Empieza Dretch. Sus heridas ya están prácticamente recuperadas gracias al tratamiento de la marina.
Dretch
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Los médicos y enfermeros de la Marina no ganaban para disgustos con el agente. A cada ronda que pasaba cada vez tenían que dedicarle más y más cuidados, esta vez no se habían limitado a una simples aspirinas y antinflamatorios. Lo cierto era que había pasado más tiempo en las instalaciones médicas que en las propias arenas del torneo, de hecho, ya incluso le llamaban por su nombre de pila con total confianza. Desconocía los métodos que habían empleado para sanarlo tras su enfrentamiento contra Kenmei, pero lo cierto era que se encontraba perfectamente. Algo agotado físicamente, sí, pero aun contaba con una última oportunidad de dar una buena imagen y sin embargo no estaba para nada preocupado por ello.
Había perdido la perspectiva, perdido su orgullo, perdido su salud, perdido… Tal y como le habían enseñado, quien no ganaba era un perdedor, emociones como la culpa, la frustración, el vacío y el desconsuelo se habían pasado por su mente a lo largo del torneo. Pero llegados a este punto, solo tenía una palabra en la mente: aprendizaje. Había estado sometido a tanta intensidad de emociones y competición, lucha por conseguir la victoria, que se había olvidado de disfrutar.
Perder era ganar, y siempre ganaría. Experiencia, vivencias, hasta heridas… esas cicatrices de haber aprendido ¿Cómo saber que el fuego quema si no se había quemado? No había ninguna decisión que hubiera tomado de forma inconsciente aquel día. Se sentía vivo y no tenía mejor forma de experimentar aquella sensación que por medio de sus errores.
Mientras se encaminaba hacia la nueva arena, esta vez situada al aire libre, se tomó la libertad de observar al resto de participantes. En mayor o menor medida todos parecían agotados, aquel maratón de combates no era algo a lo que uno pudiese acostumbrarse de un día para otro. Él mismo debía tener un aspecto lamentable. Con el pelo chafado hacia abajo, cubierto de vendas desde los pies hasta el cuello, con su bufanda morada a medio quemar, sin su gabardina de la suerte y con unas botas tan cubiertas de polvo que casi podían andar solas… Desde luego había tenido mejores días. Había poca belleza y ninguna elegancia en su aspecto.
- Si abandonáis el área de combate, quedareis descalificados ¿Entendido? – le comunicó uno de los marines responsables de la organización.
Dretch asintió levemente con la cabeza. Por fortuna no tendría que esperar a su rival, ya que este se encontraba deambulando alrededor de la superficie de cemento.
Se desabrochó los puños de la camisa, dejó que sus dos largas agujas cayeran al suelo y las apartó cuidadosamente con su pie hasta dejarlas fuera del área de combate. Seguidamente, comenzó a doblar las mangas de su camisa hasta que estas quedaron arremangadas hasta los codos. De alguna extraña manera que no sabría explicar respetaba a aquel salvaje y no tenía ninguna intención de usar trucos o engaños con él.
- Muy bien Zor-El, llegó la hora de la verdad – dijo llamando su atención – No esperaba que fueras tú el que pusiera el broche final a este torneo, pero supongo que no me puedo quejar… Tarde o temprano esto tendría que pasar, no se me ha olvidado lo que le hiciste a mi uniforme bueno – le recordó en un marcado tono de reproche.
Había perdido la perspectiva, perdido su orgullo, perdido su salud, perdido… Tal y como le habían enseñado, quien no ganaba era un perdedor, emociones como la culpa, la frustración, el vacío y el desconsuelo se habían pasado por su mente a lo largo del torneo. Pero llegados a este punto, solo tenía una palabra en la mente: aprendizaje. Había estado sometido a tanta intensidad de emociones y competición, lucha por conseguir la victoria, que se había olvidado de disfrutar.
Perder era ganar, y siempre ganaría. Experiencia, vivencias, hasta heridas… esas cicatrices de haber aprendido ¿Cómo saber que el fuego quema si no se había quemado? No había ninguna decisión que hubiera tomado de forma inconsciente aquel día. Se sentía vivo y no tenía mejor forma de experimentar aquella sensación que por medio de sus errores.
Mientras se encaminaba hacia la nueva arena, esta vez situada al aire libre, se tomó la libertad de observar al resto de participantes. En mayor o menor medida todos parecían agotados, aquel maratón de combates no era algo a lo que uno pudiese acostumbrarse de un día para otro. Él mismo debía tener un aspecto lamentable. Con el pelo chafado hacia abajo, cubierto de vendas desde los pies hasta el cuello, con su bufanda morada a medio quemar, sin su gabardina de la suerte y con unas botas tan cubiertas de polvo que casi podían andar solas… Desde luego había tenido mejores días. Había poca belleza y ninguna elegancia en su aspecto.
- Si abandonáis el área de combate, quedareis descalificados ¿Entendido? – le comunicó uno de los marines responsables de la organización.
Dretch asintió levemente con la cabeza. Por fortuna no tendría que esperar a su rival, ya que este se encontraba deambulando alrededor de la superficie de cemento.
Se desabrochó los puños de la camisa, dejó que sus dos largas agujas cayeran al suelo y las apartó cuidadosamente con su pie hasta dejarlas fuera del área de combate. Seguidamente, comenzó a doblar las mangas de su camisa hasta que estas quedaron arremangadas hasta los codos. De alguna extraña manera que no sabría explicar respetaba a aquel salvaje y no tenía ninguna intención de usar trucos o engaños con él.
- Muy bien Zor-El, llegó la hora de la verdad – dijo llamando su atención – No esperaba que fueras tú el que pusiera el broche final a este torneo, pero supongo que no me puedo quejar… Tarde o temprano esto tendría que pasar, no se me ha olvidado lo que le hiciste a mi uniforme bueno – le recordó en un marcado tono de reproche.
Eric Zor-El
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Una extraña alarma sonó de pronto y terminó el combate. ¿En serio ya había pasado el tiempo estimado? Había sido rápido, demasiado fugaz para alguien como el salvaje, que no dudó en acercarse a su oponente y tenderle la mano en señal de conformidad, aceptando a Danio como digno. Tras ello, fue a la enfermería a tratarse. Era increíble como en aquel lugar te curaban de forma tan rápida y eficaz, ¿qué clase de magia negra era aquella? En fin, tras eso llegó la hora del siguiente combate. Su ropa estaba derruida y ya no tenía zapatos. Deambulaba descalzo por las instalaciones de la marina, como si estuviera paseando por el suelo de su cabaña, o bien por las amplias praderas que rodeaban al bosque que protegía su tribu. No tardó mucho en llegar a las afueras, a un escenario donde iba a combatir. Esta vez era al aire exterior. Muchos marines le miraban con odio y animadversión, otros con miedo, y algunos participantes se acordaron de su madre de forma poco elegante y muy brusca.
Saludó al árbitro, que era el mismo grandullón que estaba en la puerta que daba a la piscina que vació antes de enfrentarse al gyojin, y se sentó a meditar mientras esperaba. Al poco tiempo llegó su contrincante, al abrir los ojos no pudo creer quien era, se trataba de Dretch, su único amigo en el lugar.
-Esto va a estar interesante –comentó, sonriendo-. No te quejes, ojazos, y dame el mejor golpe que tengas.
Eric se puso en posición defensiva, adoptando la formación del armadillo.
Saludó al árbitro, que era el mismo grandullón que estaba en la puerta que daba a la piscina que vació antes de enfrentarse al gyojin, y se sentó a meditar mientras esperaba. Al poco tiempo llegó su contrincante, al abrir los ojos no pudo creer quien era, se trataba de Dretch, su único amigo en el lugar.
-Esto va a estar interesante –comentó, sonriendo-. No te quejes, ojazos, y dame el mejor golpe que tengas.
Eric se puso en posición defensiva, adoptando la formación del armadillo.
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El agente arrugó ligeramente sus cejas ¿Qué haría si Eric se mantenía en su terreno? No tenía otra opción que llevar la iniciativa del combate.
Dretch sabía perfectamente cómo debía enfrentarse a Zor-El. Debía ser temerario, tenía que encontrar dentro de sí mismo esa parte que era tan salvaje como la bestia que tenía enfrente. Sabía que el shandian era usuario de una akuma poderosa y esa precisamente era su ventaja. Él sabía demasiadas cosas de Zor-El, sin embargo, Dretch nunca le había mostrado las maravillas de su Hikaeshitsu. Siempre se había mostrado reservado y había evitado dar a conocer sus habilidades hasta que había sido forzado a combatir en el torneo. Quien sabe, quizás le tuviera por un simple funcionario estirado y con uniforme.
- Es mi turno de hacer temblar a la gente, aunque me temo que solo será de emoción – dijo guiñando su ojo sano como si todo el mundo pudiera mirarle de cerca – No sé si te habrás enfrentado a algún usuario de Rokushiki, pero puedo asegurarte que no será un enfrentamiento fácil.
“Soru” – musitó en un susurro imperceptible.
Se movió con la precisión de un cirujano y la gracia de un bailarín a la vez. Ante los ojos de todo el mundo, los pies del agente comenzaron a moverse a toda velocidad y a difuminarse junto al resto de su cuerpo hasta convertirse en un borrón gris. Como si le estuviesen robando fotogramas a cualquier ojo humano, daba la impresión de que el funcionario se movía a una velocidad endiablada, para dirigirse hacia su rival lo más rápido posible.
Sin embargo, no era tan estúpido como para realizar un ataque frontal tan previsible.
Se frenó instintivamente ante Zor-El para evitar un posible contraataque: el agente saltó admirablemente encima suyo con su rodilla derecha contraída y preparada para golpear la sien izquierda de Eric sin demasiados miramientos. Pero aquello formaba parte de una finta para acercarse a su rival y acabar con la temible ventaja de su akuma no mi. Restando un breve instante en esa posición como si estuviera flotando por los aires, se giró abruptamente a toda velocidad. Con suerte se encontraría en una posición ideal para asestar un talonazo en su mandíbula.
- ¡Vuela libre pajarito! ¡Geppou! – gritó, usando su primer rodillazo para tomar un punto de apoyo en el aire y mientras tanto, con su otra pierna, trataría de lanzar a Eric por los aires.
Dretch sabía perfectamente cómo debía enfrentarse a Zor-El. Debía ser temerario, tenía que encontrar dentro de sí mismo esa parte que era tan salvaje como la bestia que tenía enfrente. Sabía que el shandian era usuario de una akuma poderosa y esa precisamente era su ventaja. Él sabía demasiadas cosas de Zor-El, sin embargo, Dretch nunca le había mostrado las maravillas de su Hikaeshitsu. Siempre se había mostrado reservado y había evitado dar a conocer sus habilidades hasta que había sido forzado a combatir en el torneo. Quien sabe, quizás le tuviera por un simple funcionario estirado y con uniforme.
- Es mi turno de hacer temblar a la gente, aunque me temo que solo será de emoción – dijo guiñando su ojo sano como si todo el mundo pudiera mirarle de cerca – No sé si te habrás enfrentado a algún usuario de Rokushiki, pero puedo asegurarte que no será un enfrentamiento fácil.
“Soru” – musitó en un susurro imperceptible.
Se movió con la precisión de un cirujano y la gracia de un bailarín a la vez. Ante los ojos de todo el mundo, los pies del agente comenzaron a moverse a toda velocidad y a difuminarse junto al resto de su cuerpo hasta convertirse en un borrón gris. Como si le estuviesen robando fotogramas a cualquier ojo humano, daba la impresión de que el funcionario se movía a una velocidad endiablada, para dirigirse hacia su rival lo más rápido posible.
Sin embargo, no era tan estúpido como para realizar un ataque frontal tan previsible.
Se frenó instintivamente ante Zor-El para evitar un posible contraataque: el agente saltó admirablemente encima suyo con su rodilla derecha contraída y preparada para golpear la sien izquierda de Eric sin demasiados miramientos. Pero aquello formaba parte de una finta para acercarse a su rival y acabar con la temible ventaja de su akuma no mi. Restando un breve instante en esa posición como si estuviera flotando por los aires, se giró abruptamente a toda velocidad. Con suerte se encontraría en una posición ideal para asestar un talonazo en su mandíbula.
- ¡Vuela libre pajarito! ¡Geppou! – gritó, usando su primer rodillazo para tomar un punto de apoyo en el aire y mientras tanto, con su otra pierna, trataría de lanzar a Eric por los aires.
- Resumen:
- Dretch emplea su soru para echarse encima de Eric con un aparente rodillazo, pero esto resulta ser una finta. Empleando su geppou se impulsa sobre su pierna derecha para, atacando con su izquierda, lanzarle por los aires con su otra pierna y evitar así sus posibles terremotos.
- Cosicas usadas:
Soru: El Soru es una técnica que permite a los usuarios moverse a velocidades extremadamente altas con el fin de evitar los ataques, así como para atacar a mayor velocidad y con mayor poder. La velocidad es de 25 m/s.
Geppou: Permite a los usuarios saltar en el propio aire, lo que les permite permanecer flotando durante mucho más tiempo de lo habitual. Los miembros del CP pueden utilizar esta técnica para recorrer grandes distancias sin tener que tocar el suelo, o lanzarse para hacer ataques rápidos y aéreos.
Eric Zor-El
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El joven agente de ojos como platos había desaparecido. Los alaridos del poco público que había rodeando la plataforma de cemento se escuchaban cada vez más altos. La mayoría apoyaba a Dretch, algo que no extrañaba al salvaje, pues había hecho añicos la estructura de la gran torre de la que estaban tan orgullosos en aquel lugar. Entre tanto, con un silbido que pareció romper el aire, su gubernamental amigo apareció frente a él, a menos de un metro y medio, alzando su rodilla con la intención de golpearlo. Instintivamente, se cubrió usando sus antebrazos, intentando bloquear el golpe. Sin embargo, para su sorpresa, aquello había sido una fútil distracción para dar un salto apoyándose en la nada y golpear a Eric en el rostro. Ante eso, rápidamente giró sus brazos hacia adelante y recibió el golpe.
El shandiano era un sujeto resistente, no cabía duda, pero también era veloz. Después de asimilar el golpe, aprovechando que su oponente seguía suspendido en el aire de alguna manera, Eric hizo el amago de atrapar a su oponente, pero en realidad intentaría propinarle una onda de choque –a 20 m/s- directamente. Tras eso, recularía hacia atrás no más de un metro y activaría el poder de su akuma, dejándolo activo en sus puños.
El shandiano era un sujeto resistente, no cabía duda, pero también era veloz. Después de asimilar el golpe, aprovechando que su oponente seguía suspendido en el aire de alguna manera, Eric hizo el amago de atrapar a su oponente, pero en realidad intentaría propinarle una onda de choque –a 20 m/s- directamente. Tras eso, recularía hacia atrás no más de un metro y activaría el poder de su akuma, dejándolo activo en sus puños.
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Su patada impactó de lleno en la cabeza de Zor-El. Sin embargo, no había ni tan siquiera un rasguño en el rostro del salvaje. Eric saltó entonces rápidamente hacia él, aprovechando que se había quedado algo expuesto tras su ataque. Por su forma de moverse, dedujo que se trataba de algún tipo de agarre para tratar de inmovilizarlo y forzarlo de nuevo a poner los pies en sobre la superficie de cemento.
Hubo un sonido extraño cuando las manos de Eric se dirigieron hacia el agente.
Su corazón se ralentizó, sintió el eco de los gritos de la gente retumbar en sus oídos, como si tambores tribales estuvieran marcando el ritmo de bombeo de su sangre. No es que pareciera que todo sucediera más despacio, es que prácticamente se detuvo durante unas décimas de segundo. De repente la agonía de su estómago se canalizó hacia sus manos en uno de esos lentos y rítmicos latidos de su corazón. Y desapareció. Ya no tenía nauseas. Ni miedo. Ni nada. La tensión se descargó como cuando tocas la puerta de un coche con las yemas de los dedos y te da un calambre de electricidad estática; pero más radical. Ante su atónita mirada, observó como una especie de onda de precisión brotaba de una de las manos del shandian en medio de un ruido atronador y como esta se dirigía hacia él.
Aprovechando aquel momento de calma artificial, dio un par de gráciles saltos para elevarse un par de metros más sobre Eric y tratar así de esquivar lo que fuera que tuviera en mente. Dretch recordaba el poder de sus terremotos, pero no tenía ni la menor idea de que era aquella extraña técnica y tampoco le apetecía probar en sus carnes sus efectos si podía evitarlo.
Por fortuna supo reaccionar a tiempo, pero durante unos instantes sintió como el propio aire se sacudía violentamente como si hubiera un terremoto. La onda de choque se desintegró tras unos segundos. Su contorno difuso se disolvió en un sutil estallido de vacío. Escuchó uno de esos molestos “glups”, como si el aire reclamara de repente el espacio que le pertenecía.
Había esquivado el impacto directo, sin embargo, todo su cuerpo palpitaba. Continuó saltando para mantenerse en el aire, pero no tan grácilmente como al inicio del enfrentamiento. Fue obviamente debido a aquella extraña técnica ¿Cómo podía un simple puñetazo convertirse en un ataque a distancia?
Al mismo tiempo, percibió como los puños de Eric se envolvían con el poder de su gura gura. Si aquella onda de choque había sido una advertencia, no sería golpeado dos veces por aquellas ondas. Acto seguido, el agente se retiró hacia uno de los extremos del área de combate. Si prestaba mucha atención a las acciones de los ataques a largo alcance, entonces podría retirarse para evitarlos.
“Sus patrones de ataque parecían simples”- se dijo a sí mismo, mientras trataba de recordar como Eric había acabado con varios gyojin en Sabaody tan solo empleando la fuerza bruta. Necesitaba concentrarse y no ser descuidado. – “Ser golpeado por uno solo de sus ataques ahora puede arruinarlo todo”
Aun continuaba flotando al menos unos veinte centímetros sobre el suelo, mientras daba aquellos graciosos saltitos para mantener sus pies alejados de la superficie de cemento. Se cuadró de hombros, con los brazos abiertos, mirada desafiante y sonrisa audaz. Ya que no había tenido tiempo de mostrarle el poder de su Hikaeshitsu a Kenmei y que aquella pelea parecía menos alocada que la anterior, ahora al menos podría exhibirse de forma adecuada.
Extendió las palmas de sus manos hacia sus respectivos flancos y se quedó meditabundo durante unos instantes como si estuviese tratando de medir algo. Calculó a ojo hasta donde se limitaba su área de acción desde su nueva posición: longitud de sus puñetazos, patadas, codazos, rodillazos… Incluso incluyendo pequeños pasos cortos. Para finalmente trazar mentalmente una esfera imaginaria, de la que evidentemente tan solo él era consciente. Todo lo que penetrará en aquella área era susceptible de ser atacado por al menos uno de sus movimientos del Hikaeshitsu.
- ¡Es tu turno! – gritó confiado desde su extremo del ring – ¡A ver si consigues hacer callar a esos escandalosos con tu próximo ataque!
Era su momento de quedar expuesto.
Hubo un sonido extraño cuando las manos de Eric se dirigieron hacia el agente.
Su corazón se ralentizó, sintió el eco de los gritos de la gente retumbar en sus oídos, como si tambores tribales estuvieran marcando el ritmo de bombeo de su sangre. No es que pareciera que todo sucediera más despacio, es que prácticamente se detuvo durante unas décimas de segundo. De repente la agonía de su estómago se canalizó hacia sus manos en uno de esos lentos y rítmicos latidos de su corazón. Y desapareció. Ya no tenía nauseas. Ni miedo. Ni nada. La tensión se descargó como cuando tocas la puerta de un coche con las yemas de los dedos y te da un calambre de electricidad estática; pero más radical. Ante su atónita mirada, observó como una especie de onda de precisión brotaba de una de las manos del shandian en medio de un ruido atronador y como esta se dirigía hacia él.
Aprovechando aquel momento de calma artificial, dio un par de gráciles saltos para elevarse un par de metros más sobre Eric y tratar así de esquivar lo que fuera que tuviera en mente. Dretch recordaba el poder de sus terremotos, pero no tenía ni la menor idea de que era aquella extraña técnica y tampoco le apetecía probar en sus carnes sus efectos si podía evitarlo.
Por fortuna supo reaccionar a tiempo, pero durante unos instantes sintió como el propio aire se sacudía violentamente como si hubiera un terremoto. La onda de choque se desintegró tras unos segundos. Su contorno difuso se disolvió en un sutil estallido de vacío. Escuchó uno de esos molestos “glups”, como si el aire reclamara de repente el espacio que le pertenecía.
Había esquivado el impacto directo, sin embargo, todo su cuerpo palpitaba. Continuó saltando para mantenerse en el aire, pero no tan grácilmente como al inicio del enfrentamiento. Fue obviamente debido a aquella extraña técnica ¿Cómo podía un simple puñetazo convertirse en un ataque a distancia?
Al mismo tiempo, percibió como los puños de Eric se envolvían con el poder de su gura gura. Si aquella onda de choque había sido una advertencia, no sería golpeado dos veces por aquellas ondas. Acto seguido, el agente se retiró hacia uno de los extremos del área de combate. Si prestaba mucha atención a las acciones de los ataques a largo alcance, entonces podría retirarse para evitarlos.
“Sus patrones de ataque parecían simples”- se dijo a sí mismo, mientras trataba de recordar como Eric había acabado con varios gyojin en Sabaody tan solo empleando la fuerza bruta. Necesitaba concentrarse y no ser descuidado. – “Ser golpeado por uno solo de sus ataques ahora puede arruinarlo todo”
Aun continuaba flotando al menos unos veinte centímetros sobre el suelo, mientras daba aquellos graciosos saltitos para mantener sus pies alejados de la superficie de cemento. Se cuadró de hombros, con los brazos abiertos, mirada desafiante y sonrisa audaz. Ya que no había tenido tiempo de mostrarle el poder de su Hikaeshitsu a Kenmei y que aquella pelea parecía menos alocada que la anterior, ahora al menos podría exhibirse de forma adecuada.
Extendió las palmas de sus manos hacia sus respectivos flancos y se quedó meditabundo durante unos instantes como si estuviese tratando de medir algo. Calculó a ojo hasta donde se limitaba su área de acción desde su nueva posición: longitud de sus puñetazos, patadas, codazos, rodillazos… Incluso incluyendo pequeños pasos cortos. Para finalmente trazar mentalmente una esfera imaginaria, de la que evidentemente tan solo él era consciente. Todo lo que penetrará en aquella área era susceptible de ser atacado por al menos uno de sus movimientos del Hikaeshitsu.
- ¡Es tu turno! – gritó confiado desde su extremo del ring – ¡A ver si consigues hacer callar a esos escandalosos con tu próximo ataque!
Era su momento de quedar expuesto.
- resumen:
Usando su haki de observador, Dretch evita recibir de lleno la onda de choque empleando su geppou. Aunque, al desconocer la naturaleza de ese tipo de movimientos, resulta parcialmente herido por la misma. Finalmente, al reconocer los poderes de la gura gura en las manos de Eric, decide mantener las distancias con el salvaje retirándose hacia uno de los márgenes de la arena y hacer uso de una curiosa posición defensiva.
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