Contratante: Viktor Elrik
Descripción de la misión: Bueno, parece que el día es más brillante hoy. Debe ser porque ya no hay una torre aberrante tapándole el sol a media isla. Y, de paso, los Yúdkovich se han quedado sin cuartel general. Pero soy un hombre piadoso y justo, así que me gustaría que alguien vaya a explicarle la compleja situación que atraviesa Casino Island y le ofreciese una alianza… Bueno, más bien un acuerdo de servidumbre. Necesito que ejecuten a cualquier miembro de esa familia indispuesto para unirse a mis filas, y que me den algo que garantice su lealtad. Estoy dispuesto a perdonarles por todo lo que han creído intentar a mis espaldas estos años.
Objetivos: Lograr una alianza entre la familia Yúdkovich y Viktor Elrik.
Objetivos secundarios: Eliminar las malas hierbas.
Premios: Conocimiento único y mi protección.
Premio por objetivos secundarios: Todo lo que lleven encima los descartes. (hasta 10 objetos exóticos al azar entre especial y épico).
Datos: https://www.onepiece-definitiverol.com/t23898-katrina-yudkovich-npc-relevante
Descripción de la misión: Bueno, parece que el día es más brillante hoy. Debe ser porque ya no hay una torre aberrante tapándole el sol a media isla. Y, de paso, los Yúdkovich se han quedado sin cuartel general. Pero soy un hombre piadoso y justo, así que me gustaría que alguien vaya a explicarle la compleja situación que atraviesa Casino Island y le ofreciese una alianza… Bueno, más bien un acuerdo de servidumbre. Necesito que ejecuten a cualquier miembro de esa familia indispuesto para unirse a mis filas, y que me den algo que garantice su lealtad. Estoy dispuesto a perdonarles por todo lo que han creído intentar a mis espaldas estos años.
Objetivos: Lograr una alianza entre la familia Yúdkovich y Viktor Elrik.
Objetivos secundarios: Eliminar las malas hierbas.
Premios: Conocimiento único y mi protección.
Premio por objetivos secundarios: Todo lo que lleven encima los descartes. (hasta 10 objetos exóticos al azar entre especial y épico).
Datos: https://www.onepiece-definitiverol.com/t23898-katrina-yudkovich-npc-relevante
Lance Kashan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
«Katrina Yúdkovich, Viktor Elrik, torres, alianzas, servidumbres…», medité, percatándome de que el mundo a nuestro alrededor continuaba sucediendo a pesar de que estuviera ocupado. Solía tener una concepción algo egocéntrica del mundo, en la que me centraba únicamente en mis quehaceres, pero tras terminar los encargos solían lanzarme encima un aluvión de información que me dejaba descolocado.
No habíamos casi tenido tiempo tras el secuestro de Bonna Sera y el recoger el dinero cuando subimos al Ragnarok y el equipo de inteligencia se lanzó al cuello de Yuu, informándole de una serie de noticias que englobaban al Bajo Mundo. De hecho, y aunque sonase paradójico, al Alto Bajo Mundo. Estábamos tratando con las más importantes entidades a lo largo de la criminalidad: sociedades bien organizadas o individuos realmente poderosos, lo suficiente como para que uno mismo se replantease qué hacer a su lado para tener el más sumo cuidado. Cualquier error podía significar una afrenta directa para ellos y, si nos reconocían y encima se decidían a hacernos la vida complicada… Iba a ser algo cansino y difícil de resolver. De todas formas, todos se habían lanzado a informar al parchado, ya que bien conocían que yo no me solía interesar demasiado en lo que me rodeaba desde el momento en el que el jefe volvió. Me limitaba a pedir los datos necesarios para ponerme a currar y, hecho eso, ahí acababa mi responsabilidad desde el momento en el que Yuu me relevó del puesto.
Así, tomé camino hasta mi habitación, decidido a darme una buena y larga ducha de puerta abierta —como solía— mientras vaciaba la mente y la dejaba en calma. Aquello en la Isla Gyojin ya había sucedido y pasado, así que no tenía sentido mantener la información más tiempo dentro de la cabeza, ocupando espacio útil para otras cosas, ni tampoco darle más vueltas de las estrictamente necesarias. Salí rato después, toalla en el cuello, secándome y poniéndome algo cómodo para estar en la que era mi casa: un pantalón corto vaquero y una camisa, además de ir descalzo. Si por mí fuera me quedaría tirado en la cama para descansar en aquellos precisos instantes, pero si habían asaltado al que era mi jefe con tal velocidad y prisa, significaba que algo importante sucedía, así que aprovecharía para presentarme ahora que las cosas se debían haber calmado. Al fin y al cabo, dudaba que tuvieran información para más de media hora, ¿no?
Empujé la puerta de la sala de mandos, esperando ver ahí al peliazul y, si fuera de otra manera, simplemente pidiendo direcciones para saber dónde estaba. Podía pararme a pedirles a ellos mismos que me contasen lo que pasaba, pero no estaba seguro de querer aguantarlos, menos cansado del viaje. No había hecho nada en la misión, al menos no de forma física —a excepción de servir de radar, que comportaba fatiga mental—, pero estaba cansado por la única razón de haber pisado aquellas calles por primera vez desde hace más de tres y cuatro años. Las memorias me asolaban y, negando, los lancé fuera de mi cabeza de un simple golpe, como de un fuerte soplido que los mandó bien lejos. Suspiré, dirigiéndome hacia Yuu con ambos brazos tras la nuca, en una postura bastante despreocupada y calmada, hasta estirándome.
— ¿Qué toca ahora, Yuu? —Esperaría a que me pusiera al día, pero si viera que no iba al grano o daba muchas vueltas, le daría un empujoncito—. Sin adornos. ¿Qué me toca hacer, o qué nos toca?
No habíamos casi tenido tiempo tras el secuestro de Bonna Sera y el recoger el dinero cuando subimos al Ragnarok y el equipo de inteligencia se lanzó al cuello de Yuu, informándole de una serie de noticias que englobaban al Bajo Mundo. De hecho, y aunque sonase paradójico, al Alto Bajo Mundo. Estábamos tratando con las más importantes entidades a lo largo de la criminalidad: sociedades bien organizadas o individuos realmente poderosos, lo suficiente como para que uno mismo se replantease qué hacer a su lado para tener el más sumo cuidado. Cualquier error podía significar una afrenta directa para ellos y, si nos reconocían y encima se decidían a hacernos la vida complicada… Iba a ser algo cansino y difícil de resolver. De todas formas, todos se habían lanzado a informar al parchado, ya que bien conocían que yo no me solía interesar demasiado en lo que me rodeaba desde el momento en el que el jefe volvió. Me limitaba a pedir los datos necesarios para ponerme a currar y, hecho eso, ahí acababa mi responsabilidad desde el momento en el que Yuu me relevó del puesto.
Así, tomé camino hasta mi habitación, decidido a darme una buena y larga ducha de puerta abierta —como solía— mientras vaciaba la mente y la dejaba en calma. Aquello en la Isla Gyojin ya había sucedido y pasado, así que no tenía sentido mantener la información más tiempo dentro de la cabeza, ocupando espacio útil para otras cosas, ni tampoco darle más vueltas de las estrictamente necesarias. Salí rato después, toalla en el cuello, secándome y poniéndome algo cómodo para estar en la que era mi casa: un pantalón corto vaquero y una camisa, además de ir descalzo. Si por mí fuera me quedaría tirado en la cama para descansar en aquellos precisos instantes, pero si habían asaltado al que era mi jefe con tal velocidad y prisa, significaba que algo importante sucedía, así que aprovecharía para presentarme ahora que las cosas se debían haber calmado. Al fin y al cabo, dudaba que tuvieran información para más de media hora, ¿no?
Empujé la puerta de la sala de mandos, esperando ver ahí al peliazul y, si fuera de otra manera, simplemente pidiendo direcciones para saber dónde estaba. Podía pararme a pedirles a ellos mismos que me contasen lo que pasaba, pero no estaba seguro de querer aguantarlos, menos cansado del viaje. No había hecho nada en la misión, al menos no de forma física —a excepción de servir de radar, que comportaba fatiga mental—, pero estaba cansado por la única razón de haber pisado aquellas calles por primera vez desde hace más de tres y cuatro años. Las memorias me asolaban y, negando, los lancé fuera de mi cabeza de un simple golpe, como de un fuerte soplido que los mandó bien lejos. Suspiré, dirigiéndome hacia Yuu con ambos brazos tras la nuca, en una postura bastante despreocupada y calmada, hasta estirándome.
— ¿Qué toca ahora, Yuu? —Esperaría a que me pusiera al día, pero si viera que no iba al grano o daba muchas vueltas, le daría un empujoncito—. Sin adornos. ¿Qué me toca hacer, o qué nos toca?
El regreso de Yuu al Ragnarok tras la operación de secuestro de Bonna Sera fue bien recibido por ciertos tripulantes del barco. En concreto, los que se encargaban de informarse acerca de los acontecimientos mundiales y los que tenían contacto con los informantes de Yggdrasil además del mismo Yuu. Justo cuando pisó el suelo de su querida embarcación gigantesca, ordenó a uno de sus hombres que llevara los maletines con todo el dinero a la caja fuerte. Hecho eso, se encaró al grupo de cuatro hombres que habían venido a recibirle, con los brazos cruzados.
—¿Qué es tan importante como para que no podéis esperar? —habló con un tono serio a sus hombres.
—Capitán Blade… Algo demasiado importante. Venga con nosotros a la sala de operaciones. Lo hemos preparado todo para su llegada. Le explicaremos con todo lujo de detalles la situación.
—¿Qué cojo…? —frunció el ceño. Parecía que iban realmente en serio—. Vale, vamos. Ponedme en contexto de camino —empezó a caminar hacia el lugar designado, haciendo un gesto con la mano para que le siguieran de cerca.
—Nos ha llegado una noticia sobre Casino Island. ¿Usted tenía relación con los Yúdkovich, verdad? —empezó a explicar uno de ellos.
—Sí, rescaté al chaval que vino aquí para ellos. ¿Por qué? —se mostró algo extrañado. Aquella familia era uno de sus billetes a Casino Island, por lo que si la noticia era relacionada con ellos, le concernía.
—Su torre ha sido derribada… A petición de Viktor Elrik.
—¿Ese mamón no tiene otros negocios que atender? Me empieza a tocar los cojones. ¿Cómo coño ha pasado? ¿Han muerto todos o qué? —apretó los puños.
—Me temo que no sabemos más, Capitán Blade. Pero hemos recibido una carta dirigida a usted de alguien que conoce.
—¿Una carta? Yo no sé leer cartas, ¿quién coño me enviaría una? ¿Y qué coño tiene que ver esa carta con lo que me estáis diciendo?
—La carta provenía de la capitana de The Sinners. Katharina von Steinhell. Hablaba vagamente de lo sucedido con la torre y le pedía a usted que la llamara cuanto antes. Solo mencionaba su demolición y eso que le acabamos de decir, pero hemos atado cabos y, bueno, se supo hace escasas semanas que Elrik había pedido al Bajo Mundo que alguien jodiera a Katharina.
—¿Qué cojones me estáis contando? Me cago en la putísima madre. Vale, joder. Vale. Mierda, creo que esto es gordo —su instinto no le daba buenas vibraciones de todo aquello.
No sabía que tendría que decirle su socia, pero… Dado lo que le habían dicho sus hombres, todo apuntaba a que Katharina iba a pedirle hacer algo importante. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella, pero sí que se había asegurado de seguir sus movimientos y de saber a dónde había llegado. La aliada que hizo en aquel entonces se había convertido en alguien bastante poderoso en el mundo, y lo que menos esperaba Yuu era recibir noticias suyas de esa manera. Él y sus hombres llegaron a la sala indicado y cerraron tras de sí. El caracolófono estaba preparado para hacer la llamada a Katharina, y Yuu no tardó ni medio segundo en sentarse y hacer la llamada. La capitana de The Sinners abrió la línea en poco tiempo y, bueno, tras unos segundos de saludarse entre sí, fue al grano. Le informó de todo. Desde su supuesta «cruzada» contra Elrik como de la posición que quería que Yuu tomara en todo aquello. La mujer tenía contactos en Casino Island que le informaron de todo lo que había pasado, e incluso le pudieron confirmar que la cabecilla de los Yúdkovich y muchos otros habían sobrevivido al repentino ataque a la Torre Géminis. La bruja le dijo a Yuu que quería frustrar los planes del magnate Viktor Elrik, y que necesitaba la ayuda de Yggdrasil para ello. Por lo visto, Elrik quería formar una alianza forzada con aquellos restantes de la familia, según un comunicado muy reciente del mismo. Estaría, tras la llamada con la capitana de The Sinners, en manos de la organización la extracción de la Familia Yúdkovich de Casino Island.
—Nosotros nos encargamos de ello, socia. En cuanto tengamos a todos los que podamos en nuestro barco, te llamaré para que planeemos lo siguiente, ¿estamos? —esperó la respuesta afirmativa de su aliada, la cual no tardó en llegar—. Vale, pues estamos en contacto. Corto —cerró la línea y puso los codos en la mesa.
Los hombres del equipo de inteligencia se hallaban mirando fijamente al mercenario, quien no dijo ni una sola palabra tras la llamada. Permanecieron en silencio, al mismo tiempo que el parcheado se mostraba pensativo sin mover un solo músculo. Lo que Katharina le había pedido bien podría suponer una guerra con Viktor Elrik, si acaso llegase a descubrir que estarían implicados en la operación de frustrar sus planes. Había accedido, y no había vuelta a atrás. Tendría que encargarse personalmente de que los Yúdkovich salieran de allí y, por supuesto, aquel favor lo cobraría a precio de oro, si no más.
El mercenario quebró el silencio con un golpe en la mesa con sus dos manos. Le daba rabia los movimientos que había hecho Elrik. En sus pensamientos no podía referirse a él de otra manera que no fuera «sucia rata», y si tenía que ir en su contra, lo haría con gusto. Nadie frustraba sus planes, fuera el más poderoso del Bajo Mundo o el más mindundi, le daba igual. Su unión a la «cruzada» contra el magnate estaba asegurada. «Ese hijo de la gran puta va a ver quién coño es Yuu…», pensó al mismo tiempo que se abría la puerta de la sala y su mirada se dirigía hacia allí. Lance entró de una forma despreocupada, preguntando cuál sería el siguiente movimiento. Probablemente la mirada que el mercenario le dedicó a su compañero fue la más seria y dura de la historia de su relación.
—Hay que ir a Casino Island. Tenemos que rescatar a unos mafiosos antes de que el hijo de la gran puta de Viktor Elrik se nos adelante, o cualquiera de sus putos hombres. He hablado con Katharina. Nos reuniremos en un edificio en concreto con otra familia de mafiosos. Contactos suyos, vaya. Ellos nos dirán dónde coño está la otra —se levantó, mientras apoyaba las palmas de sus manos en la mesa y seguía mirando a su compañero—. Sif. Como Elrik sepa que estamos detrás de todo esto, vendrá a por nosotros. Te quiero al máximo. Os quiero a todos trabajando desde ya. Que alguien guarde estos caracoles en su sitio. Voy a dar la orden de viaje —caminó hasta la puerta, colocándose al lado del joven Lance—. Ven, te diré todo lo que tienes que saber mientras ordeno a todo el puto mundo que ponga rumbo a Casino Island.
—¿Qué es tan importante como para que no podéis esperar? —habló con un tono serio a sus hombres.
—Capitán Blade… Algo demasiado importante. Venga con nosotros a la sala de operaciones. Lo hemos preparado todo para su llegada. Le explicaremos con todo lujo de detalles la situación.
—¿Qué cojo…? —frunció el ceño. Parecía que iban realmente en serio—. Vale, vamos. Ponedme en contexto de camino —empezó a caminar hacia el lugar designado, haciendo un gesto con la mano para que le siguieran de cerca.
—Nos ha llegado una noticia sobre Casino Island. ¿Usted tenía relación con los Yúdkovich, verdad? —empezó a explicar uno de ellos.
—Sí, rescaté al chaval que vino aquí para ellos. ¿Por qué? —se mostró algo extrañado. Aquella familia era uno de sus billetes a Casino Island, por lo que si la noticia era relacionada con ellos, le concernía.
—Su torre ha sido derribada… A petición de Viktor Elrik.
—¿Ese mamón no tiene otros negocios que atender? Me empieza a tocar los cojones. ¿Cómo coño ha pasado? ¿Han muerto todos o qué? —apretó los puños.
—Me temo que no sabemos más, Capitán Blade. Pero hemos recibido una carta dirigida a usted de alguien que conoce.
—¿Una carta? Yo no sé leer cartas, ¿quién coño me enviaría una? ¿Y qué coño tiene que ver esa carta con lo que me estáis diciendo?
—La carta provenía de la capitana de The Sinners. Katharina von Steinhell. Hablaba vagamente de lo sucedido con la torre y le pedía a usted que la llamara cuanto antes. Solo mencionaba su demolición y eso que le acabamos de decir, pero hemos atado cabos y, bueno, se supo hace escasas semanas que Elrik había pedido al Bajo Mundo que alguien jodiera a Katharina.
—¿Qué cojones me estáis contando? Me cago en la putísima madre. Vale, joder. Vale. Mierda, creo que esto es gordo —su instinto no le daba buenas vibraciones de todo aquello.
No sabía que tendría que decirle su socia, pero… Dado lo que le habían dicho sus hombres, todo apuntaba a que Katharina iba a pedirle hacer algo importante. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella, pero sí que se había asegurado de seguir sus movimientos y de saber a dónde había llegado. La aliada que hizo en aquel entonces se había convertido en alguien bastante poderoso en el mundo, y lo que menos esperaba Yuu era recibir noticias suyas de esa manera. Él y sus hombres llegaron a la sala indicado y cerraron tras de sí. El caracolófono estaba preparado para hacer la llamada a Katharina, y Yuu no tardó ni medio segundo en sentarse y hacer la llamada. La capitana de The Sinners abrió la línea en poco tiempo y, bueno, tras unos segundos de saludarse entre sí, fue al grano. Le informó de todo. Desde su supuesta «cruzada» contra Elrik como de la posición que quería que Yuu tomara en todo aquello. La mujer tenía contactos en Casino Island que le informaron de todo lo que había pasado, e incluso le pudieron confirmar que la cabecilla de los Yúdkovich y muchos otros habían sobrevivido al repentino ataque a la Torre Géminis. La bruja le dijo a Yuu que quería frustrar los planes del magnate Viktor Elrik, y que necesitaba la ayuda de Yggdrasil para ello. Por lo visto, Elrik quería formar una alianza forzada con aquellos restantes de la familia, según un comunicado muy reciente del mismo. Estaría, tras la llamada con la capitana de The Sinners, en manos de la organización la extracción de la Familia Yúdkovich de Casino Island.
—Nosotros nos encargamos de ello, socia. En cuanto tengamos a todos los que podamos en nuestro barco, te llamaré para que planeemos lo siguiente, ¿estamos? —esperó la respuesta afirmativa de su aliada, la cual no tardó en llegar—. Vale, pues estamos en contacto. Corto —cerró la línea y puso los codos en la mesa.
Los hombres del equipo de inteligencia se hallaban mirando fijamente al mercenario, quien no dijo ni una sola palabra tras la llamada. Permanecieron en silencio, al mismo tiempo que el parcheado se mostraba pensativo sin mover un solo músculo. Lo que Katharina le había pedido bien podría suponer una guerra con Viktor Elrik, si acaso llegase a descubrir que estarían implicados en la operación de frustrar sus planes. Había accedido, y no había vuelta a atrás. Tendría que encargarse personalmente de que los Yúdkovich salieran de allí y, por supuesto, aquel favor lo cobraría a precio de oro, si no más.
El mercenario quebró el silencio con un golpe en la mesa con sus dos manos. Le daba rabia los movimientos que había hecho Elrik. En sus pensamientos no podía referirse a él de otra manera que no fuera «sucia rata», y si tenía que ir en su contra, lo haría con gusto. Nadie frustraba sus planes, fuera el más poderoso del Bajo Mundo o el más mindundi, le daba igual. Su unión a la «cruzada» contra el magnate estaba asegurada. «Ese hijo de la gran puta va a ver quién coño es Yuu…», pensó al mismo tiempo que se abría la puerta de la sala y su mirada se dirigía hacia allí. Lance entró de una forma despreocupada, preguntando cuál sería el siguiente movimiento. Probablemente la mirada que el mercenario le dedicó a su compañero fue la más seria y dura de la historia de su relación.
—Hay que ir a Casino Island. Tenemos que rescatar a unos mafiosos antes de que el hijo de la gran puta de Viktor Elrik se nos adelante, o cualquiera de sus putos hombres. He hablado con Katharina. Nos reuniremos en un edificio en concreto con otra familia de mafiosos. Contactos suyos, vaya. Ellos nos dirán dónde coño está la otra —se levantó, mientras apoyaba las palmas de sus manos en la mesa y seguía mirando a su compañero—. Sif. Como Elrik sepa que estamos detrás de todo esto, vendrá a por nosotros. Te quiero al máximo. Os quiero a todos trabajando desde ya. Que alguien guarde estos caracoles en su sitio. Voy a dar la orden de viaje —caminó hasta la puerta, colocándose al lado del joven Lance—. Ven, te diré todo lo que tienes que saber mientras ordeno a todo el puto mundo que ponga rumbo a Casino Island.
Lance Kashan
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Mi pregunta fue respondida, en primera instancia, con una severa mirada que no sabía que significa realmente. «¿Llego en un mal momento…?», me pregunté, encogiéndose de hombros el Lance de dentro de mi cabeza para no hacer el gesto frente a Yuu. Parecía serio.
— ¿Estás estreñido? —dije antes de que comenzase a contar todo lo relativo a la información que le había llegado. «¿No podía ser eso…? No sería la primera vez que está de morros por lo mismo.», concluí pero parecía no tener la suerte. La otra posibilidad era que estuviese serio por un trabajo, dando dos razones: o pagaban demasiado o significaban problemas. Y, nuevamente, parecía que el día venía realmente torcido. Suspiré, cansándome antes de siquiera empezar a trabajar. Solía ser dedicado respecto a todo lo que atañía ganar dinero, poder, fama y todo aquello que equivale a inmunidad, pero llevaba dos trabajos seguidos con viajes entre ellos y mi aguante se veía mermado, especialmente el ánimo. Y cuando llegaba a mi hogar… PUM, problemas. «¿Se puede quemar el barco para terminar la jornada…?». Al menos traíamos dinero y regalos.
Así que tocaba viajar a Casino Island. Una visita a la iglesia del crimen y el pecado, además del premio más deseado por parte de cualquier trabajador poco honrado. Monedas caían por aquí y por allá e igual que bajo las máquinas se amontonaban los berries, en los maletines que corrían de un lugar para otro también. De forma realmente apropiada para la fama que arrastraba, trataba de mafiosos y del magnate más famoso de los últimos días: Viktor Elrik. No había llegado a investigar qué hacía, pero sí que tenía el suficiente conocimiento como para catalogarlo de excéntrico. Tenía dinero y le gustaba gastarlo, como el tipo de cliente preferido de Yggdrasil, pero la diferencia es que aquellos que llegaban a nosotros nos solían ser tan caprichosos ni nos utilizaban para joder a otras bandas, dejándonos de malos.
Aun así, había un pequeño detalle que me hacía mantener mi más regio porte y me obligaba a aportar seriedad al caso: había mencionado a Katharina. Era una gran aliada y compañera de trabajo y, visto lo visto, no deseaba defraudarla ni dejarla tirada a mitad de camino. Ella había salido en mi defensa y me había ayudado en trabajos que por mis propias capacidades sería incapaz de terminar por mí mismo. Una mueca neutral se pintó en mi cara, borrándose la sonrisa y mi postura relajada, colocando ambas manos en sendos bolsillos. Asentí de forma seca mientras miraba a todos los encargados de la inteligencia de la habitación, suspirando en cuanto escuché las órdenes de Yuu para dirigirnos a nuestro objetivo. Me retiré de la habitación en cuanto el peliazul dio la señal, mirándole a los ojos al pasar a su lado y esperando ahí a que comenzase a caminar:
—¿Salvar a una mafia de Viktor Elrik y sus mandados? Bueno, no sé cómo de complicado será, pero no suena a un trabajo demasiado complejo. Es decir, ese hombre tiene el dinero para contratar a los mejores sicarios, pero yo no pienso quedarme atrás, menos si Katharina depende de cómo lo hagamos —Miré al frente fijamente, completamente centrado—. ¿Cuánto tardamos hasta allí? Pienso prepararme.
— ¿Estás estreñido? —dije antes de que comenzase a contar todo lo relativo a la información que le había llegado. «¿No podía ser eso…? No sería la primera vez que está de morros por lo mismo.», concluí pero parecía no tener la suerte. La otra posibilidad era que estuviese serio por un trabajo, dando dos razones: o pagaban demasiado o significaban problemas. Y, nuevamente, parecía que el día venía realmente torcido. Suspiré, cansándome antes de siquiera empezar a trabajar. Solía ser dedicado respecto a todo lo que atañía ganar dinero, poder, fama y todo aquello que equivale a inmunidad, pero llevaba dos trabajos seguidos con viajes entre ellos y mi aguante se veía mermado, especialmente el ánimo. Y cuando llegaba a mi hogar… PUM, problemas. «¿Se puede quemar el barco para terminar la jornada…?». Al menos traíamos dinero y regalos.
Así que tocaba viajar a Casino Island. Una visita a la iglesia del crimen y el pecado, además del premio más deseado por parte de cualquier trabajador poco honrado. Monedas caían por aquí y por allá e igual que bajo las máquinas se amontonaban los berries, en los maletines que corrían de un lugar para otro también. De forma realmente apropiada para la fama que arrastraba, trataba de mafiosos y del magnate más famoso de los últimos días: Viktor Elrik. No había llegado a investigar qué hacía, pero sí que tenía el suficiente conocimiento como para catalogarlo de excéntrico. Tenía dinero y le gustaba gastarlo, como el tipo de cliente preferido de Yggdrasil, pero la diferencia es que aquellos que llegaban a nosotros nos solían ser tan caprichosos ni nos utilizaban para joder a otras bandas, dejándonos de malos.
Aun así, había un pequeño detalle que me hacía mantener mi más regio porte y me obligaba a aportar seriedad al caso: había mencionado a Katharina. Era una gran aliada y compañera de trabajo y, visto lo visto, no deseaba defraudarla ni dejarla tirada a mitad de camino. Ella había salido en mi defensa y me había ayudado en trabajos que por mis propias capacidades sería incapaz de terminar por mí mismo. Una mueca neutral se pintó en mi cara, borrándose la sonrisa y mi postura relajada, colocando ambas manos en sendos bolsillos. Asentí de forma seca mientras miraba a todos los encargados de la inteligencia de la habitación, suspirando en cuanto escuché las órdenes de Yuu para dirigirnos a nuestro objetivo. Me retiré de la habitación en cuanto el peliazul dio la señal, mirándole a los ojos al pasar a su lado y esperando ahí a que comenzase a caminar:
—¿Salvar a una mafia de Viktor Elrik y sus mandados? Bueno, no sé cómo de complicado será, pero no suena a un trabajo demasiado complejo. Es decir, ese hombre tiene el dinero para contratar a los mejores sicarios, pero yo no pienso quedarme atrás, menos si Katharina depende de cómo lo hagamos —Miré al frente fijamente, completamente centrado—. ¿Cuánto tardamos hasta allí? Pienso prepararme.
Ambos salieron de la habitación con presteza. En el poco camino que había hasta el centro de mando, escuchó lo que tenía que decir su compañero. No le respondería todavía, así que le hizo un gesto con la mano para que esperara, puesto que las puertas estaban abriéndose ya y cruzarían el umbral para llegar a la gigantesca sala donde estaban la mayoría de controles del barco.
—¡Chavalería! ¡A trabajar! ¡Motores al máximo y camino a Casino Island! ¡A la de ya! ¡Vamos, vamos, vamos! —gritó con todas sus fuerzas, apoyándose en la barandilla en la cual podía ver toda la sala. Cuando todos acataron sus órdenes, entonces el barco empezó a virar para cambiar de rumbo. Suspiró, para luego apoyar su espalda en la misma baranda para mirar a su compañero—. Tardaremos alrededor de cinco días, al menos yendo a toda hostia. Incluso más, pero no creo que tengamos tanta mala suerte. Será llegar y ponernos manos a la obra sea la hora que sea. Contactaremos con los Gorgonzola y ellos nos dirán donde están los Yúdkovich. En teoría deberíamos de encontrar fácilmente a los primeros con la información que me ha dado Katharina. Pero no me sorprendería que tuviéramos problemas para encontrarlos —se tomó una pausa para pensar—. Cuando encontremos a los Yúdkovich, tendremos que convencerles para que vengan con nosotros. Supongo que con explicarles la situación bastará, pero quién sabe hasta qué punto se puede torcer la cosa. Pero bueno, lo complicado… Lo complicado no es eso, no. El problema es si nos encontramos con los mandados del capullo ese. Ya no tanto el matarles, sino que alguno de ellos acabe avisando a Elrik de que estamos siendo nosotros quienes están… ¿Rescatando, diría? A los Yúdkovich. Ese pavo nos puede joder la vida si nos encuentra, te lo digo desde ya, Sif. Si no nos ponemos en ese extremo, el trabajo es sencillo. No hay pago, pero es un favor que le hacemos a Katharina y además nos aseguramos de que la Familia Yúdkovich esté en deuda con nosotros y con ella. Y la cabecilla es una Emperatriz del Bajo Mundo, con lo que nos podemos aprovechar de eso para que Yggdrasil obtenga una buena posición —acabó de contarle todo lo importante, por lo que se tomó una pausa para erguirse de nuevo y caminar hacia la puerta—. Y en teoría eso es todo lo que tienes que saber para hacer el trabajo. En otro momento te explico porque cojones ha pasado todo esto, pero ahora necesito tirarme a la cama. Cuando me despierte iré a entrenar, por si quieres que te hable del tema —se despidió de espaldas a él abriendo la palma de su mano y elevando el brazo, mientras con su otra mano abría la puerta y desaparecía de la sala.
Entonces, procedió a irse a dormir para finalizar su día. Los días previos a la llegada a Casino Island se dedicaría a entrenar y a prepararse para lo que venía.
—¡Chavalería! ¡A trabajar! ¡Motores al máximo y camino a Casino Island! ¡A la de ya! ¡Vamos, vamos, vamos! —gritó con todas sus fuerzas, apoyándose en la barandilla en la cual podía ver toda la sala. Cuando todos acataron sus órdenes, entonces el barco empezó a virar para cambiar de rumbo. Suspiró, para luego apoyar su espalda en la misma baranda para mirar a su compañero—. Tardaremos alrededor de cinco días, al menos yendo a toda hostia. Incluso más, pero no creo que tengamos tanta mala suerte. Será llegar y ponernos manos a la obra sea la hora que sea. Contactaremos con los Gorgonzola y ellos nos dirán donde están los Yúdkovich. En teoría deberíamos de encontrar fácilmente a los primeros con la información que me ha dado Katharina. Pero no me sorprendería que tuviéramos problemas para encontrarlos —se tomó una pausa para pensar—. Cuando encontremos a los Yúdkovich, tendremos que convencerles para que vengan con nosotros. Supongo que con explicarles la situación bastará, pero quién sabe hasta qué punto se puede torcer la cosa. Pero bueno, lo complicado… Lo complicado no es eso, no. El problema es si nos encontramos con los mandados del capullo ese. Ya no tanto el matarles, sino que alguno de ellos acabe avisando a Elrik de que estamos siendo nosotros quienes están… ¿Rescatando, diría? A los Yúdkovich. Ese pavo nos puede joder la vida si nos encuentra, te lo digo desde ya, Sif. Si no nos ponemos en ese extremo, el trabajo es sencillo. No hay pago, pero es un favor que le hacemos a Katharina y además nos aseguramos de que la Familia Yúdkovich esté en deuda con nosotros y con ella. Y la cabecilla es una Emperatriz del Bajo Mundo, con lo que nos podemos aprovechar de eso para que Yggdrasil obtenga una buena posición —acabó de contarle todo lo importante, por lo que se tomó una pausa para erguirse de nuevo y caminar hacia la puerta—. Y en teoría eso es todo lo que tienes que saber para hacer el trabajo. En otro momento te explico porque cojones ha pasado todo esto, pero ahora necesito tirarme a la cama. Cuando me despierte iré a entrenar, por si quieres que te hable del tema —se despidió de espaldas a él abriendo la palma de su mano y elevando el brazo, mientras con su otra mano abría la puerta y desaparecía de la sala.
Entonces, procedió a irse a dormir para finalizar su día. Los días previos a la llegada a Casino Island se dedicaría a entrenar y a prepararse para lo que venía.
Lance Kashan
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Varios
E ignorando mi primer comentario, me hizo empezar a caminar hasta llegar a aquellos encargados del rumbo para, después de aclarar cuál era nuestro destino y meter prisa, comenzar a contar lo que realmente sucedía. Simplemente íbamos a aterrizar en Casino Island, ir a hablar con una mafia conocida de Katharina y pedirles a estos direcciones hacia la segunda mafia. Esta segunda parecía ser algo más ostentosa o portar un mejor cargo dentro del Bajo Mundo, además de ser nuestro objetivo ponerlos a salvo de las garras del tal Viktor. En vista de lo que estaba dispuesto a pagar por un encargo —y algunas otras excentricidades que habían llegado a mis oídos por coincidencia y curiosidad—, no tendría problema alguno en gastarse ese dinero que no parecía acabar en unos sicarios de la mejor calidad. Independientemente de aquello, tal y como comentaba Yuu, si nosotros hacíamos nuestro trabajo correctamente, podríamos evitar cualquier tipo de problema añadido. Era una simple misión de aviso y escolta, donde el mejor de los desenlaces sería simplemente comentárselo a la cabecilla de los Yúdkovich y hacerles de guardia hasta que pudieran ponerse a salvo, aunque no estaba tan seguro de estar más preparados que ellos.
Suspiré al ver cómo el parchado tomaba puerta y se iba a dormir, aparentemente cansado tras todo lo sucedido en la Isla Gyojin. Yo, por mi parte, me encogí de hombros mientras me apoyaba donde previamente había estado mi jefe, mirando cómo el grupo encargado trabajaba y, montando cierto barullo, se coordinaban para marchar cuanto antes hacia la isla donde el oro volaba por todos los lugares. Abstrayéndome, aunque sin llegar a pensar en nada relevante ni concreto, me quedé allí durante un buen rato, calmándome con el son de los gritos y carreras para marcar la trayectoria del Ragnarok. Y, una vez me hube cansado de aquello y notase cómo los ojos tendían a cerrarse, seguiría a Yuu y me marcharía a mi cuarto, abriendo la puerta y tirándome a la cama. Aun así, no dormiría, sino que me encargaría de centrarme en el flujo de la electricidad para poner a punto mis capacidades y tratar de mejorarlas en control.
No se me hizo para nada largo el trayecto. Estaba tan ensimismado mientras retocaba mis pistolas y entrenaba mi control para aumentar la velocidad con el arma de mi vida que no hacía caso alguno al reloj. Mantenía unos horarios —un poco laxos— aun así, principalmente para comer y dormir el tiempo necesario como para estar en mi mejor forma, pero el tiempo libre se dedicaba completamente a mejorar mi técnica, disparar al blanco y hacer algún que otro experimento en el laboratorio en busca de respuestas y mejoras. Y, hecho eso, no quedaba mucho más preparativo que hacer en vista a la misión que teníamos por delante. Me tocaba dar todo de mí si algo salía mal y, en cualquier caso, darle soporte a Yuu frente a Elrik.
El día que estaba supuesto ser el que llegásemos a Casino Island resultó serlo. Estaba sentado sobre la barandilla de cubierta, asomándome al vacío cada tanto mientras buscaba restos de islas y, en un segundo, el brillo que emitían las luces de un edificio opacó el horizonte. Me limité a esbozar una sonrisa mientras suponía que allí estaba el destino, ya que pocas otras islas tenían la fuerza de los LED que invadían todos los casinos, tratando de seducir a los incautos que paseaban alrededor. Además, la escasa luz, fruto del atardecer, le daba más protagonismo en un mar que estaba vacío a su alrededor, por lo que mis ojos no se pudieron apartar de aquel punto que conformaba el destino hasta que se convirtió en poco menos que un pandemonio de vicios y fiesta. Si miraba fijamente al suelo, donde se arremolinaban los casinos, quedaba cegado por tantas luces y el resplandor del oro que los chapaba, símbolo de avaricia y ostentación.
— Y aquí está el destino… Toca ponerse manos a la obra —En aquellos instantes, teniendo en cuenta cómo solía operar Yuu, estaría en la sala de mando dando órdenes a unos y a otros, tratando de dejarnos lo más cerca posible de la isla para desplegar el Loki y presentarnos allí. Podríamos llamar la atención, pero realmente dudaba que en un sitio tan excéntrico como era aquel pudiese llamar la atención algo que no fuera un bombazo.
Para cuando viera la embarcación, más pequeña que la original, comenzar a descender, me inclinaría al frente y me fijaría en los tripulantes, esperando a que perdiese altura mientras disfrutaba las vistas. En cuanto vi que no iba a ser un camino muy tedioso, me solté del hierro que me hacía de agarre al Ragnarok, cayendo hasta las tablas del Loki, para desmaterializarme instantes antes de chocarme y frenando en seco. Mis zapatos tocarían la cubierta sin hacer el más mínimo ruido y yo me limitaría a recolocarme el traje para dejarlo impoluto, aparentando elegancia con un negro ébano y una camisa negra que no tardarían en desaparecer bajo el disfraz de Sif. Aquello que íbamos a hacer podría llamar tanto la atención que nuestras fotos, en caso de que todo fuera mal, aparecerían en listas de sicarios de Viktor, y no me interesaba arriesgarme a que así fuera. La máscara me protegería en cualquier caso.
— ¿Sabes dónde están los contactos de Katharina? Los… ¿Gorgonzola? —No recordaba el nombre demasiado, pero me parecía que era aquel. Poco después de la respuesta de Yuu, el Loki estaría a una altura tal como para que Yuu ya bajase sin dificultad, por lo que le acompañaría y esperaría direcciones.
Suspiré al ver cómo el parchado tomaba puerta y se iba a dormir, aparentemente cansado tras todo lo sucedido en la Isla Gyojin. Yo, por mi parte, me encogí de hombros mientras me apoyaba donde previamente había estado mi jefe, mirando cómo el grupo encargado trabajaba y, montando cierto barullo, se coordinaban para marchar cuanto antes hacia la isla donde el oro volaba por todos los lugares. Abstrayéndome, aunque sin llegar a pensar en nada relevante ni concreto, me quedé allí durante un buen rato, calmándome con el son de los gritos y carreras para marcar la trayectoria del Ragnarok. Y, una vez me hube cansado de aquello y notase cómo los ojos tendían a cerrarse, seguiría a Yuu y me marcharía a mi cuarto, abriendo la puerta y tirándome a la cama. Aun así, no dormiría, sino que me encargaría de centrarme en el flujo de la electricidad para poner a punto mis capacidades y tratar de mejorarlas en control.
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Poco menos de una semana después…
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Poco menos de una semana después…
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No se me hizo para nada largo el trayecto. Estaba tan ensimismado mientras retocaba mis pistolas y entrenaba mi control para aumentar la velocidad con el arma de mi vida que no hacía caso alguno al reloj. Mantenía unos horarios —un poco laxos— aun así, principalmente para comer y dormir el tiempo necesario como para estar en mi mejor forma, pero el tiempo libre se dedicaba completamente a mejorar mi técnica, disparar al blanco y hacer algún que otro experimento en el laboratorio en busca de respuestas y mejoras. Y, hecho eso, no quedaba mucho más preparativo que hacer en vista a la misión que teníamos por delante. Me tocaba dar todo de mí si algo salía mal y, en cualquier caso, darle soporte a Yuu frente a Elrik.
El día que estaba supuesto ser el que llegásemos a Casino Island resultó serlo. Estaba sentado sobre la barandilla de cubierta, asomándome al vacío cada tanto mientras buscaba restos de islas y, en un segundo, el brillo que emitían las luces de un edificio opacó el horizonte. Me limité a esbozar una sonrisa mientras suponía que allí estaba el destino, ya que pocas otras islas tenían la fuerza de los LED que invadían todos los casinos, tratando de seducir a los incautos que paseaban alrededor. Además, la escasa luz, fruto del atardecer, le daba más protagonismo en un mar que estaba vacío a su alrededor, por lo que mis ojos no se pudieron apartar de aquel punto que conformaba el destino hasta que se convirtió en poco menos que un pandemonio de vicios y fiesta. Si miraba fijamente al suelo, donde se arremolinaban los casinos, quedaba cegado por tantas luces y el resplandor del oro que los chapaba, símbolo de avaricia y ostentación.
— Y aquí está el destino… Toca ponerse manos a la obra —En aquellos instantes, teniendo en cuenta cómo solía operar Yuu, estaría en la sala de mando dando órdenes a unos y a otros, tratando de dejarnos lo más cerca posible de la isla para desplegar el Loki y presentarnos allí. Podríamos llamar la atención, pero realmente dudaba que en un sitio tan excéntrico como era aquel pudiese llamar la atención algo que no fuera un bombazo.
Para cuando viera la embarcación, más pequeña que la original, comenzar a descender, me inclinaría al frente y me fijaría en los tripulantes, esperando a que perdiese altura mientras disfrutaba las vistas. En cuanto vi que no iba a ser un camino muy tedioso, me solté del hierro que me hacía de agarre al Ragnarok, cayendo hasta las tablas del Loki, para desmaterializarme instantes antes de chocarme y frenando en seco. Mis zapatos tocarían la cubierta sin hacer el más mínimo ruido y yo me limitaría a recolocarme el traje para dejarlo impoluto, aparentando elegancia con un negro ébano y una camisa negra que no tardarían en desaparecer bajo el disfraz de Sif. Aquello que íbamos a hacer podría llamar tanto la atención que nuestras fotos, en caso de que todo fuera mal, aparecerían en listas de sicarios de Viktor, y no me interesaba arriesgarme a que así fuera. La máscara me protegería en cualquier caso.
— ¿Sabes dónde están los contactos de Katharina? Los… ¿Gorgonzola? —No recordaba el nombre demasiado, pero me parecía que era aquel. Poco después de la respuesta de Yuu, el Loki estaría a una altura tal como para que Yuu ya bajase sin dificultad, por lo que le acompañaría y esperaría direcciones.
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