Tras recibir tus bofetadas se queda callado mientras sigues en tu reprimenda. Su cara se mantiene girada por los golpes de manera que no puedes ver sus ojos. Además, te das cuenta de que, si bien tus bofetadas suelen provocar ese efecto, su cara no está roja. Es casi como si hubiese sido capaz de resistir toda tu fuerza... o negarla de algún modo. Cuando terminas de hablar, gira la cabeza para mirarte y al mismo tiempo un aura roja lo rodea, expandiéndose hacia fuera como una ráfaga de aire. Bajo sus pies, en el suelo, se crean grietas. Parece que no eres el único con problemas del control de la ira aquí. Aprieta su bate con fuerza y dirige un golpe desde lo más alto hacia tu cabeza. Parece que ese bate pesa mucho... tal vez demasiado.
Gareth Silverwing
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Oh, veo que por lo menos no era un mindundi y por lo menos era alguien con carácter. Había algo en la forma de reaccionar que me había caído bien, puede que fuera que no mediara palabra tras lo que había dicho o que hubiera sido capaz de mantenerse de pie tras mis bofetadas. O puede que algo en su reacción me recordase a mí y mi carácter. Estaba rojo de ira, literalmente, tanto que juraría que irradiaba rojo por toda la zona. Eso me sonaba de algo, era bastante parecido a mí.
Sin siquiera decir nada se dispuso a descargar su ira con su bate sobre mi cabeza. Eso me traía recuerdos, como cuando Al se dedicaba a dormir bajo la sombra de un árbol en horas laborales y yo me dedicaba a partirlo por la mitad... sin saber que era logia. Que buenos tiempos, ya no nos divertíamos como antes, ni somos tan jóvenes, ni tenemos tanto tiempo. Aunque estaba pensando como un viejo, y eso que no llegaba a los 30.
El ataque parecía peligroso, bastante de hecho, pero no pensaba esquivar, ni mucho menos darle la satisfacción de verme retroceder. Los jóvenes necesitaban una figura de autoridad, una montaña inamovible que no cediera ante nada, una bofetada en la cara a tiempo obraba maravillas. Simplemente me movería unos centímetros a la izquierda y pararía el bate con la mano derecha. Aunque algo había con ese bate, pesaba bastante y venía con demasiada fuerza. Antes de que me diera cuenta la fuerza había hecho ceder mi brazo y el bate me golpeó en el hombro. El golpe fue seguido de un ruido desagradable y un dolor seco. En efecto, me había dislocado el hombro, así como capaz de hundir mis pies en el suelo.
- ¿Acaso... es eso todo lo que tienes? - Pregunté con una sonrisa desafiante mientras le miraba a los ojos. Una miraba que denotaba determinación y una pequeña nota de demencia.
Tensé mis músculos hasta su límite, forzando las conexiones de ligamentos y tragando el dolor como buenamente pude. A los pocos segundos escuché un "clack" y notaba como mis músculos habían sido suficientes para recolocar el hombro. Esto mañana me iba a doler. Elevé el brazo y traté de agarrar el bate desde arriba, mantniéndolo entre mi mano y mi hombro. Si me salía bien podría impedir que golpease otra vez con el.
- Vamos. No me pienso mover del sitio, no voy a esquivar, pienso encajar todos y cada uno de tus golpes y si tienes lo que hay que tener... - Dije mientras un aura rojiza me rodeaba igualando a la de mi rival y Zinogre aparecía en mi mano derecha, solo que con el filo romo, no me apetecía matarlo. - Tu tampoco vas a retroceder ¿Verdad?
Y tras decir eso, descargué un potente tajo en vertical, dirigido a su hombro derecho.
Sin siquiera decir nada se dispuso a descargar su ira con su bate sobre mi cabeza. Eso me traía recuerdos, como cuando Al se dedicaba a dormir bajo la sombra de un árbol en horas laborales y yo me dedicaba a partirlo por la mitad... sin saber que era logia. Que buenos tiempos, ya no nos divertíamos como antes, ni somos tan jóvenes, ni tenemos tanto tiempo. Aunque estaba pensando como un viejo, y eso que no llegaba a los 30.
El ataque parecía peligroso, bastante de hecho, pero no pensaba esquivar, ni mucho menos darle la satisfacción de verme retroceder. Los jóvenes necesitaban una figura de autoridad, una montaña inamovible que no cediera ante nada, una bofetada en la cara a tiempo obraba maravillas. Simplemente me movería unos centímetros a la izquierda y pararía el bate con la mano derecha. Aunque algo había con ese bate, pesaba bastante y venía con demasiada fuerza. Antes de que me diera cuenta la fuerza había hecho ceder mi brazo y el bate me golpeó en el hombro. El golpe fue seguido de un ruido desagradable y un dolor seco. En efecto, me había dislocado el hombro, así como capaz de hundir mis pies en el suelo.
- ¿Acaso... es eso todo lo que tienes? - Pregunté con una sonrisa desafiante mientras le miraba a los ojos. Una miraba que denotaba determinación y una pequeña nota de demencia.
Tensé mis músculos hasta su límite, forzando las conexiones de ligamentos y tragando el dolor como buenamente pude. A los pocos segundos escuché un "clack" y notaba como mis músculos habían sido suficientes para recolocar el hombro. Esto mañana me iba a doler. Elevé el brazo y traté de agarrar el bate desde arriba, mantniéndolo entre mi mano y mi hombro. Si me salía bien podría impedir que golpease otra vez con el.
- Vamos. No me pienso mover del sitio, no voy a esquivar, pienso encajar todos y cada uno de tus golpes y si tienes lo que hay que tener... - Dije mientras un aura rojiza me rodeaba igualando a la de mi rival y Zinogre aparecía en mi mano derecha, solo que con el filo romo, no me apetecía matarlo. - Tu tampoco vas a retroceder ¿Verdad?
Y tras decir eso, descargué un potente tajo en vertical, dirigido a su hombro derecho.
- Cosas usadas:
- Característica Clave: Fuerza. 10
Características Principales: Resistencia 8 y Poder de Destrucción 8
Características secundarias: Velocidad 5 y Reflejos 4
Negación de Zonas (Primer turno)
Trasn Am (Primer turno) X3 Fuerza X3 Velocidad
Memoria muscular (Pasiva): x4 reflejos x2 velocidad (no aplicable a desplazamiento)
X7 Fuerza X6 Resistencia (Pasivas)
Parece sorprenderse al ver como puedes soportar el gran peso de su bate, aunque la ira no tarda en volver a su rostro. Cuando el lado romo de tu espada golpea el hombro de tu enemigo no parece hacerle daño. Sin embargo, no te da la sensación de que simplemente sea alguien muy resistente. Es como si tu espada se hubiese detenido en seco al tocar su hombro, perdiendo de golpe todo su impulso y fuerza de impacto. Durante un instante, puedes ver como su hombro aumenta de tamaño, como si se inflara, para después volver a su tamaño original, como si se hubiese llenado de algo y después su cuerpo lo hubiese asimilado.
—Te equivocas, no vas a encajar mis golpes... —lleva su puño libre hacia atrás—. Vas a encajar los tuyos.
Y dirige un rápido puñetazo hacia tu mejilla. Parece que vas a recibir un golpe con fuerza equiparable al que acabas de dar.
—Te equivocas, no vas a encajar mis golpes... —lleva su puño libre hacia atrás—. Vas a encajar los tuyos.
Y dirige un rápido puñetazo hacia tu mejilla. Parece que vas a recibir un golpe con fuerza equiparable al que acabas de dar.
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Esto era interesante, eran pocas las personas que tenían la complexión necesaria para aguantar mis golpes, pero lo que eran aún más escasas eran las personas que poseían poderes capaces de ayudarlos a realizar tal proeza. La forma en la que había recibido mi golpe no era natural, ni mucho menos. Sabía que guardaba un as bajo la manga, lo que no esperaba es que, en efecto fuera tan idiota de contármelo él.
Recibí el golpe en la mejilla, con una fuerza que hubiera sido capaz de desenroscarme el cuello si me hubiera pillado desprevenido. Tuve que apretar los dientes y tensar los músculos del cuello, así como moverme a favor de la fuerza para evitar lesiones. Tenía la mejilla enrojecida y humeante, pero aun así sonreía. Volví la mirada y sin pestañear escupí una buena cantidad de sangre y un par de dientes.
- Jajaja. Eso explica por qué me duele. Era mi fuerza todo este tiempo. – Dije con un tono lleno de orgullo. – Sabes, desde hace tiempo me he preguntado si hay alguien en el mundo con una fruta similar a la mía, alguien con el poder de manipular la energía cinética. No sé si ese es tu caso, pero es una posibilidad así que ahora… - Dije mientras clavaba mi arma en el suelo y apuntaba con el índice arriba. Me puse a dirigir gran parte de la energía térmica que había acumulado en la sala anterior a un solo punto encima del dedo. Enseguida se formó una pequeña y brillante llama en el aire, la cual comenzó a crecer de tamaño hasta llegar a formar un pequeño sol del tamaño de una cabeza. – Ahora voy a ver si esto te hace daño.
Cerré el puño y lo metí de lleno dentro de la esfera de llamas, para luego dirigir este hacia su mejilla, al igual que él había hecho conmigo. Había hecho algo parecido a lo que hacía con el Solar Edge, pero esta vez la forma que había imaginado era la de una esfera y pensaba liberar todo ese calor en el momento que el puño tocase su cara, o por lo menos pasase al lado. El puño no tenía demasiada fuerza, pero iba rápido, así que incluso si pensaba en esquivar, o era muy flexible, o tendría que soltar el bate y retroceder.
Recibí el golpe en la mejilla, con una fuerza que hubiera sido capaz de desenroscarme el cuello si me hubiera pillado desprevenido. Tuve que apretar los dientes y tensar los músculos del cuello, así como moverme a favor de la fuerza para evitar lesiones. Tenía la mejilla enrojecida y humeante, pero aun así sonreía. Volví la mirada y sin pestañear escupí una buena cantidad de sangre y un par de dientes.
- Jajaja. Eso explica por qué me duele. Era mi fuerza todo este tiempo. – Dije con un tono lleno de orgullo. – Sabes, desde hace tiempo me he preguntado si hay alguien en el mundo con una fruta similar a la mía, alguien con el poder de manipular la energía cinética. No sé si ese es tu caso, pero es una posibilidad así que ahora… - Dije mientras clavaba mi arma en el suelo y apuntaba con el índice arriba. Me puse a dirigir gran parte de la energía térmica que había acumulado en la sala anterior a un solo punto encima del dedo. Enseguida se formó una pequeña y brillante llama en el aire, la cual comenzó a crecer de tamaño hasta llegar a formar un pequeño sol del tamaño de una cabeza. – Ahora voy a ver si esto te hace daño.
Cerré el puño y lo metí de lleno dentro de la esfera de llamas, para luego dirigir este hacia su mejilla, al igual que él había hecho conmigo. Había hecho algo parecido a lo que hacía con el Solar Edge, pero esta vez la forma que había imaginado era la de una esfera y pensaba liberar todo ese calor en el momento que el puño tocase su cara, o por lo menos pasase al lado. El puño no tenía demasiada fuerza, pero iba rápido, así que incluso si pensaba en esquivar, o era muy flexible, o tendría que soltar el bate y retroceder.
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