Yarmin Prince
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"Bien, cálmate Yarmin. No importa que te hayan enviado a Shabaody en medio de tus vacaciones. No importa que estuvieras en el restaurante más lujoso de Water Seven cuando te llamaron. La seguridad nacional es algo importante, y como Agente Especial del Cipher Pol debes que mantener una imagen. Tampoco importa que tuvieses planeada la visita mensual a Oasis y que sea la semana blanca de putas en el Hosto Hotel de Alubarna. ¿Pero por qué a Maki? ¿De verdad el Gobierno Mundial se siente amenazado por un hombre pez? ¿Por un pez gota? ¿Por un pez gota retrasado con personalidad múltiple cuya mayor arma es un rodillo al que inexplicablemente le han puesto cara? ¡Una cara que ni siquiera está ajustada al rodillo! ¡Y vale más de setenta millones! ¿El Gobierno Mundial me respeta? ¿De verdad piensan que esto es lo mejor a lo que puedo aspirar? Deberían estar felices de que la revolución se aboque al desastre más absoluto ascendiéndolo, pero ¡No! Mandemos a Yarmin, él no tiene nada mejor que hacer. Claro, como nunca se queja... Respira."
El disparo resonó en la habitación, y de pronto Yarmin sintió paz interior. Era una pequeña pero importante excepción a su regla de no disparar contra algo inanimado. El colchón no sangraba, lo que hacía del tiro una práctica mucho menos edificante, pero resultaba igual de relajante el olor a pólvora y el leve humo que dejaba tras de sí la bala. Cerró los ojos e inspiró lenta y profundamente antes de abandonar la habitación dando un portazo.
En los manglares controlados por el Gobierno la sensación de orden era casi molesta, pero por suerte estaba muy cerca de la casa de subastas -que funcionaba mejor desde que sus hombres la gestionaban- y así tendría algo que hacer para entretenerse. Podía comprar una sirena, usarla un poco y más tarde devolverla por defectuosa... O llevársela para Oasis. De momento, era hora de enfilar rumbo a la aventura.
El disparo resonó en la habitación, y de pronto Yarmin sintió paz interior. Era una pequeña pero importante excepción a su regla de no disparar contra algo inanimado. El colchón no sangraba, lo que hacía del tiro una práctica mucho menos edificante, pero resultaba igual de relajante el olor a pólvora y el leve humo que dejaba tras de sí la bala. Cerró los ojos e inspiró lenta y profundamente antes de abandonar la habitación dando un portazo.
En los manglares controlados por el Gobierno la sensación de orden era casi molesta, pero por suerte estaba muy cerca de la casa de subastas -que funcionaba mejor desde que sus hombres la gestionaban- y así tendría algo que hacer para entretenerse. Podía comprar una sirena, usarla un poco y más tarde devolverla por defectuosa... O llevársela para Oasis. De momento, era hora de enfilar rumbo a la aventura.
Gareth Silverwing
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Akuma no mi
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"El mal no descansa" Eso es lo que me quiero pensar, lo que nos enseñan a todos aquellos que nos dedicamos a mantener la paz y el orden. El caos no entiende de festividades ni vacaciones, por eso debemos estar siempre alerta, incluso en los momentos más tranquilos, incluso mientras disfrutamos de nuestros días no laborales. Nunca se sabe cuando te pueden necesitar y más siendo un alto cargo de la Marina. Nunca se sabe cuando los agentes de la discordia pueden alzarse para atormentar al inocente, por eso mismo he de permanecer vigilante y cumplir con mi deber incluso en los momentos menos esperados.
El villano que tengo que capturar el un cargo famoso de la revolución conocido como Maki, acompañado de Rudy el rodillo. Cómo consiguió un rodillo una recompensa más elevada que algunos de los criminales más cueles de la historia es un misterio, pero es mi deber detenerlos. En cuanto a Maki, no se mucho de él, sólo que se trata de un gyojin pez gota, algo extremadamente raro. Si me han encargado a mí personalmente la tarea de rastrearlo y capturarlo es que ese sujeto debe de ser un auténtico maestro del mal.
Me encuentro en el archipiélago Shabondy, en una de las áreas urbanas más concurridas. No soy un detective, pero supongo que este es un buen sitio para empezar a buscar. No me gusta el ambiente, demasiado relajado, demasiada gente despreocupada, estoy lejos de el entorno disciplinado y serio que he intentado forjar durante años en el cuartel, a pesar de la naturaleza de la brigada. Puede que alguien tan llamativo no muestre su rostro en público, pero si ha pasado por aquí, estoy seguro que alguien es capaz de identificarlo si pregunto en los lugares adecuados.
Estoy cerca de la casa de subastas, una zona bastante activa dentro de la ciudad, más aún si va a darse una subasta este mismo día. Seguramente un revolucionario trate de sabotear la venta de esclavos, no los culpo, a mi tampoco me gusta el esclavismo, pero el deber prima sobre el bienestar de unos pocos para poder mantener el orden. Todavía quedan un par de horas hasta que empiece la subasta, así que pasaré el tiempo tomando algo en un bar cercano.
Adam´s Cave es el nombre el bar en el que me encuentro, un discreto local al cual se accede a través de una pequeña puerta y unos escalones que bajan poco más de un piso en el subsuelo. La falta de ventanas visibles y la iluminación tendiendo a tenue hace que de la sensación de ser de noche, aunque sea pleno día. El interior está exquisitamente amueblado con mesas y sillas de madera tratada de forma artesanal, los taburetes y la barra, aunque antiguos están bien conservados, con una tapicería rojo vino que juega nos los tonos oscuros y rojizos de las paredes. La presencia de la madera resalta y da un toque refinado que pocos locales logran. A un lado hay un piano cerrado, supongo que alguien lo tocará a horas más concurridas. Me acerco y reviso las estanterías llenas de botellas de finos licores de diversas calidades.
- Tomaré un Governman. - Dije a secas al barman antes de que este pudiera preguntar qué tomaría.
- Marchando joven aunque tiene... - Contestó algo escéptico antes de que le enseñara mi identificación de la Marina. No era la primera vez que dudaban si era o no mayor de edad. - Oh, disculpe señor Silverwing.
- Es tu deber comprobarlo... pasa a menudo.
Supongo que ahora sólo tenía que esperar a construir un ambiente más de confianza y preguntarle en unos minutos, sólo tenía que tomarme las cosas con calma.
El villano que tengo que capturar el un cargo famoso de la revolución conocido como Maki, acompañado de Rudy el rodillo. Cómo consiguió un rodillo una recompensa más elevada que algunos de los criminales más cueles de la historia es un misterio, pero es mi deber detenerlos. En cuanto a Maki, no se mucho de él, sólo que se trata de un gyojin pez gota, algo extremadamente raro. Si me han encargado a mí personalmente la tarea de rastrearlo y capturarlo es que ese sujeto debe de ser un auténtico maestro del mal.
Me encuentro en el archipiélago Shabondy, en una de las áreas urbanas más concurridas. No soy un detective, pero supongo que este es un buen sitio para empezar a buscar. No me gusta el ambiente, demasiado relajado, demasiada gente despreocupada, estoy lejos de el entorno disciplinado y serio que he intentado forjar durante años en el cuartel, a pesar de la naturaleza de la brigada. Puede que alguien tan llamativo no muestre su rostro en público, pero si ha pasado por aquí, estoy seguro que alguien es capaz de identificarlo si pregunto en los lugares adecuados.
Estoy cerca de la casa de subastas, una zona bastante activa dentro de la ciudad, más aún si va a darse una subasta este mismo día. Seguramente un revolucionario trate de sabotear la venta de esclavos, no los culpo, a mi tampoco me gusta el esclavismo, pero el deber prima sobre el bienestar de unos pocos para poder mantener el orden. Todavía quedan un par de horas hasta que empiece la subasta, así que pasaré el tiempo tomando algo en un bar cercano.
Adam´s Cave es el nombre el bar en el que me encuentro, un discreto local al cual se accede a través de una pequeña puerta y unos escalones que bajan poco más de un piso en el subsuelo. La falta de ventanas visibles y la iluminación tendiendo a tenue hace que de la sensación de ser de noche, aunque sea pleno día. El interior está exquisitamente amueblado con mesas y sillas de madera tratada de forma artesanal, los taburetes y la barra, aunque antiguos están bien conservados, con una tapicería rojo vino que juega nos los tonos oscuros y rojizos de las paredes. La presencia de la madera resalta y da un toque refinado que pocos locales logran. A un lado hay un piano cerrado, supongo que alguien lo tocará a horas más concurridas. Me acerco y reviso las estanterías llenas de botellas de finos licores de diversas calidades.
- Tomaré un Governman. - Dije a secas al barman antes de que este pudiera preguntar qué tomaría.
- Marchando joven aunque tiene... - Contestó algo escéptico antes de que le enseñara mi identificación de la Marina. No era la primera vez que dudaban si era o no mayor de edad. - Oh, disculpe señor Silverwing.
- Es tu deber comprobarlo... pasa a menudo.
Supongo que ahora sólo tenía que esperar a construir un ambiente más de confianza y preguntarle en unos minutos, sólo tenía que tomarme las cosas con calma.
Yarmin Prince
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Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Saberes
Akuma no mi
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Lo que muchos tienden a ignorar cuando dejan sus destinos al azar es que no saben concretamente qué les depara el destino: Yarmin era uno de ellos. Durante un par de horas había caminado sin rumbo fijo de aquí para allá, fingiendo buscar a Maki mientras trataba de pensar cómo entretenerse. Una sirena era demasiado vulgar, mientras que la idea de arrasar un manglar desde sus raíces se antojaba menos placentera de lo que en un principio había parecido -de hecho casi le veía más problemas que otra cosa-, y atrapar a Maki ni siquiera se contemplaba. Lo último que quería era tener que cruzarse con el puñetero pez una vez más, y absorto en aquellos debates se internó en una taberna cualquiera.
Bajó las escaleras distraídamente para descubrir que en esencia era más que una taberna, un pequeño lujo considerando que estaban en Sabaody y la clase de local que no le habría importado frecuentar incluso en ciudades como Dark Dome o la mismísima Water Seven, llena de clubes de caballeros a cada cual más colorido, pintoresco y elegante. Adam´s cave era eso, una cueva: Decorada en roca viva con pilares en forma de raíz poseía un encanto rústico muy bien complementado con una larga barra de madera de ébano y una vitrina de botellas a cada cual más exclusiva que la anterior -apostaría a que habían sido compradas tras una redada en la zona divertida de la isla-. Para completar el diseño cavernario los muebles hechos a mano y la tapicería color vino parecía fundirse con las paredes rojas como la sangre. Como buena cueva, del mismo modo, alrededor de la estancia principal se extendía una red de túneles que llevaba a salas más pequeñas, reservados y hasta a un salón de baile, aunque este solo abría en la noche o bajo reserva. Conocía muy bien el local, que había pertenecido a Stoldbery mucho tiempo, y había oído hablar de su familia entre aquellos sillones.
- ¡Buenos días señor Prince! -saludó Tom, el barman, mientras terminaba de abrir una Governman para un niño-. ¿Qué le trae por nuestro humilde local?
Tom era un hombre bajito y educado con nariz ganchuda que sabía de Yarmin apenas lo justo: Trabajaba para el Gobierno Mundial. Por otro lado, Tom había tenido contacto con el Señor Prince hacía muchos años cuando ambos vivían en Water Seven, siendo este último aval para la Adam's Cave. Adam era el copropietario del local y marido de Tom, lo que muchas veces llevaba a Yarmin a pensar que lo habían nombrado en honor al sexo anal. Por lo menos estaba en el ano de Adam, un hombre escultural de porte atlético, y no en el orificio del no muy agraciado Tom.
- Me han puesto a pescar, Tom -dijo mientras se sentaba a la barra, a unos dos asientos del pelirrojo-. Un puto pez con un rodillo, de verdad que no entiendo ya a los jefes. ¿Lo has visto?
- La verdad es que no me suena -respondió confuso el tabernero-. He oído hablar de algún hombre pez, pero ya sabes: La oficina de empleo. -"Oficina de empleo" era el término eufemístico que normalmente se utilizaba para la casa de subastas, la más grande del Paraíso y la única que había escapado al control tanto de León como de Stoldbery... La única que aún no le pertenecía. La única importante, al menos-. Se paga muy bien por ellos, tengo entendido. Millones de berries; se dice que trabajan bien y no se cansan.
- Imaginaba... Nada útil. ¿Tienes Rebel? -preguntó finalmente, entre descorazonado y contento-. Pero de la reserva: ¿Officer, se llamaba?
- Tenemos todas las Rebel del mercado -el tono de Tom era orgulloso. Rebel era una marca casi artesanal, poco consumida y difícil de encontrar en la mayoría de islas, pero casi cada una de sus cervezas era única-. Puedo incluso ofrecerte una Greencoat Rebel, la primera reserva especial de la marca hace treinta años... Y no es un relanzamiento, es la original.
- Ponme dos. Una para mí... Y la otra tómala a mi salud.
Su inusitada habilidad muchas veces le daba acceso a cosas maravillosas. Conocía a Tom, y no era precisamente la clase de hombre que ofreciese sus mejores productos a la primera de cambio; pero con él todo era diferente: Él era el Príncipe Encantador, y además hijo de su mayor benefactor.
Bajó las escaleras distraídamente para descubrir que en esencia era más que una taberna, un pequeño lujo considerando que estaban en Sabaody y la clase de local que no le habría importado frecuentar incluso en ciudades como Dark Dome o la mismísima Water Seven, llena de clubes de caballeros a cada cual más colorido, pintoresco y elegante. Adam´s cave era eso, una cueva: Decorada en roca viva con pilares en forma de raíz poseía un encanto rústico muy bien complementado con una larga barra de madera de ébano y una vitrina de botellas a cada cual más exclusiva que la anterior -apostaría a que habían sido compradas tras una redada en la zona divertida de la isla-. Para completar el diseño cavernario los muebles hechos a mano y la tapicería color vino parecía fundirse con las paredes rojas como la sangre. Como buena cueva, del mismo modo, alrededor de la estancia principal se extendía una red de túneles que llevaba a salas más pequeñas, reservados y hasta a un salón de baile, aunque este solo abría en la noche o bajo reserva. Conocía muy bien el local, que había pertenecido a Stoldbery mucho tiempo, y había oído hablar de su familia entre aquellos sillones.
- ¡Buenos días señor Prince! -saludó Tom, el barman, mientras terminaba de abrir una Governman para un niño-. ¿Qué le trae por nuestro humilde local?
Tom era un hombre bajito y educado con nariz ganchuda que sabía de Yarmin apenas lo justo: Trabajaba para el Gobierno Mundial. Por otro lado, Tom había tenido contacto con el Señor Prince hacía muchos años cuando ambos vivían en Water Seven, siendo este último aval para la Adam's Cave. Adam era el copropietario del local y marido de Tom, lo que muchas veces llevaba a Yarmin a pensar que lo habían nombrado en honor al sexo anal. Por lo menos estaba en el ano de Adam, un hombre escultural de porte atlético, y no en el orificio del no muy agraciado Tom.
- Me han puesto a pescar, Tom -dijo mientras se sentaba a la barra, a unos dos asientos del pelirrojo-. Un puto pez con un rodillo, de verdad que no entiendo ya a los jefes. ¿Lo has visto?
- La verdad es que no me suena -respondió confuso el tabernero-. He oído hablar de algún hombre pez, pero ya sabes: La oficina de empleo. -"Oficina de empleo" era el término eufemístico que normalmente se utilizaba para la casa de subastas, la más grande del Paraíso y la única que había escapado al control tanto de León como de Stoldbery... La única que aún no le pertenecía. La única importante, al menos-. Se paga muy bien por ellos, tengo entendido. Millones de berries; se dice que trabajan bien y no se cansan.
- Imaginaba... Nada útil. ¿Tienes Rebel? -preguntó finalmente, entre descorazonado y contento-. Pero de la reserva: ¿Officer, se llamaba?
- Tenemos todas las Rebel del mercado -el tono de Tom era orgulloso. Rebel era una marca casi artesanal, poco consumida y difícil de encontrar en la mayoría de islas, pero casi cada una de sus cervezas era única-. Puedo incluso ofrecerte una Greencoat Rebel, la primera reserva especial de la marca hace treinta años... Y no es un relanzamiento, es la original.
- Ponme dos. Una para mí... Y la otra tómala a mi salud.
Su inusitada habilidad muchas veces le daba acceso a cosas maravillosas. Conocía a Tom, y no era precisamente la clase de hombre que ofreciese sus mejores productos a la primera de cambio; pero con él todo era diferente: Él era el Príncipe Encantador, y además hijo de su mayor benefactor.
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