Liam D. Griffith, la cara de la Marina.

A pesar de su humilde procedencia, Liam tiene una cara de rasgos extremadamente finos y bien esculpidos, asemejándose más a un descendiente de alta cuna. Sus cejas son realmente finas pero no por ello invisibles, realzando una nariz igual y unos labios que, aunque algo pequeños, se hacen notar con cada palabra que hace o cada vez que prueba uno de sus platos. Sus ojos son algo alargados, de pupilas doradas y que portan usualmente una sombra de ojos carmesí, acompañando en tono al precioso pelo que brilla como el fuego. La cabellera es larga, rapada por la parte zurda mientras que cae todo hacia la diestra y la nuca, dejando un largo flequillo que llega en ocasiones hasta el mentón. Por culpa de esto, no es extraño verle cocinando con alguna horquilla, con una coleta alta o simplemente con el pelo en la cara, al igual que cuando pelea. Por último, sus orejas también son de menor tamaño y se adornan con hasta tres pendientes rectos desde el lóbulo hasta mitad del cartílago y dos piercings por encima, aunque no es extraño que este número cambie cada poco tiempo.

Mide un metro con setenta y nueve centímetros que, aunque no es un tamaño destacable en el mundo en el que vive, lo hace brillar con su figura, postura y forma de moverse. Tiene una silueta realmente delicada que hace brillar con cada paso que da, manteniendo la espalda erguida impecablemente, llamando la atención de no pocas señoritas a medida que pasa a su lado. Por lo ya mencionado se puede saber que no pesa demasiado, con 70 kilos, anticipando una tripa plana y musculada sutilmente, muy diferente de la que presentan aquellos que se esfuerzan en convertirse en una masa de bíceps, gemelos y abdominales. Gracias a su entrenamiento y su afición por el baile, todos y cada uno de sus músculos están bien formados y realzan por sí mismos, presentando el cuerpo de un bailarín más que el de un luchador.

Para finalizar, si con su aspecto físico no fuera suficiente, su vestimenta pone el último clavo en el ataúd de la alta clase. Aunque pueda vestir un traje o esmoquin dependiendo del trabajo que tenga que realizar, no es extraño verle con una chaqueta militar acordonada de cuello alto, de pecho negro y botones plateados, con mangas rojas y bordados de plata. En el hombro izquierdo lleva una estola de piel con el cascarón de un escorpión adornando el hombro y, rozando con este, un cinturón dorado con centro carmesí, sujetando unos pantalones oscuros que poco se ven por las botas, tan altas que llegan a la mitad del muslo, cuyos punteras están adornadas con plata.

A primera vista, la forma de ser de Liam se puede resumir en una sola palabra, debido a la adolescencia que ha vivido y al trato que recibió durante su formación: justiciero. Como un marine que se precie, defiende a capa y espada su bandera y todos los valores que ella representa, siendo el primero en alzar su estoque si nota que se le está faltando el respeto. Dedica su vida y sus esfuerzos a que aquellos que le rodean o, mejor dicho, a aquellos leales y fieles al ideal que representa el Gobierno Mundial. Todo aquel no es afín a estas leyes morales que él considera dogmas se convierten automáticamente en enemigos que deben ser erradicados o, si se pudiera dar el caso, convencidos de llevar una vida dedicada al bien desde ese punto en adelante.

Es una persona a todas luces seria, consagrada a llevar a cabo las órdenes que la Marina le haya hecho llegar, hasta la última de sus consecuencias. Si promete que hará algo, y créeme que todo aquello que la organización le haga llegar serán juramentos, no se rendirá hasta que quede bien claro que lo ha logrado, para bien o para mal. Es alguien a quien la vida le ha enseñado a ser despiadado cuando se debe, teniendo muy pocos escrúpulos si así lo necesita, pero llevando a cabo una valoración moral antes de realizar lo que decida mejor opción. Obviamente, los valores bajo los que se rige dicha decisión son los de su tan querida justicia, aunque esto no impide que haya situaciones es las que Liam se vea obligado a dudar. Tampoco le hace ascos a rellenar informes, burocracia o trabajo de oficina. En resumen, es la que debería ser la cara de la facción a la que pertenece o el soldado ideal.

Es alguien que, de cara al público, se presenta como un hombre solidario y dedicado a cuidar al resto. Si ve a una señora mayor tratando de cruzar la calle, él será el primero que se frene a ayudarla y, de ser necesario, quizás le lleva la compra a su casa. Se comporta de esta forma tanto en sus propias horas de trabajo como fuera de turno, sacrificando en ciertas ocasiones su propio ocio por el bien de una persona que puede llegar hasta a ser desconocida. En el ámbito más bien privado también traslada esos férreos ideales, pero de una forma no tan severa consigo mismo, tratando de dedicarse en parte a él mismo y disfrutar la vida que se ha ganado. Siente, por culpa de la exigencia del tiempo pasado en la Academia, que debe cumplir unos estándares y agradar a todos, resultando en una persona que se sacrifica más de lo que debería por personas que quizás no se lo merecen, pero no por ello es alguien voluble y manipulable.

Dentro de su propio hogar o fuera de turno, en confianza, es una persona más bien normal y corriente, como cualquiera de los que pueda caminar por la calle. A lo mejor destaca por su habitual vestimenta, pero sigue teniendo el mismo sentido del humor que el resto de los humanos, quizás incluso un poco más burlón e irónico que el resto. Si se puede dar el lujo de tratar a las personas que le rodean como amigos, es el primero en reírse de muchas tonterías y lanzar cuchillos verbales al resto con la intención de animar a todos, tratándose de uno más del grupo aunque sus valores le puedan delatar como alguien más estricto en un momento dado.

Debido a la vida que ha sufrido es alguien que reacciona con templanza y tranquilidad en situaciones de caos y pánico generalizado, siendo él el primero que trata de ponerse a organizar a todos en pos de su seguridad y un bien mayor. En lo respectivo a lo bélico, Liam es alguien desapegado de los sentimientos cuando dictamina que es el momento de cruzar su estoque con alguien más. No significa que sea frío, simplemente que será más difícil que sentimientos como la pena, la tristeza o la rabia atraviesen esa coraza que él mismo se equipa en cuanto comienza la hora de la verdad, con el objetivo de evitar desconcentrarse. De todas formas, es alguien tan fiel a sus ideales, o a los que le han implantado, que aunque sus propias emociones le duelan y sus lágrimas se derramen terminará lo que haya jurado hacer.

No es nadie que viva por y para el dinero, la fama o el éxito, pero sí que sabe disfrutarlo de la forma más sana posible. Es generoso en la medida de lo posible, tanto con los amigos como con los necesitados, aunque tampoco es tan absurdo como para perderlo todo simplemente por dárselo a alguien que lo pueda necesitar más. Trata de ascender en la jerarquía en la que se encuentra por el bien de la familia Griffith más que por el suyo propio, pero aun así sigue sintiéndose orgulloso de todo avance que logre y tiene cierta ambición por escalar más y más, a lo mejor por una necesidad de demostrarle a todos que era capaz de hacerlo o de demostrarse que no todo fue en vano.

También es alguien que se declara hogareño, prefiriendo el calor de una buena chimenea, un libro y una buena compañía a fiestas o eventos multitudinarios, aunque también es capaz de disfrutarlos en la medida de lo posible. Aun así, algo que realmente disfruta y que poco o nada tiene que ver con la tranquilidad de una habitación es el actuar de bailarín o cantante delante de un público, considerando estas dos capacidades como el único talento que tiene y que le llena como persona más que profesional. Adora los halagos hacia cualquiera de estas dos disciplinas, agradeciéndolos con cierto rubor y una amplia sonrisa, incluso avergonzada en según qué casos.

Lo único otro que también disfruta es su tiempo en la cocina, donde es capaz de tirarse horas de su tiempo libre solo por encontrar una nueva receta o un nuevo matiz en el sabor. También es bastante vergonzoso respecto a los cumplidos hacia sus platos, aunque aquí no sea tan llamativo como en sus otras dos aficiones. Dentro de una cocina puede cooperar con todos los que haga falta y, muy de la mano con los momentos de pánico, se demuestra capaz de comandar y organizar a cualquier número de cocineros para que vayan a una, a pesar de nunca haber trabajado en un restaurante ni nada parecido.

Habilidades:
—Sintonía natural: Siempre se ha dicho que los animales pueden ver el alma de los humanos y quizás sea cierto, porque suelen verse irrefrenablemente atraídos a Liam. No a un nivel en el que le quieran servir, tampoco necesariamente ayudar, pero sí que se puede llevar bien con ellos y difícilmente se llevará mal con uno a menos que algo propicie una mala relación. En ciertos puntos hasta se cree capaz de comunicarse con animales o plantas a través de gestos o sensaciones—no confundir con voluntades o hakis—, aunque suelen ser completamente infundados.

—Lengua divina: No, no me refiero a eso, asquerosos. Liam, por una razón u otra, ha nacido con unas papilas gustativas distintas al de sus compañeros y familiares, siendo estas más sensibles a cualquier sabor. Esta capacidad le ha llevado a ser un cheff, hecho que potencia su cualidad, retroalimentándose. Es capaz de, catando comida a conciencia, descubrir la gran mayoría si no todos los ingredientes que lleva un plato, además de su tipo de cocinado previo y hasta que tipo de gel de manos utiliza el cocinero. Bueno, quizás eso último no. O sí. Aun así, cabe recalcar que le es imposible recrear lo que pruebe a menos que sus propias cualidades se lo permitan, por lo que solo sirve para opinar y, en cualquier caso, perfeccionar lo ya conseguido.



Torpezas:
—Antónimo de mujeriego: Liam es capaz de hablar con total soltura con niños, niñas, señores mayores, señoras mayores, adultos y adultas, incluso adolescentes. Pero tiene una dificultad intrínseca a la hora de expresarse frente a señoritas de su edad, que terminará teniendo como consecuencias un cierto rubor por las mejillas y cierta reticencia a tocar a la persona aunque se lo pida —obviando casos de extrema necesidad— o, en casos más graves, hasta algún tartamudeo o un diálogo inconsistente.

—Selectivo: Por culpa de su avanzado sentido del gusto, Liam sufre los malos sabores al máximo, incluidos los provenientes del olfato. Si tomase un platillo muy mal preparado sería capaz de hasta desmayarse por unos segundos. Por ello mismo siempre porta, en el bolsillo interior de la chaqueta, un salero que le permita como mínimo aderezarlo.

Fortalezas:
—Fuertes convicciones: Ya sea a una facción, a otra o a un grupo concreto, Liam se caracteriza por su dedicación plena hacia ellos. En estos precisos instantes eleva su arma y presta su poder a las tropas de la marine, a los que consagra su alma desde la mañana hasta la noche en el nombre de la Justicia. Esto le permite forzarse a romper ciertos muros de lo lógico o lo humano en pos de conseguir una victoria o un avance para sus ideales, combatiendo tras desfallecer o, en casos puntuales, rompiendo los límites de la anatomía con tal de salvar vidas o proteger a los que lo necesitan.

—Encanto: Liam es un ser puro, de luz, y eso es indiscutible. Por una razón u otra, todos los que afronten esta faceta de él —más allá de verlo fuera de servicio— se verán abocados a querer protegerlo de las desgracias de este mundo. A menos que el otro sea malvado hasta decir basta o los ideales de ambos choquen frontalmente, le será más fácil ser consentido por la gente por ser como es.

—Gracilidad: A través de su entrenamiento y, por encima de ello, su talento para la danza, Liam se mueve como una pluma por allá donde va. Esto se traduce en que el ciudadano de a pie se queda hipnotizado por su postura —perfecta a más no poder— y por sus movimientos más básicos que hacen que parezca que, más que dar un paseo o perseguir a aquel ladrón, está realizando una magníficamente preparada danza milimetrada. Más aún, en el campo de batalla se comporta de igual manera, alternando entre objetivos con pasos sutiles y encantadores además de gestos medidos y pulcros.



Debilidades:
—Mártir de su voluntad: Al igual que seguirá sus ideales, o aquellos que le han impuesto,  hasta la muerte, para bien, también puede ser para mal. Por desgracia para su integridad física y psicológica, además de la de sus compañeros, es terriblemente fácil de manipular si la excusa final es la justicia. Esto no significa que sea ingenuo, ya que sabe discernir entre una clara mentira y lo que puede ser una realidad lógica, sino que estará más dispuesto a hacer cosas que no debería si esto ayuda a lo que él cree. Por encima de todo esto, es alguien que arriesgaría su vida a cambio de algo que es equivalente o sacrificarse por el resto.

—Inocencia: Liam es bueno por naturaleza. Por ende, cree que el resto de humanos son así, a excepción de una terrible minoría que es de la que se encarga la marina. De esta forma, hasta que no le demuestre lo contrario, confiará a pies juntillas en la persona que tiene en el frente, apoyándolo en lo que necesite y ofreciéndole una mano en todo momento. Por otro lado, si traicionan su confianza será reticente a volverla a ofrecer, como un perro al que han golpeado.