Hayden Ashworth
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Akuma no mi
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Llegas a Hauoli en un barco de la revolución. La misión que te han dado es increiblemente simple, a menos a primera vista. Debes patrullar y vigilar que no haya civiles sufriendo bajo la bota de un gobierno tiránico. Ni siquiera te han dicho si sospechan del gobernador de Hauoli, solo que vigiles a ver si pasa algo. Es más, te han dejado solo. Casi parece que querían librarse de ti más que nada. ¿No te cabrea? Bueno, no te queda otra que hacer tu trabajo. Al llegar te das cuenta de cual es la peculiaridad de esta isla. Esta dividida a la mitad por un río. La parte del este, en la que has desembarcado, es una extensa ciudad calurosa, llena de gente llevando turbantes y túnicas, viviendo sus vidas. No parecen vivir mal, aunque según te han dicho al norte de la ciudad hay un barrio marginal. El lado oeste de la isla, en cambio, es un extenso desierto. Lo único que ves desde tu lado del río es como la arena se extiende hasta el horizonte, ondulándose por el calor. ¿O eso es un espejismo?
Estabas tan distraído pensando en el desierto que alguien choca contigo. Lo miras y es todo lo contrario al tipo de persona que has visto hasta ahora. Es increiblemente delgado, palido y de aspecto enfermizo. Viste con harapos que casi parecen hechos a prisa con un saco de patatas sucio. El hombre te mira con los ojos inyectados en sangre, nervioso.
─T… ¿Tienes maega?
Antes de que puedas contestarle una mujer aparece en escena, dando escobazos al extraño hasta que se marcha, tambaleándose.
─Disculpe, señor. Amm… ¡Bienvenido a Hauoli!
Estabas tan distraído pensando en el desierto que alguien choca contigo. Lo miras y es todo lo contrario al tipo de persona que has visto hasta ahora. Es increiblemente delgado, palido y de aspecto enfermizo. Viste con harapos que casi parecen hechos a prisa con un saco de patatas sucio. El hombre te mira con los ojos inyectados en sangre, nervioso.
─T… ¿Tienes maega?
Antes de que puedas contestarle una mujer aparece en escena, dando escobazos al extraño hasta que se marcha, tambaleándose.
─Disculpe, señor. Amm… ¡Bienvenido a Hauoli!
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