La fama tiene sus contras [Privado Dark/Galhard]

Después de un largo mes estaban de vuelta a la civilización, debido a la lejanía entra Dangerous y Dressrosa Dark invitó a Gal a descansar en Samirn, isla donde el moreno tenía una propiedad, un lugar privado como ese sería el idóneo para que ambos pudiesen recuperarse y asearse adecuadamente después de haber estado en aquella isla.

Siguiendo a Dark, Gal no tardó en llegar a la propiedad que su amigo tenía, allí acomodaron sus cosas y de camino allí pasaron por una tienda a comprar ropa nueva. La cara de los dependientes era un poema hasta que vieron como Dark y Gal pagaron con pieles que habían conseguido en la isla un par de prendas nuevas y limpias.

Ambos pudieron darse el cuidado personal que después de un mes necesitaban y mientras hacían tiempo hasta la hora de cenar decidieron jugar a cartas en la comodidad de la casa de Dark.

-Parece que en estos meses he olvidado como jugar con las cartas, no te gano ni una...- Dijo Gal algo frustrado mientras perdía su séptima partida.

-Los mushis tanto de la marina, como de la brigada han estado demasiado tranquilos estos días, quizás habiendo pedido el mes de excedencia han cortado comunicación por ahora, de todos modos mañana a la mañana marcharé hacia Dressrosa, a ver que se cuece en la torre Alvenger. ¿Que harás tu Dark? - Comentó Galhard mientras ponía sobre la mesa tres den den mushis, uno de ellos llevaba vendas y tenía una cara intimidante.

Tras haber vuelto, comprado ropa, desplomado la comida de los mejores restaurantes de Samirn... Ahí estaban. Jugando a las cartas. O más bien, viendo cómo Galhard perdía a estas. Escuchó a su amigo y le contestó. Le apenaba algo separarse pero no podían estar juntos siempre.

―¿Mañana marchas ya? Yo tengo que ir preparando todo para el juicio, pruebas... Etcétera. Además de que tenía que hacer unas cosillas por ahí como ya te comenté.

Fue a barajar las cartas otra vez pero escuchó algo. Se giró con el ceño fruncido y vio la chimenea abrirse. Su chimenea. "¿Qué cojones?" pensó mientras se llevaba la mano a la espalda para coger a Extorquendo Mundi pero palpaba el aire. Lo primero es que iban desarmados, lo segundo, que se la había cedido a Galhard. Colocó el brazo en horizontal para que su amigo no se moviese y esperó a que se abriese del todo. De ahí salieron dos encapuchados que ni siquiera se inmutaron. Pasaron de largo pero acabaron dándose la vuelta, mirando al pirata y al marine.

―Oh, ¿habéis venido al gran templo? ―Exclamó uno de los encapuchados mientras hacía una pequeña reverencia.

"¡¿El gran templo?! ¡¡¡Qué cojones!!! ¡Que es mi casa, joder!" pensó mientras rechinaba los dientes.

―Espera... ¡El gran líder! ―Gritó el otro encapuchado, que por el tono de voz, parecía más bien la otra―. ¡Y su amigo Galhard!

―¿Qué cojones? ―Preguntó Dark en voz alta―. ¡Fuera de mi casa!

Se levantó y fue a cerrar la chimenea, pero más personas estaban subiendo en una especie de pasadizo secreto. Se giró brevemente y miró a Galhard. No podía liarse a pegar a gente ahí dentro, y menos si era su misma casa. Se llevó la mano al mentón e intentó analizar la situación. "Si realmente me están llamando gran líder, no tiene por qué haber problema. Les seguiré el juego y veremos qué mierda pasa aquí" pensó mientras seguía mirando a su compañero. Hizo varios gestos y expresiones faciales para ver si le seguía el plan.

―Bueno bueno, para qué mentiros. Os he puesto en prueba. ¿Vamos hacia ahí abajo y le enseñáis al gran líder qué habéis hecho por él? ―Preguntó con una sonrisa.

No sabía por qué, pero escuchó dos sonidos. Algo como moviéndose en unos pantalones y algo humedeciéndose. Pero prefirió ignorar aquellos sonidos y esperar a ver qué hacía Galhard.

La abrupta intromisión de los encapuchados cogió con la guardia baja a Galhard, había dejado sus espadas junto al montón de ropa sucia y ni si quiera llevaba su zippo eléctrico con él.

—¡Ala! Nunca había visto termitas tan grandes... ¿No has ido cuidando de dejar precauciones contra plagas?— Mencionó el marine mientras miraba a los encapuchados con sorpresa y los extraños jestos de Dark.

—Anda, pero si hablan humano ¿Tan bien enseñadas los tienes como líder?...Mmm aquí huele a pescado...— Dijo el cadete mientras olía de forma sonora la habitación, cualquiera diría que se había vuelto más un animal de aquella isla que un humano.

—¿Más aventuras? Deja que coja un par de moneditas, puede ser divertido ver que tienen preparados tus encapuchados. ¿Es de lo que me hablaste en la isla? — Dijo el marine mientras trataba de seguir el rollo a su amigo.

La verdad no tenía ni idea de lo que ocurría pero quería acabar pronto, ya era casi hora de ir a cenar y no quería perderse el restaurante que le quedaba por probar.

No tardó mucho en llegar a una conclusión al escuchar a su compañero: «Hm... ¿Monedas? Entiendo lo que quiere decir. Yo también cogeré unas pocas si hacen falta». Fue hasta un armario que tenía delante y de forma imperativa agarró dos bolsas de berries, lanzándole una a Galhard para que la cogiese en el vuelo y colocando otra en su cinturón. Llevaba unos meses sin pisar Samirn, por lo que el culto raro tenía que haber creado el lugar en ese lapso de tiempo. Le sorprendía quizás al protagonista pensar que pasase lo que pasase, Samirn tenía un peligro de secta u otro. Así que tendrían que bajar ahí abajo actuando de forma excelente, para investigar y ver realmente qué pasaba. Una vez abrieron la chimenea, tanto él como Galhard la cruzaron. Iluminó el pasadizo con una llama en su mano y comenzaron a bajar.

—Esto será increíble —decía uno de los cultistas, bastante entusiasmado—. No nos esperásemos que llegase antes del juicio, gran líder.

Dark no contestó. Estaba tan impactado con la situación que casi no sabía qué decir. Eso sí, estaba ideando en su cabeza ya un plan con todas las posibilidades.

—Una vez bajemos al tercer subterráneo y giremos hacia la derecha, llegaremos a la sala principal. Ahí solemos sacrificar los carneros para darle larga vida —replicó la segunda, rozando de vez en cuando a propósito el brazo del moreno.

No sabía cómo sentirse. Ni tampoco sabía cómo se sentiría Galhard. La verdad es que a pesar de haber perdido el interés por jugar más a las cartas con él, le quedaban una tanda de parchís y otra de ajedrez. Y nadie le fastidiaba al pirata ninguno de sus planes. Y menos si el marine se iba al día siguiente. Por lo que les siguieron hasta bajar varios minutos de escaleras. El entorno olía a humedad y podía verse claramente que no estaba en un mal estado: tanto los ladrillos como las decoraciones eran muy recientes. Aún así, al estar ubicado en el interior de una zona que estaba muy próxima a la costa, no podía evitar el olor que desprendía. Y aunque no le molestaba a Dark, quizás era un poco agobiante. Por lo que decidió darse aún más prisa para salir de ahí.

Tras pasar un arco de piedra, llegó a la sala en cuestión. Estaba mal iluminada pero podía distinguir las formas. Apuntó a cada una de las antorchas que residían en la pared y las encendió con varios movimientos de mano. Evidentemente, sus sospechas se confirmaron: allí estaban colocados de rodillas más de veinte personas. «Veamos... A ver cómo puedo resolver esto. Porque esto es jodido, joder.» pensó mientras intentaba mostrar un aire de serenidad a través de su rostro. Elevó los brazos y los arqueó un poco, abriendo su postura y transformándola con un movimiento de torso en una pequeña reverencia.

—Antes de que diga nada, gran líder, beba esto. Tanto usted como su compañero. Le hemos preparado el mejor vino de los siete mares —le sugirió otro de los encapuchados, el cual se retiró con la mano izquierda la gabardina.

Cuando examinó su figura, vio que era uno de los tenderos de Samirn. ¿Qué coño estaba pasando ahí? Se resignó a tomar el vino por si era alguna trampa pero todos empezaron a tomar de lo que iban sirviendo. Así que como tenía que seguirles el juego, acabó bebiendo tras chasquear la lengua de la copa. Y esperaba que Galhard lo hiciese también. De hecho, lo mejor sería hasta que preguntase o comentase algo. Parecían atentos también a él para ver si decía algo.

La verdad que la situación era esperpéntica, Gal cogió la bolsa de monedas que Dark le ofreció y se dirigieron a seguir a aquellos encapuchados mientras Gal se preguntaba como narices unas termitas habían aprendido a hablar, la verdad es que aquel bocadillo de atún que había comido en ese puesto de dudosa higiene le estaba pasando factura.

Aquella travesía se hizo eterna para el marine que cada vez estaba más agotado, quería dormir pero antes deseaba haber podido hacerle una revancha a Dark a las cartas demostrando su poderío en el strip-tute.

— Oye Dark, que amigos más raros tienes, al lado de ellos yo soy alguien normal y mira que es decir — Susurró entre risa el marine mientras acabaron de llegar a la sala en la que esperaban cerca de veinte personas.

— Yo no soy mucho de alcohol, después de un par de aventuras y tragedias con Jack... Mejor no tomar mucho ¿No tenéis mosto o zumo? — Dijo declinando la bebida ante una mirada fulminante de todos los presentes, incluido Dark.

La encapuchada que los había guiado suspiró y le dio una copa, sin disimular si quiera que lo había sacado del mismo lugar que el vino.

—Aquí tienes tu mosto, bebe — Dijo algo entrecortada mientras Gal se la bebió de un trago.

— Gracias, aunnquee... Eshpera... Esha cosha shabe cooomo el cafee de iaaku *hip*... Crreoo que mee esjhta entrando el shueñooooo... iieeee — Dijo mientras se tambaleaba de un lado para otro hasta caer seco contra el suelo.

—¿Qué coño Galhard? Compórtate ante mis invita... —empezó a sentirse mareado y se llevó la mano a la frente.

Notaba sus ojos entrecerrarse y todo empezar a dar vueltas. Intentó resistirse pero no lo logró, cayendo de bruces hacia delante y viendo por un instante cómo empezaban a arrastrar a su compañero. Intentó concentrar su voluntad en obliterar a los presentes pero lo único que logró fue soltar una onda de haoshoku que desestabilizó a los que estaban alrededor.

Una vez se despertó, pudo verse encadenado a una mesa... Y desnudo. Miró hacia su costado y vio a Galhard con una máquina que tapaba sus partes. Suspiró aliviado por no tener que presenciar o saber si el pene del marine era más grande que el suyo, pero acabó recordando de que era un ser polimórfico, por lo que, si realmente lo era, solo necesitaba añadirse unos centímetros más. Agitó la cabeza y volvió a rodear con la vista toda la sala, liberándose de las cadenas de un simple tirón. Si no eran de kairoseki no iban a poder pararle.

—¿Galhard, estás bien? —exclamó mientras veía cómo abría los ojos su amigo y usaba la polimorfia para volver a vestirse. Para él encontró una cortina que le tiró encima—. Parece ser que nos querían ordeñar o algo así. ¿Qué es esa máquina que tienes ahí atada, bro? —acabó preguntando mientras fruncía el ceño.

Se ofreció para romper las cadenas del chaval y después miró hacia la puerta, agachándose y elevando la mano para concentrar haoshoku hacia la dirección donde sentía una presencia. Tras sonar un cuerpo caer al suelo le indicó con la mano a su compañero que se acercara y salió hacia fuera, empujando la puerta y viendo delante un laberinto gigante. No sentía ninguna presencia encima, así que aprovechó para desvestir al que había perdido la consciencia y ofrecerle la ropa a Galhard.

—Hmm... Parece ser que no podemos ni pararnos a jugar a las cartas, tío. Podríamos salir de aquí fácilmente pero no sé dónde están nuestras cosas —le comentó mientras se le ocurría una buena idea—. Vamos a hacer algo y aprovechar esto como un entrenamiento. Dejaré de concentrarme y empezarás a hacerlo tú. Tienes que intentar sentir la voz de las cosas. Y como no me voy a liar a pegarte para que mejores tu mantra, confiaré el sigilo de esto a tu mantra. Porque sé que tienes cierto control del mismo, en Dangerous te vi más de una vez esquivar sin dificultades. ¿Entendido?

Todo el movimiento de Dark le despertó, estaba desnudo y con una maquina que le hacía chup chup en su espada intima, eso último molestó al marine que tras recibir la cortina de manos de Dark retiró ese extraño cacharro y se vistió con el trapo haciéndose una toga.

—No sé si fue el mosto o el maldito bocadillo de atún, por mi salud voy a dejar de comerlos, siempre que me llevo uno de esos a la boca me ocurren cosas malas, pero por ahora creo que estoy bien... Oye ¿has mirado que no nos falte ningún riñón? Una vez leí una leyenda sobre cosas así donde a parte de sacarte la leche te quitaban partes del cuerpo— Dijo bastante molesto el contralmirante que tras escuchar como aquella persona se desmayaba por el Haki de Dark volvió a responderle.

—De lo malo lo bueno... Supongo, veremos que cosas nos trae esto de aquí, entrenaré el mantra entonces pero no pidas milagros, a saber que efectos secundarios va a tener la cosa rara que nos dieron de beber... Además nuestras camisas nuevas han desaparecido... ¿Quieres decir que no son unos pervertidos? Seguro que ahora deben de estar oliendo nuestras ropas, pero bueno... al lío... Hora de ver si puedo escuchar cosas... Ojalá haber podido seguir jugando y luego habernos ido a comer hasta reventar en algún restaurante caro, nos lo habíamos ganado...— La verdad es que Galhard estaba bastante molesto por ello además, se había dejado en casa de Dark un broche que le habría ayudado a concentrar su mantra mejor y por ende haber potenciado su entrenamiento.

—Mmmm... No... No noto mucho ¿Quizás dos personas a la lejanía? ¿O son dos ratas?... Mmmm... que movida es esto del mantra, lo que es seguro es que tenemos que intentar subir hasta tu casa y allí prepararnos para detener a estos cultistas.— Dijo Gal mientras se concentraba como podía intentando percibir sus alrededores con el mantra.

—Galhard... Si me sacan un riñón se me regenera otro —le comentó bajando la cabeza—. Son dos ratas. Es normal que no puedas distinguir humanos entre animales, pero poco a poco podrás hacerlo. ¿Sabes lo que es la flor del haki, Galhard? —se acercó a él y colocó la mano sobre sus hombros— Cuando alguien tiene un dominio mucho mayor del haki que tú, aprendes más rápido y lo desenvuelves con mayor sintonía —le explicó mientras se concentraba y le pasaba la mano por el torso, colocándole a Fiamma Scarpone en la mano y ayudándole a apuntar— siente la presencia que va a través de ti, amigo mío.

Él se concentró igual pero decidió seguir aguantando su presencia, desde que había recuperado la memoria lo tenía que hacer activamente. Y el hecho de estar consciente todo el rato de que su haoshoku era un peligro para su compañero marine le hacía estar alerta constantemente. Si se desconcentraba su presencia lo arrollaría, por lo que debía tener sumo cuidado. Dejó fluir como si de una hoja arrastrada por el viento se tratase su voluntad. Se contagió por la pared con cuidado y acabó llegando hasta el otro lado. Ahí activó su vista verdadera con el mantra y empezó a mercer en el aire su presencia. Era muy complicado de hacer, pero podía visualizarlo brevemente.

—Una vez sientas la presencia, ve más allá. Yo lo desmayaré y tú dispararás, pero sin dar a puntos vitales —le explicó mientras agarraba aire y le daba un minuto para que su amigo se concentrase.

Ahí desencadenó su presencia de forma selectiva hacia el objetivo y cayó fulminado al suelo.

—Ah si, cierto, nunca recuerdo que tu fruta de demonio te convierte en una suerte de axolote que se regenera al instante ¿Tienes algún límite de recuperación? ¿Algo así como tantos brazos puedes regenerar en un día?— Dijo mientras notaba como su amigo le pasaba su pistola y le corregía su postura.

—¿Flor de Haki? No lo había escuchado antes... Eso explicaría el por qué en la aguja pude despertar el mantra, hora de llevar más allá esto— Dijo concentrándose, podía notar como el aire había cambiado por influencia de Dark y cuando una tercera voz se hizo presente en su mente jaló el gatillo de la pistola en la dirección que su amigo le había ayudado a apuntar.

La bala fue adelantada por la presencia abrumadora de Dark, era hora de salir de aquella sala.

—¿Aunque te adoren no ha sido un poco estúpido por su parte dejarte la pistola aquí? Con un poco de suerte fuera de la celda tendremos las monedas, no me siento cómodo con las armas de fuego la verdad... Donde se pongan un par de monedas y una espada.—

Ambos salieron de aquella habitación donde un hombre con un tiro en el hombro yacía desmayado, la herida no era grave así que no necesitaba ni de unas curas más allá de dejarlo a su suerte.

En una estantería estaban las ropas que llevaban antes de ser dejados en aquella sala de perversión y Gal no tardó en decirle adiós a su improvisada toga mientras se vestía con su ropa nueva.

—A todo esto... No sé si tu te vas a orientar pero yo ya no sé en que parte del subsuelo estamos y creo que hacernos un agujero hasta arriba no es opción ¿verdad?.— Exclamó Gal mientras se acomodaba la camisa sin abrochársela. ¿Sería una misión de sigilo para fugarse de allí o sería una misión de exterminio? Se preguntaba el marine mientras miraba el revolver de Dark, el ruido quizás había alertado a algún sectario.

—Tardo casi dos minutos en regenerar una parte, por lo que treinta por hora. Treinta por veinticuatro es sencillo: le quitas el cero y después se lo añades. Tres por veinticuatro setenta y dos, le añades el cero... ¿Setecientas veinte? Más o menos. Tampoco es que lo vaya probando. Más de una vez me he arrancado un brazo para usarlo de ventaja en una batalla pero duele de cojones. Y el sentimiento de la regeneración es muy raro. Es como si algo creciese lentamente para volver el dolor fantasma algo real. Lo jodido es cuando los nervios se reconstruyen: es una sensación punzante y dolorosa.

Pero tenía una cuestión más importante entre manos... ¿Por qué tenía la pistola entre las manos? Se había levantado desnudo y no había nada alrededor de lo que coger. Gruñió por lo bajo cuando se paró a pensarlo y miró hacia su alrededor. No era algo normal que asumiese cosas de esa forma, parecía que algo había cometido un error o había sido hasta intencional. Pero tampoco tenía tiempo para pensar sobre los fallos del universo, por lo que se limitó a simplemente aceptar la situación y no pensar demasiado en el por qué. Lo práctico era que tenía a Fiamma Scarpone y no tenía que pedir más. Miró hacia el techo tras escuchar a su compañero y negó con la cabeza. Se veía capaz de salir de ahí sin dificultades, pero el problema real era que a lo mejor se cargaba su casa. Y no iba a permitir que se derrumbase la única propiedad que tenía. ¿Que se podía comprar mil como esas? Sí. Pero era su pequeño trozo de hogar. Y tenía que cuidarlo.

Aquello le había recordado a todo lo relacionado con su vieja mansión en Norin. Suspiró con el ceño fruncido y despejó su mente de recuerdos innecesarios, volviendo a concentrarse en contagiar su voluntad a todo ser que pasase por ahí. Era complicado hacerlo sin dejar K.O a Galhard, pero tenía que superar aquella prueba que se había impuesto a él mismo. Así que caminó y palpó las paredes, intentando buscar algún rastro que les condujese hasta la salida. Marcas de calzado, polvo levantado en la pared por el movimiento... Cualquier pista les sacaría de aquel laberinto.

—Sigue insistiendo con tu mantra. Estoy seguro de que encontrarás algo que nos ayude —le comentó mientras él se centraba en su haoshoku.

—La verdad sería útil poder usar el mantra como un sonar... De todas formas volveré al lío, lástima haber dejado en el cuartel un broche que encontré en la niebla, me comentaron que ayudaba a despejar la mente para usar el mantra pero mi conocimiento con el mismo no era el suficiente para aprovecharlo al máximo ¿Quien sabe? Quizás después de este embrollo podré usarlo con plena libertad, en verdad no te enseñé todo lo que allí encontré, lástima que nuestra segunda vez en la niebla fuese tan convulsa, estoy seguro que podríamos habernos hecho con algún tesoro si aquellos dos no hubiesen aparecido... Una pena pero siempre puedo intentar volver... Aunque temo que nos estén esperando. — Tras su pequeño discurso se concentró tal y como Dark le dijo y esta vez, quizás más relajado por estar vestido pudo ver que aquellas ratas ya no estaban y que dos personas se dirigían hacia la habitación mientras una tercera corría en dirección opuesta.

—Tendremos visita en nada, mejor será prepararse y tumbarlos en cuanto lleguen aquí, el problema será la tercera presencia que está huyendo ¿Será otra rata o es una persona esta vez?— Si la cosa se complicaba el sigilo no sería una opción pero sería una experiencia límite que potenciaría su entrenamiento con el mantra fuese la situación que fuese.

Gal tomó un colgador de ropa y cuando aquellos dos iban a entrar lo estrelló en la cara de los mismos, quizás eso le daba a Dark el tiempo suficiente para usar su haki sin tener que dejarlo moñeco.

—Haremos que ese tercero hable y nos guíe hacia donde tengamos que ir... No quiero más maquinas que me hagan chup chup abajo— Comentó Gal aún empuñando el colgador de ropa como una lanza.

Era muy interesante lo del objeto. Quizás sería uno vivo, o no. Pero sin lugar a dudas le habría ido bastante bien con él, aunque... ¿Cómo sabía del efecto si ni siquiera tenía dominado el mantra? Una pregunta especial que requería una contestación épica. Pero él no era quien iba a contestar, por lo menos.

—Conociéndome, aunque se trate de nosotros mismos, mi otro yo intentaría vengarse. Por eso tenemos que tener cuidado de cara al futuro. No sé por qué, pero aunque lográsemos engañarles, no me siento del todo seguro. Tengo que dormir con un ojo abierto cada noche —le confesó tras un largo suspiro—. La tercera presencia es una persona, así que, ¿qué harás?

Lógicamente dejó que se guiase. No estaban muy lejos de la salida y él sí que podía notar las presencias, pero es que Galhard tenía que valerse por sí mismo para usar el mantra. Si le chivaba cada cosa que había —ya que él tenía un dominio del mantra bastante avanzado— no avanzaría mucho. Así que probó a prueba el concepto de la flor del haki, fluyendo su mantra y presencia y contagiando toda la sala por ella. Quizás aquello haría como un amplificador para Galhard o no. Solo quedaba ver cómo reaccionaba.

-Sí... No es que me haga especial ilusión encontrarme con aquellos que dejamos atrás, menos aún con tu versión, por alguna razón mi yo del futuro... Aunque ahora sería pasado parecía más inofensivo que yo mismo y de verme como un rango superior a él le haría simplemente retirarse... El problema es si ese Dark está resentido y han encontrado armamento poderoso allí... Vi un encargo de Rapanui para volver a la niebla en busca de una colección de monedas que olvidó, debería ir igualmente, eso mejoraría mi conocimiento sobre la niebla arco iris... Cuando vuelva al cuartel marcharé pero me preocupa lo que allí pueda encontrar- Se rascó la cabeza.

Si se trata de una persona podemos decir adios al hecho de pasar desapercibidos pues avisará a los demás... De todos modos cuando reduzcamos a los que vienen hacia aquí tocará correr detrás de él... Puede que nos lleve a un lugar que nos ayude a dar con los líderes de la secta, huir no es una opción pero quizás podamos desmantelar la secta derrotando a sus jefes y devolviendo su mente a la realidad.- Gal tomó un colgador de ropa como una lanza, dos encapuchados no tardaron en entrar en la habitación y fueron noqueados por el marine con un rápido movimiento de la madera que usó como si de una lanza se tratase.

-Toca correr detrás del fugitivo... Estaré atento por si escucho más voces, si esto es un laberinto es mejor alimentarnos de esas voces para poder caminar en él.- Dijo mientras rebuscó entre los dos encapuchados inconscientes algo que pudiesen usar como arma no letal.

Por un momento algo agitó su mente: Ryüko. El lugar que fue antaño su hogar, cuando viajaba con Louise reclutando a mercenarios. ¿Y si quizás...? No, no era una buena idea. Quería volver a la marine y tener a un grupo de lunáticos no iba a dar nada. Por lo que preferiría adelantarse con una sonrisa y llevarse las manos a la nuca, andando a paso rápido. Escuchó a su compañero, obviamente. Él ya había comentado que no se encontraba del todo seguro con los problemas de la niebla, ya que no había una persona que se odiase más a sí mismo que él. Y era gracioso, porque hasta quizás él mismo se sentiría bien sesgando la vida de su otro yo. Al fin y al cabo, ¿sería cobrar venganza por la persona que dejó morir a Louise, no?

—Yo ya llevo sintiendo todo alrededor, Galhard. Pero no voy a decirte nada, porque perdería la gracia. Tienes que alimentar tu haki de observación, enseñarle quién manda. Al final será como un sentido más del cual dependerás para todo, casi tanto como la vista y el oído. Así que piénsalo de esa forma. Es un sentido extra que puedes entrenar con más facilidad de los que ya dispones.

Tocó la pared y envió su presencia hacia detrás, sonando más gente cayendo. Soltó una pequeña carcajada y retiró la mano, dirigiendo una pequeña mirada de cómplice a Galhard. Algo en su interior le decía que, con las motivaciones que tenía, hasta podía ser un conquistador también. No había dado señales todavía, pero bien era cierto que las personas con una voluntad de tal magnitud acababan despertándolo... No, más bien, conociendo que eran usuarios del mismo. Era imposible despertar aquello, ya que residía en uno de cada millón. Pero él era uno de los elegidos, y si lo entrenaba, sería mucho más fuerte. Para que no pasasen cosas como las de Louise.

—Mira, por ahí está la salida —señaló— y por ahí la base —movió el dedo hacia la derecha, señalando hacia otro lugar—. ¿Qué hacemos, entramos y hablamos o nos piramos? No me gustaría que saliese más gente de la chimenea, la verdad, ¿son unas termitas de lo más escandalosas, no crees?

—Supongo que no queda otra, deberé adaptarme a ver más allá con el mantra si no quiero quedarme atrás— asintió el marine, realmente desde aquel día en la aguja había empezado a escuchar las voces de su alrededor de forma tenue, incluso llegando a saber en la dirección que algún ataque le vendría, si podía conseguir usar eso perfectamente tendría mucho a su favor.

—Simplemente salir no resolvería nada y seguirías teniendo estas termitas viviendo en tu piso sin pagar renta— Movió la cabeza hacia el lado donde la base se ubicaba Lleguemos hasta el fondo de este nido y echemos a patadas a esta plaga de tu casa, no solo puede ser un entrenamiento para ver más allá, servirá para poner sobre la mesa todo el mes de entrenamiento que hicimos, por lo tanto es hora del show, monstruo— Dijo de forma afectiva mientras se tronaba los puños, ya no había que preocuparse por que aquel incauto avisase a los demás por lo que el factor sorpresa se dibujaba en el horizonte, tocaba concentrar sus capacidades en ver si podía notar la dirección donde mayor cantidad de voces se concentraba, mientras trataba de concentrarse en ello y le hacía un gesto a Dark para que le siguiese empezó a caminar por los angostos túneles que aquellos fanáticos habían construido.

El esmero que habían puesto en ellos era digno de elogio pero enfermizo, tras unos minutos de caminar por aquellos túneles mal iluminados Gal detectó lo que parecía ser una pequeña habitación con dos voces en su interior.

—Bien, si tanta estima te tienen ¿Por qué no dejamos que vean a su estrella antes de caer al suelo? o mejor aún, interroguemos a uno sobre cuantos son y que pretenden, eso nos ahorrará un momento incomodo cuando encontremos a los demás— Susurró al moreno, no tenía ganas de escuchar un discurso fanboyista en la sala principal que tratase de justificar lo que estaban haciendo, quería conseguir el gusto de poder negarles ese placer.

—Mmm... Esta pared es segura de derribar, con permiso— Gal se concentró y notando el haki en sus brazos golpeó la pared que no tardó en caer abajo dejando expuestos a dos cultistas que estaban jugando a cartas con ilustraciones de Dark en ella. El marine golpeó con suavidad la nuca al más delgado de los dos dejándolo inconsciente y tomó al más gordito de la capucha.

—Bien, tengo un trato que ofrecerte, te podrás quedar las cartas del tipo además de que Dark te las firmarás si nos cuentas cuantos sois, que tramáis y cuando llegasteis aquí, además de aceptar irte por donde has venido y no volver.— La oferta era generosa si realmente adoraba a Dark.

—Galhard, hagámoslo. Pero estoy empezando a perder la paciencia —le contestó.

Y bueno, rompió una pared y llegó a uno. Dark aplaudió ligeramente en el sitio, felicitándole de alguna forma. El problema fue cuando le dijo lo del autógrafo. ¿Cómo osaba? ¡Por algo era el necio osado!

—Somos cuarenta y cinco, reclutando y viento en popa. No me pegues por favor, aceptaré la firma de Dark-sama —exclamó algo asustado pero a la vez complacido por la simple presencia del moreno.

Le dio un venazo al moreno, casi como si su rostro cambiase de golpe.

—¿Qué cojones es esto? ¿Pero por qué tengo que firmarles algo? ¡Fuera de mi casa!

Dark había entrado en ese estado del cual se avergonzaba plentamente. Cuando se enfadaba, nada le paraba. Literalmente. Elevó la mano y concentró su voluntad en el gordo, desmayándole y soltándole un puñetazo después en el estómago, haciéndole escupir palitos de merluza sin rebozar. Aquel momento fue extraño a la par que revelador: creía que los palitos de merluza nacían rebozados. Pero se distrajo suficiente. Endureció sus dos brazos y empezó a salir hacia fuera, golpeando una y otra pared para acabar encontrándolos. Si Galhard no le paraba iba a matar a alguien.

Muchas cosas extrañas habían ocurrido ahí ¿Que clase de enfermo comía palitos de merluza sin rebozar? ¿Tal era el punto que habían espiado hasta el más oscuro secreto de conocimiento que aquel par ocultaban?.

-Pero Dark... Faltaba que dijese que pretendían y cuanto tiempo llevan aquí... Oye ¡¡Que esa pared es un pilar de soporte!! ¿¡Quieres a caso derrumbar tu casa?! ¡¡Que lo de la firma era un farol para sacarle información!!- Dijo Galhard completamente escandalizado, podía intentar frenar a la bestia pero... ¿Como se tomaría su amigo que le lanzase una moneda con poder destructivo tan cerca? Más aún cuando podía dañar la estructura de los túneles. Gal podía intentar prever que golpe iba a dar o que pared iba a derrumbar, intentando modificar el curso de un Dark en modo topo para que destruyese aquellas paredes que no comprometían la seguridad de la construcción.

-¡Dark! A la de tu derecha... ¡Derecha no izquierda!- Vale, eso no serviría, tocaría tirarle una moneda a ver si eso le devolvía a sus cabales pero después de tanto alboroto todas las termitas debían saber de ellos.

-Allé va...- Gal tomó una moneda de uno de los cultistas y concentró la energía de sus dedos en ella para usar su técnica épica con la moneda, capaz de tumbar a un semi-gigante o hundir un buque, sabía que con la fruta que su amigo tenía no le dolería demasiado pero que tenía que cargarla con Haki para ello.

Así como de un instinto que guió sus acciones, giró desenfundando a Haruno Rö totalmente endurecida, partiendo la moneda por la mitad y saliendo una poderosísima onda de corte que derrumbó aún más sotano. Pero le hizo reaccionar, sobretodo el haber podido partir a su compañero por la mitad. Se llevó la mano a la cabeza y gruñió ligeramente, deshaciendo el endurecimiento y guardando la katana. Todo estaba lleno de polvo y no podía casi ni ver, pero por lo menos Galhard podría usar aquello como una etapa extra para su entrenamiento. O por lo menos hasta que sintió muchas presencias, limitándose a usar su vista verdadera. Cerró los ojos y agarró aire, pasando a ver con el mantra. Ahora el polvo no le pararía, pero un nunchaku con una foto de él sí. Le golpearon en la cabeza y se cayó hacia atrás, llevándose la mano al chichón y retorciéndose en el sitio.

—Puedo soportar que me atraviesen con una espada, pero un chichón... ¡Ay! —Gritó.

Se le oscurecieron los ojos y la mirada en general pero intentó controlarse. Realmente el plan se estaba yendo a la mierda y volvería a perder los estribos pronto. No podía dedicarse a matar gente que no suponían ninguna amenaza para él o Galhard. Así que se levantó y desplazó los brazos, dejando recorrer su poderosa presencia por toda la sala. Le sabía mal por su compañero, pero acababa de dejar inconscientes a todos. No sabía si Galhard había caído, pero es algo que comprobaría rápido.

—Galhaaard, ¿estás bien?

Todo pasó en un instante ¿No había endurecido lo suficiente la moneda? Ese fue el pensamiento inicial del marine contemplando sorprendido como su amigo se daba la vuelta y cortaba el proyectil, lo que continuó tras ello no fue mucho más relajado pues una onda de choque destrozó multitud de paredes de aquel complejo subterráneo, sin duda la casa de Dark peligraba, más bien la totalidad de los que estaban ahí dentro corrían el peligro de acabar sepultados entre los escombros que quedarían de la mansión de Dark.

Como era de esperar aquello hizo que todos los encapuchados se reuniesen alrededor del duo de locuelos pese a la gran nube de polvo que imposibilitaba ver con claridad, Galhard hizo su mayor esfuerzo para notar presencias ¿Eran 32? ¿O dos de esas presencias eran de una rata y una cucaracha peleando a muerte? No podía verlo y no alcanzaba a comprenderlo.

Mientras esos pensamientos llenaban la mente del marine algo horrible salió de su amigo, un aura propia de la peor de las pesadillas emanó por toda la zona mientras poco a poco las presencias que les envolvían iban cayendo una a una, su cuerpo se sentía pesado, sus extremidades entumecidas. -Acabo de ver... pasar mi vida delante de mis ojos ¿Que diablos ha sido eso?- Galhard había presenciado como en ocasiones el moreno había dejado libre su aura pero ni de lejos había llegado a estos extremos si bien pudo hacer acopio de energía y mantenerse consciente no pudo hacerlo de pie, cayendo de rodillas mientras su cuerpo le fallaba y sus extremidades temblaban.

-Al menos has vuelto en ti mismo...- Dijo Galhard en una voz algo apagada cuando escuchó a su compañero preguntar si estaba bien. No lo estaba pero seguía consciente, aquello podía suponer un logro.

Antes de que pudiese acabar de recomponerse pudo escuchar como dos personas tosían ¿Que clase de individuos habían podido resistir también aquella onda?

-Ara ara~- espetó una de las voces, curiosamente muy masculina pese a la naturaleza que solían tener las personas que usaban esa muletilla. -Que aterrador eres Da~ru~ku~-Sa~ma~- Poco a poco la nube de polvo se disipó un poco en la zona de donde aquella voz provenía dejando ver tan solo a aquellas dos figuras entre la polvareda.

Una pequeña silueta de una persona encapuchada con una pose tímida y otra silueta también encapuchada de recia y fornida figura se dibujaban allí, fuese de quien fuese la voz el resultado sería plenamente desconcertante para el par de amigos.

-T-te dije que Dark-Sama vendría y que era el-el mejor ¿Me-Me crees ahora cu-cuando te digo que la oferta de-de ser mi-mi mano d-derecha en la secta n-no se pu-puede rechazar?- Dijo tartamudeando de forma horrible una voz completamente tímida, para más sorpresa del dúo, aquella voz provenía nada más y nada menos que de la figura que lucía completamente musculada, la cual, cuando la nube de polvo se hizo más tenue podía verse que la capucha a penas cubría su cara que dejaba ver una barba muy bien arreglada y unos ojos azules con unas pupilas grandes, las cuales rompían su imagen feroz y chocaban con la totalidad de su cuerpo.

¿Qué cojones eran esos dos? ¿Una chica con voz de hombre y otro que tartamudeaba ante el moreno? No sabía donde estaba y aquello ya no se lo podía tomar a mejor. Realmente estaban descendiendo a la locura, hasta el punto de no saber siquiera dónde estaban. ¿Por qué una secta, y por qué con él? ¿Qué había hecho para merecer esto? No lo sabía ni tampoco quería saberlo. Realmente preguntarse a él mismo ese tipo de cosas no le darían respuesta, por lo que mejor era no indagar demasiado. O sí. Estaba confundido y no sabía si sentirse halagado o aterrorizado. Cuando era vice-almirante tenía su familla, sí, pero esto ya era demasiado. No había oído de una maldita asociación religiosa que conectaba tubos raros al pene. Por suerte no lo habían hecho con él, así que a lo mejor Galhard debía preocuparse de tener un retoño en el futuro. Qué bonito era el amor. Por lo menos de una parte.

—Pero a ver... —empezó a decir mientras daba un paso hacia delante— ¿entendéis que no está bien en ningún sentido hacer esto? No podemos coger y asaltar casas de otras personas —se apartó con un solo paso para evitar un cacho de techo que se derrumbó encima de él—. Entiendo que podáis idolatrar mis actos, pero la verdad es que no me merezco algo así. Prefiero que viváis vuestras vidas y adoréis a otra persona que lo merezca de verdad. Hasta Galhard se lo merece más que yo, joder...

Se giró y empezó a andar hacia arriba mientras se derrumbaba todo. Era hora de irse de allí y de una maldita vez. Si quería llegar a la respuesta de cómo mejorar esa no era la pregunta. Así que empezó a andar, desmayando a esos dos ahí con el haoshoku. Una segunda onda, quizás porque se sentía con mayor determinación, sí acabó dejándoles inconscientes.

—´Vámonos Galhard, que mi secta se quede enterrada bajo mi casa —le comentó.

El marine hizo acopio de todas sus fuerzas para Levantarse, esta vez ya no sólo escuchaba la voz de las cosas vivas si no podía escuchar la respiración de los objetos moviéndose a tiempo para esquivar unos escombros que iban a caer sobre él.

Como buenamente pudo se agarró a Dark. —Oye... Esto va a derrumbarse ¿Crees que estarán bien toda esta gente? — La respuesta era obvia, no. Pero el marine apenas se tendía en pie mientras escuchaba toda las piedras que iban cayendo como para pensar en cosas coherentes, se ayudó con Dark para ponerse completamente erguido y avanzó con él hacia la superficie.

Los escombros habían formado una suerte de escalera natural y poco a poco mientras la tierra caía se podía divisar la luz solar, con suerte la casa de Dark, o parte de ella, quedaría con suficiente espacio para que ambos pudiesen descansar y retomar sus obligaciones la mañana siguiente, habían ocurrido muchas cosas y la máquina que hacía chip-chip iba a quedarse enterrada para siempre en aquel lugar.

—No creo que merezca un grupo de seguidores así... Me recuerdan a la gente de mi isla y... Es incómodo— Añadió Galhard mientras seguía a Dark en su ascenso hacia la superficie.