[Misión heroica-South Blue] Quiero justicia

Contratante: Iván Campos

Descripción de la misión: Joder, no. Joder, no. ¿Cómo han podido? Tras la victoria de Brillitos, alguien se ha colado en mis establos y la ha ejecutado. Me han metido a mi puta corredora en la cama. Decapitada. Pero no la cabeza, no, el cuerpo decapitado. La cabeza se la han llevado, y por lo menos me gustaría recuperarla. Aunque eso es secundario, porque quien haya sido se va a enterar…

Objetivos: Descubre quién ha matado a Brillitos y castiga al culpable.

Objetivos secundarios: Recupera la cabeza de brillitos para poder darle un entierro digno.

Premios: Un potrillo amaestrado de mi rancho. Cuidadlo, por favor.

Premio por objetivos secundarios: Un medallón de oro con el emblema de mi familia y un reloj exótico de calidad genuina.

Sus miedos se vieron fundados cuando el señor Campos volvió a contactar con ellos. Sin embargo, aquella vez no les pedía amaestrar caballos o ganar una carrera, no. Aquella vez era serio. Alguien había matado a la yegua que Brianna montó en la carrera, la ganadora, y había utilizado su cuerpo para amenazar al ranchero. El lobo iba caminando con Brianna a un lado y Kodlak al otro, atrayendo todas las miradas que Alistar ignoraba. La gente se apartaba del camino de aquellos que parecían comandar a tal bestia blanca cuyos colmillos eran largos como cuchillos.

Llegaron al rancho. Las puertas de las vallas exteriores estaban cerradas, pero una mujer, que parecía esperar su llegada, los recibió. El lobo podía oler la tristeza en ella. Sus ojos estaban rojos, como si hubiese estado llorando hasta recientemente, y podía imaginarse por aquí. La mujer abrió la valla y los dejó pasar, guiándolos hasta la parte trasera del edificio principal del rancho. Alistar, que ya notaba el metálico olor y se imaginaba que había al otro lado, se detuvo antes de llegar y colocó una mano en el hombro de Bri para detenerla. La miró a los ojos unos instantes.

Se imaginaba como podía llegar a sentirse. Si bien la yegua no era de su propiedad, la mujer la había montado durante días de práctica y había ganado la carrera con ella. Alistar sabía muy bien la conexión que podía llegar a haber entre humano y animal, sobre todo entre jinete y su montura. Y la conexión de ambas era genuina, no por nada consiguieron ganar la carrera. Sabía que lo que había allí detrás podría afectarla mucho.

—No tienes por qué verla si no quieres. Kodlak y yo podemos acercarnos a... a ella —prefirió decir en vez de "al cadáver". El animal merecía la dignidad de ser referida como si siguiese viva—. Podemos memorizar su olor y rastrear a quien haya hecho esto. No te impediré verla si es lo que quieres, tan solo... te digo que no tienes por qué hacerlo.

Cuando recibieron aquella noticia Brianna no podía creerlo. Quiso que todo fuera mentira, una broma pesada tal vez, pero no. Alguien realmente había atacado a Brillitos y había acabado con su vida de forma cruel y completamente desproporcionada. Aquella preciosa yegua que ella había domado junto a Alistar y con la cual había ganado aquella maldita carrera. Ojala nunca hubiese competido, ahora aquel precioso animal estaba muerto y solamente por que ella había conseguido cruzar la meta primero a lomos de aquel pobre animalito. Estaba molesta, furiosa y también estaba muy triste y tenía unas terribles ganas de llorar. Sabía que Alistar estaba igual de molesto que ella, incluso más.

Llegaron a la isla nuevamente pero estaba vez los tres poseían un aura extraña alrededor, entre odio y tristeza, melancolía. Eran sentimientos que mezclados podían ser un verdadero peligro. Pero en aquel momento tan solo querían ver con sus propios ojos todo lo que estaba ocurriendo. Si no veía el cuerpo de Brillitos con sus propios ojos no podría creer que realmente había muerto. Camino junto a Alistar y Kodlak mientras les habrían camino hasta que llegaron a la casa de su contratante y su esposa les abrió la puerta con la pena reflejada en la cara.

Al llegar a la habitación Alistar la detuvo para decirle que no era necesario que entrase a verlo. Pero Brianna tomó su mano con fuerza y entonces entraron en la habitación. En el momento en que vio aquel cuerpo en esa cama sintió unas terribles náuseas y tuvo que salir con los ojos encharcados en lágrimas. ¿Qué clase de monstruo podía hacerle algo así a un animal inocente y tan maravilloso? En aquel momento Brianna estaba totalmente furiosa y también estaba muy dolida y asqueada. Encontrarían al responsable y ella esperaba que pudieran darle una buena paliza.

El cuerpo del animal descansaba allí, tirado, sin cabeza y manchándolo todo de sangre. También estaba allí el señor Campos, que seguramente haya tenido que sacar a su familia de allí para que no viese al pobre animal. Brianna salió de la habitación, llorando. Alistar suspiró. Miró a Campos y después se acercó al animal. Un caballo adulto es un animal no solo muy pesado, sino también muy grande. Aunque una persona fuese lo suficientemente fuerte como para levantar un caballo muerto del suelo, seguía siendo algo demasiado aparatoso como para meter en una casa y luego en una cama sin que la persona que duerme en ella siquiera despierte. Y aquello no era algo que se solucionase siendo un grupo, por lo que... El culpable solo podía ser alguien muy fuerte y muy habilidoso.

Se agachó junto al cuerpo y adoptó su forma híbrida. Su olfato en humana era desarrollado, pero no tanto como cuando se transformaba. El señor Campos pareció sorprenderse un poco ante el ligero cambio en el pelo y colmillos del lobo, pero Alistar lo ignoró. Aquella habitación tenía muchos olores entremezclados. El de Campos, el de Brianna durante el poco rato que había estado ahí dentro... Se centró tan solo en el olor del animal. A caballo y sangre, carne en inicios de putrefacción... Apagó esos olores igual que los anteriores. Hierba, había olor a hierba saliendo desde los cascos del animal. Y también... Un olor distinto. No podía atribuirlo a una persona pero si a un recuerdo: La carrera.

—Un participante de la carrera ha hecho esto... —dijo levantándose.

—¿Como lo has...?

—No importa.

Se centró en ese olor. Una esencia que se había adherido al cuerpo, muy seguramente en el momento que cargaban con él. Sin embargo, el cuerpo no era el único lugar en el que se encontraba. Una pequeña brizna de ese olor llegaba a su nariz desde otro lado... Desde el suelo. Buscó por el mismo hasta que encontró una colilla apagada. La cogió entre el dedo índice y pulgar y volvió a levantarse.

—¿Usted fuma? —le preguntó a Campos.

—Solo de pipa...

—Mhm...

En aquella forma híbrida su voz sonaba más grave y gutural, casi como la de una bestia gruñendo. Estaba seguro de que Campos se estaba asustando, pero no tenía tiempo para eso. Alistar entonces se acercó al cuerpo y lo cogió en brazos, levantándolo con la fuerza que le daba estar transformado de aquella manera. Con cuidado, salió de la habitación avisando a Brianna antes para que no mirase si no quería. Seguido por Campos llevó al animal al exterior y, con delicadeza, lo dejó en el suelo.

—Puede ir preparándole sepultura.

—Pero... La cabeza...

—Ya sé como encontrarla, no se preocupe.

En ese instante Kodlak llegó hasta ellos. Como si Alistar se lo hubiese pedido, olfateó el cuello del animal. Dos lobos podían rastrear mejor que uno. Miró a Bri y esperó a que decidiese si quería ir con ellos o no. Una vez lo hubiese decidido... empezó a olfatear el aire hasta que localizó un rastro. En efecto, alguien con el olor del animal se había alejado del lugar y había dejado un camino rastreable para ellos. Lo siguió.

Aquello había sido un duro golpe para la doctora. No esperaba que alguien realmente pudiera hacerle daño a un animal completamente inocente, que no tenía culpa alguna de nada. Sentía su estómago completamente revuelto, unas terribles ganas de vomitar. Pero además de todo eso, en su mente se acumulaban terribles sensaciones, una mezcla entre terror, pena, furia. Todo aquello la estaba afectando mucho y sentía que en cualquier momento podría sufrir un ataque de ansiedad. Sin embargo respiró profundamente un par de veces, tenía que calmarse, tenía que relajarse si quería capturar al monstruo que había realizado tremendo acto cruel.

Miro hacía otro lado cuando el lobo le dijo que iban a sacar el cuerpo de Brillitos. No podía volver a verlo, sería un golpe muy duro para ella. Mientras él y Kodlak intentaban encontrar el rastro del monstruo que había echo eso, Brianna respiro profundamente y termino por calmarse. No estaba dispuesta a quedarse en un segundo plano en aquella misión, iba a ayudarlos a encontrar al culpable y después de encontrarle se encargaría de que se le quitasen completamente las ganas de hacer cualquier otra barbaridad semejante. Miro a Alistar con la pena reflejada en sus ojos y la angustia en la voz — prométeme que vamos a encontrar al culpable de esto — espero una respuesta y entonces se pusieron en camino.

Tanto Alistar como el lobo blanco Kodlak seguían el rastro que había dejado el culpable, puede que antes Brianna se sorprendiera de ver la forma híbrida de Alistar, pero ya la había visto varías veces y estaba bastante acostumbrada. Lo que si sabía es que esa forma no era para tomarse al hombre a broma, estaba serio y completamente molesto con aquella historia. El rastro los guió por diversos lugares del pueblo, iban caminando mientras lo seguían hasta que se alejaron un poco, salieron del centro del pueblo y acabaron en la periferia. Había unas cuantas casas, algo mas grandes que las que pudieran encontrar en el pueblo, tal vez un poco mas adornadas, las típicas casas de gente ligeramente más pudiente, de esos que te miran por encima del hombro aunque ni siquiera tienen un rango noble.

No le gustaba nada estar transformado. Si bien aquella forma era la más humana que tenía, sin contar su forma original, seguía siendo... peculiar. Su piel era ligeramente más oscura, su pelo más largo, duro y asalvajado. Ni siquiera era capaz de cerrar del todo la boca debido a los prominentes colmillos que tenía, sobresaliendo de la misma como queriendo escapar para alimentarse ellos mismos. Sus ojos eran de un brillante color amarillo, como los de un depredador nocturno. Cada vez que se transformaba se sentía más como un monstruo, sin embargo...

Estar con Brianna lo solucionaba. El simple de hecho de que, aún con ese aspecto, se mantuviese a su lado. Sin miradas de repulsión, miedo o asco... Aquello le hacía sentirse más humano que nunca, aunque fuese totalmente transformado. Sin embargo, en ese momento no debía ser humano. Debía ser el mayor depredador que pudiese, buscando a una presa en específico. El olor del tabaco estaba ligeramente ahogado por el de la sangre, pero seguía siendo detectable, pues debía ser un olor que el asesino llevase siempre encima, en la ropa.

La luna llena reinaba en el cielo en aquella noche de tres de la madrugada. El rastro los había llevado lejos de la ciudad, y era reciente, pues debía haber sido transportada la cabeza esa misma noche. Nadie se arriesgaría a que lo viesen con la cabeza de un caballo por la calle. Estaban a punto de entrar al bosque y el rastro seguía por allí. El lobo ignoró los olores de los animales y plantas que habitaban el bosque y se centró en esos olores. Sus ojos, en cambio, se centraron en la tierra del camino.

Dos surcos empezaban, rectos y paralelos. El lobo se agacho a mirarlos de cerca mientras Kodlak seguía olisqueando el suelo.

—A partir de aquí cogió un carro. Lo dejó premeditadamente en esta zona, ¿ves? Antes de este punto no hay un solo surco. —Su gutural voz iba cargada de una calmada furia—. O lo dejó expresamente antes de continuar... o no trabajaba solo y alguien le estaba esperando con dicho carro. El rastro no debería terminar muy lejos de aquí.

No podía seguir viendo el cuerpo de Brillitos de aquella forma, esa pobre Yegua que el único crimen que había cometido había sido el ganar la carrera con ella. No podía creerlo, no podía creer que pudieran hacerle eso a un animal totalmente inocente que no había hecho nada malo. La persona que lo hubiera hecho no merecía perdón alguno, era un ser terrible y cruel que merecía todo lo malo que le pudiera ocurrir. Ahora bien, las cosas era mejor tomarlas con calma y Brianna no se sentía cómoda pensando de aquella manera aún cuando la ira intentaba apoderarse de ella. Un suspiro tenue salió de sus labios mientras seguía a Alistar.

No tardaron demasiado en llegar al bosque, al parecer quien había asesinado a la yegua o había hecho mucho camino o tenía un cómplice y eso hacía que la doctora se replantease muchas cosas. Ella siempre intentaba ver el lado bueno del mundo, el lado bueno que podía tener la gente, pero se empeñaban en demostrarle que el mundo estaba completamente podrido y que sus gentes no merecían más respeto que el que se tiene por un trozo de estiércol. Al menos el estiércol sirve para ayudar a las plantas a crecer, ese tipo de gente era pura escoria que no merecía nada.  En su mente no paraba de recordar los momentos que había vivido con aquella preciosa yegua, incluso cuando la tiro al suelo, ahora aquel animal estaba muerto.

—¿Crees que tenga un compinche? ¿no olerías su rastro también? — hablaba bajito, en aquel momento querían ser sigilosos o eso pensaba ella. Necesitaba calmarse un poco, estaba realmente agitada y nerviosa, todo aquel asunto le ponía los pelos de punta. Se acerco a Alistar y por un momento tomó su mano, no le importaba que fuera peluda y estuviera llena de garras en aquel momento. Necesitaba a un amigo y sabía que Alistar siempre estaba allí para ella — los encontraremos ¿verdad? — no quería dejar que personas como aquellas pudieran deambular tranquilamente por el mundo, no, esas personas merecían ser castigadas de una forma u otra y aunque era la primera vez que Brianna pensaba de aquella manera, estaba dispuesta a hacerles pagar con sus propias manos el delito que habían cometido.

Ante la mirada de Alistar supo que si, el lobo había encontrar el rastro y no iban a dejarlo escapar. Siguieron las marcas del carro, de algún sitio había tenido que salir y desde luego si lo había dejado allí para no levantar sospechas o para no dejar un camino demasiado evidente no contaba con el olfato de sus compañeros. Los tres se pusieron a seguir las marcas dejadas en la tierra. Las marcas los llevaron hasta lo que parecía ser una especie de granja o algo parecido. También tenía establos y todo preparado para tener un criadero de caballos. Se notaba que quien viviese en aquel lugar vivía por y para los caballos o al menos para sacar provecho de ellos y nada más.

Aquella idea le revolvió el estómago ¿realmente alguien podía hacer algo así? Un bufido escapo de los labios de Brianna, estaba tan disgustada y frustrada en aquel momento. No sabía que hacer, no sabía como comportarse en aquel momento o como eliminar la frustración que sentía. — Tenemos que atraparlo Alistar ¿Esta dentro de la casa? — esperaba que su compañero pudiera responder la pregunta teniendo en cuenta que su olfato les daría una idea de donde se concentraba más el olor del culpable de aquella atrocidad.

Kodlak dejo escapar un gruñido mientras mostraba los dientes y miraba a una de las casetas que estaban un poco mas alejadas de la casa principal. Era una de esas casetas que normalmente se utilizan para guardar herramientas o los arreos de los caballos. Brianna miro hacía donde miraba el lobo y le acarició un poco el cuello — tranquilo, lo atraparemos, no le dejaremos escapar, esta nos la tiene que pagar, no permitiré que la muerte de Brillitos quede sin castigo — estaba completamente decidida a castigar al culpable de aquello. Iría hasta las ultimas consecuencias y aunque aquello la hacía sentir extraña ya que no estaba acostumbrada a ese tipo de sentimientos, sabía que era lo correcto, quien fuera debía pagar el crimen cometido.

Alistar se mantenía en silencio durante el camino, pero Brianna sabía que el lobo le contestaba con la mirada. Además, le daba miedo hablar. La mujer le había tocado la mano, una vez más, sintiendo sus rasgos lobunos y bestiales. Tal vez... tal vez su voz empeorase todavía más la percepción que tenía ella sobre él... Sabía que no podía pensar así, que la mujer le había demostrado una y otra vez que no le tenía miedo ni lo veía como un monstruo, pero... era algo que Alistar no podía evitar. Al menos no por el momento.

El olor a estiércol, animales de granja y demás llegó a él junto a los últimos rastros del olor a sangre de caballo. Además, el olor del tabaco encontrado en la escena del crimen se volvió mucho más notorio. La cabeza se encontraba allí y el fumador también. Alistar se paró poco antes de llegar, antes de estar a la vista de cualquiera que estuviese en la granja, poniendo la mano delante de Bri para que se detuviese también. La garganta de Alistar vibraba en un gruñido de ira incontrolable mientras hablaba.

—Están. Ese cobertizo apesta a sangre de equino y toda la finca huele a ese tabaco. Tabaco que también olí el día de la carrera, en el circuito. Es un olor muy fácil de identificar, pues se pega a la ropa con mucha facilidad. Llevaba sospechando desde el principio, pero solo una persona estuvo tan cerca de mí aquel día como para que el olor a tabaco ahogase todos los demás... Diego. El jinete que atrancó mi puerta de salida y luego me tiró al suelo. —Olfateó el aire con mayor profundidad, aumentando el rugido de animal que ahora acompañaba su habla—. Está aquí, eso seguro, pues no hay ningún rastro de tabaco reciente alejándose de la finca, pero... No sé donde exactamente. Habría que registrarla y si nos ve antes de que lo encontremos huirá... —suspiró—. Supongo que si intenta huir lo escucharé y podré salir a perseguirle. ¿Que quieres hacer? ¿Vamos juntos o nos dividimos a buscar?

Decidiese lo que decidiese, tenía claro donde iba a empezar a mirar: En el cobertizo.

Al escuchar aquel nombre Brianna tuvo ganas de abofetear a ese hombre hasta que le sangrase la mano. Aquel desgraciado que había quedado segundo y que había hecho que su compañero cayera al suelo pudiendo hacerse mucho daño. Había sido él quien mato a Brillitos y no merecía ningún tipo de piedad. Pensó entonces en una idea, si lo que querían era que no escapara era sencillo de conseguir. Al menos gracias a sus habilidades podría evitar que utilizara las puertas con ese cometido.

— Hagamos una cosa, yo iré primero a la parte de atrás de la casa y luego por delante. Cambiare las puertas para que no pueda salir si esta dentro, tú mientras si quieres puedes ir a inspeccionar el cobertizo — lo notaba por como Kodlak le gruñía a aquel lugar. Algo había dentro y desde luego si era algo demasiado peligroso no quería ser un estorbo para Alistar. Últimamente había aprendido a defenderse bastante bien sola, pero sabía que el lobo estaría mas atento a ella que a su propia seguridad y no quería volver a verle el estomago perforado por una bala.

Decidieron entonces que se separarían, Brianna fue a través del bosque sorteando un poco las edificaciones intentando que no la vieran si es que había alguien más en aquel lugar. Fue hasta la parte de atrás de la casa y cambió la puerta. Después hizo lo mismo con la de delante y decidió entrar en la casa. Si alistar iba a mirar en el cobertizo ella podía buscarle por la casa principal. Si no estaba en ninguno de los dos lugares seguramente estaría en los establos que estaban un poco mas hacía la derecha de la casa. Por el momento tenían que dar con él, después verían que harían para hacerle pagar sus crímenes. Lo que estaba más que claro y pensaban ambos era que no podía salir impune después de haber realizado un acto tan deplorable.

Accedió al plan de Brianna. Era una chica muy inteligente, incluso en aquel momento que debería estar ardiendo de ira. Esa era la diferencia entre ambos. Alistar estaba rozando el punto álgido de su rabia animal y sentía que en cualquier momento iba a dejarse llevar por el lobo salvaje que llevaba dentro. Brianna estaba lejos de nada parecido. Se acercó al cobertizo, indicando a Kodlak que lo siguiese en silencio, siempre detrás de él. Mientras caminaba, llevó la mano a la empuñadura de su espada y la sujetó con fuerza, desenvainándola en un limpio sonido metálico al arrastrar la hoja contra la funda.

Podía escucharlo. Alguien estaba haciendo algo dentro del cobertizo. Alguien murmuraba para si mismo entre ruidos de un serrucho cortando madera. La puerta estaba entreabierta, por lo que solo tuvo que empujarla un poco para que se abriera. Allí estaba Diego, inclinado delante de una mesa de trabajo. Alistar frunció el ceño y ordenó con un gesto de su mano a Kodlak que se quedase quieto junto a la puerta. Diego parecía estar trabajando en algo de madera, algo que parecía ser un estandarte para colocar trofeos de caza. Y en el suelo, a su lado, estaba la cabeza de la yegua, manchando el suelo de sangre.

—Vas a quedar maravillosa en mi pared... —decía en susurros.

—Quedará mejor si es tu cabeza la que la decora.

Diego se giró de golpe, sobresaltado. Al ver a aquel hombre bestia tiró la silla a un lado, boquiabierto y asustado.

—T... ¡Tú!

—Y... Yo. ¿Por qué lo has hecho?

Diego miró la cabeza y después a Alistar. Finalmente, empezó a correr hacia la salida intentando pasar por la izquierda del lobo. Movió un brazo con intención de empujarle pero Alistar giró sobre su propio pie, evitando el empujón, a la par que levantaba la espada. La propia inercia de Diego al correr lo puso justo delante de él, estirando el brazo en su intento de empujón, y de un corte limpio descendiente Alistar cercenó su brazo. El hombre gritó y a punto estuvo de caer al suelo, pero el lobo lo agarró por la camisa antes de ello. Lo llevó fuera del cobertizo y lo tiró al suelo, con fuerza. Diego gritaba, soltando quejidos de dolor. Alistar pudo ver como su mirada se centraba en la casa.

—Hay alguien ahí dentro, ¿no? Tu cómplice—silbó entonces a Kodlak. El animal empezó a correr hacia la casa y entró en la misma por la ventana, rompiendo los cristales. Si había un cómplice, el animal podría ayudar a Brianna si esta se encontraba en problemas. Si no lo había, el animal podría indicar a la chica que saliese de la casa, que ya lo habían encontrado. Alistar entonces pisó con fuerza la espalda de Diego, haciendo que este gritara más—. ¿Te duele? ¿Tal vez tanto como a la yegua cuando la mataste? ¿O tal vez tanto como Brianna cuando vio el cadáver de la yegua que había montado por primera vez?

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡¿Está bien?! ¡Lo siento! ¡Déjame vivir, por favor!

Alistar solo respondió con un gruñido y esperó a Brianna.

Había entrado a la casa y estaba buscando indicios de que el culpable pudiera estar en el interior. Escucho algunos ruidos en la parte de arriba y no dudo un momento en subir las escaleras hasta encontrar una habitación abierta con el suelo lleno de pisadas sangrientas. Eso solo podía significar una cosa, uno de los atacantes de Brillitos debía estar en aquella habitación. Se dispuso a entrar, estaba lista para enfrentar a aquellos asesinos. Podía escuchar el sonido del agua caer, al parecer se estaría quitando los restos de sangre del caballo del cuerpo.

Brianna entro en la habitación y se acerco a la puerta de lo que parecía ser el baño. En el interior pudo ver un montón de ropa ensangrentada y entonces no pudo evitar murmurar — hijo de puta... — se mordió el labio en cuanto lo hizo, ella no era de utilizar ese tipo de vocabulario pero no había podido evitarlo. No obstante aquel murmullo fue suficiente para que el tipo que estaba en la ducha apagara el agua y asomara la cabeza por la cortina. Brianna tuvo que esconderse tras la puerta deseando que no la hubiera visto, aún no había entrado al baño pero parecía que aquel hombre sospechaba que pudiera haber alguien en el interior de la habitación.

— ¿Diego eres tú? no seas cabrón, no esta la cosa para jueguecitos — salió de la ducha y se puso una toalla alrededor de la cintura. Se acercó hacía la puerta con la intención de salir a revisar quien había en la habitación. Justo cuando iba a mover la puerta se escuchó un fuerte sonido de cristales rompiéndose. Fue suficiente para que se despistase y entonces la doctora movió la puerta y golpeo con fuerza la cara de aquel tipo para luego bajar rápidamente de nuevo a la planta de abajo a ver que estaba sucediendo.

Aquel hombre no tardó demasiado en seguir a la mujer e intentar atraparla, la cogió del brazo y tiro de ella cuando estaban en las escaleras consiguiendo que los dos rodaran escaleras abajo. Kodlak que era quien había entrado en la casa no tardó en lanzarse sobre él mientras ella se levantaba como podía con una brecha en la cabeza. Desde luego aquellas aventuras eran un verdadero peligro. El lobo mordió piernas y brazos consiguiendo terribles gritos de dolor por parte de aquel hombre mientas que Brianna recuperaba que estaba totalmente mareada terminaba por quedarse apoyada en la pared sin ser capaz de levantarse aún debido a la conmoción del golpe.

Se escucharon gritos desde el interior de la casa. El lobo se agachó y cogió a Diego por el cuello de la ropa, levantándolo así del suelo como si de un saco se tratase. El rubio suplicaba con la voz entrecortada, sujetándose el muñón sangrante que tenía donde antes estaba su brazo. Alistar lo llevó hasta la puerta de la casa y levantó una pierna, pegando a la puerta la planta del pie. Empujó con fuerza y enseguida la puerta cedió, cayendo al suelo con un ruido sordo. Allí puedo ver a Kodlak, practicamente jugando con su presa, y apoyada en la pared estaba... Bri... con sangre en la cabeza. Tiró a Diego al suelo. Sin ordenarle a Kodlak que se detuviera, envainó la espada y corrió hacia la mujer, agachándose junto a ella.

En aquel instante tenía ganas de volverse loco. De transformarse del todo y unirse a Kodlak en aquella masacre. Pero no, Brianna no iba a verle así. Y sin su ayuda podría acabar todavía peor. El lobo volvió a su forma humana, esperando tener un aspecto más amigable de esa manera, que causase menos shock. La miró a los ojos, tal vez esperando ver en ellos que no estaba inconsciente... o muerta.

—¿Estás bien? ¿Puedes hablar?

Cogió sus manos con las suyas. La médico era ella, él tenía muy pocos conocimientos al respecto. Como mucho sabía coserse una herida o vendarse para evitar el desangramiento. Pero en aquella situación... Verla así estaba haciéndole hervir la sangre. En cuanto hubo recibido respuesta se limitó a silbar, ordenando a Kodlak que se detuviera. Entonces giró la cabeza a la par que volvía a transformarse, mirando a Diego y a su compinche con unos brillantes ojos amarillos.

—Pagaréis...

Gutural, profunda como un rugido era su voz. Se separó de Bri y empezó a caminar hacia ellos, con la espalda ligeramente encorvada, con los dedos tensos y flexionados, enseñando sus garras. Con cada respiración un rugido canino entre colmillos. Estaba a punto de dejarse llevar, de convertirlos en una masa sanguinolenta... No. Bri sigue allí. Se quedó quieto, esperando a que la mujer dijese algo.

Brianna se levantó con ayuda de Alistar, por suerte se sentía algo mejor y aunque le dolía la cabeza solo era una brecha estúpida. Un poquito más de sangre de la necesaria, por que bueno, la sangre siempre era muy escandalosa cuando uno se hacía una pequeña herida. Suspiro levemente mientras se apoyaba en la pared y veía como Alistar se transformaba de nuevo y se acercaba a esos dos con intenciones de hacerles mucho más daño de lo que le estaba haciendo Kodlak y ella no quería que el lobo se manchase las manos con esas cosas.

Se acercó a él y lo abrazo por la espalda — no lo hagas, no merece la pena, podemos decir que las heridas de ese han sido en defensa propia por que me ha golpeado y con eso no nos podrán decir nada, pero si los matamos no recibirán su castigo — quería que esos dos sufrieran y que el pueblo entero supiera quien había hecho aquella barbaridad. Sobretodo por que bueno, en aquel lugar todos adoraban a los caballos y vivían de ellos básicamente y maltratar así a un bello y noble animal como aquel no tenía perdón.

— Es mejor que los llevemos ante la justicia del pueblo, si vemos que no los castigan de forma correcta aún podemos hacer que una noche "desaparezcan" para nunca volver — estaba cansada y algo dolorida. Intentaba calmar al albino mientras que el lobo mantenía a esos dos bien acojonados en el suelo sin permitirles moverse un solo centímetro. Brianna entonces soltó a Alistar, realmente le dejaría hacer lo que quisiera, dejaría que él los matase si quería o incluso que los atase o cualquier otra cosa que el lobo viera correcto, pero realmente quería que fueran juzgados o ver si en aquella isla la ley realmente existía.

Brianna era una persona piadosa, por mucho que sufriera por lo sucedido aún no se veía con fuerzas de hacerle daño a otra persona. La doctora había hecho un juramento, salvar a la gente y hacer el bien, ayudar a todos aquellos que lo necesitasen y ella no podía hacer otra cosa más que seguir lo que su corazón y su mente le decía. Pero se quedo allí apoyada esperando a ver que hacía Alistar, no se lo tomaría en cuenta, no le haría preguntas y tampoco se quejaría ni se lo tendría en cuenta por que bueno, estaba en total derecho a vengar la muerte de la yegua puesto que había sido un acto terriblemente cruel e innecesario.

Antes de su abrazo se había ido transformando en un licántropo completo. Una bestia lobuna y bípeda que casi tocaba el techo con las orejas. Pelo espeso, grueso y duro cubría todo su cuerpo, de un color blanco que daba la sensación de que antaño fue puro, pero ahora estaba manchado de grises. Y a punto estaba de verse manchado de rojo también. Apoyaba las garras en el suelo mientras de su hocico salía un horroroso y cálido vaho, justo cuando los brazos de la mujer lo rodeaban. Y sus palabras llegaban a sus finos oídos.

En aquel estado las palabras sonaban lejanas, como si le estuviesen hablando bajo el agua. El sonido que tenía el primer plano en su cabeza era el latido de los corazones de sus presas, que lo miraban desde el suelo. Apestaban a miedo. Sus garras arañaban el suelo de madera, astillándolo. Cada respiración era un gruñido y sus ojos ambarinos iban de una presa a otra. Su compañero de caza estaba al otro lado, esperando una señal. Una bella criatura Kodlak, aunque en esos instantes era aterrador más que majestuoso.

La mujer lo soltó y sus palabras, aunque distantes y apagadas, fueron comprendidas en su totalidad por el depredador. ¿Qué iba a hacer? Como el cazador que era caminó en círculos, alrededor de sus presas. Su compañero de caza hizo lo propio desde el otro lado. En cualquier momento las bestias saltarían sobre las presas, desgarrando la carne. Aunque no la iban a devorar, no. Aquello era por puro odio. Venganza. Aquello era... asesinato.

El licántropo y su compañero de caza se detuvieron. El depredador dio un paso adelante, acercándose más a sus presas. Tanto, que su aliento canino chocaba contra su mismo rostro. Ellos, inmóviles por el miedo, casi llorando. Uno de ellos se sujetaba el muñón... Olía a sangre y el licántropo debía hacer un esfuerzo extra para no dejarse llevar por ello. Entonces la bestia habló entre gruñidos:

—Pagaréis... lo que habéis hecho...

Volvió a su forma humana y se dio la vuelta para no mirarles. Si lo hacía... temía volver a caer en sus instintos más salvajes. El lobo respiraba con profundidad y poco a poco los gruñidos de su respiración desaparecieron. Miró a Brianna, la cual se había mantenido honorable, con las manos limpias... Para él ya era tarde, pero para ella... Ella estaba a tiempo.

—Gracias, Brianna. ¿Puedes hacerme un favor y atarlos al lomo de Kodlak? Si me acerco a ellos no sé si...

No terminó la frase, pero quedaba bastante claro lo que quería decir. Temía no poder controlarse más, dejarse llevar por su ira y su sed de sangre animal. Una vez la mujer le hubiese respondido saldría de la casa para alejarse de ese olor, tomar el aire y despejarse un poco mientras se encargaba de ellos.

Como había dicho, Brianna dejaría que Alistar hiciese lo que creyese correcto, si quería matarlos podía hacerlo, pero ella prefería que sus manos quedaran limpias de sangre. Sabía que Alistar había cometido asesinatos, al menos eso es algo que él le había contado, pero también sabía que era un buen hombre y no quería que sus manos volvieran a mancharse de ese tipo de sangre. Cuando vio que volví a su forma humana y se tranquilizaba un poco asintió a sus palabras, ella los ataría al lomo de Kodlak después de curar sus heridas, no quería que terminasen desangrados antes de tiempo.

Dejo que Alistar saliera fuera y después se dedico a curar las heridas de aquellos hombres aprovechando un botiquín bastante bien abastecido que había en la casa. Al estar tan lejos del resto del pueblo era de suponer que tendrían una buena cantidad de medicamentos, vendajes y demás enseres médicos. Una vez les curo las heridas los ato al lomo del lobo blanco para que no pudieran escapar y entonces ella misma se curo la herida de la cabeza poniéndose una pequeña vendita. No se había dado cuenta pero también tenía una herida en el labio y varios rasguños en la cara de la caída.

Sería una buena imagen para que los aldeanos creyeran sus palabras. Una vez llegaron al pueblo, los ciudadanos se acercaron de lo más preocupados a ver que había sucedido. Brianna fue quien dio un paso al frente para explicar lo sucedido — seguimos las pistas que encontramos y llegamos a la casa de estos hombres, cuando quisimos pedirles explicaciones nos agredieron, mi compañero es bastante ágil pero por desgracia para mi no pude esquivarlo a tiempo — los hombres quisieron protestar pero un gruñido de Kodlak los hizo callar. Nadie creería sus palabras y si se atrevían a abrir la boca aún podía convertirse en comida de lobo.

— Kodlak siempre me protege y al ver que me golpeaban no pudo evitarlo y salto sobre ellos para protegerme, fue complicado calmarlo pero al final lo conseguimos, siento mucho lo sucedido me hubiese gustado que volvieran enteros, pude curarlos pero deberían ir al hospital — los aldeanos quedaron completamente conformes con la explicación de la mujer. Después de todo Brianna tenía la capacidad de usar su conocimiento en psicología para sonar completamente convincente y su aspecto dolorido y herido era suficiente para corroborar su historia. Nadie podía culpar a un animal de cuidar de su dueña cuando la agreden ¿verdad? y menos aún cuando son dos asesinos de caballos.

Suspiró cuando salió de la casa, cruzándose de brazos y en silencio. Poco a poco, el instinto asesino y la sed de sangre iban desapareciendo, cuanto más rato pasaba sin tener que mirar a aquellos a los que tanto odiaba en aquel instante. Miró entonces hacia el cobertizo, recordando que Diego estaba allí, trasteando con la cabeza del pobre animal. Lo mejor sería que no se quedase ahí parado mientras la mujer trabajaba, por lo que empezó a caminar hacia el cobertizo para entrar en el mismo e inspeccionar lo que quedase.

Por suerte, parecía que no había dado tiempo a que Diego trastocase de verdad la cabeza del animal. La inspeccionó a fondo, mirándole la boca, los ojos... todo por asegurarse de que no le faltaba nada. Cogió entonces del suelo una cuerda que allí había y salió, cargando con la misma y la cabeza. Kodlak ya estaba allí, con los malhechores atados a su lomo. El lobo ató la cabeza a su costado con el máximo cuidado que pudo, para que la llevase colgando. Miró con odio a Diego mientras lo hacía y pudo ver como este hacía una mueca atemorizada y apartaba la mirada con miedo.

El camino de vuelta fue dolorosamente silencioso y el rostro de Alistar fue melancólico durante toda la trayectoria. Cuando llegaron, mientras la mujer daba las últimas explicaciones, el lobo se mantuvo en silencio y de brazos cruzados. Le dolía. Aquella mujer, siempre honesta y bondadosa... estaba mintiendo. Y por su culpa. Aquel era el daño que hacía Alistar a las personas que se acercaba... Tal vez no las dañase fisícamente, pero...

Poco a poco las convertía en eso. En gente capaz de mentir con tal de ocultar sus monstruosidades. Tal vez aquella mentira no fuese la gran cosa, sin embargo... así se empezaba. No pudo evitar mirarla mientras hablaba y pensar en ello. ¿Cómo iba a mirarla a la cara? Desató a los malhechores cuando vinieron las autoridades y, después, desató la cabeza y la llevó hasta el lugar de descanso de la yegua. Ya habían excavado una tumba y puesto su cuerpo en la misma. El lobo se limitó a colocar la cabeza en su sitio, como si siguiera completa. Tal vez así pudiese descansar en paz.

Aceptó a regañadientes las recompensas por el trabajo y, entonces, montó a lomos de Kodlak. Pidió entonces a Brianna si podían marcharse ya... mientras pensaba como podría disculparse por todo aquello.