Contratante: Sirio el ardiente
Descripción: Recibimos un duro golpe en Drum, fuimos derrotados por un grupo de marines. Pero esto no acabara así, necesito aguerridos guerreros que no teman enfrentarse a los perros del gobierno para recuperar a mis hombres. Se encuentran en un cuartel en la isla de Banaro, es difícil entrar y difícil salir, se encuentra rodeado de un espeso bosque, pero seréis recompensados si el objetivo se cumple correctamente.
Recompensa: Conocimiento único, 15.000.000 para cada participante y el favor de un hombre peligroso.
Descripción: Recibimos un duro golpe en Drum, fuimos derrotados por un grupo de marines. Pero esto no acabara así, necesito aguerridos guerreros que no teman enfrentarse a los perros del gobierno para recuperar a mis hombres. Se encuentran en un cuartel en la isla de Banaro, es difícil entrar y difícil salir, se encuentra rodeado de un espeso bosque, pero seréis recompensados si el objetivo se cumple correctamente.
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Nassor
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Hacía mucho tiempo que no estaba en Banaro. Años, concretamente. Irónicamente, en su anterior vez también había estado intentando liberar a presos, aunque no humanos. Hacía ya... ¿cinco años? ¿siete? En ese momento aún era cazarrecompensas. Había seguido la pista a unos traficantes de animales exóticos hasta aquella isla, localizado su base, derrotado a los integrantes de la banda y liberado a todos ellos. Había sido durante ese asalto donde había conocido a Kilah, por lo que recordaba con cariño aquella isla. Esbozando una media sonrisa, acarició la cabeza de su gueparda gigante, que empezó a ronronear y le dio un golpe en la cadera con la cabeza.
Estaban en la selva, ocultos entre la espesura en un punto donde la prisión quedaba a la vista. Era un edificio de tres pisos de hormigón, rodeado por una valla de alambre de espinos. Había un par de torres de vigilancia, en esquinas opuestas del perímetro de la misión. Había bastante vigilancia... aunque creía poder colarse. Él y Kilah eran como dos sombras cuando hacía falta. De todos modos habría un tercer integrante en el equipo. Un miembro de su antigua tripulación, Alpha.
- ¿Hueles algo, chica?
Kilah estaba olfateando el aire y se había puesto alerta. Movió las orejas hacia los lados y giró la cabeza. Nassor pasó a su forma híbrida, convirtiéndose en un hombre ciervo de más de dos metros y medio de altura de pelaje rojizo. En esa forma sus sentidos se volvieron más agudos, su olfato más preciso. Percibía a alguien... una persona se aproximaba hacia él. Era un hombre bajito, y reconocía su olor.
- Alpha, estoy aquí - susurró.
Estaban en la selva, ocultos entre la espesura en un punto donde la prisión quedaba a la vista. Era un edificio de tres pisos de hormigón, rodeado por una valla de alambre de espinos. Había un par de torres de vigilancia, en esquinas opuestas del perímetro de la misión. Había bastante vigilancia... aunque creía poder colarse. Él y Kilah eran como dos sombras cuando hacía falta. De todos modos habría un tercer integrante en el equipo. Un miembro de su antigua tripulación, Alpha.
- ¿Hueles algo, chica?
Kilah estaba olfateando el aire y se había puesto alerta. Movió las orejas hacia los lados y giró la cabeza. Nassor pasó a su forma híbrida, convirtiéndose en un hombre ciervo de más de dos metros y medio de altura de pelaje rojizo. En esa forma sus sentidos se volvieron más agudos, su olfato más preciso. Percibía a alguien... una persona se aproximaba hacia él. Era un hombre bajito, y reconocía su olor.
- Alpha, estoy aquí - susurró.
Freites D. Alpha
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Banaro… ¿qué haces aquí joven rey de la forja? ¡Ah, sí! Ya lo había olvidado, viniste a ayudar a un viejo conocido con una tarea un poco alocada. Alpha era primera vez que se encontraba en Banaro, una isla bastante agradable para su gusto. El bosque y el ecosistema del lugar tenía ese toque que le brindaba algo mágico y único que enamoraría a cualquier montaras, incluyendo a Alpha.
¿Liberar presos de una prisión? No suena una tarea demasiado difícil o, más bien dependería de la edificación. Que desdxe lejos parecía ser un edifico de hormigón ¿Tres pisos? Si… eran tres pisos.
Alpha suspiro, colarse no se le daba del todo bien y en las últimas oportunidades donde ha tenido que pasar sin ser visto honestamente habían sido pura suerte. –“¿Y si simplemente los asedio de frente y ya está?”- Pensó. Pero incluso el joven señor de la guerra sabe que esa acción era la más estúpida de todas. Efectiva a veces, pero este no era el caso.
Fue entre tanto pensamiento que fue interrumpido, Nassor estaba allí con su compañera animal, al igual que el pelilargo, porque si en algún momento duraron que Suzaku no vendría a esta aventura, se equivocaron.
- Hola Nassor… Si me has llamado es para ayudarte con algo grande ¿no? Dime… como ves el panorama
Esperaba un mínimo de informe donde su antiguo capitán le diera detalles o algo que fuera visto mientras esperaba por el pequeño. Alpha comenzaría a revisar su equipaje colocando entre sus manos sin dudarlo su fiel confiable arquebus: la lanza del sol. Suzaku por otro lado se quedaba mirando directamente a la felina del Shakanari rojo, detallándola de pies a cabeza.
- Te he de confesar que el sigilo no es lo mío y probablemente me tengas que usar de carnada mientras tú haces lo tuyo. Es una opción que te doy por mi parte.
Y como siempre, el chiquillo sonrió.
¿Liberar presos de una prisión? No suena una tarea demasiado difícil o, más bien dependería de la edificación. Que desdxe lejos parecía ser un edifico de hormigón ¿Tres pisos? Si… eran tres pisos.
Alpha suspiro, colarse no se le daba del todo bien y en las últimas oportunidades donde ha tenido que pasar sin ser visto honestamente habían sido pura suerte. –“¿Y si simplemente los asedio de frente y ya está?”- Pensó. Pero incluso el joven señor de la guerra sabe que esa acción era la más estúpida de todas. Efectiva a veces, pero este no era el caso.
Fue entre tanto pensamiento que fue interrumpido, Nassor estaba allí con su compañera animal, al igual que el pelilargo, porque si en algún momento duraron que Suzaku no vendría a esta aventura, se equivocaron.
- Hola Nassor… Si me has llamado es para ayudarte con algo grande ¿no? Dime… como ves el panorama
Esperaba un mínimo de informe donde su antiguo capitán le diera detalles o algo que fuera visto mientras esperaba por el pequeño. Alpha comenzaría a revisar su equipaje colocando entre sus manos sin dudarlo su fiel confiable arquebus: la lanza del sol. Suzaku por otro lado se quedaba mirando directamente a la felina del Shakanari rojo, detallándola de pies a cabeza.
- Te he de confesar que el sigilo no es lo mío y probablemente me tengas que usar de carnada mientras tú haces lo tuyo. Es una opción que te doy por mi parte.
Y como siempre, el chiquillo sonrió.
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Devolvió el saludo al pequeño herrero con un gesto de la cabeza. Como siempre iba acompañado de su ave, Suzaku. Por precaución giró la cabeza hacia Kilah y se encontró a la enorme gueparda mirando fijamente al pájaro, en tensión. Reconocía esa pose; había decidido que era su presa. Nassor frunció el ceño y le chistó, avisándole. La gueparda gruñó enfadada.
- No será sencillo, pero puede hacerse.
Alpha le comentó que él no era hábil con el sigilo y le mencionó que podía usarle de carnaza, ante lo que Nassor negó con la cabeza. No era un general despiadado que arrojaba estúpidamente a sus hombres a la muerte solo por obtener resultados. En la guerra debían hacerse sacrificios, sí. La diferencia entre un hombre y un monstruo estaba en cómo de dispuesto estabas a sacrificar a otros y por qué cosas.
- No. No voy a ponerte en peligro estúpidamente habiendo otros métodos.
Se frotó el mentón. Él podía colarse en el recinto con su chica y atraer la atención de los guardias. Podía hacer frente a los marines del lugar mientras Freites entraba y liberaba a los presos. Con su akuma no tendría problemas para fundir puertas y grilletes, y así no lo expondría al peligro más abierto y directo.
- Yo seré el cebo. Soy más viejo que tú, no voy a hacer a un chico tirarse a una carga suicida - se crujió los brazos y los hombros - Además, me vendrá bien un desafío. Hagamos esto, rodea la prisión desde la selva y espera al otro lado. Yo me colaré en el patio y haré un escándalo para atraer a los marines. Me aseguraré de atraer a todos los que pueda para que tengas despejado tu lado. Entra en el patio, cuélate en la prisión y libera a todos los presos. ¿Estás de acuerdo?
- No será sencillo, pero puede hacerse.
Alpha le comentó que él no era hábil con el sigilo y le mencionó que podía usarle de carnaza, ante lo que Nassor negó con la cabeza. No era un general despiadado que arrojaba estúpidamente a sus hombres a la muerte solo por obtener resultados. En la guerra debían hacerse sacrificios, sí. La diferencia entre un hombre y un monstruo estaba en cómo de dispuesto estabas a sacrificar a otros y por qué cosas.
- No. No voy a ponerte en peligro estúpidamente habiendo otros métodos.
Se frotó el mentón. Él podía colarse en el recinto con su chica y atraer la atención de los guardias. Podía hacer frente a los marines del lugar mientras Freites entraba y liberaba a los presos. Con su akuma no tendría problemas para fundir puertas y grilletes, y así no lo expondría al peligro más abierto y directo.
- Yo seré el cebo. Soy más viejo que tú, no voy a hacer a un chico tirarse a una carga suicida - se crujió los brazos y los hombros - Además, me vendrá bien un desafío. Hagamos esto, rodea la prisión desde la selva y espera al otro lado. Yo me colaré en el patio y haré un escándalo para atraer a los marines. Me aseguraré de atraer a todos los que pueda para que tengas despejado tu lado. Entra en el patio, cuélate en la prisión y libera a todos los presos. ¿Estás de acuerdo?
Freites D. Alpha
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-Suena como un plan para mí. Esperare a por tu distracción entonces.
Un buen plan, era una lástima que Nassor te tuviera que quedar con toda la diversión, pero aun así el chiquillo no puso pero, si él quería ser la carnada. Pues bienvenido sea. Aunque era cierto una cosa, reventar el interior de la cárcel seria cosa muy fácil para Alpha, su habilidad le permitiría hacer pedazos las barrotes y cadenas en menos de lo que cantaba un gallo. Era una misión en solitario, como las que le gustan.
Mientras rodeaba la prisión utilizando la jungla como camuflaje, el pelilargo pudo detallar con más facilidad todo lo que la protegía. Era un gran número de enemigos, la torres estaban muy bien colocadas, dejaban pocos puntos ciegos a decir verdad. –“Nada mal para ser marines” – Penso en sus adentros. Realmente el chiquillo tenía que admitir que los marines tienen una gran capacidad para diseñar sus cárceles, fortalezas y edificaciones.
Pero si algo a aprendido el joven rey, es que todo lugar puede ser conquistado.
Llego al lugar indicado, el patio. Aun estaba resguardado por un gran numero de marines, era momento de esperar por Nassor. Veamos que tan bueno es para llamar la atención.
Un buen plan, era una lástima que Nassor te tuviera que quedar con toda la diversión, pero aun así el chiquillo no puso pero, si él quería ser la carnada. Pues bienvenido sea. Aunque era cierto una cosa, reventar el interior de la cárcel seria cosa muy fácil para Alpha, su habilidad le permitiría hacer pedazos las barrotes y cadenas en menos de lo que cantaba un gallo. Era una misión en solitario, como las que le gustan.
Mientras rodeaba la prisión utilizando la jungla como camuflaje, el pelilargo pudo detallar con más facilidad todo lo que la protegía. Era un gran número de enemigos, la torres estaban muy bien colocadas, dejaban pocos puntos ciegos a decir verdad. –“Nada mal para ser marines” – Penso en sus adentros. Realmente el chiquillo tenía que admitir que los marines tienen una gran capacidad para diseñar sus cárceles, fortalezas y edificaciones.
Pero si algo a aprendido el joven rey, es que todo lugar puede ser conquistado.
Llego al lugar indicado, el patio. Aun estaba resguardado por un gran numero de marines, era momento de esperar por Nassor. Veamos que tan bueno es para llamar la atención.
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La primera parte era colarse en el patio. Corrió silenciosamente con Kilah a su lado, moviéndose sin llamar la atención. Entonces dio un fuerte salto, seguido por su incansable compañera, y cayeron al otro lado de la valla. Entonces caminaron hasta el centro del patio, momento en que desde la torre de vigilancia a la vista comenzaron a sonar las alarmas. Comenzaron a llegar marines a raudales desde todas direcciones, apuntándoles con sus armas. Kilah enseñó los dientes y erizó el pelaje, pero no hizo nada por el momento, esperando la señal de su amo. Nassor entonces dejó caer su capa verde que le había dado la Revolución, mostrando su cuerpo transformado, la coraza dorada que cubría su pecho y sus armas: unos guanteletes de cuero a los que iban enganchados unas cadenas terminadas en cuchillas, una daga de oro al cinto y, cruzadas a la espalda, un khopesh y una katana.
- ¡Es el Shikanari Rojo, el asesino de marines!
- ¡No vaciléis, nada de prisioneros! - gritó un oficial - ¡Fuego! ¡Fuego a discreción!
El ex-pirata soltó metro y medio de cadena con cada brazo, dejando a estas rozar el suelo con un tintineo metálico. Esa fue toda la señal que necesitó Kilah, lanzándose con un feroz bufido contra el marine más cercano y derribándolo. Chispas eléctricas comenzaron a danzar en torno a Nassor, saltando entre sus cuernos, entre los brazos y el torso, sobre su piel... y el revolucionario empezó a girar sobre sí mismo, moviendo a la par las cadenas. La electricidad estática se convirtió en pequeños rayos que salían de sus brazos y recorrían las cadenas. Uno tras otro, comenzó a golpear a los marines en sucesión, provocándoles feos cortes y dolorosas descargas eléctricas. Algunas balas golpearon su coraza, mientras que otras rozaron su piel o se clavaron en su dura musculatura. Sin dar una muestra de dolor, siguió atacando ferozmente, tratando de llamar la mayor atención posible.
- ¡Llamad refuerzos! - ordenó el oficial.
- ¡Es el Shikanari Rojo, el asesino de marines!
- ¡No vaciléis, nada de prisioneros! - gritó un oficial - ¡Fuego! ¡Fuego a discreción!
El ex-pirata soltó metro y medio de cadena con cada brazo, dejando a estas rozar el suelo con un tintineo metálico. Esa fue toda la señal que necesitó Kilah, lanzándose con un feroz bufido contra el marine más cercano y derribándolo. Chispas eléctricas comenzaron a danzar en torno a Nassor, saltando entre sus cuernos, entre los brazos y el torso, sobre su piel... y el revolucionario empezó a girar sobre sí mismo, moviendo a la par las cadenas. La electricidad estática se convirtió en pequeños rayos que salían de sus brazos y recorrían las cadenas. Uno tras otro, comenzó a golpear a los marines en sucesión, provocándoles feos cortes y dolorosas descargas eléctricas. Algunas balas golpearon su coraza, mientras que otras rozaron su piel o se clavaron en su dura musculatura. Sin dar una muestra de dolor, siguió atacando ferozmente, tratando de llamar la mayor atención posible.
- ¡Llamad refuerzos! - ordenó el oficial.
Freites D. Alpha
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“Está tardando… me pregunto si…”
Tal vez Nassor le estaba dando tiempo a Alpha para que se posicionase en el lugar correcto. Aunque no se hizo esperar mucho. Posteriormente pudo observar como los guardias del patio eran llamados por den den mushi. El chiquillo sonrió y espero que todo estuviera vacío y, en su mente ya tenía un plan.
-Vamos preciosa. Tengo trabajo que hacer. – Suzaku corrió a gran velocidad y dio un gran salto, pasando sobre la valla y cayendo con total tranquilidad – Se silenciosa pero rápida, este no es nuestro territorio… pero me asegurare de que sepan que yo estuve aquí. – La plumífera avanzaba rápido y silenciosamente, o al menos lo intentaba. Trataba lo mejor que podía de no hacer ruido y no llamar la atención. Incluso las torres de vigilancia tenían su enfoque con el problema que tenían en frente, definitivamente al Shakanari le gustaba hacer alboroto.
-Bien hecho hermosa, aquí me toca a mí.- La puerta del patio (que resultó ser un enorme portón) estaba Totalmente cerrada. Pero aun así eso no era impedimento para que el joven herrero, porque mientras estuviera hecho de acero él podría atravesar cualquier obstáculo.
El pelilargo coloco si mano sobre el candado que duro escasos segundos en las manos del pequeño. Una vez adentro, observo que la edificación estaba totalmente repleta de pies a cabeza, ni una de las celdas estaba vacía y estaba totalmente llena de prisioneros. Pronto seria el momento de llevar a cabo su plan, pronto seria el momento de realizar el motín.
-Esto será divertido… ¿Verdad Suzaku?
Tal vez Nassor le estaba dando tiempo a Alpha para que se posicionase en el lugar correcto. Aunque no se hizo esperar mucho. Posteriormente pudo observar como los guardias del patio eran llamados por den den mushi. El chiquillo sonrió y espero que todo estuviera vacío y, en su mente ya tenía un plan.
-Vamos preciosa. Tengo trabajo que hacer. – Suzaku corrió a gran velocidad y dio un gran salto, pasando sobre la valla y cayendo con total tranquilidad – Se silenciosa pero rápida, este no es nuestro territorio… pero me asegurare de que sepan que yo estuve aquí. – La plumífera avanzaba rápido y silenciosamente, o al menos lo intentaba. Trataba lo mejor que podía de no hacer ruido y no llamar la atención. Incluso las torres de vigilancia tenían su enfoque con el problema que tenían en frente, definitivamente al Shakanari le gustaba hacer alboroto.
-Bien hecho hermosa, aquí me toca a mí.- La puerta del patio (que resultó ser un enorme portón) estaba Totalmente cerrada. Pero aun así eso no era impedimento para que el joven herrero, porque mientras estuviera hecho de acero él podría atravesar cualquier obstáculo.
El pelilargo coloco si mano sobre el candado que duro escasos segundos en las manos del pequeño. Una vez adentro, observo que la edificación estaba totalmente repleta de pies a cabeza, ni una de las celdas estaba vacía y estaba totalmente llena de prisioneros. Pronto seria el momento de llevar a cabo su plan, pronto seria el momento de realizar el motín.
-Esto será divertido… ¿Verdad Suzaku?
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Era complicado, hasta para él. Cada vez había más marines, y aunque Nassor era realmente fuerte, el tamaño crítico de turba era un problema serio. Apretó los dientes y los puños, tensando todos los músculos de su cuerpo y formando con ellos una recia armadura. La maza de un marine cercano rebotó contra su cuerpo. Le dolió sí, pero apenas reaccionó al golpe.
- Sabaku Hogo.
Con aquella técnica era capaz de aumentar temporalmente la resistencia de su cuerpo, esperaba que lo suficiente como para aguantar hasta que Alpha le avisase de que los presos ya habían huido. Se dio cuenta de que las cadenas no estaban siendo la mejor opción: al mantener a sus enemigos a distancia, le dejaba un tiro más libre a los que llevaban armas de fuego. Frunció el ceño y recogió las cadenas, volviendo a atarlas al antebrazo. Mientras los marines aprovechaban para lanzarse sobre él, acercó sus manos entre sí y pulsó los botones ocultos de los guanteletes.
- Ahora veréis por qué me llaman Shikanari... ¡venid!
Lanzó una ráfaga de puñetazos contra los marines, girando sobre sí mismo para tratar de golpear a todos los que pudiera y mantenerlos controlados. Con cada movimiento chispas de electricidad estática brotaban de su pelaje, pero en el momento del golpe era peor: sus guanteletes brillaban y los diales ocultos emitían potentes descargas eléctricas en sus objetivos. Sin embargo, eran demasiados. Comenzó a acumular cortes, puñaladas, golpes y más heridas. Aún no había aparecido el oficial al mando... pero ya era hora de usar aquello. Un viento frío comenzó a rodear al revolucionario, levantando polvo en un torbellino a su alrededor.
- Sabaku Hogo.
Con aquella técnica era capaz de aumentar temporalmente la resistencia de su cuerpo, esperaba que lo suficiente como para aguantar hasta que Alpha le avisase de que los presos ya habían huido. Se dio cuenta de que las cadenas no estaban siendo la mejor opción: al mantener a sus enemigos a distancia, le dejaba un tiro más libre a los que llevaban armas de fuego. Frunció el ceño y recogió las cadenas, volviendo a atarlas al antebrazo. Mientras los marines aprovechaban para lanzarse sobre él, acercó sus manos entre sí y pulsó los botones ocultos de los guanteletes.
- Ahora veréis por qué me llaman Shikanari... ¡venid!
Lanzó una ráfaga de puñetazos contra los marines, girando sobre sí mismo para tratar de golpear a todos los que pudiera y mantenerlos controlados. Con cada movimiento chispas de electricidad estática brotaban de su pelaje, pero en el momento del golpe era peor: sus guanteletes brillaban y los diales ocultos emitían potentes descargas eléctricas en sus objetivos. Sin embargo, eran demasiados. Comenzó a acumular cortes, puñaladas, golpes y más heridas. Aún no había aparecido el oficial al mando... pero ya era hora de usar aquello. Un viento frío comenzó a rodear al revolucionario, levantando polvo en un torbellino a su alrededor.
Dexter Black
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A veces ser el jefe era duro. Sí, tenía turno prioritario para comer y no debía responder ante ningún superior directo -si bien había implementado un sistema de burocracia que lo llevaba ante el Consejo de Oficiales cada dos meses-, pero también implicaba que cuando uno de sus supuestos subordinados tenía un problema él era el último responsable si todo salía desastrosamente mal. En aquella ocasión estaba al tanto de un pequeño tejemaneje que olía extraordinariamente mal, y si bien podía ser casualidad, dudaba que lo fuese. El mundo se estaba volviendo loco, y por alguna extraña razón se había enviado a un cadete a asaltar una prisión del Gobierno Mundial en busca del favor de un "hombre peligroso". No iba a fingir ser un gran defensor de la caballerosidad en medio de una guerra cruel como era la que habían decidido luchar, pero si alguien tomaba la decisión de hacerse llamar a sí mismo "peligroso" nadie en su sano juicio, y mucho menos dentro de SU ejército iba a ayudarlo; no al menos sin conocer sus intenciones, aliados y de dónde coño había salido. La Revolución nunca más se iba a relacionar con criminales.
El mayor problema en esa ocasión era que todos sus hombres de confianza estaban, de una u otra forma, ocupados: Deathstroke estaba de misión, y... Bueno, lo cierto era que aunque tenía cierto cariño a Osuka, este no se había ganado una gran confianza. Aparte, Krauser estaba desaparecido y potencialmente atrapado -aunque lo veía en su futuro- y no le quedaba mucha más gente en quien confiar. Ni siquiera la mayoría de oficiales estaban del todo limpios, y si bien la limpieza estaba en marcha quedaba un largo camino para que el proyecto Espada Azul pudiese arrancar. Por eso había desembarcado en Banaro ese día.
Sabía que tendría que encontrar a un hombre pelirrojo de complexión musculosa y extraordinaria altura -más alto que él, de hecho, según su ficha médica- que, además, era usuario de una poderosa fruta del diablo tipo Zoan. Los informes no especificaban la naturaleza de su poder, pero entendía que muchas veces para cualquier reclutador no muy acostumbrado hasta un colibrí resultase extraordinariamente poderoso. Dexter asentía igualmente mientras caminaba dado que, a fin de cuentas, un colibrí de dos metros y cuarto debía ser una aberración temible. Poca gente miraba hacia él, dado que al parecer corría el rumor de que "podía estar en cualquier parte haciendo gilipolleces". Aunque le parecía un poco feo ser conocido así debía reconocer que fue muy útil para llegar hasta el cuartel donde... Bueno, ahí sí que entendieron la magnitud de lo que estaba sucediendo. Ya tenían problemas con el enorme hombre ciervo -Dexter no ocultó su decepción al no ver un gigantesco colibrí- y, como se solía decir, eran pocos y parió la abuela.
Alguno, más suicida que valiente, se lanzó a por él, lo que hizo a Dexter comenzar a generar corriente de polo opuesto a su estática, evitando que aquellos débiles marines muriesen sin saberlo.
- Disculpen, caballeros -preguntó Dexter mientras las espadas rebotaban sobre su torso y su ropa se hacía jirones-, ¿no les parece esto un poco descortés? Intento hablar con el cadete Nassor.
Algo hizo arquear la ceja al dragón. Una suerte de huracán eléctrico había barrido a la mayoría de los soldados alrededor del ciervo, quienes, aunque intentaron levantarse, estaban sumidos en una suerte de ataque epiléptico o algo así. Él no era médico, pero temblaban y convulsionaban. Todo lo que entrase ahí era epilepsia.
- ¡Hola! -saludó, alzando una mano, para alertar al hombre ciervo de cerca de tres metros-. Tú eres Nassor, ¿verdad? Tengo que hablar contigo. No sé exactamente por qué te han enviado aquí, pero yo también quiero saber qué es lo que hace esta gente. Tengo un mal presentimiento sobre ellos y... Bueno, que no creo que liberar criminales para un hombre del que no sabes nada sea buena idea.
Cuando una espada más llegó a su pecho liberó una onda de Haki del rey, dejando inconsciente a todo el mundo en un área de unos veinte metros a la redonda.
- Esto debería ayudarte. -Ya que había ido hasta allí, comprobaría si el cadete era capaz de trabajar. Su tiempo como lobo solitario había terminado;aún le quedaba mucha guerra por ar, pero no podía hacerlo solo-. Ahora, como Oficial al cargo... Esto es un poco incómodo, pero tengo que darte una orden formal: Detén a los cautivos; tenemos que interrogarlos. No podemos dar un solo paso en falso si queremos que todo salga bien.
Por si acaso no entendía los motivos que lo empujaban a tomr esa decisión o a darle aquellas órdenes se lo explicó de nuevo, aunque sin detenerse demasiado en detalles.
- Esta es tu primera prueba, cadete. Suerte.
El mayor problema en esa ocasión era que todos sus hombres de confianza estaban, de una u otra forma, ocupados: Deathstroke estaba de misión, y... Bueno, lo cierto era que aunque tenía cierto cariño a Osuka, este no se había ganado una gran confianza. Aparte, Krauser estaba desaparecido y potencialmente atrapado -aunque lo veía en su futuro- y no le quedaba mucha más gente en quien confiar. Ni siquiera la mayoría de oficiales estaban del todo limpios, y si bien la limpieza estaba en marcha quedaba un largo camino para que el proyecto Espada Azul pudiese arrancar. Por eso había desembarcado en Banaro ese día.
Sabía que tendría que encontrar a un hombre pelirrojo de complexión musculosa y extraordinaria altura -más alto que él, de hecho, según su ficha médica- que, además, era usuario de una poderosa fruta del diablo tipo Zoan. Los informes no especificaban la naturaleza de su poder, pero entendía que muchas veces para cualquier reclutador no muy acostumbrado hasta un colibrí resultase extraordinariamente poderoso. Dexter asentía igualmente mientras caminaba dado que, a fin de cuentas, un colibrí de dos metros y cuarto debía ser una aberración temible. Poca gente miraba hacia él, dado que al parecer corría el rumor de que "podía estar en cualquier parte haciendo gilipolleces". Aunque le parecía un poco feo ser conocido así debía reconocer que fue muy útil para llegar hasta el cuartel donde... Bueno, ahí sí que entendieron la magnitud de lo que estaba sucediendo. Ya tenían problemas con el enorme hombre ciervo -Dexter no ocultó su decepción al no ver un gigantesco colibrí- y, como se solía decir, eran pocos y parió la abuela.
Alguno, más suicida que valiente, se lanzó a por él, lo que hizo a Dexter comenzar a generar corriente de polo opuesto a su estática, evitando que aquellos débiles marines muriesen sin saberlo.
- Disculpen, caballeros -preguntó Dexter mientras las espadas rebotaban sobre su torso y su ropa se hacía jirones-, ¿no les parece esto un poco descortés? Intento hablar con el cadete Nassor.
Algo hizo arquear la ceja al dragón. Una suerte de huracán eléctrico había barrido a la mayoría de los soldados alrededor del ciervo, quienes, aunque intentaron levantarse, estaban sumidos en una suerte de ataque epiléptico o algo así. Él no era médico, pero temblaban y convulsionaban. Todo lo que entrase ahí era epilepsia.
- ¡Hola! -saludó, alzando una mano, para alertar al hombre ciervo de cerca de tres metros-. Tú eres Nassor, ¿verdad? Tengo que hablar contigo. No sé exactamente por qué te han enviado aquí, pero yo también quiero saber qué es lo que hace esta gente. Tengo un mal presentimiento sobre ellos y... Bueno, que no creo que liberar criminales para un hombre del que no sabes nada sea buena idea.
Cuando una espada más llegó a su pecho liberó una onda de Haki del rey, dejando inconsciente a todo el mundo en un área de unos veinte metros a la redonda.
- Esto debería ayudarte. -Ya que había ido hasta allí, comprobaría si el cadete era capaz de trabajar. Su tiempo como lobo solitario había terminado;aún le quedaba mucha guerra por ar, pero no podía hacerlo solo-. Ahora, como Oficial al cargo... Esto es un poco incómodo, pero tengo que darte una orden formal: Detén a los cautivos; tenemos que interrogarlos. No podemos dar un solo paso en falso si queremos que todo salga bien.
Por si acaso no entendía los motivos que lo empujaban a tomr esa decisión o a darle aquellas órdenes se lo explicó de nuevo, aunque sin detenerse demasiado en detalles.
- Esta es tu primera prueba, cadete. Suerte.
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Una y otra vez retrocedía, avanzaba y golpeaba, mientras danzaba dando giros, reuniendo viento en torno a él y generando electricidad estática. Sin embargo, preparar su Raimei to Tatsumaki mientras decenas de enemigos lo rodeaban era problemático. A pesar de que intentaba encarar a todos los que podía, eran simplemente demasiados. Pronto acabó con el pelaje ensangrentado y numerosos cardenales por los brazos, torso y piernas. Sin embargo, abriéndose paso entre la multitud a arañazos y mordiscos llegó Kilah, furiosa y con una ferocidad animal. Se abalanzó sobre el marine más próximo a Nassor y lo derribó, destrozándole el cuello de un mordisco. El elegante animal estaba marcado por varias heridas, sin embargo, lo que aumentó la furia de Nassor al ver a su compañera ensangrentada.
- Pagaréis por dañar a un ser puro.
Empezó a girar más rápido y se elevó un metro en el aire, con un torbellino envuelto en electricidad rodeándole. Se situó justo sobre Kilah y entonces comenzó a liberar la tormenta: el torbellino primero se condensó y concentró en torno al hombre ciervo, quien se frenó de golpe abriendo los brazos hacia los lados. Entonces todo el aire y electricidad fueron liberados violentamente en forma de un montón de puños. El estallido abarcó seis metros a la redonda de Nassor, excepto justo bajo él para evitar dañar a su querida amiga. Un buen número de marines salieron volando a causa del ataque, mientras que Nassor cayó al suelo jadeando, tambaleándose pero logrando mantenerse en pie. Entonces una voz llamó su atención. Una voz a la que se sumó una Voz avasalladora que le sacudió de pies a cabeza, haciéndole temblar. Por un momento se sintió casi desfallecer, pero logró a duras penas sostenerse... solo porque la Voz no se centró en él.
- ¿Quién... quién eres?
Entonces, ahora que ya no estaba centrado en pelea, lo vio, tanto con sus dos ojos como el Tercero: majestuoso, inconcebiblemente poderoso. Aquella presencia refulgía con el poder de mil soles y le deslumbraba como si estuviese intentando mirar directamente hacia estos. El hombre no era menos impresionante: bastante alto para un humano, de pelo mitad blanco y mitad negros, joyas y ropa de impresionante calidad y un guantelete de tan hábil manufactura como pocas veces había visto. Pero nada se comparaba al impresionante bastón de combate que llevaba a su espalda, el mejor arma que jamás hubiese admirado hasta aquel día. Era... él. Las historias eran ciertas. Le observó lleno de admiración y respeto, con una expresividad poco común en él. Se llevó un puño al pecho y se arrodilló, escuchando sus palabras.
- Así lo haré.
Se incorporó tras eso y miró a su alrededor. Aunque todos los marines de la zona estaba inconscientes, su trabajo no había concluido. Debía ir a buscar a su compañero y evitar que liberase a todos los presos antes de tener esa nueva información.
- Pagaréis por dañar a un ser puro.
Empezó a girar más rápido y se elevó un metro en el aire, con un torbellino envuelto en electricidad rodeándole. Se situó justo sobre Kilah y entonces comenzó a liberar la tormenta: el torbellino primero se condensó y concentró en torno al hombre ciervo, quien se frenó de golpe abriendo los brazos hacia los lados. Entonces todo el aire y electricidad fueron liberados violentamente en forma de un montón de puños. El estallido abarcó seis metros a la redonda de Nassor, excepto justo bajo él para evitar dañar a su querida amiga. Un buen número de marines salieron volando a causa del ataque, mientras que Nassor cayó al suelo jadeando, tambaleándose pero logrando mantenerse en pie. Entonces una voz llamó su atención. Una voz a la que se sumó una Voz avasalladora que le sacudió de pies a cabeza, haciéndole temblar. Por un momento se sintió casi desfallecer, pero logró a duras penas sostenerse... solo porque la Voz no se centró en él.
- ¿Quién... quién eres?
Entonces, ahora que ya no estaba centrado en pelea, lo vio, tanto con sus dos ojos como el Tercero: majestuoso, inconcebiblemente poderoso. Aquella presencia refulgía con el poder de mil soles y le deslumbraba como si estuviese intentando mirar directamente hacia estos. El hombre no era menos impresionante: bastante alto para un humano, de pelo mitad blanco y mitad negros, joyas y ropa de impresionante calidad y un guantelete de tan hábil manufactura como pocas veces había visto. Pero nada se comparaba al impresionante bastón de combate que llevaba a su espalda, el mejor arma que jamás hubiese admirado hasta aquel día. Era... él. Las historias eran ciertas. Le observó lleno de admiración y respeto, con una expresividad poco común en él. Se llevó un puño al pecho y se arrodilló, escuchando sus palabras.
- Así lo haré.
Se incorporó tras eso y miró a su alrededor. Aunque todos los marines de la zona estaba inconscientes, su trabajo no había concluido. Debía ir a buscar a su compañero y evitar que liberase a todos los presos antes de tener esa nueva información.
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“Ok, una cosa menos”
Y valla que era una cosa menos, porque lo que se viene posiblemente no era tan difícil, pero si era tedioso. Eran muchos, no, demasiados. Era increíble la cantidad de presos que estaban allí tras le reja. El pequeño joven rey de la forja levantaba la ceja un poco confundido mientras, sonreía. –Quizás es el momento de hacer más que simplemente un buen trabajo, Suzaku.- Le comentaba a su compañera.
Esto tenía que ser rápido, así que el joven pirata bajo de su montura. Corrían mientras ella le seguía el paso y celda tras celda se encargaba de fundir los barrotes que apresaban a los criminales. El proceso comenzó lento. Pero una vez Alpha se detuvo por un momento para analizar el diseño de barrotes y de las cerraduras se dio cuenta de una cosilla en particular. – Bisagras de medio perno – Así fue como le explico al resto de los presos rápidamente como utilizar las propias cillas y camas de la prisión para hacer una palanca desde abajo y levantar las puertas. Una vez todos liberados, lo que se venia era lo mejor.
- ¡Queridos hermanos y hermanas de la piratería y el bajo mundo criminal! ¡Soy Freites D. Irkenox Alpha! ¡Y hoy, los libero en el nombre de la alianza pirata Jigoku no Kaizoku y los Big Brother Kaizokudan! ¡También agradecidos con el gran Revolucionario Nassor, que lucha en solitario en la parte frontal de esta prisión! ¡Rápido! ¡Encuentren el almacén de armas y es momento de flanquear por ambos lados a estos “azulejos” insolentes! ¡VAMOS!
Cualquiera pensaría que no harían caso. Pero mientras el pequeño hablaba, su ansia de guerra estaba allí. Su rostro cubierto de una siniestra oscuridad y dos enormes orbes blancos que no mostraban absolutamente nada, aparte de un increíble deseo de matanza. Algunos le tuvieron miedo, otros le admiraron. Pero una vez armados y listos para la batalla. Se venia lo chido.
-Aguanta Nassor.
Y valla que era una cosa menos, porque lo que se viene posiblemente no era tan difícil, pero si era tedioso. Eran muchos, no, demasiados. Era increíble la cantidad de presos que estaban allí tras le reja. El pequeño joven rey de la forja levantaba la ceja un poco confundido mientras, sonreía. –Quizás es el momento de hacer más que simplemente un buen trabajo, Suzaku.- Le comentaba a su compañera.
Esto tenía que ser rápido, así que el joven pirata bajo de su montura. Corrían mientras ella le seguía el paso y celda tras celda se encargaba de fundir los barrotes que apresaban a los criminales. El proceso comenzó lento. Pero una vez Alpha se detuvo por un momento para analizar el diseño de barrotes y de las cerraduras se dio cuenta de una cosilla en particular. – Bisagras de medio perno – Así fue como le explico al resto de los presos rápidamente como utilizar las propias cillas y camas de la prisión para hacer una palanca desde abajo y levantar las puertas. Una vez todos liberados, lo que se venia era lo mejor.
- ¡Queridos hermanos y hermanas de la piratería y el bajo mundo criminal! ¡Soy Freites D. Irkenox Alpha! ¡Y hoy, los libero en el nombre de la alianza pirata Jigoku no Kaizoku y los Big Brother Kaizokudan! ¡También agradecidos con el gran Revolucionario Nassor, que lucha en solitario en la parte frontal de esta prisión! ¡Rápido! ¡Encuentren el almacén de armas y es momento de flanquear por ambos lados a estos “azulejos” insolentes! ¡VAMOS!
Cualquiera pensaría que no harían caso. Pero mientras el pequeño hablaba, su ansia de guerra estaba allí. Su rostro cubierto de una siniestra oscuridad y dos enormes orbes blancos que no mostraban absolutamente nada, aparte de un increíble deseo de matanza. Algunos le tuvieron miedo, otros le admiraron. Pero una vez armados y listos para la batalla. Se venia lo chido.
-Aguanta Nassor.
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Con energías renovadas, si bien dolorido y ensangrentado, comenzó a caminar hacia la entrada principal de la prisión rezando para que no fuese tarde. Por el camino cogió un fusil marine y lo descargó para evitar incidentes, con intención de usarlo de cayado cuando volviera a forma humana. Luego decidió que incluso sin transformarse era demasiado alto para un cayado tan pequeño, así que lo tiró. Se improvisó varios vendajes antes de llegar a la puerta, donde se encontró la cerradura fundida. Era lo que había esperado de Alpha; por eso le había pedido que fuese él. La abrió de un empujón y se encontró con la cárcel en pleno motín: marines enfrentándose a una masa creciente de prisioneros.
- Llego tarde... Kilah, no te separes de mí y evita meterte en peleas.
Tenía que encontrar a Alpha y a los hombres de Sirio antes de que se escabulleran. Antes de adentrarse en la prisión, cerró la puerta, sacó la daga del tesoro que había conseguido en Shabaody. Era extraordinariamente dura y estaba muy afilada, así que no le costó hacer un agujero en cada hoja, aproximadamente a dos metros setenta cada uno, de manera que una persona normal no llegaría a ellos. A continuación se desenganchó una de las cadenas, la de su brazo izquierdo, y la usó para atar ambas puertas entre sí. Tras haber asegurado esa salida, se dirigió a buscar a su compañero, corriendo por la prisión ignorando el dolor de las heridas y esquivando las reyertas.
- ¡Alpha!
Se acercó al pequeño guerrero volviendo a forma humana, con Kilah trotando a su lado. Este estaba coordinando a los presos para salir. Se le acercó y se arrodilló para mirarle directamente a los ojos.
- Ha habido un cambio de planes. Tenemos que coger a los hombres de Sirio, capturarlos y entregarlos a la Revolución. Son órdenes directas de arriba. Sé que nos habían prometido quince millones a cada uno, pero yo te prometo veinte si me ayudas con esta tarea - miro a su alrededor - Son seis. Conozco sus rostros, aunque buscarlos en medio de este jaleo será un infierno. Pero a ti estos hombres te escuchan. Si se lo dices, te ayudarán.
- Llego tarde... Kilah, no te separes de mí y evita meterte en peleas.
Tenía que encontrar a Alpha y a los hombres de Sirio antes de que se escabulleran. Antes de adentrarse en la prisión, cerró la puerta, sacó la daga del tesoro que había conseguido en Shabaody. Era extraordinariamente dura y estaba muy afilada, así que no le costó hacer un agujero en cada hoja, aproximadamente a dos metros setenta cada uno, de manera que una persona normal no llegaría a ellos. A continuación se desenganchó una de las cadenas, la de su brazo izquierdo, y la usó para atar ambas puertas entre sí. Tras haber asegurado esa salida, se dirigió a buscar a su compañero, corriendo por la prisión ignorando el dolor de las heridas y esquivando las reyertas.
- ¡Alpha!
Se acercó al pequeño guerrero volviendo a forma humana, con Kilah trotando a su lado. Este estaba coordinando a los presos para salir. Se le acercó y se arrodilló para mirarle directamente a los ojos.
- Ha habido un cambio de planes. Tenemos que coger a los hombres de Sirio, capturarlos y entregarlos a la Revolución. Son órdenes directas de arriba. Sé que nos habían prometido quince millones a cada uno, pero yo te prometo veinte si me ayudas con esta tarea - miro a su alrededor - Son seis. Conozco sus rostros, aunque buscarlos en medio de este jaleo será un infierno. Pero a ti estos hombres te escuchan. Si se lo dices, te ayudarán.
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-Si… todo va bien. – O al menos eso creía el joven rey. El motín ya había comenzado y todo era un magnifico desastre. Lucha, muerte y destrucción por todo lado, definitivamente Alpha estaba disfrutando del espectáculo y ciertamente también participaba en él. Disparando tranquilamente con su increíble arquebus y volando la cabeza de los marines en miles de pedazos.
-¡Sigan así señores! ¡Tenemos todo esto dominado! – Las fuerzas de la marina no esperaban un ataque interno. La estrategia definitivamente había funcionado. De pronto, Nassor apareció levemente herido al igual que su compañera animal. Alpha frunció el ceño para luego reclamarle. – Te dije que me dejaras a mí ser el señuelo. – De pronto el cambio planes de los altos rangos revolucionario hizo que el herrero levantara la ceja y se mostrara un poco inconforme, casi llegando al punto de estar levemente molesto. - ¿Crees que hago estas cosas por dinero Shikanari? Recuérdalo muy bien pelirrojo: El dinero es solo un jodido recurso que lo puedes conseguir en cualquier lado, pero no puedes comprarlo con el valor de la información. – Pero así, el pequeño entendía que su antiguo capitán ahora tenía que seguir órdenes. Alpha dio un profundo suspiro mientras disparaba en el pecho a otro marine más, destrozándolo.
-Escucha bien, tú más que nadie sabes cómo funciona esto. Te ayudare con lo que me pides siempre y cuando sea el acuerdo acordado ¿Acaso ya lo olvidaste, Revolucionario? ¿El cómo funciona el otro lado de la ley? –Alpha, a pesar de ser un criminal en búsqueda de la destrucción, todos podían notar que era una persona correcta a toda regla. No pretendía que nadie saliera afectado de todo esto, pero tampoco pretendía perder su jugosa recompensa prometida. – Así sea sacándole la información a la fuerza, se las sacamos. Así que negociamos con ellos. –Luego de aquello el joven pirata dio un salto montando a su compañera, para luego alzar fuertemente la voz. - ¡Muchachos! ¡Destrozadlos a todos! ¡Que no quede nadie con vida! – Luego de aquello le hizo una seña a su compañero de misión para lanzarse en búsqueda de aquellos hombres. Habiéndose pasó dentro de aquella locura, con muchos disparos y explosiones.
-¡Sigan así señores! ¡Tenemos todo esto dominado! – Las fuerzas de la marina no esperaban un ataque interno. La estrategia definitivamente había funcionado. De pronto, Nassor apareció levemente herido al igual que su compañera animal. Alpha frunció el ceño para luego reclamarle. – Te dije que me dejaras a mí ser el señuelo. – De pronto el cambio planes de los altos rangos revolucionario hizo que el herrero levantara la ceja y se mostrara un poco inconforme, casi llegando al punto de estar levemente molesto. - ¿Crees que hago estas cosas por dinero Shikanari? Recuérdalo muy bien pelirrojo: El dinero es solo un jodido recurso que lo puedes conseguir en cualquier lado, pero no puedes comprarlo con el valor de la información. – Pero así, el pequeño entendía que su antiguo capitán ahora tenía que seguir órdenes. Alpha dio un profundo suspiro mientras disparaba en el pecho a otro marine más, destrozándolo.
-Escucha bien, tú más que nadie sabes cómo funciona esto. Te ayudare con lo que me pides siempre y cuando sea el acuerdo acordado ¿Acaso ya lo olvidaste, Revolucionario? ¿El cómo funciona el otro lado de la ley? –Alpha, a pesar de ser un criminal en búsqueda de la destrucción, todos podían notar que era una persona correcta a toda regla. No pretendía que nadie saliera afectado de todo esto, pero tampoco pretendía perder su jugosa recompensa prometida. – Así sea sacándole la información a la fuerza, se las sacamos. Así que negociamos con ellos. –Luego de aquello el joven pirata dio un salto montando a su compañera, para luego alzar fuertemente la voz. - ¡Muchachos! ¡Destrozadlos a todos! ¡Que no quede nadie con vida! – Luego de aquello le hizo una seña a su compañero de misión para lanzarse en búsqueda de aquellos hombres. Habiéndose pasó dentro de aquella locura, con muchos disparos y explosiones.
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Nassor suspiró. La Revolución dudosamente aprobaría la tortura. Sin embargo tal vez no la necesitara. En una situación de combate, con las armas en la mano, ¿quién no pensaría que el tío sujetando el khopesh te decapitaría si no le contabas lo que quería saber? En el peor caso, dado que Alpha no se iría sin su información, podía irse a dar un paseo mientras este obtenía lo que necesitaban saber. Decidió aceptar sus condiciones y simplemente ir con él a la batalla. Tendrían que encontrar a esos tipos antes de que se escabulleran.
- Está bien. Eso sí, no cuentes conmigo para torturarles. Amenazas y tal vez un puñetazo o dos, pero si hay que causar daño real, es cosa tuya. Y recuerda: no mates a ninguno salvo que no te quede más remedio. Me los han pedido vivos.
Agarró el khopesh, hizo un gesto a Kilah para que le siguiera y cargó a la batalla con el arma en la mano. Se abrieron camino entre los marines que luchaban con los presos a garra y acero, facilitando la batalla para su bando. Sin embargo encontrar a sus objetivos no era sencillo: la prisión era un caos. La estructura, por suerte, no era muy grande. La zona principal eran las celdas, y luego había un edificio anexo que hacía de barracones para los marines de la zona. Sin embargo los prisioneros en principio no debían tener motivos para meterse en la boca del lobo. Salvo que asumieran que se había ido a los barracones, la búsqueda debería ser limitada.
- Ahí.
Un grupo de cinco hombres estaban intentando forzar una puerta para salir, pero esta estaba cerrada y era de seguridad. No sería fácil de abrir con ganzúas improvisadas. El pelirrojo se adelantó con el khopesh en la mano.
- Caballeros, hemos venido a buscaros.
- Ya era hora. Abre la puerta, gigantón. Seguro que para ti no es ningún reto. ¿Os envía Sirio?
- Me temo que no - alzó su acero. Estaban acorralados en un pasillo, entre una puerta cerrada, los dos guerreros y la gueparda - Vais a contarnos todo lo que sabéis sobre vuestro jefe, y tal vez en ese caso salgáis vivos y libres. En el caso contrario...
Dejo caer la amenaza velada. Esperaba que fuese lo bastante contundente como para evitar un enfrentamiento fútil.
- Está bien. Eso sí, no cuentes conmigo para torturarles. Amenazas y tal vez un puñetazo o dos, pero si hay que causar daño real, es cosa tuya. Y recuerda: no mates a ninguno salvo que no te quede más remedio. Me los han pedido vivos.
Agarró el khopesh, hizo un gesto a Kilah para que le siguiera y cargó a la batalla con el arma en la mano. Se abrieron camino entre los marines que luchaban con los presos a garra y acero, facilitando la batalla para su bando. Sin embargo encontrar a sus objetivos no era sencillo: la prisión era un caos. La estructura, por suerte, no era muy grande. La zona principal eran las celdas, y luego había un edificio anexo que hacía de barracones para los marines de la zona. Sin embargo los prisioneros en principio no debían tener motivos para meterse en la boca del lobo. Salvo que asumieran que se había ido a los barracones, la búsqueda debería ser limitada.
- Ahí.
Un grupo de cinco hombres estaban intentando forzar una puerta para salir, pero esta estaba cerrada y era de seguridad. No sería fácil de abrir con ganzúas improvisadas. El pelirrojo se adelantó con el khopesh en la mano.
- Caballeros, hemos venido a buscaros.
- Ya era hora. Abre la puerta, gigantón. Seguro que para ti no es ningún reto. ¿Os envía Sirio?
- Me temo que no - alzó su acero. Estaban acorralados en un pasillo, entre una puerta cerrada, los dos guerreros y la gueparda - Vais a contarnos todo lo que sabéis sobre vuestro jefe, y tal vez en ese caso salgáis vivos y libres. En el caso contrario...
Dejo caer la amenaza velada. Esperaba que fuese lo bastante contundente como para evitar un enfrentamiento fútil.
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-Por algo era el contramaestre ¿No? Soy la mano dura que a ti nunca te gusto utilizar.
Pequeños recuerdos en la banda con los Jigoku No kaizoku, el capitán y el sub capitán siempre fueron personas tranquilas y benevolentes, siempre utilizando la violencia o la fuerza como último recurso. Eso es algo que Alpha admiraba bastante de ellos. Por otro lado, el pequeño estaba seguro que de igual manera siempre era necesario tener entre sus filas a alguien que fuera el otro lado de la moneda. Una persona directa, fuerte y con la actitud necesaria para actuar de manera cruel y bélica al momento de dar un castigo severo.
Pero en cuestiones como estas, existían dos factores: El primer era que el joven rey de la forja era todo lo que ellos necesitan y más, ya que él podía ser tanto benévolo como cruel al mismo tiempo. Y lo segundo es que Alpha no es del todo humano.
Volviendo al curro. La búsqueda dentro de aquella situación era bastante dinámica y divertida, al menos para el pequeño. Todo marine que se atravesaba terminaba sufriendo un tiro destructivo por el magnífico arquebus dorado del pequeño. Otros simplemente eran atravesados por el pico de Suzaku, dándoles una muerte rápida. Luego de un rato, la búsqueda había terminado. Nassor dio unas palabras intimidantes y una amenaza firme. Alpha no podía evitar reír, cada las cosas se ponían mejor.
-¡Zehahahahaha! Señores, la cosa es así de simple. O ustedes responder a nuestras demandas o me asegurar de que sufran un destino peor que la muerte – a! Los enormes cuernos del pelilargo salieron a la luz. Luego, el pequeño bajo de un salto de su montura, cayendo a escasos pasos de ellos. Descubriendo la parte superior de su cuerpo. Su cabello comenzó a encenderse en llamas al igual que sus brazos. Y una temible sombra cubriría el rostro de Alpha mostrando un increíble deseo de luchar y matarlos a todos. – Diez segundos, o se mueren. – LA cuenta regresiva estaba ocurriendo. Veamos que preferían, vivir un día mas o morir siendo leales.
Pequeños recuerdos en la banda con los Jigoku No kaizoku, el capitán y el sub capitán siempre fueron personas tranquilas y benevolentes, siempre utilizando la violencia o la fuerza como último recurso. Eso es algo que Alpha admiraba bastante de ellos. Por otro lado, el pequeño estaba seguro que de igual manera siempre era necesario tener entre sus filas a alguien que fuera el otro lado de la moneda. Una persona directa, fuerte y con la actitud necesaria para actuar de manera cruel y bélica al momento de dar un castigo severo.
Pero en cuestiones como estas, existían dos factores: El primer era que el joven rey de la forja era todo lo que ellos necesitan y más, ya que él podía ser tanto benévolo como cruel al mismo tiempo. Y lo segundo es que Alpha no es del todo humano.
Volviendo al curro. La búsqueda dentro de aquella situación era bastante dinámica y divertida, al menos para el pequeño. Todo marine que se atravesaba terminaba sufriendo un tiro destructivo por el magnífico arquebus dorado del pequeño. Otros simplemente eran atravesados por el pico de Suzaku, dándoles una muerte rápida. Luego de un rato, la búsqueda había terminado. Nassor dio unas palabras intimidantes y una amenaza firme. Alpha no podía evitar reír, cada las cosas se ponían mejor.
-¡Zehahahahaha! Señores, la cosa es así de simple. O ustedes responder a nuestras demandas o me asegurar de que sufran un destino peor que la muerte – a! Los enormes cuernos del pelilargo salieron a la luz. Luego, el pequeño bajo de un salto de su montura, cayendo a escasos pasos de ellos. Descubriendo la parte superior de su cuerpo. Su cabello comenzó a encenderse en llamas al igual que sus brazos. Y una temible sombra cubriría el rostro de Alpha mostrando un increíble deseo de luchar y matarlos a todos. – Diez segundos, o se mueren. – LA cuenta regresiva estaba ocurriendo. Veamos que preferían, vivir un día mas o morir siendo leales.
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La actuación de Alpha les hizo vacilar, e incluso les intimidó. Podía escucharlo en sus Voces, verlo en sus presencias. Sentían miedo, pero aún les quedaba espíritu de lucha. No iba a ser suficiente con aquello. Si querían hacerles hablar, tenían que quebrar sus esperanzas de salir de allí. Se fijó en el que estaba más cerca de ellos, el que a su vez desprendía más valor e instinto guerrero. Era un hombre de pelo corto rubio, joven y atlético. Empuñaba un cuchillo y una pistola y le miraba desafiantemente. Nassor le sostuvo la mirada. Disimuladamente, dejó su mano izquierda libre y empezó a mover un dedo en círculos, creando una corriente de aire de intensidad leve, pero que crecía poco a poco.
- ¿Nada que decir, enano?
- ¿A quién ll...?
Movió su mano izquierda y dirigió una brisa de fuerza moderada hacia su cara. Su intención era simplemente resecarle los ojos y distraerle apenas medio segundo. Medio segundo era exactamente todo el tiempo que necesitaba. Cuando el chico desvió la cabeza e interpuso los brazos, Nassor avanzó en una zancada la distancia que les separaba. Con gran violencia le estampó la empuñadura de Réquiem en el lateral derecho de la cabeza hasta golpeársela contra la pared. Entonces, con el chico aturdido, lo agarró por el torso pasándole el brazo izquierdo por el abdomen y colocando la medialuna del khopesh contra su cuello.
- Si no habláis, os espera dolor y muerte. Empezaré con vuestro compañero.
Su mano izquierda y el acero chispearon, y entonces formaron una corriente eléctrica entre ambas que usó como canal el cuerpo de su rehén. El chico comenzó a convulsionar por la descarga. Esto fue demasiado para uno de sus compañeros, que dijo:
- ¡Suficiente, no lo mates! ¡Hablaré!
Nassor pudo ver, sin embargo, que uno de sus compañeros se enfureció al oírlo, y sintió su hostilidad. No lo mostró con gestos, pero el kenbunshoku podía ver más allá de los rostros de la gente. El revolucionario dejó caer a su aturdido rehén y se crujió el cuello amenazadoramente.
- Alpha, noqueemos al resto para que no maten a nuestro pequeño pajarito. Te prometo que si hablas, solo los dejaremos fuera de combate.
- ¿Nada que decir, enano?
- ¿A quién ll...?
Movió su mano izquierda y dirigió una brisa de fuerza moderada hacia su cara. Su intención era simplemente resecarle los ojos y distraerle apenas medio segundo. Medio segundo era exactamente todo el tiempo que necesitaba. Cuando el chico desvió la cabeza e interpuso los brazos, Nassor avanzó en una zancada la distancia que les separaba. Con gran violencia le estampó la empuñadura de Réquiem en el lateral derecho de la cabeza hasta golpeársela contra la pared. Entonces, con el chico aturdido, lo agarró por el torso pasándole el brazo izquierdo por el abdomen y colocando la medialuna del khopesh contra su cuello.
- Si no habláis, os espera dolor y muerte. Empezaré con vuestro compañero.
Su mano izquierda y el acero chispearon, y entonces formaron una corriente eléctrica entre ambas que usó como canal el cuerpo de su rehén. El chico comenzó a convulsionar por la descarga. Esto fue demasiado para uno de sus compañeros, que dijo:
- ¡Suficiente, no lo mates! ¡Hablaré!
Nassor pudo ver, sin embargo, que uno de sus compañeros se enfureció al oírlo, y sintió su hostilidad. No lo mostró con gestos, pero el kenbunshoku podía ver más allá de los rostros de la gente. El revolucionario dejó caer a su aturdido rehén y se crujió el cuello amenazadoramente.
- Alpha, noqueemos al resto para que no maten a nuestro pequeño pajarito. Te prometo que si hablas, solo los dejaremos fuera de combate.
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-¡Zehahahahaha! ¡Zeeeeehahahahaha! ¡Esto tan divertido, maldita sea!- El hecho de que alguien fuera lo suficientemente fuerte de voluntad para desafiar a alguno de los presentes era algo admirable. Aquel rubio demostró tener el suficiente valor para dar un paso al frente y luchar. Lástima que Nassor estaba en otro nivel. – Buen intento… chiquillo. – Aquel joven seria el señuelo perfecto para que uno de ellos hablara. Dudaron por unos instantes, hasta que uno de ellos reacciono.
-¡Bien hecho joven! –Dijo sonrientemente – Has logrado salvarle la vida a todos los presentes, en especial a ti que has decidido cooperar con nosotros. –Al escuchar la petición del pelirrojo, no dudaría ni un instante. – Como digas… Shikanari.
Un simple chasquido de sus dedos fue suficiente para que suzaku se lanzara al ataque. Ella portando el martillo Doomhamer en su pico y utilizándolo para arremeter contra uno de ellos. Noqueándolo instantáneamente al darle en la cabeza. Los otros dos seria cosa de Alpha, que cargaría en contra de ellos propinando un oppercut a cada uno en la quijada. Aunque no fue fácil, ellos reaccionaron al ataque de este y lanzaron un golpe ambos al mismo tiempo contra la cara del pequeño, todos impactaron al mismo tiempo. Pero el resultado, fue un Alpha con un dolor de cabeza y dos criminales cayendo al suelo con una quemadura en la barbilla. Se aseguraría de no haber utilizado el suficiente calor para no fundirlos pero si para quemarlos.
-Estos tipos si pegaban duro… -Dijo mientras escupía un poco de sangre- Nassor, me asegurare que el motín tome buen camino, tú asegúrate de que cante. También iré a buscar alguna carreta o algo así para llevarnos a los noqueados.
Y así fue, Alpha dejo al pelirrojo hablando con aquel chico mientras se aseguraría de que todo saliera bien. En la mente de Alpha, solo faltaba una cosa para que todo esto terminara. Y era reclamar a toda persona de esta prisión como su nuevo hermano menor.
-¡Bien hecho joven! –Dijo sonrientemente – Has logrado salvarle la vida a todos los presentes, en especial a ti que has decidido cooperar con nosotros. –Al escuchar la petición del pelirrojo, no dudaría ni un instante. – Como digas… Shikanari.
Un simple chasquido de sus dedos fue suficiente para que suzaku se lanzara al ataque. Ella portando el martillo Doomhamer en su pico y utilizándolo para arremeter contra uno de ellos. Noqueándolo instantáneamente al darle en la cabeza. Los otros dos seria cosa de Alpha, que cargaría en contra de ellos propinando un oppercut a cada uno en la quijada. Aunque no fue fácil, ellos reaccionaron al ataque de este y lanzaron un golpe ambos al mismo tiempo contra la cara del pequeño, todos impactaron al mismo tiempo. Pero el resultado, fue un Alpha con un dolor de cabeza y dos criminales cayendo al suelo con una quemadura en la barbilla. Se aseguraría de no haber utilizado el suficiente calor para no fundirlos pero si para quemarlos.
-Estos tipos si pegaban duro… -Dijo mientras escupía un poco de sangre- Nassor, me asegurare que el motín tome buen camino, tú asegúrate de que cante. También iré a buscar alguna carreta o algo así para llevarnos a los noqueados.
Y así fue, Alpha dejo al pelirrojo hablando con aquel chico mientras se aseguraría de que todo saliera bien. En la mente de Alpha, solo faltaba una cosa para que todo esto terminara. Y era reclamar a toda persona de esta prisión como su nuevo hermano menor.
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Alpha seguía siendo tan fuerte como lo recordaba. El que había prometido hablar se quedó contra la pared quieto, temblando, mientras el pequeño herrero y su ave tumbaban a sus compañeros en un movimiento. A una orden de Nassor, Kilah se colocó encima del chico rubio, vigilándolo para que no hiciera tonterías. Una vez el chico hubo terminado y se despidió para irse, el Shikanari le hizo un gesto para que no se fuese aún. No habían terminado con sus asuntos y había algo que había olvidado decirle.
- Tengo algo que contarte. Cuando me enteré de que habías colaborado para que encerraran a uno de los nuestros, investigué un poco para saber si eras enemigo. Ahora sabemos que no era una oficial digna de pertenecer a la Revolución. No te guardaremos rencor por hacer lo correcto - se apartó de Alpha y se dirigió al prófugo - Suerte, compañero.
- Re-revolución... ¿qué queréis de nosotros? - preguntó.
Nassor alzó a Réquiem y se lo apoyó en el cuello, dedicándole una mirada impasible mientras hacía que unas pocas chispas saltasen de su brazo al arma, causándole un pequeño calambre por contacto. Mientras el hombre tartamudeaba y suplicaba por su vida, el pelirrojo se dio cuenta de que su prisionero era bastante más joven de lo que había pensado. No sabía tener más de veinte años. Se preguntaría qué hacía metido en esos ambientes a su edad, pero Alpha era incluso más joven.
- No es asunto tuyo. Habla y saldrás entero.
Y el chico cantó como un pajarito, contándole lo que sabía sobre Sirio, los asuntos por los que les habían capturado en Sakura y a qué se dedicaban normalmente. Una vez terminó, le suplicó que le perdonase la vida. Nassor se limitó a asentir con calma:
- Descuida, vivirás - y lo noqueó de un puñetazo.
- Tengo algo que contarte. Cuando me enteré de que habías colaborado para que encerraran a uno de los nuestros, investigué un poco para saber si eras enemigo. Ahora sabemos que no era una oficial digna de pertenecer a la Revolución. No te guardaremos rencor por hacer lo correcto - se apartó de Alpha y se dirigió al prófugo - Suerte, compañero.
- Re-revolución... ¿qué queréis de nosotros? - preguntó.
Nassor alzó a Réquiem y se lo apoyó en el cuello, dedicándole una mirada impasible mientras hacía que unas pocas chispas saltasen de su brazo al arma, causándole un pequeño calambre por contacto. Mientras el hombre tartamudeaba y suplicaba por su vida, el pelirrojo se dio cuenta de que su prisionero era bastante más joven de lo que había pensado. No sabía tener más de veinte años. Se preguntaría qué hacía metido en esos ambientes a su edad, pero Alpha era incluso más joven.
- No es asunto tuyo. Habla y saldrás entero.
Y el chico cantó como un pajarito, contándole lo que sabía sobre Sirio, los asuntos por los que les habían capturado en Sakura y a qué se dedicaban normalmente. Una vez terminó, le suplicó que le perdonase la vida. Nassor se limitó a asentir con calma:
- Descuida, vivirás - y lo noqueó de un puñetazo.
Freites D. Alpha
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Las palabras de Nassor hicieron sonreír nuevamente al herrero. Luego de seguir en lo suyo, regreso a ver como los presos hacían de las suyas y efectivamente todo estaba bajo control. Muchos de los marines se encontraban mal heridos o muertos, y todos se encontraban mas que felices, haciendo canciones piratas y celebrando nuevamente su libertad.
- ¡Señor Alpha! – Gritaba uno de los presos – Toda la prisión ha sido tomada. Personalmente me encuentro agradecido por esto que ha hecho por mí. Además de tener buenas noticias – Un par de hombres traían en brazos lo que parecía ser el alcaide de la prisión. – Tenemos al alcaide con vida, siempre fue un cobarde que se jactaba de su posición para torturarnos y hacernos mal.
El pelilargo se acerba lentamente al marine encargado de la prisión. Tranquilo y sonriente. Aquel hombre no hacia nada mas que temblar y llorar. Suplicando por su vida y llego a un punto donde se orino encima al ver al joven cuyo valor monetario por su Wanted suma cuarenta y cinco millones.
-Mi señor alcaide. Un gusto en conocerle, usted debe saber quién soy… o al menos estar enterado de mí, debe haber algún cuarto con una foto mía y un wanted. – Suzaku se colocó al lado de Alpha, entregándole nuevamente su arquebus – Dígame… ¿Qué diferencia a los marines de los piratas? Con una de tantas respuestas me basta, a ver si pensamos de la misma manera. – El marine no sabia que responder, el miedo y el terror de saber que estaba a punto de morir era lo único que estaba reflejado en esos ojos. El pequeño suspiro decepcionado. Apuntando en la cabeza y disparando sin pensarlo, pero fallando y haciendo un hueco bastante feo en la pared de atrás. – Nosotros decidimos quien vive y quien muere. Ustedes simplemente nos matan sin pensarlo.
Aquel marine se desmallo de inmediato. Durante un momento muchos se quedaron mudos al ver que un pequeño y joven chico tenia una mentalidad y una actitud tan siniestra y belica. El chiquillo no podía culparlos, cada quien tiene su manera de hacer las cosas. Cada quien tiene su historia.
-¡Hermanos y hermanas! – Gritos fuertmente, todos prestaba atención atentamente – Se muy bien que muchos de ustedes tienen más tiempo que yo en el mar. Sé que muchos de ustedes tienen se les fue arrebatado lo que más atesoramos en el mundo y los que nos identifica como piratas ¡Nuestra libertad! Pero yo he venido a liberarlos ¡Yo he venido a hacerlos parte de mi familia y hacer que este mundo sepa que con el rey de la forja, no se jode! ¡Este es solo el comienzo! ¡Denme sus vidas y yo les dare la mia! ¡Y denme el honor de decir que todos ustedes son mis hermanos! ¡BIG BROTHER KAIZOKUDAN!
Aquel discurso inpiro a todos los hombres y mujeres de la pricion, aclamando el nombre del pequeño una y otras vez. Luego Alpha daría la orden de que saquearan todos los recursos de la prisión. Tardarian un momento, debían ser rapidos. No sabían si los “azulejos” habrían podido llamar refuerzos.
- ¡Señor Alpha! – Gritaba uno de los presos – Toda la prisión ha sido tomada. Personalmente me encuentro agradecido por esto que ha hecho por mí. Además de tener buenas noticias – Un par de hombres traían en brazos lo que parecía ser el alcaide de la prisión. – Tenemos al alcaide con vida, siempre fue un cobarde que se jactaba de su posición para torturarnos y hacernos mal.
El pelilargo se acerba lentamente al marine encargado de la prisión. Tranquilo y sonriente. Aquel hombre no hacia nada mas que temblar y llorar. Suplicando por su vida y llego a un punto donde se orino encima al ver al joven cuyo valor monetario por su Wanted suma cuarenta y cinco millones.
-Mi señor alcaide. Un gusto en conocerle, usted debe saber quién soy… o al menos estar enterado de mí, debe haber algún cuarto con una foto mía y un wanted. – Suzaku se colocó al lado de Alpha, entregándole nuevamente su arquebus – Dígame… ¿Qué diferencia a los marines de los piratas? Con una de tantas respuestas me basta, a ver si pensamos de la misma manera. – El marine no sabia que responder, el miedo y el terror de saber que estaba a punto de morir era lo único que estaba reflejado en esos ojos. El pequeño suspiro decepcionado. Apuntando en la cabeza y disparando sin pensarlo, pero fallando y haciendo un hueco bastante feo en la pared de atrás. – Nosotros decidimos quien vive y quien muere. Ustedes simplemente nos matan sin pensarlo.
Aquel marine se desmallo de inmediato. Durante un momento muchos se quedaron mudos al ver que un pequeño y joven chico tenia una mentalidad y una actitud tan siniestra y belica. El chiquillo no podía culparlos, cada quien tiene su manera de hacer las cosas. Cada quien tiene su historia.
-¡Hermanos y hermanas! – Gritos fuertmente, todos prestaba atención atentamente – Se muy bien que muchos de ustedes tienen más tiempo que yo en el mar. Sé que muchos de ustedes tienen se les fue arrebatado lo que más atesoramos en el mundo y los que nos identifica como piratas ¡Nuestra libertad! Pero yo he venido a liberarlos ¡Yo he venido a hacerlos parte de mi familia y hacer que este mundo sepa que con el rey de la forja, no se jode! ¡Este es solo el comienzo! ¡Denme sus vidas y yo les dare la mia! ¡Y denme el honor de decir que todos ustedes son mis hermanos! ¡BIG BROTHER KAIZOKUDAN!
Aquel discurso inpiro a todos los hombres y mujeres de la pricion, aclamando el nombre del pequeño una y otras vez. Luego Alpha daría la orden de que saquearan todos los recursos de la prisión. Tardarian un momento, debían ser rapidos. No sabían si los “azulejos” habrían podido llamar refuerzos.
Nassor
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Mientras Alpha disfrutaba con su pequeño motín y organizando su nuevo grupo de adeptos, Nassor comenzó a preparar todo para llevar a sus prisioneros con Dexter. Confirmó que estaban noqueados, escogió a los dos más delgados y los cargo sobre el lomo de Kilah, haciéndole un par de caricias en la cabeza a la gueparda. Esta no parecía muy contenta y se quejó con un maullido.
- Ayúdame, querida. Solo será un momento.
Cogió a los dos que aún quedaban inconscientes, se los cargó al hombro y tras eso obligó a levantarse al que había recibido el chispazo, apuntándole con Réquiem. Este estaba débil, pero con fuerzas suficientes para caminar. El inmisericorde pelirrojo le dirigió una severa mirada y le dio un par de golpes para que caminase hacia la puerta cerrada.
- Adelante. Sin movimientos bruscos.
Una vez lo tuvo junto a la puerta, dio una potente patada reventando la cerradura y abriéndola de par en par. Por un momento el chico hizo amago de echar a correr al ver el aire libre, pero Nassor rodeó su cuello con la medialuna del khopesh una vez más.
- Preferiría no tener que hacerte daño innecesariamente, pero lo haré si haces el tonto.
- ¿Qué clase de criminal eres que no quieres hacer daño a tus enemigos? - le espetó con asco el joven.
- No soy un criminal. Soy un soldado.
Le retiró el acero y le dio un suave rodillazo para que caminara. Salieron al patio, donde Nassor lo fue guiando con golpecitos del khopesh hasta Dexter. El dragón azul aún esperaba en medio del caos de la batalla anterior, con más de medio centenar de marines derribados por todos lados. El Shikanari dejó caer sus prisioneros con cierto cuidado pero sin delicadeza y descargó a los de Kilah.
- Aquí están, señor. Si me disculpa, me he dejado un arma atrás. Si me da medio minuto, estaré de vuelta con usted.
Envainó a Réquiem y echó a correr hacia la puerta principal. Aún le dolía todo, pero estaba acostumbrado a los rigores de la batalla y a moverse con grandes heridas. Cortes como aquellos no eran nada comparado con lo que había soportado en los fosos de gladiadores del North Blue. Una vez llegó al lugar, sacó nuevamente la daga pasando a forma híbrida, y comenzó a destrozar la zona de los agujeros hasta hacer un hueco como para sacar fácilmente la Cadena de Prometeo. Hecho eso, era hora de retirarse. Corrió de vuelta al patio junto a Dexter. Era hora de marchar antes de que la Marina pidiera refuerzos... o que llegasen.
- Listo para retirarnos, señor.
- Ayúdame, querida. Solo será un momento.
Cogió a los dos que aún quedaban inconscientes, se los cargó al hombro y tras eso obligó a levantarse al que había recibido el chispazo, apuntándole con Réquiem. Este estaba débil, pero con fuerzas suficientes para caminar. El inmisericorde pelirrojo le dirigió una severa mirada y le dio un par de golpes para que caminase hacia la puerta cerrada.
- Adelante. Sin movimientos bruscos.
Una vez lo tuvo junto a la puerta, dio una potente patada reventando la cerradura y abriéndola de par en par. Por un momento el chico hizo amago de echar a correr al ver el aire libre, pero Nassor rodeó su cuello con la medialuna del khopesh una vez más.
- Preferiría no tener que hacerte daño innecesariamente, pero lo haré si haces el tonto.
- ¿Qué clase de criminal eres que no quieres hacer daño a tus enemigos? - le espetó con asco el joven.
- No soy un criminal. Soy un soldado.
Le retiró el acero y le dio un suave rodillazo para que caminara. Salieron al patio, donde Nassor lo fue guiando con golpecitos del khopesh hasta Dexter. El dragón azul aún esperaba en medio del caos de la batalla anterior, con más de medio centenar de marines derribados por todos lados. El Shikanari dejó caer sus prisioneros con cierto cuidado pero sin delicadeza y descargó a los de Kilah.
- Aquí están, señor. Si me disculpa, me he dejado un arma atrás. Si me da medio minuto, estaré de vuelta con usted.
Envainó a Réquiem y echó a correr hacia la puerta principal. Aún le dolía todo, pero estaba acostumbrado a los rigores de la batalla y a moverse con grandes heridas. Cortes como aquellos no eran nada comparado con lo que había soportado en los fosos de gladiadores del North Blue. Una vez llegó al lugar, sacó nuevamente la daga pasando a forma híbrida, y comenzó a destrozar la zona de los agujeros hasta hacer un hueco como para sacar fácilmente la Cadena de Prometeo. Hecho eso, era hora de retirarse. Corrió de vuelta al patio junto a Dexter. Era hora de marchar antes de que la Marina pidiera refuerzos... o que llegasen.
- Listo para retirarnos, señor.
Freites D. Alpha
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-¡Señor! ¡Todo listo!
Todo había terminado finalmente… todo había terminado. Todo había ocurrido para bien o para mal. Pero el hecho de que Freites D. Irkenox Alpha había hecho de las suyas en una prisión ya era un logro, uno de tantos que vendría a futuro.
-Bien hecho… hora de retírarnos señoras y señores. Suzaku deja de comerte el pescado de ese refrigerador, tenemos que irnos.
Y al fin y al cabo, todos saldrían de aquella prisión. Triunfando y celebrando. Canticos piratas y gritando celebrando nuevamente su libertad. Alpha también estaba compartiendo con ellos, el es el mermano mayor después de todo, quien se encargara de hacer un cambio al mundo o voltearlo de cabeza, lo que ocurra primero.
Pero algo había ocurrido. Mientras tomaban un rumbo muy diferente al de Nassor, a lo lejos podía ver al pelirrojo junto a otra figura. –Imposible… -Y claro que lo era, se suponía que el estaba muerto después de todo. Se suponía que por su culpa y su fallecimiento la era pirata había terminado. Pero estaba allí, sonriendo estando muy tranquilo. El era el antiguo Yonkou… y estaba junto al Shikanari rojo.
-Dexter… Black.
Todo había terminado finalmente… todo había terminado. Todo había ocurrido para bien o para mal. Pero el hecho de que Freites D. Irkenox Alpha había hecho de las suyas en una prisión ya era un logro, uno de tantos que vendría a futuro.
-Bien hecho… hora de retírarnos señoras y señores. Suzaku deja de comerte el pescado de ese refrigerador, tenemos que irnos.
Y al fin y al cabo, todos saldrían de aquella prisión. Triunfando y celebrando. Canticos piratas y gritando celebrando nuevamente su libertad. Alpha también estaba compartiendo con ellos, el es el mermano mayor después de todo, quien se encargara de hacer un cambio al mundo o voltearlo de cabeza, lo que ocurra primero.
Pero algo había ocurrido. Mientras tomaban un rumbo muy diferente al de Nassor, a lo lejos podía ver al pelirrojo junto a otra figura. –Imposible… -Y claro que lo era, se suponía que el estaba muerto después de todo. Se suponía que por su culpa y su fallecimiento la era pirata había terminado. Pero estaba allí, sonriendo estando muy tranquilo. El era el antiguo Yonkou… y estaba junto al Shikanari rojo.
-Dexter… Black.
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