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Negocios turbulentos [Yuu e Ivan] [Privado] Empty Negocios turbulentos [Yuu e Ivan] [Privado] {Miér 25 Oct 2017 - 18:38}

La subasta había sido dura, muy dura. Había tenido que pujar con dinero que no tenía y al acabar ir corriendo a pedir unos préstamos. Un tipo durante esta había estado respondiendo a todas sus pujas y había estado a punto de quitarle ambas akuma no mi, pero con tal de evitarlo se había endeudado hasta las cejas. De hecho el extraño había ido a llorarle para que le dejase al menos la de la segunda puja, pero lo había despachado y arrebatado aquella también con regocijo y vengatividad. Nadie le jodía sus negocios. Ahora estaba en la sala trasera del edificio, esperando a que le entregaran las dos preciadas frutas mientras bebía de su petaca. Iba de incógnito, con su aspecto modificado por su polimorfia. Aquel día iba con un traje negro elegante, una gabardina negra, sombrero de ala ancha y gafas de sol. Aparentaba ser un hombre muy alto (de algo más de dos metros) y delgado con el pelo largo, oscuro y ondulado.

- Ya era hora - masculló, cuando le entregaron el cofre.

Los abrió para cerciorarse del contenido. Efectivamente, ahí estaban, una pera blanca con espirales rojas y una mandarina verde y amarilla. Sí, no había duda. Eran auténticas, a juzgar por su aspecto. Apretó levemente la pera en varios puntos, buscando alguna zona donde estuviese demasiado madura. Las akumas no mi no se pudrían ni nada similar, y ese sería un factor que podría delatar una falsedad. Tras comprobar que eran auténticas sonrió y volvió a cerrar la tapa, poniéndose el recipiente bajo el brazo. Pensaba ganarse una buena fortuna con aquellas dos preciosidades. Le hizo un gesto con la mano a modo de saludo al empleado del lugar y se alejó. Y ahora, ¿qué tocaba hacer? En aquel edificio había toda clase de maravillas, cortesía del Consorcio Ambruzzi, una de las mafias de la ciudad. ¿Tal vez debería aprovechar para husmear y ganar contactos? Al fin y al cabo serían uno de sus objetivos cuando iniciara la Operación Limpieza.

- En fin, antes de nada tengo que poner estas preciosidades a buen recaudo.

Se metió en el baño de hombres y entró en una de las cabinas. Abrió uno de los bolsillos interiores de su gabardina y comenzó a apretar el cofre a través de este, a pesar de que por lógica no debería caber. Aún así el objeto se coló por el hueco y desapareció en este sin abultar en la ropa, como si nada. Aprovechó para hacer sus necesidades antes de irse y se fue a lavarse las manos, silbando alegremente. Olfateó el ambiente al oír un ruido sospechoso y esbozó una mueca de asco, estremeciéndose. A alguien debía haberle sentado mal su comida... y ese alguien salió de su cabina precedido por un ruido de cisterna. Era un tipo moreno con un parche en el ojo... de hecho, era el mismo de la subasta de la mandarina. Lo saludó con un gesto de la mano y una sonrisa medio burlona.

- ¿Demasiada fabada?
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Negocios turbulentos [Yuu e Ivan] [Privado] Empty Re: Negocios turbulentos [Yuu e Ivan] [Privado] {Jue 26 Oct 2017 - 16:16}

Dark Dome era algo imposible para ojos del pirata. ¿Cómo una isla podría contar con una tecnología tan avanzada? ¿Y por qué habían tantas mujeres? Eran cosas que Yuu no acababa de comprender. De todos modos, no habían atracado allí si no hubiera algo importante que hacer. Sus compañeros no querían las frutas que había en su bolsa, con lo cual decidió encontrar la menor oportunidad para deshacerse de ellas sacando provecho. Según escuchó, una mafia en la ciudad tenía un local en los bajos fondos de la ciudad, donde subastaban cosas de todo tipo. Lo vio como una oportunidad de enriquecerse rápidamente, así que acabó parando en aquel lugar, dispuesto a subastar una de las frutas que llevaba consigo.

Allí se produjo una encarnizada batalla de “A ver quién la tiene más gorda”, alcanzando cifras en la puja que el pirata no llegaría a imaginar nunca. Al final sacó incluso demasiado provecho. Una vez finalizada la puja, se levantó de su silla, al lado de la vitrina que hospedaba la fruta, la cual había sido vaciada para entregársela al comprador. Su primer objetivo era reclamar su dinero, así que se dirigió hacia el que llevaba el cotarro de allí.

Esto… ¿mi dinero? – exigió.

Ahora mismo están contándolo, estará pronto. Venga conmigo si quiere verlo. – empezó a caminar hacia una pequeña sala, donde habían dos hombres poniendo billetes en un maletín. Yuu, obviamente, le siguió. – ¿Cómo lo lleváis?

Está todo, como se acordó con el comprador. Doscientos millones exactos. – dijo uno de los hombres trajeados.

– Bien, bien. Ya puede recogerlo, señor Yuu. – empezó a dirigirse hacia sus hombres. – ¿El dinero que nos corresponde?

También ha sido entregado. Hemos sacado bastante tajada, jefe.

Se ha líado una buena, ¿eh? – comentó el pirata, mientras se posicionaba delante del maletín, observando detenidamente el dinero. – Aquí hay… mucho dinero.

Normalmente asignamos a uno de nuestros hombres como protección al llevar encima tanto capital. Aunque eso le costará un pequeño porcentaje de lo que haya en su maletín.

Eh… ya me valgo por mí mismo. No hace falta.

Cómo usted vea.

El ladrón salió de allí con el maletín en mano, luego de preguntar dónde estaba el baño. Algo intentaba salir de su trasero, y sabía muy bien lo que era. Tenía que darse prisa. Se encontraba al otro lado de la sala, con lo que llegó raudo y veloz y se encerró en una de las cabinas, dejando el maletín al lado del inodoro. Se quitó los pantalones y levantó la tapa. Luego, reposó su culo en la taza y empezó a hacer fuerza.

Venga… venga. Venga, pequeña… sal. Tú puedes hacerlo. – dijo en voz baja, implorando a su trasero que hiciese más fuerza.

Algo pareció asomar del orificio. Algo que hizo que el agua del inodoro salpicara intensamente. La ballena marrón había sido liberada de su cautiverio. Tras esa, le siguieron un par más, de menor tamaño. Luego… miró hacia su derecha, y observó que una de las mayores pesadillas del ser humano se había hecho realidad. ¡No había papel! Pero… tampoco le suponía un problema. Con poco esfuerzo, creó un rollo de papel de la nada, y se limpió el culo con eso. Acto seguido, echó el trozo de papel al inodoro y tiró de la cadena. Se volvió a subir los pantalones y se abrochó el cinturón, soltando un suspiro de alivio.

Por favor… qué a gusto me he quedado. – dijo en voz baja, para sí mismo.

Cogió la maleta y salió de allí. Curiosamente, parecía que alguien le había escuchado. Al principio no le reconoció, pero luego se dio cuenta de que era el tipo que le había hecho rico.

¿Fabada? No, simplemente tenía ganas de cagar. – respondió a su comentario. – Por cierto… tú eres el de la subasta. ¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Por qué tanto dinero por una fruta? Lo veo… lo veo una burrada. A ver, que se agradece el dinero, pero... sigue siendo una bestialidad de pasta.– pensó otra pregunta que se le vino a la mente. – Y… ¿por qué coño llevas gafas de sol si no… si no hace sol? – terminó.
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