Capítulo 6

Me estaba empezando a acalorar dentro de la armadura, no llegaba nada de oxigeno dentro y eso poco a poco dificultaba la tarea de moverme. Le pedía a Natura (a alguna de las dos) que me quitase la armadura, pero se negaron rotundamente. Mientras seguía mirando la habitación, tenía algo raro, en alguna parte, pero aún así no conseguía ver nada.

Natura: No estás en condiciones de pedir nada –dijo la Natura que ya estaba en una especie de laboratorio. –Te entendemos y sabemos que no debes estar cómodo, pero no nos gustaría que escaparas o que te volvieras en nuestra contra, entiéndenos tú a nosotros- dijo con una sonrisa.

Al escuchar que no me quería quitar la armadura, pensaba de una maldita vez actuar para salir yo mismo, lo malo era que si lo hacía, podía salir mal de allí, me perseguirían y me atacarían, y no era lo que quería, y menos en ese momento. Empezaba a sudar como un cerdo, no pasaba nada de oxigeno por ninguna parte de mi cuerpo, solo por la cara y dando gracias, pero en ese momento, actuó alguien que no pensaba que actuase.

¿?: Vamos Natura -dijo el tipo que estaba al lado de Natura. –No podemos tenerle así todo el tiempo, tarde o temprano tendremos que soltarle, y más si está dispuesto a ayudarnos.

Me había salvado aquel muchacho, por fin, las plantas que me oprimían, ibas desapareciendo poco a poco, más a Natura no le gustaba la idea de haberme soltado, no confiaba nada en mi, algo normal cuando no conoces a una persona. Estaba a punto de marchar, sabía lo que quería sobre la habitación, no necesitaba estar más allí, cuando Natura empezó a hablarme.

-Bien –dijo Natura –lo que tienes que hacer es salir ahí fuera y acabar con los que han llegado a la isla. Ya no nos son de utilidad.

Cuando escuché esas palabra, esbocé una sonrisa, podía hacer lo que me diese la gana por fin, y aún más matar al primero que se cruzase en mi camino, era algo que tenía anotado en mi cuaderno de ideas y era una de las que estaba en primera fila. Salí de allí sin decir nada, aparecí otra vez en el pasillo, tan tranquilo y oscuro como antes, me gustaba. Miraba todo el rato a las puertas numeradas que dejaba atrás, aún seguía con la intriga, pero no podía arriesgarme a que me pillasen husmeando por ahí.

Estaba ya en las escaleras, las subí y antes de salir miré a ver si había alguien, miré a todos lados, pero no había nadie, salí y empecé a caminar con paso lento al sureste.

Me desperté cuando Erika me depositó en el suelo. Aunque estaba aturdida, noté el peligro que reinaba en el ambiente, por lo que decidí quedarme quieta y evaluar mi situación.

Los cortes me escocían un poco, pero no me preocupaban. La costilla aun me dolía, aunque mucho menos que antes de desmayarme y no parecía que fuera a empeorar. La garganta me molestaba, pero ya podía respirar con normalidad.

-Venga, no tengo todo el día ¿quieres empezar?- la voz de Erika sonaba tensa y preocupada- ¿Qué, no vas a moverte? Muy bien.- después, el sonido de alguien al correr por el suelo cubierto de hojarasca llegó hasta mis oídos.

Rápidamente, abrí los ojos y me incorporé. Mi nakama estaba de pie frente a un hombre exactamente igual que el que había aparecido antes y había sido asesinado vilmente. No me lo pensé dos veces, desenfundé las pistolas, apunté y disparé varias veces hacia la cabeza del desconocido.

Como decía un pirata que conocí una vez, primero dispara y después pregunta.

Aquel tipo me golpeó con fuerza, derribándome y dejándome tendida de espaldas en el suelo. Era jodidamente fuerte, tenía que admitirlo. Acto seguido, le propinó un fuerte golpe a Elizabeth.

-Vaya, vaya, al parecer te has quedado sola. No parece que vayas a servirnos de mucho, así que lo mejor va a ser acabar con escoria como tú. Es una lástima que ahora tenga que irme, pero creo que ellas solitas podrán contigo. Pasadlo bien.

-¡Espera, hijo de puta! -le grité mientras se alejaba, sin conseguir ningún resultado.

Me arrastré hacia donde estaba Elizabeth. Comencé a zarandearla y a gritarle que se despertara, pero ni con insultos lograba que reaccionara. Le comprobé impulso y, a pesar de que su muerte hubiera significado mi ascenso en la banda, no pude evitar sentirme aliviada.

Ahora estaba yo sola contra cuatro clones. Supongo que algunos llamarían a esto "inferioridad numérica", pero yo no lo veía así.

-Con la nena-planta me basto y me sobro con una mano -le dije a los clones de Eli. A continuación eché un vistazo a los míos -. Y vosotras sois unas jodidas imitaciones que no me llegáis ni a la suela del zapato.

Me puse en pie y de un salto me abalancé contra una de mis clones, dispuesta a serrarla por la mitad antes de que tuviera tiempo de tocar su hacha.

Al final Aspros decidió acompañar a aquel hombre, y aunque Tras ver todo lo sucedido y observar como Hiumi y Aspros tomaron el camino hacia el laboratorio, junto a aquel hombre seguidamente me acerque asta ellos.

-¿Supongo que sabrás que yo también voy no?.-

le dije tranquilamente sin hacer ningún caso a todas las personas que había a alrededor nuestra me acerque asta ellos.

¿Tienes la intención, de que no os acompañe?

le dije mientras sonreía y seguía caminando junto a ellos

Por cierto, dime que vas hacer con todas esas personas que ¿ellos vendrán con nosotros, o se quedaran allí?

dije mientras me estiraba...

Procedí a caminar por este paisaje tan desolador acercándome a la ciudad, pudiendo ver mejor como era. Parecía una ciudad abandonada, algunas plantas habían comenzado a subir por las paredes y un gélido viento recorría el lugar.

Al llegar al pie de la ciudad observé atentamente todo sin moverme del sitio, parecía una ciudad que había tenido mucha actividad y que de la nada había desaparecido su población. Todo estaba en su sitio lógico, lo único ilógico era la falta de habitantes.

Observé entonces a mis pies una barra de metal que dividía en dos el pueblo, sonriendo puse mis pies sobre dicha barra y ande encima de ella practicando mi equilibrio, recordando uno de mis hábitos infantiles.

Me divertía avanzando lentamente así, pero seguía siendo observado. Estaba ya cansado de esta sensación, por lo que activé mi ojo cyborg y observé a mi alrededor para ver si detectaba algo o eran simplemente pensamientos míos, con este ojo podía ver el calor de cualquier ser y algunas cosas más debido a mi ojo. Es por ello que había decidido esto, era ahora o nunca.

Tras un tiempo buscando a mis compañeras parecía que las había encontrado, pero las cuentas no me cuadraban ¿Tres Unities y tres Elizabeths? Me acerqué velozmente corriendo hasta la Unity que estaba zarandeando a una de las Elizabeths.

-¿Qué... qué está pasando aquí? ¿Quiénes son estas tipas? ¿Por qué sois iguales? ¿Qué le pasa a Elizabeth? -pregunté confusa.

Las preguntas se amontonaban en mi cabeza. Quería saber tantas cosas, y parecía que había tan poco tiempo para explicaciones...

Antes de que Unity me respondiera, agarré la muñeca de Elizabeth para comprobar el pulso. -No le pasa nada -dije aliviada. -Por lo menos está viva ¡¿Me vas a responder a alguna de mis preguntas?!

Normalmente no me solía aponer tan nerviosa, pero aquella situación podía conmigo.

Unos leves rayos de sol comenzaron a calentarme todo el cuerpo. Poco a poco, fui abriendo los ojos y pude ir contemplando lo que había a mi alrededor. Parecía un bosque, hice el amago de levantarme pero me costó ya que unas raices estaban creciendo alrededor mia.

-¿Donde estoy?, ¿Que ha pasado?, ¿Cuanto tiempo llevo durmiendo?, estas son varias preguntas que me asaltaron la mente.

Cuando me puse en pie, observé a un lado y a otro, pero solo veía bosque y mas bosque. Habían ramas resquebrajadas y plantas pisada, como si de una batalla se tratara. Tenía el cuerpo lleno de cortes ya cicatrizados, y sangre seca alrededor de la cabeza. Y fue entonces cuando me acordé. Nos enfrentamos las chicas y yo contra una tal natura, la cual no llegamos a derrotar porque salió huyendo. Recuerdo que la perseguimos y tras salir corriendo tras ella, yo tropecé y caí por un barranco golpeándome fuertemente en la cabeza. Ese golpe es el que me ha tenido en un estado de indisposición hasta ahora. Me sacudí quitándome un poco la mugre de encima y me transformé. Procuré no volar muy alto para no ser visto, ya que no se que hechos habían ocurrido o si algún miembro de la banda seguía vivo.

Ya en las alturas pude ver como el frondoso bosque se extendía cientos y cientos de kilómetros. Más allá del bosque parecía haber una ciudad de mercaderes aunque no sabía bien, ya que mi visión no daba para más. En un acto de curiosidad giré la cabeza y pude ver como nuestro navío seguía anclado en aquella playa. Señal de que mis camaradas aun seguían en la isla, cosa que me calmó.

Seguí mirando a los edificios y pude contemplar varios focos de calor con una silueta humana, extrañado comencé a avanzar con la mano izquierda reposando sobre una katana y la derecha sujetando la otra. Me detuve pues una de las siluetas se acercaba y pude contemplar a un ser humano acercándose.

Desde luego su aspecto era llamativo, tenía un peinado extravagante y de color morado, y por si fuera poco su cara también estaba pintada de una forma peculiar.
-¿Quién eres tú y cómo has llegado aquí?

Sonriente y sin quitarme la capucha me encogí de hombros.
- Solo un humilde trotamundos... ¿Qué sucede con este lugar? No hay ni un alma desde que llegué a esta isla por casualidad... y el primero que veo aparece armado con una gran espada... ¿Qué sucede?

Preparado para lo que pueda suceder tenía el ojo cyborg activado para preveer cualquier ataque igual que mi haki mantra y otras habilidades.

Observé a Uracha,el cual como había pensado también se unió a nosotros y Greic aceptó sin ninguna objeción.

--¿Supongo que sabrás que yo también voy no?.- Sonreí abiertamente ante eso.Me sentí muy bien al saber que mis compañeros nunca abandonan a nadie.Lo sabía,de antes,pero aún así era una sensación bastante reconfortable.

Al final,nos encaminamos hacia el laboratorio.Antes de entrar con Aspros,Greic nos advirtió de que no nos coláramos.

--Bueno –dijo su acompañante –como dije os tendréis que quedar aquí mientras yo entro con vuestro compañero. Si intentáis entrar con nosotros todos acabaréis mal. No os preocupéis por él, si lo he traído aquí es porque lo quiero con vida. Por cierto, en parte de atrás de este edificio hay una puerta, yo de vosotros no entraría allí.-Abrí los ojos y una sonrisa pasó desapercibida por los presentes. ¿Prohibido? Siempre me había gustado esa palabra.Cuando Aspros entró en el laboratorio,no pude contenerme y busqué alguna ventana que otra,la cual no encontré.Así caminé un poco para observar esa puerta.Giré mirando a Uracha,con emoción contenida en mis ojos y dándole a entender lo que quería hacer.Mi compañero seguramente me mataría.

Cuando alcé la vista al frente topé con un árbol milenario que me hizo rebotar hasta la orilla donde estaba el barco (unos metros de donde estaba). Caí y tragué mas arena que cuando era socorrista en una piscina jajajaja, me reí solo...

Ir sobrevolando la isla será difícil, así que me tocará ir a pie por el bosque. Ante mí pude ver tres caminos, cosa que no me gustaba nada ya que cada uno podría llevarme a cualquier sitio menos a donde quería ir; la ciudad. Así que empuñé mi tridente y opté por ir al camino de la izquierda. Ya entrado en el, alrededor había vegetación un tanto extraña que no había visto en mi vida. Las raíces de los árboles no eran muy comunes aquí ya que su grosor eran el doble o el triple que las normales. La corteza era muy gruesa y dura también algo inusual. No se escuchaba nada de nada, ningún ruido aparente, todo muy tranquilo a mi modo de ver, cosa que me asustaba. Seguí tan normal por el camino hasta que a lo lejos pude ver una bifurcación. Justo en medio había una señal con dos flechas apuntando una para cada lado del camino y sin nada escrito.

Antes de elegir por donde ir, me senté a las rodillas de un árbol que yacía al lado del camino, para descansar un poco, comer y beber algo.

Estaba aproximándome a mi enemigo con el fin de que me guiara hasta el laboratorio, cuando sentí que alguien me agarraba el brazo. Se trataba de Hiumi, la cual miraba con desafío al hombre que se encontraba ante nosotros...

"No pensamos dejar a un compañero solo"- sentenció mientras desplazaba su mirada hacia mi- "¿Ellos no te acompañan siempre?"

Esas palabras hicieron que me hundiera en una profunda reflexión. Es verdad que había permanecido poco tiempo como integrante en los Piratas del Doblón, pero era lo más parecido que tenía a una familia: y a la familia no se le abandona. Supuse que era lo mismo para los aliados. Miré a Hiumi con intriga y caí en la cuenta de que afrontar los problemas uno mismo, esquivando la ayuda de los demás, haría que poco a poco te autoconsumieras.

"De acuerdo" –dijo Greic–"Que se venga la chica, no quiero más contratiempos, pero tendrá que quedarse fuera cuando hables con mis compañeros. Y no es una opción, lo hará por las buenas, o por las malas."

Dicho esto, Greic emprendió el recorrido. Ambos comenzamos a seguirlo y como era de esperar, Uracha se unió a nosotros.

"¿Supongo que sabrás que yo también voy no?"

Agradecía toda su amabilidad, pero si se trataba de una trampa, íbamos a adentrarnos en la boca del lobo los tres solos, sin ningún tipo de apoyo. Lo más inteligente hubiera sido que ambos marcharan hacia donde se encontraban sus compañeros y advertirles de la presencia de estos sujetos extraños, pero ya era tarde para tomar aquella decisión.

"De acuerdo" –dijo Greic sin parar de caminar –"pero como ya he dicho os tendréis que quedar en la puerta".

Los tres nos miramos con intriga y seguimos caminando. Poco a poco íbamos dejando atrás a la enorme masa de gente que ahora se encontraba totalmente paralizada observándonos en la distancia, como si hubieran sido petrificados. Recorrimos una gran cantidad de edificios derruidos, en cuyo interior se encontraban los retazos de vidas pasadas, de lo que parecían ser familias felices, ¿Que había ocasionado esto? Los posibles experimentos llevados a cabo por el cabecilla de esta organización tal vez hubieran provocado la huida de toda la gente...o aun peor, su muerte.

Tras un rato caminando, llegaron a una gran puerta metálica, que supuse era la entrada al laboratorio.

"Bueno" –dijo –"como dije os tendréis que quedar aquí mientras yo entro con vuestro compañero. Si intentáis entrar con nosotros todos acabaréis mal. No os preocupéis por él, si lo he traído aquí es porque lo quiero con vida. Por cierto, en parte de atrás de este edificio hay una puerta, yo de vosotros no entraría allí."

Aquello último confirmaba el peor de mis temores: Hiumi. Si conocía la presencia de aquella puerta, no dudaría en arrastrar a Uracha hasta a ella para intentar adentrarse en el edificio, provocando la ira de nuestros enemigos e induciendo nuestra muerte.

Mientras pensaba en todo aquello, el extraño sacó una especie de tarjeta que acercó a un punto alto de la puerta y esta se abrió instantáneamente. Era un sistema automático de apertura y cierre por sensor, una tecnología bastante innovadora y eficaz en el campo de la informática. Si poseían eso, no dudaba en la posibilidad de que también poseyeran cámaras de vigilancia por todo el lugar y mecanismos de defensa.

El hombre hizo un ademán con su brazo para invitarme a entrar y una vez dentro, entró sin permitir el paso a Uracha y Hiumi. La puerta se cerró de forma brusca, provocando un fuerte eco que se extendió por toda la habitación. La estancia estaba pobremente iluminada, dejando entrever siluetas de mesas, columnas y pocos elementos más. Un molesto ruido eléctrico surgía del fondo de aquel lugar, y los pasos de mi acompañante a mi espalda hacian que me pusiera un tanto alerta.

-¿Y ahora qué?- dije mientras me giraba y le miraba a los ojos.

Salí de aquella cueva, no sabía al principio donde ir, ya que no me sabía la isla ni donde estaba cada lugar. Todo estaba tranquilo, se podía notar una suave brisa que movía los árboles. Al no saber donde ir, me senté en una piedra pensando donde podría ir y donde estaría el sitio, además, no quería echar a perder todo lo que había avanzado.

Dejé las armas a mi lado, y empecé a mirar por todos lados, para ver con claridad todo lo que podía pasar y actuar de inmediato. Todo estaba tranquilo, nada se movía ni se escuchaba ningún ruido, solo el viento que empujaba a los árboles.

De rodillas frente al cuerpo sin vida de Jack dejaba que la sangre cayera por todo mi cuerpo y que tapara mi característico color de piel... y que esta se tiñera totalmente de rojo.

Mi rival antes de caer me apretó en la herida, cosa que me dejó sin habla. Miré hacia el celeste cielo azul y abrí la boca para gritar de dolor... pero no pude, no me salía la voz, simplemente se escuchaba un afónico susurro.

Finalmente caí encima del cuerpo de Jack, pensé en quitarme la punta de lanza de mi cuello pero eso solo traería más problemas... por ahora aquel trozo de metal me serviría de tapón y si lo arrancaba de mi cuello puede ser que se agravara la hemorragia interna y muriera desangrado.
Necesitaba un médico... y no confiaba que en aquella ciudad hubiera gente humilde que me iba a ayudar.

Cogí como pude el mango de la lanza que tenía Jack y lo utilicé de bastón... gracias al ''bastón'' me pude levantar y empecé a caminar dejando un reguero de sangre a mis espaldas. Mi ojos tenían un color blanco muy particular y empezaba a perder la razón.
Me tambaleaba y me iba chocando entre los árboles, hasta que caí de rodillas y empecé a arrastrarme como un gusano. Intentaba gritar pero me seguía sin salir la voz... lo más posible es que me quedara mudo.

Mi camisa pesaba mucho... estaba toda empapada de sangre, mi cara también... al igual que todo el cuerpo.

Me intentaba dirigir hacia el barco de los marines con los que vine... pero probablemente cayera desmayado antes de llegar.

Comencemos a seguir a aquel tío y tras estar andado durante un rato, lleguemos los cuatro a la que supuse que era la puerta del laboratorio, el tío nos hablo de nuevo y nos dijo que no podíamos entrar que ya lo dijo antes y que no nos preocupáramos por Aspros y que por atrás había una puerta y que no pensáramos en entrar, pero pase totalmente de sus palabras.

Seguidamente observe como Hiumi estaba buscando algo, supuse que algún lugar por donde colarse, pero desgraciadamente no encontró nada y camino un poco y pudo encontrar la puerta que hablo aquel tío, a continuación giro a la cabeza y me miro, podía observar como sus ojos contenían una gran emoción, -Vamos Hiumi, a que esperamos para ver lo que hay en la puerta.-

Dije con una sonrisa en mi rostro mientras me acercaba a Hiumi

¿Dime que hacemos reventamos la puerta, o entramos sigilosamente?

le pregunte mientras observaba la puerta...

Arquee una ceja extrañado por su indicación a que le siguiese un desconocido encapuchado con un saco a sus espaldas. Gracias a dios no sabía que esas cabezas que tenía en el saco fuesen probablemente amigos suyos o como mínimo conocidos.
- Está bien, veamos que tienes...

Sonriendo le comencé a seguir con todos mis sentidos activados, desde el haki mantra hasta Simurgh observando a mis espaldas para avisarme con un apretón si ocurría algo.

"Ahora vas a conocer a nuestro jefe. Sígueme."

Mi acompañante avanzó entre las sombras, mientras que yo, cargado de desconfianza, emprendía un lento e inseguro camino que no sabía a ciencia cierta donde iba a llegar a parar. Comenzamos a atravesar los diversos pasillos laberínticos que se encontraban allí, repletos de puertas que no parecían aguardar lo que mi guía pretendía enseñarme. Tras una larga caminata en la que mi mejor aliado fue el silencio, llegamos a una habitación fuertemente iluminada en la que nos esperaban un pequeño grupo de personas más bien no deseadas.

"¿A ver qué nos has traído ahora?"

Era aquella mujer que poseía un poder idéntico al de Elizabeth...creo que se hacía llamar Natura. Era de esperar que las personas con las que habíamos tratado antes eran meros clones enviados para sembrar la confusión entre nosotros y atraernos hasta esta trampa, pues a su lado se encontraba Jack, aquel chico que conocimos en la costa y nos advirtió de que no nos adentráramos en aquel sitio.

"Este tipo podría ser muy útil para nuestra causa" –le contestó Greic.

Tras un breve lapso de tiempo de intercambio de miradas entre todos, tal y como si se tratase de un duelo en el viejo oeste, el hombre de morado se giró hacia a mi para hablarme:

"Espera aquí chico, voy a hablar con Vladimir."

Vaya, así que resultaba que por fin iba a conocer a ese tal Vladimir, tantas veces nombrado desde que pisamos esta isla. El hombre avanzó hacia una de las puertas situadas en el fondo de la sala y, después de atravesarla, la cerró fuertemente con la finalidad de que no pudiera ver lo que se encontraba tras ella. El silencio en la ausencia de Greic fue, cuanto menos, incómodo, y tan solo era roto por la respiración de los presentes y una leve risilla que musitaba Natura mientras se movía de un lado para otro. Esa situación se alargó durante unos minutos, aunque a mi se me antojaron horas.

La puerta se abrió de golpe, y de ella salieron Greic y un hombre que supuse se trataba de Vladimir. Mientras que el hombre de morado se unió a sus dos compañeros, Vladimir se quedó parado en el umbral de la puerta, observándome. Se trataba de un hombre bastante extraño, con una mirada misteriosa y siniestra y ataviado por prendas tiznadas de manchas oscuras. La pausa se alargó hasta que decidió avanzar y situarse frente a mi.

"Así que tú eres el chico del que me ha hablado Greic. Espero que estés dispuesto a colaborar con nosotros, porque si no lo haces por las buenas tenemos muchos más métodos de hacerte colaborar. Ni siquiera te pediremos que hagas daño a la gente, lo único que tienes que hacer son discursos en favor de nuestra causa ¿Estás dispuesto?"

Era el líder, y como tal, decía las mismas sandeces que sus secuaces. Todo aquello era una locura, pero la situación era tan desfavorecedora que me replanteaba muchas cosas: se encontraban Jack, Natura y Greic, los cuales parecían tener un buen nivel de combate y que podrían ser fastidiosos a la hora de pelear; por otra parte, Vladimir, siendo su cabecilla, no podía quedarse muy atrás de ellos; y finalmente, podían no ser los únicos de la organización, o incluso cabía la posibilidad de que todos ellos fueran clones y que no sirviera de nada pelear.

-¿Y cual se supone que es vuestra causa?- tras aquello, dirigí una furtiva mirada hacia Greic-La verdadera, no todas esas mentiras que ocultáis con bonitas palabras para engañar a la gente.