Contratante: Lucio Obsorne
Descripción de la misión: ya son varias las amenazas que han sido rechazadas en Dressrosa, pero el influyente aristócrata de esta isla no descansa tranquilo, pues sus contactos le avisan de que el Emperador del Mar no aparta el ojo de su tierra natal. Según cuentan, todos y cada uno de los ataques a esta tierra ha sido dirigido desde las sombras por Brutus, uno de los oficiales de Julius. Lucio ha conseguido su ubicación y solicita que alguien vaya a hacerse cargo de él. Es crucial para que su hogar continúe siendo libre y pacífico.
Objetivo: derrotar a la poderosa flota de Brutus y acabar con él, siendo un formidable adversario como pocos otros a lo largo y ancho de los mares.
Recompensa: cuatro embarcaciones de propiedades Épicas, canjeable cada una de ellas en caso de así quererlo por ciento cincuenta millones de berries.
Descripción de la misión: ya son varias las amenazas que han sido rechazadas en Dressrosa, pero el influyente aristócrata de esta isla no descansa tranquilo, pues sus contactos le avisan de que el Emperador del Mar no aparta el ojo de su tierra natal. Según cuentan, todos y cada uno de los ataques a esta tierra ha sido dirigido desde las sombras por Brutus, uno de los oficiales de Julius. Lucio ha conseguido su ubicación y solicita que alguien vaya a hacerse cargo de él. Es crucial para que su hogar continúe siendo libre y pacífico.
Objetivo: derrotar a la poderosa flota de Brutus y acabar con él, siendo un formidable adversario como pocos otros a lo largo y ancho de los mares.
Recompensa: cuatro embarcaciones de propiedades Épicas, canjeable cada una de ellas en caso de así quererlo por ciento cincuenta millones de berries.
Dark Satou
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aterrizó en el campamento de avanzada de Lucio, golpeando con el puño a la cápsula de su mini-nave, abriendo la compuerta principal y saliendo algo preocupado. Había sido llamado por El Coletas, el cual parecía estar reunido justo delante de Lucio. Dark no tenía ningún contexto de lo que estaba pasando, pero sí la extraña sensación de que al Yonkou que acababa de declararle la guerra quería una. Y claro, su posición era bastante frágil ya como barón de Dressrosa. Prefería seguir actuando por el favor de la isla, ya que estaba simpatizando con los mercenarios y ahora hasta algunos le consideraban una figura a seguir. Bélica, pero al fin y al cabo, una figura.
Entró a la carpa apartando la cortina principal y miró hacia los lados, viendo un panorama de lo más interesante. Frunció el ceño y vio tanto a Lucio como a El Coletas enfrentados. Podía ver en los rasgos de los dos líderes que estaban manteniendo una discusión de lo más acalorada, pero intervino con su basta presencia. Elevó el dedo y contagió su aura de pesadez por todos los lados, provocando que todos los que estaban sentados en las sillas acabasen empezando a respirar pesadamente. Miró con el ceño fruncido tanto a Lucio como El Coletas, y apretó su puño mientras lo levantaba.
—¿Así es como os comportáis después de lo que estamos luchando? —Preguntó con un tono retórico, más a bronca que a simple duda—. Dejadme adivinarlo. El Yonkou sigue haciendo de las suyas, ¿verdad? ¿Por qué discutís en vez de esperarme? Creo que tengo el suficiente voto como para decidir qué vamos a hacer. Sobretodo después de todo lo que he luchado por esta isla.
Los dos bajaron las cabezas y callaron. Dark pudo notar en sus rostros que quizás había malinterpretado la situación: ¿realmente estaban discutiendo o simplemente se sentían impotentes? No lo sabía. Pero tenía que hacer algo. Así que no iba a detenerse e iba a continuar hablando. Volvió a retener su presencia y los que estaban alrededor suspiraron aliviados. Era hora de reconectar. Pero para ello tendría que esperar a Galhard, y realmente esperaba que viniese pronto.
—Tomaos unas horas de descanso y reordenad vuestras ideas —ordenó con un tono imperativo—. Después propondremos una estrategia.
Entró a la carpa apartando la cortina principal y miró hacia los lados, viendo un panorama de lo más interesante. Frunció el ceño y vio tanto a Lucio como a El Coletas enfrentados. Podía ver en los rasgos de los dos líderes que estaban manteniendo una discusión de lo más acalorada, pero intervino con su basta presencia. Elevó el dedo y contagió su aura de pesadez por todos los lados, provocando que todos los que estaban sentados en las sillas acabasen empezando a respirar pesadamente. Miró con el ceño fruncido tanto a Lucio como El Coletas, y apretó su puño mientras lo levantaba.
—¿Así es como os comportáis después de lo que estamos luchando? —Preguntó con un tono retórico, más a bronca que a simple duda—. Dejadme adivinarlo. El Yonkou sigue haciendo de las suyas, ¿verdad? ¿Por qué discutís en vez de esperarme? Creo que tengo el suficiente voto como para decidir qué vamos a hacer. Sobretodo después de todo lo que he luchado por esta isla.
Los dos bajaron las cabezas y callaron. Dark pudo notar en sus rostros que quizás había malinterpretado la situación: ¿realmente estaban discutiendo o simplemente se sentían impotentes? No lo sabía. Pero tenía que hacer algo. Así que no iba a detenerse e iba a continuar hablando. Volvió a retener su presencia y los que estaban alrededor suspiraron aliviados. Era hora de reconectar. Pero para ello tendría que esperar a Galhard, y realmente esperaba que viniese pronto.
—Tomaos unas horas de descanso y reordenad vuestras ideas —ordenó con un tono imperativo—. Después propondremos una estrategia.
Dark Satou
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Las horas de descanso empezaron, en las cuales el moreno rezaba que Galhard llegase rápido. Tendrían que intentar mediar entre los dos para poder hacer algo, si no estarían perdidos. Si Galhard representaba los intereses de Lucio y él el de los de Villa Podemos, podrían llegar a un acuerdo. Necesitaban los dos bandos y tenían que empezar a cooperar. ¿Si no iban a perder contra un grupo de personas así? No lo deseaba. Y tenían los suficientes hombres y recursos como para detener ese combate. Ahora era mucho más peligroso que antes intervenir, pero aún así tenía una vaga esperanza de que podía hacer algo con el mínimo de bajas posibles. Por su parte, mientras aún esperaba a que Galhard llegase, decidió ir a visitar a El Coletas. Estaba en una tienda algo apartada y con un color morado. Un tono que desentonaba ligeramente ante las otras, de un verde apagado, pero no se iba a quejar: era su color favorito.
—Hey, Coletas... —saludó con un movimiento de cabeza—. ¿Cómo lo lleváis tú e Irene?
El hombre se llevó una mano al antebrazo, afirmando su brazalete morado.
—Bien, lo llevamos bien, Satou... Pero las cosas están siendo difíciles. Tenemos mucha presión por parte de los enemigos para que volvamos, y estamos en una estancada: si volvemos nos castigarán, si no tendremos que luchar.
Dark se sentó a su lado y le arrebató de la mano una petaca, la cual parecía medio llena. Chasqueó la lengua y miró con el ceño fruncido a su compañero.
—Tranquilo, Coletas. ¿Confiáis en mí? He intentado hacer todo lo posible por vosotros estas semanas. Estoy seguro de que entre yo y Galhard podremos sacaros de esta.
—Eso espero, Satou... Eso espero. Hemos confiado mucho en vosotros y no podemos salir de esta solos. Tenemos unos días para que todo empiece y... Es desolador. No quiero perder villa podemos, todo lo que hemos construido y luchado —golpeó la mesa con fuerza, partiéndola—. ¡Amamos Dressrosa, joder! ¡Ese fue todo el punto de quedarnos!
—Eso y que perdiste el D.B.F —murmuró con un tono malhumorado.
Pero al fin y al cabo, los entendía. Elevó las patadas de la mesa —menuda fuerza tenía el cabrón, aún de metal y la había partido en vez de abollarla— y la soldó pasando su busoshoku por encima. Miró de reojo a El Coletas y le pasó un brazo por detrás, aferrándolo hacia él y dedicándole una cálida sonrisa.
—¿Cuál era el lema, Coletas?
Se tomó su tiempo pero entendió por dónde iba el moreno.
—...Unidos podemos.
—Hey, Coletas... —saludó con un movimiento de cabeza—. ¿Cómo lo lleváis tú e Irene?
El hombre se llevó una mano al antebrazo, afirmando su brazalete morado.
—Bien, lo llevamos bien, Satou... Pero las cosas están siendo difíciles. Tenemos mucha presión por parte de los enemigos para que volvamos, y estamos en una estancada: si volvemos nos castigarán, si no tendremos que luchar.
Dark se sentó a su lado y le arrebató de la mano una petaca, la cual parecía medio llena. Chasqueó la lengua y miró con el ceño fruncido a su compañero.
—Tranquilo, Coletas. ¿Confiáis en mí? He intentado hacer todo lo posible por vosotros estas semanas. Estoy seguro de que entre yo y Galhard podremos sacaros de esta.
—Eso espero, Satou... Eso espero. Hemos confiado mucho en vosotros y no podemos salir de esta solos. Tenemos unos días para que todo empiece y... Es desolador. No quiero perder villa podemos, todo lo que hemos construido y luchado —golpeó la mesa con fuerza, partiéndola—. ¡Amamos Dressrosa, joder! ¡Ese fue todo el punto de quedarnos!
—Eso y que perdiste el D.B.F —murmuró con un tono malhumorado.
Pero al fin y al cabo, los entendía. Elevó las patadas de la mesa —menuda fuerza tenía el cabrón, aún de metal y la había partido en vez de abollarla— y la soldó pasando su busoshoku por encima. Miró de reojo a El Coletas y le pasó un brazo por detrás, aferrándolo hacia él y dedicándole una cálida sonrisa.
—¿Cuál era el lema, Coletas?
Se tomó su tiempo pero entendió por dónde iba el moreno.
—...Unidos podemos.
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