Vergil Borgia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Habían llegado a mis oídos de ladrón que en cierta isla del North Blue comerciaban con piedras de jade. Y daba la casualidad de que tenía cierto contacto en la isla que me daría detalles acerca de como "tomar prestado" algún cargamento de ellas para venderlas en el mercado negro o algo así, solo me importaba ganar dinero. Aunque me gustaba, no podía seguir viviendo de la caridad de mis amantes. Quería tener mi propio dinero y darme algún que otro lujo como beber vino caro o pasarme toda la noche de juerga en sitios acordes a tal suma de dinero.
Y pues fui a la isla de Johota. El Sol resplandecía en lo alto y la gente no paraba de ir de un lugar a otro en sus quehaceres. Me encontraba justo en la zona este de la isla, la Ciudad Índigo, una aldea pesquera que era bastante interesante por un motivo en particular: era donde salían los barcos con los cargamentos de jade. Me quedé sentado en un banco, observando alguno de los barcos, rezando para que el golpe saliera bien. Me preguntaba el precio total del cargamento en cada barco pero para ello, debía ir a ver a mi viejo amigo Javier. Javier fue un contrabandista en sus tiempos mozos, vendía productos a los revolucionarios y a cualquiera que quisiera armas u objetos de calidad. Todo para poder tener el suficiente dinero y retirarse a vivir tranquilo en alguna isla.
Sin embargo, la jubilación de Javier se vería pospuesta ya que debía un favor a mi padre y ya que había sido asesinado, yo mismo se lo cobraría. Vivía en una casa modesta cerca del puerto y trabajaba de pescador, poseía un pequeño velero blanco que descansaba entre las tranquilas aguas del puerto. Al llegar a su casa, toqué dos veces y esperé respuesta. Al cabo de un par de minutos, la puerta se abrió y surgió un hombre de 50 años vestido con una camisa de tirantes blancas y unas bermudas de colorines.
-Tú debes de ser Jolly, ¿verdad? Pasa. Cuidado con el escalón de doble altura - dijo con una sonrisa blanca como perlas que resaltaban su piel morena.
La casa estaba decorada al estilo marinero, habían redes colgadas de las paredes, trofeos de pesca y diversas fotos de concursos. Nos sentamos en una mesa de madera redonda y se me quedó mirando un pequeño rato hasta que se cruzó de brazos y me miró seriamente.
- ¿ Y bien? ¿En serio planeas robar un cargamento de jade de uno de estos barcos? ¿Eres consciente del peligro que supone? Podrías acabar arrestado por el gobierno de la isla o por la Marina, o incluso acabar muerto -
- Soy consciente de ello, tranquilo. Ahora - me acerqué con una mirada pícara - ¿cual es el mejor barco para llevarse? Supongo que habrá alguno cuyo botín sea mayor al resto. ¿Sabes algo de ello? Oh, ¿pero que digo? Claro que debes saberlo, señor "Gorrión Rojo" - sonreí secamente esperando su reacción
- Sí - estaba molesto por su viejo alias de contrabandista - hay un barco cuyo cargamento, si sabes donde venderlo, que vale un total de 30 de los grandes. Pero para ello, necesitarás más que tu cara bonita para poder entrar en él. Está vigilado por la Marina ya que el gobierno de la isla se lo dan como "tributo" para sus nóminas. Estoy seguro que si pruebas en la taberna "El rincón de Logan el Tuerto" encuentras a alguien que esté dispuesto a echarte un cable a cambio de parte del botín -
Si algo odiaba era compartir las ganancias, pero visto lo visto, no me quedaba otra que repartir parte del botín.
Y pues fui a la isla de Johota. El Sol resplandecía en lo alto y la gente no paraba de ir de un lugar a otro en sus quehaceres. Me encontraba justo en la zona este de la isla, la Ciudad Índigo, una aldea pesquera que era bastante interesante por un motivo en particular: era donde salían los barcos con los cargamentos de jade. Me quedé sentado en un banco, observando alguno de los barcos, rezando para que el golpe saliera bien. Me preguntaba el precio total del cargamento en cada barco pero para ello, debía ir a ver a mi viejo amigo Javier. Javier fue un contrabandista en sus tiempos mozos, vendía productos a los revolucionarios y a cualquiera que quisiera armas u objetos de calidad. Todo para poder tener el suficiente dinero y retirarse a vivir tranquilo en alguna isla.
Sin embargo, la jubilación de Javier se vería pospuesta ya que debía un favor a mi padre y ya que había sido asesinado, yo mismo se lo cobraría. Vivía en una casa modesta cerca del puerto y trabajaba de pescador, poseía un pequeño velero blanco que descansaba entre las tranquilas aguas del puerto. Al llegar a su casa, toqué dos veces y esperé respuesta. Al cabo de un par de minutos, la puerta se abrió y surgió un hombre de 50 años vestido con una camisa de tirantes blancas y unas bermudas de colorines.
-Tú debes de ser Jolly, ¿verdad? Pasa. Cuidado con el escalón de doble altura - dijo con una sonrisa blanca como perlas que resaltaban su piel morena.
La casa estaba decorada al estilo marinero, habían redes colgadas de las paredes, trofeos de pesca y diversas fotos de concursos. Nos sentamos en una mesa de madera redonda y se me quedó mirando un pequeño rato hasta que se cruzó de brazos y me miró seriamente.
- ¿ Y bien? ¿En serio planeas robar un cargamento de jade de uno de estos barcos? ¿Eres consciente del peligro que supone? Podrías acabar arrestado por el gobierno de la isla o por la Marina, o incluso acabar muerto -
- Soy consciente de ello, tranquilo. Ahora - me acerqué con una mirada pícara - ¿cual es el mejor barco para llevarse? Supongo que habrá alguno cuyo botín sea mayor al resto. ¿Sabes algo de ello? Oh, ¿pero que digo? Claro que debes saberlo, señor "Gorrión Rojo" - sonreí secamente esperando su reacción
- Sí - estaba molesto por su viejo alias de contrabandista - hay un barco cuyo cargamento, si sabes donde venderlo, que vale un total de 30 de los grandes. Pero para ello, necesitarás más que tu cara bonita para poder entrar en él. Está vigilado por la Marina ya que el gobierno de la isla se lo dan como "tributo" para sus nóminas. Estoy seguro que si pruebas en la taberna "El rincón de Logan el Tuerto" encuentras a alguien que esté dispuesto a echarte un cable a cambio de parte del botín -
Si algo odiaba era compartir las ganancias, pero visto lo visto, no me quedaba otra que repartir parte del botín.
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