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Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] Empty Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] {Mar 3 Dic 2019 - 14:54}

-¿No has conseguido nada mejor?

Era una pregunta absurda, por supuesto. En realidad lo que quería preguntar era "¿Qué es esta mierda?". Su... asesora se encogió de hombros.

-Es lo que hay. Los sellos que hacen falta para estas cosas son muy difíciles de conseguir. Tampoco es como si te hiciera falta, ¿no?

-No, la verdad es que no -admitió Gerald-. Pero hay que cuidar los detalles.

Guardó los documentos falsos en un estuche innecesariamente ornamentado y este en uno los bolsillos de su capa nueva. Recién planchada y adornada con hilo de oro que adoptaba la forma de volutas de humo dorado recorriendo la tela, era la prenda más cara, ostentosa y poco práctica que Gerald hubiese comprado jamás. Pero bueno, para ser un noble había que presumir un poco.

-¿Quieres que lo repitamos? -preguntó Mireille. Gerald negó con la cabeza-. ¿Estás seguro de que no quieres ser Oswald? Es un tío muy gracioso.

Oh, sí, en eso tenía que estar de acuerdo. La falsa identidad del joven heredero del North Blue llamado Oswald era tan pomposa, estrafalaria y superficial que resultaba hasta cómica. Gerald odiaba interpretar a ese tipo, y más delante de conocidos. Suerte que Oswald jamás iría a un sitio tan peligroso como la segunda mitad de Grand Line. No, para esa misión necesitaría un nombre nuevo. Tenía uno reservado para cierto asunto, pero bien podía estrenarlo para seducir a la joven Mabel.

"Mírate, a punto de postularte como marido, señor y desvirgador de una treceañera. En casa habrían estado orgullosos".

Una hora después, el atractivo Barma Mochizuki, heredero de un precioso condado en una isla minera, estrenando capa nueva y con sus quizás un tanto dudosos documentos, se presentaba en el palacio del rey Wade para poner su espada, y tal vez algo más, al servicio de su Casa.

Desde luego, aquel sitio destilaba lujo, aunque sin esa sobrecargada atmósfera que tanto gustaba a los ricos. Era bonito, casi acogedor. Un amplio salón de gruesas columnas y coloridas baldosas recibía a los sucesivos invitados que acudían a la llamada del amor. Su Majestad estaría contento. Había al menos una veintena de pretendientes, cada uno con su propio séquito, las alhajas que hubiese traído para comprar el favor de la princesa y un ego que competía en intensidad con el valor de sus joyas. En comparación, Gerald, que decidió acudir en solitario, parecía poco más que un burgués venido a más. Lo único que tenía a su favor eran un chaleco limpio, unos zapatos relucientes, el pelo recogido en una esmerada cola de caballo y una bonita espada ceremonial. Casi ceremonial. Eso y su pequeño truco especial. No había riqueza capaz de competir con su habilidad, de eso estaba seguro. Tal vez no fuese el que más limpio jugase aquella partida, pero tenía toda la intención de ganarla.

"Tanto tiempo matando a nobles, y ahora voy a ser uno de ellos. El Gran Gerald I el Irónico".

Pero sin duda era mucho más fácil ganarse un principado mediante una firma y un mal trago en el lecho que a través de sus métodos habituales. Al fin y al cabo, sería una lástima manchar aquel suelo con sangre.
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Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] Empty Re: Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] {Lun 16 Dic 2019 - 23:20}

- ¿No estás emocionado?

¿Por qué no debería estarlo? Estaba a punto de conocer a su futura esposa, una niña que seguramente resultase tan insulsa en la cama como en el día a día. De hecho, lo que era peor, tendría que aguantar un tiempo indeterminado antes de librarse de ella y cumplir como marido... Sin levantar sospechas. Tal vez tuviese que darle hijos, o incluso ejercer como regente para llevar aquel reino de poca monta a un estadío superior... Tal vez declarar una guerra, originar un genocidio... Al final, aquel matrimonio tendría cosas buenas.

- Pásame los gemelos de rubí.

La camisa que había elegido era de un impoluto blanco, tan delicada que parecía poder rayarse con pasar la uña. Al tacto era aterciopelada, y aunque su ligero satinado recordaba a telas más nobles se trataba de una simple camisa de algodón; una camisa de algodón tejida por los sastres especializados de Oasis, pero de algodón. Se había pensado de manera pragmática para ello, desarrollando un material poroso que resistiese los caprichos del desierto pero al mismo tiempo permitiese una suerte de aislamiento relativo... Cosas que él no entendía del todo, pero en las pruebas de campo aquella camisa había resultado ser perfecta para resistir el calor infernal de Arabasta y sus noches de frío implacable. El único defecto que tenía era que las puñetas no tenían botón, ya que según Giuseppe "solo un horterini llevaría eso a una gala real". Giuseppe podía ser un borracho y un putero, pero antes de jefe de confección del Servicio Secreto había sido su sastre personal durante años, y sabía lo que decía. Pero Yarmin odiaba los gemelos.

- Yarmin, deberíamos repasar un poco.

¿Debían?

- Mi nombre es Amadeus Beetzelbuz, séptimo hijo de Siegmund III el Justo, amado rey de Lyneel hace veinte años. Tengo una gran fortuna, mi pene...

- A ser posible, evita esa parte.

- Pero recuerdas que da igual lo que diga, ¿verdad? Podría simplemente pedirle la mano y...

- A ver, Yarmin, que en la invitación a esta puesta de largo pone claramente que ni estafadores, ni negros, ni usuarios de fruta del diablo.

- Qué específico. Bueno, intentaré comportarme, aunque dudo que nadie se dé cuenta.

Un par de horas más tarde un mayordomo con cara de llamarse Bautista le abrió la puerta del gran salón, donde tanto lujo casi le habría abrumado... de no ser porque comparado al diseño de Oasis cualquier exagerada opulencia propia de una realeza insegura era incapaz de impresionarle. Al fin y al cabo ya conocía esa clase de lujos y resultaban, en la práctica, hasta incómodos. Lo que sí llamaba la atención era el enorme séquito que todo el mundo había decidido traerse consigo mientras Yarmin portaba, como única muestra de distinción, un libro y una rosa. Tópico y superficial, pero según el análisis psicológico de aquella muchacha era la clase de chabacanería que encajaba con su perfil. Y era muy importante conquistar a la princesa; ya cuando triunfase se encargaría de operar al doble. Pero la primera noche... Esa era suya y de nadie más.
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Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] Empty Re: Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] {Dom 29 Dic 2019 - 18:39}

¿Había algo más pomposo que un heraldo? Criados con ropas que valen más de lo que jamás podrían ahorrar y cuya única tarea es propagar a voces la larga ristra de títulos de sus señores. Gerald no prestó mucha atención a la presentación de Su Majestad Wade IV, Guardián de Tal y Cual y Protector de algo que desde luego no era la vida amorosa de su primogénita. El monarca presumía del porte desenfadado de quien lo ha tenido todo en la vida, aunque su tripa era bastante menos abultada de lo que Gerald había esperado. Su corona, que debía de valer tanto como el propio palacio, descansaba sobre una cabellera castaña que ya empezaba a ralear. Ataviado con un manto carmesí ribeteado de oro y un colgante de esmeraldas grandes como naranjas, el rey paseó la mirada por la hueste de moscas atraídas por las mieles de su genética y su riqueza.

La presencia real suscitó todo tipo de muestras de sumisión entre los candidatos, cuyas genuflexiones y reverencias obligaban a sus séquitos a superar la apuesta y clavar la rodilla en tierra. Gerald solo consiguió obligarse a mostrar su respeto con una inclinación de cabeza. Al heraldo no debió de gustarle, porque le dedicó una mirada que podría haber helado un incendio. Seguramente fuese un mal comienzo.

-Bienvenidos, bienvenidos seáis. Es un placer para mí comprobar cuántos corazones se han visto conmovidos por el amor hacia mi querida Mabel.

Gerald se fijó en la cantidad de sonrisas falsas que provocaron esas palabras. Siempre le había fascinado cómo la cortesía se utilizaba con tanta soltura como una bella máscara de la verdad, incluso cuando todos los presentes eran capaces de ver a través de ella. Era como un pacto tácito para mentirse mutuamente.

-Sería todo un honor para ella y para mí que cualquiera de vosotros se convirtiese en el nuevo miembro de nuestra familia. No obstante, tan solo uno podrá conseguirlo. Como candidatos, antes de conocer siquiera a la princesa deberéis pasar una serie de pruebas para demostrar que sois merecedores de su mano. Valor, astucia, fortaleza... Todas esas virtudes serán juzgadas con igual severidad. Y que la muerte se lleve a quien ose romper las reglas.

El auditorio estalló en en aplauso que no pegaba mucho con la última y siniestra frase del rey. Gerald mismo se unió a la celebración con cierto interés por lo que les tenían preparado. ¿Cuántas pruebas se habría molestado en diseñar Su Majestad? ¿Y cuántas necesitaría él para librarse de toda la competencia?

El rey se retiró entre fanfarrias y uno de sus asistentes explicó a los candidatos que deberían entrar ellos solos a través de una puerta situada a la izquierda de la sala para acceder a la primera prueba. Junto a ella aguardaba otro mayordomo. Al acercarse, Gerald se dio cuenta de que iba repartiendo anillos a todos los nobles pretendientes.

-Hechos de kairoseki -aclaró-. Para evitar las trampas. Deben llevarse en todo momento.

"Debe ser el primer palacio donde se siguen las reglas".
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Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] Empty Re: Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] {Miér 11 Mar 2020 - 17:48}

El discurso del rey fue como un jarro de agua fría para todos, aunque Yarmin ni siquiera torció el gesto. Se había acostumbrado durante muchos años a reírle las gracias al tonto de turno, y ni siquiera se molestó en hacerse el ofendido cuando uno a uno todos los pretendientes recibieron un anillo supuestamente de kairoseki que debía anular sus poderes, aunque no resistió la tentación de preguntar a raíz de qué trataban de evadir usuarios de akuma no mi.

- Ah, es mera formalidad. Un hombre metamorfo intentó hacerse reina hace diecisiete años cuando Su Majestad enviudó. -Acercó la cara a su oreja y terminó el resto en un susurro-: Al parecer no se enteró hasta la noche de bodas.

Rieron con complicidad antes de que Yarmin se pusiese el anillo, y tras eso atravesó el umbral hacia el terreno de pruebas. La forma más acertada de describir la prueba era... Una imbecilidad. ¿Por qué la prueba de "valor" era una casa del terror? Bueno, más que del terror era un sucedáneo de películas baratas y sustos sin demasiado interés. Y aunque se imaginaba que siendo la prueba del valor habría algún peligro -más real que simulado- por delante, se decidió a avanzar. No sin antes esperar a ver cómo otros más tontos que él se adelantaban hacia la casa y... Bueno, tres tontos menos. Ahora sabían que además había trampas.

Se acercó al enorme portón de madera y pasó la mano por sus betas mientras leía la inscripción apenas perceptible -aunque para sus ojos pocos detalles pasaban desapercibidos- que rezaba "Abraza el miedo si de verdad eres valiente, pero sé valiente sin ser necio". Aunque Yarmin no era muy dado a los acertijos estaba bastante claro que la prueba no se superaba lanzándose al pozo sino, más bien, adentrándose en la casa con la cautela debida. ¿Pero cuánta cautela era debida? La respuesta estaba clara: La justa y necesaria. Pisó con seguridad el suelo frente a él y se adentró en la casa del terror que prometía dar tanto miedo como un notario sonriendo.
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Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] Empty Re: Un cuento real [Encargo - Ichizake y Yarmin] {}

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