- Arena con un radio de 20 metros
-Muros de piedra y un techo de cristal reforzado a los cinco metros.
-Superficie arenosa
- Empieza Valia
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Valia Gyliel
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Akuma no mi
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El camino de vuelta fue en dirección opuesta al que habíamos realizado para ir hasta la isla de helado. Eso significaba que habíamos pasado la prueba y nos dirigíamos a la siguiente, o que habíamos fallado y nos llevaban donde fuera que tuviéramos que dejar a los revolucionarios rescatados durante la misma. Yo apostaba más por el primero, dado que habíamos complicado la parte principal de la misión, pero lo mismo no lo habíamos hecho con los mínimos requeridos por el ejército revolucionario. Lo más seguro es que no contaran con que tuviéramos un traidor entre nuestras filas como lo fue el tipo de la armadura y de cuyo nombre ya ni me acordaba. Aunque de algo estaba segura, cuando esto acabara pediría una reunión con Krauser para hablar sobre ese hombre y ponerle una diana bien grande en la espalda.
Al fondo se comenzó a ver una piña gigante flotando en el horizonte, aunque cuanto más nos acercábamos a ella, más dejaba de ser una piña para ser más parecida a una isla. Y no solo eso, habían construido un gran coliseo que ocupaba gran parte de la playa de la isla y llegaba hasta la selva que comenzaba justo al acabar la arena. Multitud de barcos se encontraban ya anclados allí, por lo que era probable que la siguiente parte del evento se realizara dentro del mismo. En cuanto el capitán me conformo que así sería, me lancé al agua para nadar hasta la entrada del mismo. Una vez dentro descubro que la arena tiene varias secciones, lo que implica que habrá varios enfrentamientos simultáneamente.
Las gradas son pocas, muy pocas, posiblemente no esperan mucho público para este evento. En medio de todo, Krauser espera tras una zona acristalada que parece bastante reforzada. Sobre él, una pantalla muestra diferentes puntuaciones, la mía y la de mi compañero es una decepción. ¿Qué esperaban que hiciéramos contra tantos marines y un traidor? Con el cabreo de los resultados encima me encaminé hacía la arena que me había tocado. Mi contrincante no tenía culpa de nada, pero le tocaría aguantarme. La zona que me había tocado era parte de la arena de la playa, por lo que no debía haber problemas de humedad para hacer mis técnicas. Aun así, quise saber cuánta agua aproximada había debajo de nosotros y en el ambiente. Cuando apareciera mi contrincante me presentaría y pondría en actitud ofensiva.
Al fondo se comenzó a ver una piña gigante flotando en el horizonte, aunque cuanto más nos acercábamos a ella, más dejaba de ser una piña para ser más parecida a una isla. Y no solo eso, habían construido un gran coliseo que ocupaba gran parte de la playa de la isla y llegaba hasta la selva que comenzaba justo al acabar la arena. Multitud de barcos se encontraban ya anclados allí, por lo que era probable que la siguiente parte del evento se realizara dentro del mismo. En cuanto el capitán me conformo que así sería, me lancé al agua para nadar hasta la entrada del mismo. Una vez dentro descubro que la arena tiene varias secciones, lo que implica que habrá varios enfrentamientos simultáneamente.
Las gradas son pocas, muy pocas, posiblemente no esperan mucho público para este evento. En medio de todo, Krauser espera tras una zona acristalada que parece bastante reforzada. Sobre él, una pantalla muestra diferentes puntuaciones, la mía y la de mi compañero es una decepción. ¿Qué esperaban que hiciéramos contra tantos marines y un traidor? Con el cabreo de los resultados encima me encaminé hacía la arena que me había tocado. Mi contrincante no tenía culpa de nada, pero le tocaría aguantarme. La zona que me había tocado era parte de la arena de la playa, por lo que no debía haber problemas de humedad para hacer mis técnicas. Aun así, quise saber cuánta agua aproximada había debajo de nosotros y en el ambiente. Cuando apareciera mi contrincante me presentaría y pondría en actitud ofensiva.
Yarmin Prince
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Akuma no mi
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Repasemos mi lista mental de maldades para el día de hoy:
Caminaba libremente por el barco mientras dibujaba en una hoja de papel reciclado. Malditos Revolucionarios, ¿Qué tendrían en contra del papel de verdad? Cada día los odio más. Pero... Lógicamente, no es porque usen papel reciclado, sino porque, entre otras cosas, están en mi camino. La gente normalmente, una vez me conoce, me teme. Cree que soy un asesino, pero yo no mato. Casi nunca. De hecho, estar cerca de mí y serme útil incrementa las probabilidades de supervivencia. Pero claro, la gente normalmente no acata términos como "sumisión", "lealtad", o "acatar". Falta de motivación, es lo que veo yo, en mi humilde opinión de psicólogo. Aunque claro, ¿Quién se fiaría de un psicólogo que pretende reclutarte para sus hordas del mal? Aparte de los ya reclutados, claro.
Todo esto y mucho más eran cosas acerca de las que fui divagando mientras nos acercábamos a Isla Piña. Si me dieran un berrie cada vez que he ido a isla piña... Tendría exactamente un berri. Que no es mucho, pero denota perfectamente mi interés por pisar una isla con forma de fruta. De hecho más, porque ese berri es igual a un interés infinito de cero, que es el interés exacto que tengo yo en esto. Es decir, ahora nos llevan a combatir, a una isla con forma de piña, donde un revolucionario cosplayer fan de Naruto observa desde las alturas. No, perdón, un revolucionario cosplayer fan de Naruto que ha consumido la Akuma no mi de niebla... Krauser es Zabuza. ¿Y yo por qué lo sé? Porque todo hombre que se precie se interesa por los ninjas.
De todas formas, lo peor de todo no era estar rodeado de ese olor putrefacto a revolucionario. Lo peor es... ¿Sabes el olor que se queda en la vagina de una mujer tras ocho días de sexo continuado? No, claro que no, ninguna mujer consentiría eso. Y por esa razón yo sí lo conozco... Ese olor a pescado... No llegaba con que fuera un revolucionario, o que fuese una mujer. Tenía, además, que ser un Gyojin. Una mujer Gyojin revolucionaria. Al menos, mirando el lado positivo, si todo sale bien podré tachar algo más de mi lista de fantasías. Nunca he matado un Gyojin. Ni torturado un Gyojin... De hecho, nunca había tenido contacto con un Gyojin hasta ahora, ¡Y menos mal! ¡Qué pestazo a mar! Como el de la lonja a final del día, antes de que la limpien a manguerazos. Pero bueno, ya estuve acostumbrado a aguantar a Fudge, puedo soportar un poco más de hedor.
-¡Encantado!- respondí, tendiéndole la mano, cuando me anunció que su nombre era Billie, o Bayley, o... Qué coño me importa su nombre-. Yo soy Yarmin Wince.
Como caballero de honor di tres pasos hacia atrás mientras ella se ponía en posición, y baremé mis opciones. Ella era más fuerte y resistente, y yo no podía hacer uso de mi fruta, el rokushiki ni en general nada que pudiese delatarme. ¿De verdad fue una buena idea apuntarme a esto? Bueno, siempre puedo salir mediante la negociación.
-Señorita Valia, verá...- dije finalmente, sacando cuan lento pude ser mi preciosa Creaviudas. No está hecha para matar mujeres, pero no creo que la pistola se queje por matar un animal-, yo no sé luchar, tan sólo disparar mi arma. Así que, por favor, ríndase y no hagamos el ridículo. No podemos permitirnos una batalla que tal vez termine con miembros amputados- "o la muerte", evité decir-. Entiendo que desee combatir, pero de verdad que yo no quiero hacerle daño. No me obligue, por favor.
Apunté a su hombro derecho, concretamente al punto donde debía ser más vulnerable su arteria subclavia. Un inocente disparo mal realizado, la pobre habría muerto en un desgraciado accidente, y yo la habría avisado antes. Y, por si acaso, el Fragmento del Edén ya estaba reptando por mi brazo derecho dispuesto a envenenar a mi enemigo. O enemiga. O comida.
- Hacerme pasar por un miembro de la Revolución... Por el momento, hecho.
- Reírme de varios miembros de la Revolución... Hecho.
- Aportar valiosa información al Gobierno... Hecho.
- Hacer dudar a un revolucionario inocente de su sexualidad... No concluyente.
- Conseguir información clasificada de la Revolución que en Oasis usaremos bien... Hecho.
- Conseguir un aperitivo... Por el momento, no hecho.
Caminaba libremente por el barco mientras dibujaba en una hoja de papel reciclado. Malditos Revolucionarios, ¿Qué tendrían en contra del papel de verdad? Cada día los odio más. Pero... Lógicamente, no es porque usen papel reciclado, sino porque, entre otras cosas, están en mi camino. La gente normalmente, una vez me conoce, me teme. Cree que soy un asesino, pero yo no mato. Casi nunca. De hecho, estar cerca de mí y serme útil incrementa las probabilidades de supervivencia. Pero claro, la gente normalmente no acata términos como "sumisión", "lealtad", o "acatar". Falta de motivación, es lo que veo yo, en mi humilde opinión de psicólogo. Aunque claro, ¿Quién se fiaría de un psicólogo que pretende reclutarte para sus hordas del mal? Aparte de los ya reclutados, claro.
Todo esto y mucho más eran cosas acerca de las que fui divagando mientras nos acercábamos a Isla Piña. Si me dieran un berrie cada vez que he ido a isla piña... Tendría exactamente un berri. Que no es mucho, pero denota perfectamente mi interés por pisar una isla con forma de fruta. De hecho más, porque ese berri es igual a un interés infinito de cero, que es el interés exacto que tengo yo en esto. Es decir, ahora nos llevan a combatir, a una isla con forma de piña, donde un revolucionario cosplayer fan de Naruto observa desde las alturas. No, perdón, un revolucionario cosplayer fan de Naruto que ha consumido la Akuma no mi de niebla... Krauser es Zabuza. ¿Y yo por qué lo sé? Porque todo hombre que se precie se interesa por los ninjas.
De todas formas, lo peor de todo no era estar rodeado de ese olor putrefacto a revolucionario. Lo peor es... ¿Sabes el olor que se queda en la vagina de una mujer tras ocho días de sexo continuado? No, claro que no, ninguna mujer consentiría eso. Y por esa razón yo sí lo conozco... Ese olor a pescado... No llegaba con que fuera un revolucionario, o que fuese una mujer. Tenía, además, que ser un Gyojin. Una mujer Gyojin revolucionaria. Al menos, mirando el lado positivo, si todo sale bien podré tachar algo más de mi lista de fantasías. Nunca he matado un Gyojin. Ni torturado un Gyojin... De hecho, nunca había tenido contacto con un Gyojin hasta ahora, ¡Y menos mal! ¡Qué pestazo a mar! Como el de la lonja a final del día, antes de que la limpien a manguerazos. Pero bueno, ya estuve acostumbrado a aguantar a Fudge, puedo soportar un poco más de hedor.
-¡Encantado!- respondí, tendiéndole la mano, cuando me anunció que su nombre era Billie, o Bayley, o... Qué coño me importa su nombre-. Yo soy Yarmin Wince.
Como caballero de honor di tres pasos hacia atrás mientras ella se ponía en posición, y baremé mis opciones. Ella era más fuerte y resistente, y yo no podía hacer uso de mi fruta, el rokushiki ni en general nada que pudiese delatarme. ¿De verdad fue una buena idea apuntarme a esto? Bueno, siempre puedo salir mediante la negociación.
-Señorita Valia, verá...- dije finalmente, sacando cuan lento pude ser mi preciosa Creaviudas. No está hecha para matar mujeres, pero no creo que la pistola se queje por matar un animal-, yo no sé luchar, tan sólo disparar mi arma. Así que, por favor, ríndase y no hagamos el ridículo. No podemos permitirnos una batalla que tal vez termine con miembros amputados- "o la muerte", evité decir-. Entiendo que desee combatir, pero de verdad que yo no quiero hacerle daño. No me obligue, por favor.
Apunté a su hombro derecho, concretamente al punto donde debía ser más vulnerable su arteria subclavia. Un inocente disparo mal realizado, la pobre habría muerto en un desgraciado accidente, y yo la habría avisado antes. Y, por si acaso, el Fragmento del Edén ya estaba reptando por mi brazo derecho dispuesto a envenenar a mi enemigo. O enemiga. O comida.
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Mi contrincante se presentó como Yarmin Wince, un joven bastante alto y bien proporcionado con unos ojos de un color rojo muy exótico. Parecía ser todo un caballero, además de bastante mono, con ese pelo rubio y ese porte de caballero andante, además de parecer encantador. Aunque no me gusto lo siguiente que dijo acerco de hacerme daño. Allí estábamos probándonos, no podía simplemente abandonar el combate y rendirme porque mi contrincante así lo pidiera para no provocarme daños.
-Camarada Yarmin, estamos aquí para probar nuestras habilidades en combate, no puedo hacer lo que me pides y menos con el líder de mi división justo aquí arriba. A mí tampoco me gusta la idea de provocar daños innecesarios a compañeros, pero no es necesario que eso suceda. – Mientras había hablado, mi rival había sacado una pistola. Se había disculpado por no saber luchar, solo disparar. Aunque odiara las armas de fuego, no podía odiar a personas como el revolucionario por usarlas, ya que no sabían hacer otras cosas. – Prometo limitar mis ataques a zonas que no lesionen permanentemente.
Yarmin me estaba apuntando así que tenía que ser rápida en mis acciones. Lo más probable es que en cuanto hiciera algún movimiento mi contrincante me disparara. Tenía que pensar en combinar una defensa con un ataque, aunque seguramente ninguno de los dos fuera completamente eficaz. Como única defensa para las balas disponía de mis reflejos, que no eran malos, pero no estaba segura de poder esquivar muchos ataques. Las bolas acuáticas que podía generar era posible que desviaran las balas o las pararan, pero era bastante arriesgado. Finalmente me decidí por moverme. Esperaba que un movimiento repentino hiciera errar el disparo, de producirse, o al menos que acertara donde mi oponente quisiera. Al mismo tiempo, usaría las agujas de agua para intentar hacer que los movimientos de los brazos fueran algo más dolorosos y así disminuir la precisión de Yarmin. Intentaría que la concentración de agua empezara por debajo de la cabeza, no quería que se estropeara una cara tan bonita con cortes o cicatrices.
-Camarada Yarmin, estamos aquí para probar nuestras habilidades en combate, no puedo hacer lo que me pides y menos con el líder de mi división justo aquí arriba. A mí tampoco me gusta la idea de provocar daños innecesarios a compañeros, pero no es necesario que eso suceda. – Mientras había hablado, mi rival había sacado una pistola. Se había disculpado por no saber luchar, solo disparar. Aunque odiara las armas de fuego, no podía odiar a personas como el revolucionario por usarlas, ya que no sabían hacer otras cosas. – Prometo limitar mis ataques a zonas que no lesionen permanentemente.
Yarmin me estaba apuntando así que tenía que ser rápida en mis acciones. Lo más probable es que en cuanto hiciera algún movimiento mi contrincante me disparara. Tenía que pensar en combinar una defensa con un ataque, aunque seguramente ninguno de los dos fuera completamente eficaz. Como única defensa para las balas disponía de mis reflejos, que no eran malos, pero no estaba segura de poder esquivar muchos ataques. Las bolas acuáticas que podía generar era posible que desviaran las balas o las pararan, pero era bastante arriesgado. Finalmente me decidí por moverme. Esperaba que un movimiento repentino hiciera errar el disparo, de producirse, o al menos que acertara donde mi oponente quisiera. Al mismo tiempo, usaría las agujas de agua para intentar hacer que los movimientos de los brazos fueran algo más dolorosos y así disminuir la precisión de Yarmin. Intentaría que la concentración de agua empezara por debajo de la cabeza, no quería que se estropeara una cara tan bonita con cortes o cicatrices.
- datos:
- Mizu no hari: Concentrándose en el agua ambiental puede crear pequeñas alfileres que caen como si fueran agujas en la zona objetivo (5 metros + cinco cada diez niveles). cinco alfileres por cada diez niveles. Se ve afectada por las pasivas del ámbito.
Yarmin Prince
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Bien, ¿Cuántos años hacía que no peleaba? Porque, sin duda, esta mujer quería forzarme a pelear. Bueno, tal vez sólo forzarme. Tal vez ni siquiera fuese mujer. ¿La mayoría de peces no eran hermafroditas al fin y al cabo? De hecho, sus pechos... ¿Eran mamas o vejigas de flotación? ¡Estaba deseando diseccionarla! Incluso ese pestilente olor era soportable por el bien de la ciencia. Y de la diversión. Aunque como cadáver... Apestaría todavía más. Tendría que hacerlo con ella viva.
Primera norma de cualquier combate: Nunca inicies tú la pelea. Eso daría a cualquier rival la oportunidad de saber a qué se está enfrentando, y a mí siempre encantó analizar los movimientos de mis oponentes. Fuese en una mesa, frente al ajedrez; en un cuartel preparando la guerra; incluso... En medio de la batalla, me encantaba observar, aunque estaba seguro de que si no evitaba sus golpes podría salir terriblemente perjudicado. No soy estúpido, y al fin y al cabo, y mientras yo soy poco más resistente que una niña de once años, cualquier Gyojin de once años podría darle una paliza a bastantes atletas. Y, probablemente, la señorita Bolsas de Flotación tenía más de once años, más fuerza que varios atletas, y yo no quería tener que enfrentarme a eso. Pero así es la vida: Para ganar hay que arriesgar, para vivir hay que matar, y para disparar hay que apretar el gatillo.
Sonreí mientras sentía todo mi cuerpo endurecerse como si de hierro se tratase, y las agujas de agua que me lanzó la muchacha entraron en una densa cortina de humo que se elevó hacia los cielos, y habría seguido así de no ser por la cúpula que la frenaba. Incluso me permití el lujo de alegrarme cuando vi que poco a poco el techo de la cúpula se iba oscureciendo. El humo se estaba extendiendo. Las agujas de Valya hicieron poco más que molestarme, aunque perdí la concentración antes de tiempo y una aguja despistada me abrió un doloroso agujero a tres milímetros de la carótida. El lado bueno era que a pesar del dolor no habría secuelas permanentes, y lo malo era para ella. Dentro del humo yo era invisible.
-Debo reconocer que eso ha dolido- comenté en voz lo suficientemente alta como para que me oyese, y con mucho cuidado me impulsé mediante el geppou hacia su espalda. Uno, dos...
Aterricé en el suelo tras tres segundos, y apunté de nuevo hacia ella, en esta ocasión a un punto no letal. Tras mi caída ya todos podían verme, y con suerte en estos momentos se cuestionasen acerca de mi verdadero poder. ¿Tal vez creyesen que era el nuevo usuario de la fruta de aquella furcia? Siempre terminaba encontrándome con miembros de la Quimera. Primero Alice Turner, el tal Edward, ahora el sushi con patas... Dejé que mi semblante tornase serio por un instante.
-Lo siento- dije, y cuatro disparos salieron desde la pistola. Eran balas completamente normales, pero tenían una especie de cola roja. Todas ellas la tenían. El poder de Sent liberado a través del arma y camuflado con las balas. Por supuesto, sólo el último tiro terminaría canalizando ese efecto, pero durante un instante, una mísera fracción de segundo, se sentiría como si todos sus huesos se rompiesen a la vez. Eso si golpeaba, claro-. Te lo ofrezco de nuevo. Ríndete, no quisiera explotarte sin querer las vejigas de flotación.
Bueno, como mínimo si no sabía de qué hablaba es que sus tetas eran genuinas. Y cuando me la cruzase de nuevo ya habría tiempo de explotar toda esa mina.
Primera norma de cualquier combate: Nunca inicies tú la pelea. Eso daría a cualquier rival la oportunidad de saber a qué se está enfrentando, y a mí siempre encantó analizar los movimientos de mis oponentes. Fuese en una mesa, frente al ajedrez; en un cuartel preparando la guerra; incluso... En medio de la batalla, me encantaba observar, aunque estaba seguro de que si no evitaba sus golpes podría salir terriblemente perjudicado. No soy estúpido, y al fin y al cabo, y mientras yo soy poco más resistente que una niña de once años, cualquier Gyojin de once años podría darle una paliza a bastantes atletas. Y, probablemente, la señorita Bolsas de Flotación tenía más de once años, más fuerza que varios atletas, y yo no quería tener que enfrentarme a eso. Pero así es la vida: Para ganar hay que arriesgar, para vivir hay que matar, y para disparar hay que apretar el gatillo.
Sonreí mientras sentía todo mi cuerpo endurecerse como si de hierro se tratase, y las agujas de agua que me lanzó la muchacha entraron en una densa cortina de humo que se elevó hacia los cielos, y habría seguido así de no ser por la cúpula que la frenaba. Incluso me permití el lujo de alegrarme cuando vi que poco a poco el techo de la cúpula se iba oscureciendo. El humo se estaba extendiendo. Las agujas de Valya hicieron poco más que molestarme, aunque perdí la concentración antes de tiempo y una aguja despistada me abrió un doloroso agujero a tres milímetros de la carótida. El lado bueno era que a pesar del dolor no habría secuelas permanentes, y lo malo era para ella. Dentro del humo yo era invisible.
-Debo reconocer que eso ha dolido- comenté en voz lo suficientemente alta como para que me oyese, y con mucho cuidado me impulsé mediante el geppou hacia su espalda. Uno, dos...
Aterricé en el suelo tras tres segundos, y apunté de nuevo hacia ella, en esta ocasión a un punto no letal. Tras mi caída ya todos podían verme, y con suerte en estos momentos se cuestionasen acerca de mi verdadero poder. ¿Tal vez creyesen que era el nuevo usuario de la fruta de aquella furcia? Siempre terminaba encontrándome con miembros de la Quimera. Primero Alice Turner, el tal Edward, ahora el sushi con patas... Dejé que mi semblante tornase serio por un instante.
-Lo siento- dije, y cuatro disparos salieron desde la pistola. Eran balas completamente normales, pero tenían una especie de cola roja. Todas ellas la tenían. El poder de Sent liberado a través del arma y camuflado con las balas. Por supuesto, sólo el último tiro terminaría canalizando ese efecto, pero durante un instante, una mísera fracción de segundo, se sentiría como si todos sus huesos se rompiesen a la vez. Eso si golpeaba, claro-. Te lo ofrezco de nuevo. Ríndete, no quisiera explotarte sin querer las vejigas de flotación.
Bueno, como mínimo si no sabía de qué hablaba es que sus tetas eran genuinas. Y cuando me la cruzase de nuevo ya habría tiempo de explotar toda esa mina.
- Usado:
- Corazón de humo, Sent, Tekkai.
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Una cortina de humo, oscuridad o lo que fuera aquello comenzó a surgir de Yarmin. Era bastante densa y además estaba alcanzando proporciones peligrosas, seguramente dentro de la misma estaría en muchísima desventaja. El comentario de mi rival acerca de que mi ataque había quedado totalmente eclipsado por el hecho de que había aparecido de repente a mi espalda. Tras un lo siento rápido, cuatro disparos impactaron en mi cuerpo. El dolor producido por los tres primeros, que habían impactado en el brazo derecho, el costado y el otro en el brazo derecho me hicieron sentir una quemazón increíble. Era la primera vez que recibía los impactos de balas, y no me gustaría volver a sentirlos. El cuarto disparo, me atravesó el muslo, me hizo caer de rodillas. En cuanto la bala toco mi piel sentí como si acabara de caer desde una gran altura y mis huesos se hubieran astillado por múltiples sitios. La sensación fue apenas un instante, pero fue suficiente para que cuando rival me volvió a preguntar si me rindiera dijera que sí.
El impacto del hombro parecía ser el más grave por lo que fue en el que canalice el poder curativo del manual micaiah. Las otras me las tendrían que tratar en la enfermería del recinto, que esperaba fuera bastante buena y me dejaran como nueva para el siguiente combate. No sabía si Yarmin me querría decir algo más o si se habría ido en cuanto me oyera decir que me rendía, pero supongo que daba igual. Puede que este encuentra hubiera sido un toque de atención y debiera escucha más a mis rivales. Sea como fuere, esperaría a los médicos, lo mejor para mi salud sería no intentar moverme sola.
El impacto del hombro parecía ser el más grave por lo que fue en el que canalice el poder curativo del manual micaiah. Las otras me las tendrían que tratar en la enfermería del recinto, que esperaba fuera bastante buena y me dejaran como nueva para el siguiente combate. No sabía si Yarmin me querría decir algo más o si se habría ido en cuanto me oyera decir que me rendía, pero supongo que daba igual. Puede que este encuentra hubiera sido un toque de atención y debiera escucha más a mis rivales. Sea como fuere, esperaría a los médicos, lo mejor para mi salud sería no intentar moverme sola.
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