Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había un buen clima en Samirn, como de costumbre, y una suave brisa veraniega mecía con suavidad sus cabellos. Hacía solo unos pocos días se había enfrentado en la gran fortaleza de Ur’ Tuban para extraer una dosis de las poderosas aguas del manantial, logrando así salvar la vida del Sumo Sacerdote del Culto de la Ostra Azul. Había sido difícil y estuvo muy cerca de perder la vida, pero finalmente consiguió sobreponerse a los obstáculos. No lo hubiera logrado de no ser por la ayuda de Thawne, el antiguo agente del Cipher Pol con el que había colaborado durante los incidentes de la Gran Aguja. Era un hombre capaz e inteligente, agradecía tenerlo como aliado y no como enemigo. A todo esto, ¿dónde diablos estaba Thawne? Luego de abandonar la base del culto religioso, permanecieron juntos, pensando qué hacer a continuación. ¿Había dicho que tenía asuntos pendientes…? Quizás, la verdad no le había prestado demasiada atención.
Mientras caminaba por la avenida principal de la gran ciudad, lucía orgullosa las prendas que había elegido para ese soleado día de verano. Vestía un kimono azul de mangas largas muy provocador que dejaba ver un pronunciado escote. También llevaba un obi de seda y color rojo que tenía un precioso diseño de estrellas, del cual surgía un pliegue que formaba un grato contraste con el resto de la vestimenta. De su cintura colgaba la Hoja de Argoria transformada en una katana y, por supuesto, no se había olvidado de Fushigiri. Menos mal había usado una identidad secreta para infiltrarse en la fortaleza de Ur’ Tuban, de lo contrario, los soldados ya le habrían intentado arrestar. Sin embargo, podía saborear la libertad y exhibir su belleza que tanto orgullo le hacía sentir.
Tomó con suavidad el mango que le ofrecía el verdulero y, tras dejarle caer en su mano unas cuantas monedas, le dio un mordisco. Caminaba sin rumbo por las calles de Ur’ Tuban, esperando encontrar algo interesante. Prefería estar haciendo algo mucho más… productivo, pero no todo en la vida se trataba de arremeter contra el Gobierno Mundial y luchar por cumplir sus sueños. También debía haber momentos recreativos, ¿verdad? Lamentablemente Samirn no era una isla que destacase por sus bibliotecas o su arsenal intelectual, de hecho, la mayor entretención eran los monos que caminaban como si fueran verdaderos ciudadanos del reino. Y fue entonces que un flashback apareció en su mente, llevándole a Jaya cuando aún era alguien que luchaba bajo el estandarte de la Marina. Fue en una taberna que conoció a Akane, una de las piratas más poderosas del mundo. Sonrió con amargura al memorar aquellos tiempos donde todo parecía mucho más sencillo. Su hermana estaba viva y conocía el paradero de Rayne, su antiguo maestro y amigo, tampoco debía preocuparse de huir ni dormir con un ojo abierto. Igual podía estar confundiéndose, después de todo, había pasado muchísimo tiempo y su memoria podía estar fallándole.
Se abrió paso entre la muchedumbre para acercarse a la mujer, pudiendo mirarla con detención. Si no se trataba de ella, de esa pirata que hacía años le había ayudado, se parecía mucho.
—Creo que tú y yo nos conocemos —le mencionó a la supuesta chica que creía conocer. No tenía nada que perder hablándole y, en caso de que se equivocase, simplemente seguiría su camino.
Mientras caminaba por la avenida principal de la gran ciudad, lucía orgullosa las prendas que había elegido para ese soleado día de verano. Vestía un kimono azul de mangas largas muy provocador que dejaba ver un pronunciado escote. También llevaba un obi de seda y color rojo que tenía un precioso diseño de estrellas, del cual surgía un pliegue que formaba un grato contraste con el resto de la vestimenta. De su cintura colgaba la Hoja de Argoria transformada en una katana y, por supuesto, no se había olvidado de Fushigiri. Menos mal había usado una identidad secreta para infiltrarse en la fortaleza de Ur’ Tuban, de lo contrario, los soldados ya le habrían intentado arrestar. Sin embargo, podía saborear la libertad y exhibir su belleza que tanto orgullo le hacía sentir.
Tomó con suavidad el mango que le ofrecía el verdulero y, tras dejarle caer en su mano unas cuantas monedas, le dio un mordisco. Caminaba sin rumbo por las calles de Ur’ Tuban, esperando encontrar algo interesante. Prefería estar haciendo algo mucho más… productivo, pero no todo en la vida se trataba de arremeter contra el Gobierno Mundial y luchar por cumplir sus sueños. También debía haber momentos recreativos, ¿verdad? Lamentablemente Samirn no era una isla que destacase por sus bibliotecas o su arsenal intelectual, de hecho, la mayor entretención eran los monos que caminaban como si fueran verdaderos ciudadanos del reino. Y fue entonces que un flashback apareció en su mente, llevándole a Jaya cuando aún era alguien que luchaba bajo el estandarte de la Marina. Fue en una taberna que conoció a Akane, una de las piratas más poderosas del mundo. Sonrió con amargura al memorar aquellos tiempos donde todo parecía mucho más sencillo. Su hermana estaba viva y conocía el paradero de Rayne, su antiguo maestro y amigo, tampoco debía preocuparse de huir ni dormir con un ojo abierto. Igual podía estar confundiéndose, después de todo, había pasado muchísimo tiempo y su memoria podía estar fallándole.
Se abrió paso entre la muchedumbre para acercarse a la mujer, pudiendo mirarla con detención. Si no se trataba de ella, de esa pirata que hacía años le había ayudado, se parecía mucho.
—Creo que tú y yo nos conocemos —le mencionó a la supuesta chica que creía conocer. No tenía nada que perder hablándole y, en caso de que se equivocase, simplemente seguiría su camino.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las voces sonaban con fuerza y entusiasmo en el barco. “¡Tierra a la vista!” exclamaban con ímpetu en la cubierta. Era normal, música para los oídos que hacía eco de boca en boca. El capitán del navío turístico solo podía hacer por alzar la voz para intentar anteponerse a la euforia y asegurarse de que su preciada carga, sus pasajeros que habían pagado de buen grado, llegaran a sanos y salvos. Las habían pasado putas y no era cuestión de fastidiarlo todo ellos mismo al final, tras tan riguroso esfuerzo. Navegar en el nuevo mundo no era fácil a fin y a cabos.
“Id a avisar a los pasajeros, llegaremos en menos de una hora a tierra”. Música para los afinados oídos gatunos de Mura que, de forma un tanto indiscreta, había estado escuchando todo desde su cuarto, con la escotilla abierta y el rumrum de las olas de fondo. La chica cerró la ventanilla al escuchar los pasos bajar y se estiró perezosamente, haciendo como si aún hubiera estado dormida cuando uno de los hombres llamó a la puerta para avisarla. —¿Ya hemos llegado? —preguntó al marinero, quien apresurado contestó que quedaba poco y se fue a despertar a los demás. Ya estaba un paso más cerca en su viaje.
Akane permaneció un rato más sentada sobre la cama que ofrecía su camarote, era pequeña e incómoda, llena de bultos por los muelles de metal que le daban consistencia. Sin duda no se podía asemejar a dormir sobre el lomo de Sumire, o apoyándose en el mullido costillar de Nala. Mucho menos con la cama del palacio. Pero también había dormido en sitios peores. “Te has domesticado”. Pensó para sus adentros. O quizás fuera un murmuro de Kougar. Dejó sus pensamientos de lado, esfumándolos con un gesto de la mano antes de incorporarse y empezar a desvestirse. Una ducha rápida y una muda de ropas después, se aseguró de guardar todo en su pesada bolsa de viaje. La ropa con la que había dormido, al igual que algunas otras prendas sucias las llevaba en un saco a parte que mandaría a lavar en la posada, de tener servicio de lavado. Sino ya lo lavaría ella en algún lado. Se cercioró de que la carta de Keima y sus otras pertenencias delicadas estuvieran resguardadas del agua y en su sitio. Sus instrumentos a mano, en un bolsillo de la mochila “antirrobos”, al igual que su dinero. Por último, sus dagas al cinto que sujetaba su pantalón, de color negro y ceñido, a juego con su camiseta, de mangas largas y anchas y con capucha para ocultar su rostro y su pelo, ahora mucho más corto. Tras pasar por la peluquería le habían dejado de recuerdo una trenza de medio metro de largo –o casi—y solo quedaba de largo hasta los hombros. Era ligero y práctico la verdad. Por último, el único adorno que llevaba eran algunos detalles en sus botas y un pendiente dorado colgando de la oreja derecha. Un recuerdo antes de partir. Para cuando finiquitó sus preparativos, una segunda voz avisó que debían desembarcar ya.
El sol golpeó a Mura al salir, forzándola a cerrar los ojos en el momento con molestia. Demasiada luz de golpe tras haber estado un rato largo en penumbra. Se quejó un poco, como cuando alguien levanta la persiana y te despierta con la luz en la cara, e interpuso su mano entremedias para que hiciera de visera y poder ver por donde pisaba. No estaba por la labor de tropezarse con el aire bajando por la tabla de madera. Por suerte, una vez en tierra firme, la luz se veía opacada por los muros y los altos árboles del fondo. Era un poco doloroso de mirar ya que las fortalezas eran de tono claro, pero no se comparaba a, por ejemplo, Arabastra. El clima era además húmedo. La cara se le volvería pegajosa si se quedaba junto a la costa, como mínimo. Mura hizo una mueca. El olor a sal estaba bien, pero la humedad y estar pringosa no le gustaba, así que la felina comenzó a caminar ciudad a dentro en cuanto los guardias que corrían de un lugar a otro –armados- les dejaron pasar. Parecía que estaban buscando algo, o a alguien, pero eso no era problema de una recién llegada como ella y esperaba que siguiera sin serlo. Parte de su plan implicaba no llamar la atención.
—Bueno, Kougar. Tenemos que encontrar un sitio para pasar las próximas cuatro noches y luego volver al puerto a coger el siguiente barco. — Dijo, hablando sola, en apariencia, mientras oteaba las distintas tiendas y puestecitos que frente a ella se abrían. Debían haber elegido un buen camino pues pronto, la plaza se abrió ante ella. “Sería más rápido si Sumire hubiera venido con nosotros. Solo te tendría que llevar volando”. Le reprochó el gato. ¡Cómo si fuera él quien tuviera que andar! —Eres un quejica. Sabes que no quiero…— Bajó el tono. —Llamar la atención. Además, ir por tu cuenta tiene su gracia. Hacía años que no podía ir por ahí como si fuera una simple nómada. — Añadió sonriendo mientras observaba en uno de los puestos una preciosa caja de música artesanal. De hecho, se planteaba comprarla y llevársela consigo, pero para cuando se incorporó y se dispuso a hablar, alguien le llamó la atención desde detrás.
Sus orejas se alzaron al escuchar ruido a su espalda, pero lo dejó pasar con la idea de “no me incumbe” hasta que tuvo a la persona en frente y entendió que se había movido intencionalmente hacia ella. Frente a sus violáceos ojos se encontraba una chica aparentemente más alta que ella. Aunque –tras mirarla de pies a cabezas—Mura vio la posibilidad de que solo fuese en apariencia, con esos zapatos. “¿Nos conocemos?” La pregunta surgió en la cabeza de Mura mientras seguía analizando a la estraña: Ojos azul hielo y pelo plateado podían sonarle por Sumire, pero estaba más que segura de que no era ella; además su aroma se encontraba mezclado con el olor a fruta, sal y… ¿Sangre? Mura se puso instintivamente a la defensiva al ver la espada en su cinto. Al menos sus dagas iban en una funda y no destacaban.
—¿Me conoces…? Yo acabo de llegar a la isla hace media hora o así. Me debes confundir con otra persona, esto… Ni siquiera sé tú nombre, perdona. — Contestó, sonriendo con toda la amabilidad que pudo, antes de apartarse un poco. —De todos modos, tengo que encontrar todavía donde quedarme y todo eso. Pasa un buen día. — Dijo a modo de despedida, esperando que no la intentase detener.
“Id a avisar a los pasajeros, llegaremos en menos de una hora a tierra”. Música para los afinados oídos gatunos de Mura que, de forma un tanto indiscreta, había estado escuchando todo desde su cuarto, con la escotilla abierta y el rumrum de las olas de fondo. La chica cerró la ventanilla al escuchar los pasos bajar y se estiró perezosamente, haciendo como si aún hubiera estado dormida cuando uno de los hombres llamó a la puerta para avisarla. —¿Ya hemos llegado? —preguntó al marinero, quien apresurado contestó que quedaba poco y se fue a despertar a los demás. Ya estaba un paso más cerca en su viaje.
Akane permaneció un rato más sentada sobre la cama que ofrecía su camarote, era pequeña e incómoda, llena de bultos por los muelles de metal que le daban consistencia. Sin duda no se podía asemejar a dormir sobre el lomo de Sumire, o apoyándose en el mullido costillar de Nala. Mucho menos con la cama del palacio. Pero también había dormido en sitios peores. “Te has domesticado”. Pensó para sus adentros. O quizás fuera un murmuro de Kougar. Dejó sus pensamientos de lado, esfumándolos con un gesto de la mano antes de incorporarse y empezar a desvestirse. Una ducha rápida y una muda de ropas después, se aseguró de guardar todo en su pesada bolsa de viaje. La ropa con la que había dormido, al igual que algunas otras prendas sucias las llevaba en un saco a parte que mandaría a lavar en la posada, de tener servicio de lavado. Sino ya lo lavaría ella en algún lado. Se cercioró de que la carta de Keima y sus otras pertenencias delicadas estuvieran resguardadas del agua y en su sitio. Sus instrumentos a mano, en un bolsillo de la mochila “antirrobos”, al igual que su dinero. Por último, sus dagas al cinto que sujetaba su pantalón, de color negro y ceñido, a juego con su camiseta, de mangas largas y anchas y con capucha para ocultar su rostro y su pelo, ahora mucho más corto. Tras pasar por la peluquería le habían dejado de recuerdo una trenza de medio metro de largo –o casi—y solo quedaba de largo hasta los hombros. Era ligero y práctico la verdad. Por último, el único adorno que llevaba eran algunos detalles en sus botas y un pendiente dorado colgando de la oreja derecha. Un recuerdo antes de partir. Para cuando finiquitó sus preparativos, una segunda voz avisó que debían desembarcar ya.
El sol golpeó a Mura al salir, forzándola a cerrar los ojos en el momento con molestia. Demasiada luz de golpe tras haber estado un rato largo en penumbra. Se quejó un poco, como cuando alguien levanta la persiana y te despierta con la luz en la cara, e interpuso su mano entremedias para que hiciera de visera y poder ver por donde pisaba. No estaba por la labor de tropezarse con el aire bajando por la tabla de madera. Por suerte, una vez en tierra firme, la luz se veía opacada por los muros y los altos árboles del fondo. Era un poco doloroso de mirar ya que las fortalezas eran de tono claro, pero no se comparaba a, por ejemplo, Arabastra. El clima era además húmedo. La cara se le volvería pegajosa si se quedaba junto a la costa, como mínimo. Mura hizo una mueca. El olor a sal estaba bien, pero la humedad y estar pringosa no le gustaba, así que la felina comenzó a caminar ciudad a dentro en cuanto los guardias que corrían de un lugar a otro –armados- les dejaron pasar. Parecía que estaban buscando algo, o a alguien, pero eso no era problema de una recién llegada como ella y esperaba que siguiera sin serlo. Parte de su plan implicaba no llamar la atención.
—Bueno, Kougar. Tenemos que encontrar un sitio para pasar las próximas cuatro noches y luego volver al puerto a coger el siguiente barco. — Dijo, hablando sola, en apariencia, mientras oteaba las distintas tiendas y puestecitos que frente a ella se abrían. Debían haber elegido un buen camino pues pronto, la plaza se abrió ante ella. “Sería más rápido si Sumire hubiera venido con nosotros. Solo te tendría que llevar volando”. Le reprochó el gato. ¡Cómo si fuera él quien tuviera que andar! —Eres un quejica. Sabes que no quiero…— Bajó el tono. —Llamar la atención. Además, ir por tu cuenta tiene su gracia. Hacía años que no podía ir por ahí como si fuera una simple nómada. — Añadió sonriendo mientras observaba en uno de los puestos una preciosa caja de música artesanal. De hecho, se planteaba comprarla y llevársela consigo, pero para cuando se incorporó y se dispuso a hablar, alguien le llamó la atención desde detrás.
Sus orejas se alzaron al escuchar ruido a su espalda, pero lo dejó pasar con la idea de “no me incumbe” hasta que tuvo a la persona en frente y entendió que se había movido intencionalmente hacia ella. Frente a sus violáceos ojos se encontraba una chica aparentemente más alta que ella. Aunque –tras mirarla de pies a cabezas—Mura vio la posibilidad de que solo fuese en apariencia, con esos zapatos. “¿Nos conocemos?” La pregunta surgió en la cabeza de Mura mientras seguía analizando a la estraña: Ojos azul hielo y pelo plateado podían sonarle por Sumire, pero estaba más que segura de que no era ella; además su aroma se encontraba mezclado con el olor a fruta, sal y… ¿Sangre? Mura se puso instintivamente a la defensiva al ver la espada en su cinto. Al menos sus dagas iban en una funda y no destacaban.
—¿Me conoces…? Yo acabo de llegar a la isla hace media hora o así. Me debes confundir con otra persona, esto… Ni siquiera sé tú nombre, perdona. — Contestó, sonriendo con toda la amabilidad que pudo, antes de apartarse un poco. —De todos modos, tengo que encontrar todavía donde quedarme y todo eso. Pasa un buen día. — Dijo a modo de despedida, esperando que no la intentase detener.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Gesticuló una mueca de disgusto, esperaba que al menos una reconocida pirata del mundo reconociera a otra, después de todo, la bruja había hecho mucho ruido este último tiempo. Hubiera considerado la posibilidad de haberla confundido, sin embargo, confiaba lo suficiente en sus nítidos recuerdos como para pensarlo. Así que, para eliminar toda duda en su mente, estudió el aura de la chica que tenía en frente. Su presencia era… impresionante. Había muy pocas personas que le provocasen esa sensación de peligro, como si su cuerpo le estuviese advirtiendo que tuviera cuidado con ella. Ya no había duda: era la mujer que había conocido hacía cuatro años en Jaya. Se había presentado como Saki, pero con el tiempo descubrió que se trataba de un apodo, un nombre falso. Ese día le había ayudado contra unos acosadores, unos criminales que se creían más de lo que eran. En ese entonces, la bruja era muchísimo más débil que la pirata y, teniendo en cuenta esa abismal diferencia, se preguntaba cuánto había progresado hasta ahora.
El que no se acordase de la bruja significaba que su imagen ni su nombre eran lo suficientemente importantes para hacerlo. Ni siquiera la había reconocido por su cartel de “Se busca”. Miró a Saki con el semblante ensombrecido, indignada. Intencional o no, era un duro golpe a su orgullo. «No eres tan importante como crees», imaginó. Si bien no era un motivo de peso para comenzar una pelea con alguien, tampoco podía dejarlo pasar como si no le importase. Así que, asumiendo las consecuencias del significado de sus actos, intentó cortarle el paso. Se colocó firmemente enfrente de ella con la mano próxima a la empuñadura de la espada. No tenía intenciones de usarla, pero jamás se sabía con un pirata. Quería hacerle unas cuantas preguntas, recordar viejos tiempos y, quién sabe, pedirle que le ayudase a medir su fuerza. A pesar de haberse sentido ofendida, realmente no tenía intenciones hostiles en contra de Saki, pero eso podía cambiar en cualquier minuto.
—Nos conocimos hace unos años en Jaya —le recordó, buscando su mirada—. Soy Katharina. Ese día te presentaste como Saki, pero me engañaste, ¿verdad? El nombre no calza con el de tu cartel de “Se busca”. Eres la primera pirata amable que conocí en tiempos que aún formaba parte de la Marina. —Guardó silencio al ver pasar dos guardias muy cerca de ella—. Has venido a Samirn en tiempos complicados, mala idea.
El que no se acordase de la bruja significaba que su imagen ni su nombre eran lo suficientemente importantes para hacerlo. Ni siquiera la había reconocido por su cartel de “Se busca”. Miró a Saki con el semblante ensombrecido, indignada. Intencional o no, era un duro golpe a su orgullo. «No eres tan importante como crees», imaginó. Si bien no era un motivo de peso para comenzar una pelea con alguien, tampoco podía dejarlo pasar como si no le importase. Así que, asumiendo las consecuencias del significado de sus actos, intentó cortarle el paso. Se colocó firmemente enfrente de ella con la mano próxima a la empuñadura de la espada. No tenía intenciones de usarla, pero jamás se sabía con un pirata. Quería hacerle unas cuantas preguntas, recordar viejos tiempos y, quién sabe, pedirle que le ayudase a medir su fuerza. A pesar de haberse sentido ofendida, realmente no tenía intenciones hostiles en contra de Saki, pero eso podía cambiar en cualquier minuto.
—Nos conocimos hace unos años en Jaya —le recordó, buscando su mirada—. Soy Katharina. Ese día te presentaste como Saki, pero me engañaste, ¿verdad? El nombre no calza con el de tu cartel de “Se busca”. Eres la primera pirata amable que conocí en tiempos que aún formaba parte de la Marina. —Guardó silencio al ver pasar dos guardias muy cerca de ella—. Has venido a Samirn en tiempos complicados, mala idea.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Akane chasqueó la lengua al ver que la chica se paraba frente a ella con cara de pocos amigos. ¿Ofendida? Bueno, luego le decían a ella que tenía poca templanza. Aunque quizás se hubiera ahorrado ese marrón de no haberse puesto a la defensiva emocionalmente cuando la vio. Es decir, su presencia a simple vista no era nada del otro mundo. Pero si sus malas pulgas salían a relucir, también lo hacía su presencia, nada afable. –Como ya te he dicho, no te conoz…– Las palabras de Mura se solaparon con las de la peliblanca que se ocupó de refrescarle la memoria. Recordaba los hechos, la conversación por encima y como estuvo a punto de ser apuntada por el arma de la contraria de forma estúpida. Pero la imagen que tenía en su cabeza de cuatro años atrás no coincidía con la persona que tenía delante. Además, la mujer había tenido las soberanas narices de usar las palabras “recompensa” y “pirata” en su alegato con toda la gente a su alrededor ya mirándolas con una mezcla de curiosidad y miedo.
“Parece que tus planes de no llamar la atención acaban de irse al garete”. Comentó Kougar, cargando aún más la mala hostia de Mura que de base no estaba contenta con la bocazas que tenía en frente.
“Cállate, quieres”. Espetó al espíritu antes de volver su atención a la mujer. –Puede que me suene algo de ese bonito relato tuyo. Pero ya sabes, viajo mucho, no tengo tiempo para ir de un lado a otro… De todos modos. Acusar a alguien de ser otra persona sin tener pruebas, de dar un nombre falso cuando no sabes si el otro es de verdad, o incluso de piratería es un poco violento. Casi ofensivo. Hablando de ofensivas…– Y ahí su tono amable pasó a ir acorde con su enfado. Sus ojos mostraban una sed de sangre tremenda y su aura por un instante pareció rodear la distancia entre ellas. La gente se apartaba al notar la tensión en el aire, sin saber el porqué de la situación. Murmullos se escuchaban de un lado al otro de la plaza. –Bien, Kath… Si de verdad fuera esa persona, ¿debo entender que has venido a capturarme sin pruebas? Porque si es así, lo mismo quieres recapacitar. – De su cuerpo empezaron a salir finos hilos que apenas si se podían percibir por el reflejo de la luz del sol, hilos hechos de su propia energía que tratarían de enredarse alrededor del cuerpo de Katharina, si esta no se apartaba o defendía de alguna manera.
De lograr enredarla… Bueno, esperaba que una amenaza de cortarla en mil pedazos apretando la fina red contra su cuerpo imbuida en Haki fuera bastante. Aunque si por ella fuera, lo mejor que pudiera hacer sería alejarse y proporcionarle así una vía de escape a un lugar menos transitado. –Así que si no me vas a dejar pasar… Espero que no te preocupe perder la cabeza. –
“Parece que tus planes de no llamar la atención acaban de irse al garete”. Comentó Kougar, cargando aún más la mala hostia de Mura que de base no estaba contenta con la bocazas que tenía en frente.
“Cállate, quieres”. Espetó al espíritu antes de volver su atención a la mujer. –Puede que me suene algo de ese bonito relato tuyo. Pero ya sabes, viajo mucho, no tengo tiempo para ir de un lado a otro… De todos modos. Acusar a alguien de ser otra persona sin tener pruebas, de dar un nombre falso cuando no sabes si el otro es de verdad, o incluso de piratería es un poco violento. Casi ofensivo. Hablando de ofensivas…– Y ahí su tono amable pasó a ir acorde con su enfado. Sus ojos mostraban una sed de sangre tremenda y su aura por un instante pareció rodear la distancia entre ellas. La gente se apartaba al notar la tensión en el aire, sin saber el porqué de la situación. Murmullos se escuchaban de un lado al otro de la plaza. –Bien, Kath… Si de verdad fuera esa persona, ¿debo entender que has venido a capturarme sin pruebas? Porque si es así, lo mismo quieres recapacitar. – De su cuerpo empezaron a salir finos hilos que apenas si se podían percibir por el reflejo de la luz del sol, hilos hechos de su propia energía que tratarían de enredarse alrededor del cuerpo de Katharina, si esta no se apartaba o defendía de alguna manera.
De lograr enredarla… Bueno, esperaba que una amenaza de cortarla en mil pedazos apretando la fina red contra su cuerpo imbuida en Haki fuera bastante. Aunque si por ella fuera, lo mejor que pudiera hacer sería alejarse y proporcionarle así una vía de escape a un lugar menos transitado. –Así que si no me vas a dejar pasar… Espero que no te preocupe perder la cabeza. –
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Arrugó la nariz y frunció el ceño, soltándole una mirada de desprecio a la chica que tenía en frente. ¿Acaso debía importarle lo que ella considerase violento o no? No contenta con pisotear su orgullo al fingir no acordarse de Katharina, se hacía la tonta, la ofendida. Y en serio odiaba el victimismo. Recordaba a una chica muy distinta, alguien más… dulce, amable, pero como había pasado tanto tiempo era probable que no siguiese siendo la misma. Sonrió burlescamente al escuchar la pregunta de Akane, cuestionándose si había algo de materia gris en esa cabeza. Si hubiese querido capturarle no habría desaprovechado el factor sorpresa. Tenía pensado invitarle a beber algo, charlar un poco y quizás pedirle que pusiera a prueba sus habilidades, después de todo, debía ser una pirata muy poderosa. Sin embargo, abandonó esa idea cuando sintió la sed de sangre de Akane. Su presencia era agobiante y volvía pesado el aire, era lo suficientemente fuerte para dejar inconsciente a cualquiera que se le acercase más de la cuenta. Pero aún era demasiado suave para intimidar a alguien como Katharina.
Una sensación de alerta recorrió cada célula de su cuerpo, recibiendo una imagen medio borrosa de sí misma siendo cortada por algo. Tardó menos de medio segundo en reaccionar, echándose hacia atrás y alejándose unos cinco metros de la pirata. Llevó la mano a la empuñadura de Fushigiri y enfrentó la mirada de Akane. Si hubiese tardado un poco más lo habría pagado muy caro. A pesar de que sus sentidos le habían alarmado, no veía nada fuera de lo normal en la chica, de hecho, no había hecho ningún movimiento que le delatase. Pero esa sensación había sido muy real. Ya no tendría que pedirle ninguna cosa puesto que ella misma había empezado la pelea, soltando amenazas absurdas y creyendo que podría contra Katharina. Qué ingenua. Jamás dejaría pasar una insolencia así; le enseñaría su propia fuerza de voluntad, así que desplegó todo su espíritu. El suelo comenzó a temblar y las baldosas se agrietaban poco a poco. Inmediatamente se acercaron unos guardias, pero cayeron desmayados al acercarse a Katharina. No dejaría que nadie interviniese en lo que estaba a punto de hacer.
—No hagas amenazas que no podrás cumplir —le espetó con los ojos puestos en ella—. Jamás tuve intenciones de capturarte, solo intentaba hacer que te acordaras de mí. Hubiese sido interesante ir a beber algo y hablar de la vida, pero parece que prefieres hacer las cosas de otra manera. Perfecto, pues, no me quedaré de brazos cruzados cuando me amenazas de muerte. Aprovecharé esta oportunidad para poner a prueba mi fuerza.
Su objetivo era comprobar cuánto había mejorado desde la vez que conoció a Akane, así que evitaría atacar a muerte. En principio sería casi imposible, pues todos los movimientos de la Danza de las Sombras Gemelas eran mortales. Desenvainó rápidamente a Fushigiri, empuñándola con su mano derecha. Estudió de un vistazo los puntos débiles de su oponente, reconociendo y localizando sus aperturas. Comenzaría suave. Trazaría una trayectoria ligeramente curva en busca de su flanco derecho para, una vez llegar, ejecutar un corte diagonal y ascendente usando el lado opuesto al filo. En caso de impactar podría provocar una contusión.
Una sensación de alerta recorrió cada célula de su cuerpo, recibiendo una imagen medio borrosa de sí misma siendo cortada por algo. Tardó menos de medio segundo en reaccionar, echándose hacia atrás y alejándose unos cinco metros de la pirata. Llevó la mano a la empuñadura de Fushigiri y enfrentó la mirada de Akane. Si hubiese tardado un poco más lo habría pagado muy caro. A pesar de que sus sentidos le habían alarmado, no veía nada fuera de lo normal en la chica, de hecho, no había hecho ningún movimiento que le delatase. Pero esa sensación había sido muy real. Ya no tendría que pedirle ninguna cosa puesto que ella misma había empezado la pelea, soltando amenazas absurdas y creyendo que podría contra Katharina. Qué ingenua. Jamás dejaría pasar una insolencia así; le enseñaría su propia fuerza de voluntad, así que desplegó todo su espíritu. El suelo comenzó a temblar y las baldosas se agrietaban poco a poco. Inmediatamente se acercaron unos guardias, pero cayeron desmayados al acercarse a Katharina. No dejaría que nadie interviniese en lo que estaba a punto de hacer.
—No hagas amenazas que no podrás cumplir —le espetó con los ojos puestos en ella—. Jamás tuve intenciones de capturarte, solo intentaba hacer que te acordaras de mí. Hubiese sido interesante ir a beber algo y hablar de la vida, pero parece que prefieres hacer las cosas de otra manera. Perfecto, pues, no me quedaré de brazos cruzados cuando me amenazas de muerte. Aprovecharé esta oportunidad para poner a prueba mi fuerza.
Su objetivo era comprobar cuánto había mejorado desde la vez que conoció a Akane, así que evitaría atacar a muerte. En principio sería casi imposible, pues todos los movimientos de la Danza de las Sombras Gemelas eran mortales. Desenvainó rápidamente a Fushigiri, empuñándola con su mano derecha. Estudió de un vistazo los puntos débiles de su oponente, reconociendo y localizando sus aperturas. Comenzaría suave. Trazaría una trayectoria ligeramente curva en busca de su flanco derecho para, una vez llegar, ejecutar un corte diagonal y ascendente usando el lado opuesto al filo. En caso de impactar podría provocar una contusión.
- Cosas usadas:
- Nivel 120: Agilidad 12, Fuerza 12, Velocidad 8, Resistencia 8
Maestría en duelo: Es uno con su arma. Podría hacer barrabasadas increíbles con ella, y de no hacerlas resultaría un rival terrible.
Cuarta Danza [Nivel 60]: Puede reconocer con facilidad los puntos críticos de su oponente y sus movimientos siguen perfeccionándose, siendo incluso más ágiles que antes y teniendo facilidades increíbles para flanquear al oponente y obtener una posición ventajosa a la hora de atacar. Es por eso que siempre que ataque desde un flanco su ataque ocasionará un impacto crítico.
Quinta Danza [Nivel 75]: Cuenta con una larga experiencia en duelos contra diferentes oponentes y, sin distinción de raza o clase, podría reconocer con suma facilidad los puntos críticos de este. Ahora el efecto de sus impactos críticos es mucho más poderoso y, en vez de duplicar el daño, lo cuadriplica.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
“Bien, ahora sí que la hemos liado”. La voz de Kougar resonó un tanto burlona en su cabeza mientras ella observaba como un tercero la escena que había provocado por su alarmismo. Pero esos baches le venían bien. No tropezaría dos veces con la misma piedra si ya iba preparada de antemano.
—Aunque es muy molesto. — Se quejó Mura por lo bajo. Sin quererlo, había desatado la ira de la peliblanca, que se encaraba a una ilusión con su misma apariencia, dejada ahí en cuanto la albina se separó. No pretendía matarla, solo que se llevase un susto. Pero al parecer solo había conseguido enfadar a alguien que iba tras ella de forma bienintencionada. “Y yo que sabía, mi situación no es la mejor y ella apestaba a sangre fresca”. Intentó justificarse en su mente para no sentirse tan culpable. Por suerte sus técnicas con el aura parecían funcionar bien. Su presencia abarcaba todo lo que su aura, así que, al bajar su sed de sangre a cero podía volver a ser “invisible” dentro de su pequeña área, siempre y cuando no hiciera ningún movimiento brusco y se mantuviera calladita –o sin alzar la voz-.
El encuentro se resolvería rápidamente una vez la espada atravesase la figura de la copia de Akane, dejando quizás confusa a la contraria. “Mira y aprende, mocosa”. Como solía decir Keima, su mentor. Aquella había sido una oportunidad para probar lo bien que podía funcionar ese “cambio”, además de aportarle información sobre la contraria: Por una parte, le daba igual ser vista causando un alboroto o el peligro que pudiera suponer para personas de a pie. —La marina está que se sale. — Musitó, aunque empezaba a sospechar que esa ya no era su profesión; por otro lado, su forma de combatir. En verdad no tenía mucho interés en pelear con ella, pero tras vez que dejaba desmayados a unos pobres guardias que solo iban a hacer su trabajo. Por suerte la que dejó atrás iba con capucha también y no la delataría a nadie. Solo le faltaba ganarse más “fama”.
—Vaya, buen golpe. — Exclamaría la encapuchada desde lo alto de su posición. —Creo que te debo una pequeña disculpa. Pero creo que primero tendrás que atraparme. — Añadiría antes de empezar a “escapar” tomando primero altura antes de dejarse caer entre los tejados más próximos. Si querían arreglar eso, lo mejor sería hacerlo en las afueras.
“¿Vas a jugar al gato y al ratón?”
—Voy a jugar a tenderle una trampa al ratón. —
—Aunque es muy molesto. — Se quejó Mura por lo bajo. Sin quererlo, había desatado la ira de la peliblanca, que se encaraba a una ilusión con su misma apariencia, dejada ahí en cuanto la albina se separó. No pretendía matarla, solo que se llevase un susto. Pero al parecer solo había conseguido enfadar a alguien que iba tras ella de forma bienintencionada. “Y yo que sabía, mi situación no es la mejor y ella apestaba a sangre fresca”. Intentó justificarse en su mente para no sentirse tan culpable. Por suerte sus técnicas con el aura parecían funcionar bien. Su presencia abarcaba todo lo que su aura, así que, al bajar su sed de sangre a cero podía volver a ser “invisible” dentro de su pequeña área, siempre y cuando no hiciera ningún movimiento brusco y se mantuviera calladita –o sin alzar la voz-.
El encuentro se resolvería rápidamente una vez la espada atravesase la figura de la copia de Akane, dejando quizás confusa a la contraria. “Mira y aprende, mocosa”. Como solía decir Keima, su mentor. Aquella había sido una oportunidad para probar lo bien que podía funcionar ese “cambio”, además de aportarle información sobre la contraria: Por una parte, le daba igual ser vista causando un alboroto o el peligro que pudiera suponer para personas de a pie. —La marina está que se sale. — Musitó, aunque empezaba a sospechar que esa ya no era su profesión; por otro lado, su forma de combatir. En verdad no tenía mucho interés en pelear con ella, pero tras vez que dejaba desmayados a unos pobres guardias que solo iban a hacer su trabajo. Por suerte la que dejó atrás iba con capucha también y no la delataría a nadie. Solo le faltaba ganarse más “fama”.
—Vaya, buen golpe. — Exclamaría la encapuchada desde lo alto de su posición. —Creo que te debo una pequeña disculpa. Pero creo que primero tendrás que atraparme. — Añadiría antes de empezar a “escapar” tomando primero altura antes de dejarse caer entre los tejados más próximos. Si querían arreglar eso, lo mejor sería hacerlo en las afueras.
“¿Vas a jugar al gato y al ratón?”
—Voy a jugar a tenderle una trampa al ratón. —
- Cosas usadas:
- Ilusión:Volviendo la vista a la generación de calor y frío, Mura ha encontrado una forma de emplear esta a su favor de una forma más fijada a su ámbito de asesina. Gracias a esto, es capaz de calentar y enfriar el aire en un cierto espacio, generando hasta cuatro espejismos de ella, los cuales se mueven simultáneamente, como si fuesen reflejos de la misma y, que al estar comprendidos en el límite de su aura, tienen la misma presencia que la original, por lo que solo con un Haki de observación superior al de la usuaria podría averiguar que son copias. Esta técnica, puede combinarse con la capacidad de generar “armas” de energía, causando ataques más difíciles de predecir.
Nota: Se podrían crear en un radio de 20 metros.
Trampa de Hilos -usada para el desplazamiento por el aire-:Pensando en sus necesidades y su verdadera forma de combatir, Akane ha perfeccionado esta habilidad, contentándose en generar un gran número de hilos, los cuales puede expandir en un radio de setenta metros cuadrados y pueden llegar a tener la misma dureza que el Haki de armadura de la chica. Estos hilos salen de sus extremidades y son controlados a voluntad por la chica. Compactándolos, Mura puede crear armas sencillas, plataformas para sí misma y para otros y conectar su aura a la de otros, atando los hilos en alguna parte del cuerpo de su objetivo.
Nota: La dureza del haki será por tener este activado y los objetos no pueden ser de gran volumen (una sandía o una calabaza grande como mucho).
Control del aura: Mura es capaz de controlar su propia energía y hacerla cambiar de “tamaño”, causando que abarque un cierto volumen en el espacio que la rodea (en un radio de cincuenta metros), pudiendo también compactarla y moldearla a su gusto, siempre en unos límites. Esto le sirve para ser capaz de emplear las propiedades “especiales” de su aura a la hora de pelear.
Power Up. "Inadvertida": Gracias al sigilo propio de Mura, tanto por sus habilidades como asesina, como por el hecho de ser un felino y su control por el aura, Mura ha logrado pasar desapercibida al rededor de las personas hasta tal punto que, en caso de no atacar, las personas con su mismo nivel de Haki, o inferior al suyo, no podrán detectar su posición o ignoraran el hecho de que se encuentra frente a ellos.
Nivel 80: Sigilo nvl 8, Agilidad nvl 7
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La chica no se movió un centímetro, dejando que la espada la atravesase como si no opusiera resistencia alguna. Katharina frunció el ceño, confusa. Llevaba tanto tiempo blandiendo las espadas que reconocería el golpear algo sólido, sin embargo, la imagen que tenía en frente se había difuminado tras ser alcanzada por Fushigiri, mas no desapareció. Probablemente se tratase de una habilidad de alguna fruta del diablo, así que debía andarse con cuidado. Como no tenía información sobre el estilo de pelea de Akane tampoco podría ejecutar una estrategia acertada. Se quedó ahí quieta, moviendo los ojos de allá para acá en busca de la pirata. Mientras perdía el tiempo buscándola esta podía aprovechar la oportunidad para realizar un ataque sorpresa, aunque realmente sería imposible pillar desprevenida a Katharina. Su mantra estaba siempre activo, advirtiéndole de cualquier situación hostil hacia ella, además contaba con unos reflejos sobrehumanos capaces de reaccionar ante cualquier cosa.
Odiaba ser engañada, y era la segunda vez en el día que Akane le hacía parecer una tonta. Lo pagaría muy caro. Si no hubiese estado en medio de Ur’ Tuban habría convocado un tornado en llamas solo para desquitarse. De alguna forma, la chica había escapado del alcance de la bruja como si no supusiera ninguna dificultad, encontrándose en lo alto de una tienda de madera, burlándose de ella. Ni siquiera le dio tiempo a responder puesto que Akane empezó a correr vaya dios a saber hacia dónde. «Una trampa», pensó inmediatamente. Poco a poco comenzaba a tener información sobre su oponente y la forma en cómo hacía las cosas. Primero, ese ataque invisible; luego, la ilusión. Eran habilidades propias de alguien engañoso, y que la provocase de esa manera tan infantil le daba algo más de fuerza a su teoría. También era muy hábil escondiendo su presencia, ocultándose de los demás sin provocar el más mínimo ruido; características muy propias de un asesino. Estaba encontrando un patrón en todo lo que hacía Akane y, aun así, iría tras ella. No había nada que ella pudiese hacer para contrarrestar las poderosas habilidades mágicas que poseía.
—Fu, fu, fu, supongo que es hora de jugar.
Inmediatamente después de que la pirata corriese, yéndose de tejado en tejado, la bruja le siguió. Fue muy fácil escalar la torre de piedra que tenía a sus espaldas, alcanzando un lugar alto y teniendo una vista ventajosa. Desde su posición podía ver perfectamente hacia dónde se dirigía Akane: las afueras de Ur’ Tuban. Inteligente decisión, así no involucrarían a los habitantes de la ciudad ni provocarían desastres innecesarios. Sin embargo, estaba cavando su propia tumba al darle la oportunidad a Katharina de usar sus técnicas más destructivas. ¿Debía comenzar los preparativos…? No, aún era demasiado pronto. Quizás ni siquiera necesitase recurrir a sus habilidades mágicas para quedarse con la victoria. Sin perder un segundo más, la espadachina persiguió a la escurridiza pirata. Si esas eran las verdaderas intenciones de la muchacha, no le atacaría hasta haber salido de la ciudad.
Odiaba ser engañada, y era la segunda vez en el día que Akane le hacía parecer una tonta. Lo pagaría muy caro. Si no hubiese estado en medio de Ur’ Tuban habría convocado un tornado en llamas solo para desquitarse. De alguna forma, la chica había escapado del alcance de la bruja como si no supusiera ninguna dificultad, encontrándose en lo alto de una tienda de madera, burlándose de ella. Ni siquiera le dio tiempo a responder puesto que Akane empezó a correr vaya dios a saber hacia dónde. «Una trampa», pensó inmediatamente. Poco a poco comenzaba a tener información sobre su oponente y la forma en cómo hacía las cosas. Primero, ese ataque invisible; luego, la ilusión. Eran habilidades propias de alguien engañoso, y que la provocase de esa manera tan infantil le daba algo más de fuerza a su teoría. También era muy hábil escondiendo su presencia, ocultándose de los demás sin provocar el más mínimo ruido; características muy propias de un asesino. Estaba encontrando un patrón en todo lo que hacía Akane y, aun así, iría tras ella. No había nada que ella pudiese hacer para contrarrestar las poderosas habilidades mágicas que poseía.
—Fu, fu, fu, supongo que es hora de jugar.
Inmediatamente después de que la pirata corriese, yéndose de tejado en tejado, la bruja le siguió. Fue muy fácil escalar la torre de piedra que tenía a sus espaldas, alcanzando un lugar alto y teniendo una vista ventajosa. Desde su posición podía ver perfectamente hacia dónde se dirigía Akane: las afueras de Ur’ Tuban. Inteligente decisión, así no involucrarían a los habitantes de la ciudad ni provocarían desastres innecesarios. Sin embargo, estaba cavando su propia tumba al darle la oportunidad a Katharina de usar sus técnicas más destructivas. ¿Debía comenzar los preparativos…? No, aún era demasiado pronto. Quizás ni siquiera necesitase recurrir a sus habilidades mágicas para quedarse con la victoria. Sin perder un segundo más, la espadachina persiguió a la escurridiza pirata. Si esas eran las verdaderas intenciones de la muchacha, no le atacaría hasta haber salido de la ciudad.
- Cosillas:
- Inteligencia prodigiosa: Desde pequeña ha tenido que enfrentarse a un montón de problemas intelectuales. Posiblemente no sería lo inteligente que es si no fuese por la educación que recibió gracias a sus padres. Estos estimularon de tal manera su mente que no hay demasiadas personas capaces de rivalizar en temas intelectuales con Katharina. Es muy buena resolviendo puzles, fijándose en los detalles y reconocer patrones, interpretándolos correctamente; probablemente, si tuviese conocimientos psicológicos, podría dar un diagnóstico muy preciso sin siquiera esforzarse. Además, hay que tener en cuenta que Katharina pasa muchísimas horas leyendo y estudiando, teniendo conocimiento de casi cualquier cosa (aunque en términos generales, por supuesto).
Talento usado para estudiar el comportamiento de Akane y comenzar a reunir información para llegar a una posible conclusión.
Nivel 120: Agilidad 12, Fuerza 12, Velocidad 8, Resistencia 8
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Akane aceleró el ritmo, comenzando a descender para perderse entre la multitud y encontrar una salida en uno de los muros, en lugar de usar el portón principal. Al encontrar el hueco, lo aprovecho para trepar a los árboles. Entre sus ramas, tomó ahora la forma de un felino. No pretendía usar esa habilidad para mucho más que ganar tiempo. Lo mismo la contraria se cansaba de perseguirla y se iba refunfuñando. “Estaría bien no combatir”. Pensó, pero sabía que eso la haría parecer una cobarde. Y eso era algo que no iba a permitirse. Al fin y al cabo, tenía su orgullo como el que más, tanto por ser ex miembro de los Blue como por otras cosas.
No hizo la cuenta de cuanto rato estuvo avanzando en esa apariencia. Apenas unos cinco o diez minutos quizás. Pero su velocidad máxima era aún mayor en forma completa. Si bien su máximo potencial se mostraba más en su transformación parcial. Cuando se “cansó” de correr, volvió a su forma original, sentándose a esperar en la gruesa rama de un árbol para esperar a la contraria. Sus pertenencias las había dejado guardadas en el tronco hueco de otro de los árboles, a una distancia prudencial para que no se estropeara nada y se llevó consigo únicamente su flauta de madera. La cual, pasado un rato comenzó a tocar como método para concentrarse en “rastrear” la ubicación de Katharina. Sus hilos comenzaban a formarse a su alrededor según la melodía avanzaba, sin ser tangibles aún. Los podía solidificar en el momento que quisiera, tanto para defenderse como para atacar, o intentar apresarla esta vez sin dejar margen para que escapase. Aunque todo dependía de la actitud de la peliblanca al verse frente a ella de nuevo.
—Vaya, te has tomado tu tiempo en volver a encontrarme, ¿no crees? — Diría en caso de que fuera a por ella, apartando la flauta de sus labios para agarrarla a su cinto también, a la espalda. —Espero que no te molestara mucho el truco de antes, pero como entenderás, no era cuestión de empezar a pelear en medio de la plaza. —Seguiría hablando mientras no la interrumpiera, atenta a cada movimiento que pudiera hacer y a su sed de sangre. — Sobre lo de hablar o no… No me molestaría, así podría explicarte el porqué de que no te saltara a los brazos al verte, o que no cayera en que eras la misma persona. Porque vaya, estás bastante crecidita y cambiada. ¿No crees? Tanto tu peinado como tu atuendo. Pero veo que mantienes tu forma de meterte en conflictos. — Retomaría otra vez, si se le permitía. —Entonces… ¿Prefieres hablar primero o seguimos con la pelea de antes? Esta vez no desapareceré, no mucho. — Finiquitaría sonriendo de forma más amable que antes. Tan amable que hasta parecía querer provocarla un poco más.
No hizo la cuenta de cuanto rato estuvo avanzando en esa apariencia. Apenas unos cinco o diez minutos quizás. Pero su velocidad máxima era aún mayor en forma completa. Si bien su máximo potencial se mostraba más en su transformación parcial. Cuando se “cansó” de correr, volvió a su forma original, sentándose a esperar en la gruesa rama de un árbol para esperar a la contraria. Sus pertenencias las había dejado guardadas en el tronco hueco de otro de los árboles, a una distancia prudencial para que no se estropeara nada y se llevó consigo únicamente su flauta de madera. La cual, pasado un rato comenzó a tocar como método para concentrarse en “rastrear” la ubicación de Katharina. Sus hilos comenzaban a formarse a su alrededor según la melodía avanzaba, sin ser tangibles aún. Los podía solidificar en el momento que quisiera, tanto para defenderse como para atacar, o intentar apresarla esta vez sin dejar margen para que escapase. Aunque todo dependía de la actitud de la peliblanca al verse frente a ella de nuevo.
—Vaya, te has tomado tu tiempo en volver a encontrarme, ¿no crees? — Diría en caso de que fuera a por ella, apartando la flauta de sus labios para agarrarla a su cinto también, a la espalda. —Espero que no te molestara mucho el truco de antes, pero como entenderás, no era cuestión de empezar a pelear en medio de la plaza. —Seguiría hablando mientras no la interrumpiera, atenta a cada movimiento que pudiera hacer y a su sed de sangre. — Sobre lo de hablar o no… No me molestaría, así podría explicarte el porqué de que no te saltara a los brazos al verte, o que no cayera en que eras la misma persona. Porque vaya, estás bastante crecidita y cambiada. ¿No crees? Tanto tu peinado como tu atuendo. Pero veo que mantienes tu forma de meterte en conflictos. — Retomaría otra vez, si se le permitía. —Entonces… ¿Prefieres hablar primero o seguimos con la pelea de antes? Esta vez no desapareceré, no mucho. — Finiquitaría sonriendo de forma más amable que antes. Tan amable que hasta parecía querer provocarla un poco más.
- cosas usadas:
Nivel 90: Sigilo nvl 9, Agilidad nvl 8, Reflejos nvl 7, Resistencia nvl 6
Nivel 50: Reflejos x3, agilidad x2 (en su forma híbrida)>>> En forma completa sería la mitad- PU´S pasivos físicos:
- X5 Fuerza
X3 Velocidad
x4 Resistencia
x3 Reflejos
x5Agilidad
Haki de observación Nvl 9- ambito de haki:
- Radar:
- Nivel 1: Mura, gracias a su entrenamiento y su control del aura es capaz de conocer en un radio igual al máximo que puede expandir su aura, la posición de todo aquello que esté dentro de esta durante dos post. Para hacer esto necesitará de toda su concentración y no podrá moverse el tiempo que mantenga dicha concentración, aunque si podrá comunicarse con otros. Tampoco podrá diferenciar las presencias de aquellos dentro de su radio, solo saber su posición.
Como pasiva, su posición será incierta ya que su presencia ocupará con misma intensidad todo el espacio que abarque su aura.
- Nivel 2: Mura puede mantener su "radar" durante cuatro post, abarcando el mismo terreno que antes. Aunque sigue teniendo dificultades para hacer nada más mientras mantiene su radar, es capaz de encontrarse en movimiento, siempre que sea lento (caminar de forma normal o con paso apurado como mucho). Además, aunque sigue sin diferenciar las presencias de quien está en su "sonar", es capaz de distinguir las presencias débiles (animales comunes/personas hasta Nvl 30) de las fuertes (gente con un poder similar al de ella o que la supere de forma abismal)
Se mantiene su pasiva.
- aura:
- Control del aura: Mura es capaz de controlar su propia energía y hacerla cambiar de “tamaño”, causando que abarque un cierto volumen en el espacio que la rodea (en un radio de cincuenta metros), pudiendo también compactarla y moldearla a su gusto, siempre en unos límites. Esto le sirve para ser capaz de emplear las propiedades “especiales” de su aura a la hora de pelear.
Trampa de hilos: Pensando en sus necesidades y su verdadera forma de combatir, Akane ha perfeccionado esta habilidad, contentándose en generar un gran número de hilos, los cuales puede expandir en un radio de setenta metros cuadrados y pueden llegar a tener la misma dureza que el Haki de armadura de la chica. Estos hilos salen de sus extremidades y son controlados a voluntad por la chica. Compactándolos, Mura puede crear armas sencillas, plataformas para sí misma y para otros y conectar su aura a la de otros, atando los hilos en alguna parte del cuerpo de su objetivo.
Nota: La dureza del haki será por tener este activado y los objetos no pueden ser de gran volumen (una sandía o una calabaza grande como mucho).
"ritmo": Gracias a sus habilidades como cantante y bailarina, Mura es capaz de "seguir el ritmo" de los movimientos de su oponente, siendo capaz de predecir (en caso de poder escuchar sus pasos o verles) Cual será su próximo movimiento con más adelanto del que permitiría su Haki. Medio segundo más.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Estaba lejos de tener complejo de mono para andar saltando de techo en techo, como si Ur’ Tuban fuese una especie de jungla. Ya suficiente tenía con los simios que andaban por la ciudad. Por motivos de seguridad, había elegido una ruta distinta a la que había tomado Akane para dirigirse a las afueras de la urbe. Atravesaba rápidamente las grandes calles intentando no perder de vista a la chica que se movía con una gracia increíblemente natural. La bruja soltó una sonrisa de satisfacción; pronto podría enfrentar a una de las piratas más importantes del mundo. En sus tiempos de marine había estudiado a los criminales más fuertes, aquellos que representaban un verdadero peligro al Gobierno Mundial, y se encontraba ella: Akane D. Murasaki. Había pertenecido a la tripulación del difunto Emperador del Mar, Dexter Black, y, según los rumores, también había asistido a la ejecución de Legim. El corazón le latía aceleradamente al pensar que pondría a prueba sus habilidades contra alguien como ella. No obstante, tampoco olvidaría lo mucho que la había ofendido con su comportamiento casi burlescamente indiferente, como si Katharina no fuese nadie; odiaba que el mundo no reconociera su fuerza.
Corrió verticalmente por el gran muro de piedra de Ur’ Tuban, como si desafiase las leyes de la física, con la mano cerca de la empuñadura de Fushigiri, la cual había envainado luego de comenzar la persecución. Una vez en la cima de la muralla sintió la brisa veraniega en el rostro, meciendo suavemente sus cabellos. Frente a ella podía ver un bosque que se extendía varios kilómetros en todas direcciones. Chasqueó la lengua. Era un mal lugar para pelear con una maestra del engaño como Akane. Podría usar los árboles para tejer sus artimañas y esconderse en un sitio tan tupido sería sencillísimo; estaría en una gran desventaja. Pero Katharina no era de las que huía de un desafío, mucho menos de un duelo. Confiaba lo suficiente en sus habilidades para superar cualquier clase de obstáculo, incluso si se trataba de una imponente pirata como Murasaki. Así que, dejando toda duda a un lado y concentrándose únicamente en la escurridiza pirata, bajó con suma agilidad el muro de la ciudad, encontrándose en el bosque poco menos tropical.
Se guio por el suave y dulce sonido de una flauta, suponiendo que se trataba de la chica. Y entonces allí le vio, en lo alto de una gruesa rama de un árbol. Al menos la carrera había servido a modo de calentamiento. Escuchó atentamente sus palabras y terminó esbozando una sonrisa maliciosa.
—Jamás le pediría a nadie que saltase a mis brazos al verme, créeme que no soy esa clase de chica. Podemos hablar mientras peleamos, ¿verdad? —respondió, mirando a Akane con sus fríos ojos azules—. No te preocupes, intentaré contenerme para no lastimarte demasiado. Preferiría un combate directo en vez de jugar a las escondidas, pero creo que de vez en cuando puedo permitirme juegos tan infantiles. Si tú pierdes me invitarás a comer, fu, fu, fu.
Susurraría el nombre del conjuro y poco a poco un vórtice tan negro como el vacío empezaría a formarse en su mano, y en unos pocos segundos se expandiría creando una cúpula de oscuridad absoluta. Cuando la Oscuridad de Sidthral les arrebataba temporalmente la vista a sus oponentes se preguntaba cómo sería que todo, de un instante a otro, se tornase completamente negro. Si Akane pretendía usar el bosque como ventaja, le quitaría esa oportunidad apoderándose de su visión. Ya no sabría dónde esconderse ni podría evitar los árboles que se le cruzarían al moverse. En cambio, la bruja tendría un panorama simplemente perfecto. Aprovecharía la supuesta sorpresa por parte de su oponente para aparecer en su espalda, lanzándole una poderosa patada a la que le seguiría una onda de su destructiva voluntad en el mismo movimiento.
Corrió verticalmente por el gran muro de piedra de Ur’ Tuban, como si desafiase las leyes de la física, con la mano cerca de la empuñadura de Fushigiri, la cual había envainado luego de comenzar la persecución. Una vez en la cima de la muralla sintió la brisa veraniega en el rostro, meciendo suavemente sus cabellos. Frente a ella podía ver un bosque que se extendía varios kilómetros en todas direcciones. Chasqueó la lengua. Era un mal lugar para pelear con una maestra del engaño como Akane. Podría usar los árboles para tejer sus artimañas y esconderse en un sitio tan tupido sería sencillísimo; estaría en una gran desventaja. Pero Katharina no era de las que huía de un desafío, mucho menos de un duelo. Confiaba lo suficiente en sus habilidades para superar cualquier clase de obstáculo, incluso si se trataba de una imponente pirata como Murasaki. Así que, dejando toda duda a un lado y concentrándose únicamente en la escurridiza pirata, bajó con suma agilidad el muro de la ciudad, encontrándose en el bosque poco menos tropical.
Se guio por el suave y dulce sonido de una flauta, suponiendo que se trataba de la chica. Y entonces allí le vio, en lo alto de una gruesa rama de un árbol. Al menos la carrera había servido a modo de calentamiento. Escuchó atentamente sus palabras y terminó esbozando una sonrisa maliciosa.
—Jamás le pediría a nadie que saltase a mis brazos al verme, créeme que no soy esa clase de chica. Podemos hablar mientras peleamos, ¿verdad? —respondió, mirando a Akane con sus fríos ojos azules—. No te preocupes, intentaré contenerme para no lastimarte demasiado. Preferiría un combate directo en vez de jugar a las escondidas, pero creo que de vez en cuando puedo permitirme juegos tan infantiles. Si tú pierdes me invitarás a comer, fu, fu, fu.
Susurraría el nombre del conjuro y poco a poco un vórtice tan negro como el vacío empezaría a formarse en su mano, y en unos pocos segundos se expandiría creando una cúpula de oscuridad absoluta. Cuando la Oscuridad de Sidthral les arrebataba temporalmente la vista a sus oponentes se preguntaba cómo sería que todo, de un instante a otro, se tornase completamente negro. Si Akane pretendía usar el bosque como ventaja, le quitaría esa oportunidad apoderándose de su visión. Ya no sabría dónde esconderse ni podría evitar los árboles que se le cruzarían al moverse. En cambio, la bruja tendría un panorama simplemente perfecto. Aprovecharía la supuesta sorpresa por parte de su oponente para aparecer en su espalda, lanzándole una poderosa patada a la que le seguiría una onda de su destructiva voluntad en el mismo movimiento.
- Cosillas usadas:
- Haki del Rey Tier 5: Su eficiencia en el uso del Haki del Rey sigue aumentando, siendo capaz de mantener esta emanación por hasta cuatro asaltos. Liberándolo de forma descontrolada podría destrozar madera y partir piedras fácilmente.
Destrucción: Los usuarios con sintonía en Destrucción tienen una voluntad fuerte y decidida, férrea, capaz de destruir cualquier cosa. A través de su poder son capaces de lanzar potentes ondas de Haki del Rey, suficientemente poderosas como para derribar gigantes a una distancia de veinte metros, así como humanos normales a una distancia de cuarenta. El entorno se daña gravemente debido a esto.
Nivel 120: Agilidad 12, Fuerza 12, Velocidad 8, Resistencia 8
Naturaleza de la técnica: Física
Descripción de la técnica: El usuario se impulsa hacia delante aprovechando la fuerza explosiva de las piernas, desplazándose a una altísima velocidad y siendo imperceptible al ojo humano. En resumidas cuentas, permite el desplazamiento de un lugar a otro a una velocidad de 30 metros por segundo.
Lo uso para llegar rápidamente a tu espalda.
Nombre de la técnica: Oscuridad de Sidthral
Naturaleza de la técnica: Técnica de Fruta del Diablo
Descripción de la técnica: Invoca una cúpula de oscuridad con un radio máximo y modificable de hasta 250 metros durante cuatro turnos, pudiendo ser menor a este tamaño. Posee la particularidad de que solo la bruja es capaz de ver a través de esta oscuridad, la cual ciega a todo quien se encuentre dentro. Además, silencia por completo todos los movimientos de la hechicera.
Tiempo de canalización: 3 segundos
Tiempo de recarga: 6 turnos
Nombre de la técnica: Manifiesto de la Voz
Naturaleza de la técnica: PU
Descripción de la técnica: Los sentimientos son una expresión más de la magia, y estos son transmitidos a través de la voz. Para lanzar un conjuro es necesario decir el nombre de este, sin embargo, durante muchísimos años la bruja lo ha hecho sin necesidad de algún nombramiento. Es por esto que cada vez que diga en voz alta el nombre del hechizo, este será un 150% más poderoso. No obstante, el nombramiento del conjuro consume el doble de energía y las emociones involucradas en la canalización alterarán la mente de la bruja.
Tiempo de canalización: —
Tiempo de recarga: —
La cúpula de oscuridad tendrá la misma duración (cuatro turnos a partir de este), pero cubrirá un radio de 625 metros.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
“Si podemos salir del paso con solo invitarla a comer ni tan mal”. La frase no terminó de ser más que un esbozo en la mente de Akane. Como si fuera a serle tan fácil a la contraria derrotarla. Tal vez no estuviera aún a la altura de su banda, pero no era una debilucha. La idea hizo que frunciera el ceño mientras se mantenía subida en el árbol, observando a su contraria desde arriba, en cuya mano se había empezado a formar algo de color negro puro. Cada célula de su cuerpo le decía “peligro” en letras grandes. Aunque nunca hubiera esperado que el peligro fuera a resumirse en una oscuridad total.
Todo a su alrededor se había tornado del negro más absoluto, dejando por unos segundos a la pelinaranja acongojada debido a la incertidumbre. —Estás lenta de mente—Advirtió Kougar en su cabeza, devolviéndola a la realidad. Cerró los ojos y se concentró para focalizar con presteza a su contraria. No la escuchaba, pero sabía que no era por culpa de sus sentidos sino por algo que le había hecho y por tanto, debería tener un tope, o se volvería una asesina ciega. Al menos sus otros sentidos funcionaban más o menos. El oído le molestaba porque oía todo menos su objetivo, o eso había percibido. Por suerte, el suelo estaba lleno de cosas que crujían al ser pisadas, al igual que las ramas y… Ella tenía una red de hilos que poder atar donde fuera que percibiera algo y la presencia ajena era bastante más imponente de lo que esperaba.
“Ser el más fuerte no siempre es lo mejor”. Se dijo a sí misma.
“Si, sí, pero cuidado”. Le advirtió Kougar, al igual que su Haki.
“¡Qué ya lo sé!” Gritó en su cabeza ante de dejarse caer nada más la presencia estuvo a su espalda, atando parte de sus hilos de aura, ahora solidificados, al árbol para quedar colgada y tratando de sujetar con los otros que mantenía a su alrededor a Katharina para desviar su ataque y dejarla colgada en el aire. Sería una presa casi instantánea a no ser que pudiera cortar sus hilos o romperlos en el momento, pero como poco la sacaría de su momento de soberanía sobre la felina, quien se apartó al momento de escuchar el “crack” de varias ramas de madera, teniendo que esquivar torpemente a oscuras, tomando como referencia sus hilos para no comerse algún tronco, por poco.
Todo a su alrededor se había tornado del negro más absoluto, dejando por unos segundos a la pelinaranja acongojada debido a la incertidumbre. —Estás lenta de mente—Advirtió Kougar en su cabeza, devolviéndola a la realidad. Cerró los ojos y se concentró para focalizar con presteza a su contraria. No la escuchaba, pero sabía que no era por culpa de sus sentidos sino por algo que le había hecho y por tanto, debería tener un tope, o se volvería una asesina ciega. Al menos sus otros sentidos funcionaban más o menos. El oído le molestaba porque oía todo menos su objetivo, o eso había percibido. Por suerte, el suelo estaba lleno de cosas que crujían al ser pisadas, al igual que las ramas y… Ella tenía una red de hilos que poder atar donde fuera que percibiera algo y la presencia ajena era bastante más imponente de lo que esperaba.
“Ser el más fuerte no siempre es lo mejor”. Se dijo a sí misma.
“Si, sí, pero cuidado”. Le advirtió Kougar, al igual que su Haki.
“¡Qué ya lo sé!” Gritó en su cabeza ante de dejarse caer nada más la presencia estuvo a su espalda, atando parte de sus hilos de aura, ahora solidificados, al árbol para quedar colgada y tratando de sujetar con los otros que mantenía a su alrededor a Katharina para desviar su ataque y dejarla colgada en el aire. Sería una presa casi instantánea a no ser que pudiera cortar sus hilos o romperlos en el momento, pero como poco la sacaría de su momento de soberanía sobre la felina, quien se apartó al momento de escuchar el “crack” de varias ramas de madera, teniendo que esquivar torpemente a oscuras, tomando como referencia sus hilos para no comerse algún tronco, por poco.
- Cosas usadas:
- Los hilos de aura que había dejado preparados el post anterior + haki de armadura
Radar del post anterior -segundo uso de tres-
Olfato mejorado por las capacidades de su Akuma (zoan de Puma)
Oídos transformados en los de un Puma -Pu de transformación parcial-
Características físicas (en el spoiler de arriba)
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un toque invisible desvió ligeramente su patada al mismo tiempo que Akane colgaba del árbol. La onda de haki del rey destrozó todo a su paso, quebrantando árboles y piedras en partes iguales. Finalmente había encontrado la pieza del rompecabezas que le faltaba para entender las habilidades de su adversaria: cuerdas. Estas eran invisibles y le permitían tener un gran manejo del terreno, sobre todo habiendo tantos objetos en los que apoyarse. Sonrió satisfecha al pensar que estaba peleando contra alguien mínimamente inteligente. Tuvo que experimentar al menos tres veces la técnica de la pirata para saber de qué se trataba, y luego de tantos intentos esta había quedado al descubierto. Se preguntaba cómo haría para fijar el resto de las cuerdas si es que no podía ver nada. No obstante, la bruja estaba segura de que terminaría consiguiéndolo, después de todo, había esquivado sus ataques sin necesidad de depender de la vista. El encuentro se estaba tornando muy, pero muy interesante; quizás lo mejor era tomarse las cosas en serio y desenvainar por lo menos una de sus armas. Nada más pisar la rama en la que anteriormente estaba la chica, aprovechó la superficie y se echó hacia atrás, habiéndose alejado del resto de las cuerdas invisibles. Hubiera sido imposible predecir tal artimaña de no ser por los presagios que llegaban a su mente. Cualquier acción hostil en un radio de treinta metros sería revelada por su mantra siempre activo.
Fue su arrogancia y la confianza en sí misma que le impidió darse cuenta de que no solo había hilos cerca del árbol, sino que Akane había tejido una verdadera red cual araña. Al momento de retroceder quedó atrapada, suspendida en el aire. En esa posición era blanco fácil, daba igual si su oponente podía verla o no. Pero la bruja también tenía un par de trucos para salir de esa situación. Sin dilatar más el asunto, reunió energía mágica y manipuló el aire a su alrededor, formando un vórtice de viento cortante como si se tratase de un auténtico tornado que poco a poco fue ganando tamaño. Quizás había cortado los hilos gracias a su habilidad, o estos habían perdido fuerza; incluso podía ser que su propio oponente había decidido preparar otra trampa. El caso es que era libre y pasado un segundo se encontró en el suelo, cayendo de pie grácilmente como si se fuese un verdadero felino. Algunos árboles se vieron afectados por el tornado de viento cortante que creó a su alrededor. Si sus palabras no estuvieran silenciadas por su propia habilidad habría felicitado a Akane por tal movimiento, inteligente y embustero.
Había pecado de soberbia una vez y pudo haberlo pagado muy caro, así que dejaría las tonterías a un lado y desenvainaría a Fushigiri, la Espada Maldita. Podía ver las aperturas en la defensa de su contrincante, sus puntos débiles. Murasaki estaba desarmada, así que supuso que era una artista marcial que combinaba su destreza con el uso de las cuerdas invisibles. Perfecto, entonces. Para comenzar blandiría su arma y lanzaría una ráfaga de ondas cortantes, unas diagonales y otras horizontales. Cortaría árboles y cualquier cosa que pudiera haber entre una rama y otra; incluso a la chica, si no hacía algo para esquivar sus ataques. No había cosa alguna que sus ondas no pudieran cortar. Suponiendo que no habría más hilos en el camino, esprintaría hacia Akane y buscaría su espalda para realizar un único corte vertical y descendente proyectado, haciendo uso de la Sexta Danza. No sería profundo, pero sí muy doloroso. Finalmente, y por primera vez en el combate, usaría su haki de observación para predecir sus próximos movimientos.
Fue su arrogancia y la confianza en sí misma que le impidió darse cuenta de que no solo había hilos cerca del árbol, sino que Akane había tejido una verdadera red cual araña. Al momento de retroceder quedó atrapada, suspendida en el aire. En esa posición era blanco fácil, daba igual si su oponente podía verla o no. Pero la bruja también tenía un par de trucos para salir de esa situación. Sin dilatar más el asunto, reunió energía mágica y manipuló el aire a su alrededor, formando un vórtice de viento cortante como si se tratase de un auténtico tornado que poco a poco fue ganando tamaño. Quizás había cortado los hilos gracias a su habilidad, o estos habían perdido fuerza; incluso podía ser que su propio oponente había decidido preparar otra trampa. El caso es que era libre y pasado un segundo se encontró en el suelo, cayendo de pie grácilmente como si se fuese un verdadero felino. Algunos árboles se vieron afectados por el tornado de viento cortante que creó a su alrededor. Si sus palabras no estuvieran silenciadas por su propia habilidad habría felicitado a Akane por tal movimiento, inteligente y embustero.
Había pecado de soberbia una vez y pudo haberlo pagado muy caro, así que dejaría las tonterías a un lado y desenvainaría a Fushigiri, la Espada Maldita. Podía ver las aperturas en la defensa de su contrincante, sus puntos débiles. Murasaki estaba desarmada, así que supuso que era una artista marcial que combinaba su destreza con el uso de las cuerdas invisibles. Perfecto, entonces. Para comenzar blandiría su arma y lanzaría una ráfaga de ondas cortantes, unas diagonales y otras horizontales. Cortaría árboles y cualquier cosa que pudiera haber entre una rama y otra; incluso a la chica, si no hacía algo para esquivar sus ataques. No había cosa alguna que sus ondas no pudieran cortar. Suponiendo que no habría más hilos en el camino, esprintaría hacia Akane y buscaría su espalda para realizar un único corte vertical y descendente proyectado, haciendo uso de la Sexta Danza. No sería profundo, pero sí muy doloroso. Finalmente, y por primera vez en el combate, usaría su haki de observación para predecir sus próximos movimientos.
- Cosas usadas:
- Nivel 120: Agilidad 12, Fuerza 12, Velocidad 8, Resistencia 8
- Duelista:
- Nivel 120: Es uno con su arma. Podría hacer barrabasadas increíbles con ella, y de no hacerlas resultaría un rival terrible.
- Ondas cortantes:
- Nivel 120: Sus ondas cortantes mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas.
- Reflejos:
- Nivel 120: Su tiempo de reacción es menor a una centésima de segundo. Podrían disparar una bala a tres centímetros de él y aun así sería capaz de pararla con la mano.
- Haki de observación:
- Tier 9: Podría prever los golpes de su oponente a hasta trescientos metros de distancia. Podría evaluar con relativa facilidad el nivel de combate de un oponente (un posible error de diez niveles).
Presagio Rango 3: El mantra de Katharina siempre está activo, permitiéndole percibir situaciones que la involucren directamente a ella en un radio de 15 metros y con dos segundos de anticipación. Una vez cada tres turnos, y durante dos, la bruja puede sacrificar un turno de su mantra para aumentar el tiempo de predicción en dos segundos.
Presagio (power up): Aumenta en tres segundos la predicción de situaciones que la involucren directamente a ella, además de duplicar la distancia estipulada en la modalidad. Sin embargo, como es una habilidad sin desarrollar, algunas de sus visiones serán borrosas y le provocarán un fuerte dolor de cabeza.
- Danza de las Sombras Gemelas:
- Cuarta Danza [Nivel 60]: Puede reconocer con facilidad los puntos críticos de su oponente y sus movimientos siguen perfeccionándose, siendo incluso más ágiles que antes y teniendo facilidades increíbles para flanquear al oponente y obtener una posición ventajosa a la hora de atacar. Es por eso que siempre que ataque desde un flanco su ataque ocasionará un impacto crítico.
Quinta Danza [Nivel 75]: Cuenta con una larga experiencia en duelos contra diferentes oponentes y, sin distinción de raza o clase, podría reconocer con suma facilidad los puntos críticos de este. Ahora el efecto de sus impactos críticos es mucho más poderoso y, en vez de duplicar el daño, lo cuadriplica.
Sexta Danza [Nivel 90]: La espadachina ha recorrido un extenso camino de duelos y ha conocido tanto la victoria como la derrota, obteniendo una vasta experiencia en este ámbito. Mediante la meditación ha comprendido el verdadero misterio de la Danza de las Sombras Gemelas, obteniendo una de las habilidades más poderosas y místicas de este estilo. Y es que su técnica con la espada le permite proyectar cortes invisibles en forma de energía con una extensión igual a la mitad de la longitud de la espada que porta.
Séptima Danza [Nivel 105]: Ha dominado por completo la Danza de las Sombras Gemelas, conoce cada uno de sus secretos y su larguísima carrera como duelista le ha permitido ser una espadachina increíblemente veloz. Podría lanzar el triple de ataques en el mismo tiempo que un duelista de su nivel.
Nombre de la técnica: Evocación Avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Katharina es capaz de sintonizar su magia para manipular y crear los elementos básicos de la naturaleza: aire, tierra, hielo y fuego. Permite que acceda de forma más libre a la esencia de la magia elemental, aunque en cuanto a utilidad y poder no se asemeja a lo que puede alcanzar un conjuro.- Aire: Puede manipularlo alrededor de un radio de treinta metros, pudiendo generar ráfagas de 120 km/h y ondas cortantes que cortan objetos de dureza mítica.
Nombre de la técnica: Flujo Elemental
Naturaleza de la técnica: PU
Descripción de la técnica: La perfecta sintonía con la frecuencia de los elementos de la naturaleza permite que la magia elemental sea un 100% más poderosa y duradera.
Tiempo de canalización: —
Tiempo de recarga: —
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
“Bueno, niña. Parece que tu jueguecito ha sido un éxito. ¿Y ahora?” Más preguntas innecesarias que el gato en su mente no dejaba de repetir, como si se pensase que el ponerla de mal humor ayudara.
“Pues ahora seguimos a la defensiva, supongo. Esto de no ver nada es una mo…”. Se interrumpió al notar como el aire se arremolinaba desde el cuerpo de la albina, dejando sus hilos tirantes. No era como si su energía pudiese romperse con el viento. O eso pensaba Mura, que solo se percataba de ello por dos razones. La primera eran sus oídos que parecían servir más o menos de guía para tener controlados sus alrededores. Si bien, no estaban siendo de mucha ayuda para ubicar a la contraria. La segunda era que esos hilos formaban parte de ella, no eran cuerdas invisibles sino una extensión de sí misma que podía alargar o encoger, además de hacer que dejase de ser tangible al gusto. Y eso hizo, al sentir el viento arremolinarse con más fuerza, volvió a hacer que sus hilos dejaran su estado sólido para volverse intangibles. Esperando que con suerte la contraria no se percatase de lo que eran en realidad. Mientras no atacase no debería vérselo venir así que, aprovechó ese momento de posible confusión de su oponente para ponerse a cubierto.
El resto del aire se había llevado varias ramas de importante tamaño que habían sonado al romperse y al empezar a caer. Al menos el viento no había crecido más. ¿Qué tan potente podía ser su ráfaga? Mura chasqueó la lengua, teniendo que hacer un salto un tanto arriesgado y cayendo con las manos primero para evitar que le cayera encima, como un felino de verdad. En esa posición, los problemas parecían no detenerse, pues un sonido similar al de algo cortando el aire se acercaba a ella acompañado del estallar de la madera. La parte buena, era que agachada como estaba podía esquivar parte de los ataques y esperaba los otros detenerlos con sus espadas. Apretando los ojos para recordarse que no debía abrirlos, se concentró en las palmas de la mano de las cuales surgió una leve luz azulada. Mura sujetó esta luz como si de dos empuñaduras se trataran y estas tomaron la forma de espadas, la mitad de largas que las katanas de su oponente, constituidas de hilos, si se fijaba de cerca, las cuales cruzó frente a sí misma recibiendo el golpe y desviándolo a los lados de poder, o resistiéndolos a base de concentrar casi todo su haki de armadura en ese punto.
El problema de ello, sin embargo, sería su espalda descubierta. “Me va a cortar”. Pensó, alarmándose antes de llamar el nombre del espíritu en su interior, a viva voz. —¡Kougar! — Exclamó y de su espalda surgió un felino de energía anaranjada pero cuyo cuerpo tenía consistencia como si fuera de carne y hueso, interponiéndose entre ambas. Con suerte, el susto que se llevaría la contraria sería suficiente para cortarle el ataque, sino. Se lo llevaría de lleno el falso animal. Por suerte este no sentiría dolor alguno al ser solo un espíritu.
—Sabes, atacar por la espalda está feo… Y despertar a un depredador de su siesta también. — Esto último, iba dirigido a Mura, quien aprovecharía el respiro que esperaba conseguir para levantarse, desvaneciendo las armas.
—Bueno, por una vez que trabajes no pasa nada. —
“Pues ahora seguimos a la defensiva, supongo. Esto de no ver nada es una mo…”. Se interrumpió al notar como el aire se arremolinaba desde el cuerpo de la albina, dejando sus hilos tirantes. No era como si su energía pudiese romperse con el viento. O eso pensaba Mura, que solo se percataba de ello por dos razones. La primera eran sus oídos que parecían servir más o menos de guía para tener controlados sus alrededores. Si bien, no estaban siendo de mucha ayuda para ubicar a la contraria. La segunda era que esos hilos formaban parte de ella, no eran cuerdas invisibles sino una extensión de sí misma que podía alargar o encoger, además de hacer que dejase de ser tangible al gusto. Y eso hizo, al sentir el viento arremolinarse con más fuerza, volvió a hacer que sus hilos dejaran su estado sólido para volverse intangibles. Esperando que con suerte la contraria no se percatase de lo que eran en realidad. Mientras no atacase no debería vérselo venir así que, aprovechó ese momento de posible confusión de su oponente para ponerse a cubierto.
El resto del aire se había llevado varias ramas de importante tamaño que habían sonado al romperse y al empezar a caer. Al menos el viento no había crecido más. ¿Qué tan potente podía ser su ráfaga? Mura chasqueó la lengua, teniendo que hacer un salto un tanto arriesgado y cayendo con las manos primero para evitar que le cayera encima, como un felino de verdad. En esa posición, los problemas parecían no detenerse, pues un sonido similar al de algo cortando el aire se acercaba a ella acompañado del estallar de la madera. La parte buena, era que agachada como estaba podía esquivar parte de los ataques y esperaba los otros detenerlos con sus espadas. Apretando los ojos para recordarse que no debía abrirlos, se concentró en las palmas de la mano de las cuales surgió una leve luz azulada. Mura sujetó esta luz como si de dos empuñaduras se trataran y estas tomaron la forma de espadas, la mitad de largas que las katanas de su oponente, constituidas de hilos, si se fijaba de cerca, las cuales cruzó frente a sí misma recibiendo el golpe y desviándolo a los lados de poder, o resistiéndolos a base de concentrar casi todo su haki de armadura en ese punto.
El problema de ello, sin embargo, sería su espalda descubierta. “Me va a cortar”. Pensó, alarmándose antes de llamar el nombre del espíritu en su interior, a viva voz. —¡Kougar! — Exclamó y de su espalda surgió un felino de energía anaranjada pero cuyo cuerpo tenía consistencia como si fuera de carne y hueso, interponiéndose entre ambas. Con suerte, el susto que se llevaría la contraria sería suficiente para cortarle el ataque, sino. Se lo llevaría de lleno el falso animal. Por suerte este no sentiría dolor alguno al ser solo un espíritu.
—Sabes, atacar por la espalda está feo… Y despertar a un depredador de su siesta también. — Esto último, iba dirigido a Mura, quien aprovecharía el respiro que esperaba conseguir para levantarse, desvaneciendo las armas.
—Bueno, por una vez que trabajes no pasa nada. —
- cosas usadas -no mencionadas antes-:
Manipulación de aura para generar formas
PU de akuma no mi: Kougar -ver en la ficha-
Haki de armadura al nvl 9.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se llevó una sorpresa al ver que de las manos de la muchacha aparecía una luz que rápidamente tomó la forma de una espada. Dos, mejor dicho. En su momento había pensado que era una artista marcial, pero al parecer tenía unos cuantos trucos guardados bajo la manga. Perfecto, de lo contrario, no sería un desafío. El combate estaba recién comenzando y la cúpula pronto desaparecería, quitándole esa gran ventaja que tenía. Sus ondas cortantes fueron repelidas por su oponente, pero ello no le impidió esprintar hacia ella y buscar su espalda. Fue sencillo, no solo porque tenía habilidades extraordinarias para hacerlo y una extensa experiencia en flanquear al adversario, también le había quitado la vista. Sin embargo, jamás esperó que una auténtica bestia saliera de su espalda y se interpusiese entre su espada y ella. Tenía la destreza para detener su ataque que ya iba en mitad de camino, pero no lo hizo. La extensión de su arma expresada en forma de energía cortante impactó de lleno en la criatura.
Las cosas se habían tornado ciertamente interesantes puesto que ahora, en vez de luchar contra un solo oponente, lo haría contra dos. La dificultad había aumentado, sí, pero por alguna razón que no terminaba de entender Murasaki se había quedado ahí mismo, sin moverse siquiera. ¿Acaso nuevamente le estaba subestimando…? Joder, odiaba ese comportamiento condescendiente. Bastaba con mirarle un segundo para descubrir las aperturas en su postura, reconociendo fácilmente cuál sería la menor manera de atacar. Como había aumentado el número de enemigos lo suyo era usar ambas espadas en vez de solo una, así que desenvainó la Hoja de Argoria transformada en una katana gracias al poder de la misma arma. Los nanobots actuaban de una forma muy similar a su magia de transmutación, permitiéndoles transformar la materia a su conveniencia. Ahora surgía la pregunta de cuál sería la estrategia más inteligente. Por el momento, la espadachina había estado atacando consecutivamente y cabía la posibilidad de que la chica buscase una pelea de desgaste. ¿Quién se cansaría primero? Era una buena pregunta. No obstante, de nada le serviría si caía derrotada antes de que la bruja comenzase a sentir el cansancio en su cuerpo.
—Si no hubiera descuidado su espalda habría atacado de frente…, probablemente —respondió, intentando guardarse la sorpresa al descubrir que el animal convocado podía hablar—. ¿Quieres seguir con esto o te das por vencida?
Las cosas se habían tornado ciertamente interesantes puesto que ahora, en vez de luchar contra un solo oponente, lo haría contra dos. La dificultad había aumentado, sí, pero por alguna razón que no terminaba de entender Murasaki se había quedado ahí mismo, sin moverse siquiera. ¿Acaso nuevamente le estaba subestimando…? Joder, odiaba ese comportamiento condescendiente. Bastaba con mirarle un segundo para descubrir las aperturas en su postura, reconociendo fácilmente cuál sería la menor manera de atacar. Como había aumentado el número de enemigos lo suyo era usar ambas espadas en vez de solo una, así que desenvainó la Hoja de Argoria transformada en una katana gracias al poder de la misma arma. Los nanobots actuaban de una forma muy similar a su magia de transmutación, permitiéndoles transformar la materia a su conveniencia. Ahora surgía la pregunta de cuál sería la estrategia más inteligente. Por el momento, la espadachina había estado atacando consecutivamente y cabía la posibilidad de que la chica buscase una pelea de desgaste. ¿Quién se cansaría primero? Era una buena pregunta. No obstante, de nada le serviría si caía derrotada antes de que la bruja comenzase a sentir el cansancio en su cuerpo.
—Si no hubiera descuidado su espalda habría atacado de frente…, probablemente —respondió, intentando guardarse la sorpresa al descubrir que el animal convocado podía hablar—. ¿Quieres seguir con esto o te das por vencida?
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las palabras de la albina se perdieron en la oscuridad que había rodeado a Mura, haciendo inútiles sus palabras sobre “rendirse”. Aunque la pelirroja seguramente les hubiera hecho el mismo caso si hubiera podido escucharla. Quizás le hubiera replicado, pero su respuesta hubiera sido un claro no. Como fuera, el que no atacase fue una suerte para la joven, quien había tomado su tiempo tanto en absorber la energía del ataque anterior como para poder concentrarse una vez más en sus hilos. Eran una extensión de ella, y por tanto podía percibir el espacio usándolos. O eso había descubierto a lo largo del combate. Nunca antes había tenido que centrarse tanto en ellos de todos modos. Pero lo cierto era que usarlos como lo haría una araña con su red o un gato con sus bigotes era una idea interesante que debería poner más a menudo en práctica.
Con sus ojos cerrados, su haki ya estaba empezando a resultarle cansado para ubicar lo mejor posible los movimientos de la peliblanca, por lo que se quedaría “ciega” en cuanto a presencias se refería. Ante El nombre es igual de sencillo que la técnica, sin embargo, necesita de una resistencia considerable por parte de su usuaria para llevarse a cabo sin sufrir daños. En su situación, era una suerte que la contraria se hubiera enredado tanto en su aura. Mura había dejado sus hilos “aflojados”, de forma que cualquier cosa se moviera en ellos pudiera ser interceptada sin detener su alcance. Era otra de las causas por las que no se hubo movido hasta el momento, además de que aún no estaba acostumbrada a usar su técnica de “intercambio” de energía. Mura pudo notar así que la albina movía su brazo libre hacia la funda de su otra katana, desenvainándola. Esa arma era lo único que no podría sujetar “tirando”. Pero quizás fuera mejor hacer un agarre más sutil que el primero. No necesitaba más ráfagas de viento.
“Kougar” Pensó, comunicándose telepáticamente con la bestia. “Voy a dejar sus pies anclados al suelo, tu solo tienes que atacar en línea recta”. El plan era simplemente dejarle los pies atados al suelo para que se desequilibrara, siendo distraída por Kougar. Si este no la movía, sería ella misma quien aprovecharía para atacarla utilizando la energía tomada en el ataque anterior para aumentar su velocidad y empujarla por la espalda de una patada mientras los hilos enredados en la primera katana, que ya estaba fuera cuando atacó antes se tensasen, sirviendo tanto de impulso para que Mura se acercara a ella como para intentar desarmar una de sus manos.
Con sus ojos cerrados, su haki ya estaba empezando a resultarle cansado para ubicar lo mejor posible los movimientos de la peliblanca, por lo que se quedaría “ciega” en cuanto a presencias se refería. Ante El nombre es igual de sencillo que la técnica, sin embargo, necesita de una resistencia considerable por parte de su usuaria para llevarse a cabo sin sufrir daños. En su situación, era una suerte que la contraria se hubiera enredado tanto en su aura. Mura había dejado sus hilos “aflojados”, de forma que cualquier cosa se moviera en ellos pudiera ser interceptada sin detener su alcance. Era otra de las causas por las que no se hubo movido hasta el momento, además de que aún no estaba acostumbrada a usar su técnica de “intercambio” de energía. Mura pudo notar así que la albina movía su brazo libre hacia la funda de su otra katana, desenvainándola. Esa arma era lo único que no podría sujetar “tirando”. Pero quizás fuera mejor hacer un agarre más sutil que el primero. No necesitaba más ráfagas de viento.
“Kougar” Pensó, comunicándose telepáticamente con la bestia. “Voy a dejar sus pies anclados al suelo, tu solo tienes que atacar en línea recta”. El plan era simplemente dejarle los pies atados al suelo para que se desequilibrara, siendo distraída por Kougar. Si este no la movía, sería ella misma quien aprovecharía para atacarla utilizando la energía tomada en el ataque anterior para aumentar su velocidad y empujarla por la espalda de una patada mientras los hilos enredados en la primera katana, que ya estaba fuera cuando atacó antes se tensasen, sirviendo tanto de impulso para que Mura se acercara a ella como para intentar desarmar una de sus manos.
- cosas usadas:
- Change: El nombre es igual de sencillo que la técnica, sin embargo, necesita de una resistencia considerable por parte de su usuaria para llevarse a cabo sin sufrir daños. Esta técnica consiste en el recibimiento de la energía del ataque del contrario, mediante su propio cuerpo y la asimilación de dicha energía, así como su supresión. Al recibir un ataque que tenga implícita algún tipo de energía: cinética, calórica, eléctrica, etc… Mura absorberá una cantidad igual a la mitad de su porcentaje de resistencia y suprimirá el equivalente a la otra mitad de lo que quede de energía en el ataque: Si Mura tiene un x4 de resistencia y la fuerza del ataque del contrario es un x10, ella se adueñara de un x2 de esa energía (se tratará de un multiplicador activo) y liberara otro x2. El otro x6 será el daño que afecte a la chica. La energía absorbida podrá sumarse en el siguiente movimiento a una de sus características físicas (fuerza, velocidad, etc).
Este multiplicador activo durará un turno con un tiempo de "reinicio" de tres turnos.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
—Aún no me acostumbro a la Oscuridad de Sidthral —agregó inmediatamente después a modo de excusa, recordando que todos sus movimientos, incluso los sonidos emitidos por su boca, no desprendían ruido alguno. Sí, definitivamente debía tener presente todos los efectos de sus conjuros
Todos sus sentidos de alerta se activaron cuando una sensación de peligro invadió cada célula de su cuerpo. Su mantra le advirtió sobre los próximos movimientos de sus oponentes, observándoles casi como si se movieran en cámara lenta. Y en el casi estaba la clave. En cuestión de milésimas de segundos preparó mentalmente la defensa que realizaría, teniendo la seguridad de que sorprendería a Murasaki y probablemente acabaría el combate. Por una parte, la bestia comenzó a avanzar con intención de cargar en línea recta sobre la espadachina. Y fue su haki de observación el que le permitió intuir que la pirata atacaría desde un flanco prodigioso, aunque aún no sabía exactamente desde dónde. Sin embargo, era una estrategia demasiado simplona como para sorprender a alguien con sus reflejos. Katharina tenía una vasta experiencia en duelos y, si bien le era mucho más sencillo enfrentarse a un único enemigo, oponerse a una multitud tampoco le traía demasiados problemas. Que Murasaki se sintiese libre de contar con una veintena de aliados; el resultado no cambiaría en lo absoluto.
Lo verdaderamente divertido comenzó cuando la bestia entró en el alcance de la bruja, y todo indicaba que la dueña de esta acabaría cayendo en la infalible defensa de la bruja. El quedarse quieta no fue una elección al azar, carente de razonamiento previo. Seguramente la pirata creyó que era un buen momento para atacar, pero, desde el punto de vista de Katharina, esta había caído en una trampa premeditada. Sin embargo, no todo resultó como lo había creído y es que su oponente también había pensado muy bien las cosas. Una fuerza invisible jaló de Fushigiri. Y fue la sorpresa la que le impidió sostener el arma, la cual cayó a un par de metros al mismo tiempo que la pirata se impulsaba hacia su posición. Pero no cambiaba en nada el plan que tenía pensado para Murasaki, de hecho, hacía que las cosas fuesen mucho más fáciles. Cuando la bestia convocada saltó sobre la espadachina el maná de esta fluyó rápidamente por su cuerpo, recorriendo cada conducto mágico. El suelo bajo sus pies reaccionó ante la voluntad de la bruja, deformándose para expresarse en largas y gruesas estacas de roca sólida cuyos extremos estaban imbuidos en haki de armadura, y estas apuntaban en todas direcciones sin dejar ninguna apertura aparente. Los pilares puntiagudos se crearían con una velocidad prácticamente imperceptible puesto que, como tenía una runa de tierra que disminuía el tiempo de canalización y los había creado tan cerca de sí, su magia afectaría inmediatamente la roca.
Pensó que con esa arriesgada defensa acabaría de una buena vez con Murasaki, pero esta tenía preparada otra sorpresa. Vaya chica, con razón tenía una recompensa superior al billón de berries. Sin saber exactamente si alguna estaca de roca había atravesado su cuerpo o siquiera le había alcanzado, Katharina sintió una violenta manifestación de poder. Tuvo que cubrirse obligatoriamente con su única espada empuñada para protegerse de la onda de choque desprendida por la poderosa patada de la pirata, sintiendo un intenso dolor que recorría cada rincón de su cuerpo; de no ser por la férrea fortaleza que había formado probablemente se habría llevado un buen golpe. Trozos de piedra saltaron hacia todos lados; hubo unos que rasgaron superficialmente la piel de la bruja, aunque también recibió un par de heridas algo más profundas. No obstante, aquellos simples rasmillones sanaron al instante. Y, esperando que su contraataque planeado en el momento tuviese el efecto esperado —convertir a Murasaki en un alfiletero—, la cúpula de oscuridad fue desapareciendo poco a poco hasta ser vencida por la luz del sol.
Todos sus sentidos de alerta se activaron cuando una sensación de peligro invadió cada célula de su cuerpo. Su mantra le advirtió sobre los próximos movimientos de sus oponentes, observándoles casi como si se movieran en cámara lenta. Y en el casi estaba la clave. En cuestión de milésimas de segundos preparó mentalmente la defensa que realizaría, teniendo la seguridad de que sorprendería a Murasaki y probablemente acabaría el combate. Por una parte, la bestia comenzó a avanzar con intención de cargar en línea recta sobre la espadachina. Y fue su haki de observación el que le permitió intuir que la pirata atacaría desde un flanco prodigioso, aunque aún no sabía exactamente desde dónde. Sin embargo, era una estrategia demasiado simplona como para sorprender a alguien con sus reflejos. Katharina tenía una vasta experiencia en duelos y, si bien le era mucho más sencillo enfrentarse a un único enemigo, oponerse a una multitud tampoco le traía demasiados problemas. Que Murasaki se sintiese libre de contar con una veintena de aliados; el resultado no cambiaría en lo absoluto.
Lo verdaderamente divertido comenzó cuando la bestia entró en el alcance de la bruja, y todo indicaba que la dueña de esta acabaría cayendo en la infalible defensa de la bruja. El quedarse quieta no fue una elección al azar, carente de razonamiento previo. Seguramente la pirata creyó que era un buen momento para atacar, pero, desde el punto de vista de Katharina, esta había caído en una trampa premeditada. Sin embargo, no todo resultó como lo había creído y es que su oponente también había pensado muy bien las cosas. Una fuerza invisible jaló de Fushigiri. Y fue la sorpresa la que le impidió sostener el arma, la cual cayó a un par de metros al mismo tiempo que la pirata se impulsaba hacia su posición. Pero no cambiaba en nada el plan que tenía pensado para Murasaki, de hecho, hacía que las cosas fuesen mucho más fáciles. Cuando la bestia convocada saltó sobre la espadachina el maná de esta fluyó rápidamente por su cuerpo, recorriendo cada conducto mágico. El suelo bajo sus pies reaccionó ante la voluntad de la bruja, deformándose para expresarse en largas y gruesas estacas de roca sólida cuyos extremos estaban imbuidos en haki de armadura, y estas apuntaban en todas direcciones sin dejar ninguna apertura aparente. Los pilares puntiagudos se crearían con una velocidad prácticamente imperceptible puesto que, como tenía una runa de tierra que disminuía el tiempo de canalización y los había creado tan cerca de sí, su magia afectaría inmediatamente la roca.
Pensó que con esa arriesgada defensa acabaría de una buena vez con Murasaki, pero esta tenía preparada otra sorpresa. Vaya chica, con razón tenía una recompensa superior al billón de berries. Sin saber exactamente si alguna estaca de roca había atravesado su cuerpo o siquiera le había alcanzado, Katharina sintió una violenta manifestación de poder. Tuvo que cubrirse obligatoriamente con su única espada empuñada para protegerse de la onda de choque desprendida por la poderosa patada de la pirata, sintiendo un intenso dolor que recorría cada rincón de su cuerpo; de no ser por la férrea fortaleza que había formado probablemente se habría llevado un buen golpe. Trozos de piedra saltaron hacia todos lados; hubo unos que rasgaron superficialmente la piel de la bruja, aunque también recibió un par de heridas algo más profundas. No obstante, aquellos simples rasmillones sanaron al instante. Y, esperando que su contraataque planeado en el momento tuviese el efecto esperado —convertir a Murasaki en un alfiletero—, la cúpula de oscuridad fue desapareciendo poco a poco hasta ser vencida por la luz del sol.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El sonido de la tierra agrietándose llego a sus oídos demasiado tarde. Ya se había impulsado, así que estaba precipitándose peligrosamente a un montón de pinchos de piedra. Lo más que pudo hacer fue recubrir su pierna con sus propios hilos endureciéndolos con Haki. Esto separó los pinchos lo suficiente para que no se quedase agujereada o atravesada de lado a lado como si fuera una brocheta de carne humana. De todos modos, eso no evito que la piedra atravesase su defensa, clavándose varios centímetros en su carne antes de que pudiera impulsarse hacia atrás con la otra pierna, cayendo sobre el suelo.
Había conseguido caer de pie, pero esa herida sería una molestia para trabajar. Su prenda estaba rasgada y su pierna sangraba de forma importante. Un poco más y podría ser una herida que hiciera peligrar su vida. Bueno, para eso le serviría su trampa de hilos también. Tardó poco en hacer un torniquete con sus propios hilos vendando su pierna. Otra persona hubiera quedado fuera de combate ahí, pero con su resistencia al dolor, su resistencia física y su capacidad de regenerarse, esperaba poder darle un poco más de guerra. “Al menos le hemos quitado una de sus espadas”. Pensó, tirando de los hilos que mantenían atada la espada, que usaría para apoyarse mientras recuperaba el aliento. Al menos volvía a poder ver.
—Sabes, ese ha sido un truco muy sucio. —Se quejó, sonriendo de lado mientras miraba el erizo de piedra que las separaba. Su respiración estaba agitada. Tal vez fuera hora de retirarse y aprovechar que se había despejado la situación para perderse entre el bosque y esconderse hasta que sus fuerzas volvieran. Eso o terminar de ir con todo. “Quizás si me vuelvo grande se dé por vencida, pero es un todo o nada”. Esperaría por lo menos a ver si comentaba algo. —Pero ahí metida no puedes atacarme, ¿verdad? Es un poco decepcionante, Katharina. Me pregunto si te daba miedo enfrentarme cara a cara. Bueno, supongo que no hay juegos sucios entre piratas, pero... Ahora soy yo quien está enfadada. —
Mientras decía esto, su cuerpo fue cambiando sutilmente. En apariencia seguía siendo humana, pero sus ojos se habían tornado de un tono tan oscuro como la noche y su cabello se había vuelto de un tono pardusco como el de la tierra que pisaban o de la que estaban hechas las estacas que se le habían clavado. Mura frunció el ceño. De normal le habría ido directamente con todo. Pero su forma descontrolada la agotaría demasiado, así que primero que gastara ella fuerzas buscándola en el bosque e intentando encontrar su espada. Respiró hondo y comenzó a alejarse creando pequeñas plataformas de hilos en el aire, espada en mano, hasta llegar a las ramas entre las que se empezaría a mover, alejándose del destrozado lugar. No iría cargando todo el rato con la espada, sino que la dejaría escondida en algún lugar hasta que volviera a toparse con ella –en caso de no ser detenida antes de alejarse, pero dudaba que pudiera mover los pies hasta que ella se encontrase mínimo a setenta metros de distancia.
Había conseguido caer de pie, pero esa herida sería una molestia para trabajar. Su prenda estaba rasgada y su pierna sangraba de forma importante. Un poco más y podría ser una herida que hiciera peligrar su vida. Bueno, para eso le serviría su trampa de hilos también. Tardó poco en hacer un torniquete con sus propios hilos vendando su pierna. Otra persona hubiera quedado fuera de combate ahí, pero con su resistencia al dolor, su resistencia física y su capacidad de regenerarse, esperaba poder darle un poco más de guerra. “Al menos le hemos quitado una de sus espadas”. Pensó, tirando de los hilos que mantenían atada la espada, que usaría para apoyarse mientras recuperaba el aliento. Al menos volvía a poder ver.
—Sabes, ese ha sido un truco muy sucio. —Se quejó, sonriendo de lado mientras miraba el erizo de piedra que las separaba. Su respiración estaba agitada. Tal vez fuera hora de retirarse y aprovechar que se había despejado la situación para perderse entre el bosque y esconderse hasta que sus fuerzas volvieran. Eso o terminar de ir con todo. “Quizás si me vuelvo grande se dé por vencida, pero es un todo o nada”. Esperaría por lo menos a ver si comentaba algo. —Pero ahí metida no puedes atacarme, ¿verdad? Es un poco decepcionante, Katharina. Me pregunto si te daba miedo enfrentarme cara a cara. Bueno, supongo que no hay juegos sucios entre piratas, pero... Ahora soy yo quien está enfadada. —
Mientras decía esto, su cuerpo fue cambiando sutilmente. En apariencia seguía siendo humana, pero sus ojos se habían tornado de un tono tan oscuro como la noche y su cabello se había vuelto de un tono pardusco como el de la tierra que pisaban o de la que estaban hechas las estacas que se le habían clavado. Mura frunció el ceño. De normal le habría ido directamente con todo. Pero su forma descontrolada la agotaría demasiado, así que primero que gastara ella fuerzas buscándola en el bosque e intentando encontrar su espada. Respiró hondo y comenzó a alejarse creando pequeñas plataformas de hilos en el aire, espada en mano, hasta llegar a las ramas entre las que se empezaría a mover, alejándose del destrozado lugar. No iría cargando todo el rato con la espada, sino que la dejaría escondida en algún lugar hasta que volviera a toparse con ella –en caso de no ser detenida antes de alejarse, pero dudaba que pudiera mover los pies hasta que ella se encontrase mínimo a setenta metros de distancia.
- cosas usadas :
- Transformación especial + pasiva de Akuma :
- Nivel 80: Su cabello se vuelve más largo y su color pasa a ser de un tono pardo. Sus ojos y su pelo se oscurecen también y, si bien a simple vista parece que se mantiene como una humana, su cuerpo cambia levemente su constitución interna. Su forma de pensar se vuelve más audaz en terrenos boscosos, donde su instinto salvaje mejora cuatro rangos y su sigilo uno
Nivel 90: Las capacidades regenerativas del usuario son tres veces mayores que las de una persona normal, no solo recuperándose antes de una lesión sino a la hora de tener que reconstruir tejido que haya sido dañado. Tendrá más probabilidades de sobrevivir a una herida que pudiera poner en peligro su vida..
- Estadisticas:
- Nivel 90: Sigilo (9+1) Agilidad (7) Resistencia (8) Velocidad (7) Instinto Salvaje (5+4)
Sigilo >> Maestría: Discreción
Agilidad >> Maestría: Coordinación
Resistencia >> Maestría: Aguante
Velocidad >> Maestría: Sentido de la velocidad
Instinto salvaje >> Maestría: Resistencia a Toxinas
Maestría de utilidad: Táctica
Maestría adicional: Sutileza (Sigilo)
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Estaba molesta, no sólo por el hecho de que la niña escurridiza esa le hubiera quitado a Fushigiri —sólo con pensarlo volvería a su mano, en cualquier caso—, sino que le acusó de cobardía. ¿Miedo a enfrentarle cara a cara? Por favor, Katharina había buscado un enfrentamiento directo con esa idiota, pero esta había decidido optar por artimañas sucias y propias de un asesino. Uno para nada hábil, por cierto. ¿Quería jugar a las escondidas? Perfecto, Murasaki no podía siquiera imaginarse lo que la hechicera era capaz de hacer y había tomado una decisión: dejaría de contenerse. Tampoco es que necesitase la Oscuridad de Sidthral para enseñarle el lugar a una pirata a quien había admirado durante un buen tiempo, pero quien ahora resultaba ser inmensamente decepcionante.
Si pensaba que iba a caer en una estrategia tan estúpida y rastrera como esa, ya podía ir considerando en hacerse un test de inteligencia. Se habían acabado los juegos y, si bien aún no iría a matar, tenía pensado darle una buena lección. Podía huir todo lo que quisiera, a la bruja realmente le daba igual puesto que sus habilidades le permitían superar prácticamente cualquier ley establecida por la naturaleza. Cerró los ojos y se concentró, manteniendo la posición. A su cabeza llegaron cientos de voces, imágenes nítidas de las criaturas vivas que había en el lugar. Pero continuó buscando durante unos efímeros segundos. Y no fue demasiado difícil encontrar una presencia tan… abrumadora; vaya sorpresa la de esa chica. Cuando un chispazo llegó a su mente, acabó soltando una sonrisa de satisfacción.
—Creo que con esto daré fin al combate… —susurró a sí misma.
La runa elemental de tierra le permitía disminuir considerablemente el tiempo de canalización de su magia, sirviendo principalmente para anular el segundo adicional requerido para castear cualquier cosa dentro de la Cúpula de Hipermagia. Si bien había localizado a Murasaki, prefería ir a la segura y hacer una gran demostración de fuerza. El maná comenzó a fluir rápidamente por los conductos mágicos de su cuerpo y, una vez hubo terminado y sin necesidad real de ello, dejó caer con fuerza las manos al suelo. En un radio esférico de cuarenta metros levantaría un mar de afiladas estalagmitas de dos metros de longitud cada una sin dejar ningún espacio vacío bajo la posición de la pelirroja. Las del centro tardarían apenas una fracción de segundos en aparecer —siendo también las más cercanas al objetivo—, y a medida que se alejasen de este tardarían a lo más dos segundos. Había visto los movimientos de la pirata y sabía que algo como eso no le mataría, pero podía dejarle muy dañada. Demasiado.
Si pensaba que iba a caer en una estrategia tan estúpida y rastrera como esa, ya podía ir considerando en hacerse un test de inteligencia. Se habían acabado los juegos y, si bien aún no iría a matar, tenía pensado darle una buena lección. Podía huir todo lo que quisiera, a la bruja realmente le daba igual puesto que sus habilidades le permitían superar prácticamente cualquier ley establecida por la naturaleza. Cerró los ojos y se concentró, manteniendo la posición. A su cabeza llegaron cientos de voces, imágenes nítidas de las criaturas vivas que había en el lugar. Pero continuó buscando durante unos efímeros segundos. Y no fue demasiado difícil encontrar una presencia tan… abrumadora; vaya sorpresa la de esa chica. Cuando un chispazo llegó a su mente, acabó soltando una sonrisa de satisfacción.
—Creo que con esto daré fin al combate… —susurró a sí misma.
La runa elemental de tierra le permitía disminuir considerablemente el tiempo de canalización de su magia, sirviendo principalmente para anular el segundo adicional requerido para castear cualquier cosa dentro de la Cúpula de Hipermagia. Si bien había localizado a Murasaki, prefería ir a la segura y hacer una gran demostración de fuerza. El maná comenzó a fluir rápidamente por los conductos mágicos de su cuerpo y, una vez hubo terminado y sin necesidad real de ello, dejó caer con fuerza las manos al suelo. En un radio esférico de cuarenta metros levantaría un mar de afiladas estalagmitas de dos metros de longitud cada una sin dejar ningún espacio vacío bajo la posición de la pelirroja. Las del centro tardarían apenas una fracción de segundos en aparecer —siendo también las más cercanas al objetivo—, y a medida que se alejasen de este tardarían a lo más dos segundos. Había visto los movimientos de la pirata y sabía que algo como eso no le mataría, pero podía dejarle muy dañada. Demasiado.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La felina se detuvo en la rama de un robusto árbol. De haber podido, se hubiera tomado el tiempo para sentarse y revisar la herida. No era profunda y efectivamente había conseguido detener el sangrado. De hecho, era más un golpe a su orgullo que a su cuerpo, aunque podría suponerle un problema a la hora de seguir peleando y además… ¿Qué demonios había sido eso? Primero una oscuridad absoluta y la incapacidad de escuchar el sonido que generaba el cuerpo de su adversaria, después un vendaval salido de su propio cuerpo, ahora estacas de piedra reforzadas. Parecía una locura. Lo único normal que había hecho la albina habían sido unas hondas cortantes. A pesar de ello, había estado controlando la situación hasta ese momento, pero… Algo estaba mal. ¿Era posible un poder así? Y más importante… ¿No tenía ninguna repercusión sobre el cuerpo de la contraria? Odiaba aceptarlo, pero había pisado mal en su última jugada, y quizás provocarla no había sido su mejor idea.
Apenas unos segundos de respiro y ya estaba teniendo que volver a correr, y es que el suelo empezó a temblar bajo sus pies…, bueno, más bien bajo las raíces del árbol. Estaban haciendo un destrozo en ese pobre bosque. Mura saltó y se aseguró de quedar flotando sobre una plataforma de hilos hechos de su propia aura, tratando de reducir en todo lo posible el uso de su energía. Quería guardar fuerzas, pero no iba a poder. Por suerte, las copas de los árboles ocultarían su figura hasta del ojo de Katharina cuya espada acababa de caérsele entre las nuevas estalagmitas de piedra.
—Supongo que podrá deshacerlas luego…— Murmuró mirando hacia abajo. Se sentía culpable. Culpable por eso y por la situación que había provocado. Espera… ¿Ella? A ella se le puede atribuir el último comentario que se le escapó en el enfado ante esa situación, pero el comienzo habían sido puramente los aires de grandeza de la chica. Es decir… Si de verdad era la niña que se había cruzado en Jaya cinco años atrás… ¿Qué esperaba? Y no todo el mundo lee las noticias. Los últimos años había estado aislada de todo en El Ojo hasta lo sucedido con Dexter. Mura chasqueó la lengua. Como sea, solo me queda ir con todo. Volvió a descender, quedando esta vez apostada en una rama más alta con una forma distinta. En este caso, su apariencia no era distinta a la de un gato un poco más grande. Su rama se debía encontrar a unos diez metros del lugar donde se había montado el campo de púas de piedra. Ahí, con su forma felina comenzaría a moverse en un arco que le permitiese posicionarse detrás de la chica. Si no volvía a ser atacada, usaría el tiempo a su favor para recuperar fuerzas.
Solo serían un par de minutos, pero estos bastarían –si se los concedía la albina- para que se pudiera situar en la rama de algún árbol a varios metros de distancia de ella y saltar por la espalda, cambiado su apariencia al tiempo que expandía su aura a su máximo potencial. Ya que cualquier ataque la delataría, mejor ir con todo desde donde no se la esperaría. Con el aura rodeándola por completo volvería a su forma normal al tiempo que sus copias se adelantaban a sí mismas. Con cincuenta metros de radio de aura, estas deberían dar el pego como la “la verdadera Akane D. Murasaki” a ojos de su mantra hasta que sus ataques se viesen como ineficientes. Era ahí donde entraban en juego sus dagas, hasta ese momento guardadas. Eran armas comunes, pero suficientes para causar una distracción. Debía moverse constantemente, eso sí. Todo ello mientras volvía a tejer una trampa de hilos.
Apenas unos segundos de respiro y ya estaba teniendo que volver a correr, y es que el suelo empezó a temblar bajo sus pies…, bueno, más bien bajo las raíces del árbol. Estaban haciendo un destrozo en ese pobre bosque. Mura saltó y se aseguró de quedar flotando sobre una plataforma de hilos hechos de su propia aura, tratando de reducir en todo lo posible el uso de su energía. Quería guardar fuerzas, pero no iba a poder. Por suerte, las copas de los árboles ocultarían su figura hasta del ojo de Katharina cuya espada acababa de caérsele entre las nuevas estalagmitas de piedra.
—Supongo que podrá deshacerlas luego…— Murmuró mirando hacia abajo. Se sentía culpable. Culpable por eso y por la situación que había provocado. Espera… ¿Ella? A ella se le puede atribuir el último comentario que se le escapó en el enfado ante esa situación, pero el comienzo habían sido puramente los aires de grandeza de la chica. Es decir… Si de verdad era la niña que se había cruzado en Jaya cinco años atrás… ¿Qué esperaba? Y no todo el mundo lee las noticias. Los últimos años había estado aislada de todo en El Ojo hasta lo sucedido con Dexter. Mura chasqueó la lengua. Como sea, solo me queda ir con todo. Volvió a descender, quedando esta vez apostada en una rama más alta con una forma distinta. En este caso, su apariencia no era distinta a la de un gato un poco más grande. Su rama se debía encontrar a unos diez metros del lugar donde se había montado el campo de púas de piedra. Ahí, con su forma felina comenzaría a moverse en un arco que le permitiese posicionarse detrás de la chica. Si no volvía a ser atacada, usaría el tiempo a su favor para recuperar fuerzas.
Solo serían un par de minutos, pero estos bastarían –si se los concedía la albina- para que se pudiera situar en la rama de algún árbol a varios metros de distancia de ella y saltar por la espalda, cambiado su apariencia al tiempo que expandía su aura a su máximo potencial. Ya que cualquier ataque la delataría, mejor ir con todo desde donde no se la esperaría. Con el aura rodeándola por completo volvería a su forma normal al tiempo que sus copias se adelantaban a sí mismas. Con cincuenta metros de radio de aura, estas deberían dar el pego como la “la verdadera Akane D. Murasaki” a ojos de su mantra hasta que sus ataques se viesen como ineficientes. Era ahí donde entraban en juego sus dagas, hasta ese momento guardadas. Eran armas comunes, pero suficientes para causar una distracción. Debía moverse constantemente, eso sí. Todo ello mientras volvía a tejer una trampa de hilos.
- cosas usadas:
Nivel 60: El usuario es capaz de cambiar el tamaño de su transformación completa, volviéndose más pequeño y fácilmente confundible con un “gato grande”. En esta forma mejora su agilidad en dos rangos y su sigilo en tres, volviéndose mucho más difícil de atrapar al ser escurridizo y poder ocultarse con facilidad. Puede mantener esta forma durante cinco turnos una vez por combate. –Mítica-
Nivel 90: Sigilo (9)+3 Agilidad (7)+2 Resistencia (8) Velocidad (7) Instinto Salvaje (5)
Control del aura: Mura es capaz de controlar su propia energía y hacerla cambiar de “tamaño”, causando que abarque un cierto volumen en el espacio que la rodea (en un radio de cincuenta metros), pudiendo también compactarla y moldearla a su gusto, siempre en unos límites. Esto le sirve para ser capaz de emplear las propiedades “especiales” de su aura a la hora de pelear.
Ilusiones: Volviendo la vista a la generación de calor y frío, Mura ha encontrado una forma de emplear esta a su favor de una forma más fijada a su ámbito de asesina. Gracias a esto, es capaz de calentar y enfriar el aire en un cierto espacio, generando hasta cuatro espejismos de ella, los cuales se mueven simultáneamente, como si fuesen reflejos de la misma y, que al estar comprendidos en el límite de su aura, tienen la misma presencia que la original, por lo que solo con un Haki de observación superior al de la usuaria podría averiguar que son copias. Esta técnica, puede combinarse con la capacidad de generar “armas” de energía, causando ataques más difíciles de predecir.
Nota: Se podrían crear en un radio de 20 metros.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No estaba segura de si su ataque mal planeado había dado en el blanco, aunque tampoco le importaba demasiado: había generado la runa elemental que quería. De esa manera, canalizaría mucho más rápido cualquier técnica sin importar su origen. Aunque ahora mismo tenía un gran problema entre manos… ¿Dónde se había escondido la muchacha? Fue un error haberle seguido hasta el bosque donde, aparentemente, se movía con una facilidad envidiable y un silencio injusto. La paranoia le gritaba desde dentro que podía estar en todos lados, que el ataque surgiría desde cualquiera de sus flancos y acabaría llevándose un golpe preocupante. Sin embargo, confiaba en que su haki de observación permanentemente activo le sacase de esa complicada situación. Y ya se encargaría de recuperar su espada.
Para la espadachina era difícil luchar sin ir a matar, razón por la que se había estado conteniendo —y lo seguía haciendo—. Tampoco había usado sus hechizos más poderosos ni tenía intención de usarlos. ¿Destruir el bosque? De ninguna manera. La Katharina del pasado lo hubiese hecho sin atenerse a las consecuencias, pero era innecesario quemar el hogar de cientos de vidas distintas a la suya. No es que se tratase de empatía, simplemente era asumir una responsabilidad que iba de la mano con la fuerza que había ganado los últimos meses. En el pasado había provocado un peligroso incendio en medio de una batalla mortal contra la Marina, y había involucrado a mucha gente. Tenía razones para evitar el mismo resultado, sobre todo si ya era consciente de ello.
Aguardó en su posición con la Hoja de Argoria envainada; no sabía si era buena idea perseguir a su oponente por el bosque. La hechicera no sabía desenvolverse bien en ese entorno y probablemente tropezaría o algo parecido. Bueno, era sobrehumanamente ágil, pero sus capacidades físicas tampoco hacían milagros. Y fue entonces, en medio de la reflexión, que una peligrosa imagen llegó a su cabeza en forma de Presagio. Sintió un fantasmal dolor en su espalda, como si hubiese sido atravesada por un objeto punzante. No había escuchado ninguna cosa; absolutamente nada. Vaya, al parecer debía tragarse sus palabras y reconocer a Murasaki como una asesina medianamente decente. No, basta ya de arrogancias injustificadas: era momento de asumir lo que tenía en frente suyo.
Las múltiples presencias que le rodeaban, todas con la misma sintonía que la pirata, acabaron confundiéndole y disminuyeron considerablemente su tiempo de reacción. Pero aun así alcanzó a voltearse. Y allí vio a la pelirroja, dando un salto majestuoso cual depredador que se abalanzaba sobre su presa. La espadachina era capaz de ver el mundo correr casi en cámara lenta, pero su habilidad magistral no le permitió reaccionar a tiempo. Una daga se clavó en su hombro; la otra, en su muslo. Dejó escapar un gruñido de dolor. Consiguió mover a tiempo su cuerpo para esquivar la tercera. Sin embargo, no dejaría escapar la oportunidad que tenía en frente: su adversaria había sentenciado el final del combate. En medio de la defensa, y teniendo una capacidad excepcional para ello, calculó casi a la perfección el movimiento trazado por su caída. Y desenvainó su katana en un rápido iaido para ejecutar la Décima Danza: Estallido.
En menos de lo que tarda un parpadeo, la espadachina lanzó una onda cortante de treinta metros de longitud más veloz que una bala, rompiendo así la barrera del sonido. Pretendía pillar a Murasaki en pleno vuelo, y su ataque sería tan desconcertante que disminuiría casi en un segundo el tiempo de predicción de hasta el mantra más perfeccionado. Sin embargo, la Décima Danza no sería sino la entrada a su verdadera ofensiva. Seguiría, gracias a su impresionante sentido de la velocidad, el movimiento de la pelirroja y usaría la Undécima Danza: Vuelo para posicionarse en la espalda de su oponente. Si de alguna manera conseguía subir, pues se dirigiría hacia esa dirección; si lograba echarse hacia algún lado, le seguiría hasta allí. Y se ubicaría en una posición prodigiosa que le permitiría ocasionar un impacto crítico limpio y poderoso con la empuñadura de la espalda que buscaría la nuca de su oponente. Tenía toda la intención de finalizar el combate.
Para la espadachina era difícil luchar sin ir a matar, razón por la que se había estado conteniendo —y lo seguía haciendo—. Tampoco había usado sus hechizos más poderosos ni tenía intención de usarlos. ¿Destruir el bosque? De ninguna manera. La Katharina del pasado lo hubiese hecho sin atenerse a las consecuencias, pero era innecesario quemar el hogar de cientos de vidas distintas a la suya. No es que se tratase de empatía, simplemente era asumir una responsabilidad que iba de la mano con la fuerza que había ganado los últimos meses. En el pasado había provocado un peligroso incendio en medio de una batalla mortal contra la Marina, y había involucrado a mucha gente. Tenía razones para evitar el mismo resultado, sobre todo si ya era consciente de ello.
Aguardó en su posición con la Hoja de Argoria envainada; no sabía si era buena idea perseguir a su oponente por el bosque. La hechicera no sabía desenvolverse bien en ese entorno y probablemente tropezaría o algo parecido. Bueno, era sobrehumanamente ágil, pero sus capacidades físicas tampoco hacían milagros. Y fue entonces, en medio de la reflexión, que una peligrosa imagen llegó a su cabeza en forma de Presagio. Sintió un fantasmal dolor en su espalda, como si hubiese sido atravesada por un objeto punzante. No había escuchado ninguna cosa; absolutamente nada. Vaya, al parecer debía tragarse sus palabras y reconocer a Murasaki como una asesina medianamente decente. No, basta ya de arrogancias injustificadas: era momento de asumir lo que tenía en frente suyo.
Las múltiples presencias que le rodeaban, todas con la misma sintonía que la pirata, acabaron confundiéndole y disminuyeron considerablemente su tiempo de reacción. Pero aun así alcanzó a voltearse. Y allí vio a la pelirroja, dando un salto majestuoso cual depredador que se abalanzaba sobre su presa. La espadachina era capaz de ver el mundo correr casi en cámara lenta, pero su habilidad magistral no le permitió reaccionar a tiempo. Una daga se clavó en su hombro; la otra, en su muslo. Dejó escapar un gruñido de dolor. Consiguió mover a tiempo su cuerpo para esquivar la tercera. Sin embargo, no dejaría escapar la oportunidad que tenía en frente: su adversaria había sentenciado el final del combate. En medio de la defensa, y teniendo una capacidad excepcional para ello, calculó casi a la perfección el movimiento trazado por su caída. Y desenvainó su katana en un rápido iaido para ejecutar la Décima Danza: Estallido.
En menos de lo que tarda un parpadeo, la espadachina lanzó una onda cortante de treinta metros de longitud más veloz que una bala, rompiendo así la barrera del sonido. Pretendía pillar a Murasaki en pleno vuelo, y su ataque sería tan desconcertante que disminuiría casi en un segundo el tiempo de predicción de hasta el mantra más perfeccionado. Sin embargo, la Décima Danza no sería sino la entrada a su verdadera ofensiva. Seguiría, gracias a su impresionante sentido de la velocidad, el movimiento de la pelirroja y usaría la Undécima Danza: Vuelo para posicionarse en la espalda de su oponente. Si de alguna manera conseguía subir, pues se dirigiría hacia esa dirección; si lograba echarse hacia algún lado, le seguiría hasta allí. Y se ubicaría en una posición prodigiosa que le permitiría ocasionar un impacto crítico limpio y poderoso con la empuñadura de la espalda que buscaría la nuca de su oponente. Tenía toda la intención de finalizar el combate.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Había funcionado? No, no del todo. Su estrategia había sido buena, de eso estaba segura. Pero esa señora parecía tener un radar en la cabeza todo el rato encendida, y eso era una molestia. Por suerte, había tomado precauciones. En cuanto vio su mano moverse a la empuñadura de su espada el recuerdo de un ataque con un sonido como el de un zumbido vino a su cabeza. Había mucha distancia como para que pudiera tratarse de únicamente un paso previo antes de abalanzarse hacia ella. Aunque de base no pretendía tocar el suelo con los pies todavía, su idea era aprovechar los hilos ya formados dentro de su propia aura y solidificarlos para impulsarse con más velocidad de la que hubiera tenido de base. Y esa idea le sirvió para salvarse de la onda disparada por su contrincante directamente hacia ella. “Parece que mis copias no sirven”. Pensó, difuminando sus copias, aunque manteniendo su Haki por si eso pudiera dificultar que la mujer entendiera su “truco”, si no lo había descubierto todavía.
Hablando de la albina. Esta había desaparecido de su rango de visión en un parpadeo para quedar a su espalda al poco de lanzar aquel ataque. Tanto sus hilos como el olor de su sangre la habían delatado, pero su cuerpo no tenía capacidad para esquivar. Fue solo un golpe de suerte. Si la pelirroja no hubiera preparado de antemano sus hilos y hubiera, por el contrario, decidido ir generándolos según atacase la pelea hubiera terminado con ella quedando inconsciente en el suelo. Pero ir con todo implicaba sus preparativos. Endurecer algo ya creado era una acción prácticamente instantánea. Por eso, los filamentos que configuraban su trampa de hilos brillaron con un matiz metálico cuando chocaron contra la espada de la contraria, separándoles con un escudo en forma de red voladora. Una red completamente tensada. Esta solo entorpecería o desviaría el recorrido del arma que se abalanzaba a su cuello, pero con eso bastaba.
Bastó porque Akane no se desmayó, y también porque para cuando el golpe quiso llegar a su objetivo solo golpeó a un lado de la nuca. Pero ya no era una nuca humana. Cubierta con un pelaje azulado, la mujer había empezado a crecer y deformarse hasta tomar la apariencia de un felino de pelaje azulado y con una envergadura similar a la de un elefante. Un barrido de su cola podía resultar desastroso, por no hablar de su dentadura o sus garras. Era fuerte y por tanto peligrosa. Por si fuera poco, si la contraria tocaba su pelaje, se vería electrocutada. Y estaba muy cerca. Aunque el golpe no había dejado intacta a Mura. Primero la pierna, ahora su cuello. Como mínimo había hecho que perdiera su concentración en los hilos y la había dejado aturdida. Ahora sus pies si pisaban el suelo y, de hecho, se había tambaleado y caído por un momento, pero se volvió a levantar más rápido de lo que su enorme cuerpo parecía poder permitirle. Cabe decir, que su Haki había jugado un papel importante en su defensa no solo en los hilos, sino en su propio cuerpo. Aunque algo más debilitado por la falta de entrenamiento a lo largo de los años, quizás, su capacidad de recubrir todas las fibras de sus músculos y no solo su piel, había amortiguado los daños.
Ahora le tocaba a ella. Tras ponerse de pie y buscar a Katharina, trataría de ponerse a su altura y placarla. De no lograrlo, al menos barrería con su cola el arco que había a su espalda de un flanco a otro para asegurarse de que no pudiera atacarla por la espalda.
Hablando de la albina. Esta había desaparecido de su rango de visión en un parpadeo para quedar a su espalda al poco de lanzar aquel ataque. Tanto sus hilos como el olor de su sangre la habían delatado, pero su cuerpo no tenía capacidad para esquivar. Fue solo un golpe de suerte. Si la pelirroja no hubiera preparado de antemano sus hilos y hubiera, por el contrario, decidido ir generándolos según atacase la pelea hubiera terminado con ella quedando inconsciente en el suelo. Pero ir con todo implicaba sus preparativos. Endurecer algo ya creado era una acción prácticamente instantánea. Por eso, los filamentos que configuraban su trampa de hilos brillaron con un matiz metálico cuando chocaron contra la espada de la contraria, separándoles con un escudo en forma de red voladora. Una red completamente tensada. Esta solo entorpecería o desviaría el recorrido del arma que se abalanzaba a su cuello, pero con eso bastaba.
Bastó porque Akane no se desmayó, y también porque para cuando el golpe quiso llegar a su objetivo solo golpeó a un lado de la nuca. Pero ya no era una nuca humana. Cubierta con un pelaje azulado, la mujer había empezado a crecer y deformarse hasta tomar la apariencia de un felino de pelaje azulado y con una envergadura similar a la de un elefante. Un barrido de su cola podía resultar desastroso, por no hablar de su dentadura o sus garras. Era fuerte y por tanto peligrosa. Por si fuera poco, si la contraria tocaba su pelaje, se vería electrocutada. Y estaba muy cerca. Aunque el golpe no había dejado intacta a Mura. Primero la pierna, ahora su cuello. Como mínimo había hecho que perdiera su concentración en los hilos y la había dejado aturdida. Ahora sus pies si pisaban el suelo y, de hecho, se había tambaleado y caído por un momento, pero se volvió a levantar más rápido de lo que su enorme cuerpo parecía poder permitirle. Cabe decir, que su Haki había jugado un papel importante en su defensa no solo en los hilos, sino en su propio cuerpo. Aunque algo más debilitado por la falta de entrenamiento a lo largo de los años, quizás, su capacidad de recubrir todas las fibras de sus músculos y no solo su piel, había amortiguado los daños.
Ahora le tocaba a ella. Tras ponerse de pie y buscar a Katharina, trataría de ponerse a su altura y placarla. De no lograrlo, al menos barrería con su cola el arco que había a su espalda de un flanco a otro para asegurarse de que no pudiera atacarla por la espalda.
- transformación:
- Nivel 50: En momentos de estrés o peligro extremo el poder del usuario se descontrola, convirtiéndose en un felino del tamaño de un elefante, aunque mucho más estilizado. Su pelaje se vuelve de un tono azulado y se ve cubierto de electricidad que, al tacto produce calambres de cierta intensidad, similar al electro de un Mink. En esta forma, la velocidad del usuario se ve aumentada cinco rangos y su fuerza se duplica, volviéndose letal para cualquiera que se cruce en su camino de llegar a ser alcanzado por él.
Turno 1/5
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había esquivado de una manera… extraña la onda cortante que alcanzaba velocidades supersónicas. Incluso bloqueó el golpe que iba destinado a su nuca con la intención de finalizar el combate. La espadachina cayó al suelo y vio la transformación de la pirata. Ahora entendía muchas cosas. Primero, esa trampa de hilos no el poder heredado de alguna Fruta del Diablo. Por alguna razón, podía controlarlos a voluntad y endurecerlos tanto como para frenar uno de sus devastadores ataques. Segundo, era una usuaria de una zoan. Y resultaba tan obvio la especie que ni siquiera era necesario pensarlo explícitamente. Sin embargo, el hecho de que hubiese aumentado su tamaño le convertía en un blanco sencillo.
—Lo sabes, ¿verdad? —comenzó a decir con una sonrisa rebosante de arrogancia—. ¿Ya eres consciente de la diferencia de fuerza que hay entre nosotras? Cuando te conocí eras mucho más poderosa que yo, pero te has dejado estar. ¿No es un alivio para ti que ya no pertenezca a la Marina? De lo contrario, estaríamos camino directo a Impel Down.
Esperaba que sus palabras calasen en la concentración de su oponente, pues no había cuestión más molesta y dolorosa que la verdad. ¿Se enfadaría? ¿O actuaría con prudencia? Había compartido muy poco tiempo con la pelirroja como para predecir su reacción. Bueno, debía tener presente que era un combate amistoso y no una pelea donde peligraba su vida. Era difícil para alguien que estaba acostumbrada a matar o morir; había sido así durante muchísimos años.
Una imagen acudió a su cabeza en forma de Presagio, interpretando las intenciones de la mujer-gato. Y comenzó la carga enemiga. Pese al tamaño que tenía era muy rápida, incluso tanto como la propia espadachina. Sin embargo, ¿cuánta fuerza bruta tenía? La Hoja de Argoria comenzó a desprender un fuego azul, producto de las Llamas del Remordimiento, y una llama violácea fluctuaba a lo largo de su katana. Endureció su arma y aguardó la embestida con el propósito de hacerle saber que seguía siendo débil. Blandió con ambas manos la Hoja de Argoria y el impacto produjo un choque de voluntades expresado en un estallido de rayos negros y rojos. La hechicera se sorprendió al ver la electricidad circulando por el acero de su espada, aunque se detuvo en la tsuba de esta puesto que estaba hecha de materiales aislantes.
Tras soportar la embestida intentaría posicionarse en su flanco derecho para ejecutar cinco espadazos como si fueran uno solo. El primero, y con la katana aún endurecida, se dejaría caer en un tajo descendente y vertical; el segundo, trazaría una trayectoria ascendente; el tercero, acabaría con un giro en trescientos sesenta grados y un corte horizontal; el cuarto, un tajo diagonal y ascendente; remataría con un ataque también diagonal pero descendente. ¿Sería capaz de reaccionar a cada corte que tomaba poco más de una centésima de segundo en ejecutarse? Realmente esperaba que no.
—Lo sabes, ¿verdad? —comenzó a decir con una sonrisa rebosante de arrogancia—. ¿Ya eres consciente de la diferencia de fuerza que hay entre nosotras? Cuando te conocí eras mucho más poderosa que yo, pero te has dejado estar. ¿No es un alivio para ti que ya no pertenezca a la Marina? De lo contrario, estaríamos camino directo a Impel Down.
Esperaba que sus palabras calasen en la concentración de su oponente, pues no había cuestión más molesta y dolorosa que la verdad. ¿Se enfadaría? ¿O actuaría con prudencia? Había compartido muy poco tiempo con la pelirroja como para predecir su reacción. Bueno, debía tener presente que era un combate amistoso y no una pelea donde peligraba su vida. Era difícil para alguien que estaba acostumbrada a matar o morir; había sido así durante muchísimos años.
Una imagen acudió a su cabeza en forma de Presagio, interpretando las intenciones de la mujer-gato. Y comenzó la carga enemiga. Pese al tamaño que tenía era muy rápida, incluso tanto como la propia espadachina. Sin embargo, ¿cuánta fuerza bruta tenía? La Hoja de Argoria comenzó a desprender un fuego azul, producto de las Llamas del Remordimiento, y una llama violácea fluctuaba a lo largo de su katana. Endureció su arma y aguardó la embestida con el propósito de hacerle saber que seguía siendo débil. Blandió con ambas manos la Hoja de Argoria y el impacto produjo un choque de voluntades expresado en un estallido de rayos negros y rojos. La hechicera se sorprendió al ver la electricidad circulando por el acero de su espada, aunque se detuvo en la tsuba de esta puesto que estaba hecha de materiales aislantes.
Tras soportar la embestida intentaría posicionarse en su flanco derecho para ejecutar cinco espadazos como si fueran uno solo. El primero, y con la katana aún endurecida, se dejaría caer en un tajo descendente y vertical; el segundo, trazaría una trayectoria ascendente; el tercero, acabaría con un giro en trescientos sesenta grados y un corte horizontal; el cuarto, un tajo diagonal y ascendente; remataría con un ataque también diagonal pero descendente. ¿Sería capaz de reaccionar a cada corte que tomaba poco más de una centésima de segundo en ejecutarse? Realmente esperaba que no.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
«Esta niña tiene la boca muy grande» pensó la felina criatura mientras se apartaba, tratando de coger distancia, en vano. Pese a que su forma gigante era la más rápida que poseía, la contraria parecía estar a la par en velocidad. Dejando claro que, efectivamente, la superaba en cosas en las que antes pocos podrían haberlo hecho. Bueno, no lo podía negar y, precisamente porque no podía negarlo, tampoco era capaz de enfadarse por mucho que hiriera su orgullo. «Aunque si hubieras venido con esas intenciones, bastaba con que me perdiera en el bosque, así que tal vez no me sacas tanta ventaja como dices» comentó en su cabeza.
Igualmente, ya le comentaría esas cosas cuando dejara de hervirle la sangre. Ahora, con la albina lanzándose a la contra, hacia uno de sus costados, no le quedaba más que intentar apartarse. Si hubiera sido solo un tajo lo hubiera podido evadir sin más, pero sus instintos le decían que no se confiara. Fue capaz de escuchar el silbido metálico de la espada al cortar el aire: una vez, la cual esquivó alejándose hacia un flanco; dos, y esta vez fue capaz de cortar parte de su pelaje y rozar su piel, sin mucho resultado gracias a la gruesa capa de Haki que se extendía desde el cuero… ¿cabelludo? Bueno, desde la piel del puma, que nada tenía que ver con la fina piel humana. Además, su Haki no solo protegía como un escudo el exterior, sino que todas sus fibras se veían revestidas como prueba de su voluntad. La tercera vez sí que acertó a internarse en sus carnes, pero no sería más que un corte superficial cuando volviera a su forma humana. Los otros dos cortes, no estaba segura de sí habían conseguido hacer lo mismo que el tercero. Ya que no se estaba quedando quieta tampoco. De hecho, durante ese parpadeo en el que la mujer la estaba atacando sin cuartel, Akane había procurado apartarse solo con intención de propulsarse. Pretendía flanquearla para detener sus estocadas y, con suerte, acertar a golpear sus piernas con la cola. No esperaba tirarla con ese golpe, solo pegarle un pequeño chispazo. Aunque con su fuerza quizás hiciera que se desequilibrara y callera. Lo lograra o no, esperaba al menos poder tomar distancia y transformarse en humana de nuevo, esta vez a sus espaldas, a varios metros de distancia. De lograrlo, simplemente se dejaría caer al suelo, sentándose y se quedaría mirándola.
Había dos opciones a partir de ahí: Mura estaba demasiado cansada. Podía mantenerse en pie con esfuerzo e incluso dar un poco más de guerra sin moverse, pero lo más sensato de su parte sería dar la victoria a Katharina si esta seguía ilesa tras sus últimos intentos. Así que de ser ese el caso, tirada como se encontraba en el suelo, respirando con fuerza mientras trataba de recuperar el aliento; alzaría las manos dejándolas a la altura de la cabeza y aceptaría su derrota con un tono despreocupado.
—Está bien, tú ganas —diría, alzando la mirada para clavar sus ojos en ella, con una sonrisa satisfecha—. Aunque tienes que admitir que te he dado bastante guerra. ¡Ah! Y si esto hubiera sido una pelea contra un marine lo más seguro era que me retirase de no poder ganar en combate. No soy tonta, sé que no eras capaz de encontrarme en el bosque. Pero me has superado en otros puntos… —seguramente, tras decir eso, se quedase unos segundos pensando en si comentar o no algo sobre su temperamento o el hecho de que era demasiado engreída. Pero acabaría por dejarlo estar—. Como sea, creo que te debo una comida.
En el caso de que hubiera conseguido dejarla fuera de combate, simplemente esperaría a que volviera en sí. Tal vez alejara su otra Katana de ella para que no intentara volver a atacarla. Pero, siendo sinceros, dudaba conseguir tanto con su ataque «a la desesperada». Como fuera, eso ponía fin a su encuentro.
Igualmente, ya le comentaría esas cosas cuando dejara de hervirle la sangre. Ahora, con la albina lanzándose a la contra, hacia uno de sus costados, no le quedaba más que intentar apartarse. Si hubiera sido solo un tajo lo hubiera podido evadir sin más, pero sus instintos le decían que no se confiara. Fue capaz de escuchar el silbido metálico de la espada al cortar el aire: una vez, la cual esquivó alejándose hacia un flanco; dos, y esta vez fue capaz de cortar parte de su pelaje y rozar su piel, sin mucho resultado gracias a la gruesa capa de Haki que se extendía desde el cuero… ¿cabelludo? Bueno, desde la piel del puma, que nada tenía que ver con la fina piel humana. Además, su Haki no solo protegía como un escudo el exterior, sino que todas sus fibras se veían revestidas como prueba de su voluntad. La tercera vez sí que acertó a internarse en sus carnes, pero no sería más que un corte superficial cuando volviera a su forma humana. Los otros dos cortes, no estaba segura de sí habían conseguido hacer lo mismo que el tercero. Ya que no se estaba quedando quieta tampoco. De hecho, durante ese parpadeo en el que la mujer la estaba atacando sin cuartel, Akane había procurado apartarse solo con intención de propulsarse. Pretendía flanquearla para detener sus estocadas y, con suerte, acertar a golpear sus piernas con la cola. No esperaba tirarla con ese golpe, solo pegarle un pequeño chispazo. Aunque con su fuerza quizás hiciera que se desequilibrara y callera. Lo lograra o no, esperaba al menos poder tomar distancia y transformarse en humana de nuevo, esta vez a sus espaldas, a varios metros de distancia. De lograrlo, simplemente se dejaría caer al suelo, sentándose y se quedaría mirándola.
Había dos opciones a partir de ahí: Mura estaba demasiado cansada. Podía mantenerse en pie con esfuerzo e incluso dar un poco más de guerra sin moverse, pero lo más sensato de su parte sería dar la victoria a Katharina si esta seguía ilesa tras sus últimos intentos. Así que de ser ese el caso, tirada como se encontraba en el suelo, respirando con fuerza mientras trataba de recuperar el aliento; alzaría las manos dejándolas a la altura de la cabeza y aceptaría su derrota con un tono despreocupado.
—Está bien, tú ganas —diría, alzando la mirada para clavar sus ojos en ella, con una sonrisa satisfecha—. Aunque tienes que admitir que te he dado bastante guerra. ¡Ah! Y si esto hubiera sido una pelea contra un marine lo más seguro era que me retirase de no poder ganar en combate. No soy tonta, sé que no eras capaz de encontrarme en el bosque. Pero me has superado en otros puntos… —seguramente, tras decir eso, se quedase unos segundos pensando en si comentar o no algo sobre su temperamento o el hecho de que era demasiado engreída. Pero acabaría por dejarlo estar—. Como sea, creo que te debo una comida.
En el caso de que hubiera conseguido dejarla fuera de combate, simplemente esperaría a que volviera en sí. Tal vez alejara su otra Katana de ella para que no intentara volver a atacarla. Pero, siendo sinceros, dudaba conseguir tanto con su ataque «a la desesperada». Como fuera, eso ponía fin a su encuentro.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Su mantra permanentemente activo le alertó de la situación, por supuesto que lo hizo. Y sus sentidos sobrehumanos le permitieron reaccionar. La pirata era veloz, fuerte y tenía habilidades muy molestas, pero era inferior físicamente y le estaba pasando la cuenta. ¿Esperaba ocasionarle algo de daño con un barrido tan sencillo…? La espadachina dio un mortal hacia atrás al mismo tiempo que el látigo de la chica pasaba por debajo de su cabeza, y entonces cayó a la perfección. Había sido un ataque sencillo, pero habría acabado con cualquier otro individuo sin un mantra tan agudo como el suyo. ¿Debía felicitarle por eso…?
Cuando se dio vuelta para comenzar su ofensiva se llevó una sorpresa. Katharina parpadeó un par de veces, perpleja. ¿Ya no había ningún gato con problemas de gigantismo? ¿Sólo una chica pelirroja con pintas de inocencia…? Las palabras no tardaron en llegar a sus oídos y entonces la espadachina sonrió. El combate había acabado, ganándose una cena que dejaría a Akane en la banca rota, eso seguro. Envainó la espada y entonces se acercó a la pirata, ofreciéndole su mano para ayudarle a incorporarse.
—Incluso yo no puedo negar que así fue —respondió, encogiéndose de hombros y moviendo negativamente la cabeza—. Eres muy buena, en realidad. Suelo menospreciar las habilidades de mis oponentes en medio del combate por una cuestión psicológica —continuó, ignorando por completo el hecho de que se sentía superior a casi toda la humanidad—. Déjame hacer algo con tus heridas. Como yo te las causé corresponde que me haga cargo, ¿no?
Cerró por un momento los ojos y la energía mágica fluyó por su cuerpo. Un círculo mágico con la runa de Sanación apareció y una luz dorada envolvió a la pelirroja. Seguramente en ese momento estaba sintiendo una cálida sensación de alivio, al mismo tiempo que sus pequeños cortes eran cerrados. Si bien su hechizo no devolvía las energías, no dejaba de ser extremadamente útil.
Con el combate finalizado casi se sentía mal por haberle causado tantos problemas a la pirata, quien alguna vez le ayudó desinteresadamente en una taberna. También le había dicho cosas feas, aunque eso era muy recurrente en ella. Bueno, esperaba que no fuese una chica rencorosa. Por otra parte, aún había algo que hacer en el bosque antes de marcharse de vuelta a Ur ‘Tuban.
—Eh… Murasaki, ¿verdad? ¿Me dices dónde dejaste mi espada? No puedo dejar este lugar sin recuperarla…
Cuando se dio vuelta para comenzar su ofensiva se llevó una sorpresa. Katharina parpadeó un par de veces, perpleja. ¿Ya no había ningún gato con problemas de gigantismo? ¿Sólo una chica pelirroja con pintas de inocencia…? Las palabras no tardaron en llegar a sus oídos y entonces la espadachina sonrió. El combate había acabado, ganándose una cena que dejaría a Akane en la banca rota, eso seguro. Envainó la espada y entonces se acercó a la pirata, ofreciéndole su mano para ayudarle a incorporarse.
—Incluso yo no puedo negar que así fue —respondió, encogiéndose de hombros y moviendo negativamente la cabeza—. Eres muy buena, en realidad. Suelo menospreciar las habilidades de mis oponentes en medio del combate por una cuestión psicológica —continuó, ignorando por completo el hecho de que se sentía superior a casi toda la humanidad—. Déjame hacer algo con tus heridas. Como yo te las causé corresponde que me haga cargo, ¿no?
Cerró por un momento los ojos y la energía mágica fluyó por su cuerpo. Un círculo mágico con la runa de Sanación apareció y una luz dorada envolvió a la pelirroja. Seguramente en ese momento estaba sintiendo una cálida sensación de alivio, al mismo tiempo que sus pequeños cortes eran cerrados. Si bien su hechizo no devolvía las energías, no dejaba de ser extremadamente útil.
Con el combate finalizado casi se sentía mal por haberle causado tantos problemas a la pirata, quien alguna vez le ayudó desinteresadamente en una taberna. También le había dicho cosas feas, aunque eso era muy recurrente en ella. Bueno, esperaba que no fuese una chica rencorosa. Por otra parte, aún había algo que hacer en el bosque antes de marcharse de vuelta a Ur ‘Tuban.
—Eh… Murasaki, ¿verdad? ¿Me dices dónde dejaste mi espada? No puedo dejar este lugar sin recuperarla…
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
—Tampoco te tienes que preocupar… —trató de quitarle importancia al tema de sus heridas, sin embargo, para cuando quiso darse cuenta ya la estaba curando con esas extrañas habilidades—. Tienes unos poderes… curiosos «y completamente absurdos e injustos»— apuntó a comentar mientras la mujer usaba esa extraña habilidad para cerrar sus heridas. Tampoco habían sido la gran cosa. Su mayor problema era el cansancio.
Tras una pequeña charla, en la que Mura aprovechó para disculparse por haber sido tan ruda, explicándole por encima el motivo de que no quisiera delatar su identidad y de su viaje. Fueron al lugar que la peliblanca hubiera destrozado en su segundo intento de ensartarla como una brocheta. Ya que La katana había caído entre las rocas le tocaría pescarla. Habiendo recuperado algo el aliento, hizo varias plataformas de energía, sobre las que fue elevándose como quien sube una escalera. Una vez arriba del todo, con ayuda de su aguda vista, no le costó mucho encontrar lo que brillaba al fondo. Sonrió y dirigió una de sus manos en esa dirección, su aura se extendió y, de nuevo, como si fuera una maraña de hilos, se enredó alrededor de la espada antes de volver a «retractarse» llevando hasta la mano de la muchacha la espada. Agarró esta por el mango y bajó para entregársela a su dueña.
—Supongo que con esto estamos a mano, por lo de curarme y tal. —La albina asintió—. Entonces vamos a comer —dijo Akane y ambas se encaminaron hacia la ciudad—. Y esta vez, procura que llamemos menos la atención, por favor.
El resto de la velada fue tranquila, pese a como había comenzado el día. En la posada a la que fueron a comer no hubo mucho revuelo, más allá de unos guardias que pasaron de lado corriendo tras no notar nada especial dentro. Todavía estaban buscando a alguien, pero no parecía ser a Akane. ¿Qué demonios había pasado ahí antes de su llegada? Bueno, se podía hacer una idea de quien podría ser la culpable. Su nueva «amiga» era alguien escandaloso. Habiendo formado parte de la misma tripulación que Therax no le sorprendía, aunque no podía decir que la suya fuera mejor.
—Bueno, parece que ambas tenemos cosas en común, ¿no?: Alguien de quien vengarnos, gente a la que hemos dejado atrás, un alto precio por nuestra cabeza… Entonces, ¿me ayudarás?
—No estoy segura de que mi poder sea útil contra ese tal Emile. Y también tengo mi propio trabajo que hacer. ¿No sería sospechoso que una iniciada del… bueno, eso, estuviera implicada contigo?
—¿Eso es un no? —Katharina arqueó una ceja, mirándola con cierta decepción—. Pensaba que no sería la gran cosa para la poderosa Akane D. Murasaki —añadió a su reproche, mientras movía el líquido ambarino de su vaso, el cual sostenía por la parte de arriba—. Es una decepción, pero…
—Eh, yo no he dicho que no quiera colaborar. Pero necesito mi tapadera a salvo. Así que primero tengo que entrar en el CP, conseguir ascender un poco e «Infiltrarme» dentro de tu banda. Si aceptas que haga eso, podré ayudarte sin levantar sospechas y llevarme un pellizco por la muerte de Emile. Aunque tendré que llevar pruebas de que ha muerto. ¿Eso no será un problema?
—Bueno, eso lo podemos ir viendo. Aunque queda tiempo para empezar nuestras cacerías.
—Bien, que así sea por ahora.
Tras una pequeña charla, en la que Mura aprovechó para disculparse por haber sido tan ruda, explicándole por encima el motivo de que no quisiera delatar su identidad y de su viaje. Fueron al lugar que la peliblanca hubiera destrozado en su segundo intento de ensartarla como una brocheta. Ya que La katana había caído entre las rocas le tocaría pescarla. Habiendo recuperado algo el aliento, hizo varias plataformas de energía, sobre las que fue elevándose como quien sube una escalera. Una vez arriba del todo, con ayuda de su aguda vista, no le costó mucho encontrar lo que brillaba al fondo. Sonrió y dirigió una de sus manos en esa dirección, su aura se extendió y, de nuevo, como si fuera una maraña de hilos, se enredó alrededor de la espada antes de volver a «retractarse» llevando hasta la mano de la muchacha la espada. Agarró esta por el mango y bajó para entregársela a su dueña.
—Supongo que con esto estamos a mano, por lo de curarme y tal. —La albina asintió—. Entonces vamos a comer —dijo Akane y ambas se encaminaron hacia la ciudad—. Y esta vez, procura que llamemos menos la atención, por favor.
El resto de la velada fue tranquila, pese a como había comenzado el día. En la posada a la que fueron a comer no hubo mucho revuelo, más allá de unos guardias que pasaron de lado corriendo tras no notar nada especial dentro. Todavía estaban buscando a alguien, pero no parecía ser a Akane. ¿Qué demonios había pasado ahí antes de su llegada? Bueno, se podía hacer una idea de quien podría ser la culpable. Su nueva «amiga» era alguien escandaloso. Habiendo formado parte de la misma tripulación que Therax no le sorprendía, aunque no podía decir que la suya fuera mejor.
—Bueno, parece que ambas tenemos cosas en común, ¿no?: Alguien de quien vengarnos, gente a la que hemos dejado atrás, un alto precio por nuestra cabeza… Entonces, ¿me ayudarás?
—No estoy segura de que mi poder sea útil contra ese tal Emile. Y también tengo mi propio trabajo que hacer. ¿No sería sospechoso que una iniciada del… bueno, eso, estuviera implicada contigo?
—¿Eso es un no? —Katharina arqueó una ceja, mirándola con cierta decepción—. Pensaba que no sería la gran cosa para la poderosa Akane D. Murasaki —añadió a su reproche, mientras movía el líquido ambarino de su vaso, el cual sostenía por la parte de arriba—. Es una decepción, pero…
—Eh, yo no he dicho que no quiera colaborar. Pero necesito mi tapadera a salvo. Así que primero tengo que entrar en el CP, conseguir ascender un poco e «Infiltrarme» dentro de tu banda. Si aceptas que haga eso, podré ayudarte sin levantar sospechas y llevarme un pellizco por la muerte de Emile. Aunque tendré que llevar pruebas de que ha muerto. ¿Eso no será un problema?
—Bueno, eso lo podemos ir viendo. Aunque queda tiempo para empezar nuestras cacerías.
—Bien, que así sea por ahora.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.