Son poco más de las siete de la mañana y estáis en la puerta del despacho del contraalmirante Pajares, el líder del cuartel del archipiélago Sabaody, el cual os ha citado de urgencia. No sabéis para qué, pero no tardaréis mucho en hacerlo, o quizás sí. Transcurrido más de cuarenta minutos aparece el contraalmirante con un ligero hedor a anisete y os pide que entréis. Veis que es un despacho grande, con una gran mesa rectangular en el centro rodeada de sillas.
-Sentaos por favor –dijo con tono serio, mientras bajaba un poco la persiana-. Como sabréis hace unos días hemos tenido una confrontación con un grupo de delincuentes, todavía desconocidos, y han capturado a uno de los nuestros, al teniente Bryan R. Shurms. Según nuestros contactos en los bajos fondos planean matarlo públicamente para dar una lección al gobierno y hacer saber a la marina que no deben adentrarse en los manglares “sin ley”. Es por eso que por vuestras habilidades individuales os he escogido para infiltraros en la zona sin ley, concretamente entre los manglares uno y diez y salvarle. Tenéis dos días para ello, así que daos prisa y por favor, que no os descubran.
Dichas esas palabras os vais de allí, en dirección a los barracones. Tenéis una hora para salir, y habéis caído en la cuenta de que no han elegido líder para la expedición. ¿Será Silver que es el más alto en la jerarquía? ¿O escogeréis a otro por su carisma? Eso solo lo podéis decidir vosotros. Tras eso, os adentráis en el manglar uno y acabáis en las puertas de una taberna con gente de mal aspecto en su exterior. ¿Qué hacéis? ¿Os adentráis en ella a preguntar o vais a otro lado?
-Sentaos por favor –dijo con tono serio, mientras bajaba un poco la persiana-. Como sabréis hace unos días hemos tenido una confrontación con un grupo de delincuentes, todavía desconocidos, y han capturado a uno de los nuestros, al teniente Bryan R. Shurms. Según nuestros contactos en los bajos fondos planean matarlo públicamente para dar una lección al gobierno y hacer saber a la marina que no deben adentrarse en los manglares “sin ley”. Es por eso que por vuestras habilidades individuales os he escogido para infiltraros en la zona sin ley, concretamente entre los manglares uno y diez y salvarle. Tenéis dos días para ello, así que daos prisa y por favor, que no os descubran.
Dichas esas palabras os vais de allí, en dirección a los barracones. Tenéis una hora para salir, y habéis caído en la cuenta de que no han elegido líder para la expedición. ¿Será Silver que es el más alto en la jerarquía? ¿O escogeréis a otro por su carisma? Eso solo lo podéis decidir vosotros. Tras eso, os adentráis en el manglar uno y acabáis en las puertas de una taberna con gente de mal aspecto en su exterior. ¿Qué hacéis? ¿Os adentráis en ella a preguntar o vais a otro lado?
- Mapa:
La zona sin ley: Corresponde a los manglares del 1 al 29, ocupando tres zonas. En estas zonas se encuentran las bases de las bandas de secuestradores, así como los distintos locales de venta de esclavos.
La zona gobernada por la Marine: Comprende el resto de los manglares, donde se encuentran los siguientes edificios:
Un centro comercial en el manglar 30.
El parque de atracciones Sabaody en los manglares 32, 33 y 34.
La zona de construcción de barcos y de revestimientos en los manglares 50-59.
La Sede de la Marine en el archipiélago, el cual ocupa desde el manglar 60 al 69.
Una zona de hoteles en los manglares. 70-79.
Una zona comercial y turística llena de tiendas de souvenirs y de las típicas bicis-pompas.
Jason Silvers
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Jason contuvo un bostezo mientras se esforzaba por atender, con los ojos enrojecidos y legañosos. Acababan de sacarlo de cama hacía nada con el mensaje del contra-almirante y apenas había tenido tiempo a vestirse a toda prisa, recoger sus armas y diales y salir hacia el despacho. La verdad era que su aspecto era un poco lamentable, con la pañoleta del cuello mal colocada, la coleta medio suelta y balanceándose continuamente sobre la silla con pinta de estar a punto de quedarse dormido. Anoche había sido otra de esas en vela. Las primeras horas las había pasado en el escritorio estudiando un pesado tomo de farmocología como medida contra el insomnio. Cuando no pudo más con el aburrido texto, lo cerró y se metió en cama, para encontrarse a sí mismo cavilando sobre los diferentes sucesos del día, incapaz de conciliar el sueño y estresándose al recordar escenas concretas, dándole vueltas a las cosas que podría haber hecho mejor. Su principal cruz era el cómo actuaba de cara al resto, incapaz de ser natural. ¿Y cómo puedes relacionarte con el resto sin más que relaciones artificiales y extrañas cuando no eres capaz de ser tú mismo? Esas cosas y más rondaron su cabeza hasta que logró conciliar un sueño intranquilo.
Logró a duras penas entender la explicación de su superior. Tenían que rescatar a un teniente, un tal... Bryan algo. Lo tenían unos criminales en la zona sin ley de Shabaody. Al parecer los había escogido a ellos para la misión por sus aptitudes, pero sinceramente Jason no entendía por qué enviaban a cuatro personas a un lugar infestado de criminales. No tenía sentido a menos que... qué cómodo se estaba en aquella silla acolchadita, y además hacía calor. Notando el techo moverse en una dirección extraña, despertó de golpe por el susto y recuperó el equilibrio. Había estado a punto de quedarse dormido y caer para atrás. Se puso recto en la silla y se obligó a mantenerse atento mientras terminaban de explicarles la misión. Sin embargo poco tenía que decir más, salvo que tenían dos días para su tarea. Se levantó con un gesto casi automático e hizo un no muy mañoso saludo militar, realizando un esfuerzo casi sobrehumano para no bostezar.
- A sus órdenes, Contra-almirante.
En cuanto estuvo fuera del despacho dio un suspiro de alivio. Ahora podría tomarse una taza de café bien cargado y despejarse del todo. Tampoco le vendría mal una ducha de paso que se cambiaba y se ponía ropa más discreta. Sus compañeros eran dos hombres y una mujer, a cada cual más llamativo que el anterior. Aunque él tampoco era quién para hablar de aspectos tanto por sus pintas actuales como por sus ojos.
- Tengo que ir a prepararme. ¿Dónde nos reuniremos?
En cuanto tuvo la respuesta, se despidió de ellos con un gesto de cabeza y fue directo a los barracones. Se dio una ducha fría en los vestuarios para espabilarse y se puso prendas más discretas. Un conjunto que no le convirtiera en un muñeco de tiro al pato andante en la zona sin ley, vaya. Se puso una chaqueta negra, mitones con chapas de metal, pantalones de cuero y botas. Por encima se puso un arnés como solía con todos sus cuchillos colgando y al cinto una bolsa con desinfectante, vendas, gasas, hilo de sutura y agujas quirúrgicas. Había pedido todo el material en el almacén la tarde anterior a su llegada a la base, previendo que no lo habían enviado desde Marineford sólo para mirar al aire. Al fin y al cabo un médico tenía que ir equipado. Una vez estuvo listo se pasó por la cafetería y apuró un bar de bollos con una taza grande de café con leche. Tanta prisa se dio que para cuando llegó al lugar a esperar por el resto, aún tuvo tiempo a encenderse un pitillo y empezar a fumárselo mientras esperaba. No muy lejos de él había una taberna de mala muerte en medio del manglar.
- No apostaría ni dos berries por el loco que entrase ahí uniformado - murmuró en tono casi inaudible, echando una humareda - Bueno, depende del loco - añadió, recordando a Venom.
Logró a duras penas entender la explicación de su superior. Tenían que rescatar a un teniente, un tal... Bryan algo. Lo tenían unos criminales en la zona sin ley de Shabaody. Al parecer los había escogido a ellos para la misión por sus aptitudes, pero sinceramente Jason no entendía por qué enviaban a cuatro personas a un lugar infestado de criminales. No tenía sentido a menos que... qué cómodo se estaba en aquella silla acolchadita, y además hacía calor. Notando el techo moverse en una dirección extraña, despertó de golpe por el susto y recuperó el equilibrio. Había estado a punto de quedarse dormido y caer para atrás. Se puso recto en la silla y se obligó a mantenerse atento mientras terminaban de explicarles la misión. Sin embargo poco tenía que decir más, salvo que tenían dos días para su tarea. Se levantó con un gesto casi automático e hizo un no muy mañoso saludo militar, realizando un esfuerzo casi sobrehumano para no bostezar.
- A sus órdenes, Contra-almirante.
En cuanto estuvo fuera del despacho dio un suspiro de alivio. Ahora podría tomarse una taza de café bien cargado y despejarse del todo. Tampoco le vendría mal una ducha de paso que se cambiaba y se ponía ropa más discreta. Sus compañeros eran dos hombres y una mujer, a cada cual más llamativo que el anterior. Aunque él tampoco era quién para hablar de aspectos tanto por sus pintas actuales como por sus ojos.
- Tengo que ir a prepararme. ¿Dónde nos reuniremos?
En cuanto tuvo la respuesta, se despidió de ellos con un gesto de cabeza y fue directo a los barracones. Se dio una ducha fría en los vestuarios para espabilarse y se puso prendas más discretas. Un conjunto que no le convirtiera en un muñeco de tiro al pato andante en la zona sin ley, vaya. Se puso una chaqueta negra, mitones con chapas de metal, pantalones de cuero y botas. Por encima se puso un arnés como solía con todos sus cuchillos colgando y al cinto una bolsa con desinfectante, vendas, gasas, hilo de sutura y agujas quirúrgicas. Había pedido todo el material en el almacén la tarde anterior a su llegada a la base, previendo que no lo habían enviado desde Marineford sólo para mirar al aire. Al fin y al cabo un médico tenía que ir equipado. Una vez estuvo listo se pasó por la cafetería y apuró un bar de bollos con una taza grande de café con leche. Tanta prisa se dio que para cuando llegó al lugar a esperar por el resto, aún tuvo tiempo a encenderse un pitillo y empezar a fumárselo mientras esperaba. No muy lejos de él había una taberna de mala muerte en medio del manglar.
- No apostaría ni dos berries por el loco que entrase ahí uniformado - murmuró en tono casi inaudible, echando una humareda - Bueno, depende del loco - añadió, recordando a Venom.
Elya Edelweiss
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Al amanecer, tanto el mar como el cielo se vestían de un bonito color gris a juego con su ánimo. Había vuelto a tener pesadillas y se hallaba intranquila mientras desayunaba algo rápido en su camarote. Llevaba tres días de viaje para acudir a la citación del contraalmirante Pajares, en el archipiélago Sabaody. Era su primera vez en aquel lugar y algo acerca del paisaje le resultaba incómodo. Tal vez los enormes árboles, quizás la ingente cantidad de burbujas por todas partes. A lo mejor simplemente era un mal día. Se vistió con calma, acomodándose bien la falda y peinándose con lentitud. Había algo en pasar lentamente el cepillo por su pelo que la relajaba.
Pero el tiempo no cesa y pronto fue hora de marchar. No quería llegar tarde. Cogió su arma y recorrió las calles, si se les podía llamar así, que la separaban del cuartel Marine apostado en el archipiélago. Cuando encontró el despacho comprobó que el contraalmirante aún no había llegado y que tenía por lo menos tres compañeros, todos hombres. Se apostó contra la pared, saludándoles con una leve inclinación de cabeza en señal de respeto. Aún pasó más de media hora hasta que el contraalmirante se dignó a aparecer.
Explicó la misión de forma rápida y concisa, añadiendo que tenían dos días de plazo. Parecía poco tiempo y los manglares sin ley una zona densa a cubrir con solo cuatro personas. Antes de dirigise a los barracones la joven se adelantó y trató de hablar con el contraalmirante. Si no se oponía, le preguntaría:
-Contraalmirante, ¿Podría conseguirnos los detalles de la confrontación? Esta no es mi zona habitual y sería de mucha ayuda conocer el lugar, la hora o la razón inicial de los hechos. Los manglares sin ley son vastos. Si además pudiera confiarnos, o al menos confiarme, el nombre o naturaleza de ese contacto de los bajos fondos aceleraría las cosas. Por supuesto, en ningún momento desvelaremos nuestra procedencia.
Independientemente de su respuesta, le daría las gracias y saldría del cuartel. Normalmente no solía llevar más identificaciones como marine que un pequeño parche con su logo, así que con cuidado lo quitó y lo guardó. La gente no solía fijarse en ella y de hecho la peliblanca trataba de no llamar la atención demasiado, pero nunca estaba de más tomar precauciones. Uno de sus compañeros preguntó por un punto de reunión. Elya había estudiado el mapa de la zona, odiaba encontrarse perdida si no lo había decidido. Para una misión necesitaba ser consciente de lo que la rodeaba, sobre todo si tenían que averiguar el paradero de alguien. Tras pensarlo unos segundos, sugirió el manglar 1.
-Lo mejor quizás sea empezar por el principio.- Comentó.
Gastó la hora que tenían en dar vueltas alrededor del punto en el que habían quedado, perdiéndose con la gente y examinando las calles y los comercios. Quizás hubiera algo o alguien que le llamara la atención. Cuando al fin se encontró con sus compañeros, le alegró ver que ninguno había cometido la imprudencia de venir en su uniforme. Por lo visto no era la única que pensaba así. Ante ellos, una taberna de mala muerte los miraba como tentándolos. ¿Dónde si no podía haber gente de la calaña que buscaban? Pero lo primero era lo primero. Inclinó levemente la cabeza a modo de saludo, antes de presentarse.
- Buenos días. Mi nombre es Elya Edelweiss, espero que nos llevemos bien. De momento, quizás no fuera mala idea entrar ahí y ponernos al día en un rincón. No es la más limpia, pero seguro que es la más ruidosa... en varios sentidos.
Si aceptaban la propuesta, entraría y pediría discretamente una jarra de cerveza antes de escoger una de las mesas del fondo. No planeaba emborracharse de buena mañana, pero parecía lo apropiado.
Pero el tiempo no cesa y pronto fue hora de marchar. No quería llegar tarde. Cogió su arma y recorrió las calles, si se les podía llamar así, que la separaban del cuartel Marine apostado en el archipiélago. Cuando encontró el despacho comprobó que el contraalmirante aún no había llegado y que tenía por lo menos tres compañeros, todos hombres. Se apostó contra la pared, saludándoles con una leve inclinación de cabeza en señal de respeto. Aún pasó más de media hora hasta que el contraalmirante se dignó a aparecer.
Explicó la misión de forma rápida y concisa, añadiendo que tenían dos días de plazo. Parecía poco tiempo y los manglares sin ley una zona densa a cubrir con solo cuatro personas. Antes de dirigise a los barracones la joven se adelantó y trató de hablar con el contraalmirante. Si no se oponía, le preguntaría:
-Contraalmirante, ¿Podría conseguirnos los detalles de la confrontación? Esta no es mi zona habitual y sería de mucha ayuda conocer el lugar, la hora o la razón inicial de los hechos. Los manglares sin ley son vastos. Si además pudiera confiarnos, o al menos confiarme, el nombre o naturaleza de ese contacto de los bajos fondos aceleraría las cosas. Por supuesto, en ningún momento desvelaremos nuestra procedencia.
Independientemente de su respuesta, le daría las gracias y saldría del cuartel. Normalmente no solía llevar más identificaciones como marine que un pequeño parche con su logo, así que con cuidado lo quitó y lo guardó. La gente no solía fijarse en ella y de hecho la peliblanca trataba de no llamar la atención demasiado, pero nunca estaba de más tomar precauciones. Uno de sus compañeros preguntó por un punto de reunión. Elya había estudiado el mapa de la zona, odiaba encontrarse perdida si no lo había decidido. Para una misión necesitaba ser consciente de lo que la rodeaba, sobre todo si tenían que averiguar el paradero de alguien. Tras pensarlo unos segundos, sugirió el manglar 1.
-Lo mejor quizás sea empezar por el principio.- Comentó.
Gastó la hora que tenían en dar vueltas alrededor del punto en el que habían quedado, perdiéndose con la gente y examinando las calles y los comercios. Quizás hubiera algo o alguien que le llamara la atención. Cuando al fin se encontró con sus compañeros, le alegró ver que ninguno había cometido la imprudencia de venir en su uniforme. Por lo visto no era la única que pensaba así. Ante ellos, una taberna de mala muerte los miraba como tentándolos. ¿Dónde si no podía haber gente de la calaña que buscaban? Pero lo primero era lo primero. Inclinó levemente la cabeza a modo de saludo, antes de presentarse.
- Buenos días. Mi nombre es Elya Edelweiss, espero que nos llevemos bien. De momento, quizás no fuera mala idea entrar ahí y ponernos al día en un rincón. No es la más limpia, pero seguro que es la más ruidosa... en varios sentidos.
Si aceptaban la propuesta, entraría y pediría discretamente una jarra de cerveza antes de escoger una de las mesas del fondo. No planeaba emborracharse de buena mañana, pero parecía lo apropiado.
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Como siempre, me había levantado de madrugada para entrenar. Estaba ya tan acostumbrado a esa rutina que, si me la saltaba, me sentía incómodo durante el resto del día. No obstante, tuve que reducir el tiempo de los ejercicios, para luego darme una ducha y llegar a tiempo a la reunión. Aun así, fui el primero en llegar al despacho, por lo que me apoyé de espaldas a un lado de la puerta y me limité a esperar.
Tres marines aparecieron en la habitación, aparte de mí, y a medida que fueron llegando les observaba con curiosidad, aunque sin llegar a mediar palabra. No sabía por qué estábamos allí, y supuse que ellos tampoco, por lo que no quería hablar de más. Al menos por una vez.
Finalmente, nuestro superior decidió hacer acto de presencia. Llegaba casi una hora tarde, pero decidido a guardar las formas me contuve de hacer ningún comentario al respecto. Nos ofreció tomar asiento, pero preferí permanecer en mi posición. Detalle que no pareció importarle pues enseguida continuó hablando. Escuché en silencio cuanto dijo, aunque tampoco es que diese demasiados datos. Por experiencia sabía que cuando nuestros supuestos superiores hablaban con tantas incógnitas no podía significar nada bueno, y tampoco servía de mucho preguntar. Por lo que no intervine ni siquiera cuando la joven marine de pelo blanco preguntó lo que probablemente todos pensábamos.
En cuanto la conversación hubo terminado, me despedí con gesto formal y crucé el marco de la puerta, esperando en el pasillo al otro lado a los que serían mis compañeros para la misión encomendada. Una vez juntos, uno de ellos preguntó dónde nos reuniríamos. La peliblanca acertadamente sugirió comenzar por el manglar uno.
- Está bien, nos vemos en el puente por el que se accede en una hora.
Estando todos de acuerdo nos separamos, pues cada uno querría prepararse para lo que nos esperaba. Si tan solo teníamos dos días antes de que le ejecutasen no podíamos perder ni un minuto, así que fui directo a la habitación. En cuanto cerré la puerta a mi espalda, Franky comenzó a revolotear a mi alrededor.
- Parece que tenemos trabajo.
Enseguida comencé a desvestirme, dejando sobre la cama el uniforme que llevaba. Debíamos pasar completamente desapercibidos o la situación sería aún peor. Por lo que rebusqué entre mi equipaje hasta dar con la ropa más adecuada. Unos vaqueros oscuros, mis habituales botas militares y una camiseta negra sin mangas. En cuanto terminé de cambiarme, recogí la mochila con mis cosas, la abrí para que el pequeño dron se ocultara en su interior y me la eché al hombro. Pero justo antes de salir me detuve, pues una idea comenzaba a formarse en mi cabeza.
Volví a darme la vuelta y desenfundé el cuchillo que llevaba. Cerré la mano izquierda alrededor de su hoja y, apretando esta con fuerza, di un tirón mientras apretaba la mandíbula para contener el dolor. Luego alcé el puño y dejé que la sangre brotase de la herida, cayendo sobre la chaqueta de oficial de la marina que había dejado sobre la cama.
Minutos más tarde me encontraba en el punto de reunión, junto a mis nuevos compañeros. Había tratado la herida y cubierto ambas manos con las cintas que acostumbraba a llevar para protegerme los nudillos. Así no tendría problemas con la herida.
- Antes no he podido presentarme como es debido - comencé. - Me llamo Jack Silver, pero podéis llamarme como queráis - me presenté en tono amable, dándoles una palmada en la espalda a cada uno y esperando a que hiciesen lo propio. No teníamos mucho tiempo para charlas, y de nuevo fue la chica, que se había presentado como Elya, la que propuso una opción para comenzar. Asentí ante su propuesta, y enseguida nos dirigimos a la taberna que había señalado.
El plan era entrar discretamente y tratar de conseguir algo de información. Pero en cuanto cruzamos el umbral de la puerta me di cuenta de que era el momento idóneo para poner a prueba la idea que se me había ocurrido. Así pues, llevé la mano a la mochila y saqué de esta mi chaqueta ensangrentada, para ante la vista de todos los allí presentes arrojarla sobre la barra.
- ¡Un jodido marine menos del que preocuparnos! - exclamé con euforia, lo suficientemente alto para asegurarme de que todos me oyesen. Luego me acerqué yo mismo a la barra y me apoyé en esta, dirigiéndome al primer camarero que viese. - Una ronda para celebrarlo.
Tres marines aparecieron en la habitación, aparte de mí, y a medida que fueron llegando les observaba con curiosidad, aunque sin llegar a mediar palabra. No sabía por qué estábamos allí, y supuse que ellos tampoco, por lo que no quería hablar de más. Al menos por una vez.
Finalmente, nuestro superior decidió hacer acto de presencia. Llegaba casi una hora tarde, pero decidido a guardar las formas me contuve de hacer ningún comentario al respecto. Nos ofreció tomar asiento, pero preferí permanecer en mi posición. Detalle que no pareció importarle pues enseguida continuó hablando. Escuché en silencio cuanto dijo, aunque tampoco es que diese demasiados datos. Por experiencia sabía que cuando nuestros supuestos superiores hablaban con tantas incógnitas no podía significar nada bueno, y tampoco servía de mucho preguntar. Por lo que no intervine ni siquiera cuando la joven marine de pelo blanco preguntó lo que probablemente todos pensábamos.
En cuanto la conversación hubo terminado, me despedí con gesto formal y crucé el marco de la puerta, esperando en el pasillo al otro lado a los que serían mis compañeros para la misión encomendada. Una vez juntos, uno de ellos preguntó dónde nos reuniríamos. La peliblanca acertadamente sugirió comenzar por el manglar uno.
- Está bien, nos vemos en el puente por el que se accede en una hora.
Estando todos de acuerdo nos separamos, pues cada uno querría prepararse para lo que nos esperaba. Si tan solo teníamos dos días antes de que le ejecutasen no podíamos perder ni un minuto, así que fui directo a la habitación. En cuanto cerré la puerta a mi espalda, Franky comenzó a revolotear a mi alrededor.
- Parece que tenemos trabajo.
Enseguida comencé a desvestirme, dejando sobre la cama el uniforme que llevaba. Debíamos pasar completamente desapercibidos o la situación sería aún peor. Por lo que rebusqué entre mi equipaje hasta dar con la ropa más adecuada. Unos vaqueros oscuros, mis habituales botas militares y una camiseta negra sin mangas. En cuanto terminé de cambiarme, recogí la mochila con mis cosas, la abrí para que el pequeño dron se ocultara en su interior y me la eché al hombro. Pero justo antes de salir me detuve, pues una idea comenzaba a formarse en mi cabeza.
Volví a darme la vuelta y desenfundé el cuchillo que llevaba. Cerré la mano izquierda alrededor de su hoja y, apretando esta con fuerza, di un tirón mientras apretaba la mandíbula para contener el dolor. Luego alcé el puño y dejé que la sangre brotase de la herida, cayendo sobre la chaqueta de oficial de la marina que había dejado sobre la cama.
Minutos más tarde me encontraba en el punto de reunión, junto a mis nuevos compañeros. Había tratado la herida y cubierto ambas manos con las cintas que acostumbraba a llevar para protegerme los nudillos. Así no tendría problemas con la herida.
- Antes no he podido presentarme como es debido - comencé. - Me llamo Jack Silver, pero podéis llamarme como queráis - me presenté en tono amable, dándoles una palmada en la espalda a cada uno y esperando a que hiciesen lo propio. No teníamos mucho tiempo para charlas, y de nuevo fue la chica, que se había presentado como Elya, la que propuso una opción para comenzar. Asentí ante su propuesta, y enseguida nos dirigimos a la taberna que había señalado.
El plan era entrar discretamente y tratar de conseguir algo de información. Pero en cuanto cruzamos el umbral de la puerta me di cuenta de que era el momento idóneo para poner a prueba la idea que se me había ocurrido. Así pues, llevé la mano a la mochila y saqué de esta mi chaqueta ensangrentada, para ante la vista de todos los allí presentes arrojarla sobre la barra.
- ¡Un jodido marine menos del que preocuparnos! - exclamé con euforia, lo suficientemente alto para asegurarme de que todos me oyesen. Luego me acerqué yo mismo a la barra y me apoyé en esta, dirigiéndome al primer camarero que viese. - Una ronda para celebrarlo.
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Una vez vuestro superior terminó de hablar esperó en silencio para presenciar como os marchabais dispuestos a cumplir la misión que os había encomendado. Podías notar con mirarle, o por su olor, que en aquel momento no se encontraba en su mejor momento. Si bien su tono se había mantenido sereno mientras hablaba. Cuando escuchó la voz de Elya que cuestionaba, pidiendo una información bastante razonable, no pudo evitar una mueca. Se tomó por ello unos largos segundos para sopesar la pregunta y contestar, añadiendo otros datos que le faltaron en primera instancia y que no os vendrían mal.
Respecto al conflicto no pudo deciros mucho, un pequeño grupo de maleantes había causado alboroto al borde del Maglar 30, poniendo pies en polvorosa para regresar a la zona sin ley en cuanto la patrulla marine más cercana comenzó a perseguirles. Algunos de los reclutas que les siguieron fueron lastimados en el proceso. Nada serio. El caso es que, ese pequeño grupo resulto ser parte de una organización mayor. Se podría decir que un nido de ratas se abalanzó sobre el teniente. Dado que esto sucedió en la zona que controla la escoria de este archipiélago, nuestra información al respecto es un tanto difusa.
Sobre vuestro contacto... Como comprenderéis, una persona así tiene varios nombres, así que lo más que lográis sacar es una fotografía suya y otra del Teniente. También os recomienda centrar la atención entre los maglares 1 y 10. Al parecer el grupo fue en esa dirección.
Tras daros esta información y poco más, se os deja total libertad para cumplir con la misión. Y eso hacéis, acabando en el bar de mala muerte comentado antes.
Llegáis, en principio con intención de cumplir el plan de Elya, ser sigilosos y no llamar la atención, pero todo eso se va por la borda en cuanto Silver saca la chaqueta marine y la tira sobre la barra, gritando a viva voz. Los gritos y el jolgorio que había en el lugar, así como toda discusión se detuvo en seco. Todas las miradas se clavaron en el chico que acababa de entrar en el local. Y, tras un instante de tensión el lugar estalló en carcajadas. Algunas más sonoras, otras más nerviosas. Hubo quienes decidieron ignorarlo o burlarse.
-¡Mirad, un renacuajo intentado llamar la atención! Cómo si matar a un marine fuera tan difícil.-
Dicen algunos antes de volver a sus asuntos. Hay gente a la que le da igual y luego esta la regente del local, que hasta hacía unos instantes se encontraba sacando brillo a una reluciente jarra. Su reacción fue la que más pudo llamar la atención. Agarró la chaqueta y, tras enrollarla hasta darle forma de pelota, la lanzó con una fuerza y velocidad inesperadas, con trayectoria hacia la cara de Silver.
-Espero que no tratases de causar revuelo con este numerito, niño. Ya bastante tengo que aguantar a estos mequetreces con sus "batallitas" contra la marina.- Dijo, poniendo los ojos en blanco. La mujer era hermosa. De piel bronceada, labios carnosos y ojos oscuros. Su melena rizada le llegaba hasta la mitad de la espalda. Era esbelta y alta, con unas cualidades destacables y, los más importante, imponía autoridad. Solo con verla podía decirse que nadien quería problemas con ella. -Lo último que necesito es tener que echar a patadas a algún inútil, como en la noche anterior.- Añadió con un suspiro, antes de volver a miraros de arriba a abajo. -¡Bien, ya habéis oído al novato! ¡El paga esta ronda!-
Tras vociferar esas palabras, varios vítores llenaron el lugar, seguidos de un largo número de pedidos, entre ellos la cerveza de Elya y lo que fueráis a pedir los demás. Algunos maleantes se acercaron a Silver para charlar con él y "hacer migas" gracias a esto. ¿Lo aprovecharéis para compensar el primer plan que se ha ido con viento fresco?
Respecto al conflicto no pudo deciros mucho, un pequeño grupo de maleantes había causado alboroto al borde del Maglar 30, poniendo pies en polvorosa para regresar a la zona sin ley en cuanto la patrulla marine más cercana comenzó a perseguirles. Algunos de los reclutas que les siguieron fueron lastimados en el proceso. Nada serio. El caso es que, ese pequeño grupo resulto ser parte de una organización mayor. Se podría decir que un nido de ratas se abalanzó sobre el teniente. Dado que esto sucedió en la zona que controla la escoria de este archipiélago, nuestra información al respecto es un tanto difusa.
Sobre vuestro contacto... Como comprenderéis, una persona así tiene varios nombres, así que lo más que lográis sacar es una fotografía suya y otra del Teniente. También os recomienda centrar la atención entre los maglares 1 y 10. Al parecer el grupo fue en esa dirección.
- contacto:
- teniente:
Tras daros esta información y poco más, se os deja total libertad para cumplir con la misión. Y eso hacéis, acabando en el bar de mala muerte comentado antes.
Llegáis, en principio con intención de cumplir el plan de Elya, ser sigilosos y no llamar la atención, pero todo eso se va por la borda en cuanto Silver saca la chaqueta marine y la tira sobre la barra, gritando a viva voz. Los gritos y el jolgorio que había en el lugar, así como toda discusión se detuvo en seco. Todas las miradas se clavaron en el chico que acababa de entrar en el local. Y, tras un instante de tensión el lugar estalló en carcajadas. Algunas más sonoras, otras más nerviosas. Hubo quienes decidieron ignorarlo o burlarse.
-¡Mirad, un renacuajo intentado llamar la atención! Cómo si matar a un marine fuera tan difícil.-
Dicen algunos antes de volver a sus asuntos. Hay gente a la que le da igual y luego esta la regente del local, que hasta hacía unos instantes se encontraba sacando brillo a una reluciente jarra. Su reacción fue la que más pudo llamar la atención. Agarró la chaqueta y, tras enrollarla hasta darle forma de pelota, la lanzó con una fuerza y velocidad inesperadas, con trayectoria hacia la cara de Silver.
-Espero que no tratases de causar revuelo con este numerito, niño. Ya bastante tengo que aguantar a estos mequetreces con sus "batallitas" contra la marina.- Dijo, poniendo los ojos en blanco. La mujer era hermosa. De piel bronceada, labios carnosos y ojos oscuros. Su melena rizada le llegaba hasta la mitad de la espalda. Era esbelta y alta, con unas cualidades destacables y, los más importante, imponía autoridad. Solo con verla podía decirse que nadien quería problemas con ella. -Lo último que necesito es tener que echar a patadas a algún inútil, como en la noche anterior.- Añadió con un suspiro, antes de volver a miraros de arriba a abajo. -¡Bien, ya habéis oído al novato! ¡El paga esta ronda!-
Tras vociferar esas palabras, varios vítores llenaron el lugar, seguidos de un largo número de pedidos, entre ellos la cerveza de Elya y lo que fueráis a pedir los demás. Algunos maleantes se acercaron a Silver para charlar con él y "hacer migas" gracias a esto. ¿Lo aprovecharéis para compensar el primer plan que se ha ido con viento fresco?
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