Syxel
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Akuma no mi
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- Anotación:
Un sabor metálico invadió mi boca, y para variar no se trataba de la sangre de otro, sino de la mía propia. Algo aturdido, sacudí la cabeza intentando despejarme y recordar… ¿qué demonios estábamos haciendo?
Nailah estaba a mi lado, también en el suelo, y enseguida comprendí que se había abalanzado sobre mi. Salvándome así del demoledor golpe que había destrozado la cubierta en el punto exacto donde me encontraba hacía escasos segundos. Reparé entonces en el que deduje sería el causante de semejante destrozo, un contra-almirante de la marina de más de dos metros de altura. Un individuo fornido, de piel oscura y cabeza rapada. El cual se encontraba ahora intercambiando golpes con Balagus. Y pese a que mi camarada parecía superarle por mucho en fuerza y tamaño, era él quien se estaba viendo asediado por los golpes del oficial.
Breves flashbacks acudieron a mi mente, algo menos afectada por el alcohol ahora que los poderes de mi Akuma no Mi comenzaban a hacer efecto. El ascenso por la Reverse Mountain, la celebración, algo sobre Noah colándose en la despensa…
Ah, sí. Y mi plan para forjarnos un nombre de verdad como tripulación pirata ahora que al fin nos habíamos adentrado en el Grand Line.
Puede que en aquel momento hubiera estado algo afectado por las botellas de ron y los litros de cerveza consumidos, pero siendo sinceros, incluso de haber estado sobrio habría actuado exactamente igual. En cuanto vimos aparecer aquel barco de la marina di la orden de asaltarlo. Y debían estar tan dispuestos a combatir como nosotros dado que en cuanto se dieron cuenta de la situación viraron para encarársenos. No tardamos en alcanzarlos, y en cuanto estuvimos a su lado ordené al resto de la tripulación que se quedara en nuestro barco para defenderlo, mientras Balagus y yo abordábamos el suyo.
Debía ser una operación caótica y sencilla. Entrar, destrozar y salir. Y así parecía que iba a ser mientras veía al semi gigante ir de un lado a otro de la cubierta mientras arrasaba con cuantos marines se le ponían por delante. Por mi parte, tan solo tuve que enfrentar a algunos entusiastas que, al verme contemplando el panorama en solitario, se abalanzaban sobre mi creyéndome una víctima más asequible. Mas me bastaba empuñar la espada con una mano para ocuparme de ellos mientras con la otra continuaba vaciando la botella que había llevado conmigo. Hasta que la intervención de Nailah, que nos había seguido contra mis órdenes, me salvó del que probablemente habría sido un golpe fatal. Aunque la pobre botella no tuvo tanta suerte en la caída.
Teniendo la mente despejada al fin, me puse en pie relamiéndome con una sonrisa. Escupí algo de sangre sobre la cubierta. Debía de haberme dado un golpe al caer, pero los poderes regenerativos no tardaron en cerrar aquella simple brecha en mi labio. Como fuera, estaba listo para unirme a mi compañero.
Si bien al comienzo de la batalla tuve problemas para medirme con aquel gran hombre uniformado, estando despejado y luchando junto a Balagus las tornas estaban por cambiar. Le habría dicho a Nailah que regresara de inmediato a nuestra embarcación, pero igual que me desobedeció una vez podría hacerlo de nuevo. Además, no podía negar que su intervención había venido como caída del cielo. Tal vez aquella fuera la ocasión para probar que no me había equivocado al aceptarla en la tripulación.
No hizo falta intercambiar palabras ni gestos, tan solo una mirada, como siempre, para que ambos entendiésemos a la perfección las intenciones del otro. El gran cazador y su osa se aseguraron de mantener ocupada la atención del contra-almirante el tiempo que necesité. Mientras por mi parte acometí contra nuestro rival para, en cuanto estuve a su altura lanzar un ágil tajo contra su pierna izquierda, causándole un profundo corte en el muslo. La primera herida de la batalla.
La recluta rebelde no tardó en seguirme el paso, adoptando por instinto una posición ventajosa. Mientras intercambiábamos golpes, poco le costó acostumbrarse a la coordinación natural que había entre el que era mi recién nombrado contra maestre y yo. Un hecho que me sorprendió gratamente.
Las armas se cruzaban, cortes surcaron la piel de todos los presentes, y en más de una ocasión los katares que blandía el oficial de la marina cortaron el aire peligrosamente cerca de mi cuello. Parecía que ni siquiera la desventaja numérica supondría una diferencia para aquel experimentado marine… Pero poco a poco, fuimos consiguiendo ganarle terreno.
A medida que el encarnizado combate se desarrollaba, un aura oscura comenzó a envolverme. La emoción del momento, la adrenalina del combate y la excitación de lo que todo aquello representaba hicieron que me dejase llevar, desatando la forma que por lo general mantenía siempre a raya.
La sorpresa se hizo presente en los rostros de tanto el enemigo como mis compañeros. No por el cambio físico, pues este apenas consistió en mi pelo volviéndose totalmente negro y mis músculos marcándose ligeramente más. Sino por la imponente presencia que suponía la transformación, y el aura de oscuridad que de mi brotaba se extendió hasta sumir el barco entero en la más oscura de las noches.
- No es nada personal - comenté, asegurándome de que mi oponente pudiese oírme.
La sonrisa en mi rostro se hizo más amplia. Podía notar como el poder emergía de mi interior, apoderándose de cada fibra de mi ser. Las sombras acariciaron mi piel como las manos de una amante. Y el tono de mis orbes se tornó de un carmesí tan intenso que ardían como los fuegos del mismísimo Averno. Era Érebo. Primordial de la Oscuridad. El Inframundo era mi dominio, y como tal mi control sobre este me permitió invocar a sus habitantes.
Del suelo de madera del navío surgieron una treintena de manos cadavéricas, seguidas por los cuerpos esqueléticos de sus dueños. Aquellos muertos no perdieron el tiempo, con paso torpe se abalanzaron sobre lo que tuvieran más cerca. Algunos se mezclaron entre la tripulación marine, desatando de nuevo el caos, mientras otros trataron de inmovilizar al contra-almirante.
Aquello sacó del ensimismamiento a los combatientes, y no tardó mucho el oficial enemigo en dar cuenta del nuevo peligro, librándose de los muertos que se cernían sobre él. Pero para su desgracia, ese instante de distracción fue todo lo que necesité. Con una velocidad sobrehumana recorté la distancia que nos separaba, llegando incluso a levantar una ligera corriente de aire a mi paso.
Mi espada no encontró resistencia al empalar el pecho descubierto del contra-almirante. En parte porque el súbito aumento de rapidez de mis movimientos le impidió reaccionar a tiempo, y también ayudó el uso del Haki de Armadura como refuerzo. Pero principalmente se debió a la activación del mecanismo oculto en la espada, que encendió su hoja al rojo vivo y atravesó la carne como si fuera mantequilla.
Con la ayuda de Balagus y Nailah, además de la pequeña horda de muertos que a mi orden se desvaneció, la situación concluyó con nuestra victoria. Puede que no fuese la más aplastante de las que ostentaría a mis espaldas, pero sí puedo afirmar que bastaría para darnos a conocer.
- Son solo negocios - sentencié en voz baja frente al agonizante marine, que inútilmente se llevaba las manos al pecho, tratando de detener el sangrado de la herida mortal.
A nuestra espalda, el mástil finalmente cedió y cayó sobre la cubierta, retumbando. La oscuridad retrocedió mientras yo regresaba a mi forma humana, permitiendo que el enorme cazador localizara y se apropiara de uno de los cañones enemigos. Mientras tanto, y siguiendo mis órdenes, Nailah recogió la bandera de la marina y la trajo hasta nosotros. Mis compañeros la sujetaron, cada uno por un extremo, y sin añadir ni una palabra más generé en mi mano una pequeña bola de fuego que utilicé para incendiarla.
Ambos bandos contemplamos, en absoluto silencio, como la tela ardía hasta consumirse por completo. Y luego, ante la atónita mirada de aquellos supuestos defensores de la ley y la justicia, usamos aquel cañón para matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, el retroceso nos ayudó a impulsarnos de nuevo a nuestro propio buque; y por el otro, causamos aún más destrozos en la cubierta del barco opuesto.
Puede que para muchos aquel no fuese más que un incidente aislado, y para otros un acto que conllevaría graves consecuencias. Pero para nosotros solo significaba una cosa, era nuestra forma de decir: Estamos aquí, y venimos pisando fuerte.
Deathstroke
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Akuma no mi
Varios
Buenas, soy Deathstroke y voy a moderar este diario.
Tras leerlo, puedo decir sin temor a equivocarme que queréis demostrar que sois realmente un superhombre, el "asesinato" de un contra-almirante, destrucción de un buque y la quema de la bandera, sin duda hechos de renombre. Por ello, tras el combate, os llega una gaviota al barco, la cual lleva una carta atada en la pata.
Enhorabuena, has pasado a la siguiente fase.
PD: el contra almirante no ha muerto, aunque haya sido un 3 vs 1 los contra almirantes son un rango muy poderoso, y dos niveles 40 y pico y un nivel 12 tendrían un combate mucho más igualado. dicho esto tu te llevas 24.000.000 por derrotarlo, más 10.000.000 por el buque, y 30.000.000 por la bandera quemada; lo que quiere decir que te llevas 64.000.000.
Tras leerlo, puedo decir sin temor a equivocarme que queréis demostrar que sois realmente un superhombre, el "asesinato" de un contra-almirante, destrucción de un buque y la quema de la bandera, sin duda hechos de renombre. Por ello, tras el combate, os llega una gaviota al barco, la cual lleva una carta atada en la pata.
- anonimo:
- Los actos que habéis hecho hace unos días no han pasado desapercibidos, alguien os ha observado aunque no lo hayáis visto, y gracias a él habéis sido invitados para la búsqueda de un nuevo Yonkou tras la captura del capitán Legan Legim.”
Enhorabuena, has pasado a la siguiente fase.
PD: el contra almirante no ha muerto, aunque haya sido un 3 vs 1 los contra almirantes son un rango muy poderoso, y dos niveles 40 y pico y un nivel 12 tendrían un combate mucho más igualado. dicho esto tu te llevas 24.000.000 por derrotarlo, más 10.000.000 por el buque, y 30.000.000 por la bandera quemada; lo que quiere decir que te llevas 64.000.000.
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