Ichizake
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aparecieron sin que Gerald pudiera decir cómo. Arriba, en el aire, el más grande de los tres acosaba a Lysbeth con su extraño poder; abajo, en el pasillo, los otros dos se plantaban frente a White y él con un aire de injustificada confianza. No hacía falta gran intuición para comprender que habían dado con un grupo de enemigos. Aquello no era un juego ni un encuentro casual. La mente de Gerald se aclaró, sus músculos se relajaron, su respiración se acompasó con los latidos de su corazón. No dominaba los acertijos ni los juegos, pero entrar en batalla era algo a lo que sí estaba acostumbrado. El acertijo de la vida y la muerte, el juego del acero y la sangre. El color violeta de sus iris pareció intensificarse, casi como si sus ojos sonrieran.
Observó detenidamente a sus enemigos. Uno era alto y grande, de piel negra como la noche y apariencia ruda. Su brazo derecho terminaba en un armatoste de acero que Gerald identificó como un arma de fuego. Quienes utilizaban balas tendían a ser lentos y adolecer el cuerpo a cuerpo. Sería fácil de matar. La otra era más de su estilo. La oscura tela de sus impolutos ropajes contrastaba sobremanera con el chillón color de su cabello. Era un rosa que recordaba a los cerezos en flor, a la sangre caída en la nieve.
El fresco aire nocturno acarició su rostro. Resultaba reconfortante tras tanto tiempo en el interior del edificio. Las estrellas contemplaron como Pluma Negra abandonaba la prisión de madera que era su vaina, sedienta de sangre su negra hoja.
-¿Os las arreglaréis, White? -Sería muy desafortunado perder a su socio principal tan pronto. Luego se dirigió hacia la mujer-. En cuanto a vos... -Dio un paso lateral y dejó que la onda cortante pasase a poco menos de un centímetro de él hasta estrellarse contra la pared del fondo. Esta vez sonrió de verdad. Ya no hacía falta decir nada.
Recortó la distancia entre ambos a paso rápido y dejó que su espada danzara, descargando una serie de golpes rápidos para desbaratar la defensa de la mujer. Muñeca, rodilla, tobillo, hombro, cadera, mano de la espada y, por último, remataría su ofensiva con una estocada con la que pensaba hundir su espada en la frente de su rival. Vería si se enfrentaba a una espadachina de verdad.
Observó detenidamente a sus enemigos. Uno era alto y grande, de piel negra como la noche y apariencia ruda. Su brazo derecho terminaba en un armatoste de acero que Gerald identificó como un arma de fuego. Quienes utilizaban balas tendían a ser lentos y adolecer el cuerpo a cuerpo. Sería fácil de matar. La otra era más de su estilo. La oscura tela de sus impolutos ropajes contrastaba sobremanera con el chillón color de su cabello. Era un rosa que recordaba a los cerezos en flor, a la sangre caída en la nieve.
El fresco aire nocturno acarició su rostro. Resultaba reconfortante tras tanto tiempo en el interior del edificio. Las estrellas contemplaron como Pluma Negra abandonaba la prisión de madera que era su vaina, sedienta de sangre su negra hoja.
-¿Os las arreglaréis, White? -Sería muy desafortunado perder a su socio principal tan pronto. Luego se dirigió hacia la mujer-. En cuanto a vos... -Dio un paso lateral y dejó que la onda cortante pasase a poco menos de un centímetro de él hasta estrellarse contra la pared del fondo. Esta vez sonrió de verdad. Ya no hacía falta decir nada.
Recortó la distancia entre ambos a paso rápido y dejó que su espada danzara, descargando una serie de golpes rápidos para desbaratar la defensa de la mujer. Muñeca, rodilla, tobillo, hombro, cadera, mano de la espada y, por último, remataría su ofensiva con una estocada con la que pensaba hundir su espada en la frente de su rival. Vería si se enfrentaba a una espadachina de verdad.
- Cosas:
- Austro: Consiste en lanzar una sucesión de ataques rápidos destinados a desequilibrar al rival y así poder desarmarlo golpeando su muñeca o incluso el mango de sus armas. Suele culminar con una estocada directa a la garganta.
El brazo con el que agarra su estoque se mueve a una velocidad increíble, haciendo que su extremidad no pueda ser vista al ojo no entrenado. Su espada bloquea tus rápidos ataques, aunque parece que se está esforzando en ello. La estocada final a su frente le pilla un poco de sorpresa, pero se aparta a la derecha en el último momento recibiendo un superficial corte en la mejilla. Frunce el ceño, con una mirada que parece decir a gritos "es posible que te haya subestimado". Da un paso atrás y empieza a dirigir de nuevo una ofensiva con su arma.
Su brazo es rápido y su hoja silba en el aire, en un corte descendente directo a hacerte una profunda herida en todo el pecho.
Su brazo es rápido y su hoja silba en el aire, en un corte descendente directo a hacerte una profunda herida en todo el pecho.
Ichizake
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La dama era buena. Su brazo se movía con la misma agilidad y precisión que una experta duelista. El acero llegó a besarse múltiples veces en lo que dura un parpadeo, chocó y se separó como en una intensa danza, silbando, cantando para ellos con voz aguda y mortal. Gerald llevaba tiempo sin combatir de verdad. Quería poner a prueba su destreza, dar a sus músculos la posibilidad de recordar lo que se sentía ante un enfrentamiento digno.
Su espada fue la primera en probar sangre. El negro y frío acero la saboreó y exigió más.
Retrocedió el pie izquierdo cuando su rival contraatacó. La mujer era hábil y rápida. El estoque descendió con las sangrientas intenciones de un águila en picado sobre su presa. Le obsequiaba con un golpe mortal, y Gerald aceptó su presente. Apoyó el peso en el pie atrasado, de forma que inclinó el cuerpo y su torso quedó orientado en perpendicular a ella, ofreciendo un menor blanco. Al mismo tiempo encogió el brazo de la espada hacia su pecho y reorientó el corte mínimamente. La hoja pasó a su lado, zarandeándole el cabello y dejando una delgada línea roja en su hombro izquierdo.
Era su turno de bailar. No hubo pausa entre un movimiento y otro. En el instante en que su hoja y la de su adversaria, la que estaba desviando, dejaron atrás su brevísimo contacto, Gerald soltó su espada, la agarró con la mano izquierda una milésima de segundo después. Giró el cuerpo hacia la derecha y su hoja cruzó el aire en un movimiento ascendente totalmente opuesto a la de la mujer, como si hubieran realizado un círculo completo con sus letales movimientos.
Su espada fue la primera en probar sangre. El negro y frío acero la saboreó y exigió más.
Retrocedió el pie izquierdo cuando su rival contraatacó. La mujer era hábil y rápida. El estoque descendió con las sangrientas intenciones de un águila en picado sobre su presa. Le obsequiaba con un golpe mortal, y Gerald aceptó su presente. Apoyó el peso en el pie atrasado, de forma que inclinó el cuerpo y su torso quedó orientado en perpendicular a ella, ofreciendo un menor blanco. Al mismo tiempo encogió el brazo de la espada hacia su pecho y reorientó el corte mínimamente. La hoja pasó a su lado, zarandeándole el cabello y dejando una delgada línea roja en su hombro izquierdo.
Era su turno de bailar. No hubo pausa entre un movimiento y otro. En el instante en que su hoja y la de su adversaria, la que estaba desviando, dejaron atrás su brevísimo contacto, Gerald soltó su espada, la agarró con la mano izquierda una milésima de segundo después. Giró el cuerpo hacia la derecha y su hoja cruzó el aire en un movimiento ascendente totalmente opuesto a la de la mujer, como si hubieran realizado un círculo completo con sus letales movimientos.
La mujer aprieta los dientes en reacción a tu contraataque, sorprendida. Parece que le molesta toda esta situación. Salta en dirección opuesta a tu ataque para evitarlo, pero es demasiado tarde. Tu espada corta su ropa y rasga su piel, dejando tras de si el rojo rastro de la sangre. Este corte no parece tan superficial como el que le hiciste en la cara, sin embargo no parece suficiente para detenerla, al menos todavía. La hoja de su espada se vuelve negra y clava la punta de esta en el suelo, para después dirigir hacia ti un corte ascendente. De la hoja sale lo que parece ser una potente onda cortante que va dejando un surco en el suelo al salir, directa hacia ti.
Ichizake
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La sangre salpicó el rostro de Gerald. Cálida y roja, dejó en sus labios el sabor metálico de la muerte, que se acercaba cada vez más según su espada sajaba el cuerpo de su rival. Por un segundo dio por hecho que el combate estaba ya decidido, pero la herida no había sido tan profunda como habría cabido esperar. La lucha continuaría un poco más.
Retrocedió de un salto cuando la mujer contraatacó. Trazó un rapidísimo dibujo en el aire con su espada, con fuerza suficiente como para que brotase una onda cortante del filo. Durante un segundo, el brillo de éstas adoptó la forma de una letra zeta azulada que flotaba en el aire. Un instante después, el ataque proyectado de la espadachina golpeó contra su elegante defensa. Le faltó fuerza, no obstante. Las ondas cortantes chocaron y Gerald, interponiendo también la espada, salió despedido hacia atrás. Se estrelló con fuerza contra la pared. Un fino hilo de sangre empezó a manar de su nuca, dejándole un reguero rojo en el sudor y la suciedad de la nuca. El golpe le dejó sin respiración unos agónicos segundos, hasta que sus pulmones pudieron llenarse de aire de nuevo. Entonces se incorporó.
-¿Puedo conocer vuestro nombre? -preguntó. En el Reino a todo el mundo le gustaba dar su nombre a sus enemigos, y le resultaba extraño no conocer el de ella. No era imprescindible, claro, pero...
Adoptó la posición de combate. Se sorprendió a sí mismo pasándoselo bien, cosa que en cierto modo le desconcertaba. No obstante, no podía dejar que un entretenimiento fútil le distrajese de lo que había ido a hacer allí. Primer paso: librarse de la espadachina. Podría haber acabado rápidamente con sus poderes, pero aún tenía algo de tiempo como para concederse el capricho de cruzar espadas un poco más.
Aferró su arma con ambas manos. Necesitaría tener buena sujeción. Lentamente, tomándose su tiempo en cada respiración, la alzó hasta que el acero quedó a la altura de su rostro. El aliento de Gerald empañaba levemente la hoja, que permanecía firme, sin el menor temblor. Dejó escapar todo el aire por décima vez y entonces proyectó toda su fuerza en una poderosa estocada. El ruido fue como el de un cañón. El aire, convertido en una bala, atravesaría a la mujer de parte a parte. Y si no era así, tampoco importaba. Tanto si lo recibía como si lo esquivaba o lo detenía, cumpliría su función. En cuanto lanzó su ataque, se desplazó hacia ella a toda velocidad para poner fin a su vida con un único tajo decapitador.
Retrocedió de un salto cuando la mujer contraatacó. Trazó un rapidísimo dibujo en el aire con su espada, con fuerza suficiente como para que brotase una onda cortante del filo. Durante un segundo, el brillo de éstas adoptó la forma de una letra zeta azulada que flotaba en el aire. Un instante después, el ataque proyectado de la espadachina golpeó contra su elegante defensa. Le faltó fuerza, no obstante. Las ondas cortantes chocaron y Gerald, interponiendo también la espada, salió despedido hacia atrás. Se estrelló con fuerza contra la pared. Un fino hilo de sangre empezó a manar de su nuca, dejándole un reguero rojo en el sudor y la suciedad de la nuca. El golpe le dejó sin respiración unos agónicos segundos, hasta que sus pulmones pudieron llenarse de aire de nuevo. Entonces se incorporó.
-¿Puedo conocer vuestro nombre? -preguntó. En el Reino a todo el mundo le gustaba dar su nombre a sus enemigos, y le resultaba extraño no conocer el de ella. No era imprescindible, claro, pero...
Adoptó la posición de combate. Se sorprendió a sí mismo pasándoselo bien, cosa que en cierto modo le desconcertaba. No obstante, no podía dejar que un entretenimiento fútil le distrajese de lo que había ido a hacer allí. Primer paso: librarse de la espadachina. Podría haber acabado rápidamente con sus poderes, pero aún tenía algo de tiempo como para concederse el capricho de cruzar espadas un poco más.
Aferró su arma con ambas manos. Necesitaría tener buena sujeción. Lentamente, tomándose su tiempo en cada respiración, la alzó hasta que el acero quedó a la altura de su rostro. El aliento de Gerald empañaba levemente la hoja, que permanecía firme, sin el menor temblor. Dejó escapar todo el aire por décima vez y entonces proyectó toda su fuerza en una poderosa estocada. El ruido fue como el de un cañón. El aire, convertido en una bala, atravesaría a la mujer de parte a parte. Y si no era así, tampoco importaba. Tanto si lo recibía como si lo esquivaba o lo detenía, cumpliría su función. En cuanto lanzó su ataque, se desplazó hacia ella a toda velocidad para poner fin a su vida con un único tajo decapitador.
- Cosas:
- Sonata del espadachín sin nombre: Gerald realiza una serie de cortes precisos y tremendamente rápidos, y puede combinarlos con la típica técnica de lanzamiento de ondas cortantes. La diferencia está en que no lanza dichas ondas, sino que las genera cuando golpea algo a corta distancia para aumentar la capacidad de corte de su ataque y las lanza en ese momento a quemarropa. Durante unos segundos los cortes que realiza tienen el brillo azulado de las ondas cortantes y, como queda bonito, suele “dibujar” formas geométricas con ellos.
Canción del justador: Inspirándose en su experiencia en las justas, Gerald puede realizar un potente “disparo” con la punta de cualquier arma, lanzando una estocada con tanta fuerza que genere una onda de aire con la potencia de un misil. Con su espada alcanza una distancia máxima de 50 metros. A bocajarro, podría hacer un agujero en una pared de acero del tamaño de un balón hinchable; a 20 metros, agujerearía una pared de piedra sin problemas; a 50 causaría graves daños a una persona normal. El ataque duplica su fuerza si lo hace con una lanza o un arma similar y, del mismo modo, se reduce si usa armas más pequeñas que su espada.
La espadachina salta a un lado para esquivar tu potente ataque, el cual impacta en la pared que había detrás, provocando un enorme boquete y grietas. Aprieta los dientes en una maldición interna cuando ve la potencia de tu ataque, para girarse hacia ti en el último momento cuando diriges tu letal decapitación. Su espada se coloca en medio, bloqueando el ataque en el último momento, y creando un forcejeo momentáneo de aceros que resuenan como cascabeles.
—Katherine Pride —te responde a tu pregunta anterior con una sonrisa—, ¿y vos?
Justo entonces desliza su pie por el suelo dispuesto a golpear tu propio pie y desestabilizarte, para después desviar tu espada a un lado y dirigir una letal puñalada a tu pecho. Parece que ella también se lo está pasando bien.
—Katherine Pride —te responde a tu pregunta anterior con una sonrisa—, ¿y vos?
Justo entonces desliza su pie por el suelo dispuesto a golpear tu propio pie y desestabilizarte, para después desviar tu espada a un lado y dirigir una letal puñalada a tu pecho. Parece que ella también se lo está pasando bien.
Ichizake
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El muro reventó, y en él surgió un orificio del tamaño de una ventana redonda que se camuflaba bien entre la destrucción que los temblores y las explosiones habían diseminado por la torre. Los fragmentos de pared no habían terminado de caer al suelo y Gerald ya estaba cerca de liberar a la pobre espadachina del molesto peso de su cabeza.
Solo encontró su acero. Las espadas chocaron y lanzaron una exclamación aguda que reverberó en los oídos de Gerald. La mujer y él mantuvieron el contacto, arma con arma, durante lo que se le antojó una eternidad. El tiempo detenido en los filos enfrentados. Sus ojos se encontraron con los de ella, y vio reflejado en ellos el mismo regocijo que él experimentaba. La sonriente espadachina le dio su nombre. Gerald lo guardó igual que el beso de una amante y prometió a Katherine Pride que su nombre sería lo último que oyese antes de morir.
Entonces perdió pie. La mujer apartó la espada de Gerald con un movimiento repentino y él, falto de equilibrio, cayó hacia un lado mientras que un mortífero brillo buscaba su vida. No lo dudó. Empujó la espada de Pride con la mano libre y evitó quedar ensartado en ella. Cayó al suelo con un profundo corte en la palma que llegaba hasta el hueso, pero era un precio barato. Desde luego mejor que un agujero en el pecho. Rodó por el suelo para poner cierta distancia, se levantó de un salto y con el mismo vigor volvió a la carga. Su espada buscó carne que cortar de inmediato. Un brusco gesto hacia fuera, un solo tajo, aparentemente. Y no obstante, Gerald había realizado multitud de cortes en lo que dura un parpadeo. Cada uno de ellos era como una preciosa nota de la bella sinfonía que la sangre componía.
Solo encontró su acero. Las espadas chocaron y lanzaron una exclamación aguda que reverberó en los oídos de Gerald. La mujer y él mantuvieron el contacto, arma con arma, durante lo que se le antojó una eternidad. El tiempo detenido en los filos enfrentados. Sus ojos se encontraron con los de ella, y vio reflejado en ellos el mismo regocijo que él experimentaba. La sonriente espadachina le dio su nombre. Gerald lo guardó igual que el beso de una amante y prometió a Katherine Pride que su nombre sería lo último que oyese antes de morir.
Entonces perdió pie. La mujer apartó la espada de Gerald con un movimiento repentino y él, falto de equilibrio, cayó hacia un lado mientras que un mortífero brillo buscaba su vida. No lo dudó. Empujó la espada de Pride con la mano libre y evitó quedar ensartado en ella. Cayó al suelo con un profundo corte en la palma que llegaba hasta el hueso, pero era un precio barato. Desde luego mejor que un agujero en el pecho. Rodó por el suelo para poner cierta distancia, se levantó de un salto y con el mismo vigor volvió a la carga. Su espada buscó carne que cortar de inmediato. Un brusco gesto hacia fuera, un solo tajo, aparentemente. Y no obstante, Gerald había realizado multitud de cortes en lo que dura un parpadeo. Cada uno de ellos era como una preciosa nota de la bella sinfonía que la sangre componía.
- gkjfh:
- Black Slash: Como habilidad pasiva, Gerald consigue una mayor velocidad en el manejo de su espada. Además, de forma activa es capaz de ejecutar una gran cantidad de cortes tan rápido que parece que solo realiza uno.
La mujer parece apunto de detener el corte que se dirige hacia ella, sin embargo parece que no se esperaba en absoluto tener que lidiar con tantos cortes simultaneos en tan poco tiempo. Su cuerpo se sacude con cada corte recibido, casi como una muñeca de trapo, y cae al suelo de espaldas. No tarda nada en levantarse de nuevo, jadeando y sangrando por la boca. Su torso está lleno de cortes que rajan sus ropas y muestran su piel herida bajo estas. Con la mano que no sujeta la espada se toca las heridas, haciendo una mueca por el dolor.
—Serás hijo de... —y dice una palabrota bastante fuerte, dejando bastante claro que va a dejar atrás todo tipo de caballerosidad que la pelea hizo gala hasta ahora.
Se reincorpora. Con su nueva postura casi parece que no siente dolor alguno, teniendo la espada a su frente, como en un clásico saludo de esgrima. En cuanto baja el brazo de la espada, este deja un rastro de un segundo y tercer brazo, los cuales se materializan, como si siempre hubiese tenido tres brazos en ese lado del cuerpo, cada uno armado con una espada.
—Estilo de la diosa... Vishnu —susurra, a la par que da rápidas estocadas en el aire.
Tres ondas de aire salen disparadas hacia ti, con la velocidad de una bala y la potencia de un cañón, bastante similares a la tuya que destruyó la pared antes.
—Serás hijo de... —y dice una palabrota bastante fuerte, dejando bastante claro que va a dejar atrás todo tipo de caballerosidad que la pelea hizo gala hasta ahora.
Se reincorpora. Con su nueva postura casi parece que no siente dolor alguno, teniendo la espada a su frente, como en un clásico saludo de esgrima. En cuanto baja el brazo de la espada, este deja un rastro de un segundo y tercer brazo, los cuales se materializan, como si siempre hubiese tenido tres brazos en ese lado del cuerpo, cada uno armado con una espada.
—Estilo de la diosa... Vishnu —susurra, a la par que da rápidas estocadas en el aire.
Tres ondas de aire salen disparadas hacia ti, con la velocidad de una bala y la potencia de un cañón, bastante similares a la tuya que destruyó la pared antes.
Ichizake
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No esperaba que fuese a levantarse. Es decir, lo había esperado, de una forma primitiva y violenta que no terminaba de comprender del todo, pero verla ponerse de nuevo en pie, cubierta de sangre y lanzando exabruptos, realmente le sorprendió. La mujer adoptó su posición de combate sin inmutarse por sus heridas, como si hubiese dejado a un lado el dolor y el cansancio. Gerald no pudo menos que respetar eso, y se preparó para continuar la contienda con igual determinación.
Eso sí, tampoco se esperaba lo de los brazos mágicos.
Cuando un segundo y un tercer brazo aparecieron, se le ocurrió la idea de que podía estar enfrentándose a una habilidad extraña. No creía que ella hubiese logrado penetrar en su mente, así que debía de ser algo real, tangible incluso. Estaba convencido de que las tres espadas le harían el mismo daño si le alcanzaban.
Una cruda imagen mental le advirtió de que le esperaba un ataque poco menos que mortal. Alzó su propia espada casi por instinto, avisado por el mantra, preguntándose si podría salir con bien de aquella. No quería quedar hecho trizas antes de haber conseguido nada de esa maldita torre. De la punta de Pluma Negra brotó una barrera de haki del tamaño de un escudo de guerra. El ataque de la espadachina se estrelló contra el muro invisible, que absorbió gran parte del impacto. Gerald apretó los dientes cuando sus hombros y sus piernas sufrieron los restos del ataque que no había podido bloquear. La sangre tiñó sus ropas un segundo antes de que perdiese pie y la fuerza del aire le estampase contra el muro destrozado a su espalda.
Se levantó conteniendo un insulto tan basto que le sorprendió hasta pensarlo. Él también tenía algún truco en su arsenal, e iba siendo hora de darlo a conocer.
Respiró hondo. La espada frente a él, firmemente agarrada con ambas manos. La sangre goteaba de más heridas de las que le parecía prudente contar por el momento, ensuciando la guarda y goteando hasta el suelo. Parecía negra a la débil luz de la luna que entraba por el techo abierto del Jinete.
-Mi nombre es Gerald Ichizake -le dijo, aunque tuvo la precaución de no decirlo en voz alta, sino que usó sus poderes para ello. Ahora ya podía morir.
Tensó los músculos hasta el límite que su dolorido cuerpo le gritaba. Dejó que su espada surcase el aire con toda la fuerza que era capaz de convocar. Cuando el acero se detuviera, dudaba que quedase nada vivo ante él.
Eso sí, tampoco se esperaba lo de los brazos mágicos.
Cuando un segundo y un tercer brazo aparecieron, se le ocurrió la idea de que podía estar enfrentándose a una habilidad extraña. No creía que ella hubiese logrado penetrar en su mente, así que debía de ser algo real, tangible incluso. Estaba convencido de que las tres espadas le harían el mismo daño si le alcanzaban.
Una cruda imagen mental le advirtió de que le esperaba un ataque poco menos que mortal. Alzó su propia espada casi por instinto, avisado por el mantra, preguntándose si podría salir con bien de aquella. No quería quedar hecho trizas antes de haber conseguido nada de esa maldita torre. De la punta de Pluma Negra brotó una barrera de haki del tamaño de un escudo de guerra. El ataque de la espadachina se estrelló contra el muro invisible, que absorbió gran parte del impacto. Gerald apretó los dientes cuando sus hombros y sus piernas sufrieron los restos del ataque que no había podido bloquear. La sangre tiñó sus ropas un segundo antes de que perdiese pie y la fuerza del aire le estampase contra el muro destrozado a su espalda.
Se levantó conteniendo un insulto tan basto que le sorprendió hasta pensarlo. Él también tenía algún truco en su arsenal, e iba siendo hora de darlo a conocer.
Respiró hondo. La espada frente a él, firmemente agarrada con ambas manos. La sangre goteaba de más heridas de las que le parecía prudente contar por el momento, ensuciando la guarda y goteando hasta el suelo. Parecía negra a la débil luz de la luna que entraba por el techo abierto del Jinete.
-Mi nombre es Gerald Ichizake -le dijo, aunque tuvo la precaución de no decirlo en voz alta, sino que usó sus poderes para ello. Ahora ya podía morir.
Tensó los músculos hasta el límite que su dolorido cuerpo le gritaba. Dejó que su espada surcase el aire con toda la fuerza que era capaz de convocar. Cuando el acero se detuviera, dudaba que quedase nada vivo ante él.
- Cosas de gente medieval:
- Modalidad de haki armadua. Nivel I: Gerald puede emitir una barrera circular de haki del tamaño de un escudo. De forma pasiva, su espada se vuelve un 25% más resistente.
Corte del decapitador de dragones: Un movimiento de espada le basta para partir en dos cualquier objeto menos duro que el diamante por grande que sea. Por contra, requiere concentración y no es algo que pueda hacerse a menudo.
La mujer gruñe, casi como una bestia acorralada. Coloca su espada en medio del ataque para detener tu poderoso corte, en un intento de salvar la vida. El sonido metálico llena la estancia, sin embargo, tu hoja no encuentra resistencia. Durante unos segundos que parecen horas, el silencio se adueña del lugar de manera casi aterradora. Baja la espada y se pone recta, en total silencio. Entonces, su espada se rompe.
—Buen corte... —dice, mientras una linea diagonal aparece en todo su torso, en un brillante color rojo—... Podría cortar a un dragón...
Cae de espaldas. Su cuerpo se parte en dos al tocar el suelo y ahora yace muerta, con sus ojos ahora vacíos observando el cielo nocturno. Has ganado.
Combate terminado, puedes postear ahora en el tema principal del capítulo.
—Buen corte... —dice, mientras una linea diagonal aparece en todo su torso, en un brillante color rojo—... Podría cortar a un dragón...
Cae de espaldas. Su cuerpo se parte en dos al tocar el suelo y ahora yace muerta, con sus ojos ahora vacíos observando el cielo nocturno. Has ganado.
Combate terminado, puedes postear ahora en el tema principal del capítulo.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.