Amistad entre oro [PRIVADO FROSTWARD-KUMI]

No hacía mucho que había abandonado Kyeskaya en busca de nuevas oportunidades de negocio y donde mejor que en el apacible reino de Lvneel, donde todas las concentraciones de residentes se encontraban lejos entre si y perdidas entre las montañas. Puede que sonase tranquilo, pero si algo me ha enseñado la experiencia que tengo es que en los lugares más relajados se encuentran los asuntos más turbios o, al menos, una buena oportunidad de sacar dinero.

Me encontraba en una taberna portuaria por la tarde-noche, cerca de la capital. Entré por la puerta y pude ver un lugar bastante mediocre, era un establecimiento construido en su mayoría por piedra. Había una barra que ocupaba toda la pared lateral del establecimiento,donde estaba sentado yo. Enfrente, había una especie de sala central llena de mesas redondas con cuatro sillas por mesa. Todo estaba decorado con motivos marítimos como redes de pesca, sedales, cañas de pescar y demás.

Me habían servido por fin mi pedido, un refresco y un buen plato de calamares. Mi idea no era precisamente emborracharme, si no afinar el oído y la vista a la espera de captar un buen negocio para ganar un dinero extra. Comencé a catar mi plato, estaba algo frío y sabía mucho a mar, pero no estaba malo del todo. Di un vistazo general a la sala que se situaba a mis espaldas, no parecía haber gran cosa, solo una pareja cenando tranquilamente y un hombre solitario disfrutando de una cerveza y un periódico. Me volví de nuevo hacia adelante y miré a ambos lados de la barra, no había mucho interesante tampoco, solo un señor mayor y un borracho tumbado sobre la barra a mi derecha y, a mi izquierda, un par de jóvenes hablando sobre sus cosas. No conseguía ver toda la barra pero es lo normal.

Continué tomando mi comida, la verdad es que no pude comer demasiado en el barco así que tenía bastante hambre y sed.Tomé mi refresco el cual se encontraba en una jarra de madera como si de una cerveza se tratase y dí un largo sorbo. Mientras tragaba mi bebida, escuché algo interesante sobre aquellos jóvenes, hablaban sobre un cargamento de plomo de Flevance, aquel lugar totalmente intoxicado y que casi nadie se atrevía a ir. Por lo visto, uno de los nobles mandó una excavación ilegal para vender este plomo tóxico a unos científicos. Por lo visto iba a llevarse un buen pellizco de dinero, pero supongo que es lo que tiene tratar con materiales peligrosos.

Agudicé el oído sobre la conversación, parece ser que lo transportarían por este mismo puerto hacia English Garden. Me mantuve expectante a la conversación mientras me mantenía disfrutando de mi comida, parece que no me costó demasiado encontrar mi siguiente negocio, robaría aquel plomo y me encargaría yo mismo de venderlo, el dinero que obtendré compensará con creces los gastos de viaje y transporte.

En búsqueda de posibles objetivos, Sayumi y yo habíamos llegado a otra isla del North Blue. Poco a poco, aquel mar se nos estaba quedando bastante pequeño. Ambas sabíamos que necesitábamos más de lo que ya estábamos consiguiendo, ampliar nuestros horizontes podría ser una buena opción. Pero para eso necesitaba una buena cantidad de dinero, y sobre todo hombres. Si, tal vez necesitaba encontrar otra vez una tripulación, gente que no le importase cualquier cosa por cumplir con los objetivos, así como Sayumi y yo éramos. Por ese motivo habíamos llegado a una nueva isla, el reino de Lvneel.  

Desde nuestra llegada, a esta isla, más yo que Sayu, las cosas como eran. Me había centrado en recopilar información, conocer a contactos y todo tipo de gente que me pudiera proporcionar todo lo que necesitaba para conseguir encargos o dar golpes para mi propio beneficio. Entre unas cosas y otras, tardé demasiado tiempo en encontrar todas las zonas favorables para conseguir mis trabajos. Pero al final, obtuve todo lo que quería.  

Por esa razón, me encontraba en una taberna, cerca del puerto de aquella isla, su temática era bastante marinera. Ahí en una de las mesas redondas de aquella tasca, estaba sentada, en frente de una copa de whisky. Pasaba bastante desapercibida, pero se podían ver todas las armas de gran tamaño que portaba conmigo. Lo que indicaría a cualquier persona que era una especie de mercenaria, la verdad no me importaría aceptar cualquier trabajo si conseguía una buena suma de dinero, bueno, claro, mi cuerpo no estaba en venta.  

Desde ahí, mientras bebía mi copa, podía escuchar unas conversaciones. Gracias a mi oído bastante desarrollado, podía escuchar como unos hombres hablaban de un cargamento de aquella isla inhabitable. Parecía que querían traer un cargamento de plomo, al escuchar eso realmente me interesó, pues siendo herrera, capaz aquel plomo me pudiera servir. Así que seguía escuchando lo que estos decían, a la vez que me tomaba mi copa.

Mientras terminaba mi cena, escuché a aquellos jóvenes seguir hablando sobre el plomo. Sería en noche cerrada, es decir, de madrugada. La policía estaba sobornada para no acercarse al puerto hasta el amanecer como mínimo así que no debería tener mucho problema para infiltrarme entre los transportistas y acabar con ellos desde dentro.

Una vez terminaron de hablar recogí mi bastón, que estaba apoyado contra la barra justo a mi lado, solté unas monedas sobre la barra y me dirigí a la salida del local mientras aseguraba el bastón a mi espalda. Mientras me dirigía a la puerta, pude vislumbrar una figura que estaba seguro de que me daría problemas. Parecía ser una chica no muy alta, pero cargada de armas. No parecía ser la gran cosa pero mi instinto me decía que algo la había traído aquí. ¿Sería una mercenaria enviada por un rival económico para robar el plomo? ¿Una pirata loca por el oro? ¿O quizás solo estaba alucinando y era una rarita fanática de las armas? Fuese como fuese, lo mejor era barajar todas las oportunidades por lo que pudiera pasar.

Salí por la puerta en silencio sin mirar a nadie directamente. Me dirigía al puerto del lugar para estudiar la zona y elaborar un plan. Conforme iba andando, pude ver como aquel pequeño pueblo costero rebosaba de vida. Los niños jugaban en las calles, la gente trabajaba en sus negocios locales, y los adultos con tiempo libre estaban caminando y charlando alegremente. Sinceramente nada de esto me importaba en lo más mínimo, pero debía de memorizar hasta el menor rincón de los alrededores del puerto si quería que todo saliera bien.

Llegué al puerto y me senté en un banco, expectando el paisaje del puerto. Como esperaba, no había demasiado donde mirar. El muelle consistía en un par de puentes de madera donde ataban a los barcos y un par de casetas donde el personal del puerto supongo que se cambiaría. Además, había un gran almacén justo en el extremo izquierdo del lugar. "Supongo que de allí sacarán el plomo, debo de quedarme escondido cerca en caso de poder placar a alguno de los encargados y suplantar su identidad. No creo que haya más de dos personas trasladando el pedido... A las malas debería de buscar alguna persona con la que colaborar, quizás eso lo hiciese más fácil. Usar a otra persona siempre lo hace todo más fácil." Pensé fríamente. A las malas quizás podría volver al bar y buscar a aquella misteriosa chica y pedirle que me eche una mano.

En fin, echaría un rato más inspeccionando los alrededores y después me iría a dar una vuelta por el pueblo, no me gustaría que los guardias comenzasen a sospechar de mí tan rápidamente.

Parecía que mí escucha dio sus frutos por que pude notar que había otro que estaba haciendo algo parecido, realmente no era habitual que dos personas en una taberna se interesaran por el mismo encargo, si era astuta podría aprovecharme del tipo de una u otra forma. Si él se me adelantaba bueno solo tendría que acabar con él para quedármelo con todo, y si no bueno siempre podía fingir una alianza y matarlo cuando estuviera con la guardia baja en cualquier caso ya iba siendo hora de moverse y sabiendo lo que había que hacer termine mí copa deje unos billetes para pagarla e hice lo que mejor se me daba apropiarme de cosa que no eran mías.

Seguirle a pie era una tontería, lo mejor era tomar un terreno elevado y seguirle con la mira de mí arma, siendo las horas que eran las sombras me esconderían en los tejados al amparo de la noche. Salí de la taberna y girando un par de calles encontré el mejor punto de subida a las azoteas lleno de sombras, por lo que subí grácilmente. Arriba desenfunde mí fusil de francotirador y busque al chico con la mira, no tarde en dar con él había ido a pie a investigar el puerto, realmente era una táctica arriesgada puesto que delataba su presencia, pero ya que estaba aquí arriba podría buscar objetivos y puntos fáciles para hacerme con el botín e investigar por mí cuenta. Después de un rato vi que se dedicaba ya a volver hacia la taberna, no sabía a qué, si yo había conseguido toda la información desde aquí arriba el debería de saber más o menos lo mismo, ahora que volvía tenía dos opciones o adentrarme y hacer el golpe sola o ver que pretendía el hombre, aunque a mis ojos ahora parecía buscar a alguien.

Dando una vuelta por el pueblo pude ver que no tenía mucho de interesante. Se notaba que era un pueblo portuario pensado para que la gente pase la noche y se dirija a la capital de mañana. A parte de la taberna solo había casas, un pequeño mercado portuario y una pequeña escuela con un gran reloj, el cual pude ver a lo lejos. El tiempo pasaba y poco a poco se hacía la hora de la entrega y me apresuré al lugar. Entrar de frente no sería la mejor idea, desde luego, así que usar mi velocidad y agilidad para avanzar entre los edificios y descender una vez estuviese lo suficientemente cerca.

Envuelto por el manto de la noche, encontré una subida perfecta para poder comenzar mi avance. Estaba subiendo un edificio cuando justo antes de llegar al tejado sentí una fuerte presencia. ¿Por qué podía sentir alguien aquí arriba? ¿Estaba alucinando? Fuese como fuese decidí hacer caso a aquella sensación abrumadora y avanzar con precaución tomando una ruta alternativa. Me agarré a la cornisa en vez de subir directamente por el punto más cercano y traté de mirar por encima de la misma con extrema cautela. Mi instinto no me fallaba, entre la oscuridad de la noche pude distinguir una figura con un gran arma escaneando la zona del golpe. Algo me decía que ya la había visto antes, ¿era la chica de la taberna? Madre mía, por lo visto era pequeña pero matona con tantas armas y ese gran fusil. ¿Me habría estado vigilando en el puerto? La verdad es que no me extrañaría, mercenarios, ladrones, todos suelen ser muy cautelosos antes de dar un golpe.

Agarré un pañuela blanco de mi bolsillo, lo até a mi bastón y di un ligero golpe desde mi posición, en la cornisa que estaba justo detrás de ella con la intención de hondear aquella "bandera de la paz" improvisada. Tras eso, subí del todo a la cornisa con la intención de hablar con ella.

-Buenas, ¿tu eras la chica de la taberna cierto? Verás, me gustaría proponerte un trato. Quiero que me ayudes a dar este golpe. Supongo que oíste lo mismo que yo así que no será necesario dar explicaciones de nada. El trato es sencillo, no se que quieres hacer tu pero yo quiero suplantar a los transportistas y quedarme con el dinero. Te podrás quedar con la mitad del cargamento si me ayudas. Mi nombre es Frostward, pero puedes llamarme Frost. Dije esbozando una sonrisa. Su ayuda me serviría para llevar a cabo el robo y, además, siempre podría reventarle el cráneo una vez terminemos y hagamos el reparto. Su cadáver servirá para dirigir todas las sospechas a ella por el intento de atraco y yo lograré mi cometido. No creo que me traicionase en mitad de la operación, ya que llamaría demasiado la atención. Necesitaría tener munición sub-sónica para que no se diesen cuenta de su posición y, desde un lugar tan alejado, le sería difícil robar el cargamento sin ayudante de campo como yo, ya que la acabarían localizando antes.

Fuese cual fuese su respuesta, me largaría saltando de tejado en tejado hasta llegar a una última linea de casas, las cuales estaban pegadas al muelle. Las estrechas calles de aquel pueblo me permitió moverme libremente sin arriesgarme demasiado. Una vez estaba en la casa más cercana, bajé ágilmente de la casa y comencé a mirar el sitio. Del almacén salían unos 7 tipos, 3 armados con cuchillos y pistolas, en la retaguardia 2 armados con fusiles en el frente y otros 2 armados con espadas a los lados. También pude ver a alguien encima del almacén controlando la mercancía. Atacar ahora de frente sería una misión suicida así que avancé, me cubrí en un desnivel que impedía que me viesen y comencé a trazar un plan. Lo más importante sería eliminar a la figura sobre el almacén, probablemente un francotirador, y a los hombres con los subfusiles. Los de las pistolas y espadas no serían un gran problema entonces. Alcé la mirada y, esperando que la chica estuviese cubriéndome con su mira telescópica, apunté hacia el techo del almacén, indicando a la prioridad en aquel momento.

En caso de que la chica disparase, aprovecharía que ya no tenían ojos en el aire para avanzar de mi cobertura por unas escaleras laterales que había desde el desnivel. Si los hombres se hubiesen alertado por el disparo, aprovecharía para activar mi protección espiritual, envolviéndome en un aura grisácea. Me dirigiría a los hombres por su punto ciego, es decir, por sus espaldas. Y realizaría un Kōri no keimusho a un hombre con subfusil, aprovechando mi posición comenzaría a girar el bastón para ganar energía cinética y con un movimiento circular golpearía la cabeza de la otra basura con subfusil, destrozándole el cráneo y provocando le una hemorragia interna que lo dejaría tumbado en el suelo mientras los músculos de su mano se contrajeron, provocando unos disparos hacia el cielo. Tras eso, realicé un Kōtta hangeki al primer hombre en las costillas, destrozandoselas por completo. Los gritos alertaron a todos, al ser un pueblo portuario no había marines ni nadie que pudiese hacer justicia, así que no tenían miedo de ser descubiertos por alguien.Corrí de nuevo a la cobertura mientras los hombres de las pistolas comenzaron a dispararme, sus balas silbaban muy cerca de mi, pero más allá de alguna herida leve de haberme rozado una bala, seguía perfectamente. Ahora volvería a perderme entre las sombras mientras esperaba una nueva oportunidad para atacar.

Datos bélicos:

Por unos instantes, perdí de vista a tipo que había seguido. ¿Me había despistado? No era posible. ¿Se habría dado cuenta que iba tras él? Era bastante probable, lo cual, me daba a entender, que, si me había logrado descubrir, es que no era una persona normal y corriente. Lo buscaba por todos lados, hasta que de pronto, escuché un sonido que provenía detrás de mí. Con mi fusil de alta precisión aún en la mano, me di la vuelta y apunté hacia donde había escuchado el sonido. Al voltearme, pude ver cómo era aquel al que estaba siguiendo. Al ver su bandera improvisada arqueé una ceja mientras bajaba mi arma. Generalmente no me habría importado, pero me sorprendió bastante que me hubiera descubierto, no era fácil detectarme, por lo que eso me llamó bastante la atención.  

Él me preguntó si era la del bar, al escucharlo, asentí con la cabeza. Sin darme tiempo para hablar, este chico me proponía dar el golpe que estaba por dar en conjunto. Para luego presentarse con su nombre. Una pequeña risa apareció al escuchar todo lo que me decía. - Tienes muchos huevos para presentarte aquí y ofrecerme la mitad de lo que iba a obtener. - Decía con un tono amenazador con ciertos toques burlones, a la vez lo miraba de arriba a abajo. - Heh... me gusta. - Añadía a lo anterior. - Estás de suerte, me caes bien. - Suspiraba, para luego dedicarle una pequeña sonrisa. - Está bien, te apoyaré. Me llamo Kumi. - Concluía, mientras veía como este se largaba de mi posición con bastante agilidad, en dirección donde se encontraban nuestros objetivos. Me encogí de hombros, para luego correr hacia mi posición, coloqué en su posición las patas del bípedo.  

Dejé el arma en el suelo, apoyado sobre sus patas, para posteriormente tumbarme. Miraba por la mira al chico que se había presentado ante mí como Frost, lo seguía con la mira minuciosamente, hasta que se detuvo y ocultó. Al ver eso, apuntaba con mi mira un poco más lejos para ver aquel almacén, en la puerta de este habían siete tipos, dos de estos armados con armas de fuego, otros dos podía ver que portaban espadas y otros dos no podía ver que armas llevaban. Comencé a mirar por los alrededores, para percatarme, que en el tejado de aquel almacén se encontraba un octavo objetivo, el cual portaba un fusil de francotirador.  

Ya tenía todos los objetivos localizados, ahora solo faltaba mirar a mi nuevo compañero por última vez, para cerciorarme que este estaba completamente listo. Este me hacía un gesto, parecía que al igual que yo, entendía bien que debíamos librarnos del hombre que se encontraba en una posición elevada. Llevé mi mira a aquel tipo, fijando el blanco, la distancia comparada con el alcance de mi arma no era nada, más no llegarían ni a los cincuenta metros de distancia. Aun así, debía concentrarme mucho, pues era un disparo en el cual debía tener mi mejor pulso. La distancia no hacía falta calibrar la mira y el viento favorecía que el disparo sea certero. Una serie de respiraciones las cuales cada vez se hacían más largas, inspirando lentamente, exhalando el aire lentamente por la boca, comenzaban a bajar lentamente mis pulsaciones. Inhalé fuertemente, para luego lentamente ir soltando el aire nuevamente, en el transcurso de esa serie de respiraciones mis latidos descendieron casi al mínimo. No podría mantenerme en este estado por mucho tiempo, así que, tras asegurarme que apuntaba a la cabeza del objetivo. Una vez todo mi aire había sido soltado por mi boca, aguantando sin respiración, lo que me hacía tener mi pulso lo más estable posible.  

En ese momento fue cuando disparé. Un gran fogonazo salía del cañón del arma, a la vez que un estruendo resonaba en el lugar. Debido a aquella explosión, producida por el casquillo, una bala a una tremenda velocidad, salió disparada del arma. El casquillo salió volando de la recámara a la vez que absorbía el retroceso producido por el fusil, aunque la mayor parte del retroceso era mitigado por la construcción de la boca del cañón, que reducía considerablemente el retroceso de la misma. El proyectil, volaba en dirección a la cabeza de mi objetivo u parecía que la dirección era la correcta. Pues apenas se había desviado unos milímetros. No tardó mucho en recorrer la distancia hasta llegar a la cabeza de mi víctima, la cual sin problema alguno la perforó, traspasándola por completo. Suspiré, recobrando el aliento a la vez que paulatinamente mis latidos volvían a la normalidad.  

El francotirador había sido neutralizado, pero debido al sonido de mi disparo, hizo que los otros siete hombres se alertaran de mi posición. Pero gracias a esa distracción, mi compañero avanzó y abatió a dos hombres. Lo que me dio tiempo levantarme, atarme el fusil de francotirador en la espalda. Hecho eso, creé una plataforma de galleta, la cual era un cuadrado de un metro por un metro, justo en el borde del edificio, pero no solo eso, sino, que hice aparecer una galleta más la cual uniría con la plataforma, ambas placas medían los mismo, lo cual me daría una buena cobertura por si me disparaban. Rápidamente me subí a la plataforma, la cual era tan dura como el metal, me agaché para cubrirme. Me asomé mientras descendía la galleta y a su vez la hacía avanzar. Pude ver que estaban disparando a Frost, así que empuñé mi subfusil UMP45, y comencé a disparar a uno de los que disparaban al muchacho para darle tiempo a este a que se escondiera.

Mientras corría a cubrirme, pude ver una plataforma flotante del edificio donde Kumi se encontraba. ¿Sería ella? Parece que aquella pequeña tenía más sorpresas de lo que esperaba. Comenzó a disparar a mis perseguidores con fuego de supresión, tratando de ganarme tiempo para esconderme de nuevo y planear mi siguiente ataque, y eso hice. Me escondí en el desnivel, ocultando todo mi cuerpo. Estaba enfocado en la lucha,es cierto, pero por muy concentrado que estuviese, esta era la primera vez que me pasaba esto, y es que, a pesar de no poder verlos, tenía una idea muy vaga de donde estaban y hacia donde se movían, podía sentirlo, al igual que podía sentir a Kumi descender por el aire.

Era algo extraño, pero no iba a hacerle asco, al menos no ahora. Pude ver el fuego cruzado entre Kumi y los mercenarios con pistolas a la vez que sentía como los dos hombres con espadas avanzaron aprovechando el fuego cruzado hacia mi posición. No podía mantenerme mucho más ahí o algo malo pasaría con tantas balas volando a mi alrededor, así que decidí volver a subir por las escaleras de la izquierda mientras veía a los dos hombres con espadas bajar las escaleras. Corrí hacia la entrada del almacén, un lugar donde era imposible recibir una bala perdida. Decidí encargarle a Kumi aquellos 3 matones y yo me encargaría de estos 2.

-Que comience el espectáculo. - Dije mientras una sádica sonrisa se grababa en mi cara a la par que el aura que me rodeaba se concentraba en mi bastón, otorgándole a este el aura grisácea.. Los hombres atacaron a la vez con un tajo vertical, el cual detuve colocando mi bastón en horizontal y agarrándolo por el centro con una distancia de unos 20 cm entre mis manos. Gracias a la aleación de madera y metal de mi bastón y a mi técnica, el golpe fue sencillo de detener. Giró mi bastón hacia un lado, golpeando con la parte plana a uno de los dos y, gracias a la inercia, giré hacia el otro lado, donde estaba el gancho, y agarré al compañero del cuello, estrellándolo contra el suelo. Ambos estarían algo aturdidos por el golpe, así que decidí lanzarme por el que aún estaba en pié. Le golpeé con un Kōri no keimusho, haciéndole perder la respiración, lo que aproveché para convertirle en un golpe directo a su cabeza, como si fuese un bateo.

Ahora, dirigí mi mirada hacia el primero que tumbé, el cual comenzaba a reincorporarse. Mientras aún se estaba levantando, le pisé la espalda, tumbándolo de nuevo en el suelo, y le miré con una gran sonrisa de emoción. Comencé a golpear sus costillas con mi bastón, rompiéndolas una a una. De nuevo, aquella sinfonía de agonía dedicada solo a mí. Esto me traía muchos recuerdos. Seguí reventando sus costillas, sabiendo que sus huesos probablemente se clavarían en sus pulmones causándole una muerte agónica y lenta mientras sus pulmones se llenaban de su propia sangre. Lo dejé tirado a un lado luchando por sobrevivir y volví a dirigirme hacia su compañero. Estaba en el suelo, arrastrándose torpemente hacia su espada. Me dio tanta pena que tuve que devolverle su espada. Me agaché a recogerla, la empuñé y la clavé en la mano de aquel hombre, el cual se dedicaba a llorar y gritar de dolor. Aprovechando su posición y su mano clavada, lancé un fuerte golpe hacia su codo, doblándola la articulación hacia un lugar donde, bueno, normalmente no se doblan. Recuperé su espada y repetí el mismo proceso para cada una de las articulaciones. Una vez acabé, simplemente dejé su espada clavada en un pulmón, aunque antes removí un poco la herida, para asegurarme de que la sangre también inundaba sus pulmones.

Acabé con ellos y casi sin mancharme, ya que la mayoría de heridas que les causé eran internas. Mancharme ahora mismo sería una cagada, además, la sangre no salía fácilmente. Mi cara denotaba una emoción increíble, tenía las pupilas dilatadas y una gran sonrisa de felicidad en el rostro. Contemplé por última vez como la vida escapaba de las manos de aquellas personas, y volví hacia Kumi por si necesitaba ayuda. Sé que me había pasado con ellos, pero hacía mucho que no me sentía así. Quizás para evitar que estos brotes de violencia fueran tan fuertes, debería dejarlos salir de vez en cuando. Dicen que reprimir un sentimiento es malo, ¿no?

Las balas de los enemigos impactaban con el muro que había crenado en mi plataforma voladora de galleta. Parecía que mis galletas eran lo suficiente para soportar los impactos de aquellas balas. Disparaba a la vez ráfagas grandes de balas haciendo que mi fuego sea lo suficiente para evitar que los enemigos se acercasen a mi compañero que se había marchado a refugiarse. Disparar ráfagas generalmente disminuían mucho la precisión, sin embargo, unas cuantas balas acertaron a uno de los enemigos, lo cual, hacía que uno de estos enemigos cayera abatido. Ahora quedaban solo cuatro de ellos, su ventaja numérica no les serviría de nada contra mí. Pero, había gastado el cargador de la ump, así que me agaché ocultándome en la galleta, mientras esperaba a que el arma del tipo dejara de disparar. Me guardé el arma dejándola en la espalda atada por la cinta que portaba. No tardó demasiado en que se quedó sin munición, por lo tanto, debía recargar el arma.  

Ese momento fue el que mi compañero aprovechó para correr hacia el almacén, arrastrando consigo a dos de los cuatro enemigos. Eso me facilitaría mucho las cosas, pues ahora solo debía matar a dos hombres más, y eso sería mucho más rápido. Elevé mi diestra al cielo a la vez que me comenzaba a levantar nuevamente. En ese instante, canalicé el poder de mi akuma, haciendo aparecer muchas estacas de galleta del tamaño de un metro a mi alrededor. En cuestión de segundos el número de esas estacas había alcanzado las quince unidades. Una sonrisa sádica se dibujaba en mi rostro, mientras contemplaba el terror en los ojos de mis enemigos al ver el poder de mi akuma, que pese a no ser muy aterrador por el material que controla, no obstante, esas estacas formadas con galletas, eran igual de peligrosas que unas de metal.  

Con una risita igual de siniestra que la sonrisa, bajé mi brazo, no lo necesitaba realmente ya que controlaba a la perfección mis galletas, pero me gustaba hacer temblar a la gente de miedo. A una velocidad vertiginosa, mis estacas volaban en dirección de aquellos dos enemigos que, poco podrían hacer para defenderse. Estos trataban de escapar de mi mortal ataque, pero cualquier intento fue fútil. Muchas de estas galletas se clavaron en el cuerpo de mis víctimas, en diferentes partes del cuerpo, lo cual, haría que tarde o temprano mueran por aquellas heridas. No me importaba si estaban muertos, o moribundos, estos ya no se podían mover así que ya no hacía falta hacer nada más. Llevé la plataforma de galleta hasta la entrada de aquel almacén, una vez me quedé a las puertas, salté de la galleta, para posteriormente hacerla desaparecer. Escuchaba como entablaba combate con los otros, al igual que podía escuchar gritos de dolor, pero no me importaba, simplemente esperé a que saliera mi compañero, o los otros dos. La cosa se estaba retrasando bastante y me estaba impacientando, pero finalmente aquel muchacho apareció. Parecía que era bastante útil, eso me agradó bastante, parecía que era un buen aliado. - ¿Te dieron muchos problemas? - Pregunté de forma un tanto sarcástica a la par de arrogante, pues en ese lapso de tiempo yo había derrotado a tres. - Bueno, según tu plan... ¿Qué sigue? - Cuestionaba mientras observaba como desaparecían mis estacas de galleta, pues su función había terminado.

Caminé tranquilamente hacia Kumi mientras podía ver a sus espaldas a los dos restantes de las pistolas empalados en el suelo. Esta chica podría llegar a ser interesante y bastante útil, lo admito. Pude contemplar una sonrisa sádica que aún se dibujaba en su rostro, lo que me hizo pensar que quizás nos parecíamos bastante en esto.

-No demasiado, digamos que solo quería tomarlo con calma.- Dije mientras comenzaba a reír. La noche cerrada ocultaba los cuerpos por ahora y la lejanía con la primera línea de casas parecía ser suficiente para que ningún vecino del lugar se diese cuenta de lo que sucedía, bien, entonces era hora de comenzar con la segunda fase.

-Ahora toca repetir lo mismo pero con los guardias del barco de transporte. Una vez me asegure una ruta de salida podrás hacer lo que quieras con tu parte, ya sea llevártela, venderla, o acompañarme y recibir el dinero de la entrega. Dije con una mirada serena mientras miraba aquellas cajas cargadas de un material tóxico y dañino. Me acerqué a las cajas y las contemplé de cerca, no creo que subirlas con nuestras propias manos fuese una tarea sencilla, pero siempre estaba preparado para esto. Chasqueé los dedos y una corriente de nieve envolvió las cajas y las colocó flotando a mi lado. Dirigí la mirada al barco y, la verdad, me encantó. El aspecto exterior era todo aquello con lo que había soñado. Además, era la mejor oportunidad que tenía para hacerme con un barco propio. Se trataba de un gran velero con un búho tallado en el espolón, pintado todo de un color blanco como la nieve.

-Creo que también me quedaré con ese barco. Quiero que nuestro trato siga siendo equitativo, así que recibirás mayor o casi todo el cargamento de plomo y yo me quedaré con el restante y el barco. ¿Trato?- Dije con una sonrisa. Si quería ser un rey de los negocios tenía que establecer tratos justos para todo el mundo, además, este barco me proporcionará mucho más dinero a la larga que un cargamento de plomo.

Ladeé la cabeza con una sonrisa hacia Kumi mientras cerraba los ojos y, acto seguido, me encaminé hacia el barco. Dejé el cargamento con sumo cuidado para producir el menor ruido posible. Subí con el mismo método, envolviéndome en una corriente nevada y aterrizando ligeramente sobre la cubierta del bote. En caso de que Kumi me siguiera, le haría un gesto para ir primero al camarote para tomar al capitán. Si el se rendía, el resto de piratuchos le seguiría o huiría como ratas, así es como funciona en la mayoría de tripulaciones por lo que sabía. Así que comencé a avanzar hacia lo más parecido al camarote.

- Ya veo. - Dije al escuchar a Frost, él parecía que se divertía al haber destrozado a aquellos tipos. Una ligera sensación aceleraba mi corazón, pocas veces en la vida podía encontrase alguien que me recordaba tanto a mi hermana. Mi rostro no lo mostraba, pero hacía mucho tiempo que no encontraba alguien parecido a nosotras y eso era algo bastante interesante. Escuchaba también lo que el muchacho decía, él parecía encima tener todo bien calculado y planificado, eso me gustaba, podía ser un buen tripulante. Y no solo eso, parecía ser un usuario de una akuma. ¿Podría ser parecida a la mía? Al menos podía hacer lo mismo o algo similar a mis habilidades otorgadas por la Bisu. En cualquier caso, él cargaba las cajas con el metal con su habilidad, si bien antes me parecía un muchacho prometedor, ahora había subido una escala a un plano aún mayor. Parecía que si me sería de bastante utilidad.  

En ese momento parecía que quería quedarse con el barco, la verdad era normal, por aquel barco se podría sacar mucho dinero, a cambio de eso me ofrecía una tajada más grande del metal. Estaba bastante sorprendida, pues cualquier otro, se habría callado para mantener el trato, lo cual me parecería hasta normal. Suspiré levemente, pues lo que iría a hacer ahora me dolería un poco, pues tal vez estaba traicionando a mi Kumi interna, pero realmente con eso sacaría algo mucho mejor que su nueva oferta. Me encogí de hombros a la vez que a la vez que negaba con la cabeza. - No sé navegar, por lo tanto, este barco para mí no tiene ningún interés, por lo que su valor es cero, así que seguimos con los beneficios a medias. El barco te lo puedes quedar. - Decía con seriedad, aunque sabía que lo que decía era mentira, ya que podía apreciar que era un barco bastante bueno, y capaz sea muy caro, pero, de salirme bien esto conseguiré a un tripulante, así que lo comido por lo servido.  

Con sumo cuidado, Frost dejó las cajas en el navío y posteriormente pude apreciar como este se desmaterializaba. Vale, debía reconocer que eso mi había sorprendido bastante, y eso me indicaba que su fruta era aún más extraña de lo que yo podía pensar. En fin, a mí me tocaba subir de forma tradicional. Tras subir, él me hizo un gesto para ir al camarote del capitán, pero parecía que yo tenía otros planes, pues creía que sería mejor ir a por el resto, mientras que él se ocupaba del capitán. Y eso hice, comenzaba a buscar el resto de la tripulación por todo el barco, claro está había creado un par de estacas de galleta, por precaución. El barco parecía vacío, hasta que llegué a la bodega, ahí se encontraban un par de jóvenes e inexpertos marineros. Estos estaban aterrorizados, puesto habían escuchado el tiroteo, aunque, a decir verdad. ¿Quién no lo había escuchado? En cualquier caso, esos chavales me suplicaban que les perdonase la vida. Quizá con otra persona, eso les hubiera funcionado, pero no conmigo, así que simplemente les arrebaté la vida. Hecho eso, ahora solo quedaría reunirme con Frost para ver que sucedía con el capitán del navío.

Kumi decidió mantener el trato como al principio y tratar al barco como un añadido. No iba a ser yo el que le hiciese ascos a salir ganando así que simplemente ladeé la cabeza y me encogí de hombros. Se veía algo afectada al decir esto, como si se traicionase a ella misma, pero a la vez parecía que tenía algo más en mente que la empujó a decir aquello. Bueno, no era hora de preocuparse por aquello, ya saldaríamos cuentas al terminar todo esto.

Una vez en el barco, tras hacerle las señales a Kumi, ella me indicó que se dirigiría a explorar el resto del barco mejor. Me pareció una gran idea así que no le puse pegas y decidí aventurarme solo a por el capitán. No sabía si debería de luchar contra él, simplemente lo masacraría, o qué ocurriría una vez llegase al camarote. Avancé a paso seguro por el lugar, tratando de no hacer ruido... hasta que recordé que, seguramente, no habría nadie en ese barco capaz de hacerme frente. Aceleré el paso y fui andando hacia el camarote del capitán, el cual estaba cerrado con llave. Solté una pequeña risa mientras me convertía en nieve y pasaba por debajo de la puerta. Una vez dentro del camarote, volví a reformarme.

-Oh capitán, ¿no estaba esperando visitas? ¿O es que no soy bienvenido? - Dije con una amable sonrisa en la cara y el me miraba enmudecido y aterrorizado.Comencé a dar vueltas por la sala mientras sostenía mi bastón en las manos.-La verdad es que, en circunstancias normales, quizás usted hubiese salido de aquí con vida. Pero la verdad... me gusta su barco. Además, no puedo dejar testigos como comprenderá, no puedo meterme en un lío tan grande ahora. Así que espero que tengas dulces sueños, ex-capitán.- Dije con una cálida sonrisa mientras golpeaba su cráneo con mi bastón repetidas veces, dejando su calavera y cerebros hechos polvo.

Comencé a transportar su cadáver de la misma forma que moví aquellas cajas mientras me dirigía al exterior, ahora llegó el momento de la limpieza de cuerpos. Mientras salía me encontré a Kumi, parece que solo había dos reclutas más o bueno, había.

Ahora toca hacer limpieza, si quieres quedarte en el barco mientras me ocupo de limpiar sus sesos del asfalto estás en tu derecho, pero cuantos más seamos antes acabaremos.- Dije con un tono burlesco. Acto seguido añadí los cuerpos de los demás cadáveres que pudiese del exterior y los juntaría en la concentrada ventisca de nieve que se mantenía a mi lado. Tras eso, los rellené de nieve compacta (para evitar que se derritiese fácilmente) y los lancé al mar, provocando que sus cuerpos se hundieran como plomos y sin dejar ni un rastro.

Poco después, regresaría al barco para hablar con Kumi.

-No creo que necesites ayuda con la mercancía, así que puedes cogerla por tu cuenta. Ha sido un placer pasar tiempo contigo, no imaginaba que encontraría a una persona tan parecida a mí en este sitio-. Dije mientras mis ojos brillaban con curiosidad e intriga por mi nueva conocida. La verdad es que me gustaría haber pasado más tiempo con ella y con otra gente que pensara como yo, pero cada uno tiene que partir en su momento.

Tras acabar con esos hombres de forma bastante simple, finalmente me reunía con mi nuevo compañero. Este prácticamente me estaba obligando a ayudar a limpiar los cadáveres del barco. Arqueé una ceja, una de las muchas cosas que yo no hacía era, limpiar muertos como recibir órdenes. Sin embargo, esta vez haré una excepción. No tardamos demasiado entre los dos en recoger todo el estropicio y ocultar nuestras pruebas, las cuales se hundían en el fondo del mar. Tras eso el muchacho parecía que ya quería echarme, o al menos marcharse él, suspiré mientras me encogía de hombros.  

Sin decir nada creaba galletas las cuales hacían una plataforma resistente para soportar el peso de mi parte del metal, sin mucho esfuerzo, lo subí a la galleta y tras eso, esta flotaba sin ningún problema. Ahora solo debía marcharme, pero antes de eso miraba al muchacho. - Antes de marcharme me gustaría comentarte la iniciativa Ragnarok. - Comentaba mientras me metía la mano en la bolsa donde tenía todos mis objetos que llevaba conmigo. Rebuscando en aquella mochila repleta de cosas, finalmente encontré lo que quería darle. Saqué de la bolsa un caracol Den Den Mushi, el cual tenía grabado el número del resto de caracoles que tenía conmigo, pues cada uno de estos serían para la gente de mi banda.  

Extendí la mano para entregarle aquel objeto. - Estoy buscando gente como tú, para poder hacer robos y destrozos a más gran escala, y me gustaría poder contar contigo entre mis filas. - Añadía esperando a que él tomase mi regalo como muestra de compromiso. - Mi número está grabado, así que podremos estar en contacto, si decides unirte, no dudes en llamarme. - Dicho eso me di la vuelta y me disponía a marcharme.

Era hora de salir del lugar. Espero que mi compañera no hubiese tomado mis prisas como una ofensa, solo quería recibir el dinero lo antes posible y empezar a explorar mi nuevo barco. Quería explorar todas sus estancias ya que el velero parecía enorme y, quien sabe, lo mismo encontraba alguna que otra sorpresa en aquel navío que parecía estar diseñado para mí.

Justo antes de marcharse Kumi, esta se volteó y me habló sobre algo llamado "iniciativa Ragnarok", por lo visto buscaba gente para cometer robos y destrozos en gran escala. En principio no me convenció, ya que mi sueño era dominar el mundo desde las sombras, pero pensándolo bien, si esta especie de banda salía bien, tendría mucha gente que me protegería. Peones a los que poder sacrificar. Solo debería de no llamar la atención, al menos no más que ellos, hasta estar preparado. Una sonrisa pícara se dibujó en mi rostro por un instante.

-No será necesario, cuenta conmigo. Te aviso, mi meta es dominar el mercado y convertirme en el mayor señor del bajo mundo. Controlaré todo tipo de comercio y tendré al gobierno, marina, revolución... todos comerán de mi mano, a su debido tiempo. Espero mucho de esta alianza. - Dije con una sonrisa mientras me despedía, guardando el Den Den Mushi a buen recaudo.

Poco después de darle un hasta luego a mi nueva compañera, o a mi nuevo peón según se vea, embarqué rumbo hacia English Garden para entregar lo que quedaba del cargamento, unos 4 millones de berries calculo que serían aproximadamente. Mientras navegaba hacia el lugar estuve pensando sobre mi nuevo barco y sobre como lo llamaré... El buho de las nieves fue el nombre que decidí al final y, aunque sabía lo básico sobre manejar aquellos bichos, quizás me haría falta la ayuda de alguien más experimentado en el futuro.