Freites no va a liarla. Jurao. || Moderado nivel 6 - Lysbeth, Freides, Zaina

Fue difícil, pero conseguimos ponerle las cadenas. Todavía hubo un último momento de tensión mientras se revolvía e intentaba zafarse, pero no logró romperlas y Lys pudo respirar aliviada.

Entonces, el animal se tiró al suelo y se dio cuenta de que la pesadilla acababa de empezar.

Lo primero que sintió fue la ira, antes incluso de terminar de entender de dónde provenía. Fue ver las dagas y la sangre y querer hacer arder el mundo. Se obligó a calmarse, aunque tan solo fue capaz de mantener la rabia bajo la superficie. Suficiente para descender y centrar su mantra en él. Se sobresaltó un poco al escuchar la voz en su cabeza. Estaba bastante claro que no era humano; no le hablaba con palabras. Pero esas sensaciones no eran suyas y tras unos segundos entendió que el animal estaba siendo brutalmente maltratado, a todas luces por sus dueños… la marina. Aquel vicealmirante.

Sólo se alejó porque Yasei se acercaba. Ella dio de comer al animal e intentó calmarlo para poder curarle. Se dirigió a Lys y aunque no terminó la frase, ella quedó en guardia. Si el animal intentaba herir a alguien, fuera a Yasei, a Freites o a las amazonas, intervendría para protegerles. Sabía que estaba sufriendo, pero ahora mismo les necesitaba a todos intactos y no iba a dejar que nadie saliera herido, fuera por descuido o por error.

Por supuesto, accede a llevarle al barco. Sabe que Freites tiene también buena mano con los animales y entre ambos está convencida de que podrán dejarle allí a salvo. Sin embargo, hay otra cosa que debe hacer. Mientras Yasei le está vendando, Lys se acerca y le corta un mechón de pelo de la espalda. Lo ata alrededor de una de las dagas que tenía en la espalda, todavía manchada de su sangre. Se la tiende a la amazona que parece más reacia y le mira a los ojos, completamente seria.

-Necesito que le lleves esto a tu reina y le expliques por qué este animal no puede regresar con su dueño. Por favor, díselo a solas. No hace falta que la marina se entere, podéis decirles que se ha marchado o que le habéis perdido el rastro para que no os molesten más. Sé que estás incómoda aquí.- añadiría suavizando el gesto.- Y no creas que me gusta la idea de mandarte sola por la selva, aunque esta sea tu casa. No es que no te crea capaz, sino que sigo respondiendo por ti ante los tuyos. Y precisamente por eso creo que estarás más tranquila llevando este mensaje por mí. ¿Puedes hacerlo?

Respetaría la decisión que tomara, al fin y al cabo una cosa era proteger a la gente y otra muy diferente hacer de niñera. Se giraría hacia la otra amazona, con una pequeña sonrisa.- Por otro lado… me gustaría que tú me acompañaras. Quiero una testigo de que el animal quedará a salvo y feliz en mi barco. Que Yasei cuidará bien de él… bueno, eso ya lo habéis comprobado.

Al fin y al cabo, se había hecho cargo de todas sus heridas. Les pidió diez minutos y por supuesto que iban a dárselos. Organizó a los gatos para que le ayudaran a cargar con el animal, asegurándose de que ella y Jade llevaran el mayor peso.

-Freites, por favor, asegúrate de que está bien. Si alguna herida se le abre o si se pone nervioso voy a necesitar que te hagas cargo. Tenemos que dejarle en el barco, en cubierta. Está lo bastante bien escondido como para que la marina no lo vea al salir de la isla, así que una vez lleguemos a la playa deberíamos estar a salvo.

Una vez todo arreglado, se pondrían en marcha. No había tiempo que perder.

¿Todos esquivaron? SI, todos lo habían logrado. Realmente no había sido tan difícil, pero al mismo tiempo algo andaba mal. Esto era… demasiado fácil, exageramente fácil. El chiquillo pensaba dentro de si que algo andaba mal con el felino gigante, y así fue.

Lysbeth como siempre demostraba su gran poder y habilidad. Las cadenas no tardaron en apresar a la criatura. El chiquillo sonrió al ver como el animal no podía liberarse por más que lo intentare pero, esa sonrisa desapareció al ver caer la criatura y notar que tendría heridas causadas por dagas.

-Felino… ¿Quién te ha hecho esto? – Fue allí cuando observo a Yasei actuar con rapidez. Dándole de comer y posteriormente comenzar sacar las dagas. El herrero de lo imposible tomaría una de ellas para analizarla y tratar de descubrir si era de un material raro. Capaz tenía suerte y estaba hecha con kairozeki. Los marines tienen tendencia a tener armas de ese tipo.

-Entendido maestra – asintió a la petición de Lys. Estando atento y manteniéndose alerta en caso de que algo saliera mal durante el trayecto hacia el barco.

Aun así, durante el camino al joven rey de la forja se le podía notar enojado. Estaba realmente enojado y eso no podía ocultarlo. ¿Quién haría algo como esto? ¿Quién? Por eso este chiquillo sabe bien que la marina tan solo es una farsa promesa de una salvación para las personas que tratan de vivir su vida tranquila, al igual que la revolución. Prometen y prometen mil y un cosa y al final no pueden evitar tener entre sus filas a “personajes” que no pueden controlar. Que solo utilizan sus títulos para cosas sin sentido.

Matar por matar esta mal. El señor de la guerra lo sabe. Incluso en su casería, el sabe que tiene que rendir respeto a toda criatura que caza para convertirla en un arma, darle un propósito. No simplemente matarla y dejar el cadáver allí para que se pudra sin nada más. Eso estaba mal.

-Lys… - Dijo el chiquillo mirándole, su expresión era bastante enojada. Pero ella sabría muy bien que su enojo no tenia nada que ver con ella. – Ese vice-almirante va a morir… tarde o temprano. Cuando sepa su jodido nombre va sufrir un jodido infierno en la tierra… me encargare de eso. Nadie le falta el respeto a una vida de la naturaleza… nadie.

Y mientras el joven cabalgaba con su super ave. No pudo evitar mirar a aquel enorme gato con preocupación.

-Aguanta chiquillo...

—¿Entendéis que no le va a gustar a la reina esto, verdad? —Comenta una de las dos, algo nerviosa—. Sabemos de sobras que lo correcto es resguardar y proteger a ese animal, pero realmente se puede meter en problemas con la Marine si decidís eso.

La otra le para poniendo un brazo en horizontal y baja la cabeza, también nerviosa.

—Ya han tomado una decisión, hermana. Por mucho que nos guste o no, no tenemos elección —coge el mechón que le da Lysbeth—. No sé si servirá, pero lo intentaremos. Gracias. Hermana, quédate con la mujer de pelos negros. Yo volveré.

Yasei, cuando intentas sacar las armas del lomo del animal se agita en el sitio y te golpea con la cola en horizontal, lanzándote varios metros hacia atrás —lamentablemente Lysbeth no ha podido intervenir a eso por la cercanía en la que te encontrabas con el animal—. Ha sido un golpe seco, por lo que no se te ha roto nada, pero debería crearte un bonito hematoma sobre la parte del estómago. Cuando vuelves a acercarte, levantándote con determinación, acaba comprendiendo tus verdaderas intenciones y deja que lo trates. Se le puede escuchar más de una vez refunfuñar y sollozar, por lo menos como lo hacen los felinos. Suelta más de un rugido pero al final te sales con la tuya y parece calmarse al momento. Tiene que haber sido amaestrado antes, ya que sin el dolor punzante en su lomo parece ser más manso. Dicho esto, tras hablar Yasei con vosotros, va hasta las estatuas. Y en su camino encuentra lo que parece ser dos huevas gigantes de su tamaño, pero nada más —por lo que necesitarás algo en lo que remolcarlas, como tus animales si puedes atarlas a ellos—.

Mientras tanto vosotros, os lleváis al felino el cual parece más calmado en regla general. No tenéis ningún problema de camino al barco, es más, todo vuelve a estar con esa tranquilidad absoluta que solo se rompe con el graznido de los pajarracos. Lográis dejarlo en la cubierta y resguardar a que vuelva Yasei. No parece sangrar más ya a estas alturas, pero sí lo que parece es hambriento. Os queda volver al campamento o hacer lo que queráis con el león alado una vez os juntéis. De hecho, algo deberíais de notar todos: en la lejanía, se puede ver claramente un humo negro que viene del centro de la isla.

Ah, y Freites, has hecho estornudar al vice-almirante.

Casi vomita, no vamos a negar la realidad, ese coletazo le había sacado el aire de los pulmones y le había hecho replantear su vida durante un par de segundos, pero levantarse y poder ayudarlo hizo que valiera la pena. Finalmente cuando logró apañar todas las cosas y preparativos necesarios para que el animalito pudiera ser transportado, ella continuó su camino hasta encontrarse con aquel par de huevas.

-Así que era esto...Vaya - Pestañeó sorprendida, mientras va preparando un método para poder remolcarlos sin partirlo. Lleva cuerdas y restos de tela de sus ropajes, juntandolo con trozos de madera que coloca en el suelo para poner las huevas encima y usarlas para subir las huevas a la espalda de sus animales, debería poder usar a sus gatos restantes como tiradores de aquello. Mientras preparaba todo aquello, esperaría a Mustafá y Sahir ya que Jade y Lys andan liadas subiendo al gato y ayudando en todo lo posible para asegurarlo.- Vamos a intentarlo entre nosotros, si no, pediremos ayuda.- Empezó a empujar desde atrás ambos huevos, subiendolos a sus brazos, entre su fuerza y la de los animales debería poder desplazarlos sin problemas. Sin embargo, Zaina iría con cuidado y en caso de que las huevas estuvieran en peligro o su integridad peligrara, pararía a pedir ayuda.

Entre los lomos de los animales, las cuerdas y su fuerza intentarían llegar a la playa, donde esperaba poder enseñarle a nuestro querido Rey Marino lo que acababa de encontrar…¿O las huevas ya confirmaban el querida? Fuera como fuera, esperaba que los bebés se encontraran en buen estado y que su nueva mascota se alegrara al verlas. Luego de aquello tendría que salir a cazar de nuevo, pero esta vez algo mucho más grande que un par de conejos.

Si logra todo aquello, dejar las huevas allí y llegar hasta el barco con los demás, les dejaría clara una pequeña cosa.- Me quedo cuidando del barco y de los bichos, si pasa algo llamadme, de momento… Jade y yo tenemos que cazar algo grande para semejante bicho.- Las bocas a alimentar aumentaban, sin duda era un dolor en el trasero, aunque oye, si la señora Reina Marina se veía para colaborar, había bichos grandes en el mar, un atún de varios kilos le vendría genial para el nuevo amigo.

Todo seria negociarlo con el animal si las cosas salen bien. La idea de pescar en ese momento era mucho más tentadora que volver a la jungla, y con algo de suerte mucho más fácil con un Rey Marino de su lado.- ¿Alguien quiere pescado? -Y sabe de sobra que todos los felinos, incluso el de arriba, están felices de escuchar esa frase.

El problema es que nuestra dama de las arenas lo sabe, es el momento de pasar a la segunda fase, es momento de volver a beber el maldito caldo de serpiente. Y aunque no sabe exactamente la razón de que se haya empeñado en algo así, sabe que tiene que ver con que el veneno sea algo que ha matado a la gente de su familia durante generaciones, pero después de todo, es la manera amable que tiene el desierto de matar a la gente, sobretodo a la realeza.

Habían tenido suerte. Poco a poco, lograron llevar al felino hasta la playa. Empujarle por la rampa para que subiera hasta la cubierta fue algo un pelín más peliagudo, pero eventualmente tuvieron éxito. Una vez estuvo colocado Lys le pidió a Freites que revisara los vendajes, para asegurarse de que todo iba bien. No parecía sangrar, pero no estaba de más asegurarse. Su mayor problema ahora era que parecía hambriento y aunque la pirata fue a la despensa del barco para ver qué podía darle, tampoco quería sacrificar toda su carne y darle algo que quizás le sentaría mal. Prefería aguardar al regreso de Yasei para no meter la pata.

Mientras esperaban, aprovechó para darle mimos al gigantesco gato y de paso hablar tanto con la amazona que se había quedado como con Freites. A ella tampoco le gustaba nada que el vicealmirante que le había herido quedase impune.

-Si puedo evitarlo, preferiría no meterme en líos con la Marina. Sé de sobras cómo de poderosos pueden ser sus altos cargos y nosotros acabando heridos no ayudamos a nadie. Me encantaría vengar a este animal, pero sé que no es inteligente. Por otro lado – añadió mirando fijamente a la amazona- si por culpa de esta decisión la Marina va a por vosotros os aseguro que seré la primera en defenderos y ahorraros el conflicto. No vais a sufrir por esto, ni vosotras ni vuestra reina. Os lo aseguro.

Si Yasei necesitaba ayuda con las huevas, se adelantaría con Jade para prestársela y ayudarle a regresar al barco. ¡Bebés de Rey Marino! ¡Qué maravillosa noticia! Cuando por fin se reunieron todos, no podía estar de mejor humor. Se despidió de la dama con un cariñoso abrazo, no sin recordarle que estaba a un toque de den den mushi para cualquier cosa que decidiera. Ahora, sin embargo, era el momento de afrontar la misión principal que les había llevado hasta ahí: conocer a la reina de las amazonas.

Aguardó a que Freites, su súper ave y la amazona que les había acompañado estuvieran listos y partirían por la jungla hacia el campamento de las Kuja, dejando que la amazona les guiase. Todavía no tenía muy claro cómo se desenvolvería todo una vez llegaran allí, pero estaba ansiosa por conocerlas a todas y descubrir cómo era el lugar… y la reina.

El recorrido resulto ser bastante calmado al momento de regresar al navío. Alpha todo el tiempo se mantuvo alerta en cuestión de mantener la salud del animal estable, esa era una tarea que dependía de dos factores: su habilidad como montaraz y la fuerza de voluntad de aquel enorme felino.

Una vez terminada la tarea de subir al animal en el barco, Alpha observaba como su maestra le daba mimos con mucha ternura. Ella era así después de todo, tenía amor por los animales.

-Si fuera por mí ya estaría muerto.- Fue lo primero que salió de la boca del pequeño pirata cuando Lysbeth termino de decir aquello.- Pero también te entiendo maestra… pero no estarás sola si algo sale mal. Además, en natural para nosotros estar con contra de tanto “azulejo”

Por otro lado, el pequeño gran gato tenía otro problema que atender: su apetito. Observo a Lys poner cara preocupación. Pero no contaban con que el pequeño herrero tenía una manera de solucionarlo, bueno… intentar solucionar el problema.

Si mal no recordaba en pequeño, una cubeta le había pegado en la cara cuando llegaron a la isla, y donde tienen una cubeta tienen una caña de pescar, es un barco después de todo. Buscando por todo el lugar por un rato, una vez encontrada la herramienta y la carnada, se dispuso a pescar en la orilla del barco con tranquilidad, utilizando todo lo aprendido en aquella tarea donde conoció a esa monja: Abby. Alpha había escuchado rumores sobre ella y como crecía con velocidad en el mundo de la cacería, vamos es un poco difícil no enterarse sobre una monja que fuma mucho.

-Pescar es vida… - Y sí que lo era. La paz y la tranquilidad que esta actividad causaba sobre el pelilargo era enormes. De hecho, podríamos decir que logro calmarse un poco y sentirse un poco mejor. Replantearse todo lo que ha ocurrido hasta ahora y sacar una que otra conclusión y saber cómo actuar o, mejor dicho, saber cómo no actuar.

Pescaría lo que hiciera falta para calmar el hambre del gran gato. También pescaría de más para reabastecer los suministros del barco y que Lys no tuviera que preocuparse un tiempo por comer. Bueno, dependía de tres factores: Uno, cuanto come aquel gatillo. Dos, cuán grande era el refrigerador de Lysbeth. Y tres siendo este el más importante, correr con suerte y que la maza de agua donde se encuentran tenga peces. Incluso le daría algún pescado a Suzaku, ella también debe estar hambrienta. Lo correcto es dividir en parte iguales todo lo que se logre pescar.

Era momento de ponerse en marcha una vez sus tareas que el mismo se impuso finalizaran. Levantaría una ceja al enterarse que el rey marino resulto ser reina marina. Por otro lado, algo no andaba bien, algo no cuadraba del todo, eso era lo que sentía el joven rey de la forja. Y el chiquillo estaba tratando de descubrir una y otra vez cual era ese factor que no le cuadraba.

Zaina:

• Por partes, como Jack el destripador dijo: lo primero es que no necesitas ayuda con los huevos. Tus felinos son lo suficientemente grandes como para llevarlos sin problema, además de que con un buen amarre y el cuidado con el que andan no tiene por qué pasar nada. Una vez llegas al campamento puedes notar algo de lejos: cómo suena una serpiente marítima feliz. Si tiene algún sonido, o expresión corporal... Lo puedes notar. Una vez colocas los huevos delante de ella parece guardarlos como un tesoro y se sumerge con estos, llevándolos con la cola en espiral. Vuelve al rato con lo que parece ser un rey marino de categoría menor: quizás pueden sacarse varios cientos de kilos sin problema. De hecho, no es lo único que trae: también tiene algo que ha podido agarrar con un colmillo. Un aro de oro gigante que puedes llevarlo casi como un cinturón. A lo mejor tiene un uso, o no, pero pesa bastante y te queda algo grande. Lo que sí puedes notar es que está muy agradecida y parece que con su debido cuidado, lograrás amaestrarla sin problema.
  
  Todos los felinos comen y quedan bastante saciados, evitando que te llenen de pelo y que se pongan pesados. Parecían ya tener hambre como para rogarte con miradas constantes, poniéndose por en medio de tu camino hasta que les hicieses caso. Alguno que otro está tirado en el suelo, mostrando la panza hacia arriba para demostrar que están muy cómodos. El nuevo integrante parece comer con algo de recelo, pero acaba cogiendo confianza y devorando lo que queda de rey marino. Te has quedado sin comida que dar, pero por lo menos has alimentado a tus niños. De hecho las heridas de la esfinge parecen estar ligeramente mejor, pero necesitarán un cuidado constante para que salga de esta. Si no se tratan acabarían infectándose y, a pesar de que las ensaliva de vez en cuando, no es suficiente.
  
  En cuanto al caldo de serpiente, este vuelve a sentirte como una patada. Quizás deberías de descansar un poco o reducir las dosis porque tienes la ligera sensación que, si sigues ingestando tales cantidades de veneno incluso aún estando diluido y tratado, vas a acabar como tu familia de Arabasta. Por lo que poco más puedes hacer a parte de tener que vomitar lo que has comido. Eso sí, ¿qué le pasa a tus uñas? ¿Antes las tenías pintadas de negro? Porque ahora están de ese color. ¿Qué raro, no?
  

Lysbeth, Freites:

• Freites, pescas dos kilos a lo largo de una hora y media, pero por lo menos puedes darle a Suzaku un buen festín. Y bueno, para qué mentir, vosotros también. Si queréis, claro. Y también otra lonja para el vice-almirante, ¿te apetece darle tú su última cena?
  
  Llegáis hasta donde estaba el campamento improvisado pero ya está desmontado y sin rastro. Puede llegar hasta ser increíble: todo está colocado de tal forma que parece que nadie ha estado en el lugar. Desde la maleza al follaje, incluido restos de comida o tierra pisada. No hay nada de lo que tirar. Por suerte decidisteis pedir que una de las amazonas os siguiese, por lo que
  
  —Sí, podéis guiaros por aquí. Tenemos varios caminos ya marcados con señas en cepas de árboles. Solemos orientar la maleza para esconderlos parcialmente, pero si os fijáis —se acerca a un tocón y se agacha, apartando varios arbustos y señalándoos una flecha—, veréis que sabemos por dónde vamos gracias a esto. Además de una simple cosa: las estatuas son el centro de la isla, por lo que si os subís encima de un árbol lograréis orientaros fácilmente.
  
  Continuáis vuestro camino, con la misma complejidad y factores que parecen no separarse de la isla: humedad, bichos, ruidos de lo más peculiares... Además de que llegáis a un punto en el que la maleza está colocada estratégicamente para que una persona regular se pierda. De hecho, parecen tenerlo todo muy bien preparado para la gente que sea fuera del clan de las amazonas: no tardaréis en ver desperdigados algunos que otros restos de huesos humanos. Además de trampas que también os aconseja evitar, explicándoos el fundamento: hay cuerdas con lianas atadas a las bases de los árboles que accionan otro tipo de trampas. También setos con follaje desperdigado por el suelo para caer a trampas con pinchos. La selva es un lugar bastante peligroso llegado a este punto, por lo que con extrema precaución podéis ir continuando.
  
  Acabáis viendo una vez más algo que puede distinguirse de verde: un risco. Alrededor parece haber una especie de fuerte con edificios construidos en las mismas paredes, formando un círculo gigante con varios niveles por los que se pueden andar. Tirando hacia el centro, montaña adentro, se puede ver una organización de los edificios más conjunta, casi simulando manzanas. Y detrás de todo ese conjunto, otro círculo de piedra gigante con más desniveles: la arena. Al fondo de la montaña, incrustado en la pared, un hermoso palacio. Encima por los colores —blancos y rojos— puede notarse que la arquitectura está ligeramente avanzada para una tribu de amazonas. Lamentablemente solo las vistas se pueden disfrutar. Varios grupos de amazonas vienen hacia el lugar, rodeándoos casi como la primera vez.
  
  —No no, tenemos que hablar con la líder de mi grupo de exploración. Son de confianza —exclamó la chica que os guiaba—. Por lo que no hay problema ninguno, además... ¡Mirad la belleza de esa mujer! ¡Nos han ayudado con el rey!
  
  Observan brevemente a Lysbeth pero no parece surgir mucho efecto. A pesar de que se sientan afectadas por los rasgos físicos de la morena, el sentimiento de peligro y de que un hombre está a su lado les pueden. Además de un último detalle que menciona una semi-gigante, colocándose justo delante de vosotros. Puede verse como una persona de lo más fuerte y robusta, además de tener una capa con un entallado más detallado entorno a las joyas.
  
  —No ha vuelto todavía el grupo de exploración. Por lo que hasta que no aparezca, estas personas son sospechosas. Encima venís con un hombre... ¿No tenemos que aguantar suficiente ya con los marines, hermana?
  
  Vuestra guía baja la cabeza y no sabe qué decir. Parece ser que os la destinaron porque querían deshacerse de ella, ya que no sabe desenvolverse bien sola.
  

La clara sensación de que está haciendo muchas cosas bien y a la vez, está haciendo muchas cosas mal le golpea como una patada en el estómago en cuanto mira aquellas uñas negras, chasqueando la lengua. Va a tener que hacer aquel proceso de una forma más lenta, volver a inyectar aquel veneno en animales que lo puedan digerir y luego comerlos, la otra opción era colar aún más aquel endemoniado caldo.

No vamos a negar que se sorprende con todo lo pasado con su animalito marino, el aro de oro y todo lo demás le hace sonreír, incluso el pequeño sacrificio que le trae- Es precioso cariño, tienes un gusto exquisito.- Se lo coloca en la cintura, luego cuando calmadamente acabara con sus tareas usaría sus utensilios de joyería para saber si aquello tenía algo especial guardado.

Tras asegurarse de que todos sus niños estaban alimentados y de que la señorita marina descansara correctamente, comenzó a cambiarle las vendas al animal herido. Con algo más de confianza comenzaría a quitarle las sucias, a volver a colocarle unas limpias tras dejarlo lamerse y repetir.- Buen chico, de esta manera no debería dolerte tanto.- La posibilidad de ponerle un cono gigante era interesante, al menos se aseguraría que no metiera la lengua donde no debía. Pero por dignidad del animal gigante mejor no intentar ninguna locura demasiado excéntrica. Esperaba que tras la comida, el cambio de vendas y todo aquello comenzara a sentirse más cómoda. Cuando acabara de sentirse cómodo y aceptara todo aquello, podría dejarle más libertad.- Que quiera domesticarte no significa que quiera quitarte tu libertad, significa que quiero que la compartas conmigo y la pases a mi lado.- Tras sus palabras, esperaba poder dejarle una suave caricia en el lomo con la palma de la mano y volver al trabajo.

Mientras dejaba el pescado en el fuego con una reducción de caldo de serpiente venenosa, esperaba finalmente encontrar la forma de manejarlo. La carne y el calor evapora parte del veneno y aunque este sigue presente en el pescado, sabe que de esa forma controlar sus efectos adversos es mucho más sencillo.- Espero que solo sea temporal...Aunque nada de morderlas ni usarlas para rascar a los niños.- La posibilidad de que aquellas uñas pudieran resultar peligrosas para ellos o para ella estaba patente.

Finalmente cuando la noche llegara y la carne estuviera lista, taparía y cubriría a todos los animales, tras comprobar que el estado de las heridas del minino era el adecuado, que las plantas y todo le ayudaban, se sentó en la cocina. Mientras esperaba a que la comida se enfriara usaría el regalo de Yarmin para observar el aro que aquel rey marino le había dado, con un poco de suerte no acababan las buenas sorpresas.

Luego se pondría a comer y finalmente a dormir, le esperaba otro día de infierno y otra noche movida.

La lección de orientación de la amazona fue simplemente impecable. Por un momento se había alarmado al ver que el campamento ya no estaba. Parecía que nunca hubiera estado, pero Lys sabía que habían acampado justo en ese punto. Al parecer, sin embargo, era lo normal. No pudo si no admirar las prácticas de las amazonas y asentir con interés ante cada explicación. Increíble, sin duda alguna. Tomó buena nota, sabiendo que podía llegar el momento en el que necesitara servirse de esas señales. No se le daba bien orientarse y cualquier truco que le ayudara era más que bienvenido.

Cuanto más se acercaban, más variopintas se volvían las recomendaciones. Desde ''súbete a un árbol para dirigirte siempre hacia las estatuas'', pasaron a ''no pises ahí, esa trampa te segará el pie'' y ''cuidado, casi pisas la calavera''. Había numerosas trampas y huesos humanos desperdigados cuidadosamente para advertir a cualquiera de que… bueno, de que iba por buen camino en realidad. Ningún idiota se perdería en la jungla de aquella isla por casualidad y cualquiera que fuera buscando a las amazonas entendería que los huesos humanos no habían sido puestos allí accidentalmente. Sin embargo, se abstuvo de decir nada y poco después llegaron a su destino.

No se contuvo, abrió la boca con asombro y miró a todas partes, deleitándose con lo que veía. Había casi aparecido de la nada, pero estaba muy bien organizado. Ya solo el palacio… ¡incrustado en la pared! ¿Cómo habían conseguido hacer algo así? Era alucinante.

-Freites, estas mujeres… son asombrosas. Es… increíble.- Musitó por lo bajo, encandilada con todo lo que había a su alrededor.

Por desgracia, en seguida tuvieron que centrarse en todas las amazonas que se congregaban a su alrededor. Frunció el ceño al oír que el grupo de exploradoras no había llegado todavía. Las habían mandado hace unas horas y la otra amazona le había prometido llevar su mensaje. Claramente conocían la jungla como la palma de su mano y no tenían motivos para engañarles. Sintió una corazonada horrible en la boca del estómago. ¿Les habría pasado algo?

Erguida y orgullosa, preocupada hasta la saciedad, avanzó con decisión hasta hincar la rodilla delante de la semi-gigante que les estaba cuestionando.

-¡Mi señora! Nuestra acompañante no miente y puedo probárselo. Mi nombre es Lysbeth Ardian y he venido a esta isla en compañía de dos personas, con el propósito de conoceros a vos y a vuestro pueblo. – Levantó la mirada, posándola con intensidad en la mujer. – Os admiramos enormemente y lo último que queremos es causaros problemas. El rey de la selva se encuentra ahora mismo a salvo en mi barco y la marina ya no tiene razones para volver a molestaros. Lamentablemente, no podemos devolvérselo. Cuando le encontramos, estaba lleno de heridas; todavía tenía dagas clavadas. No dejaré a un animal a merced de quien lo estaba maltratando. Sin embargo, eso no es lo más importante ahora. Cuando lo trasladamos a mi barco, mandé a dos amazonas de vuelta aquí, con pruebas de lo que decía. De esto hace horas y todavía no han regresado. Tengo miedo de que algo pueda haberles sucedido, pues sé que son exploradoras natas y deberían haber llegado sin problemas.

Se incorporó, dando un paso atrás para dejarle algo de espacio y cogió el den den mushi. Marcó el número de Yasei y lo puso en altavoz, para que toda aquella que les escuchaba pudiera oírlo.

-Amor, necesito un favor. ¿Puedes decirle al rey que me salude? Hemos tenido un pequeño contratiempo.

Aguardó a oír a la bestia antes de sonreír y agradecérselo. Le pidió que mimara a todos los gatetes de su parte antes de colgar y volver a dirigirse a la semi-gigante.

-El hombre que me acompaña no es una amenaza. Las respeta tanto como yo, quizá más. Él mismo puede explicárselo. De momento, estoy a su merced. Si no me cree, le guiaré yo misma hasta mi barco para que pueda ver al rey y sus heridas, así como a la joven que lo está curando. Pero no sé dónde pueden estar las amazonas a las que pedí que volvieran y me siento responsable. Me gustaría hacer algo al respecto y encontrarlas, pero no conozco la isla tan bien como vosotras. Por ello, me pliego a sus deseos. Mis armas y mis habilidades son vuestras. Por favor, utilícelas con sabiduría.

Al acabar, cambió su seriedad por una enorme sonrisa confiada. No quería utilizar sus poderes con ella, pero se aseguró de que todas se sintieran un poquito intrigadas por Freites. Si intentaban hacerle algo tendría que cortar un par de manos y no quería dar por perdida la diplomacia todavía.

La expresión: barriguita llena, corazón contento es una muy conocida en el mundo, y obviamente aplica en esta ocasión, Suzaku se encontraba más feliz que nunca. Ver a su compañera comer y estar feliz es algo que el pequeño herrero disfrutaba, después de todo ella también forma parte de su familia.

Luego, era momento de partir. Alpha cabalgaba y se mantenía bajo la expectativa de que cualquier cosa podía ocurrir, y claro que pudo ocurrir algo interesante o al menos para este lo era, el campamento del grupo de amazonas había desaparecido sin dejar rastro. – Interesante… - Dijo el pelilargo. Era primera vez en su vida que observaba algo así ocurrir. Definitivamente estas mujeres estaban hechas y criadas para la batalla y el pequeño cada vez estaba más interesado.

Por otro lado, el asunto de la humedad y los bichos ya comenzaban a ser algo molesto, así que el joven rey simplemente comenzó a calentar un poquito las cosas, lo suficiente como para mantener a los bichos alejados y que Suzaku no se molestara con la humedad. El herrero pregunto a su compañera plumífera que si el calor le molestaba, pero ella negó con la cabeza, así que todo estaba bien.

La manera en la que las amazonas tenían todo planeado para hacer perder a los extrajeron era… ¿Bastante buena? ¡Bah! ¿A quién intento engañar? Era magnifica y el chiquillo lo sabía. Siendo más que honestos, Alpha en su vida habría imaginado que la naturaleza misma podría ser utilizada de esta manera, el chiquillo estaba acostumbrado a simplemente mandarlo todo al carajo. Destruir y fundir todo lo que se interpone en su camino. Resultaba interesante ver como sus ojos observaban con fascinación y admiración todo lo bien elaborado que estaba todo. Un día mas que se vive. Un día más en el que se aprende algo.

Al fin llegaron, y un suspiro fue lo primero que ha salido desde lo más profundo del corazón del pequeño. ¿Qué era esto? ¿Que era esa sensación que sentida el joven rey de la forja en el fondo de su corazón? Yo lo se, ¿Quieres que te cuente? Pues te lo diré, se trata de amor. Y no amor por una persona o por una mujer, por supuesto que no, se trata del hecho de que Alpha había caído en amor profundamente con lo que sus ojos estaban observando: una ciudad de guerreros. –¿Ahora entiendes por que deseaba venir aquí? –Dijo a su maestra – No existe nada más bello en este mundo que una ciudad creada con el corazón de un guerrero. – Tanta belleza hizo que una lágrima se le escapara y, al darse cuenta, él la limpio inmediatamente.

Pero todo no podía ser color de rosa ¿Verdad narrador? No, por supuesto que no. Las malas noticias pronto llegarían, y el otro grupo de las amazonas estaba perdido y de nuevo el default de ser hombre lo ponía en problema, al menos el pequeño ya daba por hecho ser sospechoso simplemente por haber nacido con ese género. Si supieran que este chico de humano tiene poco, pero lo mas probable seria que fuera tratado como un fenómeno si el les contara “la verdad”

Lysbeth fue rápida, eso era de admitirse. Ella no dudo ni un instante en arrodillarse y bajar la cabeza. El joven rey de la forja siguió el mismo camino, no dudo ni un instante de bajar de su montura y colocar ambas rodillas en el suelo y apoyando sus manos en la superficie para luego inclinar su cabeza. Si algo ha aprendido de todo estos es que si ellas no te piden hablar, no lo haces. Son sus reglas, son sus leyes y deben ser respetadas. Ya el contestaría preguntas si la mujer gigante lo pedía. Y en tal caso que le tocara batallar, él siempre estaba listo para ello.

Zaina:

• Las uñas negras no parece ser el único efecto adverso tras ingerir otra dosis: te puedes sentir ligeramente más débil, como un peso por encima de todo tu cuerpo. Esta vez tu visión se mantiene intacta y no sientes las nauseas recorrer parte de tu garganta, tampoco la sensación de ardor en el pecho y acidez en la boca. Simplemente, no te sientes bien pero tampoco parece algo de lo que preocuparse activamente. Quizás con un poco de reposo se te pase, o no. ¿Pero lo más extraño, qué les pasan a tus uñas? Ya no son negras, vuelven a ser normales.
  
  El animal parece más calmado: esta vez no te golpea con el rabo ni hace movimientos agresivos. Su lenguaje corporal te enseña claramente que aún se siente a la defensiva, pero por lo menos los vendajes han detenido las hemorragias. Seguramente necesite reposo, el suficiente como para poder moverse libremente. Pero parece que todavía hay algo que le causa dolor o le inquieta, ya que de vez en cuando gruñe. E incluso ronronea: pero no de placer, sino de dolor. Algo como más intenso e interiorizado, intentándote dar alguna pista.
  
  Una vez usas el artilugio del hombre encantador, puedes ver algo muy claro: parece ser que llevaba poco en el agua, ya que no hay signos de corrosión. Encima otra cosa también te puede rechinar: está compuesto de veinte kilates de veinticuatro, lo que se traduce como una gran pureza. Lo que quizás no puedes identificar es el resto de la aleación: parece un metal pesado, y al haber tan poco quizás necesitarías más tiempo y comparativas para saber exactamente qué es. Lo curioso es que parece relucir más de lo normal si lo miras fijamente. A más centras tu concentración en él… Un pequeño destello ocurre. Y no te ha quemado las retinas, pero duele. Seguramente estés unos segundos frotándote los ojos.
  
  ¿Qué cosa más extraña, no?
  
  

  Aclaración:

Lysbeth, Freites:

• La semi-gigante se centra en ti. No de una forma normal: cierra brevemente sus cuencas y después abre los ojos, con un brillo muy característico en ellos. Como la estás mirando fijamente, no tardarás en darte cuenta de que te ha analizado. Chasquea la lengua por un momento y se le ve dudosa: te está prestando atención, pero se ha tensado demasiado cuando has dicho que el rey no va a volver. De hecho, todas las personas que os rodean dan un paso hacia atrás, casi sin creerse que hayas desafiado a la tribu dentro de su propia ciudad. Porque, aún con tus intenciones, decir que no a una petición es un desafío. Por lo que se lleva la mano al mentón y frunce el ceño. Se le ve por un momento que chirrían sus dientes y acaba mirando muy mal a Freites. Hay algo que la está frenando ahora mismo de no tomar una decisión fatídica, casi como alguien intentándose contener de no pegar un puñetazo a algo.
  
  —Pasa a palacio, la reina te atenderá personalmente. Pero el niño se queda aquí. Mientras tengáis al rey, nosotros le tendremos a él. Por lo menos hasta que lleguéis a un acuerdo —levanta la mano y después la baja rápidamente, ordenando a todas que bajen las lanzas—. Se va a encargar personalmente de encontrar a las desaparecidas. Si no las encuentra antes de mañana por la noche, irá a la arena. Es la única forma de la que nos podamos fiar de un hombre en esta ciudad.
  
  Varias de las amazonas ríen pícaramente: se nota que la decisión de la semi-gigante ha sido con malicia. De hecho, es un buen momento para demostrarle realmente lo que vales. Freites, nadie te toma en serio. De hecho, ni siquiera te miran. Solo están mirando a tu compañera, la cual está allanándote el camino como puede. Si realmente tenías las intenciones de destacar con un perfil bajo no llegarás a ningún lado. ¿Quien no arriesga, no gana, no? Así que tienes que decidir, y tampoco te puedes parar a discutirlo. De hecho, aprovecha para mirar o decirle algo a tu compañero, porque parece ser que es ella la que tiene la última palabra.
  
  A partir de aquí tenéis dos opciones: entregar a Freites o no. Parece ser que, a pesar de la reciente ira de la semi-gigante, se le ve una persona honesta. Y las mujeres de la tribu Kuja tienen fama de ser personas medianamente honorables con su palabra, o por lo menos habéis podido ir comprobando desde que habéis llegado y socializado con ellas.
  
  Si entregas a Freites, tendrás paso libre para llegar hasta palacio, escoltada por la semi-gigante. A Freites se lo llevarán exactamente por el lado contrario, dirección hacia la selva.
  
  Si no entregas a Freites, tendrás que discutirlo en el lugar junto a él.
  
  

  Aclaración:

-Tengo que estar loca.- Lo admite, no está en posición de negar nada de aquello, por eso simplemente le quita los grilletes a nuestro gigante amable y lamenta no ser capaz de entenderlo tanto como Lys. Pasa sus dedos por su melena, mientras le mira con cierta pena por aquellos ronroneos rotos y adoloridos.- ¿Te duele algo más? Guíame un poco…- Empieza a palpar con cuidado zonas de su cuerpo, esperando le indique algo más concreto, si era emocional o algo más sentimental iba a ser un dolor de trasero. La otra opción era traer a Jade y que hiciera de traductora o intermediaria, ellas dos se entendían mejor que nadie.

Jade se acercaría con calma, moviendo la cola mirando a su nuevo compañero mientras intentaba que le dijera que pasaba para así poder decírselo a su ama. La cual había decidido que por hoy al tema del veneno le iban a dar un poco por saco.- Hoy descansamos… Tengo algo de mareos.- Notaba los brazos fallarle, un ligero mareo que hacía que de vez en cuando se agarrara en Mustafá para caminar. Era un dolor que venía de adentro y era consciente que aquello era lo peor que podía pasarle. Al final decide comer algo de sopa normal y corriente, calentita y con mucha carne para que caiga pesada en el estómago y digiera más rápido aquel veneno para intentar descansar.

Aunque mientras miraba aquello que le había regalado su nueva amiga, nuestra gata del desierto se encontró cegada por algo que brillaba más que el sol de su tierra natal.- Joder, maldita sea.- Pestañeó varias veces intentando recuperar la vista, mientras el pobre de Rouge se acercaba preocupado al verla andar a tientas por la cocina, agarrada a Mustafá para ponerse algo de agua en la cara.- Señor, que se calme un poco la cosa o me voy a morir por el camino.- Después de aquello, simplemente vuelve con Jade y su nuevo amigo, esperando ver si hay algún cambio o si su amiga puede decirle algo.

Le mima el lomo a la pantera que emite un sonido de gusto, mientras espera saber algo más de la condición de su nuevo amigo. Tal vez pronto deba ver el estado en el que avanzan las heridas y comprobar si puede hacer algo más por él. Luego de darle mimos a su pequeña, se acercó a él, suspirando.- Quiero hacer algo más por ti…¿Pero el qué? -Ese era el jodido problema.

No era tan sencillo saberlo como intentarlo.

No tenía ninguna duda, aquella mujer le estaba evaluando. Sin embargo, no iba a perder ningún tipo de concurso de miradas. Tenía muy claro por qué estaba ahí y no pensaba irse sin haberse ganado el respeto de toda esa tribu.

Por desgracia, por lo visto no iba exactamente por el buen camino. Estaba convencida de que agradecerían librarse de la amenaza de la marina, por lo menos las amazonas que nos habían acompañado me habían dado esa impresión. Pero eso no cuadraba con todo el mundo dando un paso atrás tan pronto lo mencionó.

Instintivamente Lys se movió un paso a la derecha, interponiéndose sutilmente entre la mujer y Freites. Por la cara que estaba poniendo capaz le pegaba un puñetazo a alguien y dado que era ella quien había metido la pata, prefería que no lo pagase con el chico. Por suerte, al final decidió otra cosa. Lys escuchó sus peticiones y meditó un par de segundos antes de asentir con la cabeza y girarse hacia Freites. Le observó un instante para asegurarse de que estaba de acuerdo, antes de sonreír y ponerle la mano en el hombro.

- Ellas no te conocen, así que por favor, no les culpes por esto. Es una gran oportunidad. Me preocupan esas mujeres, temo que algo les haya pasado. Los dos sabemos que deberían haber llegado. Sé que puedes encontrarlas. Ve y demuéstrales a todas de qué estás hecho. Sin embargo, prométeme que si algo va mal avisarás a Yasei para que vaya contigo. Esta misión no es tan importante como para perder la vida, ¿de acuerdo?

Bajó la cabeza en señal de respeto hacia él, esperando que eso les dejase claro a todas lo que pensaba de Freites, incluso si no eran capaces de compartirlo o entenderlo. De hecho, asumía que el gesto no haría maravillas por su reputación, pero no le preocupaba. Tenía toda la intención de arreglarlo. Vio cómo se lo llevaban y por un momento no pudo preocuparse, pero se forzó a ser positiva. No era ningún niño, sabía que podía con un encargo así. Y ella, entre tanto…

-Estoy lista.

La mujer le escoltó hasta palacio. Justo antes de entrar, siguiendo una corazonada, se dejó suelto el pelo y se arregló brevemente la ropa. Era hora de tratar con la realeza y tenía que dar una buena impresión. No sabía cómo sería o con quién se encontraría, pero iba a dar lo mejor de sí misma.

Así que… ¿Una prueba? Nada mal, definitivamente no estaba nada mal. El hecho de tener una pequeña oportunidad de probarse a sí mismo y quizás sumado el hecho de que sería una oportunidad de demostrarle a todas que el no era alguien a quien deberías tomar a la ligera. Pero de igual manera, nuestro pequeño protagonista tenía que mantener el perfil bajo aquí, seguir manteniendo la calma y simplemente asentir a todo lo que le digan, eso incluía el hecho de tener que regresar a la jungla.

-¿Culparlas? ¿Por qué he de culparlas de dudar de mi o de ti, maestra? –El chico solo sonreria amablemente, mirando a su maestra con mesura. – En el mundo de donde yo provengo, esto no es nada. Además, la jungla sienta muy bien para Suzaku ¿Verdad hermosa? – Cuando el pequeño se volteo a preguntar a su compañera, ella comenzó a picotear un poco la cabeza del herrero. Alpha se sujetaría de su pico y para luego ser elevado hasta llegar al lomo de la súper ave. – Además… la guerra nunca termina.

Por otros lado, era momento de plantearse otra cosa mientras la búsqueda comenzaba. Si mal no recordaba Alpha, Lys le había enseñado el concepto básico sobre el Haki de armadura. Para su suerte el ya lo había despertado y solo le tocaba entrenarlo un poco. Así que por el momento, indicaría a su compañera Plumifera que siguiera a las damas mientras el se concentraba en al menos cubrir su mano derecha con la armadura negra.

"Si mal no recuerdo, Lysbeth me habia dicho en esa isla que tenía que imaginar un traje o armadura cubriendo mi cuerpo, pero en este caso creo que estaría bien comenzar con mi mano. Concéntrate Irkenox Alpha... Relajado... Siente la energía como aquélla vez que casi mueres en Hallsat. Solo, recuerda "

Zaina:

• El animal sigue en el mismo estado, algo alicaído y aparentemente empieza a descansar un poco. Relaja su lomo y se tumba hacia un lado, sin enseñarte la tripa pero en una posición en la que no te atacará. Gruñe por lo bajo y sigue ronroneando, empezando a lamerse algo desganado una pata y a llevársela a la frente. Si se la revisas, notarás que tiene algo de fiebre, ya que el calor residual de la zona es mucho más alto que el corporal restante. Intoxicación por algo, quizás también. Tiene una baba de un color un tanto raro, escapándosele sin que él mismo pueda retenerla. Apoya la cabeza y cierra los ojos algo indeciso, aún con la presencia de Jade. Mientras te vas, parece tomar el rol de la protectora de él tal y como le has sugerido. Que lo agradezca o no más tarde es cosa de tiempo.
  
  Cuando vuelves a comer, notas una pesadez de lo más característica en el estómago. Desde la boca hasta casi el intestino, como que algo no va bien. Quizás los sólidos no te están sentando de la forma que deberían, los cuales acabarías vomitando en el lugar de tu elección tras separarte del rey. La cosa es que el líquido que sueltas no es normal: en vez de tener el color y olor característico de la bilis, es negrizo con un aura reluciente muy tenue. Además de que huele de forma muy ácida, muy parecido al limón. Es más agradable que la bilis, por lo menos. Entre los restos puedes ver la carne y algo de sangre: muy seguramente se te esté creando una pequeña úlcera en el estómago por repetir demasiado el proceso. Por lo que necesitarás unos días de descanso o encontrar otra forma de administrarte el veneno que no sea en base a ingerirlo. Además de, por sentido común, estar lo más hidratada posible y evitar las comidas copiosas.
  
  Una vez vuelves Jade parece estar lamiendo la frente del rey —al cual no le has puesto un nombre todavía y podrías irlo pensando—, tratándolo lo mejor que puede. Por lo menos dentro del ámbito felino, claro. Tiene una pata rodeada por encima de su cuello para evitar que se mueva y al macho no parece disgustarle demasiado. Reacio al principio, parece que han hecho migas por ahora. Quizás lo mejor sería hablar un poco con Jade y ver qué te puede decir sobre el animal. Porque por ti o por el rey marino, no puedes hacer mucho más que dejar el tiempo pasar o reunirte con tus compañeros por ahora.
  
  

  Aclaración:

Lysbeth, Freites:

• Tras hablar, tenéis una de las primeras noticias desde que estáis aquí. Os podéis sorprender si queréis: Alpha es interceptado. La semi-gigante esboza una sonrisa y después señala a palacio, haciendo una pequeña reverencia. Su postura está mucho más relajada y el rostro deja de estar tan fruncido y de pinta de malos amigos. Ahora está normal, casi serena. No hace falta deducir mucho como que os ha probado, porque tras cortaros y reuniros otra vez, de detrás de uno de los edificios sale el grupo intacto. Esto hace que vuestra compañera amazona se sorprenda por un momento y suspire aliviada.
  
  —Actos como estos hacen que podamos confiar por ahora en nosotros. Espero que el mal trago merezca la pena —os explica, mientras saca de su cuello un colgante con un colmillo de lo más grande y ofrece ponérselo a Lysbeth—. A partir de ahora te llamaremos como Naitorōzu, la rosa de la noche.
  
  Todas las mujeres de alrededor parecen sorprenderse por el mero hecho de escuchar el apodo. Entre todas las que se han ido formado a vuestro alrededor, sale una empujando a otras. Alta, de dos metros y medio, con una lanza de una calidad excelente. De hecho tiene una hoja negra de color azabache, la cual puede verse como un arma totalmente inusual en comparación a las de las otras amazonas.
  
  —¿Una simple extraña se ha ganado el apodo de la rosa? —Replica la mujer, la cual ahora que ha llamado vuestra atención podéis fijaros en sus rasgos: melena rubia que le llega hasta la cintura. —. ¡Yo solo tengo el de flor! ¡¿Encima hay un hombre?!
  
  El viento se agita por un momento alrededor de todas las amazonas y varias caen al suelo de rodillas, incluida la que os acompañaba. La líder parece abrir ligeramente la boca y sorprenderse igual que las demás: si sabéis lo qué es el haoshoku, esa persona lo acaba de despertar. Las que no están de rodillas pasan a arrodillarse y a estirar los brazos en el suelo.
  
  —Hablaremos esto después, Hana —le replica la semi-gigante a la rubia—. Primero guiaremos a Naitorōzu y a su pequeño acompañante hasta Hibe-sama.
  
  El palacio no está demasiado lejos, es más, podéis notar un olor de lo más característico invadir el ambiente. El del incienso. Tras subir unas escaleras de madera, todo el pavimento deja de ser camino de tierra y pasa a baldosa de mármol, la cual está conectada al gran edificio. Camináis un rato, en el que Alpha parece estar concentrado en hacer algo. El saber qué es el haki en general ayuda y sobretodo si ya está despertado, pero no parece pasar nada. Si pasase algo, tampoco lo notarías directamente, ya que no entiendes o sabes cómo es la sensación real de controlarlo. Pero oye, quedan unos minutos para llegar a palacio y al lado tienes a una experta en el haki en general. A lo mejor Lysbeth se ha podido dar cuenta de lo que intentas y te puede dar algún consejo, o tú pedírselo para ver cómo puedes mejorar. Pero no será fácil: el camino del haki es muy complicado y necesita mucho trabajo.
  
  Tras caminar unos minutos veis que la calle deja de ser tan ancha y se va concentrando en pico hasta las puertas de palacio, las cuales están cubiertas con altos cerezos con hojas que caen grácilmente. No se puede escuchar mucho más que el sonido de una brisa, debido a la altura. Como mucho algún que otro pájaro silvestre, los cuales parecen estar amaestrados para anunciar vuestra llegada. Escucháis una pequeña melodía saliendo de los pequeños animales que os da una sensación de calma innata. El incienso también ayuda: el ambiente no está tan cargado como en el pueblo, se nota el aire más puro y con un olor a vainilla. Una vez llegáis delante de los portones, la líder de las amazonas golpea con una naginata que tiene en su espalda dos veces al suelo. Se abren y podéis ver el interior: una gran sala llena de pilares rojos, con paredes blancas y decoraciones de lo más lujosas. De hecho... contrasta demasiado con el exterior y no es difícil de adivinar que tanto los jarrones como los cuadros no provienen de la isla.
  
  Un pasillo más y llegáis a la sala principal: hay una gran alfombra roja en el suelo que lleva hasta el trono principal, el de la que llaman como Hibe-sama. La sala es lo suficientemente espaciosa como para albergar media población dentro, además de no tener nada por en medio. El suelo está pulido y limpio y en la alfombra no se puede ver mucho más que marcas de botas con algo de barro, contrastando mucho con el color rojizo de la misma. Una vez os colocáis delante, la amazona que os ha guiado hinca la rodilla y la mujer que está sentada en el trono se levanta, cruzándose de brazos y observando directamente a Lysbeth.
  
  Una vez está de pie, podéis ver que es incluso más alta que vuestra guía —rondando unos cinco metros, más o menos, sacándole de dos a tres cabezas—. Tiene una complexión totalmente trabajada, viéndose musculada y fibrosa por cada parte de su cuerpo. Unos ojos azules clavados en Naitorōzu, que acompañan un rostro con unas facciones muy finas, contrastadas por una nariz algo respingona. Podéis ver que no cuida demasiado su cabello, ya que la portentosa melena azul que tiene tiene greñas cayendo por todos los lados, las cuales coloca con un movimiento de cabeza. Las dos mujeres callan pero acaba sonriendo brevemente, rompiendo el hielo y ofreciendo la mano a Lysbeth.
  
  —Ainia Sanna, reina de las amazonas y Shichibukai. ¿Cómo tengo el placer de llamarte? Porque viendo tu cuello, ya han elegido un apodo por ti —después frunce el ceño al mirar a Alpha, pero acaba suspirando y dedicándole una sonrisa—. ¿Y tú, pequeño?
  
  —Naitorōzu —contesta con respeto, aún hincando rodilla la otra mujer. Parece no saber el nombre de Alpha o no querer contestar por él, puesto que no dice nada.
  
  —Veamos, Naitorōzu y niño. ¿Qué os trae por aquí? Tomad asiento y presentaros. Pediré algo de comida ahora y hablaremos de negocios.
  
  Da dos palmadas y rápidamente aparecen varias amazonas, ofreciéndoos unas tablas para que podáis apoyar las rodillas ahí si decidís ser respetuosos y adoptar una postura japonesa de respeto. Después colocan una pequeña mesa con un gran plato principal de pisto de verduras y patatas, acompañado de varios platos pequeños y cubiertos para que os podáis servir si decidís hablar. Ella aún no ha cogido nada, como información. ¿Qué haréis?
  
  

  Aclaración:

Agradeció haber pasado toda su vida con los felinos. La verdad haber cuidado a Jade desde que era un bebe siendo bastante joven le había enseñado que daba igual qué tan grande fuera el animal, igualmente podía ser sorpresivamente sensible. Fue por eso que a medida que pasó el tiempo entendió que Malik, nombre que le había dado a nuestro hombre ya que en su lengua natal significaba rey, había comido cosas que no debía. Había tantas posibilidades que era casi irrisorio, pero prefirió no pensar demasiado en ello. Tenia forma de quitarle la fiebre, una de sus recetas ajustaba la temperatura corporal, pero antes iba a tener que hacer algo que definitivamente no tenía pago alguno.

-Luego me ducharé.- Sacó el barreño más grande que pudo encontrar, colocándole a la altura de la cabeza del señor felino que la miro extrañado.- Jade, agárralo como puedas.- La felina colocaría la patada en su espalda, comenzando a hacer peso para cuando Zaina hiciera una de esas locuras por las que le reza a Satán, Dios o lo que sea antes. Le mete la mano en la garganta al león esperando que vomite todo el contenido de su estómago. Tiene que asegurarse de que cualquier resto de aquello desaparezca de su estómago, tenía preparada carne que había usado para el calor en caso de que la temperatura de Amazón Lily fuera demasiada para sus compañeros. Ayudaba a controlar la temperatura corporal con solo un trozo, luego de eso le daría grandes cantidades de agua. Pondría un poco de hierbas para reducir un poco el malestar estomacal.

Fue una doble curación, vomitar todo lo que tuvieras podrido en el estómago y cambiarlo por cosas ligeras y mucha agua. Intentaría ver si tenía marcas o signos de haber sido envenenado por las heridas o por alguna mordedura, si no, la única opción era algo que hubiera comido.- En cuanto me encuentre mejor saldré a cazar, si encuentro un tejón de la miel, podría apañármelas para neutralizar el veneno y no morir.- Bufa levemente, hasta que se da una ducha y se muere un par de horas, al menos hasta que su cuerpo considere que la siesta ha aportado más cosas buenas que malas. Se despierta cada hora para ver el estado de Malik y salir por la borda para comprobar que Umi está bien. Le relaja acariciar su escamosa cabeza y comprobar su tacto húmedo hace que su cuerpo se relaje.

Fue entonces que se le ocurrió que podía intentar hacer algo mientras esperaba para poder salir a cazar. Se sentó en cubierta, con Umi la Reina Marina mirándola fijamente y Zaina buscó aquella sensación, el Mantra que alguna vez la había ayudado en aquella carrera y comenzó a concentrarse. No estaba al nivel de Lys como para hablar con los animales, pero tal vez aquello le ayudará a sentirse en conexión con ellos. Tal vez si lo desarrolla un poco más, podrá saber más sobre sus animales y no sentirse que aun es solamente una extraña para ellos.

De repente, el ambiente pareció destensarse a su alrededor como por arte de magia. De una esquina salió el grupo al que habían mandado por delante y Lysbeth tuvo que reprimirse las ganas de ir a darles un abrazo. ¡Estaban bien! Todo era una prueba y su respeto por las amazonas creció todavía más. Tomaba nota de la jugada, sin duda alguna. Entendía por qué lo habían hecho y se sentía incluso un poco orgullosa de haberla pasado.

Cuando le dieron su nuevo mote, se quedó sorprendida. ¿Rosa de la noche? Inclinó la cabeza para que pudieran ponerle el colgante mientras sonreía de oreja a oreja. Un honor de lo más grande, ahora sí que estaba orgullosa. Acarició el colmillo, maravillada. Se llevaría esa joya a todas partes. Sin embargo, su felicidad no duró mucho. De entre el público una mujer apareció protestando y segundos después varias amazonas cayeron al suelo. Resistió el impulso de ponerse en guardia. Tenía bastante claro lo que acababa de pasar, pero si pasaba a la ofensiva tan solo empeoraría lo que acababa de suceder. Tanto le molestaba el honor que acababan de darle que había despertado el haki del rey, eso era un nuevo nivel de celos. Podía entenderlo, sin embargo, aunque no iba a disculparse. Por toda respuesta, inclinó la cabeza hacia ella en señal de respeto. Las amazonas que todavía estaban conscientes se habían arrodillado, pero Lys tenía que ir hasta el palacio y no iba a agacharse ante alguien que por lo visto tenía menos status que ella.

Se aseguró de que estaban fuera de su vista antes de volver a sonreír. Tenía muchas ganas, pero no quería que la mujer pensara que se burlaba de ella. Llegaron pronto y el olor a incienso les advirtió de lo que iban a encontrarse. El lugar era simplemente alucinante. Elegante, caro, exquisitamente construido y decorado. Digno de la realeza, no tenía ninguna duda. Mientras avanzaban, se dio cuenta de que Freites estaba haciendo algo con la mano. Le observó unos instantes e intuyó qué estaba intentando lograr. Con una pequeña sonrisa, le dio un consejo:

-Necesitas algo de referencia. Tenías por ahí balas o lingotes de acero, ¿no? Coge uno y trata de aplastarlo con tu fuerza normal. Luego, intenta activar el haki y vuelve a probar. Cuando consigas tenerlo, deberías ver una diferencia en las consecuencias.

En realidad lo normal era hacer algo parecido pero dando golpes. Sin embargo, eso haría un ruido de mil demonios y no era el lugar adecuado para ello. Esta versión debería ayudar sin montar un gran escándalo.

La sala del trono era con seguridad la habitación más grande en la que había estado. Era impresionante y le hizo sentir terriblemente pequeña… lo que probablemente era el objetivo. La Reina estaba sentada en el trono y tan pronto llegaron su guía hincó la rodilla en el suelo. Lysbeth le imitó, aunque alzó la cabeza cuando le hablaron. Besó con delicadeza la mano que le ofrecía la reina, antes de contestar.

-Adoro el nombre que han escogido para mi, su alteza. Más allá de esta isla se me conoce como Lysbeth Ardian. Mi acompañante es Freites D. Alpha, gran herrero y guerrero hijo de una gran herrera y guerrera, además de ser la razón de que haya llegado hasta aquí.

Se colocó con elegancia en una de las tablas que les habían acercado y sonrió al ver toda la comida que habían traído. Estaba llena de color y de cosas que no conocía. Tenía ganas de probar un poco de todo, pero decidió esperar a que la Reina tomara el primer bocado, simplemente por cortesía.

-Mi Reina, mi único objetivo en esta tierra es formar una alianza. No soy más que una pirata que navega sola, pero admiro vuestro pueblo y vuestras costumbres. Quiero ofrecer mi ayuda en aquello que podáis necesitar y encontrar una manera de sellar una mutua lealtad. Sé que no es una petición pequeña, pero estoy dispuesta a lo que sea necesario. Mis armas y mis poderes están a vuestro servicio.

-¿Mmmm?- La repentina interrupción honestamente fue algo que el pequeño no se esperaba. En definitiva ellas habían actuado perfectamente, casi de película ¿Acaso habrán pensado en actuar en una? Bueno… eso no importa mucho ahora, puesto que estoy seguro que las cosas apenas es que comienzan a ponerse interesante. ¿Verdad narrador?

Ok, recapitulemos. Ha sido una odisea bastante impactante. Si, aunque no lo puedan creer, ha llegado a ser de esa manera. Y de seguro te estarás preguntado ¿Por qué? Pues te lo contare, el pequeño herrero ha vivido la vida del pirata con mucho gusto y a mucha honra, ser catalogado como una persona peligrosa, indeseable, incontrolable y un montón de cosas más hasta ahora no había sido un problema para él pero, ser juzgado y odiado por simplemente ser hombre, eso si que era algo nuevo.

Incluso el chiquillo llego a pensar en un punto algo como: “De seguro no será para tanto. Una logre hablar con ellas de seguro me permitirán conocer a la reina”. ¡Jaja! Gran error mi futuro rey de la forja. Jodido gran error. Por qué nada ha salido realmente como lo has planeado ¿O si Alpha? Una, tras otra y tras otra vez te has tenido que ver te has tenido que someter a sus pruebas y a sus juicios que para bien o para mal, han ocurrido y has logrado superar de cierta manera. Y no solo gracias a ti pequeño mío, sino gracias a una amiga espectacular y una maestra inigualable. Ambas mujeres hermosas y con un potencial infinito, Y lo más seguro es de una cosa, el no encontrara tesoro alguno en este mundo que sea igual a la confianza que ellas han depositado en él.

Había que dejar eso muy claro, porque cada experiencia es un aprendizaje. Y gracias a todo lo vivido, el futuro rey de la forja ha aprendido muchas cosas: Comenzando con humildad. Observar a la mujer más fuerte que él conoce en este mundo agachar su cabeza, a pesar de tener la capacidad de acabar con todos las mujeres en esta isla, le ha enseñado que una acción una buena acción habla más que mil palabras. Seguimos con el auto sacrificó, aprendido por parte de la belleza más malévola del bajo mundo, Yasei. Si muy bien se tiene que estar muy loco para realizar las acciones que ella hace, eso no quita el hecho de que no solo se tiene que no solo se tienen que tener nervios de acero, también implica tener el valor suficiente para sacrificar tu propia vida para que lo que tus metas se vean cumplidas. Seguimos con lo último pero no menos importante, el cómo ganarse la confianza de alguien y saber cuándo exigirla. Aprendido por las intrépidas guerreras amazonas, aquí no hace falta especificarlo, toda esta odisea te lo cuenta por si sola.

He de ser muy claro con esto, ya que Alpha con sus objetivos ha tenido un cambio radical de planes e ideas. Ya no quería esposar a la Shichibukai. El hecho de notar el cómo son las amazonas implicaría un problema para un futuro. Era un cien por ciento verídico, ninguna de estas mujeres estaría de acuerdo con que su reina se casara con un pirata, que utiliza la poligamia como método se hacer crecer su tripulación y tratos con facciones del bajo mundo. Además, era mejor de es manera, ya que al ver a la mujer de cabellos rubios despertar el haki del rey por una rabieta, fue algo bastante curioso. Aun así, Alpha no pudo sentirse intimidado por ella (Puesto que no me lo has colocado en la moderación lo he asumido de esa manera) Pero eso no quitaba una cosa, ella estaba destinada a reinar. .

-Una futura reina… Lo más seguro es que tendrá un futuro maravilloso. Hana… me asegurare de no olvidar su nombre. – Le comentaría el chiquillo a Lys mientras procedían a dirigirirse a la reunión con la reina de las amazonas. Y mientras seguía entrenando su haki y buscando como lograr siquiera poder saber cómo activarlo. Su maestra le había dado un consejo bastante interésate. Era una idea bastante buenas de hecho, si le quedaban alguna bala de las antiguas pistolas que el tenía, introdujo el mismo rápidamente la mano en una de las alforjas y saco tres balas. Haciendo caso de tratar de aplastar una con su propia fuerza, memorizando la sensación. Luego intentaría aplicar aplastar las siguientes aplicando menos fuerza, pero ahora el pirata utilizaría su imaginación, teniendo una visión de si mismo. Algo invisible, que cubre la piel y te hace más poderoso. Si… ese era el concepto básico.

Y al fin la espera había terminado a su fin. Tanto el joven pirata como la súper ave se arrodillaron ante la presencia de la semi gigante. Alpha No hablaría a menos de que se lo pidiese, y cuando estuvo a punto de decir el mismo su nombre. Lysbeth ya lo había hecho. Esto no le molesto al pequeño, le parecía correcto que ella hablara mientras tanto.

Y llego el momento de las formalidades, y eran de las que al chiquillo les gustaba. El pirata colocaría sus rodillas en las tablas, sentado justo al lado de su maestra. Una vez llegaron los alimentos, el pequeño juntaría sus manos para agradecer por la comida. Pero aun así, esperaría muy pacientemente. No era momento de comer. Era momento de parlamentar,

-Su majestad, Al igual que mi maestra solo soy un pirata que navega en este mundo, un pirata que se encuentra en búsqueda dos cosas: cumplir un sueño y cambiar el mundo. – Dicho eso, el joven inclinaría su cabeza para luego proseguir. – Soy Freites D. Alpha, jefe de guerra de los Big Brother Kaizokudan. Como capitán de mi familia, sería un honor para mí formar una alianza con tan maravillosas guerreras. Estoy dispuesto a pasar por cualquier prueba para lograrlo.

Zaina:

Bueno, parece que tu cuerpo se siente un poco mejor. La siesta te ha venido bastante bien, el descanso y el no mover demasiado el cuerpo parece ser la mejor medicina por el momento. Puede que tu cuerpo este empezando a asimilar y eliminar el veneno por su propia cuenta. Esas ideas casi suicidas están empezando a dar sus frutos, enhorabuena, tal vez una ultima prueba en unas horas nos de el veredicto final.

Sin embargo, ahora que estas mejor, tal vez te gustaría prestarle un poco más de atención a tu felino nuevo. Es cierto que has eliminado aquellas herramientas que lo mantenían completamente doblegado al dolor, pero las heridas parecen más profundas y complicadas de lo que podrían parecer en primera instancia.

Te recomiendo que ahora que se siente un poco mejor y que tú misma no te estas muriendo por el efecto del veneno busques alguna planta medicinal o tal vez le pidas ayuda a tu reina marina para encontrar algo que ayude al felino a encontrarse mejor. Si las heridas continúan en ese estado es posible que acaben infectándose y una infección que pasa al torrente sanguíneo podría ser algo realmente peligroso.


Lysbeth y Freites:

Las amazonas os miran con cierta desconfianza todavía, por mucho que la mujer de largos cabellos negros se haya ganado el respeto o el cariño de las mujeres, que vaya acompañada de un hombre era suficiente para mantenerlas un poco en alerta todavía.

Comprenden tus explicaciones y que tal vez puedas llevarte bien con ese hombre, pero ellas no lo conocen de nada en absoluto y no tienen por qué confiar en él ni creer en tus palabras respecto a su persona. La reina tras analizarte con sumo cuidado y dedicación escucha tus palabras y arquea una ceja pensando en que tipo de alianza puede buscar alguien como tú.

— ¿Alianza? ¿Qué tipo de alianza buscas en estas tierras Lysbeth Ardian? Una pirata que normalmente se mueve siempre en solitario y que no busca la compañía de nadie, se presenta ante nosotras buscando una alianza ¿con que propósito? — Puede que consiguieras el respeto y el cariño de algunas de las amazonas, pero eso puede que no sea suficiente para conseguir el mismo trato por parte de la reina.

— No conozco tus andanzas pequeño, pero debes estar agradecido a la estupidez de mis amazonas y a la mujer que llevas al lado, pues por ambas cosas aún sigues vivo. Los hombres en estas tierras no son bien recibidos, pero si has llegado hasta aquí aun sabiendo esto y poniendo en peligro tu vida, mereces al menos ser escuchado — ante las palabras de la reina amazona las mujeres se estremecieron con algo de temor, sabían que después serían castigadas por permitir el paso de extraños hasta sus dominios.

Con un movimiento de su mano dio paso a que ambos le explicasen el motivo por el cual querían una alianza y las condiciones de la misma, una vez dieran aquella explicación, la reina decidiría sobre ellos.

Cuando se despierta sabe de sobra que el murmullo en su cabeza ha parado y que no se siente tan saturada. Ha funcionado para que su cuerpo comience a digerir las cosas mejor y aunque estés débil, sabes que tienes trabajo que hacer. Miras a Umi, tu adorable y querida reina marina y sabes de sobra que hay algo que tienes pendiente. Hay unas algas que son similares al áloe vera en el fondo marino, si las usas para los vendajes y las cambias de manera regular, ayudaran a cortar con el problema. Entre la sal que las baña y la cantidad de segregación mucosa llena de vitaminas, antisépticos y ayudas naturales, debería servir para controlar las heridas.

El lugar es indicado para encontrarlas ya que cada vez se están expandiendo más y en los mares y océanos de zonas cálidas es más común encontrarlos.- Umi, vamos.- El animal se agacha para que ella se suba a la cabeza y entonces nuestra dama usa una de esas recetas que la ayudan a aguantar la respiración en el agua. En cuanto su cuerpo entró en contacto con el agua metió el caramelo en la boca y comenzó con aquella incursión marina.

El agua estaba en calma, al menos lo suficiente como para que no le molestara abrir los ojos para poder localizar aquello que estaba buscando. En cuanto Umi se acercara le pediría con un gesto que las cogiera y la Reina Marina arrancaría un gran puñado con una de sus escamosas garras. Mientras ella miraba alrededor… Encontró algo que le resultó interesante. Un pequeño banco de anémonas donde varios peces payaso nadaban cerca. Le pidió a la doña que la acercara y cuando estuvo lo suficiente, sacó el saco que llevaba para meter a uno de los peces de un movimiento.

Un par de movimientos y estaba en la superficie, donde tomó aire y suspiró con algo de cansancio, negando.- Estoy loca.- Bastante, pero es totalmente consciente de que los peces payaso tienen un órgano que genera una mucosa que los hace inmune a grandes venenos como el de las anémonas. Por eso sabes que cada cosa a su tiempo, y que el pez ha debido de morir en el tiempo que lleva fuera del agua. El tiempo de dejarlo en la encimera de la cocina metido en el saco y luego agarrar las algas para comenzar aquel proceso.

Tienes que estirarlas y sacar parte del líquido para hacer un pequeño ungüento, luego será cuestión de ponerlo en las heridas y vendarlas con las algas para que continúe segregando aquello hasta que dentro de un par de horas vuelva a conseguir algas. Al menos Umi ha visto cuales son y sabe que será lo suficientemente lista como para agarrarlas ella sola. El caso ahora era que Malik no la matara, la sal en las heridas ayudaba a la cicatrización, pero dolía como el infierno. -Vale...No te muevas, no me comas, no me arañes.- Una clara advertencia, mientras Jade la ayudaba a sostenerlo y comenzaba a ponerle aquella viscosa sustancia en las heridas. Aguantó la respiración por si venía el golpe, y aunque se lo llevara, intentaría con la ayuda de Jade ponerle aquello y lograr vendarlo con aquellas algas. Le pondría vendas por encima para mantenerlas pegadas y que no pudiera lamerselas.

El problema de los gatos es que intentaban lamerse todo lo que le pusieran y ponerle un cono gigante no era una opción, tendría que pedirle a Jade que vigilara que no se rascara.
Ahora era el tema de lo que le esperaba en la cocina. Le dio algo de pena ya que el pez payaso no era algo que se comiera normalmente, pero era algo que quería ver si funcionaba. Lo abrió cortando el lomo y se aseguró de separar el órgano que emitía aquella viscosidad, la carne no era lo importante. Lo preparó al estilo crudo pues cualquier ingrediente podía dañar la integridad de aquello y con algo de dificultad pero recordando que lleva cuatro días vomitando por todo, se lo comió.

Quedaba ver cómo reaccionaba su cuerpo y si no volvía a terminar vomitando y malita, intentaría comprobar la eficacia de aquel experimento. Bañaría los restos del pez payaso en veneno sabiendo que aquella carne estaba acostumbrada a aquello y tentaría a la suerte por última vez...Si es que todo salía bien, claro.

Ok, por ahora el dialogo había estado levándose de una manera “correcta”, y con eso trato de referirme a que por lo menos la Reina nos ha dado la oportunidad de expresarnos y ofrecer términos y condiciones, pero algo le decía al pequeño que no estaba bien del todo. Las amazonas presentes estaban nerviosas con las palabras ¿Acaso serian castigadas por su culpa? No… ellas no merecían eso, ninguna de ella lo merecia. – Mi reina. Si me permite. – Dijo el joven incorporándose un poco, sin perder la postura oriental. Aún estaba sentado, de rodillas. – Si alguien debe ser castigado soy yo. Yo soy el que ha decidido venir aquí en búsqueda de la alianza. Si dejarme pasar junto con mi maestra significa un castigo, permitirme a mí recibirlo en su lugar.

Alpha le sonrió amablemente a la reina. Le miraba con mucha tranquilidad e incluso llegando a un punto de ternura. En definitiva no era solo una enorme mujer fuerte, también era hermosa. El piratilla chasqueo los dedos y Suzaku sacaría de entre sus alforjas la espada conocida como: La hoja gélida. Mirando fijamente la espalda de su amo, apuntando para matar. – Mi intención con esta alianza, es forjar un lazo de amistad con quien yo considero una de las civilizaciones más poderosas de la historia. Usted lo ha dicho mi reina, usted no conoce mis andanzas, pero yo les diré cuales son. Vivo con el fin de hacer pagar al gobierno mundial la conspiración realizada contra mi madre, Freites Titania, la herrera de lo inimaginable. Ellos hicieron que mi propia familia se pusiera en contra de mi madre. Lastimosamente los hemos tenido que matar a todos, con todo el pesar de nuestra alma, éramos ellos o nosotros.

El pirata comenzaría a recoger su cabello para dejar vía libre en la espalda. Suzaku solo estaba esperando la orden de su amo y este mismo le atravesaría sin dudarlo. Alpha sabía que Lysbeth se pondría algo nerviosa con los métodos de lealtad que el chiquillo está acostumbrado a llevar ¿Pero de qué sirve la vida sin demostrar que por el bien de los tuyos estás dispuesto a sacrificar tu vida? – Ofrezco mis servicios y conocimientos como herrero, quinientos años de cultura transmitido de generación en generación hasta aquí. A cambio de que me permitan poder tener un campamento base en esta isla, donde solo mis hermanas y mi persona estarán permitidas a entrar. Además, no le mentiré, me gustaría tener de sus maravillosas guerreras en mis filas, no soy de los que obligo a nadie a seguirme. Pero quiero hacerles la invitación a algunas de sus guerreras a unirse a mis filas, en señal de hermandad. Y si nada de esto le convence, de la orden y mi ave me atravesara sin dudarlo.

Como último, el pelilargo levantaría su mano derecha colocándole justo al frente. Tenía los dedos listos para chasquear. Pero antes tenía unas cuantas palabras que decir a su maestra. – Ni se te ocurre detenerle, maestra. Nadie debe ser perjudicado por yo haber venido aquí. Solo soy un chiquillo imprudente con sueños más que imprudentes. Y si alguien debe tomar un castigo, soy yo. Además ¿Qué clase de señor de la guerra seria si no demuestro que no tengo miedo a morir por mi familia? ¡Me rehusó a caer tan bajo!– Agacharía la cabeza, disculpándose con todas las amazonas presentes y esperando la decisión de la reina. Un simple chasquido lo decidiría todo.

Las palabras de la reina la pillaron por sorpresa, aunque tenía que reconocer que llevaba razón en ellas. Era una situación muy extraña. Tan solo había llegado ahí acompañando a Freites y aunque su admiración y respeto por las amazonas había crecido en el proceso, realmente a la hora de la verdad… ¿qué quería? No tenía intención de renunciar a su libertad, por mucho que le tentase la idea de ponerse al servicio de la reina. Más aún, sabía que ostentaba el cargo de sichibukai y esa era una clase de responsabilidad que realmente no le interesaba. Aún así, ¿cómo irse con las manos vacías? ¿cómo olvidar todo aquel viaje como si hubiera sido un sueño? No podía.

Escuchó la respuesta de Alpha mientras meditaba en la suya propia. La intensidad de las palabras del chico la pilló desprevenida, pero lo comprendía. Llevaba varios días siendo despreciado por un montón de fuertes guerreras. Si él consideraba que el asunto era irreconciliable hasta el punto de vida o muerte, no sería ella quien le llevara la contraria. Calló, asintiendo ante sus palabras y reconociendo que la decisión estaba en sus manos. Por lo menos, de puertas para afuera. Esperaba que la reina no pensase que debía acabar con la vida del herrero, porque de peligrar esta tendría que intervenir. Aún así, ni se puso en guardia ni dio señal alguna de estar esperando para saltar. Activó su mantra como medida preventiva e inclinó la cabeza en señal de respeto frente a la reina. Era su turno de hablar.

-Majestad. He de reconocer que llegué acompañando a mi compañero y amigo, sin ningún propósito concreto en mente. Pero había oído hablar de vos y de vuestra sociedad, anhelaba verla con mis propios ojos. Lo que he encontrado ha dejado más huella en mí de lo que podría haber imaginado.

Alzó la cara, mirándola con intensidad. Sentía la tentación de utilizar sus poderes, pero se contuvo. Quería que fuera un trato completamente honesto.

-Quiero aprender. Quiero conocer a sus guerreras, sus métodos, su código de honor. Y quiero poder regresar si las corrientes vuelven a traerme aquí. Cuando nos enfrentamos al Rey de la Selva, Yasei, quien ahora está cuidando sus heridas, hizo otro amigo. Una reina marina que va a quedarse a su lado. Vivía en una enorme cueva con acceso al mar.

Paró unos segundos, meditando cómo podía plantear su petición. No quería pedir demasiado, pero desde luego sabía que nunca sería una amazona de verdad. Ni lo quería, claro. Las admiraba, pero no eran su pueblo.

-Me gustaría reacondicionar la cueva para crear una casa, con un pequeño puerto seguro en el que pueda guardar mi navío cuando regrese. De esta forma, no alteraría la preciosa ciudad que ya poseen. Por supuesto, no traería extraños a la isla.

Faltaba un último detalle. El pago. ¿Qué podía ofrecerles? ¿Cuál era el valor de lo que acababa de pedir? Mucho. Eso lo sabía.

-A cambio, me ofrezco a mí misma. Mi poder, mis armas y mi voluntad serán suyas para disponer de ellas si así lo precisa. No pretendo ser su subordinada.- matizó con delicadeza.- si no su aliada, una ayuda en la que siempre pueda confiar. Y si alguna vez necesita un favor, de cualquier naturaleza, lo cumpliré con sumo gusto sin cuestionarlo. Gracias.

Agachó la cabeza de nuevo y se dio cuenta de que estaba temblando un poco. Respiró hondo y cuadró los hombros. Nada de nervios. Ahora era el momento de la verdad.

Zaina:

Bueno, me dan ganas de llamarte monstruo por comerte a Nemo, pero vale, digamos que la mucosa del animalito te ayuda a que la ulcera que te estaba destrozando el estómago deje de fastidiarte. Además de eso las algas que has usado para crear el ungüento han sido una gran elección y el felino aunque molesto y lleno de picores se mantiene tranquilo.

De vez en cuando intenta rascarse pero allí esta Jade para impedirlo, aunque se gana más de un gruñido por parte del otro animal. Se nota que está un poco incómodo y que preferiría no tener que depender tanto de los cuidados de una humana. No te ha golpeado por que aún está débil, de lo contrario seguramente hubiese intentando arrancarte la mano de un mordisco, no olvidemos que sigue siendo un animal salvaje.

Tras comerte los restos del pez bañados en aquel veneno sientes una cantidad terrible y dolorosa de retortijones, aunque esta vez son menos frecuentes y menos fuertes. Tu cuerpo poco a poco asimila la toxina y ya no sufres tanto como las veces anteriores. Sin embargo mientras te recuperas de tu última ingestión de veneno, se asoma por la frontera entre la playa y la selva un grupo de lo más pintoresco.

Sus uniformes te serán familiares, son marines. Al parecer han seguido el rastro del gato y vienen con intención de reclamarlo. Al ver el barco se extrañan, pues no es un barco de las amazonas y por lo tanto solo significa una cosa, extraños han llegado a las costas por lo que deciden acercarse a ver que sucede.

¿Qué harás querida Yasei?


Lysbeth y Freites:

La reina de las amazonas frunció el ceño al escuchar el nombre del rey de la selva. ¿Se habían enfrentado al animal y lo tenían en su barco? ¿Cómo se atrevían? Eso podría buscarles un montón de problemas con los marines y por mucho que algunas de las guerreras no les hiciera gracia, la alianza con el gobierno mundial había conseguido la paz para su pueblo.

La reina permaneció en silencio hasta terminar de escuchar las peticiones y los pagos que estaban dispuestos a dar por ellas. A punto estuvo de reír cuando aquel chiquillo quiso ser castigado en nombre de las amazonas que habían desobedecido a su reina, pero prefirió guardar la compostura.

— Puede que tus servicios sean bien recibidos, tu petición y tu pago parecen justos Lysbeth, sin embargo en el caso de tu compañero pide más de lo que puede dar — la voz de la reina sonaba pausada y relajada mientras sus ojos se paseaban por ambas figuras.

— ¿Quieres que no las castigue? Bien, a cambio te pido una cosa, un brazo, la muerte es demasiado sencilla como para servir — la petición estaba más que clara — Ninguna de mis guerreras pasará a engrosar tus filas y si quieres un pedazo de mi isla, gánatelo — ¿Y bien, que harás Freites?

Nadie lo esperaba… definitivamente nadie. Todo se volvió un ambiente de tensión y el aura se volvía pesada alrededor del pequeño, era inevitable, la orden había sido dada y el prometió obedecer sin cuestionar. Y así seria.

Mientras ella hablaba y exigía, Alpha nunca había perdido la postura en la que se encontraba postrando su mirada en el suelo, escuchando aquellas palabras atentamente ¿También pudo escuchar que ella estuvo a punto de reírse de este? Pues… personalmente consideraría que ese es un gran error, porque ha sido la chispa que enciendo la llamada de ese otro parte que él tiene y oculta en lo más profundo de su ser. Allí solo podemos encontrar una cosa, un deseo tan fuerte capaz de generar mil años de guerra. Un deseo, que puede generar un millón de muertes.

El joven se levantó lentamente. Descubrió toda la parte superior de su cuerpo y para luego acercarse a su súper ave. Busco entre sus alforjas trapos para comenzar a momificar completamente su brazo izquierdo. (Dejando libre la parte del hombro obviamente) Luego, el haría un nudo un poco más arriba de la momificación, dejando ver claramente una línea donde era que se tenía que realizar el corte. Todos los presentes podrían notar aquel hermoso tatuaje de botón de cerezos que se encontraba en ese brazo. Para el, simbolizaba muchas cosas, y una de ellas era que sin importar que tan cruel y tan horrible era este mundo, siempre tendrías la oportunidad de encontrar belleza en él.

El momento había llegado. Dio unos cuantos pasos colocándose sobre la medara donde estaba sentado. Giro la vista para observar con tranquilidad a Lysbeth. En esa mirada podíamos encontrar muchas cosas, pero la que más destacaba era decisión. Y el ya la había tomado.

- Pues vera usted, mi reina. – El joven rey de la forja giro la mirada una vez más. Pero aquí ya no se encontraba el niño amable y cariñoso que todos estaban acostumbrados a ver. Su rostro, solo tenía una enorme sombra negra, acompañada de dos enormes iris totalmente blanco. Alpha levantaría el brazo dejando paso libre a su súper ave. Mientras que con el otro preparaba los dedos para chasquear, Y aunque oscuridad no permitiera que nadie pudiera verlo, él estaba sonriendo - Jamás he descartado la idea de hacer un arma con mis propios huesos.

Aquel chasquido será la señal para que Suzaku hiciera el corte con la espada más fuerte del pequeño: La hoja gélida. Para su suerte, el corte dejaría la herida escarchada y tal vez no se derramaría tanta sangre. Claro, si es que ocurría. Aún existía la posibilidad de que alguien interviniera con esta acción. Pero de igual manera si nadie detenía a la plumifera, ella misma tomaría el brazo y lo guardaría en una de sus alforjas. Para luego tomar asiento una vez más, y regresar a la normalidad.

De todas las cosas que podían pasar, de todas las posibilidades, justamente esa era una de esas que no quería tener que contemplar. Aunque el señor Malik era temperamental y aun no confiaba del todo en ella, no significaba que fuera a dejar que le arrancara algo de un zarpazo o bocado.- Como te portes mal, vas a tener problemas y te voy a poner un cono en la cabeza.- Lo amenaza sin miedo alguno, después de haberse metido en tantos problemas con animales grandes aquello era ya una atracción de feria.

Por eso cuando el veneno no le sentó como una patada profunda en el estómago se sintió feliz, llena y pletórica de que su plan hubiera funcionado. No estaba vomitando sus entrañas y aunque tenía escalofríos por todo el cuerpo no le había dado un chungo. Su felicidad no duró demasiado cuando Rouge le avisó de la compañía, nuestra señorita tomaría entonces el den den mushi y llamaría a Lys, esperando que contestara.- La marina está aquí, ha venido por la selva siguiendo al animal, no pienso dárselo pero tampoco haré que las amazonas carguen con la muerte de marines si esto se va de las manos.- Breve, correcto e intenso, no era para que salieran corriendo y fueran hasta ella, era un aviso de lo que pasaba.

Se colocó su velo negro, su capucha, se preparó para aquello y dejó a Mustafá junto con el inmenso león con alas, entre seres de especies parecidas se entendían. Bajó del barco con Jade y Rouge, mientras Umi se quedaba detrás del barco.

Las heridas del animal, la manera en la que lo habían maltratado, usado y despreciado no era algo que iba a consentir y aunque deseara matar a los marines y destrozarlos, no podía dejar que las amazonas cargaran con ese problema. Tendría que dejar claro que era una fuente externa y con un poco de suerte como el animal estaba dentro, los haría irse.

Las marcas y pisadas podía disimularlas diciendo que eran de Jade, después de todo eran de un tamaño parecido y sus pisadas parecidas. Lo habían traído en peso así que sus huellas no aparecen entre las de sus animales. Huellas de león grande, de carreta y de un montón de cosas, de los incesantes paseos que han tenido que dar. Tiene suficientes animales para camuflar la existencia de Malik.

Los estaba esperando con los brazos cruzados, esperando que llegaran hasta ella y el barco, donde los recibiría sin mucho problema. Con Jade sentada a su espalda y Rouge a su hombro, Sahir se quedaría con Mustafá por si pasaba algo.- ¿Puedo ayudarles en algo? - Entre sus ropajes, pegadas a su muslo estaban las garras que adornaban normalmente sus manos, las de los pies siempre puestas como unos zapatos.- Soy una dama que ha venido buscando hacer tratos mercantes con las amazonas, no esperé encontrarme con la Marina por aquí.- Una sonrisa coqueta y calmada, un gesto de aquellos orbes esmeralda y sabe de sobra que tiene que tener cuidado con lo que hace y con lo que dice.

Jade les gruñe ligeramente y ella le hace un gesto suave al animal, haciendo una leve inclinación a los hombres se disculpe.- Perdonarla, es algo temperamental con los extraños, no está acostumbrada.- Si lo está , pero quiere asegurarse de que los Marines perciban a Jade como un animal capaz de descontrolarse y ser hostil en caso de que pase algo. Debe justificar muchas cosas y es más lógico que si el animal está perfectamente domado y controlado.