Contratante: Aquiles “el enano”
Descripción: Siempre han dicho que los tobillos son mi mayor debilidad, aunque medir metro diez no te creas que ayuda. Si tuviese que arriesgarme diría que mi entrenamiento ha dado buenos resultados, pero nadie me respeta pese a ser segundo en el ranking de MMA de Little Paradise. Necesito llegar a lo más alto, y tengo un combate en nada; necesito un buen entrenador.
Objetivos: Que Aquiles gane el torneo “Masters Mes de Abril”.
Objetivos secundarios: No hacer trampas.
Premios: Los veinte millones del premio por ganar.
Premios por objetivos secundarios: Una técnica genuina física a elegir.
Descripción: Siempre han dicho que los tobillos son mi mayor debilidad, aunque medir metro diez no te creas que ayuda. Si tuviese que arriesgarme diría que mi entrenamiento ha dado buenos resultados, pero nadie me respeta pese a ser segundo en el ranking de MMA de Little Paradise. Necesito llegar a lo más alto, y tengo un combate en nada; necesito un buen entrenador.
Objetivos: Que Aquiles gane el torneo “Masters Mes de Abril”.
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Gabriel Von Wilhelm
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«¡Segundo paso a la grandeza de Gabriel Von Wilhelm!»
Iba a entrenar a alguien, así que no llevaba puesta su típica armadura ni llevaba encima su espada. No, todo eso iba metido dentro de una enorme mochila de deporte que llevaba colgando del hombro. Lo que Gabi llevaba puesto era ropa deportiva. Unos pantalones cortos y negros, ajustados pero no demasiado, que llevaría alguien para salir a correr. Sus zapatillas de deporte y un top de tirantes que dejaba su ombligo al aire. En las muñecas llevaba muñequeras para absorber el sudor, misma función que la cinta que llevaba a la frente, que era de la famosa marca Naiki.
Iba de camino al gimnasio "Little Rocky", que era donde entrenaba y trabajaba el señor Aquiles. Tenía un combate en escasos días y necesitaba compañeros de entrenamiento, gente que le diese algo de consejo. Si bien Gabi no sabía mucho de la lucha libre, si había algo que sabía: Aprovechar su tamaño para convertir una desventaja en ventaja. Y, según lo que había dicho Aquiles, eso era algo que le hacía falta al pobre luchador.
Llegó a las puertas del gimnasio, el cual mostraba un enorme cartel con un dibujo de un hombre enmascarado boxeando con el aire. Gabi dio saltitos de alegría en el aire por haberlo encontrado, atrayendo las miradas de varias personas. Un hombre con traje se le acercó, con una extraña y perturbadora sonrisa.
—Eh, niña, ¿Es que quieres hacer algún deporte? ¿Por qué no vienes conmigo? Yo te enseño a jugar al futbol.
—Soy un tío —le dijo, clavándole la mirada intensamente, abriendo mucho los ojos y sin cambiar de expresión.
El tipo se lo quedó mirando mientras su sonrisa se borraba poco a poco. Como si se estuviese fijando mejor en los rasgos y detalles andróginos del cuerpo de Gabi. Empezó a sudar y no tardó en irse a paso ligero sin decir nada. Gabi volvió a sonreír y, contento y alegre, abrió las puertas del gimnasio.
Iba a entrenar a alguien, así que no llevaba puesta su típica armadura ni llevaba encima su espada. No, todo eso iba metido dentro de una enorme mochila de deporte que llevaba colgando del hombro. Lo que Gabi llevaba puesto era ropa deportiva. Unos pantalones cortos y negros, ajustados pero no demasiado, que llevaría alguien para salir a correr. Sus zapatillas de deporte y un top de tirantes que dejaba su ombligo al aire. En las muñecas llevaba muñequeras para absorber el sudor, misma función que la cinta que llevaba a la frente, que era de la famosa marca Naiki.
Iba de camino al gimnasio "Little Rocky", que era donde entrenaba y trabajaba el señor Aquiles. Tenía un combate en escasos días y necesitaba compañeros de entrenamiento, gente que le diese algo de consejo. Si bien Gabi no sabía mucho de la lucha libre, si había algo que sabía: Aprovechar su tamaño para convertir una desventaja en ventaja. Y, según lo que había dicho Aquiles, eso era algo que le hacía falta al pobre luchador.
Llegó a las puertas del gimnasio, el cual mostraba un enorme cartel con un dibujo de un hombre enmascarado boxeando con el aire. Gabi dio saltitos de alegría en el aire por haberlo encontrado, atrayendo las miradas de varias personas. Un hombre con traje se le acercó, con una extraña y perturbadora sonrisa.
—Eh, niña, ¿Es que quieres hacer algún deporte? ¿Por qué no vienes conmigo? Yo te enseño a jugar al futbol.
—Soy un tío —le dijo, clavándole la mirada intensamente, abriendo mucho los ojos y sin cambiar de expresión.
El tipo se lo quedó mirando mientras su sonrisa se borraba poco a poco. Como si se estuviese fijando mejor en los rasgos y detalles andróginos del cuerpo de Gabi. Empezó a sudar y no tardó en irse a paso ligero sin decir nada. Gabi volvió a sonreír y, contento y alegre, abrió las puertas del gimnasio.
Junio
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En una pequeña isla en el Paraiso se encontraba Junio, pasaba por allí tras una misión que le había asignado la Revolución. Solamente se trataba de recoger algo de información, y lo había hecho bastante rápido, con lo que ahora disponía de unos cuantos días libres hasta volver a reencontrarse con sus camaradas.
Mientras descansaba tranquilamente en un agradable chiringuito en la playa, escuchó rumores acerca de un luchador de MMA que buscaba ayuda para entrenar, pues quería alcanzar lo más alto del ranking. Sin embargo, por lo que pudo escuchar el grandullón, los pronósticos no eran muy halagüeños sobre sus posibilidades. En un principio no era un asunto que pudiese interesar mucho al revolucionario, sin embargo al oír que el pago por la ayuda prestada sería bastante jugoso cambió rápidamente de parecer. Además quien sabe, tal vez podía servirle de entrenamiento también al propio Junio.
Así pues se dirigió al gimnasio del mentado luchador, “Little Rocky”se llamaba e lugar. Tras recorrer varias calles, perderse un par de veces y preguntarle por la dirección a un par de ciudadanos, terminó por llegar al sitio.
Sin perder más tiempo se adentró en gimnasio, era un lugar bastante amplio. En el medio había un gran ring, a un lado del mismo se podían observar una amplia gama de maquinas para ejercitarse, mientras que al otro lado una serie de sacos de boxeo y punching balls brillaban como si hubieran sido limpiados a conciencia.
Junio echó un vistazo a su alrededor y finalmente avistó a un pequeño hombre que golpeaba con ganas uno de los sacos; *¿Será ese el luchador?. Apenas parece medir un metro.* Reflexionó el semigigante, que empezaba a comprender porqué la gente no era muy optimista con sus posibilidades.
El hombre cesó un momento su entrenamiento para dirigir su mirada hacia el visitante:
—Enseguida estoy contigo, un momento.— Dijo el enano entre jadeos.
Mientras Morgue esperaba apoyado en la pared, cerca de la entrada, la puerta se abrió y una persona entró. De pelo rosado y sumamente largo, vestía ropa deportiva y aunque era algo mas alta que el pequeño luchador era de estatura bastante baja:
—Hola amiga.— Exclamó Junio con una sonrisa en la boca.
Mientras descansaba tranquilamente en un agradable chiringuito en la playa, escuchó rumores acerca de un luchador de MMA que buscaba ayuda para entrenar, pues quería alcanzar lo más alto del ranking. Sin embargo, por lo que pudo escuchar el grandullón, los pronósticos no eran muy halagüeños sobre sus posibilidades. En un principio no era un asunto que pudiese interesar mucho al revolucionario, sin embargo al oír que el pago por la ayuda prestada sería bastante jugoso cambió rápidamente de parecer. Además quien sabe, tal vez podía servirle de entrenamiento también al propio Junio.
Así pues se dirigió al gimnasio del mentado luchador, “Little Rocky”se llamaba e lugar. Tras recorrer varias calles, perderse un par de veces y preguntarle por la dirección a un par de ciudadanos, terminó por llegar al sitio.
Sin perder más tiempo se adentró en gimnasio, era un lugar bastante amplio. En el medio había un gran ring, a un lado del mismo se podían observar una amplia gama de maquinas para ejercitarse, mientras que al otro lado una serie de sacos de boxeo y punching balls brillaban como si hubieran sido limpiados a conciencia.
Junio echó un vistazo a su alrededor y finalmente avistó a un pequeño hombre que golpeaba con ganas uno de los sacos; *¿Será ese el luchador?. Apenas parece medir un metro.* Reflexionó el semigigante, que empezaba a comprender porqué la gente no era muy optimista con sus posibilidades.
El hombre cesó un momento su entrenamiento para dirigir su mirada hacia el visitante:
—Enseguida estoy contigo, un momento.— Dijo el enano entre jadeos.
Mientras Morgue esperaba apoyado en la pared, cerca de la entrada, la puerta se abrió y una persona entró. De pelo rosado y sumamente largo, vestía ropa deportiva y aunque era algo mas alta que el pequeño luchador era de estatura bastante baja:
—Hola amiga.— Exclamó Junio con una sonrisa en la boca.
Gabriel Von Wilhelm
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En cuanto entró al gimnasio vio las enormes dimensiones del mismo. Allí había mucha gente, y mucha más era la que cabía. Nada más entrar un tipo llamó su atención. Era enorme, superando con creces los tres metros. Era de rasgos toscos y duros, aunque su expresión denotaba que era alguien bastante bonachón. O al menos eso parecía cuando le saludó. Gabi sonrió ampliamente y agitó un brazo a modo de saludo. Con un alegre caminar fue hasta el mismo y alzó la mirada.
—¡Hola! —saludó—. Me llamo Gabi. Estoy buscando a Aquiles El Enano, porque me han dicho que está buscando compañeros de entrenamiento. ¿Sabe donde está?
En cuanto terminó de preguntar un hombre se acercó a ellos, quitándose unos guantes de pelea. Era increíblemente bajito, incluso más que el propio Gabi. Debía medir poco más de un metro y respiraba con profundidad, cansado del ejercicio que había estado haciendo. Su mandíbula era cuadrada, lo cual le daba un aspecto bastante cómico junto a su altura. Aunque Gabi sabía mejor que nadie que esas cosas no había que juzgarlas.
—Hola, soy Aquiles —se presentó—. ¿Venís a ayudarme a entrenar?
—¡Hola! ¡Soy Gabi!
Si no mentían los anuncios que había por todas partes, Aquiles tenía la final en unos tres días. Tenían que hacer un entrenamiento intensivo en tan corto periodo de tiempo.
—¡Hola! —saludó—. Me llamo Gabi. Estoy buscando a Aquiles El Enano, porque me han dicho que está buscando compañeros de entrenamiento. ¿Sabe donde está?
En cuanto terminó de preguntar un hombre se acercó a ellos, quitándose unos guantes de pelea. Era increíblemente bajito, incluso más que el propio Gabi. Debía medir poco más de un metro y respiraba con profundidad, cansado del ejercicio que había estado haciendo. Su mandíbula era cuadrada, lo cual le daba un aspecto bastante cómico junto a su altura. Aunque Gabi sabía mejor que nadie que esas cosas no había que juzgarlas.
—Hola, soy Aquiles —se presentó—. ¿Venís a ayudarme a entrenar?
—¡Hola! ¡Soy Gabi!
Si no mentían los anuncios que había por todas partes, Aquiles tenía la final en unos tres días. Tenían que hacer un entrenamiento intensivo en tan corto periodo de tiempo.
Junio
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La persona que había entrado se presentó amablemente tras el saludo del grandullón, se presentó como Gabi y parecía ser un chico a pesar de su aspecto peculiarmente afeminado.
—Mi nombre es Junio, un placer.— Contestó el semigigante.
El peculiar Gabi preguntó por Aquiles El Enano, dio a entender que estaba allí para ayudarlo a entrenar. Después de todo parecía que iban a ser dos los que entrenaran al diminuto luchador. Antes de que pudiera contestarle el propio Aquiles irrumpió en la escena, preguntando si estábamos allí para ayudarlo a entrenar.
—Estaré encantado de echarle una mano, amigo.—
El pequeño combatiente tenía un aspecto singular, su mentón era particularmente cuadrado. Por su apariencia nadie diría que se trataba de un luchador de MMA.
Aquiles, se secó el sudor de la frente y se dirigió a Gabi y Morgue:
—Veréis, tan solo restan 3 días para el combate con lo que necesito de un entrenamiento intensivo que me asegure la victoria el día de la pelea.— Hizo una pausa para ojear a sus acompañantes:
—Tú pareces un hombre fuerte, grandullón. Tu no tanto Gabi, sin embargo, sé por experiencia propia que las apariencias engañan. Así que adelante, comencemos cuanto antes.—
El revolucionario, pensativo, se rascó el mentón:
—Lo primero, deberíamos saber como es tu adversario. Siempre es importante conocer a tu enemigo lo máximo posible.—
—Mi contrincante es Conor Gregorio. Medirá sobre 1´80 y está sumamente musculado. Además lleva 20 combates invicto, nunca ha perdido una pelea.—
—Interesante, parece un combate complicado, habrá que pensar una táctica para asegurarnos la victoria. Estaría bien ver cuales son tus dotes Aquiles. Veo que Gabi viene listo para hacer ejercicio, ¿qué os parecería echar ambos un asalto en el ring? Así veremos que puedes hacer.— Terminó Junio, mientras sonreía mirando hacia su compañero entrenador, esperando que le pareciera una buena idea.
—Mi nombre es Junio, un placer.— Contestó el semigigante.
El peculiar Gabi preguntó por Aquiles El Enano, dio a entender que estaba allí para ayudarlo a entrenar. Después de todo parecía que iban a ser dos los que entrenaran al diminuto luchador. Antes de que pudiera contestarle el propio Aquiles irrumpió en la escena, preguntando si estábamos allí para ayudarlo a entrenar.
—Estaré encantado de echarle una mano, amigo.—
El pequeño combatiente tenía un aspecto singular, su mentón era particularmente cuadrado. Por su apariencia nadie diría que se trataba de un luchador de MMA.
Aquiles, se secó el sudor de la frente y se dirigió a Gabi y Morgue:
—Veréis, tan solo restan 3 días para el combate con lo que necesito de un entrenamiento intensivo que me asegure la victoria el día de la pelea.— Hizo una pausa para ojear a sus acompañantes:
—Tú pareces un hombre fuerte, grandullón. Tu no tanto Gabi, sin embargo, sé por experiencia propia que las apariencias engañan. Así que adelante, comencemos cuanto antes.—
El revolucionario, pensativo, se rascó el mentón:
—Lo primero, deberíamos saber como es tu adversario. Siempre es importante conocer a tu enemigo lo máximo posible.—
—Mi contrincante es Conor Gregorio. Medirá sobre 1´80 y está sumamente musculado. Además lleva 20 combates invicto, nunca ha perdido una pelea.—
—Interesante, parece un combate complicado, habrá que pensar una táctica para asegurarnos la victoria. Estaría bien ver cuales son tus dotes Aquiles. Veo que Gabi viene listo para hacer ejercicio, ¿qué os parecería echar ambos un asalto en el ring? Así veremos que puedes hacer.— Terminó Junio, mientras sonreía mirando hacia su compañero entrenador, esperando que le pareciera una buena idea.
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El gigante se presentó como Junio, cosa que le pareció algo graciosa. ¡Tenía nombre de mes! O a lo mejor... El mes tenía el nombre de una figura histórica que se llamaba como él. ¿Quién sabía? Fuera como fuese, parecía un tipo amigable y aquello era suficiente para que le cayese bien a Gabi. El hombre empezó a explicar como le quedaba muy poco tiempo para que llegara el combate y habló un poco de su contrincante. Junio le dio los primeros consejos y, después, les dijo a ambos que hiciesen una pequeña pelea rápida para ver con que se podía trabajar. Gabi dejó la mochila a un lado y se subió al ring, empezando a hacer estiramientos mientras el pequeño hombre subía tras él.
—¿Estáis seguros? —dijo el luchador—. No es que quiera hacerle daño a una chica...
—No te preocupes por eso, va —le contestó Gabi con una sonrisa.
El hombre se encogió de hombros y se colocó en posición. Gabi terminó de estirarse y lo miró, esperando a que sonara la campana. El chico no estaba acostumbrado a luchar sin una espada, pero esperaba que la fuerza y resistencia que había acumulado aunque no lo pareciese le sirviese para aquello. En cuanto la campana sonó el hombre empezó a correr hacia Gabi, dirigiendo las manos hacia su hombro y su cintura con el propósito de hacerle un agarre.
Gabi consiguió agarrar sus muñecas y girar sin soltar sus brazos hasta ponerse a su espalda, sujetando sus manos detrás suya en una presa. El hombre parecía sorprendido.
—Lección número uno, nunca subestimes a tu oponente, aunque parezca una chica —le dijo todavía sonriendo.
—¿Estáis seguros? —dijo el luchador—. No es que quiera hacerle daño a una chica...
—No te preocupes por eso, va —le contestó Gabi con una sonrisa.
El hombre se encogió de hombros y se colocó en posición. Gabi terminó de estirarse y lo miró, esperando a que sonara la campana. El chico no estaba acostumbrado a luchar sin una espada, pero esperaba que la fuerza y resistencia que había acumulado aunque no lo pareciese le sirviese para aquello. En cuanto la campana sonó el hombre empezó a correr hacia Gabi, dirigiendo las manos hacia su hombro y su cintura con el propósito de hacerle un agarre.
Gabi consiguió agarrar sus muñecas y girar sin soltar sus brazos hasta ponerse a su espalda, sujetando sus manos detrás suya en una presa. El hombre parecía sorprendido.
—Lección número uno, nunca subestimes a tu oponente, aunque parezca una chica —le dijo todavía sonriendo.
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Finalmente el simpático Gabi accedió a un breve combate de entrenamiento para que pudieran observar como peleaba el luchador raquítico. Aquiles se mostraba confiado de sus posibilidades, sin embargo, al dar comienzo el combate recibió toda una lección de humildad. Sin demasiado esfuerzo Gabi le dio la vuelta al ataque de Aquiles, quien pretendía realizar un agarre terminó siendo apresando.
Morgue se quedó sorprendido con la habilidad de su compañero, lo cierto es que no hubiera apostado demasiado por él en un principio:
—Hay que trabajar esa velocidad!.— Gritó el grandullón desde abajo del cuadrilátero.
Junio se quedó reflexionando durante unos segundos; *Si va a enfrentarse a un hombre considerablemente más alto que él, y probablemente también más rápido. Tal vez podamos darle la vuelta a la situación y aprovechar la diferencia de estatura a nuestros favor.*
No obstante quería ver un poco más de lo que era capaz el diminuto luchador:
—Vamos Aquiles, saca todo tu potencial. No te cortes con Gabi, seguro sabrá defenderse. Ánimo!.
Pudo ver entonces, en la cara de su discípulo, un esbozo de determinación. Tal vez antes se hubiera cortado a la hora de atacar y ahora fuera a darlo todo. O tal vez no tuviera mucho más poder del que ya había mostrado. Quién sabe...
De todas formas Junio ya estaba pensando en la siguiente fase del entrenamiento. Si Aquiles demostraba poder hacer buenos agarres, probablemente lo mejor sería que intentara tratar de reducir a su contrincante agarrándolo por las piernas y llevándolo al suelo para ganar por sumisión. Si sus agarres no eran tan poderosos habría que buscar otra manera, tal vez lanzando una serie de golpes a sus rodillas para intentar tirarlo al suelo y una vez en la lona rematarlo dejándolo K.O.
Morgue se quedó sorprendido con la habilidad de su compañero, lo cierto es que no hubiera apostado demasiado por él en un principio:
—Hay que trabajar esa velocidad!.— Gritó el grandullón desde abajo del cuadrilátero.
Junio se quedó reflexionando durante unos segundos; *Si va a enfrentarse a un hombre considerablemente más alto que él, y probablemente también más rápido. Tal vez podamos darle la vuelta a la situación y aprovechar la diferencia de estatura a nuestros favor.*
No obstante quería ver un poco más de lo que era capaz el diminuto luchador:
—Vamos Aquiles, saca todo tu potencial. No te cortes con Gabi, seguro sabrá defenderse. Ánimo!.
Pudo ver entonces, en la cara de su discípulo, un esbozo de determinación. Tal vez antes se hubiera cortado a la hora de atacar y ahora fuera a darlo todo. O tal vez no tuviera mucho más poder del que ya había mostrado. Quién sabe...
De todas formas Junio ya estaba pensando en la siguiente fase del entrenamiento. Si Aquiles demostraba poder hacer buenos agarres, probablemente lo mejor sería que intentara tratar de reducir a su contrincante agarrándolo por las piernas y llevándolo al suelo para ganar por sumisión. Si sus agarres no eran tan poderosos habría que buscar otra manera, tal vez lanzando una serie de golpes a sus rodillas para intentar tirarlo al suelo y una vez en la lona rematarlo dejándolo K.O.
Gabriel Von Wilhelm
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Soltó a Aquiles e hizo un pequeño y adorable baile de celebración con saltitos incluidos. Asintió cuando Junio comentó lo de la velocidad, adoptando de golpe una seria expresión de entrenador, casi cómica. Volvió a hacer estiramientos después de que el gigante le dijese que atacase de nuevo. Se colocó en posición de nuevo, imitando las típicas poses que ponían los luchadores de wrestling que había visto tantas veces por la Denden-visión. Aunque claro, Gabi no tenía ese porte ni esos músculos.
Aquiles volvió a atacar, pero esta vez Gabi lo detuvo. Las dos manos de ambos chocaron entre si, entrelazando los dedos en lo que parecía ser un choque de estática. Los dos eran bajitos y parecían tener una fuerza similar, lo cual significaba que, como él, Aquiles era alguien cuyo tamaño engañaba. Porque si bien el chico todavía era un pipiolo en todo esto de los viajes por el mar, era bastante más fuerte de lo que su tamaño sugería. La última vez que se forzó al máximo fue capaz de levantar doscientos kilos durante unos segundos.
—¡Primera lección del profesor Von Wilhelm! —dijo mientras forcejeaba contra Aquiles—. ¡Aprovecha la fuerza de tu oponente!
Entonces, durante un segundo, aflojó su agarre. La fuerza de Aquiles superó la suya durante un instante y consiguió empujarlo hacia delante. Gabi empezó a caer de espaldas, pero nada de aquello fue un error. Levantó la pierna y colocó el pie justo en el pequeño torso de Aquiles. Mientras Gabi caía, la propia fuerza de Aquiles lo impulsó hacia delante y levantó del suelo. Cuando la espalda de Gabi tocó el suelo con cierta delicadeza, la de Aquiles chocó contra la lona después de ser lanzado. El chico pelirrosa se levantó enseguida.
—Somos igual de fuertes, pero me temo que tu contrincante no seré yo. Seguramente te supere. Debes utilizar esa fuerza en su contra, crear impulso con su propio empuje y aprovecharlo. ¿Otra vez?
Aquiles se levantó, entusiasmado. Estuvieron peleando durante un rato, haciéndose mutuamente varias presas y agarres. Poco a poco, el enano fue aplicando las enseñanzas del pelirrosa y el gigante, aprovechando su velocidad y la fuerza del oponente. Finalmente, consiguió tumbar a Gabi contra la lona tres veces seguidas. Gabi se levantó y lo celebró a su manera, con sonrisas y saltitos.
—¡Bien, bien, vas avanzando bien!
Aquiles volvió a atacar, pero esta vez Gabi lo detuvo. Las dos manos de ambos chocaron entre si, entrelazando los dedos en lo que parecía ser un choque de estática. Los dos eran bajitos y parecían tener una fuerza similar, lo cual significaba que, como él, Aquiles era alguien cuyo tamaño engañaba. Porque si bien el chico todavía era un pipiolo en todo esto de los viajes por el mar, era bastante más fuerte de lo que su tamaño sugería. La última vez que se forzó al máximo fue capaz de levantar doscientos kilos durante unos segundos.
—¡Primera lección del profesor Von Wilhelm! —dijo mientras forcejeaba contra Aquiles—. ¡Aprovecha la fuerza de tu oponente!
Entonces, durante un segundo, aflojó su agarre. La fuerza de Aquiles superó la suya durante un instante y consiguió empujarlo hacia delante. Gabi empezó a caer de espaldas, pero nada de aquello fue un error. Levantó la pierna y colocó el pie justo en el pequeño torso de Aquiles. Mientras Gabi caía, la propia fuerza de Aquiles lo impulsó hacia delante y levantó del suelo. Cuando la espalda de Gabi tocó el suelo con cierta delicadeza, la de Aquiles chocó contra la lona después de ser lanzado. El chico pelirrosa se levantó enseguida.
—Somos igual de fuertes, pero me temo que tu contrincante no seré yo. Seguramente te supere. Debes utilizar esa fuerza en su contra, crear impulso con su propio empuje y aprovecharlo. ¿Otra vez?
Aquiles se levantó, entusiasmado. Estuvieron peleando durante un rato, haciéndose mutuamente varias presas y agarres. Poco a poco, el enano fue aplicando las enseñanzas del pelirrosa y el gigante, aprovechando su velocidad y la fuerza del oponente. Finalmente, consiguió tumbar a Gabi contra la lona tres veces seguidas. Gabi se levantó y lo celebró a su manera, con sonrisas y saltitos.
—¡Bien, bien, vas avanzando bien!
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Aquiles y Gabi siguieron practicando durante un buen rato. La fuerza de ambos parecía estar bastante igualada, con lo que sería un buen entrenamiento para el pequeño aspirante a numero uno del ranking.
Junio permaneció bajo el cuadrilátero durante el entrenamiento, lanzando algunas consignas de vez en cuando. Al principio parecía que el Pelirrosa era capaz de dominar a Aquiles, sin embargo, tras varias horas el enano fue capaz de llevar a la lona a su contrincante y entrenador:
—Fantástico!.— Celebró el grandullón, tras presenciar el hito.— Será mejor que descansemos todos hasta mañana.—
Al final parecía que sería una buena estrategia recurrir a la victoria por sumisión. Ahora la cuestión era como conseguir llevar al suelo a su oponente sin arriesgar demasiado.
Mientras abandonaban el gimnasio, Junio, quiso intercambiar opiniones con su colega entrenador:
—Oe, Gabi. ¿Cómo lo ves? Parece que Aquiles mejora a pasos agigantados, y eso solo en un día!. Tal vez mañana debería enfrentarme yo con él para que aprenda a utilizar la fuerza de su oponente su favor.
Ya solo restaban dos día hasta el combate, y aunque Aquiles demostraba tener posibilidades de ganar el combate habría que intensificar el entrenamiento para asegurar la victoria.
Junio permaneció bajo el cuadrilátero durante el entrenamiento, lanzando algunas consignas de vez en cuando. Al principio parecía que el Pelirrosa era capaz de dominar a Aquiles, sin embargo, tras varias horas el enano fue capaz de llevar a la lona a su contrincante y entrenador:
—Fantástico!.— Celebró el grandullón, tras presenciar el hito.— Será mejor que descansemos todos hasta mañana.—
Al final parecía que sería una buena estrategia recurrir a la victoria por sumisión. Ahora la cuestión era como conseguir llevar al suelo a su oponente sin arriesgar demasiado.
Mientras abandonaban el gimnasio, Junio, quiso intercambiar opiniones con su colega entrenador:
—Oe, Gabi. ¿Cómo lo ves? Parece que Aquiles mejora a pasos agigantados, y eso solo en un día!. Tal vez mañana debería enfrentarme yo con él para que aprenda a utilizar la fuerza de su oponente su favor.
Ya solo restaban dos día hasta el combate, y aunque Aquiles demostraba tener posibilidades de ganar el combate habría que intensificar el entrenamiento para asegurar la victoria.
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El tiempo había pasado, por lo que Junio decidió dar por finalizada aquella jornada. Gabi no tardó en bajar del ring cuando terminó el entrenamiento y fue directo a coger su bolsa. Tenía ganas de irse a la habitación que había alquilado en un hostal con algo de dinero que le quedaba y darse una ducha para continuar mañana ya desde el principio del día. Aquiles no tardó tampoco en acercarse a él cuando se cambió a su ropa casual para marcharse después de aquel día.
—Quería pedirte perdón, Gabi.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Por menospreciarte por ser una chica.
—Ah, no te preocupes por eso, estoy acostumbrado.
—... ¿Cómo? ¿Acostumbrado?
Pero Gabi ya se había despedido y se estaba marchando del gimnasio junto a Junio. El gigante le hizo una pregunta, además de hacer sus propias observaciones del tema. Con paso alegre asintió a lo que decía.
—Yo diría que va bastante bien. Si sigue avanzando así creo que podrá ganar la final sin mucho fallo. Y sí, tu tamaño puede ayudarle a utilizar mejor esa diferencia a su favor.
Dicho aquello se separaron. Gabi fue dirigido rápidamente al hostal. Cenó, se duchó y tuvo una noche tranquila y sin soñar, despertando totalmente descansado y muy pronto. Una vez hubo desayunado se dirigió de nuevo hacia el gimnasio.
—Quería pedirte perdón, Gabi.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Por menospreciarte por ser una chica.
—Ah, no te preocupes por eso, estoy acostumbrado.
—... ¿Cómo? ¿Acostumbrado?
Pero Gabi ya se había despedido y se estaba marchando del gimnasio junto a Junio. El gigante le hizo una pregunta, además de hacer sus propias observaciones del tema. Con paso alegre asintió a lo que decía.
—Yo diría que va bastante bien. Si sigue avanzando así creo que podrá ganar la final sin mucho fallo. Y sí, tu tamaño puede ayudarle a utilizar mejor esa diferencia a su favor.
Dicho aquello se separaron. Gabi fue dirigido rápidamente al hostal. Cenó, se duchó y tuvo una noche tranquila y sin soñar, despertando totalmente descansado y muy pronto. Una vez hubo desayunado se dirigió de nuevo hacia el gimnasio.
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Era primera hora de la mañana cuando llegó al gimnasio. Al entrar, tanto Gabi como Aquiles se encontraban ya en el interior. El semigigante saludó a su compañero entrenador y sin perder tiempo empezó a quitarse ropa, hasta quedarse con el torso desnudo, descalzo y los pantalones remangados. Fue entonces cuando se dirigió a Aquiles:
—Está bien, no perdamos el tiempo, solo restan dos días para el combate. Vamos a entrenar.
El diminuto luchador asintió seriamente y se dispuso a subirse al ring. Así pues tanto entrenador como discípulo se encontraron sobre la tarima:
—Veamos, si queremos asegurarnos la victoria deberás ser capaz de utilizar la fuerza de tu oponente a tu favor. Prepárate!.— Comentó el grandullón mientras se preparaba para atacar.
Junio se encaminó hacia su oponente caminando, en la cara de Aquiles se podía ver cierto nerviosismo, no parecía saber muy bien como abordar esa situación. Al estar cerca de él, el revolucionario trató de agarrarlo por un brazo. Sin embargo, Aquiles fue bastante rápido y dando un pequeño salto hacia atrás fue capaz de evitar ser agarrado. El problema para el pequeño combatiente era que un solo paso de su rival equivalía a varios suyos, con lo que no tardo en verse de nuevo pegado al grandullón. Para tratar de esquivarlo, esta vez, rodó por el suelo colándose entre sus piernas.
Tras los dos eficaces esquives, Junio se paró por un instante:
—Interesante, parece que eres bastante inteligente combatiendo, y además tienes recursos como para evitar ser atrapado en una situación que no te favorece. Si durante el combate consigues evitar las situaciones desfavorables hasta encontrar el momento oportuno para atacar, estoy seguro que podrás llevarte la victoria. ¿Qué opinas Gabi?.
Sin previo aviso tras sus palabras, el grandullón atacó de nuevo. Esta vez empezó a correr hacia su objetivo. Ésto cogió a Aquiles por sorpresa, quien no tuvo tiempo para evitar el agarre como las veces anteriores. Junio lo sujetó por el brazo y sin demasiadas dificultades lo lanzó al otro lado del cuadrilátero:
—Vamos, debes estar preparado para todo. Veamos como consigues hacer que yo caiga al suelo.
Y así, durante largas horas, ambos estuvieron practicando. Al principio Aquiles se veía claramente sobrepasado por la fuerza su contrincante, y se limitaba a salir despedido por los aires. Pero poco a poco fue comenzando a conseguir neutralizar la fuerza de su rival, colocando su cuerpo de manera que la fuerza de su rival jugara en su contra. Realizando inteligentes agarres. Hasta que finalmente, tras horas de besar la lona, Aquiles consiguió que su gigantesco entrenador cayera al suelo. Lo hizo de una manera sumamente inteligente. Pues cuando el luchador cargaba contra él, se deslizó por debajo de sus piernas y agarrando con todas sus fuerzas uno de sus tobillos, aprovechando la inercia de su carrera, consiguió desequilibrarlo tirarlo al suelo.
Mientras se encontraba tirado en el suelo, una gran sonrisa se dibujó en la cara de Morgue. El entrenamiento había dado sus frutos.
—Está bien, no perdamos el tiempo, solo restan dos días para el combate. Vamos a entrenar.
El diminuto luchador asintió seriamente y se dispuso a subirse al ring. Así pues tanto entrenador como discípulo se encontraron sobre la tarima:
—Veamos, si queremos asegurarnos la victoria deberás ser capaz de utilizar la fuerza de tu oponente a tu favor. Prepárate!.— Comentó el grandullón mientras se preparaba para atacar.
Junio se encaminó hacia su oponente caminando, en la cara de Aquiles se podía ver cierto nerviosismo, no parecía saber muy bien como abordar esa situación. Al estar cerca de él, el revolucionario trató de agarrarlo por un brazo. Sin embargo, Aquiles fue bastante rápido y dando un pequeño salto hacia atrás fue capaz de evitar ser agarrado. El problema para el pequeño combatiente era que un solo paso de su rival equivalía a varios suyos, con lo que no tardo en verse de nuevo pegado al grandullón. Para tratar de esquivarlo, esta vez, rodó por el suelo colándose entre sus piernas.
Tras los dos eficaces esquives, Junio se paró por un instante:
—Interesante, parece que eres bastante inteligente combatiendo, y además tienes recursos como para evitar ser atrapado en una situación que no te favorece. Si durante el combate consigues evitar las situaciones desfavorables hasta encontrar el momento oportuno para atacar, estoy seguro que podrás llevarte la victoria. ¿Qué opinas Gabi?.
Sin previo aviso tras sus palabras, el grandullón atacó de nuevo. Esta vez empezó a correr hacia su objetivo. Ésto cogió a Aquiles por sorpresa, quien no tuvo tiempo para evitar el agarre como las veces anteriores. Junio lo sujetó por el brazo y sin demasiadas dificultades lo lanzó al otro lado del cuadrilátero:
—Vamos, debes estar preparado para todo. Veamos como consigues hacer que yo caiga al suelo.
Y así, durante largas horas, ambos estuvieron practicando. Al principio Aquiles se veía claramente sobrepasado por la fuerza su contrincante, y se limitaba a salir despedido por los aires. Pero poco a poco fue comenzando a conseguir neutralizar la fuerza de su rival, colocando su cuerpo de manera que la fuerza de su rival jugara en su contra. Realizando inteligentes agarres. Hasta que finalmente, tras horas de besar la lona, Aquiles consiguió que su gigantesco entrenador cayera al suelo. Lo hizo de una manera sumamente inteligente. Pues cuando el luchador cargaba contra él, se deslizó por debajo de sus piernas y agarrando con todas sus fuerzas uno de sus tobillos, aprovechando la inercia de su carrera, consiguió desequilibrarlo tirarlo al suelo.
Mientras se encontraba tirado en el suelo, una gran sonrisa se dibujó en la cara de Morgue. El entrenamiento había dado sus frutos.
Gabriel Von Wilhelm
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Junio no tardó en llegar, lo cual agradeció, pues aquel día le tocaba a él. No tardaron en empezar a entrenar y, en su interior, esperó que Junio se contuviese un poco. Es decir, si, su contrincante iba a ser más grande que el pequeño Aquiles, pero la diferencia de tamaño entre el semigigante y él era todavía mayor. El entrenamiento se estiró durante unas cuantas horas, prácticamente extendiéndose por toda la mañana. Gabi también iba dándole consejos desde el otro lado de las cuerdas, diciéndole que aprovechase su fuerza en su contra, sus impulsos y ataques.
Y eso hizo. Finalmente Junio tocó la lona. Gabi dio saltitos y gritos de alegría para celebrarlo. Aquello iba bien y si era capaz ya de tumbar a alguien como aquel semigigante seguro que podría contra su rival. Quedaban solo dos días, lo cual era bueno, pues podían aprovechar el día siguiente para mantenerse en su forma física. Sin embargo, ya era la hora de comer y después de todo aquello tocaba descansar. Trajo a Aquiles una bebida isotónica y un sandwich de pollo. El luchador empezó a comer, agradecido.
—Ánimo, Aquiles. Ya verás como ganas.
—Os lo agradezco mucho, de veras. Tenía bastante miedo con lo que podría pasar, el resto de luchadores siempre se meten con mi altura.
—¿Incluso cuando has llegado a las finales? —Aquiles asintió—. Bueno. Pero a pesar de ello has llegado lejos. Has seguido tus sueños y te has convertido en luchador. Mírame a mí. He crecido rodeado de dedos señalándome por ser como soy, por vestir como visto. Ahora mismo te admiro, Aquiles, por haber sido capaz de llegar hasta aquí y demostrar a todo el mundo de que estás hecho. Y, ganes o no, seguiré admirándote.
El luchador parecía a punto de llorar mientras comía su sandwich.
Y eso hizo. Finalmente Junio tocó la lona. Gabi dio saltitos y gritos de alegría para celebrarlo. Aquello iba bien y si era capaz ya de tumbar a alguien como aquel semigigante seguro que podría contra su rival. Quedaban solo dos días, lo cual era bueno, pues podían aprovechar el día siguiente para mantenerse en su forma física. Sin embargo, ya era la hora de comer y después de todo aquello tocaba descansar. Trajo a Aquiles una bebida isotónica y un sandwich de pollo. El luchador empezó a comer, agradecido.
—Ánimo, Aquiles. Ya verás como ganas.
—Os lo agradezco mucho, de veras. Tenía bastante miedo con lo que podría pasar, el resto de luchadores siempre se meten con mi altura.
—¿Incluso cuando has llegado a las finales? —Aquiles asintió—. Bueno. Pero a pesar de ello has llegado lejos. Has seguido tus sueños y te has convertido en luchador. Mírame a mí. He crecido rodeado de dedos señalándome por ser como soy, por vestir como visto. Ahora mismo te admiro, Aquiles, por haber sido capaz de llegar hasta aquí y demostrar a todo el mundo de que estás hecho. Y, ganes o no, seguiré admirándote.
El luchador parecía a punto de llorar mientras comía su sandwich.
Junio
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Después de todo parecía que el entrenamiento iba viento en popa, de seguir así Aquiles lograría la victoria salvo sorpresa.
Durante la comida, Gabi alentó al diminuto guerrero. Mostrándole su admiración por lograr sus metas a pesar de, a priori, tener todo en contra para lograrlo. Junio presenció la bonita charla de su compañero y se limito a dar unas palmas en la espalda de Aquiles tras la charla, mostrando así su apoyo y respeto por él. Lo cierto es que la dulce palabrería de Gabi había emocionado también al semigigante.
Tras terminar el almuerzo y el posterior descanso, Junio se quedó pensando durante unos instantes; *El entrenamiento va viento en popa y Aquiles parece estar bastante cansado del intenso ejercicio. Tal vez deberíamos tomarnos la tarde libre y volver mañana pronto para rematar el plan.* En aquel momento, se levantó del suelo y se dirigió a sus acompañantes:
—Chicos, el entrenamiento parece ir perfecto, hoy hemos aprovechado mucho la mañana. Supongo que todos estamos algo cansados de estos dos días. ¿Que os parece si hoy dedicamos la tarde a tomar algo y relajarnos?. Aquí cerca hay un lugar donde sirven una cerveza espectacular.
Si a ambos les parecía bien, pasarían la tarde desconectando un poco y contando historietas, para antes de anochecer retirarse a descansar. Con lo que restaría un día de entrenamiento para ultimar algunas cosas y entrenar un poco la forma física.
Aunque pudiera parecer una perdida de tiempo la proposición de Morgue, teniendo en cuenta que faltaban pocos días para el combate. Él estaba seguro de que un poco de relajamiento vendría bien, tanto para recuperarse físicamente como para descansar la mente y desprenderse de la presión.
Durante la comida, Gabi alentó al diminuto guerrero. Mostrándole su admiración por lograr sus metas a pesar de, a priori, tener todo en contra para lograrlo. Junio presenció la bonita charla de su compañero y se limito a dar unas palmas en la espalda de Aquiles tras la charla, mostrando así su apoyo y respeto por él. Lo cierto es que la dulce palabrería de Gabi había emocionado también al semigigante.
Tras terminar el almuerzo y el posterior descanso, Junio se quedó pensando durante unos instantes; *El entrenamiento va viento en popa y Aquiles parece estar bastante cansado del intenso ejercicio. Tal vez deberíamos tomarnos la tarde libre y volver mañana pronto para rematar el plan.* En aquel momento, se levantó del suelo y se dirigió a sus acompañantes:
—Chicos, el entrenamiento parece ir perfecto, hoy hemos aprovechado mucho la mañana. Supongo que todos estamos algo cansados de estos dos días. ¿Que os parece si hoy dedicamos la tarde a tomar algo y relajarnos?. Aquí cerca hay un lugar donde sirven una cerveza espectacular.
Si a ambos les parecía bien, pasarían la tarde desconectando un poco y contando historietas, para antes de anochecer retirarse a descansar. Con lo que restaría un día de entrenamiento para ultimar algunas cosas y entrenar un poco la forma física.
Aunque pudiera parecer una perdida de tiempo la proposición de Morgue, teniendo en cuenta que faltaban pocos días para el combate. Él estaba seguro de que un poco de relajamiento vendría bien, tanto para recuperarse físicamente como para descansar la mente y desprenderse de la presión.
Gabriel Von Wilhelm
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Gabi sonrió, viendo que lo que le había dicho a Aquiles había servido. Junio se acercó a ellos, aportando su visión del asunto, diciendo que todo parecía ir muy bien. Entonces propuso tomarse el resto del día libre. Gabi asintió, levantándose. Al luchador parecía que también le gustaba la idea, así que se levantó también. Sin embargo, antes de marcharse, Gabi fue a las duchas del gimnasio y se puso algo más formal, una camiseta a rayas moradas que dejaba su ombligo al aire, una chaqueta morada abierta y una falda negra con medias. Aquello era mejor que ir a todas partes con ropa de deporte, ciertamente.
Llegaron al sitio al que se refería Junio. Era algo pequeño, pero acogedor, y tenían terraza así que no tuvieron que preocuparse por el tamaño del semigigante. Vinieron a preguntar sus pedidos y, cuando le tocó a Gabi, le pusieron pegas. Después de todo parecía una niña, por mucho que estuviese ya en la mayoría de edad. Lo peor de todo es que ni siquiera podía demostrar que era mayor de edad, por lo que al final tuvo que resignarse y pedir un zumo de naranja. Durante unos minutos el pobre pelirrosa estuvo algo chof, apoyado en la mesa, sin poder pedir lo que le apetecía, pero tampoco le molestaba tanto.
Alguien se acercó a ellos. Un niño que parecía ser bastante joven y estar algo nervioso. Tenía en las manos un trozo de papel y un boli y no dejaba de mirar a Aquiles.
—Señor Aquiles... He estado siguiendo tu... su... sus combates en el torneo... ¿Podría firmarme un autógrafo? Espero que gane la final.
—¡Tienes admiradores! —dijo Gabi, con una extensa sonrisa.
Aquiles parecía contento, firmando sin problema lo que el niño le pedía.
Llegaron al sitio al que se refería Junio. Era algo pequeño, pero acogedor, y tenían terraza así que no tuvieron que preocuparse por el tamaño del semigigante. Vinieron a preguntar sus pedidos y, cuando le tocó a Gabi, le pusieron pegas. Después de todo parecía una niña, por mucho que estuviese ya en la mayoría de edad. Lo peor de todo es que ni siquiera podía demostrar que era mayor de edad, por lo que al final tuvo que resignarse y pedir un zumo de naranja. Durante unos minutos el pobre pelirrosa estuvo algo chof, apoyado en la mesa, sin poder pedir lo que le apetecía, pero tampoco le molestaba tanto.
Alguien se acercó a ellos. Un niño que parecía ser bastante joven y estar algo nervioso. Tenía en las manos un trozo de papel y un boli y no dejaba de mirar a Aquiles.
—Señor Aquiles... He estado siguiendo tu... su... sus combates en el torneo... ¿Podría firmarme un autógrafo? Espero que gane la final.
—¡Tienes admiradores! —dijo Gabi, con una extensa sonrisa.
Aquiles parecía contento, firmando sin problema lo que el niño le pedía.
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