Contratante: Jefe de seguridad Antonny Rúbula.
Descripción de la misión: En la isla de Downs últimamente están sufriendo un aluvión de robos. Normalmente el crimen en la ciudad tiene sus altos y sus bajos, pero parece que se estén esforzando por amasar todo lo que puedan pillar. En concreto, Rúbula está preocupado por la puerta principal del Ayuntamiento de la ciudad, adornada con varias joyas de gran valor. Ha puesto gente a vigilarla, pero no se fía ni un pelo y ofrece una recompensa a quien sea capaz de proteger las joyas de la puerta.
Objetivos secundarios o alternativos: Atrapa a los ladrones y entrégalos a Rúbula en lugar de a la marina.
Recompensa: 15.000.000 de berries
Recompensas por objetivo secundario o alternativo: Conocimiento único y un favor a concretar por parte del Jefe de Seguridad
Descripción de la misión: En la isla de Downs últimamente están sufriendo un aluvión de robos. Normalmente el crimen en la ciudad tiene sus altos y sus bajos, pero parece que se estén esforzando por amasar todo lo que puedan pillar. En concreto, Rúbula está preocupado por la puerta principal del Ayuntamiento de la ciudad, adornada con varias joyas de gran valor. Ha puesto gente a vigilarla, pero no se fía ni un pelo y ofrece una recompensa a quien sea capaz de proteger las joyas de la puerta.
Objetivos secundarios o alternativos: Atrapa a los ladrones y entrégalos a Rúbula en lugar de a la marina.
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Galhard
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Gal y Al volvían de su misión anterior en el mismo mar cuando Galhard, ojeando las notas del gobierno se percató que había otra misión en el south blue que justamente les cogía de camino, después de una noche de sueño reparador insistió a al Almirante Al de parar para hacerla -No creo que esta nos demore hacerla mucho tiempo, dicen que no los entreguemos a la marina y nos darán un favor ¿No crees que el favor será más grande si nosotros siendo de la marina y tu de alto rango? Será como un secreto y una forma de limar asperezas.- Dijo el cadete bastante emocionado, tenía ganas de aventura y no perdían mucho por intentar esta misión. -O bien siempre podemos esconder ser de la marina, tengo la ropa de navegante en la bodega así que no sería difícil esa opción tampoco ¿Como la ves? - Volvió a preguntar Gal, sabía que en cierto modo a Al no le era agradable estar en este mar y le sabía mal presionarle pero habían oportunidades que no debían dejarse escapar, de dar el visto bueno Al, él tomaría el timón rumbo a la Isla Downs
Al ya estaba feliz porque se iban de ese mar, pero por algún motivo había cedido a los deseos de Galhard de encargarse de otro pequeño encargo. Nunca había cometido tantas estupideces o pasado tanto tiempo en el South Blue si no era con el objtivo de llevarse a alguien a la cama, y no terminaba de entender por qué con Galhard estaba haciendo una excepción. Ni siquiera podía decir que su carácter iluso y confiado le recordase a él en su juventud, dado que prácticamente tenían la misma edad, por lo que solo podía confirmar que el cadete era medio tonto y le inspiraba ternura. O igual era simplemente que resultaba refrescante no estar todo el tiempo junto a Arthur o Jack, ya curtidos y demasiado susceptibles a las tentaciones del alcohol.
- Está bien, iremos a la maldita Downs -respondió Al, resoplando. No iba a disimular su falta de ganas en aquella ocasión-. Pero como intentes que pase un día más aquí el papeleo lo vas a hacer tú.
No estaba seguro de querer que Galhard se ocupase del papeleo, pero sí estaba convencido del pavor que toda la burocracia gubernamental inspiraba en los hombres cuerdos, y aunque Galhard no era particularmente cuerdo sí que debía compartir ese miedo reverencial a las montañas de papeles pendientes de revisión o, por lo menos, a la ira de Arthur si no lo hacía correctamente.
En cualquier caso el viaje fue tranquilo. Galhard no era mal navegante, y Al conocía las tranquilas aguas del South Blue. Había pasado por ellas demasiadas veces, pero antes de que la nostalgia terminase de atacarlo desembarcaron en la isla de Downs, donde ambos debían...
- Gal... ¿A qué hemos venido?
La isla parecía desierta, pero era normal teniendo en cuenta que habían llegado a mediodía. Sin embargo algo apestaba en todo aquello...
- Está bien, iremos a la maldita Downs -respondió Al, resoplando. No iba a disimular su falta de ganas en aquella ocasión-. Pero como intentes que pase un día más aquí el papeleo lo vas a hacer tú.
No estaba seguro de querer que Galhard se ocupase del papeleo, pero sí estaba convencido del pavor que toda la burocracia gubernamental inspiraba en los hombres cuerdos, y aunque Galhard no era particularmente cuerdo sí que debía compartir ese miedo reverencial a las montañas de papeles pendientes de revisión o, por lo menos, a la ira de Arthur si no lo hacía correctamente.
En cualquier caso el viaje fue tranquilo. Galhard no era mal navegante, y Al conocía las tranquilas aguas del South Blue. Había pasado por ellas demasiadas veces, pero antes de que la nostalgia terminase de atacarlo desembarcaron en la isla de Downs, donde ambos debían...
- Gal... ¿A qué hemos venido?
La isla parecía desierta, pero era normal teniendo en cuenta que habían llegado a mediodía. Sin embargo algo apestaba en todo aquello...
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El entusiasmo del cadete se cortó por unos segundos cuando Al mencionó el papeleo, la ultima vez que le tocó hacerlo cuando cometió una ligera equivocación mandando el informe al departamento equivocado Arthur obligó a Galhard a correr mientras sufría el caballito por toda la avenida principal de Dressrosa hasta llegar al campo de girasoles y volver al cuartel sin descansar... Además le dio por golpearle con una fusta nueva que Jack le había regalado poco antes.
-Está bien, está bien... Este es el último día aquí, solo que me gusta pasar tiempo de aventuras junto a ti Al, después de todo, desde Enies Lobby somos Blue Bros.- Dijo el cadete rascándose la cabeza
-Según pone en la nota... Está sucediendo una oleada de robos sin pausa en la ciudad de Rúbula, el jefe de seguridad del local teme por la arquitectura de la puerta principal del ayuntamiento, ya que esta está adornada con finas joyas y pese a que ha dejado a sus hombres vigilando el lugar desea tener un par de ojos adicionales allí, me da que piensa que son sus propios hombres quienes están cometiendo los robos y no quiere que esto se filtre... Precisamente a nosotros, los marines... Por ello te decía que como preferías entrar al lugar ¿Como marines o de incognito?- La idea de infiltrarse en lugares siempre hacía palpitar el corazón del marine, le recordaba a esos libros de espías que tanto le gustaban de su mar natal.
Al frente de ellos podía divisarse el puerto de la ciudad, no habían muchos barcos y los que quedaban anclados parecían haber sido desvalijados. Sin duda la aventura prometía.
-Y aquí estamos... Si prefieres la infiltración iré a ponerme la ropa usual, si no me dejaré el uniforme... Aunque aún lo tengo lleno de hollín por culpa de Brilloso.- Dijo Gal mientras dejaba el timón por un segundo y trataba sin éxito de quitar el hollín que se había quedado pegado en su uniforme.
-Está bien, está bien... Este es el último día aquí, solo que me gusta pasar tiempo de aventuras junto a ti Al, después de todo, desde Enies Lobby somos Blue Bros.- Dijo el cadete rascándose la cabeza
-Según pone en la nota... Está sucediendo una oleada de robos sin pausa en la ciudad de Rúbula, el jefe de seguridad del local teme por la arquitectura de la puerta principal del ayuntamiento, ya que esta está adornada con finas joyas y pese a que ha dejado a sus hombres vigilando el lugar desea tener un par de ojos adicionales allí, me da que piensa que son sus propios hombres quienes están cometiendo los robos y no quiere que esto se filtre... Precisamente a nosotros, los marines... Por ello te decía que como preferías entrar al lugar ¿Como marines o de incognito?- La idea de infiltrarse en lugares siempre hacía palpitar el corazón del marine, le recordaba a esos libros de espías que tanto le gustaban de su mar natal.
Al frente de ellos podía divisarse el puerto de la ciudad, no habían muchos barcos y los que quedaban anclados parecían haber sido desvalijados. Sin duda la aventura prometía.
-Y aquí estamos... Si prefieres la infiltración iré a ponerme la ropa usual, si no me dejaré el uniforme... Aunque aún lo tengo lleno de hollín por culpa de Brilloso.- Dijo Gal mientras dejaba el timón por un segundo y trataba sin éxito de quitar el hollín que se había quedado pegado en su uniforme.
Aquella expresión de "Blue bros" seguía sin hacerle demasiada gracia. Era como Galhard había decidido llamar, por algún motivo, a la extraña unión mística entre los agentes Oppenheimer y Omega con ellos dos mediante el acto de unión más sagrado que un grupo de hombres podía perpetrar: El choque de sables. Al había mantenido aquella clase de contacto con bastante gente, pero nunca había pasado por uno tan multitudinario y, aunque había sido un momento especial -casi un hito al nivel de presenciar la Aguja o derrotar a Legim-, tampoco le gustaba mucho formar un grupo de amigos solo por eso. Además, el furro ni siquiera le caía bien; pero si a Galhard le hacía ilusión...
- ¿Que no se filtre a la Marina? Está bien.
Algo olía a castaño oscuro en todo aquello, pero Al dio unos pasos atrás y se metió de vuelta en el barco. Tenía poco que hacer, apenas quitarse la chaqueta y desanclar el maletín de Oro de luna para llevarlo en la mano. Si Rúbula no deseaba que la Marina se enterase estaba claro que algún secreto estaba ocultando, pero no iba a consentir que eso fuese así.
- Te diré lo que haremos, Gal -empezó a explicar antes de bajar de nuevo al puerto-. Vamos a encontrar a los maleantes que roban las joyas, vamos a traerlos al barco y te entregaremos a ti ante el jefe de seguridad. Yo me aseguraré de estar contigo en todo momento, por si la cosa se pone fea, pero si ese hombre pretende tomarse la justicia por su mano no podemos consentirlo.
Para que se relajase le hizo una momentánea demostración. Congeló uno de sus dedos y se lo arrancó, manteniéndolo contra la palma. Al tiempo que lo lanzaba todo su cuerpo se congeló, y su identidad voló en el pequeño fragmento en el aire durante unos instantes hasta que se reformó antes de caer, dejando tras de sí una estatua helada de él mismo.
- Me lanzaré al cuello de tu camisa -advirtió, cortando en tres pedazos su hielo antes de tirarlo al agua-. No será fuerte, pero notarás el frío. ¿Te parece bien?
- ¿Que no se filtre a la Marina? Está bien.
Algo olía a castaño oscuro en todo aquello, pero Al dio unos pasos atrás y se metió de vuelta en el barco. Tenía poco que hacer, apenas quitarse la chaqueta y desanclar el maletín de Oro de luna para llevarlo en la mano. Si Rúbula no deseaba que la Marina se enterase estaba claro que algún secreto estaba ocultando, pero no iba a consentir que eso fuese así.
- Te diré lo que haremos, Gal -empezó a explicar antes de bajar de nuevo al puerto-. Vamos a encontrar a los maleantes que roban las joyas, vamos a traerlos al barco y te entregaremos a ti ante el jefe de seguridad. Yo me aseguraré de estar contigo en todo momento, por si la cosa se pone fea, pero si ese hombre pretende tomarse la justicia por su mano no podemos consentirlo.
Para que se relajase le hizo una momentánea demostración. Congeló uno de sus dedos y se lo arrancó, manteniéndolo contra la palma. Al tiempo que lo lanzaba todo su cuerpo se congeló, y su identidad voló en el pequeño fragmento en el aire durante unos instantes hasta que se reformó antes de caer, dejando tras de sí una estatua helada de él mismo.
- Me lanzaré al cuello de tu camisa -advirtió, cortando en tres pedazos su hielo antes de tirarlo al agua-. No será fuerte, pero notarás el frío. ¿Te parece bien?
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A Gal le tocaría hacer de señuelo una vez atrapados los maleantes, un buen plan.
-Está bien. ¿Yo haré de señuelo entonces? tampoco creo que vaya a volver a esta isla así que el plan puede resultar, la cosa será movernos hacia donde están esas puertas, si es el ayuntamiento dudo que vayan a hacer un movimiento a pleno día pero podremos tener una imagen del lugar- Dijo el cadete mientras con asombro vio la demostración de habilidades por parte de Al.
-Woo... ¿Con eso llegarás a donde sea antes de que el jefe de seguridad haga algo raro? No te preocupes por el frío, en el north blue nos gusta.- Dijo sacando algo de pecho el cadete ante una decisión que seguramente le provocaría un resfriado por gallito.
Abandonaron el barco en una costa alejada del puerto principal, después de todo, nada llamaría más la atención que un barco marine allí y tampoco era seguro dejar el barco donde podrían robar hasta el ancla.
Era una lástima, la ciudad tenía su encanto de no ser por la dejadez en la cual se encontraban alguno de los barrios. No tardaron en llegar al ayuntamiento, el cual, era la joya de la corona del lugar, nunca mejor dicho.
-Curioso que algo tan ostentoso no lo hayan robado antes... Busquemos un lugar para mantenerlo vigilado hasta que acabe de oscurecer y veremos que ocurre.- Para ambos sería facil saltar y ocultarse en un tejado alto dada la distribución de edificios del lugar, los cuales ofrecían una buena vista de la puerta, la cual brillaba con la luz del atardecer.
-Está bien. ¿Yo haré de señuelo entonces? tampoco creo que vaya a volver a esta isla así que el plan puede resultar, la cosa será movernos hacia donde están esas puertas, si es el ayuntamiento dudo que vayan a hacer un movimiento a pleno día pero podremos tener una imagen del lugar- Dijo el cadete mientras con asombro vio la demostración de habilidades por parte de Al.
-Woo... ¿Con eso llegarás a donde sea antes de que el jefe de seguridad haga algo raro? No te preocupes por el frío, en el north blue nos gusta.- Dijo sacando algo de pecho el cadete ante una decisión que seguramente le provocaría un resfriado por gallito.
Abandonaron el barco en una costa alejada del puerto principal, después de todo, nada llamaría más la atención que un barco marine allí y tampoco era seguro dejar el barco donde podrían robar hasta el ancla.
Era una lástima, la ciudad tenía su encanto de no ser por la dejadez en la cual se encontraban alguno de los barrios. No tardaron en llegar al ayuntamiento, el cual, era la joya de la corona del lugar, nunca mejor dicho.
-Curioso que algo tan ostentoso no lo hayan robado antes... Busquemos un lugar para mantenerlo vigilado hasta que acabe de oscurecer y veremos que ocurre.- Para ambos sería facil saltar y ocultarse en un tejado alto dada la distribución de edificios del lugar, los cuales ofrecían una buena vista de la puerta, la cual brillaba con la luz del atardecer.
- Más o menos -aclaró-. Si Rúbula se toma la justicia por su mano es nuestro deber intervenir, pero la brigada necesita fondos para... Bueno, para cosas. Desde que el Gobierno centra sus esfuerzos en desmontar las agujas hemos tenido que despedir al coffeeman de la Torre y Arthur está que echa chispas.
La vida de lujo que llevaban los marines en el interior del Cuartel General de Dressrosa -la Torre Al, como él solía llamarla para fastidiar a Arthur- era un secreto para nada bien guardado. Si bien en general intentaban dar una imagen de pulcritud y modestia, los pisos superiores estaban llenos de amplios salones y armerías, piscinas privadas, grandes habitaciones, cocinas maravillosas, sus armerías personales, los despachos con vista sobre toda la isla... Arthur y Al tenían repartida a medias la última planta, aunque tenían distribuciones totalmente opuestas: Si bien la del pelirrojo era un ejemplo de orden y recato, Al había organizado un despacho-museo en el que todos sus instrumentos, libros y premios eran exhibidos, así como sus trofeos y artículos decorativos. Pero el mantenimiento empezaba a dejar a la brigada sin fondos.
Dejaron el barco donde Galhard estimó oportuno y se acercaron al pueblo. Era decadente, como si se hubiesen esforzado mucho en crear una villa hermosa pero hubiesen también decidido abandonarla. El ayuntamiento resultó ser la excepción, impoluto e increíblemente bello. Si no fuera porque era una buena persona él mismo habría robado las joyas, pero en lugar de eso se posicionó con Galhard en un tejado y sacó una baraja de cartas.
- ¿Qué? -preguntó-. De alguna manera tendremos que entretenernos.
La vida de lujo que llevaban los marines en el interior del Cuartel General de Dressrosa -la Torre Al, como él solía llamarla para fastidiar a Arthur- era un secreto para nada bien guardado. Si bien en general intentaban dar una imagen de pulcritud y modestia, los pisos superiores estaban llenos de amplios salones y armerías, piscinas privadas, grandes habitaciones, cocinas maravillosas, sus armerías personales, los despachos con vista sobre toda la isla... Arthur y Al tenían repartida a medias la última planta, aunque tenían distribuciones totalmente opuestas: Si bien la del pelirrojo era un ejemplo de orden y recato, Al había organizado un despacho-museo en el que todos sus instrumentos, libros y premios eran exhibidos, así como sus trofeos y artículos decorativos. Pero el mantenimiento empezaba a dejar a la brigada sin fondos.
Dejaron el barco donde Galhard estimó oportuno y se acercaron al pueblo. Era decadente, como si se hubiesen esforzado mucho en crear una villa hermosa pero hubiesen también decidido abandonarla. El ayuntamiento resultó ser la excepción, impoluto e increíblemente bello. Si no fuera porque era una buena persona él mismo habría robado las joyas, pero en lugar de eso se posicionó con Galhard en un tejado y sacó una baraja de cartas.
- ¿Qué? -preguntó-. De alguna manera tendremos que entretenernos.
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Galhard miraba con un viejo catalejo las puertas de la ciudad, realmente la estructura era preciosa y no podía negar que no tuviese ganas de echarle un vistazo más de cerca. Cuando guardó el catalejo miró con cierto asombro a Al, baraja en mano que trató de excusarse, su asombro pasó a una mirada de complicidad mientras decidió tomar asiento entre las tejas de allí.
-Bueno ¿Cuanto hace que no echamos un tute? No hay nada que impida divertirse en una misión. Vamos a darle va.- Dijo sonriente mientras esperaba que ningún viento inoportuno se llevase las cartas a mitad de partida.
Los minutos pasaban mientras la cantidad de partidas que Galhard perdía se acumulaban en su cuenta. Hoy no era su día de suerte con las cartas, quizás tendría más suerte en la taberna con alguna señorita.
Mientras ambos jugaban la luz del sol se apagó dejando tan solo la iluminación de la plaza y las estrellas como único referente de iluminación.
-Parece que hoy los guardias no quieren proteger la puerta, ni si quiera se han asomado en todo lo que hemos estado jugando... ¿Cual es el plan ahora?- Se incorporó el marine mientras buscaba por todos lados, sin éxito, la presencia de los guardias.
-Bueno ¿Cuanto hace que no echamos un tute? No hay nada que impida divertirse en una misión. Vamos a darle va.- Dijo sonriente mientras esperaba que ningún viento inoportuno se llevase las cartas a mitad de partida.
Los minutos pasaban mientras la cantidad de partidas que Galhard perdía se acumulaban en su cuenta. Hoy no era su día de suerte con las cartas, quizás tendría más suerte en la taberna con alguna señorita.
Mientras ambos jugaban la luz del sol se apagó dejando tan solo la iluminación de la plaza y las estrellas como único referente de iluminación.
-Parece que hoy los guardias no quieren proteger la puerta, ni si quiera se han asomado en todo lo que hemos estado jugando... ¿Cual es el plan ahora?- Se incorporó el marine mientras buscaba por todos lados, sin éxito, la presencia de los guardias.
Menos mal que no habían decidido jugar al strip-tute. Al había recordado de pronto que Galhard era increíblemente hábil e ingenioso en aquel juego de cartas, demostrando siempre una destreza sin par... O una suerte casi ridícula. Muchas veces había intentado entender su secreto, estudiar si hacía trampas y evaluar las mangas de su subalterno, pero nada. Solo ganaba, sin siquiera parecer que lo intentase. Pero, bien pensado, mejor así que si fuera un desgraciado.
Jugando cayó la noche, y con la noche deberían haber llegado los guardias; pero no lo hicieron. Galhard se percató curiosamente rápido de aquel hecho, y Al no pudo evitar preguntarse por qué era así. El cadete, por su parte, estaba más interesado en qué curso de acciones iban a seguir desde aquel momento, pero al no tenía ni idea.
- Como no sea que los guardias eran los ladrones y hayan aprovechado su puesto para cambiar una a una las joyas de la puerta hasta anoche por copias de plástico no se me ocurre otra explicación -asumió, inocentemente. Era imposible que aquello estuviese pasando-. Vamos a investigar un poco y veamos por dónde andan los guardias.
Bajó de un salto el edificio. Era una altura de poco más de cinco metros, aunque se terminó dando cuenta de que igual su compañero no podía hacer esa clase de cosas tan locamente. En cualquier caso, esperó a que hubiese llegado junto a él.
- Ya que estamos podemos mirar bien de cerca las joyas, ¿no? Mi idea es estúpida, pero imagínate que he acertado. ¡Como cuando descubrí a Aki infiltrándose en Gray Rock!
Al final su compañera había resultado ser Ivan Markov en un ejercicio de travestismo y no Katharina, pero lo comido por lo servido.
Jugando cayó la noche, y con la noche deberían haber llegado los guardias; pero no lo hicieron. Galhard se percató curiosamente rápido de aquel hecho, y Al no pudo evitar preguntarse por qué era así. El cadete, por su parte, estaba más interesado en qué curso de acciones iban a seguir desde aquel momento, pero al no tenía ni idea.
- Como no sea que los guardias eran los ladrones y hayan aprovechado su puesto para cambiar una a una las joyas de la puerta hasta anoche por copias de plástico no se me ocurre otra explicación -asumió, inocentemente. Era imposible que aquello estuviese pasando-. Vamos a investigar un poco y veamos por dónde andan los guardias.
Bajó de un salto el edificio. Era una altura de poco más de cinco metros, aunque se terminó dando cuenta de que igual su compañero no podía hacer esa clase de cosas tan locamente. En cualquier caso, esperó a que hubiese llegado junto a él.
- Ya que estamos podemos mirar bien de cerca las joyas, ¿no? Mi idea es estúpida, pero imagínate que he acertado. ¡Como cuando descubrí a Aki infiltrándose en Gray Rock!
Al final su compañera había resultado ser Ivan Markov en un ejercicio de travestismo y no Katharina, pero lo comido por lo servido.
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Galhard como pudo se las ingenió para bajar por distintos desniveles del edificio al no poder saltar con tanta libertad como Al, decidieron buscar a los guardias pero no había forma de dar con ellos, Gal decidió acercarse a las puertas del ayuntamiento para ver con horror que las joyas que estaban colocadas en la puerta ni eran más que simples cristales e incluso algunas eran imitaciones burdas de plástico, a juzgar por el olor del sitio el cambio habia sido hace poco, el olor a pegamento barato era perceptible y el recubrimiento que debió ser de oro en algún momento no era más que pintura.
-Pues... Me da que has dado en el clavo, las cosas de la puerta son baratijas sin valor, aunque siguen siendo bonitas y brillantes- dijo el cadete sin despegar sus ojos de la bisuteria de la puerta -Es más, hasta han usado pintura para camuflar que se han llevado el baño de oro de las puertas, esto debió ocurrir la noche antes de que llegásemos... Va a ser difícil dar con los guardias si no son lo suficientemente listos como para huir después del golpe- Gal miró una de las calles colindantes, ahí se podía apreciar un discreto cartel que ponía comisaría
-Quizás las joyas aún estén ahí o podamos encontrar una pista en terreno enemigo- De todas formas no tenían muchas más opciones
-Pues... Me da que has dado en el clavo, las cosas de la puerta son baratijas sin valor, aunque siguen siendo bonitas y brillantes- dijo el cadete sin despegar sus ojos de la bisuteria de la puerta -Es más, hasta han usado pintura para camuflar que se han llevado el baño de oro de las puertas, esto debió ocurrir la noche antes de que llegásemos... Va a ser difícil dar con los guardias si no son lo suficientemente listos como para huir después del golpe- Gal miró una de las calles colindantes, ahí se podía apreciar un discreto cartel que ponía comisaría
-Quizás las joyas aún estén ahí o podamos encontrar una pista en terreno enemigo- De todas formas no tenían muchas más opciones
- Virgen santísima del amor hermoso -maldijo Al cuando comprobó que tenía razón. Su más estúpida teoría, sin ni siquiera haberla pensado demasiado, había terminado por dar en el clavo. Podría pensar que era un genio, pero sabía que no era así; no era tonto, pero tampoco el más listo. Tenía talento para pelear y para la música, había aprendido a coser heridas (y un poco más) y se le daba bien el teatro, pero allí acababan sus virtudes... Salvo quizá las mujeres, aunque no sabía en qué podía ayudarle aquello. No, lo más probable era que los marines hubieran tenido mucha suerte-. Tienes razón, Gal. Si no han sido lo bastante listos para largarse, ¿por qué iban a serlo para esconder el botín?
Aún dudaba que los vigilantes fuesen policías de la isla o seguramente ya alguien se habría dado cuenta de que ellos lo habían hecho, pero no perdían nada por mirar. Al fin y al cabo estaba cerca, así que se encaminó tranquilamente hacia allí, confiando en que como mínimo habrían estado en ese lugar para fanfarronear o algo.
- ¿Los vigilantes? -preguntó un policía con bombín y bigote imperial; bastante tópico, el señor-. Ah, sí, un hombre bajito y calvo, algo rechoncho, y un tipo alto de cabello rizado. Llevaban ropas un poco viejas, pero se veían increíblemente dispuestos a proteger las joyas. ¡Hasta nos pidieron la palanca de emergencias para asegurarse de que nadie podía arrancarlas fácilmente!
- ¿Y qué sucedió? -preguntó Al, fingiendo que no veía la correlación entre una cosa y otra. También aguantándose las ganas de golpearse la frente con la mano-. ¿Eran fáciles de arrancar?
- Aún no lo sabemos, dijeron que lo intentarían toda la noche y todavía no han vuelto. Pero deben estar al caer; parecían profesionales impecables.
Al miró a Galhard, como preguntándose qué habrían hecho para merecer aquello. Entre lo de los paletos con Brilloso y eso... ¿Por qué dejaba al novato elegir los destinos? En fin...
- Bueno, haremos lo que podamos. Nos gustaría hacer equipo con ellos, ya sabe. También necesitamos un poco de suelto para sobrevivir.
Esperó por si Galhard decidía decir algo más y salió de vuelta a la calle.
Aún dudaba que los vigilantes fuesen policías de la isla o seguramente ya alguien se habría dado cuenta de que ellos lo habían hecho, pero no perdían nada por mirar. Al fin y al cabo estaba cerca, así que se encaminó tranquilamente hacia allí, confiando en que como mínimo habrían estado en ese lugar para fanfarronear o algo.
- ¿Los vigilantes? -preguntó un policía con bombín y bigote imperial; bastante tópico, el señor-. Ah, sí, un hombre bajito y calvo, algo rechoncho, y un tipo alto de cabello rizado. Llevaban ropas un poco viejas, pero se veían increíblemente dispuestos a proteger las joyas. ¡Hasta nos pidieron la palanca de emergencias para asegurarse de que nadie podía arrancarlas fácilmente!
- ¿Y qué sucedió? -preguntó Al, fingiendo que no veía la correlación entre una cosa y otra. También aguantándose las ganas de golpearse la frente con la mano-. ¿Eran fáciles de arrancar?
- Aún no lo sabemos, dijeron que lo intentarían toda la noche y todavía no han vuelto. Pero deben estar al caer; parecían profesionales impecables.
Al miró a Galhard, como preguntándose qué habrían hecho para merecer aquello. Entre lo de los paletos con Brilloso y eso... ¿Por qué dejaba al novato elegir los destinos? En fin...
- Bueno, haremos lo que podamos. Nos gustaría hacer equipo con ellos, ya sabe. También necesitamos un poco de suelto para sobrevivir.
Esperó por si Galhard decidía decir algo más y salió de vuelta a la calle.
Galhard parecía estar en su mundo una vez más, así que Al simplemente empezó a retirarse. Cuando salió a la calle, casualmente, dos tipos un poco desarrapados llevaban una palanca y se dirigían, entre risas, hacia la comisaría. Al entró de nuevo, apurado, en ella, y tiró del brazo de su cadete.
- Están aquí -le susurró al oído-. Están aquí.
Al sonrió y saludó mientras dejaban la palanca, sin decir nada y rezando secretamente para que los policías, bastante ineptos, se mantuviesen callados. No podría haber esperado, de todos modos, cualquier cosa que no fuese lo que sucedió a continuación:
- ¡Pues esos dos caballeros desean unirse a ustedes! -dijo el policía, seguramente muy orgulloso de haberse acordado-. Estaban muy interesados por ustedes y hasta preguntaron si ya habían abandonado la isla.
Por desgracia, los ladrones no parecieron ser tan tontos, y arreándole chiquito palazo con la herramienta a Al -que frenó fácilmente con el dedo envuelto en Haki, pero se sintió bastante ofendido- salieron corriendo como alma que lleva el diablo. Él, por su parte, llamó la atención de Galhard y fue tras ellos lo más deprisa que podía. No era demasiado rápido y esperaba no tener que usar su fruta todavía, pero si no le quedaba más remedio lo haría. "Por dios, Galhard, espabila", dijo para sí, llevando la mano a la empuñadura de Fuego.
- Están aquí -le susurró al oído-. Están aquí.
Al sonrió y saludó mientras dejaban la palanca, sin decir nada y rezando secretamente para que los policías, bastante ineptos, se mantuviesen callados. No podría haber esperado, de todos modos, cualquier cosa que no fuese lo que sucedió a continuación:
- ¡Pues esos dos caballeros desean unirse a ustedes! -dijo el policía, seguramente muy orgulloso de haberse acordado-. Estaban muy interesados por ustedes y hasta preguntaron si ya habían abandonado la isla.
Por desgracia, los ladrones no parecieron ser tan tontos, y arreándole chiquito palazo con la herramienta a Al -que frenó fácilmente con el dedo envuelto en Haki, pero se sintió bastante ofendido- salieron corriendo como alma que lleva el diablo. Él, por su parte, llamó la atención de Galhard y fue tras ellos lo más deprisa que podía. No era demasiado rápido y esperaba no tener que usar su fruta todavía, pero si no le quedaba más remedio lo haría. "Por dios, Galhard, espabila", dijo para sí, llevando la mano a la empuñadura de Fuego.
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