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Galhard
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—Bueno, compartimos motivación no métodos, tampoco es que pudiese pedir más pero un cambio en el mundo hacia algo mejor y la supresión de unos revolucionarios que sus actos más remarcables han sido amenazar la totalidad de los Blues y sumir al West en la miseria es algo por lo cual merece la pena luchar— Suspiró, parece que había subestimado el oído de aquella mujer, Dark le echaría la bronca lo más seguro pero reparó en una frase que dijo Rayne, parece que el proceder de sus acciones le pesaban en la consciencia, aquello abría un resquicio de salvación para aquella mujer
—Sabes, es probable que peque de ingenuo pero desde mi punto de vista casi nunca es tarde para alcanzar la redención, entiendo que hay crímenes horribles, actos que otras personas no pueden simplemente perdonar pero si hay la voluntad de mejorar, de enmendar los errores y los actos de uno mismo siempre hay formas de conseguir perdonarse a uno mismo.— Dijo mientras vio con una cara de preocupación el proceder de Rayne, sus métodos, aunque eficaces, eran brutales. Eso dejaba en claro de que Rayne no mentía con su fuerza.
—Sé de ti, lo suficiente... Pero ante tu pregunta solo te responderé esto... No te preocupes, lo que pasó es difícil de digerir, si bien está en su sano juicio hay mucho dolor que no muestra. De todas maneras, confía en mi, moveré cielo y tierra para traerle de vuelta como miembro de la justicia pero... Por ahora será mejor que no le veas, hay mucho terreno que reparar y arar. Un encuentro familiar... Creo que solo tensaría más la cuerda, poco a poco llegará el momento donde podáis hablar sin temor, explicar vuestras cosas ¿Y quien sabe? Quizás volváis a ser algo similar a una familia pero las prisas pueden romper esa posibilidad... Por ahora haré que cuando suba de rango mi posición en la marina sea de ayuda para su juicio y reinserción en el cuerpo... Ver lo de vosotros... Me hacen comprender que los problemas con mis viejos eran solo meras trivialidades, quizás debería volver a mi isla un día de estos pero... Creo que aún no puedo acercarme a la fuerza de mi padre aunque ya hablaremos de eso, ahora hay que dar caza a los piratas golpistas de aquí ¿Vamos hacia la colina? Creo que lanzar un par de monedas más me hará entrar en calor.—
Gal se acercó a aquella colina, 13 hombres descansaban junto a lo que parecía un cargamento de armas a medio transportar. "Lástima" pensó el marine pues si fuesen menos podría tumbarlos con solo un lanzamiento de moneda.
—Que se le va a hacer, lanzaré un par... Si fallo estoy seguro que podrás tumbar a aquellos que queden en píe... Quedarían 19... pongamos que 5 o 6 deberían estar en el ayuntamiento... O quizás más así que solo tendríamos que reducir a un pequeño grupo y el pueblo sería nuestro.— Gal lanzó un par de monedas, la metralla se mezcló con los destellos de la nieve y su haki le impidió saber cuantos de los piratas habían sido tumbados. —Lamento dejarte las sobras... Rayne.— Dijo mientras empezaba a notar la fatiga en sus dedos, no debía forzarse pues quizás debería lanzar una lluvia mayor contra los simpatizantes que llegasen al pueblo.
—Sabes, es probable que peque de ingenuo pero desde mi punto de vista casi nunca es tarde para alcanzar la redención, entiendo que hay crímenes horribles, actos que otras personas no pueden simplemente perdonar pero si hay la voluntad de mejorar, de enmendar los errores y los actos de uno mismo siempre hay formas de conseguir perdonarse a uno mismo.— Dijo mientras vio con una cara de preocupación el proceder de Rayne, sus métodos, aunque eficaces, eran brutales. Eso dejaba en claro de que Rayne no mentía con su fuerza.
—Sé de ti, lo suficiente... Pero ante tu pregunta solo te responderé esto... No te preocupes, lo que pasó es difícil de digerir, si bien está en su sano juicio hay mucho dolor que no muestra. De todas maneras, confía en mi, moveré cielo y tierra para traerle de vuelta como miembro de la justicia pero... Por ahora será mejor que no le veas, hay mucho terreno que reparar y arar. Un encuentro familiar... Creo que solo tensaría más la cuerda, poco a poco llegará el momento donde podáis hablar sin temor, explicar vuestras cosas ¿Y quien sabe? Quizás volváis a ser algo similar a una familia pero las prisas pueden romper esa posibilidad... Por ahora haré que cuando suba de rango mi posición en la marina sea de ayuda para su juicio y reinserción en el cuerpo... Ver lo de vosotros... Me hacen comprender que los problemas con mis viejos eran solo meras trivialidades, quizás debería volver a mi isla un día de estos pero... Creo que aún no puedo acercarme a la fuerza de mi padre aunque ya hablaremos de eso, ahora hay que dar caza a los piratas golpistas de aquí ¿Vamos hacia la colina? Creo que lanzar un par de monedas más me hará entrar en calor.—
Gal se acercó a aquella colina, 13 hombres descansaban junto a lo que parecía un cargamento de armas a medio transportar. "Lástima" pensó el marine pues si fuesen menos podría tumbarlos con solo un lanzamiento de moneda.
—Que se le va a hacer, lanzaré un par... Si fallo estoy seguro que podrás tumbar a aquellos que queden en píe... Quedarían 19... pongamos que 5 o 6 deberían estar en el ayuntamiento... O quizás más así que solo tendríamos que reducir a un pequeño grupo y el pueblo sería nuestro.— Gal lanzó un par de monedas, la metralla se mezcló con los destellos de la nieve y su haki le impidió saber cuantos de los piratas habían sido tumbados. —Lamento dejarte las sobras... Rayne.— Dijo mientras empezaba a notar la fatiga en sus dedos, no debía forzarse pues quizás debería lanzar una lluvia mayor contra los simpatizantes que llegasen al pueblo.
Rayne Von Valliere
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Escuché atentamente al marine, el cual parecía saberlo todo. Se comportaba de una forma muy ambigua, casi pareciendo que no quería herir mis sentimientos. Me extrañaba que veía todavía salvación ante mi relación con mi padre, y quería creer con toda la fuerza de mi corazón que tenía razón. Que podíamos ser la familia que nunca habíamos sido y que podríamos ver qué hacer. Pero lo más importante era que una nueva pelea se venía por delante. Galhard aprovechó su técnica rara de moneda para eliminar unos cuantos, pero pude observar de reojo cómo sus dedos parecían joderse con el uso. Sin lugar a dudas tenía que estar igual de motivado que yo por hacer justicia, por lo que le contesté con una pequeña sonrisa y un allá vamos.
Por lo menos podía moverme libremente, por lo que despegué de su lado imbuyendo mis piernas de viento y mezclándolo con el soru, generando un poderoso viento que despejó toda la nieve de alrededor. No tardé demasiado en eliminar las sobras que dejó Galhard, usando tanto el kenboshoku como el busoshoku para ganar fácilmente. Eran sin lugar a dudas personas fuertes, pero al poder usar el dominio entero del rokushiki debido a que Galhard conocía quién era en realidad acabó todo demasiado rápido. Intenté no matar a nadie en el proceso para ver si realmente las palabras del marine hacían mella en mí, pero seguía sintiéndome vacía por dentro. Quizás solo intentaba rellenar mi obesión por la pelea justificándolo por la justicia, pero era una conclusión a la que todavía no estaba preparada para llegar. Una vez todo estuvo limpio volví ante mi compañero y le coloqué una mano en el hombro.
—Gracias por tu convicción, estoy seguro de que eres un gran amigo para Dark. Es una historia larga de contar pero si realmente te habló sobre mi hermana... Ya no tenía salvación, era una persona que se había vuelto el mismo diablo. Eso me persigue por las noches, sangre de mi sangre ejecutada delante de mis ojos. Pero fue una prueba del gobierno para que tanto yo como mi padre siguiésemos el camino de la justicia. Y él sesgó el cuello de mi hermana. Los dos somos asesinos pero sé que todavía... Todavía tenemos salvación —acabé diciéndole mientras hundía mi cara entre mis manos, muy triste.
Por lo menos podía moverme libremente, por lo que despegué de su lado imbuyendo mis piernas de viento y mezclándolo con el soru, generando un poderoso viento que despejó toda la nieve de alrededor. No tardé demasiado en eliminar las sobras que dejó Galhard, usando tanto el kenboshoku como el busoshoku para ganar fácilmente. Eran sin lugar a dudas personas fuertes, pero al poder usar el dominio entero del rokushiki debido a que Galhard conocía quién era en realidad acabó todo demasiado rápido. Intenté no matar a nadie en el proceso para ver si realmente las palabras del marine hacían mella en mí, pero seguía sintiéndome vacía por dentro. Quizás solo intentaba rellenar mi obesión por la pelea justificándolo por la justicia, pero era una conclusión a la que todavía no estaba preparada para llegar. Una vez todo estuvo limpio volví ante mi compañero y le coloqué una mano en el hombro.
—Gracias por tu convicción, estoy seguro de que eres un gran amigo para Dark. Es una historia larga de contar pero si realmente te habló sobre mi hermana... Ya no tenía salvación, era una persona que se había vuelto el mismo diablo. Eso me persigue por las noches, sangre de mi sangre ejecutada delante de mis ojos. Pero fue una prueba del gobierno para que tanto yo como mi padre siguiésemos el camino de la justicia. Y él sesgó el cuello de mi hermana. Los dos somos asesinos pero sé que todavía... Todavía tenemos salvación —acabé diciéndole mientras hundía mi cara entre mis manos, muy triste.
Elya Edelweiss
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''Sígueme la corriente'', le pidió y Elya claudicó. En silencio, avanzó a su lado hacia los piratas y le dejó hacer, atenta para intervenir si algo se volvía en contra de ambas. Sin embargo, todo salió tal y como Astartea había previsto. En apenas unos minutos todos los ojos estaban sobre ellas y supo que les habían engañado. No se esperaban sus verdaderas intenciones, habían caído en su red. Comenzaron a caminar y en cuestión de segundos, la marine atacó.
Los cuchillos vuelan, alertándoles. Dándoles. Rápida y silenciosa, Elya corta la retirada a los tres que han logrado librarse de lo peor; sus compañeros han parado varios y ellos tan solo tienen arañazos. Muchos, pero no mortales. Ayuda a Astartea a colocarlos contra la pared y no se le escapa cuando cierra el abdomen del pirata más herido. Su frase le revela que se ha contenido, incluso si no lo dice expresamente. Aún así, tiene la decencia de intentar explicarse. Mientras examina a los prisioneros para asegurarse de que ni intentan gritar ni tienen ninguna lesión que pueda llegar a ser problemática, reflexiona antes de contestarle.
-Tus métodos son decisivos. Estos hombres no están muertos, pero bien podrías haberlos matado. Lo único que me dice eso es que tienes un buen control sobre tu fuerza y tus deseos. Eres valiosa, Astartea, pero eso ya lo sabes. Me alegro de que hayas venido con nosotros.
Dice la verdad, pero no toda la verdad. Es sincera, pero si hubiera querido serlo del todo, habría añadido que había otra razón para alegrarse de que hubiera ido con ellos. ¿Se contenía porque sabía que era lo correcto o porque ella estaba mirando? Prefería seguirle con la vista u poco más, hasta estar segura. Intuía que no le haría ni pizca de gracia tener niñera si supiera en lo que estaba pensando, así que no lo dijo. No hacía falta. Era valiosa, estaba ayudando. Eso era lo importante.
Le preguntó qué hacer a continuación y caviló un momento. No habían contestado a su mensaje, pero eso no significaba que no lo hubieran oído. Se asomó por el callejón y le señaló a su acompañante:
-Vamos a encargarnos de estas tres calles. Luego avanzaremos por ahí hasta la plaza, reduciendo a quien se nos ponga en medio. Cuando nos reunamos con los otros, cargaremos contra los que vienen de fuera. Eso… debería bastar. Tendremos que reunir a los prisioneros en algún momento, para hacer recuento.
Los cuchillos vuelan, alertándoles. Dándoles. Rápida y silenciosa, Elya corta la retirada a los tres que han logrado librarse de lo peor; sus compañeros han parado varios y ellos tan solo tienen arañazos. Muchos, pero no mortales. Ayuda a Astartea a colocarlos contra la pared y no se le escapa cuando cierra el abdomen del pirata más herido. Su frase le revela que se ha contenido, incluso si no lo dice expresamente. Aún así, tiene la decencia de intentar explicarse. Mientras examina a los prisioneros para asegurarse de que ni intentan gritar ni tienen ninguna lesión que pueda llegar a ser problemática, reflexiona antes de contestarle.
-Tus métodos son decisivos. Estos hombres no están muertos, pero bien podrías haberlos matado. Lo único que me dice eso es que tienes un buen control sobre tu fuerza y tus deseos. Eres valiosa, Astartea, pero eso ya lo sabes. Me alegro de que hayas venido con nosotros.
Dice la verdad, pero no toda la verdad. Es sincera, pero si hubiera querido serlo del todo, habría añadido que había otra razón para alegrarse de que hubiera ido con ellos. ¿Se contenía porque sabía que era lo correcto o porque ella estaba mirando? Prefería seguirle con la vista u poco más, hasta estar segura. Intuía que no le haría ni pizca de gracia tener niñera si supiera en lo que estaba pensando, así que no lo dijo. No hacía falta. Era valiosa, estaba ayudando. Eso era lo importante.
Le preguntó qué hacer a continuación y caviló un momento. No habían contestado a su mensaje, pero eso no significaba que no lo hubieran oído. Se asomó por el callejón y le señaló a su acompañante:
-Vamos a encargarnos de estas tres calles. Luego avanzaremos por ahí hasta la plaza, reduciendo a quien se nos ponga en medio. Cuando nos reunamos con los otros, cargaremos contra los que vienen de fuera. Eso… debería bastar. Tendremos que reunir a los prisioneros en algún momento, para hacer recuento.
Astartea Shikei
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-Siempre es agradable sin embargo, que alguien agradezca lo obvio y admita tu valor, muchas gracias por sus palabras.- Una sutil reverencia, una sonrisa suave y divertida que eleva esos labios que parecen esconder cientos de verdades, pero también alguna que otra mentira.
Astartea nunca mataba a sus presas, claro que no, era un desperdicio de futuro material de laboratorio, nunca podría hacer eso con sus valiosas piezas de órganos y carne, otra cosa era lo que la gente supiera de aquello. Muchos hacían la vista gorda a sus experimentos ya que sabían que era su forma de estudiar, analizar y mejorar su akuma, una de las grandes aliadas de la marina. Pero bueno, con eso de que había averiguado que por mucho que jugara con cadáveres no iba a poder curar su enfermedad, había dejado de experimentar tanto y simplemente vivía el día a día.
Digamos que ahora se toma las cosas como una señora mayor retirada que simplemente cumple órdenes y asiente, al menos hasta que encuentre una cura para su enfermedad de corazón, nada de sustos ni cosas intensas. Y no, nada de lo que está pasando, las misiones que ha hecho o cualquier cosa que se os pase por la mente es algo fuerte para esta señorita, pocas cosas le hacen pensar en algo como un dolor de trasero que su corazón no puede manejar.
Aunque últimamente la respuesta tiene nombre y apellidos.
-De acuerdo, podemos ir tranquilamente… Cuando más descarado, menos se lo esperan.- Nunca se esperan que su rival sea la chica sonriente que va por mitad de la calle, suelen pensar más en las personas encapuchadas que intentan evitar que a toda costa el rayo de luz los ilumine. Por eso a nuestra adorada Astartea le encanta ir como Pedro por su casa, ya luego cambia al modo asesina sigilosa que no es asesina ya que no le dejan matar realmente.
Entonces comienzas la fiesta y entra en aquellas calles, mientras le habla a la mujer con una tranquilidad pasmosa.- No te preocupes, reducirlos y traerlos es sencillo, puedo llevarlos en el bolso, mientras me des tiempo para hacerlo...No quiero cansarme por usar mucho mi Akuma.- Un pequeño ejército de soldaditos del tamaño de figuras de acción, era adorable y traumático a partes iguales pero si eso ayudaba a que terminaran con aquel dolor de trasero adelante, era el momento de patear un par de traseros.
Astartea nunca mataba a sus presas, claro que no, era un desperdicio de futuro material de laboratorio, nunca podría hacer eso con sus valiosas piezas de órganos y carne, otra cosa era lo que la gente supiera de aquello. Muchos hacían la vista gorda a sus experimentos ya que sabían que era su forma de estudiar, analizar y mejorar su akuma, una de las grandes aliadas de la marina. Pero bueno, con eso de que había averiguado que por mucho que jugara con cadáveres no iba a poder curar su enfermedad, había dejado de experimentar tanto y simplemente vivía el día a día.
Digamos que ahora se toma las cosas como una señora mayor retirada que simplemente cumple órdenes y asiente, al menos hasta que encuentre una cura para su enfermedad de corazón, nada de sustos ni cosas intensas. Y no, nada de lo que está pasando, las misiones que ha hecho o cualquier cosa que se os pase por la mente es algo fuerte para esta señorita, pocas cosas le hacen pensar en algo como un dolor de trasero que su corazón no puede manejar.
Aunque últimamente la respuesta tiene nombre y apellidos.
-De acuerdo, podemos ir tranquilamente… Cuando más descarado, menos se lo esperan.- Nunca se esperan que su rival sea la chica sonriente que va por mitad de la calle, suelen pensar más en las personas encapuchadas que intentan evitar que a toda costa el rayo de luz los ilumine. Por eso a nuestra adorada Astartea le encanta ir como Pedro por su casa, ya luego cambia al modo asesina sigilosa que no es asesina ya que no le dejan matar realmente.
Entonces comienzas la fiesta y entra en aquellas calles, mientras le habla a la mujer con una tranquilidad pasmosa.- No te preocupes, reducirlos y traerlos es sencillo, puedo llevarlos en el bolso, mientras me des tiempo para hacerlo...No quiero cansarme por usar mucho mi Akuma.- Un pequeño ejército de soldaditos del tamaño de figuras de acción, era adorable y traumático a partes iguales pero si eso ayudaba a que terminaran con aquel dolor de trasero adelante, era el momento de patear un par de traseros.
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—Ahora no es momento de lamentos pues nos cegaran de la misión pero después de todo eres humana y se con creces que tenéis salvación, solo pediré que hablemos tú y yo en profundidad de lo ocurrido y me des tu versión cuando hayamos frenado a los piratas, será fácil... Diría que llamaron a tu den den mushi... Quizás sean instrucciones del grupo del ayuntamiento, mira a ver si las palabras se registraron... No sé cuantos hombres más deben quedar si no había un grupo grande en el ayuntamiento, hagamos un pequeño reconocimiento por el pueblo y marchemos a la plaza, a ver que se cuece en el ayuntamiento desde lejos.— Dijo Gal, sabía que Rayne necesitaba hablar pero ahora no tenían el tiempo necesario para ello.
De camino encontraron otra escuadra más de 7 hombres, fueron reducidos rápidamente por Gal con otro tiro de moneda, sus dedos se resentian y aquello no le agradaba al marine que deseaba guardarse sin éxito para cuando los refuerzos llegasen.
—Hora de atar y marcharemos a ver el ayuntamiento, si notas algún pirata más son todos tuyos... Dijo mientras sacaba sus últimas cuerdas y miraba con preocupación sus dedos. ¿Desde cuando el frío le afectaba en las manos? Demasiado tiempo alejado del frío quizás.
De camino encontraron otra escuadra más de 7 hombres, fueron reducidos rápidamente por Gal con otro tiro de moneda, sus dedos se resentian y aquello no le agradaba al marine que deseaba guardarse sin éxito para cuando los refuerzos llegasen.
—Hora de atar y marcharemos a ver el ayuntamiento, si notas algún pirata más son todos tuyos... Dijo mientras sacaba sus últimas cuerdas y miraba con preocupación sus dedos. ¿Desde cuando el frío le afectaba en las manos? Demasiado tiempo alejado del frío quizás.
Rayne Von Valliere
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—Hm... deja que te mire eso —le comenté mientras sacaba del bolsillo de la chaqueta un pequeño botiquín.
Saqué una pomada para reducir el hinchazón y se la coloqué en los dedos, asegurándome de esparcirla bien. Después le coloqué una tablilla y un espadrapo para pegársela, vendándosela tras asegurarme de que estaba bien fija. Me crucé de brazos y lo miré fijamente, notando que ya no habían presencias alrededor. ¿Acaso no podía sentirlo él también, o simplemente era un negado con el haki?
—¿No sabes usar el mantra, Galhard? ¿Ni tampoco la armadura? —exclamé mientras revisaba sus dedos—. Seguramente no te harías daño tirando la moneda si recubrieses la mano con haki. Pero en fin... Creo que es hora de volver con las chicas. Sígueme y te llevaré donde sienta sus presencias.
Claro, antes faltaba atarlos. Lo hicimos y después bajamos la colina aún más, rodeando parte del bosque nevado y dirigiéndonos hasta el ayuntamiento. No tardamos mucho en llegar al epicentro del lugar, donde me aseguré de concentrarme hasta sentir las presencias de Elya-chan y la tal Astartea. Me encaminé hacia ellas con Galhard detrás y saludé con la mano y un movimiento de cabeza. No sabía si habían acabado de luchar ya o no, pero si estaban todavía en medio de la gresca nos uniríamos para acabar con el embrollo. Al fin y al cabo no quería estar mucho más tiempo ahí: empezaba a sentir el frío y no me gustaba.
—Nee, si ya estáis deberíamos ir tirando al cuartel. ¿Qué habéis hecho por ahí? ¿Algo útil? —pregunté mientras le guiñaba un ojo a Elya.
Saqué una pomada para reducir el hinchazón y se la coloqué en los dedos, asegurándome de esparcirla bien. Después le coloqué una tablilla y un espadrapo para pegársela, vendándosela tras asegurarme de que estaba bien fija. Me crucé de brazos y lo miré fijamente, notando que ya no habían presencias alrededor. ¿Acaso no podía sentirlo él también, o simplemente era un negado con el haki?
—¿No sabes usar el mantra, Galhard? ¿Ni tampoco la armadura? —exclamé mientras revisaba sus dedos—. Seguramente no te harías daño tirando la moneda si recubrieses la mano con haki. Pero en fin... Creo que es hora de volver con las chicas. Sígueme y te llevaré donde sienta sus presencias.
Claro, antes faltaba atarlos. Lo hicimos y después bajamos la colina aún más, rodeando parte del bosque nevado y dirigiéndonos hasta el ayuntamiento. No tardamos mucho en llegar al epicentro del lugar, donde me aseguré de concentrarme hasta sentir las presencias de Elya-chan y la tal Astartea. Me encaminé hacia ellas con Galhard detrás y saludé con la mano y un movimiento de cabeza. No sabía si habían acabado de luchar ya o no, pero si estaban todavía en medio de la gresca nos uniríamos para acabar con el embrollo. Al fin y al cabo no quería estar mucho más tiempo ahí: empezaba a sentir el frío y no me gustaba.
—Nee, si ya estáis deberíamos ir tirando al cuartel. ¿Qué habéis hecho por ahí? ¿Algo útil? —pregunté mientras le guiñaba un ojo a Elya.
Elya Edelweiss
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Le hizo una única petición; tiempo, para no cansarse. Elya nunca había poseído una akuma, por lo que no tenía ni idea de cuál era la sensación de utilizarlas. Le hizo caso, por supuesto. Todavía se encontraron con algún que otro grupo más en su periplo por el pueblo. Esta vez, Elya lideró los ataques dejándose de sutilezas. Saltó sobre ellos, a veces lanza en mano y a veces, cuando eran demasiados para ir de frente, convocando su tornado. Una vez los aturdía, Astartea podía acercarse con comodidad y volverlos tamaño portátil.
Al principio se preocupaba por los piratas. No había exactamente precedentes a la hora de convertirlos en personitas pequeñas y no sabía si la transformación dolía o dejaría secuelas. Tampoco estaba segura de querer preguntar; era útil y muchísimo más cómodo que atarlos a todos.
Llegaron a la plaza algo antes que el resto y cuál no fue su sorpresa cuando de entre varios callejones salieron más piratas. ¿No habían acabado ya con todos? Los contó rápidamente; nueve. Esos tenían que ser los que venían de fuera, tratando de emboscarles. Se defendieron con uñas y dientes y para cuando los otros dos se unieron a ellas, los piratas perdieron cualquier oportunidad que hubieran podido tener. Uno a uno fueron cayendo y al final, solo los marines quedaron en pie.
Realizaron el recuento para asegurarse de que estaban todos y, al menos si sus fuentes no habían mentido, no les faltaba ni uno solo. La misión estaba cumplida. No hubo fuegos artificiales, ni gente que les diera las gracias. Como mucho, alguno de los aldeanos se asomaba desde puertas o ventanas para irse enterando de lo que ocurría. Se le partía el corazón al ver el miedo con el que actuaban y se prometió regresar en otro momento; quería asegurarse de que se recuperaban adecuadamente de la invasión, tanto en Cocoa como en el resto de pueblos de la isla. Merecían vivir sin miedo.
Vio que Rayne le guiñaba un ojo mientras preguntaba qué habían estado haciendo y le hizo un pequeño resumen mientras se recogía el pelo en una coleta. Entre una cosa y otra empezaba a tener calor a pesar de estar parada en la nieve. Y ella tenía razón; tan solo quedaba regresar al cuartel. Habían ganado.
Al principio se preocupaba por los piratas. No había exactamente precedentes a la hora de convertirlos en personitas pequeñas y no sabía si la transformación dolía o dejaría secuelas. Tampoco estaba segura de querer preguntar; era útil y muchísimo más cómodo que atarlos a todos.
Llegaron a la plaza algo antes que el resto y cuál no fue su sorpresa cuando de entre varios callejones salieron más piratas. ¿No habían acabado ya con todos? Los contó rápidamente; nueve. Esos tenían que ser los que venían de fuera, tratando de emboscarles. Se defendieron con uñas y dientes y para cuando los otros dos se unieron a ellas, los piratas perdieron cualquier oportunidad que hubieran podido tener. Uno a uno fueron cayendo y al final, solo los marines quedaron en pie.
Realizaron el recuento para asegurarse de que estaban todos y, al menos si sus fuentes no habían mentido, no les faltaba ni uno solo. La misión estaba cumplida. No hubo fuegos artificiales, ni gente que les diera las gracias. Como mucho, alguno de los aldeanos se asomaba desde puertas o ventanas para irse enterando de lo que ocurría. Se le partía el corazón al ver el miedo con el que actuaban y se prometió regresar en otro momento; quería asegurarse de que se recuperaban adecuadamente de la invasión, tanto en Cocoa como en el resto de pueblos de la isla. Merecían vivir sin miedo.
Vio que Rayne le guiñaba un ojo mientras preguntaba qué habían estado haciendo y le hizo un pequeño resumen mientras se recogía el pelo en una coleta. Entre una cosa y otra empezaba a tener calor a pesar de estar parada en la nieve. Y ella tenía razón; tan solo quedaba regresar al cuartel. Habían ganado.
Astartea Shikei
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Akuma no mi
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La realidad era que independientemente de la Akuma, su corazón no era algo que aguantara demasiado el estrés, y le gustara o no andar con aquella clase de cosas le causaba una ligera alteración. Su cuerpo se tensaba al usar sus poderes pero luego se recuperaba rápidamente, el truco estaba en relajarse entre usos, controlar la respiración y las pulsaciones y entonces continuar con aquello. Era una experta en la materia, pero después de los años que había tenido que emplear era toda una experta.
Hacerlos pequeños era cómodo, sobretodo para llevarlos metidos en una bolsa y evitar que dieran dolores de cabeza. Era cierto que mantenían su fuerza normal, pero al estar atontados y atados no era un problema que le molestara demasiado. A demás, no era doloroso y en cuanto los tuvieran a todos reunidos los devolvería a su tamaño original, algo que no le importaría hacer en cuanto los tuviera controlados y callados.
Volvió al mundo de los vivos en cuanto se acercaron a ellas más piratas y nuestra dama albina no puede evitar refunfuñar por lo bajo. Odia mancharse las manos, pero no es algo que pueda evitar en misiones como la que tenía delante, así que se aseguraría de desinfectarse las manos correctamente cuando terminaran con todo aquello.
La llegada de los refuerzos fue algo que hizo que se encogiera suavemente de hombros, no vamos a negar que cuanto antes terminara aquel despropósito mejor, después de todo tenía cosas pendientes en otras islas…¡Y sus vacaciones se acercaban! O al menos eso pensaba ilusamente ella, sin saber que en cuanto llegara tendría más trabajo esperando por sus adorables manos.
Agradeció el resumen de su compañera, y mientras hacía aquello nuestra señorita se encargó de dejar a todos los que habían atrapado bien reunidos y apilados. Después de todo iban a tener que entregarlos a las autoridades y si andaban todos en un mismo punto sería mucho más sencillo.- Estaos quietos o nunca os devolveré a la normalidad...Y puedo permitírmelo.-Amenazando con el índice levantado, todos los piratas allí presentes cerraron la boca y decidieron colaborar.
A nadie le gustaba demasiado la idea de convertirse en un muñeco de acción para el resto de su vida, pero ella disfrutaba pensando en cómo un hombre que una vez fue de tamaño normal se adaptaría a la vida de un tontata.
Era sin duda, de los experimentos que más disfrutaba.
Hacerlos pequeños era cómodo, sobretodo para llevarlos metidos en una bolsa y evitar que dieran dolores de cabeza. Era cierto que mantenían su fuerza normal, pero al estar atontados y atados no era un problema que le molestara demasiado. A demás, no era doloroso y en cuanto los tuvieran a todos reunidos los devolvería a su tamaño original, algo que no le importaría hacer en cuanto los tuviera controlados y callados.
Volvió al mundo de los vivos en cuanto se acercaron a ellas más piratas y nuestra dama albina no puede evitar refunfuñar por lo bajo. Odia mancharse las manos, pero no es algo que pueda evitar en misiones como la que tenía delante, así que se aseguraría de desinfectarse las manos correctamente cuando terminaran con todo aquello.
La llegada de los refuerzos fue algo que hizo que se encogiera suavemente de hombros, no vamos a negar que cuanto antes terminara aquel despropósito mejor, después de todo tenía cosas pendientes en otras islas…¡Y sus vacaciones se acercaban! O al menos eso pensaba ilusamente ella, sin saber que en cuanto llegara tendría más trabajo esperando por sus adorables manos.
Agradeció el resumen de su compañera, y mientras hacía aquello nuestra señorita se encargó de dejar a todos los que habían atrapado bien reunidos y apilados. Después de todo iban a tener que entregarlos a las autoridades y si andaban todos en un mismo punto sería mucho más sencillo.- Estaos quietos o nunca os devolveré a la normalidad...Y puedo permitírmelo.-Amenazando con el índice levantado, todos los piratas allí presentes cerraron la boca y decidieron colaborar.
A nadie le gustaba demasiado la idea de convertirse en un muñeco de acción para el resto de su vida, pero ella disfrutaba pensando en cómo un hombre que una vez fue de tamaño normal se adaptaría a la vida de un tontata.
Era sin duda, de los experimentos que más disfrutaba.
Galhard
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Akuma no mi
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—Digamos que tenía un entrenamiento pendiente para todo ello, hará unos meses debía entrenarlo con la brigada indisciplinada pero... El trabajo de altos cargos los raptó, por otra parte hubo un entrenamiento en el G-3 para ello pero la súbita desaparición del que era mi compañero y su traición al gobierno mundial después de ello tiraron por suelo la oportunidad...— Comentó algo desanimado mientras Rayne se ocupaba de sus dedos —Algún día cazaré a ese maldito Mink y lo llevaré a Impel Down para que le juzguen— Después de aquello y una expresión de enfado miró como habían quedado sus manos y su expresión volvió a la normalidad —Muchas gracias Rayne, en cuanto pueda conseguiré un control de haki mucho mayor al que tengo, te lo prometo— Agradeció a la Cp mientras retomaron el camino, si lograba controlar esos hakis más subir de rango estaría más cerca de cumplir sus objetivos.
Antes de continuar su viaje para reencontrarse con sus compañeras dejaron atados a los otros piratas, juntando a todos los que habían ido capturando cerca de un mismo lugar pero separados a la vez.
—Como siempre Elya eres una marine hecha y derecha, Astartea seguro que tus habilidades han sido vitales para acabar con la amenaza que suponían esos piratas...— Sonrío a las marines que encontraron cerca del ayuntamiento, a juzgar por sus caras todo había ido de perlas
Cuando el grupo estuvo junto unos nueve piratas más llegaron, parecía que estos nueve eran más fuertes que los matones que habían enfrentado antes pero que el grupo estuviese unido facilitó las cosas, si bien que Galhard tirase una moneda contra ellos, fragmentándose en diez trozos y dando con un fragmento a cada uno mientras el décimo se hundía en la nieve no les dejó fuera de juego como a la mayoría de piratas que había enfrentado hizo que sus movimientos fuesen más lentos por la herida que les había provocado, después, aunque fuesen duros de pelear cayeron uno a uno a manos de ellos pudiendo enseñarse cada uno de los marines presentes sus habilidades en combate
—Me siento realmente afortunado de haberos tenido de compañeras en esta misión, sin vosotras esto habría sido un suplicio o algo que probablemente escapase a mis habilidades pero en cambio casi que podemos decir que ha sido sencilla— Dijo alegre mientras tomó su Den den mushi que empezó a sonar, ya era casualidad.
—¿Si? ¿Almirante Kurookami?— Miró con curiosidad el caracol que empezó a hablar.
—Wyatt ¿Como están las cosas por aquí? Marchaste tan rápido hacia la misión que se me olvidó notificarte que habías sido ascendido a contralmirante antes de que salieses del puesto de montaña, me ha costado encontrar la frecuencia ¿Como va la misión?— Dijo Douglas en un tono bastante más relajado que el autoritario que solía tener.
—Gracias al brillante desempeño de las cadetes Astartea y Elya la misión ha sido todo un éxito, derrotaron al segundo al mando de aquel pirata y enviaron un mensaje trampa para atraer a los demás de otros pueblos, toda una proeza vaya. Otra cadete y un servidor solo tuvieron que encargarse de los matones que tenían en el pueblo y ahora hemos eliminado a los de otros pueblos...— Aunque en un monologo extenso Gal explicó con pleno lujo de detalles a Douglas como había acontecido la misión, sabía que no podía dar el nombre de Rayne ya que no saldría en los registros de la marina y Douglas quizás no cogería a la primera que se trataba de una CP así que era mejor no decir el nombre pero si mirar hacia Rayne y asentir.
—Espera... ¿¡Contralmirante!?— Gritó Gal mientras aún no comprendía el por qué.
—Justo la calidad que esperaba de todos los que mandé asignar para esta misión, cuento en que podréis llevar a esos bastardos hasta el puesto de marines, enviaré una pequeña escuadra que está allí apostada para que os ayude en el traslado, muy buen trabajo marines y disfruta de tu ascenso Wyatt, te lo ganaste con las cosas que hiciste anteriormente. Eso sí, no quitaré mi ojo de Astartea y Elya, parecen cadetes con mucho futuro en el cuerpo, eso me gusta. Adiós.— La conexión se cortó y Gal aún tenía que digerir todo aquello mientras miraba sin comprender a sus compañeras.
Antes de continuar su viaje para reencontrarse con sus compañeras dejaron atados a los otros piratas, juntando a todos los que habían ido capturando cerca de un mismo lugar pero separados a la vez.
—Como siempre Elya eres una marine hecha y derecha, Astartea seguro que tus habilidades han sido vitales para acabar con la amenaza que suponían esos piratas...— Sonrío a las marines que encontraron cerca del ayuntamiento, a juzgar por sus caras todo había ido de perlas
Cuando el grupo estuvo junto unos nueve piratas más llegaron, parecía que estos nueve eran más fuertes que los matones que habían enfrentado antes pero que el grupo estuviese unido facilitó las cosas, si bien que Galhard tirase una moneda contra ellos, fragmentándose en diez trozos y dando con un fragmento a cada uno mientras el décimo se hundía en la nieve no les dejó fuera de juego como a la mayoría de piratas que había enfrentado hizo que sus movimientos fuesen más lentos por la herida que les había provocado, después, aunque fuesen duros de pelear cayeron uno a uno a manos de ellos pudiendo enseñarse cada uno de los marines presentes sus habilidades en combate
—Me siento realmente afortunado de haberos tenido de compañeras en esta misión, sin vosotras esto habría sido un suplicio o algo que probablemente escapase a mis habilidades pero en cambio casi que podemos decir que ha sido sencilla— Dijo alegre mientras tomó su Den den mushi que empezó a sonar, ya era casualidad.
—¿Si? ¿Almirante Kurookami?— Miró con curiosidad el caracol que empezó a hablar.
—Wyatt ¿Como están las cosas por aquí? Marchaste tan rápido hacia la misión que se me olvidó notificarte que habías sido ascendido a contralmirante antes de que salieses del puesto de montaña, me ha costado encontrar la frecuencia ¿Como va la misión?— Dijo Douglas en un tono bastante más relajado que el autoritario que solía tener.
—Gracias al brillante desempeño de las cadetes Astartea y Elya la misión ha sido todo un éxito, derrotaron al segundo al mando de aquel pirata y enviaron un mensaje trampa para atraer a los demás de otros pueblos, toda una proeza vaya. Otra cadete y un servidor solo tuvieron que encargarse de los matones que tenían en el pueblo y ahora hemos eliminado a los de otros pueblos...— Aunque en un monologo extenso Gal explicó con pleno lujo de detalles a Douglas como había acontecido la misión, sabía que no podía dar el nombre de Rayne ya que no saldría en los registros de la marina y Douglas quizás no cogería a la primera que se trataba de una CP así que era mejor no decir el nombre pero si mirar hacia Rayne y asentir.
—Espera... ¿¡Contralmirante!?— Gritó Gal mientras aún no comprendía el por qué.
—Justo la calidad que esperaba de todos los que mandé asignar para esta misión, cuento en que podréis llevar a esos bastardos hasta el puesto de marines, enviaré una pequeña escuadra que está allí apostada para que os ayude en el traslado, muy buen trabajo marines y disfruta de tu ascenso Wyatt, te lo ganaste con las cosas que hiciste anteriormente. Eso sí, no quitaré mi ojo de Astartea y Elya, parecen cadetes con mucho futuro en el cuerpo, eso me gusta. Adiós.— La conexión se cortó y Gal aún tenía que digerir todo aquello mientras miraba sin comprender a sus compañeras.
Rayne Von Valliere
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Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La misión, sin lugar a dudas, había sido un éxito. La justicia había vuelto a llamar a las puertas de cada uno de los piratas. Galhard parecía tener una historia interesante y si se trataba de un traidor del gobierno mundial, no dudaría en ayudarle si lo pedía. La sorpresa fue cuando nos separamos: contraalmirante. Aquello ya era algo que rozaba lo inusual, pero no me sorprendía. El chaval era fuerte y tenía un gran sentido de la justicia. El incorrecto, pero caminaba la senda que iluminaba nuestros pasos con firmeza. Le dediqué una sonrisa al chaval y sin lugar a dudas lo relacioné con mi padre una vez más. A lo mejor a parte de atacar tenryubitos hacía algo bueno para la sociedad.
Me acabé separando de todos con rumbo hacia Dark Dome. Era hora de tomarme unas pequeñas vacaciones, llevaba demasiado tiempo empalmando misiones sin parar.
Me acabé separando de todos con rumbo hacia Dark Dome. Era hora de tomarme unas pequeñas vacaciones, llevaba demasiado tiempo empalmando misiones sin parar.
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