Otro entrenamiento no por dios...[Priv. Silvia e Inferno]

Ya habían pasado un par de días desde que la pelea de entrenamiento que había tenido con Reigi y Samuel. El moreno se había quedado en la enfermería, no tenia nada grave, solo golpes y magulladuras. El pobre había sufrido contra nosotros, pero según dijo la enfermera al día siguiente estaría como nuevo, lo que me alegro bastante. Yo en cambio solo tenia un par de moratones en el costado, nada serio. Aquel día por la noche me costo dormir un poco, pero con un buen polvo no tuve problema. Después de aquello me dedique a descansar el cuerpo, bueno miento me dediqué a no entrenar. Descansar lo que se dice descansar no fue lo que hice, conocía a un par de compañeros que me apañaron unos buenos ratos.

Era por la mañana, salí de mi habitación y me dirigí al comedor como todas las mañanas. El nutritivo desayuno pero sin sabor me esperaba allí, estaba claro que era mejor que nada. Pero seguía sin cogerle sabor a esa mierda y como era fin de mes no tenia dinero para ir a desayunar en condiciones. Aunque el sueldo de cadete no daba para mucho, podía comer decentemente por mas de medio mes. Pero a finales siempre me pasaba lo mismo. Tenia que aprender a ahorrar, sino llegaría a acabar mal algún día. Cogí mi bandeja con gachas nutritivas, me fui a una mesa que estaba vacía y me dispuse a desayunar. Cuando al fondo del comedor divisé a Samuel, le hice un gesto con la mano para indicarle que estaba allí y que se sentara conmigo para desayunar.

Me desperté con una luz deslumbrante delante. No sabía donde estaba, ni que hacía allí, pero en unos segundos se me pasó la ceguera y lo vi todo claro. Estaba en la enfermería, junto con una enfermera a mi lado y una cama bastante mas blanda que la de mi habitación. Me contó que llevaba caso 2 días KO y que ya debería de estar recuperado como para volver a entrenar. Yo me encontraba bien, así que me dispuse a ir al comedor a reponer fuerzas después de estar dos días sin comer.
Lo bueno de ser ahorrador es que como bastante bien todos los días, sin preocuparme de no llegar a fin de mes. Pero bueno, cuando llené mi bandeja de comida fui buscando una mesa en la que sentarme para comer, y buscando vi a Silvia haciéndome gestos para que fuera a comer con ella... Al principio aparté la mirada... ¡Que vergüenza! Es la chica que me tumbó en el entrenamiento, así que sabía que era fuerte, y me dio mucha vergüenza que me llamase, sobre todo porque noté como algunos hombres me lanzaban miradas de odio y envidia...
Con miedo, me fui acercando con mi bandeja hacia la mesa de Silvia, cuando de repente alguien me puso la zancadilla y caí llenándome entero de la ensalada que pedí en mostrador... Cuando caí, alguien dijo gritando- ¡¿Que cojones haces acercandote a mi chica, novato?! No se quien te crees, pero deberías sentarte con la gente con la que te mereces estar, o sea, en esa mesa vacía de allí-, después miró a sus compañeros y se rieron todos juntos mientras todos los demás soldados se quedaban mirando sin decir nada. -Vamos, nena, ¿De verdad quieres estar con este enclenque? Vente con nosotros, te lo pasarás mejor que con pringados como ese...- No podía responder, el cuerpo se me paralizó de forma que no podía ni hablar, y empecé a temblar muchísimo, con tanta vergüenza que no podía ni mirar a Silvia a la cara.

-No me cuentes historias Marc, no soy ni tu chica ni la de nadie, deja al chico en paz. Ademas seguro que esta chaval lo hace mejor que tu en la cama. No tienes suficiente con tu micro pene para mi- le dije riéndome de él. Aquel enorme se quedó callado mientras sus amigotes se reían de él. Se puso rojo como un tomate, mientras me miraba con rabia. Se lanzó hacia mí lanzándome un puñetazo con toda su fuerza y peso. Yo me encendía un puro mientras el puño de aquel enorme hombre me atravesaba, convirtiéndose en humo la parte que intentaba golpear. -Sigue intentándolo mono- le dije insultándolo, mientras alzaba la pierna y le atinaba una fuerte patada en la cabeza dejándolo inconsciente en el suelo.

-¿Alguno mas quiere intentarlo?- pregunté a los graciosos que se reían de Inferno. Ninguno de los presente dijo nada, y se apartaron de nosotros.

Ayudé a levantarse al moreno, y en cuanto estuvo de pie me agarré a su brazo cual mujer en celo. -Te dejo invitarme a desayunar- le dije mientras le guiñaba un ojo al chaval. Lo saqué del comedor intentando salir de allí lo mas pronto posible antes de que llegara algún superior que pudiera echarnos la bronca.

Levanté la mirad y vi como Silvia humillaba a esos matones con sus puyas y como le metió una patada al abusón que le hundió contra las tablas del suelo. Me sentí protegido en ese momento, y extremadamente débil... No sabía como enfocar esa rabia, que te hagan eso y se rían de ti no es algo nada agradable, y me hace acordarme de mi pasado... Y no quiero hacerlo...
Después, Silvia me ayudó a levantarme y me cogió del brazo, llevándome fuera del comedor para evitar problemas. -Me llamo Samuel Berbés, siento no haberme presentado antes, Silvia... Gracias por ayudarme, nadie había hecho eso antes por mi, así que no se como agradecértelo...- Dije titubeando un poco, cabizbajo. Espero que no note que estaba a punto de llorar de la humillación...
Joder, ya estoy harto de que me traten así, ¿Que cojones les he hecho a esos capullos? No entiendo como puede existir gente así... Que se divierte viendo a los demás ser humillados y aplastados... Pero, ¿Porque sigo quedándome quieto? Puedo hacerles frente, he entrenado mucho, y yo podría haberle dado una paliza a ese capullo y a sus amigos. Bueno, voy a intentar sonreirle a Silvia o pensará que soy un llorica
-Oye, Silvia... Hoy toca entrenar resistencia, ¿Te vienes a entrenar... C-conmigo?- A ver si hay suerte y se viene...

-No te preocupes Samuel y aunque no te presentaras el otro día, nos dijeron tu nombre en la enfermería.- le dije mientras le daba una pequeña caricia, -si luego me invitas a comer, estaremos en paz. Y si, vamos a entrenar, aunque primero necesito hacer algo y tu te vienes conmigo- le sonreí. Lo agarre fuertemente y me lo lleve conmigo.

Nos dirigimos a una tienda, donde hacían ropa a medida. Entramos y hable con la dependienta, -Venia a por el uniforme que pedí que arreglaran- se metió rápidamente a la trastienda e indicándome que la acompañara. -Espera aquí, ahora vengo- le dije a Samuel. Seguí a la dependienta y a los poco minutos salí con un uniforme nuevo, mucho mas cómodo. Lo había arreglado para que no se rompiera con tanta facilidad como el anterior. Salimos de la tienda y nos dirigimos hacia el lugar de entrenamiento. Pasábamos por unos callejones estrechos cuando sin darme cuenta una sobra apareció detrás de nosotros. Esa sombra se lanzó hacia nosotros para atacarnos. Yo no me di cuenta de nada, continuaba andando sin enterarme.

La enfermera ya le dijo mi nombre, así que todo guay. Me gustaba mucho como me trataba, me recordaba mucho a mi hermano y mi madre, quien siempre regañaba a mi hermano por hacer travesuras. Espero que le esté yendo bien por el mar... Aún no he olvidado mi promesa, así que no pararé nunca hasta que lo consiga. Acompañé a Silvia dentro de la tienda y esperé a que se pusiera el uniforme para que pudiéramos irnos a entrenar, aunque no se veía que ella tuviera tanta prisa para ir... ¿No querrá entrenar?
Cuando salió, emm, digamos que se me cayó un poco la mandíbula... Quizá el otro uniforme enseñara mucho escote, pero este enseñaba directamente todo el torso, tapando los pechos y poco mas. Salimos de la tienda y vimos la hora, ¡Llegábamos tarde! Así que tomamos un atajo por unos callejones un tanto oscuros. Tenía una mala sensación, notaba algo... Y no es porque tuviera miedo eh... Bueno, un poco si... Pero notaba cosas moverse, un tanto raro de explicar. Seguimos andando, pero yo noté algo detrás, que me hizo recordar a la sensación que sentí cuando Silvia me dio aquel puñetazo, es como si lo viera aunque no lo viera con los ojos. Noté algo detrás, armado, siguiéndonos cada vez mas rápido... Silvia parecía no percatar nada.
Algo cambio en mi cabeza, un sentimiento, una voz apareció de repente alertándome de un peligro que estaba por llegar. No sabía muy cómo describirlo, algo me decía en mi cabeza que alguien detrás de mí estaba por atacarnos. Me decía la dirección y con que iba a atacarme, era una sensación extraña. Me giré y pude ver lo que la voz de mi cabeza me decía. Instintivamente cambié la dirección del cuchillo que se dirigía a mi amiga con mi mano izquierda y a la par le propiné tal puñetazo con la derecha que le partí la mandíbula en mil pedazos. Vi como Silvia se quedó parada, no se esperaba nada de lo que pasó, y sinceramente, yo tampoco. Se quedó inconsciente, así que lo llevamos al cuartel para que lo detuvieran. Al parecer, había un cartel suyo cerca, era un asesino que mató a mas de diez civiles, con una recompensa de 5.000.000 berries, Reggie Thompson.
Lo llevamos directamente al cuartel para que lo encarcelaran ahí, y pude notar una admiración tremenda y una sonrisa preciosa por parte de Silvia, aunque no podía decir lo mismo de aquel oficial que cogió al preso, ya que le traería sin cuidado... Pero nos felicitó un capitán que vio como lo entregabamos y nos dijo -Muy bien, cadetes. Os recomendaré para una misión de fecha cercana, en Great Palm. Admiro vuestra labor, seguid así- Nos hizo un saludo a los dos y abandonó la escena con prisa.

Estaba realmente sorprendida ante aquella situación, no sabia como aquel hombre había aparecido y menos como Samuel había conseguido acabar con el. Me hallaba anonadada y un poco paralizada. El chico me había salvado, aunque estaba claro que atacar a marines a plena luz del día nunca era buena idea y menos en Marineford. -Joder, le has pegado fuerte- dije sorprendida mientras miraba al tipo inconsciente tirado en el suelo, -tendrá que comer con pajita durante un tiempo-.

Acompañé a Samuel a entregar a aquel malhechor, lo había hecho realmente bien y lo felicité en varias ocasiones, sacando a relucir mi mejor sonrisa. Si no fuera tan joven después de aquello me lo habría llevado a mi habitación a darle una buena recompensa. Pero dado el caso no podía ser. Recibimos una buena felicitación cuando lo dejamos en el cuartel, lo que me alegro bastante, aun sin haber llegado a hacer nada.

-Bueno creo que va siendo hora de un buen entrenamiento- le dije al joven, lo volví a agarrar del brazo y cogimos rumbo de nuevo a la zona de entrenamiento. Según recordaba me había dicho que quería entrenar resistencia así que nos fuimos a ello.

Me pareció bien ir a entrenar en ese momento, aunque llegáramos un poco tarde. Entramos a la sala de entrenamiento y vimos a los amigos del abusón dejar caer su mandíbula cuando vieron a Silvia llevar ese uniforme prácticamente de lencería, y seguido empezaron a insultarme a mi en bajito por que me cogía del brazo para entrar. ¿Sabes que? Estoy harto de que esos matones me insulten y se metan conmigo... -O-oye, Silvia. Quiero hablar con esos matones para dejarles unas cosas... C-claras. ¿M-me acompañas?- Le dije a Silvia. Me acompañara o no, me acerqué a esos matones y les dije- N-no me gusta como le hablais a mi amiga... Y c-creo que deberíais disculparos hacia ella por... C-comportaros como unos, como unos... ¡C-capullos!-
Ya está, se lo he dicho, y ya estoy harto de huir y de sentir miedo, como piensen que me va a pasar lo mismo que en la cafetería... ¡Están muy equivocados!

Durante el camino a Samuel se le veía alegre e inspirado, con ganas de entrenar. Haber enfrentado a aquel maleante parecía que le había subido la moral al muchacho. Lo cual me alegraba bastante al verlo desanimado por el combate de entrenamiento que tuvimos y la pequeña pelea de esa mañana. Continuamos andando hasta el campo de entrenamiento, llegábamos tarde, pero siempre se ha dicho que lo bueno se hace esperar. Llegamos hasta el campo donde nos encontramos a los amigotes de Marc.

Estos se empezaron a burlar del joven Samuel por lo bajo, lo que enfureció a este. Me dijo que iba a dejar las cosas claras con aquellos hombre y que lo siguiera. No sabia muy bien cuales eran sus intenciones, pero quería saber de lo que era capaz, ahora que estaba lleno de energía y una actitud positiva desbordante. Lo seguí y vi como intentaba que se disculparan conmigo, lo cual me llenó de ternura *Que mono* pensé. Estaba siendo todo un caballero. Uno de ellos ante las palabras del moreno, puso una cara de desagrado y lanzando un puñetazo al joven dijo -Te sirve esto como disculpa- . Instintivamente lancé una patada, impactando esta en la cara de aquel inútil parando el impulso que tenia, antes de llegar a Samuel. Acto seguido los otros dos que había detrás se lanzaron a por mi, al verme pegarle a su compañero.

Les dije esas palabras a aquellos subnormales compañeros de Marc. Obviamente, no se lo tomaron nada bien, y vi como se enfadaban poco a poco... Y digamos que mis piernas volvieron a temblar, otra vez... Ya estoy harto de que me pasen estas cosas, realmente estaba mas enfadado que con miedo, pero seguía sintiendo nervios. Tengo que dejar de hacer eso, o de lo contrario, no lograré cumplir ni mi sueño ni mis promesas. El grandullón me miró a los ojos con una mirada sangrienta, y me grito: "¿¡Te sirve esto como disculpa!?" mientras me fue a soltar un puñetazo desde la derecha, sinceramente muy predecible. Estaba a punto de pararlo, pero mis brazos no me respondían y me quedé paralizado mientras el puño venía hacia mi. ¿Que me pasa? Hoy he dejado K.O. a alguien mas peligroso, no entiendo porque no me muevo. No puedo dejar de mirarle a los ojos a ese tio, ¿De verdad, me voy a quedar parado?
Esto me resulta muy familiar, es igual a ese día en el patio del colegio... Yo estaba saliendo del colegio, para irme a mi casa, como siempre... Y unos indeseables se pusieron delante mio... No quiero recordar la conversación, pero me quedé sin mis únicas monedas para comer ese día y sin mi cuaderno favorito. Me empezaron a pegar y no pararon, se reían... Me tumbaron y empezaron las patadas, miles de ellas, no pararon... No veía nada, tenía los ojos cerrados y solo sentía dolor, y oía las voces de esos desalmados reírse y hablar de lo que harán después con el dinero que ganó mi madre. En ese momento, escuché la voz de mi hermano y algunos gritos de los chavales. Abrí los ojos y vi a mi hermano mayor cogiendo al que me robó el dinero y el cuaderno por la camisa, mientras los demás huían. Le obligó a que se disculpara y me devolviera mis cosas, y se fue... Mi hermano siempre ha estado ahí, pero ya no está... Así que hay que espabilar... ¡YA!
Cuando dejé de recordar eso, vi como Silvia me salvó de ese puñetazo, soltándole una patada al tipo y dándole en toda la cara. Me había puesto en pose de batalla instintivamente, para parar ese puñetazo de una manera un tanto rara, pero fue involuntario. Después, vi como los otros dos se abalanzaron sobre Silvia, pero eso yo no lo iba a permitir, no esta vez... Me puse delante para recibir los dos puñetazos que iban hacia Silvia, y con mucha rabia les empecé a meter puñetazos de forma muy rápida, moviéndolos de mi camino, no hice caso a si estaban K.O. o no, y miré al grande a la cara... - ¿¡Quien cojones te crees que eres, crio de mierda!? Tu y tu amiguita de mierda vais a sufrir muchísimo, me encargaré de ello aquí y ahora...- Nos dijo a los dos mientras toda la sala miraba callada. - Se han reído de mi muchas veces, me han pegado y aplastado, dejado inconsciente, robado...- Dije, - ¿¡Y a mi eso que cojones me importa, FRACASADO!?- Me dijo ese cretino, a lo que yo le respondí - ¡PERO NADIE AMENAZA A MIS AMIGOS, PEDAZO DE MIERDAA!- Me puse el guante derecho rápido y sentí como la rabia subía hasta mi cabeza, y corrí... Corrí tan rápido que fuego salía de mis pies y llegué a él antes de que él pudiera reaccionar, incluso yo no me lo creí al momento. Cogí mi puño derecho y lo moví con todas mis fuerzas hacia su estómago, hundiéndolo del todo. Luego, salió volando hacia atrás, rompiendo la pared que tenía detrás en pedazos y atravesando también la pared de la habitación siguiente, rompiendo el escritorio de uno de los Marines de alto mando que estaba sentado haciendo papeleo. Caí medianamente bien, pero era una velocidad que no controlaba en absoluto, no me esperaba dar un puñetazo tan fuerte ni por asomo... Sinceramente me sentí genial porque había superado uno de mis miedos en cierta medida pero... ¡ESTABA EN UN BUEN LIO!

Técnicas usadas:

Samuel se puso delante de mi para recibir los golpes que aquel par de marines intentaban darme. Pude ver como uno de los tipos salia volando reventando una pared. El chico le había propinado tal paliza que lo había echo salir volando. No tenia ni idea de la fuerza que tenia ese chico hasta ese momento. En nuestra pelea me había golpeado, pero nunca tan fuerte como acababa de mostrar, no sabia si fue por la emoción del momento o es que ese niño evolucionaba y se hacia mas fuerte por momentos. Aquello me había dejado sorprendida, yo no podía ser menos, estaba claro, así que me lancé sobre el otro tío lanzando mi "Patada que te vuelve guapo", propinándole tal golpe en la cara que lo dejó mas guapo de lo que era. Miré al moreno y le dije -Nada mal chavalito, veo que vas mejorando-.

Pero la cosa por desgracia no acababa ahí aquellos dos rufianes se levantaron, aun mas cabreados que antes. Uno se lanzó de nuevo hacia Samuel mientras que el otro lo hacía contra mi. Me puse en modo defensivo, cuando sentí como un puñetazo atravesaba mi cuerpo convirtiéndolo en humo desde atrás. Eché una mirada atrás y pude ver que al que había propinado la primera patada, también se había levantado y había intentado golpearme por la espalda el muy canalla. Me agache mientras hacia un medio giro con el cuerpo y levantando la pierna derecha le golpee la cara, de forma lateral con el tacón.

Pude ver que Silvia estaba perfectamente... Eso era lo importante para mi en ese momento... No se quedó parada, tumbó a otro de esos tios de una patada muy potente que lo volvió... ¿Guapo? Era una técnica bastante extraña, o sea, estaba inconsciente y tal, pero, ¿No le estamos haciendo un favor? Bueno, las cosas éticas de lado ahora mismo, toca repartir mamporros. M-me ha felicitado Silvia... Que felicidad da... Ya hablaré con ella cuando esto acabe. Mientras tanto, tendré que ocuparme de el tio que viene hacia mi...
Pensé que me iba a dar un puñetazo como los demás, pero supuse mal, me pegó una patada en el costado que no me esperaba para nada, tengo que entrenar más esto de la observación y la defensa. Me dolió mucho, pero estaba enfadado, así que me puse el guante izquierdo que me faltaba y le metí un puñetazo en el costado, luego lo tiré al suelo de otro en la frente, y en ese momento perdí la cabeza... Le cogí de el uniforme y empecé a meterle un puñetazo tras otro, tras otro, tras otro... No paré hasta que vino el oficial de la oficina que se rompió y dijo - Suéltalo, cadete Samuel... Inmediatamente... Después acompáñeme, tengo que hablar con usted de... Este incidente...- Me tranquilicé, miré alrededor y vi que Silvia ya había acabado con los otros, y que estaba perfectamente. Me levanté, mirando alrededor y mirando la cara de asombro de los otros marines, no se acercaban... Se alejaban... No querían estar cerca de nosotros...
Fui a la localización del oficial y este dijo -No os preocupéis, volverá enseguida... Señorita Silvia, acompáñenos, si es tan amable...-.

Ante aquel oficial poco podíamos hacer. Hice caso como buen marine y me fui a reunir con el y con Samuel. Aunque no había sido culpa nuestra estábamos directamente implicado en ese incidente. No podía creerlo me iba a comer una bronca por culpa de aquellas ratas. Pero estaba claro que nos habíamos excedido en el uso de nuestra fuerza. Le eché una mirada al chico que decía que tocaba apechugar con lo que habíamos echo, aunque no fuera realmente nuestra culpa. El oficial, nos llevó a otro despacho ya que el suyo había quedado destrozado por la pelea. Entramos y nos pusimos firmes, y empezó una larga bronca de casi una hora allí metidos.

Después de esa larga charla las piernas me temblaban un poco, no estaba acostumbrada a estar tanto tiempo quieta sin moverme. Las tenía un poco entumecidas y empecé a dar unos golpes en ellas para que la sangre volviera a circular de nuevo. Tuvimos suerte y aunque habíamos destrozado la oficina del oficial, no se nos castigaría, dado que no era la primera vez que por culpa de aquellos matones siempre había problemas. De echo diría que al final de la charla sentía como si nos estuviera felicitando por darles una paliza, lo cual me dejó algo desconcertada.

Le dije a Samuel que iría a comer y a descansar un poco. Si quería acompañarme a comer sería bienvenido sino ya nos veríamos al día siguiente para entrenar y solo entrenar. Ya había tenido suficiente pelea con lo de hoy por un tiempo.

Recibimos una bronca bastante importante. Al principio tenía miedo de que me echaran de la marina, pero la conversación evolucionó de tal forma que parecía que nos felicitaba por nuestra evolución personal. Dijo una frase que me impactó bastante: -Chicos, quizá ya os habréis dado cuenta de esto, pero... Incluso en el bando de los que quieren hacer justicia y proteger a los débiles hay indeseables, y de vez en cuando una pequeña paliza los hace entrar en razón. Esa también es una forma de hacer entrar en razón a la gente, pero es el último recurso que debéis emplear...-. La verdad, lo he pensado mucho y, ¿Está bien pegar a la gente? O sea, a veces es la única forma de hacer entrar a alguien en razón, pero ese oficial tenía razón. La verdad es que esa conversación me ayudó mucho a pensar en que es lo que quiero de verdad y si mis métodos están justificados.
Silvia me invitó a comer, y yo acepté gustosamente, ya que no pude comerme mi comida anterior, que quedó por el suelo y mi uniforme. Lo que sí que noté era que nadie se sentó en mesas cercanas esta vez. Todos los salidos amigos de Marc y el mismisimo Marc estaban en la enfermería, y el resto de gente no nos dirigió la palabra y nos miro con... ¿Miedo? Pero si soy un trocito de pan...

Todo parecía algo del pasado, aquel día comimos juntos y después nos despedimos. Habíamos quedado en ir a entrenar a la mañana siguiente, así que cada uno nos fuimos por su lado. Yo tenía algo que hacer aquella tarde, era algo en lo que me había dejado el sueldo de unos meses. Ante no poder utilizar mi haki solo en situaciones críticas, decidí encargar un arma. Bueno más que un arma, un complemento para dar palizas y que aunque tuvieran akumas me fuera más fácil acabar con ellos. Me habían hablado de cierta tienda que hacía ese tipo de encargos, así que fui y me presenté allí. Pedí lo que quería y el amable le comento que en unos días lo tendría. Lo cual me alegró bastante.

Después de aquello marché a mi habitación a descansar, pero no sin antes pasarme por la habitación de cierto compañero que había conocido hacía un tiempo, para recargar algo las pilas. Y no me refiero a Samuel, aún era demasiado joven. Llevaba un par de días sin sexo y eso me hacía estar un poco tensa. Al día siguiente fui al comedor como siempre, a diferencia de que esa vez había quedado con el moreno, para desayunar juntos.

Hoy casi me echan de la marina. Tengo que controlarme más o nunca subiré de categoría, o peor, puede que me echen. Y yo necesito el dinero, o si no mi familia no podrá vivir dignamente. Le envío el 80% de mi sueldo a mis padres, para que puedan vivir y no tengan problemas de dinero. Me despedí de Silvia después de comer y nos fuimos para nuestras habitaciones, pero ella iba en dirección contraria. No quise decirle nada por vergüenza y tal, pero es que su dormitorio no era por allí... Lo se porque las habitaciones de las cadetes femeninas de nuestro grupo estaban por el otro pasillo.
Bueno, me fui a mi cuarto para descansar, pero me dieron ganas de jugar con las piezas mecánicas que pedí al departamento científico. Me gusta crear cosas desde pequeño. Esa es una de las razones por las cuales se reían de mi. No tenía dinero para piezas, así que buscaba piezas en la basura, y desde el día en el que me pillaron buscando ahí tuve fama de no ducharme y comer comida de la basura...
Bueno, me puse a crear un robot pequeño, un amigo que funcionara como grabadora de sonidos y como bloc de notas por voz. Quiero que sea fácil de llevar por la ropa o un bolsillo, y que sea un poco bonito, ya que estamos. Por fin tengo piezas limpias, y puedo trabajar con material de calidad. (Pasaron unas horas) Bua, a ver, el programa funciona bien, queda el diseño y lograr que capte las ondas del sonido y que reaccione a ellas y las reconozca. Pero haré eso mañana, estoy reventado y quiero descansar un poco... Mientras me leeré un poco el libro de como hacer amigos... Igual explican bien como tratar a Silvia.
Me quedé dormido con el libro en la cara y me desperté al día siguiente... Me acicalé un poco, me puse las rastas en posición y el uniforme. Me puse la gorra y fui al comedor directo. Cogí el desayuno y encontré a Silvia sentada, sin haber tocado la comida para que empezáramos juntos. -Hola, amiga Silvia. Oye, ayer te equivocaste de pasillo yendo a tu dormitorio, ¿Adonde ibas?-. Después de que me respondiera, le dije -Oye, lo he estado pensando y... ¿Por qué te uniste a la marina, acaso odias a los criminales?-

Me había despertado temprano, pues le noche fue movida. Lo cual me hacia dormir del tirón prácticamente. Me sentía con fuerzas y ¿con ganas de entrenar? Si, así era, aunque fuera raro en mi me sentía realmente con ganas de entrenar un poco. Me apetecía entrenar mas mi velocidad, sentía por mi cuerpo que podía ser más rápida de echo era lo que necesitaba. Me vestí con mi uniforme nuevo y me fui a desayunar al comedor, donde había quedado con Samuel. Él aún no había llegado, cogí mi bandeja con mi desayuno y me fui a esperarlo en una mesa vacía. No tardó mucho en aparecer y en cuanto me vio se sentó a mi lado. Comenzamos a desayunar y a charlar. Samuel me preguntó sobre donde iba el día anterior, a lo que contesté -Pues fui a visitar a un amigo que me debía un favor, cuando seas mayor de edad te lo explico-. Acto seguido puse mi sonrisa picarona.

Después me pregunto por mi pasado y el porque me hice marine. Yo siempre me sentía reacia a hablar sobre este tema, pero dado que ya era mas un amigo que un conocido, se lo conté. Eso si, omitiendo lo de mi violación, poca gente conocía esa historia y no era el momento ni el lugar para hablar sobre ello. -Me crié en la calle, en una pequeña isla de North Blue, cuando fui un poco más mayor una señora me adoptó y me dio mi actual apellido. Viví con ella, ayudándola en su trabajo, hasta que cierto día unos piratas me secuestraron. Fueron ellos lo que me hicieron esta cicatriz en la cara. A los días de secuestrarme, me arrojaron al mar en un barril, donde casi muero. Pero por suerte fui salvada por un barco de la marina, en el cual me llevaron al hospital del cuartel general del North Blue. Y una vez recuperada me alisté para vengarme de aquellos rufianes, a los cuales aun no he conseguido dar caza a día de hoy.- le conté.

-¿Y cual es tu historia?- le pregunté

Después de que me la contara le dije de ir a entrenar, le comente lo de intentar aumentar mi velocidad y si quería ayudarme. Acto seguido nos marchamos al campo de entrenamiento.

Silvia me contó todo lo que le pasó, desde pequeña hasta el día de hoy. -Siento lo del barril y esa experiencia tan dura, que sepas que me tienes para lo que quieras... Oye, ¿Quieres ver algo guay antes de ir a entrenar? Sígueme.- Le dije que me siguiera hacia mi habitación. No se porque, puso una cara muy rara mientras me seguía... Bueno, la llevé a mi habitación y de broma le dije -Ponte cómoda, ahora vuelvo.- Y me metí en el baño. La cosa es que me dejé a mi amigo en el baño para cepillarme los dientes mientras lo probaba por última vez... ¡Ya esta listo! Reconoce mi voz y es capaz de grabar conversaciones, apuntar cosas que le digo en su memoria e incluso me sirve para poner trap a todo volumen. Estaba seguro de que a Silvia le iba a encantar el robot, lo iba a programar también para que reconociera la voz de Silvia. Pero para hacer eso, necesitaba la voz de Silvia en persona, por eso la traje a mi habitación. Cogí a mi robot super guay de tamaño de bolsillo y salí del cuarto de baño... -Hey Silvia, mira lo que tengo. Saluda a mi amigo, jaja.-.

Samuel insistió en llevarme a su habitación, parecía bastante impaciente. Algo que me sorprendió, dado que le había pedido me contara un poco su historia. Me quería enseñar algo y no sabia el que. Mi mente perturbada se estaba poniendo en el peor de los casos, no estaba interesada en menores de edad y esperaba que el joven moreno lo comprendiera. No tardamos en llegar a su habitación, y no me asusté por estar allí. Dado que, había visitado esa parte de los dormitorios de chicos, en varias ocasiones por asuntos carnales. Me dijo que me pusiera cómoda y se metió al baño. Aquello hizo que me pusiera un poco en alerta. Tenia claro que no iba a hacer nada con ese chico. No quería ir a la cárcel por abuso de menores.

Al poco el moreno salió del baño con un pequeño robot en sus manos, lo cual me alivió completamente. Me lo acercó y me contó de sus funcionalidades. Aquel robot era bastante mono, a decir verdad, estaba sorprendida de que Samuel fuera capaz de hacer ese tipo de cosas. Yo en cambio solo sabia bailar, interpretar y algunas cosas oscenas.

-Que chulo- le dije, mientras admiraba el pequeño robot.

Le presenté mi robot a Silvia. Le dije que le hablara un poco para que se hiciera a la voz y reconociera sus órdenes. No se porqué, cuando salí del baño su cara estaba como pálida, estaba como nerviosa. Me parecía raro que se comportara así, mi habitación era bastante acogedora y éramos amigos, ¿Quizá se sentía incomoda por que se ha quedado un momento sola en una habitación que no es suya? Oh mierda, como cojones no me he dado cuenta antes. Traigo a una chica a mi habitación, le digo que se ponga cómoda y me meto en el baño sin decir nada... Soy imbécil, joder. Me voy a disculpar ahora mismo... - Oye, perdón por traerte a mi habitación sin decir nada y tal, no quería arruinar la "sorpresa", espero que no haya sido muy incómodo. No pretendía que lo fuera...- De verdad que estaba hasta avergonzado, hasta estaba un poco rojo. ¿Silvia y yo? Somos amigos, eso no pasará...

-Hey Silvia, te responderé a la pregunta de antes... Yo nací pobre, en una isla muuy lejos de Marineford. Emm, tuve una infancia muy feliz, era el guay de la clase y todo eso. Al principio se te hace un poco duro y tal ser popular, pero luego te acostumbras. Mis padres me querían mucho y tal... Y un día, hace un mes, vino un marine a casa a proponerle a mis padres que si estaban interesados en alistarme, que estaban cortos de soldados y necesitaban jóvenes promesas... Y así acabé aquí, hahaha...- Mierda, me está saliendo ese tic en la mano, como me vea la mano sabrá que estaba mintiendo y le tendré que decir que en realidad no era guay. Esconde la mano, Samuel.

-Bueno, ¿Nos vamos a entrenar?- Dije con una sonrisa mas falsa que el título de dios de los tenryuubitos...

-No te preocupes, en un principio me asustaste- le dije intentando que se calmara, -pero luego recordé que aun eres joven y algo inocente a veces- se había puesto algo rojo, que mono, me daban ganas de achucharlo. Pero luego recordé que no podía, ademas de que si lo abrazaba con la camisa desabrochada, como la llevo siempre, no quería darle falsas esperanzas. Después de aquello me contó su historia, la cual al final estaba un poco nervioso. Algo no me estaba contando, pero quien era yo para recriminarselo. Al fin y al cabo yo me había guardado para mi lo de mi violación.

Después de aquella pequeña conversación, nos fuimos a entrenar. El camino fue bastante tranquilo, al llegar al campo de entrenamiento ya habían arreglado lo que habíamos roto el día anterior, lo cual me sorprendió. Lo arreglaron bastante rápido, estar en Marineford tenia sus ventajas después de todo. Le comente a Samuel como quería entrenar, salimos al campo descubierto y saqué una bolsa llena de piedras. La idea era fácil, el me tiraría piedras y yo intentaría pillarlas con mi velocidad. Creo un guante de béisbol en mi mano derecha y me separo del moreno para empezar a entrenar.

-Cuando quieras- le dije, mientras me concentraba.

Entendió perfectamente la confusión. Creo que me pilló lo de la mano, y ahora pensará que le estoy ocultando algo. No quiero que se entere de que se metían conmigo... Bueno, no me ha preguntado, así que me lo habrá dejado pasar.

Fuimos directos al campo de entrenamiento, donde ya habían un par de personas entrenando, pero estaba prácticamente vacío. Silvia me comentó lo que quería hacer, así que acepté su propuesta con una condición. -Vale, perfecto, pero luego me ayudarás tu a mi. Necesito que me ayudes a manejar más el dolor... Quiero que me pegues en la tripa constantemente.- Igual era muy duro, pero lo necesito.

Empezamos su entrenamiento y yo cogí la bolsa llena de piedras. Observé la posición el la que estaba y me dí cuenta de que estaba en una posición que le daría muchos problemas a la hora de rectificar. Le lancé 3 piedras a la vez en tres distintas direcciones, para comprobar si su cerebro colapsaba o por lo menos cogía una o dos.

El moreno aceptó ayudarme a cambio de que yo le ayudara después. El entrenamiento se suponía que era fácil, pero Samuel empezó a tirar las piedras de tres en tres. Dándome apenas tiempo a reaccionar. En la primera tirada los lanzó por encima de mí. Utilicé mi velocidad combinándola con mi humo para atraparlos. Alcanzar la primera piedra no fue complicado, lo difícil estaba en la otras dos. La segunda la atrapé cuando estaba casi tocando el suelo y la tercera era prácticamente imposible, me había quedado apenas a un metro de cogerla.

-No me esperaba que me lanzaras tres a la vez, me has sorprendido- le dije, -continuemos-.

La segunda vez que me lanzó las piedras hizo de nuevo lo mismo, tres piedras a la vez y de nuevo solo conseguí atrapar dos de ellas. La tercera seguía resistiéndome, eso me frustraba y a la vez me alentaba a continuar. A la cuarta vez ya estaba apenas a unos centímetros de atraparla. Después un rato conseguí atrapar la última piedra, la alegria me envolvió. Sentía que había conseguido ser algo más rápido. Pero lo tendría que comprobar en peleas futuras. Continuamos durante un poco más y era hora de empezar a ayudar a Samuel.

-Bueno, ¿que te parece si descansamos cinco minutos y después seguimos con tu entrenamiento?- le comenté.

Ayudé a Silvia con su entrenamiento. La verdad es que es una chica increíble, al final ha conseguido atrapar las 3 piedras después de no tantos intentos. La verdad es que es un modelo a seguir, quiero volverme tan fuerte como ella, aunque ella cuenta con una akuma no mi. Yo no creo que me encuentre una, y en el caso no se si me la comería. Es una difícil decisión que solo el destino me puede enseñar, y aunque tuviera una hay que entrenar muy duro. Sea el caso que sea, voy a tener que entrenar todos los días para poder cumplir mis promesas y sueño, empezando por hoy...

Me pidió descansar, pero después de pensar lo lejos que está mi sueño le dije: -Tu descansa, yo no he hecho nada. Mientras descansas haré abdominales.-. Esperé a que estuviera preparada y le dije que viniera a una pared. Me puse con la espalda pegada a ella y le dije que me pegara puñetazos en la tripa y que no parara por mucho que gritara, le pedí que lo prometiera... Apreté los abdominales y le di la señal a Silvia para que empezase a pegarme.

Sufrí muchísimo, y sobre todo era una sensación muy extraña. Poder esquivar aquellos puñetazos y no querer hacerlo, era muy extraño... Lo que pasó fue que me dolió muchísimo la tripa y no notaba diferencia de un puñetazo a otro, todos eran horriblemente dolorosos, pero noté que Silvia iba cada vez mas flojo, así que le grité: -¡¿Me subestimas?! ¡Dame mas fuerte!- A lo que reaccionó metiendo puñetazos el doble de fuertes que antes. Paramos cuando me empezó a salir sangre en la boca... La verdad es que no encontré diferencia al final del entrenamiento, salvo que le había perdido un poco de miedo a que me hicieran daño.

Mientras descansábamos aquel chico se puso a hacer abdominales, parecía que tenía energía infinita. Con ese nivel de energía estaba claro que, cuando fuera mayor de edad, tendría bastante resistencia en la cama. La mujer que fuera su futura esposa no estaría mal desatendida, aunque eso no solo dependía de resistencia. Bueno a lo importante, después de que descansara me pidió que le metiera puñetazos en el estómago. Quería poder aguantar el dolor de mejor manera.

Me dio la señal para que empezara a golpear, por suerte me especializaba en patadas, sino podría llegar a fracturarle una costilla. Las muecas de dolor del moreno eran evidentes en su cara, yo empecé a bajar la intensidad al fijarme. Me gritó para que no lo hiciera y aunque me doliera verle la cara, apreté los dientes y le golpeé aún más fuerte que al principio. Cuando le empezó a salir sangre por la boca paramos, no era seguro seguir a partir de ese punto. Después de aquello decidí que era mejor descansar y en cuanto nos recuperamos nos marchamos a comer. Se nos había pasado la mañana volando.

Una vez comimos le dije a Samuel si quería acompañarme a recoger un encargo que había echo. Si decidiera de acompañarme, por el camino le contaría que había solicitado unos zapatos de combate, concretamente unos con forma de tacón. Una vez llegué a la tienda le comenté al dependiente, pero por desgracia aún no había llegado.