Un encargo raro [Raviel-Maximilion]

Rara, era la palabra que buscaba para la isla y sus, digámoslo, sus peculiares "habitantes". Había oído hablar de este lugar, pero no creí que tuviera que pisarlo tan pronto. De hecho, estaba aquí por cuestiones laborales.

-"Necesito muestras de ADN de una tortuga con alas"- dijo mi jefe. Después de esto, me dirigieron a un barco de la marina y zarpé rumbo a este lugar. ¿Para que necesitaban una tortuga con alas? Tampoco es que me importara. Sin embargo, estar un tiempo lejos de las órdenes de ese patán no me caería mal.

Vagué por un rato por todo el lugar, hasta llegar a un pequeño asentamiento. Aún con mi equipaje en la espalda, entré a lo que parecía ser un restaurante. Por lo pronto, tomaría la primera comida del día y buscaría ayuda de alguien de aquí. Después de todo, no es como si me gustara mucho el trabajo físico, por no mencionar los peligros que conllevaba una búsqueda en solitario.

Parecía que alguien había abierto un restaurante en aquella inhóspita isla, y no solo eso, sino que se había establecido una colonia, vaya cosas tiene la vida. La última vez que supe de esta isla había sido en los cuentos de piratas que mi padre me leía de pequeño. Parecía ser que el negocio estaba servido, y era mi obligación ir a esa isla a ver que estaba pasando. Me preguntaba constantemente que era tan importante en aquella isla como para establecer negocios.

Había llegado en un pequeño barco mercante de una compañía comercial que navegaba por todo el East Blue y que tenía que reponer provisiones en la isla. Mi objetivo fue claro y conciso, ir al restaurante.

No tardé mucho en llegar al asentamiento, fue un camino bastante tranquilo sino fuera por los miles de ojos que me estaban viendo a través de los árboles del bosque, pero yo simplemente, arqueé la ceja mirando para aquellas criaturas escondidas en la maleza, y estas se largaron. Poco después llegué al restaurante , crucé el umbral no sin antes toparme con una extraña criatura ¿un carnero?, no me paré mucho la verdad y pasé por su lado hasta entrar. Pedí mesa y el plato típico, langosta con setas. El camarero, un hombre bien vestid con ropa de trabajo negra en sus piernas y camisa blanca me preguntó si iba a beber vino.

-Por supuesto-Dije con tono amable mientras dejaba la carta sobre la mesa. A los pocos segundos saqué varios berries que coloqué sobre la mesa.

-Por favor camarero haga que la banda toque algo típico de la isla de Dressrosa ¿Sería posible?, me gusta comer animado, ah y diga que esta ronda la pago yo a todos sus comensales, me llamo Pegasus por cierto.-Dije mientras miraba al camarero amablemente.

Este asintió y cogió las monedas y se acercó a la banda del restaurante, situada en la palestra, murmuró algo a los oídos del que sostenía la guitarra y comenzó a tocar, no sin antes decir: -A petición del caballero con smoquin rojo y pelo plateado, Don Pegasus tocaremos una canción típica de su tierra, y además el señor Pegasus nos ha transmitido que pagará las próximas rondas.

Los comensales aplaudieron y otros se alegraron bastante de que un extranjero les invitara a comer. El objetivo era claro. Asi que por un rato, me dejé llevar por la bella música de mi tierra mientras disfrutaba del vino que me habían traído.



Tras acabar la pieza, solo puede dejar de beber y decir - Bravo.

.

Apenas estaba entrando al restaurante cuando un extraño sujeto apareció. A simple vista, su vestimenta elegante contrastaba bastante con el resto de la gente. Tomé una mesa, ya que no me gustaba compartir la barra con gente desconocida, y comencé a leer el menú.
-¿Por donde debería comenzar?- me preguntaba, pensando, considerando que debería ser alguien fuerte.
Por lo pronto, la música comenzó a tocar. No lograba reconocer de qué país era, pero me parecía conocida, y aún más entretenida. Más aún cuando me enteré de que, este misterioso caballero, invitaba las rondas.
-No me equivoco, este hombre debe ser rico... cuando menos poderoso- volví a pensar. Tras beber una cuba con muy poco ron, me acerqué disimuladamente a ese hombre.
-Vaya, realmente usted resalta entre esta multitud- le dije- su elegancia. Me presento. Soy el científico Raviel Mengele, enviado del gobierno. Me interesaría hacer negocios con usted, verá, hace poco eh recibido una misión que requiere de destreza e inteligencia, y me veo obligado a requerir de ayuda. No se preocupe por la paga, ya que el gobierno se encargará de que sea bastante remunerable... ¿le interesa?

Mi sonrisa, como siempre, trataba de ser un poco misteriosa, a la vez que ligeramente maliciosa. No pretendía espantar a nadie, simplemente trataba de transmitir auto confianza y seriedad. De alguien que, al menos en apariencia, vestía de esa manera, con esos gustos y ese nivel social, se podría obtener algún beneficio.

-¿Puedo contar con su ayuda este día?- finalicé, estirando mi mano para saludar.

Vaya, había conocido a una verdadera personalidad dentro de esta isla. O, incluso, dentro de esta región o mar. Sin embargo, más que el hecho de ponerme en alerta la reacción de los empleados del lugar, cosa que debía tomar en cuenta, era que había accedido a negociar.
-Vaya, el mundo es negociar y veo que has accedido ¿Declarar que has cooperado con la marina y que, además, te recomiende con mis superiores. Interesante, pero es un precio justo- le dije, manteniendo mi sonrisa- Hay trato, después de todo, las relaciones son, a veces, mejores que el mismo dinero.
Sorbí un poco de mi cuba ligera y observé el entorno. La gente seguía asustada, los guardias parecían estar dispuestos a atacar y los comensales se mostraron disgustados.
-Primero, me disculpo por no dejarle tomar sus alimentos con la calma que merece. Segundo, la misión del gobierno es algo, por así decirlo, delicada. Se trata de un espécimen de tortuga con alas- le dije, sin embargo, tenía que adornar la cosa para que no pareciera simplemente una cacería vulgar- esta "tortuga" es de hecho un experimento liberado hace años. En su ADN guarda algunos secretos y otras cosas, por lo que debo obtener una muestra. Regreso a mi lugar para que usted termine y podamos comenzar la cacería. Después de todo, a la gente de clase alta nos gusta la temporada de caza.
Tras decir esto, regresé de nuevo a mi lugar. Procuraría no voltear mucho a ver a la gente para no provocarlos más. Mandé a pedir un pan de dulce y esperaría a mi nuevo compañero, mientras revisaba el mapa de la isla que había comprado en el barco.

Ya había terminado mi pan y dejado el dinero sobre la mesa, cuando vi que mi nuevo compañero se aproximaba hacia mí, amenazante. Sus amenazas previas, que si bien no debían ser tomadas como un juego, tampoco provocaban en mí sensación alguna de terror. Había aprendido que era cuestión de saber lidiar con la parte más violenta del ser humano.
Para mi sorpresa, me cuestionó sobre la tortuga alada. Al parecer, mi "historia" había picado en él cierto interés o curiosidad ¿A que se dedicaba este hombre? Tenía que seguir contando mi historia para que no perdiera el interés.

-¿Sabes cuanta información se puede almacenar en el ADN? Millones de "Teras" de información. Este "animalito" es, por así decirlo, un dispositivo de almacenamiento portátil. O al menos eso es lo que creemos. Saben que "alguien" guardó información en él y lo liberó, quizás esperando que otra persona lo recogiera. La marina, el CP y, por supuesto, sus científicos, necesitamos saber si es cierto que guarda información y qué puede ser aquello que guarde ¿Coordenadas, códigos de lanzamiento, alguna arma experimental o la receta de un pastel de chocolate? Sólo lo sabremos cuando lo mande de regreso al laboratorio- le dije, tornándome lo más serio que pude- ¿que mejor lugar para esconder tal animal en una isla donde todos los animales sean raros? Tiene sentido.

Dicho esto, tomé el mapa de la isla y señalé un lago grande no muy lejos de esta pequeña villa donde nos encontrábamos.

-No se necesita saber mucho sobre tortugas. Necesitamos un estanque para empezar a buscar y así hasta que aparezca la dichosa tortuga.

Pero tampoco perdía de vista el interés que aquel sujeto provocaba en mí ¿Quién era, a que se dedicaba y porqué estaba ahí?

-Por cierto, si voy a hacer una dedicatoria a mis superiores, recomendándolo, me van a hacer preguntas por lo que quisiera que me contara algo sobre usted. Lo básico, si su familia es de renombre, quizás algún negocio que pretenda establecer entre las cabezas del gobierno o algo en particular. Lo que sea que quiera que les hable de usted cuando me cuestionen...

-Oh vaya, interesante- dije complacido, con una sonrisa en la boca-No se preocupe, la dedicatoria hablará muy bien de usted.

Caminé junto a Maximilion, también con las manos metidas en los bolsillos de mi bata. "Negocios", pensé, sería interesante averiguar que hay detrás de eso en un futuro, quizás pueda serme de utilidad lo que haya detrás de un "restaurante". Como mente estratega, siempre creía que había algo más allá de lo que uno decía. Quizás no era del todo correcto suponer, pero, hasta ahora, me había funcionado.

Poco a poco, aquel lago que antes se veía lejano, comenzó a revelar su enorme masa de agua, hasta que pudimos ver completamente bien su totalidad. Peces con alas revoloteaban por sobre la superficie, mientras que gatos con aletas intentaban capturarles. Anteriormente, desde hacía un rato, había sentido que éramos observados, pero había supuesto que se trataba de los muchos animales que aquí vagaban, sin embargo, ahora sentía esa sensación más intensa. Volteé para todos lados. No había nadie, aparentemente, pero logré encontrar una pequeña barca en la orilla del lago. Quizás podríamos ir en ella en busca de la tortuga.

-Podríamos usar esa barca para buscar la tortuga- le dije- pero hay un problema. Como usuario de akuma no mi, si caigo al agua, estoy perdido.

No era algo que me agradara compartir, pero al menos mi acompañante debía estar al tanto. Desconocía hasta ese momento si él también era usuario o no. Mientras se decidía si se subiría o no, eché otro vistazo a los alrededores. Sentía como si alguien nos siguiera. Quizás, cerca del restaurante, alguien escuchó mi historia o, quizás, si era uno de esos animales raros acechándonos.

Le miré con un poco de sorpresa. Al parecer, este hombre ya tenía cierta experiencia sobre las akuma, por lo que no era de extrañarse que no le sorprendiera lo que le dije ¿sus nakamas tendrían una? ¿él tendría una? Como fuera, necesitaba ya atrapar al animalito para enviarlo al laboratorio.

Avanzamos a la orilla del lago cuando me preguntó sobre el alimento de la tortuga. No tenía mucha información, pero lo que sí sabía era que las tortugas tenían predilección por peces pequeños y brillantes. Una mala experiencia de niño, con un acuario que tuve.

-Podríamos atraerla con pequeños peces de colores vistosos. Las tortugas aman esas cosas- le dije- pero ¿donde conseguiremos eso en este lugar? Otra cosa, cuando esa tortuga salga y nos vea, seguro querrá volar, por lo que habrá que coger algunas piedras.

Dicho esto, me acerqué a la orilla para ver qué podría usar para atraer a la tortuga y atraparla. No dejaría de pensar en los negocios que mi compañero pudiera traer entre manos, así como la importancia que tenía, al menos en apariencia, en los mares.

-¿Alguna idea?- cuestioné, finalmente.

Esperé detrás de Maximilion como me lo pidió. Le gustaba llevar la delantera, pero eso me ayudaba a verlo en acción. No sólo se me hacía alguien misterioso, sino que me hacía pensar que ocultaba algo más detrás de esa apariencia refinada. Como sea, todos guardamos nuestros secretos.

Fue cuando se acercó al río y comenzó a hacer algo extraño. No estaba seguro de lo que hizo (ver spoiler), por lo que me decidí a observar. Fue cuando atrapó la tortuga que comencé a sospechar. Debía tener un arte muy extraña ¿un hipnotista? Quizás. También podía tratarse de un domador, sin embargo, antes había preguntado por la comida favorita del bicho ¿alguna akuma? Eso explicaría el porqué no usó tampoco la barca. Me alegraba no haber usado la barca. Como fuera, quizás en un futuro lo aclararía.

Pronto, sacó el bicho del agua y me lo mostró. Allí, entre sus manos y pataleando, una tortuga con alas. Aún con mi equipaje en la espalda, saqué una especie de caja de plástico transparente con agujeros en la tapa. Rápido metí la tortuga y tapé la cajita. Estaba hecho ¿Para que querrían el animal en el laboratorio? Quien sabe, quizás tuviera un valor genético o teórico, pero al menos ahora había cumplido.

-Muchas gracias señor Maximilion, tenga por seguro que hablaré bien con mis superiores. Supongo que ya ah hecho su parte y no pretendo arruinarle más su tarde, ya lo eh sacado de su desayuno- sin embargo, aún tenía dudas sobre la naturaleza de este hombre. Sus habilidades, el poder de su familia y de sus negocios-¿sabe? Me encantaría alguna vez verle para hacer negocios, en un ambiente más tranquilo.

Sonreí lo más sincero que pude, extendiéndole la mano.

Atentamente escuché lo que Maximilios tenía que decirme. Aún había cosas que debía conocer, otras que debía comprobar y, sobre todo, aquello que ya sabía de él y lo que me interesaba.

Era casi seguro que éramos similares: dos individuos buscando obtener lo que quieren ¿un ciudadano ejemplar? Yo diría algo así. Sin embargo, eso no importaba, sino el hecho de los negocios que había detrás.
Acaricié mi barba y me senté en el césped.

-Todos tenemos "negocios entre manos" y ni usted ni yo somos muy diferentes- dije con un tono confiado- me ah llamado la atención. Usted, sus negocios y sus "habilidades". Por supuesto, sería un placer acordar una reunión con uno de mis superiores. Puede que esto sea el inicio de algo beneficioso para ambos ¿no lo cree así?

Dicho esto, me levanté del césped y metí mis manos en los bolsillos para comenzar a caminar.

-Le agradezco su ayuda- y tras decir esto, mi sonrisa se volvió un poco maliciosa- y créame que espero que esa reunión se dé muy pronto...

Con la tortuga en la mochila, hice un gesto cortés de despedida, claro, tras escuchar lo que mi compañero tuviera que decir, para luego regresar al restaurante. Había sido un viaje ajetreado, un curioso recorrido, era hora de almorzar y creo haber visto cabrito asado en el menú...