[Misión Osada-West Blue] Desapariciones en el West Blue

Contratante: Comité científico del West Blue

Descripción de la misión: Las noticias vuelan entre nosotros antes de que lleguen al público. La semana pasada aparecieron tres miembros muertos en Illusa. Al principio pensamos que pudo ser obra de una competencia demasiado intensa, pero estos días se han denunciado las desapariciones de otros cuatro investigadores. Ninguno de ellos comparte campo y ha sucedido en lugares diferentes de este mar, por lo que no tenemos ninguna pista. Pagaremos generosamente a aquellos que puedan dar información de su paradero o, por lo menos de aquel que esté detrás de todo esto. Dado que ha ocurrido en varios sitios en poco tiempo sospechamos que el culpable puede tener cómplices que lo ayuden. No se puede contradecir nada de lo que haya pasado en la misión “Material para la investigación”.

Objetivo secundario: Capturar a alguno de los cómplices.

Recompensas: 5.000.000 de berries. De cumplirse el objetivo secundario se tendrá acceso gratuito a un artesano Genuino para crear un objeto (Los materiales sique teniendo que ponerlos el personaje)

Después de su pequeña aventura, las olas, la naturaleza, y el barco en el que se habían colado... Que no hombre, esta vez habían puesto dinero de verdad. Ahora disfrutaban de un viaje totalmente legal que los llevaba desde el reino de Ilusia hasta la isla de Diarmuird, también en el West Blue. En el propio barco había escuchado los rumores acerca de un par de muertes en Ilusia fruto de una disputa científica, y esta vez oyó cosas más interesantes todavía. Lo primero, que habían más desapariciones que NO eran culpa suya. Lo segundo, que ninguno de los desaparecidos compartía campo científico. Eso era... problemático. No porque le importara el destino de aquellos científico -cuanta menos competencia mejor-, era problemático porque ella misma era una científica. Totalmente desconocida, sí, pero nada de aquellos rumores indicaba que estuvieran secuestrando a celebridades del mundo de la ciencia.

Sin embargo, lo que más llamó su atención fue la recompensa de cinco millones de berries para quien diera información sobre el paradero de los desaparecidos o información sobre el culpable. También se comentaba la posibilidad de que hubieran cómplices. Bueno, tenía sentido, habían desaparecido a lo largo y ancho del West Blue.

—Ino, ¿te parece si lo investigamos? pagan bastante bien... y podremos pegarnos una buena comilona después —propuso, y es que con todo el ajetreo de hacer las cosas por lo legal a la científica se le había olvidado hasta pensar en comer.

Un par de horas después el barco atracó en Diarmuird, uno de los lugares donde había tenido lugar una de esas desapariciones. La víctima del secuestro era, por lo que había escuchado, un químico retirado que hasta hacía poco se había retirado a Diarmuid para poder estar tranquilo lo que le quedaba de vida. Tendrían que empezar por ahí.

Primero un minerálogo, ahora científicos de varias ramas... alguien estaba haciendo acopio de cerebritos, y no tenía ni puñetera idea del por qué.

Bajó del barco y estiró los brazos para desperezarse. Sus heridas habían sanado ya casi del todo gracias a los poco convencionales tratamientos del médico chamán que tenía con ella.

—O... podríamos comer algo ahora, ¿no? he oído que aquí hacen los mejores pasteles de todo el West Blue —propuso. No es que tuvieran prisa, es decir, la gente desaparecida no iba a des-desaparecer, ¿no? estaba segura de que podían permitirse comerse algún que otro bollito antes de ponerse a hacer de detectives.

Adoro el mar. Desde que me aventuré en mi nueva vida como hombre libre que surca las olas del Mar Azul no he hecho más que divertirme. Me encanta viajar, estar con mis amigos y vivir ridículas y extravagantes aventuras. Querría que esto no acabase nunca.

- Claro, nosotros investigar. Yo aprender qué ser dinero, ser importante, aunque no poder comer - dije a mi compañera, con ganas de seguir de aventuras.

La cosa era sencilla, buscar a un hombre desaparecido, otro más con ropa blanca como Xandra, sería interesante. Esa gente era muy lista.

- Claro, si tu encender hoguera yo cazar conejos y comer mucho - dije gesticulando con los brazos -. Tu coger madera y hacer fuego, yo buscar animales. ¿Dónde haber bosque aquí?

No iba con esos dos lo de planear, así que seguramente tuvieran que limitarse a peinar la ciudad hasta que alguno de los culpables intentara algo, se dejara ver o directamente diera un patinazo. Otra opción podría ser esperar a que alguien lo atrapara y dejarlo fuera de combate para robar la recompensa. Y la última opción... bueno, era la apuesta más segura, pero al mismo tiempo era la más arriesgada para Alexandra.

—¿Un bosque? —dijo, y acto seguido miró hacia el horizonte, no veía mucho bosque, pero sí una cordillera fuera —. No parece que haya mucho bosque por aquí, esta isla parece más montañosa que otra cosa —comentó la científica, que echó a caminar para ver si encontraba la salida del asentamiento.

En cuanto salieron a la naturaleza vieron que... bueno, las cordilleras de Diamuird. Los animalillos ya se veían por ahí -conejos y alguna cabra- y, a pesar de la ausencia de bosques que pudiera ver, había algunos árboles por ahí. ¿Tendrían frutos? Alexandra no controlaba mucho de flora, sus conocimientos biológicos se centraban en los seres humanos. Se encogió de hombros, daba igual. Primero reunió unas cuantas piedras para delimitar la hoguera. Después se acercaría al árbol, treparía por él y empezaría a agarrar ramas y a arrancarlas.

No tardó mucho en preparar la hoguera, y para encenderla se limitó a agacharse y a aplicar una descarga eléctrica a la madera y hojas para hacer que prendieran.

—No me gusta mucho la idea, pero tendré que ser el cebo —murmuró, pensando que lo más sencillo sería hacer correr el rumor de que había una "importante bióloga" y esperar que se interesaran por ella.

Xandra indicó dónde había una pequeña cordillera. No se parecía en nada a los gigantescos bosques de mi niñez, pero serviría para encontrar algo de alimento rápido y así salir del paso.

Después de un rato deambulando por la zona, capturé dos conejos, uno un pelín flaco pero otro mucho más gordo. Volví junto a Xandra llevándolos en la mano, cogidos de las orejas. Cuando llegué, me senté sobre una roca y los despellejé para ensartarlos en finos y largos palos que clavaría en el suelo, cerca del fuego que rápidamente había encendido mi compañera.

- Usar cebo no ser malo - dije expresando mi sabiduría de cazador -. Si tú usar cebo, tú atraer presas. Y quizás capturar. A veces, ser útil como diales de nube.

No sabía para qué quería usar un cebo, pero no me parecía mala idea, así que la apoyaría en lo que pudiera. No le di muchas más vueltas y aparté los conejos del fuego cuando estuvieron hechos. Le di el más gordo a Xandra y me comí el mío rápidamente.

- ¿Tú ya saber cómo cumplir misión? - pregunto quitándome la máscara y chupando de mis dedos las grasas del animal.

No le hacía ascos a la comida que pudiera traer Inosuke. Por suerte para ella el chaval era bastante tribal y no conocía las abominaciones del mundo moderno, por lo que era muy muy, pero que muy improbable que le diera a probar el alimento que más odiaba de todos, probablemente sin razón aparente.

Sus pies flamígeros habían servido para encender la hogera, y ahora lo único que faltaba era ir alimentando poco a poco la hoguera para no ahogarla. Inosuke había traído un par de conejos y, de no ser porque el chaval no tenía mucha idea sobre el mar azul, probablemente habría soltado alguna perla.

—No necesito hacer de cebo para atraer presas, pero para esta presa en concreto sí hace falta —comentó antes de darle un bocado al bichejo —. Está muy bueno el conejo, Ino. Menos mal que no has traído bacon. Nunca me des bacon. El bacon es para intensitos que se creen bohemios y culturetas y para engendros salidos del incesto —dijo, alabando su cocina rudimentaria y de paso dándole una advertencia: jamás debía ofrecerle bacon si no quería que se lo tirara a la cara. ¿Tenía motivos para odiarlo? No realmente, pero por algún motivo se le había quedado eso en la cabeza.

—Creo que sí —dijo, todavía comiendo—. Están raptando científicos, así que lo que haré será pasearme por el puerto con la bata puesta, hablando de mis cosas de ciencia, recomendando alguna charla que no voy a dar, cosas así —continuó explicando. Dado que no parecían estar discriminando, Alexandra dedujo que ella misma podría ser un objetivo—. En cuanto veas que alguien intenta raptarme, o si te hago una señal, te le echas encima y lo inmovilizamos. Nos lo traemos aquí mismo donde no nos vean y le sacamos la información que necesitemos —terminó su explicación. Se trataba de un plan que tenía tantas fallas que podría considerarse prácticamente una idea de genio. Más o menos.

—Y esta vez prometo no matar a nadie, lo quieren vivo —prometió. No mataría a nadie. Pero no importaba si llegaba sin algún trozo, ¿no?

"Bien, creo que estoy entendiendo lo que me dice" pensaba mientras atendía con atención al plan de mi amiga. "Raptando científicos, ajá. Bata puesta, ajá. Alguna charla, ajá. Vale, no, no sé de qué me habla". Mientras Xandra terminaba de explicar yo hacía un esfuerzo por comprender todas y cada una de sus palabras, pero la mayoría se me escapan, como si intentara agarrar el agua con las manos. Tampoco creía que llegase a ser un gran inconveniente; siempre me ocurría lo mismo y hasta el momento todo me había salido indudablemente bien. Además, que lo más importante sí que lo había entendido.

- Si alguien acercar, yo atrapar. Ser fácil como cazar manatí.

Cuando nos terminamos los conejos apagué el fuego echándole tierra encima mientras apuntaba mentalmente que nunca debía darle de comer cerdo si no quería que me lo tirase a la cara mientras escupía sobre él. Nunca jamás, en la vida.

Cuando habíamos recogido partimos hacia el pueblo cercano, con edificios de piedra y madera por doquier y grandes plazas transitadas por una gran cantidad de personas; demasiadas para saber por dónde podría aparecer cualquier persona que intentara algo con Xandra, pero no tantas como para no poder mantenerlas vigiladas desde alguna zona con amplia visibilidad.

- Xanxan, tú pasear por ahí mientras... - no sabía que indicaciones debía darle, del plan solo había entendido mi parte y a duras penas -, mientras tú seguir plan. Yo subir casa y acechar. Inmóvil como piedra y sigiloso como sombra. Será igual que cazar cervatillos.

Dejé a Xandra en el paseo, y tras ello empecé a subir por una pared de piedra sin argamasa metiendo las manos en los pequeños huecos entre las piedras. Me había llevado conmigo un matojo y varias ramas de arbusto. Una vez llegué al tejado, me tumbé sobre él. Podía observar a Xandra sin ningún problema, y lo más importante, tenía vistas completas a todo lo que la rodeaba. Cumplir nuestra misión sería algo sencillo, sin duda. Después de hacer la exploración visual, me cubrí con los vegetales para no llamar la atención, y esperé pacientemente.

Bueno, sí, más o menos esa era la base del plan. Sabiendo que el chaval no pillaría toda su palabrería se conformaba con que hubiera entendido que tenía que atrapar a los que se acercaran con malas intenciones. Porque... porque sabía que no tenía que lanzarse encima del primero que viese, ¿no? Fuera como fuera daba igual, tendrían que darse prisa, no podían estar totalmente seguros de que el secuestrador o los secuestradores no hubiesen abandonado ya la isla.

En cuanto comieron, y después de que Inosuke apagara la hoguera marcharon hacia el pueblo más cercano. Asintió a las palabras del muchacho tribal y empezó a poner en marcha su plan. Vale... ahora tenía que hacer publicidad de aquellas charlas suyas que realmente no iba a dar porque ni de coña iba a facilitar su trabajo actual ni sus ideas a futuro.

Empezó a pasearse por ahí, bata puesta, y cotilleando todo cuanto veía en los puestos del mercado.

—¿Se le ofrece algo, señorita? —preguntó el tendero, que vendía pescado recién capturado.
—Oh, no especialmente, estaba curioseando —respondió Alexandra. En ese momento, el tendero levantó la vista del torso de la científica y vio sus prendas, más concretamente la bata de laboratorio.
—No debería llevar eso puesto aquí, ya ha desaparecido alguien con unas ropas similares —avisó el tendero.
—Estoy segura de que estoy a salvo —respondió. Jeje sí, pero no, la verdad es que estaba algo inquieta por eso. La voz se corría rápido... lo que significaba que si se daba a conocer un poco no tardaría en llamar la atención—. Y hablando de ciencia, tengo pensado dar una pequeña conferencia en unas horas sobre mi teoría de la fibra biológica y sobre cómo provocar cambios en el factor linaje utilizando prendas en lugar de inyecciones —explicó, alzando poco a poco la voz para que se escuchara, especialmente cuando llegara a la parte de su investigación.
—¿... Vaaaale? Pero no debería decirlo por ahí.
—¡Adiós, cuídese! —se despidió sin hacerle nada de caso.

Su objetivo estaba cumplido. Por una razón u otra había atraído algunas miradas, ¿sería por rarita? ¿por su cara? ¿por la ciencia? no lo sabía y le daba igual. Parte del plan era llamar la atención y, para bien o para mal, lo había conseguido.

Continuaría su paseo sin prestar mucha atención para que no se notaran sus intenciones. Confiaba en que Ino podría detectar a cualquier que intentara hacerle alguna fechoría.

Sospechosos pues no había muchos cerca... un hombre calvo que parecía un civil normal, otro señor encapuchado y una mujer morena son los que le habían echado el ojo a la científica.