Rock and Dead [Privado][Pasado][Maximilian - Difter]

La melodía que brotaba de mi guitarra me reconfortaba de alguna manera. Sentía la tensión y el vibrar de las cuerdas en mis dedos, mientras las acariciaba para que la música brotara de mi instrumento. Cogí mi libreta de apuntes y escribí algunas notas que sonaron bien. Algo me hacía falta. Detrás de la banqueta en la que me encontraba recostado estaba una pileta con cuatro delfines de mármol de los cuales brotaba agua cristalina. La villa de Orange parecía tranquila esa mañana y ni los marines que estaba patrullando la plaza central parecían interesarme. Al fin de cuentas, no tengo recompensa y no se atreverán a arrestar a alguien que no es buscado, aunque me considere un pirata, pensé mientras me sentaba y veía las calles que se abrían hacia mí. Más allá se extendía una gran avenida, por la que había pasado esa mañana para llegar a la plaza y donde vi una tienda de dulces que más tarde podría visitar para probar algo nuevo. De pronto, giré la cabeza y una carroza se detuvo frente a un edificio. Una gran cantidad de mujeres jóvenes gritaron de emoción y algunas lloraba de alegría por algo que estaba pasando allí. Me levanté de mi asiento, curioso e intrigado por saber que generaba tan frenética reacción en una gran cantidad de mujeres.  

- No puedo creer que estén aquí – dijo una chica de cabello castaño a su compañera.

Fui acercándome un poco más y pude notar que había un grupo de cuatro hombres que desprendían una especie de imagen seductora y estaba rodeados por un cordón de sujetos vestidos con trajes negros. Yo los he visto antes, pensé mientras trataba de recordar donde los había visto. Cuando por fin los recordé, comprendí porque las chicas estaban así. Era la banda de rock Emperators. Un cuarteto de cantantes de música frenética que alborotaba a cualquier mujer.

- Así que harán una presentación en la ciudad, parece interesante – dije en voz baja.

Había pasado una noche bastante mala en aquel lugar, a pesar de que la posada del centro de La villa de Orange era bastante buena, me levanté con un dolor increíble de cuello, casi no podía ni moverlo pero hice un esfuerzo y me levanté de la cama, recogí las cosas de mi habitación y la dejé preparada para el siguiente huésped que se fuese a alojar ''Espero que el próximo pase mejor noche que yo'' pensé mientras me tocaba el cuello y sentía que estaba tenso.

Salí de aquella posada y pude respirar tranquilamente, había un hombre de apariencia tranquila tocando la guitarra en una banqueta y tomando apuntes, tocaba música relajante cuanto menos, música que pronto sería eclipsada por el ruido de un montón de mujeres de apariencia joven (y otras no tan jóvenes) gritando de emoción al paso de una carroza bastante elegante, parecía que había llegado alguien interesante por aquí, pude notar como el hombre de la guitarra también se percató, decidí acercarme.

Los gritos cada vez eran mas altos y agudos, se hacía cada vez más insoportable. Cuando por fin llegue a ver lo que ocurría, unos hombres con una especie de encanto especial estaba bajando de la misma, los cuales provocaban que las mujeres suspirasen, gritasen y llorasen a cada paso que daban, a pesar de tener aires de superioridad. Me quedé perplejo, no sabía por qué había tanto barullo ni quienes eran esos tipos y estaba bastante perdido con todo esto, pero lo seguro es que esas personas movían masas.

Los cuatro cantantes, famosos en los mares, entraron en un edificio enorme, que parecía ser un hotel muy lujoso. El cerco de guardaespaldas iba cediendo cada vez más terreno ante la turba de femeninas con las hormonas alborotadas y si no hubiera entrado en el hotel, el pobre grupo de seguridad hubiera sufrido de una estampida de mujeres. No muy lejos de donde estaba había un chico…de cabello blanco. Eso llamaba la atención. Era más bajo que yo, por un segundo pensé que también estaba ahí por el cuarteto musical, pero la expresión en su rostro hizo que dejara esa idea y me dio a entender que parecía más confundido que otra cosa. Bueno, seguiré con lo mío, pensé mientras llevaba mi guitarra hacía adelante y me marché caminando hacía la pileta de plaza donde antes había estado sentado. Deslicé mis dedos por la guitarra para tratar de recordar las notas que había tocado antes de que llegara la masa frenética de mujeres. Parecía tener mala suerte, ya que cuando estaba regresando encontré el asiento ocupado por una pareja de ancianos que parecían estar disfrutando dándole de comer a un grupo de palomas. Aún sobraba espacio, pero no quería molestarlos.

- Perdón, ¿puedo sentarme? – pregunté mirando a la pareja de ancianos.

- Claro, claro, hijo – exclamó el anciano que cogía con ternura la mano de su compañera.

Sonreí y me senté a su lado mientras veía como seguían dándoles de comer a las palomas. Parecían tener muchos años ya, las arrugas de ambos lo demostraban, pero aún así seguían juntos. Me puse a pensar en todas las posibles cosas que habrían pasado juntos y antes de que siguiera perdido en suposiciones, el anciano me desembarazó de mis pensamientos.

- Joven – dijo con su voz temblorosa -. Sería mucho pedir, si le toca una canción a mi Marie.

Su gesto de cariño me conmovió y no pude negarme.

- Alguna canción en especial, señor.

- Ninguna, algo que alegre el corazón. Hoy es cumplimos 60 años de estar juntos y quisiera al menos esta vez, poder hacer algo diferente a lo que siempre he hecho.

- Pues no se diga más – dije con una sonrisa enorme en mi rostro-. Una canción de primavera y de buenos tiempos para la dama.

Me levanté de mi asiento y me coloqué frente a ellos. Preparé la guitarra y empecé a la vieja melodía que solía tocarle a mi madre los días de primavera cuando sonreía y se olvidaba de la ausencia de mi padre. La melodía fue calando en mi corazón y quizá en la de ambos ancianos, ya que la anciana mujer sonrió de una manera cálida que me estremeció.

Poco a poco el barullo desapareció. Esa especie de... idols estaba protegidos por personas robustas y aún así les costaba mantener a las fans a raya, lo cual me pareció bastante divertido. Mientras esto pasaba pude ver como el chico de la guitarra se alejaba del tumulto para sentarse cerca de unos ancianos, los cuales estaban tomados de la mano dando de comer a las palomas.

No pude evitar sacar un trozo de pan de mi bolsillo y acercarme al lugar de las palomas y mientras estaba de camino el hombre de la guitarra empezó a tocar una canción melancólica y simpática, pude ver como el hombre y la mujer sonreían felizmente mientras el chico tocaba la guitarra justo delante de ellos, parecían todos muy felices. Me acerqué tranquilamente y me senté al lado de las palomas, las cuales estaban demasiado ocupadas picoteando migajas del suelo para asustarse de mi, desmenucé el trozo de pan y puse los trozos en mi mano, de los cuales un par de palomas se acercaron a picotear. Aquella música sumado a la felicidad del ambiente mas las palomas comiendo de mi mano felizmente... No tenía intención de hablar así que me quedé mirando a las palomas que estaban comiendo de mi mano, el aire se llenó de felicidad en poco tiempo y me gustaba esa sensación.

Los ancianos parecían estar felices. Se pusieron de pie con mucho esfuerzo y me agradecieron antes de marcharse. Pude notar la presencia del chico que antes había visto entre el tumulto de féminas. Me senté en la banqueta y lo miré. No parecía ser alguien con el que tuviera que tenerse cuidado, pero las apariencias podían engañar y no quería creerlo, pero el mundo era lo suficientemente peligroso para convertir a un muchacho como él en un asesino en potencia.

- Espero no incomodarte si te hablo, pero te vi hace un rato cuando llegaron todas esas personas a ver a ese cuarteto de músicos y noté en tu rostro algo de confusión, ¿no los conoces?

Quería algo que hacer y quizá hablar con un extraño era una buena forma de seguir el día tranquilo que tenía.

- Veras, ellos son un grupo de música frenética llamada rock que hace que la gente se vuelva loca. Parecen bastante agradables, al menos creo que así lo ven las chicas y es porque dicen que son guapos. Tienen buenas habilidades, aunque creo que debería dedicarse más a mejorar su parte musical a que hacer más famosos.

Estaba tan ensimismado con las palomas que no me dí cuenta de que aquel matrimonio se levantó del asiento y se sentó aquella otra persona de la guitarra hasta que me habló y volví a la realidad.

-¿Eh! Esto... Claro que no, no me incomoda. Dije un tanto nervioso, siempre me pasa esto al conocer gente nueva, tengo que aprender a soltarme un poco en este tema... Aquel chico me explicó que ese grupo era un grupo musical de rock bastante famoso, curioso, para ser famosos yo no sabía nada de ellos y aunque si es verdad que su estética le tenían bien cuidada, si no les conozco será porque su música no les acompañaba mucho que se diga...

-¿Y que hacen por aquí? ¿Irán a dar algún concierto? Y cambiando de tema, me parece muy bonito lo que has hecho por esos ancianos. Sonreí gratamente hacia aquella persona. -Por cierto, mi nombre es Difter, un placer.

El chico me pareció agradable.

- Soy Maximilian, aunque prefiero que digan Max. Y estás en toda razón, darán un concierto en la ciudad. Dicen que son buenos, talvez los vaya a ver. Yo también soy músico. Voy por los mares buscando inspiración en mis aventuras. ¿Tú a que te dedicas? – pregunté al finalizar lo que estaba diciendo.

Miré en dirección de la avenida principal y tras ella llegaban un gran número de carretas tirados por caballos. Se estacionaron a unos pocos metros de nosotros y un grupo de hombres comenzaron a descargar una serie de tubos metálicos, otros traían tablones de madera y otros algunos cables y faros.

- Creo que el escenario pronto será instalado, deberíamos…

- Ustedes dos, largo de aquí – dijo alguien con un tono que no me gustó en absoluto.

Me giré y vi a un tipo enorme, fornido y con sin ninguna expresión en el rostro.

- Somos la seguridad del evento, así márchense ahora.

Lo miré con cierto fastidio y noté que parecía más un mantón de los suburbios que un tipo a cargo de la seguridad. Me levanté de mi asiento y empecé a caminar para alejarme de la plaza. Esperaba que Difter me siguiera ya que ya me había dado hambre y quería buscar un lugar donde comer.

- Vayamos a comer algo – le dije a Difter luego de girarme para verlo –. Yo invito.

El chico se presentó agradablemente, decía que se llamaba Max y que era músico (lo cual pude notar antes por su manejo de la guitarra) y también confirmó mis sospechas. También dijo que iba a ir a el mismo, quizás yo también me pasara por ahí para ver que tal.

-Yo me soy un cazarrecompensas, pero no solo eso, también me dedico a mejorar mis dotes de ingeniero, viaje por el mundo para atrapar criminales y para aprender sobre toda la tecnología del mismo. Sonreí agradablemente.

Un puñado de hombres en carretas traían tablones de madera, tubos de hierro, etc, seguramente empezarían a montar eso ya mismo, de hecho, es lo que me iba a decir Max hasta que un hombre fornido, probablemente de seguridad, nos dijo que nos fuésemos de una manera que no me gustó nada, su tono de voz, su expresión inerte... Si Max no hubiese dicho de ir a tomar algo seguramente le hubiese dado un puñetazo en la cara.

Me giré hacia Max y dije

-Claro, no podría rechazar una oferta así. Pero no olvidaré a ese hombre, no me dió buena espina.

Mientras caminábamos en busca de un buen lugar para comer, me preguntaba porque el hombre de a cargo de la seguridad de ese concierto estaría tan alterado. En mi mente algunas cosas fueron apareciendo y quizá una posible amenaza fuera la razón por la que el personal de seguridad estuviera haciendo tantos problemas. De pronto, un adorable olor a guiso caliente llegó hasta mi nariz. Me detuve y busqué el lugar de donde provenía el delicioso aroma de aquella comida. Encontré un único restaurante entre las casas que parecían bastante escondido en la calle. No tenía un cartel muy vistoso y para nada llamaba la atención. Caminé hacia allí, esperando que Difter me siguiera y cuando abrí la puerta, me encontré con un ambiente muy diferente al de la calle. El lugar estaba bien iluminado, había cuadros bonitos que decoraban las paredes y sobre las mesas había manteles a cuadros de blanco y rojo.

- Un lugar bastante agradable para comer. Tu pide la comida, veamos que tal eliges. - dije para animar a mi compañero a entrar

Sin perder el tiempo, tomé una mesa y esperé que Difter hiciera lo mismo.

Caminaba por la calle tras de Max, de brazos cruzados y farfullando, aún molesto por la actitud de ese hombre, no puedo creer que exista gente con esa mala ostia y con tan pocos modales.

Mientras estaba ensimismado choqué de pronto con Max, el cual se había parado y parece que olfateaba el aire. Cambió de dirección hacia un local no demasiado... vistoso, le seguí, al fín y al cabo me iba a invitar a comer, ¿quien soy yo para decidir donde vamos a comer?

Entramos en el local y Max me dijo que pidiese la comida... miedo es poco comparado con lo que sentí ahí, hablar con un desconocido, en un lugar tan extraño y tan apartado... no me parecía buena idea, pero nada de nada, pero bueno... habrá que hacerlo.

-D... Disculpe señor... A mi amigo y a mi nos g... gustaría tomar un guiso de carne de la mayor calidad y de beber...
yo quiero un refresco y mi compañero... Me giré un momento hacia Max ¿Tu que quieres?.

Después de pedir el camarero asintió y entró en la cocina, yo me senté en la mesa junto con Max rojo como mis ojos, poniendo mi cabeza entre mis brazos acostado sobre la mesa, sin decir una palabra.