Bio-sabotaje +18 [Encargo - Presente - Privado Kumi & Sayumi]

Jhon Slither, capitán del mercante Olimpus, nos había encomendado un encargo, normalmente Kumi se negaría, pero la recompensa era tan jugosa, y además encajaba tan bien en nuestras aptitudes en el mismo. Sería una completa tontería simplemente negarse. Los rayos del sol entraban por la ventana del camarote, estábamos en la habitación del barco que nos habían prestado para transportar los conejos, aunque no nos habían dicho como los íbamos a esconder aunque yo tenía ya unas ideas, además ni si quiera había que colar demasiados conejos, por lo que simplemente le comentaría mi idea a mi dulce hermanita, cuando esta se despertara, cosa que con lo que estaba a punto de hacer ocurriría en los siguientes segundos en cuanto la despertara como habitualmente hacía.

La noche anterior habíamos tenido mucho tiempo muerto por lo que por su puesto yo había aprovechado, para aprovecharme de ella, por lo que ahora estábamos desnudas, apenas cubiertas con una sábana, me acerqué a ella y le di un beso en el cuello, mientras acariciaba suavemente su cabecita. -Kumicita es hora de levantarse, hay que trabajar. Yo no pararía de atacarla hasta que ella abriera los ojos, porque si bien podría hacer casi lo que quisiera en el vulnerable estado que ella tenía, en realidad entendía que ella me pediría parar en cuanto abriera los ojos aun así no iba a estarme quieta, mientras mis manos bajaban hacia su cintura para abrazarla más intensamente. -Si no despiertas pronto no me hago responsable de lo que voy a hacerte. Puede que estuviera fingiendo para premiarme un poco porque íbamos a ponernos a trabajar y hasta que no terminásemos no podría seguir con aquellas acciones, por lo que por su puesto iba a aprovecharlo todo lo que pudiera.

Encargo:

Leves sensaciones no pararon de atosigarme el cuerpo, aun estando en sueños. - Hmm... - Protestaba con un sonido inentendible estando medio dormida. En ese momento, pude escuchar la voz de Sayumi, pero no era imposible para mí poder moverme, tan siquiera abrir los ojos, pues estaba tan a gusto y cansada que simplemente no podía hacerlo. Ella decía que debíamos levantarnos que debíamos trabajar. -Solo cinco minutos más... - Protestaba estando más dormida que despierta. Pero, mi hermanita no me dejaría seguir durmiendo pues tentaba a mis sentidos bajando sus manos por mi cuerpo, y a su vez, me amenazaba con hacerme cosas peores hasta que despertase. Molesta abrí los ojos, para luego moverme un poco muestra de cierta pataleta mía la verdad odiaba que me despertasen así que siempre que me despertaban de esa manera me enfurruñaba. - ¡Ya estoy! ¡Ya estoy! - Exclamé molesta para luego darme media vuelta, iba a regañarle, pero al mirarle aquella carita, me resultaba imposible enfadarme con ella. Así que, si poder negarle una sonrisa, la abracé cariñosamente. -Buenos días... - Susurraba con una voz más suave que anteriormente.

Lentamente me incorporaba, sentándome en la cama, destapándome, mostrando así mi torso desnudo. Bostecé, pequeñas lágrimas salían de mis ojos aún con claros indicios de sueño. - ¿Cuánto falta para llegar? - Cuestionaba, pues como de costumbre no tenía ni pajolera idea de donde era que estábamos. Después de esa pregunta, sin pudor alguno con mi desnudez, me levanté de la cama para caminar con total naturalidad hasta alcanzar mi ropa tras vestirme por completo miré a mi hermana. - Bueno... ¿Está todo listo? - Preguntaba, por si debíamos hacer algún preparativo antes de llegar a la isla. Era realmente una lata, pero aquella isla inspeccionaba las mercancías así que introducir animales o cualquier mercancía ilegal no era tan sencillo como llegar y soltar al animalejo.   

Kumi intentaba que la dejara más tiempo dormir, pero por su puesto ella sabía que iba en serio, más especialmente cuando mis labios bajaban su cuello hasta llegar a su pecho, justo después de darle una pequeña probada ella se incorporó; una autentica lástima que tuviéramos que trabajar esto era un auténtico coñazo. Ella me abrazo y me dio los buenos días, aunque estaba un pelín molesta, podía entenderlo ella prefería que no la despertara con mis ataques, pero de la misma forma que ella se ponía gruñona, yo no tenía de otra, si no era casi imposible despertarla. Mis labios se movieron despacio para darle un pequeño beso en la mejilla para decirle con un susurro. -Buenos días a ti también hermanita.

Ella se incorporaba de la cama dejando a mi vista su hermoso cuerpo desnudo y sus hermosos y turgentes pechos, estaba mi vista clavados en ellos que por poco no me doy cuenta de lo que me estaba diciendo, preguntaba si faltaba para llegar a lo que yo que me encargaba de medir esa clase de cosas lo sabía, tal vez eran una hora o dos. -Tal vez una hora cielo. Iba a darle más explicaciones, pero el objeto de mis deseos se levantó de la cama y camino desnuda hacia su ropa, impidiéndome articular una sola palabra coherente, si no fuera porque comienzo a vestirse e hizo otra pregunta ni me habría enterado; prácticamente salte de la cama y comencé a vestirme a toda prisa, tanto que no era consciente de que no me había puesto la ropa interior, si Kumi no se daba cuenta pasaría todo el día sin ella. -La carga esta abajo, aun esta sin camuflar, pero tengo una idea, te la comento en la bodega vamos. Espere a que ella abriera el paso hacia el lugar.

- Una hora... - Respondía al escuchar la estimación de la navegante, sí, a diferencia de mí, Sayumi sabía muy bien lo que hacía con un barco, y eso me daba bastante tranquilidad, pues con ella a mi lado era consciente de que no nos íbamos a perder en alta mar. Una vez me había vestido completamente, le pregunté si quedaba hacer algún preparativo que hacer, si no, pues simplemente sería hacer el vago hasta llegar a la isla. Al preguntarle eso, ella se levantó rápidamente, eso me indicaba que debíamos hacer algo, pues si no, no habría motivo para las prisas. Ella se vistió y posteriormente me confirmaba lo que realmente le temía. Sayu decía que había que camuflar los conejos, que tenía una idea de cómo hacerlo, pero que me lo diría en la bodega, igual yo también tenía una idea, pero le dejaría hace, si su idea es mejor que la mía.

En cualquier caso, pude ver que estaba con sus ropas mal vestida, y eso me hacía sacar una leve sonrisa, a la vez que me acercaba a ella. - Está bien, vamos a ver y me cuentas. Pero antes... - Decía reajustando su ropa como se esperaría de una hermana mayor, a pesar de que éramos igual de grandes seguía siendo la mayor, a fin de cuentas, debía preocuparme por mi hermanita. - Ahora si estás bonita. - Le decía acomodando un poco el cabello de esta. Una vez arreglada, le di un pequeño beso en los labios, este beso era repleto de cariño, amor, más no de lujuria, pues teníamos trabajo que hacer. - Bueno, vamos a la bodega. - Decía tras aquel beso.

Salí la primera del camarote, y, tras recorrer un pequeño pasillo, como bajar unas cuantas escaleras, finalmente habíamos llegado a las bodegas de aquel barco. Al entrar prendí la luz y miré en el interior de esta sala. - ¿Y bien? ¿Qué tenías pensado? - Cuestionaba a Sayumi, pues de gustarme su idea la haríamos de lo contrario le explicaría cual era mi idea, de todos modos, ahora solo podía esperar a que ella explicara así que me quedé callada esperando su respuesta.

Mi hermanita no permitió que estuviera mal vestida, y me arreglo la ropita e incluso me recoloco un poquito el pelo, ese tipo de detalles eran los que me hacían amarla con locura; iba a darle un beso por ayudarme de esa manera, pero fue ella quien me lo dio a mí, aquello me sorprendió, aunque por su puesto le devolví aquel acto de amor de la forma en la que se esperaría, no era un beso lujurioso si no uno cariñoso y no iba a mancillarlo, además si empezábamos seguramente no podría parar.

Ella como esperaba abrió el paso, y me guio hasta la bodega donde estaba la mercancía, observaba con todo detalle lo que había ahí, y como suponía, había de todo, claramente estábamos preparadas para casi cualquier tipo de contrabando, por lo que sonreí y orgullosa de por una vez tener una idea en esta cabeza que podríamos decir que estaba llena de helio le dije. -Colocar los conejos en falsos barriles llenos de vino, no se podrá ver el fondo, y tendremos espacio de sobra para guardar un gran numero. Estaba tan orgullosa que giraba sobre mí misma, a toda velocidad estaba inquieta y muy contenta, aun así Kumi era mucho más inteligente de lo que yo seria nunca, por lo que parando aquellos giros me acerque a ella, hasta llegar a muy corta distancia para mirarla a los ojos. -Espero que te guste mi idea, pero si tienes una mejor, hagamos esa.

Sonreía de oreja a oreja, estaba muy feliz y muy contenta de esto, hacer cualquier cosa con Kumi me llenaba de alegría, hasta la más tonta de las acciones, aunque eso ella ya lo sabía, por eso me mimaba tanto. Aunque a estas alturas la verdad es que me gustaría saber en qué había pensado mi hermanita, claramente sería un plan brillante, ella era la de los planes al fin y al cabo.

Tenía que reconocerlo, mi hermana había tenido una gran idea, ella quería meter los conejos en barriles de vino, me parecía una muy buena idea la verdad, podría ser muy válida esa idea. Me puse la diestra en la barbilla meditando, pues algo parecido había pensado. - Pues me gusta esa idea. - Decía de forma pensativa. Miraba a Sayu con una gran sonrisa, orgullosa de ver que cada vez era más experta en este tipo de delitos. Sin embargo, había fallas en su idea, pero para eso ya estaba yo para solucionarlas. - Tu plan es bueno y puede funcionar, pero si revisan los barriles verán a los conejos. - Explicaba tranquilamente y manteniendo mi sonrisa, para que viera que me había gustado su idea. - Por otro lado, tengo la solución. - Añadía a mi explicación, para luego acariciarle el cabello como siempre hacía a modo de felicitación por su ingenio.  

Tras ese acto de cariño, caminé hacia uno de los barriles vacíos. Lo tomé y lo acercaba a mi hermana. - Mira, nos dijeron que en esta isla inspeccionaban mucho, en caso de que abran los barriles, los conejos se verían. - Hacía una pequeña pausa, la cual aprovechaba para abrir la tapa superior del barril. - Si metemos los conejos, yo puedo hacer un doble fondo con mis galletas, el color de mis galletas es similar al de esta madera, no creo que se vean. - Comentaba el plan que tenía mientras también lo iba planeando mentalmente mientras daba mis explicaciones. - Les diremos que hemos venido a comprar provisiones, que nos quedamos sin nada y necesitamos comida y bebida. Así sacaremos el barril con los conejos y un par de cajas sin levantar sospechas, y en caso de que nos revisen las cosas, pues no hallarán nada. - Concluía con los detalles del plan, ahora solo tenía que esperar a ver que le parecía mi propuesta, pues si quería que fuera creíble tenía que asegurarme que estábamos conformes las dos.

A Kumi parecía que le había gustado mi idea, la verdad es que era buena, pero como no era una experta ella tenía formas de mejorarla, así que mientras ella explicaba todos los detalles me limitaba a aprender, ella tenía razón si inspeccionaban a fondo con mi plan se darían cuenta del truco, pero si hacíamos lo que ella decía seria muchísimo mejor, así que estando conforme le dije. -Me parece una idea excelente, mejora mi plan en todo aspecto posible, así que ahora será nuestro plan. Le di un enorme abrazo y comencé a trabajar; el proceso sobre el papel seria sencillo, yo hacia una parte y ella otra, realmente ahora nos hubiera venido un poco de mano de obra extra, aunque por su puesto eso seria compartir el botín y ninguna de las dos estaríamos dispuestas a ello.

Yo tomaba un barril, y tomaba a los conejos y con mucho cuidado los dejaba dentro, era un proceso increíblemente repetitivo, pero a más barriles más conejos, además no podíamos poner demasiados conejos en un solo barril o harían demasiado ruido, una vez que yo metía aquellos conejos en el lugar era hora de mi hermanita preparar los falsos fondos, tardaríamos un buen rato con esto, y la verdad es que estaba algo preocupada con nuestra distancia al puerto, quería parar y asegurarnos de no estrellarnos con la costa. -Kumicita no quiero dejarte con todo el marrón de los conejos, pero tengo que dirigir el barco, ¿crees que podrás terminar con esto? Antes de marcharme quería escuchar su respuesta estaba segura que entendía que tenía que asegurarme de que íbamos bien, de hecho el viento no parecía haber cambiado pero tal vez había que ajustar la ruta o algo peor, en cualquier caso espere a su respuesta, aunque por su puesto para endulzarla un poco más añadí. -Cuando terminemos te preparare tu postre favorito en compensación por esto. Ahora sabía que estaría más conforme, pero también que refunfuñaría un poco.

Viendo que a Sayumi le parecía bien el plan, ella me abrazó, creo que estaba muy contenta de que su idea fuera buena. La verdad en este aspecto Sayu siempre se subestimaba, y generalmente me dejaba los planes para mí, pero ahora, seguiríamos un plan suyo, solo podía esperar a ver que su confianza en sí misma incrementase por este hecho. En cualquier caso, era el momento de poner en marcha el plan. Sayumi comenzaba a coger los conejos, para meterlos en unos cuantos barriles. Mientras yo les ponía algo de heno, comida y alguna que otra galleta creadas con mi akuma para que estos animales estuvieran tranquilos, pero estas galletas no las había fortalecido lo máximo que podía fortalecerlas, pues si no aquellos pobres animales se quedarían sin dientes ya que mis galletas a su máxima dureza eran más fuertes que algunos metales.

Aún no habíamos terminado de preparar los conejos, cuando mi hermanita me pidió de encargarme de estos, pues ella debía de ver cómo íbamos, y era bastante normal, pues ella era la única de las dos que podía manejar el barco, pues yo era una negada para hacer algo semejante. La miré, pero antes de poder siquiera responderle, ella se ofreció a hacer mi postre favorito. - Claro, no hay problema, esto lo puedo hacer sola. - Decía con una sonrisa mientras agarraba un conejo y lo acariciaba un poco mientras seguía mirando a Sayumi. - No te preocupes, está todo bajo control. - Dicho eso, metí el animalito en el barril, dándole la espalda a ella. - Ah... se me olvidaba Sayu. Avísenme cuando estemos en el puerto. Haré el doble fondo en ese momento, así los conejos no estarán tan ansiosos y no harán tanto ruido. - Añadía para luego seguir metiendo conejos a los barriles.

Kumi parecía conforme con lo que había mencionado, no tenía ningún problema para ocuparse de terminar de meter los conejos así que le deje con aquello. Mi siguiente parada era el timón, cuando salí al exterior pude comprobar una cosa, el viento había bajado de intensidad lo que nos daba al menos una media hora extra, lo cual teniendo en cuenta lo que había dicho Kumi de poner el falso fondo justo al llegar tendría lógica, cuanto menos tiempo estén encerrados los conejos mejor, seria menos probable que los encontraran. Ajuste la vela y el timón, medí la velocidad del viento y pude calcular desde aquí el tiempo exacto antes de que tuviera que ponerme a los mandos para hacer la aproximación final al puerto; no había ningún tipo de tráfico marítimo así que podría relajarme y no tener que estar aquí manejando el timón todo el tiempo aquello era bueno puesto que podría bajar a donde se encontraba Kumi.

Mientras bajaba hacia cálculos en mi cabeza, quería asegurarme de que todo estaría bien a la hora de atracar, todo parecía estaba, hacia un buen tiempo, y no parecía que fuera a cambiar así que por esa parte no había que preocuparse. Ya abajo vi que Kumi o había terminado de prepararlo todo o estaba a punto, por lo que decidí con todo el descaro que me caracterizaba acercarme por la espalda y darle un beso en el cuello. -Hermanita, quedan treinta y tres minutos antes de que tenga que hacer la aproximación al puerto y tu tengas que preparar los falsos fondos. ¿Se te ocurre algo que hacer para matar el tiempo? No le estaba preguntando si quería sexo, solo me estaba burlando un poco de ella, yo misma había dicho antes que teníamos que trabajar, de hecho mi tono en esa frase había sido muy malo, ella debía de haberse dado cuenta de aquello, en cualquier caso no había nada que hacer en este tiempo muerto, tal vez repasarlo todo una vez más pero definitivamente seria innecesario, estaba todo controlado.

Finalmente, en cuestión de minutos, había metido todos los conejos en cuatro barriles de ron. Los animales parecían estar bien, pero por si acaso les metí más comida. En cualquier caso, a este tipo de animales se les ganaba con el estómago. - Todo listo... - Pronunciaba con satisfacción, pues había tardado menos de lo que me esperaba. Pero mi tarea aún no terminaba, pues para no levantar sospechas, debía preparar más cosas. Una gran carretilla y cajas de todos los tamaños ocultarían los falsos barriles. Una vez preparado todo, me quedé a observar a los animalejos que estaban en los barriles, no tenía nada más que hacer, ya que, al aproximarnos al puerto, prepararíamos todas las cosas.

Entretenida viéndolos comer, no me percaté de que Sayumi había entrado. Reía un poco, pues los conejos eran bastante monos y graciosos, verlos comer me hacía de estar de buen humor. Entretenida como estaba, noté un beso en el cuello. En ese instante, sentí un fuerte escalofrío y del propio susto me caí al suelo de culo. - ¡Kyaah! - Un estruendoso grito acompañaba a la caída. Con el corazón a mil, y la respiración irregular debido el susto miré a Sayumi. - ¿¡Quieres matarme de un susto!? - Exclamé aún asustada. Tras unos instantes finalmente me relajé, me levanté ya que con suerte no tiré nada, y abracé a Sayumi en forma de disculpa. - Yo... lo siento... no quería gritarte... pero me asustaste... - Decía para luego darle un besito en la mejilla. - En fin... ¿Que querías hermanita? Preguntaba mientras le acariciaba la cabeza para que me perdonase por gritarle.

Aquello no salió como me imagine, de mi beso en el cuello sorpresivo Kumi pareció asustarse, y ella no era muy de asustarse, debía de estar más preocupada de lo que parecía, era tan tierna, no me importo para nada que me gritara, la verdad es que mi intención estaba mucho más lejos de eso. Cuando por fin se levantó a los pocos segundos me dio un abrazo y se disculpó, me dio un besito en la mejilla y me acariciaba la cabecita, aquello me hacía sentir mejor por los gritos, pero no quería darle tanta importancia como ella le daba, le devolví el beso en la mejilla y comencé a contestar su pregunta. -Kumicta, venía a decirte de que aún quedan treinta minutos antes de que tenga que hacer la aproximación a puerto.

Después de pronunciar esas palabras la abrace más fuerte y me la acerque, ahora estábamos abrazadas de forma intensa, pero mi pierna no se había puesto entre las suyas, como siempre hacia cuando quería empezar a tentarla, ni había comenzado ningún sobeteo indecente solo la estaba abrazando con gran intensidad. -¿Se te ocurre que podemos hacer en media hora? Mi voz sonaba picara, pero realmente estaba sonriendo de una forma atípica, estábamos trabajando hasta yo sabía cuándo no tenía que hacerlo, aunque siempre tuviera ganas. Mis actos decían una cosa y mis palabras otra, quería ver si Kumi podría descifrar el puzle, aunque a mí me bastaba con estar abrazadita a ella por los treinta minutos que quedaban.

Meintras disfrutaba del abrazo mi mente estaba pensando si tal vez debíamos ocultar las armas dentro de un barril del mismo método que ocultábamos los conejos no debíamos arriesgarnos a que nos pillaran excesivamente armadas, aunque seguramente Kumi ya había pensado algo similar: de todas maneras, mientras ella se decidía a contestarme besaba suavemente su mejilla.

Parecía que mi hermanita no le había sentado mal el grito que le había dado, pero a pesar de que no me lo tuviera en cuenta, me sentía en la obligación de disculparme, pues ella lo había hecho con toda su buena intención. A pesar de haberla gritado ella me correspondió el abrazo, devolviéndome el beso en la mejilla que le había dado a modo de disculpa. Me hizo sonrojarme un poco aquel acto de cariño que ella me estaba demostrando. La verdad, Sayumi era un cielo cuando estábamos relajadas. Sayu me explicó por qué había venido, teníamos media hora antes de llegar a la isla. Al decirme eso, ella me abrazó con mayor intensidad, podía notarlo, pero ella no estaba haciendo lo que solía hacerme, eso me desconcertaba un poco, pero me agradaba.

Mi preciosa hermanita me repetía la pregunta que me había formulado con anterioridad. Su cuestión era simple, nos quedaba treinta minutos, ella me preguntaba qué haríamos en ese lapso. Sabía perfectamente que de esa oportunidad podía aprovecharme en gran medida, pues con tan solo decirle ella aceptaría, pero, no sabía si sestaba bien aprovecharme de mi hermanita. Bueno, quizá estaba mal, pero... ¡Qué demonios! Ella seguro que lo disfrutaría más que yo. - Pues... - Pronunciaba de forma bastante pícara. - Me molesta un poco la espalda de tanto agacharme para coger los conejos... - Añadía a la vez que me separaba unos momentos de mi hermana, para cerrar los barriles provisionalmente para que los animales no salieran de estos. - Porque no... - Me acercaba para susurrarle al oído con una voz sugerente. - ¿Me haces un masaje? - Cuestionaba a la vez que de forma juguetona me retiraba la sudadera.

Mi hermanita sabía perfectamente donde golpear, y como volverme loca, sus movimientos, sus pasos, su respiración, esa voz que ponía para tentarme, y como ella luego me para en seco pidiéndome solo un masaje, mientras se retiraba su sudadera, si ella quería jugar a ese juego de calentar a la otra ella lo iba a tener, volví a abrazarla mientras mis manos agarraron sus nalgas. -Si tus glúteos tienen mucha tensión acumulada. Frotaba de a poco, suavemente pero con firmeza como un auténtico masaje, notaba su ropa interior a través de su falda, la cual levantaba para agarrar mejor su trasero, para al minuto soltarla. -Pero si te voy a dar un masaje no será de pie, y no será con la ropa puesta, eso no es ningún tipo de masaje, es solo mover mis brazos sobre tu cuerpo.

La tome de la mano y la lleve a la habitación, donde sin esperar su permiso comencé a desnudarla, al fin y al cabo, no teníamos demasiado tiempo, y si aunque era completamente atípico en mí, mi ropa seguía puesta, porque había algo que era superior a mis deseos, y era hacer feliz a Kumi, y aquello significaba hacer todo lo que ella me pidiera. El cuerpo de mi amada era hermoso, yo comenzaba a masajearlo, empezando por sus hombros mientras muy suavemente la tumbaba boca abajo en la cama, mis manos bajaban por su espalda hasta llegar a sus caderas. El tacto de su cuerpo me volvía loca, ya notaba como el mío comenzaba a arder, y aun así no quería que ella me viera así, ni hacer ningún ruido, por lo que decidí morderme delicada y de forma sexy mi labio inferior. Luego me acerque a ella, casi tumbándome sobre ella, no quería tocarla, quería que sintiera mi presencia, le susurre al oído. -Espero que te esté gustando el masaje, porque aún quedan veinticinco minutos. Después aprovechando la cercanía, mis manos comenzaron a ascender por sus brazos llegando de nuevo al punto de partida su cuello.

- ¿Qué... qué haces? - Pronunciaba sorprendida al notar que mi hermana sujetaba firmemente mi trasero. Un gran sonrojo aparecía en mis mejillas, pues no me esperaba aquello. Además, para colmo, ella comentaba que mis glúteos estaban tensos. Sayumi me los acariciaba y comenzaba a levantar la falda. Instintivamente, cerraba las piernas a la vez que me comenzaron a temblar. - Sayu... esto...  - Protestaba como podía, pues mis hormonas comenzaban a fallarme. Pero de pronto me soltó. Estaba bastante desconcertada por lo que ella estaba haciéndome. Ella accedía a hacerme el masaje, pero añadía que no me lo haría de pie y tampoco con ropa. - Espera... no es esa clase de... - Replicaba sorprendida mientras Sayumi me arrastraba hacia el cuarto del barco.  

Una vez ahí, mi hermana me desnudó, completamente sonrojó mientras ella comenzaba a acariciar mis hombros. Con mis manos me tapaba tímidamente los pechos, pues no esperaba esa brusquedad en ella, al menos ahora, ella me acompañaba a tumbarme bocabajo en la cama. Sus manos bajaban por mi espalda, no pude evitar soltar un leve gemido, Sayumi me estaba haciendo un masaje que no había pedido, de verdad, yo quería otro tipo de masaje, pero ella me estaba haciendo uno demasiado erótico. Podía sentir como ella se recostaba en mi cuerpo manteniendo sus manos en mi cadera. Sayu me provocaba preguntándome si me estaba gustando el masaje con aquella voz que me ponía siempre que lo hacíamos. Completamente roja, y con una respiración agitada, la miré de reojo. - Este... no es el tipo de masaje que pedí... - Susurraba conteniéndome, a la vez que cerraba mis piernas con fuerza, tratando de apagar cierto fuego que residía en mí. - Pero... me gusta... - Musitaba levemente bastante excitada.  

Era demasiado excitante ver como Kumi gemía y reaccionaba a mi masaje, yo estaba completamente encendida, y mi cuerpo me suplicaba poseerla, hasta las palabras de mi hermanita decían que esta no era la clase de masaje que había pedido, pero que como siempre le gustaba. Ella cerraba sus piernas, probablemente en un intento inútil de aguantarse la excitación, puesto que yo no iba a parar, pero tampoco iba a tocarla en aquellos lugares, para mi seria tremendamente sencillo en este momento, atacar a sus puntos débiles, pero aquello no era lo que estaba haciendo, ella me había pedido un masaje, y yo le estaba dando el mejor que sabía hacer.

Mis manos ahora desde su cuello, bajaban con firmeza por su espalda, deshaciendo aquella tensión que le afligía por cargar los conejos, mis manos eran suaves como pétalos de rosas, aun así presionaban con la firmeza requerida mientras bajaban hasta el punto de llegar a sus nalgas, las cuales fueron atacadas también sin piedad, las agarraba, las frotaba, las presionaba, todo con absoluta suavidad y firmeza, estaba tremendamente tentada a darle un pequeño bocado, pero eso es lo que haría si de verdad quisiera volverla loca del todo, en vez de eso con mis dos manos comencé suavemente a tornear sus piernas, dando pequeños giros, como si estuviera moldeando arcilla, mis manos se metían profundamente, y estaban bastante cerca de ese "lugar", especialmente por que empecé por los muslos, pero tenía mucho tacto, me mantuve al margen, alejada, hasta que ella ya no pudiese más, terminando ambas piernas, con sumo cuidado, me acerque a su oído de nuevo y le dije con un susurro, mi voz se notaba calmada, pero con un pequeño toque pícaro. -Kumictia... ¿Quieres ahora que masaje la parte frontal? Aún tenemos tiempo. Ella podía ver lo que quería, sabía que si de verdad estuviera atacándola con mi egoísmo habitual ya estaría sobre ella, y esto se alargaría por horas, pero no, todo esto era por y para ella, y pararía cuando me lo pidiera. El puerto aún estaba lejos, tiempo de sobra teníamos, además juraría por cómo se comportaba el barco que el viento había bajado, puede que incluso tuviéramos un poco más de tiempo, además si algo pasaba sonaría la alarma de aproximación, no había motivos para preocuparse de colisionar, o cualquier otra cosa, casi podía dirigir este barco con los ojos cerrados.

Pese las atenciones que mi hermana me estaba dando, yo me estaba comenzando a irritar, no quería ese tipo de tactos ahora no era el momento ni lo que yo quería que hiciera. Como buenamente pude, traté de aguantarlo con toda mi paciencia, de hecho, soportaba que me masajeara las piernas tocando mucho de más de lo que yo le estaba pidiendo. Poco a poco me estaba encendiendo no de la manera precisamente quería mi hermana. Y cuando ella me pidió que me diera la vuelta, simplemente explotó mi irritación. De muy mala gana, me la saqué de encima, impulsándola tan fuerte que está casi se caería de la cama. Me levanté de golpe, y sin previo aviso, canalicé el poder de mi akuma, haciendo aparecer una masa de galleta completamente viscosa.  

La masa se precipitó velozmente contra sayumi, dividiéndose en dos partes, las cuales una se amarraba a las muñecas, juntándolas con bastante presión, y la otra mitad enrollándose en los tobillos. Ambas masas de gallete se endurecieron completamente quedando estas tan fuertes que superaban algunos metales en su dureza y tenacidad. Sabía a la perfección que la fuerza de mi hermana no era la suficiente como para liberarse, así que por ahora se quedaría quieta. - No te pedí esos tocamientos, aprovechada. - Decía molesta mientras me vestía con rapidez. - Ponte a trabajar, y no me molestes hasta que sea la hora de desembarcar. - Concluía fulminándola con la mirada, para luego marcharme una vez vestida a la bodega. Sayu sabía que tan peligrosa era cuando mi mirada se volvía así de fría, así que sería suficiente para que me dejara tranquila. Obviamente no le haría daño, era mi preciosa hermanita, pero eso no la eximía de mis enfados. Una vez ahí simplemente me quedé a relajarme hasta que llegásemos a la isla.

Solo podría decir en este estado que me pase, y Kumicita se enfadó, teníamos que trabajar, y aunque había tiempo me había aprovechado de ella y ahora lo estaba pagando, su poder sujeto mis manos y mis piernas sin poder hacer mucho más que resignarme, decir algo ahora solo empeoraría la situación así que por eso mantuve silencio, ella se vistió y se fue, más puse mi vista sobre la cama y vi algo... Mis ataques si habían tenido éxito tal vez demasiado y es por eso que ella me hizo esto. Usé mi poder y me di un segundo juego de brazos y de piernas, para poder moverme con relativa normalidad en este estado podría dirigir el barco y eso mismo hice.

Kumi insistió en que no la avisara hasta que no desembarcáramos y obedecí, termine de dirigir el barco y lo amarre ahora volví a entrar en la bodega, y con precaución y en un tono bajo le dije. -Kumi hemos llegado a puerto, por favor mete nuestro equipo también en barriles para no parecer que estamos tan armadas, y también me gustaría que me quitaras esto. Levante los brazos hacia adelante para que los viera, esperaba que en este rato se hubiera calmado un poco, y volviera a comportarse como mi amorosa hermana, porque si seguía de ese humor la misión se dificultaría demasiado. Solo faltaba esperar y dejar atrás lo que había pasado, disculparme ahora solo la enfadaría más. Kumi siempre tomaba lo que quería cuando quería, yo quería hacer lo mismo con ella, y me pregunto si se enfadó por atacarla o no atacarla, tal vez si hubiera sido más audaz y con menos juegos se lo hubiera tomado mejor, pero pensar en aquello ya no tenía sentido.

Me encontraba nuevamente en la bodega del barco, tras haber castigado a mi hermana. Ella sabía que, si me molestaba demasiado, le pasarían este tipo de cosas, que, pese a que eran más castigos psicológicos, ya que ella podría crear extremidades con su akuma. En cualquier caso, me había pasado un poco con ella, pero sabía que no me lo tendría demasiado en cuenta. De todas formas, mis enfados con Sayumi no solían ser más que rabietas pequeñas, ya que luego cuando me venía de nuevo me era imposible mantener mi enfado, había que reconocer que ella sabía cómo manejar mi mal humor. Pero ahora ya todo se había calmado, y ahora me debía enfocar en el encargo que estábamos haciendo, así que me quedé vigilando de los conejos. Y a lo tonto, me entretenía con estos. Parecería bastante contradictorio, pero me encantaban los animalejos como esos, eran muy blanditos y eso me encantaba.

El tiempo se me pasó volando, y de pronto apareció Sayumi, expresamente le pedí que no me molestase hasta que llegásemos a la isla, así que eso solo podía indicar que ya habíamos llegado. Y no tardo ella en afirmarme lo que pensaba, a parte también me dijo que guardásemos nuestras armas para no parecer armadas, y como petición final, me pidió lo evidente que la soltase. Me mostraba las manos pues la tenía agarrada con la galleta. La miré, con un leve suspiro, casi sin esforzarme las galletas se partieron en numerosos fragmentos, tanto los grilletes de las manos como de los tobillos. Una vez liberada, hice caso a lo que dijo mi hermanita, escondí mi katana oscura en una de las cajas alargadas, para luego meter también mi estoque y mi ump 45, ya que el resto de armas que llevaría podría llevarlas ocultas. También puse sus armas de fuego grandes en la caja, que luego rellené con mis galletas, imitando a la perfección el fondo de debajo. Tras eso, volví a poner comida a los conejos, para posteriormente taparlos con el poder de mis galletas, creando un doble fondo lo suficientemente grande para que estos cupieran, pero a su vez lo mínimo por si los revisores miraban dentro no se percataran del engaño. Una vez había puesto todos los dobles fondos, solamente queda lo más fácil poner todo en el carro. - Vamos Sayu, toca montar todo. - Decía pues su habilidad sería ahora de mucha ayuda.

Bueno Kumicita no me hablaba mucho debía de seguir un poco molesta pero atendía a todas mis peticiones una por una sin rechistas, hasta me soltó, lo que indicaba que por lo menos estaba un poco menos enfadada. Para cuando guardo mis armas grandes en las cajas ella me pidió que lo colocara todo para desembarcar, cosa sencilla y fácil, puesto que sacando 50 brazos colocar todo sin moverme del sitio era la cosa más sencilla del mundo, mientras mí habilidad colocaba en carretas me acerque a ella y la mire con los ojos un poco tristes. -Lamento haberme pasado Kumicita... yo creía que teníamos tiempo quería relajarte... Espere su respuesta quietecita sin moverme sabía que me perdonaría, aun con todo ella podía ser aterradora a veces incluso conmigo.

Una vez ya tranquilizadas las cosas movía las carretas simulando nula carga, aunque llevábamos algo de peso, pero no demasiado, listo para todo, llegamos a la zona portuaria donde claramente iban a revisar los barriles y preguntar el motivo de la visita. -¿Quiénes sois y motivo de la visita? Yo sonreí me acerque a él y use toda mi inocencia natural para venderle la mentira, con solo verme quedo aturdido. -Somos las sobrinas de un nuevo mercader de ron, una empresa familiar que está abriendo ahora sus puertas, y venimos a ver si podemos comprar algo de lo que tienen aquí para venderlo en nuestra empresita familiar. Mí sonrisa hizo todo lo que tenía que hacer, puesto que apenas chequeo lo que traíamos vio un par de barriles vacíos y no se molestó en mirarlos todos, el primer paso ya estaba hecho ahora solo faltaba llegar a el bosque de forma delicada, esto era coser y cantar.

Sayumi se disculpaba por lo de antes, como ya comentaba anteriormente, no podía mantener mi enfado con ella por mucho tiempo. La miré con una pequeña sonrisa, para luego darle un pequeño besito en la mejilla. - Está bien, pero recuerda que no puedes abusar cuando te pido un masaje... - Decía, aceptando las disculpas, pero no sin antes advertirle de lo que no podía hacer. Resuelta aquella pequeña riña, Sayu comenzó a hacer uso de su poder, generando una absurda cantidad de brazos los cuales, orquestados por mi hermana, estos colocaban con gran precisión las cajas y barriles en la carreta de manera bastante eficiente.  

Una vez todo listo, mi hermana comenzó a tirar del carro de sus agarres, como debíamos disimular de que estaba vacío, no la ayudaba, simplemente caminaba a su lado. Al salir del barco, un revisor nos paró para revisar nuestra carga. Mi hermanita se ocupó con una dulce sonrisa y de forma bastante amable le respondió, haciendo que este no sospechase nada. Ayudando a mi hermana dediqué al hombre una sonrisa, pues para nuestra suerte, nuestras caras aniñadas, ayudaba a que el hombre confiase en nuestra palabra.  

Una vez concluyó la revisión comenzamos a caminar sin más adentrándonos al poblado y perdiéndonos con la multitud. Tras cruzar todo el pueblo nos dirigimos a uno de los bosques para cumplir con nuestro encargo. Una vez habíamos avanzado lo suficiente en el bosque me detuve. - Bueno, Sayu... aquí debería ser suficiente para dejar los conejos, vamos, no perdamos el tiempo. - Decía mientras me subía a la cerreta para coger un barril. Lo abrí, y retiré el fondo de galleta, hecho eso, comencé a soltar uno por uno todos los conejos que habían en ese barril. Estos animalitos al ver que estaban libres comenzaban a corretear por el bosque alejándose de nosotras.  

Atravesamos la ciudad y llegamos al bosque sencillo limpio y rápido algo que podríamos hacer dormidas... Hombres... Era ver una sonrisa tierna y ya los tenías comiendo de la mano, una vez allí Kumicita me pido que la ayudara algo que muy gustosa haría. Subí a la carreta y comencé a preparar los barriles para que Kumi solo tuviera que retirar la capa de galleta, y al cabo de un rato ya estaba. Todo el bosque estaba lleno de conejos la misión estaba cumplida, ahora siguiente paso.

Bajé de la carreta de un salto y orgullosa le dije a Kumi. -Cielo la misión decía que tambien provocamos un par de incendios que parecieran naturales, pero sabes creo que podemos hacer algo más. Di una vuelta sobre mí misma y sonreí orgullosa. -Ya que estamos aquí... y tenemos estos barriles, porque no nos llevamos Ron, seguro lo vendemos bien. La ayudaría a bajar de allí arriba como si tal cosa. -Tú te encargas de empezar a provocar los incendios y yo me encargo de seleccionar uno bueno que se venda bien. Tome las carretas y me despedí de Kumicita con un besito. -Toma esto te puede ayudar con lo de los incendios. Le pase mi mechero de forma delicada, acariciando suavemente su mano, para dirigirme al pueblo. Entrando ya de nuevo al mismo me dirigí a la destilería directamente, y de allí a la zona de pedidos, donde había un hombre bastante bebido, las cosas que tenía trabajar en una destilería supongo, su copa estaba ahí a mi alcance si quería hacerme con lo que había venido a buscar seria sencillo. En mi mano izquierda prepare disimuladamente mientras me acercaba una dosis de mi droga "Nulificador" esta estaba en polvo, y la pondría en su copa. Me acerque al mostrador, e inclinándome tiernamente hacia adelante mientras mi mano derecha se apoyaba en su barbilla, mi mano izquierda libero la droga en su copa espumosa. -Perdona he venido a recoger un pedido. Dije para después retirarme hacia atrás con un girito. Aquel hombre ante mis actos quiso remojarse el gaznate una vez lo hizo vi como mi droga ya hizo efecto. -Soy tu ama has lo que te diga, quiero los barriles llenos de tu mejor ron esta todo pagado ya, simplemente hazlo.

El hombre dudo, pero, hizo aquello, por algún motivo estaba claro que no era la primera vez que hacía algo como eso, por lo que mi droga funciono perfectamente. Ni si quiera me dirigió la palabra, simplemente lo hizo y lleno los barriles los 10 que había, lo que significaba que ahora tenía 500 litros de un ron de alta calidad, ahora no tenía como llevarlo sin ayuda así que le dije. -Dame dos caballos para que tiren de la carreta y después vete a dormir. Cosa que hizo, ordenarle era tan divertido. Ahora con este carro simplemente me dirigí hacia el puerto donde Kumi se reuniría conmigo y cargaríamos esto en el barco, no debería tardar en llegar a mi posición, esto había tardado su tiempo, llenar 10 barriles era algo que no se hacía en un par de minutos, aunque provocar unos incendios tampoco.

Mi hermanita me ayudaba con los barriles haciendo que solo tenía que controlar mis galletas para retirar los dobles fondos de los barriles. No me costaría demasiado, por lo que, con cuidado de no   aplastar a los conejos, retiré las galletas de todos los barriles. Mientras mis galletas estaban flotando por el aire a mi alrededor, tumbamos esos barriles haciendo que los conejos comenzaran a salir los cuales rápidamente se alejaban adentrándose en el bosque huyendo de nosotras. Habiendo cumplido con nuestro objetivo, de llevar a los conejos, ahora solo era cuestión de esperar a que estos se reproduzcan rápidamente, pero claro, nosotras ya no estaríamos aquí para contemplarlo puesto que sólo teníamos que llevarlos.  

Hecho eso, mi hermana me dijo que debíamos también provocar un incendio, también añadió, que ella iría a tomar prestado ron aprovechando que teníamos barriles. Suspiré, no me gustaba recibir demasiadas órdenes, pero, parecía que Sayumi estaba ahora al mando. Ella me entregó en la mano su mechero y me dejó la faena de crear el incendio. – Está bien… ve con cuidado. – Decía para luego colocarme la máscara que portaba en la mochila, la cual me tapaba la parte inferior del rostro desde la nariz hasta la barbilla.  

Tras eso, me concentré en mis galletas, las cuales se deshacían en polvo de galletas, para luego juntarse todas en una sola. Poco a poco todas las galletas iban haciendo una plancha cuadrada de un metro de largo y un metro de ancho con un grosor considerable, pues esta tenía que aguantar mi peso. Esta plancha estaba tan compactada que no tendría nada que envidiar al metal. Acerqué mi galleta a mí dejándola a medio metro del suelo. Di un gran salto subiéndome a mi galleta, prácticamente sin mayor problema, no obstante, me tambaleé un poco debido al pequeño movimiento, pero nada grave. Tras eso, simplemente usaba el poder de mi akuma para levitar y alejarme de ese bosque, para dirigirme por el mismo bosque, pero a unos cuantos kilómetros de distancia.  

El viaje sobre mi gran tabla de viaje se me hizo algo cansado por usar mi poder, pero sin duda era más rápido que andar por el bosque. Una vez ahí, me acerqué a un árbol el cual era muy frondoso, con mechero en mano, lo encendí, lo acercaba a las hojas del árbol, que rápidamente comenzaba a prenderse fuego. El fuego rápidamente comenzaba a propagarse por el árbol el cual se convertía en una antorcha gigante, que con una velocidad pasmosa se propagaba. Cerré el mechero, y no contenta con eso me alejé un poco de ese árbol, para irme a uno que estaba al lado de este. Abrí la cremallera de mi máscara, para luego con un movimiento de lengua, activar el dial trucado que esta máscara poseía, una gran llamarada salía de este, las llamas alcanzaron al árbol que comenzaba a prender de la misma forma que el anterior. El fuego se iba extendiendo de rama en rama, y posteriormente de árbol en árbol, ya que estaban tan juntos que era muy fácil de propagación. Las ascuas que salían por las llamas y el viento hacían que el incendio se propagase más. Pero por si acaso seguía quemando un par de árboles más para hacer más fuerte el incendio. Una humareda negra comenzó a aparecer la cual cada vez se hacía más grande.  

Con eso, parecía ser ya suficiente, puesto que el fuego seguiría creciendo de tamaño, así que cerré la cremallera de la máscara, y levitando con la galleta, me marché de ese bosque, para llegar al punto de reunión. Nada más salí del bosque, me bajé de esta y la abandoné de ahí, ya que sabía que le quedaba poco para alcanzar el tiempo límite. Y así fue porque al cabo de un par de pasos, esta desapareció sin dejar rastro. Desde ahí simplemente caminaba hasta llegar al punto de reunión, donde me encontraría con Sayumi y posteriormente nos iríamos de la isla.  

Kumi llego a donde me encontraba, a lo que yo rápidamente la abrace, si estaba aquí es que todo estaba hecho, y que pronto empezarían las alarmas por el incendio en el bosque, despreocupadamente como si no hubiera pasado nada guiaba el carro hacia el barco, el cual cargaba con sumo cuidado, realmente había bastante peso y era voluminoso, sin los caballos no sería posible, en cualquier caso con esto ya estaría todo. Quienes nos contrataron nos prestaron los barriles, pero ahora si los querían recuperar más les valía pagar el Ron, que para algo había conseguido uno tan bueno. Una vez ya en el barco, comencé a realizar los procedimientos para zarpar, mientras Kumi se retiraba a descansar como siempre solía hacer en estos casos.

Para cuando estábamos a una de cena de metros las alarmas empezaron a sonar, Kumi había hecho un buen trabajo, y con eso era todo ahora solo faltaba ir a que nos pagaran por el encargo, sencillo y práctico tal vez tardaríamos unos días de viaje en lo que primero que iba a hacer en cuanto pudiera despreocuparme era preparar a Kumi su postre favorito, por dos cosas lo primero, se lo prometí y segundo para celebrar este golpe. Seguro que no sería el primero de este tipo que fuéramos a hacer, porque estaban sinceramente bastante bien pagados. Mientras nos alejábamos cada vez mas no pude evitar aguantar la risa por los pobres idiotas, como siempre nos infravaloraban por nuestro aspecto y cuando eso ocurría las cosas eran siempre más fáciles, aunque ya no tenía que preocuparme de aquello, puesto que el encargo ya estaba realizado.