Comenzáis el combate con el choque de vuestras fuerzas. No es un combate cerrado, lo que quiere decir que en cualquier momento cualquiera de los dos puede huir o salirse (mientras sea lógico y esto no quita que no sea perseguido), de esta forma tenéis que tener en cuenta que cualquiera en las inmediaciones puede intervenir, y que vuestras acciones pueden afectar a otras personas.
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El dragón mostró los dientes en una sonrisa, observando la rápida respuesta del espadachín que había logrado evitar la mayor parte del golpe. Era muy rápido y tenía muy buenos reflejos, eso había podido sacar en claro. Probablemente también fuera usuario de haki si había visto venir el golpe pese a estar cegado. Era una buena recopilación de datos para una primera toma de contacto. Quizá pudiera entretenerse un poco y todo. Mientras el chico se reponía, Berthil reparó en la presencia de alguien más aproximándose. Era una voz intensa, pero no pudo discernir quién era su propietario. Estaba claro que alguno de los criminales de la reunión, pero poco más pudo concluir. Aquello era un problema. Si se distraía demasiado tiempo con Zane probablemente obtuvieran la espada antes que él. «Lo siento, Dexter... Pero quizá debas apañarte sin la espada dorada».
Su mantra le sacó de estos pensamientos, advirtiéndole del peligro inminente que se cernía sobre él. El pollo de fuego se dispuso a responder con contundencia su demostración de fuerza, aproximándose a velocidades inhumanas hacia el azabache. No pudo hacer más que sorprenderse al ver el desmesurado tamaño de la onda que fue capaz de producir con un simple corte al aire de su espada. Cerca de dos metros de ancho y muchísimos más de longitud, el aire a presión formó un corte colosal que se aproximó hacia el contramaestre en vertical. Su respuesta fue rauda, desplazándose en lateral para evitar cualquier daño. Tal fue la velocidad con la que se hizo a un lado que incluso derrapó antes de recuperar la estabilidad. El ataque siguió avanzando pese a haber errado en su objetivo, creando un surco realmente ancho en la tierra y abriéndose camino entre los árboles durante un tramo considerable. Debía reconocerlo: era mucho más fuerte de lo que se había imaginado, pero aún le quedaba mucho por aprender.
─ No está mal -susurró, sin detener su movimiento.
Antes de darle tiempo a pensar en una posible continuación de su ofensiva, el Ju Senshi avanzó con rapidez hacia delante, apenas dando un par de pasos. Dio un salto con semejante potencia que incluso fracturó el suelo bajo sus pies, elevándose con rapidez en el aire en dirección al descamisado. No iba a ponerse a su altura ni mucho menos, ese no era el plan. Parecía que el chico se sentía cómodo desde las alturas, así que le pondría remedio. En un abrir y cerrar de ojos se había puesto a la altura de su cintura, prácticamente al lado de él. Cualquiera que estuviera viendo aquél combate probablemente solo pudiera apreciar figuras apareciendo y desapareciendo en distintos puntos mientras que el bosque se destruía con cada choque. Extendió el brazo, tratando de aferrar la pierna del pelirrojo. Si lo lograba, la sujetaría con ambas manos y tiraría con fuerza para lanzarlo contra el suelo. Probablemente el impacto fuera más que suficiente para causarle grandes daños, dejarle sin aliento e incluso incrustarle en la superficie. Intuyendo que quizá no lo lograse, hizo aparecer su cola de dragón, la cual intentaría enrollar en su pierna si evadía lo segundo, girando sobre sí mismo para lanzarle del mismo modo explicado anteriormente, con similares resultados.
─ ¿Te gusta mantener las distancias? -preguntaría con sorna, sonriendo de forma involuntaria a causa de la emoción del momento- No pienso ponértelo fácil.
Hubiera logrado esto o no, haría aparecer también sus alas para mantenerse en las alturas y proyectaría dos nuevas ondas de choque en la dirección en la que se encontrase el pelirrojo, con una potencia similar a la de la primera, desviadas ligeramente hacia los laterales del espadachín para abarcar un espacio mucho más amplio en caso de que intentase zafarse de ellas.
Su mantra le sacó de estos pensamientos, advirtiéndole del peligro inminente que se cernía sobre él. El pollo de fuego se dispuso a responder con contundencia su demostración de fuerza, aproximándose a velocidades inhumanas hacia el azabache. No pudo hacer más que sorprenderse al ver el desmesurado tamaño de la onda que fue capaz de producir con un simple corte al aire de su espada. Cerca de dos metros de ancho y muchísimos más de longitud, el aire a presión formó un corte colosal que se aproximó hacia el contramaestre en vertical. Su respuesta fue rauda, desplazándose en lateral para evitar cualquier daño. Tal fue la velocidad con la que se hizo a un lado que incluso derrapó antes de recuperar la estabilidad. El ataque siguió avanzando pese a haber errado en su objetivo, creando un surco realmente ancho en la tierra y abriéndose camino entre los árboles durante un tramo considerable. Debía reconocerlo: era mucho más fuerte de lo que se había imaginado, pero aún le quedaba mucho por aprender.
─ No está mal -susurró, sin detener su movimiento.
Antes de darle tiempo a pensar en una posible continuación de su ofensiva, el Ju Senshi avanzó con rapidez hacia delante, apenas dando un par de pasos. Dio un salto con semejante potencia que incluso fracturó el suelo bajo sus pies, elevándose con rapidez en el aire en dirección al descamisado. No iba a ponerse a su altura ni mucho menos, ese no era el plan. Parecía que el chico se sentía cómodo desde las alturas, así que le pondría remedio. En un abrir y cerrar de ojos se había puesto a la altura de su cintura, prácticamente al lado de él. Cualquiera que estuviera viendo aquél combate probablemente solo pudiera apreciar figuras apareciendo y desapareciendo en distintos puntos mientras que el bosque se destruía con cada choque. Extendió el brazo, tratando de aferrar la pierna del pelirrojo. Si lo lograba, la sujetaría con ambas manos y tiraría con fuerza para lanzarlo contra el suelo. Probablemente el impacto fuera más que suficiente para causarle grandes daños, dejarle sin aliento e incluso incrustarle en la superficie. Intuyendo que quizá no lo lograse, hizo aparecer su cola de dragón, la cual intentaría enrollar en su pierna si evadía lo segundo, girando sobre sí mismo para lanzarle del mismo modo explicado anteriormente, con similares resultados.
─ ¿Te gusta mantener las distancias? -preguntaría con sorna, sonriendo de forma involuntaria a causa de la emoción del momento- No pienso ponértelo fácil.
Hubiera logrado esto o no, haría aparecer también sus alas para mantenerse en las alturas y proyectaría dos nuevas ondas de choque en la dirección en la que se encontrase el pelirrojo, con una potencia similar a la de la primera, desviadas ligeramente hacia los laterales del espadachín para abarcar un espacio mucho más amplio en caso de que intentase zafarse de ellas.
La contra ofensiva del pirata de cabellos carmesíes fue esquivada con suma agilidad por su contrincante, que únicamente tuvo que moverse hacia un lado para poder evitar su ataque, pese a los estragos que el mismo había hecho en la superficie de la isla. Con aquello había comprobado dos cosas: que ese ataque usado en forma horizontal no era muy efectivo contra adversarios rápidos, y que Berthil le igualaba en velocidad y, muy probablemente, en reflejos; y todo eso sin contar la fuerza bruta de la que había hecho alarde tiempo atrás, convirtiéndolo en un rival terrible.
«Esto va a estar interesante», se dijo, dibujando una sonrisa de emoción en la cara.
Antes de que pudiera volver a atacar, a una velocidad que jamás había logrado ver en otra persona que no fuera él, el pirata de mechas doradas estaba frente a Zane. Le parecía increíble aquello, apenas se había dado cuenta de aquello, de no ser por su haki de observación posiblemente le hubiera pillado completamente desprevenido. Y fue entonces cuando Berthil le intentó coger de la pierna, pero haciendo alarde de su gran agilidad se subió en su mano y se intentó impulsar hacia atrás, con el infortunio de ser atrapado por una larga cola de escamas doradas que lo agarró del tobillo y zarandeó de un lado al otro hasta tirarlo violentamente contra el suelo. Usó sus alas a modo de paracaídas, reduciendo la velocidad de la caída. Luego, plegó sus alas y usando una doble onda cortante, se impeló hacia atrás, pasando entre medias de un ataque a distancia que el moreno había lanzado contra él. Rápidamente, gracias al impulso obtenido, se colocó frente a Berhil, extendiendo sus alas e intentando darle un doble tajo en cruz a la altura del pecho.
-Sí. Pero no me desagrada los bailes pegados –respondió Zane, girando sobre sí mismo y lanzando una ráfaga de ondas cortantes a Berthil –en torno a 15-, que para su sorpresa también era un hombre alado.
Le hubiera dado el ataque o no, después de haber lanzado las ondas cortantes, agarraría su supuringugeiru colocando su hoja paralela a su brazo, poniéndose en guardia neutral.
«Esto va a estar interesante», se dijo, dibujando una sonrisa de emoción en la cara.
Antes de que pudiera volver a atacar, a una velocidad que jamás había logrado ver en otra persona que no fuera él, el pirata de mechas doradas estaba frente a Zane. Le parecía increíble aquello, apenas se había dado cuenta de aquello, de no ser por su haki de observación posiblemente le hubiera pillado completamente desprevenido. Y fue entonces cuando Berthil le intentó coger de la pierna, pero haciendo alarde de su gran agilidad se subió en su mano y se intentó impulsar hacia atrás, con el infortunio de ser atrapado por una larga cola de escamas doradas que lo agarró del tobillo y zarandeó de un lado al otro hasta tirarlo violentamente contra el suelo. Usó sus alas a modo de paracaídas, reduciendo la velocidad de la caída. Luego, plegó sus alas y usando una doble onda cortante, se impeló hacia atrás, pasando entre medias de un ataque a distancia que el moreno había lanzado contra él. Rápidamente, gracias al impulso obtenido, se colocó frente a Berhil, extendiendo sus alas e intentando darle un doble tajo en cruz a la altura del pecho.
-Sí. Pero no me desagrada los bailes pegados –respondió Zane, girando sobre sí mismo y lanzando una ráfaga de ondas cortantes a Berthil –en torno a 15-, que para su sorpresa también era un hombre alado.
Le hubiera dado el ataque o no, después de haber lanzado las ondas cortantes, agarraría su supuringugeiru colocando su hoja paralela a su brazo, poniéndose en guardia neutral.
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Al parecer, su plan de emplear la cola había surtido efecto y el espadachín salió disparado hacia abajo fruto de la inercia. No pudo decir, sin embargo, que tuviera demasiado éxito, incluso después de haber lanzado aquellas ondas de choque tras de él. En un alarde de habilidad y de una mente ágil, Zane frenó e incluso logró impulsarse hacia él, aprovechando el escaso hueco que había dejado y zafándose de todo daño. «Es bueno», concedió en su mente, sin apartar la mirada ni un solo instante. Respondía con rapidez a aquello que lanzaba contra él. Si lograba sobrevivir el tiempo suficiente, se convertiría en todo un dolor de cabeza para el Gobierno Mundial y la Marina. Ahora podía comprender por qué se comportaba de forma tan temeraria e irresponsable... Pero debía corregir aquel comportamiento antes de que pudiera lamentarlo.
Zane se lanzaba contra él, bravucón en sus palabras, para tomar la iniciativa de nuevo. Era un movimiento simple, pero contra alguien que estuviera en igualdad de condiciones con él seguramente hubiera resultado letalmente efectivo. Al ver venir los dos primeros cortes, Berthil proyectó una barrera de haki frente a él, haciendo que golpease la nada y tomando cierta distancia aprovechando los segundos que había obtenido. Lo que vino a continuación no pudo hacer más que sorprenderle. Su mantra le advirtió del inminente peligro y su ingenio elaboró una rápida respuesta ante él. Era arriesgado e imprudente, pero confiaba en asestar con ello un buen golpe al pelirrojo de una vez por todas. No quería emplearse a fondo, pero si ambos continuaban evadiéndose así aquello se prolongaría más de lo necesario.
─ Entonces reduciré la distancia -murmuró de forma inaudible, como respuesta retórica a sus palabras.
El dragón se impulsó rápidamente hacia delante en el momento en que el espadachín comenzó a lanzar una onda cortante tras otra, dirigiéndose de frente hacia las mismas. Su cuerpo cambió en cuestión de un parpadeo, volviéndose mucho más robusto y musculoso, recubierto por escamas doradas mucho más resistentes que las que acostumbraba a utilizar. Aquella era su forma de Dragón Acorazado, más fuerte y resistente que su híbrida normal, pero también más lenta. Ese era el principal motivo de que hubiera cogido impulso antes de transformarse. Recubiertas con su haki de armadura, aún sin emplear el endurecimiento, su coraza debía ser más que suficiente como para protegerle de cualquier daño que aquellas ondas pudieran causarle. Impactó de lleno con todas y cada una de las ondas, llegando hasta el descamisado antes de que concluyera con toda su andanada. Esperaba así no darle suficiente margen de acción y encajarle un golpe directo. Había sentido los afilados impactos del espadachín e incluso sintió cómo alguna que otra escama se desprendía en su avance, pero no sufrió mayores daños. Ya a su lado, sacándole varios cuerpos en tamaño y musculatura, lanzó un brutal puñetazo directo a su estómago. Entre la fuerza del mismo y la inercia que llevaba, esperaba llevárselo por delante y estrellarse junto a él contra el suelo, probablemente produciendo un enorme cráter con el impacto. Le diera o lograse zafarse, ese sería el resultado si llegaba a chocar.
«Creo que me he pasado».
Zane se lanzaba contra él, bravucón en sus palabras, para tomar la iniciativa de nuevo. Era un movimiento simple, pero contra alguien que estuviera en igualdad de condiciones con él seguramente hubiera resultado letalmente efectivo. Al ver venir los dos primeros cortes, Berthil proyectó una barrera de haki frente a él, haciendo que golpease la nada y tomando cierta distancia aprovechando los segundos que había obtenido. Lo que vino a continuación no pudo hacer más que sorprenderle. Su mantra le advirtió del inminente peligro y su ingenio elaboró una rápida respuesta ante él. Era arriesgado e imprudente, pero confiaba en asestar con ello un buen golpe al pelirrojo de una vez por todas. No quería emplearse a fondo, pero si ambos continuaban evadiéndose así aquello se prolongaría más de lo necesario.
─ Entonces reduciré la distancia -murmuró de forma inaudible, como respuesta retórica a sus palabras.
El dragón se impulsó rápidamente hacia delante en el momento en que el espadachín comenzó a lanzar una onda cortante tras otra, dirigiéndose de frente hacia las mismas. Su cuerpo cambió en cuestión de un parpadeo, volviéndose mucho más robusto y musculoso, recubierto por escamas doradas mucho más resistentes que las que acostumbraba a utilizar. Aquella era su forma de Dragón Acorazado, más fuerte y resistente que su híbrida normal, pero también más lenta. Ese era el principal motivo de que hubiera cogido impulso antes de transformarse. Recubiertas con su haki de armadura, aún sin emplear el endurecimiento, su coraza debía ser más que suficiente como para protegerle de cualquier daño que aquellas ondas pudieran causarle. Impactó de lleno con todas y cada una de las ondas, llegando hasta el descamisado antes de que concluyera con toda su andanada. Esperaba así no darle suficiente margen de acción y encajarle un golpe directo. Había sentido los afilados impactos del espadachín e incluso sintió cómo alguna que otra escama se desprendía en su avance, pero no sufrió mayores daños. Ya a su lado, sacándole varios cuerpos en tamaño y musculatura, lanzó un brutal puñetazo directo a su estómago. Entre la fuerza del mismo y la inercia que llevaba, esperaba llevárselo por delante y estrellarse junto a él contra el suelo, probablemente produciendo un enorme cráter con el impacto. Le diera o lograse zafarse, ese sería el resultado si llegaba a chocar.
«Creo que me he pasado».
El ataque frontal no había surgido el efecto esperado en el cuerpo de Berthil, que parecía haber recibido una caricia en vez un corte con todas las fuerzas del espadachín. Y fue más de lo mismo su ataque de ondas cortantes, que no estaban siendo ni bloqueadas por el hombre, solo haciéndole algún rasguño a su ropa, si es que se lo hacían. El pelirrojo no estaba acostumbrado a eso. Parecía que sus dos años entrenando en Wano no hubiera servido para nada, ¿tanta era la diferencia entre los dos? No, no podía ser. La sonrisa en su rostro fue borrada al contemplar con su vista de pájaro que su contrincante se estaba recubriendo de una armadura de escamas doradas y brillantes como el mismo sol. Ante aquello, a sabiendas de que la inercia del ataque no le permitiría parar de golpe, solo tuvo una opción.« Qué sea lo que dios quiera», se dijo, cubriéndose completamente de haki de armadura, tornándose completamente de un color negro intenso como el azabache con ligeros matices verdosos.
«Tres, dos, uno… ¡Ahora!»
Todo lo rápido que pudo, creó una barrera de haki que chocara primero contra la fuerza del reptiliano pirata, aguatándola todo lo que pudiera. Fue inevitable que la rompiera, pero tras ellas se encontraban sus armas recubiertas de endurecimiento. Se dirigía a mucha velocidad hacia el suelo, mientras el dragón le miraba expectante, y justo antes de chocar contra el suelo volvió a crear otra barrera de haki, intentando reducir el daño.
Aquel golpe había sido muro, muy duro. Notaba mucho dolor en la espalda, pese a tener el haki activado, pues de no ser por él seguramente se encontraría de camino al viaje sin retorno hacia el más allá, donde se encontraba su gran amigo Spanner. Pasados unos segundos que se le hicieron eternos se levantó. Apenas sin poder mantener el equilibrio sobre sus dos piernas. Estaba un poco aturdido, pero poco a poco recobró la normalidad. Usó su fue etéreo para curarse algunas heridas, sintiéndose mucho mejor. Tras eso, usó aquello que no quería mostrar, al menos no en ese momento. Volvió a su forma completa, aumentado su tamaño en un metro de altura –llegando a los 3,10-, mejorando su musculatura y pareciendo más una bestia que un humano. Su cuerpo continuaba oscuro, pero sus plumas se erizaron y comenzó a emanar un aura dorada muy brillante. En su espalda nació un halo de energía y clavó su mirada en Berthil.
Dio un poderoso salto, impulsándose hacia él, al tiempo que lanzaba una onda cortante con su Kuroi taiyo, aprovechando su habilidad especial de cegarlo durante un instante (un turno según su habilidad). Aquel intento era lo único que podía darle ligera ventaja, pero lo hiciera o no activaría su aura ígnea siendo rodeado por un aura de 1000Cº, con el que atacaría con un golpes ascendente a Berhil.
«Tres, dos, uno… ¡Ahora!»
Todo lo rápido que pudo, creó una barrera de haki que chocara primero contra la fuerza del reptiliano pirata, aguatándola todo lo que pudiera. Fue inevitable que la rompiera, pero tras ellas se encontraban sus armas recubiertas de endurecimiento. Se dirigía a mucha velocidad hacia el suelo, mientras el dragón le miraba expectante, y justo antes de chocar contra el suelo volvió a crear otra barrera de haki, intentando reducir el daño.
Aquel golpe había sido muro, muy duro. Notaba mucho dolor en la espalda, pese a tener el haki activado, pues de no ser por él seguramente se encontraría de camino al viaje sin retorno hacia el más allá, donde se encontraba su gran amigo Spanner. Pasados unos segundos que se le hicieron eternos se levantó. Apenas sin poder mantener el equilibrio sobre sus dos piernas. Estaba un poco aturdido, pero poco a poco recobró la normalidad. Usó su fue etéreo para curarse algunas heridas, sintiéndose mucho mejor. Tras eso, usó aquello que no quería mostrar, al menos no en ese momento. Volvió a su forma completa, aumentado su tamaño en un metro de altura –llegando a los 3,10-, mejorando su musculatura y pareciendo más una bestia que un humano. Su cuerpo continuaba oscuro, pero sus plumas se erizaron y comenzó a emanar un aura dorada muy brillante. En su espalda nació un halo de energía y clavó su mirada en Berthil.
Dio un poderoso salto, impulsándose hacia él, al tiempo que lanzaba una onda cortante con su Kuroi taiyo, aprovechando su habilidad especial de cegarlo durante un instante (un turno según su habilidad). Aquel intento era lo único que podía darle ligera ventaja, pero lo hiciera o no activaría su aura ígnea siendo rodeado por un aura de 1000Cº, con el que atacaría con un golpes ascendente a Berhil.
- Resumen:
- Recibir el golpe intentando no recibir mucho daño (barreras de haki y endurecimiento), y después mi fuego etéreo para curarme. un poquito. Activar mi suzaku interior nivel 2 (triplicando mi fuerza, resistencia y reflejos) y mi aura ígnea, para que mis espadazos estén a mucha temperatura
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Por un momento pensó que su ataque sería bloqueado, cosa que le sobresaltó. «Este chico... ¿Ha llegado a ese nivel con su haki?», se preguntó a sí mismo, asombrado. Estaba claro que le había subestimado en cierta medida, aunque pese a ello sus esfuerzos no fueran suficientes como para detener el implacable avance del dragón. El impacto no llegó a ser tan duro como esperó en un principio, aunque se levantó una buena nube de polvo y tierra tras la caída. Berthil tomó cierta distancia del chico, retrocediendo y dejándole algo de tiempo. Si hubiera sido un enemigo de verdad, probablemente hubiese aprovechado para rematarle... Pero no tenía interés en quitarle la vida a Zane. No tenía motivos para hacerlo, pese a su imprudente insistencia. Su cuerpo menguó, pasando de su forma acorazada a su forma híbrida normal. Esperaba no tener que volver a ser tan contundente contra el pelirrojo, e incluso tenía la esperanza de que no pudiera volver a ponerse en pie. Lamentablemente, la testarudez del pirata era mayor que su sentido de supervivencia. Casi parecía que se mantenía en pie por pura voluntad.
El Ju Senshi observó con cierta incredulidad cómo las heridas del contrario sanaban parcialmente. Por un momento se planteó preguntarle si su akuma no mi le otorgaba los poderes del fénix, temiendo porque la vida de Lanxerot hubiera llegado a su fin, pero no lo hizo. Había ciertas diferencias entre él y Zane, como que el ave cuyos poderes había obtenido empleaban fuego, mientras que el de su viejo compañero no lo hacía realmente. Ese no era el fénix de Fried, aunque era terroríficamente parecido. Parecía que iba a emplearse a fondo en esta ocasión, o eso delataba la intimidante forma que había adoptado. Era enorme, más que su transformación anterior.
─ Debo reconocerlo, Zane. Eres más tenaz de lo que esperaba -concedió, preparándose para un nuevo choque.
No podía permitir que le obligara a utilizar más de su poder. Si lo hacía, dudaba poder seguir evitando causarles más daños de los debidos al antiguo supernova. Concluiría con el enfrentamiento en ese mismo instante. Sabía que le iba a doler, mucho, pero esperaba que fuera capaz de resistirlo. Cerró el puño derecho con fuerza, aguardando el ataque del espadachín.
─ Dragon Born... -susurró.
El ave en llamas le lanzó una nueva onda cortante, esta vez con la extraña capacidad de producir tal brillo que se vio cegado al instante. Berthil apretó los dientes, molesto ante aquello, pero mantuvo la calma. No podría verle, pero no necesitaba hacerlo. Podía escucharle, sentir su presencia y, sobre todo, prever sus acciones. El mantra le advirtió de la carga frontal que estaba dispuesto a hacer, precediendo a un fuerte tajo ascendente envuelto en llamas, como él. Sin embargo, el dragón no se movió del sitio. Aguardaría ahí, pacientemente, esperando el momento adecuado. Las escamas que recubrían su cuerpo, doradas como el metal que pretendían emular, vieron su tonalidad oscurecerse hasta alcanzar el azabache con leves reflejos violáceos. Había usado su endurecimiento al completo. Flexionó levemente las piernas, afianzando su posición y avanzó de frente hacia el espadachín, echando el brazo derecho hacia atrás, que había comenzado a brillar. El potente tajo alcanzó al contramaestre, superando sus escamas y su haki al verse en igualdad de condiciones. El acero produjo un profundo corte candente en su torso, lo que conllevó un consecuente gruñido por parte del moreno. Sin embargo, al mismo tiempo que recibía el ataque, él lanzaba el suyo.
- ¡Infernal Shock!
Lanzó un contundente puñetazo con su diestra directo al torso de Zane, empleando su endurecimiento para aplicar fuerza al golpe. Pero no todo quedó ahí. El brillo de su brazo se hizo más intenso al momento y, con una potencia devastadora, una enorme explosión surgió del mismo enfocada hacia el frente. Tal era su poder que el cono alcanzó varias decenas de anchura a medida que avanzaba, incinerando y quebrando todo a su paso. Incluso el brazo de Berthil se resintió levemente por la energía que llevaba el ataque, aunque lo hubiera empleado con un porcentaje muy bajo de su máximo poder. Cuando todo hubo concluido, el Ju Senshi regresó a su forma humana, perdiendo tamaño, musculatura, escamas, alas y cola. Su ropa se encontraba chamuscada, si bien había perdido buena parte de la misma por culpa de las llamas que envolvían al espadachín. Si no fuera por la inmunidad al fuego que su akuma le brindaba, probablemente le hubiera calcinado. De hecho, la zona donde habían chocado ambos parecía haberse resecado y marchitado. Frente a él, el espectáculo era un tanto dantesco. Había humo por todos lados y la tierra estaba calcinada. Una buena porción del bosque frente a él había desaparecido.
Aún no había recuperado la visión, así que no pudo apreciar todo aquello... Ni siquiera ver cómo había quedado Zane. Extendió su mantra para tratar de localizar su voz. Sentía un intenso calor en su torso, justo en la zona donde un corte lo recorría de abajo a arriba. La hemorragia ya se había detenido y la herida comenzaba a sanar gracias a sus capacidades regenerativas, aunque aún tardaría bastante y nada quitaría aquellas preocupantes manchas de sangre de su ropa. Suspiró, aguardando a que su visión volviera a la normalidad, esperando por ver cuál había sido el resultado de ese ataque.
El Ju Senshi observó con cierta incredulidad cómo las heridas del contrario sanaban parcialmente. Por un momento se planteó preguntarle si su akuma no mi le otorgaba los poderes del fénix, temiendo porque la vida de Lanxerot hubiera llegado a su fin, pero no lo hizo. Había ciertas diferencias entre él y Zane, como que el ave cuyos poderes había obtenido empleaban fuego, mientras que el de su viejo compañero no lo hacía realmente. Ese no era el fénix de Fried, aunque era terroríficamente parecido. Parecía que iba a emplearse a fondo en esta ocasión, o eso delataba la intimidante forma que había adoptado. Era enorme, más que su transformación anterior.
─ Debo reconocerlo, Zane. Eres más tenaz de lo que esperaba -concedió, preparándose para un nuevo choque.
No podía permitir que le obligara a utilizar más de su poder. Si lo hacía, dudaba poder seguir evitando causarles más daños de los debidos al antiguo supernova. Concluiría con el enfrentamiento en ese mismo instante. Sabía que le iba a doler, mucho, pero esperaba que fuera capaz de resistirlo. Cerró el puño derecho con fuerza, aguardando el ataque del espadachín.
─ Dragon Born... -susurró.
El ave en llamas le lanzó una nueva onda cortante, esta vez con la extraña capacidad de producir tal brillo que se vio cegado al instante. Berthil apretó los dientes, molesto ante aquello, pero mantuvo la calma. No podría verle, pero no necesitaba hacerlo. Podía escucharle, sentir su presencia y, sobre todo, prever sus acciones. El mantra le advirtió de la carga frontal que estaba dispuesto a hacer, precediendo a un fuerte tajo ascendente envuelto en llamas, como él. Sin embargo, el dragón no se movió del sitio. Aguardaría ahí, pacientemente, esperando el momento adecuado. Las escamas que recubrían su cuerpo, doradas como el metal que pretendían emular, vieron su tonalidad oscurecerse hasta alcanzar el azabache con leves reflejos violáceos. Había usado su endurecimiento al completo. Flexionó levemente las piernas, afianzando su posición y avanzó de frente hacia el espadachín, echando el brazo derecho hacia atrás, que había comenzado a brillar. El potente tajo alcanzó al contramaestre, superando sus escamas y su haki al verse en igualdad de condiciones. El acero produjo un profundo corte candente en su torso, lo que conllevó un consecuente gruñido por parte del moreno. Sin embargo, al mismo tiempo que recibía el ataque, él lanzaba el suyo.
- ¡Infernal Shock!
Lanzó un contundente puñetazo con su diestra directo al torso de Zane, empleando su endurecimiento para aplicar fuerza al golpe. Pero no todo quedó ahí. El brillo de su brazo se hizo más intenso al momento y, con una potencia devastadora, una enorme explosión surgió del mismo enfocada hacia el frente. Tal era su poder que el cono alcanzó varias decenas de anchura a medida que avanzaba, incinerando y quebrando todo a su paso. Incluso el brazo de Berthil se resintió levemente por la energía que llevaba el ataque, aunque lo hubiera empleado con un porcentaje muy bajo de su máximo poder. Cuando todo hubo concluido, el Ju Senshi regresó a su forma humana, perdiendo tamaño, musculatura, escamas, alas y cola. Su ropa se encontraba chamuscada, si bien había perdido buena parte de la misma por culpa de las llamas que envolvían al espadachín. Si no fuera por la inmunidad al fuego que su akuma le brindaba, probablemente le hubiera calcinado. De hecho, la zona donde habían chocado ambos parecía haberse resecado y marchitado. Frente a él, el espectáculo era un tanto dantesco. Había humo por todos lados y la tierra estaba calcinada. Una buena porción del bosque frente a él había desaparecido.
Aún no había recuperado la visión, así que no pudo apreciar todo aquello... Ni siquiera ver cómo había quedado Zane. Extendió su mantra para tratar de localizar su voz. Sentía un intenso calor en su torso, justo en la zona donde un corte lo recorría de abajo a arriba. La hemorragia ya se había detenido y la herida comenzaba a sanar gracias a sus capacidades regenerativas, aunque aún tardaría bastante y nada quitaría aquellas preocupantes manchas de sangre de su ropa. Suspiró, aguardando a que su visión volviera a la normalidad, esperando por ver cuál había sido el resultado de ese ataque.
Fue todo muy rápido, incluso demasiado para alguien las cualidades del pelirrojo. Se encontraba yendo a toda la velocidad que su cuerpo le permitía hacia Berthil, cargando con todo lo que tenía, guiado únicamente por su instinto y su espíritu combativo. Era consciente de que se la estaba jugando todo a un golpe, siendo todo o nada. Y cuando parecía que su ofensiva iba a tener efecto, que al fin podría encestarle un golpe directo a aquel escamado pirata, algo le golpeó en el pecho con fuerza y le envió decenas de metros hacia atrás, rompiendo varios árboles y con su espalda. Y de pronto, oscuridad. Pasados un tiempo, no sabía si habían pasado minutos, horas o unos pocos segundos abrió los ojos. Tenía un fuerte dolor en el pecho, que podría haber sido peor de no ser por su haki de armadura.
«Tanto entrenamiento para nada…», se dijo. Golpeando con furia al suelo. Comprobó que tenía sus katanas a su lado, es más seguía aferrándose a una de ellas con fuerza. Aún era de noche, por lo que no había transcurrido tanto tiempo como creía. La luna era hermosa, más que ninguna otra en mucho tiempo, más amarillenta que blanquecina, y rodeada por un manto de estrellas que le hizo dudar si estaba vivo o muerto; aunque por el dolor tuvo que ser lo contrario. Intentó levantarse, pero le dolía todo, así que se volvió a tumbar. Reposó durante otro rato, y usando katana como apoyo, enfundando la otra se puso en pie.
-Tengo que volver con los demás… -balbuceó.
Le dolía al caminar y delante de él, a una distancia de más de veinte metros, continuaba Berthil, mirándole. ¿Se estaría recreando en su victoria? No, seguramente no. El resultado estaba claro desde el principio y era algo que solo desconocía el pelirrojo, que volvió a verse como un pez pequeño en un inmenso mar después de muchísimo tiempo. Y entre el destruido bosque, un objeto que brillaba con fuerza. De ser la espada dorada la dejaría allí, pues no la merecía. De ser una plateada intentaría cogerla, si es que tenía las fuerzas necesarias.
Con mucho esfuerzo, Zane señaló al moreno con su espada haciéndole entender que algún día volverían a tener un combate y que el resultado sería distinto; o al menos esa era su intención. Pues, tras aquello, volvió a caer al suelo, tosiendo algo de sangre.
«La próxima vez ganaré yo, Kurogami»
«Tanto entrenamiento para nada…», se dijo. Golpeando con furia al suelo. Comprobó que tenía sus katanas a su lado, es más seguía aferrándose a una de ellas con fuerza. Aún era de noche, por lo que no había transcurrido tanto tiempo como creía. La luna era hermosa, más que ninguna otra en mucho tiempo, más amarillenta que blanquecina, y rodeada por un manto de estrellas que le hizo dudar si estaba vivo o muerto; aunque por el dolor tuvo que ser lo contrario. Intentó levantarse, pero le dolía todo, así que se volvió a tumbar. Reposó durante otro rato, y usando katana como apoyo, enfundando la otra se puso en pie.
-Tengo que volver con los demás… -balbuceó.
Le dolía al caminar y delante de él, a una distancia de más de veinte metros, continuaba Berthil, mirándole. ¿Se estaría recreando en su victoria? No, seguramente no. El resultado estaba claro desde el principio y era algo que solo desconocía el pelirrojo, que volvió a verse como un pez pequeño en un inmenso mar después de muchísimo tiempo. Y entre el destruido bosque, un objeto que brillaba con fuerza. De ser la espada dorada la dejaría allí, pues no la merecía. De ser una plateada intentaría cogerla, si es que tenía las fuerzas necesarias.
Con mucho esfuerzo, Zane señaló al moreno con su espada haciéndole entender que algún día volverían a tener un combate y que el resultado sería distinto; o al menos esa era su intención. Pues, tras aquello, volvió a caer al suelo, tosiendo algo de sangre.
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
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