[Misión Osada-West Blue] El resurgir de un mar

Contratante: La Mano Firme S.A.

Descripción de la misión: el caos y el conflicto aparecen allí donde iba, y justamente eso es lo que está sucediendo en el West Blue. Con los recursos humanos y económicos que se están invirtiendo para devolver a este mar su antiguo esplendor, las drogas y la trata de blancas han pasado a un segundo lugar para las mafias de todo el mundo. Por el contrario, quien goce de más cantidad de acero, madera y piedra amenaza con convertirse en la persona con mayor influencia en el West Blue. Las numerosas compañías encargadas de la reparación de los desperfectos son el principal blanco de estos grupos de criminales, y es por ello que se encargan de conseguir la seguridad necesaria para seguir manteniendo a flote sus negocios.

Objetivo: La Mano Firme S.A. es una de las empresas más importantes en este ámbito y, como tal, ha sido objeto de numerosos asaltos y robos desde que la reconstrucción comenzase. El propietario de la misma ha recibido amenazas que apuntan a que esta misma noche dos de sus barcos, varados en la isla en la que se encuentran en estos momentos, serán abordados y saqueados. Protegedlos.

Recompensa: cinco millones de berries para cada participante, así como la posibilidad de gozar de acceso sin límites a los edificios construidos por esta empresa en el West Blue.

Emme

Tras leer el informe, lo guardé en mi camarote. Mis superiores solían ser bastante directos con las órdenes; no sabía exactamente qué hacer, pero el contratista me daría todos los detalles. Hacía un día espléndido, soleado y con ningún rastro de nubes. No tenía un calor increíble, así que simplemente con la visera de la boina bien puesta me bastaría para que no me molestase el sol. Al estar ya en la isla por adelantado, no tenía que moverme demasiado; sólo tenía que ir hasta una de las oficinas de la Mano Firme S.A. Me quedaba a una distancia razonable, quizás de cinco minutos a lo sumo, así que decidí ir adelantándome. Babou se encontraba conmigo, y me seguía pegado a mí. No parecía distraerse demasiado con el alrededor, y aún con gente andando o haciendo ruido tenía la voluntad de seguirme. Era un ocelote bastante increíble, pero con un carácter pésimo hacia desconocidos. No quería que le hiciese nada al contratista, así que una vez llegué, lo cogí en brazos.

Tras pasar las puertas de cristal de la oficina, me acerqué al mostrador mientras observaba el ambiente. Parecían tener bastante dinero, ya que toda la decoración era exquisita. Tenían adornos de mármol, plantas bien podadas y cuadros decorando toda la sala. Parecían haber varias puertas más de cristal que podían llevar a una sala de vestuarios y otra que era un pasillo largo. Me coloqué delante del mostrador, aún con mi mascota entre brazos, y saludé brevemente con la mano.

—Buenos días. Soy Rayne Von Valliere, y venía a ofrecer protección —Exclamé con un tono muy cordial y una pequeña reverencia.

El hombre que estaba en el mostrador, de tez oscura y pelo corto moreno, elevó la cabeza. Pareció algo extrañado de verme ahí, vete tú a saber por qué, y después apretó un botón. Acercó sus labios a un micrófono de palo que tenía delante y empezó a hablar.

—Jefe, ya tenemos una candidata para la protección. Cuando venga alguna persona más salga, por favor. Yo le avisaré sin dudarlo. —Dijo mientras seguía pulsando el botón.

Apartó el dedo del micrófono y cogió una revista, ignorándome. Suspiré pesadamente y me crucé de brazos, colocando mi espalda en el mostrador. Hasta que no viniese alguien más, no podría seguir con el encargo.

No era ningún secreto que el West Blue se encontraba en un puesto precario. Los crímenes aumentaban cada día; cada semana llegaban noticias de nuevos ataques, robos, atracos en diferentes islas. Elya había ido viendo como todo aumentaba en las últimas semanas y estaba convencida de que no podía ser casualidad, pero todavía no había encontrado ninguna conexión entre los ataques. Los malhechores tendían a ser escurridizos y los pocos que capturaban no decían nada que realmente fuera de utilidad. Se encontraba frustrada por la situación, pero aún así no estaba dispuesta a rendirse. Encontraría la forma de conectar los ataques y, entre tanto, continuaría ayudando en lo que pudiera.

Le habían destinado a colaborar con una empresa privada. No terminaba de agradarle la idea de la marina sirviendo como mano de obra a un rico empresario en lugar de proteger directamente a la gente, pero también era cierto que La Mano Firme se había encargado de las reconstrucciones en numerosas zonas destruidas o maltrechas en las últimas semanas. Ayudarles les interesaba, así que se dirigió allí sin rechistar.

Abrió la puerta del lugar justo a tiempo de ver que no era la primera en llegar. Había otra chica que tenía intención de prestar ayuda y protección. Parecía bastante educada, pero el hombre del mostrador se negó a dejarle ver al 'jefe' hasta que viniera alguien más. En fin, por lo menos ya estaba ella allí. Llegó hasta el mostrador y dio una pequeña inclinación de cabeza a modo de saludo.

-Buenas, me envía la marina. Han pedido ayuda y vengo a prestar mis servicios en lo que precisen.

El hombre avisó al jefe nuevamente, para que saliera esta vez. Mientras le aguardaba, me giré hacia la otra candidata y le tendí una mano con amabilidad.

-¡Hola! Creo que vamos a trabajar juntas, mi nombre es Elya. Un placer.

No la conocía de nada, pero si se había presentado para el trabajo debía ser porque podía llevarlo a cabo, lo que en realidad le venía de perlas. Cuando no sabías qué esperar siempre era bueno tener a alguien cubriéndote las espaldas.

Por fin, el jefe apareció. Era un hombre de mediana edad, vestido de traje y con pinta de estar bastante apurado. Llegó junto a ellas y tras estrecharles las manos le dio a cada una una carpetita con algunos folios dentro.

-Gracias por acudir. Mi compañía ha recibido amenazas y creemos que dos de mis barcos podrían estar en peligro. Encontrarán su localización y toda la información que puedan necesitar en el informe que acabo de darles. Por favor, asegúrense de que esta noche nadie se acerca a ellos.

Elya asintió con la cabeza, revisando los folios por encima. Al parecer no era el primer incidente que sufría la empresa. Últimamente los robos y asaltos parecían el pan de cada día también allí. Frunció el ceño, molesta. Era hora de terminar con eso. Se despidió del hombre, que salió a escape de vuelta a su despacho y se volvió hacia la mujer.

-Creo que deberíamos vigilar desde dentro. Esto no es la primera vez que les sucede, si dejamos que entren a uno de los barcos y allí les atrapamos, quizá puedan decirnos algo de la fuente. ¿Qué te parece?

Quizás pasaron varios minutos hasta que, de forma totalmente esporádica, apareciese otra mujer por ahí. Me aparté del mostrador y la observé educadamente, con algo de cuidado para que no se me notase como una descarada. Era una mujer bella, de tez pálida y cabello blanquecino. Parecía ser una persona formal por su forma de andar, y dejé de analizarla cuando dijo que era de la marine. Menos mal, de una persona así me podría fiar. Siempre apoyaría el tipo de personas que estuviesen de parte de la justicia, así que todo fluiría bien, por lo menos por mi parte. Se presentó y yo hice lo mismo para quebrar el hielo.

—Encantada, Elya. Yo soy Rayne, y también he sido mandada a la misión —Le expliqué acompañada de una pequeña reverencia formal.

Antes de que pudiésemos entablar algún tipo de conversación, se presentó el que parecía ser el jefe. Parecía bastante apurado, y llevaba varias carpetas pegadas al torso ayudándose del antebrazo. Dedicó su mano libre a estrechar una a una nuestras manos, y después nos cedió los documentos. Agarré con cuidado el portafolios, y le dediqué una mirada al hombre. Nos agradeció que nos hubiésemos reunido con él, y después se marchó sin más dilación. Observé cómo se iba por la puerta y después miré de reojo a mi compañera: parecía encontrarse ya revisando las hojas. Sonreí moderadamente e imité su gesto, revisando también con una ojeada rápida todo.

Cuando las dos acabamos, cruzamos las miradas y la marine habló primero. Me dediqué a escucharla activamente mientras la miraba fijamente, asintiendo con la cabeza cada dos por tres. No me parecía mala idea vigilar desde dentro, y quizás podía añadirse alguna que otra cosa a la fórmula.

—Podemos incluso hacernos pasar por empleados —Complementé sin cortar su palabra, cuando ya acabó—. Si te parece bien, nos reuniremos en el barco cuando el ocaso ya haya pasado. —Levanté la mano y chasqueé los dedos, teniendo otra buena idea. Me giré al recepcionista y me dirigí a él—. Si puedes, por favor, pásanos dos uniformes de Mano Firme. Nos servirá para infiltrarnos bien. —Volví a girarme hacia la albina—. Tenemos que tener en cuenta que quizás pueda haber también alguien que pase información, y si nos cambiamos dentro del barco a lo mejor ni lo atacan.

Tras escuchar lo que me tuviese que contestar, decidí ir hacia mi camarote una vez más y cambiarme allí, pasando la tarde leyendo sobre estudios psicológicos, como hacía siempre para matar el tiempo. Me recogí el pelo en una buena coleta y me coloqué una gorra con el logo de la empresa, a parte del uniforme. Consistía en una polo de manga corta, con un pequeño bolsillo en el pecho para guardar cosas. Lo pantalones eran largos, acompañados de unas botas forradas de cuero, con una pequeña punta de metal para proteger el pie en caso de caída de algo. Me encendí un cigarro y dejé que pasasen las horas.


La noche había llegado, y yo a mi destino, delante del barco. Ahora sólo tenía que esperar a mi compañera, y esperar que estuviese también disfrazada.

La mujer le causó una buena impresión. Era amable y formal, por lo que en seguida se sintió a gusto en su presencia. Normalmente la gente se echaba un poco atrás al escucharla y e incluso había conocido a individuos que trataban de apartarla de sus deberes solo por el reto que les suponía. Era irritante. Sin embargo, Raine no parecía una civil. No llevaba uniforme de marine – ni nada que se le pareciera-, pero sí había dicho que había sido mandada. Le intrigaba y pensó en preguntarle al respecto, pero en lugar de eso se mordió la lengua. Habría sido un tanto inquisitivo por su parte.

Aceptó su idea encantada. Tenía toda la razón, no sabían de dónde había sacado el jefe la información y no podían descartar que hubiera gente infiltrada en la propia compañía. Miró a su alrededor, pero en la sala además de ellas solo estaba el secretario que les había recibido al entrar… y él sabía a qué venían desde el principio. Si fuera un agente doble habría dado un poco igual que hablaran en otro lugar, así que realmente no valía la pena preocuparse. Asintió y quedó en reunirse con ella frente al barco en unas horas.

Volvió al cuartel y aprovechó para entrenar un rato, pero después, mientras se quitaba el sudor en la ducha, cayó en la cuenta de que iba a necesitar algo más que un disfraz para entrar al barco sin llamar la atención. No podía ir sin su arma, pero sería estúpido pensar que no destacaba. Si salía a la calle tranquilamente con ella en la mano cualquiera se fijaría en ella.

Siguió dándole vueltas mientras se cambiaba, metía el uniforme de La Mano en una bolsa y salía del cuartel. Dio un par de vueltas por la zona y al final se metió en un callejón para cambiarse. Escondió su lanza bien entre unas cajas y salió con un plan ya bien definido en mente. Regresó un rato después empujando un palé de madera… hueco. Colocó su lanza dentro de la torre de tablones y colocó uno encima para que hiciera de tapa. Cuando llegara el momento, ya lo recobraría. Se acercó al barco con calma y vio a Raine aguardándole. Le hizo un gesto con la mano y empujó el palé hasta llegar a su lado.

-Buenas tardes. No tardará en anochecer, lo mejor será que vayamos entrando. Quizá deberíamos dar una vuelta preventiva por el barco, contar a la gente que haya y asegurarnos de que no hay nada raro.

Me encontraba mirando el barco desde el muelle. Estaba de brazos cruzados, mirando por encima si veía algo raro. ¿Qué podría suceder de extraño si lo iban a atacar? Tenía que haber algo o alguien que diese la información. Algún tipo de persona que destacase o no se viese del todo tranquila. Me llevé la mano al mentón y seguí observando. Era raro ya de entrada de que zarpase de noche, y, al no conocer a nadie de la plantilla, tampoco podíamos saber si iban a dar alguna clase de aviso. Tenía que pensar en las rutas que los navegantes decidían, ya que en las entregas de material, solían tener una hora de salida y otra de llegada aproximada. Y si sabían con firmeza cuánto atacarlos, es que alguna información estaba saliendo de lugar. Ya fuese del lado administrativo o de los pasajeros que se encargaban de mover el material.

Tras pasar un rato más, algo me asaltó por un momento. Estaba tan concentrada mirando el navío que no escuché del todo a la marine. Me quedé en el sitio intentando disimular que me había asustado por un segundo, y después me giré para hacerle otra pequeña reverencia y dedicarle una sonrisa. Mientras levantaba la cabeza de sumergirla en el gesto de respeto, noté pequeñas astillas por el traje de Elya. Fruncí el ceño y apunté con respeto hacia las esquirlas de madera que tenía clavadas. Me ofrecí a sacárselas con cuidado y, si me lo permitía, después hablaría con un tono ligeramente más amigable que en la presentación.

—Buenas tardes, Elya-san. Sí, tienes razón. Lo lógico será contar y hacer alguna ronda de inspección —se impresionó ligeramente de que un marine no fuese estúpido, así que tendría que ser alguien de un rango superior o alguien que se merecía un ascenso—. Yo he llegado a la conclusión de que tenemos dos opciones. O administración está pasando el horario de las rutas, o los tripulantes tienen cómplices. Sea lo que sea, aquí quietas no lo resolveremos. ¡Vamos! —Acabó diciendo en un tono energético.

Independientemente lo que le contestase Elya —lo cual escucharía detenidamente y con una sonrisa en el rostro—, lideraría el paso hasta la zona de carga y empezaría a mirar a los alrededores. Tenía que ver algún albarán de la carga para confirmar si administración sabía todos los horarios exactos. Quizás la orden estaba dada desde el muelle, y me equivocaba en esa teoría. Si no investigábamos más, no podría deducir nada.

Por un instante, le pareció que la mujer se sorprendía de verla. ¿Se le habría olvidado que habían quedado para vigilar el barco? Empezó a pensar en cómo podía abordar el tema, pero entonces sonrió y Elya comprendió que se había equivocado. Correspondió a su sonrisa con una pequeña, aliviada. No quería causarle una mala impresión, aunque no estaba segura de por qué se había preocupado por algo tan pequeño. Volvió en si al notar que le señalaba y al bajar la vista comprobó que se había llenado de pequeñas astillas de madera al manipular el palé. Se ofreció a sacárselas y todo lo que pudo hacer la marine fue quedarse muy quieta en el sitio mientras le dejaba hacer eso por ella. Cuando se apartó, se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración.

Se obligó a prestar atención a lo que le estaba diciendo porque no estaba segura de qué pensaba de lo que acababa de ocurrirle, pero en seguida se olvidó y se concentró en la misión. Asintió con firmeza y empujó el palé para seguirla. Se dirigió a la zona de carga y descarga, probablemente buscando algún tipo de registro para comprobar sus sospechas. Aparcó el palé y empezó a inspeccionar las enormes cajas que había allí esperando a ser transportadas. Quizá llevaran pegada una hoja con información para la persona que se encargase del inventario. De todas formas el registro entero debería estar en algún lado y…

Se paró en seco y miró alrededor. Se giró hacia Rayne con una sombra de duda en el rostro.

-Todo lo que transportan… toda la mercancía y todos los barcos son de la misma compañía. No es descabellado que sigan siempre los mismos horarios, ¿no? Si todo el mundo sabe de antemano dónde tiene que estar en cada momento, toda la cadena se vuelve más eficaz. ¿Y si no hay ningún topo? ¿Y si tuvieron suerte en el primer robo y a raíz de ahí tan solo repitieron el patrón que les había funcionado? Deberíamos haber pedido detalles del resto de atracos. Mañana a primera hora me pasaré a pedir la información.

No estaba muy segura de sí tendría razón. No podían descartar la teoría de Rayne, porque ignorar la posibilidad de que hubiera alguien jugando a dos bandas ponía en peligro a la compañía. Por otro lado, era típico de compañías grandes unificar rutinas sacrificando seguridad a favor de la eficacia y la rapidez. Meneó la cabeza. En cualquier caso, debían atrapar a las personas que llevaban a cabo el trabajo sucio; ellos tendrían respuestas.

De repente, oyó algo a su espalda. Se giró y vio que era otro encargado de la mano. Llevaba una linterna en la mano y una pistola en la otra. Parecía un poco alterado, lo que no era de extrañar teniendo en cuenta que compartían uniforme, habían entrado tranquilamente y habían empezado a hurgar en la zona de carga. Elya levantó las manos en el aire con tranquilidad y dio un paso en su dirección.

-Tranquilo. Soy de la marina y ella es mi compañera. Estamos aquí como refuerzo de seguridad para esta noche. Si mira en mi bolsillo, verá mi identificación.

El hombre se apresuró a hacerle caso, pero hasta que no lo comprobó no bajó el arma.

-Menos mal que habéis venido… ¡he oído que éramos los siguientes! Sé que ha habido despidos… no quiero acabar en la calle.

Elya le puso una mano en el hombro y le miró con seriedad.

-No se preocupe, no le ocurrirá nada, pero necesitamos su colaboración. Por favor, muéstrele a mi compañera los albaranes de carga. Y si pudiera ser tan amable, necesito información acerca de toda la gente que estará aquí esta noche. Gracias.

Al final había sido bueno que les hubieran sorprendido y todo. Miró a Rayne mientras el hombre iba a buscar los papeles y aunque estaba seria, se le notaba la ilusión en la cara. Estaban haciendo progresos y estaba convencida de que en seguida atraparían a los malhechores.

Observaba los patrones de la peliblanca con los brazos cruzados. Parecía desenvolverse muy bien a su manera, y sentía que no necesitaba mi ayuda para hacer esto. Pero había sido mandada igualmente hacia allí, y las misiones del cipher pool eran absolutas. No podía deslizarme ni un centímetro más allá del objetivo principal. Aunque la verdad es que su teoría parecía tener algo más fuerza que la mía. El problema es que no fuese una persona que creyese exactamente en la suerte, ya que asaltar algo tan ajustado y bien organizado en un basto mar, y encima de noche, tenía unas probabilidades más que ínfimas. Me llevé la mano al mentón mientras me contaba todo, escuchándola atentamente. Y tenía razón: deberíamos haber pedido registros del resto de atracos.

—Sí, tienes razón. Deberíamos de haber hecho eso. Pero no sé si nos serviría de mucho, ya que parecen tener el mismo horario siempre. Quizás nos serviría el patron, sí —siguió acariciándose la barbilla mientras deducía sobre la marcha—, pero eso no quitaría de que hoy fuese atracado igualmente. Recibieron amenazas de esta noche en particular. Pero, ¿y si eso es una distracción?

El hombre al que había pedido los albaranes Elya se acercaba a mí, dándomelos. Chupé la punta de mi dedo índice y empecé a ojear entre las hojas. Era una carpeta de un papel algo duro, que podía abrirse por la mitad con facilidad. Los albaranes estaban sacados del talón principal, pegados de tres en tres en hojas de tamaño estándar para ahorrar espacio. Agarré un farol que había colgado a mi lado y lo agarré para iluminar las hojas. Tenía el codo apoyado en la parte de la carpeta abierta para iluminar y a la vez aguantar esta. Pasaba las páginas de una en una mientras examinaba todo de arriba para abajo. Hasta que encontré quizás una pista algo particular. Una pista quizás demasiado descarada.

—Nee, Elya-chan, ven para aquí —le dije mientras le pedía que se acercase con la mano libre. Coloqué el farol bien para dejarla ver—. Todas las firmas de los albaranes, los días de los atracos —señalé el día del destino, que la carga entregada era mucho menor— están firmados por una persona específica. Ese nombre es... Tyriel. Tenemos que encontrar un Tyriel en el barco. Como hay dos, si quieres yo iré al otro. Si lo llegases a encontrar, haz alguna señal de alguna forma para que vuelva.

Dejé la carpeta en el suelo con el farol encima para que no se volease por el viento o el oleaje, y me coloqué en la barandilla para tomar impulso e ir haciendo Geppou hasta el segundo barco.

Lo que Rayne dijo le hizo preocuparse enormemente. ¿Una distracción? No era nada descabellado, al fin y al cabo que ellas supieran era la primera vez que La Mano recibía amenazas concretas. Pero era una empresa enorme y si el atraco a los dos barcos, ocurriera o no, era una distracción para algo, no tenía ni idea de por dónde empezar a averiguar qué perseguían. Ni siquiera estaba segura de cuántos almacenes u oficinas tenía en la isla, ¡por no hablar de los de otras islas! ¿Guardaban algo más allá de madera, metal y materiales? Quizá se estaban encargando de una reconstrucción especialmente importante y alguien quería evitar que se llevase a cabo. Al fin y al cabo, Elya no entendía ni siquiera por qué tanto interés en frenar las reparaciones; siempre le había costado ponerse en el lugar de la gente con malas intenciones.

-Esperemos que no sea una distracción. Hay demasiadas posibilidades al respecto y aún si lo fuera, sigue habiendo la posibilidad de que atraquen los barcos de todas maneras. Crucemos los dedos.

Se le notaba la preocupación en la voz; le molestaba enormemente no ser capaz de hacer su trabajo con total seguridad y control de la situación. Rara vez los tenía, por descontado, pero eso no quitara que siguiera sin sentirse del todo cómoda. Si acaso, ese nerviosismo no hacía más que mantenerla alerta.

Se acercó a Rayne cuando se lo pidió, acercando la cara a la suya para aprovechar bien la luz del farol. Le rozó la mano al seguir con la suya lo que iba marcando en el papel, pero estaba demasiado concentrada como para notarlo. Se le iluminó la cara al entender lo que le decía. Asintió con energía.

-Me parece bien. Si está aquí, te haré una señal con el farol en cubierta. Ten… cuidado. Oh.

Mientras ella se despedía, la mujer había saltado en el aire más de lo que definitivamente era normal para cualquier mujer u hombre saltar. Pronto la perdió de vista en la oscuridad, pero todavía se quedó unos segundos mirando por dónde había desaparecido, asombrada. ¿De dónde había salido? Tenía que pedirle que le enseñase a hacer eso, si era posible, claro. Quizá fuera una habilidad de nacimiento o tal vez un poder de fruta del diablo… se dio cuenta de que estaba divagando y tras dar un pequeño respingo, se giró para localizar al hombre que se habían encontrado. Le preguntó acerca de Tyriel y su respuesta pareció prometedora. Solo había 5 personas en el barco esa noche, él incluido. Tyriel era un compañero con el que había realizado un par de viajes… en días que no coincidían con los atracos. Bien. El pobre hombre todavía no había asistido a ninguno, por lo que de momento la teoría de Rayne se sostenía. ¿Dónde estaba? Abajo en la bodega, haciendo inventario de la mercancía del día anterior.

Se dirigió hacia allí de inmediato, pero antes de entrar en el lugar sacó su arma del palé. La sacudió un momento en silencio, quitándole las pequeñas astillas de madera que se le habían pegado. Veía una luz titilante detrás de una muralla de cajas enormes de metal y supo que había encontrado a su hombre. Se dirigió allí con calma y en guardia. Le apuntó con la lanza y le gritó que pusiera las manos en alto antes de verle con claridad. Una vez lo hizo, se quedó sorprendida.

No era más que un niño. No podía tener más de doce o trece años. Rubio, sucio y con una montaña de papeles a su alrededor. Parecía bastante asustado.

-¿Tú eres Tyriel?

-¿Q-qué? ¡No! Me llamo Taylor… Tyriel es mi hermano mayor, trabaja en los barcos conmigo…

No le costó atar cabos. Si le habían mandado al chico equivocado, Tyriel solo podía ser una persona. Tenía que correr y avisar a Rayne, pero… suspiró y agarrando un trozo de cuerda ató firmemente al chico a la red que cubría una de las cajas.

-Lo siento. Volveré luego a desatarte, pero necesito tenerte controlado de momento.

No podía arriesgarse a que avisara a su hermano. Echó a correr hacia cubierta con todo el cuidado que pudo, atenta a lo que había a su alrededor.

Tras varios saltos, llegué a la cubierta del barco. No parecían haber demasiados hombres por ahí, así que me acerqué al primero que vi. De tez morena, musculoso y moreno. De los que me gustaban, vamos. Una lástima que estuviese en medio de un encargo, ya que me podría haber invitado a una copa de otra forma. Me acerqué hacia él sonriendo, quizás hasta algo coqueta. Jugaba con un rulo de mi pelo conforme cerraba distancia con él, a lo que ni siquiera se preguntó qué hacía ahí o cómo había llegado. Soltó una pequeña carcajada y se apoyó contra la pared, casi que siguiéndome el rollo. Una lástima, la verdad. Una verdadera lástima. No parecía estar tan sucio como los demás, y por su vestimenta, casi impoluta, le hacía destacar. Los otros trabajadores tenían manchas o se notaban cansados; él se notaba energético y limpio. No era un trabajador, o por lo menos no estaba haciendo su trabajo de forma correcta.

—¿Tyriel? —Pregunté en voz alta.

Me acerqué hacia él y empecé a juguetear con el dedo por su torso. No parecía resistirse, es más, estaba encantado.

—Sí, claro. ¿Qué pasa? —Me contestó arqueando una ceja.

Ascendí el dedo hacia su hombro y le solté un shigan que lo lanzó hacia atrás, golpeándose la cabeza contra la madera y perdiendo el conocimiento. Lo agarré y me lo coloqué en mi hombro, volviendo a hacer Geppou hacia mi compañera. No tardé demasiado en llegar, y aún menos en encontrar a la chica. Lo solté en el suelo con cuidado y me crucé de brazos, mientras me giraba sobre mi eje para apoyarme en la barandilla del navío y mirar a mi compañera. Esperaba que hubiese encontrado algo que incriminase del todo a Tyriel, ya que sería nuestra palabra contra la suya si no pasaba nada. Quizás podríamos obligarle a cantar o dejar que vendiese a sus compañeros, ya que entre criminales, podían negociar hasta el precio de su madre por un buen trato. Y ya si hablamos de salvarse el pellejo, de toda su estirpe pasada, presente y por haber.

—Aquí tenemos a Tyriel. ¿Has encontrado algo? —Le pregunté aún mirándola, con una sonrisa de lo más amigable.

Llegó a cubierta sin incidentes. Estaba a punto de hacer una señal para decirle a Rayne que regresara cuando vio un punto en la distancia que se hacía más y más grande. Se apartó de un salto y un segundo después estaba en el barco de vuelta. No solo eso, si no que no estaba sola. Elya miró sorprendida y bastante confusa al enorme hombre atado que había en el suelo entre ambas. ¿Pero qué…?

Frunció el ceño al escuchar lo que dijo Rayne. ¿Tyriel? ¿Qué? De repente, entendió que se la habían jugado. El extraño que se habían encontrado le había mandado con el niño para ganar tiempo. No era su hermano mayor, pero sabía que Tyriel no estaba en ese barco y que perderían tiempo yendo en su búsqueda. Se llevó una mano a la frente, mientras le resumía a Rayne lo que había pasado y pensaba a toda velocidad.

-¿Crees que es una casualidad y ha incriminado a un inocente? ¿O habrá vendido a su compinche para ganar tiempo?

Podía estar yendo a avisar a los atacantes en ese mismo instante, no tenían tiempo que perder.

-Tenemos que rastrear el barco y encontrarle. No creo que se esperase que tardásemos tan poco en encontrar a Tyriel, buen trabajo. Eso debería darnos algo de ventaja.

Caviló un instante; no podían dejarle allí, si el desconocido se topaba con él sabría que andaban persiguiéndole. Se agachó y lo cogió para colgárselo al hombro.

-Le llevaré abajo y le ataré junto a su supuesto hermano. Así al menos les tendremos controlados.

Fue rápida y silenciosa. Una vez abajo, se aseguró de cubrirles la boca a ambos. A juzgar por la reacción del chiquillo sí que eran hermanos, lo que le preocupaba. Él no parecía estar metido en ningún atraco. ¿Tyriel le llevaba a trabajar ahí a sabiendas de lo que ocurría? Había estado en todos y cada uno de los barcos atracados, no podía ser casualidad. Mientras volvía con Rayne, sin embargo, se le ocurrió otra posibilidad. Al llegar junto a ella, le explicó lo que le estaba comiendo la cabeza.

-Me preocupa una cosa. El hombre con el que nos topamos… está claro que no es trigo limpio. Pero tiene acceso a los albaranes y a todo tipo de registros. No sería extraño que los estuviera alterando para borrar o cambiar su información personal. Si no le atrapamos… no estoy segura de que Tyriel sepa todo lo que necesitamos. Parece más un matón que alguien a quien confiarían la información importante.

¿Qué podían hacer? Lo más posible era que ya hubiera avisado a los atacantes. Tan solo esperaba que fueran capaces de pescarle antes de que abandonara el barco.

Tras resumirme toda su experiencia mientras no estaba, me preocupé. No había visto ningún bote salir, así que teníamos que rezar de que no tuviese algún den den mushi. Si lo tenía habría dado la orden ya, y estaríamos muy pero que muy jodidas. Yo me veía capaz de luchar contra gente así, pero a pesar de confiar en la peliblanca, no la había visto luchar. No dudaba de sus aptitudes —ya que parecía inteligente—, pero tampoco podía apostar por alguien que no conocía. Suspiré pesadamente y me llevé los dedos a la sien, haciendo pequeños círculos mientras maldecía en japonés de mil formas distintas. Elya aclaró de que bajaría al hombre, cosa la cual no me pareció un problema. Yo me dediqué a vigilar fuera para ver si alguien intentaba escapar en algún bote.

Tras pasar un rato, la chica se mostró ante mí, explicándome una duda que le concernía. Sí, había llegado a la misma conclusión que ella, y el tiempo era el factor clave.

—Lo atraparemos, tranquila. No he visto nada salir de los barcos, así que tiene que estar todavía dentro. Si me permites...

Miré hacia los lados y me concentré, visualizando todas las presencias del barco a la vez. Tenía el mantra muy mal entrenado, así que no podía ver con exactitud dónde estaba cada persona, pero había una que parecía estar sola. Tenía que ser el tío que nos la había clavado, así que no dudé en agarrar a Elya de la mano y correr hasta la bodega, pasando el lugar donde habíamos atado a los hermanos y llegando al fondo de esta, viendo una zona con tres barriles. Me llevé la mano a la cara y suspiré decepcionada; el tío nos la había clavado bien, pero era estúpido de cojones. Todo lo astuto que era lo pecaba en su poco desarrollada inteligencia. Fui directamente donde estaba la presencia y metí el dedo por un agujero, usando el shigan. El barril cayó hacia atrás y salió la tapa.

—Nee, Elya-chan, vamos a ver qué nos dice el gilipollas este. Y sobretodo si está relacionado con el segundo Tyriel. —Exclamé mientras me cruzaba de brazos.

Elya guardó silencio mientras la mujer se concentraba. Se sentía un poco tonta esperando sin entender qué estaba sucediendo, pero no quería interrumpirla. Hasta ahora había servido de muchísima ayuda y lo lógico era pensar que sabía lo que hacía.

En efecto, de repente sintió como agarraba su mano y un segundo después estaban corriendo a toda velocidad por el barco. La sorpresa inundó su cara solo por un instante. Justo después, se ajustó y empezó a correr casi a su lado, siguiendo sus pasos. ¿Le había encontrado? ¿Cómo? Cada vez estaba más intrigada por Rayne. En cuanto cumplieran la misión, y se aseguraría de que así fuera, tenía que preguntarle acerca de sus habilidades. Sabía un montón de cosas que resultaban tremendamente útiles, y si había alguna manera de que ella pudiera aprenderlas tenía que saberlo.

Frenaron en la bodega, al fondo. Había tres barriles frente a ellas y por las palabras de Rayne el hombre al que buscaban estaba en uno de los barriles. Le vio meter el dedo en uno y a tapa y barril caer hacia atrás. De dentro salió el hombre que le había engañado antes, frotándose el trasero. Frunció el ceño al escuchar las palabras de Rayne.

-¿Segundo Tyriel? ¿Ya le habéis encontrado?

Elya se adelantó y cogió al hombre de la camiseta, levantándolo en el aire y mirándole con enfado. Se giró para que pudiera ver a Tyriel y a su hermano atados un poco más allá. Incluso con la poca luz que había, pudo verle palidecer en el acto.

-Oh, demonios… esto no le va a gustar nada al jefe.

-Habla. ¿Cuándo atacarán? ¿Aquí? ¿O en el otro?

Eso era lo más importante ahora. Volvió a dejarle en el suelo y sin quitarle la vista de encima le ató de manos y pies con una cuerda, asegurándose de que no podía salirse.

-Tenían que esperar a la señal de ese Tyriel y la mía para empezar. Pude lanzar la mía, vendrán en cualquier momento. No sé qué pasará con el otro barco…

Elya se puso a pensar. Si no recibían señal del otro Tyriel puede que pensaran que la operación estaba comprometida y lo dejaran en paz, pero dado que este había sido capaz de lanzar la suya quizá vinieran como refuerzo. No había tanta distancia entre ambos barcos.

-¿Cuántas personas vendrán? ¿Cuál es el objetivo?

El hombre parecía haberse rendido. Había preocupación en su mirada, pero tenía la impresión de que no era por ellas dos. Quizá le tuviera miedo a la cárcel o algo. En cualquier caso, parecía haber decidido que su mejor baza era ser sincero. Al menos a ellas les beneficiaba.

-Había cinco hombres para cada barco… tenían que destrozar todo el material y prenderles fuego antes de las cuatro de la mañana… es todo lo que sé.

Elya no le creía, pero ahora no tenía tiempo de continuar interrogándole. Como mínimo cinco, en el peor de los casos diez hombres estaban a punto de asaltar el barco. Se giró hacia Rayne con cara de preocupación.

-Tenemos que detenerlos…

La marine agarró al hombre con suma facilidad, cosa la cual me extrañó un poco. Parecía bastante fuerte, así que podría fiarme de ella si llegaban a atacarnos. Me llevé la mano al mentón y observé toda la escena, viendo cómo la mujer lograba intimidarlo lo suficiente tras atarlo como para que hablase. Y lo soltó todo, cosa la cual me dejó impresionada. Aquella chica me estaba facilitando las cosas un montón, y no podía decir que no a tener una compañera sensata. La última misión que había realizado con aquel pulpo sólo me había obligado a tener dolores de cabeza con compañeros, así que un buen cambio se agradecía. "Muy bien, ahora podemos seguir moviendo las piezas" pensé mientras acababa de escuchar las preocupaciones de mi compañera. Parecía algo nerviosa, o quizás podía deducir aquello por la forma en la que entonaba. Su cara también ayudaba para que dedujese aquello, claro. Le puse la mano en el hombro con total confianza y le dediqué una sonrisa bastante segura. Esperaba que aquello le calmase.

—Sí, Elya-chan. Debemos detenerlos. O mejor aún —me agaché y palpeé los bolsillos del hombre, sacando un Den Den Mushi—, nuestro hombre nos va a ayudar un rato. Les vas a decir que venga el rango más alto posible de esa organización. ¿A que sí, cariño?

El hombre estaba temblando, incapaz de decir que no. Se notaba que no quería traicionar a sus compañeros, pero su instinto de supervivencia parecía ir por delante. Agarró el caracol y acercó sus labios, intentando sonar lo más convincente posible.

—Aquí Tyriel, hemos encontrado una caja fuerte. Como dictamina las leyes de nuestra organización, debe venir el jefe a verla personalmente. Cambio y corto.

Le quité el Den Den mushi y lo solté por el ojo de buey del barco. Después le dirigí la mirada a Elya y le indiqué de que saliésemos con un movimiento de cabeza. Una vez estuvimos fuera, si decidió seguirme, me apoyé en la barandilla mirando hacia el mar. Seguramente faltaría aún un rato para la hora estipulada, así que nos podíamos permitir charlar un poco. Me sentía curiosa sobre la chica, y quería saber más. Además de que así podríamos conectar un poco y nos desenvolveríamos mejor en la batalla. Saqué un paquete de tabaco de la gabardina y le ofrecí un cigarrillo, sacando yo otro para colocarlo en mi boca. Me encendí el mechero y volví a ofrecer encender su cigarrillo, si es que había decidido cogerlo. Si no simplemente guardaría el paquete otra vez y me cruzaría de brazos, exhalando una gran nube de humo de mis labios.

—Aún queda un rato para que vengan. ¿Quieres contarme un poco de ti? Ya sabemos cómo nos llamamos, pero es que me pareces bastante interesante. No te ha costado nada agarrar a aquel hombre, así que estoy segura de que no eres una persona ordinaria. ¿Eres capitana, quizás? Si no, podría mover algún que otro hilo para ver si te ascienden. No tengo mucha voz debido a estar nueve años a mi rollo, pero estoy segura de que en mi informe puedo hablar muy bien de tu actitud. —Acabé explicando, tomando otra pausa para volver a coger humo del cigarro y echarlo de seguido—. ¿Quieres tomar algo después de esta misión? —Le acabé diciendo soltándole un pequeño guiño con el ojo.

Su compañera parecía completamente confiada. Sintió el peso de su mano en el hombro y notó cómo se relajaba un poco. Le devolvió una tímida sonrisa a la suya y se quedó mirando cómo actuaba.

El jefe… en efecto eran una organización y no unos matones cualquiera. Estaba algo seria, pero acompañó a Rayne a cubierta. Esperaba que todo saliera bien. Habían tenido suerte de que Tyriel tuviera tanto miedo; les había sido tremendamente útil.

Se apoyó de espaldas en la barandilla del barco y rechazó con un gesto el cigarrillo. Nunca había fumado y no era algo que le interesase demasiado probar. Para qué, ¿para tener las manos ocupadas? No era su estilo, aunque… reconocía que se veía bastante elegante en las manos de la chica. Claramente ella sí estaba acostumbrada.

Cerró los ojos un momento, disfrutando del aire nocturno. Estaba siendo una noche muy, muy larga… pero también muy productiva. Si conseguían agarrar al jefe de la organización seguramente estuvieran previniendo otra oleada de crímenes. Era una maravilla. Escuchó lo que decía Rayne. Iba a empezar a contarle cuando se dio cuenta de que algo no encajaba. Se dio la vuelta, apoyando la barbilla en la mano y mirándole con algo de burla en los ojos.

-Pensaba que no eras marine. ¿De dónde vienes, que puedes conseguirme un ascenso?

Sin embargo, si no era un farol no era una mala oferta. No le importaría que sus superiores la valorasen un poquito más. Y de todas maneras… mientras pensaba en ello se dio cuenta de que ella también quería conocerla. Era una mujer muy interesante, llena de incógnitas que despertaban su curiosidad.

-Vengo de una isla algo lejana, en el North Blue. Crecí protegiendo a la gente y cuando marché de allí… quise seguir haciendo lo mismo.- No era un mal resumen, al fin y al cabo.- Ahora mismo soy soldado de primera. Si es verdad que puedes echarme un cable, no te lo rechazaré. De todas formas… tú también me interesas. Te desenvuelves muy bien y tienes técnicas que ni conozco ni sabría siquiera nombrar, mucho menos replicar. Haces bien tu trabajo.

Fijó la mirada en el mar. No estaba acostumbrada a ser tan sincera tan de golpe y de repente se sentía un poco rara. No era que hubiera dicho demasiado, pero aún así se sentía un poco saturada. Aguardó por su respuesta mientras intentaba despejarse. En ese instante, vio una luz en el puerto a lo lejos y tiró con suavidad de su compañera para que se agachara con ella.

-Creo que ya están en camino.

—Interesante, North Blue. Yo soy del East. —Le contesté sin dar demasiada información— Y gracias por el cumplido. Tú lo haces genial, y viéndote agarrar a ese hombre, estoy segura de que eres más fuerte que yo. El tema del ascenso... Digamos que no puedo influenciar de forma directa, pero dejaré que te lleves el mérito por la misión. Intentaré que ninguno de los enemigos caiga herido para que los lleves a un cuartel marine. Y las técnicas... Bueno, digamos que son un secreto de trabajo —le dije con una pequeña sonrisa.

Tras acabar de hablar, pudimos ver las dos a la vez como venían. De hecho ella tiró de mí, haciendo que echase un poco la cabeza hacia delante. Parecían estar jugando con los puntos huecos del faro, así que no tenían pinta de ser demasiado estúpidos. Igualmente, ya tenían experiencia atracando, así que tendríamos que tener las dos cuidado.

—Sí, están de camino. Espérame aquí un segundo. —Exclamé mientras agarraba aire.

Golpeé con fuerza mi pecho, dejando fluir toda mi voluntad a través del viento. Toda la parte de mis piernas estaba recubierta de éste, causando que mi chaqueta se moviese de un lado para otro violentamente. Me agarré mis mitones de Kairoseki y volví a colocármelos bien, reafirmando la tela entre mi mano. Si el jefe tenía alguna fruta del diablo, era muy importante contrarrestarla con busoshoku o los guantes. Cerré los ojos por un segundo y volví a saltar hacia la barandilla, agarrando fuerza en las piernas y volviendo a hacer el geppou en el aire. Se habían acercado lo suficientemente como para abordar, pero podía intentar sacar uno de en medio para facilitarnos las cosas. Me dejé caer por un segundo mientras giraba en el aire y cogía una buena velocidad, después soltando un rankyaku al tercer barco de la derecha. Este cortó la madera con facilidad: a pesar de ser una organización, no parecían ser los navíos demasiado resistentes. Volví al lugar de mi compañera y le ofrecí llevarla saltando a uno de estos.

—Te puedo llevar para ahí, si quieres. Por si eres usuaria de fruta y te da miedo el mar. —Exclamé mientras estaba apoyada en la barandilla, ofreciéndole mi mano para agarrarla.

Si aceptaba la llevaría para el segundo agarrada de la cintura, si no me iría yo directa al primero. Independientemente de lo que decidiese, decidí abordar el de más a la izquierda, dejando el del medio a mi compañera marine. Una vez caí en la cubierta relajé mi cuerpo y me preparé, levantando mis brazos y cogiendo una buena postura, para pelear. Ya estaban viniendo corriendo a por mí con espadas, pero aquello sólo me facilitaba la tarea. Podía golpearles en la muñeca y después hacerles un súplex, o podía hacer alguna técnica de aikido para romperles el cuello. No los iba a matar, de hecho, no tenía ninguna intención de herirles gravemente. Pero usando mi estilo de lucha tendría que revertir la forma en la que pegaba los golpes para no reventarles algo que no quisiera.

No se le escapó que no le había dicho quién le había mandado, pero eso también le decía que estaba manteniéndolo activamente en secreto. En fin, ¿quién era ella para meterse en sus asuntos? Le estaba ayudando, así que fuera quien fuera que le había enviado ayudaba a la marina o, por lo menos, a sus intereses. Lo comentaría en su informe y hasta ahí llegaría la cosa.

Le vio prepararse y retrocedió un paso para dejarle espacio. Su chaqueta se agitó violentamente, aunque no hacía viento esa noche. Un segundo después, volvía a estar volando en el aire. Elya se inclinó sobre la barandilla. La tenue luz que iluminaba el barco de los atracadores le dejó ver cómo Rayne se encargaba de uno sin titubeos. Un momento, no, había varios barcos. Se cargó la madera de uno tan rápido que no estuvo segura de cómo lo había hecho. Era una mujer de armas tomar y cuando volvió a por ella asintió rápidamente y se agarró a su mano.

-No lo soy, pero si tú me llevas llegaré mucho antes.

Dicho y hecho. Unos segundos volando en el aire, pegada a su cintura. Cerró los ojos por un momento; las alturas no eran lo suyo. Cuando volvió a abrirlos, vio el barco que ella había golpeado antes hundirse en el agua. Los malhechores que había dentro pedaleaban en el agua para subirse a los otros barcos mientras unos pocos trataban de alcanzar la costa. Ninguno de ellos parecía ser el cabecilla de la operación. Quedaban dos, y el jefe estaría en uno de ellos.

Rayne le dejó en el que antes estaba en el medio, mientras ella iba a dar cuenta del último. En cuanto aterrizó en cubierta, vio que estaba rodeada. Les habían visto llegar, claro. Con un pensamiento activó las Lágrimas de Freya y respiró hondo. Necesitaba un poco de altura si iba a luchar contra todos. Un segundo después, a sus pies comenzó a formarse un tornado que la levantó varios metros en el aire. La energía giraba a su alrededor en completo silencio y cualquiera pensaría que eso sería suficiente para que los tipos se apartaran, pero en lugar de eso tres de ellos se metieron de cabeza dispuestos a hacerle bajar. Quedaron atrapados en el remolino y unos segundos después salieron disparados al suelo, cubiertos de pequeños cortes e inconscientes tras haberse golpeado los unos contra los otros. En fin, menos trabajo.

Bajó del tornado y fue enseguida contra el siguiente. Esquivó el ataque de su espada y girando su lanza en el aire le dio en el pecho con la parte de la piedra. Cayó al suelo y un último golpe en la cabeza le dejó fuera de combate. Solo quedaba uno en cubierta y el combate fue breve. Un minuto después se hallaba atado junto con sus compañeros. Elya le preguntó por el cabecilla, pero no estaba allí. Debía estar en el barco en el que se encontraba Rayne.

Ni corta ni perezosa, cogió el timón y redirigió el barquito para que embistiera contra el otro, agrietando la madera. Definitivamente, fueran quienes fueran necesitaban mejor transporte. Aprovechando la cercanía de ambos, corrió y se subió al otro de un salto, lista para ayudar a Rayne en lo que necesitara. Si ya había conseguido lidiar con los suyos, le acompañaría a arrestar al cabecilla de la organización.

-Sabes, deberías pasarte un día por el cuartel. Quizá puedas enseñarme una cosa o dos en la sala de combates.

No me costó nada noquear a dos de los tres hombres: un puñetazo directo a la cara con el hierro de los mitones le reventó la nariz a uno, el otro cayó de una patada a sus tobillos en barrido. Una vez estuvo en el suelo le hice un shigan en el pecho, haciendo que soltase sangre y se quedase inconsciente al lado de su compañero. Agité las manos y volví a ponerme en posición contra el tercero. Era un hombre más corpulento, y parecía tener toda la pinta de ser el jefe. Hice un movimiento lateral con la mano para tantear su reflejos, y lo esquivó con algo de facilidad echándose hacia atrás. Chasqueé los labios y elevé la pierna, dejándola caer en vertical para reventar la madera del suelo. Mi enemigo se echó hacia un lado, donde aproveché para soltar un diestro a toda regla, el cual me paró con la palma de la mano abierta. Suspiré y elevé mi pierna izquierda para darle en la muñeca y que me soltase, pero agarró esta también, dejándome suspendida en el aire.

—Vaya vaya —exclamó el criminal mirándome con lujuria—. ¿Quieres unirte a mi banda? Eres una chica fuerte, sin lugar a dudas.

Le pegué con la pierna que me quedaba libre en el estómago y me liberé de su agarre, activando el mantra y pegando una mortal hacia atrás. Cuando me recuperé y me puse en posición, solté un rankyaku que esquivó a duras penas, cortando su brazo. Eso no lo echo para atrás: aprovechó que estaba volviendo a coger la posición para abalanzarse ante mí y pegarme un puñetazo en la cara que me tiró hacia atrás. Me levanté jadeando, y escupí sangre. No iba a permitir que aquel hombre me pegase ni una vez más, así que usando el kami-e para evitar una andanada de puñetazos que me tiró, acabé soltándole un cabezazo usando busoshoku en mi cabeza, tirándolo al suelo. Me llevé la mano a la frente y me quedé de cuclillas, quejándome en el sitio. Eso había dolido una barbaridad. Pero por suerte el hombre parecía haber caído también. Me llevé la mano a la boca y volví a limpiar rastros de sangre. Pero cuando me giré para ver cómo iba mi compañera, vi la proa del otro barco estallando contra el que estaba. Me quedé en el sitio quieta intentando mantener el equilibrio y observé a Elya, la cual parecía venir hacia mí.

—Sabes, deberías pasarte un día por el cuartel. Quizá puedas enseñarme una cosa o dos en la sala de combates. —Dijo conforme se ponía a mi lado.

—Nee, sí, claro. No es que te pueda enseñar algo para que seas más fuerte, ya que lo eres más que yo pero... ¿Sabes usar el haki? Yo puedo usar busoshoku y kenboshoku, y a veces, cuando estoy muy jodida o enfadada suelto haoshoku. No estoy segura si te puedo ayudar con el último, pero los otros dos puedo hacerlo sin problema —le expliqué mientras me frotaba la sien.

Señalé hacia el grupo de hombres que estaban en el suelo inconscientes y le expliqué qué había pasado, esperando una respuesta.

Cuando llegó al lugar, se encontró con que era un desastre. Todos los hombres estaban noqueados y, en el medio, se encontraba Rayne, todavía limpiándose los restos de la boca de la mano. Elya frunció el ceño, acercándose en seguida. Debería haber llegado antes, por lo visto todo había estado a punto de no salir bien. Y, aún así, allí estaba ella como si nada.

Lo primero que hizo fue sacar un pañuelo de tela y ayudarle a limpiarse la sangre en silencio. Le habría gustado hacer más, pero la medicina no era lo suyo y de todas formas en mitad del barco enemigo tampoco tenían acceso a mucho material para improvisar. La historia del combate le dejó todavía más impresionada; con razón parecía que hubiera pasado un tifón por el lugar. Ni corta ni perezosa, comenzó a atar a los criminales unos con otros.

Ató por separado al jefe, por supuesto, acordándose de taparle la boca y ajustarle bien los grilletes a la espalda. Acto seguido, llamó por den den mushi a la central, pidiendo refuerzos para trasladar a los criminales. En nada vendrían a buscarles a la playa. Se quedó pensando en los nombres que había mencionado Rayne, un poco confusa.

-Creo que solo conozco el… ¿''busoshoku''? El de armadura. Todavía estoy intentando aprender a controlarlo. No había oído hablar de los otros dos, por lo que toda la información es bienvenida.

Se dirigió al timón y comenzó a maniobrar el barco para dirigirlo hacia el puerto. Todavía tenían que recoger a Tyriel número uno y Tyriel número dos, además de al hermanito de este. Esperaba que la cosa acabase bien para el pequeño, que no había hecho nada pero no tenía pinta de tener otros parientes. Por lo menos, todo había terminado. Ningún barco había sido saqueado, por lo que habían cumplido con su cometido. No solo eso, si no que habían capturado a los responsables. Se giró hacia Rayne, agradecida.

-Me alegro de haber contado contigo en esta misión. Si alguna vez necesitas una mano para algún asunto, bueno… aquí puedes localizarme.

Le entregó un papelito con su número de den den mushi, esbozando una tímida pero sincera sonrisa.

-Un placer combatir contigo.

Me dejé limpiar la sangre y se lo agradecí con un leve gesto de cabeza. La verdad es que la chica era muy maja y me caía bastante bien. También se desenvolvía de forma correcta en el combate, y la idea de estallar un barco contra el otro nos había ahorrado trabajo. Habló durante un rato, en el cual indicó que no conocía lo que le decía. Era raro que siendo tan fuerte no conociese los tipos de haki, pero tampoco podía echárselo en cara. Si con ese nivel despertaba el kenboshoku, la verdad es que sería una mujer muy poderosa de cara al futuro. Le expliqué por encima los tipos de Haki y después acepté el papel con el den den mushi, sacando yo una tarjeta de mi escote y cediéndosela, donde también ponía mi número.

—Por supuesto, Elya-chan. Estoy muy segura de que te volveré a llamar. No solo has demostrado ser una aliada fuerte, si no una persona con una gran bondad. Estoy segura de que escalarás en las filas de la marine a grandes pasos —le alagué mientras le hacía el gesto de pulgar arriba.

El trabajo acabamos haciéndolo bastante bien. Ayudé a llevar los criminales al barco de la marine y acabé volviendo a recoger la recompensa tras hablar con los dos Tyriels y regresar después. Después observé el amanecer y solté un bostezo muy largo. Había sido una noche larguísima, y seguramente me jodería el horario si me iba a dormir ahora. Así que me acerqué a la taberna más cercana y me pedí un café doblemente cargado.