Roland Oppenheimer
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Había llegado a la isla sin ningún altercado en el camino. A Roland no le hubiese importado que algún revolucionario kamikaze abordará su barco; habría servido como entretenimiento. Sin embargo, la travesía fue realmente aburrida, para cumplir una misión más aburrida.
El Gobierno mundial mantenía negocios con un hombre llamado Digan Byrne. Al parecer, se podía permitir el lujo de pedirle un favor a la organización encargada de gobernar el mundo, y la tarea acabó cayendo en manos del mink agente: traer de vuelta a su hija que se había fugado de casa.
¿Encontrar a una niñata que en un arrebato de rebeldía se había fugado? Para algo existían policías y marines, pero el Noble quería que se hiciera el trabajo rápidamente y bajo el mayor sigilo posible. Si bien la parte del sigilo no era el fuerte de Roland, sí que sería capaz de hacerlo con presura. Tenía la descripción de la chiquilla, y habían recibido un chivatazo sobre su llegada al Grand Line. El juego de la niña debía acabarse ya, no solo por su padre sino porque ese mar era realmente peligroso.
El barco llegó a mediodía, al puerto de Cactus Island. Sin más pistas, decidió empezar a buscar a la pelinegra. Con una foto en la mano, paraba a la gente por la calle, preguntándo si la habían visto. Algunas personas solo negaban con la cabeza, y otras le ignoraban. Las peores eran las que le miraban con mala cara, como si no hubieran visto un mink en sus vidas. De no haber estado de servicio Roland les habría dado un escarmiento.
Tendrá que comer y dormir en algún lado pensaba mientras andaba por las calles de la isla. Se le ocurrió empezar a buscar por hostales y tabernas. Era un cliché, sí, pero estos solían darse más veces de las que uno creía, y el mink se aprovechaba de ello. En caso de no encontrarla seguiría buscando. La isla no era muy grande y tampoco excesivamente turística, en su mayoría estaba habitada por cazadores. Antes o después se encontraría a la chica, y cuando eso ocurriera cumpliría con su misión.
El Gobierno mundial mantenía negocios con un hombre llamado Digan Byrne. Al parecer, se podía permitir el lujo de pedirle un favor a la organización encargada de gobernar el mundo, y la tarea acabó cayendo en manos del mink agente: traer de vuelta a su hija que se había fugado de casa.
¿Encontrar a una niñata que en un arrebato de rebeldía se había fugado? Para algo existían policías y marines, pero el Noble quería que se hiciera el trabajo rápidamente y bajo el mayor sigilo posible. Si bien la parte del sigilo no era el fuerte de Roland, sí que sería capaz de hacerlo con presura. Tenía la descripción de la chiquilla, y habían recibido un chivatazo sobre su llegada al Grand Line. El juego de la niña debía acabarse ya, no solo por su padre sino porque ese mar era realmente peligroso.
El barco llegó a mediodía, al puerto de Cactus Island. Sin más pistas, decidió empezar a buscar a la pelinegra. Con una foto en la mano, paraba a la gente por la calle, preguntándo si la habían visto. Algunas personas solo negaban con la cabeza, y otras le ignoraban. Las peores eran las que le miraban con mala cara, como si no hubieran visto un mink en sus vidas. De no haber estado de servicio Roland les habría dado un escarmiento.
Tendrá que comer y dormir en algún lado pensaba mientras andaba por las calles de la isla. Se le ocurrió empezar a buscar por hostales y tabernas. Era un cliché, sí, pero estos solían darse más veces de las que uno creía, y el mink se aprovechaba de ello. En caso de no encontrarla seguiría buscando. La isla no era muy grande y tampoco excesivamente turística, en su mayoría estaba habitada por cazadores. Antes o después se encontraría a la chica, y cuando eso ocurriera cumpliría con su misión.
Brianna Byrne
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Habían atracado aquella misma mañana en la isla. Ivan había decidido que sería una parada propicia para ambos. Después de todo, él necesitaba ir de cacería y ella tendría que comprar provisiones para el resto del viaje. No les quedaba demasiado hacia Arabasta, aún así, en el barco ella solía llevar provisiones para uno solo, por lo que había estirado la comida tanto como había podido hasta que se vieron obligados a parar. Una vez que atracaron en el puerto, se dispusieron a separarse. Se despidió de Ivan y quedaron a una hora concreta en reunirse en el barco. Más que nada, era por asegurarse de que la joven no sufría ningún tipo de altercado, después de todo, Brianna estaba siendo perseguida y no tenía la capacidad de luchar como la que pudiera tener el vampiro.
Por su parte, al salir del barco tuvo claro donde tenía que ir primero. Fue comprando alguna cosa que otra según iba encontrando las tiendas necesarias. Carne, pescado, verduras, después se encargaría de guardarlo todo en la despensa. Su barco no era demasiado grande, pero lo suficiente para ella y ahora para su invitado improvisado. La verdad es que viajar en compañía era agradable, no se sentía sola y sabiendo las habilidades que poseía el albino, se sentía algo más segura sabiendo que él la protegería. Al menos durante el viaje a Arabasta, después no tenía claro donde terminaría.
Nuevamente entro en una tienda y se dispuso a tomar algunas de las mercancías que ofrecían. Se acerco hasta la caja donde una señora algo reconcha y de voz amable le atendió y le cobro lo que había cogido. Una vez tuvo sus compras listas salió de la tienda dispuesta a marcharse al barco nuevamente. No solía pasar por tabernas o por hostales, sabía que eran lugares donde normalmente buscarían a alguien y por ese motivo las evitaba a no ser que realmente tuviera una necesidad de ir. No es que no parase en alguna de vez en cuando, pero tras el susto vivido en Hallstat se negaba a que la volvieran a divisar tan pronto. No sabía si los hombres de su padre estarían en un lugar tan alejado de su hogar, pero por si acaso era mejor tener todos los sentidos alerta.
Era mejor ser prudente y tomar todas las precauciones. Sin embargo, era difícil esconderse, Brianna destacaba por su cabello y sus ojos, realmente empezaba a pensar en comprar algunas ropas que le ocultaran. No obstante, eso podría resultar incluso más sospechoso, por eso aún no lo había echo. Un leve suspiro escapo de sus labios mientras caminaba por las calles hacía el puerto. Las bolsas pesaban y no tenía muchas ganas de seguir caminando mientras iba cargada. Tal vez después, si le quedaba un poco de tiempo antes de que Ivan volviera, podría ir a dar un paseo para admirar la isla con algo mas de detenimiento.
Por su parte, al salir del barco tuvo claro donde tenía que ir primero. Fue comprando alguna cosa que otra según iba encontrando las tiendas necesarias. Carne, pescado, verduras, después se encargaría de guardarlo todo en la despensa. Su barco no era demasiado grande, pero lo suficiente para ella y ahora para su invitado improvisado. La verdad es que viajar en compañía era agradable, no se sentía sola y sabiendo las habilidades que poseía el albino, se sentía algo más segura sabiendo que él la protegería. Al menos durante el viaje a Arabasta, después no tenía claro donde terminaría.
Nuevamente entro en una tienda y se dispuso a tomar algunas de las mercancías que ofrecían. Se acerco hasta la caja donde una señora algo reconcha y de voz amable le atendió y le cobro lo que había cogido. Una vez tuvo sus compras listas salió de la tienda dispuesta a marcharse al barco nuevamente. No solía pasar por tabernas o por hostales, sabía que eran lugares donde normalmente buscarían a alguien y por ese motivo las evitaba a no ser que realmente tuviera una necesidad de ir. No es que no parase en alguna de vez en cuando, pero tras el susto vivido en Hallstat se negaba a que la volvieran a divisar tan pronto. No sabía si los hombres de su padre estarían en un lugar tan alejado de su hogar, pero por si acaso era mejor tener todos los sentidos alerta.
Era mejor ser prudente y tomar todas las precauciones. Sin embargo, era difícil esconderse, Brianna destacaba por su cabello y sus ojos, realmente empezaba a pensar en comprar algunas ropas que le ocultaran. No obstante, eso podría resultar incluso más sospechoso, por eso aún no lo había echo. Un leve suspiro escapo de sus labios mientras caminaba por las calles hacía el puerto. Las bolsas pesaban y no tenía muchas ganas de seguir caminando mientras iba cargada. Tal vez después, si le quedaba un poco de tiempo antes de que Ivan volviera, podría ir a dar un paseo para admirar la isla con algo mas de detenimiento.
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Habían pasado varias horas, visitando prácticamente todos los locales, tabernas y hoteles de isla, que tampoco eran muchos. En ninguno de ellos habían visto a ninguna chica morena y de clase alta. Por supuesto, no en todos lados había obtenido la información con facilidad. Algunos taberneros, más duros de molleja, querían dinero o favores a cambio. La poca paciencia del mink había tomado el control de la situación, usando y abusando de su posición como agente de la ley. Roland estaba convencido de que la próxima vez que les preguntase algo se lo pensarían dos veces antes de exigirle compensaciones.
Si bien no había encontrado a la muchacha, había descartado una gran cantidad de sitios. Sólo sería cuestión de tiempo encontrarla. La chica podría esconderse en cualquier parte, pero en algún momento necesitaría alimentarse. O no. Tal vez tuviera ingentes cantidades de latas de conserva. Lo cierto era que, aunque al mink no le gustase admitirlo, mandar a un solo hombre a buscar a una una muchacha en una maldita isla no era lo más inteligente. Si no fuera por mantener las apariencias, hubiera aparecido con su escuadrón y habría barrido la ciudad rápidamente, pero jugaba con el tiempo en contra. No sabía cuánto duraría la chica en esa isla, y si no se había alojado en ningún sitio, podía estar incluso de paso. Tenía que conseguir tiempo.
Sin perder más tiempo, se dirigió al puerto marítimo. Allí estaban anclados todos los barcos es de la isla, es decir, todas las formas de salir de la isla. Lo que tocaba a continuación era fácil: impedir que zarpase ningún barco hasta que diese con la chica.
Si bien no había encontrado a la muchacha, había descartado una gran cantidad de sitios. Sólo sería cuestión de tiempo encontrarla. La chica podría esconderse en cualquier parte, pero en algún momento necesitaría alimentarse. O no. Tal vez tuviera ingentes cantidades de latas de conserva. Lo cierto era que, aunque al mink no le gustase admitirlo, mandar a un solo hombre a buscar a una una muchacha en una maldita isla no era lo más inteligente. Si no fuera por mantener las apariencias, hubiera aparecido con su escuadrón y habría barrido la ciudad rápidamente, pero jugaba con el tiempo en contra. No sabía cuánto duraría la chica en esa isla, y si no se había alojado en ningún sitio, podía estar incluso de paso. Tenía que conseguir tiempo.
Sin perder más tiempo, se dirigió al puerto marítimo. Allí estaban anclados todos los barcos es de la isla, es decir, todas las formas de salir de la isla. Lo que tocaba a continuación era fácil: impedir que zarpase ningún barco hasta que diese con la chica.
Brianna Byrne
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Estaba un poco cansada, pero quería salir, no le apetecía estar encerrada en el barco hasta que volviera Ivan. Ya que había terminado con las compras podía darse el lujo de dar una vuelta y detenerse a ver el paisaje que pudiera ofrecerle la ciudad. Salió del barco y se dispuso a caminar tranquilamente hacia el centro de la ciudad, después de todo es donde había visto más movimiento. Disfrutaba contemplando el comportamiento humano y el de otras especies y no había lugar mejor para eso que una ciudad, una ilsa. Un lugar diferente al que estas acostumbrado a contemplar. Brianna había podido ver el comportamiento de mucha gente a lo largo de su vida.
Después de todo el ser el centro de atención en fiestas y eventos le había permitido observar la decadencia humana en todos sus aspectos. Los deseos mas bajos, los instintos mas sucios, por ese motivo, ahora buscaba otro tipo de comportamiento. El de una madre queriendo a su hijo, el de un niño que corre y juega sin mayores temores que el de caerse y hacerse una herida. El de una persona amable que ayuda a una persona mayor, buscaba la bondad humana. De alguna manera, quería ver el lado bueno del mundo, aunque cada vez le era mas complicado hacerlo. Un leve suspiro salio de sus labios mientras sus pasos tranquilos y sosegados la llevaban hasta el lugar deseado.
Compró una manzana para ir dándole mordiscos según caminaba. Pero por alguna razón tenía un mal presentimiento, no le estaba gustando. Fue entonces que decidió ponerse a buscar a Ivan, tal vez lo pudiera encontrar por la isla y así se sentiría un poco más tranquila sabiendo que estaba en su compañía. En algún momento tenía que pedirle que la entrenase un poco. Tal vez para poder huir si la capturaban, no podía estar pegada al vampiro veinticuatro horas los siete días de la semana. Y aunque estaba casi segura de que si la atrapaban Ivan iría a buscarla, tampoco quería depender siempre de él y de su protección.
Después de todo el ser el centro de atención en fiestas y eventos le había permitido observar la decadencia humana en todos sus aspectos. Los deseos mas bajos, los instintos mas sucios, por ese motivo, ahora buscaba otro tipo de comportamiento. El de una madre queriendo a su hijo, el de un niño que corre y juega sin mayores temores que el de caerse y hacerse una herida. El de una persona amable que ayuda a una persona mayor, buscaba la bondad humana. De alguna manera, quería ver el lado bueno del mundo, aunque cada vez le era mas complicado hacerlo. Un leve suspiro salio de sus labios mientras sus pasos tranquilos y sosegados la llevaban hasta el lugar deseado.
Compró una manzana para ir dándole mordiscos según caminaba. Pero por alguna razón tenía un mal presentimiento, no le estaba gustando. Fue entonces que decidió ponerse a buscar a Ivan, tal vez lo pudiera encontrar por la isla y así se sentiría un poco más tranquila sabiendo que estaba en su compañía. En algún momento tenía que pedirle que la entrenase un poco. Tal vez para poder huir si la capturaban, no podía estar pegada al vampiro veinticuatro horas los siete días de la semana. Y aunque estaba casi segura de que si la atrapaban Ivan iría a buscarla, tampoco quería depender siempre de él y de su protección.
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- Señor, no sea imbécil y escuche lo que le digo. Debe cesar toda actividad en el puerto de inmediato - exigía el mink al encargo del muelle -. Son órdenes de arriba.
- ¿Cómo que órdenes de arriba? No cerraría el puerto ni aunque estuviésemos bajo ataque pirata, y mucho menos porque un rarito con problemas de hipertricosis y orejas de misifú me lo pida.
El hombre había hecho que Roland perdiera la paciencia. No podía contenerlo más, las ansias de golpear a ese malnacido eran mayores que cualquier otra cosa en ese momento. Por su cabeza cruzaron varios pensamientos; debía ser cauteloso, no llamar la atención, la amabilidad abría más puertas que la agresividad. Pero al final lo que le detuvo de romperle la nariz al pobre hombre fue un peculiar sonido que ya había escuchado en repetidas ocasiones.
- Pere-pere-pere-pere. Pere-pere-pere-pere.
Roland detuvo su puñetazo a escasos centímetros de la cara del encargado, quien al darse cuenta de lo que estaba pasando respiró de alivio. El mink procedió a sacar el Den Den Mushi del bolsillo y a contestar.
- Aquí Roland Oppenheimer. No, señor, aún no la he encontrado. Sí, señor, hago todo lo que puedo - parecía que quien le había llamado no estaba feliz con su trabajo -. Porque el estúpido encargado del barco no quiere bloquear temporalmente las salidas del puerto. Sí, claro, se lo paso.
El agente le tendió el Den Den Mushi al hombre enfrente suyo, quien lo cogió con cierto recelo. Roland nunca supo qué le habían dicho, pero cuando le devolvió el comunicador su cara estaba completamente pálida. Acto seguido, sin mediar palabra, dio la orden de cerrar el puerto hasta que el señor Oppenheimer hubiera terminado su trabajo.
Una vez cumplida esa parte del plan, quedaba la más fácil pero más laboriosa. Registrar cada palmo de la isla hasta que encontrar a la mocosa, por lo que ya que estaba por el muelle, empezaría por esa zona, intentando buscar con la mirada a cualquier persona que resultase sospechosa o coincidiera con la descripción. No podía ser tan difícil, ¿no?
- ¿Cómo que órdenes de arriba? No cerraría el puerto ni aunque estuviésemos bajo ataque pirata, y mucho menos porque un rarito con problemas de hipertricosis y orejas de misifú me lo pida.
El hombre había hecho que Roland perdiera la paciencia. No podía contenerlo más, las ansias de golpear a ese malnacido eran mayores que cualquier otra cosa en ese momento. Por su cabeza cruzaron varios pensamientos; debía ser cauteloso, no llamar la atención, la amabilidad abría más puertas que la agresividad. Pero al final lo que le detuvo de romperle la nariz al pobre hombre fue un peculiar sonido que ya había escuchado en repetidas ocasiones.
- Pere-pere-pere-pere. Pere-pere-pere-pere.
Roland detuvo su puñetazo a escasos centímetros de la cara del encargado, quien al darse cuenta de lo que estaba pasando respiró de alivio. El mink procedió a sacar el Den Den Mushi del bolsillo y a contestar.
- Aquí Roland Oppenheimer. No, señor, aún no la he encontrado. Sí, señor, hago todo lo que puedo - parecía que quien le había llamado no estaba feliz con su trabajo -. Porque el estúpido encargado del barco no quiere bloquear temporalmente las salidas del puerto. Sí, claro, se lo paso.
El agente le tendió el Den Den Mushi al hombre enfrente suyo, quien lo cogió con cierto recelo. Roland nunca supo qué le habían dicho, pero cuando le devolvió el comunicador su cara estaba completamente pálida. Acto seguido, sin mediar palabra, dio la orden de cerrar el puerto hasta que el señor Oppenheimer hubiera terminado su trabajo.
Una vez cumplida esa parte del plan, quedaba la más fácil pero más laboriosa. Registrar cada palmo de la isla hasta que encontrar a la mocosa, por lo que ya que estaba por el muelle, empezaría por esa zona, intentando buscar con la mirada a cualquier persona que resultase sospechosa o coincidiera con la descripción. No podía ser tan difícil, ¿no?
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La manzana estaba bastante rica, había conseguido comprar una dulce y jugosa y estaba disfrutando bastante. No obstante ese presentimiento no desaparecía y no le gustaba en absoluto como se estaba sintiendo en aquel momento. Quería marcharse de esa isla cuanto antes y no podía irse por que no sabía donde estaba Ivan y no podía dejarlo allí tirado. Suspiro incomoda, se notaba que no sabía que hacer en aquel momento, sus pasos eran algo acelerados mientras sus ojos se movían rápido en busca de aquel vampiro que a saber donde se había metido.
Suspiro un poco asustada pero buscaba sentirse algo más tranquila. No quería parecer sospechosa y por el momento lo estaba consiguiendo — donde te habrás metido Ivan... — realmente estaba empezando a preocuparse, pero le encontraría tarde o temprano. Esperaba que fuera más pronto que tarde teniendo en cuenta el presentimiento que tenía encima, pero en esta vida todo era posible y cruzaba los dedos por encontrarle antes de que alguien la encontrase a ella.
Suspiro un poco asustada pero buscaba sentirse algo más tranquila. No quería parecer sospechosa y por el momento lo estaba consiguiendo — donde te habrás metido Ivan... — realmente estaba empezando a preocuparse, pero le encontraría tarde o temprano. Esperaba que fuera más pronto que tarde teniendo en cuenta el presentimiento que tenía encima, pero en esta vida todo era posible y cruzaba los dedos por encontrarle antes de que alguien la encontrase a ella.
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¿Donde estará la niña pija de los cojones pensó el mink mientras examinaba el muelle metódicamente.
Ya había revisado tabernas y posadas, en los cuáles estaba convencido de que no se encontraba. A partir de ahí, quedaban pocos sitios donde pudiera ocultarse. A no ser que alguien la estuviera ocultando. ¿Era eso posible? Tal vez, no lo iba a descartar. Entraría en cada casa una por una de ser necesario, derribando puertas si hiciera falta, para encontrar a la muchacha y cumplir la misión. Esta era la clase de misiones que más odiaba Roland. Él estaba hecho para abrirse paso a través de un montón de matones y acabar con su organización a base de hierro, no para buscar a pequeñas rebeldes que quieren vivir una aventura mientras se abren de patas para algún mozalbete avispado. Porque seguro que había algún amorío estúpido por el que la muchacha perdía la cabeza. Era uno de los casos más comunes.
Maldiciendo su destino, cosa que ya se hacía habitual en el agente, continuó la búsqueda. El muelle estaba muy transitado, y Roland apartaba a empujones a la gente para poder caminar, mientras estos le miraban con extrañeza, como si nunca hubieron visto un mink. Vale, probablemente nunca lo hubieran visto, pero no por eso debían poner mala cara. Que asco le daban a Roland, si no hubiera estado tan ocupado le habría soltado un par de cosas.
Sin embargo, una persona llamó su atención. Pelo oscuro, azabache, y ojos violetas profundos pensaba el agente mientras contemplaba a una mujer que se había topado mientras investigaba. No puede ser, es mayor de lo que tenía entendido, ¿pero y si...? Caminó hasta la mujer a la cual no pensaba perder de vista. Era la única persona que coincidiera con la descripción que se había encontrado, y si bien podía ser una casualidad, no iba a dejar pasar el momento. Tal vez no fuera ella sino que estuviera relacionada, quien sabía, solo había una forma de comprobarlo.
- Eh, tú - le gritó cuando se acercaba, con tono intimidante -. ¿Eres Brianna Byrne?
No sabía qué le respondería la mujer, pero más valía que no le mintiera, o si no, tendrían un problema.
Ya había revisado tabernas y posadas, en los cuáles estaba convencido de que no se encontraba. A partir de ahí, quedaban pocos sitios donde pudiera ocultarse. A no ser que alguien la estuviera ocultando. ¿Era eso posible? Tal vez, no lo iba a descartar. Entraría en cada casa una por una de ser necesario, derribando puertas si hiciera falta, para encontrar a la muchacha y cumplir la misión. Esta era la clase de misiones que más odiaba Roland. Él estaba hecho para abrirse paso a través de un montón de matones y acabar con su organización a base de hierro, no para buscar a pequeñas rebeldes que quieren vivir una aventura mientras se abren de patas para algún mozalbete avispado. Porque seguro que había algún amorío estúpido por el que la muchacha perdía la cabeza. Era uno de los casos más comunes.
Maldiciendo su destino, cosa que ya se hacía habitual en el agente, continuó la búsqueda. El muelle estaba muy transitado, y Roland apartaba a empujones a la gente para poder caminar, mientras estos le miraban con extrañeza, como si nunca hubieron visto un mink. Vale, probablemente nunca lo hubieran visto, pero no por eso debían poner mala cara. Que asco le daban a Roland, si no hubiera estado tan ocupado le habría soltado un par de cosas.
Sin embargo, una persona llamó su atención. Pelo oscuro, azabache, y ojos violetas profundos pensaba el agente mientras contemplaba a una mujer que se había topado mientras investigaba. No puede ser, es mayor de lo que tenía entendido, ¿pero y si...? Caminó hasta la mujer a la cual no pensaba perder de vista. Era la única persona que coincidiera con la descripción que se había encontrado, y si bien podía ser una casualidad, no iba a dejar pasar el momento. Tal vez no fuera ella sino que estuviera relacionada, quien sabía, solo había una forma de comprobarlo.
- Eh, tú - le gritó cuando se acercaba, con tono intimidante -. ¿Eres Brianna Byrne?
No sabía qué le respondería la mujer, pero más valía que no le mintiera, o si no, tendrían un problema.
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Empezaba a ponerse realmente nerviosa. No le era grata la idea de que alguien pudiera encontrarla en una isla desconocida para ella. Además, esa sensación que sentía en su cuerpo no le gustaba. Algo le decía que no estaba del todo a salvo y que las cosas podrían ponerse un poco complicadas. Sus pasos ligeros y rápidos se movían entre la gente mientras buscaba al vampiro perdido. Desde luego tendría que comprarle un busca, eso o conseguir un Den Den para llamarle cuando estuvieran en aquel tipo de situaciones. Un suspiro leve escapo de los labios de la doctora mientras continuaba caminando.
Sin embargo, algo la hizo detenerse. La voz de un hombre que sonaba bastante intimidante y que de repente le preguntaba si ella era Brianna Byrne. Por un momento no supo que contestar, pero como no quería sonar sospechosa sonrió levemente — ¿disculpe? — por un momento se haría la que no había escuchado bien. Después de todo no tenía por que ser quien él quería o quien él buscaba, por el momento simplemente usaría esa excusa para pensar un poco en lo que le diría si volvía a preguntarle lo mismo. Aquel tipo no le sonaba de nada, no recordaba haberle visto en la banda de piratas.
Entonces ¿podría ser un hombre de su padre? aunque generalmente su padre le tenía cierta animadversión a los Minks. Aunque pensandolo bien ese hombre era capaz de cualquier cosa con tal de atraparla. — Si me perdona, tengo un poco de prisa en este momento, estoy buscando a mi acompañante y no consigo dar con él — hablaba con total tranquilidad y naturalidad y no le estaba mintiendo. Realmente tenía prisa y estaba buscando a su compañero, por lo tanto, sus palabras no debían de levantar sospecha alguna. Brianna buscaba la mejor forma de librarse de aquel tipo cuanto antes y de la mejor forma posible, quería irse y aunque no sabía bien como, conseguiría hacerlo de una forma u otra.
Sin embargo, algo la hizo detenerse. La voz de un hombre que sonaba bastante intimidante y que de repente le preguntaba si ella era Brianna Byrne. Por un momento no supo que contestar, pero como no quería sonar sospechosa sonrió levemente — ¿disculpe? — por un momento se haría la que no había escuchado bien. Después de todo no tenía por que ser quien él quería o quien él buscaba, por el momento simplemente usaría esa excusa para pensar un poco en lo que le diría si volvía a preguntarle lo mismo. Aquel tipo no le sonaba de nada, no recordaba haberle visto en la banda de piratas.
Entonces ¿podría ser un hombre de su padre? aunque generalmente su padre le tenía cierta animadversión a los Minks. Aunque pensandolo bien ese hombre era capaz de cualquier cosa con tal de atraparla. — Si me perdona, tengo un poco de prisa en este momento, estoy buscando a mi acompañante y no consigo dar con él — hablaba con total tranquilidad y naturalidad y no le estaba mintiendo. Realmente tenía prisa y estaba buscando a su compañero, por lo tanto, sus palabras no debían de levantar sospecha alguna. Brianna buscaba la mejor forma de librarse de aquel tipo cuanto antes y de la mejor forma posible, quería irse y aunque no sabía bien como, conseguiría hacerlo de una forma u otra.
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La mujer al principio pareció no oír al mink. Esto le molestó, ya que lo había preguntado de forma clara y concisa. Respiró hondo y repitió la pregunta.
- ¿Eres tú Brianna Byrne? - dijo resoplando al final, con gesto molesto.
A Roland le molestaba la gente que no entendía a la primera. Aunque al molestarle también muchas otras cosas, lo dejó pasar, esperando la respuesta. Sin embargo, cuando esta llegó, no fue complaciente. La mujer decía que tenía prisa, que estaba buscando a alguien. Lo que ella no sabía es que esto al agente le daba igual y, que al no responder apropiadamente su pregunta, le estaba irritando. Pero, manteniendo toda la paciencia que podía, repitió de nuevo, esperando obtener algo más relevante o, por lo menos, relacionado con lo que preguntaba.
- Señorita - dijo forzando una sonrisa más bien tétrica -. No me has respondido, te he preguntado que sí tu eres Brianna Byrne. O si al menos estás relacionada. Contesta - dijo esto de un modo imperativo.
- ¿Eres tú Brianna Byrne? - dijo resoplando al final, con gesto molesto.
A Roland le molestaba la gente que no entendía a la primera. Aunque al molestarle también muchas otras cosas, lo dejó pasar, esperando la respuesta. Sin embargo, cuando esta llegó, no fue complaciente. La mujer decía que tenía prisa, que estaba buscando a alguien. Lo que ella no sabía es que esto al agente le daba igual y, que al no responder apropiadamente su pregunta, le estaba irritando. Pero, manteniendo toda la paciencia que podía, repitió de nuevo, esperando obtener algo más relevante o, por lo menos, relacionado con lo que preguntaba.
- Señorita - dijo forzando una sonrisa más bien tétrica -. No me has respondido, te he preguntado que sí tu eres Brianna Byrne. O si al menos estás relacionada. Contesta - dijo esto de un modo imperativo.
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Frunció un poco el ceño ante la insistencia de aquel hombre. Cada vez le sonaba más extraño y le gustaba menos. Suspiro y pensó en que podría decirle — ¿no cree que esta siendo usted un poco mal educado? ni siquiera se a presentado y esta preguntando de forma bastante insistente sobre alguien — cada vez su cabeza funcionaba aún más rápido. Buscaba la forma de escapar de aquella situación tan incomoda o de al menos averiguar quien era aquel tipo que tenía frente a ella. No le sonaba de nada y eso era un problema, no parecía un pirata pero tampoco estaba segura.
— No estoy segura de que me suene ese nombre, estoy de paso en esta isla la verdad — claro que le sonaba aquel dichoso nombre, era el suyo, pero no podía afirmar nada sin estar segura de quien era aquel hombre. Aunque se estaba poniendo nerviosa por momentos lo disimulaba como podía. Cuanto antes se librase de aquel hombre antes podría estar a salvo. Realmente necesitaba alejarse de él — si no va a decirme el motivo por el que la busca o quien es usted, creo que no tengo obligación alguna de ayudarle con su búsqueda, si me disculpa — tras decir aquellas palabras intentaría librarse de él.
Se daría la vuelta y buscaría la forma de alejarse de él más rápida y eficiente, intentaría escapar entre la gente y buscar un lugar desde el cual salir corriendo si que la viera. Si podía lograr eso buscaría la forma de huir, de alejarse de todos y así después podría usar su poder para esconderse en alguna de sus puertas hasta que pudiera estar a salvo. Maldita sea, ¿es que nunca iban a cansarse de buscarla? realmente podían ser pesados e insistentes y no tenía ganas de enfrentarse a alguien que podría ser complicado. Debía encontrar la forma de dar con Ivan y decirle que tenían que largarse pero ya.
— No estoy segura de que me suene ese nombre, estoy de paso en esta isla la verdad — claro que le sonaba aquel dichoso nombre, era el suyo, pero no podía afirmar nada sin estar segura de quien era aquel hombre. Aunque se estaba poniendo nerviosa por momentos lo disimulaba como podía. Cuanto antes se librase de aquel hombre antes podría estar a salvo. Realmente necesitaba alejarse de él — si no va a decirme el motivo por el que la busca o quien es usted, creo que no tengo obligación alguna de ayudarle con su búsqueda, si me disculpa — tras decir aquellas palabras intentaría librarse de él.
Se daría la vuelta y buscaría la forma de alejarse de él más rápida y eficiente, intentaría escapar entre la gente y buscar un lugar desde el cual salir corriendo si que la viera. Si podía lograr eso buscaría la forma de huir, de alejarse de todos y así después podría usar su poder para esconderse en alguna de sus puertas hasta que pudiera estar a salvo. Maldita sea, ¿es que nunca iban a cansarse de buscarla? realmente podían ser pesados e insistentes y no tenía ganas de enfrentarse a alguien que podría ser complicado. Debía encontrar la forma de dar con Ivan y decirle que tenían que largarse pero ya.
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