-Área de 20 metros de radio.
- Zona de agua. Hay varias plataformas no muy grandes para apoyarse, rodeadas con agua que puede llegar hasta la cintura o hasta el cuello, según la altura.
-Empieza Eric.
- Zona de agua. Hay varias plataformas no muy grandes para apoyarse, rodeadas con agua que puede llegar hasta la cintura o hasta el cuello, según la altura.
-Empieza Eric.
Eric Zor-El
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Eric se fue directo a la cafetería del cuartel con enfado, pues no pudo combatir con ese marine llamado Itkovian. «¿Qué clase de gente sin honor había en la marina que no asistía a una batalla? Normal que los delincuentes camparan a sus anchas por el mundo, si eran unos cobardes» reflexionaba el salvaje, mientras tomaba un buen vaso de fresca y cristalina agua mineral con dos cubitos de hielo. No mucho después, alguien le llamó por megafonía.
-Señor Eric Zor-El. Su próximo combate será en la zona de agua en veinte minutos, en el campo número tres.
-Espero que esta vez acuda alguien –musitó, dejando el vaso de agua sobre la primera mesa que tenía a su derecha.
El camino a la zona acuático fue corto, apenas se encontró gente por el largo pasillo que llegaba a él. Nada más llegar, un marine de gran envergadura y rasgos toscos le pidió su identificación.
-Aquí tienes –le dijo, entregándose una especie de tarjeta que le dieron al llegar al complejo de la marina.
-Puede pasar, señor Zorrel.
-Zor-El, insecto –le reprochó, mirándole con aversión-. ¡Aprende a leer!
Inmediatamente después, tras arrebatar su acreditación de las manos del marine de un tirón, entró en la sala y no pudo creer lo que estaba viendo. Si alguien le hubiera escuchado, posiblemente se habría espantado de la burrada que soltó por su boca. No daba crédito a lo que tenía frente a sus narices. ¿Dónde estaba el campo de batalla? Pensaba, al ver como la sala aquella parecía más una piscina que un lugar donde combatir. Subió tres escalones y luego, tras recorrer un metro, bajó cinco peldaños más, notando como el agua le iba calando lentamente en su calzado y en el bajo de su pantalón. Tan mala fue la sensación que se deshizo de sus zapatos, tirándolos al agua. A su sorpresa, se percató de que uno descendió más que otro, algo que le indicó que el suelo estaba a diferentes alturas. Observó que sobre el agua había unas plataformas de piedra, las cuales tenían base sobre el suelo. Había una al lado de cada pared, a una distancia de unos treinta centímetros, y luego otras repartidas aleatoriamente pero a una distancia de un par de metros entre la siguiente como máximo. Sin más preámbulo, fue hacia la plataforma que estaba situada en la pared oeste de la sala, cuya agua a su alrededor le sobrepasaba la rodilla.
«Elegí bien» se dijo, sentándose a meditar sobre la plataforma a expensas de que esta vez sí tuviera un contrincante.
-Señor Eric Zor-El. Su próximo combate será en la zona de agua en veinte minutos, en el campo número tres.
-Espero que esta vez acuda alguien –musitó, dejando el vaso de agua sobre la primera mesa que tenía a su derecha.
El camino a la zona acuático fue corto, apenas se encontró gente por el largo pasillo que llegaba a él. Nada más llegar, un marine de gran envergadura y rasgos toscos le pidió su identificación.
-Aquí tienes –le dijo, entregándose una especie de tarjeta que le dieron al llegar al complejo de la marina.
-Puede pasar, señor Zorrel.
-Zor-El, insecto –le reprochó, mirándole con aversión-. ¡Aprende a leer!
Inmediatamente después, tras arrebatar su acreditación de las manos del marine de un tirón, entró en la sala y no pudo creer lo que estaba viendo. Si alguien le hubiera escuchado, posiblemente se habría espantado de la burrada que soltó por su boca. No daba crédito a lo que tenía frente a sus narices. ¿Dónde estaba el campo de batalla? Pensaba, al ver como la sala aquella parecía más una piscina que un lugar donde combatir. Subió tres escalones y luego, tras recorrer un metro, bajó cinco peldaños más, notando como el agua le iba calando lentamente en su calzado y en el bajo de su pantalón. Tan mala fue la sensación que se deshizo de sus zapatos, tirándolos al agua. A su sorpresa, se percató de que uno descendió más que otro, algo que le indicó que el suelo estaba a diferentes alturas. Observó que sobre el agua había unas plataformas de piedra, las cuales tenían base sobre el suelo. Había una al lado de cada pared, a una distancia de unos treinta centímetros, y luego otras repartidas aleatoriamente pero a una distancia de un par de metros entre la siguiente como máximo. Sin más preámbulo, fue hacia la plataforma que estaba situada en la pared oeste de la sala, cuya agua a su alrededor le sobrepasaba la rodilla.
«Elegí bien» se dijo, sentándose a meditar sobre la plataforma a expensas de que esta vez sí tuviera un contrincante.
- Datos bélicos:
- Tiers por clase: Resistencia: 2 | Fuerza: 2 | Velocidad: 1| Reflejos: 1 | Agilidad: 0
P.U pasivos: Resistencia, Fuerza, Velocidad, Reflejos y agilidad todo X3
Danio Rerio
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Mientras cojeaba en dirección a mi contrincante sonó la campana de fin de ronda, por lo que, tras despedirme formalmente de mi enemigo y desactivar los hakis, me di la vuelta y salí de la arena. En el pasillo me esperaban dos marines para acompañarme a la enfermería y preguntándome si necesitaba algo. No sabía si lo harían con todos o al ser compañero me trataban diferente, pero me gustaba eso de que poco a poco dejaran de lado ese odio absurdo a los míos. En la enfermería me trataron los cortes de las piernas y me dieron un ungüento para el hombro. Tampoco pudieron hacer mucho más ya que un recluta se presentó para comunicarme el inicio de la siguiente ronda en pocos minutos.
Solo sabía que debía de acudir a la arena número tres, le pedí al joven marine que informara que el sistema de aviso en la enfermería no funcionaba y que deberían mandar a alguien a solventarlo cuanto antes para evitar sorpresas en las siguientes peleas. Con todo el jaleo no me dio ni tiempo para mirar el marcador ni el nombre de mi siguiente rival. Mientras caminaba hacía el lugar solo podía pensar en que si me tocaba otro desierto destruiría el techo para eliminar parte del calor de la zona. Al llegar a la entrada, y tras saludar al teniente de la puerta, entré a la zona que tenía bastante cantidad de agua, y pude suspirar aliviado.
El área tenía plataformas de piedra bañadas por agua, según me adentraba en la zona pude ver y notar varias cosas. La primera era que oponente ya se encontraba allí, estaba esperando sentado sobre una de las plataformas, en algún tipo de pose meditativa que me recordó a algunas del tai chi. La segunda cosa era que el agua tenia diferentes alturas, cosa que aproveché para remojarme bien todo el cuerpo. Mientras lo hacía, había activado el mantra, llevándome una sorpresa. El chico era fuerte, pero no tanto como Bleyd o como yo. Pero si estaba allí, e ileso por lo que parecía, no debía ser malo peleando.
-Hola, soy el vicealmirante Danio Rerio, es un placer. Parece que tendremos que enfrentarnos, espero que sea un combate bonito y honorable, ya acabo de pasar por uno en el que se usaron trucos baratos y engaños.
Salté hasta la plataforma este, observando bien todo a mi alrededor y pensando cual sería la forma más llamativa de llevar ese combate. Sin duda todos esperarían verme usar el karate gyojin, pero si podía les sorprendería a todos usando el de aire o incluso solo con los puños y piernas.
Solo sabía que debía de acudir a la arena número tres, le pedí al joven marine que informara que el sistema de aviso en la enfermería no funcionaba y que deberían mandar a alguien a solventarlo cuanto antes para evitar sorpresas en las siguientes peleas. Con todo el jaleo no me dio ni tiempo para mirar el marcador ni el nombre de mi siguiente rival. Mientras caminaba hacía el lugar solo podía pensar en que si me tocaba otro desierto destruiría el techo para eliminar parte del calor de la zona. Al llegar a la entrada, y tras saludar al teniente de la puerta, entré a la zona que tenía bastante cantidad de agua, y pude suspirar aliviado.
El área tenía plataformas de piedra bañadas por agua, según me adentraba en la zona pude ver y notar varias cosas. La primera era que oponente ya se encontraba allí, estaba esperando sentado sobre una de las plataformas, en algún tipo de pose meditativa que me recordó a algunas del tai chi. La segunda cosa era que el agua tenia diferentes alturas, cosa que aproveché para remojarme bien todo el cuerpo. Mientras lo hacía, había activado el mantra, llevándome una sorpresa. El chico era fuerte, pero no tanto como Bleyd o como yo. Pero si estaba allí, e ileso por lo que parecía, no debía ser malo peleando.
-Hola, soy el vicealmirante Danio Rerio, es un placer. Parece que tendremos que enfrentarnos, espero que sea un combate bonito y honorable, ya acabo de pasar por uno en el que se usaron trucos baratos y engaños.
Salté hasta la plataforma este, observando bien todo a mi alrededor y pensando cual sería la forma más llamativa de llevar ese combate. Sin duda todos esperarían verme usar el karate gyojin, pero si podía les sorprendería a todos usando el de aire o incluso solo con los puños y piernas.
Eric Zor-El
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El tiempo transcurría lento mientras el salvaje meditaba e intentaba eliminar cualquier pensamiento negativo de su psique. Al shandiano le había instruido en el arte de la guerra desde que era un infante rapado que no era capaz de dar un puñetazo, pero la parte más importante siempre había sido la meditación y la concentración. Su viejo maestro, el chamán protector, le enseñó diversas formas de abstraerse de las sensaciones naturales del ser humano y buscar una calma absoluta, para que de esa forma pudiera aprovechar todo durante el combate. No sabía qué clase de oponente iba a tener frente a él, así que tenía que tener sus cinco sentidos activados. Sabía que el gobierno tenía en sus filas guerreros de todo tipo, incluso mujeres, algo que solo había visto en el mar azul. Sin embargo, cabía la posibilidad de que se enfrentara a un individuo ajeno al gobierno como él, todo era posible.
Fue entonces cuando una voz le hizo volver al mundo real, alejándolo de sus pensamientos más profundos. Abrió los ojos y frente a él se encontraba un hombre pez como los que había visto en la primera misión en el archipiélago. Por lo que había comprobado en el pasado los de su especie no eran muy fuertes, puede que fuera la razón por la que estaban combatiendo en un estanque artificial, o quizás porque querían echarle ya de allí. Todo era posible. El sujeto se presentó como un vicelamirante. Uno de los rangos más altos de la marina, ante lo que no pudo evitar esbozar una leve sonrisa de emoción.
-Yo soy Zor-El, guerrero y legítimo heredero del clan del lobo de la tribu baal’sha de skypiea. Un placer –dijo, mientras se levantaba y hacía un además a forma de saludo a su contrincante-. Yo también espero un combate honorable, pero para ello…
Casi al mismo tiempo que el árbitro les deba permiso para comenzar la batalla, Eric no dudó en concentrar todo el poder que le otorgaba su fruta del diablo en ambas manos y golpear con fuerza el muro que tenía tras él. Dio un golpe tras otro, intentando crear una abertura en la pared lo suficientemente grande como para que el agua que le rodeaba se saliera por ese lugar, además de hacer temblar un poco el lugar. Lo consiguiera o no, como dictaban las reglas de su tribu, le cedería el placer a su oponente de atacar primero, colocándose en posición defensiva adoptando el estilo del lobo –con las manos en forma de garras-, con el poder de su fruta aún fluctuando en ellas. Asimismo, activaría su mantra para intentar prever mejor los ataques de su oponente.
-Adelante, Danio. Tú casa, tú empiezas.
Fue entonces cuando una voz le hizo volver al mundo real, alejándolo de sus pensamientos más profundos. Abrió los ojos y frente a él se encontraba un hombre pez como los que había visto en la primera misión en el archipiélago. Por lo que había comprobado en el pasado los de su especie no eran muy fuertes, puede que fuera la razón por la que estaban combatiendo en un estanque artificial, o quizás porque querían echarle ya de allí. Todo era posible. El sujeto se presentó como un vicelamirante. Uno de los rangos más altos de la marina, ante lo que no pudo evitar esbozar una leve sonrisa de emoción.
-Yo soy Zor-El, guerrero y legítimo heredero del clan del lobo de la tribu baal’sha de skypiea. Un placer –dijo, mientras se levantaba y hacía un además a forma de saludo a su contrincante-. Yo también espero un combate honorable, pero para ello…
Casi al mismo tiempo que el árbitro les deba permiso para comenzar la batalla, Eric no dudó en concentrar todo el poder que le otorgaba su fruta del diablo en ambas manos y golpear con fuerza el muro que tenía tras él. Dio un golpe tras otro, intentando crear una abertura en la pared lo suficientemente grande como para que el agua que le rodeaba se saliera por ese lugar, además de hacer temblar un poco el lugar. Lo consiguiera o no, como dictaban las reglas de su tribu, le cedería el placer a su oponente de atacar primero, colocándose en posición defensiva adoptando el estilo del lobo –con las manos en forma de garras-, con el poder de su fruta aún fluctuando en ellas. Asimismo, activaría su mantra para intentar prever mejor los ataques de su oponente.
-Adelante, Danio. Tú casa, tú empiezas.
- Resumencillo:
- Blablabla + presentarme + golpetacos a la pared de atrás con mucha fuerza (tier 2 x3 en fuerza + cada golpe de grado 3 en la escala Ritcher) + ceder el primer ataque a Danio.
La sala tiembla y lo mismo hace el resto del edificio, La pared se agrieta, bastante, y cachos de hormigón caen en el agua embravecida que tira a Eric de la plataforma. La luz del lugar se ha vuelto roja. Parece que además de hacer temblar el lugar y hacer un boquete no ha logrado mucho más… hasta que unos huecos se abren en el suelo, aspirando el agua casi por completo tras marearos un poco entre corriente y corriente. Los huecos se vuelven a tapar al poco y las plataformas siguen ahí.
Off rol: Eric ha trastocado un poco los sistemas que hacían surgir los distintos campos, así que estos van a alterarse de vez en cuando a partir de ahora. Divertíos.
Off rol: Eric ha trastocado un poco los sistemas que hacían surgir los distintos campos, así que estos van a alterarse de vez en cuando a partir de ahora. Divertíos.
Danio Rerio
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Mi contrincante parece alguien honorable, por lo que aumenta determinación a no usar el agua durante la misma. Aunque el heredero del clan del lobo hace algo que no se si entraría dentro de la definición de honorable. Haciendo uso de una fuerza increíble golpea la pared que estaba tras el varias veces con bastante fuerza. Sin duda hay algo raro en él, esa fuerza no es normal, además que parece transmitirse por todo el edificio. Con los temblores el agua comienza a agitarse y algunos fragmentos de hormigón se desprenden del techo. Todo lo que veo me hace recordar a un terremoto.
Me cuesta mantenerme sobre la plataforma sin perder el equilibrio, pero por lo que veo mi rival no tiene tanta suerte y si que acaba en el agua. Si tengo razón y es un usuario puede que eso sea fatal para él. Mientras las luces de la sala pasan a rojo, y las aguas se embravecen más aún, intentó llegar hasta mi contrincante luchando contra las aguas alteradas. De encontrármelo sumergido le ayudaría a salir de debajo del agua sin ningún tipo de hostilidad. Estábamos en combate, pero sacar ventaja de una situación así no sería propio de mí. Si no estaba sumergido le haría gestos de calma, era mejor esperar a que todo se calmara antes de comenzar la lucha de verdad.
De cualquiera de los modos, a los pocos segundos el agua empezó a ser succionada, suponía que por varios agujeros, o no se habían formado las corrientes que lo hicieron. Aún no disponía de mi haki armadura, por lo que me llevé varios golpes, ninguno grave, mientras el agua bajaba de nivel. Cuando la sala quedó prácticamente sin agua la abertura que estaba cerca de mí se volvió a cerrar. Me levanté despacio, volviendo a subir a una de las plataformas.
-Creo que toda esta locura ha pasado ya, así que podemos empezar.
En cuanto viera a mi rival colocado bien comenzaría mi ataque. Le lanzaría una onda de choque helada para ver que tal se defendía y evaluar sus movimientos. Ya sabía que sus golpes podían ser terribles, pero no sabía que tal andaba de reflejos y resistencia. Por mi parte me quedaba nada para recuperar el haki armadura, pero si no era necesario no tenía pensado usarlo.
Me cuesta mantenerme sobre la plataforma sin perder el equilibrio, pero por lo que veo mi rival no tiene tanta suerte y si que acaba en el agua. Si tengo razón y es un usuario puede que eso sea fatal para él. Mientras las luces de la sala pasan a rojo, y las aguas se embravecen más aún, intentó llegar hasta mi contrincante luchando contra las aguas alteradas. De encontrármelo sumergido le ayudaría a salir de debajo del agua sin ningún tipo de hostilidad. Estábamos en combate, pero sacar ventaja de una situación así no sería propio de mí. Si no estaba sumergido le haría gestos de calma, era mejor esperar a que todo se calmara antes de comenzar la lucha de verdad.
De cualquiera de los modos, a los pocos segundos el agua empezó a ser succionada, suponía que por varios agujeros, o no se habían formado las corrientes que lo hicieron. Aún no disponía de mi haki armadura, por lo que me llevé varios golpes, ninguno grave, mientras el agua bajaba de nivel. Cuando la sala quedó prácticamente sin agua la abertura que estaba cerca de mí se volvió a cerrar. Me levanté despacio, volviendo a subir a una de las plataformas.
-Creo que toda esta locura ha pasado ya, así que podemos empezar.
En cuanto viera a mi rival colocado bien comenzaría mi ataque. Le lanzaría una onda de choque helada para ver que tal se defendía y evaluar sus movimientos. Ya sabía que sus golpes podían ser terribles, pero no sabía que tal andaba de reflejos y resistencia. Por mi parte me quedaba nada para recuperar el haki armadura, pero si no era necesario no tenía pensado usarlo.
- Datos:
- Reflejos 8, resistencia 7, velocidad 7, fuerza 7, agilidad 2
Onda de choque helada: Es una onda de choque normal (20 m/s, 30 metros de máximo y que deja marca en acero) con la diferencia de que gracias a los ámbitos de Danio se propaga por el agua y se encuentra a 0º.
Eric Zor-El
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«Debí pensarlo mejor» se dijo a sí mismo, mientras intentaba mantener el equilibrio sobre la plataforma de piedra. El shandiano apenas solía improvisar, es más, podría decirse que era de esas personas que le gustaba tenerlo todo controlado, o casi. Sin embargo, en ese preciso instante en el que se vio rodeado de agua, decidió guiarse por su instinto e intentar romper el muro. Y debido a eso, todo tembló con fiereza. La pared que golpeó se agrietó hasta llegar al techo, el cual empezó a ceder y caer sobre las cabezas de los combatientes. Algunos trozos eran minúsculos, mientras que otros eran algo más grandes –un buen bloque de hormigón de un metro de grosor y casi tan grande como el propio gyiojin a quien se iba a enfrentar Eric-, que cayó a poco menos de cincuenta centímetros del salvaje, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al agua.
En aquel momento creyó que era el fin, que se quedaría inconsciente antes de ser rescatado por el árbitro que estaría observando el combate desde alguna estancia contigua. Notaba como sus fuerzas decrecían, como aquello que le daba el poder de un dios le hacía tan vulnerable como una hormiga frente al pie de un gigante. Y entonces, alguien le elevó hacia la superficie. Dio una bocanada de aire y tosió con fuerza, expulsando la poca agua que había tragado. Su salvador había sido Danio, el hombre-pez que al mismo tiempo era su contrincante.
-¿Locura? ¿Qué ha pasado? –preguntó Eric, observando como el terreno de juego había cambiado. Apenas había agua y eso le gustaba. La gran piscina que había cuando entró en la sala había desaparecido, solo quedaban pequeñas aguas estancadas y varios bloques irregulares de hormigón repartidos por el campo de batalla.
Un par de minutos después, nuevamente, ya calmado. Se puso en guardia para esperar el ataque de su oponente.
-Cuando quieras –dijo, flexionando las piernas un poco y alzando sus brazos cubriéndose el rostro.
Su oponente no tardó en atacar, golpeando al aire. ¿Por qué coño hacía eso? Se preguntó, pero daba igual pues un hombre precavido siempre valía por dos. Así que, sin dudarlo, saltó hacia un lado, donde se encontraba el gran bloque de hormigón que le había desequilibrado y hecho caer al agua. Por el salto estaba agachado, con la rodilla hincada en el suelo. Y en pocos segundos, el hormigón heló y rompió, golpeándole un trozo de piedra en el hombro, causándole dolor.
Tras un leve quejido, Eric se puso en pie y corrió de frente hacia Danio. Daba zancadas largas y seguras, apenas apoyando sus pies en el suelo para evitar un resbalón desafortunado. Y cuando estuvo a casi dos metros de él –centímetro arriba, centímetro abajo-, hizo un rápido barrido deslizándose por el agua para aumentar su velocidad e intentar hacerle caer al suelo. En el caso de lograrlo, concentraría el poder de su akuma no mi en la pierna y le daría una poderosa patada. ¿Dónde? Eso daba igual, lo importante era herirlo. No obstante, el caso contrario, si el pez esquivara el ataque, intentaría agarrarle una de sus piernas con las manos y deslizarlo con él, tirándolo al suelo. Para después golpearle la pierna con fuerza.
En aquel momento creyó que era el fin, que se quedaría inconsciente antes de ser rescatado por el árbitro que estaría observando el combate desde alguna estancia contigua. Notaba como sus fuerzas decrecían, como aquello que le daba el poder de un dios le hacía tan vulnerable como una hormiga frente al pie de un gigante. Y entonces, alguien le elevó hacia la superficie. Dio una bocanada de aire y tosió con fuerza, expulsando la poca agua que había tragado. Su salvador había sido Danio, el hombre-pez que al mismo tiempo era su contrincante.
-¿Locura? ¿Qué ha pasado? –preguntó Eric, observando como el terreno de juego había cambiado. Apenas había agua y eso le gustaba. La gran piscina que había cuando entró en la sala había desaparecido, solo quedaban pequeñas aguas estancadas y varios bloques irregulares de hormigón repartidos por el campo de batalla.
Un par de minutos después, nuevamente, ya calmado. Se puso en guardia para esperar el ataque de su oponente.
-Cuando quieras –dijo, flexionando las piernas un poco y alzando sus brazos cubriéndose el rostro.
Su oponente no tardó en atacar, golpeando al aire. ¿Por qué coño hacía eso? Se preguntó, pero daba igual pues un hombre precavido siempre valía por dos. Así que, sin dudarlo, saltó hacia un lado, donde se encontraba el gran bloque de hormigón que le había desequilibrado y hecho caer al agua. Por el salto estaba agachado, con la rodilla hincada en el suelo. Y en pocos segundos, el hormigón heló y rompió, golpeándole un trozo de piedra en el hombro, causándole dolor.
Tras un leve quejido, Eric se puso en pie y corrió de frente hacia Danio. Daba zancadas largas y seguras, apenas apoyando sus pies en el suelo para evitar un resbalón desafortunado. Y cuando estuvo a casi dos metros de él –centímetro arriba, centímetro abajo-, hizo un rápido barrido deslizándose por el agua para aumentar su velocidad e intentar hacerle caer al suelo. En el caso de lograrlo, concentraría el poder de su akuma no mi en la pierna y le daría una poderosa patada. ¿Dónde? Eso daba igual, lo importante era herirlo. No obstante, el caso contrario, si el pez esquivara el ataque, intentaría agarrarle una de sus piernas con las manos y deslizarlo con él, tirándolo al suelo. Para después golpearle la pierna con fuerza.
Danio Rerio
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El chico pareció adelantarse a mi onda de choque y se escondió tras unos de los trozos del techo. El pedazo de hormigón no aguantó demasiado, pero había conseguido evitar que mi enemigo se llevara la mayor parte del golpe. Tras recuperarse corrió hacia mí a una velocidad pasmosa, hecho que me sorprendió, ya que no esperaba que un humano pudiera correr así por encima de una superficie aún mojada. Los había correr y resbalarse en lugares con mucho mejor agarre y más secos. Tenía a mi alrededor muchas opciones para evitarlo, y aún más para contrarrestarlo, pero ninguna que no le hiciera un daño excesivo.
El mantra me avisó de sus intenciones, por lo que puede esquivar sin problemas su barrido a toda velocidad, lo que no me esperaba es que luego me agarrara la pierna con las manos. El golpe contra el duro cemento tubo que sonar muy feo, pero no era más que una contusión en el hombro. El golpe en la pierna que llegó a continuación si que lo noté bastante más. Tras unos cuidados rápidos usando la técnica del manual de curación, me doblé tirando de abdominales, lanzando un puñetazo con casi toda mi fuerza en dirección a Eric. El golpe iba acompañado de una ráfaga de aire a ochenta kilómetros por hora. La intención era sencilla, hacer que me soltara y esperar que el viento lo sorprendiera arrastrándolo por la superficie resbaladiza del campo de combate.
El ataque también era una prueba para ver como se comportaba el terreno. Sabiendo como le afectarían mis golpes, de esquivarlo el joven, y ver cuanto de deslizante podía llegar a ser la zona sin agua. Ya le estaba dando vueltas a una estrategia singular, aunque para ello tuviera que recurrir al agua y al hielo, además de a las corrientes de aire. También necesitaría saber como se comportaban las corrientes de aire dentro de aquellos agujeros ahora vacíos de líquido.
El mantra me avisó de sus intenciones, por lo que puede esquivar sin problemas su barrido a toda velocidad, lo que no me esperaba es que luego me agarrara la pierna con las manos. El golpe contra el duro cemento tubo que sonar muy feo, pero no era más que una contusión en el hombro. El golpe en la pierna que llegó a continuación si que lo noté bastante más. Tras unos cuidados rápidos usando la técnica del manual de curación, me doblé tirando de abdominales, lanzando un puñetazo con casi toda mi fuerza en dirección a Eric. El golpe iba acompañado de una ráfaga de aire a ochenta kilómetros por hora. La intención era sencilla, hacer que me soltara y esperar que el viento lo sorprendiera arrastrándolo por la superficie resbaladiza del campo de combate.
El ataque también era una prueba para ver como se comportaba el terreno. Sabiendo como le afectarían mis golpes, de esquivarlo el joven, y ver cuanto de deslizante podía llegar a ser la zona sin agua. Ya le estaba dando vueltas a una estrategia singular, aunque para ello tuviera que recurrir al agua y al hielo, además de a las corrientes de aire. También necesitaría saber como se comportaban las corrientes de aire dentro de aquellos agujeros ahora vacíos de líquido.
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Eric se encontraba tranquilo, es más, estaba convencido de que podía ganar ese combate contra aquel marine. Era consciente en todo momento que sería una contienda harta complicada, y que tendría que usar todo su ingenio para ganar, pero eso le gustaba. Él nunca había sido un guerrero pendenciero que disfrutara con la lucha, pero había ocasiones que sí los disfrutaba. La segunda parte de su anterior ofensiva había salido casi a la perfección. Se encontraba en el suelo, aferrado con fuerza a la pierna del Marine, podía notar como sus afiladas uñas hendían la carne con fuerza. No quería soltarla, era suya y no iba a dejar que se escapara. Aquel pez era su cena, pues el pescado debía comerse. Se le pasó por la cabeza un centenar de ideas, pero ninguna le gustaba. Cuando pensó que hacer, concentró el poder que le otorgaba su fruta en sus manos y apretó la pierna aún con más ganas, intentando hacerle una herida de gravedad en la pierna –rotura muscular grave, rotura ósea…-. Y de pronto, sintió peligro. No era la primera vez que su mantra le advertía de algo, pero lo tenía cerca y había poco tiempo. Así que, ante ello, endureció todo lo que pudo su tren superior, comenzando por la cabeza. Su cabeza fue cambiando de color, su blanquecino cabello con ligeras mechas de color gris se tornó de negro, un negro intenso que se extendió por su rostro, llegando hasta los hombros. No podía recubrir más, es ahí donde llegaba su dominio de aquel ancestral poder. Su cara estaba dura, pero no porque fuera un sinvergüenza, sino porque la había reforzado. Y entonces, una onda le dio de lleno enviándolo hacia atrás de espaldas.
Notó como sus uñas se deslizaban por la carne del gyojin antes de salir despedido. Fortuitamente, gracias a una de los trozos de hormigón que cayeron del techo, no recorrió más de cinco o seis metros. Le dolía la espalda, había sido un golpe casi directo. Estaba aturdido, su cabeza le daba vueltas. Pero sabía que era un ser resistente, quizás más de lo que aparentara. Respiró hondo y miró a los ojos a Danio, mostrando una sonrisa mientras desactivaba su haki.
-¿A ti no te llamarán el ondas, verdad? –bromeó Eric, canalizando el poder de los terremotos en su pierna derecha y dio un fuerte pisotón. Tras eso, aprovechando la posible poca estabilidad que tendría su oponente, flexionaría sus brazos y los echaría hacia atrás hasta tener los puños a la altura de su costado. Y rápidamente, los enviaría hacia adelante golpeando a la nada, pero creando dos ondas de choque que irían hacia su contrincante. Su intención era, no solo darle, sino impedirle que las esquivaras. Irían en línea recta, sí, pero estaría separadas una de la otra poco menos de un metro, y con su avance se separarían un poco. Dichas ondas irían a una velocidad de 20 m/s -72 km/h, si lo prefieres así-.
Tras eso, le diera o no. Se pondría en posición defensiva y esperaría otro ataque de su oponente, si es posible de cerca.
Notó como sus uñas se deslizaban por la carne del gyojin antes de salir despedido. Fortuitamente, gracias a una de los trozos de hormigón que cayeron del techo, no recorrió más de cinco o seis metros. Le dolía la espalda, había sido un golpe casi directo. Estaba aturdido, su cabeza le daba vueltas. Pero sabía que era un ser resistente, quizás más de lo que aparentara. Respiró hondo y miró a los ojos a Danio, mostrando una sonrisa mientras desactivaba su haki.
-¿A ti no te llamarán el ondas, verdad? –bromeó Eric, canalizando el poder de los terremotos en su pierna derecha y dio un fuerte pisotón. Tras eso, aprovechando la posible poca estabilidad que tendría su oponente, flexionaría sus brazos y los echaría hacia atrás hasta tener los puños a la altura de su costado. Y rápidamente, los enviaría hacia adelante golpeando a la nada, pero creando dos ondas de choque que irían hacia su contrincante. Su intención era, no solo darle, sino impedirle que las esquivaras. Irían en línea recta, sí, pero estaría separadas una de la otra poco menos de un metro, y con su avance se separarían un poco. Dichas ondas irían a una velocidad de 20 m/s -72 km/h, si lo prefieres así-.
Tras eso, le diera o no. Se pondría en posición defensiva y esperaría otro ataque de su oponente, si es posible de cerca.
- Resumencillo:
- Aprovechar el momento entre su curación y el ataque de Danio para darle un terremoto a su pierna y engancharme más a ella. Luego usaría el mantra +haki de armadura para la defensa. Y luego, como ofensiva, terremoto para hacer temblar la sala y doble onda de choque.
Mi resistencia es tier 2, x3 (pasiva de resistencia)
Mi maestría ondas de choque.
Danio Rerio
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Había subestimado las manos de mi oponente, más concretamente las uñas de ese chico del clan del lobo. Mi golpe había salido bien, solo que ahora mi pierna tenía varias heridas profundas provocadas por tan tonta distracción, error que no volvería a cometer. Aunque debía mantenerme centrado en la pelea, para ellos reuní parte del agua cercana y la apliqué a la pierna. Las heridas cicatrizaron rápidamente, pero el coste era alto, no podría volver a usar el agua para sanarme hasta dentro de bastante rato. La habilidad aprendida en la isla de los elementos me era muy útil, pero había descubierto en mis viajes que cuanto peor era la herida que me sanaba o sanaba, mayor era el tiempo que debía dejar pasar para poder volver a usarla.
Eric volvía a la carga, esta vez usando lo que parecía una honda como las que le había lanzado yo. Con apenas tiempo para reaccionar hice lo más sensato, dejarme resbalar por el aún mojado suelo, aprovechando una pequeña inclinación. A pesar de ello, la onda llegó a golpearme, aunque ya amortiguada. Un par más de contusiones para el conteo, al final tendría que usar el haki armadura contra el chico, y todo por subestimarlo. Tenía varias opciones aún para atacar sin agua, pero ya eran menos. Tendría que ir a buscarlo cuerpo a cuerpo para evitar usarlo.
Salí de detrás del bloque de cemento, corriendo a toda mi velocidad a por el muchacho. Cuando estuviera lo suficientemente cerca le lanzaría un codazo al pecho con el brazo derecho, seguido de un gancho desde abajo hacía la cabeza con el brazo izquierdo y trataría de finalizar con rodillazo. Era un combo demoledor, ejecutado tratando de controlar la fuerza usada para tratar de no matar a mi oponente, aunque el muchacho parecía tener bastante resistencia.
Eric volvía a la carga, esta vez usando lo que parecía una honda como las que le había lanzado yo. Con apenas tiempo para reaccionar hice lo más sensato, dejarme resbalar por el aún mojado suelo, aprovechando una pequeña inclinación. A pesar de ello, la onda llegó a golpearme, aunque ya amortiguada. Un par más de contusiones para el conteo, al final tendría que usar el haki armadura contra el chico, y todo por subestimarlo. Tenía varias opciones aún para atacar sin agua, pero ya eran menos. Tendría que ir a buscarlo cuerpo a cuerpo para evitar usarlo.
Salí de detrás del bloque de cemento, corriendo a toda mi velocidad a por el muchacho. Cuando estuviera lo suficientemente cerca le lanzaría un codazo al pecho con el brazo derecho, seguido de un gancho desde abajo hacía la cabeza con el brazo izquierdo y trataría de finalizar con rodillazo. Era un combo demoledor, ejecutado tratando de controlar la fuerza usada para tratar de no matar a mi oponente, aunque el muchacho parecía tener bastante resistencia.
Eric Zor-El
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Su combate estaba siendo entretenido, no obstante aún le quedaba mucho para ganar aquella contienda. En hombre procedente de los cielos contra un ser venido de los océanos. Contrarios por antonomasia. Uno era capaz de manipular los mares en su beneficio, mientras que el otro, en mayor o menor medida, podría decirse que usaba la tierra para propagar sus poderes. Un enfrentamiento digno de ser contado en el futuro. Eric continuaba sonriendo, mientras que Danio parecía estar dolorido. Su pierna sangraba, pero no era el único malherido. El salvaje tenía multitud de magulladuras en su cuerpo. Había recibido un ataque directo pese a su haki, además de chocar contra un muro de hormigón por consecuencia de lo primero. Era resistente, pero no invulnerable.
Su pie derecho continuaba teniendo el poder de los terremotos en él, en forma de una especie de aura etérea e imperceptible. Lo posó con cuidado sobre el suelo, intentando no crear un terremoto. Entretanto, como alma que llevaba el diablo, el gyojin comenzó a correr hacia su posición. Su velocidad era rauda, eso sin duda. El resbaladizo suelo le ayudaba a tener más y más rapidez, pero eso podía ser una desventaja para su oponente, pues contra todo pronóstico, pese a parecer repetitivo, el cuerpo del shandiano comenzó a emanar un aura negruzca, casi al mismo tiempo que su rostro se volvía más asalvajado. Sus dientes, sobre todo sus colmillos, parecían más largos y afilados, mientras sus uñas crecieron hasta parecer garras. Y antes de que su oponente llegara hacia él, golpeó el suelo con su pierna creando un fuerte terremoto, intentando desestabilizarlo mientras se aproximaba él. El suelo temblaba, quizás demasiado, y él únicamente flexionó sus piernas y se encorvó un poco para mantener el equilibrio. Inmediatamente después, se impulsaría con su pierna diestra creando otro terremoto, y placaría a Danio. Sin embargo, aquello no le impidió a su oponente propinarle un codazo en el pecho que le hizo escupir sobre su contrincante. «Maldito insecto» pensó, cubriendo su boca de haki e intentado darle un fuerte bocado mientras aprovechaba el placaje para abrazarlo. En caso de conseguirlo, intentaría aprovechar el abrazo para hacer temblar todo el cuerpo de su oponente para así acabar con él. Si era capaz de hacer ceder un edificio, también podría quebrar a su contrincante.
Su pie derecho continuaba teniendo el poder de los terremotos en él, en forma de una especie de aura etérea e imperceptible. Lo posó con cuidado sobre el suelo, intentando no crear un terremoto. Entretanto, como alma que llevaba el diablo, el gyojin comenzó a correr hacia su posición. Su velocidad era rauda, eso sin duda. El resbaladizo suelo le ayudaba a tener más y más rapidez, pero eso podía ser una desventaja para su oponente, pues contra todo pronóstico, pese a parecer repetitivo, el cuerpo del shandiano comenzó a emanar un aura negruzca, casi al mismo tiempo que su rostro se volvía más asalvajado. Sus dientes, sobre todo sus colmillos, parecían más largos y afilados, mientras sus uñas crecieron hasta parecer garras. Y antes de que su oponente llegara hacia él, golpeó el suelo con su pierna creando un fuerte terremoto, intentando desestabilizarlo mientras se aproximaba él. El suelo temblaba, quizás demasiado, y él únicamente flexionó sus piernas y se encorvó un poco para mantener el equilibrio. Inmediatamente después, se impulsaría con su pierna diestra creando otro terremoto, y placaría a Danio. Sin embargo, aquello no le impidió a su oponente propinarle un codazo en el pecho que le hizo escupir sobre su contrincante. «Maldito insecto» pensó, cubriendo su boca de haki e intentado darle un fuerte bocado mientras aprovechaba el placaje para abrazarlo. En caso de conseguirlo, intentaría aprovechar el abrazo para hacer temblar todo el cuerpo de su oponente para así acabar con él. Si era capaz de hacer ceder un edificio, también podría quebrar a su contrincante.
- Datos bélicos:
Escénicamente la apariencia de Eric se vuelve más salvaje, sus dientes parecen más afilados, sus uñas crecen y le envuelve una extraña aura negruzca. Y lo que hace éste ámbito es otorgarle un incremento de su fuerza en x2.5. [Dura 2 turnos seguidos]
Stats de Eric:
Fuerza: X7.5
Resistencia, Agilidad, Velocidad y reflejos: X3
Todo tiembla... Pero parece que nada va a caeros encima ni que el suelo se vaya a agrietar bajo vuestros pies. Todo gracias al chico del cemento, que hizo un buen trabajo. Y con chico cemento me refiero a un recluta con paramecia de cemento. Quizás le presenten al final de la prueba para que le deis las gracias.
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