Pedir Un Puchero Da Pie A Muchas Cosas. [Tahiko - Xaph] [Privado - Pasado]

Una hermosa noche para cazar criminales… Si los hubiese. Pain avanzaba con el ceño fruncido por las calles de la isla, pues no había forma alguna de localizar un buen enemigo al que matar y entregar. Los delincuentes parecían desaparecer de la zona cuando llegaba y no lo entendía. Tampoco era para tanto, pero la mala suerte que estaba teniendo en sus cacerías le estaba empezando a mosquear. No sería raro si despedazara a su próxima presa. Sus ojos se entrecerraron mientras avanzaba lentamente por la zona. Se notaba el mal humor que llevaba debido a su mirada, aunque esta siempre estaba igual… Bueno, eso daba lo mismo. Tenía dinero después de haber cazado a Marvin en la isla de los marines junto a Keith. Ahora podría comer algo decente y de paso pasar una buena noche. Sus ojos se clavaron entonces en lo que parecía ser una posada algo vieja. No era el típico amante de los lujos, por lo que entró.

El cazador portaba una túnica negra con nubes rojas bordadas, un pantalón azulado oscuro, sandalias de madera y una especie de mandoble envuelto en vendajes que se hallaba amarrado a su espalda. Cuando entró se quedó mirando a su alrededor y no tardó en darse cuenta de que aquel sitio estaba medio vacío. Tan solo habría unas seis personas repartidas por las mesas. Él por su parte se sentó en la barra de forma solitaria y se pasó la mano derecha por la frente. El camarero parecía ser un anciano de cabellos blancos y largos, ojos dorados y cuerpo delgado. Vestía con una camisa blanca y un pantalón de pinzas. Parecía estar limpiando una jarra con un pañuelo húmedo y algo de jabón. Su expresión también era seria y eso haría las cosas mucho más fáciles para Pain. Fue entonces cuando el joven devastador cerró los ojos y habló en un tono alto para que pudiese escucharle sin problemas.

- Un plato caliente y alguna bebida gaseosa que tenga por ahí. También estaría interesado en una habitación para esta noche si es posible.

Dijo al mismo tiempo que metía la mano derecha en su bolsillo y sacaba su cartera negra. La abrió con calma y sacó unos cuantos billetes con los que pensó que sería suficiente. El hombre los tomó y tras contarlos le dio unas monedas de cambio. Después asintió con la cabeza y entró en lo que parecía ser una pequeña cocina. El cazador guardó el dinero de nuevo y lo introdujo en el bolsillo del pantalón derecho, el cual era tapado por la longitud de la túnica. No parecía importarle ir por la calle con todo el rostro lleno de pircings, pues eso era algo personal que le acompañaría siempre. Tosió un poco y acto seguido se cruzó de brazos mientras esperaba a que el anciano trajese lo que había perdido. El ambiente estaba realmente relajado y aquello le agradaba. Tal vez cuando tuviese cincuenta años o así se fuera a un sitio así a vivir. Soltó un suspiro y permaneció allí.

Ya había anochecido cuando Xaph vio una vieja casa que parecía ser una posada. Los últimos días no fueron buenos. Por suerte no necesitaba mucho, con algún que otro trabajo que hacía por las zonas que iba pasando, tenía suficiente para mantenerse. Esta noche podía darse el lujo de no dormir al raso.

Nada más entrar el joven se percató que la sala estaba medio vacía y un tanto descuidada, lo que le gustaba. Llevando una bufanda roja a juego con su cinturón, un chaleco naranja y junto a sus oscuros pantalones y camiseta, no hacía falta ser muy inteligente para saber que con un atuendo tan llamativo iba a destacar entre tan poca gente, pero todas las miradas parecían estar puestas en un hombre, que portaba un mandoble vendado a la espalda, que parecía  haber entrado un poco antes. Xaph atravesó el lugar, acercándose a la barra. El desconocido parecía estar esperando la cena y observándolo más de cerca su aspecto le fascino, todos esos adornos faciales hacían creer  que esa persona había tenido muchas experiencias en la vida, o al menos esa impresión de daba. Sentándose al otro extremo de la barra y para no ser maleducado, dejo de mirarlo y centró su atención en el camarero, que salía de la cocina con la cena del otro hombre. Cuando dejó el plato en la mesa, el aspirante a cazador vio su oportunidad de preguntar.

- ¿Podría darme una comida caliente y algo de beber?

Dijo cuando sacaba el dinero que llevaba en un sobre. El anciano asintiendo se acercó a recoger el dinero, que no tuvo vuelta y volvió a la cocina. Parecía que Xaph tendría que esperar. Y no le gustaba la idea. Viendo al hombre al otro lado de la barra interesante, se animó a iniciar una conversación pese a su desconfianza. Serían unas pocas palabras mientras llegaba su cena. Seguramente no tendría ni que hablar mucho y con suerte conseguía algo de información sobre la zona.

- Buenas noches caballero, no he podido evitar darme cuenta de que no es de por aquí. Y me preguntaba si, como viajero, conoce algún medio de ganar dinero en la zona.

Enunció mientras giraba su asiento y cogía un folio de su bolsillo que comenzaba a doblar. Igual había sido una mala decisión hablar con un desconocido, pero ya era tarde para arrepentirse.

El cazador pudo ver al fin su comida salir de la cocina. El hombre le puso un plato de puchero que olía de maravilla. Parecía llevar arroz, pollo, patatas, garbanzos y algunas verduras. Sin duda, había acertado en aquel sitio. También recibió una lata de una bebida gaseosa de limón. Lo primero que hizo fue tomar la cuchara y probar la comida. Estaba riquísima, pero no tardó en tomar un salero de la mesa y sacudirlo un poco sobre su plato. Le gustaba algo más salado. En cuanto volvió a probar aquel alimento no pudo evitar relamerse. Estaba muchísimo mejor y fue en ese momento cuando miró al camarero. Asintió con la cabeza dándole a entender que le gustaba y el hombre mayor sonrió. Continuó comiendo tranquilamente con algo de pan que también había en la barra. Estaba disfrutando muchísimo aquel plato calentito y después de aquello lo mejor era una buena noche de descanso. O al menos pensaba que iba a tenerla. Se limpió un poco la boca con una servilleta y después miró a su lado.

Había escuchado unas palabras de una persona que pareció dirigirse a él. Sus ojos se clavaron en los de aquel joven que parecía ser algunos años menor que él. Sus cabellos eran largos y de altura era quizá unos diez centímetros más bajo que Pain. El cazador entonces le miró con toda la calma del mundo. Solía ser un tío frío y que iba totalmente a su bola, pero no había razones para no contestar a aquella persona. Ante todo él no era una mala persona. Había acertado en algunas cosas, pues él no era de la zona. La pregunta podía responderla con facilidad y por eso no se puso a pensar una respuesta muy difícil.

- Has acertado, estoy de paso. Los medios de ganar dinero de los viajeros suelen ser ejerciendo de mercaderes o trabajando en distintos campos. La forma en la que yo gano dinero es matando criminales.

Dijo entonces como si aquello fuese lo más normal del mundo. No había dicho la palabra capturar, pues él prefería ejecutar aquellas basuras. Cerró los ojos entonces y tomó un trago de la bebida. El primero siempre era el mejor, pues el gas “quemaba” la garganta dejando una sensación que adoraba. Tras aquello volvió a comer de su puchero. Demasiado bueno. Mojó el pan en la sopa y después se lo llevó a la boca. El hombre que ejercía de camarero volvió enseguida con los alimentos del moreno y los dejó en la barra. Fue entonces cuando Pain tragó unas cuantas patatas tras masticarlas y después volvió a mirar al chico.

- Soy cazador del gobierno mundial. Puede que no sea asunto mío, pero… ¿Por qué te interesa ganar dinero? Te veo alguien muy joven para preocuparse por eso. – Terminó de mencionar al mismo tiempo que le miraba de nuevo de forma seria.

Parecía que el desconocido lo había ignorado o que al menos estaba lo suficientemente hambriento como para comer un poco antes de contestar, al menos la comida parecía estar buena. Xaph seguía mirándolo mientras terminaba de doblar la hoja hasta convertirla en un sobre. Se dispuso a sacar otro papel, para seguir entretenido, pero entonces llegó su respuesta. La naturalidad con la que se expresó fue sorprendente, hablaba de matar como si fuese lo habitual en la vida de cualquier persona. Aunque ese le hizo deducir que era un cazarrecompensas, como él.

La comida llegó a la barra, un puchero, llevaba lo que pollo, patatas, arroz y verdura. También colocó en la mesa una lata de cola, habría preferido zumo, pero no estaba del todo mal. Asintió y sonrió al anciano, que le devolvió la sonrisa y se coloco en la barra, limpiando unas jarras. Antes de que pudiese probar bocado el hombre sentado al otro extremo volvió a dirigirse a él. Era cazador, como pensaba. Pero esta vez preguntó sobre los motivos que tenía para ganar dinero. Reflexionó un momento la respuesta, entre tanto probó el plato. Las patatas guisadas estaban muy buenas, mezcló la carne de ave con verduras y dió un gran bocado. Bebió un trago de su bebida y se dispuso a responder al extraño de pelo anaranjado.

- Yo tambien soy un cazador. Pienso que el dinero no lo es todo en este mundo, pero sigue siendo necesario. Y tiene razón, soy bastante joven, pero aún así soy habilidoso en el combate.

Ya había contestado, podía centrarse en la comida. Cogió pan de la barra y lo mojó repetidas veces en el caldo. El sabor era espectacular, muy alejado de las cenas que acostumbraba a comer en una hoguera. Hoy podía permitirse esto, pero quizá mañana no. La idea de seguir preguntando se le pasó por la cabeza, quizá no lo conociese, pero había respondido bien. Podría pedirle ayuda.

- Puede que suene un poco extraño, pero sigo siendo un novato en esto de ser cazador, asi que agradeceria si me pudiese dar información o que me permitiera acompañarle para ganar un poco de experiencia en una de sus cazas.

No tenía nada que perder y puede que la razón de no encontrar a ningún delincuente fuese su falta de práctica. Además, estaba un poco cansado de andar en solitario. Aunque el hombre semejaba serio no parecía ser mala persona, omitiendo el hecho de no capturaba, solo mataba. Pero la vida le había enseñado que para muchos la muerte es poco castigo, así que no le molestaba.

- Por cierto, siento no haberme presentado antes. Soy Xaphan, aunque la gente acostumbra a llamarme Xaph. - Dijo mientras acercaba a extendiendo la mano.

El chico tenía razón en lo del dinero. Él mismo no cazaba por la pasta, pero sin ella no podía seguir viviendo. Era la maldición que tenían que aguantar los humanos. No pudo evitar coger la cuchara y volver a comer algo más de su guiso. Estaba demasiado bueno y pensaba pedir otro plato después. Sin duda, el anciano sabía cocinar de forma estupenda. Le extrañaba un poco que no tuviese más clientes por la zona. A lo mejor era un pueblo que prefería dormir por la noche a salir y eso era raro. Siempre estaban los típicos borrachos que deambulaban por las noches buscando alcohol. Supuso que la isla era un sitio tranquilo y eso le hacía fruncir un poco el ceño. Cuando lo hizo, sus cabellos se movieron levemente aunque no hubiese nada de viento. Una de sus habilidades especiales. Era como si algo interior se activara en él y diese paso a aquel fenómeno.

Tahiko quedó algo confuso cuando el joven le pidió ir con él de caza. El pelinaranja alzó una ceja y se quedó en blanco. Siempre había sido un tío solitario y nunca le habían pedido algo así. Miró al joven por unos momentos y después volvió a dirigir la mirada hacia su comida. No sabía responderle a algo así. Se llevó otra cucharada saboreando el arroz dentro del caldo y después soltó un suspiro. Tal vez podía ayudarle, pero no ese día. Era ya tarde y dudaba que hubiese delincuentes en la zona, de hecho, dudaba que los hubiese en la isla. Soltó un pequeño suspiro y entonces miró su mano. Estiró la suya propia estrechándola y después le miró a sus ojos. Se pensó qué nombre debía darle, pues él era apodado por uno, conocido por otro y llamado por otro. Supuso que le diría por el que él se sentía más cómodo.

- Tahiko Scarlet.

Dijo simplemente estrechando su mano y mirándole. Aquel chico no parecía ser mala persona. El pelinaranja entonces terminó de comerse su delicioso plato y se bebió el resto de la lata del tirón. Un trueno se escuchó entonces y segundos después el sonido de la lluvia. Aquello hizo al cazador cerrar los ojos y relajarse. Un día así era perfecto para quedarse en casa. Se colocó en pie y se quedó mirando a Xaph a los ojos de forma seria como de costumbre. Se dio cuenta que al pagar ni siquiera le dieron cambio, debía tener el dinero justo. Se rascó un poco la cabeza y entonces se cruzó de brazos.

- Puedes acompañarme mañana ¿Tienes sitio donde quedarte? – Preguntó con una frialdad típica de él. Pain era demasiado serio.

Sus años de experiencia como cazador le habían mostrado muchas cosas. Era una lástima que hubiese quedado en coma tanto tiempo. Si el joven le respondía que no le ofrecería que se quedase con él, pero que durmiese en el suelo con algunas mantas. Si tenía dinero suficiente le diría de verse allí mismo a la mañana siguiente. Dependiendo de su respuesta pasaría una cosa u otra. Por el momento esperó paciente sus palabras.

Xaph estaba nervioso, había tomado otra decisión impulsiva y se encontraba de nuevo en una situación del todo imprevista. El de pelo anaranjado tomó otra cucharada del puchero, pero él seguía esperando su contestación con la mano extendida. Noto un suspiro al que le siguió un apretón de manos y un nombre. Cruzaron miradas y cada uno volvió a su plato. El novato cazador disfruto de su comida, estaba gastando bastante, pero por una noche quería darse un lujo y de momento parecía merecer la pena. No quiso hacer ningún comentario mientras comían, seguía esperando la respuesta.

Antes de que pudiese oír una contestación, el sonido de un trueno apareció de pronto, seguido del estruendo que hacía la lluvia al chocar contra el tejado. La suerte por fin sonreía al joven, la primera noche que no pasaría a la intemperie y iniciaba una tormenta. Imagino las nubes grises y puso el ceño frunicido por un instante. Fue entonces cuando Tahiko se acercó. Estaba serio, volvieron a verse a los ojos. Era un buen tipo, se le veía en la mirada, aunque fuese un poco frío hablando. Se rasco la cabeza y ofreció poder acompañarlo al dia siguiente. Seguidamente pregunto si tenia donde quedarse. El joven de pelo oscuro asintió.

- Me quedaré en esta posada. No tengo mucho dinero la verdad, pero al entrar ya había decidido darme el lujo de pasar aquí la noche.- Haciendo una seña con la mano llamó la atención del camarero. - Si es posible, me gustaría tener una habitación donde pasar la noche.- El anciano asintió mientras Xaph volvía a sacar un sobre con el dinero justo que le entregaba.

Llevaba poco dinero y gracias a preguntar a gente por la calle sabía cuánto costaba comer y dormir en esta posada. Además lo había separado para poder pagar justo. Por suerte tenía suficiente para la cena y el alojamiento, y aún le sobraban unas pocas monedas. Parecía que el hombre del mandoble le ofrecía un lugar donde dormir, si no tenía donde dormir, debido a la lluvia, pero no podía aceptar más favores, bastante hacía dejando que lo acompañase.

- Muchas gracias, entonces nos vemos mañana. En la entrada si te parece un buen lugar.- Dijo mientras se levantaba de su silla.

Bostezó poniendo la mano en la boca. Estaba cansado y deseando dormir en una cama mínimamente cómoda. El día siguiente podría ser duro, asi que queria guardar energía. No conocía de nada al hombre que estaba mirándolo pero intuía que sería una buena experiencia pasar tiempo con él.

En cuanto el joven dijo aquellas palabras, Pain asintió con la cabeza y empezó a caminar hacia su habitación con los ojos entrecerrados. Podría echarse una buena noche de descanso y continuar buscando a la mañana siguiente con el joven que había tenido frente a sus ojos hacía unos leves momentos. Las escaleras eran de madera y realizaban un molesto ruido mientras el cazador subía por ellas. Aquello debía de molestar a las personas que dormían mientras los demás subían al piso de arriba. Un bostezo se escapó de la boca del pelinaranja mientras avanzaba despacio. Cuando por fin llegó a su habitación entró y cerró la puerta. Sin pensárselo mucho se tiró a la cama. Una vez en ella cerró los ojos y se quitó el espadón, al cual se abrazó. Era la posesión más preciada que llevaba consigo y no solo por su calidad, también por valor sentimental. Ver aquella cosa sin las vendas era un espectáculo, pero por el momento prefería mantener aquello oculto si no había peligro o no había que eliminar a alguien.

Los ojos del devastador se abrieron a la mañana siguiente. Eran las doce del mediodía, o eso creyó cuando vio que el reloj delante de él en la mesita marcaba así. Se frotó un poco los ojos y acto seguido se colocó en pie. Recordó entonces que debía ver al chico y esperaba que no se hubiese ido. No quería quedar como un capullo. Bajó todo lo rápido posible y nada más llegar a la barra se quedó mirando al camarero. Le pidió una bebida energética para espabilarse y de paso despedirse. El tipo le ofreció otra lata de color morada con algunos símbolos rojizos. Al parecer, se trataba de una bebida hecha con hormonas y plantas de la zona. Le dejó las monedas y se la tomó. Notó un sabor extremadamente rico y después se relamió. Debía probar más de aquella delicia en cuanto pudiese. Ahora debía reunirse con el joven lo antes posible.

- Vendré a este sitio siempre que pase por la isla, gracias por todo. – Dijo de forma seria mirando al camarero a los ojos, el cual asintió con la cabeza y le sonrió. Le había caído bastante bien al parecer, era mutuo.

Tahiko entonces bostezó abriendo la puerta. El tiempo continuaba nublado y el suelo estaba lleno de charcos de la lluvia. Empezó a mirar a varias direcciones para ver si veía al joven. Quería también darse una ducha, pero eso lo haría en algún lago del bosque cuando todo terminase. Se rascó un poco la cabeza y después de unos leves instantes alzó la voz de forma elevada para ver si Xaph estaba por allí.

- ¿Estás por la zona, Xaph? – Se mantuvo de brazos cruzados esperando respuesta.

Xaph dejó que el pelinaranja fuese a la habitación primero, acompañándolo unos metros más atrás, las escaleras crujían, lo que le recordaba su viejo hogar. Cuando al fin entró en su habitación era todo lo que esperaba, una silla en una esquina acompañada de una pequeña mesa, una cama y una mesilla. Cerró la puerta y fue a sentarse. Saco una hoja en blanco y un cuchillo rojizo con adornos en el mango, con el que empezó a escribir unas cuantas palabras. Al acabar guardó el papel en el sobre que había hecho esa noche y lo hizo desaparecer. Estaba cansado y ahora que al fin había acabado su rutina diaria podía irse a dormir. La cama era todo lo cómoda que podía desear, así que no tardó en dormirse.

Se despertó como de costumbre sobre las 9, viendo el reloj de la mesilla se percató que no acordaron la hora en la que se verían por la mañana. Eso eso era muy malo para él. O habían quedado más temprano o el caso contrario y le tocaría esperar. Ninguna de las opciones le gustaba. Cogió sus cosas y dejo la habitación con paso firme. Al bajar las escaleras vio al camarero. Se acercó y le preguntó sobre el hombre de la noche anterior. No había bajado aún. Le tocaba ser paciente. Salío de la posada y se sentó bajo un árbol cercano. Desde ahi podia ver bien la entrada y además el suelo no estaba mojado después de la lluvia de ayer. Sacó unos papeles y se puso a practicar papiroflexia.

El sol indicaba que si no era ya mediodía la hora se acercaba, y mientras el joven comía una manzana, el hombre del espadón apareció. Viendo hacia distintas direcciones y cruzándose de brazos Tahiko llamó a Xaph.

- ¡Estoy aquí!- Dijo el chico bajo el árbol, mientras se levantaba y se iba acercando a la entrada de la posada.

Era normal que no lo hubiese visto a primeras, estaba un poco alejado de la posada.
El pelinaranja estaba serio. No podía echarle en cara que llegase tarde porque no habían quedado a ninguna hora concreta y además estaba haciéndole un favor dejando que lo acompañase. Cuando estaba cerca el joven movió su pelo apartando los mechones que le llegaban a la cara.

- Buenos días.- Dijo alegremente. - Ya podemos comenzar con esta pequeña aventura.-

Estaba emocionado. Sacó una daga rojiza del cinturón y con un ligero movimiento de dedos en su empuñadura, la cuchilla, alcanzó el tamaño de una espada. Estaba mostrando su arma como señal de confianza y para que llegado el momento supiese un poco mejor su manera de luchar. Además no sabía lo que le esperaba y quería estar preparado.

- Ahora eres tu el lider.- Anunció mientras comenzaba a caminar.