- Área de 20 metros de radio.
- Zona del desierto. No tenéis donde ocultaros, en caso de que hubieseis pretendido hacerlo. La temperatura es alta y el aire seco. El suelo está cubierto de arena y han dispuesto ventiladores de gran potencia que podrían activarse causando una tormenta de arena.
-Empieza el invitado sorpresa.
- Zona del desierto. No tenéis donde ocultaros, en caso de que hubieseis pretendido hacerlo. La temperatura es alta y el aire seco. El suelo está cubierto de arena y han dispuesto ventiladores de gran potencia que podrían activarse causando una tormenta de arena.
-Empieza el invitado sorpresa.
Todo el edificio se ve sacudido de repente, siendo la sacudida mayor en un lado que en otro. Y con ese movimiento, el lugar en el que os encontráis sufre alteraciones. Lenguas de arena se elevan y caen sobre vosotros.
Off rol: Eric ha trastocado un poco los sistemas que hacían surgir los distintos campos, así que estos van a alterarse de vez en cuando a partir de ahora. Divertíos.
Off rol: Eric ha trastocado un poco los sistemas que hacían surgir los distintos campos, así que estos van a alterarse de vez en cuando a partir de ahora. Divertíos.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Y él que se esperaba disfrutar tranquilamente del espectáculo. El torneo estaba resultando ciertamente entretenido, con más de una cara conocida participando para obtener el tan ansiado premio o, quizá, tan solo con la intención de ponerse a prueba. Muchos apenas tenían renombre, si es que llegaban a poseer alguno, pero alguna que otra figura que se había vuelto asquerosamente famosa durante los últimos meses también se había inscrito. De este modo, el entretenimiento estaba garantizado. No pudo ser mayor su sorpresa cuando informaron de que uno de los participantes se había retirado de la competición. «No tendría tantas ganas como aparentaba, supongo» pensó mientras mostraba una mueca de decepción. Con la gran oportunidad que aquello suponía, no cabía en su entender que alguien estuviera dispuesto a desperdiciarla. En fin, qué se le iba a hacer.
─ ¿Y cómo van a resolver esto entonces? -inquirió en un susurro, degustando el pinchito de pollo que le había gorroneado a algunos compañeros de la agencia.
No era el único interesado en presenciar los resultados de la competición, desde luego, y es que un selecto grupo había aprovechado la oportunidad de dejarse caer por Marineford para, de paso, hacer una pequeña visita turística por el Cuartel General de la Marina. Era mucho más imponente de lo que se habría podido llegar a imaginar, aunque era lo suyo: ¿qué clase de fortaleza de mierda sería si fuera algo típico y previsible?
Perdiéndose en estos pensamientos, aguardando a que la dirección decidiera cómo lidiar con la situación y dispuesto a darle un nuevo bocado a su aperitivo, una discreta figura lo tomó por el brazo y tiró de él, haciendo que su comida se desperdigara por el suelo y desapareciendo entre el gentío en un abrir y cerrar de ojos. Para cuando quisiera darse cuenta, se hallaría en uno de los pasillos que dirigían hacia las salas de combate preparadas para el evento, con uno de sus superiores despidiéndose cordialmente desde la entrada con la mano.
─ Agradecemos su ofrecimiento voluntario para la sustitución del candidato, agente Yu -le dijo, antes de que le diera tiempo siquiera a reaccionar-. Esperemos que disfrute de la experiencia. Seguro que lo hará muy bien -y, con un suave sonido mecánico, las puertas se cerraron detrás del pelirrojo.
─ ¡Pero! -se apresuró a quejarse, inútilmente- Voluntario, ¿eh...? -Suspiró con pesadez, rascándose la nuca y dirigiendo la mirada hacia el fondo del pasillo. Infló los mofletes, enfurruñado, pero tras unos pocos segundos relajó la postura y se encogió de hombros- Bueno, supongo que no hay más remedio... Y llevo sin participar en un torneo desde el Hexódromo... -se echó a reír- Muy bien, al menos será entretenido.
Habían tenido la gentileza de llevarle sus armas, que ahora se encontraban apoyadas en la pared: tres espadas envainadas que no tardó en ajustarse, dos de ellas a la altura de la cintura y la última en la espalda. Equipado, comenzó a caminar hacia la zona del enfrentamiento que, para su sorpresa, era similar a la de algunos combates de la primera ronda, aparentemente más húmeda. Trató de detectar con la mirada a su contrincante, ajeno a cuáles habían sido los emparejamientos por culpa de la rápida inscripción que había sufrido. Sin embargo, antes de que le diera tiempo a hacerlo, una fuerte sacudida azotó la estructura del edificio, incluso haciendo que la iluminación del lugar parpadee por unos instantes. Para cuando quiso darse cuenta de lo que estaba pasando, oleadas de arena habían comenzado a cernirse sobre él.
─ ¿Qué demonios...? -murmuró al tiempo que se le echaban encima, sepultándole entre la arena.
Cuando el ambiente se calmó, donde antes estuviera el agente ahora no había más que un montón de arena amontonada. Pasan unos cuantos segundos antes de que, de la nada, el pelirrojo se reconstruya encima del montículo como si fuera lo más normal del mundo, alisándose la camisa y sacudiendo toda la arena que pudiera habérsele pegado a la ropa.
─ Qué situación más incómoda... Con lo poco que me gusta a mí la arena y el calor. ¿No opinas lo mismo, Mr. Scarfguy? -Inquirió con una sonrisa maliciosa, observando entonces a su viejo amigo-. No esperaba que fuera a tener la oportunidad de patearte el culo tan pronto. Debe ser mi día de suerte -bromeó, descendiendo tranquilamente y aguardando la respuesta de Al.
─ ¿Y cómo van a resolver esto entonces? -inquirió en un susurro, degustando el pinchito de pollo que le había gorroneado a algunos compañeros de la agencia.
No era el único interesado en presenciar los resultados de la competición, desde luego, y es que un selecto grupo había aprovechado la oportunidad de dejarse caer por Marineford para, de paso, hacer una pequeña visita turística por el Cuartel General de la Marina. Era mucho más imponente de lo que se habría podido llegar a imaginar, aunque era lo suyo: ¿qué clase de fortaleza de mierda sería si fuera algo típico y previsible?
Perdiéndose en estos pensamientos, aguardando a que la dirección decidiera cómo lidiar con la situación y dispuesto a darle un nuevo bocado a su aperitivo, una discreta figura lo tomó por el brazo y tiró de él, haciendo que su comida se desperdigara por el suelo y desapareciendo entre el gentío en un abrir y cerrar de ojos. Para cuando quisiera darse cuenta, se hallaría en uno de los pasillos que dirigían hacia las salas de combate preparadas para el evento, con uno de sus superiores despidiéndose cordialmente desde la entrada con la mano.
─ Agradecemos su ofrecimiento voluntario para la sustitución del candidato, agente Yu -le dijo, antes de que le diera tiempo siquiera a reaccionar-. Esperemos que disfrute de la experiencia. Seguro que lo hará muy bien -y, con un suave sonido mecánico, las puertas se cerraron detrás del pelirrojo.
─ ¡Pero! -se apresuró a quejarse, inútilmente- Voluntario, ¿eh...? -Suspiró con pesadez, rascándose la nuca y dirigiendo la mirada hacia el fondo del pasillo. Infló los mofletes, enfurruñado, pero tras unos pocos segundos relajó la postura y se encogió de hombros- Bueno, supongo que no hay más remedio... Y llevo sin participar en un torneo desde el Hexódromo... -se echó a reír- Muy bien, al menos será entretenido.
Habían tenido la gentileza de llevarle sus armas, que ahora se encontraban apoyadas en la pared: tres espadas envainadas que no tardó en ajustarse, dos de ellas a la altura de la cintura y la última en la espalda. Equipado, comenzó a caminar hacia la zona del enfrentamiento que, para su sorpresa, era similar a la de algunos combates de la primera ronda, aparentemente más húmeda. Trató de detectar con la mirada a su contrincante, ajeno a cuáles habían sido los emparejamientos por culpa de la rápida inscripción que había sufrido. Sin embargo, antes de que le diera tiempo a hacerlo, una fuerte sacudida azotó la estructura del edificio, incluso haciendo que la iluminación del lugar parpadee por unos instantes. Para cuando quiso darse cuenta de lo que estaba pasando, oleadas de arena habían comenzado a cernirse sobre él.
─ ¿Qué demonios...? -murmuró al tiempo que se le echaban encima, sepultándole entre la arena.
Cuando el ambiente se calmó, donde antes estuviera el agente ahora no había más que un montón de arena amontonada. Pasan unos cuantos segundos antes de que, de la nada, el pelirrojo se reconstruya encima del montículo como si fuera lo más normal del mundo, alisándose la camisa y sacudiendo toda la arena que pudiera habérsele pegado a la ropa.
─ Qué situación más incómoda... Con lo poco que me gusta a mí la arena y el calor. ¿No opinas lo mismo, Mr. Scarfguy? -Inquirió con una sonrisa maliciosa, observando entonces a su viejo amigo-. No esperaba que fuera a tener la oportunidad de patearte el culo tan pronto. Debe ser mi día de suerte -bromeó, descendiendo tranquilamente y aguardando la respuesta de Al.
- Resumen(?):
- Blablabla justificación absurda para apuntarse blablabla no me mola la arena blablabla ¿qué pasa caraculo?
-¿Y de verdad no has podido con esa chiquilla?- preguntó Jenny, sirviéndole un vaso de Dan Jackiels-. Esperaba más de ti.
-No es lo mismo un criminal que un compañero.
-Compañera.
No respondió. Prácticamente todo el mundo en la Marina sabía que era incapaz de golpear a una mujer, mucho menos de herirla. Él mismo sabía que era una tontería, pero simplemente no era capaz. Elya había demostrado ser más fuerte (en fuerza, puramente hablando) que él, y seguramente pudiese defenderse. Pero parecía tan delicada, como si fuese a romperse con esa tosca piedra atada a un palo enganchada a un extremo... Pocas veces había sido capaz de enfrentarse a una mujer, y sin duda por un torneo no iba a hacerlo.
-En fin, tengo que volver. ¿Me das mi bufanda?
-Vale, pero sólo la de abajo.
Y así fue como Al Naion se presentó a su combate completamente desnudo. La bufanda arco iris que había cubierto sus genitales ahora tapaba su boca, y aunque sentía ciertos escalofríos, no era peor que secarse la cara después de los huevos. Además, si no daba algo de espectáculo su público podría creer que Scarfguy no se tomaba las cosas en serio. Más tarde reprendería a Jennifer por enviarlo sólo ataviado con una bufanda a combatir, pero por el momento...
-¡Nude dance!- gritó nada más ver a Kusanagi. No habría jamás una reverencia mejor que levantar los sables en señal de saludo. Ambos. Ser de hielo a veces tenía sus ventajas-. ¿Cómo es que un inútil como tú ha llegado hasta aquí?
Todo su cuerpo comenzó a recubrirse de relucientes microcristales helados, que se fueron entrelazando hasta formar... ¿UN PUÑETERO VESTIDO? Era una larga túnica de color blanco azulado, con escote y una capa que se iba desdibujando de lo fina que era. Casi parecía, y de hecho era, de hielo. Incluso se habría maravillado de la calidad de los detalles de no ser PORQUE ERA UN PUÑETERO VESTIDO. "En fin, no pasa nada".
-¡Mira qué tetazas!- gritó, llenando el escote con dos grandes esferas de hielo que le dieron un aspecto sexy pero tirando a poco varonil. ¿Pero qué más daba? Iba a pasarlo bien.
-No es lo mismo un criminal que un compañero.
-Compañera.
No respondió. Prácticamente todo el mundo en la Marina sabía que era incapaz de golpear a una mujer, mucho menos de herirla. Él mismo sabía que era una tontería, pero simplemente no era capaz. Elya había demostrado ser más fuerte (en fuerza, puramente hablando) que él, y seguramente pudiese defenderse. Pero parecía tan delicada, como si fuese a romperse con esa tosca piedra atada a un palo enganchada a un extremo... Pocas veces había sido capaz de enfrentarse a una mujer, y sin duda por un torneo no iba a hacerlo.
-En fin, tengo que volver. ¿Me das mi bufanda?
-Vale, pero sólo la de abajo.
Y así fue como Al Naion se presentó a su combate completamente desnudo. La bufanda arco iris que había cubierto sus genitales ahora tapaba su boca, y aunque sentía ciertos escalofríos, no era peor que secarse la cara después de los huevos. Además, si no daba algo de espectáculo su público podría creer que Scarfguy no se tomaba las cosas en serio. Más tarde reprendería a Jennifer por enviarlo sólo ataviado con una bufanda a combatir, pero por el momento...
-¡Nude dance!- gritó nada más ver a Kusanagi. No habría jamás una reverencia mejor que levantar los sables en señal de saludo. Ambos. Ser de hielo a veces tenía sus ventajas-. ¿Cómo es que un inútil como tú ha llegado hasta aquí?
Todo su cuerpo comenzó a recubrirse de relucientes microcristales helados, que se fueron entrelazando hasta formar... ¿UN PUÑETERO VESTIDO? Era una larga túnica de color blanco azulado, con escote y una capa que se iba desdibujando de lo fina que era. Casi parecía, y de hecho era, de hielo. Incluso se habría maravillado de la calidad de los detalles de no ser PORQUE ERA UN PUÑETERO VESTIDO. "En fin, no pasa nada".
-¡Mira qué tetazas!- gritó, llenando el escote con dos grandes esferas de hielo que le dieron un aspecto sexy pero tirando a poco varonil. ¿Pero qué más daba? Iba a pasarlo bien.
Otra sacudida más leve causa que una polvareda se alce, llenando de arena vuestros ojos (u ojo) y el escote de Al, entre otras cosas.
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