Contratante: Viktor Elrik
Descripción de la misión: Hay muchos datos interesantes sobre los Ojos Dorados, y aunque estoy seguro de que la mayoría son inventos y cuentos de viejas, merece la pena investigar detenidamente una pequeña isla del Calm Belt, llamada Salvación. Empiezo a pensar que esta gente es bastante menos sutil de lo que me esperaba, pero bueno. Os mandaría a colonizarla, pero ni creo que estéis listos ni que seáis capaces de hacerlo sin una preparación previa, así que necesito que alguien monte discretamente un puesto de avanzada difícil de localizar.
Objetivos: Montar un puesto de avanzada para los “Chapuzas”.
Premios: Bienvenidos a la familia. Tendréis vuestro entrenamiento (Técnica libre de hasta cuatro puntos de entrenamiento, o usarlos para mejorar en Haki).
Descripción de la misión: Hay muchos datos interesantes sobre los Ojos Dorados, y aunque estoy seguro de que la mayoría son inventos y cuentos de viejas, merece la pena investigar detenidamente una pequeña isla del Calm Belt, llamada Salvación. Empiezo a pensar que esta gente es bastante menos sutil de lo que me esperaba, pero bueno. Os mandaría a colonizarla, pero ni creo que estéis listos ni que seáis capaces de hacerlo sin una preparación previa, así que necesito que alguien monte discretamente un puesto de avanzada difícil de localizar.
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Tras lo acontecido en los últimos días Viktor Elrik había decidido solicitar nuevamente los servicios de Ryuu y Moja, por lo que ambos se encaminaron siguiendo sus instrucciones hacia el Calm Belt. Allí debían llegar a una pequeña isla llamada Salvación, cuyo nombre recordaba más que levemente al procedimiento por el que, según los capuchas negras de Groviard, una persona se convertía en un Ojos Dorados.
Las instrucciones les habían llegado por carta, y en respuesta el smigyojin había enviado una nueva misiva a Elrik, en la que decía lo siguiente:
Estimado señor Elrik,
Agradezco su confianza en nosotros, y quiero informarle de que estoy dispuesto a acudir a Salvación y montar el puesto de avanzada que usted solicita. Es más, deseo hacerlo. Este asunto de La Mano y los Ojos Dorados ha captado mi atención igual que la suya y quiero tomar parte en los acontecimientos que están por venir. No me cabe duda de que tendré éxito en la misión, pero debo decirle que, aunque seamos aliados, no me convertiré en uno más de sus hombres.
Si necesita mi ayuda tiene mi palabra de que acudiré, siempre y cuando lo que me pida no me suponga deshonor. La palabra de un samurái, como espero que sepa, es lo más sagrado de este mundo. Sin embargo no formaré parte de su organización criminal y mantendré mi independencia como pirata. Nuestra alianza debe ser, en mi opinión, algo similar a la que existe entre el Gobierno Mundial y los Shichibukai, solo que construida sobre una confianza mayor. Siempre y cuando no reclame autoridad sobre mí más allá de los momentos en que necesite de mis servicios y no intente menoscabar mi independencia ni mi honor, estaré encantado de que se me considere un miembro, lejano pero digno de confianza, de su "familia". Eso sí, agradecería recibir un pago ligeramente mayor al propuesto por mis servicios. En concreto estoy interesado en añadir a este la adquisición de un kit de herrería de gran calidad con todos sus utensilios.
Un saludo,
Ryuu Akiyama, La Espada del Mar.
El samurái era consciente de que no iba a ser fácil llegar a aquella isla, pues el Calm Belt estaba poblado por reyes marinos que hacían imposible para la mayoría de los barcos navegar a su través. No obstante él (y en su opinión Moja también) poseía suficiente poder para enfrentarlos, o al menos eso pensaba. Navegaban en el barco del felino, con la diminuta embarcación de Ryuu descansando sobre la cubierta de esta.
A los pocos días de navegación se hizo evidente que habían alcanzado el mar sin mareas. La ausencia de olas era un fenómeno muy extraño y que a Ryuu le provocaba una mala sensación. No era natural, no podía serlo. El mar no era así.
Las instrucciones les habían llegado por carta, y en respuesta el smigyojin había enviado una nueva misiva a Elrik, en la que decía lo siguiente:
Estimado señor Elrik,
Agradezco su confianza en nosotros, y quiero informarle de que estoy dispuesto a acudir a Salvación y montar el puesto de avanzada que usted solicita. Es más, deseo hacerlo. Este asunto de La Mano y los Ojos Dorados ha captado mi atención igual que la suya y quiero tomar parte en los acontecimientos que están por venir. No me cabe duda de que tendré éxito en la misión, pero debo decirle que, aunque seamos aliados, no me convertiré en uno más de sus hombres.
Si necesita mi ayuda tiene mi palabra de que acudiré, siempre y cuando lo que me pida no me suponga deshonor. La palabra de un samurái, como espero que sepa, es lo más sagrado de este mundo. Sin embargo no formaré parte de su organización criminal y mantendré mi independencia como pirata. Nuestra alianza debe ser, en mi opinión, algo similar a la que existe entre el Gobierno Mundial y los Shichibukai, solo que construida sobre una confianza mayor. Siempre y cuando no reclame autoridad sobre mí más allá de los momentos en que necesite de mis servicios y no intente menoscabar mi independencia ni mi honor, estaré encantado de que se me considere un miembro, lejano pero digno de confianza, de su "familia". Eso sí, agradecería recibir un pago ligeramente mayor al propuesto por mis servicios. En concreto estoy interesado en añadir a este la adquisición de un kit de herrería de gran calidad con todos sus utensilios.
Un saludo,
Ryuu Akiyama, La Espada del Mar.
El samurái era consciente de que no iba a ser fácil llegar a aquella isla, pues el Calm Belt estaba poblado por reyes marinos que hacían imposible para la mayoría de los barcos navegar a su través. No obstante él (y en su opinión Moja también) poseía suficiente poder para enfrentarlos, o al menos eso pensaba. Navegaban en el barco del felino, con la diminuta embarcación de Ryuu descansando sobre la cubierta de esta.
A los pocos días de navegación se hizo evidente que habían alcanzado el mar sin mareas. La ausencia de olas era un fenómeno muy extraño y que a Ryuu le provocaba una mala sensación. No era natural, no podía serlo. El mar no era así.
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Un nuevo trabajo había llegado exclusivamente para Ryuu y para mí por parte de Viktor. Para demostrar nuestro valor y poder entrar a la organización. Realmente no me gustaba la idea y de hecho prefería seguir perteneciendo a los Jigoku no Kaizoku, le era leal a mi capitán. Aunque era una oferta bastante buena, prefería mantenerme al margen y que aunque se supiera que hacia trabajos para él, me mantendría siendo libre como pirata. Eso sí siempre que necesitara mi ayuda estaría más que dispuesto a ayudarlo. Aunque no le envié una carta como mi compañero Ryuu hice que el mensaje se lo hiciera llegar uno de sus hombres. Además lo volvería a recordar al final de la misión.
Bueno ahora a la misión, se trataba de crear una pequeña base de operaciones en una isla del Calm Belt, la isla de Salvación para ser más exactos. Navegar por el Calm Belt no era fácil debido a la ausencia de olas y viento y el incordio de reyes de mar. Pero eso no era nada para un navegante experto como yo, había conseguido cierta habilidad recientemente que me venía de lujo en ese momento. Se trataba de un remolcado de reyes marinos, haciendo uso de mi precisión y una fuerte cuerda, al entrar al Calm Belt atrapé a un rey marino el cual utilice para remolca el barco a voluntad.
Aquel mar era realmente extraño, según mis cálculos debíamos de llegar en unos cuatro días. Esa era la idea principal pero un enorme problema se nos planto delante de nosotros, este era un problema de veinte metros de altura. Un rey marino dopado que no seria nada fácil hacerle frente. De hecho este hizo huir al que nos estaba remolcando, teniendo que cortar las cuerdas, para no hacer hundir el barco.
Bueno ahora a la misión, se trataba de crear una pequeña base de operaciones en una isla del Calm Belt, la isla de Salvación para ser más exactos. Navegar por el Calm Belt no era fácil debido a la ausencia de olas y viento y el incordio de reyes de mar. Pero eso no era nada para un navegante experto como yo, había conseguido cierta habilidad recientemente que me venía de lujo en ese momento. Se trataba de un remolcado de reyes marinos, haciendo uso de mi precisión y una fuerte cuerda, al entrar al Calm Belt atrapé a un rey marino el cual utilice para remolca el barco a voluntad.
Aquel mar era realmente extraño, según mis cálculos debíamos de llegar en unos cuatro días. Esa era la idea principal pero un enorme problema se nos planto delante de nosotros, este era un problema de veinte metros de altura. Un rey marino dopado que no seria nada fácil hacerle frente. De hecho este hizo huir al que nos estaba remolcando, teniendo que cortar las cuerdas, para no hacer hundir el barco.
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Poco después de entrar en el Calm Belt los piratas se toparon con un pequeño rey marino con aspecto de gato de color verde que, lejos de suponer un reto, les fue de gran ayuda debido a que Moja lo capturó y obligó a remolcar el navío. Ryuu no sabía cómo había logrado convencer al animal de que colaborase, pero daba la sensación de que al felino se le daba muy bien tratar con animales. No obstante aquella ventaja no duró mucho, ya que apenas día y medio después un nuevo rey marino, de un tamaño tres veces superior al del primero, y con un aspecto similar al de una gigantesca morena de color marrón, hizo su aparición. Tremendamente asustado ante el ser que acababa de surgir de las profundidades del océano, el primer rey marino huyó despavorido, estando a punto de arrastrar el barco tras él bajo el agua. De hecho lo habría logrado de no ser porque el samurái, atento y veloz, cortó sus ataduras antes de que les hiciese naufragar irremediablemente y, en el caso de Moja, provocase su muerte.
- Debemos forzarle a dividir su atención, y si puede ser desviándola del barco, mejor. - Comentó el espadachín a su amigo, consciente de que si las enormes mandíbulas del animal se cerraban en torno al barco abrirían un agujero por el que el agua entraría a gran velocidad.
Dicho esto, corrió hacia la borda y saltó hacia el mar, cayendo al agua a unos diez metros de distancia del rey marino. La gigantesca bestia tenía casi todo su cuerpo sobre la superficie, y aprovechando aquello el pirata buceó a gran velocidad hacia él y, desde abajo, trazó un arco con su espada que produjo un profundo corte al animal, que emitió un sonoro grito de dolor y al momento introdujo su cabeza en el agua. Su objetivo era distraerlo, obligarle a centrar su atención también en él. De ese modo no solo a Moja le resultaría más sencillo dañarle, sino que protegía el barco de sus peligrosas acometidas. A fin de cuentas, él podía moverse bajo el agua con igual o mayor facilidad y velocidad que cualquier rey marino.
- Debemos forzarle a dividir su atención, y si puede ser desviándola del barco, mejor. - Comentó el espadachín a su amigo, consciente de que si las enormes mandíbulas del animal se cerraban en torno al barco abrirían un agujero por el que el agua entraría a gran velocidad.
Dicho esto, corrió hacia la borda y saltó hacia el mar, cayendo al agua a unos diez metros de distancia del rey marino. La gigantesca bestia tenía casi todo su cuerpo sobre la superficie, y aprovechando aquello el pirata buceó a gran velocidad hacia él y, desde abajo, trazó un arco con su espada que produjo un profundo corte al animal, que emitió un sonoro grito de dolor y al momento introdujo su cabeza en el agua. Su objetivo era distraerlo, obligarle a centrar su atención también en él. De ese modo no solo a Moja le resultaría más sencillo dañarle, sino que protegía el barco de sus peligrosas acometidas. A fin de cuentas, él podía moverse bajo el agua con igual o mayor facilidad y velocidad que cualquier rey marino.
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El samurái no tardó en tirarse al agua para distraer a aquella enorme bestia. Eso nos daba la opción de que no hiciera daño al barco con una de sus acometidas. Lo cual podría producir mi muerte si llegara a caer al agua, dado mi condición de usuario de akuma. Este los distrajo lo suficiente para que no hiciera hincapié en el barco. Dándome una tremenda oportunidad para atacarlo, ya que el barco pasó a escasos metros de la bestia sin que esta nos prestara atención. Ese fue el momento que utilicé para realizar mi ataque.
Hice uso de mi forma hibrida, la cual me daba potencia suficiente a mis piernas para atacar a la bestia. Mojé mis dagas en agua y haciendo uso de mi nueva técnica las imbuí en electro. Con rápidos movimientos, aproveche el instante en el que el barco estaba más cerca del animal marino. Usé la potencia de mis piernas para saltar sobre él y realizar dos precisos cortes en su lomo, los cuales no fueron profundo. Pero fue lo suficiente para que mi electro penetrara en él, gracias a que el agua, que impregnaba mis armas, entró en aquellas heridas, haciendo el electro mucho más eficaz.
Acto seguido, usé el animal de apoyo para de un salto y haciendo una pirueta, volver al barco tranquilamente. Ahora todo dependía de mi compañero, el electro había entumecido al animal, haciéndolo mas lento y dándole un chance para acabar con él a mi compañero. Una vez en cubierta volví al timón para maniobrar el barco en caso necesario, volviendo a mi forma de pantera.
Hice uso de mi forma hibrida, la cual me daba potencia suficiente a mis piernas para atacar a la bestia. Mojé mis dagas en agua y haciendo uso de mi nueva técnica las imbuí en electro. Con rápidos movimientos, aproveche el instante en el que el barco estaba más cerca del animal marino. Usé la potencia de mis piernas para saltar sobre él y realizar dos precisos cortes en su lomo, los cuales no fueron profundo. Pero fue lo suficiente para que mi electro penetrara en él, gracias a que el agua, que impregnaba mis armas, entró en aquellas heridas, haciendo el electro mucho más eficaz.
Acto seguido, usé el animal de apoyo para de un salto y haciendo una pirueta, volver al barco tranquilamente. Ahora todo dependía de mi compañero, el electro había entumecido al animal, haciéndolo mas lento y dándole un chance para acabar con él a mi compañero. Una vez en cubierta volví al timón para maniobrar el barco en caso necesario, volviendo a mi forma de pantera.
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El felino aprovechó adecuadamente la distracción creada por Ryuu y, utilizando tanto el agua del mar como la electricidad que era capaz de crear, asestó dos tajos al animal que, si bien no le hirieron de gravedad, sí facilitaron mucho las cosas al semigyojin. La corriente eléctrica penetró en el organismo del rey marino por ambas heridas, haciendo que este tuviese una importante dificultad para moverse.
De ese modo el samurái se encontraba en clara ventaja, y no pensaba dejar pasar aquella oportunidad. Durante un instante acumuló agua bajo sus pies, aumentando la presión en ese punto. De esa forma pudo propulsarse a una velocidad casi imposible de seguir con la vista para la mayoría de la gente y, una vez estuvo lo suficientemente cerca de la bestia, trazar un veloz y preciso arco con su espada. El filo de Kirisame atravesó la piel escamosa y, tras ella, la carne del rey marino, aprovechando el impulso del movimiento del propio Ryuu para seccionar por completo el alargado cuerpo del gigantesco animal. Este comenzó a hundirse lenta pero inexorablemente en las profundidades del océano.
Una vez eliminada la amenaza el semigyojin subió a la superficie y trepó hasta llegar de nuevo a cubierta.
Dos días después el pirata avistó en el horizonte la pequeña isla que era su destino. Ya casi habían llegado, pese a las dificultades estaban muy cerca de lograrlo. Sin embargo su alegría duró poco, pues en ese momento tres reyes marinos emergieron alrededor del navío. No eran tan grandes como el que les había atacado anteriormente, pero tenían un tamaño considerable. Uno de ellos tenía un aspecto similar al de una rana de color azul, otro al de un chihuahua de un llamativo color fucsia con manchas verdes, y el último y más grande de ellos recordaba vagamente a un gorila, aunque su piel poseía un tono amarillento ciertamente feo.
- Mierda. - Masculló Ryuu entre dientes. - Nos va a tocar abrirnos camino hacia Salvación hasta el último momento.
El rey marino con aspecto de rana fue el primero en atacar, tratando de devorar al samurái. Este, reaccionando tan rápido como pudo, saltó con todas sus fuerzas. De ese modo evitó el mordisco, quedando situado por encima de la cabeza de la bestia. Aprovechando la inercia de la caída, clavó con todas sus fuerzas la punta de Kirisame en ella. La katana se hundió hasta la tsuba, acabando con la vida del rey marino en el acto.
Sin detenerse un segundo a celebrarlo, Ryuu saltó hacia el que parecía un chihuahua, dispuesto a acabar con él. Sin embargo fue sorprendido por la cola del ser que se asemejaba ligeramente a un gorila, que le golpeó con fuerza en mitad del aire. El joven cayó al mar tras volar más de diez metros debido al potente impacto. Le dolía todo, y era posible que tuviese lesionado su hombro izquierdo. No parecía grave, pero sí era bastante molesto. Para colmo, el animal que le había golpeado se había sumergido tras él y le miraba con ansia. Parecía listo para volver a atacar. Moja iba a tener que apañárselas con el rey marino de color rosa, él iba a tener bastante con aquel.
De ese modo el samurái se encontraba en clara ventaja, y no pensaba dejar pasar aquella oportunidad. Durante un instante acumuló agua bajo sus pies, aumentando la presión en ese punto. De esa forma pudo propulsarse a una velocidad casi imposible de seguir con la vista para la mayoría de la gente y, una vez estuvo lo suficientemente cerca de la bestia, trazar un veloz y preciso arco con su espada. El filo de Kirisame atravesó la piel escamosa y, tras ella, la carne del rey marino, aprovechando el impulso del movimiento del propio Ryuu para seccionar por completo el alargado cuerpo del gigantesco animal. Este comenzó a hundirse lenta pero inexorablemente en las profundidades del océano.
Una vez eliminada la amenaza el semigyojin subió a la superficie y trepó hasta llegar de nuevo a cubierta.
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Dos días después el pirata avistó en el horizonte la pequeña isla que era su destino. Ya casi habían llegado, pese a las dificultades estaban muy cerca de lograrlo. Sin embargo su alegría duró poco, pues en ese momento tres reyes marinos emergieron alrededor del navío. No eran tan grandes como el que les había atacado anteriormente, pero tenían un tamaño considerable. Uno de ellos tenía un aspecto similar al de una rana de color azul, otro al de un chihuahua de un llamativo color fucsia con manchas verdes, y el último y más grande de ellos recordaba vagamente a un gorila, aunque su piel poseía un tono amarillento ciertamente feo.
- Mierda. - Masculló Ryuu entre dientes. - Nos va a tocar abrirnos camino hacia Salvación hasta el último momento.
El rey marino con aspecto de rana fue el primero en atacar, tratando de devorar al samurái. Este, reaccionando tan rápido como pudo, saltó con todas sus fuerzas. De ese modo evitó el mordisco, quedando situado por encima de la cabeza de la bestia. Aprovechando la inercia de la caída, clavó con todas sus fuerzas la punta de Kirisame en ella. La katana se hundió hasta la tsuba, acabando con la vida del rey marino en el acto.
Sin detenerse un segundo a celebrarlo, Ryuu saltó hacia el que parecía un chihuahua, dispuesto a acabar con él. Sin embargo fue sorprendido por la cola del ser que se asemejaba ligeramente a un gorila, que le golpeó con fuerza en mitad del aire. El joven cayó al mar tras volar más de diez metros debido al potente impacto. Le dolía todo, y era posible que tuviese lesionado su hombro izquierdo. No parecía grave, pero sí era bastante molesto. Para colmo, el animal que le había golpeado se había sumergido tras él y le miraba con ansia. Parecía listo para volver a atacar. Moja iba a tener que apañárselas con el rey marino de color rosa, él iba a tener bastante con aquel.
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El samurái se hizo cargo del rey marino sin muchos, no sabía decir si mi ataque había servido de mucho, pero esperaba que sí. Tras ese pequeño combate mi compañero subió de nuevo al barco y nos dispusimos a continuar nuestro viaje por aquel temido mar. De hecho era casi igual de complicado navegar por el que por el nuevo mundo, salvo que en el nuevo mundo la climatología era muy extremas. Después de la lucha el rey marino que nos remolcaba apareció de nuevo, algo que fue pura suerte, lo atrape de nuevo con las cuerdas y continuó remolcándonos por aquel mar. Pero ese golpe de suerte trajo consigo un poco de mala suerte que se mostró a los dos días, justo cuando por fin divisábamos nuestro destino.
Tres enormes reyes marinos aparecieron delante de nosotros. No eran tan grandes como el que nos había atacado anteriormente, pero su número si asustaba. Entre los tres podría acabar con el barco haciéndome caer al mar, con la posibilidad de morir. Por suerte Ryuu se hizo cargo del que parecía una rana gigante y acto seguido fue a por el que parecía un chihuahua, aunque por el camino el gorila lo golpeo con su cola y se sumergió tras él. Eso me liberaba un poco y me dejaba delante solo con el chihuahua rosa. Solté al pequeño rey marino que nos remolcaba y aproveché la inercia para esquivar al chihuahua, el cual venía con la intención de hundir el barco.
Tras esquivarlo hice que uno de la tripulación tomara el timón, para así poder sacar Vilya. Cargué mi arma con electro e hice mi famoso Double Tap, apuntando mi arma hacia aquella enorme bestia. Dos disparos, cargados de electro, casi seguidos salieron de mi arma hacia aquel animal. Ambas balas impactaron en el animal, atravesando la piel e incrustándose en su interior. Haciendo que el electro hiciera efecto, dejándolo paralizado. Aproveche ese momento para usar mi forma hibrida y desde esta lanzar dos enormes bolas de fuego contra el chihuahua. Que hicieron que el animal se achicharrara y agradable olor a pescado frito llegara hasta nosotros.
Poco a poco nos alejábamos de la zona con dirección a la isla y esperaba que mi compañero pudiera hacerse cargo del rey marino que faltaba.
Tres enormes reyes marinos aparecieron delante de nosotros. No eran tan grandes como el que nos había atacado anteriormente, pero su número si asustaba. Entre los tres podría acabar con el barco haciéndome caer al mar, con la posibilidad de morir. Por suerte Ryuu se hizo cargo del que parecía una rana gigante y acto seguido fue a por el que parecía un chihuahua, aunque por el camino el gorila lo golpeo con su cola y se sumergió tras él. Eso me liberaba un poco y me dejaba delante solo con el chihuahua rosa. Solté al pequeño rey marino que nos remolcaba y aproveché la inercia para esquivar al chihuahua, el cual venía con la intención de hundir el barco.
Tras esquivarlo hice que uno de la tripulación tomara el timón, para así poder sacar Vilya. Cargué mi arma con electro e hice mi famoso Double Tap, apuntando mi arma hacia aquella enorme bestia. Dos disparos, cargados de electro, casi seguidos salieron de mi arma hacia aquel animal. Ambas balas impactaron en el animal, atravesando la piel e incrustándose en su interior. Haciendo que el electro hiciera efecto, dejándolo paralizado. Aproveche ese momento para usar mi forma hibrida y desde esta lanzar dos enormes bolas de fuego contra el chihuahua. Que hicieron que el animal se achicharrara y agradable olor a pescado frito llegara hasta nosotros.
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El semigyojin se lanzó hacia el rey marino nadando a gran velocidad. Sin embargo, se vio penalizado por el dolor en su hombro izquierdo. Era el lugar donde le había golpeado la cola del animal, y aunque podía moverlo, lo que indicaba que no estaba roto, cada vez que lo hacía sentía un fuerte pinchazo. Debido a ello su desplazamiento no era tan veloz como hubiera querido, lo que el depredador aprovechó para golpearle nuevamente. Esta vez, sin embargo, pudo interponer su arma, imbuida en la negra armadura de su voluntad. Gracias a eso evitó un nuevo golpe que, sin duda, habría sido demoledor. Eso sí, no pudo librarse de ser desplazado varios metros.
El samurái continuó intentando golpear al animal, pero fue infructuoso. La desventaja de movilidad que bajo el mar suponía la lesión de su hombro izquierdo le impedía ponerse a la altura del rey marino en velocidad, y no solo no había conseguido estar siquiera cerca de dañarle, sino que le estaba costando no resultar herido por sus envites.
Finalmente se dio cuenta de que no iba a poder seguir así mucho tiempo, por lo que solo tenía una solución: jugar su mejor carta. Comenzó a reunir energía en torno a sí mismo, acumulando agua. El rey marino se abalanzó sobre él, abriendo su enorme boca en un intento de engullirle por completo. Entonces el samurái trazó un veloz arco con su espada al tiempo que pronunciaba el nombre de su técnica más poderosa:
- Gyojin Bushido: Kairyuo.
Un enorme dragón de agua emergió entonces y avanzó a enorme velocidad hacia el rey marino. El impacto fue demoledor, y el gran dragón cortó a su paso la piel y la carne del animal, cuyo avance se vio detenido al instante. Apenas el reptil acuático se hubo esfumado, el cuerpo sin vida del rey marino comenzó a hundirse inexorablemente.
Ryuu regresó al barco, esperando que Moja hubiese logrado deshacerse del rey marino restante. Para su alegría así era, por lo que ambos piratas pudieron continuar su viaje que, pocas horas después, les llevó sin nuevos sobresaltos a las costas de Salvación. La isla, al menos al aproximarse desde el mar, no parecía poseer ningún núcleo urbano importante, y aparte de la pequeña montaña de roca gris que podía observarse en su centro tampoco parecía haber más accidentes geográficos destacables. Todo el lugar, desde los acantilados hasta el pico de aquel monte, parecía estar hecho de roca. No se veían desde lejos grandes árboles ni nada que pareciese un ecosistema especialmente rico.
Desembarcaron en un punto de los acantilados más bajo que la mayoría, al amparo de las rocas. De ese modo sería más difícil que, si había alguien por allí, reparase en su presencia. ¿Qué les depararía aquella isla?
El samurái continuó intentando golpear al animal, pero fue infructuoso. La desventaja de movilidad que bajo el mar suponía la lesión de su hombro izquierdo le impedía ponerse a la altura del rey marino en velocidad, y no solo no había conseguido estar siquiera cerca de dañarle, sino que le estaba costando no resultar herido por sus envites.
Finalmente se dio cuenta de que no iba a poder seguir así mucho tiempo, por lo que solo tenía una solución: jugar su mejor carta. Comenzó a reunir energía en torno a sí mismo, acumulando agua. El rey marino se abalanzó sobre él, abriendo su enorme boca en un intento de engullirle por completo. Entonces el samurái trazó un veloz arco con su espada al tiempo que pronunciaba el nombre de su técnica más poderosa:
- Gyojin Bushido: Kairyuo.
Un enorme dragón de agua emergió entonces y avanzó a enorme velocidad hacia el rey marino. El impacto fue demoledor, y el gran dragón cortó a su paso la piel y la carne del animal, cuyo avance se vio detenido al instante. Apenas el reptil acuático se hubo esfumado, el cuerpo sin vida del rey marino comenzó a hundirse inexorablemente.
Ryuu regresó al barco, esperando que Moja hubiese logrado deshacerse del rey marino restante. Para su alegría así era, por lo que ambos piratas pudieron continuar su viaje que, pocas horas después, les llevó sin nuevos sobresaltos a las costas de Salvación. La isla, al menos al aproximarse desde el mar, no parecía poseer ningún núcleo urbano importante, y aparte de la pequeña montaña de roca gris que podía observarse en su centro tampoco parecía haber más accidentes geográficos destacables. Todo el lugar, desde los acantilados hasta el pico de aquel monte, parecía estar hecho de roca. No se veían desde lejos grandes árboles ni nada que pareciese un ecosistema especialmente rico.
Desembarcaron en un punto de los acantilados más bajo que la mayoría, al amparo de las rocas. De ese modo sería más difícil que, si había alguien por allí, reparase en su presencia. ¿Qué les depararía aquella isla?
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La isla parecía inhóspita, pues no tenía ni un triste árbol. Desde lejos solo se veía una montaña que debía de situarse en el centro de la isla. Decidimos que lo mejor era desembarcar en los acantilados, en el punto más bajo. Lo cual nos ocultaba levemente entre las rocas. Al ser un barco un galeón era difícil esconderlo. Me acerque a mi segundo y me dispuse a darle las órdenes.
-Clark, Ryuu y yo bajaremos a echar un vistazo, para así reconocer el terreno guau. Prepara a los hombres para descargar las cosas que hemos traído para el puesto de avanzadilla guau. De momento subirlo a la cubierta desde la bodega del barco y estar en alerta por si viniera alguna visita no deseada guau. Además que nadie baje del barco, no quiero arriesgarme a que nos descubran guau- le dije a mi segundo.
Clark pareció haberlo entendido a la perfección y rápidamente se puso manos a la obra dirigiendo a la tripulación para realizar las órdenes que le había dado. Acto seguido dejé a Clark organizando todo y fui a ver a Ryuu para rápidamente desembarcar y echar un vistazo rápido al terreno.
-Clark, Ryuu y yo bajaremos a echar un vistazo, para así reconocer el terreno guau. Prepara a los hombres para descargar las cosas que hemos traído para el puesto de avanzadilla guau. De momento subirlo a la cubierta desde la bodega del barco y estar en alerta por si viniera alguna visita no deseada guau. Además que nadie baje del barco, no quiero arriesgarme a que nos descubran guau- le dije a mi segundo.
Clark pareció haberlo entendido a la perfección y rápidamente se puso manos a la obra dirigiendo a la tripulación para realizar las órdenes que le había dado. Acto seguido dejé a Clark organizando todo y fui a ver a Ryuu para rápidamente desembarcar y echar un vistazo rápido al terreno.
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Cuando finalmente desembarcaron Ryuu miró a su alrededor. Estaban en una zona ligeramente más deprimida que el resto de la isla, lo que hacía más sencillo evitar ser descubiertos, tanto ellos mismos como el navío de Moja. El barco, así como la pequeña embarcación del semigyojin, quedó a cargo de los hombres del felino, que a decir verdad parecían bastante eficaces en esas funciones de mantenimiento que a él le resultaban tan terriblemente tediosas.
- Deberíamos buscar una zona cercana a la costa pero con algún tipo de protección natural, un lugar que permita que montemos un pequeño campamento que no sea descubierto hasta que los hombres de Viktor Elrik hayan llegado. - Comentó el samurái con su amigo de negro pelaje.
Caminaron durante varias horas, rastreando el área cercano a la costa en buscar de posibles lugares. Hallaron varios que podían cumplir de forma aceptable con aquella función, pero no había por el momento ninguna opción que destacara claramente sobre las demás, un punto que cumpliese con todos los requisitos.
Su camino les fue poco a poco llevando hasta la parte central de la pequeña isla, donde se situaba la única colina digna de ser llamada tal cosa. Formada por completo por roca gris, igual que el resto de la isla, se alzaba hasta una altura que, según los cálculos de Ryuu, se acercaba a los doscientos metros. Sin embargo lo que más llamó la atención fue su base, y es que fundido con la ladera de la pequeña montaña, o más bien tallado en ella, había un edificio. ¿Qué habría allí dentro? Su curiosidad natural le decía que lo investigase, pues era probable que tuviese que ver con La Mano, pero su cabeza le decía que no. Hacerlo podía hacer peligrar enormemente la misión que les habían asignado. Consciente de que su impulsividad probablemente le llevaría a, imprudentemente, querer entrar en aquel edificio, decidió pedir la opinión del felino al respecto. Tal vez él le ayudara a actuar con sensatez y no dejarse llevar por su naturaleza irreflexiva.
- ¿Qué crees que deberíamos hacer, Moja? ¿Inspeccionamos ese edificio, aún a riesgo de ser descubiertos y perjudicar enormemente nuestra misión o seguimos buscando un escondite adecuado para el puesto de avanzada?
- Deberíamos buscar una zona cercana a la costa pero con algún tipo de protección natural, un lugar que permita que montemos un pequeño campamento que no sea descubierto hasta que los hombres de Viktor Elrik hayan llegado. - Comentó el samurái con su amigo de negro pelaje.
Caminaron durante varias horas, rastreando el área cercano a la costa en buscar de posibles lugares. Hallaron varios que podían cumplir de forma aceptable con aquella función, pero no había por el momento ninguna opción que destacara claramente sobre las demás, un punto que cumpliese con todos los requisitos.
Su camino les fue poco a poco llevando hasta la parte central de la pequeña isla, donde se situaba la única colina digna de ser llamada tal cosa. Formada por completo por roca gris, igual que el resto de la isla, se alzaba hasta una altura que, según los cálculos de Ryuu, se acercaba a los doscientos metros. Sin embargo lo que más llamó la atención fue su base, y es que fundido con la ladera de la pequeña montaña, o más bien tallado en ella, había un edificio. ¿Qué habría allí dentro? Su curiosidad natural le decía que lo investigase, pues era probable que tuviese que ver con La Mano, pero su cabeza le decía que no. Hacerlo podía hacer peligrar enormemente la misión que les habían asignado. Consciente de que su impulsividad probablemente le llevaría a, imprudentemente, querer entrar en aquel edificio, decidió pedir la opinión del felino al respecto. Tal vez él le ayudara a actuar con sensatez y no dejarse llevar por su naturaleza irreflexiva.
- ¿Qué crees que deberíamos hacer, Moja? ¿Inspeccionamos ese edificio, aún a riesgo de ser descubiertos y perjudicar enormemente nuestra misión o seguimos buscando un escondite adecuado para el puesto de avanzada?
- Imagen referencial (salvo por la vegetación alrededor):
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El samurái comento algo de buscar un lugar con protección natural para montar el pequeño campamento de avanzadilla para Viktor. Debía de estar apartado y que no estuviera a la vista, tal vez una cueva o algo por el estilo y si tuviera algo de espacio mejor, lo suficiente para estar ocultos unas cuantas personas.
-Si estoy de acuerdo, lo mejor será que nos pongamos a buscarlo cuanto antes, los chicos ya han empezado a preparar las cosas para cuando lo encontremos guau- le conteste a mi compañero.
Tras eso comenzamos a buscar un lugar decente para establecernos, pero ninguna opción nos convencía. Fuimos caminando poco a poco hasta casi llegar a la parte central de la isla. Al acercarnos a aquella enorme colina pudimos divisar lo que se suponía que era su base. Era como un edificio incrustado en la roca caliza. El edificio era casi una obra de arte, una maravilla para la vista. Tenía todo lujo de detalles esculpidos en la roca. Entonces Ryuu hizo algo que me sorprendió un poco, pues de normal actuaba según sus instintos. Pregunto qué deberíamos hacer y tras meditarlo un segundo le contesté.
-Tengo una idea para que no nos descubran, puedo hacerme invisible gracias a mi akuma guau. Esto dolo dura unos quince minutos, pero es tiempo de sobra para echar un buen vistazo al lugar guau-
Tras mis palabras me hice invisible y fui rápidamente hasta aquel lugar. Lentamente abrí la puerta y me introduje dentro. El interior tenía cierto parecido a una iglesia, con sus bancos y un altar al final. Era todo bastante tétrico y no me gustaba nada, hice uso de mi mantra intentando encontrar a alguien, pero no había rastro de nadie, de hecho hubiera dicho que estaba medio abandonado el lugar.
Tras un rato revisando el lugar y demás no pude encontrar ni sentir a nadie, así que decidí volver junto a mi compañero y contarle lo que había visto allí dentro. ¿Quizás si estaba abandonado nos podría valer como base de avanzadilla? Aunque eso era algo que deberíamos de ver tras que mi compañero lo viera con sus propios ojos.
-Si estoy de acuerdo, lo mejor será que nos pongamos a buscarlo cuanto antes, los chicos ya han empezado a preparar las cosas para cuando lo encontremos guau- le conteste a mi compañero.
Tras eso comenzamos a buscar un lugar decente para establecernos, pero ninguna opción nos convencía. Fuimos caminando poco a poco hasta casi llegar a la parte central de la isla. Al acercarnos a aquella enorme colina pudimos divisar lo que se suponía que era su base. Era como un edificio incrustado en la roca caliza. El edificio era casi una obra de arte, una maravilla para la vista. Tenía todo lujo de detalles esculpidos en la roca. Entonces Ryuu hizo algo que me sorprendió un poco, pues de normal actuaba según sus instintos. Pregunto qué deberíamos hacer y tras meditarlo un segundo le contesté.
-Tengo una idea para que no nos descubran, puedo hacerme invisible gracias a mi akuma guau. Esto dolo dura unos quince minutos, pero es tiempo de sobra para echar un buen vistazo al lugar guau-
Tras mis palabras me hice invisible y fui rápidamente hasta aquel lugar. Lentamente abrí la puerta y me introduje dentro. El interior tenía cierto parecido a una iglesia, con sus bancos y un altar al final. Era todo bastante tétrico y no me gustaba nada, hice uso de mi mantra intentando encontrar a alguien, pero no había rastro de nadie, de hecho hubiera dicho que estaba medio abandonado el lugar.
Tras un rato revisando el lugar y demás no pude encontrar ni sentir a nadie, así que decidí volver junto a mi compañero y contarle lo que había visto allí dentro. ¿Quizás si estaba abandonado nos podría valer como base de avanzadilla? Aunque eso era algo que deberíamos de ver tras que mi compañero lo viera con sus propios ojos.
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La idea del felino fue ciertamente brillante. Entrar a aquel edificio aprovechando su invisibilidad era probablemente lo más inteligente, así que mientras Moja, utilizando sus poderes para evitar ser detectado, se adentraba allí y exploraba su interior el semigyojin no pudo hacer otra cosa que esperar. Nada extraño ni digno de mención ocurrió mientras tanto, y apenas unos diez minutos después la pantera volvió. Al parecer aquel lugar era alguna clase de templo, con bancos en filas y un altar en el que destacaba la figura de una enorme mano dorada. No cabía duda de que aquel debía de ser un lugar de culto para los Ojos Dorados, pues la mano del altar no dejaba apenas lugar a ellas. Eso significaba que Viktor Elrik estaba en lo cierto y aquella isla merecía ser investigada de forma más exhaustiva, por lo que establecer un puesto inicial de avanzada adquiría aún mayor importancia.
El samurái desechó rápidamente la propuesta de su amigo de utilizar el propio templo como base. Era un lugar demasiado llamativo, y además, teniendo en cuenta que parecía pertenecer a los seguidores de La Mano, era poco probable que estuviera realmente abandonado. Por tanto, tanto él como su amigo se pusieron nuevamente en marcha poco después.
A su paso el paisaje seguía siendo tremendamente similar al que ya habían visto previamente. Zonas rocosas con escasa vegetación consistente apenas en arbustos aislados y pocos accidentes geográficos reseñables. No obstante, tras varias horas de marcha analizando las áreas cercanas a la costa encontraron un lugar que a Ryuu le pareció adecuado.
Se trataba de una pequeña gruta entre las rocas, de entrada estrecha, con hueco apenas para dos personas. En su interior, sin embargo, tenía cuatro o cinco metros de alto y era lo suficientemente amplia para albergar al menos a veinte hombres en tiendas de campaña, probablemente algunos más. Estaba situada a unos escasos trescientos metros del mar. Dado lo estrecho de su entrada resultaba fácilmente defendible, y por su cercanía al océano permitía un transporte eficaz y rápido de hombres y recursos desde el mismo. Sí, sin duda era el sitio ideal.
- ¿Qué te parece? - Preguntó al felino, esperando que aquel sitio hubiera sido también de su agrado.
El samurái desechó rápidamente la propuesta de su amigo de utilizar el propio templo como base. Era un lugar demasiado llamativo, y además, teniendo en cuenta que parecía pertenecer a los seguidores de La Mano, era poco probable que estuviera realmente abandonado. Por tanto, tanto él como su amigo se pusieron nuevamente en marcha poco después.
A su paso el paisaje seguía siendo tremendamente similar al que ya habían visto previamente. Zonas rocosas con escasa vegetación consistente apenas en arbustos aislados y pocos accidentes geográficos reseñables. No obstante, tras varias horas de marcha analizando las áreas cercanas a la costa encontraron un lugar que a Ryuu le pareció adecuado.
Se trataba de una pequeña gruta entre las rocas, de entrada estrecha, con hueco apenas para dos personas. En su interior, sin embargo, tenía cuatro o cinco metros de alto y era lo suficientemente amplia para albergar al menos a veinte hombres en tiendas de campaña, probablemente algunos más. Estaba situada a unos escasos trescientos metros del mar. Dado lo estrecho de su entrada resultaba fácilmente defendible, y por su cercanía al océano permitía un transporte eficaz y rápido de hombres y recursos desde el mismo. Sí, sin duda era el sitio ideal.
- ¿Qué te parece? - Preguntó al felino, esperando que aquel sitio hubiera sido también de su agrado.
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Mi idea de utilizar el templo como base fue completamente desechada, pues no me había parado a pensarlo, pero había la posibilidad de que nos descubriera alguien de la mano. Aunque el lugar parecía estar abandonado, era demasiado peligroso quedarse allí. Tenía toda la razón del mundo y no iba a negarlo. Así que decidimos continuar en busca de un lugar que fuera perfecto para montar la pequeña base de operaciones.
Tras unas horas buscando, por fin dimos con un lugar perfecto para montarlo todo. A este se accedía por una pequeña gruta por la que solo cabían dos personas. Esto era perfecto para defenderlo en caso de un ataque, pues limitaría mucho al enemigo. Por dentro era bastante espacioso, perfecto para guarecer a una veintena de personas sin problemas. Estaba bastante cerca del mar y por una ruta bastante accesible. ¿Qué más se podía pedir? Era perfecto para hacerlo una base.
-Sin duda es perfecto guau. Habrá que ir de vuelta al barco para que los chicos traigan las cosas guau- le dije a mi compañero.
Después de un rato mirando bien el lugar decidimos ponernos en marcha hacia el barco para que mi tripulación empezara a traer todas las cosas que tenían preparadas. Habia que darse prisa no quería ser descubierto.
Tras unas horas buscando, por fin dimos con un lugar perfecto para montarlo todo. A este se accedía por una pequeña gruta por la que solo cabían dos personas. Esto era perfecto para defenderlo en caso de un ataque, pues limitaría mucho al enemigo. Por dentro era bastante espacioso, perfecto para guarecer a una veintena de personas sin problemas. Estaba bastante cerca del mar y por una ruta bastante accesible. ¿Qué más se podía pedir? Era perfecto para hacerlo una base.
-Sin duda es perfecto guau. Habrá que ir de vuelta al barco para que los chicos traigan las cosas guau- le dije a mi compañero.
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Moja se mostró de acuerdo con la idea del semigyojin, encontrando aquel lugar perfecto para montar el puesto de avanzada. Por lo tanto, era el momento de volver al barco para coger el material necesario y regresar allí con él. Ryuu siguió a su amigo hacia el exterior de la gruta. Recorrieron el estrecho pasillo hasta salir nuevamente a la luz del sol, encontrándose nuevamente con el yermo terreno de aquella isla.
La entrada de la gruta no estaba demasiado lejos del punto donde habían desembarcado, apenas poco más de medio kilómetro los separaba. El camino transcurrió sin incidencias, pero cuando ya estaban llegando algo llamó la atención de Ryuu. Era una extraña sensación, un sonido que sin palabras le transmitía una fé ciega y una intensa ira. Provenía de la pequeña elevación de terreno situada cerca del lugar donde habían tomado tierra y, al mirar hacia allí, el samurái vio una figura humana. La expresión de su rostro cambió mientras, en voz baja, comunicaba a su amigo felino:
- Mierda, parece que alguien nos ha descubierto.
Señaló en la dirección de aquella figura. De lejos tan solo pudo ver que se trataba de un hombre de pelo moreno y sin barba. Parecía de estatura normal y bastante delgado, y vestía un pantalón y una camisa blancos y holgados. Haciendo un gesto a la pantera para que le siguiera, se dirigió hacia aquella elevación del terreno, buscando cortar una posible retirada a aquel hombre. Pudo llegar hasta la parte superior sin ningún impedimento y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, dijo con una voz firme que pretendía sonar intimidante:
- ¿Quién eres y qué haces aquí?
El tipo se dio la vuelta y, cuando lo tuvo frente a frente, el semigyojin pudo ver que sus ojos, en la parte que habitualmente era de color blanco, poseían un brillante e inquietante tono dorado. Ese peculiar color le confería una expresión extraña, casi extraterrenal. Como si fuese alguna clase de divinidad. Sin mediar palabra adoptó una pose de combate, con la pierna derecha adelantada y el cuerpo en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Los puños, cerrados, se situaban delante de su rostro como si de un boxeador se tratase. No parecía haberse tomado muy bien la repentina compañía.
La entrada de la gruta no estaba demasiado lejos del punto donde habían desembarcado, apenas poco más de medio kilómetro los separaba. El camino transcurrió sin incidencias, pero cuando ya estaban llegando algo llamó la atención de Ryuu. Era una extraña sensación, un sonido que sin palabras le transmitía una fé ciega y una intensa ira. Provenía de la pequeña elevación de terreno situada cerca del lugar donde habían tomado tierra y, al mirar hacia allí, el samurái vio una figura humana. La expresión de su rostro cambió mientras, en voz baja, comunicaba a su amigo felino:
- Mierda, parece que alguien nos ha descubierto.
Señaló en la dirección de aquella figura. De lejos tan solo pudo ver que se trataba de un hombre de pelo moreno y sin barba. Parecía de estatura normal y bastante delgado, y vestía un pantalón y una camisa blancos y holgados. Haciendo un gesto a la pantera para que le siguiera, se dirigió hacia aquella elevación del terreno, buscando cortar una posible retirada a aquel hombre. Pudo llegar hasta la parte superior sin ningún impedimento y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, dijo con una voz firme que pretendía sonar intimidante:
- ¿Quién eres y qué haces aquí?
El tipo se dio la vuelta y, cuando lo tuvo frente a frente, el semigyojin pudo ver que sus ojos, en la parte que habitualmente era de color blanco, poseían un brillante e inquietante tono dorado. Ese peculiar color le confería una expresión extraña, casi extraterrenal. Como si fuese alguna clase de divinidad. Sin mediar palabra adoptó una pose de combate, con la pierna derecha adelantada y el cuerpo en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Los puños, cerrados, se situaban delante de su rostro como si de un boxeador se tratase. No parecía haberse tomado muy bien la repentina compañía.
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Dejamos atrás aquella cueva para volver al barco y prepararlo todo. No debíamos estar a más de medio kilómetro del barco y con suerte mis chicos lo tendrían todo preparado para cuando llegáramos. Aunque por desgracia no todo iba ser de color de rosa, nos faltaba poco para llegar al barco cuando mi compañero me dijo algo que fastidiaba nuestros planes. Un tipo estaba delante de nosotros.
-Mierda guau- le susurre a mi compañero.
Seguí a mi compañero hasta una pequeña elevación para cortarle y el paso. No podíamos dejar que nos delatara, había que atraparlo o si fuera el caso acabar con él. Llegamos al lugar sin problemas y en ese instante Ryuu le pregunto que quien era y que hacia aquí. El tipo se giró y nos miró y pude ver que sus ojos eran raros, donde normalmente eran blancos este los tenia de un color dorado. Automáticamente active mi mantra y pude ver que ese tipo tenía un aura rara, casi artificial diría, aun así emanaba bastante poder. Al vernos el tipo se puso en posición de combate, como si de un boxeador se tratase.
-Kyubi no Kitsune forma hibrida guau- fueron mis palabras.
Acto seguido adopte mi forma hibrida de zorro de seis colas. No me gustaba ni un pelo ese tipo, me hacía dudar complétame al ver su extraña aura. Algo dentro de mí me decía que no iba a ser nada fácil acabar con aquel tipo.
-Mierda guau- le susurre a mi compañero.
Seguí a mi compañero hasta una pequeña elevación para cortarle y el paso. No podíamos dejar que nos delatara, había que atraparlo o si fuera el caso acabar con él. Llegamos al lugar sin problemas y en ese instante Ryuu le pregunto que quien era y que hacia aquí. El tipo se giró y nos miró y pude ver que sus ojos eran raros, donde normalmente eran blancos este los tenia de un color dorado. Automáticamente active mi mantra y pude ver que ese tipo tenía un aura rara, casi artificial diría, aun así emanaba bastante poder. Al vernos el tipo se puso en posición de combate, como si de un boxeador se tratase.
-Kyubi no Kitsune forma hibrida guau- fueron mis palabras.
Acto seguido adopte mi forma hibrida de zorro de seis colas. No me gustaba ni un pelo ese tipo, me hacía dudar complétame al ver su extraña aura. Algo dentro de mí me decía que no iba a ser nada fácil acabar con aquel tipo.
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Moja tomó el aspecto de un híbrido entre pantera y zorro, aquella forma que habitualmente usaba para pelear. El samurái, por su parte, echó mano de la empuñadura de su espada, listo para desenvainar en cualquier momento. El tipo entonces pareció desaparecer. De no ser por su enorme sentido de la velocidad, el semigyojin ni siquiera le habría visto venir, pero aún así le costó sobremanera seguir su estela y reaccionar a tiempo. De hecho no pudo moverse lo suficientemente rápido para esquivar su acometida, por lo que no le quedó más remedio que posicionar su cuerpo de la mejor manera que pudo, amortiguando el impacto. Recibió un poderoso puñetazo en las costillas que le hizo retroceder varios metros, pero sin llegar a lanzarle volando gracias a la habilidad con la que colocó su cuerpo para aguantar el golpe.
Ryuu miró al Ojos Dorados con rabia. Aquel tipo era tremendamente veloz y golpeaba con muchísima contundencia, no tenía nada que ver con los capuchas negras. Sin embargo no tuvo mucho más tiempo para pensar, pues el hombre volvió a la carga. Esta vez, sabiendo a lo que se enfrentaba, consiguió evitar su puñetazo. No obstante, pese a que su oponente dejó un hueco muy amplio que habría permitido un contraataque letal, la velocidad con la que se movió impidió al espadachín ejecutarlo.
Tras varios movimientos más en los que tanto uno como otro trataron sin éxito de alcanzar a su enemigo, el pirata se dio cuenta de una cosa. Su adversario no tenía técnica de combate ninguna. No sabía pelear y, como tal, todos sus movimientos y ataques eran rudimentarios y muy poco pulidos. Eso sí, los realizaba con tal fuerza y velocidad que resultaba un enemigo poderoso pese a esto. Tras un nuevo tajo que el Ojos Dorados esquivó alejándose unos metros a gran velocidad, este dijo unas palabras:
- Es inútil que intentéis enfrentaros a mí. La fuerza que se nos otorga en la Salvación nos hace infinitamente superiores a los no elegidos. No tenéis nada que hacer. Rendíos y os ahorraré sufrimiento.
Así que era eso... algo ocurría durante aquello que llamaban Salvación que otorgaba un gran poder a quien pasaba por ello. El líder de los capuchas negras había dicho que bebían algún tipo de líquido. Tal vez esa sustancia además de cambiar el color de sus ojos les proporcionase capacidades excepcionales. Aquel asunto cada vez se volvía más interesante.
El tipo atacó nuevamente, dejando apenas el tiempo suficiente a Ryuu para apartarse con una veloz voltereta lateral. Él solo no iba a conseguir nada, aquel tipo era demasiado rápido. Tenían que atacar en conjunto, con una estrategia común si querían derrotarle. Así que miró a Moja y le dijo:
- Atácale tan rápido como puedas, hostígale y agóbiale para que no pueda pensar.
Si obligaban a alguien sin entrenamiento militar ni habilidad en combate más allá de sus capacidades físicas a actuar por instinto, seguramente cometería errores. Errores que él podría aprovechar para, mientras su enemigo se preocupaba de defenderse del felino, que podía competir con él en velocidad, aprovechar uno de los muchos huecos que dejaba para derrotarle.
Ryuu miró al Ojos Dorados con rabia. Aquel tipo era tremendamente veloz y golpeaba con muchísima contundencia, no tenía nada que ver con los capuchas negras. Sin embargo no tuvo mucho más tiempo para pensar, pues el hombre volvió a la carga. Esta vez, sabiendo a lo que se enfrentaba, consiguió evitar su puñetazo. No obstante, pese a que su oponente dejó un hueco muy amplio que habría permitido un contraataque letal, la velocidad con la que se movió impidió al espadachín ejecutarlo.
Tras varios movimientos más en los que tanto uno como otro trataron sin éxito de alcanzar a su enemigo, el pirata se dio cuenta de una cosa. Su adversario no tenía técnica de combate ninguna. No sabía pelear y, como tal, todos sus movimientos y ataques eran rudimentarios y muy poco pulidos. Eso sí, los realizaba con tal fuerza y velocidad que resultaba un enemigo poderoso pese a esto. Tras un nuevo tajo que el Ojos Dorados esquivó alejándose unos metros a gran velocidad, este dijo unas palabras:
- Es inútil que intentéis enfrentaros a mí. La fuerza que se nos otorga en la Salvación nos hace infinitamente superiores a los no elegidos. No tenéis nada que hacer. Rendíos y os ahorraré sufrimiento.
Así que era eso... algo ocurría durante aquello que llamaban Salvación que otorgaba un gran poder a quien pasaba por ello. El líder de los capuchas negras había dicho que bebían algún tipo de líquido. Tal vez esa sustancia además de cambiar el color de sus ojos les proporcionase capacidades excepcionales. Aquel asunto cada vez se volvía más interesante.
El tipo atacó nuevamente, dejando apenas el tiempo suficiente a Ryuu para apartarse con una veloz voltereta lateral. Él solo no iba a conseguir nada, aquel tipo era demasiado rápido. Tenían que atacar en conjunto, con una estrategia común si querían derrotarle. Así que miró a Moja y le dijo:
- Atácale tan rápido como puedas, hostígale y agóbiale para que no pueda pensar.
Si obligaban a alguien sin entrenamiento militar ni habilidad en combate más allá de sus capacidades físicas a actuar por instinto, seguramente cometería errores. Errores que él podría aprovechar para, mientras su enemigo se preocupaba de defenderse del felino, que podía competir con él en velocidad, aprovechar uno de los muchos huecos que dejaba para derrotarle.
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El tipo se abalanzó sobre mi compañero, golpeándolo fuertemente. Esto provocó que me quedara un momento paralizado al ver la velocidad de aquel tipo. Podría decir que incluso superaba mi velocidad en mi forma hibrida. Tras unos intercambios de golpes con Ryuu, el tipo soltó unas palabras que podrían decirnos algo sobre cómo se había hecho tan fuerte. La salvación les otorga una fuerza que los hace mejoras físicas. Debía de ser algún tipo de droga o algo por el estilo. Y al verlo como peleaba pude darme cuenta de que el tipo no tenía técnicas y sus ataques estaban lejos de ser refinados y limpios. Solo eran velocidad y fuerza en estado puro.
Ryuu me dijo que le hostigara y no lo dejara pensar. Eso me decía que tenía un plan y necesitaba que le consiguiera algo de tiempo para ejecutarlo. Los planes del samurái siempre eran buenos y confiaba completamente en él, así que sin más dilación me lance al combate a conseguirle el tiempo que necesitase. Estábamos casi igualados en velocidad, pero en fuerza era otra cosa diferente, sin duda no podía hacerle frente así como así.
Me lancé contra él intentando darle una fuerte patada, pero este la esquivó y me contraatacó con un duro puñetazo en el costado. Si no hubiera recubierto momentáneamente esto con mi armadura invisible me hubiera partido sin duda una costilla o dos. No podía dejarlo pensar mucho, así que instintivamente lancé un puñetazo imbuido en haki contra su cara. Esta impactó de lleno haciéndolo retroceder momentáneamente. Aun así no podía dejarlo respirar e hice uso de mis seis colas, las cuales imbuí en haki, para no dejarlo respirar. Haciendo un sinfín de ataques, como si de una ametralladora se tratase.
Esperaba que esto le diera el tiempo suficiente a mi compañero para ejecutar su plan, pues no podría aguantar mucho tiempo así, pues eso conllevaba a que mi haki se agotase rápidamente.
Ryuu me dijo que le hostigara y no lo dejara pensar. Eso me decía que tenía un plan y necesitaba que le consiguiera algo de tiempo para ejecutarlo. Los planes del samurái siempre eran buenos y confiaba completamente en él, así que sin más dilación me lance al combate a conseguirle el tiempo que necesitase. Estábamos casi igualados en velocidad, pero en fuerza era otra cosa diferente, sin duda no podía hacerle frente así como así.
Me lancé contra él intentando darle una fuerte patada, pero este la esquivó y me contraatacó con un duro puñetazo en el costado. Si no hubiera recubierto momentáneamente esto con mi armadura invisible me hubiera partido sin duda una costilla o dos. No podía dejarlo pensar mucho, así que instintivamente lancé un puñetazo imbuido en haki contra su cara. Esta impactó de lleno haciéndolo retroceder momentáneamente. Aun así no podía dejarlo respirar e hice uso de mis seis colas, las cuales imbuí en haki, para no dejarlo respirar. Haciendo un sinfín de ataques, como si de una ametralladora se tratase.
Esperaba que esto le diera el tiempo suficiente a mi compañero para ejecutar su plan, pues no podría aguantar mucho tiempo así, pues eso conllevaba a que mi haki se agotase rápidamente.
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El felino hizo caso de lo que el semigyojin le decía y atacó sin piedad al Ojos Dorados, utilizando sus piernas, puños e incluso sus seis colas para golpear a gran velocidad sin descanso alguno, obligando al tipo a emplear toda su energía en defenderse de él y centrar por completo su atención.
Dada la escasa calidad técnica del hombre en combate, en su defensa frente a los incesantes ataques de Moja dejaba bastantes huecos en otros ángulos que Ryuu, haciendo gala de su impecable destreza, podría aprovechar para terminar con él. Eso sí, tenía que golpear rápido y fuerte, de lo contrario era posible que su oponente tuviera tiempo de valerse de su extraordinaria velocidad para evitarlo. Por lo tanto el samurái, firmemente decidido a acabar con aquel combate de una vez por todas, comenzó a concentrar la humedad del aire en torno a las plantas de sus pies, creando agua que, un momento después, utilizó para impulsarse hacia delante. Alcanzando de golpe una velocidad sobrehumana, pasó por al lado del Ojos Dorados, asestándole un tajo en el costado izquierdo que no fue capaz de esquivar.
La sangre manó a borbotones mientras el tipo caía al suelo sobre sus rodillas, herido de gravedad. No parecía que fuese a morir, o al menos no de forma inminente, pero era una herida lo suficientemente importante como para terminar la batalla.
- Llevémosle al barco y dejémosle allí encadenado, incluyendo las piernas para asegurarnos de que no escape si recupera fuerzas. Seguro que Elrik agradece que le llevemos a un verdadero Ojos Dorados con vida. - Dijo Ryuu a su amigo.
Seguro que, si le entregaban aquel inesperado regalo, el empresario no ponía pegas en otorgarle a cambio el set de herrería que le había solicitado en pago por su trabajo. Así que si Moja se mostraba de acuerdo le llevarían al barco y le cargarían de cadenas, atándole si era preciso al palo mayor, de forma que no tuviera posibilidad alguna de escapar.
Posteriormente el semigyojin ayudaría al felino a llevar el material necesario para montar un esbozo de base de operaciones, así como las trampas necesarias para defenderlo hasta la llegada de sus futuros ocupantes. Y mientras el felino ultimaba los detalles del mismo, el navegante aprovecharía su habilidad como cartógrafo para dibujar un mapa de la isla en el que identificaría los escasos puntos de interés conocidos, entre ellos el lugar que habían elegido para embarcar, la situación de su puesto de avanzada y la de el extraño templo dentro de la montaña.
Una vez terminasen era el turno de regresar a Water Seven, entregando en el mismo lugar de siempre al Ojos Dorados y el mapa de la isla hecho por Ryuu, que se había guardado para sí otra copia del mismo. Al fin y al cabo algo le decía que podría necesaitarlo en algún momento en el futuro cercano.
Dada la escasa calidad técnica del hombre en combate, en su defensa frente a los incesantes ataques de Moja dejaba bastantes huecos en otros ángulos que Ryuu, haciendo gala de su impecable destreza, podría aprovechar para terminar con él. Eso sí, tenía que golpear rápido y fuerte, de lo contrario era posible que su oponente tuviera tiempo de valerse de su extraordinaria velocidad para evitarlo. Por lo tanto el samurái, firmemente decidido a acabar con aquel combate de una vez por todas, comenzó a concentrar la humedad del aire en torno a las plantas de sus pies, creando agua que, un momento después, utilizó para impulsarse hacia delante. Alcanzando de golpe una velocidad sobrehumana, pasó por al lado del Ojos Dorados, asestándole un tajo en el costado izquierdo que no fue capaz de esquivar.
La sangre manó a borbotones mientras el tipo caía al suelo sobre sus rodillas, herido de gravedad. No parecía que fuese a morir, o al menos no de forma inminente, pero era una herida lo suficientemente importante como para terminar la batalla.
- Llevémosle al barco y dejémosle allí encadenado, incluyendo las piernas para asegurarnos de que no escape si recupera fuerzas. Seguro que Elrik agradece que le llevemos a un verdadero Ojos Dorados con vida. - Dijo Ryuu a su amigo.
Seguro que, si le entregaban aquel inesperado regalo, el empresario no ponía pegas en otorgarle a cambio el set de herrería que le había solicitado en pago por su trabajo. Así que si Moja se mostraba de acuerdo le llevarían al barco y le cargarían de cadenas, atándole si era preciso al palo mayor, de forma que no tuviera posibilidad alguna de escapar.
Posteriormente el semigyojin ayudaría al felino a llevar el material necesario para montar un esbozo de base de operaciones, así como las trampas necesarias para defenderlo hasta la llegada de sus futuros ocupantes. Y mientras el felino ultimaba los detalles del mismo, el navegante aprovecharía su habilidad como cartógrafo para dibujar un mapa de la isla en el que identificaría los escasos puntos de interés conocidos, entre ellos el lugar que habían elegido para embarcar, la situación de su puesto de avanzada y la de el extraño templo dentro de la montaña.
Una vez terminasen era el turno de regresar a Water Seven, entregando en el mismo lugar de siempre al Ojos Dorados y el mapa de la isla hecho por Ryuu, que se había guardado para sí otra copia del mismo. Al fin y al cabo algo le decía que podría necesaitarlo en algún momento en el futuro cercano.
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Aquel tipo se había centrado completamente en defenderse de mis ataques. Lo que le dio una oportunidad a mi compañero que no desperdició. Le asesto un tajo en el costado con el cual ya no pudo pelear más. Pero a Ryuu se le ocurrió una buena idea antes de acabar con él. Pues este era un verdadero “ojo dorado” y si se lo llevábamos a Viktor podría conseguir sacarle algo de información.
-Si me parece una gran idea guau- le dije a mi compañero.
Tras acabar el combate volví a mi forma pantera y nos llevamos a aquel tipo al barco. Donde lo atamos y el medico de mi tripulación se encargó de atenderlo para que no muriera desangrado. Cuando llegamos al barco Clark ya lo tenía todo preparado para llevarlo al lugar que le indicamos y entre todos los disponibles, Clark, Ryuu y un servidor nos llevamos todo el material al lugar que habíamos descubierto. Tardamos poco más de una hora en llevarlo todo y otra hora más en montarlo para dejarlo listo para operar.
Tras dejarlo todo operativo volvimos al barco y pusimos de nuevo rumbo a Water Seven, donde entregamos al ojo dorado en el puerto de siempre. Ya que mi compañero había pedido un Kit de herrero por entregar al tipo, yo hice lo mismo y pedí que el entrenamiento fuera mayor, el cual dedicaría en mejorar aún más mi haki.
-Si me parece una gran idea guau- le dije a mi compañero.
Tras acabar el combate volví a mi forma pantera y nos llevamos a aquel tipo al barco. Donde lo atamos y el medico de mi tripulación se encargó de atenderlo para que no muriera desangrado. Cuando llegamos al barco Clark ya lo tenía todo preparado para llevarlo al lugar que le indicamos y entre todos los disponibles, Clark, Ryuu y un servidor nos llevamos todo el material al lugar que habíamos descubierto. Tardamos poco más de una hora en llevarlo todo y otra hora más en montarlo para dejarlo listo para operar.
Tras dejarlo todo operativo volvimos al barco y pusimos de nuevo rumbo a Water Seven, donde entregamos al ojo dorado en el puerto de siempre. Ya que mi compañero había pedido un Kit de herrero por entregar al tipo, yo hice lo mismo y pedí que el entrenamiento fuera mayor, el cual dedicaría en mejorar aún más mi haki.
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