Ivan Markov
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Agudeza
Instinto
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Día 1
- ¿Así que quieres unirte a nosotros? ¡Mamamamamama! - el capitán se rió con un sonido extraño.
- Acabo de comenzar mi viaje como pirata, pero tengo un buen entrenamiento - dijo el chico - Apuesto a que podría vencer a alguno de tus oficiales. Elige al que quieras y te lo demostraré.
McGaian esbozó una fiera sonrisa, complacido por la actitud del recluta. Era un enorme semigigante de pelo rubio con una larga barba recogida en una trenza. Se trataba de un pirata de Paraíso de cierto renombre, con ya bastantes años de experiencia. Tenía la nada desdeñable recompensa por su cabeza de 160 millones, y en el pasado había sido un Supernova muy prometedor, pero por algún motivo decidió no cruzar la Red Line al Nuevo Mundo y se quedó en aquella mitad de la Grand Line. Tenía tres navíos y una buena cantidad de leales a sus órdenes, así como varios oficiales prometedores. El joven que se encontraba frente a él era un chico que no debía tener más de veinte años, de pelo negro y facciones duras, vestido con una gabardina negra y ropas de tonos similares. Llevaba una katana y una daga al cinto.
- Muy bien chaval, veamos lo que puedes hacer contra Helena. Demuéstranos lo que vales.
Respondiendo a la orden indirecta, una mujer se adelantó de entre la multitud de bucaneros. Era joven, alta y atlética, y llevaba el pelo recogido en una coleta. Vestía una gabardina de oficial y un sombrero pirata azul, y su mano derecha reposaba sobre la empuñadura de un alfanje enjoyado. Con una mirada severa, desenvainó y se puso en guardia mientras estudiaba al joven. Este se limitó a devolverle la mirada, sin hacer siquiera un ademán de prepararse para la batalla.
- ¿Estás seguro de esto, niño? - preguntó con desprecio la pirata.
- Mi nombre es Helkan - respondió este con sequedad, llevándose la mano a la katana.
La mujer se lanzó sin previo aviso hacia él, lanzando un corte con su hoja. Brillando en un tono dorado, una onda cortante en espiral avanzó zigzagueando erráticamente hacia Helkan, pero este se quedó quieto. En el último momento se echó hacia un lado y evitó el golpe con gracilidad felina y una mueca de desdén.
Sin embargo Helena no había perdido el tiempo, y apareció tras la onda arma en mano y dispuesta a ensartarlo. Su rival se apartó de su trayectoria y trató de derribarla poniéndole la zancadilla, pero pese a que trastabilló, la pirata no perdió el equilibrio del todo. Sin embargo aquel valioso segundo fue suficiente, pues su rival le agarró el brazo de la espada y le apoyó su daga en la nuca.
- Jaque mate.
Día 6
- Sí, estoy bastante seguro de lo que dijo. He estado muchas veces en Jaya y el south bird es una especie exclusiva de allí.
- Entonces estás totalmente seguro de ello, ¿no? - preguntó Helkan rascándose la barbilla.
- Claro - el pirata se dio aires de importancia - El capitán confía en mí y fui yo quien le entregó la carta. No la he leído, pero le escuché comentarla con los oficiales. Al parecer no le interesa esa reunión.
- Es interesante Pete, pero si no vamos a ir... es información más bien inútil, ¿no?
- Bueno... sí. Pero convendría estar atentos a la noticias. Quién sabe lo que podría salir de esa reunión.
El pirata se encogió de hombros y se alejó, mientras el joven hacía lo propio y se dirigía a continuar con sus labores abordo. Cumplió con ellas con la obediencia y eficacia que le caracterizaban, pero en todo momento su mente estaba ocupada en otros quehaceres. Aquella noche tenía planes que ejecutar. Le bastaría con esperar a que todos estuvieran dormidos. Acababan de conseguir un buen botín y esperaban llegar a una cala segura en las próximas horas. Seguramente festejarían hasta acabar rendidos. Él en cambio tenía otros menesteres, aunque procuraría fingir estar con el resto... al menos las primeras horas.
Esa noche
Alejándose tambaleante de la hoguera donde sus compañeros festejaban, masculló con voz de borracho que se iba a mear. En cuanto los perdió de vista tras unas rocas, sus ojos relucieron y se volvieron dorados. "Cuando vuelva a forma humana tendré una bonita borrachera encima, pero ahora..." esbozó una sonrisa "pobres idiotas. No tienen ni idea de a quién llevan con ellos." Donde antes estaba el joven apareció un pequeño murciélago negro que comenzó a volar hacia uno de los barcos anclados cerca de la costa. Tras un corto vuelo y sortear a los no muy atentos vigías (que también iban algo bebidos) se posó frente a la puerta del castillo de popa y volvió a adoptar una forma humana. Entró silenciosamente y se deslizó por las desiertas estancias hasta el camarote del capitán. Pese a estar bastante oscuro, podía ver con tanta claridad como si fuese de día. Comenzó a abrir cajones y rebuscar en escondrijos hasta encontrar un sobre con un lacre roto, con la marca de un jolly roger.
- Bingo. Veamos de qué va esto - una fiera sonrisa se dibujó en su rostro - Oh, mi buen capitán... te invitan a una reunión tan deliciosa, ¿y rechazas? Inicialmente os iba a entregar a todos a la Marina, pero creo que he cambiado de opinión.
Tras eso se escondió y esperó unas horas, oteando el barco y la costa en forma de murciélago de vez en cuando. Los guardias no andaban especialmente alerta y al poco rato comenzaron a montar su propia fiesta en los barcos. A medida avanzaba la noche comenzaron a perder cada vez más la cabeza a medida el alcohol corría, y en la playa ya habían llegado al punto en que muchos no podían ni levantarse. El joven esperó pacientemente, y cuando muchos habían caído ya rendidos por el alcohol o el cansancio, asesinó silenciosamente a los vigías de los tres barcos. Tras eso voló en forma de murciélago a la playa. En condiciones normales lo hubieran vencido por puro número, pero debido a la fiesta y al pillar a muchos aún durmiendo, para cuando se dieron cuenta de que estaban bajo ataque varias decenas habían muerto sin siquiera despertar o percatarse de qué los había golpeado. Algunos que habían bebido menos o nada le presentaron batalla, pero para cuando un buen número estuvo alerta y en condiciones de enfrentarle, descubrieron con horror que sus camaradas caídos se levantaban y comenzaban a matar y capturar a los vivos a mordiscos y golpes. McGaian fue el más difícil de tumbar, pero atacado al mismo tiempo por sus oficiales caídos y por el joven cazador, fue derribado con una puñalada en abdomen.
- ¿Por... qué...? te aceptamos como a uno más - masculló, con un rostro de total incredulidad - Hijo de una hiena... yo te maldigo, Helkan. Que nunca encuentres descanso o felicidad.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del asesino, mientras su piel volvía pálida, su pelo blanco plateado y sus rasgos más afilados. Apoyó el filo de su arma en la garganta del pirata y le dijo:
- Mi nombre no es Helkan. Soy Ivan Roux, cazador. Buenas noches, capitán... nos volveremos a ver mañana.
Séptima noche
Los tres barcos de los Piratas de la Tormenta del capitán McGaian surcaban los mares, con el jolly roger en lo alto. Cualquiera hubiera pensado que todo iba perfectamente, tal vez había algo más de actividad a bordo de la normal para la hora, tal vez algo más silenciosos de lo que acostumbraba a ser un navío pirata. Un examen más detallado hubiese revelado datos algo más siniestros. Los marineros llevaban a cabo sus actividades con gestos totalmente mecánicos y algo torpes, con rostros inexpresivos y sin pronunciar la más mínima palabra. Los oficiales daban órdenes, pero eran todos mortalmente pálidos y no hablaban entre sí salvo para transmitirse mensajes. Y alguien más perceptivo se hubiese dado cuenta de que casi todos llevaban pañoletas al cuello o vendas en diferentes partes del cuerpo. En el camarote del capitán un hombre albino observaba un eternal pose tarareando una canción pirata. Parecía bastante feliz, y bebía de vez en cuando de una botella. La puerta se abrió y el capitán McGaian entró. Su mirada era la de un hombre desesperanzado, vacía y sin ánimos y su piel se había vuelto blanca como la leche.
- Buenas, capitán. ¿Todo en orden?
- Sí, mi señor. Llegaremos en tres días a este ritmo.
- Excelente. ¿Cómo vamos de provisiones?
- Nos quedan quince, mi señor.
- Tráeme uno para mi cena. Hoy tú y los oficiales podéis comer algo más, pero no desangréis a demasiados. Necesitaremos comida durante la reunión.
El capitán le hizo una reverencia y salió por la puerta. Con una sonrisa de victoria, Ivan apoyó los pies sobre la mesa y dio otro trago al tinto. Todo iba viento en popa.
- ¿Así que quieres unirte a nosotros? ¡Mamamamamama! - el capitán se rió con un sonido extraño.
- Acabo de comenzar mi viaje como pirata, pero tengo un buen entrenamiento - dijo el chico - Apuesto a que podría vencer a alguno de tus oficiales. Elige al que quieras y te lo demostraré.
McGaian esbozó una fiera sonrisa, complacido por la actitud del recluta. Era un enorme semigigante de pelo rubio con una larga barba recogida en una trenza. Se trataba de un pirata de Paraíso de cierto renombre, con ya bastantes años de experiencia. Tenía la nada desdeñable recompensa por su cabeza de 160 millones, y en el pasado había sido un Supernova muy prometedor, pero por algún motivo decidió no cruzar la Red Line al Nuevo Mundo y se quedó en aquella mitad de la Grand Line. Tenía tres navíos y una buena cantidad de leales a sus órdenes, así como varios oficiales prometedores. El joven que se encontraba frente a él era un chico que no debía tener más de veinte años, de pelo negro y facciones duras, vestido con una gabardina negra y ropas de tonos similares. Llevaba una katana y una daga al cinto.
- Muy bien chaval, veamos lo que puedes hacer contra Helena. Demuéstranos lo que vales.
Respondiendo a la orden indirecta, una mujer se adelantó de entre la multitud de bucaneros. Era joven, alta y atlética, y llevaba el pelo recogido en una coleta. Vestía una gabardina de oficial y un sombrero pirata azul, y su mano derecha reposaba sobre la empuñadura de un alfanje enjoyado. Con una mirada severa, desenvainó y se puso en guardia mientras estudiaba al joven. Este se limitó a devolverle la mirada, sin hacer siquiera un ademán de prepararse para la batalla.
- ¿Estás seguro de esto, niño? - preguntó con desprecio la pirata.
- Mi nombre es Helkan - respondió este con sequedad, llevándose la mano a la katana.
La mujer se lanzó sin previo aviso hacia él, lanzando un corte con su hoja. Brillando en un tono dorado, una onda cortante en espiral avanzó zigzagueando erráticamente hacia Helkan, pero este se quedó quieto. En el último momento se echó hacia un lado y evitó el golpe con gracilidad felina y una mueca de desdén.
Sin embargo Helena no había perdido el tiempo, y apareció tras la onda arma en mano y dispuesta a ensartarlo. Su rival se apartó de su trayectoria y trató de derribarla poniéndole la zancadilla, pero pese a que trastabilló, la pirata no perdió el equilibrio del todo. Sin embargo aquel valioso segundo fue suficiente, pues su rival le agarró el brazo de la espada y le apoyó su daga en la nuca.
- Jaque mate.
Día 6
- Sí, estoy bastante seguro de lo que dijo. He estado muchas veces en Jaya y el south bird es una especie exclusiva de allí.
- Entonces estás totalmente seguro de ello, ¿no? - preguntó Helkan rascándose la barbilla.
- Claro - el pirata se dio aires de importancia - El capitán confía en mí y fui yo quien le entregó la carta. No la he leído, pero le escuché comentarla con los oficiales. Al parecer no le interesa esa reunión.
- Es interesante Pete, pero si no vamos a ir... es información más bien inútil, ¿no?
- Bueno... sí. Pero convendría estar atentos a la noticias. Quién sabe lo que podría salir de esa reunión.
El pirata se encogió de hombros y se alejó, mientras el joven hacía lo propio y se dirigía a continuar con sus labores abordo. Cumplió con ellas con la obediencia y eficacia que le caracterizaban, pero en todo momento su mente estaba ocupada en otros quehaceres. Aquella noche tenía planes que ejecutar. Le bastaría con esperar a que todos estuvieran dormidos. Acababan de conseguir un buen botín y esperaban llegar a una cala segura en las próximas horas. Seguramente festejarían hasta acabar rendidos. Él en cambio tenía otros menesteres, aunque procuraría fingir estar con el resto... al menos las primeras horas.
Esa noche
Alejándose tambaleante de la hoguera donde sus compañeros festejaban, masculló con voz de borracho que se iba a mear. En cuanto los perdió de vista tras unas rocas, sus ojos relucieron y se volvieron dorados. "Cuando vuelva a forma humana tendré una bonita borrachera encima, pero ahora..." esbozó una sonrisa "pobres idiotas. No tienen ni idea de a quién llevan con ellos." Donde antes estaba el joven apareció un pequeño murciélago negro que comenzó a volar hacia uno de los barcos anclados cerca de la costa. Tras un corto vuelo y sortear a los no muy atentos vigías (que también iban algo bebidos) se posó frente a la puerta del castillo de popa y volvió a adoptar una forma humana. Entró silenciosamente y se deslizó por las desiertas estancias hasta el camarote del capitán. Pese a estar bastante oscuro, podía ver con tanta claridad como si fuese de día. Comenzó a abrir cajones y rebuscar en escondrijos hasta encontrar un sobre con un lacre roto, con la marca de un jolly roger.
- Bingo. Veamos de qué va esto - una fiera sonrisa se dibujó en su rostro - Oh, mi buen capitán... te invitan a una reunión tan deliciosa, ¿y rechazas? Inicialmente os iba a entregar a todos a la Marina, pero creo que he cambiado de opinión.
Tras eso se escondió y esperó unas horas, oteando el barco y la costa en forma de murciélago de vez en cuando. Los guardias no andaban especialmente alerta y al poco rato comenzaron a montar su propia fiesta en los barcos. A medida avanzaba la noche comenzaron a perder cada vez más la cabeza a medida el alcohol corría, y en la playa ya habían llegado al punto en que muchos no podían ni levantarse. El joven esperó pacientemente, y cuando muchos habían caído ya rendidos por el alcohol o el cansancio, asesinó silenciosamente a los vigías de los tres barcos. Tras eso voló en forma de murciélago a la playa. En condiciones normales lo hubieran vencido por puro número, pero debido a la fiesta y al pillar a muchos aún durmiendo, para cuando se dieron cuenta de que estaban bajo ataque varias decenas habían muerto sin siquiera despertar o percatarse de qué los había golpeado. Algunos que habían bebido menos o nada le presentaron batalla, pero para cuando un buen número estuvo alerta y en condiciones de enfrentarle, descubrieron con horror que sus camaradas caídos se levantaban y comenzaban a matar y capturar a los vivos a mordiscos y golpes. McGaian fue el más difícil de tumbar, pero atacado al mismo tiempo por sus oficiales caídos y por el joven cazador, fue derribado con una puñalada en abdomen.
- ¿Por... qué...? te aceptamos como a uno más - masculló, con un rostro de total incredulidad - Hijo de una hiena... yo te maldigo, Helkan. Que nunca encuentres descanso o felicidad.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del asesino, mientras su piel volvía pálida, su pelo blanco plateado y sus rasgos más afilados. Apoyó el filo de su arma en la garganta del pirata y le dijo:
- Mi nombre no es Helkan. Soy Ivan Roux, cazador. Buenas noches, capitán... nos volveremos a ver mañana.
Séptima noche
Los tres barcos de los Piratas de la Tormenta del capitán McGaian surcaban los mares, con el jolly roger en lo alto. Cualquiera hubiera pensado que todo iba perfectamente, tal vez había algo más de actividad a bordo de la normal para la hora, tal vez algo más silenciosos de lo que acostumbraba a ser un navío pirata. Un examen más detallado hubiese revelado datos algo más siniestros. Los marineros llevaban a cabo sus actividades con gestos totalmente mecánicos y algo torpes, con rostros inexpresivos y sin pronunciar la más mínima palabra. Los oficiales daban órdenes, pero eran todos mortalmente pálidos y no hablaban entre sí salvo para transmitirse mensajes. Y alguien más perceptivo se hubiese dado cuenta de que casi todos llevaban pañoletas al cuello o vendas en diferentes partes del cuerpo. En el camarote del capitán un hombre albino observaba un eternal pose tarareando una canción pirata. Parecía bastante feliz, y bebía de vez en cuando de una botella. La puerta se abrió y el capitán McGaian entró. Su mirada era la de un hombre desesperanzado, vacía y sin ánimos y su piel se había vuelto blanca como la leche.
- Buenas, capitán. ¿Todo en orden?
- Sí, mi señor. Llegaremos en tres días a este ritmo.
- Excelente. ¿Cómo vamos de provisiones?
- Nos quedan quince, mi señor.
- Tráeme uno para mi cena. Hoy tú y los oficiales podéis comer algo más, pero no desangréis a demasiados. Necesitaremos comida durante la reunión.
El capitán le hizo una reverencia y salió por la puerta. Con una sonrisa de victoria, Ivan apoyó los pies sobre la mesa y dio otro trago al tinto. Todo iba viento en popa.
Alwyn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La historia ha estado bien, aunque de beber tanta sangre con alcohol a lo mejor debías haber terminado más borracho ¿no? En fin, quitando unas cuantas faltas y comas está bien, pasas a la siguiente fase del evento.
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