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La tensión en las calles de Water Seven va en aumento. Las elecciones para elegir el nuevo alcalde es en tres días, y mucha gente se está organizando a tu alrededor, no solo los noventa y cinco soldados y tus tridente consejero, sino que el sector más pudiente de la población te ve como el futuro alcalde, una persona que mirara por los intereses del pueblo y no por ganar fama y poder en el mundo político. Sin embargo, se oyen rumores de que el actual alcalde se está rodeando con la burguesía de la ciudad, aquellos con gran poder adquisitivo y que mueve las masas con su dinero, además de aquellos que tienen influencia en los bajos fondos, y uno de tus soldados va a darte una noticia que no te reconforta para nada.
-Dakuhebi, señor –te dice un joven de apenas veinte años. Alto y fornido, de gestos toscos, pero de sonrisa y mirada inocente-. He escuchado que los Peroccini están apoyando al alcalde Evans, y eso no es bueno.
-¿Estás seguro de eso, Kevin? –intervino Bennet, elevando sus gafas con el dedo índice de su mano derecha.
El joven asintió con presura.
-Entiendo… -Bennet parecía preocupado, quizás fuera porque los Peroccini era una familia mafiosa muy influyente en la ciudad desde hacía casi dos años, la cual se había ido adueñando de tres astilleros de la costa este de la isla-. ¿Qué crees que debemos hacer, Dakuhebi?
-Dakuhebi, señor –te dice un joven de apenas veinte años. Alto y fornido, de gestos toscos, pero de sonrisa y mirada inocente-. He escuchado que los Peroccini están apoyando al alcalde Evans, y eso no es bueno.
-¿Estás seguro de eso, Kevin? –intervino Bennet, elevando sus gafas con el dedo índice de su mano derecha.
El joven asintió con presura.
-Entiendo… -Bennet parecía preocupado, quizás fuera porque los Peroccini era una familia mafiosa muy influyente en la ciudad desde hacía casi dos años, la cual se había ido adueñando de tres astilleros de la costa este de la isla-. ¿Qué crees que debemos hacer, Dakuhebi?
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Faltaban ya pocos días para las elecciones en la ciudad. Esto no sería normalmente un dato de interés para mí pero, tras los últimos acontecimientos, había decidido aprovechar el hecho de que la gran mayoría de habitantes de Water Seven me consideraba su salvador para presentar mi candidatura. Me avalaba, además de haber salvado la ciudad de aquellos piratas, haber hecho de sus antaño peligrosas calles, sobre todo en ciertos barrios, un lugar inmensamente más seguro. El comercio ilegal de armas y de drogas se había reducido en los últimos meses a la mínima expresión, a los escasísimos envíos que mis hombres no lograban interceptar. El control del puerto había supuesto un punto de inflexión para ello.
Además, eso nos permitía ser el único intermediario por el que toda transacción fuera de la ley realizada en la ciudad debía pasar, con el consiguiente pago de un porcentaje de su valor. Las ganancias de Hebi no Kiba gracias a este papel de control comercial habían crecido mucho en los últimos meses y, ahora mismo, nadie dudaba de que Dakuhebi no Kirtash era el rey de los bajos fondos de Water Seven. Pero con ello no me bastaba, y sabía que tenía una gran oportunidad para convertirme también en su alcalde.
No obstante, el vertiginoso crecimiento de mi organización desde que me había hecho cargo de ella no había sido plato de buen gusto para todo el mundo. Mientras la población general alababa nuestra labor, expresando su gratitud por la gran disminución de los índices de criminalidad, ciertas personas de los sectores más pudientes de la ciudad no estaban ni mucho menos contentas. Muchas familias importantes con negocios de dudosa legalidad se habían visto obligados a tratar con Miles y sus negociadores, llegando a acuerdos que reportaban a Hebi no Kiba sustanciosos beneficios, pero reducían sus ganancias con respecto a tiempos pasados en los que nadie controlaba el mercado negro. Otras, incluso, habían perdido gran parte de sus activos monetarios, pues estos dependían en un alto porcentaje de la venta de armas y drogas, que ahora se encontraban en niveles mínimos históricos gracias a mis esfuerzos y los de mis hombres.
En este último grupo de familias destacaba una por encima del resto: los Peroccini. Formaban una de las organizaciones criminales más poderosas de la ciudad antes de mi llegada, y se habían visto enormemente perjudicados por ella. No obstante, controlaban tres astilleros en la costa este de la isla, lejos del puerto, a través de los cuales podían introducir productos en la ciudad sin mi constentimiento. Muchos de esos cargamentos eran interceptados en las calles por mis hombres, pero otros tantos lograban llegar a su destino sin que pudiese impedirlo. Ahora mismo, eran la principal fuente de drogas y armas de la ciudad y mis más acérrimos enemigos.
Por todo esto, no me extrañó en absoluto cuando Kevin, uno de mis más jóvenes soldados, trajo a mi reunión con los Supervisores la noticia de que los Peroccini habían dado su apoyo al alcalde Evans, mi mayor rival en las inminentes elecciones. No esperaba menos de aquella familia, pero no por ello iba a quedarme de brazos cruzados. Así que cuando Bennett, el Supervisor de Cuentas, me preguntó qué debíamos hacer, mi respuesta fue clara:
- Tenemos que averiguar qué se traen entre manos esos mafiosos. Seguramente estén planeando algo para tratar de perjudicar mi candidatura, y no podemos permitirlo.
Acto seguido, clavé mis ojos en Goodwin, el Supervisor de Información. A él le encomendaría una tarea delicada pero de bastante importancia para nuestros intereses.
- Goodwin, has de seleccionar a nuestros mejores espías. Quiero que sigan discretamente y a una distancia prudencial a todos los miembros importantes de la familia Peroccini. Y, dado que tú eres el más eficaz de todos ellos, quiero que te ocupes personalmente del cabeza de familia. No corras riesgos, ve disfrazado y mantente alejado. Lo más importante es que no te pillen.
Tras estas palabras hice una pausa. Quería dejar claro que estábamos ante unos días decisivos para Hebi no Kiba, y nuestra actuación tenía que ser perfecta. Después mi mirada se fijó en mi segundo al mando, Danny DiMaccio.
- Danny, quiero que intensifiques el entrenamiento de los hombres. No hasta el punto de agotarles, pero quiero que estén preparados por si necesitamos que algunos entren en acción. En cuanto a mí, - dije, haciendo una pequeña pausa dramática. - yo me infiltraré en sus astilleros uno por uno. Es la tarea más peligrosa y también la más importante, y quiero ocuparme de ella personalmente. Entre todos descubriremos qué es lo que están tramando, y hallaremos la mejor manera de contrarrestarlo.
Una vez la conversación terminó, me despedí de mis cuatro oficiales y abandoné el salón de reuniones, subiendo las escaleras en dirección a mi habitación. La verdad era que reformar aquella mansión había sido una de mis mejores ideas. Resultaba perfecta tanto como alojamiento, como a modo de base de operaciones, y disponía de una comunicación con unas cuevas situadas en la costa oeste de la isla a través de su sótano.
De pie, junto a mi cama, me quité la máscara y la deposité suavemente en ella. Por una vez, Dakuhebi no Kirtash actuaría con el rostro descubierto. Aunque, para ser sincero, tampoco era del todo así. Mi habilidad para transformarme en quien quisiera era mejor camuflaje que cualquier cosa que cubriese mi cara. Además, al amparo de la oscuridad, mis habilidades de infiltración resultaban casi infalibles.
Por ello, esperé a que el sol se pusiera. Una vez el astro rey inició su descanso diario, me dirigí al más cercano de los tres astilleros controlados por los Peroccini con el aspecto de un hombre al que había visto en Drum tiempo atrás. Parecía un hombre totalmente normal. En torno al metro ochenta, de unos cuarenta años y con la barriga incipiente que empieza a asomar típica de esa edad. Una espesa mata de pelo negro y una cuidada barba enmarcaban unos ojos marrones, de un tono muy poco llamativo.
Con la noche prestándome su negro manto para ocultar mi rastro y el sigilo que mi Kami-e Kempo me otorgaba, no esperaba encontrar demasiadas dificultades para entrar allí. De todas formas, activé por si acaso mi Haki de Observación y me aventuré en el astillero. Ojalá descubriese algo útil.
Además, eso nos permitía ser el único intermediario por el que toda transacción fuera de la ley realizada en la ciudad debía pasar, con el consiguiente pago de un porcentaje de su valor. Las ganancias de Hebi no Kiba gracias a este papel de control comercial habían crecido mucho en los últimos meses y, ahora mismo, nadie dudaba de que Dakuhebi no Kirtash era el rey de los bajos fondos de Water Seven. Pero con ello no me bastaba, y sabía que tenía una gran oportunidad para convertirme también en su alcalde.
No obstante, el vertiginoso crecimiento de mi organización desde que me había hecho cargo de ella no había sido plato de buen gusto para todo el mundo. Mientras la población general alababa nuestra labor, expresando su gratitud por la gran disminución de los índices de criminalidad, ciertas personas de los sectores más pudientes de la ciudad no estaban ni mucho menos contentas. Muchas familias importantes con negocios de dudosa legalidad se habían visto obligados a tratar con Miles y sus negociadores, llegando a acuerdos que reportaban a Hebi no Kiba sustanciosos beneficios, pero reducían sus ganancias con respecto a tiempos pasados en los que nadie controlaba el mercado negro. Otras, incluso, habían perdido gran parte de sus activos monetarios, pues estos dependían en un alto porcentaje de la venta de armas y drogas, que ahora se encontraban en niveles mínimos históricos gracias a mis esfuerzos y los de mis hombres.
En este último grupo de familias destacaba una por encima del resto: los Peroccini. Formaban una de las organizaciones criminales más poderosas de la ciudad antes de mi llegada, y se habían visto enormemente perjudicados por ella. No obstante, controlaban tres astilleros en la costa este de la isla, lejos del puerto, a través de los cuales podían introducir productos en la ciudad sin mi constentimiento. Muchos de esos cargamentos eran interceptados en las calles por mis hombres, pero otros tantos lograban llegar a su destino sin que pudiese impedirlo. Ahora mismo, eran la principal fuente de drogas y armas de la ciudad y mis más acérrimos enemigos.
Por todo esto, no me extrañó en absoluto cuando Kevin, uno de mis más jóvenes soldados, trajo a mi reunión con los Supervisores la noticia de que los Peroccini habían dado su apoyo al alcalde Evans, mi mayor rival en las inminentes elecciones. No esperaba menos de aquella familia, pero no por ello iba a quedarme de brazos cruzados. Así que cuando Bennett, el Supervisor de Cuentas, me preguntó qué debíamos hacer, mi respuesta fue clara:
- Tenemos que averiguar qué se traen entre manos esos mafiosos. Seguramente estén planeando algo para tratar de perjudicar mi candidatura, y no podemos permitirlo.
Acto seguido, clavé mis ojos en Goodwin, el Supervisor de Información. A él le encomendaría una tarea delicada pero de bastante importancia para nuestros intereses.
- Goodwin, has de seleccionar a nuestros mejores espías. Quiero que sigan discretamente y a una distancia prudencial a todos los miembros importantes de la familia Peroccini. Y, dado que tú eres el más eficaz de todos ellos, quiero que te ocupes personalmente del cabeza de familia. No corras riesgos, ve disfrazado y mantente alejado. Lo más importante es que no te pillen.
Tras estas palabras hice una pausa. Quería dejar claro que estábamos ante unos días decisivos para Hebi no Kiba, y nuestra actuación tenía que ser perfecta. Después mi mirada se fijó en mi segundo al mando, Danny DiMaccio.
- Danny, quiero que intensifiques el entrenamiento de los hombres. No hasta el punto de agotarles, pero quiero que estén preparados por si necesitamos que algunos entren en acción. En cuanto a mí, - dije, haciendo una pequeña pausa dramática. - yo me infiltraré en sus astilleros uno por uno. Es la tarea más peligrosa y también la más importante, y quiero ocuparme de ella personalmente. Entre todos descubriremos qué es lo que están tramando, y hallaremos la mejor manera de contrarrestarlo.
Una vez la conversación terminó, me despedí de mis cuatro oficiales y abandoné el salón de reuniones, subiendo las escaleras en dirección a mi habitación. La verdad era que reformar aquella mansión había sido una de mis mejores ideas. Resultaba perfecta tanto como alojamiento, como a modo de base de operaciones, y disponía de una comunicación con unas cuevas situadas en la costa oeste de la isla a través de su sótano.
De pie, junto a mi cama, me quité la máscara y la deposité suavemente en ella. Por una vez, Dakuhebi no Kirtash actuaría con el rostro descubierto. Aunque, para ser sincero, tampoco era del todo así. Mi habilidad para transformarme en quien quisiera era mejor camuflaje que cualquier cosa que cubriese mi cara. Además, al amparo de la oscuridad, mis habilidades de infiltración resultaban casi infalibles.
Por ello, esperé a que el sol se pusiera. Una vez el astro rey inició su descanso diario, me dirigí al más cercano de los tres astilleros controlados por los Peroccini con el aspecto de un hombre al que había visto en Drum tiempo atrás. Parecía un hombre totalmente normal. En torno al metro ochenta, de unos cuarenta años y con la barriga incipiente que empieza a asomar típica de esa edad. Una espesa mata de pelo negro y una cuidada barba enmarcaban unos ojos marrones, de un tono muy poco llamativo.
Con la noche prestándome su negro manto para ocultar mi rastro y el sigilo que mi Kami-e Kempo me otorgaba, no esperaba encontrar demasiadas dificultades para entrar allí. De todas formas, activé por si acaso mi Haki de Observación y me aventuré en el astillero. Ojalá descubriese algo útil.
- Cosillas:
- - Haki Observación Desarrollado.
- Kami-e Kempo: El usuario ha desarrollado de manera extraordinaria el uso del Kamie, llegando al punto que puede volver su cuerpo tan flexible como el quiera y también tan ligero como deseé. Su capacidad de infiltrarse, ocultarse, escabullirse o huir es impresionante, difícilmente alguien le notará pues al ser tan ligero no hace ruido con sus pasos. Se vuelve mucho más veloz y severo al momento de ejecutar ataques, e incluso puede atacar muchas veces, pareciendo que su brazo desaparece en el ataque por ejemplo, debido a la gran agilidad que ha adquirido. Esto puede combinarse con otras técnicas.
- Ámbito Oscuridad (Parte Pasiva): Thawne se vuelve casi imposible de detectar de noche o en lugares oscuros si no tiene actitud hostil.
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Sin que nadie pueda verte, o al menos eso es lo que parece, deambulas por las zonas más conflictivas y empobrecidas de Water Seven. Se podía ver que el nivel allí era inferior al del ciudadano medio, habiendo niños con armas en vez de juguetes, personas en edad de jubilación trabajando hasta tarde y pagarés buscando que les otorguen las deudas que les deben, ya sea por las buenas o por las malas. Injusticias que al parecer son el pan de cada día de un sector de la ciudad que frecuentas muy poco. ¿Cómo podía el actual alcalde permitir lo que allí sucedía? Era imperdonable.
La noche te había vuelto invisible. Ibas pasando por los estrechos callejones de las viviendas que colindaban el astillero hasta llegar a una especie de plaza improvisada. Un gran círculo de un radio de diez metros, circundado por cubos de metal y una multitud. En el centro estaba un hombre, vestido con un pantalón gris oscuro con rayas blancas muy finas y una camisa manga larga remangada, todo a juego con un sombrero gris. Vaya, para que te aclares, la vestimenta de un mafioso de manual. Aquel hombre alza la voz y una fuerte presencia se apoya sobre tus hombres, paralizándote durante escasos segundos. ¿Haki? ¿Otro poder? Quién sabe…
-Esta noche tres de los gallardos hombres que se atrevan a entrar en el círculo de la muerte se convertirán en mis hombres. ¿Quiénes son los que se ven capaces de pertenecer a la familia Peroccini? –logras escuchar, desde tu posición.
Tu cuerpo ya no está paralizado, así que tienes una amplia gama de opciones que seguir. ¿Qué haces alcalde pelón?
En el caso de que decidas quedarte de espectador, un niño se pondrá a tu lado y te mirará fijamente, tanto que te sientes muy incómodo. ¿Qué le ocurrirá a ese muchacho? Si por el contrario, decides participar un total de 16 personas se han presentado: 11 humanos -repartidos entre 8 hombres y 3 mujeres-, 2 brazos largos, 2 piernas largas y un tontatta.
La noche te había vuelto invisible. Ibas pasando por los estrechos callejones de las viviendas que colindaban el astillero hasta llegar a una especie de plaza improvisada. Un gran círculo de un radio de diez metros, circundado por cubos de metal y una multitud. En el centro estaba un hombre, vestido con un pantalón gris oscuro con rayas blancas muy finas y una camisa manga larga remangada, todo a juego con un sombrero gris. Vaya, para que te aclares, la vestimenta de un mafioso de manual. Aquel hombre alza la voz y una fuerte presencia se apoya sobre tus hombres, paralizándote durante escasos segundos. ¿Haki? ¿Otro poder? Quién sabe…
-Esta noche tres de los gallardos hombres que se atrevan a entrar en el círculo de la muerte se convertirán en mis hombres. ¿Quiénes son los que se ven capaces de pertenecer a la familia Peroccini? –logras escuchar, desde tu posición.
Tu cuerpo ya no está paralizado, así que tienes una amplia gama de opciones que seguir. ¿Qué haces alcalde pelón?
En el caso de que decidas quedarte de espectador, un niño se pondrá a tu lado y te mirará fijamente, tanto que te sientes muy incómodo. ¿Qué le ocurrirá a ese muchacho? Si por el contrario, decides participar un total de 16 personas se han presentado: 11 humanos -repartidos entre 8 hombres y 3 mujeres-, 2 brazos largos, 2 piernas largas y un tontatta.
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Tras apenas unos minutos recorriendo las calles del barrio este al amparo de la noche, tuve claro que dicha zona era una de las que más atención requerían. Cuando llegase a alcalde pensaba encargarme de que tal nivel de marginalidad nunca volviese a existir en la ciudad. Hasta el momento, no había podido hacer mucho, pues era una de las pocas áreas de Water Seven que escapaban al control de Hebi no Kiba, en gran parte por culpa de los Peroccini. Pero esa situación no tardaría en cambiar.
Continué mi camino hasta que algo me llamó la atención. Ya me encontraba muy cerca del astillero al cual me dirigía, cuando vi lo que parecía una plaza en la que había un círculo formado por cubos y varias personas a su alrededor. En el centro de aquella aglomeración, un tipo destacaba sobre todos los demás. Iba vestido como solían hacerlo tradicionalmente los miembros de las familias de delincuentes más importantes de la ciudad. Cuando tomó la palabra, junto a su poderosa voz sentí una extraña fuerza que presionaba mis hombros contra el suelo. Durante un breve lapso de tiempo, me vi incapaz de hacer movimiento alguno. ¿Qué habilidad sería aquella? ¿O tal vez sería tan solo el poder de su presencia? Había leído en diversas fuentes historias sobre ciertas personas cuya aura es tan inmensamente poderosa que puede hacer que otros queden paralizados o, incluso, inconscientes. No obstante, no sabía hasta qué punto eso era cierto, o si simplemente se trataba de una exageración producto del boca a boca o de la imaginativa mente de algún autor.
Sus palabras anunciaron un inminente reto. De todas las personas que tuviesen el valor de entrar en el círculo, tres se convertirían en sus hombres, y pasarían a trabajar para la familia Peroccini.
En aquel momento recuperé completamente la movilidad. Delante mío, algunas personas iban adentrándose en aquel siniestro círculo. Mientras tanto, yo valoraba mis opciones en aquella situación. Podía quedarme al margen y observar lo que sucedía, lo que seguramente sería la opción menos arriesgada. No obstante, no todo eran ventajas. Si no entraba en aquella competición, quién sabe cuándo volvería a repetirse algo similar. Podría perder mi mejor oportunidad para infiltrarme en la organización de los Peroccini y, haciendo uso de mis habilidades, destruirla desde dentro. Sí, seguramente eso sería lo mejor. No podía dejar pasar aquella oportunidad, debía ganar aquella competencia aunque aún no supiese en qué iba a consistir. Solo así podría averiguar qué se traía aquella peligrosa familia entre manos a tiempo para las elecciones.
Por lo tanto, eché andar con paso firme hasta adentrarme en aquel círculo. Mi mirada reflejaba la decisión de quien sabe que de lo que haga en los próximos minutos podrían depender muchas vidas y, sobre todo, la consecución de objetivos muy importantes. Junto a mí, otras dieciséis personas habían logrado reunir el coraje necesario como para entrar en los límites marcados por aquellos cubos. Once eran humanos, incluyendo a tres mujeres. Sin embargo, también había dos brazos largos, dos piernas largas y, lo que más me llamó la atención, un diminuto ser que, por su aspecto, evocó en mi mente la descripción de las hadas que, según las historias, habitaban en una lejana isla del Nuevo Mundo.
Preparándome para cualquier cosa, pues no sabía qué me tocaría hacer, activé mi Haki de Observación. No pensaba dejar que nada me pillase por sorpresa y, además, intuía que aquella prueba conllevaría algún tipo de enfrentamiento entre quienes nos habíamos presentado voluntarios. Esperaba que, entre el Mantra y mi capacidad para ver con claridad en la noche más oscura, mi ventaja sobre los demás fuese suficiente como para imponerme.
Continué mi camino hasta que algo me llamó la atención. Ya me encontraba muy cerca del astillero al cual me dirigía, cuando vi lo que parecía una plaza en la que había un círculo formado por cubos y varias personas a su alrededor. En el centro de aquella aglomeración, un tipo destacaba sobre todos los demás. Iba vestido como solían hacerlo tradicionalmente los miembros de las familias de delincuentes más importantes de la ciudad. Cuando tomó la palabra, junto a su poderosa voz sentí una extraña fuerza que presionaba mis hombros contra el suelo. Durante un breve lapso de tiempo, me vi incapaz de hacer movimiento alguno. ¿Qué habilidad sería aquella? ¿O tal vez sería tan solo el poder de su presencia? Había leído en diversas fuentes historias sobre ciertas personas cuya aura es tan inmensamente poderosa que puede hacer que otros queden paralizados o, incluso, inconscientes. No obstante, no sabía hasta qué punto eso era cierto, o si simplemente se trataba de una exageración producto del boca a boca o de la imaginativa mente de algún autor.
Sus palabras anunciaron un inminente reto. De todas las personas que tuviesen el valor de entrar en el círculo, tres se convertirían en sus hombres, y pasarían a trabajar para la familia Peroccini.
En aquel momento recuperé completamente la movilidad. Delante mío, algunas personas iban adentrándose en aquel siniestro círculo. Mientras tanto, yo valoraba mis opciones en aquella situación. Podía quedarme al margen y observar lo que sucedía, lo que seguramente sería la opción menos arriesgada. No obstante, no todo eran ventajas. Si no entraba en aquella competición, quién sabe cuándo volvería a repetirse algo similar. Podría perder mi mejor oportunidad para infiltrarme en la organización de los Peroccini y, haciendo uso de mis habilidades, destruirla desde dentro. Sí, seguramente eso sería lo mejor. No podía dejar pasar aquella oportunidad, debía ganar aquella competencia aunque aún no supiese en qué iba a consistir. Solo así podría averiguar qué se traía aquella peligrosa familia entre manos a tiempo para las elecciones.
Por lo tanto, eché andar con paso firme hasta adentrarme en aquel círculo. Mi mirada reflejaba la decisión de quien sabe que de lo que haga en los próximos minutos podrían depender muchas vidas y, sobre todo, la consecución de objetivos muy importantes. Junto a mí, otras dieciséis personas habían logrado reunir el coraje necesario como para entrar en los límites marcados por aquellos cubos. Once eran humanos, incluyendo a tres mujeres. Sin embargo, también había dos brazos largos, dos piernas largas y, lo que más me llamó la atención, un diminuto ser que, por su aspecto, evocó en mi mente la descripción de las hadas que, según las historias, habitaban en una lejana isla del Nuevo Mundo.
Preparándome para cualquier cosa, pues no sabía qué me tocaría hacer, activé mi Haki de Observación. No pensaba dejar que nada me pillase por sorpresa y, además, intuía que aquella prueba conllevaría algún tipo de enfrentamiento entre quienes nos habíamos presentado voluntarios. Esperaba que, entre el Mantra y mi capacidad para ver con claridad en la noche más oscura, mi ventaja sobre los demás fuese suficiente como para imponerme.
- Cosas:
- - Haki Observación Desarrollado.
- Sentidos Felinos: Al haber consumido una Akuma felina, la vista de Thawne es el doble de aguda que la de un humano normal, y es capaz de ver en la oscuridad con la misma nitidez y precisión que si fuera de día (no en la oscuridad absoluta). Pasivamente, sus pupilas en la oscuridad se tornan afiladas como las de un gato.
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-¿Tú también te apuntas? –te pregunta el hombre que estaba incitando a los espectadores a participar-. Está bien, pasa al centro del círculo de fuego.
En el interior estáis todos los sujetos que describí antes, parecen calmados y entonces, el hombre dispara al aire y desaparece. En cuanto eso sucede, todos comienzan a luchar entre sí. Tú estás más alejado que ninguno, pero desde tu posición puedes ver que es un combate a muerte. Y entonces, sin darte cuenta, un hombre desde el aire te lanza tres cuchillos que se están multiplicando a medida que van hacia ti. Gracias a tu mantra descubres que solo hay tres de verdad, ¿pero cuáles son? Eso depende de ti averiguarlo. Entre tanto, el hombre de los cuchillos ha sido atacado por una de las mujeres, que parece que es capaz de lanzar ondas de choques. Ella te mira, parece que eres su presa, ¿qué haras gatito?
En el interior estáis todos los sujetos que describí antes, parecen calmados y entonces, el hombre dispara al aire y desaparece. En cuanto eso sucede, todos comienzan a luchar entre sí. Tú estás más alejado que ninguno, pero desde tu posición puedes ver que es un combate a muerte. Y entonces, sin darte cuenta, un hombre desde el aire te lanza tres cuchillos que se están multiplicando a medida que van hacia ti. Gracias a tu mantra descubres que solo hay tres de verdad, ¿pero cuáles son? Eso depende de ti averiguarlo. Entre tanto, el hombre de los cuchillos ha sido atacado por una de las mujeres, que parece que es capaz de lanzar ondas de choques. Ella te mira, parece que eres su presa, ¿qué haras gatito?
- Datos de la mujer:
- Nivel 60
Clase: Luchador buey
Oficios: Medico (las tres)
Haki armadura: Desarrollado
Haki de observación: N/A
Haki del rey: Despertado
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Todo sucedió en un instante. El extraño tipo me invitó a pasar al círculo, disparó y, apenas una fracción de segundo después, ya no se encontraba allí. O al menos eso parecía. De repente todo el mundo que, como yo, se hallaba en el interior del círculo, empezó a pelear entre sí. Además, no parecía el tipo de combate honorable en el que se trata de demostrar que eres superior a tu adversario, sino que por lo que estaba viendo me daba la sensación de que en aquel enfrentamiento múltiple el objetivo era acabar con todos los demás de la forma más eficaz posible hasta ser el único con vida. Y, por supuesto, yo no pensaba ser menos. Si quería infiltrarme en la organización enemiga debía ganar aquel sangriento concurso, y si además de paso terminaba con las vidas de unos cuantos partidarios de los Peroccini supondría matar dos pájaros de un tiro (nunca mejor dicho).
En ese momento, un hombre me lanzó tres cuchillos. Sorprendentemente, estos parecían multiplicarse a cada segundo que pasaba, lo que me habría generado muchas dudas sobre cómo enfrentarme a dicho ataque de no ser por mi Mantra, que me decía que realmente solo había tres armas. Por lo tanto, los demás debían de ser un mero truco, un simple espejismo.
Decidí recibir el golpe y hacer, al mismo tiempo, una demostración de fuerza, por lo que en mi mente pronuncié las palabras: << Tekkai Kempo >>. Súbitamente, mi cuerpo se volvió tremendamente duro, de forma que no hubiese posibilidad de que unos simples cuchillos, por mucho que fuesen de buena calidad, me hiciesen nada.
Para entonces, una mujer con aspecto de poseer gran fuerza física había derrotado, al menos aparentemente, al hombre, y ahora dirigía sus ojos hacia mí. Sin desactivar el Haki de Observación ni mi Kempo, creé seis copias idénticas a mí y comencé a correr hacia mi nueva oponente. El puño izquierdo de todas las figuras comenzó a emitir un peculiar brillo metálico mientras corríamos, y ejecutando los mismos movimientos, mis intangibles clones y yo atacamos uno tras otro a aquella mujer con un poderoso puñetazo imbuido en Haki. El verdadero yo atacaría en cuarto lugar, buscando la sien derecha de mi enemiga.
En ese momento, un hombre me lanzó tres cuchillos. Sorprendentemente, estos parecían multiplicarse a cada segundo que pasaba, lo que me habría generado muchas dudas sobre cómo enfrentarme a dicho ataque de no ser por mi Mantra, que me decía que realmente solo había tres armas. Por lo tanto, los demás debían de ser un mero truco, un simple espejismo.
Decidí recibir el golpe y hacer, al mismo tiempo, una demostración de fuerza, por lo que en mi mente pronuncié las palabras: << Tekkai Kempo >>. Súbitamente, mi cuerpo se volvió tremendamente duro, de forma que no hubiese posibilidad de que unos simples cuchillos, por mucho que fuesen de buena calidad, me hiciesen nada.
Para entonces, una mujer con aspecto de poseer gran fuerza física había derrotado, al menos aparentemente, al hombre, y ahora dirigía sus ojos hacia mí. Sin desactivar el Haki de Observación ni mi Kempo, creé seis copias idénticas a mí y comencé a correr hacia mi nueva oponente. El puño izquierdo de todas las figuras comenzó a emitir un peculiar brillo metálico mientras corríamos, y ejecutando los mismos movimientos, mis intangibles clones y yo atacamos uno tras otro a aquella mujer con un poderoso puñetazo imbuido en Haki. El verdadero yo atacaría en cuarto lugar, buscando la sien derecha de mi enemiga.
- Cosas:
- - Stats: Agilidad 6 (x2), Reflejos 5 (x2), Fuerza 5 (x2), Velocidad 3, Resistencia 3
- Ambos Hakis Desarrollados (Haki de Observación tiers 6+6, y en Haki de Armadura los 6 tiers para Armadura).
- Bastión: Los usuarios con sintonía en armadura se caracterizan por su gran envergadura física y su poderío. Mientras permanecen imbuidos en Haki de armadura, sus impactos son el triple de potentes.
- Tekkai Kempo: Pasivamente, aumenta la dureza y tenacidad del Tekkai, llegando a compararse a la del titanio. Además, puede moverse mientras lo utiliza y combinarlo con otras técnicas, por lo que deja de ser una técnica meramente defensiva.
- De cara a posibles ondas de choques que me lance, la parte pasiva de mi ámbito Hasshoken anula el 50% del daño recibido por ataques que usen vibraciones (ondas de choque, basados en sonido, etc.).
- Como aclaraciones del tema transformación: mientras esté transformado en otra persona mi habilidad Aura Demoníaca no tiene efecto dado que mi Aura se transforma también, haciendo que los demás no perciban una presencia demoníaca (salvo que tengan tier 7 o superior en empatía) ni queden paralizados. Además es mi tercer post transformado (mi límite al nivel 60 son diez posts por rol). Por último, dado que puedo usar mi polimorfia tanto en forma humana como en híbrida y completa, se sobreentiende que puedo adoptar estas formas mientras sigo transformado sin que mi aspecto cambie (no había caído en eso hasta hace un par de días, pero dado que puedo usarla en cualquiera de mis tres formas es lo lógico).
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La mujer parece segura de sí misma, tanto que sonríe al ver cómo te dispones a atacarla. Ella espera con las piernas algo flexionadas, mientras con sus puños se cubre la cara como si fuera una boxeadora. Las copias de ti mismo corren a tu lado, casi en forma paralela y se despliegan en el momento que tú lo ordenas para atacarla, pero entonces un disparo se vuelve a escuchar en mitad del círculo y el hombre aparece, justo en frente de ti obligándote a parar.
-No es necesario que sigáis luchado –dijo, haciéndote mirar a tu alrededor.
Todos han sido derrotados por una pareja de piernas largas, ambos han acabado con los presentes salvo el tío de los cuchillos, cuyo cuerpo seguía inconsciente en el suelo, y la rubia que estaba enfrentándose a ti. ¿Qué clase de monstruos eran esos piernas largas? Uno de ellos vestía un pantalón vaquero azul extralargo con una camiseta de tirantas verde, y el otro iba con un pantalón corto que parecía un calzoncillo y una camisa hawaiana con una básica debajo.
El hombre os dice que le sigáis y le acompañáis por todo el astillero hasta llegar a un barco, donde hay un hombre de constitución delgada y algo endeble, pero que está rodeado de gorilas, literalmente son tres gorilas vestidos de traje y corbata.
-¿Estos son los ganadores? –dice el escalichado.
-Sí, jefe.
-Nuuh parecen gran cosuuh –comenta uno de los gorilas.
-Pasad al barco –os dice el hombre que fue jurado de aquella fugaz batalla campal.
Todos entran y tú te quedas el último. Sin saber por qué la rubia te mira y te hace un ademán para que entres. Los gorilas están mirándote y tú continúas ahí parado. ¿Qué haces?
En el caso de entrar, el barco es un lujoso yate cuyo interior es lo más lujoso que has visto nunca. Con una piscina delantera donde hay tres mujeres solo con la parte inferior del bikini y una copa de champagne en la mano. Los piernas largas se han sentado, al igual que la mujer.
-Como bien sabéis –dice el hombre trajeado-. Soy Mario Peroccini, el primogénito de Marcus Peroccini y el nuevo líder de los astilleros. Estos tres son Don, King y Kong, los tres hermanos mikns. Y ya conocéis a Robbie –señaló al sujeto que organizó aquel circulo de la muerte-. ¿Sabéis para que estáis aquí? –preguntó, haciéndose el silencio.
En el caso de no querer entrar, se va a liar una tangana buena, puesto que uno de los gorilas te va a atacar e intentar amordazar.
¿Qué haces muchacho?
-No es necesario que sigáis luchado –dijo, haciéndote mirar a tu alrededor.
Todos han sido derrotados por una pareja de piernas largas, ambos han acabado con los presentes salvo el tío de los cuchillos, cuyo cuerpo seguía inconsciente en el suelo, y la rubia que estaba enfrentándose a ti. ¿Qué clase de monstruos eran esos piernas largas? Uno de ellos vestía un pantalón vaquero azul extralargo con una camiseta de tirantas verde, y el otro iba con un pantalón corto que parecía un calzoncillo y una camisa hawaiana con una básica debajo.
El hombre os dice que le sigáis y le acompañáis por todo el astillero hasta llegar a un barco, donde hay un hombre de constitución delgada y algo endeble, pero que está rodeado de gorilas, literalmente son tres gorilas vestidos de traje y corbata.
-¿Estos son los ganadores? –dice el escalichado.
-Sí, jefe.
-Nuuh parecen gran cosuuh –comenta uno de los gorilas.
-Pasad al barco –os dice el hombre que fue jurado de aquella fugaz batalla campal.
Todos entran y tú te quedas el último. Sin saber por qué la rubia te mira y te hace un ademán para que entres. Los gorilas están mirándote y tú continúas ahí parado. ¿Qué haces?
En el caso de entrar, el barco es un lujoso yate cuyo interior es lo más lujoso que has visto nunca. Con una piscina delantera donde hay tres mujeres solo con la parte inferior del bikini y una copa de champagne en la mano. Los piernas largas se han sentado, al igual que la mujer.
-Como bien sabéis –dice el hombre trajeado-. Soy Mario Peroccini, el primogénito de Marcus Peroccini y el nuevo líder de los astilleros. Estos tres son Don, King y Kong, los tres hermanos mikns. Y ya conocéis a Robbie –señaló al sujeto que organizó aquel circulo de la muerte-. ¿Sabéis para que estáis aquí? –preguntó, haciéndose el silencio.
En el caso de no querer entrar, se va a liar una tangana buena, puesto que uno de los gorilas te va a atacar e intentar amordazar.
¿Qué haces muchacho?
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La extraña y confiada sonrisa que esbozó la mujer mientras mis clones y yo íbamos hacia ella me resultó enormemente sospechosa. Había algo en su expresión que no cuadraba, como si no fuese una participante más. Claro que también cabía la posibilidad de que solo fuesen imaginaciones de mi mente, desconfiada por naturaleza. No obstante, tratándose de los Peroccini no era una posibilidad descabellada ni mucho menos, así que debía permanecer atento.
Apenas una fracción de segundo antes de que mi ataque comenzase sonó un nuevo disparo, y el tipo que había iniciado aquella extraña competición se materializó repentinamente ante mí, lo que me llevó a pararme en seco, deteniendo así mi ofensiva. El hombre proclamó que no era necesario que continuásemos luchando. Sorprendido, miré a mi alrededor. Aparentemente, exceptuándonos a mí, a la mujer a la que instantes antes iba a atacar, y al hombre de los cuchillos (a quien ella había dejado inconsciente), todos los demás participantes habían sido vencidos por dos miembros de la peculiar tribu de los piernas largas. Dado que el combate apenas había durado unos segundos, aquello me hizo preguntarme qué clase de poder poseerían aquellos dos tipos. Tendría que vigilarles de cerca a partir de entonces.
El organizador del violento evento me sacó de mis pensamientos pidiendo a quienes quedábamos en pie que le siguiéramos. Acto seguido nos pusimos en marcha, recorriendo los astilleros hasta llegar a un ostentoso yate. En él nos encontramos con un hombre en apariencia muy delgado, quizás excesivamente, flanqueado por tres guardaespaldas que atrajeron notablemente mi atención. Y no era para menos, pues se trataba de tres enormes gorilas vestidos de traje. ¿Serían miembros de la peculiar tribu mink? Había leído un par de veces acerca de aquella raza de híbridos entre humanos y otras especies de mamífero cuando era niño, en la biblioteca de la mansión familiar. Sin embargo, no había estado convencido al cien por cien de su existencia hasta hacía muy poco tiempo, cuando había conocido a Rexair, un miembro de dicha tribu que se había alistado en el Cipher Pol y a quien yo había tenido que evaluar.
El delgaducho, que por su posición y actitud parecía el jefe, preguntó si nosotros éramos los ganadores. A la respuesta afirmativa del organizador del extraño Battle Royale le siguió una réplica de uno de los gorilas cuestionando nuestra fuerza en base a nuestro aspecto. Si ese descerebrado supiera que puedo alcanzar una estatura similar al la suya, cubriéndome de tanta cantidad de pelo como él posee y añadiéndole afiladas garras y colmillos... Pero bueno, ese no era el objetivo por ahora, lo importante era descubrir qué tramaban los Peroccini.
La invitación del tipo escuchimizado para que pasáramos al interior de la embarcación sonaba de todo menos a optativa. Parecía bastante claro que, ahora que nos encontrábamos allí, no pensaba dejar que nos fuésemos sin decirnos lo que fuera que tuviese planeado para nosotros. La intensa mirada de los tres gorilas acentuaba esta impresión, y el hecho de que la mujer rubia se parase también a mirarme y me hiciera un gesto con la cabeza para que entrase aumentó aún más mis sospechas sobre ella. No sabía si se trataba de un miembro de los Peroccini o de alguien que, como yo, les estaba investigando, pero desde luego parecía claro que no era una simple ciudadana de Water Seven que quería entrar en la organización. Por lo tanto, decidí aprovechar mis habilidades en mi beneficio y tratar de leer sus pensamientos, buscando averiguar cuáles eran realmente sus intenciones.
Al entrar en el yate, me encontré con una cantidad de lujo que habría abrumado a casi cualquiera. Si lo que buscaban era impresionar a quien entrase allí daba fe de que habían hecho un gran trabajo, aunque por suerte en mí ese efecto no era nada sencillo de conseguir. Dado el rango de noble de mi familia materna, el lujo existente en la enorme mansión en la que había pasado mi infancia era, si no comparable, sí no demasiado inferior a lo que tenía ante mis ojos. Eso sí, el estilo de vida que, a juzgar por el champagne y las tres chicas semidesnudas, llevaba el dueño del yate no pegaba nada con mi forma de entender la vida. Alguien que se dejaba llevar así por sus placeres seguramente no dedicaría el tiempo ni el esfuerzo necesario a su entrenamiento o sus objetivos, por lo que sería más fácil vencerle.
En ese momento, el delgaducho se presentó como Mario Peroccini, nuevo líder de los astilleros. Cuando mencionó a su conocido padre me percaté de un detalle. ¿Por qué era Mario el nuevo dueño de los astilleros? ¿Dónde estaba su progenitor? Quizá simplemente estuviera descansando, disfrutando de la buena vida que sus riquezas le proporcionaban o tramando algo con el actual alcalde, pero tal vez se tratase de algo más profundo. ¿Podría ser que la familia Peroccini estuviese atravesando algún tipo de guerra de poder interna? Tenía que enterarme bien de lo que estaba ocurriendo para encontrar la manera más eficiente de frustrar sus planes, fueran cuales fuesen, y ganar las elecciones a la alcaldía.
Tras presentar también a los tres gorilas y al tipo que había iniciado la prueba, preguntó a los presentes si sabíamos lo que nos había traído hasta allí. No tenía ni la menor idea de qué motivos podrían haber llevado a los Peroccini a convocar esas pruebas, pero decidí improvisar y tratar mediante mi capacidad dialéctica de ganarme su confianza.
- Supongo que el objetivo de estas pruebas será reclutar nuevos hombres con la fuerza suficiente para defender los intereses de los Peroccini, y de toda Water Seven, en los próximos días. Dado que las elecciones son ya inminentes y ese forastero enmascarado que se hace llamar Dakuhebi sigue ganando popularidad a pasos agigantados después de haber derrotado a aquellos piratas, debemos unirnos para acabar con él. Desde que llegó a nuestra querida ciudad no ha hecho otra cosa que inmiscuirse en los negocios de sus gentes y provocar que muchas respetables familias y empresas se hundieran irremediablemente. Y pretende hacer lo mismo con todas las demás, incluyendo esta. No podemos consentirlo y, por eso, dado que los Peroccini, bajo su gran liderazgo, - dije mirando al tipo delgaducho - son la organización más poderosa y respetada de la ciudad, he decidido unirme a vosotros para echar de nuestras calles a ese cabrón extranjero. Os aseguro que haré todo lo que esté en mi mano por evitar que ese enmascarado se convierta en alcalde.
Mientras hablaba, mantendría mi Haki de Observación activo en todo momento, tratando de percibir las emociones de quienes me rodeaban para ir evaluando el efecto que mis palabras tenían en ellos. Esperaba enardecer sus ánimos lo suficiente para que me contaran más de lo que un principio pretendían para, una vez tuviese toda la información relevante, decidir el mejor plan de acción posible.
Apenas una fracción de segundo antes de que mi ataque comenzase sonó un nuevo disparo, y el tipo que había iniciado aquella extraña competición se materializó repentinamente ante mí, lo que me llevó a pararme en seco, deteniendo así mi ofensiva. El hombre proclamó que no era necesario que continuásemos luchando. Sorprendido, miré a mi alrededor. Aparentemente, exceptuándonos a mí, a la mujer a la que instantes antes iba a atacar, y al hombre de los cuchillos (a quien ella había dejado inconsciente), todos los demás participantes habían sido vencidos por dos miembros de la peculiar tribu de los piernas largas. Dado que el combate apenas había durado unos segundos, aquello me hizo preguntarme qué clase de poder poseerían aquellos dos tipos. Tendría que vigilarles de cerca a partir de entonces.
El organizador del violento evento me sacó de mis pensamientos pidiendo a quienes quedábamos en pie que le siguiéramos. Acto seguido nos pusimos en marcha, recorriendo los astilleros hasta llegar a un ostentoso yate. En él nos encontramos con un hombre en apariencia muy delgado, quizás excesivamente, flanqueado por tres guardaespaldas que atrajeron notablemente mi atención. Y no era para menos, pues se trataba de tres enormes gorilas vestidos de traje. ¿Serían miembros de la peculiar tribu mink? Había leído un par de veces acerca de aquella raza de híbridos entre humanos y otras especies de mamífero cuando era niño, en la biblioteca de la mansión familiar. Sin embargo, no había estado convencido al cien por cien de su existencia hasta hacía muy poco tiempo, cuando había conocido a Rexair, un miembro de dicha tribu que se había alistado en el Cipher Pol y a quien yo había tenido que evaluar.
El delgaducho, que por su posición y actitud parecía el jefe, preguntó si nosotros éramos los ganadores. A la respuesta afirmativa del organizador del extraño Battle Royale le siguió una réplica de uno de los gorilas cuestionando nuestra fuerza en base a nuestro aspecto. Si ese descerebrado supiera que puedo alcanzar una estatura similar al la suya, cubriéndome de tanta cantidad de pelo como él posee y añadiéndole afiladas garras y colmillos... Pero bueno, ese no era el objetivo por ahora, lo importante era descubrir qué tramaban los Peroccini.
La invitación del tipo escuchimizado para que pasáramos al interior de la embarcación sonaba de todo menos a optativa. Parecía bastante claro que, ahora que nos encontrábamos allí, no pensaba dejar que nos fuésemos sin decirnos lo que fuera que tuviese planeado para nosotros. La intensa mirada de los tres gorilas acentuaba esta impresión, y el hecho de que la mujer rubia se parase también a mirarme y me hiciera un gesto con la cabeza para que entrase aumentó aún más mis sospechas sobre ella. No sabía si se trataba de un miembro de los Peroccini o de alguien que, como yo, les estaba investigando, pero desde luego parecía claro que no era una simple ciudadana de Water Seven que quería entrar en la organización. Por lo tanto, decidí aprovechar mis habilidades en mi beneficio y tratar de leer sus pensamientos, buscando averiguar cuáles eran realmente sus intenciones.
Al entrar en el yate, me encontré con una cantidad de lujo que habría abrumado a casi cualquiera. Si lo que buscaban era impresionar a quien entrase allí daba fe de que habían hecho un gran trabajo, aunque por suerte en mí ese efecto no era nada sencillo de conseguir. Dado el rango de noble de mi familia materna, el lujo existente en la enorme mansión en la que había pasado mi infancia era, si no comparable, sí no demasiado inferior a lo que tenía ante mis ojos. Eso sí, el estilo de vida que, a juzgar por el champagne y las tres chicas semidesnudas, llevaba el dueño del yate no pegaba nada con mi forma de entender la vida. Alguien que se dejaba llevar así por sus placeres seguramente no dedicaría el tiempo ni el esfuerzo necesario a su entrenamiento o sus objetivos, por lo que sería más fácil vencerle.
En ese momento, el delgaducho se presentó como Mario Peroccini, nuevo líder de los astilleros. Cuando mencionó a su conocido padre me percaté de un detalle. ¿Por qué era Mario el nuevo dueño de los astilleros? ¿Dónde estaba su progenitor? Quizá simplemente estuviera descansando, disfrutando de la buena vida que sus riquezas le proporcionaban o tramando algo con el actual alcalde, pero tal vez se tratase de algo más profundo. ¿Podría ser que la familia Peroccini estuviese atravesando algún tipo de guerra de poder interna? Tenía que enterarme bien de lo que estaba ocurriendo para encontrar la manera más eficiente de frustrar sus planes, fueran cuales fuesen, y ganar las elecciones a la alcaldía.
Tras presentar también a los tres gorilas y al tipo que había iniciado la prueba, preguntó a los presentes si sabíamos lo que nos había traído hasta allí. No tenía ni la menor idea de qué motivos podrían haber llevado a los Peroccini a convocar esas pruebas, pero decidí improvisar y tratar mediante mi capacidad dialéctica de ganarme su confianza.
- Supongo que el objetivo de estas pruebas será reclutar nuevos hombres con la fuerza suficiente para defender los intereses de los Peroccini, y de toda Water Seven, en los próximos días. Dado que las elecciones son ya inminentes y ese forastero enmascarado que se hace llamar Dakuhebi sigue ganando popularidad a pasos agigantados después de haber derrotado a aquellos piratas, debemos unirnos para acabar con él. Desde que llegó a nuestra querida ciudad no ha hecho otra cosa que inmiscuirse en los negocios de sus gentes y provocar que muchas respetables familias y empresas se hundieran irremediablemente. Y pretende hacer lo mismo con todas las demás, incluyendo esta. No podemos consentirlo y, por eso, dado que los Peroccini, bajo su gran liderazgo, - dije mirando al tipo delgaducho - son la organización más poderosa y respetada de la ciudad, he decidido unirme a vosotros para echar de nuestras calles a ese cabrón extranjero. Os aseguro que haré todo lo que esté en mi mano por evitar que ese enmascarado se convierta en alcalde.
Mientras hablaba, mantendría mi Haki de Observación activo en todo momento, tratando de percibir las emociones de quienes me rodeaban para ir evaluando el efecto que mis palabras tenían en ellos. Esperaba enardecer sus ánimos lo suficiente para que me contaran más de lo que un principio pretendían para, una vez tuviese toda la información relevante, decidir el mejor plan de acción posible.
- Cosillas:
- - Haki de Observación Desarrollado (Predilecto, luego tier 6 en ambas ramas), turno 4 de 15.
- Puedo leer la mente de cualquier NPC de nivel inferior a mí (necesito permiso en caso de users o NPCs muy importantes para la trama).
- Profesiones Psicólogo y Agente Especial (además de tener "Labia" en la ficha como una de mis habilidades).
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-No va a convertirse en alcalde –dijo Mario Peroccini, mirándote fijamente. Aquel hombre parecía estar analizándote, la forma en la que hablabas, como actuabas en un ambiente como aquel. ¿Estás cómodo o incomodo? ¿Estás nervioso o tranquilo? ¿Te sientes intimidado o no? Todo eso ya lo sabía, es como si pudiera ver en tu interior. Entretanto, la joven no paraba de mirarte, era como si te conociera de algo. ¿Pero de qué? El vástago de aquella familia de mafiosos se acercó a ti y te miró de nuevo de arriba abajo, mostrando una sonrisa.
-¿Veis esto, muchachos? Esto es lo que busco. Alguien sin pelos en la lengua y que pretenda hacer méritos para entrar en la familia. Iba a haceros una prueba para ver quién sería el cabecilla de vosotros, pero creo que este hombre va a ser quien mando en vosotros cuando Robbie no está, ¿entendido? –todos los presentes asintieron, incluido la muchacha rubia que se estaba sirviendo otra copa de champagne, cuya cabeza parecía estar siempre en blanco, como si intentara que no le leyeran la mente, o simplemente estaba entrenada para ello; a saber...
Las horas pasaron, y el barco fue de una costa a otra de la isla, bordeándola completamente no muy lejos del litoral. La isla era preciosa. Una gran fuente en mitad del mar, alzándose como ninguna otra isla que se hay visto en el mundo, simplemente mágico. Llegasteis a un extraño embarcadero, el cual no parecía figuraren ningún mapa que recordases. Al bajar, accedéis a un tune que lleva al ayuntamiento, concretamente al despacho del alcalde. Mario golpeó cuatro veces, en un intervalo de tiempo de dos segundos cada uno, culminando el cuarto golpe con una doble palmada sobre una puerta de madera. Al entrar está el alcalde Evans, sus cuatro consejeros y Kevin, el soldado que te avisó sobre el acuerdo entre tu rival electoral y la familia mafiosa.
-Al fin has llegado –dijo el alcalde, que parecía estar algo impaciente-. Dime, ¿encontraste a la gente adecuada?
-Sí –contestó, señalándoos a vosotros-. Con ellos conseguiremos aplazar las elecciones una semana, y después buscaremos el estado de emergencia para que puedas quedarte en el poder durante el tiempo que sea necesario.
-¿Y cuál es tú plan? Que no me lo has contado.
Todos os sentáis en unos grandes sillones que están en el despacho del alcalde, y otros en sillas de madera que parecían algo menos cómodas. Cuando todos estuvisteis acomodados Mario se puso a hablar.
-La idea es causar el caos en la isla, para lo que he organizado tres grupos efectivos de personas que no conocen, los cuales de forma simultanea causaran el caos en la isla durante los días previos a las elecciones. Llegados a ese punto y sobornada la marina, solo tendrás que activar el código FR4NK1, y la isla será tuya durante una semana más. El tiempo suficiente para deshacernos de Dakuhebi.
El plan se os explica con pelos y señales, diciéndoos que tenéis que estar en la zona céntrica, junto al gran centro comercial de la isla al día siguiente justo al atardecer. ¿Qué harás pequeño? ¡Ah! ¿Y qué hace Kevin allí? ¿Y por qué la rubia te está siguiendo mientras llegas a tu casa a altas horas de la madrugada? Todo cuestiones que debes plantearte.
PD: Tienes libertad de acción con Kevin, sus diálogos y demás.
-¿Veis esto, muchachos? Esto es lo que busco. Alguien sin pelos en la lengua y que pretenda hacer méritos para entrar en la familia. Iba a haceros una prueba para ver quién sería el cabecilla de vosotros, pero creo que este hombre va a ser quien mando en vosotros cuando Robbie no está, ¿entendido? –todos los presentes asintieron, incluido la muchacha rubia que se estaba sirviendo otra copa de champagne, cuya cabeza parecía estar siempre en blanco, como si intentara que no le leyeran la mente, o simplemente estaba entrenada para ello; a saber...
Las horas pasaron, y el barco fue de una costa a otra de la isla, bordeándola completamente no muy lejos del litoral. La isla era preciosa. Una gran fuente en mitad del mar, alzándose como ninguna otra isla que se hay visto en el mundo, simplemente mágico. Llegasteis a un extraño embarcadero, el cual no parecía figuraren ningún mapa que recordases. Al bajar, accedéis a un tune que lleva al ayuntamiento, concretamente al despacho del alcalde. Mario golpeó cuatro veces, en un intervalo de tiempo de dos segundos cada uno, culminando el cuarto golpe con una doble palmada sobre una puerta de madera. Al entrar está el alcalde Evans, sus cuatro consejeros y Kevin, el soldado que te avisó sobre el acuerdo entre tu rival electoral y la familia mafiosa.
-Al fin has llegado –dijo el alcalde, que parecía estar algo impaciente-. Dime, ¿encontraste a la gente adecuada?
-Sí –contestó, señalándoos a vosotros-. Con ellos conseguiremos aplazar las elecciones una semana, y después buscaremos el estado de emergencia para que puedas quedarte en el poder durante el tiempo que sea necesario.
-¿Y cuál es tú plan? Que no me lo has contado.
Todos os sentáis en unos grandes sillones que están en el despacho del alcalde, y otros en sillas de madera que parecían algo menos cómodas. Cuando todos estuvisteis acomodados Mario se puso a hablar.
-La idea es causar el caos en la isla, para lo que he organizado tres grupos efectivos de personas que no conocen, los cuales de forma simultanea causaran el caos en la isla durante los días previos a las elecciones. Llegados a ese punto y sobornada la marina, solo tendrás que activar el código FR4NK1, y la isla será tuya durante una semana más. El tiempo suficiente para deshacernos de Dakuhebi.
El plan se os explica con pelos y señales, diciéndoos que tenéis que estar en la zona céntrica, junto al gran centro comercial de la isla al día siguiente justo al atardecer. ¿Qué harás pequeño? ¡Ah! ¿Y qué hace Kevin allí? ¿Y por qué la rubia te está siguiendo mientras llegas a tu casa a altas horas de la madrugada? Todo cuestiones que debes plantearte.
PD: Tienes libertad de acción con Kevin, sus diálogos y demás.
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La seguridad con que el primogénito Peroccini afirmó que Dakuhebi no se convertiría en alcalde me resultó llamativa. Muy convencidos tenían que estar de la eficacia de su plan, fuera cual fuera este. Así mismo, su intensa y analítica mirada habría bastado para poner nervioso a la mayoría de la gente. Era realmente bueno, y cualquiera que no tuviese tanta experiencia y preparación en ese tipo de situaciones habría sucumbido a la presión. No obstante no debió encontrar nada sospechoso, pues elogió mi valentía y vehemencia a la hora de hablar, para acto seguido otorgarme el mando de aquel pequeño escuadrón. Pero, ¿cuál sería la misión que debíamos cumplir?
Por otro lado estaba también la mujer rubia que había combatido en el círculo. No me quitaba la vista de encima, y parecía como si me conociese de algo. Además, su cabeza estaba totalmente en blanco, lo que me hacía pensar que probablemente estaría entrenada para evitar intrusiones en sus pensamientos. Aquella mujer me intrigaba enormemente. Era un verdadero misterio, y resolver enigmas ha sido siempre una de mis pasiones.
La travesía finalizó en un lugar que supuse debía estar en la costa opuesta de la isla, pues había visto cómo rodeábamos la bella ciudad durante el trayecto. El lugar en el que tomamos tierra despertó también mi curiosidad, pues si mis cálculos eran correctos en aquella zona de la isla no había ningún embarcadero. Probablemente, aprovechando que aún no disponía de suficientes hombres para vigilar todo el litoral, los Peroccini habrían establecido varios lugares como aquel para poder seguir introduciendo sus mercancías en la ciudad. Esos cabrones eran listos, eso debía reconocerlo. Pero si algo tenía claro es que no lo eran más que yo, y pensaba demostrárselo.
Una vez en tierra, accedimos a un oscuro túnel. Tras un largo recorrido a pie, terminamos llegando al lugar que menos esperaba: el despacho del Alcalde, dentro del edificio del Ayuntamiento. Debía recordar aquel detalle una vez asumiera la alcaldía, seguramente me sería de utilidad. También sería buena idea memorizar la clave usada por el primogénito mafioso para llamar a la puerta del despacho, tal vez me fuese útil en los próximos días. Por supuesto, esperándonos se hallaba el actual corregidor Evans junto a cuatro de sus consejeros y a... ¿Kevin? ¿Qué hacía ese chico allí? No le había ordenado ganarse la confianza del alcalde, ni mucho menos. En teoría debería estar entrenando bajo la dura disciplina de Danny. ¿Tendría alguna relación personal con el alcalde o sus consejeros?
Tras los pertinentes saludos, los recién llegados tomamos asiento y Mario comenzó a exponer su plan para retrasar las elecciones. Al parecer había reclutado otros dos pequeños grupos paramilitares además del mío. Cada uno tendríamos el cometido de causar disturbios en un punto distinto de la ciudad, con el objetivo final de decretar el estado de excepción en la isla, posponiendo las elecciones. Al parecer pensaban sobornar a la marina para ello. Tal vez fuese necesario adelantarse a sus intenciones. Debía hablar con Miles para que negociase con ellos y se asegurase de tenerlos de nuestro lado. Además, Mario aseveró que una semana sería suficiente para acabar conmigo y poner fin a mis aspiraciones a la alcaldía. ¿Qué tendría pensado para ello?
Antes de marcharnos, se nos indicó que al atardecer del día siguiente debíamos acudir a un lugar junto al principal centro comercial de la ciudad, el Water Seven Eleven, situado en la zona centro de la misma. Una vez recibidas las instrucciones, decidí que ya era hora de retirarme a casa, al fin y al cabo ya había averiguado bastante por aquella noche, y probablemente me haría mejor dormir unas horas que continuar indagando hasta el amanecer. La mañana siguiente debería hablar con Kevin y averiguar qué hacía junto a mis enemigos.
Sin embargo, camino a casa me pareció ver una sombra moviéndose con sigilo detrás de mí. Fijándome con más detenimiento pude distinguir los rasgos de la misteriosa mujer rubia. Su forma de actuar me había llamado la atención desde un primer momento, pero ¿seguirme durante el regreso a casa en plena noche? Aquello ya era demasiado. Así que, aprovechando una esquina en el camino, justo tras doblarla creé un clon de mí mismo que continuase caminando tal y como yo lo había estado haciendo hasta entonces. En ese momento yo, usando el Soru, me escabullí entre las sombras y me oculté en la oscuridad, prácticamente indetectable. Una vez la rubia pasara de largo siguiendo a mi clon, utilizaría de nuevo la técnica de desplazamiento rápido para situarme a su espalda e intentar agarrarla del cuello con un brazo. Mientras tanto, con el otro apuntaría hacia su garganta, listo para dejar que las cuchillas de Kairoseki de mi brazalete se desplegaran a la menor señal de peligro.
- ¿Quién eres? Llevas todo el día sin quitarme la vista de encima, como si me conocieras de algo. Y para colmo ahora me sigues por la calle. Responde, ¿quién eres y qué pretendes? - diría, en voz baja pero manteniendo un tono amenazador, consiguiese o no atraparla. Todo mi cuerpo permanecería tenso, listo para reaccionar en caso necesario.
Por otro lado estaba también la mujer rubia que había combatido en el círculo. No me quitaba la vista de encima, y parecía como si me conociese de algo. Además, su cabeza estaba totalmente en blanco, lo que me hacía pensar que probablemente estaría entrenada para evitar intrusiones en sus pensamientos. Aquella mujer me intrigaba enormemente. Era un verdadero misterio, y resolver enigmas ha sido siempre una de mis pasiones.
La travesía finalizó en un lugar que supuse debía estar en la costa opuesta de la isla, pues había visto cómo rodeábamos la bella ciudad durante el trayecto. El lugar en el que tomamos tierra despertó también mi curiosidad, pues si mis cálculos eran correctos en aquella zona de la isla no había ningún embarcadero. Probablemente, aprovechando que aún no disponía de suficientes hombres para vigilar todo el litoral, los Peroccini habrían establecido varios lugares como aquel para poder seguir introduciendo sus mercancías en la ciudad. Esos cabrones eran listos, eso debía reconocerlo. Pero si algo tenía claro es que no lo eran más que yo, y pensaba demostrárselo.
Una vez en tierra, accedimos a un oscuro túnel. Tras un largo recorrido a pie, terminamos llegando al lugar que menos esperaba: el despacho del Alcalde, dentro del edificio del Ayuntamiento. Debía recordar aquel detalle una vez asumiera la alcaldía, seguramente me sería de utilidad. También sería buena idea memorizar la clave usada por el primogénito mafioso para llamar a la puerta del despacho, tal vez me fuese útil en los próximos días. Por supuesto, esperándonos se hallaba el actual corregidor Evans junto a cuatro de sus consejeros y a... ¿Kevin? ¿Qué hacía ese chico allí? No le había ordenado ganarse la confianza del alcalde, ni mucho menos. En teoría debería estar entrenando bajo la dura disciplina de Danny. ¿Tendría alguna relación personal con el alcalde o sus consejeros?
Tras los pertinentes saludos, los recién llegados tomamos asiento y Mario comenzó a exponer su plan para retrasar las elecciones. Al parecer había reclutado otros dos pequeños grupos paramilitares además del mío. Cada uno tendríamos el cometido de causar disturbios en un punto distinto de la ciudad, con el objetivo final de decretar el estado de excepción en la isla, posponiendo las elecciones. Al parecer pensaban sobornar a la marina para ello. Tal vez fuese necesario adelantarse a sus intenciones. Debía hablar con Miles para que negociase con ellos y se asegurase de tenerlos de nuestro lado. Además, Mario aseveró que una semana sería suficiente para acabar conmigo y poner fin a mis aspiraciones a la alcaldía. ¿Qué tendría pensado para ello?
Antes de marcharnos, se nos indicó que al atardecer del día siguiente debíamos acudir a un lugar junto al principal centro comercial de la ciudad, el Water Seven Eleven, situado en la zona centro de la misma. Una vez recibidas las instrucciones, decidí que ya era hora de retirarme a casa, al fin y al cabo ya había averiguado bastante por aquella noche, y probablemente me haría mejor dormir unas horas que continuar indagando hasta el amanecer. La mañana siguiente debería hablar con Kevin y averiguar qué hacía junto a mis enemigos.
Sin embargo, camino a casa me pareció ver una sombra moviéndose con sigilo detrás de mí. Fijándome con más detenimiento pude distinguir los rasgos de la misteriosa mujer rubia. Su forma de actuar me había llamado la atención desde un primer momento, pero ¿seguirme durante el regreso a casa en plena noche? Aquello ya era demasiado. Así que, aprovechando una esquina en el camino, justo tras doblarla creé un clon de mí mismo que continuase caminando tal y como yo lo había estado haciendo hasta entonces. En ese momento yo, usando el Soru, me escabullí entre las sombras y me oculté en la oscuridad, prácticamente indetectable. Una vez la rubia pasara de largo siguiendo a mi clon, utilizaría de nuevo la técnica de desplazamiento rápido para situarme a su espalda e intentar agarrarla del cuello con un brazo. Mientras tanto, con el otro apuntaría hacia su garganta, listo para dejar que las cuchillas de Kairoseki de mi brazalete se desplegaran a la menor señal de peligro.
- ¿Quién eres? Llevas todo el día sin quitarme la vista de encima, como si me conocieras de algo. Y para colmo ahora me sigues por la calle. Responde, ¿quién eres y qué pretendes? - diría, en voz baja pero manteniendo un tono amenazador, consiguiese o no atraparla. Todo mi cuerpo permanecería tenso, listo para reaccionar en caso necesario.
*** La mañana siguiente ***
Tras unas horas de sueño reparador, llamaría en mi mansión tanto a Danny como a Kevin, el joven soldado. El misterio de su presencia en aquella reunión debía ser aclarado, y las dudas sobre su lealtad resueltas al instante. Y la forma más rápida y eficaz de hacerlo era confrontando directamente al soldado. Sabía perfectamente que con mis poderes mentales podría averiguar todo lo que necesitara saber, pues Kevin no era ni de lejos tan poderoso como para ser capaz de resistirse y ocultarme sus pensamientos. Por lo tanto, solo tenía que preguntar lo que quería saber y cualquier duda sobre a quién debía realmente lealtad el chico quedaría resuelta.
Cuando llegaron saludé a ambos y les invité amablemente a tomar asiento. Una vez hecho esto comencé dirigiéndome a mi leal segundo al mando:
- Danny, no sé si lo sabes, pero este chico, Kevin, fue quien me trajo la noticia sobre la colaboración entre el alcalde Evans y los Peroccini. - dediqué una sonrisa de agradecimiento al joven, y me acerqué a él. Al llegar a su lado, posé mi mano en su hombro derecho como si quisiera darle la enhorabuena. - Gracias a su precisa información pude infiltrarme en la organización de los Peroccini y asistir, disfrazado, a una reunión con nada menos que nuestro querido alcalde. En ella hablaron sobre cómo han reunido tres pequeños grupos que se encargarán de crear caos en la ciudad para, con la ayuda de marines corruptos, decretar el estado de excepción y posponer las elecciones una semana, tiempo que planean aprovechar para matarme.
Para entonces, la expresión en la cara del joven Kevin se había tornado de total perplejidad.
- Y, ¿a que no sabes - continué, mirando de nuevo a Danny. - quién estaba también en dicha reunión? Así es, nada más y nada menos que Kevin, sentado junto al alcalde y sus cuatro consejeros. Y te preguntarás, ¿qué podría un soldado de Hebi no Kiba estar haciendo allí, urdiendo conspiraciones junto a nuestros más acérrimos enemigos? Pues eso mismo quiero saber yo.
En ese momento, el soldado estaba pálido y sudoroso, y su respiración se había vuelto agitada.
- Yo... - empezó a decir, tragando saliva. - Yo acudí a esa reunión obligado. Uno de los cuatro consejeros del alcalde que estaban anoche allí es mi tío, y como nunca se ha casado ni tenido hijos siempre ha querido que yo herede su posición, así que me lleva con él a ese tipo de reuniones. De hecho fue él quien quiso inicialmente que entrase en Hebi no Kiba, para que el alcalde tuviese un espía en la organización. Y no solo eso, sino que ayer la información que te di fue ordenada por él. Querían que usted comenzase a investigar y que se enterase de todo. Sabían que hallaría la forma de hacerlo. Planean forzarle a aparecer allí con sus hombres para impedir la violencia, y de alguna forma hacerle parecer el culpable de todo lo que ocurra. Quieren desprestigiarle para que deje de ser un rival político para Evans. Después de eso, una vez haya perdido las elecciones, tienen pensado atentar contra su vida, pero no sé como ni cuándo.
Sorprendentemente, las palabras del chico eran sinceras. Sus pensamientos reflejaban un miedo atroz, así como la desesperación de quien sabe que su historia, aunque real, resulta dificilmente creíble. No obstante, si era un traidor, ¿por qué había cantado tan fácilmente? Algo no cuadraba. Se lo pregunté directamente, y su respuesta no se hizo esperar.
- Nunca he soportado a mi tío, señor. Es un corrupto que solo usa su poder para enriquecerse, y jamás ha hecho nada bueno por esta ciudad. De hecho, pienso que usted es lo mejor que le ha pasado a Water Seven en muchísimo tiempo, y deseo con todas mis fuerzas que gane las elecciones. Estoy convencido de que usted sí cambiaría de verdad las cosas. Por eso se lo he contado todo. Pensaba hacerlo, pero cuando he recibido su llamada me he asustado muchísimo, pues lo más lógico sería pensar que estoy mintiendo, pero le juro que no es así, señor. Le he contado todo lo que sé, créame, se lo suplico.
La desesperación y el miedo eran muy patentes en Kevin quien, sin embargo, no estaba diciendo nada más que la verdad. Su aversión por su tío y su devoción hacia mi persona eran completamente ciertas, lo que fue un verdadero alivio. Hebi no Kiba ya andaba bastante escaso de hombres como para tener que eliminar a uno por traición. Por lo tanto, tranquilicé al joven y le aseguré que le creía y que confiaba en él. Así mismo, le dije que notificara a su tío que yo había mordido el anzuelo. Que me había enterado de lo que se habló en la reunión y pensaba mandar a mis hombres a frenar los disturbios.
Por supuesto, se trataba de una treta. No pensaba enviar a nadie. Acudiría a la hora indicada al centro comercial con mi aspecto de la noche anterior dispuesto en apariencia a liderar el grupo de lucha callejera que me correspondía y causar disturbios. Dado que nadie sabía cómo me había enterado del plan mi tapadera seguía intacta, y podría desbaratar su plan desde dentro como había planeado en un principio.
Cuando llegaron saludé a ambos y les invité amablemente a tomar asiento. Una vez hecho esto comencé dirigiéndome a mi leal segundo al mando:
- Danny, no sé si lo sabes, pero este chico, Kevin, fue quien me trajo la noticia sobre la colaboración entre el alcalde Evans y los Peroccini. - dediqué una sonrisa de agradecimiento al joven, y me acerqué a él. Al llegar a su lado, posé mi mano en su hombro derecho como si quisiera darle la enhorabuena. - Gracias a su precisa información pude infiltrarme en la organización de los Peroccini y asistir, disfrazado, a una reunión con nada menos que nuestro querido alcalde. En ella hablaron sobre cómo han reunido tres pequeños grupos que se encargarán de crear caos en la ciudad para, con la ayuda de marines corruptos, decretar el estado de excepción y posponer las elecciones una semana, tiempo que planean aprovechar para matarme.
Para entonces, la expresión en la cara del joven Kevin se había tornado de total perplejidad.
- Y, ¿a que no sabes - continué, mirando de nuevo a Danny. - quién estaba también en dicha reunión? Así es, nada más y nada menos que Kevin, sentado junto al alcalde y sus cuatro consejeros. Y te preguntarás, ¿qué podría un soldado de Hebi no Kiba estar haciendo allí, urdiendo conspiraciones junto a nuestros más acérrimos enemigos? Pues eso mismo quiero saber yo.
En ese momento, el soldado estaba pálido y sudoroso, y su respiración se había vuelto agitada.
- Yo... - empezó a decir, tragando saliva. - Yo acudí a esa reunión obligado. Uno de los cuatro consejeros del alcalde que estaban anoche allí es mi tío, y como nunca se ha casado ni tenido hijos siempre ha querido que yo herede su posición, así que me lleva con él a ese tipo de reuniones. De hecho fue él quien quiso inicialmente que entrase en Hebi no Kiba, para que el alcalde tuviese un espía en la organización. Y no solo eso, sino que ayer la información que te di fue ordenada por él. Querían que usted comenzase a investigar y que se enterase de todo. Sabían que hallaría la forma de hacerlo. Planean forzarle a aparecer allí con sus hombres para impedir la violencia, y de alguna forma hacerle parecer el culpable de todo lo que ocurra. Quieren desprestigiarle para que deje de ser un rival político para Evans. Después de eso, una vez haya perdido las elecciones, tienen pensado atentar contra su vida, pero no sé como ni cuándo.
Sorprendentemente, las palabras del chico eran sinceras. Sus pensamientos reflejaban un miedo atroz, así como la desesperación de quien sabe que su historia, aunque real, resulta dificilmente creíble. No obstante, si era un traidor, ¿por qué había cantado tan fácilmente? Algo no cuadraba. Se lo pregunté directamente, y su respuesta no se hizo esperar.
- Nunca he soportado a mi tío, señor. Es un corrupto que solo usa su poder para enriquecerse, y jamás ha hecho nada bueno por esta ciudad. De hecho, pienso que usted es lo mejor que le ha pasado a Water Seven en muchísimo tiempo, y deseo con todas mis fuerzas que gane las elecciones. Estoy convencido de que usted sí cambiaría de verdad las cosas. Por eso se lo he contado todo. Pensaba hacerlo, pero cuando he recibido su llamada me he asustado muchísimo, pues lo más lógico sería pensar que estoy mintiendo, pero le juro que no es así, señor. Le he contado todo lo que sé, créame, se lo suplico.
La desesperación y el miedo eran muy patentes en Kevin quien, sin embargo, no estaba diciendo nada más que la verdad. Su aversión por su tío y su devoción hacia mi persona eran completamente ciertas, lo que fue un verdadero alivio. Hebi no Kiba ya andaba bastante escaso de hombres como para tener que eliminar a uno por traición. Por lo tanto, tranquilicé al joven y le aseguré que le creía y que confiaba en él. Así mismo, le dije que notificara a su tío que yo había mordido el anzuelo. Que me había enterado de lo que se habló en la reunión y pensaba mandar a mis hombres a frenar los disturbios.
Por supuesto, se trataba de una treta. No pensaba enviar a nadie. Acudiría a la hora indicada al centro comercial con mi aspecto de la noche anterior dispuesto en apariencia a liderar el grupo de lucha callejera que me correspondía y causar disturbios. Dado que nadie sabía cómo me había enterado del plan mi tapadera seguía intacta, y podría desbaratar su plan desde dentro como había planeado en un principio.
- Nota:
- - Dado que me dijiste que tenía libertad para interactuar con Kevin, me he tomado la ídem de inventarme un par de cosas, espero que no me haya pasado xD. Si es así avísame y edito lo que haga falta.
- Cosas usadas:
- - Pasiva de mi ámbito Oscuridad: Thawne se vuelve casi imposible de detectar de noche o en lugares oscuros si no tiene actitud hostil.
- Soru.
- Mind Clones: Mediante los poderes mentales otorgados por su Akuma, Thawne puede crear ilusiones con su mismo aspecto (hasta 1 por cada 10 niveles). Estas ilusiones serán intangibles y no podrán atacar ni defender, pero podrán moverse, hablar y fingir que realizan técnicas como Thawne les ordene. Duran un máximo de 1 post por cada 20 niveles. Emiten la misma presencia que Thawne.
- Brazaletes Tigre: Dos brazaletes idénticos hechos de tela de fibra de carbono, de forma que no pesan nada. Son de calidad O Wazamono, y miden 22 cm de largo. Son de color negro y muy finos, de forma que se puedan llevar bajo las mangas de la camisa (mangas un poco amplias). Tienen, orientado hacia la muñeca, el dibujo de un tigre, coincidiendo la boca con el orificio para la muñeca. Por ahí pueden aparecer dos finas cuchillas de Kairoseki puro de 20 cm de largo, 3 de ancho, y apenas 5 mm de grosor. Están muy afiladas, y terminan en punta. Cuando no están desplegadas están dentro de la tela de fibra de carbono, de manera que no tocan a su portador y no tienen efecto sobre él. Se despliegan hacia delante en línea recta, a modo de garras. Estos brazaletes son bastante elásticos, de forma que se adaptan al grosor del brazo de Thawne esté en forma humana, híbrida o completa (no creo que resulte demasiado problema ya que no crece demasiado al cambiar de forma). Al transformarse, los brazaletes giran junto a sus brazos, quedando siempre las cuchillas orientadas hacia el dorso de la mano (ya que en forma híbrida y completa tiene las palmas de las manos hacia fuera y el dorso hacia dentro). Permiten a su portador ejecutar Shigan (y sus posibles Kempos) con sus cuchillas de Kairoseki, si conoce dicha técnica, claro.
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Tu reacción hace gracia a la joven de cabellos dorados. Su actitud de asombra, pero también podría resultarte interesante, eso dependía únicamente de ti. La mujer tenía las piernas largas y esbeltas, cubiertas por unas medias que acababan en una insinuante minifalda de color azul. Iba vestida con una camisa blanca con rallas celestes, y esta vez tenía el cabello recogido en un moño desaliñado con dos mechos cayéndoseles en el rostro. Sus ojos eran marrones con pequeñas florituras en ámbar, haciendo que fueran preciosos como las estrellas del firmamento en una noche nocturna. Sobre su nariz respingona posaban unas gafas de pasta negras. Al parecer se había cambiado de ropa. ¿Cuándo? En algún momento.
-Eres rápido, pero pude ponerte un localizador –dijo ella, tocándose el hombro izquierdo y luego mirándote-. ¿Quieres la verdad? Me resultaste interesante desde el momento en el que intentaste leerme la mente. ¿No hubiera sido más fácil preguntarme quien soy directamente? –la voz de ella era sensual y agradable, por no decir que algo juguetona-. Sin embargo, la verdadera pregunta es, ¿Quién eres tú? ¿Un espía del gobierno? ¿Revolucionario quizá? A saber. Pero por la dirección que estás tomando, algo me dice que eres parte de la oposición de nuestro querido alcalde, ¿cierto? Yo soy Lois Leonhart Lane, periodista encargada de resolver porque hay un número tan alto de delincuentes reclutándose en las calles de mi isla natal estos días.
La noche fue larga, ambos hablasteis de muchos temas. ¿Le contaste tu verdadera identidad? ¿Le dijiste que eras Dakuhebi? Eso solo lo sabes tú,
Al día siguiente, tras todos los preparativos, entablas la conversación con Kevin. En un principio parece que dice la verdad, ¿pero sería cierto? A saber. Sí, su tío era un sinvergüenza, pero la experiencia te ha enseñado que no debes fiarte de todo el mundo, ¿cierto?
Los dos días siguientes seguisteis yendo a casa de los Peroccini, conviviendo con ellos, averiguando cuál era su modus operandi hasta que llegó el día. En todas las reuniones estaba Kevin, al igual que Lois, que cada vez te caía mejor. Era una buena muchacha. Al llegar al centro comercial están todos allí: Robbie, Kevin, Lois, los otros dos sujetos, cuyos nombres eran Esc y Udo, y resultaban un equipo increíble en conjunto, aunque por separado no eran gran cosa. La supuesta reportera te guiña un ojo y sonría. Y de pronto, una explosión en el piso superior. El pánico comienza a cundir y la gente intenta salir del edificio, pero no pueden están encerrados. Sabes que los siguientes golpes se van a dar cada hora exacta y en un radio de pocos metros. ¿Qué haces? El jefe está en casa del alcalde, pero también puede que muera gente allí si no haces nada. Tu gente posiblemente esté preparada para salir a la calle. Ahora, todo depende de ti.
-Eres rápido, pero pude ponerte un localizador –dijo ella, tocándose el hombro izquierdo y luego mirándote-. ¿Quieres la verdad? Me resultaste interesante desde el momento en el que intentaste leerme la mente. ¿No hubiera sido más fácil preguntarme quien soy directamente? –la voz de ella era sensual y agradable, por no decir que algo juguetona-. Sin embargo, la verdadera pregunta es, ¿Quién eres tú? ¿Un espía del gobierno? ¿Revolucionario quizá? A saber. Pero por la dirección que estás tomando, algo me dice que eres parte de la oposición de nuestro querido alcalde, ¿cierto? Yo soy Lois Leonhart Lane, periodista encargada de resolver porque hay un número tan alto de delincuentes reclutándose en las calles de mi isla natal estos días.
La noche fue larga, ambos hablasteis de muchos temas. ¿Le contaste tu verdadera identidad? ¿Le dijiste que eras Dakuhebi? Eso solo lo sabes tú,
Al día siguiente, tras todos los preparativos, entablas la conversación con Kevin. En un principio parece que dice la verdad, ¿pero sería cierto? A saber. Sí, su tío era un sinvergüenza, pero la experiencia te ha enseñado que no debes fiarte de todo el mundo, ¿cierto?
Los dos días siguientes seguisteis yendo a casa de los Peroccini, conviviendo con ellos, averiguando cuál era su modus operandi hasta que llegó el día. En todas las reuniones estaba Kevin, al igual que Lois, que cada vez te caía mejor. Era una buena muchacha. Al llegar al centro comercial están todos allí: Robbie, Kevin, Lois, los otros dos sujetos, cuyos nombres eran Esc y Udo, y resultaban un equipo increíble en conjunto, aunque por separado no eran gran cosa. La supuesta reportera te guiña un ojo y sonría. Y de pronto, una explosión en el piso superior. El pánico comienza a cundir y la gente intenta salir del edificio, pero no pueden están encerrados. Sabes que los siguientes golpes se van a dar cada hora exacta y en un radio de pocos metros. ¿Qué haces? El jefe está en casa del alcalde, pero también puede que muera gente allí si no haces nada. Tu gente posiblemente esté preparada para salir a la calle. Ahora, todo depende de ti.
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La reacción de la joven fue, cuanto menos, intrigante. Daba la sensación de que mi veloz y, de tener intenciones hostiles, peligrosa maniobra le había hecho gracia, lo que resultaba ciertamente extraño. ¿A qué clase de poderes estaría acostumbrada aquella mujer para no alterarse ante mi embocada? O, al menos, para no dejar que dicho nerviosismo fuera detectable para unos ojos tan expertos a la hora de leer las emociones ajenas como los míos.
La mujer, que vista tan de cerca resultaba innegablemente atractiva, se presentó como Lois Leonhart Lane, una periodista encargada de desenmascarar la razón de la escalada de la delincuencia en los últimos días. No iba a negar que, como coartada para su comportamiento, no era nada mala. No obstante, había varias cosas que no cuadraban. Para empezar, el nivel de poder que parecía poseer cuando participó en aquel círculo de la muerte distaba mucho del esperable de una simple periodista. Pero por encima de todo se encontraba el hecho de que había logrado proteger su mente ante mi intrusión y, más aún, se había dado cuenta de ella. Esto último era lo que más me mosqueaba, pues aunque no era la primera vez que no conseguía leer la mente de alguien cuando me lo había propuesto, sí que era la primera vez que dicha persona se enteraba de mi intento. No, desde luego aquella joven no era tan solo una simple periodista.
- Encantado de conocerla, señorita Lane. - respondí, con voz suave y pausada. Trataba al mismo tiempo de transmitir seguridad en mí mismo y una inalterable calma, cosa que no me había resultado nunca muy difícil, pues eran dos características muy marcadas de mi personalidad. - Dado que no me ha contado todo sobre usted, lamento decirle que yo tampoco puedo hacer lo mismo. No sería sensato por mi parte. Pero puedo decirle que mis objetivos no distan mucho de los suyos. Desde la llegada de Dakuhebi no Kirtash a la ciudad la violencia y la delincuencia disminuyeron mucho, y no puede ser capacidad el repunte que están viviendo a escasas fechas de las elecciones que podrían convertirle en alcalde. Como hemos comprobado, los Peroccini y el alcalde Evans son los responsables, tratando desesperadamente de mantener sus ruines negocios a costa de la seguridad de los habitantes de Water Seven. Así que, en el momento de la verdad, cuando debamos detener el plan de esos miserables, espero contar con su ayuda. Por cierto, - continué, bajando aún más la voz hasta convertirla en prácticamente un susurro, - puede llamarme Christian.
Y, dicho esto, desaparecí rápidamente utilizando el Soru. Cabía la posibilidad, aunque escasa, de que la supuesta periodista hubiese oído hablar de la Cipher Pol y las habilidades de sus Agentes, pero seguramente si había escuchado algo serían poco más que imprecisos rumores. Aún así, su reacción ante mi huida sería otra fuente de información sobre qué más ocultaba aquella mujer.
La mujer, que vista tan de cerca resultaba innegablemente atractiva, se presentó como Lois Leonhart Lane, una periodista encargada de desenmascarar la razón de la escalada de la delincuencia en los últimos días. No iba a negar que, como coartada para su comportamiento, no era nada mala. No obstante, había varias cosas que no cuadraban. Para empezar, el nivel de poder que parecía poseer cuando participó en aquel círculo de la muerte distaba mucho del esperable de una simple periodista. Pero por encima de todo se encontraba el hecho de que había logrado proteger su mente ante mi intrusión y, más aún, se había dado cuenta de ella. Esto último era lo que más me mosqueaba, pues aunque no era la primera vez que no conseguía leer la mente de alguien cuando me lo había propuesto, sí que era la primera vez que dicha persona se enteraba de mi intento. No, desde luego aquella joven no era tan solo una simple periodista.
- Encantado de conocerla, señorita Lane. - respondí, con voz suave y pausada. Trataba al mismo tiempo de transmitir seguridad en mí mismo y una inalterable calma, cosa que no me había resultado nunca muy difícil, pues eran dos características muy marcadas de mi personalidad. - Dado que no me ha contado todo sobre usted, lamento decirle que yo tampoco puedo hacer lo mismo. No sería sensato por mi parte. Pero puedo decirle que mis objetivos no distan mucho de los suyos. Desde la llegada de Dakuhebi no Kirtash a la ciudad la violencia y la delincuencia disminuyeron mucho, y no puede ser capacidad el repunte que están viviendo a escasas fechas de las elecciones que podrían convertirle en alcalde. Como hemos comprobado, los Peroccini y el alcalde Evans son los responsables, tratando desesperadamente de mantener sus ruines negocios a costa de la seguridad de los habitantes de Water Seven. Así que, en el momento de la verdad, cuando debamos detener el plan de esos miserables, espero contar con su ayuda. Por cierto, - continué, bajando aún más la voz hasta convertirla en prácticamente un susurro, - puede llamarme Christian.
Y, dicho esto, desaparecí rápidamente utilizando el Soru. Cabía la posibilidad, aunque escasa, de que la supuesta periodista hubiese oído hablar de la Cipher Pol y las habilidades de sus Agentes, pero seguramente si había escuchado algo serían poco más que imprecisos rumores. Aún así, su reacción ante mi huida sería otra fuente de información sobre qué más ocultaba aquella mujer.
****
Tras la conversación con Kevin la mañana siguiente y las decisiones tomadas en consecuencia, continué infiltrado en la organización de los Peroccini durante los dos días siguientes. Allí me dediqué a pasar más tiempo con todos con quienes pude hacerlo, tratando de escuchar cualquier dato que pudiera serme de utilidad, y analizando el más mínimo gesto de todos y cada uno de ellos. Kevin cumplió con su papel y siguió apareciendo en las reuniones, al igual que Lois, con quien cada vez fui hablando más. Su conversación era realmente interesante, y el hecho de saber que ocultaba aún muchas cosas sobre su identidad y propósito me tenía tremendamente intrigado. Además, parecía ser una buena persona, y tenía algo que me llamaba mucho la atención. No obstante, no podía fiarme de ella, al menos no por el momento. Lo que me había contado sobre sus intenciones de investigar la escalada de violencia me había parecido cierto pero, ¿qué querría hacer con dicha investigación? ¿Para quién trabajaría y con qué objetivo final?
Finalmente, el día D y la hora H llegaron. En el centro comercial me estaban ya esperando el misterioso Robbie, Kevin, Lois y los dos piernas largas. Había averiguado que la mayor parte de la fuerza de esta pareja residía, precisamente, en el trabajo en equipo. Por separado resultaban vulnerables, luego mi estrategia estaba muy clara si llegaba el momento de la confrontación. La "periodista" me guiñó un ojo y, en ese preciso momento, algo explotó en el piso superior. El estruendo fue ensordecedor, y el caos que se generó aún más. La gente corría como pollos sin cabeza, tratando de alejarse de la zona lo más rápido posible y sin prestar atención a su entorno ni a los demás. Sin embargo, la puerta del edificio parecía estar cerrada, con lo que nadie logró salir. El pánico escalaba de forma vertiginosa, y urgía hacer algo.
Mi cerebro funcionaba a toda velocidad. No podía ser casualidad que el guiño de la misteriosa Lois hubiese llegado en el mismo momento que la detonación. ¿Ya sabía lo que iba a ocurrir? ¿Sería ella una de las responsables? ¿Estaría jugando a dos bandas y realmente buscaba la violencia y no detenerla? Estas y muchas otras cuestiones se amontonaban en mi cabeza. Debía actuar rápido, pues sabía que los demás golpes estaban planeados cada hora en puntos muy cercanos, a escasos metros. Si no conseguía sacar a la gente de allí, probablemente muchos morirían. Era posible que tal vez incluso Kevin y Lois acabasen pereciendo. No, no podía permitirlo. Kevin había demostrado ser un gran chico, un soldado leal y del que era responsable, pues trabajaba para mí. En cuanto a la joven, debía reconocer que su forma de ser me había hecho cogerle cierto aprecio en los pocos días que habíamos coincidido, y a pesar de los misterios que la rodeaban la sensación que me transmitía el escrutinio al que había sometido sus palabras y gestos era la de que era una buena persona y podía convertirse en una valiosa aliada.
Si queríamos salvar a los habitantes, debíamos ocuparnos de Robbie y los piernas largas. No obstante, me resultaba imposible enfrentarme a los tres al mismo tiempo, pues la situación era realmente urgente. Debía vencer mis prejuicios y mi suspicacia natural y confiar en Kevin y Lois si quería evitar una masacre. Dado que Robbie parecía el más peligroso, decidí encargarme de él. Por lo tanto, fijé mi Mantra en él y rápidamente establecí dos vínculos telepáticos con el joven soldado y la supuesta periodista y les dije, tratando que mi "voz" mental reflejara la urgencia del momento:
- Debemos detener esto y poner a la gente a salvo, y para ello hay que quitar de en medio a nuestros tres acompañantes. yo me ocuparé de Robbie. Vosotros id a por los piernas largas. Tratad por todos los medios de separarlos, pues su poder radica en su compenetración.
Dicho esto, hice acopio de mis habilidades como Agente del Gobierno Mundial y me lancé a por Robbie con la sobrehumana velocidad que el Soru me otorgaba. Activé mi Tekkai Kempo, notando cómo mi cuerpo se tornaba tan resistente como el titanio sin perder por ello un ápice de movilidad, y concentré mi voluntad en ambos brazos, que se volvieron completamente negros, para tratar de sorprenderle con una lluvia de poderosos puñetazos con toda mi fuerza. Debía acabar con él lo más rápido posible, antes de que tuviese tiempo de reaccionar, para así evitar que interfiriese en el rescate. Además, seguramente supondría un importante golpe para los Peroccini perder a uno de sus hombres de confianza, un golpe que pretendía asestarles. Y tan solo sería el principio del fin para aquella familia.
Finalmente, el día D y la hora H llegaron. En el centro comercial me estaban ya esperando el misterioso Robbie, Kevin, Lois y los dos piernas largas. Había averiguado que la mayor parte de la fuerza de esta pareja residía, precisamente, en el trabajo en equipo. Por separado resultaban vulnerables, luego mi estrategia estaba muy clara si llegaba el momento de la confrontación. La "periodista" me guiñó un ojo y, en ese preciso momento, algo explotó en el piso superior. El estruendo fue ensordecedor, y el caos que se generó aún más. La gente corría como pollos sin cabeza, tratando de alejarse de la zona lo más rápido posible y sin prestar atención a su entorno ni a los demás. Sin embargo, la puerta del edificio parecía estar cerrada, con lo que nadie logró salir. El pánico escalaba de forma vertiginosa, y urgía hacer algo.
Mi cerebro funcionaba a toda velocidad. No podía ser casualidad que el guiño de la misteriosa Lois hubiese llegado en el mismo momento que la detonación. ¿Ya sabía lo que iba a ocurrir? ¿Sería ella una de las responsables? ¿Estaría jugando a dos bandas y realmente buscaba la violencia y no detenerla? Estas y muchas otras cuestiones se amontonaban en mi cabeza. Debía actuar rápido, pues sabía que los demás golpes estaban planeados cada hora en puntos muy cercanos, a escasos metros. Si no conseguía sacar a la gente de allí, probablemente muchos morirían. Era posible que tal vez incluso Kevin y Lois acabasen pereciendo. No, no podía permitirlo. Kevin había demostrado ser un gran chico, un soldado leal y del que era responsable, pues trabajaba para mí. En cuanto a la joven, debía reconocer que su forma de ser me había hecho cogerle cierto aprecio en los pocos días que habíamos coincidido, y a pesar de los misterios que la rodeaban la sensación que me transmitía el escrutinio al que había sometido sus palabras y gestos era la de que era una buena persona y podía convertirse en una valiosa aliada.
Si queríamos salvar a los habitantes, debíamos ocuparnos de Robbie y los piernas largas. No obstante, me resultaba imposible enfrentarme a los tres al mismo tiempo, pues la situación era realmente urgente. Debía vencer mis prejuicios y mi suspicacia natural y confiar en Kevin y Lois si quería evitar una masacre. Dado que Robbie parecía el más peligroso, decidí encargarme de él. Por lo tanto, fijé mi Mantra en él y rápidamente establecí dos vínculos telepáticos con el joven soldado y la supuesta periodista y les dije, tratando que mi "voz" mental reflejara la urgencia del momento:
- Debemos detener esto y poner a la gente a salvo, y para ello hay que quitar de en medio a nuestros tres acompañantes. yo me ocuparé de Robbie. Vosotros id a por los piernas largas. Tratad por todos los medios de separarlos, pues su poder radica en su compenetración.
Dicho esto, hice acopio de mis habilidades como Agente del Gobierno Mundial y me lancé a por Robbie con la sobrehumana velocidad que el Soru me otorgaba. Activé mi Tekkai Kempo, notando cómo mi cuerpo se tornaba tan resistente como el titanio sin perder por ello un ápice de movilidad, y concentré mi voluntad en ambos brazos, que se volvieron completamente negros, para tratar de sorprenderle con una lluvia de poderosos puñetazos con toda mi fuerza. Debía acabar con él lo más rápido posible, antes de que tuviese tiempo de reaccionar, para así evitar que interfiriese en el rescate. Además, seguramente supondría un importante golpe para los Peroccini perder a uno de sus hombres de confianza, un golpe que pretendía asestarles. Y tan solo sería el principio del fin para aquella familia.
- Cosas:
- - Tekkai Kempo: Pasivamente, aumenta la dureza y tenacidad del Tekkai, llegando a compararse a la del titanio. Además, puede moverse mientras lo utiliza y combinarlo con otras técnicas, por lo que deja de ser una técnica meramente defensiva. Activamente, puede realizar el Tekkai Kempo: Nuclear Head, mediante el cual concentra su Tekkai durante breves momentos en una parte concreta de su cuerpo (sus brazos, sus pies, su cabeza o una pierna, por ejemplo), logrando endurecer esa parte hasta ser comparable al diamante. Sin embargo, cuando haga esto, no podrá utilizar el Tekkai en los siguientes 4 posts.
- Haki de Observación Desarrollado (Predilecto): Ambas ramas a tier 6 y ambas sintonías.
- Haki Armadura Desarrollado: los 6 tiers en Armadura y Sintonía Bastión.
- Hard As Hell II: El riguroso entrenamiento al que Thawne se somete a diario hace que su cuerpo alcance una dureza tremenda. Por lo tanto, de forma pasiva el Endurecimiento de Thawne dura un 40% más de lo que debería (redondeando hacia arriba). Activamente Thawne ha mejorado el uso de su Endurecimiento a la hora de atacar, consiguiendo que este aumente el poder de sus golpes el 75% de lo que aumenta su resistencia (se suma al aumento de potencia que otorga la Aptitud Bastión).
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Te abalanzas sobre Robbie a una velocidad pasmosa, casi imperceptible para el ojo de una persona corriente, ¿pero sabes qué? Robbie no es una persona corriente. Casi sin inmutarse, bloquea todos y cada uno de los golpes que le propinas, sin expresar esfuerzo alguno en su rostro. ¿Qué clase de tío es? Quien sabe, pero ahora no hay vuelta atrás, eres un enemigo.
-¿Creías que pillándome desprevenido ibas a conseguir algo, muchacho? –te dijo, deshaciéndose de su blazer con delicadeza, apoyándola sobre un banco que había a vuestro lado, para inmediatamente después subirse las mangas y colocarse en guardia-. Venga. ¡Atácame de nuevo! –te dijo, mientras notas como el suelo temblaba un instante, paralizándote ese tiempo.
-¿Creías que pillándome desprevenido ibas a conseguir algo, muchacho? –te dijo, deshaciéndose de su blazer con delicadeza, apoyándola sobre un banco que había a vuestro lado, para inmediatamente después subirse las mangas y colocarse en guardia-. Venga. ¡Atácame de nuevo! –te dijo, mientras notas como el suelo temblaba un instante, paralizándote ese tiempo.
- Datos de Robbie:
- Imagen aprox:
Haki de armadura: tier 6 en armadura y tier 6 en armamento.
Haki de observación: Tier 6 en visión.
Haki del rey: tier 4 en destrucción.
P.U: Sin Datos
Técnicas: Sin Datos
Akuma: Sin Datos
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La insultante facilidad con la que Robbie pareció bloquear todos y cada uno de mis golpes me dejó anonadado. No solo había atacado tremendamente rápido, sino que mis puños estaban fortalecidos por mi Tekkai Kempo e imbuidos en Haki. Para parar aquellos ataques era necesario contar con una fuerza física descomunal. Esperaba que se tratase de un oponente capaz y poderoso, pero nunca habría imaginado que lo fuese tanto. Parecía que los Peroccini contaban con personas realmente fuertes a su servicio, lo que complicaba mucho las cosas.
Mientras me dedicaba unas socarronas palabras, se quitó su chaqueta. Acto seguido, en una clara demostración de que creía ser netamente superior a mí, me animó a atacarle de nuevo. En ese preciso instante, el suelo tembló. Apenas duró un momento, pero durante ese lapso de tiempo fui incapaz de moverme. ¿Qué había sido eso? ¿Tendría mi enemigo tanto poder? De ser así, debía terminar con él. Alguien tan fuerte podría diezmar el pequeño ejército de Hebi no Kiba, acabando con casi todos mis subordinados con facilidad. Por lo tanto yo era el único que podía detenerlo, y estaba completamente decidido a hacerlo.
Era plenamente consciente de que aquella iba a ser la última vez en varios días que pudiese hacer aparecer mis clones, pero no podía dejarme nada en el tintero. La situación lo requería. Tenía también la extraña idea de que, al contrario que la inmensa mayoría de la gente, mi rival iba a ser capaz de fijar su Mantra en mí (si es que lo poseía) sin quedar paralizado por el miedo. No sabía cómo era eso posible, pero dado que había bloqueado todos mis golpes no encontraba otra explicación.
Así que de repente yo ya no era solo yo, sino que otras seis figuras exactamente iguales habían aparecido a mi alrededor. Establecí un vínculo mental con Robbie, que se sumó a los que ya mantenía con Lois y Kevin, y al momento tanto mi cuerpo real como las seis copias salieron disparados hacia delante. Antes había sido capaz de seguir la increíble velocidad del Soru, pero contaba con ello. Las siete figuras se entrecruzarían continuamente para evitar que mi rival supiese cuál de ellas era la verdadera. En el momento de llegar a él, cada imagen lanzaría un veloz ataque con el puño cerrado. Probablemente aquello desconcertaría a Robbie, pues ni siquiera con Mantra era posible para la inmensa mayoría de la gente distinguir cuál de aquellas figuras era yo.
Y en tercer lugar, justo después de que la segunda imagen lanzara su inofensivo ataque, yo mismo golpearía a mi oponente. La diferencia es que, en el momento del impacto, dos garras de Kairoseki, ocultas en un brazalete que llevaba bajo la manga, se desplegarían. De esta manera, podría realizar una técnica equivalente a un Shigan Kempo, con la diferencia de que en lugar de dedos usaría cuchillas de Kairoseki. Además, gracias al vínculo mental que acababa de establecer con mi oponente, me daría cuenta de sus movimientos antes de que los realizase, y podría alterar la trayectoria de mi ataque lo necesario para tratar de perforarle el estómago con ambas cuchillas.
Mientras me dedicaba unas socarronas palabras, se quitó su chaqueta. Acto seguido, en una clara demostración de que creía ser netamente superior a mí, me animó a atacarle de nuevo. En ese preciso instante, el suelo tembló. Apenas duró un momento, pero durante ese lapso de tiempo fui incapaz de moverme. ¿Qué había sido eso? ¿Tendría mi enemigo tanto poder? De ser así, debía terminar con él. Alguien tan fuerte podría diezmar el pequeño ejército de Hebi no Kiba, acabando con casi todos mis subordinados con facilidad. Por lo tanto yo era el único que podía detenerlo, y estaba completamente decidido a hacerlo.
Era plenamente consciente de que aquella iba a ser la última vez en varios días que pudiese hacer aparecer mis clones, pero no podía dejarme nada en el tintero. La situación lo requería. Tenía también la extraña idea de que, al contrario que la inmensa mayoría de la gente, mi rival iba a ser capaz de fijar su Mantra en mí (si es que lo poseía) sin quedar paralizado por el miedo. No sabía cómo era eso posible, pero dado que había bloqueado todos mis golpes no encontraba otra explicación.
Así que de repente yo ya no era solo yo, sino que otras seis figuras exactamente iguales habían aparecido a mi alrededor. Establecí un vínculo mental con Robbie, que se sumó a los que ya mantenía con Lois y Kevin, y al momento tanto mi cuerpo real como las seis copias salieron disparados hacia delante. Antes había sido capaz de seguir la increíble velocidad del Soru, pero contaba con ello. Las siete figuras se entrecruzarían continuamente para evitar que mi rival supiese cuál de ellas era la verdadera. En el momento de llegar a él, cada imagen lanzaría un veloz ataque con el puño cerrado. Probablemente aquello desconcertaría a Robbie, pues ni siquiera con Mantra era posible para la inmensa mayoría de la gente distinguir cuál de aquellas figuras era yo.
Y en tercer lugar, justo después de que la segunda imagen lanzara su inofensivo ataque, yo mismo golpearía a mi oponente. La diferencia es que, en el momento del impacto, dos garras de Kairoseki, ocultas en un brazalete que llevaba bajo la manga, se desplegarían. De esta manera, podría realizar una técnica equivalente a un Shigan Kempo, con la diferencia de que en lugar de dedos usaría cuchillas de Kairoseki. Además, gracias al vínculo mental que acababa de establecer con mi oponente, me daría cuenta de sus movimientos antes de que los realizase, y podría alterar la trayectoria de mi ataque lo necesario para tratar de perforarle el estómago con ambas cuchillas.
- Cosas:
- - Haki Observación Desarrollado (Predilecto) con ambas ramas a Tier 6.
- Mind's Eye II: Fusionando las capacidades de su Telepatía y su Mantra, Thawne es capaz de forma pasiva de saber lo que la gente va a decirle cuatro segundos antes de que lo hagan, lo que le permite pensar mejor su respuesta. Activamente, puede predecir cualquier acción que no sea un ataque realizada por las personas con quienes mantenga un vínculo telepático con hasta la mitad de la antelación con la que puede predecir los ataques de un único objetivo.
- Mind Clones (último turno, están descritos en posts anteriores).
- Brazaletes Tigre: Dos brazaletes idénticos hechos de tela de fibra de carbono, de forma que no pesan nada. Son de calidad O Wazamono, y miden 22 cm de largo. Son de color negro y muy finos, de forma que se puedan llevar bajo las mangas de la camisa (mangas un poco amplias). Tienen, orientado hacia la muñeca, el dibujo de un tigre, coincidiendo la boca con el orificio para la muñeca. Por ahí pueden aparecer dos finas cuchillas de Kairoseki puro de 20 cm de largo, 3 de ancho, y apenas 5 mm de grosor. Están muy afiladas, y terminan en punta. Cuando no están desplegadas están dentro de la tela de fibra de carbono, de manera que no tocan a su portador y no tienen efecto sobre él. Se despliegan hacia delante en línea recta, a modo de garras. Estos brazaletes son bastante elásticos, de forma que se adaptan al grosor del brazo de Thawne esté en forma humana, híbrida o completa (no creo que resulte demasiado problema ya que no crece demasiado al cambiar de forma). Al transformarse, los brazaletes giran junto a sus brazos, quedando siempre las cuchillas orientadas hacia el dorso de la mano (ya que en forma híbrida y completa tiene las palmas de las manos hacia fuera y el dorso hacia dentro). Permiten a su portador ejecutar Shigan (y sus posibles Kempos) con sus cuchillas de Kairoseki, si conoce dicha técnica, claro.
- Shigan Kempo (ejecutado con el brazalete): Gracias a la velocidad de movimientos que le otorga su Kami-e Kempo, ejecuta sus Shigan con tal rapidez que resulta casi imposible reaccionar a tiempo para esquivarlos. Del mismo modo, dicha velocidad hace que sus Shigan tengan el doble de potencia que antes. Puede lanzar Shigan con más de un dedo a la vez, con el pie, o incluso lanzar varios consecutivos, pareciendo una ametralladora.
- Los Stats y PU Pasivos están puestos en anteriores posts también.
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Robbie mantenía en su rostro una elocuente sonrisa que te incomodaba por su pasividad. El ambiente en aquel centro comercial cada vez era más caótico. Los hombres de los Peroccini agredían a civiles, y los efectivos que habías enviado no eran suficiente como para pararlos. ¿Qué demonios vas a hacer? A sí, atacar al mafioso que tienes frente a ti, aunque tienes poco tiempo. Tu ofensiva es rápida y casi pilla desprevenido al mafioso, que cuando ve que te estás acercando choca las palmas de sus manos creando una onda expansiva que recorre varios metros, chocando con los clones y contigo mismo. La onda no tiene mucha potencia, pero al único que parece ralentizar es a ti, al único tangible de todos los clones.
-Te tengo, muchacho –dijo el mafioso, usando una técnica parecida al Soru pero que dejaba un destello como el de un cohete al acercarse a ti.
Centras tu poder mental sobre él, sintiendo lo que va a hacer. Puedes prever que se va a acercar a ti por la derecha, aunque antes de predecir lo que va a hacer sientes una presencia que te aterra y desintoniza el enlace mental, haciéndote cerrar los ojos durante una milésima de segundo. Robbie está frente a ti, tus garras han rasgado su brazo izquierdo, sangrando, mientras que tu otro brazo ha sido bloqueado por el de tu oponente. Entonces, de los codos de Robbie surgen unos cohetes y la velocidad y la potencia de los golpes que dan. Primero intentaría machacar el tu cuerpo dándote un golpe tras otro, buscando las costillas sobre todo. En el caso de que intentes proteger tus costados, lanzaría un rodillazo en la boca del estómago, al mismo tiempo que aprovecharía la inclinación natural de ese ataque para golpearte en la espalda con ambas manos.
-Te tengo, muchacho –dijo el mafioso, usando una técnica parecida al Soru pero que dejaba un destello como el de un cohete al acercarse a ti.
Centras tu poder mental sobre él, sintiendo lo que va a hacer. Puedes prever que se va a acercar a ti por la derecha, aunque antes de predecir lo que va a hacer sientes una presencia que te aterra y desintoniza el enlace mental, haciéndote cerrar los ojos durante una milésima de segundo. Robbie está frente a ti, tus garras han rasgado su brazo izquierdo, sangrando, mientras que tu otro brazo ha sido bloqueado por el de tu oponente. Entonces, de los codos de Robbie surgen unos cohetes y la velocidad y la potencia de los golpes que dan. Primero intentaría machacar el tu cuerpo dándote un golpe tras otro, buscando las costillas sobre todo. En el caso de que intentes proteger tus costados, lanzaría un rodillazo en la boca del estómago, al mismo tiempo que aprovecharía la inclinación natural de ese ataque para golpearte en la espalda con ambas manos.
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Resultaba extraño observar lo calmado y seguro de sí mismo que se mostraba Robbie. La tétrica sonrisa que dominaba su rostro daba la sensación de que creía tener la situación totalmente bajo control, y no podía ignorar que tal vez así fuera. Debía prepararme para cualquier cosa.
A pesar de saber lo que mi oponente iba a hacer, no tuve forma de impedir que identificase a mi verdadero yo utilizando aquella especie de onda. Seguramente debería continuar mejorando mis clones para evitar que trucos como ese funcionasen, pues contar con ese factor sorpresa sobre tu rival siempre proporciona una considerable ventaja. Y no pensaba renunciar a ella porque mi técnica tuviese fallos. Durante el torneo organizado por el Gobierno Mundial, Kusanagi Yu ya me había mostrado uno al ser capaz de localizarme mediante visión térmica, y ahora Robbie acababa de enseñarme otro. Ahora tenía dos puntos de mejora para mi técnica. Podía tropezar, pero nunca dos veces con la misma piedra.
La velocidad a la que se movió el miembro de los Peroccini para ir a mi encuentro me sorprendió. Pese a que conocía sus intenciones, no había podido prever que ejecutase sus movimientos con tanta celeridad. Mis garras hendieron su brazo izquierdo, pero mi otro brazo fue bloqueado por él. Sin lugar a dudas se trataba de un poderoso combatiente, alguien que supondría un verdadero reto para mis capacidades. Aunque, pensándolo bien, eso me venía bien. Ante un auténtico desafío es cuando se es capaz de romper los propios límites y descubrir capacidades que no se creía poseer. Y si algo tenía claro era que no pensaba darme por vencido.
Al momento, mi oponente pasó a la ofensiva. Daba la sensación de que su brazo sangrante no le dificultaba demasiado moverse, pero eso no resultó una sorpresa. Sin embargo, sí que lo fue comprobar que de sus codos surgieron sendos cohetes. ¿Sería un usuario? ¿Cómo era entonces posible que no hubiese dado ninguna señal de debilidad al ser herido por un arma hecha de Kairoseki puro? En aquel momento eso era lo de menos, lo urgente era reaccionar a sus ataques. La velocidad que le otorgaban los cohetes me dejaba muy poco margen para ello, así que la mejor solución que se me ocurrió fue recurrir a una de las técnicas del Cipher Pol que había logrado mejorar y personalizar.
En ese instante, sentí como todos mis músculos se endurecían tremendamente, sin perder por ello un ápice de movilidad. Al mismo tiempo, toda mi piel se tornó de un color negro metálico. Utilicé mis brazos para proteger mis costados, pese a que ya sabía que, cuando lo hiciese, mi oponente cambiaría de objetivo. La combinación de ambas técnicas defensivas me permitiría seguramente recibir sus golpes sufriendo muy poco o ningún daño. Además, al inclinarme hacia delante por su rodillazo doblaría también las rodillas para, mientras él intentaba alcanzarme en la espalda, dar un fuerte pisotón con ambos pies, utilizando otra de mis técnicas propias basadas en las típicas de mi Agencia.
De esa forma, me propulsaría hacia arriba. Mi intención sería, aprovechando la inercia de su propio ataque descendente, golpearle con la cabeza en el mentón. La dureza de mi Tekkai Kempo y del Haki me permitirían probablemente causarle un severo daño. Hecho esto, no continuaría impulsándome en el aire, sino que caería en el suelo y me volvería hacia mi enemigo. En ningún momento cortaría mi vínculo telepático con él ni con ninguno de mis dos aliados, que se hallaban luchando contra los piernas largas.
A pesar de saber lo que mi oponente iba a hacer, no tuve forma de impedir que identificase a mi verdadero yo utilizando aquella especie de onda. Seguramente debería continuar mejorando mis clones para evitar que trucos como ese funcionasen, pues contar con ese factor sorpresa sobre tu rival siempre proporciona una considerable ventaja. Y no pensaba renunciar a ella porque mi técnica tuviese fallos. Durante el torneo organizado por el Gobierno Mundial, Kusanagi Yu ya me había mostrado uno al ser capaz de localizarme mediante visión térmica, y ahora Robbie acababa de enseñarme otro. Ahora tenía dos puntos de mejora para mi técnica. Podía tropezar, pero nunca dos veces con la misma piedra.
La velocidad a la que se movió el miembro de los Peroccini para ir a mi encuentro me sorprendió. Pese a que conocía sus intenciones, no había podido prever que ejecutase sus movimientos con tanta celeridad. Mis garras hendieron su brazo izquierdo, pero mi otro brazo fue bloqueado por él. Sin lugar a dudas se trataba de un poderoso combatiente, alguien que supondría un verdadero reto para mis capacidades. Aunque, pensándolo bien, eso me venía bien. Ante un auténtico desafío es cuando se es capaz de romper los propios límites y descubrir capacidades que no se creía poseer. Y si algo tenía claro era que no pensaba darme por vencido.
Al momento, mi oponente pasó a la ofensiva. Daba la sensación de que su brazo sangrante no le dificultaba demasiado moverse, pero eso no resultó una sorpresa. Sin embargo, sí que lo fue comprobar que de sus codos surgieron sendos cohetes. ¿Sería un usuario? ¿Cómo era entonces posible que no hubiese dado ninguna señal de debilidad al ser herido por un arma hecha de Kairoseki puro? En aquel momento eso era lo de menos, lo urgente era reaccionar a sus ataques. La velocidad que le otorgaban los cohetes me dejaba muy poco margen para ello, así que la mejor solución que se me ocurrió fue recurrir a una de las técnicas del Cipher Pol que había logrado mejorar y personalizar.
En ese instante, sentí como todos mis músculos se endurecían tremendamente, sin perder por ello un ápice de movilidad. Al mismo tiempo, toda mi piel se tornó de un color negro metálico. Utilicé mis brazos para proteger mis costados, pese a que ya sabía que, cuando lo hiciese, mi oponente cambiaría de objetivo. La combinación de ambas técnicas defensivas me permitiría seguramente recibir sus golpes sufriendo muy poco o ningún daño. Además, al inclinarme hacia delante por su rodillazo doblaría también las rodillas para, mientras él intentaba alcanzarme en la espalda, dar un fuerte pisotón con ambos pies, utilizando otra de mis técnicas propias basadas en las típicas de mi Agencia.
De esa forma, me propulsaría hacia arriba. Mi intención sería, aprovechando la inercia de su propio ataque descendente, golpearle con la cabeza en el mentón. La dureza de mi Tekkai Kempo y del Haki me permitirían probablemente causarle un severo daño. Hecho esto, no continuaría impulsándome en el aire, sino que caería en el suelo y me volvería hacia mi enemigo. En ningún momento cortaría mi vínculo telepático con él ni con ninguno de mis dos aliados, que se hallaban luchando contra los piernas largas.
- Cosas:
- - Tekkai Kempo: Pasivamente, aumenta la dureza y tenacidad del Tekkai, llegando a compararse a la del titanio. Además, puede moverse mientras lo utiliza y combinarlo con otras técnicas, por lo que deja de ser una técnica meramente defensiva.
- Geppou - Konomu Kaze: Mediante el uso continuado de esta técnica, Thawne ha ido perfeccionándola hasta el punto de casi eliminar el rozamiento con el aire al desplazarse con ella, además de aprender a aprovechar las corrientes. Esto hace que sea capaz de desplazarse por el aire a 50 m/s durante horas. Además, la velocidad a la que mueve las piernas para impulsarse hace que cada uno de dichos impulsos desplace el aire en dirección contraria, generando una pequeña onda de choque (del tamaño de su pie) que se esfuma a los 5 metros. Hasta entonces avanza en sentido opuesto al de Thawne a la misma velocidad que él (50 m/s).
- Haki Armadura Desarrollado (los 6 tiers en Armadura): Aprende a utilizar el endurecimiento, pudiendo tornar su Haki de un tono negro metalizado. Se desgastará al cuádruple de velocidad, pero nadie sin endurecimiento podrá hacerle daño físico, necesitando un Haki igual o superior o el triple de fuerza que él resistencia. Aprende a generar una barrera de Haki a tres metros, tan potente como su propia armadura, pero se desgasta al doble de velocidad usando esta habilidad.
- Bastión: Los usuarios con sintonía en armadura se caracterizan por su gran envergadura física y su poderío. Mientras permanecen imbuidos en Haki de armadura, sus impactos son el triple de potentes.
- Hard As Hell II: El riguroso entrenamiento al que Thawne se somete a diario hace que su cuerpo alcance una dureza tremenda. Por lo tanto, de forma pasiva el Endurecimiento de Thawne dura un 40% más de lo que debería (redondeando hacia arriba). Activamente Thawne ha mejorado el uso de su Endurecimiento a la hora de atacar, consiguiendo que este aumente el poder de sus golpes el 75% de lo que aumenta su resistencia (se suma al aumento de potencia que otorga la Aptitud Bastión). (Aumenta el 75% del triple, es decir x2'25. Esto sumado al x3 de Bastión multiplica la potencia de mi cabezazo x 5'25)
- Stats y otras cosas están en posts anteriores.
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La ferocidad de tus ataques es tan grande que logran dar en el objetivo, que empieza a caer sobre el suelo del centro comercial lentamente hasta que desaparece en una nube de humo. ¿Qué demonios era ese hombre? Eso da igual, ya que nuevamente notas como tu cuerpo está paralizado y escuchas una tétrica risa que te da escalofríos. De repente, todo se vuelve oscuro y entras en una desenfrenada caída que parece no terminar. Entonces, cuando quieres darte cuenta, estás de pie sobre el suelo del centro comercial, mareado y con un gran malestar estomacal, frente a Robbie y su gente, pero éste no está herido. Te fijas en el reloj del centro comercial y apenas han pasado unos segundos desde que te comenzaste a enfrentarte al mafioso ¿qué demonios ha ocurrido? Le preguntes a Robbie o no, él como buen villano curtido en miles de clichés te lo va a explicar.
-Así que has conseguido vencerme mentalmente –te dice con tono calmado y un brillo de color verde muy intenso en sus ojos-. Me gusta. Pocos son los capaces de oponerse al poder de mi tenbou tenbou no mi-. Hace un ademán con su mano y te traen a Kevin y a Lois, maniatados y con aspecto de tener miedo-. Ahora veamos si ellos son tan fuertes como tú.
El suelo parece temblar y de nuevo sientes una fuerte presión que te paraliza. De pronto, Kevin se desmaya y cae al suelo, y la preciosa Lois aguanta el tipo como puede. Robbie coge del cuello a la periodista y la eleva con todas sus fuerzas hasta poner sus ojos frente a los suyos.
-Es hora de quebrar tu mente –le oyes decir, notando como el verdor de los ojos del mafioso brilla con más intensidad.
La joven grita y grita, como si la estuvieran torturando por dentro. Los civiles siguen huyendo a tu alrededor, y una decena de mafiosos te están rodeando. En ti parece estar surgiendo una extraña energía que no había sentido antes. ¿De dónde viene? La notas en tu espíritu, como si una fuerza interior tuya hubiera despertado y quisiera salir. Y entonces, todos a tu alrededor caen desmayados mientras expulsan espuma por la boca. De pie solo queda Roobie, quien parece abrumado, quizás hasta paralizado por tanto poder. Tienes menos de dos segundos antes de que se recupere, ¿qué haces joven agente?
-Así que has conseguido vencerme mentalmente –te dice con tono calmado y un brillo de color verde muy intenso en sus ojos-. Me gusta. Pocos son los capaces de oponerse al poder de mi tenbou tenbou no mi-. Hace un ademán con su mano y te traen a Kevin y a Lois, maniatados y con aspecto de tener miedo-. Ahora veamos si ellos son tan fuertes como tú.
El suelo parece temblar y de nuevo sientes una fuerte presión que te paraliza. De pronto, Kevin se desmaya y cae al suelo, y la preciosa Lois aguanta el tipo como puede. Robbie coge del cuello a la periodista y la eleva con todas sus fuerzas hasta poner sus ojos frente a los suyos.
-Es hora de quebrar tu mente –le oyes decir, notando como el verdor de los ojos del mafioso brilla con más intensidad.
La joven grita y grita, como si la estuvieran torturando por dentro. Los civiles siguen huyendo a tu alrededor, y una decena de mafiosos te están rodeando. En ti parece estar surgiendo una extraña energía que no había sentido antes. ¿De dónde viene? La notas en tu espíritu, como si una fuerza interior tuya hubiera despertado y quisiera salir. Y entonces, todos a tu alrededor caen desmayados mientras expulsan espuma por la boca. De pie solo queda Roobie, quien parece abrumado, quizás hasta paralizado por tanto poder. Tienes menos de dos segundos antes de que se recupere, ¿qué haces joven agente?
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Por fin mis ataques lograron el efecto deseado, y mi enemigo, viéndose superado, inició una caída libre hacia el suelo tras recibirlos. Sin embargo, algo a la vez extraño e inquietante sucedió en ese momento. En lugar de chocar estrepitosamente contra el suelo como la lógica hubiera dictado, Robbie se esfumó en medio de una nube de humo.
Pero lo más extraño no fue aquello, sino que ocurrió justo después. Repentinamente me vi envuelto en la más absoluta oscuridad, mientras una tétrica risa resonaba en todo aquel lugar, sin que pudiese detectar un foco del que proviniese. Para aquel entonces, mis sospechas de que estaba experimentando los poderes de alguna extraña fruta del diablo se habían acrecentado enormemente. Nada salvo las peculiares habilidades que dichos vegetales otorgaban explicaba aquel fenómeno, pero ¿qué sería exactamente a lo que me enfrentaba?
No había terminado de preguntarme a mí mismo qué estaba sucendiendo cuando me vi de nuevo en el centro comercial, experimentando la misma sensación que antes de comenzar el combate contra Robbie. Un molesto mareo y una sensación como de peso y movimiento en el estómago, similar al que se siente cuando se come algo en mal estado. Ante mí se hallaba mi enemigo, sorprendentemente ileso, y sus secuaces. ¿Qué clase de poder le habría permitido no sufrir ningún daño tras recibir toda la furia de mis ataques? ¿O acaso dicho combate no había tenido lugar? Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, tratando de encontrar una explicación racional a lo sucedido.
Sin embargo, no fue necesario esperar demasiado para obtener la respuesta. El propio Robbie, no sé si creyéndose seguro vencedor de la contienda o en un alarde de irresponsabilidad suprema, me contó en qué consistía su poder. Al parecer habíamos librado algún tipo de combate mental del que yo había salido vencedor. Era la primera vez que me encontraba con alguien que, además de mí, se sirviese de poderes mentales para combatir, y se trataba de una sensación ciertamente extraña. No obstante, le había demostrado que, si bien a nivel físico pese a mis habilidades aún me faltaba mucho por mejorar, a nivel mental muy pocos eran rivales para mí. Mi cerebro siempre había sido mi mejor arma y mi mayor orgullo, y si de algo estaba seguro era de que nadie lograría jamás doblegar mi mente. No, eso era algo que nunca permitiría.
En ese momento, el líder mafioso hizo que trajesen ante mí a Kevin y Lois, maniatados. Aquellos malditos piernas largas habían resultado ser demasiado para ellos, y ambos habían sido capturados. Robbie, demostrando su cobardía al no querer enfrentarse a mí cara a cara, decidió intentar hacerme daño a través de ellos. Era una estrategia inteligente, sí, pero decía muy poco de su honor. Aunque claro, qué podía esperar de un mafioso que, pese a su innegable poder, acababa de verse superado en su propio terreno y veía su posición de poder amenazada.
De repente, una poderosa fuerza hizo que el suelo temblase y el aire crepitase durante un instante. Intenté moverme, pero me resultó imposible. No sabía qué era aquello, pero por algún motivo mi cuerpo no respondía. Solo pude observar, inmóvil como una estatua, cómo Kevin caía inconsciente al suelo. Lois, por su parte, logró mantenerse en pie, pero parecía a punto de desmayarse también. El mafioso, con una expresión cruel en el rostro, se acercó hasta ella mientras anunciaba que era hora de quebrar su mente, como seguramente había tratado sin éxito de hacer conmigo anteriormente.
Todo a mi alrededor era un caos. La gente de a pie corriendo de un lado a otro mientras buscaban una salida de aquel maldito centro comercial. Los secuaces de Robbie moviéndose para rodearme. Y Lois, la dulce y atrevida periodista, gritando de dolor. Sus desgarradores alaridos transmitían un profundo sufrimiento, como si el mafioso estuviese desgarrando poco a poco su consciencia, su misma esencia.
Tenía que poner fin a aquello. No sabía cómo, pero de una forma o de otra debía detener a Robbie. Solo así la hermosa Lois, el fiel Kevin, y todos los ciudadanos que se encontraban en aquel lugar estarían a salvo. Solo así podría vencer a los Peroccini y asegurarme de que el futuro de aquella ciudad a la que había acabado cogiendo tanto apego fuese el que sus gentes merecían. Y solo así conseguiría la influencia necesaria para localizar definitivamente al asesino de mi padre, cuyo nombre ahora ya conocía, y vengar su muerte. No podía fallar, demasiadas cosas dependían de ello.
En aquel instante, comencé a sentir cómo una poderosa energía hasta aquel momento desconocida empezaba a crecer dentro de mí. Era a su vez familiar y extraña, como si siempre hubiese estado conmigo pero al mismo nunca antes hubiese sabido siquiera de su existencia. Parecía nacer de lo más profundo de mi ser, del rincón más puro de mi espíritu. No sabía qué podía ser aquel poder, pues era radicalmente diferente de cualquier sensación que hubiese experimentado con anterioridad. No obstante, sentía que con él tenía la fuerza suficiente para hacer que la situación diese un vuelco.
Cuando liberé aquella energía, los hombres de los Peroccini fueron cayendo uno tras otro. De sus bocas brotaba una blanca espuma, y parecían haber perdido por completo la consciencia. Tan solo Robbie se mantenía en pie, aunque parecía estar sufriendo problemas para moverse. El rictus de su cara había cambiado por completo, pasando de la total confianza a la sorpresa y la rabia.
No tenía tiempo que perder. Fuera lo que fuese lo que acababa de hacer, la ventaja que me proporcionaba seguramente se esfumaría rápido. Al instante, un aura de oscuridad cubrió por completo mi cuerpo, otorgándome una velocidad que se antojaba necesaria para llegar hasta mi enemigo a tiempo. Acto seguido, me lancé contra él tan rápido como fui capaz. Mis puños y mis antebrazos se tornaron de un color negro brillante mientras me aproximaba a mi objetivo. Noté cómo se endurecían, no solo producto del Haki, sino también de mi propia variación del Tekkai. Pensaba asestar a Robbie un golpe del que le resultara imposible salir con vida. Cuando estuviera a su lado, buscaría golpearle con ambos puños en el pecho, mientras en mi cabeza resonaban cinco terribles palabras:
- Hasshoken Ougi: Ryu no Ikari.
Pero lo más extraño no fue aquello, sino que ocurrió justo después. Repentinamente me vi envuelto en la más absoluta oscuridad, mientras una tétrica risa resonaba en todo aquel lugar, sin que pudiese detectar un foco del que proviniese. Para aquel entonces, mis sospechas de que estaba experimentando los poderes de alguna extraña fruta del diablo se habían acrecentado enormemente. Nada salvo las peculiares habilidades que dichos vegetales otorgaban explicaba aquel fenómeno, pero ¿qué sería exactamente a lo que me enfrentaba?
No había terminado de preguntarme a mí mismo qué estaba sucendiendo cuando me vi de nuevo en el centro comercial, experimentando la misma sensación que antes de comenzar el combate contra Robbie. Un molesto mareo y una sensación como de peso y movimiento en el estómago, similar al que se siente cuando se come algo en mal estado. Ante mí se hallaba mi enemigo, sorprendentemente ileso, y sus secuaces. ¿Qué clase de poder le habría permitido no sufrir ningún daño tras recibir toda la furia de mis ataques? ¿O acaso dicho combate no había tenido lugar? Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, tratando de encontrar una explicación racional a lo sucedido.
Sin embargo, no fue necesario esperar demasiado para obtener la respuesta. El propio Robbie, no sé si creyéndose seguro vencedor de la contienda o en un alarde de irresponsabilidad suprema, me contó en qué consistía su poder. Al parecer habíamos librado algún tipo de combate mental del que yo había salido vencedor. Era la primera vez que me encontraba con alguien que, además de mí, se sirviese de poderes mentales para combatir, y se trataba de una sensación ciertamente extraña. No obstante, le había demostrado que, si bien a nivel físico pese a mis habilidades aún me faltaba mucho por mejorar, a nivel mental muy pocos eran rivales para mí. Mi cerebro siempre había sido mi mejor arma y mi mayor orgullo, y si de algo estaba seguro era de que nadie lograría jamás doblegar mi mente. No, eso era algo que nunca permitiría.
En ese momento, el líder mafioso hizo que trajesen ante mí a Kevin y Lois, maniatados. Aquellos malditos piernas largas habían resultado ser demasiado para ellos, y ambos habían sido capturados. Robbie, demostrando su cobardía al no querer enfrentarse a mí cara a cara, decidió intentar hacerme daño a través de ellos. Era una estrategia inteligente, sí, pero decía muy poco de su honor. Aunque claro, qué podía esperar de un mafioso que, pese a su innegable poder, acababa de verse superado en su propio terreno y veía su posición de poder amenazada.
De repente, una poderosa fuerza hizo que el suelo temblase y el aire crepitase durante un instante. Intenté moverme, pero me resultó imposible. No sabía qué era aquello, pero por algún motivo mi cuerpo no respondía. Solo pude observar, inmóvil como una estatua, cómo Kevin caía inconsciente al suelo. Lois, por su parte, logró mantenerse en pie, pero parecía a punto de desmayarse también. El mafioso, con una expresión cruel en el rostro, se acercó hasta ella mientras anunciaba que era hora de quebrar su mente, como seguramente había tratado sin éxito de hacer conmigo anteriormente.
Todo a mi alrededor era un caos. La gente de a pie corriendo de un lado a otro mientras buscaban una salida de aquel maldito centro comercial. Los secuaces de Robbie moviéndose para rodearme. Y Lois, la dulce y atrevida periodista, gritando de dolor. Sus desgarradores alaridos transmitían un profundo sufrimiento, como si el mafioso estuviese desgarrando poco a poco su consciencia, su misma esencia.
Tenía que poner fin a aquello. No sabía cómo, pero de una forma o de otra debía detener a Robbie. Solo así la hermosa Lois, el fiel Kevin, y todos los ciudadanos que se encontraban en aquel lugar estarían a salvo. Solo así podría vencer a los Peroccini y asegurarme de que el futuro de aquella ciudad a la que había acabado cogiendo tanto apego fuese el que sus gentes merecían. Y solo así conseguiría la influencia necesaria para localizar definitivamente al asesino de mi padre, cuyo nombre ahora ya conocía, y vengar su muerte. No podía fallar, demasiadas cosas dependían de ello.
En aquel instante, comencé a sentir cómo una poderosa energía hasta aquel momento desconocida empezaba a crecer dentro de mí. Era a su vez familiar y extraña, como si siempre hubiese estado conmigo pero al mismo nunca antes hubiese sabido siquiera de su existencia. Parecía nacer de lo más profundo de mi ser, del rincón más puro de mi espíritu. No sabía qué podía ser aquel poder, pues era radicalmente diferente de cualquier sensación que hubiese experimentado con anterioridad. No obstante, sentía que con él tenía la fuerza suficiente para hacer que la situación diese un vuelco.
Cuando liberé aquella energía, los hombres de los Peroccini fueron cayendo uno tras otro. De sus bocas brotaba una blanca espuma, y parecían haber perdido por completo la consciencia. Tan solo Robbie se mantenía en pie, aunque parecía estar sufriendo problemas para moverse. El rictus de su cara había cambiado por completo, pasando de la total confianza a la sorpresa y la rabia.
No tenía tiempo que perder. Fuera lo que fuese lo que acababa de hacer, la ventaja que me proporcionaba seguramente se esfumaría rápido. Al instante, un aura de oscuridad cubrió por completo mi cuerpo, otorgándome una velocidad que se antojaba necesaria para llegar hasta mi enemigo a tiempo. Acto seguido, me lancé contra él tan rápido como fui capaz. Mis puños y mis antebrazos se tornaron de un color negro brillante mientras me aproximaba a mi objetivo. Noté cómo se endurecían, no solo producto del Haki, sino también de mi propia variación del Tekkai. Pensaba asestar a Robbie un golpe del que le resultara imposible salir con vida. Cuando estuviera a su lado, buscaría golpearle con ambos puños en el pecho, mientras en mi cabeza resonaban cinco terribles palabras:
- Hasshoken Ougi: Ryu no Ikari.
- Cosas:
- - Stats y Hakis de posts anteriores.
- Ámbito Oscuridad: Aumenta su Velocidad un 200% (x3) durante 2 post, con recarga de otros 2.
- Hasshoken Ougi: Ryu no Ikari: Thawne realiza su Tekkai Kempo:Nuclear Head potenciado por Hasshoken e imbuido en Haki, golpeando con su Tekkai concentrado en ambos puños a la vez. La potencia de este impacto (sumando golpe+onda de choque) es tal que sería capaz de romper incluso la capa de hielo bajo la que la Armada Happou guardaba sus tesoros (como el cabezazo taladro de Don Chinjao). Es capaz de romper materiales incluso más duros que el diamante (dado que la dureza de los puños sería la del diamante y hay que sumarle la onda de choque). Sobre un organismo vivo los daños serían atroces, si el objetivo sobrevive, claro. Límite 1 vez por combate, y respetando siempre los 4 posts posteriores sin poder usar Tekkai.
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Tu mente barajaba un sinfín de posibilidades si tu ataque fallaba. ¿Qué pasaría si Robbie era capaz de bloquearte? ¿Qué ocurriría si morías en ese lugar? Todo daba igual. La presión en tus músculos, la velocidad a la que ibas, todo en un solo golpe. Y así fue. Cuando estuviste frente al mafioso tus dos puños, de forma simultánea, como si de una danza se tratase, se incrustaron en el pecho de tu contrincante, el cual salió despedido atravesando la pared de centro comercial. Aquello había sido un ataque muy bestia. ¿Seguiría vivo? Eso daba igual. Lo único que tenías que hacer era salir de allí. Sin embargo, la curiosidad siempre tienta, al asomarte ves que no esta el cuerpo, y como una brigada de la marina aparece en escena. Está apresando a todo el mundo.
¿Qué haces joven agente? Si te quedas allí te capturaran, tu tapadera será delatada y todo se habrá acabado. Si te vas, aún puedes parar a los Peroccini y al alcalde corrupto. Sabes el lugar, la hora y lo que va a hacer. Así que todo depende de ti. Tienes menos de un minuto para decidir. Y algo menos de una hora para culminar el plan.
¿Qué haces joven agente? Si te quedas allí te capturaran, tu tapadera será delatada y todo se habrá acabado. Si te vas, aún puedes parar a los Peroccini y al alcalde corrupto. Sabes el lugar, la hora y lo que va a hacer. Así que todo depende de ti. Tienes menos de un minuto para decidir. Y algo menos de una hora para culminar el plan.
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Akuma no mi
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Pude sentir cómo mis endurecidos puños golpeaban de lleno el pecho de mi enemigo, lanzándolo por los aires y haciendo que atravesase incluso la pared del edificio. La violencia de mi ataque había sido tal que estaba seguro de que nuestro enfrentamiento había concluido y, además, tenía la satisfacción de haber sido capaz de utilizar el cuerpo de mi oponente para fabricar una vía de escape para los muchos ciudadanos que habían quedado hasta hacía escasos instantes atrapados en el interior de aquel centro comercial.
No obstante, en cuanto puse un pie fuera del lugar, me di cuenta de que mi probablemente derrotado adversario no estaba por ningún sitio. Al parecer se había esfumado sin dejar rastro. Y no solo eso, sino que de repente el lugar se había llenado de marines. Recordé entonces que los Peroccini tenían a muchos de estos en nómina, por lo que no resultaba tan sorprendente. Por suerte, continuaba teniendo el aspecto que había adoptado para infiltrarme en su organización. No obstante, no podía permanecer allí mucho tiempo por varios motivos. El primero era que notaba que mis capacidades polimórficas estaban llegando a su límite y pronto no sería capaz de mantener mi tapadera. Y el segundo y más importante era que debía apresurarme en detener los planes del alcalde Evans y la familia de mafiosos para perpetuar su tiranía sobre la ciudad.
Pero, ¿a dónde dirigirme? sabía que había más acciones similares a la que había presenciado planeadas, pero iban a ocurrir simultáneamente a esta y, por tanto, no estaba a tiempo de hacer nada para evitarlas. Mi mente, pensando lo más rápido de lo que era capaz, dio entonces con una idea interesante. Dado que sabía cómo llegar al despacho del alcalde a través de un túnel secreto tras mi exitosa infiltración en la organización de los Peroccini, tal vez lo más sensato fuera dirigirme hacia allí y ver qué podía averiguar.
Con esto en la cabeza, recurrí a la velocidad que mi dominio de una versión mejorada del Soru me proporcionaba. Mi objetivo sería intentar huir del lugar antes de que mi polimorfia se agotase y de que los marines pudieran verme. Me dirigiría a la entrada del túnel en el que había estado la primera noche, en el embarcadero que no aparecía en los mapas. Ya con el aspecto habitual de Dakuhebi, recorrería con sigilo el túnel, amparándome en la oscuridad para evitar ser descubierto en caso de que hubiese guardias y, al llegar a la puerta, activaría el Mantra buscando detectar presencias ocultas. En caso de que no hubiese nadie, o de reconocer alguna de ellas, daría suavemente los toques necesarios: cuatro veces separadas por dos segundos cada una, y acabando con una doble palmada. Intentaría ejecutar los golpes lo más suave posible, buscando no ser descubierto en caso de que allí hubiese alguien. ¿Qué me encontraría en aquel lugar?
No obstante, en cuanto puse un pie fuera del lugar, me di cuenta de que mi probablemente derrotado adversario no estaba por ningún sitio. Al parecer se había esfumado sin dejar rastro. Y no solo eso, sino que de repente el lugar se había llenado de marines. Recordé entonces que los Peroccini tenían a muchos de estos en nómina, por lo que no resultaba tan sorprendente. Por suerte, continuaba teniendo el aspecto que había adoptado para infiltrarme en su organización. No obstante, no podía permanecer allí mucho tiempo por varios motivos. El primero era que notaba que mis capacidades polimórficas estaban llegando a su límite y pronto no sería capaz de mantener mi tapadera. Y el segundo y más importante era que debía apresurarme en detener los planes del alcalde Evans y la familia de mafiosos para perpetuar su tiranía sobre la ciudad.
Pero, ¿a dónde dirigirme? sabía que había más acciones similares a la que había presenciado planeadas, pero iban a ocurrir simultáneamente a esta y, por tanto, no estaba a tiempo de hacer nada para evitarlas. Mi mente, pensando lo más rápido de lo que era capaz, dio entonces con una idea interesante. Dado que sabía cómo llegar al despacho del alcalde a través de un túnel secreto tras mi exitosa infiltración en la organización de los Peroccini, tal vez lo más sensato fuera dirigirme hacia allí y ver qué podía averiguar.
Con esto en la cabeza, recurrí a la velocidad que mi dominio de una versión mejorada del Soru me proporcionaba. Mi objetivo sería intentar huir del lugar antes de que mi polimorfia se agotase y de que los marines pudieran verme. Me dirigiría a la entrada del túnel en el que había estado la primera noche, en el embarcadero que no aparecía en los mapas. Ya con el aspecto habitual de Dakuhebi, recorrería con sigilo el túnel, amparándome en la oscuridad para evitar ser descubierto en caso de que hubiese guardias y, al llegar a la puerta, activaría el Mantra buscando detectar presencias ocultas. En caso de que no hubiese nadie, o de reconocer alguna de ellas, daría suavemente los toques necesarios: cuatro veces separadas por dos segundos cada una, y acabando con una doble palmada. Intentaría ejecutar los golpes lo más suave posible, buscando no ser descubierto en caso de que allí hubiese alguien. ¿Qué me encontraría en aquel lugar?
- Cosas:
- - Es el décimo post, y he usado la polimorfia en todos, con lo que llego al límite para nivel 60 (el que tenía al comenzar el moderado). Por lo tanto, desde el próximo post hasta el final no podré transformarme.
- Soru: Mienay Kyoi: Thawne ha perfeccionado su dominio del Soru a lo largo de agotadores entrenamientos. Debido a esto ha logrado optimizar sus movimientos, consiguiendo que la velocidad instantánea otorgada por esta técnica pase a ser de 50 m/s.
- Ámbito Oscuridad (Pasiva): Thawne se vuelve casi imposible de detectar de noche o en lugares oscuros si no tiene actitud hostil.
- Sumado a Espía Agente Especial de nivel 60.
- Turno 1 de 4 sin poder usar Tekkai.
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La cantidad de marines que había aparecido en el centro comercial era muy grande. Se trataban de tres pelotones al completo, con un teniente comandante cada uno a su mando, un total de 33 hombres armados y peligrosos; aunque no tanto como un agente del gobierno curtido en decenas de misiones, ¿verdad? Aprovechando el uso de tus habilidades consigues salir de allí y dirigirte al túnel que lleva al despacho del alcalde. En un principio no notas nada, pero te estás cansando. El uso continuado de tu polimorfia ha hecho que te canses y sientes que no vas a poder usar tu fruta en un tiempo, ¿Cuánto? No eres capaz de calcularlo, aunque esperas que sea por poco.
Continuas por el pasillo hasta que llegas a la última curva. Es entonces cuando oyes unas voces hablar, se tratan de dos hombres que no has visto en tu vida y que por su nivel de lucha aparentan ser muy débiles. Llegados a este punto derrotarlos es la opción más viable. Si lo haces de forma poco sutil y sin galantería, lo más probable es que una docena de mafiosos se interpongan entre tú y tu destino. Sin embargo, si consigues derrotarlos de forma que no se entere nadie, podrás entrar sin problema en el despacho del alcalde Evans, donde esta sentado junto a Mario Peroccini tomando un buen vaso de whisky pagado con el sudor y las lágrimas de los contribuyentes.
¿Qué haces?
Continuas por el pasillo hasta que llegas a la última curva. Es entonces cuando oyes unas voces hablar, se tratan de dos hombres que no has visto en tu vida y que por su nivel de lucha aparentan ser muy débiles. Llegados a este punto derrotarlos es la opción más viable. Si lo haces de forma poco sutil y sin galantería, lo más probable es que una docena de mafiosos se interpongan entre tú y tu destino. Sin embargo, si consigues derrotarlos de forma que no se entere nadie, podrás entrar sin problema en el despacho del alcalde Evans, donde esta sentado junto a Mario Peroccini tomando un buen vaso de whisky pagado con el sudor y las lágrimas de los contribuyentes.
- Si decides derrotarlos a lo bestia:
- Descargarán más de un cargador sobre tu precioso y curtido cuerpo de calvo sexy.
- Si decides ser delicado:
-¿Qué haces tú aquí? -pregunta el alcalde.
En su tono de voz puedes ver que tiene miedo, y que en un lado de su chaqueta, en una sobaquera, tiene un arma.
-Quédate atrás -intervendría Mario antes de que pudieras responder, sacando dos cuchillos-. ¿Estás seguro de querer jugar a esto, novato?
Tras preguntarte eso, te mira fijamente a los ojos. No parece una persona muy intimidante, se podría decir que es hasta débil, pero sabes tan bien como yo que las apariencias engañan, ¿verdad?
¿Qué haces?
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El camino hasta el despacho del alcalde estaba resultando muy tranquilo, tal vez demasiado... Por algún motivo no me había topado con nadie guardando la entrada, y eso que ya casi había alcanzado mi objetivo. Cuando ya empezaba a preocuparme ante la falta de vigilancia, dos voces llamaron mi atención. Ya solo faltaba un último giro antes de poner mis pies en el despacho, donde tal vez pudiese encontrar información que me fuese de utilidad, pero parecía que iba a tener que superar una prueba más para ello.
Fijando el Mantra en los dos vigilantes pude darme cuenta de que no eran especialmente poderosos. O al menos, no lo parecían. La dificultad en esta ocasión estribaba en acabar con ellos sin alertar al resto de personas que se encontrasen por allí. Debía encargarme de ellos con celeridad, precisión y sigilo. Por suerte sabía exactamente cómo hacerlo. Dos disparos, directos al corazón. Pero no de una pistola normal, cosa que probablemente haría demasiado ruido, y que además no se me daba nada bien. No, mi arma sería, una vez más, mi cuerpo. Hacía ya tiempo que los límites del ser humano habían quedado atrás para mí. El entrenamiento en las artes del Rokushiki me había fortalecido hasta límites insospechados, otorgándome capacidades realmente asombrosas.
Con esto en mente, me desplazacé al amparo de la oscuridad, valiéndome de mi habilidad para moverme sin hacer ruido envuelto en su negro manto. Una vez hube alcanzado una buena posición, a entre ocho y diez metros de los dos vigilantes, mis labios se movieron para formar tres mudas palabras:
- Tobu Shigan Bachi.
Con dos veloces movimientos de mis dedos índice, dos silenciosas balas de aire comprimido salieron de ellos buscando atravesar el corazón de ambos guardaespaldas. De este modo, ambos perecieron sin tiempo a dar la alarma.
Una vez eliminado el último obstáculo, entré en el despacho. Allí, el pérfido alcalde y su socio, el infame Mario Peroccini, me recibieron sin demasiados honores. Este último se adelantó con la intención, aparentemente, de combatirme. Sacó dos cuchillos al tiempo que aconsejaba al edil
quedarse atrás y dejar que fuese él quien se ocupase. Su nivel de poder, a priori, no parecía muy elevado. No obstante, había algo en toda aquella situación que no olía demasiado bien, por lo que preferí evitar confiarme y crear un vínculo mental con el mafioso. De ese modo sería capaz, gracias al Mantra, de conocer sus intenciones a la perfección.
Cuando sus ojos se posaron en los míos, le devolví una mirada que buscaba impregnar de temor hasta el más recóndito rincón de su alma al tiempo que activaba una poderosa técnica que llevaba largo tiempo sin utilizar. Mi objetivo era, ni más ni menos, que incapacitar a mi enemigo por medio del miedo. Si funcionaba, casi con total seguridad significaría mi victoria. Si no lo hacía, confirmaría mis sospechas de que aquel hombre era más de lo que aparentaba ser.
Fijando el Mantra en los dos vigilantes pude darme cuenta de que no eran especialmente poderosos. O al menos, no lo parecían. La dificultad en esta ocasión estribaba en acabar con ellos sin alertar al resto de personas que se encontrasen por allí. Debía encargarme de ellos con celeridad, precisión y sigilo. Por suerte sabía exactamente cómo hacerlo. Dos disparos, directos al corazón. Pero no de una pistola normal, cosa que probablemente haría demasiado ruido, y que además no se me daba nada bien. No, mi arma sería, una vez más, mi cuerpo. Hacía ya tiempo que los límites del ser humano habían quedado atrás para mí. El entrenamiento en las artes del Rokushiki me había fortalecido hasta límites insospechados, otorgándome capacidades realmente asombrosas.
Con esto en mente, me desplazacé al amparo de la oscuridad, valiéndome de mi habilidad para moverme sin hacer ruido envuelto en su negro manto. Una vez hube alcanzado una buena posición, a entre ocho y diez metros de los dos vigilantes, mis labios se movieron para formar tres mudas palabras:
- Tobu Shigan Bachi.
Con dos veloces movimientos de mis dedos índice, dos silenciosas balas de aire comprimido salieron de ellos buscando atravesar el corazón de ambos guardaespaldas. De este modo, ambos perecieron sin tiempo a dar la alarma.
Una vez eliminado el último obstáculo, entré en el despacho. Allí, el pérfido alcalde y su socio, el infame Mario Peroccini, me recibieron sin demasiados honores. Este último se adelantó con la intención, aparentemente, de combatirme. Sacó dos cuchillos al tiempo que aconsejaba al edil
quedarse atrás y dejar que fuese él quien se ocupase. Su nivel de poder, a priori, no parecía muy elevado. No obstante, había algo en toda aquella situación que no olía demasiado bien, por lo que preferí evitar confiarme y crear un vínculo mental con el mafioso. De ese modo sería capaz, gracias al Mantra, de conocer sus intenciones a la perfección.
Cuando sus ojos se posaron en los míos, le devolví una mirada que buscaba impregnar de temor hasta el más recóndito rincón de su alma al tiempo que activaba una poderosa técnica que llevaba largo tiempo sin utilizar. Mi objetivo era, ni más ni menos, que incapacitar a mi enemigo por medio del miedo. Si funcionaba, casi con total seguridad significaría mi victoria. Si no lo hacía, confirmaría mis sospechas de que aquel hombre era más de lo que aparentaba ser.
- Cosas:
- - Turno 2 de 4 sin Tekkai.
- Tobu Shigan Bachi: El entrenamiento continuo del Rokushiki ha dado como resultado que Thawne haya aprendido a lanzar su Shigan, de forma que crea una especie de bala de aire comprimido desde su dedo. Su velocidad es la de una bala estándar (unos 330 m/s) y su potencia es similar. Su alcance es de 50 metros, aunque que acierte o no está determinado por la puntería del usuario. Puede ejecutar tantos como su Tier de Agilidad le permita.
- I Know your Fears: Usando su telepatía, Thawne puede averiguar el mayor miedo de su enemigo y, por medio de sus poderes mentales, hacer que vea ilusiones relacionadas con dicho miedo (mismo fundamento que los Mind Clones, pero con aspecto de lo que de miedo al enemigo). Ésto hace que éste quede paralizado por el terror durante 2 turnos para personajes hasta 10 niveles por debajo de él, y hasta 1 turno para personajes de hasta 10 niveles por encima. Solo se puede usar dos veces por rol, pero no sobre el mismo personaje (al contrario que para leer la mente, no necesitaría permiso del usuario para poder ver ese miedo). Los personajes con Haki de Observación de nivel superior al de Thawne no se ven afectados por esta técnica.
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El sonido de un reloj de cuco que está sobre la chimenea del despacho del alcalde es lo único que se escucha. Tic-tac, tic-tac, y las manecillas del reloj continuaban moviéndose. Tanto es el estrés que causa, que el joven Peroccini lanza un cuchillo con una precisión que solo habías visto en la academia de especialistas del gobierno mundial, directo al sistema de engranajes que permite el funcionamiento del aparato. Tras eso, te metes en su mente, puedes saber todo lo que piensa. Sin embargo, no piensa. No consigues percibir nada de nada. ¿A qué se puede deber? Es algo que, seguramente, descubrirás más adelante.
-Eres un joven intrépido, Dakuhebi -te dice Mario, guardando su cuchillo y sentándose de nuevo-. Eso me gusta, y mucho. Sin embargo, te voy a dar una oportunidad de salir vivo de esta -su tono cada vez es más serio y sombrío, es como si en su cabeza estuviera imaginando todas las maneras posibles de acabar con tu existencia-. Saca a tus hombres de las calles, libera los puertos y vete. Esta ciudad es nuestra desde el momento en que pusimos a nuestro primo como alcalde, deberías saberlo. Water Seven, pertenece a los Peroccini.
¿Qué haces, Dakuhebi?
-Eres un joven intrépido, Dakuhebi -te dice Mario, guardando su cuchillo y sentándose de nuevo-. Eso me gusta, y mucho. Sin embargo, te voy a dar una oportunidad de salir vivo de esta -su tono cada vez es más serio y sombrío, es como si en su cabeza estuviera imaginando todas las maneras posibles de acabar con tu existencia-. Saca a tus hombres de las calles, libera los puertos y vete. Esta ciudad es nuestra desde el momento en que pusimos a nuestro primo como alcalde, deberías saberlo. Water Seven, pertenece a los Peroccini.
¿Qué haces, Dakuhebi?
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Mi incapacidad para ver los miedos del mafioso dejó una cosa muy clara: aquel hombre era mucho más de lo que aparentaba ser. Probablemente supiese enmascarar parte de su poder a los usuarios de Mantra de alguna forma, ya que alguien con el nivel de fuerza que mostraba no habría sido capaz de resistirse a mi técnica, cayendo presa del pánico en apenas unos instantes.
No solo eso, sino que la velocidad y precisión con la que lanzó el cuchillo contra el reloj de cuco era digna del más hábil de los agentes del Gobierno Mundial. En ese momento una loca idea cruzó mi cabeza: ¿sería Mario Peroccini un miembro o antiguo miembro corrupto del Cipher Pol? Pensándolo bien, no parecía tan descabellado. Alguien acostumbrado a moverse en las sombras y pasar desapercibido, capaz de convencer a un gran número de personas para seguirle y con grandes habilidades en el combate. Sonaba demasiado al perfil típico del agente como para no pensar en dicha posibilidad. Sería cuanto menos curioso, por no decir irónico, que la némesis de mi identidad secreta fuese como yo miembro de esta organización.
El tono de voz de mi enemigo se fue haciendo cada vez más siniestro, como si buscase infundir terror en mí y así ahorrarse el enfrentamiento directo. Desde luego, si esa era su intención, no iba a salirse con la suya. Sería necesario muchísimo más que una voz lúgubre para asustar a un demonio.
No obstante, fueron sus últimas palabras las que atrajeron mi atención con más intensidad. Aquella revelación era lo que me faltaba para terminar de asegurarme de ganar las elecciones. Si la población de Water Seven se enteraba de que el actual alcalde Evans estaba emparentado tan estrechamente con los Peroccini, éste perdería toda la confianza de los votantes. Sería una quimera para él pensar en vencer en los comicios en dichas condiciones. Así que ya sabía por dónde debía ir mi estrategia. Eso sí, primero tenía un obstáculo que salvar. El cabeza de familia de los mafiosos seguramente no me pondría nada fácil abandonar aquella estancia ahora que conocía la verdad. Así que, reflejando en mi mirada toda la seguridad en mí mismo que poseía, posé mis ojos sobre los de mi oponente y, manteniendo el vínculo mental entre nosotros, dije:
- No pienses que voy a huir, Peroccini. Hace falta mucho más que eso para asustarme. Además, ahora que conozco vuestro pequeño secreto no ibas a dejarme marchar aunque quisiera, ¿verdad? Gracias por contármelo, por cierto. Acabas de servirme en bandeja de plata la forma perfecta de desacreditar a tu querido primo ante los habitantes de la ciudad.
Dicho esto, me lancé sobre el mafioso utilizando toda la rapidez que mi habilidad como CP me otorgaba. Sin embargo, cuando me hallase a escasos centímetros de él daría un poderoso pisotón, elevándome por el aire sin disminuir un ápice mi velocidad. El efecto a ojos de una persona normal sería prácticamente como si hubiese aparecido ante él repentinamente y, antes de que se diese cuenta, ya no estuviese allí. En su lugar me hallaría en el aire, justo sobre él. En esta posición, aprovechando el impulso del ascenso, giraría sobre mí mismo hasta situarme boca abajo, y daría un nuevo pisotón con ambos pies. De este modo, descendería bruscamente sobre mi enemigo con ambos puños por delante. Un letal brillo negro los cubriría justo antes de que alcanzasen la posición de Mario Peroccini.
No solo eso, sino que la velocidad y precisión con la que lanzó el cuchillo contra el reloj de cuco era digna del más hábil de los agentes del Gobierno Mundial. En ese momento una loca idea cruzó mi cabeza: ¿sería Mario Peroccini un miembro o antiguo miembro corrupto del Cipher Pol? Pensándolo bien, no parecía tan descabellado. Alguien acostumbrado a moverse en las sombras y pasar desapercibido, capaz de convencer a un gran número de personas para seguirle y con grandes habilidades en el combate. Sonaba demasiado al perfil típico del agente como para no pensar en dicha posibilidad. Sería cuanto menos curioso, por no decir irónico, que la némesis de mi identidad secreta fuese como yo miembro de esta organización.
El tono de voz de mi enemigo se fue haciendo cada vez más siniestro, como si buscase infundir terror en mí y así ahorrarse el enfrentamiento directo. Desde luego, si esa era su intención, no iba a salirse con la suya. Sería necesario muchísimo más que una voz lúgubre para asustar a un demonio.
No obstante, fueron sus últimas palabras las que atrajeron mi atención con más intensidad. Aquella revelación era lo que me faltaba para terminar de asegurarme de ganar las elecciones. Si la población de Water Seven se enteraba de que el actual alcalde Evans estaba emparentado tan estrechamente con los Peroccini, éste perdería toda la confianza de los votantes. Sería una quimera para él pensar en vencer en los comicios en dichas condiciones. Así que ya sabía por dónde debía ir mi estrategia. Eso sí, primero tenía un obstáculo que salvar. El cabeza de familia de los mafiosos seguramente no me pondría nada fácil abandonar aquella estancia ahora que conocía la verdad. Así que, reflejando en mi mirada toda la seguridad en mí mismo que poseía, posé mis ojos sobre los de mi oponente y, manteniendo el vínculo mental entre nosotros, dije:
- No pienses que voy a huir, Peroccini. Hace falta mucho más que eso para asustarme. Además, ahora que conozco vuestro pequeño secreto no ibas a dejarme marchar aunque quisiera, ¿verdad? Gracias por contármelo, por cierto. Acabas de servirme en bandeja de plata la forma perfecta de desacreditar a tu querido primo ante los habitantes de la ciudad.
Dicho esto, me lancé sobre el mafioso utilizando toda la rapidez que mi habilidad como CP me otorgaba. Sin embargo, cuando me hallase a escasos centímetros de él daría un poderoso pisotón, elevándome por el aire sin disminuir un ápice mi velocidad. El efecto a ojos de una persona normal sería prácticamente como si hubiese aparecido ante él repentinamente y, antes de que se diese cuenta, ya no estuviese allí. En su lugar me hallaría en el aire, justo sobre él. En esta posición, aprovechando el impulso del ascenso, giraría sobre mí mismo hasta situarme boca abajo, y daría un nuevo pisotón con ambos pies. De este modo, descendería bruscamente sobre mi enemigo con ambos puños por delante. Un letal brillo negro los cubriría justo antes de que alcanzasen la posición de Mario Peroccini.
- Cosas:
- - Mis Stats, PU pasivos y los Hakis de Observación y Armadura con sus respectivas modalidades están descritos antes, al igual que el Soru: Mienay Kyoi y el Geppou: Konomu Kaze (velocidad de ambos 50 m/s).
- Jugon: Thawne ha aprendido a ejecutar el Shigan con el puño cerrado, volviéndolo mucho más destructivo. Puede ejecutarlo tantas veces como su tier de Agilidad permita, así como imbuirlo en Haki.
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La sonrisa dibujada en el rostro de Mario, así como su rostro impasible e imperturbable, era sospechosa a la par que desquiciante. Todo tu discurso pareció salirle por un oído y entrarle por el otro. Sin embargo, no fue lo mismo para el alcalde, que tragó saliva y golpeó a su primo, dañándose su mano en el proceso.
-¡Eres imbécil! ¿En qué quedamos? Nadie puede saber que estoy emparentado con los Peroccini. Si se supiera… -hizo una pausa-, mi carrera política estaría acabada.
-Eso es si se sabe, querido primo –le dijo Mario, ladeando la cabeza y mirándote.
Rápidamente haces todos tus movimientos. Un humano ordinario no sería capaz de ver con exactitud tus acciones, pero Mario sí. Te percatas de cómo sus pupilas se vuelven rojizas y giran de un lado a otro, observando y analizando cada patrón de su ataque. Pese a que puede verte, que jurarías que podrías haberte esquivado, recibe el primer pisotón sin inmutarse, hundiéndose varios centímetros en el suelo, y luego, viendo como tu brazo se torna de un negro brilloso, le golpeas con todas tus fuerzas. La onda expansiva resultante remueve todo el mobiliario de la sala, y cuando te das cuenta tus manos están siendo agarradas por las de Mario.
-Eres rápido –te dice, sonriente-. Solo he visto esta clase de movimientos una vez, y fue contra un miembro del AEGIS 0. ¿Eres acaso un miembro del gobierno? –te dice, esperando ver algo que te delate.
Inmediatamente después, comienza a apretar las manos con fuerza, es como si de una presa neumática se tratara. Te duelen las manos, pero gracias al haki solo recibes unos rasguños leves en tu mano diestra, y una fisura en los metacarpos de tus dedos meñique, índice y corazón de tu zurda. Aprovechando el agarre, empieza a girar sobre sí mismo e intenta lanzarte por la ventana. La velocidad de su giro es impresionante, pero depende de ti salir volando o aprovechar el movimiento para hacer algo.
¿Qué haces joven agente? ¡Ah! No te lo he dicho, vas notando como tus fuerzas se van recuperando, aunque si usas el poder de tu fruta del diablo quedarás exhausto durante un turno, así que será mejor esperar.
-¡Eres imbécil! ¿En qué quedamos? Nadie puede saber que estoy emparentado con los Peroccini. Si se supiera… -hizo una pausa-, mi carrera política estaría acabada.
-Eso es si se sabe, querido primo –le dijo Mario, ladeando la cabeza y mirándote.
Rápidamente haces todos tus movimientos. Un humano ordinario no sería capaz de ver con exactitud tus acciones, pero Mario sí. Te percatas de cómo sus pupilas se vuelven rojizas y giran de un lado a otro, observando y analizando cada patrón de su ataque. Pese a que puede verte, que jurarías que podrías haberte esquivado, recibe el primer pisotón sin inmutarse, hundiéndose varios centímetros en el suelo, y luego, viendo como tu brazo se torna de un negro brilloso, le golpeas con todas tus fuerzas. La onda expansiva resultante remueve todo el mobiliario de la sala, y cuando te das cuenta tus manos están siendo agarradas por las de Mario.
-Eres rápido –te dice, sonriente-. Solo he visto esta clase de movimientos una vez, y fue contra un miembro del AEGIS 0. ¿Eres acaso un miembro del gobierno? –te dice, esperando ver algo que te delate.
Inmediatamente después, comienza a apretar las manos con fuerza, es como si de una presa neumática se tratara. Te duelen las manos, pero gracias al haki solo recibes unos rasguños leves en tu mano diestra, y una fisura en los metacarpos de tus dedos meñique, índice y corazón de tu zurda. Aprovechando el agarre, empieza a girar sobre sí mismo e intenta lanzarte por la ventana. La velocidad de su giro es impresionante, pero depende de ti salir volando o aprovechar el movimiento para hacer algo.
¿Qué haces joven agente? ¡Ah! No te lo he dicho, vas notando como tus fuerzas se van recuperando, aunque si usas el poder de tu fruta del diablo quedarás exhausto durante un turno, así que será mejor esperar.
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