Contratante: Don Mc’s Scruffy, Señor del Loto y dueño de Lotos S.L, compañía de construcción.
Descripción de la misión: En la isla de Downs, han secuestrado a los hijos gemelos de un alto dignatario. No tienen más que unos pocos meses de edad y sus padres están muertos de preocupación. Los secuestradores están pidiendo 10.000.000 por cabeza y aunque han reunido el dinero, están buscando a alguien que pueda llevar a cabo el intercambio y asegurarse de que sus dos hijos llegan a casa sanos y salvos.
Objetivos secundarios o alternativos: Conseguir a los bebés sin entregar el dinero.
Recompensa: Una pequeña casa de dos habitaciones en Isla Vacaciones. Es su residencia de verano, pero le importan más sus hijos.
Recompensas por objetivo secundario o alternativo: 2.000.000 de berries por cabeza
Descripción de la misión: En la isla de Downs, han secuestrado a los hijos gemelos de un alto dignatario. No tienen más que unos pocos meses de edad y sus padres están muertos de preocupación. Los secuestradores están pidiendo 10.000.000 por cabeza y aunque han reunido el dinero, están buscando a alguien que pueda llevar a cabo el intercambio y asegurarse de que sus dos hijos llegan a casa sanos y salvos.
Objetivos secundarios o alternativos: Conseguir a los bebés sin entregar el dinero.
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La anterior misión había sido un fracaso, la habilidad de aquellos guardas corruptos para poner los pies en polvorosa sorprendió a un sobrecargado Al que tuvo que hacerse cargo de Gal que había quedado inconsciente, quizás por los vapores del pegamento y la pintura baratas o bien quizás por aquel bocadillo de atún de apariencia sospechosa que les había acompañado durante días en lo más profundo de la nevera de la cocina, el cual Galhard se había aventurado a degustar bajo una asqueada mirada de los demás marines del barco y de Al. Fuese como fuese aquellas joyas se perdieron y con ello la misión, Al estaba de morros, Gal también pero buscaba una alternativa para sentirse mejor y animar al pobre Almirante Al que a parte de la vergüenza que podía sentir de que dos mangantes de tres al cuarto se les escapaban desde un principio deseaba no poner un pie en este mar y que lo único que podía hacerle sentir mejor era irse cuanto antes de allí (Y un par de selfies en alguna isla paradisiaca para subir a su red social y captar a una jovenzuela).
-Mira mira... Ya sé, en esta no la liaremos, he visto un nuevo registro de peticiones... Un pez gordo al cual le han raptado a sus dos hijos gemelos... Bebés para ser más exactos, no tengo buena mano con los niños pero... ¿No crees que si los padres lo consienten hacerte una selfie o foto con ellos en brazos no te dará mucho bombo donde pones tus fotos? La misión dice que solo hemos de realizar el intercambio puesto que han reunido el dinero que los secuestradores pedían para efectuar el rescate pero siendo justos en esa situación tu y yo tendríamos la ventaja de poder llevar la situación a nuestro terreno y capturar a los desalmados que han decidido raptar a niños tan pequeñitos.- Decía Gal mientras agasajaba a Al y le ofrecía una copa de una botella de licor que Jack les dio antes de salir de Dressrosa.
-Además, ofrecen dar una residencia en isla vacaciones si se completa la misión ¿La conoces? No me interesa tener una residencia por el momento pero no consigo ubicar esa isla en el mapa pero ha de estar en algún lugar concurrido por su nombre. ¿Te la quedarías tu?- Galhard dejó la copa en una mesita cerca de Al mientras miraba el mapa que había en el barco.
No tardarían en atracar en el puerto de la isla Downs así que en nada podrían ponerse en marcha y salvar a los dos niños sin la mayor complicación, aunque en la mente del cadete aún pesaba la vergüenza del fracaso anterior y la memoria de lo que debieron ser aquellas joyas verdaderas que no pudo llegar a ver y salvar.
-Mira mira... Ya sé, en esta no la liaremos, he visto un nuevo registro de peticiones... Un pez gordo al cual le han raptado a sus dos hijos gemelos... Bebés para ser más exactos, no tengo buena mano con los niños pero... ¿No crees que si los padres lo consienten hacerte una selfie o foto con ellos en brazos no te dará mucho bombo donde pones tus fotos? La misión dice que solo hemos de realizar el intercambio puesto que han reunido el dinero que los secuestradores pedían para efectuar el rescate pero siendo justos en esa situación tu y yo tendríamos la ventaja de poder llevar la situación a nuestro terreno y capturar a los desalmados que han decidido raptar a niños tan pequeñitos.- Decía Gal mientras agasajaba a Al y le ofrecía una copa de una botella de licor que Jack les dio antes de salir de Dressrosa.
-Además, ofrecen dar una residencia en isla vacaciones si se completa la misión ¿La conoces? No me interesa tener una residencia por el momento pero no consigo ubicar esa isla en el mapa pero ha de estar en algún lugar concurrido por su nombre. ¿Te la quedarías tu?- Galhard dejó la copa en una mesita cerca de Al mientras miraba el mapa que había en el barco.
No tardarían en atracar en el puerto de la isla Downs así que en nada podrían ponerse en marcha y salvar a los dos niños sin la mayor complicación, aunque en la mente del cadete aún pesaba la vergüenza del fracaso anterior y la memoria de lo que debieron ser aquellas joyas verdaderas que no pudo llegar a ver y salvar.
Tropezarse con una baldosa. ¡Cómo podía tropezarse con una baldosa! Los tenía casi atrapados, iba a agarrarlos, y entonces... A la mierda. No habría sido tanto problema si no hubiesen intentado arrestarlo por haber pasado todo el día vigilando la puerta; también habían descubierto las joyas falsas. Y él tenía que aceptar las sospechas hasta que pudiera decir "Ey, payaso, que podría ganar en un día más de lo que tú ganas en toda tu vida". No podía, claro, tener la falta de consideración de explicar que él, habiendo atrapado a Legan Legim y saqueado sus arcas, poseía una fortuna tan grande que hasta sus nietos podrían tener nietos sin trabajar. ¡Podría haberse comprado un país con sus ahorros! Y tenía que aguantar que una pandilla de idiotas lo tomasen a él por culpable en lugar de a los obvios responsables.
Por eso, mientras se acercaban a Downs, Al estaba de morros.
- Ojalá sean los mismos que robaron los diamantes -dijo mientras sacaba brillo a su espada-. Esta vez no pienso dejar que escapen aunque ello implique hacerlos un alfiletero.
La idea de una casa en Isla Vacaciones no le atraía particularmente. Primero, porque tenía un apartamento en Marineford y un ático dúplex en Dark Dome; segundo, porque odiaba los sitios llenos de turistas. Sin embargo, seguramente Galhard pudiese disfrutar de un lugar como aquel aunque tuviese orígenes bastante menos humildes que los suyos.
- Puedes quedártela tú -contestó- o podemos usarla como residencia de vacaciones para la brigada.
La verdad, no se llevaría a Arthur a su casa de Dark Dome, pero no le importaría tenerlo en la isla de Vacaciones. En cualquier caso, bajó del barco y se dirigió hacia la gran mansión de los Scruffy para saber dónde y cuándo debían hacer el intercambio.
Por eso, mientras se acercaban a Downs, Al estaba de morros.
- Ojalá sean los mismos que robaron los diamantes -dijo mientras sacaba brillo a su espada-. Esta vez no pienso dejar que escapen aunque ello implique hacerlos un alfiletero.
La idea de una casa en Isla Vacaciones no le atraía particularmente. Primero, porque tenía un apartamento en Marineford y un ático dúplex en Dark Dome; segundo, porque odiaba los sitios llenos de turistas. Sin embargo, seguramente Galhard pudiese disfrutar de un lugar como aquel aunque tuviese orígenes bastante menos humildes que los suyos.
- Puedes quedártela tú -contestó- o podemos usarla como residencia de vacaciones para la brigada.
La verdad, no se llevaría a Arthur a su casa de Dark Dome, pero no le importaría tenerlo en la isla de Vacaciones. En cualquier caso, bajó del barco y se dirigió hacia la gran mansión de los Scruffy para saber dónde y cuándo debían hacer el intercambio.
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-Mmm... Sería una casualidad demasiado grande, si hay dos idiotas que quieran tentar la suerte de esa forma merecen un castigo ejemplar... De todas maneras tengo entendido que los criminales se vienen arriba después de un gran golpe y bajan la guardia tras ello así que no sería descartable- Gal siguió a Al, la verdad, la idea de una residencia para la brigada le hacía especial gracia. Seguro que las fiestas serían divertidas pensó para sus adentros mientras la enorme mansión de los clientes se veía cada vez más cerca.
Una vez allí la sirvienta les abrió las puertas, a juzgar por su cara a simple vista parecía compartir la angustia de la familia pero había algo en su nerviosismo que resultaba extraño. Galhard no le dio mucha importancia al ver al matrimonio completamente devastado en el salón principal de la mansión. El salón era enorme pero estaba algo vacío, cualquiera con sentido común podía imaginar que se debía a que los padres, desesperados habían vendido montones de posesiones y adornos de la mansión por tal de reunir la suma que los secuestradores exigían.
La cara del matrimonio se iluminó con un atisbo de esperanza cuando vio llegar al dúo que destacaba por la altura de ambos hombres, la fina ropa de oficial de Al y el uniforme de marine de Galhard.
-¡Gracias al cielo que estáis aquí!- Gritó el hombre que se dirigió a Al. Esos... Esos monstruos se llevaron a nuestros hijos... Son tan pequeñitos... Por favor ayudadnos... Los amamos más que a nuestras vidas, ningún padre o madre debería pasar por este horror... El solo pensar en lo mal que deben estar pasandolo nuestros retoños... Nos dieron esta carta, cariño ¿Puedes darsela tú?- Se giró a su esposa y con sumo cuidado la ayudó a levantarse del sillón donde estaba.
Los ojos de la mujer estaban algo inflamados y rojos, además de que unas pronunciadas ojeras se podían notar, probablemente no había podido pegar ojo por la angustia y con las manos temblorosas le entregó la carta de los secuestradores a Al sin decir una palabra sollozó y volvió a sentarse en la butaca.
Al pudo ver que la carta había sido escrita con recortes de diario, todo un cliché. En la misma describía que el intercambio debía hacerse a la madrugada en un granero alejado de la ciudad y que fuese quien fuese a hacer el intercambio solo podía estar acompañado de una persona.
-No sé si podréis ir los dos... Os guiaríamos pero tenemos miedo de que aprovechen para hacer más daño a nuestros hijos, quizás uno de los dos se puede quedar aquí y el otro podría ser acompañado por nuestra sirvienta, ella sabe llegar a ese granero- El hombre se llevó una mano a la cara para esconder que iba a romper en llanto como su mujer y Gal miró a Al, algo aquí era demasiado extraño.
-Creo que será mejor que vayamos nosotros dos, siempre nos puede escribir como llegar en un papel. ¿No crees Almi...Al?- Gal le dio una mirada de complicidad a Al, sabía que algo no iba bien con la sirvienta pero por otra parte también temía dejar a los dos padres solos con la sirvienta.
Una vez allí la sirvienta les abrió las puertas, a juzgar por su cara a simple vista parecía compartir la angustia de la familia pero había algo en su nerviosismo que resultaba extraño. Galhard no le dio mucha importancia al ver al matrimonio completamente devastado en el salón principal de la mansión. El salón era enorme pero estaba algo vacío, cualquiera con sentido común podía imaginar que se debía a que los padres, desesperados habían vendido montones de posesiones y adornos de la mansión por tal de reunir la suma que los secuestradores exigían.
La cara del matrimonio se iluminó con un atisbo de esperanza cuando vio llegar al dúo que destacaba por la altura de ambos hombres, la fina ropa de oficial de Al y el uniforme de marine de Galhard.
-¡Gracias al cielo que estáis aquí!- Gritó el hombre que se dirigió a Al. Esos... Esos monstruos se llevaron a nuestros hijos... Son tan pequeñitos... Por favor ayudadnos... Los amamos más que a nuestras vidas, ningún padre o madre debería pasar por este horror... El solo pensar en lo mal que deben estar pasandolo nuestros retoños... Nos dieron esta carta, cariño ¿Puedes darsela tú?- Se giró a su esposa y con sumo cuidado la ayudó a levantarse del sillón donde estaba.
Los ojos de la mujer estaban algo inflamados y rojos, además de que unas pronunciadas ojeras se podían notar, probablemente no había podido pegar ojo por la angustia y con las manos temblorosas le entregó la carta de los secuestradores a Al sin decir una palabra sollozó y volvió a sentarse en la butaca.
Al pudo ver que la carta había sido escrita con recortes de diario, todo un cliché. En la misma describía que el intercambio debía hacerse a la madrugada en un granero alejado de la ciudad y que fuese quien fuese a hacer el intercambio solo podía estar acompañado de una persona.
-No sé si podréis ir los dos... Os guiaríamos pero tenemos miedo de que aprovechen para hacer más daño a nuestros hijos, quizás uno de los dos se puede quedar aquí y el otro podría ser acompañado por nuestra sirvienta, ella sabe llegar a ese granero- El hombre se llevó una mano a la cara para esconder que iba a romper en llanto como su mujer y Gal miró a Al, algo aquí era demasiado extraño.
-Creo que será mejor que vayamos nosotros dos, siempre nos puede escribir como llegar en un papel. ¿No crees Almi...Al?- Gal le dio una mirada de complicidad a Al, sabía que algo no iba bien con la sirvienta pero por otra parte también temía dejar a los dos padres solos con la sirvienta.
Aquello olía a cuerno quemado. No quería dejarse guiar por una desconocida, mucho menos sabiendo que la mayor parte de las agresiones se llevaban a cabo dentro del entorno doméstico. Siendo un poco estúpido pensar que unos padres secuestrasen a sus propios hijos, la solución más obvia era desconfiar de la asistenta. Igual que en el Cluedo el asesino siempre era el mayordomo -a no ser que Arthur jugaba, que entonces era él- y en las películas de los sábados por la tarde la exnovia siempre era la acosadora, en esa situación la secuestradora, o al menos la cómplice necesaria para el crimen, era la chacha.
- Lo cierto es que me parece una idea fantástica -anunció en voz alta, sonriendo a los padres-. Avisen a su mucama y Galhard la escoltará hasta el lugar. Ahora, discúlpennos un minuto, por favor.
- Faltaría más -dijo el hombre, y tanto él como su mujer se retiraron de la estancia.
Al se llevó a Galhard hasta un armarito y se metió en el interior. No cabían los dos, pero era suficiente para esconder un cuerpo hasta que empezase a derretirse, y una vez eso sucediera los dueños tararían un rato en darse cuenta. Por suerte, por otro lado, tan solo había abrigos de fiesta y algunos trajes de fetichismo de lo más pintorescos. En fin, él no era quién de juzgar por qué alguien se pondría un sujetador con tentáculos o un tanga de esparto. Los ricos hacían cosas muy raras, al fin y al cabo.
- Verás, Gal. Voy a congelarme. Cuando lo haga, arráncame este dedo -le dijo, cerrando la mano derecha en un puño pero dejando el índice levantado-. Solo este. Métetelo en el bolsillo; yo estaré todo el rato contigo, así si pasa algo podré ayudarte. Y de paso podré concentrarme en rastrear con mi Haki por si los niños se encuentran en otro lado salir a buscarlos. Recuerda que nuestra prioridad es realizar un intercambio seguro y salvar a los enanos, pero debemos intentar atrapar a los secuestradores. ¿Te parece bien?
Si Galhard asentía se volvería hielo, dando inicio al plan.
- Lo cierto es que me parece una idea fantástica -anunció en voz alta, sonriendo a los padres-. Avisen a su mucama y Galhard la escoltará hasta el lugar. Ahora, discúlpennos un minuto, por favor.
- Faltaría más -dijo el hombre, y tanto él como su mujer se retiraron de la estancia.
Al se llevó a Galhard hasta un armarito y se metió en el interior. No cabían los dos, pero era suficiente para esconder un cuerpo hasta que empezase a derretirse, y una vez eso sucediera los dueños tararían un rato en darse cuenta. Por suerte, por otro lado, tan solo había abrigos de fiesta y algunos trajes de fetichismo de lo más pintorescos. En fin, él no era quién de juzgar por qué alguien se pondría un sujetador con tentáculos o un tanga de esparto. Los ricos hacían cosas muy raras, al fin y al cabo.
- Verás, Gal. Voy a congelarme. Cuando lo haga, arráncame este dedo -le dijo, cerrando la mano derecha en un puño pero dejando el índice levantado-. Solo este. Métetelo en el bolsillo; yo estaré todo el rato contigo, así si pasa algo podré ayudarte. Y de paso podré concentrarme en rastrear con mi Haki por si los niños se encuentran en otro lado salir a buscarlos. Recuerda que nuestra prioridad es realizar un intercambio seguro y salvar a los enanos, pero debemos intentar atrapar a los secuestradores. ¿Te parece bien?
Si Galhard asentía se volvería hielo, dando inicio al plan.
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El cadete entendió al instante lo que planeaba Al, fueron dejados solos en la sala mientras que esperaban a la sirvienta, la visión de las bragas de esparto en el armario causó un ligero Flashback de guerra donde recordó la vez aquella que se metió en el cuarto privado de su madre y vio cosas de las que no desea recordar y cuando tenía 19 años aquel problema con la muchacha que quiso estafarle la fortuna de su familia que a la hora de ir a consumar el acto lucía unas iguales. Le dio alergia al pelo de Mink de la verdadera pareja de la moza la cual intentó argumentar que debía ser el esparto lo que le causaba esa sensación... Volviendo a la más serena realidad.
-No le veo fallas al plan, esta vez, sean quienes sean no se escaparán y los niños volverán sanos y salvos- Dijo susurrando a Al mientras le tiraba del dedo, con ciertas sospechas de que quizás aprovecharía la ocasión de soltar una sonora ventosidad aunque eso fuese más propío de Jack que no de Al.
En cuanto guardó el dedo en el bolsillo de su chaqueta cerró la puerta del armario y se sentó en una de las sillas mientras esperaba a la mujer, la cual no tardó en llegar y poner una sonrisa forzada. Mira que era fácil engañar a Gal pero esta mujer necesitaba urgentemente unas clases de interpretación pues se le veía de una hora lejos, el cadete cuestionaba la inteligencia de la pareja de peces gordos.
-Oh... ¿Es usted el marine que me acompañará a rescatar a los hijos de mis señores?- Dijo en una expresión de alivio que no pudo esconder -¿Su compañero se quedará aquí no? Será más fácil de esta forma, seguro que esos maleantes han planeado alguna cosa extraña de nuevo para nuestros señores... Bueno sea como sea no hay tiempo que perder si salimos ahora y rápido llegaremos más o menos a la hora que esos malditos acordaron... Si me permites yo llevaré el dinero.- Esta vez, en un tono inquisitivo miró el maletín con unos ojos brillantes, Gal lo apartó un poco
-Oi... El protocolo y el contrato requieren que sea yo quien efectue el intercambio, eres la criada de la familia, no la mía y los marines nos debemos a ayudar a la gente, no podemos aceptar que nos presten ayuda ni a la hora de transportar cosas, la institución tiene su reputación.- Dicho esto tomaron camino hacia el granero donde debía hacerse el cambio.
El cadete se mordía la lengua por no reír de tan absurda actuación de la chacha, la cual, no tardó en insistir por todo el camino con frases de "Va, estarás cansado de llevar ese maletín... Dejame que lo lleve un poquito"
Todo el camino fue como tener un loro comiendole la oreja, hasta momentos antes de llegar al granero la mujer se le insinuó... ¿Por qué todas las mujeres que últimamente se le acercaban tenían un oscuro objetivo detrás? Por suerte el de esta era evidente y no caería como en las demás veces donde usualmente acababa perdiendo todo lo ganado en el strip-tute al ceder a los encantos de las mujeres a las cuales despojaba.
El cadete se aclaró la garganta e hizo un poco de espacio entre él y la chacha -Hmm... Entonces ¿Es este granero? la verdad parece que esto está más abandonado que la biblioteca de mi madre...- Dijo Gal mientras sacaba un viejo de bolsillo de su pantalón, casi era la hora y habría que ver si esos maleantes se aparecerían o no.
Ohh~ Así que eres un niño de mama... ¿Sabes? Yo soy una niñera... Podría ser tu mami~. Sí, sin duda eso era la cerecita en el pastel que acababa de empeorarlo todo, no por el desarraigo y abandono que Gal sentía por su madre si no que eso le tocaba la vena sensible y le ponía de mal humor.
- Estoy de servicio... Dijo el cadete mientras se mordía la lengua y en su cara, ahora roja, se infaba una vena en la frente. Si los rufianes no aparecían las cosas iban a ser dificiles.
-No le veo fallas al plan, esta vez, sean quienes sean no se escaparán y los niños volverán sanos y salvos- Dijo susurrando a Al mientras le tiraba del dedo, con ciertas sospechas de que quizás aprovecharía la ocasión de soltar una sonora ventosidad aunque eso fuese más propío de Jack que no de Al.
En cuanto guardó el dedo en el bolsillo de su chaqueta cerró la puerta del armario y se sentó en una de las sillas mientras esperaba a la mujer, la cual no tardó en llegar y poner una sonrisa forzada. Mira que era fácil engañar a Gal pero esta mujer necesitaba urgentemente unas clases de interpretación pues se le veía de una hora lejos, el cadete cuestionaba la inteligencia de la pareja de peces gordos.
-Oh... ¿Es usted el marine que me acompañará a rescatar a los hijos de mis señores?- Dijo en una expresión de alivio que no pudo esconder -¿Su compañero se quedará aquí no? Será más fácil de esta forma, seguro que esos maleantes han planeado alguna cosa extraña de nuevo para nuestros señores... Bueno sea como sea no hay tiempo que perder si salimos ahora y rápido llegaremos más o menos a la hora que esos malditos acordaron... Si me permites yo llevaré el dinero.- Esta vez, en un tono inquisitivo miró el maletín con unos ojos brillantes, Gal lo apartó un poco
-Oi... El protocolo y el contrato requieren que sea yo quien efectue el intercambio, eres la criada de la familia, no la mía y los marines nos debemos a ayudar a la gente, no podemos aceptar que nos presten ayuda ni a la hora de transportar cosas, la institución tiene su reputación.- Dicho esto tomaron camino hacia el granero donde debía hacerse el cambio.
El cadete se mordía la lengua por no reír de tan absurda actuación de la chacha, la cual, no tardó en insistir por todo el camino con frases de "Va, estarás cansado de llevar ese maletín... Dejame que lo lleve un poquito"
Todo el camino fue como tener un loro comiendole la oreja, hasta momentos antes de llegar al granero la mujer se le insinuó... ¿Por qué todas las mujeres que últimamente se le acercaban tenían un oscuro objetivo detrás? Por suerte el de esta era evidente y no caería como en las demás veces donde usualmente acababa perdiendo todo lo ganado en el strip-tute al ceder a los encantos de las mujeres a las cuales despojaba.
El cadete se aclaró la garganta e hizo un poco de espacio entre él y la chacha -Hmm... Entonces ¿Es este granero? la verdad parece que esto está más abandonado que la biblioteca de mi madre...- Dijo Gal mientras sacaba un viejo de bolsillo de su pantalón, casi era la hora y habría que ver si esos maleantes se aparecerían o no.
Ohh~ Así que eres un niño de mama... ¿Sabes? Yo soy una niñera... Podría ser tu mami~. Sí, sin duda eso era la cerecita en el pastel que acababa de empeorarlo todo, no por el desarraigo y abandono que Gal sentía por su madre si no que eso le tocaba la vena sensible y le ponía de mal humor.
- Estoy de servicio... Dijo el cadete mientras se mordía la lengua y en su cara, ahora roja, se infaba una vena en la frente. Si los rufianes no aparecían las cosas iban a ser dificiles.
Al pudo contener, por muy poco, las ganas de tirarse un pedo cuando Galhard arrancó su dedo, pero en lugar de ello trasladó toda su conciencia a su propia falange, dejando que fuese el cadete quien en esa ocasión guiara el camino. No negó, ni pensaba negar, que de haber sido más guapa la muchacha habría sentido celos, pero estaban de servicio y nunca se dejaría hacer un servicio por nadie con cara de caballo. Además, su tarea en ese momento era hacer de radar. Localizar a los niños era lo más importante y si bien Galhard podría custodiar el maletín como era debido si le tendían una trampa necesitaría ayuda.
A través de su Haki podía sentirlo todo. Animales, niños, adultos... Con su voz pura y sin ocultar, con un grito alto y claro las más poderosas, y con el murmullo suave de las más débiles. Había tal vez demasiada gente en la zona en que se encontraban, lo cual no sería tan raro de no ser porque se encontraban en una de las zonas más apartadas de la isla y todo olía a cuerno quemado, cuando no a emboscada. Además, por ninguna parte sentía la presencia de los críos. Lo cual era, particularmente, un problema.
¿Cómo decírselo a Galhard? ¿Cómo podía decirle sin alertar a todos aquellos hombres que estaban entrando tranquilamente en una trampa sin garantías de que los niños apareciesen? Porque los niños no estaban allí; o, por lo menos, no notaba dos presencias particularmente más débiles que el resto. Sí era cierto que creía que el cadete podía con todos ellos, no sin dificultades, pero tampoco tenía ninguna pista y cualquier paso en falso podía significar la muerte de los niños.
Optó por estirar su dedo en una aguja para alertarle del peligro y se dispuso a salir de su bolsillo, tras picarle el culo, ya hecho una pequeña ventisca que nadie tenía por qué identificar. La única pregunta era dónde podían estar los niños si no estaban allí, por lo que empezó a dar vueltas mientras sondaba otras zonas apartadas, a ver qué se encontraba, sin alejarse mucho de la factoría, Si Galhard llegaba a necesitarlo, lo sentiría.
A través de su Haki podía sentirlo todo. Animales, niños, adultos... Con su voz pura y sin ocultar, con un grito alto y claro las más poderosas, y con el murmullo suave de las más débiles. Había tal vez demasiada gente en la zona en que se encontraban, lo cual no sería tan raro de no ser porque se encontraban en una de las zonas más apartadas de la isla y todo olía a cuerno quemado, cuando no a emboscada. Además, por ninguna parte sentía la presencia de los críos. Lo cual era, particularmente, un problema.
¿Cómo decírselo a Galhard? ¿Cómo podía decirle sin alertar a todos aquellos hombres que estaban entrando tranquilamente en una trampa sin garantías de que los niños apareciesen? Porque los niños no estaban allí; o, por lo menos, no notaba dos presencias particularmente más débiles que el resto. Sí era cierto que creía que el cadete podía con todos ellos, no sin dificultades, pero tampoco tenía ninguna pista y cualquier paso en falso podía significar la muerte de los niños.
Optó por estirar su dedo en una aguja para alertarle del peligro y se dispuso a salir de su bolsillo, tras picarle el culo, ya hecho una pequeña ventisca que nadie tenía por qué identificar. La única pregunta era dónde podían estar los niños si no estaban allí, por lo que empezó a dar vueltas mientras sondaba otras zonas apartadas, a ver qué se encontraba, sin alejarse mucho de la factoría, Si Galhard llegaba a necesitarlo, lo sentiría.
Tardó un poco en percibirlo, pero finalmente pudo sentir tres presencias no muy lejos de la factoría. Estaban lo suficientemente cerca como para usarlos de amenaza y no lo suficiente como para que alguien normal fuese quien de alcanzarlos. Seguramente el plan fuese parte de una cadena de chantajes en el que los diez millones solo eran el principio. Luego vendría la casa de Isla Vacaciones, el velero para navegar por las aguas meridionales y quién sabe qué. Pero, afortunadamente, ahí estaban Galhard y él.
Descendió sobre el lugar, un solar con un contenedor de obra bastante nuevo y que, la verdad, quedaba ahí como un Cristo con pistolas. La única razón de que nadie hubiese reparado en ello debía ser, lo más probable, que nadie pasaba por ahí en su día a día. Pero en cualquier caso, era un espacio que solo cuando sentías una increíble impunidad te atrevías a utilizar de esa forma.
Abrió la puerta tras aterrizar y lo saludó un disparo en la frente. Pudo verlo antes de que pasara, pero en lugar de evadirlo simplemente se dejó dar. Cayó al suelo con la bala incrustada tres centímetros en su frente y se dedicó a escuchar la voz del secuestrador entre los chillidos de los muchachos.
- Sí, joder, hay un tipo aquí -decía-. No, ya lo he matado. Pero pueden venir más. Voy a llevar a los mocosos al refugio B.
Así que tenían un plan mucho más organizado de lo que parecía... Tal vez debiese recomendar una vez todo terminase a los padres que se mudasen, porque ante aquello tal vez la isla entera estuviese en el ajo. En fin, los ricos y sus problemas de ricos. Ya les preguntaría a cuántos niños habían esclavizado para sus talleres.
Descendió sobre el lugar, un solar con un contenedor de obra bastante nuevo y que, la verdad, quedaba ahí como un Cristo con pistolas. La única razón de que nadie hubiese reparado en ello debía ser, lo más probable, que nadie pasaba por ahí en su día a día. Pero en cualquier caso, era un espacio que solo cuando sentías una increíble impunidad te atrevías a utilizar de esa forma.
Abrió la puerta tras aterrizar y lo saludó un disparo en la frente. Pudo verlo antes de que pasara, pero en lugar de evadirlo simplemente se dejó dar. Cayó al suelo con la bala incrustada tres centímetros en su frente y se dedicó a escuchar la voz del secuestrador entre los chillidos de los muchachos.
- Sí, joder, hay un tipo aquí -decía-. No, ya lo he matado. Pero pueden venir más. Voy a llevar a los mocosos al refugio B.
Así que tenían un plan mucho más organizado de lo que parecía... Tal vez debiese recomendar una vez todo terminase a los padres que se mudasen, porque ante aquello tal vez la isla entera estuviese en el ajo. En fin, los ricos y sus problemas de ricos. Ya les preguntaría a cuántos niños habían esclavizado para sus talleres.
Galhard
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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La hora sobrepasaba con creces la acordada para el intercambio y ningún maleante se había aproximado a hacer el intercambio, por otra parte la sirvienta con una actuación cada vez más angustiada empezó a exigir con más fuerza tomar el maletín.
Oye... ¿Que interés tienes en el maletín? No finjas que quieres ayudarme, te perdiste las clases de interpretación básica... Yo soy fácil de engañar y ni aún así me la has colado. Dime ¿Que pretendes y donde están los niños? Es más ¿donde están tus socios?- Un más que irritado Galhard confrontó a la sirvienta, la cual puso una cara completamente desencajada y sacando un puñal de su falda intentó sin éxito hacer un corte a Gal que con fácilidad pudo ver.
Arrebatarle el arma fue fácil y no necesitó ni soltar el maletín con el dinero, ahora la sirvienta se encontraba en el suelo y Gal empuñaba el arma que la sirvienta había sacado.
-Si colaboras será mejor para todos y podrás tener tu libertad en el programa de protección de testigos de la marina. Así que habla.- Mientras decía esas palabras Gal escuchó un disparo a la lejanía y con esa distracción la sirvienta aprovechó para intentar huir aunque la sala era demasiado grande para que no pudiese ser alcanzada con facilidad.
Oye... ¿Que interés tienes en el maletín? No finjas que quieres ayudarme, te perdiste las clases de interpretación básica... Yo soy fácil de engañar y ni aún así me la has colado. Dime ¿Que pretendes y donde están los niños? Es más ¿donde están tus socios?- Un más que irritado Galhard confrontó a la sirvienta, la cual puso una cara completamente desencajada y sacando un puñal de su falda intentó sin éxito hacer un corte a Gal que con fácilidad pudo ver.
Arrebatarle el arma fue fácil y no necesitó ni soltar el maletín con el dinero, ahora la sirvienta se encontraba en el suelo y Gal empuñaba el arma que la sirvienta había sacado.
-Si colaboras será mejor para todos y podrás tener tu libertad en el programa de protección de testigos de la marina. Así que habla.- Mientras decía esas palabras Gal escuchó un disparo a la lejanía y con esa distracción la sirvienta aprovechó para intentar huir aunque la sala era demasiado grande para que no pudiese ser alcanzada con facilidad.
Afortunadamente desde el suelo siempre se tenía una mejor perspectiva de todo. De aquel escroto en falda escocesa, por ejemplo. En un primer momento había pensado que el afeminado hombre vestido de colegiala no era, finalmente, una mujer.
Tal vez fue la única vez que tener unos testículos cerca de su cara le hizo sonreír, pero aquello lo cambiaba todo. Agarró su pierna al tiempo que expulsaba la bala con un "pop" mientras la frente se le recomponía, y lanzó al secuestrador contra el techo. Era de muy mala educación secuestrar niños, y también disparar, pero lo que resultaba total y absolutamente inaceptable era no llevar ropa interior. ¡Podría haber intentado hacerle una bolsita de té y él ahí, con sus cojones en la boca! Qué asco.
- En fin, niños -dijo, mirando hacia los dos enanos que, atados, lo miraban con asombro y temor-, mi nombre es Al y vuestros papás me han pedido que venga a recogeros. Estos señores malos no van a haceros daño nunca más, ya veréis.
En realidad no estaba seguro, y dado que eran hijos de rico y en la isla un montón de gente pobre, estaba convencido de que deberían mudarse cuanto antes. No obstante, lo que los niños necesitaban era una mano amiga y segura, algo en lo que pudiesen creer para sentirse, al menos por un rato, algo más que simples víctimas a merced de unos mangantes.
Se acercó a ellos con cuidado, usando una cautela meticulosa y mostrándose de la forma menos amenazante posible -difícil, tras lanzar a un tipo contra el techo tras sobrevivir a un balazo en la frente-, buscando parecer la persona con la que los niños querrían ir. Ahora solo le faltaba avisar a Galhard para poder irse.
Sacó el den den mushi.
Tal vez fue la única vez que tener unos testículos cerca de su cara le hizo sonreír, pero aquello lo cambiaba todo. Agarró su pierna al tiempo que expulsaba la bala con un "pop" mientras la frente se le recomponía, y lanzó al secuestrador contra el techo. Era de muy mala educación secuestrar niños, y también disparar, pero lo que resultaba total y absolutamente inaceptable era no llevar ropa interior. ¡Podría haber intentado hacerle una bolsita de té y él ahí, con sus cojones en la boca! Qué asco.
- En fin, niños -dijo, mirando hacia los dos enanos que, atados, lo miraban con asombro y temor-, mi nombre es Al y vuestros papás me han pedido que venga a recogeros. Estos señores malos no van a haceros daño nunca más, ya veréis.
En realidad no estaba seguro, y dado que eran hijos de rico y en la isla un montón de gente pobre, estaba convencido de que deberían mudarse cuanto antes. No obstante, lo que los niños necesitaban era una mano amiga y segura, algo en lo que pudiesen creer para sentirse, al menos por un rato, algo más que simples víctimas a merced de unos mangantes.
Se acercó a ellos con cuidado, usando una cautela meticulosa y mostrándose de la forma menos amenazante posible -difícil, tras lanzar a un tipo contra el techo tras sobrevivir a un balazo en la frente-, buscando parecer la persona con la que los niños querrían ir. Ahora solo le faltaba avisar a Galhard para poder irse.
Sacó el den den mushi.
Galhard
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El cadete iba a interceptar a la sirvienta cuando el ruido de su den den mushi le hizo parar.
PENEPENEPENE... PENEPENEPENE De todos los tonos personalizados de caracol la brigada por alguna razón había decidido usar este con una onomatopeya un tanto soez PENEPENEPENE.. KATCHINGal esperaba que cuando ascendiese se le entregase un modelo más compacto y menos ruidoso, tipo como los den den mushi de pulsera que había visto en los altos cargos.
-Aquí Galhard ¿Tienes noticias nuevas almirante?- respondió para frenar el ruido del mushi mientras la cara de la sirvienta antes de huir quedaba hecha un poema al escuchar almirante.
-¿hace falta que atrape a la asistenta? ¿Has encontrado algo?-
PENEPENEPENE... PENEPENEPENE De todos los tonos personalizados de caracol la brigada por alguna razón había decidido usar este con una onomatopeya un tanto soez PENEPENEPENE.. KATCHINGal esperaba que cuando ascendiese se le entregase un modelo más compacto y menos ruidoso, tipo como los den den mushi de pulsera que había visto en los altos cargos.
-Aquí Galhard ¿Tienes noticias nuevas almirante?- respondió para frenar el ruido del mushi mientras la cara de la sirvienta antes de huir quedaba hecha un poema al escuchar almirante.
-¿hace falta que atrape a la asistenta? ¿Has encontrado algo?-
Galhard contestó al caracol, preguntándole si era necesario atrapar a la asistenta. Respondió que sí con cierta precaución, intentando no explicar delante de los niños que su teoría pasaba porque los padres eran culpables de aquello. En cualquier caso, la conversación no fue demasiado larga antes de que el Almirante decidiese comentarle la realidad:
- He rescatado a los niños, y un payaso ha intentado dispararme. -Se tocó la frente-. Lo ha hecho, más bien. Llego a no estar atento y se lía. ¿Necesitas refuerzos?
Estaba dispuesto a llevar a los niños con él, puesto que era capaz de protegerlos, pero antes de que pudiese avanzar se vio rodeado por quince personas. ¿Dónde estaba esa gente antes? Bueno, seguramente se hubiera acercado al escuchar el tiro, pero en cualquier caso no sabía si lo más adecuado era enfrentarse delante de los dos enanos. No es que le supusiera un problema ocuparse de ellos, pero no quería que unas criaturas inocentes viesen una masacre.
- Señores -dijo, tranquilamente, desenvainando su espada. La tomó por el pomo, pero igualmente los golpes serían suficientes para dejarlos hechos un guiñapo-, si se rinden ahora nadie saldrá herido. Si no, no puedo garantizar su seguridad.
Sabía que no era fácil reconocerle, pero no esperaba que todos, absolutamente todos, apuntasen sus armas contra él. Por suerte, no dispararon de inmediato.
- ¡Somos quince contra uno! ¡Ríndete tú y tal vez te dejemos vivir!
- De verdad, tengo unos niños pequeños aquí. ¿De verdad queréis quedar en ridículo delante de ellos?
Un primer disparo llegó, un disparo que frenó con la hoja sin esfuerzo, y tras ese llegaron otros tantos. Contó más de sesenta disparos en total, pero su mayor preocupación eran los niños.
- Bien, eso no ha tenido gracia.
Como si se deslizase, Al apareció improvisadamente delante de uno, mandándolo de un puñetazo a volar. Antes de que pudiesen seguirlo con la mirada estaba delante de otro, azotándolo con fuerza usando la cara de la hoja, en vez del filo. El tercero frente al que se presentó recibió un golpe de pomo, y así uno a uno los quince cayeron fácilmente. Ninguno inconsciente, pero todos sabiendo que no podían hacerle nada. Los catorce habían... ¡Un momento!
Cuando se dio la vuelta, uno de los quince estaba con los niños, apuntándole al mayor en la cabeza.
- Vete, o el niño morirá.
- He rescatado a los niños, y un payaso ha intentado dispararme. -Se tocó la frente-. Lo ha hecho, más bien. Llego a no estar atento y se lía. ¿Necesitas refuerzos?
Estaba dispuesto a llevar a los niños con él, puesto que era capaz de protegerlos, pero antes de que pudiese avanzar se vio rodeado por quince personas. ¿Dónde estaba esa gente antes? Bueno, seguramente se hubiera acercado al escuchar el tiro, pero en cualquier caso no sabía si lo más adecuado era enfrentarse delante de los dos enanos. No es que le supusiera un problema ocuparse de ellos, pero no quería que unas criaturas inocentes viesen una masacre.
- Señores -dijo, tranquilamente, desenvainando su espada. La tomó por el pomo, pero igualmente los golpes serían suficientes para dejarlos hechos un guiñapo-, si se rinden ahora nadie saldrá herido. Si no, no puedo garantizar su seguridad.
Sabía que no era fácil reconocerle, pero no esperaba que todos, absolutamente todos, apuntasen sus armas contra él. Por suerte, no dispararon de inmediato.
- ¡Somos quince contra uno! ¡Ríndete tú y tal vez te dejemos vivir!
- De verdad, tengo unos niños pequeños aquí. ¿De verdad queréis quedar en ridículo delante de ellos?
Un primer disparo llegó, un disparo que frenó con la hoja sin esfuerzo, y tras ese llegaron otros tantos. Contó más de sesenta disparos en total, pero su mayor preocupación eran los niños.
- Bien, eso no ha tenido gracia.
Como si se deslizase, Al apareció improvisadamente delante de uno, mandándolo de un puñetazo a volar. Antes de que pudiesen seguirlo con la mirada estaba delante de otro, azotándolo con fuerza usando la cara de la hoja, en vez del filo. El tercero frente al que se presentó recibió un golpe de pomo, y así uno a uno los quince cayeron fácilmente. Ninguno inconsciente, pero todos sabiendo que no podían hacerle nada. Los catorce habían... ¡Un momento!
Cuando se dio la vuelta, uno de los quince estaba con los niños, apuntándole al mayor en la cabeza.
- Vete, o el niño morirá.
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Galhard iba a contestar que no hacía falta refuerzos para atrapar a la sirvienta cuando la voz detrás del den den mushi cesó escuchandose solo sonidos a lo lejos.
-¿Almirante? ¿Hola?- Poco quedaba por hacer y no podía quedarse quieto mientras la sirvienta trataba de huir, por fortuna el inapropiado uniforme de la mujer se enredó en una de las viejas tablas que habían en el granero haciendo que esta misma se tropezase contra el suelo, sabía que era algo poco caballeresco pero Gal corrió pisando la espalda de la mujer con la fuerza suficiente para que no pudiese levantarse.
-No te muevas, solo empeorarás tu sentencia... Que hubieses actuado contra aquellos peces gordos podría haberlo entendido pero ¿Meter a dos niños pequeños en esto? Eso es imperdonable, no eres más que un monstruo en piel de cordero y por más justificación que quieras dar has perdido toda razón al poner en riesgo a esos infantes.- Galhard entendía bien como los nobles y gente rica podían pasarse con aquellos que estaban por debajo de ellos pero en su moral no entraba la idea de hacer daño a terceros inocentes por los pecados de sus padres o allegados.
Con preocupación volvió a mirar al den den mushi, que se colocó en el tricornio pientras sacó de sus bolsillos las esposas reglamentarias, no quedaría más que hacer que ponerselas a la sirvienta mientras esperaba que Al respondiese al otro lado.
Cuando colocó la retención a la sirvienta escuchó varios disparos desde el Den Den mushi, al principio no se preocupó, pues la habilidad de su superior le protegía de esos peligros pero como una centella algo golpeó su mente.
-¡Los niños!- Tomó a la sirvienta y apretando su brazo le gritó -¡¿Donde están?! Si algo le ocurre a esos niños por vuestra despreciable codicia juro que la prisión donde pasaréis vuestros días será Impel Down... Llevame con ellos, ahora.- Gal tenía esposada a la sirvienta y la sujetaba con fuerza del brazo mientras la hacía caminar, si bien su haki no estaba bien desarrollado le permitiría al menos saber si lo estaba llevando al lugar correcto.
-¿Almirante? ¿Hola?- Poco quedaba por hacer y no podía quedarse quieto mientras la sirvienta trataba de huir, por fortuna el inapropiado uniforme de la mujer se enredó en una de las viejas tablas que habían en el granero haciendo que esta misma se tropezase contra el suelo, sabía que era algo poco caballeresco pero Gal corrió pisando la espalda de la mujer con la fuerza suficiente para que no pudiese levantarse.
-No te muevas, solo empeorarás tu sentencia... Que hubieses actuado contra aquellos peces gordos podría haberlo entendido pero ¿Meter a dos niños pequeños en esto? Eso es imperdonable, no eres más que un monstruo en piel de cordero y por más justificación que quieras dar has perdido toda razón al poner en riesgo a esos infantes.- Galhard entendía bien como los nobles y gente rica podían pasarse con aquellos que estaban por debajo de ellos pero en su moral no entraba la idea de hacer daño a terceros inocentes por los pecados de sus padres o allegados.
Con preocupación volvió a mirar al den den mushi, que se colocó en el tricornio pientras sacó de sus bolsillos las esposas reglamentarias, no quedaría más que hacer que ponerselas a la sirvienta mientras esperaba que Al respondiese al otro lado.
Cuando colocó la retención a la sirvienta escuchó varios disparos desde el Den Den mushi, al principio no se preocupó, pues la habilidad de su superior le protegía de esos peligros pero como una centella algo golpeó su mente.
-¡Los niños!- Tomó a la sirvienta y apretando su brazo le gritó -¡¿Donde están?! Si algo le ocurre a esos niños por vuestra despreciable codicia juro que la prisión donde pasaréis vuestros días será Impel Down... Llevame con ellos, ahora.- Gal tenía esposada a la sirvienta y la sujetaba con fuerza del brazo mientras la hacía caminar, si bien su haki no estaba bien desarrollado le permitiría al menos saber si lo estaba llevando al lugar correcto.
Al se quedó de hielo. ¿De verdad estaba amenazándolo con eso? Por un momento vaciló, pero tiró a Fuego al suelo y se arrodilló, con las manos contra la nuca. Desde luego no iba a dejar a los niños solos, mucho menos darle la espalda a un hombre con un arma.
- Me rindo -dijo, serenamente, fingiendo una seguridad que no tenía.
Ambos sabían que si disparaba al niño el atacante moriría, pero también que él no podía permitirse que el enano muriese. Aquello podía considerarse tablas, y al final del día, de no haber sido porque el secuestrador se había dejado llevar por el miedo, seguirían en aquel juego de miradas. Bueno, y Al no habría podido salvar a los niños porque, seguramente, ante un ataque sorpresa de Galhard, el gatillo habría sido apretado sin miramientos.
Por suerte, Al volvió a recibir el disparo en la frente. Esa vez se lo esperaba, pero no dejó que le empujase. Es más, todo su cuerpo estalló en cientos de miles de partículas que flotaron momentáneamente por el aire, antes de volar contra él provocándole un centenar de cortes en la piel y penetrando en su carne hasta romper los tendones que tensaban su mano. Ya no podría disparar más y, si un buen médico no lo atendía, perdería totalmente la movilidad de la mano.
Se reformó tras él con una sonrisa cruel, casi soltando su aliento contra su oreja mientras dejaba que sus brazos se extendiesen por su cuerpo, helados como témpanos. En una de las manos llevaba la bala, casi intacta, y empezó a hundirla bajo el costado del tipo, lentamente. Al era fuerte, suficientemente fuerte como para que la carne humana se convirtiese en mantequilla en sus manos.
- ¿Sabes? Normalmente intento no disfrutar combatiendo. -Sus manos se iban volviendo negras, y un humo viscoso se desprendía de ellas-. Pero hoy... Me has enfadado. Te diré lo que haremos: Vas a soltar al niño, yo voy a dejar la bala en tu costado y te llevaré al cuartel más cercano. Allí te procesarán, te enviarán a un juzgado y acabarás en prisión. Y no intentes convencerme de que tu familia lo necesitaba, de que eres bueno, de nada; has disparado a un hombre rendido. Y lo vas a pagar.
De pronto abrió los ojos de lleno, y todo aquello se cortó. Respiró hondo y sus manos volvieron a la normalidad, noqueando al hombre y retirándole la bala rápidamente. Aún no había tocado pulmón, así que no necesitaba operación urgente. En cualquier caso, la misión estaba cumplida.
- Galhard -dijo, por su den den mushi -, voy a llamar refuerzos para que se encarguen de esto. Reúnete conmigo y llevemos a los niños casa en cuanto lleguen.
- Me rindo -dijo, serenamente, fingiendo una seguridad que no tenía.
Ambos sabían que si disparaba al niño el atacante moriría, pero también que él no podía permitirse que el enano muriese. Aquello podía considerarse tablas, y al final del día, de no haber sido porque el secuestrador se había dejado llevar por el miedo, seguirían en aquel juego de miradas. Bueno, y Al no habría podido salvar a los niños porque, seguramente, ante un ataque sorpresa de Galhard, el gatillo habría sido apretado sin miramientos.
Por suerte, Al volvió a recibir el disparo en la frente. Esa vez se lo esperaba, pero no dejó que le empujase. Es más, todo su cuerpo estalló en cientos de miles de partículas que flotaron momentáneamente por el aire, antes de volar contra él provocándole un centenar de cortes en la piel y penetrando en su carne hasta romper los tendones que tensaban su mano. Ya no podría disparar más y, si un buen médico no lo atendía, perdería totalmente la movilidad de la mano.
Se reformó tras él con una sonrisa cruel, casi soltando su aliento contra su oreja mientras dejaba que sus brazos se extendiesen por su cuerpo, helados como témpanos. En una de las manos llevaba la bala, casi intacta, y empezó a hundirla bajo el costado del tipo, lentamente. Al era fuerte, suficientemente fuerte como para que la carne humana se convirtiese en mantequilla en sus manos.
- ¿Sabes? Normalmente intento no disfrutar combatiendo. -Sus manos se iban volviendo negras, y un humo viscoso se desprendía de ellas-. Pero hoy... Me has enfadado. Te diré lo que haremos: Vas a soltar al niño, yo voy a dejar la bala en tu costado y te llevaré al cuartel más cercano. Allí te procesarán, te enviarán a un juzgado y acabarás en prisión. Y no intentes convencerme de que tu familia lo necesitaba, de que eres bueno, de nada; has disparado a un hombre rendido. Y lo vas a pagar.
De pronto abrió los ojos de lleno, y todo aquello se cortó. Respiró hondo y sus manos volvieron a la normalidad, noqueando al hombre y retirándole la bala rápidamente. Aún no había tocado pulmón, así que no necesitaba operación urgente. En cualquier caso, la misión estaba cumplida.
- Galhard -dijo, por su den den mushi -, voy a llamar refuerzos para que se encarguen de esto. Reúnete conmigo y llevemos a los niños casa en cuanto lleguen.
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Oído cocina Al, voy hacia allí con la sirvienta, creo que a los padres les irá bien saber que no pueden confiar en la gente de la isla o al menos en su servicio domestico-
Gal junto a la asistenta caminaron con rapidez hasta encontrar a Al, desde luego el espectaculo formado debió ser digno de ver, menos mal que los niños contaban con pocos meses y el recuerdo de tal visión se disiparía en sus recuerdos sin ocasionarles un trauma.
¿Están los niños bien? Veo que alguien no supo calcular cuando rendirse...Exclamó Galhard mirando el destrozo-La asistenta tampoco, lleva todo el camino pisandome la bota y tratando de morderme, que con esos dientes me deja un agujero del tamaño de un rey marino.- Dijo mientras fruncía el ceño y miraba con cierto temor la prominente dentadura de la mujer.
Gal y Al cruzaron miradas y estuvieron de acuerdo en ponerle un bozal a la señora por seguridad y una vez llegaron los marines que no repararon en gritar " A la mierda" al ver al herido marcharon hacia la casa donde habían iniciado su misión, al menos los padres estarían más tranquilos y con el dinero que se habían ahorrado del rescate podrían buscar una sirvienta adecuada que quizás compartiese esos extraños gustos que la familia parecía guardar en lo más oscuro de su armario.
Gal junto a la asistenta caminaron con rapidez hasta encontrar a Al, desde luego el espectaculo formado debió ser digno de ver, menos mal que los niños contaban con pocos meses y el recuerdo de tal visión se disiparía en sus recuerdos sin ocasionarles un trauma.
¿Están los niños bien? Veo que alguien no supo calcular cuando rendirse...Exclamó Galhard mirando el destrozo-La asistenta tampoco, lleva todo el camino pisandome la bota y tratando de morderme, que con esos dientes me deja un agujero del tamaño de un rey marino.- Dijo mientras fruncía el ceño y miraba con cierto temor la prominente dentadura de la mujer.
Gal y Al cruzaron miradas y estuvieron de acuerdo en ponerle un bozal a la señora por seguridad y una vez llegaron los marines que no repararon en gritar " A la mierda" al ver al herido marcharon hacia la casa donde habían iniciado su misión, al menos los padres estarían más tranquilos y con el dinero que se habían ahorrado del rescate podrían buscar una sirvienta adecuada que quizás compartiese esos extraños gustos que la familia parecía guardar en lo más oscuro de su armario.
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