Nailah
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A pesar de que se hubieran bajado sobre Marc, Nailah miró su mano, notándola húmeda. Por sus dedos corría un ligero hilillo de sangre. La pirata se preocupó por el estado del gigante, que aunque había evitado el ataque de shurikens parecía haberse herido en el hombro. Cuando Nailah estaba a punto de acercarse a él, una extraña niebla les envolvió de nuevo. Se giró rápidamente y se fijó en la presencia un hombre.
La pirata se detuvo, mirándolo fijamente y en cuestión de segundos estaba apartada de sus compañeros, sola con el repartidor. Nailah pateó al suelo y se alejó del muro. Confiaba en que Spanner y Marc pudieran arreglárselas por sí solas, pero lo que no contaba era quedarse a solas con el muchacho. Igual se llevaba alguna sorpresa con él, pero no bastaba con ella sola para protegerlo ya que no era lo suficientemente fuerte.
Nailah desenvainó a la reina roja, poniéndose por delante del repartidor y apuntó recto. Las llamas brotaron por todo el filo extendiéndose rápidamente.
-¿Tienes alguna manera de defenderte? - dijo, mirándolo de reojo y en voz baja.
Nailah aguzó la vista y se fijó en el aspecto del sujeto de cabellos blancos. Le parecía muy actractivo, quizá más que el almirante que había conocido en la entrada de la torre. Aquellos músculos marcados, acompañados de una prenda tribal y su melena... La pirata pareció perderse por un momento. Quizá no era del todo malo o quizá podía convencerlo de que cambiara su idea sobre atacarlos. Nailah bajó a la reina roja.
-No queremos hacerte daño, yo estoy a favor de que la Aguja se ponga en marcha. Desde que he entrado en este lugar no he visto más que a estúpidos tratando de luchar contra lo inevitable.
La pirata se detuvo, mirándolo fijamente y en cuestión de segundos estaba apartada de sus compañeros, sola con el repartidor. Nailah pateó al suelo y se alejó del muro. Confiaba en que Spanner y Marc pudieran arreglárselas por sí solas, pero lo que no contaba era quedarse a solas con el muchacho. Igual se llevaba alguna sorpresa con él, pero no bastaba con ella sola para protegerlo ya que no era lo suficientemente fuerte.
Nailah desenvainó a la reina roja, poniéndose por delante del repartidor y apuntó recto. Las llamas brotaron por todo el filo extendiéndose rápidamente.
-¿Tienes alguna manera de defenderte? - dijo, mirándolo de reojo y en voz baja.
Nailah aguzó la vista y se fijó en el aspecto del sujeto de cabellos blancos. Le parecía muy actractivo, quizá más que el almirante que había conocido en la entrada de la torre. Aquellos músculos marcados, acompañados de una prenda tribal y su melena... La pirata pareció perderse por un momento. Quizá no era del todo malo o quizá podía convencerlo de que cambiara su idea sobre atacarlos. Nailah bajó a la reina roja.
-No queremos hacerte daño, yo estoy a favor de que la Aguja se ponga en marcha. Desde que he entrado en este lugar no he visto más que a estúpidos tratando de luchar contra lo inevitable.
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Miré al muro que me apareció en la cara, ignorando al señor que teníamos cerca durante un segundo. Supuse que al no salir directamente de ahí, no sería la señora quien poseía la habilidad de pasar a través de paredes. Me giré tranquilamente mientras veía a un hombre que parecía hacer culturismo, debido a que se encontraba haciendo una pose marcando musculo.
Sinceramente, no me gustaba pelear, pero dado que Nailah se había preparado para pelear, poniéndose delante mio, supuse que no habría alternativa, pues parecía más curtida en el campo de batalla que yo. Me preguntó si tenía alguna manera de defenderme, así que me puse a rebuscar entre mi bolsa, tardando un buen rato entre varias cartas y otros tipos de mensajería de pequeño tamaño. Tardé un rato, pero la encontré, así que se lo comuniqué a la mujer mientras la sacaba de la bolsa, agarrando la pistola con ambas manos y apuntando al suelo, tras haber quitado el seguro.
La chica decidió, intentar la vía del diálogo, así que me mantuve en espera de sus instrucciones si el hombre decidía atacarnos, manteniéndome preparado por si debía esquivar.
Sinceramente, no me gustaba pelear, pero dado que Nailah se había preparado para pelear, poniéndose delante mio, supuse que no habría alternativa, pues parecía más curtida en el campo de batalla que yo. Me preguntó si tenía alguna manera de defenderme, así que me puse a rebuscar entre mi bolsa, tardando un buen rato entre varias cartas y otros tipos de mensajería de pequeño tamaño. Tardé un rato, pero la encontré, así que se lo comuniqué a la mujer mientras la sacaba de la bolsa, agarrando la pistola con ambas manos y apuntando al suelo, tras haber quitado el seguro.
La chica decidió, intentar la vía del diálogo, así que me mantuve en espera de sus instrucciones si el hombre decidía atacarnos, manteniéndome preparado por si debía esquivar.
- Hmm. Podría creerte, pero hay algo que me escama. - Dice mientras baja los brazos, parece que está abandonando una pose defensiva para una más relajada, quizás demasiado delante de dos personas armadas. - Todo el equipo necesario está en su sitio y a punto de activarse. No me han informado de la llegada de ningún mensajero. Y ese paquete es demasiado sospechoso. - Se queda pensativo mientras te mira. - Ya sé. Mata al mensajero y te dejaré pasar. Si al final era algo necesario asumiré las consecuencias.
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Nailah permaneció alerta en todo momento hasta que el hombre abandonó su pose defensiva. Se relajó un poco también, sin perder de vista cualquier movimiento que pudiera hacer. Al tomar aquel gesto de manera tan relajada, la muchacha dio un par de pasos hacia delante, esperando a que el repartidor la siguiera.
Las palabras que tenía el atacante no estaban faltas de razón. Nailah se giró para mirar el paquete, desde que entró en la Aguja el chico no se había separado de este y hubo momentos en los que le costaba desapegarse. Era muy sospechoso a decir verdad, ¿para quién era el paquete y que contenía dentro?
No le habría importado arrebatarle la vida al repartidor, pero le había prometido protección y ella no incumplía sus promesas. Tenía que idear un plan rápido para que el criminal no sospechara de lo que planeaban y finalmente agarró del brazo con fuerza al repartidor y lo trajo hasta delante de mala manera. No era su intención hacerle daño, pero debían actuar consecuentemente.
-Lo que hay dentro es lo único que falta para que la Aguja se active - inventó -. ¿Tú sabes el caos que hemos tenido que pasar para poder llegar hasta aquí arriba? De no ser por mí, el chico no habría podido traer el objeto y esto jamás se pondría en marcha. Hagamos una cosa, vayamos los tres juntos y él será quién lleve el paquete hasta su receptor, una vez lo entregue le arrebataré la vida delante de ti. Todos salimos ganando excepto él, la Aguja se pone en marcha y tu no tienes que asumir las consecuencias - tomó una pausa -. A medida que subíamos me di cuenta de que la gente avanzó muy rápido, en cualquier momento llegarán hasta lo más alto, no debemos perder el tiempo activando esto.
Las palabras que tenía el atacante no estaban faltas de razón. Nailah se giró para mirar el paquete, desde que entró en la Aguja el chico no se había separado de este y hubo momentos en los que le costaba desapegarse. Era muy sospechoso a decir verdad, ¿para quién era el paquete y que contenía dentro?
No le habría importado arrebatarle la vida al repartidor, pero le había prometido protección y ella no incumplía sus promesas. Tenía que idear un plan rápido para que el criminal no sospechara de lo que planeaban y finalmente agarró del brazo con fuerza al repartidor y lo trajo hasta delante de mala manera. No era su intención hacerle daño, pero debían actuar consecuentemente.
-Lo que hay dentro es lo único que falta para que la Aguja se active - inventó -. ¿Tú sabes el caos que hemos tenido que pasar para poder llegar hasta aquí arriba? De no ser por mí, el chico no habría podido traer el objeto y esto jamás se pondría en marcha. Hagamos una cosa, vayamos los tres juntos y él será quién lleve el paquete hasta su receptor, una vez lo entregue le arrebataré la vida delante de ti. Todos salimos ganando excepto él, la Aguja se pone en marcha y tu no tienes que asumir las consecuencias - tomó una pausa -. A medida que subíamos me di cuenta de que la gente avanzó muy rápido, en cualquier momento llegarán hasta lo más alto, no debemos perder el tiempo activando esto.
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La verdad es que no me empezaba a agradar por donde tiraba la conversación, eso de tener que matarme por lo que sea no era mi estilo. Pero supuse que Nailah estaba tirándose un farol, intentando mantenerme con vida el tiempo suficiente, diciendo que me acabaría cuando entregara el paquete. Mientras me agarraba por el brazo me quedé quietecito y calladito, había oído que lo mejor que se podía hacer en esos casos era hacerse el muerto, pero como no podía, tiré por el sucedáneo de no mirar a la cara a ese señor.
Esperaba que todo saliera bien en el intento de negociación que estaba llevando a cabo la señora, y pudieramos reunirnos con sus compañeros antes de que fuera necesario matarme.
Esperaba que todo saliera bien en el intento de negociación que estaba llevando a cabo la señora, y pudieramos reunirnos con sus compañeros antes de que fuera necesario matarme.
-Hmm... No se si creer... - De pronto se va la luz y un estruendo resuena por la torre. - Puede que lo que digas es cierto. Ven conmigo, no tenemos tiempo que perder.
El hombre chasquea los dedos y las paredes que os retenían se hunden en el suelo. Os lleva por los amplios pasillos, parece que no sois los únicos que están luchando. De pronto llegáis a una pared aparentemente plana, saca una tarjeta, no sabéis de donde y la pasa por su superficie. Dos puertas automáticas perfectamente escondidas se abren y os lleva por lo que parecen pasillos de mantenimiento.
- Sea lo que sea lo que ocurre, os llevaré ante el experto, y este sabrá lo que hacer con eso.
Entráis en un ascensor, el cual empieza a elevarse rápidamente, mientras suena una musiquita de piano lento.
El hombre chasquea los dedos y las paredes que os retenían se hunden en el suelo. Os lleva por los amplios pasillos, parece que no sois los únicos que están luchando. De pronto llegáis a una pared aparentemente plana, saca una tarjeta, no sabéis de donde y la pasa por su superficie. Dos puertas automáticas perfectamente escondidas se abren y os lleva por lo que parecen pasillos de mantenimiento.
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