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Llegúe a Water 7 al mediodía. Ya había pasado antes por esta ciudad, durante mis viajes con Reigh. Es bonita, con sus amplios canales y sus calles empedradas, pero en mi opinión hay demasiada gente.
Había recibido el soplo de que se encontraban aquí dos miembros del Ejército Revolucionario, los hermanos Ludder. Cada uno tenía una recompensa de 10.000.000 sobre su cabeza. No eran peces gordos ni mucho menos, pero bueno, me servirían para irme haciendo un nombre. Ahora la cuestión era indagar un poco, hacer preguntas a los habitantes de la ciudad y buscar cualquier pista que me permitiera encontrarlos.
El mejor sitio para buscar respuestas es una taberna, además tenía hambre tras el viaje, así que me dirigí a uno de los establecimientos más concurridos de la ciudad. Esperaba tener suerte y encontrar alguna pista pronto.
Entré en la taberna, era grande y estaba bastante llena. Me dirigí a la barra y pedí un vaso de agua y un plato de estofado. Mientras preparaban mi estofado, entablé conversación con un hombre que tenía al lado. Al preguntarle por los hermanos Ludder me dijo que nunca había oído ese nombre, que él era un buen hombre y que no se relacionaba con gente peligrosa.
En ese momento el camarero me trajo mi estofado, así que me despedí amablemente del hombre y me puse a comer. Sin embargo, tenía la sensación de que estaba siendo observado. Disimuladamente, eché un vistazo alrededor, hasta que vi a una mujer que aparentaba más o menos mi edad, con el pelo negro y unos ojos grises que permanecían fijos en mí. Se dio cuenta de que la había visto.
Había recibido el soplo de que se encontraban aquí dos miembros del Ejército Revolucionario, los hermanos Ludder. Cada uno tenía una recompensa de 10.000.000 sobre su cabeza. No eran peces gordos ni mucho menos, pero bueno, me servirían para irme haciendo un nombre. Ahora la cuestión era indagar un poco, hacer preguntas a los habitantes de la ciudad y buscar cualquier pista que me permitiera encontrarlos.
El mejor sitio para buscar respuestas es una taberna, además tenía hambre tras el viaje, así que me dirigí a uno de los establecimientos más concurridos de la ciudad. Esperaba tener suerte y encontrar alguna pista pronto.
Entré en la taberna, era grande y estaba bastante llena. Me dirigí a la barra y pedí un vaso de agua y un plato de estofado. Mientras preparaban mi estofado, entablé conversación con un hombre que tenía al lado. Al preguntarle por los hermanos Ludder me dijo que nunca había oído ese nombre, que él era un buen hombre y que no se relacionaba con gente peligrosa.
En ese momento el camarero me trajo mi estofado, así que me despedí amablemente del hombre y me puse a comer. Sin embargo, tenía la sensación de que estaba siendo observado. Disimuladamente, eché un vistazo alrededor, hasta que vi a una mujer que aparentaba más o menos mi edad, con el pelo negro y unos ojos grises que permanecían fijos en mí. Se dio cuenta de que la había visto.
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Mientras atraco mi barco, siento una sensación extraña, no consigo saber de que, pero tampoco le doy importancia. Una vez he terminado, noto que la tripa me gruñe.
-Tengo hambre, vamos a buscar un sitio para comer -pienso, mientras me saco la chaqueta, y voy caminando, buscando un lugar donde comer. La gente amablemente me saluda, me dedica una sonrisa, supongo que no le dan importancia a que una desconocida lleve dos pistolas encima, y una katana.
Más adelante, veo una tienda de armas, donde decido comprar munición, unos cuchillos para lanzar, y una daga. Todo en total suman 55.000 berries. No ha sido una mala compra, los cuchillos los he puesto en un cinturón con huecos para los cuchillos para poder guardarlos.
Seguí caminando, mientras guardaba cada tipo de munición en su bolsa correspondiente. Al ir caminando, vi una taberna que me llamó la atención, había un señor en la barra que parecía buena persona.
-Buenos días, ¿qué te pongo muchacha? -dijo el camarero amablemente.
-Buenos días, agua y arroz con pollo por favor -pedí, mientras esperaba, el señor sentía que me miraba, no era de mala forma, simplemente me observaba.
El hombre después de 20 minutos, me entregó mi comida, y el agua, y le pagué. Busqué una mesa hacía el fondo de la taberna, y me senté a comer tranquilamente.
Después de un rato, y quedarme ya solo con el agua, vi entrar a un chico, escuché como hablaba con el señor que tenía al lado, y de pronto me miró a mí, con su comida y su agua en la mano, se dio cuenta de que lo vi mirarme.
-Esto se va a poner interesante -pensé para mí, sonriendo, al ver que se dio cuenta de que lo veía mirarme.
-Tengo hambre, vamos a buscar un sitio para comer -pienso, mientras me saco la chaqueta, y voy caminando, buscando un lugar donde comer. La gente amablemente me saluda, me dedica una sonrisa, supongo que no le dan importancia a que una desconocida lleve dos pistolas encima, y una katana.
Más adelante, veo una tienda de armas, donde decido comprar munición, unos cuchillos para lanzar, y una daga. Todo en total suman 55.000 berries. No ha sido una mala compra, los cuchillos los he puesto en un cinturón con huecos para los cuchillos para poder guardarlos.
Seguí caminando, mientras guardaba cada tipo de munición en su bolsa correspondiente. Al ir caminando, vi una taberna que me llamó la atención, había un señor en la barra que parecía buena persona.
-Buenos días, ¿qué te pongo muchacha? -dijo el camarero amablemente.
-Buenos días, agua y arroz con pollo por favor -pedí, mientras esperaba, el señor sentía que me miraba, no era de mala forma, simplemente me observaba.
El hombre después de 20 minutos, me entregó mi comida, y el agua, y le pagué. Busqué una mesa hacía el fondo de la taberna, y me senté a comer tranquilamente.
Después de un rato, y quedarme ya solo con el agua, vi entrar a un chico, escuché como hablaba con el señor que tenía al lado, y de pronto me miró a mí, con su comida y su agua en la mano, se dio cuenta de que lo vi mirarme.
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La chica, al ver que yo me había dado cuenta, sonrió. La verdad es que era guapa, pero lo que más me llamó la atención de ella es que iba armada. Una katana reposaba en su asiento, junto a ella, y dos pistolas colgaban de su cinturón. Interesante. No llevaba uniforme de la Marina, así que solo quedaban dos opciones. O bien era una pirata, lo cual parecía poco probable ya que no éstos no suelen frecuentar Water 7, y menos aún una taberna tan concurrida como esta, donde cualquiera podría reconocerles, o bien era una cazarrecompensas.
Esta segunda opción me parecía con diferencia la más probable. La cuestión era, ¿qué haría aquí? En los bajos fondos de la ciudad siempre hay decenas de criminales de poca monta, pero casi nunca se ve por aquí a ninguno importante. De hecho, los únicos delincuentes con una recompensa decente que se supone estaban en la ciudad en ese momento eran los Ludder. Tal vez ella estuviera también tras su pista. Quizá me hubiese oído preguntarle por ellos al hombre con el que acababa de hablar, y por eso estuviera mirándome.
Claro, que bien podía ser que mi cabeza estuviera jugándome una mala pasada y ella solo estuviese aquí de paso, por casualidad. A veces puedo llegar a ser algo desconfiado.
Sin embargo, ahora necesitaba averiguar si mis sospechas eran ciertas y, en caso afirmativo, qué intenciones tenía esa mujer. Así que me levanté y me dirigí hacia ella.
- Hola, soy Thawne, ¿te importa que me siente?
Antes de dar tiempo a que contestara, me senté enfrente de ella y proseguí:
- No he podido evitar fijarme en las armas que portas, y me gustaría saber qué puede traer a esta taberna a alguien con este tipo de herramientas.
Esta segunda opción me parecía con diferencia la más probable. La cuestión era, ¿qué haría aquí? En los bajos fondos de la ciudad siempre hay decenas de criminales de poca monta, pero casi nunca se ve por aquí a ninguno importante. De hecho, los únicos delincuentes con una recompensa decente que se supone estaban en la ciudad en ese momento eran los Ludder. Tal vez ella estuviera también tras su pista. Quizá me hubiese oído preguntarle por ellos al hombre con el que acababa de hablar, y por eso estuviera mirándome.
Claro, que bien podía ser que mi cabeza estuviera jugándome una mala pasada y ella solo estuviese aquí de paso, por casualidad. A veces puedo llegar a ser algo desconfiado.
Sin embargo, ahora necesitaba averiguar si mis sospechas eran ciertas y, en caso afirmativo, qué intenciones tenía esa mujer. Así que me levanté y me dirigí hacia ella.
- Hola, soy Thawne, ¿te importa que me siente?
Antes de dar tiempo a que contestara, me senté enfrente de ella y proseguí:
- No he podido evitar fijarme en las armas que portas, y me gustaría saber qué puede traer a esta taberna a alguien con este tipo de herramientas.
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El chico se me quedó mirando un rato, me di cuenta que miraba mis armas, con ello mi sonrisa se amplió hasta mostrar un poco mis dientes. Mi brazo izquierdo descansando sobre mis piernas, y con el derecho bebiendo la poca bebida que me quedaba, observe como el chico se acercaba hacía mí.
Me sorprendió, pero no perdí la sonrisa. El chico mientras se acercaba se presentaba como Thawne, un nombre curioso. Sin darme tiempo a contestarle, se sentó frente a mí.
-Que aproveche Thawne, yo soy Gaia, encantada, y si, puedes sentarte, a pesar de que ya lo has hecho sin que te haya dicho si podías o no -dije sonriendo, mientras, le miraba directamente a los ojos, no pretendía que le pareciese mal el comentario, trataba de ser graciosa.
Me sonreí aún más cuando efectivamente, mis armas le llamaron la atención.
-Me trae la curiosidad -dije apoyando mis brazos, y mirándole fijamente -en realidad te he escuchado hablar con ese hombre, buscas a los hermanos Ludder, casualmente, yo también -dije mirándole, está ver observaba su boca, quería ver todo lo que podía decir, quería enterarme bien de en donde estaba esa gente.
Me sorprendió, pero no perdí la sonrisa. El chico mientras se acercaba se presentaba como Thawne, un nombre curioso. Sin darme tiempo a contestarle, se sentó frente a mí.
-Que aproveche Thawne, yo soy Gaia, encantada, y si, puedes sentarte, a pesar de que ya lo has hecho sin que te haya dicho si podías o no -dije sonriendo, mientras, le miraba directamente a los ojos, no pretendía que le pareciese mal el comentario, trataba de ser graciosa.
Me sonreí aún más cuando efectivamente, mis armas le llamaron la atención.
-Me trae la curiosidad -dije apoyando mis brazos, y mirándole fijamente -en realidad te he escuchado hablar con ese hombre, buscas a los hermanos Ludder, casualmente, yo también -dije mirándole, está ver observaba su boca, quería ver todo lo que podía decir, quería enterarme bien de en donde estaba esa gente.
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La chica permaneció en todo momento sonriente pese a que me hubiera sentado a su mesa sin esperar su permiso. Mirándome fijamente a los ojos se presentó como Gaia. Curioso, llevaba el nombre de la Madre Tierra. Reprimí una sonrisa, y le mantuve la mirada.
Ella sonrió aún más, y su respuesta confirmó mis sospechas. También estaba tras la pista de los hermanos Ludder, y me había oído hablar con el hombre en la barra. Bien, al parecer mi intuición seguía en plena forma.
La cuestión ahora era el motivo de su sinceridad. ¿Buscaría hacer equipo conmigo para facilitar la tarea? ¿Querría engañarme y aprovecharse de lo que yo averiguase para llevarse a los dos y dejarme sin ninguna recompensa? De momento parecía simpática, pero no la conocía lo suficiente como para fiarme. Además, no soy el mayor fan del trabajo en equipo, a no ser que sea conmigo como líder.
- Así que eres una cazarrecompensas. Bien, parece que los dos estamos detrás de un mismo objetivo. Tenemos dos opciones:
colaborar y, cuando los tengamos, entregar a un hermano cada uno; o ir cada uno por su cuenta y quien antes los encuentre se los queda. Me gustaría saber tu opinión al respecto.
Esperé su respuesta. Estaba dispuesto a trabajar juntos para facilitar el trabajo y compartir las ganancias, ya que no necesitaba tanto dinero por ahora. Me interesaba más el ascenso que este trabajo podría conllevar. Sin embargo, quería escuchar primero su respuesta, comprobar si ella también estaba dispuesta a unir fuerzas, y de paso analizar sus palabras y sus gestos para hacerme una idea un poco mejor sobre su honestidad.
De todas formas, no pensaba dejarme timar, estaría listo en todo momento para actuar en caso de que ella decidiese ir por su cuenta.
Ella sonrió aún más, y su respuesta confirmó mis sospechas. También estaba tras la pista de los hermanos Ludder, y me había oído hablar con el hombre en la barra. Bien, al parecer mi intuición seguía en plena forma.
La cuestión ahora era el motivo de su sinceridad. ¿Buscaría hacer equipo conmigo para facilitar la tarea? ¿Querría engañarme y aprovecharse de lo que yo averiguase para llevarse a los dos y dejarme sin ninguna recompensa? De momento parecía simpática, pero no la conocía lo suficiente como para fiarme. Además, no soy el mayor fan del trabajo en equipo, a no ser que sea conmigo como líder.
- Así que eres una cazarrecompensas. Bien, parece que los dos estamos detrás de un mismo objetivo. Tenemos dos opciones:
colaborar y, cuando los tengamos, entregar a un hermano cada uno; o ir cada uno por su cuenta y quien antes los encuentre se los queda. Me gustaría saber tu opinión al respecto.
Esperé su respuesta. Estaba dispuesto a trabajar juntos para facilitar el trabajo y compartir las ganancias, ya que no necesitaba tanto dinero por ahora. Me interesaba más el ascenso que este trabajo podría conllevar. Sin embargo, quería escuchar primero su respuesta, comprobar si ella también estaba dispuesta a unir fuerzas, y de paso analizar sus palabras y sus gestos para hacerme una idea un poco mejor sobre su honestidad.
De todas formas, no pensaba dejarme timar, estaría listo en todo momento para actuar en caso de que ella decidiese ir por su cuenta.
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Sonreía mientras que yo sonreía más, parecía una lucha por ver quien sonreía más de los dos. Acto seguido me comentó lo que ya sabía, que yo también iba detrás de los Ludder.
Sus ideas me parecían bien, tanto una como otra. Se estaba preparando mentalmente para lo que yo respondiese, se lo notaba, parecía preparado para atacarme si decidía ir yo sola a por los dos, evidentemente… esa no era mi intención.
-Mejor unir fuerzas, no se cuan fuertes sean estos personajes, y no quiero acabar en el cadalso -dije dando el último sorbo a mi bebida. Mirando a sus ojos, sondeaba lo que pensaría después de esa respuesta, probablemente estaría satisfecho con mi respuesta.
Avisé al tabernero que me diera otra agua. El hombre sonrió como asintiendo de que me había escuchado. Minutos después me trajo el agua, la cual casi me la bebo entera de un sorbo.
Sus ideas me parecían bien, tanto una como otra. Se estaba preparando mentalmente para lo que yo respondiese, se lo notaba, parecía preparado para atacarme si decidía ir yo sola a por los dos, evidentemente… esa no era mi intención.
-Mejor unir fuerzas, no se cuan fuertes sean estos personajes, y no quiero acabar en el cadalso -dije dando el último sorbo a mi bebida. Mirando a sus ojos, sondeaba lo que pensaría después de esa respuesta, probablemente estaría satisfecho con mi respuesta.
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La morena seguía sin parar de sonreír. ¿Creería que así conseguiría que me fiara más de ella? La verdad es que no podía ir más desencaminada.
Así que prefería unir fuerzas. Bien, trabajaríamos juntos entonces. Aunque no pensaba dejar que me pillara por sorpresa en caso de que se volviera contra mí, estaría preparado. No parecía tener intención de hacerlo, pero más vale desconfiar que morir.
- De acuerdo, unamos fuerzas pues. Según se dice los Ludder, a pesar de ser Revolucionarios se comportan más como piratas.
Les encantan las putas, así que sugiero que vayamos al burdel más cercano y comencemos a investigar. ¿Te parece bien?
Si respondía que si, me levantaría de la mesa, y saldría de la taberna esperando que ella me acompañase. Una vez en la calle, buscaríamos un burdel y entraríamos a investigar.
Así que prefería unir fuerzas. Bien, trabajaríamos juntos entonces. Aunque no pensaba dejar que me pillara por sorpresa en caso de que se volviera contra mí, estaría preparado. No parecía tener intención de hacerlo, pero más vale desconfiar que morir.
- De acuerdo, unamos fuerzas pues. Según se dice los Ludder, a pesar de ser Revolucionarios se comportan más como piratas.
Les encantan las putas, así que sugiero que vayamos al burdel más cercano y comencemos a investigar. ¿Te parece bien?
Si respondía que si, me levantaría de la mesa, y saldría de la taberna esperando que ella me acompañase. Una vez en la calle, buscaríamos un burdel y entraríamos a investigar.
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El chico me miraba con desconcierto, casi podía leer en sus ojos que le molestaba que sonriera así, pero era mi forma de ser, o la aceptaba, o no, eso me daba igual, no intentaba caerle mejor o peor, o que confiase más o menos.
Me decía que los Ludder actúan más como piratas que como revolucionarios, cosa rara en ellos. Debíamos buscar entonces información en el primer burdel que encontrásemos, puesto que según Thawne le gustaban las furcias.
-Pues vamos pues, y por cierto, no malinterpretes que sonría tanto con intentar caerte mejor o peor, soy así -dije sonriendo aun, y guiñándole un ojo, -acepta que sea así, y si no lo haces, pues lo siento mucho por ti, hemos unido fuerzas, no tengo por que atacarte -dije, esta vez sin sonreír, si no, más bien, con un gesto un poco menos amable que antes, pues debía entender con eso que hablaba en serio.
-Bueno, tú mismo, guíame, no conozco el lugar, y mucho menos donde abundan ese tipo de tugurios -dije, saliendo por la puerta.
Me decía que los Ludder actúan más como piratas que como revolucionarios, cosa rara en ellos. Debíamos buscar entonces información en el primer burdel que encontrásemos, puesto que según Thawne le gustaban las furcias.
-Pues vamos pues, y por cierto, no malinterpretes que sonría tanto con intentar caerte mejor o peor, soy así -dije sonriendo aun, y guiñándole un ojo, -acepta que sea así, y si no lo haces, pues lo siento mucho por ti, hemos unido fuerzas, no tengo por que atacarte -dije, esta vez sin sonreír, si no, más bien, con un gesto un poco menos amable que antes, pues debía entender con eso que hablaba en serio.
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Parecía que la morena se había dado cuenta de lo que había pensado sobre su forma de sonreír, y que no le había sentado muy bien. Bueno, allá ella, si se molestaba era problema suyo. Aunque si íbamos a trabajar juntos era conveniente que el trato fuese cordial, así que le contesté:
- No te preocupes, puedes sonreír cuanto te plazca. Si es algo natural en ti y estás más cómoda haciéndolo adelante, no me molesta. Eso sí, no esperes que eso haga que me fíe más de ti. No te conozco, así que espero que entiendas que no puedo hacerlo, no es nada personal.
Al decirle esto no pretendía ofenderla, sino simplemente hacerle entender que, lógicamente, no podía esperar que confiara de primeras en una completa desconocida.
- De acuerdo. Yo sí he estado en Water 7 un par de veces anteriormente, aunque si te digo la verdad nunca he entrado a un burdel, ni aquí ni en ningún otro lugar. Como médico, sé demasiado sobre las enfermedades que puedes contraer en esos lugares como para siquiera pensar en ello.
Tras unos 10 minutos caminando por la ciudad, nos topamos con un edificio en cuya entrada había un cartel con un par de piernas abiertas dibujadas. No hacía falta ser muy inteligente para adivinar qué tipo de servicios se ofrecían en su interior. Así que me paré, y le dije a Gaia:
- Bueno, parece que hemos encontrado uno. Se me ha ocurrido una idea, a ver qué opinas. Creo que yo debería interrogar al dueño, y que, mientras tanto, tú deberías hablar con las chicas. Veo más probable que ellas se fíen de otra mujer. Intenta averiguar si alguna de ellas ha sido contratada por alguno de los Ludder y si sabe algo sobre dónde se alojan. ¿Te parece bien? Estoy abierto a escuchar si tienes alguna sugerencia mejor.
Si Gaia estaba de acuerdo, entraría en el burdel para comenzar con el plan. Si no, escucharía su propuesta.
- No te preocupes, puedes sonreír cuanto te plazca. Si es algo natural en ti y estás más cómoda haciéndolo adelante, no me molesta. Eso sí, no esperes que eso haga que me fíe más de ti. No te conozco, así que espero que entiendas que no puedo hacerlo, no es nada personal.
Al decirle esto no pretendía ofenderla, sino simplemente hacerle entender que, lógicamente, no podía esperar que confiara de primeras en una completa desconocida.
- De acuerdo. Yo sí he estado en Water 7 un par de veces anteriormente, aunque si te digo la verdad nunca he entrado a un burdel, ni aquí ni en ningún otro lugar. Como médico, sé demasiado sobre las enfermedades que puedes contraer en esos lugares como para siquiera pensar en ello.
Tras unos 10 minutos caminando por la ciudad, nos topamos con un edificio en cuya entrada había un cartel con un par de piernas abiertas dibujadas. No hacía falta ser muy inteligente para adivinar qué tipo de servicios se ofrecían en su interior. Así que me paré, y le dije a Gaia:
- Bueno, parece que hemos encontrado uno. Se me ha ocurrido una idea, a ver qué opinas. Creo que yo debería interrogar al dueño, y que, mientras tanto, tú deberías hablar con las chicas. Veo más probable que ellas se fíen de otra mujer. Intenta averiguar si alguna de ellas ha sido contratada por alguno de los Ludder y si sabe algo sobre dónde se alojan. ¿Te parece bien? Estoy abierto a escuchar si tienes alguna sugerencia mejor.
Si Gaia estaba de acuerdo, entraría en el burdel para comenzar con el plan. Si no, escucharía su propuesta.
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Después el comentario que hizo, me quedé ligeramente sorprendida, pero sin hacérselo entender, pues no quería que pensara cosas raras si me veía sorprendida por esa respuesta.
-Tranquilo, no te pido confianza, si no que no me juzgues, precisamente por no conocerme, crees posiblemente que el hecho de que sonría es síntoma de querer caerte mejor para poder atacarte por la espalda cuando no te enteres, mentira, simplemente soy una chica risueña -comenté, sin hacer mucho más caso del tema, no quería dar más hincapié al tema.
Siendo sincera, me ha molestado un poco su forma de decir las cosas, lo que se dice y lo que se piensa claramente no es lo mismo, pero me ha hablado como juzgándome por el hecho de sonreír.
-Toda la razón, una mujer de estas debe estar infectada a razón de 10 virus por centímetro cubico -dije riéndome, pues era una forma de decir que no son mujeres saludables, al menos la mayoría.
Fuimos capaces de encontrar un prostíbulo, el lugar tenía pinta de ser un antro, pero no nos quedaba más remedio que entrar… y comprobar si habían estado aquí, o si estaban, lo cual nos vendría francamente bien.
-Me parece buena idea, el caso es que el dueño me deje entrar, puesto que soy una chica, pero bueno, aunque sea sacaré a las chicas de una en una si es necesario, debemos saber si han estado, o incluso si están, pues nos vendría bien, ya que los sacaríamos de aquí por las orejas -comenté, mientras ocultaba mis pistolas bajo la chaqueta que llevaba atada a la cadera, quería asustar lo menos posible a las chicas, y a los que allí estaban.
-Tranquilo, no te pido confianza, si no que no me juzgues, precisamente por no conocerme, crees posiblemente que el hecho de que sonría es síntoma de querer caerte mejor para poder atacarte por la espalda cuando no te enteres, mentira, simplemente soy una chica risueña -comenté, sin hacer mucho más caso del tema, no quería dar más hincapié al tema.
Siendo sincera, me ha molestado un poco su forma de decir las cosas, lo que se dice y lo que se piensa claramente no es lo mismo, pero me ha hablado como juzgándome por el hecho de sonreír.
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Fuimos capaces de encontrar un prostíbulo, el lugar tenía pinta de ser un antro, pero no nos quedaba más remedio que entrar… y comprobar si habían estado aquí, o si estaban, lo cual nos vendría francamente bien.
-Me parece buena idea, el caso es que el dueño me deje entrar, puesto que soy una chica, pero bueno, aunque sea sacaré a las chicas de una en una si es necesario, debemos saber si han estado, o incluso si están, pues nos vendría bien, ya que los sacaríamos de aquí por las orejas -comenté, mientras ocultaba mis pistolas bajo la chaqueta que llevaba atada a la cadera, quería asustar lo menos posible a las chicas, y a los que allí estaban.
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La respuesta que me dio la morena me hizo darme cuenta de que la había ofendido. No era lo que pretendía, pero en cierto modo me alivió. Dicho así suena mal, pero lo que quiero decir es que si le había molestado tanto es porque su sonrisa era sincera, y no un truco, lo que hacía mucho menos probable que me traicionara. No parecía que ella quisiera hablar más sobre el tema, así que decidí dejarlo ahí.
Tras comprobar que mi plan le había parecido bueno, me dispuse a entrar al local. Pero, antes de ponerme en marcha de nuevo, hablé otra vez a mi compañera:
- No te preocupes, fingiremos ser médicos ambulantes ofreciendo nuestros servicios a las chicas de forma gratuita. No rechazarán esa oferta. Tú sígueme la corriente. Los Ludder son dos cabrones, conocidos no solo por su gusto por las putas, si no también por su afición a pegarlas. Si han estado aquí probablemente conseguiremos la información que buscamos sin demasiadas dificultades.
Dicho esto, entre en aquel antro, esperando que Gaia hiciese lo mismo. El local resultaba extraño. Tenía una larga barra de madera, con varias sillas altas para los clientes. No había mesas, sino que a poca distancia de la barra había una puerta que, seguramente, daría a las habitaciones de las chicas. También había una escalera de madera que subía hacia el piso superior, donde se podía ver otra puerta similar.
Me dirigí a la barra, hacia el hombre que parecía el dueño. Se trataba de un hombre de mediana edad, alto (más o menos 1,85) y corpulento, aunque con más grasa que músculo. Su pelo, negro como el carbón, escaseaba ya bastante, y tenía un poblado bigote negro sobre el labio superior. Me detuve delante de la barra, y le dije:
- Buenas tardes, caballero. Me llamo Thawne, y la señorita que me acompaña responde al nombre de Gaia. Somos médicos, viajamos por el mundo ayudando a los demás. Estaríamos encantados de atender a sus chicas, si hay alguna que lo necesite. Y no se preocupe por el precio, hoy ya hemos cobrado y queríamos realizar una buena acción, así que no tendrá que pagarnos nada. ¿Qué me dice?
- Buenas tardes, caballero. Y buenas tardes, señorita. Mi nombre es Wilson. Pues la verdad es que no podrían haber llegado en mejor momento. Una de nuestras chicas recibió una paliza anoche a manos de unos clientes. Ya sabe como son estas cosas, a veces es inevitable que venga gente indeseable a estos sitios. Si pueden ayudarla, les estaría enormemente agradecido. Incluso les invitaría a cenar mañana en mi casa.
Vaya, así que unos clientes habían pegado a una de las chicas. Tal vez fuesen los Ludder, habría que averiguarlo.
- Si, hay personas que más bien son animales, por desgracia. De acuerdo, ¿cómo se llama nuestra paciente?
- Ágatha, señor.
- Perfecto, ¿podrías indicar a mi compañera cómo llegar hasta ella? Así ella puede ir echándole un vistazo, seguro que de primeras reacciona mejor ante una mujer, dado que quienes la pegaron eran hombres, aunque cueste llamarlos así.
- Sí, por supuesto. La habitación de Ágatha está en el piso de arriba, es la tercera por la izquierda.
- Muchas gracias. ¿Gaia, te importaría ir subiendo a echarle un vistazo y a que te cuente un poco qué le pasó? Yo ahora subiré,
en cuanto termine de hablar con Wilson, por si necesitan algo más de nosotros.
Esperaba que Gaia subiese a la habitación de Ágatha y fuese intentando sacarle algo de información. Mientras tanto yo continuaría con mi interrogatorio a Wilson, esperando conseguir también algo más. Después subiría a la habitación e intentaría ayudar a la pobre chica, al fin y al cabo no mentía al decir que era médico, y me parecía mal no hacer nada una vez consiguiéramos la información que buscábamos.
Tras comprobar que mi plan le había parecido bueno, me dispuse a entrar al local. Pero, antes de ponerme en marcha de nuevo, hablé otra vez a mi compañera:
- No te preocupes, fingiremos ser médicos ambulantes ofreciendo nuestros servicios a las chicas de forma gratuita. No rechazarán esa oferta. Tú sígueme la corriente. Los Ludder son dos cabrones, conocidos no solo por su gusto por las putas, si no también por su afición a pegarlas. Si han estado aquí probablemente conseguiremos la información que buscamos sin demasiadas dificultades.
Dicho esto, entre en aquel antro, esperando que Gaia hiciese lo mismo. El local resultaba extraño. Tenía una larga barra de madera, con varias sillas altas para los clientes. No había mesas, sino que a poca distancia de la barra había una puerta que, seguramente, daría a las habitaciones de las chicas. También había una escalera de madera que subía hacia el piso superior, donde se podía ver otra puerta similar.
Me dirigí a la barra, hacia el hombre que parecía el dueño. Se trataba de un hombre de mediana edad, alto (más o menos 1,85) y corpulento, aunque con más grasa que músculo. Su pelo, negro como el carbón, escaseaba ya bastante, y tenía un poblado bigote negro sobre el labio superior. Me detuve delante de la barra, y le dije:
- Buenas tardes, caballero. Me llamo Thawne, y la señorita que me acompaña responde al nombre de Gaia. Somos médicos, viajamos por el mundo ayudando a los demás. Estaríamos encantados de atender a sus chicas, si hay alguna que lo necesite. Y no se preocupe por el precio, hoy ya hemos cobrado y queríamos realizar una buena acción, así que no tendrá que pagarnos nada. ¿Qué me dice?
- Buenas tardes, caballero. Y buenas tardes, señorita. Mi nombre es Wilson. Pues la verdad es que no podrían haber llegado en mejor momento. Una de nuestras chicas recibió una paliza anoche a manos de unos clientes. Ya sabe como son estas cosas, a veces es inevitable que venga gente indeseable a estos sitios. Si pueden ayudarla, les estaría enormemente agradecido. Incluso les invitaría a cenar mañana en mi casa.
Vaya, así que unos clientes habían pegado a una de las chicas. Tal vez fuesen los Ludder, habría que averiguarlo.
- Si, hay personas que más bien son animales, por desgracia. De acuerdo, ¿cómo se llama nuestra paciente?
- Ágatha, señor.
- Perfecto, ¿podrías indicar a mi compañera cómo llegar hasta ella? Así ella puede ir echándole un vistazo, seguro que de primeras reacciona mejor ante una mujer, dado que quienes la pegaron eran hombres, aunque cueste llamarlos así.
- Sí, por supuesto. La habitación de Ágatha está en el piso de arriba, es la tercera por la izquierda.
- Muchas gracias. ¿Gaia, te importaría ir subiendo a echarle un vistazo y a que te cuente un poco qué le pasó? Yo ahora subiré,
en cuanto termine de hablar con Wilson, por si necesitan algo más de nosotros.
Esperaba que Gaia subiese a la habitación de Ágatha y fuese intentando sacarle algo de información. Mientras tanto yo continuaría con mi interrogatorio a Wilson, esperando conseguir también algo más. Después subiría a la habitación e intentaría ayudar a la pobre chica, al fin y al cabo no mentía al decir que era médico, y me parecía mal no hacer nada una vez consiguiéramos la información que buscábamos.
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Finalmente parecía que se tranquilizaba, parecía estar más tranquilo, debió tener malas experiencias con las chicas, ya que parece que no se fía mucho de ellas. Yo personalmente, quería caerle bien, pero el hecho de mostrarle confianza no iba a hacer que confiase sin más en mí.
Comenzó a decirme que no me preocupara, que iríamos como médicos ambulantes, ofreciendo los servicios gratuitamente. También dijo que los Ludder no solo tenían fama de puteros, si no, que también tenían fama de pegar a las chicas. En cuanto dijo, mi mirada se tornó oscura, y con una sombra un tanto sospechosa, mi sonrisa había desaparecido, no miraba a Thawne, si no al frente, pensando en lo que les haría si los tuviera delante, algo así como… cortarles la cabeza, no, cortarles la cabeza no, con eso sufrirían poco.
-Así que pegan a las chicas, será mejor que no me los encuentre de aquí a los próximos 15 o 20 minutos -dije con una voz fría, un tanto cruel. El hecho de saber que les ponían la mano encima a las chicas, me enervaba la sangre, matarlos me parecería el paraíso para ellos.
El chico fue para dentro del local, sacándome de mis cavilaciones de venganza feminista, pues tenía ganas de encontrármelos delante, y hacerles partícipes de su propia medicina. Había un hombre alto en la barra, corpulento, y de avanzada edad. Se dirigió a hablar con él, yo después del momento de ira sufrido hacía escasos minutos, mostré una de mis mejores sonrisas, para no levantar sospechas.
-Buenas tardes Sr. Wilson -dije con una sonrisa, poco forzada, mirando alrededor, a la gente, a las chicas, a todo, no quería dejar nada sin observar. Atendía a todo lo que hablaban. Finalmente, esos cabeza huecas estuvieron aquí el día de ayer, y para colmo le dieron una paliza a una de las chicas. Mi mirada se volvió sombría por unos instantes, hasta que Thawne hizo que Wilson me dijera donde se hallaba la chica.
-Por supuesto, iré a mirarla ahora mismo, discúlpenme -dije mientras dirigía a la habitación de la chica.
Al llegar arriba, a la habitación que me había indicado Wilson, me dispuse a picar en la puerta para pedir permiso y pasar.
-Hola Ágatha, vengo a ver que tal estás, soy médico -dije a través de la puerta, esperando que la chica me respondiera para pasar.
-Adelante, gracias por venir -dijo la chica a través de la puerta.
Abrí la puerta despacio, no quería hacer demasiado ruido, por si a la chica le dolía la cabeza o cualquier cosa.
Entré, todo estaba bien decorado, pero el corazón se me encogió en cuanto vi el estado de la chica, parecía un pulpo después de haberle mazado durante horas.
-Pobre chica, dime, ¿quién te hizo esto?, ¿dónde te duele? -le pregunté, y luego me acerqué a su oído, para que no nos oyese nadie -verás, un compañero y yo hemos venido a por dos hombres, me gustaría que nos ayudases, ¿han estado aquí unos hombres apellidados Ludder?, si han sido ellos quienes te han hecho esto… -de nuevo mi mirada se vuelve sombría mientras miro a la chica a los ojos -los encontraremos, y lo pagarán caro -dije, para luego apretar la mandíbula como si les estuviera mordiendo.
La chica me miro ciertamente extrañada, pero decidió confiar en mí, mientras yo cogía una toalla, y la mojaba en el agua fría del grifo, y se lo ponía sobre un ojo que tenía morado, y mientras cogía la otra toalla, y le limpiaba las heridas. No tenía nada grave, solo mucha sangre de cortes leves, y un ojo morado.
-Si, han sido ellos, mientras estaban anoche conmigo, les escuché decir que irían mañana por la mañana al puerto para irse de aquí, querían ir a un pueblo llamado Isla Banaro, supuestamente se irán de aquí después de comer, así que es posible que vuelvan por aquí por la mañana, antes de irse -dijo, ocultando su cara de mí, como si le diera vergüenza que la mirase.
-Escúchame, si lo que me dices es cierto, les estaremos esperando aquí, quizás a mi compañero lo conozcan, pero a mí no, así que quizás me haga pasar por una de vosotras para cazarlos, te prometo que nos desharemos de ellos -le dije con una sonrisa sincera, mientras le daba unas pastillas que solía usar para el dolor, y para que cicatrizase antes.
-Ten, tomate 2 pastillas al día durante 3 días, el cuarto día tendrás todo perfectamente curado, y el ojo ya no estará hinchado -dije, dejándole las pastillas sobre la mesa, y una navaja que llevaba encima.
-Muchas gracias, nunca podría agradecertelo -dijo, dandome las gracias, mientras le dejaba algo sobre la mesa.
-Te haré este regalo, por favor, no dejes que vuelvan a tocarte, defiéndete todo lo posible -dije mientras salía por la puerta, despidiéndome de la chica, y dirigiéndome hacía donde se encontraban Thawne y Wilson.
-Thawne, ya he hecho curas a la chica, y se encuentra mucho mejor, si no nos necesitan más, entonces con su permiso nos iremos -dije, mirando a Thawne, guiñándole un ojo a modo de que ya tenía información, esperaba que lo entendiese.
Comenzó a decirme que no me preocupara, que iríamos como médicos ambulantes, ofreciendo los servicios gratuitamente. También dijo que los Ludder no solo tenían fama de puteros, si no, que también tenían fama de pegar a las chicas. En cuanto dijo, mi mirada se tornó oscura, y con una sombra un tanto sospechosa, mi sonrisa había desaparecido, no miraba a Thawne, si no al frente, pensando en lo que les haría si los tuviera delante, algo así como… cortarles la cabeza, no, cortarles la cabeza no, con eso sufrirían poco.
-Así que pegan a las chicas, será mejor que no me los encuentre de aquí a los próximos 15 o 20 minutos -dije con una voz fría, un tanto cruel. El hecho de saber que les ponían la mano encima a las chicas, me enervaba la sangre, matarlos me parecería el paraíso para ellos.
El chico fue para dentro del local, sacándome de mis cavilaciones de venganza feminista, pues tenía ganas de encontrármelos delante, y hacerles partícipes de su propia medicina. Había un hombre alto en la barra, corpulento, y de avanzada edad. Se dirigió a hablar con él, yo después del momento de ira sufrido hacía escasos minutos, mostré una de mis mejores sonrisas, para no levantar sospechas.
-Buenas tardes Sr. Wilson -dije con una sonrisa, poco forzada, mirando alrededor, a la gente, a las chicas, a todo, no quería dejar nada sin observar. Atendía a todo lo que hablaban. Finalmente, esos cabeza huecas estuvieron aquí el día de ayer, y para colmo le dieron una paliza a una de las chicas. Mi mirada se volvió sombría por unos instantes, hasta que Thawne hizo que Wilson me dijera donde se hallaba la chica.
-Por supuesto, iré a mirarla ahora mismo, discúlpenme -dije mientras dirigía a la habitación de la chica.
Al llegar arriba, a la habitación que me había indicado Wilson, me dispuse a picar en la puerta para pedir permiso y pasar.
-Hola Ágatha, vengo a ver que tal estás, soy médico -dije a través de la puerta, esperando que la chica me respondiera para pasar.
-Adelante, gracias por venir -dijo la chica a través de la puerta.
Abrí la puerta despacio, no quería hacer demasiado ruido, por si a la chica le dolía la cabeza o cualquier cosa.
Entré, todo estaba bien decorado, pero el corazón se me encogió en cuanto vi el estado de la chica, parecía un pulpo después de haberle mazado durante horas.
-Pobre chica, dime, ¿quién te hizo esto?, ¿dónde te duele? -le pregunté, y luego me acerqué a su oído, para que no nos oyese nadie -verás, un compañero y yo hemos venido a por dos hombres, me gustaría que nos ayudases, ¿han estado aquí unos hombres apellidados Ludder?, si han sido ellos quienes te han hecho esto… -de nuevo mi mirada se vuelve sombría mientras miro a la chica a los ojos -los encontraremos, y lo pagarán caro -dije, para luego apretar la mandíbula como si les estuviera mordiendo.
La chica me miro ciertamente extrañada, pero decidió confiar en mí, mientras yo cogía una toalla, y la mojaba en el agua fría del grifo, y se lo ponía sobre un ojo que tenía morado, y mientras cogía la otra toalla, y le limpiaba las heridas. No tenía nada grave, solo mucha sangre de cortes leves, y un ojo morado.
-Si, han sido ellos, mientras estaban anoche conmigo, les escuché decir que irían mañana por la mañana al puerto para irse de aquí, querían ir a un pueblo llamado Isla Banaro, supuestamente se irán de aquí después de comer, así que es posible que vuelvan por aquí por la mañana, antes de irse -dijo, ocultando su cara de mí, como si le diera vergüenza que la mirase.
-Escúchame, si lo que me dices es cierto, les estaremos esperando aquí, quizás a mi compañero lo conozcan, pero a mí no, así que quizás me haga pasar por una de vosotras para cazarlos, te prometo que nos desharemos de ellos -le dije con una sonrisa sincera, mientras le daba unas pastillas que solía usar para el dolor, y para que cicatrizase antes.
-Ten, tomate 2 pastillas al día durante 3 días, el cuarto día tendrás todo perfectamente curado, y el ojo ya no estará hinchado -dije, dejándole las pastillas sobre la mesa, y una navaja que llevaba encima.
-Muchas gracias, nunca podría agradecertelo -dijo, dandome las gracias, mientras le dejaba algo sobre la mesa.
-Te haré este regalo, por favor, no dejes que vuelvan a tocarte, defiéndete todo lo posible -dije mientras salía por la puerta, despidiéndome de la chica, y dirigiéndome hacía donde se encontraban Thawne y Wilson.
-Thawne, ya he hecho curas a la chica, y se encuentra mucho mejor, si no nos necesitan más, entonces con su permiso nos iremos -dije, mirando a Thawne, guiñándole un ojo a modo de que ya tenía información, esperaba que lo entendiese.
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En cuanto le dije a Gaia que los Ludder eran conocidos por pegar a las putas, su mirada se ensombreció, volviéndose más negra que su cabello. Eso, junto a su respuesta, totalmente desprovista de emociones, me dejó ver que no conocía ese dato. Parecía dispuesta a torturar a ambos hermanos hasta la muerte muy lentamente si se los encontraba. Esperaba que sus deseos de venganza no le impidieran tener la cabeza fría, los Ludder eran peligrosos y no convenía hacer locuras.
Cuando mi compañera subió a ver a la pobre chica, yo continué con mi interrogatorio a Wilson.
- Dígame, Wilson. ¿Suele tener problemas como ese a menudo, que un cliente pegue a una de sus chicas?
- No, señor. La mayoría de mis chicas llevan muchos años conmigo, y son como mis hijas. Puedo parecer mayor y gordo, pero soy bastante más fuerte de lo que aparento y suelo ser capaz de protegerlas. Pero esos dos de ayer... Eran demasiado para mí. La pobre Ágatha es una muy buena persona, nunca ha hecho daño a nadie. Me hierve la sangre al pensar que esos malnacidos le pusieron las manos encima.
Parecía que el corpulento camarero se preocupaba de verdad por sus chicas. Ahora tocaba asegurarse de que los dos sujetos de la noche anterior coincidían con la descripción de los Ludder. Si así era, podía jugar la carta de revelar mi auténtica posición para que su odio por ellos le empujara a darme todos los datos que pudiera.
- Qué dos desgraciados. Quien pega a una mujer no puede llamarse a sí mismo hombre. ¿Y qué aspecto tenían? ¿Recuerda algo que les distinguiera?
- Si, eran dos hombres altos y fuertes. Se parecían mucho, podrían ser hermanos perfectamente. Los dos eran rubios, con el pelo corto. Uno de ellos tenía una cicatriz en el ojo izquierdo, pero por lo demás, eran casi idénticos.
La descripción coincidía con los datos que se tenían sobre ellos. Había llegado la hora de aprovechar la rabia de Wilson contra ellos.
- Wilson, esto que le voy a decir ahora no puede salir de aquí. Además de médico soy un Agente del Gobierno, y he venido a la ciudad tras la pista de los dos hombres que pegaron anoche a Ágatha. Ambos tienen recompensa por su cabeza, pues son miembros del Ejército Revolucionario y han cometido varios delitos. Cualquier dato que me puedas dar sobre ellos será bienvenido.
- ¿Esos dos cabrones eran revolucionarios? De acuerdo, os diré todo lo que les escuché decir. Al llegar estuvieron en la barra tomando una cerveza antes de subir a la habitación de Ágatha. Hablaban sobre un viaje hoy, y sobre que su barco saldría desde la dársena 3.
No recuerdo el lugar al que pensaban ir. Al salir de la habitación de Ágatha llevaban pistolas en las manos, de forma que no pude hacer nada para evitar que se marcharan. Dejaron unas monedas en la barra como pago por las cervezas y por el rato con Ágatha, y dijeron que volverían hoy si podían, que les reservara otra chica. Pero juro por Dios que si vuelven, yo mismo les mataré según entren por la puerta. Nadie toca a mis chicas, y menos aún vuelve de nuevo con intención de hacerlo otra vez, como si se creyeran intocables. Conmigo no se juega.
- No, si vuelven no haga nada. Esos hombres son fuertes, tienen experiencia en batalla y en el asesinato. Probablemente acabaría muerto, y no quiero que eso pase. No se preocupe por ellos, en cuanto mi compañera baje nos iremos y les capturaremos. No volverán a causar problemas, se lo garantizo.
- Muchas gracias, señor. - Decía Wilson justo en el momento en el que Gaia apareció de nuevo por las escaleras. Por lo que dijo, y por el guiño que me dedicó, parecía que ella también había conseguido información.
¿Ágatha está bien entonces? Bien, pues si no hace falta que suba, nos vamos, sí. Hasta más ver, Wilson. Y ya le he dicho, no se preocupe.
- Adiós, y muchísimas gracias a los dos, de verdad.
Tras la despedida, salimos del burdel y nos dirigimos a un callejón cercano, donde poder hablar y trazar un plan sin que nadie nos oyese. Le conté a Gaia lo que había averiguado, y esperé a que ella hiciera lo propio. Una vez hubimos intercambiado toda la información obtenida, le propuse las alternativas que teníamos.
- Bueno, ahora tenemos dos opciones. Podemos ir a la dársena 3 del puerto y esperar a que aparezcan para emboscarles allí. La otra posibilidad sería volver al burdel y tratar de convencer a Wilson de que nos deje usar una de sus habitaciones para tenderles una trampa. Él podría recomendarles la habitación en la que estamos. Al entrar, solo te verían a ti, mientras que yo estaría escondido dentro del armario. Una vez la puerta se cerrase, yo saldría y, entre los dos, nos enfrentaríamos a ellos. ¿Qué opción te parece mejor? Lo dejo a tu elección ya que, si nos decidimos por la segunda tendrías que hacer de cebo, cosa con la que no se si estás de acuerdo. Por cierto, buen trabajo ahí dentro.
Cuando mi compañera subió a ver a la pobre chica, yo continué con mi interrogatorio a Wilson.
- Dígame, Wilson. ¿Suele tener problemas como ese a menudo, que un cliente pegue a una de sus chicas?
- No, señor. La mayoría de mis chicas llevan muchos años conmigo, y son como mis hijas. Puedo parecer mayor y gordo, pero soy bastante más fuerte de lo que aparento y suelo ser capaz de protegerlas. Pero esos dos de ayer... Eran demasiado para mí. La pobre Ágatha es una muy buena persona, nunca ha hecho daño a nadie. Me hierve la sangre al pensar que esos malnacidos le pusieron las manos encima.
Parecía que el corpulento camarero se preocupaba de verdad por sus chicas. Ahora tocaba asegurarse de que los dos sujetos de la noche anterior coincidían con la descripción de los Ludder. Si así era, podía jugar la carta de revelar mi auténtica posición para que su odio por ellos le empujara a darme todos los datos que pudiera.
- Qué dos desgraciados. Quien pega a una mujer no puede llamarse a sí mismo hombre. ¿Y qué aspecto tenían? ¿Recuerda algo que les distinguiera?
- Si, eran dos hombres altos y fuertes. Se parecían mucho, podrían ser hermanos perfectamente. Los dos eran rubios, con el pelo corto. Uno de ellos tenía una cicatriz en el ojo izquierdo, pero por lo demás, eran casi idénticos.
La descripción coincidía con los datos que se tenían sobre ellos. Había llegado la hora de aprovechar la rabia de Wilson contra ellos.
- Wilson, esto que le voy a decir ahora no puede salir de aquí. Además de médico soy un Agente del Gobierno, y he venido a la ciudad tras la pista de los dos hombres que pegaron anoche a Ágatha. Ambos tienen recompensa por su cabeza, pues son miembros del Ejército Revolucionario y han cometido varios delitos. Cualquier dato que me puedas dar sobre ellos será bienvenido.
- ¿Esos dos cabrones eran revolucionarios? De acuerdo, os diré todo lo que les escuché decir. Al llegar estuvieron en la barra tomando una cerveza antes de subir a la habitación de Ágatha. Hablaban sobre un viaje hoy, y sobre que su barco saldría desde la dársena 3.
No recuerdo el lugar al que pensaban ir. Al salir de la habitación de Ágatha llevaban pistolas en las manos, de forma que no pude hacer nada para evitar que se marcharan. Dejaron unas monedas en la barra como pago por las cervezas y por el rato con Ágatha, y dijeron que volverían hoy si podían, que les reservara otra chica. Pero juro por Dios que si vuelven, yo mismo les mataré según entren por la puerta. Nadie toca a mis chicas, y menos aún vuelve de nuevo con intención de hacerlo otra vez, como si se creyeran intocables. Conmigo no se juega.
- No, si vuelven no haga nada. Esos hombres son fuertes, tienen experiencia en batalla y en el asesinato. Probablemente acabaría muerto, y no quiero que eso pase. No se preocupe por ellos, en cuanto mi compañera baje nos iremos y les capturaremos. No volverán a causar problemas, se lo garantizo.
- Muchas gracias, señor. - Decía Wilson justo en el momento en el que Gaia apareció de nuevo por las escaleras. Por lo que dijo, y por el guiño que me dedicó, parecía que ella también había conseguido información.
¿Ágatha está bien entonces? Bien, pues si no hace falta que suba, nos vamos, sí. Hasta más ver, Wilson. Y ya le he dicho, no se preocupe.
- Adiós, y muchísimas gracias a los dos, de verdad.
Tras la despedida, salimos del burdel y nos dirigimos a un callejón cercano, donde poder hablar y trazar un plan sin que nadie nos oyese. Le conté a Gaia lo que había averiguado, y esperé a que ella hiciera lo propio. Una vez hubimos intercambiado toda la información obtenida, le propuse las alternativas que teníamos.
- Bueno, ahora tenemos dos opciones. Podemos ir a la dársena 3 del puerto y esperar a que aparezcan para emboscarles allí. La otra posibilidad sería volver al burdel y tratar de convencer a Wilson de que nos deje usar una de sus habitaciones para tenderles una trampa. Él podría recomendarles la habitación en la que estamos. Al entrar, solo te verían a ti, mientras que yo estaría escondido dentro del armario. Una vez la puerta se cerrase, yo saldría y, entre los dos, nos enfrentaríamos a ellos. ¿Qué opción te parece mejor? Lo dejo a tu elección ya que, si nos decidimos por la segunda tendrías que hacer de cebo, cosa con la que no se si estás de acuerdo. Por cierto, buen trabajo ahí dentro.
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Una vez salimos del lugar, nos dirigimos a un lugar donde no nos molestasen, donde pudiéramos hablar tranquilos. Le dije todo lo que me había contado la chica, que los dos hombres la pegaron, que eran revolucionarios, y que esperaban irse del lugar, pero que probablemente volverían una última vez.
Me dio las opciones que tenía en mente para urdir un plan. Me parecía mejor la idea de hacerme pasar por una puta para atraparlos, no es lo habitual, pero al menos era un plan.
-Perfecto, me haré pasar por una de ellas, más o menos me sabré defender de ellos, mis armas las tendré escondidas debajo de la ropa, y si todo eso falla, siempre puedo aprisionarlos con mi polvo -dejé así la frase, podía pensar lo que quisiera, yo sabía a que me refería, simplemente ponerles unos grilletes fuertes de polvo de aluminio, tan simple como eso.
-Pues cuando quieras amigo mío, quizás haya que volver al bar a contarles el plan, por si oyen disparos o lo que sea, que estén prevenidos -dije, mientras me apoyaba en la pared, con los brazos cruzados, y una pierna sobre la otra.
Me dio las opciones que tenía en mente para urdir un plan. Me parecía mejor la idea de hacerme pasar por una puta para atraparlos, no es lo habitual, pero al menos era un plan.
-Perfecto, me haré pasar por una de ellas, más o menos me sabré defender de ellos, mis armas las tendré escondidas debajo de la ropa, y si todo eso falla, siempre puedo aprisionarlos con mi polvo -dejé así la frase, podía pensar lo que quisiera, yo sabía a que me refería, simplemente ponerles unos grilletes fuertes de polvo de aluminio, tan simple como eso.
-Pues cuando quieras amigo mío, quizás haya que volver al bar a contarles el plan, por si oyen disparos o lo que sea, que estén prevenidos -dije, mientras me apoyaba en la pared, con los brazos cruzados, y una pierna sobre la otra.
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Por suerte, la información que había obtenido Gaia concordaba con la mía. Los Ludder se marchaban de la ciudad al mediodía, pero pretendían volver antes por el burdel. Parecía que teníamos una muy buena pista, y que estábamos bastante cerca de atrapar a aquellos dos criminales.
Me sorprendió que no pusiera ninguna objeción a hacer de cebo fingiendo ser una puta. Tenía que estar muy segura de sí misma para que le pareciese tan buena idea y estuviese tan dispuesta a ello. Probablemente la morena fuera bastante más poderosa de lo que aparentaba, estaba seguro de que tenía más de un as bajo la manga. Un momento, ¿qué era lo que había dicho que iba a hacer? ¿Aprisionarlos con su qué? No sabía, ni quería saber qué había querido decir con eso de polvo. Lo que estaba claro era que no podía significar lo que a priori se podría entender, dada su visible rabia hacia esos dos tipejos. Pero bueno, no tenía ninguna intención de preguntarle al respecto. Ella seguramente sabría lo que hacía, al fin y al cabo era una cazarrecompensas. Además, ya vería en el momento a qué se refería. Yo estaría allí escondido, listo para atacar en cuanto apareciesen los Ludder. Si algo tenía claro es que siendo dos contra dos, y con el elemento sorpresa a favor, las probabilidades de éxito se multiplicaban.
- Me alegro de que estés de acuerdo con el plan. Claro, deberíamos entrar de nuevo para avisarles y para comenzar a prepararlo todo antes de que nuestros criminales lleguen.
Y dicho esto, me dirigí de nuevo al establecimiento, esperando que Gaia me siguiera. Una vez hecho esto, hablaría de nuevo con Wilson para explicarle lo que planeábamos, con la esperanza de que no le pareciera mal y nos permitiera utilizar una de sus habitaciones. Yo creía que sí lo haría, ya que daba la sensación de que se preocupaba de verdad por las chicas que trabajaban para él. Seguramente entendería que era la mejor opción para que esos dos se llevasen su merecido, y que, si ellos le proponían ese plan, era porque confiaban en su capacidad para llevarlo a cabo con éxito. De otro modo, no arriesgarían las vidas de ciudadanos inocentes.
Me sorprendió que no pusiera ninguna objeción a hacer de cebo fingiendo ser una puta. Tenía que estar muy segura de sí misma para que le pareciese tan buena idea y estuviese tan dispuesta a ello. Probablemente la morena fuera bastante más poderosa de lo que aparentaba, estaba seguro de que tenía más de un as bajo la manga. Un momento, ¿qué era lo que había dicho que iba a hacer? ¿Aprisionarlos con su qué? No sabía, ni quería saber qué había querido decir con eso de polvo. Lo que estaba claro era que no podía significar lo que a priori se podría entender, dada su visible rabia hacia esos dos tipejos. Pero bueno, no tenía ninguna intención de preguntarle al respecto. Ella seguramente sabría lo que hacía, al fin y al cabo era una cazarrecompensas. Además, ya vería en el momento a qué se refería. Yo estaría allí escondido, listo para atacar en cuanto apareciesen los Ludder. Si algo tenía claro es que siendo dos contra dos, y con el elemento sorpresa a favor, las probabilidades de éxito se multiplicaban.
- Me alegro de que estés de acuerdo con el plan. Claro, deberíamos entrar de nuevo para avisarles y para comenzar a prepararlo todo antes de que nuestros criminales lleguen.
Y dicho esto, me dirigí de nuevo al establecimiento, esperando que Gaia me siguiera. Una vez hecho esto, hablaría de nuevo con Wilson para explicarle lo que planeábamos, con la esperanza de que no le pareciera mal y nos permitiera utilizar una de sus habitaciones. Yo creía que sí lo haría, ya que daba la sensación de que se preocupaba de verdad por las chicas que trabajaban para él. Seguramente entendería que era la mejor opción para que esos dos se llevasen su merecido, y que, si ellos le proponían ese plan, era porque confiaban en su capacidad para llevarlo a cabo con éxito. De otro modo, no arriesgarían las vidas de ciudadanos inocentes.
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Asentí sonriendo, mientras seguía a Thawne a dentro del lugar. El habló con Wilson, yo mientras hablaría con las chicas, para avisarlas de lo que iba a ocurrir. Fui picando a todas las puertas, pidiéndoles a las chicas que por favor saliesen todas.
-Por favor, en cuanto podáis, salid al pasillo, debo hablar con vosotras -dije, esperando en el pasillo a que todas saliesen. Una vez todas estaban ya fuera, comencé a hablar, contando el plan que tenía.
-Bien chicas, estuve aquí hace un rato, seguramente esa chica me recuerda -dije señalando en dirección a la chica que estaba delante de la puerta donde se hallaba Ágatha -me llamo Gaia, he de deciros que en realidad soy una cazarecompensas, y que los Ludder son mi objetivo, y el de mi compañero, ese chico que está ahí -dije señalando hacía Thawne, que estaba hablando con Wilson -veréis, hemos preparado un plan para cazar a esos dos cabrones, es el siguiente, yo me haré pasar por una de vosotras, necesito que alguna me deje una de sus prendas, en las que pueda guardar mis pistolas y mi katana, la forma de ocultarlas ya la buscaré yo… -dije mientras esperaba que alguna de ellas me llevara a su cuarto para poder vestirme como una de ellas -hasta ahí todo es sencillo, yo me los llevaré a ``mí ´´ habitación -dije haciendo el símbolo de las comillas con mis manos -allí estará Thawne, detrás de la puerta, esperando mi señal para atacar si fuese necesario -dije esperando que alguna de ellas me guiara.
-Yo te ayudaré -dijo casualmente la chica que me llevó a la habitación de Ágatha, tenía la misma talla que yo, así que no fue difícil encontrar la ropa para poder vestirme.
-Escoge lo que quieras, me llamo Lidia -dijo mientras me ofrecía una amplia gama de corsets, y faldas. Cogí un corset blanco con los cordones rojos, y una falda con pantalón incluido de color rojo, la falda tenía unos pequeños faldones que tapaban la mitad del muslo, el pantalón llegaba hasta los tobillos. Bajo los faldones escondí las pistolas, la katana me fue un poco más complicado, así que la puse por dentro del corset, a un lado de mi cuerpo.
-Gracias Lidia, no sabes el bien que estás haciendo a este pueblo, y sobre todo a tus compañeras y amigas -dije poniéndole una mano en el hombro a modo de agradecimiento.
-Verás, Ágatha es toda la familia que me queda, es mi hermana, si también tengo que enfrentarme con ellos, lo haré -dijo acariciando la puerta donde se encontraba su hermana.
-Espero que no tengas que llegar a eso, ya me sacrifico yo, tu solo mantente alejada con el resto de las chicas, no quiero que os hagan daño, yo soy fuerte, ya verás porque, y si tienes curiosidad, siempre puedes mirar por las ventanas, ya que hay una amplia cornisa donde puedes ver el espectáculo -dije bromeando, mirando hacía la ventana.
Una vez vestida, salí al pasillo, donde se encontraban al fondo Thawne y Wilson.
-Bueno, ellas ya están avisadas, y como podéis ver, yo ya estoy lista, en cuanto me digas una habitación, me dirijo a ella para esperarlos -dije mientras los observaba, con las manos en la cadera.
-Por favor, en cuanto podáis, salid al pasillo, debo hablar con vosotras -dije, esperando en el pasillo a que todas saliesen. Una vez todas estaban ya fuera, comencé a hablar, contando el plan que tenía.
-Bien chicas, estuve aquí hace un rato, seguramente esa chica me recuerda -dije señalando en dirección a la chica que estaba delante de la puerta donde se hallaba Ágatha -me llamo Gaia, he de deciros que en realidad soy una cazarecompensas, y que los Ludder son mi objetivo, y el de mi compañero, ese chico que está ahí -dije señalando hacía Thawne, que estaba hablando con Wilson -veréis, hemos preparado un plan para cazar a esos dos cabrones, es el siguiente, yo me haré pasar por una de vosotras, necesito que alguna me deje una de sus prendas, en las que pueda guardar mis pistolas y mi katana, la forma de ocultarlas ya la buscaré yo… -dije mientras esperaba que alguna de ellas me llevara a su cuarto para poder vestirme como una de ellas -hasta ahí todo es sencillo, yo me los llevaré a ``mí ´´ habitación -dije haciendo el símbolo de las comillas con mis manos -allí estará Thawne, detrás de la puerta, esperando mi señal para atacar si fuese necesario -dije esperando que alguna de ellas me guiara.
-Yo te ayudaré -dijo casualmente la chica que me llevó a la habitación de Ágatha, tenía la misma talla que yo, así que no fue difícil encontrar la ropa para poder vestirme.
-Escoge lo que quieras, me llamo Lidia -dijo mientras me ofrecía una amplia gama de corsets, y faldas. Cogí un corset blanco con los cordones rojos, y una falda con pantalón incluido de color rojo, la falda tenía unos pequeños faldones que tapaban la mitad del muslo, el pantalón llegaba hasta los tobillos. Bajo los faldones escondí las pistolas, la katana me fue un poco más complicado, así que la puse por dentro del corset, a un lado de mi cuerpo.
-Gracias Lidia, no sabes el bien que estás haciendo a este pueblo, y sobre todo a tus compañeras y amigas -dije poniéndole una mano en el hombro a modo de agradecimiento.
-Verás, Ágatha es toda la familia que me queda, es mi hermana, si también tengo que enfrentarme con ellos, lo haré -dijo acariciando la puerta donde se encontraba su hermana.
-Espero que no tengas que llegar a eso, ya me sacrifico yo, tu solo mantente alejada con el resto de las chicas, no quiero que os hagan daño, yo soy fuerte, ya verás porque, y si tienes curiosidad, siempre puedes mirar por las ventanas, ya que hay una amplia cornisa donde puedes ver el espectáculo -dije bromeando, mirando hacía la ventana.
Una vez vestida, salí al pasillo, donde se encontraban al fondo Thawne y Wilson.
-Bueno, ellas ya están avisadas, y como podéis ver, yo ya estoy lista, en cuanto me digas una habitación, me dirijo a ella para esperarlos -dije mientras los observaba, con las manos en la cadera.
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Wilson no puso ninguna objeción al plan que habíamos trazado, sino todo lo contrario. Pareció aliviado de que Gaia y yo fuésemos a estar allí cuando los Ludder llegaran, y dijo varias veces que estaba a nuestra disposición para todo lo que necesitáramos para prepararnos.
Cuando la morena volvió, vestida ya como una de las chicas, comenzamos a pensar qué habitación sería la idónea.
- Me interesa que la habitación esté en el piso más alto, para que se lo piensen dos veces antes de saltar por la ventana para escapar. Debería tener también un armario grande, donde pueda esconderme a esperarles. De hecho, vendría bien que la habitación en general fuese amplia, ya que mi estilo de combate requiere de mucho movimiento.
- De acuerdo, creo que tengo una habitación que cumple todos los requisitos. Seguidme, por favor.
Tras esta conversación, seguí a Wilson (esperando que Gaia nos acompañase) hasta la tercera habitación por la derecha en el piso de arriba. Se trataba de un dormitorio grande, de unos 25 metros cuadrados, con una enorme cama que parecía realmente cómoda. En la pared situada frente a ésta había un armario que cumplía sobradamente con el requisito que yo había impuesto, y la caída era considerable al saltar por la ventana, dado que se trataba de un segundo piso. La habitación tenía mi aprobación.
Si Gaia también estaba de acuerdo, daría comienzo al plan escondiéndome dentro del armario, el cual me permitía, a través de una rendija, tener una visibilidad de la cama bastante aceptable. Una vez dentro, activaría mi Haki de Observación y esperaría pacientemente a que los hermanos entraran. Cuando Gaia me hiciese una señal, lo que fuera, saldría a toda velocidad usando el Soru para llegar hasta uno de ellos e intentar noquearle con un puñetazo en la cara. Aunque claro, siendo dos criminales con 10 millones de recompensa seguramente no resultaría tan sencillo acabar con ellos, pero por lo menos empezaríamos el combate con ventaja.
Cuando la morena volvió, vestida ya como una de las chicas, comenzamos a pensar qué habitación sería la idónea.
- Me interesa que la habitación esté en el piso más alto, para que se lo piensen dos veces antes de saltar por la ventana para escapar. Debería tener también un armario grande, donde pueda esconderme a esperarles. De hecho, vendría bien que la habitación en general fuese amplia, ya que mi estilo de combate requiere de mucho movimiento.
- De acuerdo, creo que tengo una habitación que cumple todos los requisitos. Seguidme, por favor.
Tras esta conversación, seguí a Wilson (esperando que Gaia nos acompañase) hasta la tercera habitación por la derecha en el piso de arriba. Se trataba de un dormitorio grande, de unos 25 metros cuadrados, con una enorme cama que parecía realmente cómoda. En la pared situada frente a ésta había un armario que cumplía sobradamente con el requisito que yo había impuesto, y la caída era considerable al saltar por la ventana, dado que se trataba de un segundo piso. La habitación tenía mi aprobación.
Si Gaia también estaba de acuerdo, daría comienzo al plan escondiéndome dentro del armario, el cual me permitía, a través de una rendija, tener una visibilidad de la cama bastante aceptable. Una vez dentro, activaría mi Haki de Observación y esperaría pacientemente a que los hermanos entraran. Cuando Gaia me hiciese una señal, lo que fuera, saldría a toda velocidad usando el Soru para llegar hasta uno de ellos e intentar noquearle con un puñetazo en la cara. Aunque claro, siendo dos criminales con 10 millones de recompensa seguramente no resultaría tan sencillo acabar con ellos, pero por lo menos empezaríamos el combate con ventaja.
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Una vez el plan fue trazado, Wilson habló con Thawne para enseñarle una habitación acorde al plan que pensábamos. Finalmente nos enseñó una habitación, que a ojos de Thawne era perfecta, para mí, también. Asentí en dirección a ambos, puesto que estaban esperando mi beneplácito para con la habitación.
Ya teníamos la habitación, yo ya estaba vestida, y el plan era muy sencillo, pero debía repasarlo una vez más con Thawne, para que no hubiese errores, teniendo en cuenta que estaría un buen rato sola con ellos. A pesar de que él estuviese escondido podía no ser tan rápido como debiera, y entonces yo acabaría muerto, esa no era la idea.
-Bien, ¿te parece que repasemos una vez más el plan? -le pregunté con la idea de dejar todo bien claro, que no atacase antes de la señal era crucial, pues me pondría en peligro. A la espera de que me dijera que si, comencé a hablar.
-Bien, yo los esperaré abajo, para llevarles a la habitación, como harían cualquiera de ellas -dije mirando hacía las chicas, que nos observaban, sobre todo Lidia, pues apalearon a su hermana, y eso no lo podía consentir -dicho esto, tu esperarás dentro del armario, cuando grite ¡AHORA!, sales, y atacas al que esté más lejos de mí, del otro me ocuparé yo, intentaré que esté acostado en la cama, sobre mí, para que sea más fácil si también tienes que ayudarme con él -dije mientras miraba mis manos, del cual empezaba a salir algo parecido a la arena pero de color plateado -¿todo hablado?, ¿o hay algo más que concretar? -comenté mirando a Thawne a los ojos.
Suponiendo que no había nada más que hablar, fui abajo a esperar a ese par de capullos, los pobres no sabían lo que les esperaba. Después de un buen rato esperando, y con Thawne supuestamente escondido en el armario, llegaron los hermanos.
-Hola, ¿queréis un poco de compañía?, he de deciros que es mi primera vez -dije acercándome a ellos, y acariciándoles a ambos los brazos -pero soy muy buena, os lo garantizo -dije agachándolos un poco hacía mí, para que lo oyeran en susurro en sus oídos.
-Mmmm, así que carne fresca ¿eh?, aun no te hemos catado -dijo uno de los hermanos, que entre ellos ya estaban haciendo un sándwich conmigo mientras el que tenía delante me toqueteaba el trasero, y el de atrás los pechos. Intentaron besarme, apestaban a alcohol, me parecía repugnante, pero si no lo hacía echaría por la borda todo el plan.
-Venid, soy vergonzosa, delante de la gente no me concentro -dije con voz dulce, contoneándome, intentando con ello que me siguieran. Miré hacia atrás, por supuesto ambos me seguían, casi babeantes, y con un ``problema´´ entre las piernas.
Llegamos al dormitorio, donde se hallaba Thawne, dentro del armario, uno se quedó de pie, apoyado en el armario, mirando como su otro hermano me besaba, y me acostaba en la cama, le vi levantar la mano, lo que cual me sugirió la ligera idea de que pretendía pegarme, le dejaría, para luego darle su merecido.
-Que putita más rica, y además se deja pegar y no rechista, buena putita si señor -dijo babeante, fijándome como al darme el guantazo, se le alzaba por momentos la erección.
-No soy tan buena putita como te crees -dije sonriendo, mirándole con los ojos llenos de furia. Me convertí en polvo, y por si acaso me activé para que, si el otro hermano intentaba atacarme, que no pudiera hacerme daño. Una vez convertida en polvo me puse yo encima del hermano, con su espalda pegada a mi pecho.
-¡AHORA! -grité enérgicamente, pues sabía que en cualquier momento el otro hermano intentaría acribillarme, y aunque estaba activa, no sabía si me podría lastimar igual.
-¿Ahora que hijo de puta?, ¿te gusta abofetear a las chicas?, yo te daré tu merecido -dije sacando la katana de mi corset, no paraba de moverse, si no le clavaba ya la katana al final conseguiría darse la vuelta, y joderme, la clavé bruscamente en su cuello, no paraba de moverse, hasta que por fin dejó de hacerlo.
Ya teníamos la habitación, yo ya estaba vestida, y el plan era muy sencillo, pero debía repasarlo una vez más con Thawne, para que no hubiese errores, teniendo en cuenta que estaría un buen rato sola con ellos. A pesar de que él estuviese escondido podía no ser tan rápido como debiera, y entonces yo acabaría muerto, esa no era la idea.
-Bien, ¿te parece que repasemos una vez más el plan? -le pregunté con la idea de dejar todo bien claro, que no atacase antes de la señal era crucial, pues me pondría en peligro. A la espera de que me dijera que si, comencé a hablar.
-Bien, yo los esperaré abajo, para llevarles a la habitación, como harían cualquiera de ellas -dije mirando hacía las chicas, que nos observaban, sobre todo Lidia, pues apalearon a su hermana, y eso no lo podía consentir -dicho esto, tu esperarás dentro del armario, cuando grite ¡AHORA!, sales, y atacas al que esté más lejos de mí, del otro me ocuparé yo, intentaré que esté acostado en la cama, sobre mí, para que sea más fácil si también tienes que ayudarme con él -dije mientras miraba mis manos, del cual empezaba a salir algo parecido a la arena pero de color plateado -¿todo hablado?, ¿o hay algo más que concretar? -comenté mirando a Thawne a los ojos.
Suponiendo que no había nada más que hablar, fui abajo a esperar a ese par de capullos, los pobres no sabían lo que les esperaba. Después de un buen rato esperando, y con Thawne supuestamente escondido en el armario, llegaron los hermanos.
-Hola, ¿queréis un poco de compañía?, he de deciros que es mi primera vez -dije acercándome a ellos, y acariciándoles a ambos los brazos -pero soy muy buena, os lo garantizo -dije agachándolos un poco hacía mí, para que lo oyeran en susurro en sus oídos.
-Mmmm, así que carne fresca ¿eh?, aun no te hemos catado -dijo uno de los hermanos, que entre ellos ya estaban haciendo un sándwich conmigo mientras el que tenía delante me toqueteaba el trasero, y el de atrás los pechos. Intentaron besarme, apestaban a alcohol, me parecía repugnante, pero si no lo hacía echaría por la borda todo el plan.
-Venid, soy vergonzosa, delante de la gente no me concentro -dije con voz dulce, contoneándome, intentando con ello que me siguieran. Miré hacia atrás, por supuesto ambos me seguían, casi babeantes, y con un ``problema´´ entre las piernas.
Llegamos al dormitorio, donde se hallaba Thawne, dentro del armario, uno se quedó de pie, apoyado en el armario, mirando como su otro hermano me besaba, y me acostaba en la cama, le vi levantar la mano, lo que cual me sugirió la ligera idea de que pretendía pegarme, le dejaría, para luego darle su merecido.
-Que putita más rica, y además se deja pegar y no rechista, buena putita si señor -dijo babeante, fijándome como al darme el guantazo, se le alzaba por momentos la erección.
-No soy tan buena putita como te crees -dije sonriendo, mirándole con los ojos llenos de furia. Me convertí en polvo, y por si acaso me activé para que, si el otro hermano intentaba atacarme, que no pudiera hacerme daño. Una vez convertida en polvo me puse yo encima del hermano, con su espalda pegada a mi pecho.
-¡AHORA! -grité enérgicamente, pues sabía que en cualquier momento el otro hermano intentaría acribillarme, y aunque estaba activa, no sabía si me podría lastimar igual.
-¿Ahora que hijo de puta?, ¿te gusta abofetear a las chicas?, yo te daré tu merecido -dije sacando la katana de mi corset, no paraba de moverse, si no le clavaba ya la katana al final conseguiría darse la vuelta, y joderme, la clavé bruscamente en su cuello, no paraba de moverse, hasta que por fin dejó de hacerlo.
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Una vez Gaia le hubo dado su visto bueno a la habitación, procedí a esconderme en el armario. Allí aguardé, mientras mi compañera bajaba al piso inferior a esperar la llegada de los infames Ludder. He de reconocer que estar allí de pie, sin nada que hacer, tan solo permaneciendo alerta por si escuchaba pasos dirigiéndose hacia mí, resultó enormemente tedioso.
Un buen rato después, cuando probablemente había transcurrido más de media hora, pude oír gente acercándose por el pasillo. Activé mi Haki de Observación, con el que pude reconocer tres presencias. En ese momento, la puerta se abrió, y Gaia apareció en la habitación, seguida muy de cerca por dos hombres corpulentos y, por qué no decirlo, visiblemente excitados, cuya apariencia coincidía con la descripción de los Ludder. Pacientemente, contuve mis ganas de salir de aquel cubículo y acudir en ayuda de la morena y aguardé su señal, incluso cuando uno de aquellos dos cabrones le abofeteó. Si hubiera sido una persona mínimamente impulsiva no habría logrado quedarme allí dentro mientras contemplaba a aquellos dos repugnantes deshechos, convencidos de que, como siempre, se saldrían con la suya.
Finalmente, la actitud de Gaia cambió. Sus ojos reflejaron al fin la ira que debía estar sintiendo y, de repente, se convirtió en polvo.
- Así que eso es lo que quiso decir antes - pensé, sorprendido. Al parecer, la cazarrecompensas guardaba muchas sorpresas, como por ejemplo que era una usuaria de tipo Logia. Aquello facilitaría mucho el trabajo.
No tuve tiempo de pensar más pues, casi al instante, la morena se volvió corpórea de nuevo, aprisionando ahora a uno de los hermanos contra la cama, y me gritó la señal. En cuanto la oí, mascullé entre dientes: - Soru -, y me lancé hacia delante, dirigiéndome en línea recta hacia el revolucionario que seguía libre, el cual estaba desenfundando su pistola, dispuesto a acabar con Gaia. Cargué mi puño mientras me desplazaba, y golpeé con toda la fuerza que pude reunir, y la que la velocidad de mi técnica me otorgaba, contra su nariz. Pude notar cómo sus huesos se rompían debido al impacto. Por desgracia, también noté una importante sensación de dolor en mis nudillos. Esperaba no haberme roto la mano, la verdad.
Mi oponente cayó al suelo, con la cara ensangrentada y gritando de dolor. Se retorcía mientras se llevaba las manos al rostro. Intenté mover los dedos de la mano con la que le había golpeado. Costaba, y dolía, pero logré hacerlo. Aquello me alegró, pues significaba que, probablemente, no tendría nada roto. Eso sí, nada me libraría de dejar reposar aquella extremidad una o dos semanitas manteniéndola casi inmovilizada.
Miré a mi compañera, que había logrado clavar su espada en el cuello de su agresor, el cual yacía ahora muerto sobre la cama. La miré y dije:
- Bien hecho, Gaia. Te dejo el placer de acabar con éste también, si así lo deseas.
Si no lo hacía, yo mismo cogería del suelo la pistola con la que pretendía disparar a mi compañera y terminaría con su vida. Una vez ambos estuviesen muertos, bajaría a decir a Wilson que a partir de ahora no tendrían que volver a preocuparse por esos dos pirados. Finalmente, propondría a Gaia lo siguiente, además de agradecerle su colaboración:
- Gracias por tu ayuda, sé que ha debido ser muy desagradable soportar que esos dos te tocaran, y lamento que haya sido necesario. Me has ayudado a cumplir con una misión y, como agradecimiento, lo menos que puedo hacer es compartir la recompensa por su captura. Debo llevar a estos dos a la base de la marina más cercana para ello. Si vienes, una vez haya cobrado te daré la mitad. ¿Te parece bien?
Si mi compañera aceptaba el plan, haría lo que le había dicho y, una vez nos hubiésemos repartido el botín me despediría de ella, no sin antes disculparme por no haberla juzgado bien, y por haber sido desconfiado al principio, aunque esperaba que entendiera que no podía haber hecho otra cosa.
Un buen rato después, cuando probablemente había transcurrido más de media hora, pude oír gente acercándose por el pasillo. Activé mi Haki de Observación, con el que pude reconocer tres presencias. En ese momento, la puerta se abrió, y Gaia apareció en la habitación, seguida muy de cerca por dos hombres corpulentos y, por qué no decirlo, visiblemente excitados, cuya apariencia coincidía con la descripción de los Ludder. Pacientemente, contuve mis ganas de salir de aquel cubículo y acudir en ayuda de la morena y aguardé su señal, incluso cuando uno de aquellos dos cabrones le abofeteó. Si hubiera sido una persona mínimamente impulsiva no habría logrado quedarme allí dentro mientras contemplaba a aquellos dos repugnantes deshechos, convencidos de que, como siempre, se saldrían con la suya.
Finalmente, la actitud de Gaia cambió. Sus ojos reflejaron al fin la ira que debía estar sintiendo y, de repente, se convirtió en polvo.
- Así que eso es lo que quiso decir antes - pensé, sorprendido. Al parecer, la cazarrecompensas guardaba muchas sorpresas, como por ejemplo que era una usuaria de tipo Logia. Aquello facilitaría mucho el trabajo.
No tuve tiempo de pensar más pues, casi al instante, la morena se volvió corpórea de nuevo, aprisionando ahora a uno de los hermanos contra la cama, y me gritó la señal. En cuanto la oí, mascullé entre dientes: - Soru -, y me lancé hacia delante, dirigiéndome en línea recta hacia el revolucionario que seguía libre, el cual estaba desenfundando su pistola, dispuesto a acabar con Gaia. Cargué mi puño mientras me desplazaba, y golpeé con toda la fuerza que pude reunir, y la que la velocidad de mi técnica me otorgaba, contra su nariz. Pude notar cómo sus huesos se rompían debido al impacto. Por desgracia, también noté una importante sensación de dolor en mis nudillos. Esperaba no haberme roto la mano, la verdad.
Mi oponente cayó al suelo, con la cara ensangrentada y gritando de dolor. Se retorcía mientras se llevaba las manos al rostro. Intenté mover los dedos de la mano con la que le había golpeado. Costaba, y dolía, pero logré hacerlo. Aquello me alegró, pues significaba que, probablemente, no tendría nada roto. Eso sí, nada me libraría de dejar reposar aquella extremidad una o dos semanitas manteniéndola casi inmovilizada.
Miré a mi compañera, que había logrado clavar su espada en el cuello de su agresor, el cual yacía ahora muerto sobre la cama. La miré y dije:
- Bien hecho, Gaia. Te dejo el placer de acabar con éste también, si así lo deseas.
Si no lo hacía, yo mismo cogería del suelo la pistola con la que pretendía disparar a mi compañera y terminaría con su vida. Una vez ambos estuviesen muertos, bajaría a decir a Wilson que a partir de ahora no tendrían que volver a preocuparse por esos dos pirados. Finalmente, propondría a Gaia lo siguiente, además de agradecerle su colaboración:
- Gracias por tu ayuda, sé que ha debido ser muy desagradable soportar que esos dos te tocaran, y lamento que haya sido necesario. Me has ayudado a cumplir con una misión y, como agradecimiento, lo menos que puedo hacer es compartir la recompensa por su captura. Debo llevar a estos dos a la base de la marina más cercana para ello. Si vienes, una vez haya cobrado te daré la mitad. ¿Te parece bien?
Si mi compañera aceptaba el plan, haría lo que le había dicho y, una vez nos hubiésemos repartido el botín me despediría de ella, no sin antes disculparme por no haberla juzgado bien, y por haber sido desconfiado al principio, aunque esperaba que entendiera que no podía haber hecho otra cosa.
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La rapidez de Thawne por ayudarme me asombró, según grité ya estaba el otro hermano en el suelo, con la nariz rota. Sonreía satisfecha, pues por fin había vengado a la hermana de Lidia, y tuve mi propia venganza por haberme abofeteado.
-Son unos cabrones machistas, merecen más que la muerte -dije, para después escuchar como Thawne me dejaba al otro cabrón para liquidarlo yo, antes de que pudiera terminar de oír lo que me dijo, le pegue un tiro entre ceja y ceja al otro hermano, sin ni siquiera mirarle.
-Listo, no ha sido tan difícil, es verdad eso que dicen de que dos tetas tiran más que dos carretas -comenté sonriendo, levantándome de la cama, y poniéndome contra la pared, mientras me iba dejando caer al suelo, para quedarme sentada. Me ofrecía la mitad de la recompensa si le acompañaba yo para entregarles.
-No, no ha sido fácil, pero si necesario, no permitiré que nadie más vuelva a maltratar a una mujer, me da asco ese tipo de gente, no son más que unos cobardes -dije mirando a ambos hermanos -y no te preocupes, entiendo que de primeras estando armada no doy buena impresión -comenté mientras le miraba.
-Claro, déjame un momento para cambiarme y si quieres nos vamos -dije, mientras me volvía a levantar despacio, dirigiéndome a la habitación de donde estaba Ágatha. Me cambié, y fui abajo junto a Wilson y Thawne.
-Son unos cabrones machistas, merecen más que la muerte -dije, para después escuchar como Thawne me dejaba al otro cabrón para liquidarlo yo, antes de que pudiera terminar de oír lo que me dijo, le pegue un tiro entre ceja y ceja al otro hermano, sin ni siquiera mirarle.
-Listo, no ha sido tan difícil, es verdad eso que dicen de que dos tetas tiran más que dos carretas -comenté sonriendo, levantándome de la cama, y poniéndome contra la pared, mientras me iba dejando caer al suelo, para quedarme sentada. Me ofrecía la mitad de la recompensa si le acompañaba yo para entregarles.
-No, no ha sido fácil, pero si necesario, no permitiré que nadie más vuelva a maltratar a una mujer, me da asco ese tipo de gente, no son más que unos cobardes -dije mirando a ambos hermanos -y no te preocupes, entiendo que de primeras estando armada no doy buena impresión -comenté mientras le miraba.
-Claro, déjame un momento para cambiarme y si quieres nos vamos -dije, mientras me volvía a levantar despacio, dirigiéndome a la habitación de donde estaba Ágatha. Me cambié, y fui abajo junto a Wilson y Thawne.
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