijo mientras le miraba de forma sádica.
Ban entonces caminó hacia él despacio. El magma desapareció y envainó la espada en su funda. Cuando estuvo frente a él mostró una sonrisa inquietante, pero finalmente se empezó a reír de nuevo y colocó su brazo en el hombro de él para no caerse al suelo después del pelotazo que llevaba encima. Se frotó los ojos al ver un poco borroso y después de unos momentos volvió a soltar otra carcajada mientras trataba de agarrar una oreja del pelirrojo.
- Estoy seguro de que Ai me desprecia ¡Hahahahahaha! Anda, llévame a un hotel o algo, invita el inútil de Meneror… – Dijo lanzando un par de billetes al aire y cayendo al suelo después bocarriba. Estaba hecho mierda con tanto alcohol.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Frunció un poco el ceño al oír sus palabras. No lo había pensando así, la verdad. Estaba tan acostumbrado a usar puños, que nunca pensó en utilizar un arma para luchar contra los que tuvieran. ¿Enserio había sido tan cerrado de mente para no verlo? Supongo que debería cambiar un poco su estilo para involucrar algún tipo de armas. La pregunta era, ¿qué era lo más adecuado para él? Habían muchas clases para un luchador como él, pero aprender a usarla de cero... sería un poco complicado, pero no imposible. Estaba tan absorto en sus pensamientos, que casi se pierde la ceña que le hizo Ban. Arqueó una ceja, pero le siguió. No sin antes dejar dinero en la barra por lo que comió, por su puesto. Sentía curiosidad por saber que le mostraría el mafioso ahora.
Al ver la risa del espadachín, no pudo evitar que una gota de sudor bajara por su sien. Al parecer Ban se encontraba un poco borracho... bueno, mucho. Y no era para menos, si se bebió dos botellas de sake el solo... pero enserio, ¿debía hacer justo eso ahora? El mafioso había invocado a su elemento y un charco de magma se extendía de sus pies. Si no hiciera tanto calor, probablemente se hubiera quedado maravillado al ver esa garra de dos metros de altura. Eichi refunfuñó por lo bajo y activó su Príncipe del Viento. Al instante, viento le empezó a rodear para si alivio. Ahora tenía menos calor que antes, pero seguía siendo igual de insoportable. Maldito Midou y su estúpido magma que tantos problemas le dio en antaño.
– Jo – empezó mientras una sonrisa se formaba en su rostro. – También espero nuestro próximo combate, Midou. Aún debo pagarte lo que le hiciste a mi mano – finalizó mientras se colocaba sus manos en el bolsillo. – Y por si acaso, no creo que Ai te odie por lo que hiciste... Pero eso no quita que fuiste un imbécil – le dijo mientras rodaba sus ojos.
Eichi suspiró, tomó los billetes y recogió al espadachín. Realmente, le daba pena en lo que se había convertido, pero poco podía hacer. Buscó con la mirada y para su fortuna había un pequeño hotel cerca. Caminó un par de metros (el peso del mafioso no era nada para él), entró al edificio y se dirigió hacia recepción.
– Una habitación para dos, por favor – le dijo tímidamente a la que atendía.
Ésta río un poco y le pasó unas llaves, al tiempo que él dejaba el dinero que le dio Ban en la mesa. Eichi hizo una reverencia cortés, que pareció algo raro viendo que tenía al mafioso encima, y se dirigió hasta la habitación que les asignaron. Una vez allí, el joven tiró al espadachín hacia una de las camas y el sentó en la otra.
Al ver la risa del espadachín, no pudo evitar que una gota de sudor bajara por su sien. Al parecer Ban se encontraba un poco borracho... bueno, mucho. Y no era para menos, si se bebió dos botellas de sake el solo... pero enserio, ¿debía hacer justo eso ahora? El mafioso había invocado a su elemento y un charco de magma se extendía de sus pies. Si no hiciera tanto calor, probablemente se hubiera quedado maravillado al ver esa garra de dos metros de altura. Eichi refunfuñó por lo bajo y activó su Príncipe del Viento. Al instante, viento le empezó a rodear para si alivio. Ahora tenía menos calor que antes, pero seguía siendo igual de insoportable. Maldito Midou y su estúpido magma que tantos problemas le dio en antaño.
– Jo – empezó mientras una sonrisa se formaba en su rostro. – También espero nuestro próximo combate, Midou. Aún debo pagarte lo que le hiciste a mi mano – finalizó mientras se colocaba sus manos en el bolsillo. – Y por si acaso, no creo que Ai te odie por lo que hiciste... Pero eso no quita que fuiste un imbécil – le dijo mientras rodaba sus ojos.
Eichi suspiró, tomó los billetes y recogió al espadachín. Realmente, le daba pena en lo que se había convertido, pero poco podía hacer. Buscó con la mirada y para su fortuna había un pequeño hotel cerca. Caminó un par de metros (el peso del mafioso no era nada para él), entró al edificio y se dirigió hacia recepción.
– Una habitación para dos, por favor – le dijo tímidamente a la que atendía.
Ésta río un poco y le pasó unas llaves, al tiempo que él dejaba el dinero que le dio Ban en la mesa. Eichi hizo una reverencia cortés, que pareció algo raro viendo que tenía al mafioso encima, y se dirigió hasta la habitación que les asignaron. Una vez allí, el joven tiró al espadachín hacia una de las camas y el sentó en la otra.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Una habitación para dos? Ese idiota no sabía decir las cosas bien y ahora la risa de aquella mujer había marcado al mafioso. Él siendo llevado en brazos por un pelirrojo fuerte hacia un cuarto doble en un hotel… Joder, que mal sonaba aquello. Esperaba que Eichi no quisiera hacerla nada a su trasero, o debería usar la lava para quemar todo aquel sitio a la mínima mala intención. Había perras malas que se tocaban con escenas de hombres haciendo aquello, sobre todo una que conoció en su mafia, Misorima se llamaba, o podía ser Kushio. Tal vez incluso Risa amanne, pero eso no importaba ahora. No lo recordaba, pero eso no era sano para él.
Notó el impacto en la cama y después de eso buscó su espada con la mano por si acaso, pero el pelirrojo se sentó en aquella cama mientras le miraba ¿Por qué le miraba? El pobre Ban entonces tragó un poco de saliva y se quitó la chaqueta y la camiseta, quedando con su torso al descubierto. Se quitó también los zapatos y los pantalones quedando en ropa interior, y en ese momento se colocó en pie como mejor pudo. Se quedó mirando al pelirrojo y entonces hizo surgir lava de su torso, la cual resbaló hasta su entrepierna haciéndole sentir raro, pero lleno de motivación.
- Sé que deseas esto bien cerca de ti, pero está prohibido, caca. Tu boca no está hecha para dar placer aquí, eso es cosa de Ai, seguro que con esa boquita que tenía… – Antes de terminar cayó seco al suelo de nuevo.
Con la pierna empezó a dar leves patadas al colchón, el cual se movía de arriba abajo, entonces Ban empezó a soltar algunos gritos del mareo que tenía, pero que parecían otra cosa. Cualquiera que pasara por el pasillo pensaría otra cosa, incluso la recepcionista debía de estar flipándolo y emocionándose. El mafioso entonces hinchó los mofletes, como si tuviera ganar de vomitar, corrió al baño como pudo y metió la cabeza en el váter mientras gritaba.
- Ya va a salir… ¡Va a salir! ¡Dentro, por favor! – Gritó con furia rezando por no vomitar fuera. Empezó a toser echando el ramen mientras terminaba de soltar un suspiro de gusto.
Tras la puerta entonces se escucharon unos pasos y alguien corriendo, la imagen que estarían dando sería increíble. Ban medio desnudo caminó de nuevo a la habitación de las camas y se quedó mirando al pelirrojo de forma tranquila. Sus ojos azulados se encontraron con los suyos rojizos.
- Ha salido bien espeso. – Dijo refiriéndose al vómito mientras se tumbaba de nuevo en la cama y soltaba un suspiro enorme.
Notó el impacto en la cama y después de eso buscó su espada con la mano por si acaso, pero el pelirrojo se sentó en aquella cama mientras le miraba ¿Por qué le miraba? El pobre Ban entonces tragó un poco de saliva y se quitó la chaqueta y la camiseta, quedando con su torso al descubierto. Se quitó también los zapatos y los pantalones quedando en ropa interior, y en ese momento se colocó en pie como mejor pudo. Se quedó mirando al pelirrojo y entonces hizo surgir lava de su torso, la cual resbaló hasta su entrepierna haciéndole sentir raro, pero lleno de motivación.
- Sé que deseas esto bien cerca de ti, pero está prohibido, caca. Tu boca no está hecha para dar placer aquí, eso es cosa de Ai, seguro que con esa boquita que tenía… – Antes de terminar cayó seco al suelo de nuevo.
Con la pierna empezó a dar leves patadas al colchón, el cual se movía de arriba abajo, entonces Ban empezó a soltar algunos gritos del mareo que tenía, pero que parecían otra cosa. Cualquiera que pasara por el pasillo pensaría otra cosa, incluso la recepcionista debía de estar flipándolo y emocionándose. El mafioso entonces hinchó los mofletes, como si tuviera ganar de vomitar, corrió al baño como pudo y metió la cabeza en el váter mientras gritaba.
- Ya va a salir… ¡Va a salir! ¡Dentro, por favor! – Gritó con furia rezando por no vomitar fuera. Empezó a toser echando el ramen mientras terminaba de soltar un suspiro de gusto.
Tras la puerta entonces se escucharon unos pasos y alguien corriendo, la imagen que estarían dando sería increíble. Ban medio desnudo caminó de nuevo a la habitación de las camas y se quedó mirando al pelirrojo de forma tranquila. Sus ojos azulados se encontraron con los suyos rojizos.
- Ha salido bien espeso. – Dijo refiriéndose al vómito mientras se tumbaba de nuevo en la cama y soltaba un suspiro enorme.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Pero de que mierda estaba hablando ahora? Por algunos segundos, Eichi miró a Ban, sin entender del todo el significado de sus palabras. Luego, una vena se marcó en su frente y fulminó con la mirada al espadachín. ¿Por quien lo tomaba? Él no era así, joder. Aquello solo pertenecía a una sola persona, y ciertamente no al mafioso. El luchador estuvo a punto de usar el armamento para darle una buena colleja al pelinegro, pero el nombre de Ai lo distrajo para que dejara de hablar de momento... pero hubiera deseado que siguiera hablando, puesto que lo que vino después era mucho peor que eso. Eichi apretó con fuerza sus puños mientras fulminaba al espadachín con furia, resistiendo la tentación de lanzarse hacia él. Esos ruidos que estaba haciendo, perfectamente podían interpretarse como otra cosa por las personas que pasaran por allí.
– Estúpido Ban – pensó con algo de frustración.
En eso, al estúpido le dieron ganas de vomitar. Al oír los ruidos que hacía, estaba pensando seriamente en mandar todo a la mierda y darle una buena hostia allí mismo. A lo mejor que ahora estaba curado, quizá podría vencerlo. Eichi suspiró y dejó de pensar aquello. El pelirrojo tenía su honor, y eso sería una falta de respeto a sus creencias. De momento, solo esperaría que el pelinegro terminara con lo suyo... Pese a que quería descuartizarlo en este mismo momento con una sierra oxidada. Para su horror, escuchó como alguien salía corriendo por los pasillos. Ahora todos en el hotel se llevarían una idea equivocada de lo que sucedía. Este iba a ser un momento que no le contaría nunca a Milena, por su propia salud física y mental.
– Eres un idiota, ¿lo sabias? – le respondió al pelinegro mientras refunfuñaba.
Eichi no dijo nada más, tan solo se tumbó en su propia cama y bostezó. La verdad era que no tenía muchas ganas de hacer nada, menos con el borracho que tenía al lado. Si, lo mejor era dar por terminado el día y fingir como si esto nunca hubiera pasado... excepto que el lo recordaría para siempre por culpa de su memoria eidética.
– Creo que me iré a dormir – dijo finalmente el príncipe.
– Estúpido Ban – pensó con algo de frustración.
En eso, al estúpido le dieron ganas de vomitar. Al oír los ruidos que hacía, estaba pensando seriamente en mandar todo a la mierda y darle una buena hostia allí mismo. A lo mejor que ahora estaba curado, quizá podría vencerlo. Eichi suspiró y dejó de pensar aquello. El pelirrojo tenía su honor, y eso sería una falta de respeto a sus creencias. De momento, solo esperaría que el pelinegro terminara con lo suyo... Pese a que quería descuartizarlo en este mismo momento con una sierra oxidada. Para su horror, escuchó como alguien salía corriendo por los pasillos. Ahora todos en el hotel se llevarían una idea equivocada de lo que sucedía. Este iba a ser un momento que no le contaría nunca a Milena, por su propia salud física y mental.
– Eres un idiota, ¿lo sabias? – le respondió al pelinegro mientras refunfuñaba.
Eichi no dijo nada más, tan solo se tumbó en su propia cama y bostezó. La verdad era que no tenía muchas ganas de hacer nada, menos con el borracho que tenía al lado. Si, lo mejor era dar por terminado el día y fingir como si esto nunca hubiera pasado... excepto que el lo recordaría para siempre por culpa de su memoria eidética.
– Creo que me iré a dormir – dijo finalmente el príncipe.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Idiota? El pelirrojo parecía molesto, pero Ban no entendía nada de lo que pasaba. Se estaba quejando por tonterías y él lo estaba interpretando todo de forma cómica. El chico debía estar bromeando, pues llamarle idiota a él podía suponer un espadazo. El mafioso entonces soltó un suspiro mientras bostezaba con fuerza y se estiraba. Entonces él dijo que iba a dormir y se tumbó en la cama. Los ojos del espadachín rodaron un momento y después de unos segundos empezó a reír de forma siniestra. El castaño salió un momento de la habitación y pudo ver una máquina de hielo. Se acercó despacio y de un puñetazo echó abajo el sistema y algunos trozos cayeron. Entonces tomó los fragmentos y mostró una sonrisa siniestra.
El mafioso corrió de nuevo a la habitación y lo siguiente que hizo fue lanzarse hacia donde estaba Eichi, pero usó el soru. En menos de un segundo ya estaba detrás de él. Se mantuvo calmado para que no sospechase nada y simplemente le observó, estando él en ropa interior. Se quitó las gafas dejándolas a un lado y después de unos momentos le habló en un tono que parecía ser serio.
- No puedes dormirte por el momento… Deben sentir el castigo de los cielos…
Ban entonces usó su habilidad del Shigan para mover la mano a toda velocidad hacia él. Trataría de meterle los dos pedazos de hielo dentro de la camiseta por el cuello, entonces lo abrazaría con fuerza mientras reía para que sufriera y sus pezones quedasen congelados. Se notaba que estaba riéndose de forma bastante exagerada. Aquel tío que estaba sumido en la oscuridad parecía estar pasándoselo demasiado bien. Tal vez solo una etapa del alcohol. Lo lograse o no, un aura morada empezó a salir despacio de su cuerpo.
- ¡El frío es nuestro amigo! – Dijo de forma algo sádica mientras con las piernas trataba de apresarle la cintura para mantenerlo quieto y con frío.
Tomó el error de dejar la puerta abierta y entonces la recepcionista se asomó un poco, al ver aquello se sonrojo como nunca y empezó a morderse el labio inferior. La mujer salió corriendo con un derrame nasal mientras iba pegando en algunas puertas de los pasillos. Seguramente quería compartir lo que había visto con todo el mundo. Ban en ese momento estaba muy ocupado haciendo de las suyas tratando de que los pezones del pollo quedasen congelados.
El mafioso corrió de nuevo a la habitación y lo siguiente que hizo fue lanzarse hacia donde estaba Eichi, pero usó el soru. En menos de un segundo ya estaba detrás de él. Se mantuvo calmado para que no sospechase nada y simplemente le observó, estando él en ropa interior. Se quitó las gafas dejándolas a un lado y después de unos momentos le habló en un tono que parecía ser serio.
- No puedes dormirte por el momento… Deben sentir el castigo de los cielos…
Ban entonces usó su habilidad del Shigan para mover la mano a toda velocidad hacia él. Trataría de meterle los dos pedazos de hielo dentro de la camiseta por el cuello, entonces lo abrazaría con fuerza mientras reía para que sufriera y sus pezones quedasen congelados. Se notaba que estaba riéndose de forma bastante exagerada. Aquel tío que estaba sumido en la oscuridad parecía estar pasándoselo demasiado bien. Tal vez solo una etapa del alcohol. Lo lograse o no, un aura morada empezó a salir despacio de su cuerpo.
- ¡El frío es nuestro amigo! – Dijo de forma algo sádica mientras con las piernas trataba de apresarle la cintura para mantenerlo quieto y con frío.
Tomó el error de dejar la puerta abierta y entonces la recepcionista se asomó un poco, al ver aquello se sonrojo como nunca y empezó a morderse el labio inferior. La mujer salió corriendo con un derrame nasal mientras iba pegando en algunas puertas de los pasillos. Seguramente quería compartir lo que había visto con todo el mundo. Ban en ese momento estaba muy ocupado haciendo de las suyas tratando de que los pezones del pollo quedasen congelados.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi abrió un ojo al notar al escuchar como el espadachín se reía de la nada por alguna razón. Vale, que estaba borracho, ¿pero tanto le había afectado lo que le había ocurrido como para carcajearse solo? Miró atentamente como salía de la habitación, a lo que arqueó una ceja y activó su haki mantra. En su estado actual, cualquier cosa que hiciera el espadachín sería realmente malo... para su salud. Sintió como caminaba hasta detenerse en un sitio. Se quedó allí por unos momentos y luego si presencia volvía a toda velocidad hacia el cuarto que compartían. Una vez que vio que entraba, sus ojos se posaron en lo que llevaba en sus manos. Su mantra le avisó que iba hacia donde se encontraba, lo que hizo que mirara con sospecha al mafioso.
– ¿Pero qué? – pensó mientras sus ojos se abrían de par en par.
Su mantra le avisó lo que iba a pasar, y gracias a su agilidad y reflejos de luchador que hicieron que se tirara de la cama, pudo evitar una situación escalofriante para él. De todas formas, no pudo evitar que el espadachín lo abrazara luego de aquello. Si sera capullo. Si hubiera recibido el hielo dentro de su camisa, probablemente ahora sus pezones estarían congelados por culpa de lo que hizo.
– Y ahora todos lo van a mal pensar – se quejó mentalmente al notar la presencia de la recepcionista en la entrada del cuarto, para luego alejarse.
El luchador se removía incómodo, intentando quitarse al espadachín de encima. Ahora sabía que los rumores que los borrachos eran fuertes en aquel estado, era cierto. Le estaba costando un mundo que Ban se separara. En eso, su haki de observación notó algo que hizo que sudara frío. Allí, en el umbral de la puerta, habían varias mujeres, incluida la recepcionista de antes. Estas tenían sangre en sus narices y un brillo desconocido de podía notar en sus ojos. Para su horror, las femeninas se estaban acercando lentamente hacia donde se encontraban ellos.
– Lo siento, Ban, pero creo que es hora que me vaya – le dijo mientras usaba el armamento en sus brazos para separarse. – Algún día te veré de nuevo –
Antes que pudiera decir algo, el joven fue hacia la ventana y saltó desde le tercer piso, no sin antes recubrir sus piernas con armamento. Activó su God of Speed y salió corriendo hacia el barco que tenía en el puerto como alma en pena de ese lugar infernar. Nuevamente maldijo su memoria, puesto que esto se le quedaría grabado en su mente para siempre.
– ¿Pero qué? – pensó mientras sus ojos se abrían de par en par.
Su mantra le avisó lo que iba a pasar, y gracias a su agilidad y reflejos de luchador que hicieron que se tirara de la cama, pudo evitar una situación escalofriante para él. De todas formas, no pudo evitar que el espadachín lo abrazara luego de aquello. Si sera capullo. Si hubiera recibido el hielo dentro de su camisa, probablemente ahora sus pezones estarían congelados por culpa de lo que hizo.
– Y ahora todos lo van a mal pensar – se quejó mentalmente al notar la presencia de la recepcionista en la entrada del cuarto, para luego alejarse.
El luchador se removía incómodo, intentando quitarse al espadachín de encima. Ahora sabía que los rumores que los borrachos eran fuertes en aquel estado, era cierto. Le estaba costando un mundo que Ban se separara. En eso, su haki de observación notó algo que hizo que sudara frío. Allí, en el umbral de la puerta, habían varias mujeres, incluida la recepcionista de antes. Estas tenían sangre en sus narices y un brillo desconocido de podía notar en sus ojos. Para su horror, las femeninas se estaban acercando lentamente hacia donde se encontraban ellos.
– Lo siento, Ban, pero creo que es hora que me vaya – le dijo mientras usaba el armamento en sus brazos para separarse. – Algún día te veré de nuevo –
Antes que pudiera decir algo, el joven fue hacia la ventana y saltó desde le tercer piso, no sin antes recubrir sus piernas con armamento. Activó su God of Speed y salió corriendo hacia el barco que tenía en el puerto como alma en pena de ese lugar infernar. Nuevamente maldijo su memoria, puesto que esto se le quedaría grabado en su mente para siempre.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.