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Diamuird era una isla peculiar. Era uno de esos extraños casos de islas de relevancia económica en un Blue que habían escapado al control del Gobierno y retenían una envidiable independencia. El problema de esta clase de naciones era que, debido a su neutralidad, eran la clase de lugares que prófugos y piratas aprovechaban para recalar, hacer negocios y comprar armas. Y era ese el motivo que le había llevado allí. Aprovechando que ya estaba en ese mar tras su misión conjunta con la Marina y que ya tenía relaciones previas con el CP 3, se le había encargado una nueva operación antes de retornar a Grand Line. Le habían concedido su petición de escoger compañero para la misión, así que había pedido que contactasen con el agente RAL. Ya había trabajado con él en Baristan, así que esperaba entenderse con él sin problemas.
Industrias Niosis Inc. era una empresa de Diamuird. Fabricantes de armas de fuego desde hacía generaciones, desde pistolas a cañones navales. Llevaban ya tiempo captando la atención del Gobierno Mundial, pues armas fabricadas por ellos aparecían constantemente en manos de piratas y criminales de todo el West Blue. Se había entablado contacto con el gobierno de Diamuird para que aumentasen la vigilancia y tomasen las medidas necesarias, y durante un tiempo pareció descender el número de armas de nuevos lotes en manos de enemigos del Gobierno. Sin embargo, cuando el CP7 encontró armas hechas por Niosis Inc. en un refugio de la Revolución, decidieron obviar la vía diplomática y tomar cartas en el asunto. Al fin y al cabo, era evidente que los dueños de la empresa tenían suficiente influencia en el gobierno local como para escapar a las consecuencias. Invadir la isla hubiese sido un acto diplomático demasiado agresivo que perjudicaría las relaciones del Gobierno Mundial con otras naciones independientes e incluso con naciones miembro que podrían ver su soberanía amenazada. Así pues, ellos dos deberían atajar el conflicto diplomático de otra manera: sabotearían Industrias Niosis y asesinarían a Greek Niosis, el dueño de la empresa.
Slav Schatch era una ciudad contrastada. Habían un gran barrio rico al norte, mientras que la mayor parte del puerto y de la zona sur eran varios distritos obreros pobres. Hacia el interior de la isla había una zona marginal en la que nadie preferiría meterse. Atsu estaba cómodamente sentado en la terraza de una cafetería del barrio rico, no muy lejos de la zona industrial. Leía en un periódico las últimas noticias mientras bebía un café estilo "Irish Garden", o sea, café con whisky. Iba vestido con un elegante traje blanco que no desencajaba con la tónica general del barrio. No muy lejos tenía un pequeño piso alquilado custodiado por sus dos subordinados que usarían de piso franco. Ahora solo faltaba que llegase RAL.
Industrias Niosis Inc. era una empresa de Diamuird. Fabricantes de armas de fuego desde hacía generaciones, desde pistolas a cañones navales. Llevaban ya tiempo captando la atención del Gobierno Mundial, pues armas fabricadas por ellos aparecían constantemente en manos de piratas y criminales de todo el West Blue. Se había entablado contacto con el gobierno de Diamuird para que aumentasen la vigilancia y tomasen las medidas necesarias, y durante un tiempo pareció descender el número de armas de nuevos lotes en manos de enemigos del Gobierno. Sin embargo, cuando el CP7 encontró armas hechas por Niosis Inc. en un refugio de la Revolución, decidieron obviar la vía diplomática y tomar cartas en el asunto. Al fin y al cabo, era evidente que los dueños de la empresa tenían suficiente influencia en el gobierno local como para escapar a las consecuencias. Invadir la isla hubiese sido un acto diplomático demasiado agresivo que perjudicaría las relaciones del Gobierno Mundial con otras naciones independientes e incluso con naciones miembro que podrían ver su soberanía amenazada. Así pues, ellos dos deberían atajar el conflicto diplomático de otra manera: sabotearían Industrias Niosis y asesinarían a Greek Niosis, el dueño de la empresa.
Slav Schatch era una ciudad contrastada. Habían un gran barrio rico al norte, mientras que la mayor parte del puerto y de la zona sur eran varios distritos obreros pobres. Hacia el interior de la isla había una zona marginal en la que nadie preferiría meterse. Atsu estaba cómodamente sentado en la terraza de una cafetería del barrio rico, no muy lejos de la zona industrial. Leía en un periódico las últimas noticias mientras bebía un café estilo "Irish Garden", o sea, café con whisky. Iba vestido con un elegante traje blanco que no desencajaba con la tónica general del barrio. No muy lejos tenía un pequeño piso alquilado custodiado por sus dos subordinados que usarían de piso franco. Ahora solo faltaba que llegase RAL.
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Las palabras de Vitorio resonaban en mi cabeza una y otra vez "Cada cosa a su momento", no, esas no, las otras, las que literalmente gritaba, o más bien subía el volumen de su modulador de voz para hacer parecer que gritaba "Esta es nuestra oportunidad, llevo años queriendo vengarme de Niosis por robarme el proyecto cuando éramos estudiantes". Parece ser que los viejos rencores del, normalmente impasible mecánico, habían aflorado desde lo más profundo de sus años mozos en cuanto escuchó el nombre de su antiguo colega. En pocas palabras habían sido casi inseparables durante la carrera hasta que, sorpresa sorpresa, le apuñaló por la espalda robando su tesis y poniendo su nombre, el caso se prolongó durante tanto tiempo que Vitorio pudo hacer una nueva y Greek pudo aprenderla hasta tal punto que era imposible demostrar quien era el autor original. Nunca pensé que alguien tan calmado podría llegar a alterarse tanto, incluso me ofreció algunas armas que rozaban los límites de lo legal en cuanto a tratados internacionales se refería... las cuales rechacé porque debíamos mantener un perfil medianamente bajo en la misión.
Y hablando de gente alterada, parecía que mi presencia incomodaba a uno de los auxiliares de Omega. Mientras yo estaba sentada en un sillón del piso repasando los datos de la misión en silencio, este parecía esperar impaciente a que regresase su compañero de avisar a Omega. Una vez llegase podríamos pasar a contrastar la información que teníamos y desarrollar un plan de acción acorde a ello.
- Esto...- Dijo con cierta timidez. - ¿Le apetece tomar algo? Tenemos un buen café.
Me incorporé y lo miré a los ojos fijamente, extendí la mano hasta poner el dorso delante de su rostro y empecé a enumerar.
- Un espresso con no más de 100ml de leche entera, mezcla la leche con cacao en polvo y luego un par de gotas de vainilla, prepáralo como un capuccino y luego ralla chocolate a la taza por encima de la espuma. No pongas más de una cucharada de azúcar o los sabores quedarán desbalanceados.
Y hablando de gente alterada, parecía que mi presencia incomodaba a uno de los auxiliares de Omega. Mientras yo estaba sentada en un sillón del piso repasando los datos de la misión en silencio, este parecía esperar impaciente a que regresase su compañero de avisar a Omega. Una vez llegase podríamos pasar a contrastar la información que teníamos y desarrollar un plan de acción acorde a ello.
- Esto...- Dijo con cierta timidez. - ¿Le apetece tomar algo? Tenemos un buen café.
Me incorporé y lo miré a los ojos fijamente, extendí la mano hasta poner el dorso delante de su rostro y empecé a enumerar.
- Un espresso con no más de 100ml de leche entera, mezcla la leche con cacao en polvo y luego un par de gotas de vainilla, prepáralo como un capuccino y luego ralla chocolate a la taza por encima de la espuma. No pongas más de una cucharada de azúcar o los sabores quedarán desbalanceados.
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Mientras esperaba, se dio cuenta de que RAL nunca se quitaba la máscara. ¿Vendría a la reunión a rostro descubierto? Sería lo lógico, de otra manera llamaría mucho la atención. Sería una buena oportunidad de verle la cara por primera vez. ¿Qué clase de rostro se ocultaría bajo la máscara? Intentó imaginarse uno que reflejase la dureza, pragmatismo y frialdad que había visto en Baristan. Probablemente le encajaría el de hombre duro de acción, de rasgos bastos y cuadrados, tal vez calvo, como el coprotagonista de The Quick and the Angry. O a lo mejor llevaba máscara porque tenía el rostro desfigurado por una terrible cicatriz. La cara quemada por algún químico o por un incendio. Mientras intentaba decidir qué le convencía más, la agente Therese apareció ante él.
- Su amigo le espera, señor.
Omega arqueó una ceja. Su subordinada parecía ligeramente inquieta aunque lo disimulase bien.
- ¿El piso?
Ella asintió y Atsu suspiró. Pidió la cuenta, apuró su café y dejó algo de propina. Enrolló el periódico y puso rumbo al piso. Había perdido la oportunidad de ver el rostro de RAL. Tanto daba. Otros momentos habría. El piso franco estaba era un tercero de un bloque de viviendas bonito, de pisos grandes. Él hubiese preferido un edificio entero para no tener que andar pendiente de vecinos curiosos, pero el presupuesto de la agencia era el que era y no iba a pagarlo de su bolsillo. Bastante poco cobraba ya, y estaba ahorrando para las mejoras del OST.
- Buenos días, agente RAL. Es un placer volver a trabajar contigo - dijo al entrar.
Ray estaba preparándole algo. Parecía café, aunque le llegaba un aroma ligeramente dulce. Para ser un tío duro, tenía gustos refinados. Recordaba que en Baristan había pedido ron solo. A lo mejor había sido solo para pasar desapercibido entre los locales... o simplemente le gustaban ambas cosas, vete tú a saber. La estancia era una habitación grande que combinaba comedor, cocina y sala de estar, con un pequeño escalón de bajada desde la cocina hacia el salón, una barra de bar y una terraza al fondo. Hizo un gesto a Therese para que comprobase que nadie estaba vigilándoles, dejó el periódico en la mesa del salón y se dirigió a un dossier que había en la barra. Lo abrió y se dirigió hacia RAL, empezando a sacar y mostrarle planos de la fábrica y fotos.
- Tenemos una operación delicada, aunque los chicos de inteligencia nos han sacado de encima casi todo el trabajo pesado. Hay tres edificios: el almacén, la fábrica y las oficinas. La fábrica cuenta con varios módulos, el más grande es la fundición y los pequeños donde fabrican todas las armas pequeñas y las municiones. Volar el almacén no debería ser problema, ese sitio es un polvorín... literalmente. Una bomba bien colocada echará todo el sitio a volar, y probablemente parte de la fábrica también. Sin embargo querremos estar muy lejos cuando explote. Y probablemente el sitio esté bien vigilado y haya medidas de seguridad contra incendios. Creo que el almacén debería ser lo último. Greek debería morir antes de que nadie sepa que se cuece algo, o nuestras posibilidades de pillarle serán escasas. Por suerte parece que pasa mucho tiempo en su oficina - le pasó el dossier - ¿Y bien, qué opinas tú? A mi por un lado parece una misión con un plan de acción muy claro. Asesinar, sabotear, bomba, largarse. Por otro, la experiencia me dice que las misiones sencillas son las que más se tuercen.
- Su amigo le espera, señor.
Omega arqueó una ceja. Su subordinada parecía ligeramente inquieta aunque lo disimulase bien.
- ¿El piso?
Ella asintió y Atsu suspiró. Pidió la cuenta, apuró su café y dejó algo de propina. Enrolló el periódico y puso rumbo al piso. Había perdido la oportunidad de ver el rostro de RAL. Tanto daba. Otros momentos habría. El piso franco estaba era un tercero de un bloque de viviendas bonito, de pisos grandes. Él hubiese preferido un edificio entero para no tener que andar pendiente de vecinos curiosos, pero el presupuesto de la agencia era el que era y no iba a pagarlo de su bolsillo. Bastante poco cobraba ya, y estaba ahorrando para las mejoras del OST.
- Buenos días, agente RAL. Es un placer volver a trabajar contigo - dijo al entrar.
Ray estaba preparándole algo. Parecía café, aunque le llegaba un aroma ligeramente dulce. Para ser un tío duro, tenía gustos refinados. Recordaba que en Baristan había pedido ron solo. A lo mejor había sido solo para pasar desapercibido entre los locales... o simplemente le gustaban ambas cosas, vete tú a saber. La estancia era una habitación grande que combinaba comedor, cocina y sala de estar, con un pequeño escalón de bajada desde la cocina hacia el salón, una barra de bar y una terraza al fondo. Hizo un gesto a Therese para que comprobase que nadie estaba vigilándoles, dejó el periódico en la mesa del salón y se dirigió a un dossier que había en la barra. Lo abrió y se dirigió hacia RAL, empezando a sacar y mostrarle planos de la fábrica y fotos.
- Tenemos una operación delicada, aunque los chicos de inteligencia nos han sacado de encima casi todo el trabajo pesado. Hay tres edificios: el almacén, la fábrica y las oficinas. La fábrica cuenta con varios módulos, el más grande es la fundición y los pequeños donde fabrican todas las armas pequeñas y las municiones. Volar el almacén no debería ser problema, ese sitio es un polvorín... literalmente. Una bomba bien colocada echará todo el sitio a volar, y probablemente parte de la fábrica también. Sin embargo querremos estar muy lejos cuando explote. Y probablemente el sitio esté bien vigilado y haya medidas de seguridad contra incendios. Creo que el almacén debería ser lo último. Greek debería morir antes de que nadie sepa que se cuece algo, o nuestras posibilidades de pillarle serán escasas. Por suerte parece que pasa mucho tiempo en su oficina - le pasó el dossier - ¿Y bien, qué opinas tú? A mi por un lado parece una misión con un plan de acción muy claro. Asesinar, sabotear, bomba, largarse. Por otro, la experiencia me dice que las misiones sencillas son las que más se tuercen.
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Sorbí a través de la pajita el café que me habían preparado mientras llegaba el agente Omega. Estaba bueno, pero tenía una nota de algo que no terminaba de identificar, como más dulce, pero sin estropear la mezcla. A lo mejor no les quedaba azúcar y había usado otra cosa para endulzarlo. No importaba. Lo importante era la misión que teníamos delante. Tres localizaciones y un objetivo. La fábrica, los almacenes y las oficinas. El plan del agente era sencillo, pero tal y como dijo podía torcerse bastante. Una explosión directamente sabotearía todo el complejo y lo dejaría bastante dañado como para ser recuperado por los posibles accionistas, pero era demasiado... llamativo. Y no era la persona adecuada para decirlo.
- Un asesinato en las oficinas y una explosión... es algo que huele demasiado a, bueno, nosotros. - Saqué una carpeta y se la pasé.
En la carpeta había unos gráficos simples y un informe superficial que reflejaba el consumo de energía del complejo a lo largo de los últimos dieciocho meses. Este había ido incrementando de forma gradual hasta el punto que en dos ocasiones había superado la capacidad de producción local y habían tenido que instalar una planta generadora auxiliar al lado.
- Si saboteamos primero los generadores de la fábrica tendrá que usar la energía de la línea principal, lo que provocará un apagón en poco tiempo. Un accidente a la hora de arreglar un generador o algo que salga mal a la hora de poner la maquinaria en marcha es un proceso más natural. Además el problema puede hacer el efecto contrario, atraerlo fuera de las oficinas para ver qué está pasando, como pone en esos gráficos no es la primera vez que la fábrica genera este tipo de problemas con la energía, al fin y al cabo la fundición consume mucha electricidad.
Con esta información y cambiando un poco nuestra aproximación podríamos dañar de manera irremediable la fábrica y, de paso, hacer que la muerte de Greek quedase como un accidente, provocado por unas instalaciones precarias y una mala gestión. Un problema menos y el nombre de una compañía dañado hasta el punto que sería imposible recuperarse.
- Un asesinato en las oficinas y una explosión... es algo que huele demasiado a, bueno, nosotros. - Saqué una carpeta y se la pasé.
En la carpeta había unos gráficos simples y un informe superficial que reflejaba el consumo de energía del complejo a lo largo de los últimos dieciocho meses. Este había ido incrementando de forma gradual hasta el punto que en dos ocasiones había superado la capacidad de producción local y habían tenido que instalar una planta generadora auxiliar al lado.
- Si saboteamos primero los generadores de la fábrica tendrá que usar la energía de la línea principal, lo que provocará un apagón en poco tiempo. Un accidente a la hora de arreglar un generador o algo que salga mal a la hora de poner la maquinaria en marcha es un proceso más natural. Además el problema puede hacer el efecto contrario, atraerlo fuera de las oficinas para ver qué está pasando, como pone en esos gráficos no es la primera vez que la fábrica genera este tipo de problemas con la energía, al fin y al cabo la fundición consume mucha electricidad.
Con esta información y cambiando un poco nuestra aproximación podríamos dañar de manera irremediable la fábrica y, de paso, hacer que la muerte de Greek quedase como un accidente, provocado por unas instalaciones precarias y una mala gestión. Un problema menos y el nombre de una compañía dañado hasta el punto que sería imposible recuperarse.
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Omega observó los informes mientras escuchaba la explicación de RAL. Su idea era buena. Saboteaban los generadores y usaban el "accidente" y la confusión que generaría para actuar. De hecho dependiendo de la tecnología que usase el generador, incluso podría usar sus conocimientos y hacer que el generador causase daños extra. Abrió de nuevo la carpeta del dossier y comenzó a buscar los datos técnicos de la fábrica. Entonces encontró lo que buscaba: la ficha del generador auxiliar. Era un generador termoeléctrico a carbón... delicioso. La presión era una de las maneras más divertidas de fastidiarle el día a alguien.
- Oye, mira esto. El generador auxiliar funciona a carbón. No tenemos los planos de la máquina, pero me hago una idea de cómo puede funcionar. Si tengo el tiempo suficiente, puedo sabotear la máquina para que el generador vuele por los aires - se detuvo un momento y añadió - O puedo ponerle una bomba y hacerlo explotar más rápido, claro.
Dejó el dossier en la mesa junto a RAL y se acercó a Ray y Therese. Era hora de ir preparando el equipo.
- Id trayendo las maletas - se volvió hacia su compañero - Me he tomado la molestia de traer todo mi equipo y mi armamento personal. Echa un vistazo y coge lo que quieras.
Por desgracia se había tenido que dejar el OST. Por mucho que le hubiese gustado entrar en la fábrica a ritmo de heavy metal volando la fundición a cañonazos, eso hubiese sido un despliegue excesivo. Tenían que mantener el equilibrio justo entre discreción y mandar un mensaje, de manera que pareciera un accidente pero fuese un secreto a voces que no era el caso, sin que nadie tuviese pruebas de peso contra el Gobierno Mundial. Instigar el terror sin desvelar la cara.
- Veamos... tengo por aquí rondas MST de diferentes calibres - comenzó a sacar cajas con balas. Cogió una y se la pasó a RAL - Es como una bala de punta hueca, pero en el interior tiene un explosivo de potencia media. Al impactar, explota.
A continuación cogió lo que parecía una mochila de polímero negro pesada. La colocó en el suelo y comenzó a desplegarla convirtiéndola en un fusil sobre un trípode.
- La torreta portátil. Parece un arma de fuego estándar, pero en realidad es artillería miniaturizada. Dispara obuses de un calibre muy ligero. Es fácilmente transportable y se despliega rápido.
Después abrió una caja llena de esferas gris metálicas con un botón y una rueda alrededor de este.
- Las sorpresas de cumpleaños. Son granadas de fragmentación, pero tienen potencia suficiente para ser empleadas como explosivos ligeros. Esta rueda es para escoger el tiempo de la cuenta atrás, entre tres, cinco y diez segundos. El botón activa la cuenta atrás, pero si lo dejas pulsado, además de no comenzar a contar el tiempo, libera adhesivo por el lado opuesto al botón, así que podrías pegarla primero a lo que quieras explotar.
Tras eso abrió un maletín y sacó un arma con aspecto de lanzagranadas, pero en lugar de tambor tenía una caja voluminosa y el cañón era algo más largo de lo normal.
- El cañón sónico. Daña estructuras, manda enemigos volando y a distancia suficiente revienta tímpanos. No recomiendo usarlo sin protectores auditivos. Tengo también de esos disponibles.
Por último, sacó un botiquín. Además de material básico de primeros auxilios y de medicina general, había varias cosas... diferentes. Las sacó. Unas eran unos viales con un líquido rojo, otras unas jeringuillas con un líquido blanco y la última una botellita llena de píldoras negras.
- Las potis de vida sirven para estimular la producción de sangre y plaquetas y la curación natural del cuerpo. No hacen milagros, pero en una situación fea te pueden ahorrar una muerte horrible por desangramiento. El mojo de moucho da la capacidad de ver en la oscuridad temporalmente. Y finalmente las pirulas sirven para resistir el cansancio. Una sola puede mantener a una persona despierta y en activo durante cuarenta y ocho horas. Incluso en una situación extenuante como un combate o ejercicio intenso, tardarías más en cansarte.
- Oye, mira esto. El generador auxiliar funciona a carbón. No tenemos los planos de la máquina, pero me hago una idea de cómo puede funcionar. Si tengo el tiempo suficiente, puedo sabotear la máquina para que el generador vuele por los aires - se detuvo un momento y añadió - O puedo ponerle una bomba y hacerlo explotar más rápido, claro.
Dejó el dossier en la mesa junto a RAL y se acercó a Ray y Therese. Era hora de ir preparando el equipo.
- Id trayendo las maletas - se volvió hacia su compañero - Me he tomado la molestia de traer todo mi equipo y mi armamento personal. Echa un vistazo y coge lo que quieras.
Por desgracia se había tenido que dejar el OST. Por mucho que le hubiese gustado entrar en la fábrica a ritmo de heavy metal volando la fundición a cañonazos, eso hubiese sido un despliegue excesivo. Tenían que mantener el equilibrio justo entre discreción y mandar un mensaje, de manera que pareciera un accidente pero fuese un secreto a voces que no era el caso, sin que nadie tuviese pruebas de peso contra el Gobierno Mundial. Instigar el terror sin desvelar la cara.
- Veamos... tengo por aquí rondas MST de diferentes calibres - comenzó a sacar cajas con balas. Cogió una y se la pasó a RAL - Es como una bala de punta hueca, pero en el interior tiene un explosivo de potencia media. Al impactar, explota.
A continuación cogió lo que parecía una mochila de polímero negro pesada. La colocó en el suelo y comenzó a desplegarla convirtiéndola en un fusil sobre un trípode.
- La torreta portátil. Parece un arma de fuego estándar, pero en realidad es artillería miniaturizada. Dispara obuses de un calibre muy ligero. Es fácilmente transportable y se despliega rápido.
Después abrió una caja llena de esferas gris metálicas con un botón y una rueda alrededor de este.
- Las sorpresas de cumpleaños. Son granadas de fragmentación, pero tienen potencia suficiente para ser empleadas como explosivos ligeros. Esta rueda es para escoger el tiempo de la cuenta atrás, entre tres, cinco y diez segundos. El botón activa la cuenta atrás, pero si lo dejas pulsado, además de no comenzar a contar el tiempo, libera adhesivo por el lado opuesto al botón, así que podrías pegarla primero a lo que quieras explotar.
Tras eso abrió un maletín y sacó un arma con aspecto de lanzagranadas, pero en lugar de tambor tenía una caja voluminosa y el cañón era algo más largo de lo normal.
- El cañón sónico. Daña estructuras, manda enemigos volando y a distancia suficiente revienta tímpanos. No recomiendo usarlo sin protectores auditivos. Tengo también de esos disponibles.
Por último, sacó un botiquín. Además de material básico de primeros auxilios y de medicina general, había varias cosas... diferentes. Las sacó. Unas eran unos viales con un líquido rojo, otras unas jeringuillas con un líquido blanco y la última una botellita llena de píldoras negras.
- Las potis de vida sirven para estimular la producción de sangre y plaquetas y la curación natural del cuerpo. No hacen milagros, pero en una situación fea te pueden ahorrar una muerte horrible por desangramiento. El mojo de moucho da la capacidad de ver en la oscuridad temporalmente. Y finalmente las pirulas sirven para resistir el cansancio. Una sola puede mantener a una persona despierta y en activo durante cuarenta y ocho horas. Incluso en una situación extenuante como un combate o ejercicio intenso, tardarías más en cansarte.
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La verdad era que el arsenal del agente Omega eral algo envidiable, no era que no pudiera desplegar algo similar por mi cuenta, pero sólo tenía dos manos y no podía cargar un arsenal entero a mis espaldas. No mientras me empeñase en viajar a solas. Quizás debería intentar encontrar un medio de transporte propio en vez de depender siempre de otros. Pero eso era algo que me plantearía en otro momento.
Inspeccioné el mapa del complejo, no sabía mucho sobre esos generadores, pero estaba bien claro por donde pasaban algunos de los conductos. De todas formas el agente parecía saber más que yo, así que le dejé los detalles de cómo sabotearlo a él. Por mi lado analicé los caminos y la distribución de los edificios, tomando mi tiempo para marcar las rutas conocidas de la vigilancia y las que podían quedar por dentro de los edificios. Tenía un número estimado de guardias, pero sabía por experiencia que siempre tenían uno o dos grupos frescos en alguna sala interior por si eran necesarios. Necesitaríamos una buena distracción para ganar tanto tiempo, si era demasiado sospechosa entrarían en alerta de forma inmediata, así que tenía que pensar en algo que llamara la atención pero no agitara inmediatamente el avispero.
- Yo me encargo de darte tiempo. - Dije mientras ponía mis ojos en la torreta portátil. - Es mejor el sabotaje directo, puede que necesitemos los explosivos más adelante.
Cogí la torreta, era un sistema nuevo, pero no exótico. Podía reconocer a simple vista los componentes y con un par de comprobaciones me pude hacer una idea de su funcionamiento. Sería útil si podía hacerme con un arma parecida por si alguna misión futura se ponía fea o requería de algún calibre más grande.
- Te cojo prestado esto. - Comenté mientras me lo cargaba al hombro junto con munición.
Acto seguido mi mirada se movió por encima del resto de armas y explosivos, mi mano la seguía como si estuviera esperando el momento de agarrar algo. Pasé por la munición explosiva, las granadas, el cañón sónico (este tío tenía algo con las explosiones) pero mi mano se paró en un pequeño objeto que estaba a un lado. En un maletín auxiliar con aspecto de botiquín. Agarré una botella llena de comprimidos y me puse a leer por detrás las indicaciones escritas a mano.
- Y me llevo esto. - Comenté guardando la botella con las píldoras negras. - Cuando estés nos pondremos en marcha, sólo recuerda una cosa, si ves que la gente se altera y corre será la señal para actuar.
Inspeccioné el mapa del complejo, no sabía mucho sobre esos generadores, pero estaba bien claro por donde pasaban algunos de los conductos. De todas formas el agente parecía saber más que yo, así que le dejé los detalles de cómo sabotearlo a él. Por mi lado analicé los caminos y la distribución de los edificios, tomando mi tiempo para marcar las rutas conocidas de la vigilancia y las que podían quedar por dentro de los edificios. Tenía un número estimado de guardias, pero sabía por experiencia que siempre tenían uno o dos grupos frescos en alguna sala interior por si eran necesarios. Necesitaríamos una buena distracción para ganar tanto tiempo, si era demasiado sospechosa entrarían en alerta de forma inmediata, así que tenía que pensar en algo que llamara la atención pero no agitara inmediatamente el avispero.
- Yo me encargo de darte tiempo. - Dije mientras ponía mis ojos en la torreta portátil. - Es mejor el sabotaje directo, puede que necesitemos los explosivos más adelante.
Cogí la torreta, era un sistema nuevo, pero no exótico. Podía reconocer a simple vista los componentes y con un par de comprobaciones me pude hacer una idea de su funcionamiento. Sería útil si podía hacerme con un arma parecida por si alguna misión futura se ponía fea o requería de algún calibre más grande.
- Te cojo prestado esto. - Comenté mientras me lo cargaba al hombro junto con munición.
Acto seguido mi mirada se movió por encima del resto de armas y explosivos, mi mano la seguía como si estuviera esperando el momento de agarrar algo. Pasé por la munición explosiva, las granadas, el cañón sónico (este tío tenía algo con las explosiones) pero mi mano se paró en un pequeño objeto que estaba a un lado. En un maletín auxiliar con aspecto de botiquín. Agarré una botella llena de comprimidos y me puse a leer por detrás las indicaciones escritas a mano.
- Y me llevo esto. - Comenté guardando la botella con las píldoras negras. - Cuando estés nos pondremos en marcha, sólo recuerda una cosa, si ves que la gente se altera y corre será la señal para actuar.
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Asintió, aprobando las elecciones de RAL. Tras eso, él cogió una mochila en la que metió su caja de herramientas, la caja de sorpresas de cumpleaños y un botiquín al que sumó cuatro potis de vida y dos mojos de moucho por si las moscas. Cerró la mochila, se la puso y comenzó a armarse. Se colgó el rifle Aka-T-Meto del hombro y las pistolas Enforcer y Sweet Sugar del cinturón. Cogió munición de repuesto para las tres armas, incluido un cargador de munición no explosiva para la Enforcer por si necesitaba usar el silenciador. Con eso esperaba estar ya listo. Hizo un gesto a Ray y Therese y ellos cogieron el resto de cosas.
- Ray, tú esperarás en las inmediaciones de la fábrica con el cañón sónico, atento al den den mushi. Therese, tú vendrás conmigo. Cuando esté saboteando la máquina, tú vigilarás por si aparece compañía indeseada y los silenciarás. No queremos que den la alarma antes de tiempo. Nada de ruidos, usa el silenciador o mátalos sin armas.
Ambos agentes asintieron. Atsu llevaba ya tiempo al mando de ambos y trabajaban bien juntos. A Ray a veces le fallaban los nervios, pero tenía buenos instintos y era un luchador despiadado y hábil. Además era diligente y organizado, así que solía ser un buen contrapunto a él mismo, más descuidado y caótico. Therese era una agente obediente, avispada y con don de gentes. Además era muy fría y disciplinada, rara vez perdía la calma. Confiaba bastante en ella y solía darle las tareas para las que el más temperamental Ray era menos apropiado. Preparados ya para dirigirse al lugar, los cuatro agentes pusieron rumbo a Niosis Inc.
- Esperaremos a tu distracción - dijo a RAL al llegar - Entraremos por la ventana del piso superior. Mientras tanto esperaremos en ese tejado.
Atsu y sus dos subordinados subieron al lugar indicado saltando con geppou. Había escogido un almacén cercano desde el que tendrían buena vista de la fábrica. Se agacharon para evitar destacar y aguardaron a que RAL les diese la señal para entrar.
- ¿Qué quieres que haga exactamente - preguntó Ray.
- Hay que ser cuidadosos en esta operación. Usar un número lo más bajo posible de operativos minimizará los riesgos. Así pues quiero que seas nuestro vigía y refuerzo. Si ocurre algo inesperado, avísanos. Y si al final se desencadena una batalla, acudirás a apoyarnos con el cañón sónico.
- ¿Eso es todo? Sabes que puedo hacer más.
- Lo sé. ¿Recuerdas Casino Island? - respondió Atsu mordazmente.
Ray suspiró y desvió la mirada - mensaje captado. Me mantendré a la espera.
- Ray, tú esperarás en las inmediaciones de la fábrica con el cañón sónico, atento al den den mushi. Therese, tú vendrás conmigo. Cuando esté saboteando la máquina, tú vigilarás por si aparece compañía indeseada y los silenciarás. No queremos que den la alarma antes de tiempo. Nada de ruidos, usa el silenciador o mátalos sin armas.
Ambos agentes asintieron. Atsu llevaba ya tiempo al mando de ambos y trabajaban bien juntos. A Ray a veces le fallaban los nervios, pero tenía buenos instintos y era un luchador despiadado y hábil. Además era diligente y organizado, así que solía ser un buen contrapunto a él mismo, más descuidado y caótico. Therese era una agente obediente, avispada y con don de gentes. Además era muy fría y disciplinada, rara vez perdía la calma. Confiaba bastante en ella y solía darle las tareas para las que el más temperamental Ray era menos apropiado. Preparados ya para dirigirse al lugar, los cuatro agentes pusieron rumbo a Niosis Inc.
- Esperaremos a tu distracción - dijo a RAL al llegar - Entraremos por la ventana del piso superior. Mientras tanto esperaremos en ese tejado.
Atsu y sus dos subordinados subieron al lugar indicado saltando con geppou. Había escogido un almacén cercano desde el que tendrían buena vista de la fábrica. Se agacharon para evitar destacar y aguardaron a que RAL les diese la señal para entrar.
- ¿Qué quieres que haga exactamente - preguntó Ray.
- Hay que ser cuidadosos en esta operación. Usar un número lo más bajo posible de operativos minimizará los riesgos. Así pues quiero que seas nuestro vigía y refuerzo. Si ocurre algo inesperado, avísanos. Y si al final se desencadena una batalla, acudirás a apoyarnos con el cañón sónico.
- ¿Eso es todo? Sabes que puedo hacer más.
- Lo sé. ¿Recuerdas Casino Island? - respondió Atsu mordazmente.
Ray suspiró y desvió la mirada - mensaje captado. Me mantendré a la espera.
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Respiré hondo, esperando en las sombras tras una esquina a que pasase el primer vigilante. La verdad era que estaba más nerviosa que de costumbre, una bala te da la seguridad de que el objetivo se queda en el suelo bien muerto, pero no tenía ni idea de lo que pasaría cuando hiciera esto. Era una incógnita, tenía una teoría, pero tampoco era una mente brillante en lo que al uso de fármacos se refiere, podía ser brillante, o por el contrario transformarse en un gran problema que viniera a morderme en el trasero a los poso segundos y echar a perder toda la operación. Pero me podía la curiosidad.
Los pasos se aproximaron, contuve la respiración y apreté el puño cuando el guardia pasó a mi lado sin percatarse de mi presencia, silbando una melodía que no reconocía. Con un rápido movimiento me puse a su espalda, agarré con fuera el brazo que sostenía la porra y lo puse contra su espalda mientras ponía la otra mano libre en su boca, metiendo a la fuerza tres pastillas. Se resistió con fuerza hasta que tragó. Unos segundos eternos después una violenta convulsión hizo que lo soltase, se había dislocado el brazo. Se dio la vuelta, tenía los ojos en blanco, estaba delante pero no me veía y su respiración estaba tremendamente agitada. Un temblor recorrió su cuerpo hasta que un grito salió de lo más profundo de su garganta, acto seguido se puso a correr por donde había venido como si yo no existiera a una velocidad casi imposible. Lo seguí hasta doblar una esquina y ver que se estaba arrancando la ropa mientras gritaba incoherencias. Dos compañeros se le echaron encima para intentar sujetarlo contra el suelo con poco éxito, el sudor y los espasmos hacían imposible mantenerlo quieto. Bien, eso daría unos minutos.
Pasé al siguiente en una zona cercana, no parecía que las noticias del primero hubieran llegado. Repetí el procedimiento. En este caso el corazón se le aceleró tanto que su pecho parecía un martillo neumático. Sus pupilas se dilataron mientras intentaba articular palabra, estuvo a punto de dar la alarma, pero sólo un grito incoherente salió de su boca antes de caer al suelo con espuma en la boca. Por suerte algunos de sus compañeros estaban cerca.
El último estaba en una portería, sentado en una pequeña sala con una vitrina, reclinado en una silla mientras leía el periódico. Este fue el más sencillo, simplemente me acerqué a gatas, entre por la puerta que, convenientemente, tenía abierta y deslicé otras tres pastillas en su café. Sólo tenía que esperar a que diera un sorbo y... nada. Qué raro, a lo mejor el efecto cambiaba si se eran disueltas en... Oh, no, espera, ahí estaba. Había comenzado a pulsar botones a lo loco, abriendo y cerrando barreras, encendiendo y apagando luces, golpeando furiosamente mesas y paneles de control como un gorila furioso. Como es lógico no tardó en llamar la atención.
Gracias al sistema S.A.S.A.G.E.Y.O pude situarme en lo alto de una de las naves sin temor a que la vigilancia que había entretenido me viera. Desplegué la torreta portátil que había pedido prestada y esperé a que dieran la alerta. Pero por ahora Omega y sus agentes tenían la distracción que había prometido. Nunca tomes medicinas sin leer antes el prospecto.
Los pasos se aproximaron, contuve la respiración y apreté el puño cuando el guardia pasó a mi lado sin percatarse de mi presencia, silbando una melodía que no reconocía. Con un rápido movimiento me puse a su espalda, agarré con fuera el brazo que sostenía la porra y lo puse contra su espalda mientras ponía la otra mano libre en su boca, metiendo a la fuerza tres pastillas. Se resistió con fuerza hasta que tragó. Unos segundos eternos después una violenta convulsión hizo que lo soltase, se había dislocado el brazo. Se dio la vuelta, tenía los ojos en blanco, estaba delante pero no me veía y su respiración estaba tremendamente agitada. Un temblor recorrió su cuerpo hasta que un grito salió de lo más profundo de su garganta, acto seguido se puso a correr por donde había venido como si yo no existiera a una velocidad casi imposible. Lo seguí hasta doblar una esquina y ver que se estaba arrancando la ropa mientras gritaba incoherencias. Dos compañeros se le echaron encima para intentar sujetarlo contra el suelo con poco éxito, el sudor y los espasmos hacían imposible mantenerlo quieto. Bien, eso daría unos minutos.
Pasé al siguiente en una zona cercana, no parecía que las noticias del primero hubieran llegado. Repetí el procedimiento. En este caso el corazón se le aceleró tanto que su pecho parecía un martillo neumático. Sus pupilas se dilataron mientras intentaba articular palabra, estuvo a punto de dar la alarma, pero sólo un grito incoherente salió de su boca antes de caer al suelo con espuma en la boca. Por suerte algunos de sus compañeros estaban cerca.
El último estaba en una portería, sentado en una pequeña sala con una vitrina, reclinado en una silla mientras leía el periódico. Este fue el más sencillo, simplemente me acerqué a gatas, entre por la puerta que, convenientemente, tenía abierta y deslicé otras tres pastillas en su café. Sólo tenía que esperar a que diera un sorbo y... nada. Qué raro, a lo mejor el efecto cambiaba si se eran disueltas en... Oh, no, espera, ahí estaba. Había comenzado a pulsar botones a lo loco, abriendo y cerrando barreras, encendiendo y apagando luces, golpeando furiosamente mesas y paneles de control como un gorila furioso. Como es lógico no tardó en llamar la atención.
Gracias al sistema S.A.S.A.G.E.Y.O pude situarme en lo alto de una de las naves sin temor a que la vigilancia que había entretenido me viera. Desplegué la torreta portátil que había pedido prestada y esperé a que dieran la alerta. Pero por ahora Omega y sus agentes tenían la distracción que había prometido. Nunca tomes medicinas sin leer antes el prospecto.
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La distracción fue más sutil de lo que Omega había esperado, especialmente teniendo en cuenta que RAL se había llevado la torreta portátil. No hubo ruidos fuertes ni gritos. Simplemente, después de un rato, empezaron a ver a guardias corriendo por el perímetro. Poco después vieron como se llevaban a uno en una camilla, convulsionando. El peliblanco observó con curiosidad la situación, preguntándose qué habría hecho el agente. En cualquier caso, era hora de moverse. Se acercó al borde del tejado e hizo una señal con la cabeza a Therese.
- Hora de moverse. Vamos.
Se descolgó y cayó dos metros antes de pisar fuertemente el aire y comenzar a saltar hacia la valla. Pasó por encima de ella y se dejó caer junto a una caseta de guardia vacía. Su subordinada bajó junto a él. Comprobaron que no había nadie cerca y corrieron hasta la siguiente cobertura usando soru. Llegar hasta el módulo del generador fue un recorrido corto pero tenso, con el sonido de fondo del alboroto de los guardias. Una vez allí, Atsu se giró hacia su compañera.
- ¿Qué ventana es?
Therese sacó los planos y los revisó rápidamente.
- Cualquiera de esas de ahí nos sirve.
Su superior asintió y comenzó a saltar hacia la más cercana usando geppou. Se colgó del marco con una mano y apoyó los pies contra la pared, quedándose en tensión y haciendo fuerza para levantarse un poco. Examinó la ventana. El cristal estaba dividido en varios trozos rectangulares. Apoyó la mano libre sobre uno de los cristales y comenzó a hacer presión gradual hasta que el cristal rompió. Aunque fue un ruido evidente, fue menos sonoro que si hubiese dado un puñetazo. Entonces introdujo el brazo y abrió la ventana. Al entrar dentro, se frotó los agarrotados dedos de su mano izquierda, la que había usado para mantenerse en tensión sobre el marco. Pocos segundos después Therese se le unió, cerrando la ventana tras ella. Estaban en un pasillo sobre el generador donde en teoría no había nada más que algunos almacenes y estancias vacías. No debería haber nadie por la zona, y con suerte nadie había escuchado el cristal.
- Bien, vamos a ello. Armas en mano y silenciadores a punto - susurró.
Avanzaron en silencio, con Atsu abriendo la marcha. Llegaron a la escalera sin incidentes. Al bajar, se encontraron con una trabajadora echando carbón a la máquina. Hizo un gesto a Therese para que se detuviera y se mantuvo oculto, valorando la situación. "Noquearla es una opción" dijo la voz pragmática "Es probable que tarde en terminar e irse." Era cierto, pero sin embargo si dejaban a la trabajadora inconsciente, la explosión del generador podría hacerle daño o matarla. "Si te la llevas a otro lado pones en riesgo la misión por una única vida. Noqueála y déjala en un almacén. Si tiene suerte, sobrevivirá." No veía opciones mucho mejores. Se deslizó en silencio hacia la espalda de la mujer, pasando a Enforcer a modo no letal y le soltó un chispazo eléctrico que la hizo caer al suelo convulsionando.
- Asegúrate de que queda inconsciente del todo y déjala en una de las habitaciones. Luego ven a hacer guardia mientras trabajo.
Entró en la sala del generador y observó la máquina. Era grande, lo que haría que aquel fuese, irónicamente, un trabajo delicado. Estrujar las tuberías para bloquear el flujo de vapor requeriría encontrar un término medio en su fuerza en que las láminas de metal no rompiesen sin más. Dejó su mochila en el suelo, sacó la caja de herramientas y se puso al trabajo. Toqueteó algunos tornillos, aflojando algunos y asegurando otros. Se acercó a la caldera y dio un par de golpes, tratando de discernir cuánta agua tenía. El calor de la superficie apenas molestó a Atsu. Se acercó a la tubería del agua y abrió la llave para llenar la caldera. Tras eso agarró una pesada caja de carbón y comenzó a vaciarla en el interior del horno. Siguió echando más carbón y avivando las llamas hasta que el fuego fue tan intenso que el calor comenzó a resultarle molesto incluso a él. Ahora venía la parte delicada. Se subió a la caldera y se dirigió a las tuberías que conducían el vapor. Comenzó a estrujarlas cuidadosamente hasta taponarlas. Las Una vez hubo hubo terminado, recogió sus cosas apresuradamente y le hizo una señal a Therese.
- Nos vamos. Esa máquina va a saltar por los aires, y aunque calculo que podríamos tener un par de minutos, podría ser menos tiempo.
- Hora de moverse. Vamos.
Se descolgó y cayó dos metros antes de pisar fuertemente el aire y comenzar a saltar hacia la valla. Pasó por encima de ella y se dejó caer junto a una caseta de guardia vacía. Su subordinada bajó junto a él. Comprobaron que no había nadie cerca y corrieron hasta la siguiente cobertura usando soru. Llegar hasta el módulo del generador fue un recorrido corto pero tenso, con el sonido de fondo del alboroto de los guardias. Una vez allí, Atsu se giró hacia su compañera.
- ¿Qué ventana es?
Therese sacó los planos y los revisó rápidamente.
- Cualquiera de esas de ahí nos sirve.
Su superior asintió y comenzó a saltar hacia la más cercana usando geppou. Se colgó del marco con una mano y apoyó los pies contra la pared, quedándose en tensión y haciendo fuerza para levantarse un poco. Examinó la ventana. El cristal estaba dividido en varios trozos rectangulares. Apoyó la mano libre sobre uno de los cristales y comenzó a hacer presión gradual hasta que el cristal rompió. Aunque fue un ruido evidente, fue menos sonoro que si hubiese dado un puñetazo. Entonces introdujo el brazo y abrió la ventana. Al entrar dentro, se frotó los agarrotados dedos de su mano izquierda, la que había usado para mantenerse en tensión sobre el marco. Pocos segundos después Therese se le unió, cerrando la ventana tras ella. Estaban en un pasillo sobre el generador donde en teoría no había nada más que algunos almacenes y estancias vacías. No debería haber nadie por la zona, y con suerte nadie había escuchado el cristal.
- Bien, vamos a ello. Armas en mano y silenciadores a punto - susurró.
Avanzaron en silencio, con Atsu abriendo la marcha. Llegaron a la escalera sin incidentes. Al bajar, se encontraron con una trabajadora echando carbón a la máquina. Hizo un gesto a Therese para que se detuviera y se mantuvo oculto, valorando la situación. "Noquearla es una opción" dijo la voz pragmática "Es probable que tarde en terminar e irse." Era cierto, pero sin embargo si dejaban a la trabajadora inconsciente, la explosión del generador podría hacerle daño o matarla. "Si te la llevas a otro lado pones en riesgo la misión por una única vida. Noqueála y déjala en un almacén. Si tiene suerte, sobrevivirá." No veía opciones mucho mejores. Se deslizó en silencio hacia la espalda de la mujer, pasando a Enforcer a modo no letal y le soltó un chispazo eléctrico que la hizo caer al suelo convulsionando.
- Asegúrate de que queda inconsciente del todo y déjala en una de las habitaciones. Luego ven a hacer guardia mientras trabajo.
Entró en la sala del generador y observó la máquina. Era grande, lo que haría que aquel fuese, irónicamente, un trabajo delicado. Estrujar las tuberías para bloquear el flujo de vapor requeriría encontrar un término medio en su fuerza en que las láminas de metal no rompiesen sin más. Dejó su mochila en el suelo, sacó la caja de herramientas y se puso al trabajo. Toqueteó algunos tornillos, aflojando algunos y asegurando otros. Se acercó a la caldera y dio un par de golpes, tratando de discernir cuánta agua tenía. El calor de la superficie apenas molestó a Atsu. Se acercó a la tubería del agua y abrió la llave para llenar la caldera. Tras eso agarró una pesada caja de carbón y comenzó a vaciarla en el interior del horno. Siguió echando más carbón y avivando las llamas hasta que el fuego fue tan intenso que el calor comenzó a resultarle molesto incluso a él. Ahora venía la parte delicada. Se subió a la caldera y se dirigió a las tuberías que conducían el vapor. Comenzó a estrujarlas cuidadosamente hasta taponarlas. Las Una vez hubo hubo terminado, recogió sus cosas apresuradamente y le hizo una señal a Therese.
- Nos vamos. Esa máquina va a saltar por los aires, y aunque calculo que podríamos tener un par de minutos, podría ser menos tiempo.
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Todo empezó como un susurro lejano. Un rumor que se escuchaba amortiguado por el hormigón y el ladrillo de las paredes. Como una cascada lejana que poco a poco ganaba fuerza, imperceptible a los oídos de quien no supiera lo que estaba a punto de suceder. Poco a poco el sonido fue ganando fuerza, aunque la vigilancia estaba bastante ocupada tratando los repentinos casos de hiperactividad de algunos de sus miembros, más preocupados por atrapar al vigilante que corría prácticamente desnudo entre las instalaciones que del estruendo que se hacía cada vez más evidente.
Por fin, tras poco más de dos o tres minutos se hizo prácticamente imposible de ignorar. El estruendo llegaba con total claridad hasta el punto donde me encontraba, con una fuerza casi ensordecedora y una cacofonía de presión acumulada y silbidos de algunas juntas que se habían abierto, dejando salir vapor a presión. Las ventanas de la nave de la que habían salido Omega y su acompañante estaban completamente empapadas y por fin se empezaba a apreciar movimiento de cara a este nuevo problema. Aunque tarde. Cuando las primeras personas empezaron a apresurarse parte del tejado salió volando por los aires en una ensordecedora explosión. Los vidrios reventaron por la presión y la columna de vapor envió volando como un cohete la parte superior de la gigantesca caldera, la cual cayó sobre otra de las naves, esparciendo más aún el caos y, por si fuera poco, algunas llamas para añadir a la mezcla.
La confusión reinaba, gran parte del personal y los trabajadores salían de los edificios despavoridos, mientras miembros de seguridad trataban de guiarlos a un lugar seguro. Bien, menos personas de las que preocuparse, en unos minutos el centro estaría evacuado de la mayoría de civiles. Ahora sólo quedaba tratar con lo que nos preocupaba. Seguro que para alguna mene algo más avispada esto sería un suceso de acontecimientos demasiado sospechoso, parecía un accidente, pero las fuerzas de seguridad serían desplegadas por si acaso.
Y mi trabajo era ser quien las interceptase. Revisé el tambor del arma y me aseguré de que estaba bien anclada a la cubierta de hormigón sobre el que me encontraba. Tiré de la clavija que actuaba de cerrojo y con un sonido mecánico el arma cargó la primera ronda en la recámara. Como era de esperar, de una de las puertas de la nave principal salieron los primeros, un pelotón de seis personas armadas con equipamiento demasiado bueno como para ser simples guardias de seguridad, no, demasiado buenos siquiera para ser soldados. Una seguridad tan bien equipada decía más que una falta de ella, ninguna empresa invertía tanto para prevenir el espionaje empresarial, eso seguro.
Esperé a que avanzaran por una plaza llena de contenedores y carretillas, en ese momento apreté el gatillo. El proyectil salió disparado hasta impactar detrás del grupo al lado de uno de los contenedores. Las astillas metálicas de este salieron volando al recibir el impacto y la detonación interior del cañón, no matando a ninguno, pero sí aturdiéndolos por las heridas y el sonido reverberante. Volví a cargar otro disparo y esta vez disparé al frente del grupo. Los cascotes de piedra y hormigón saltaron obligándolos a ponerse a cubierto, acorralándolos de forma efectiva. Mientras estuvieran ahí no molestarían a Omega.
Por fin, tras poco más de dos o tres minutos se hizo prácticamente imposible de ignorar. El estruendo llegaba con total claridad hasta el punto donde me encontraba, con una fuerza casi ensordecedora y una cacofonía de presión acumulada y silbidos de algunas juntas que se habían abierto, dejando salir vapor a presión. Las ventanas de la nave de la que habían salido Omega y su acompañante estaban completamente empapadas y por fin se empezaba a apreciar movimiento de cara a este nuevo problema. Aunque tarde. Cuando las primeras personas empezaron a apresurarse parte del tejado salió volando por los aires en una ensordecedora explosión. Los vidrios reventaron por la presión y la columna de vapor envió volando como un cohete la parte superior de la gigantesca caldera, la cual cayó sobre otra de las naves, esparciendo más aún el caos y, por si fuera poco, algunas llamas para añadir a la mezcla.
La confusión reinaba, gran parte del personal y los trabajadores salían de los edificios despavoridos, mientras miembros de seguridad trataban de guiarlos a un lugar seguro. Bien, menos personas de las que preocuparse, en unos minutos el centro estaría evacuado de la mayoría de civiles. Ahora sólo quedaba tratar con lo que nos preocupaba. Seguro que para alguna mene algo más avispada esto sería un suceso de acontecimientos demasiado sospechoso, parecía un accidente, pero las fuerzas de seguridad serían desplegadas por si acaso.
Y mi trabajo era ser quien las interceptase. Revisé el tambor del arma y me aseguré de que estaba bien anclada a la cubierta de hormigón sobre el que me encontraba. Tiré de la clavija que actuaba de cerrojo y con un sonido mecánico el arma cargó la primera ronda en la recámara. Como era de esperar, de una de las puertas de la nave principal salieron los primeros, un pelotón de seis personas armadas con equipamiento demasiado bueno como para ser simples guardias de seguridad, no, demasiado buenos siquiera para ser soldados. Una seguridad tan bien equipada decía más que una falta de ella, ninguna empresa invertía tanto para prevenir el espionaje empresarial, eso seguro.
Esperé a que avanzaran por una plaza llena de contenedores y carretillas, en ese momento apreté el gatillo. El proyectil salió disparado hasta impactar detrás del grupo al lado de uno de los contenedores. Las astillas metálicas de este salieron volando al recibir el impacto y la detonación interior del cañón, no matando a ninguno, pero sí aturdiéndolos por las heridas y el sonido reverberante. Volví a cargar otro disparo y esta vez disparé al frente del grupo. Los cascotes de piedra y hormigón saltaron obligándolos a ponerse a cubierto, acorralándolos de forma efectiva. Mientras estuvieran ahí no molestarían a Omega.
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- ¡A cubierto! - alertó Atsu.
Therese abrió una puerta de una patada y ambos agentes entraron, cubriéndose tras la pared. El suelo y el edificio temblaron. La fuerte detonación fue seguida por varias explosiones posteriores, los impactos de los trozos de máquina contra el interior del edificio y el ruido de la lluvia de escombros. Por suerte había sabido interpretar el sonido a tiempo. El ruido creciente del vapor escapando furiosamente por las pocas salidas que encontraba había llegado a un punto álgido, y en conjunto con el tiempo aproximado que había calculado le hicieron intuir que había llegado el momento de la explosión. No se había equivocado, aunque unos segundos más tarde y se hubiesen encontrado sin cobertura. Que vaya, las probabilidades de que un escombro o la caldera fuesen a caerles encima no habría sido absoluta, ni hubiese estado fuera de sus posibilidades protegerse, pero mejor prevenir que curar.
- ¿Ahora qué? Aún tenemos que encargarnos de que la fábrica deje de funcionar y eliminar a Greek Niosis - preguntó Therese.
- Lo sé.
Sin responder inmediatamente a la cuestión, Atsu se puso a rebuscar en su mochila hasta sacar una caja negra. Se la pasó a su subordinada, quien la aceptó con una mirada de comprensión. En el interior había veinticinco sorpresas de cumpleaños, listas para ser empleadas y hacer explotar lo que hiciera falta. Por sí solas, no tenían potencial para destruir una fábrica. Pero podían ser la chispa para algo peor. Encima de la caja puso un detonador, adhesivo y varios metros de cable enrollados, todo salido de su caja de herramientas.
- Ve al almacén. Reparte las cargas para destruir todo lo que tienen preparado y conéctalas al detonador. Aguarda a mi llamada para poner la cuenta atrás y marcharte, salvo que te veas obligada a irte. En ese caso, pon la cuenta atrás en el detonador dándonos unos minutos de margen y avísame por den den mushi. Yo me encargaré de Niosis.
- De acuerdo. Buena suerte, jefe.
- Mismo digo. Ten cuidado.
Salieron del edificio y se dividieron. Mientras Therese se dirigía al almacén, Atsu tomó una ruta vertical y ascendió hasta el tejado de la fábrica. Desde ahí avanzó agachado pero apresuradamente hasta un punto en que tuviese buena vista de las oficinas. Suponía que con todo lo que había ocurrido Niosis saldría en cuanto el ruido de las explosiones cesase, bien para asegurarse de que todo estaba bien, bien para evacuar. Sin embargo, parecía que la máquina seguía petardeando... no venían de otro lugar. Tal vez otra persona no lo reconociera, pero Atsu sabía el sonido que hacían sus creaciones. RAL estaba ya dándole buen uso a la torreta portátil.
- Si el ruido continúa, sepan o no que es por un ataque, es probable que Niosis evacúe.
Frente a la fachada principal de las oficinas había unas pocas personas que habían salido y o bien intentaban huir o ayudaban a un herido al que le había caído un escombro encima. Ninguna señal de Niosis. Nadie estaba mirando en ese momento hacia el cielo, pero tendría lógica que acabasen haciéndolo antes o después, más aún cuando acababan de llover ladrillos y trozos de metal. Tenía que ser rápido. Usando su kamisori, atravesó el espacio entre el tejado de la nave principal y el edificio de oficinas. En el suelo, nadie pareció reaccionar. "Bien. Ahora a por el premio principal." Se descolgó el Ak-T-Meto, lo pasó a modo fusil de precisión y se desplazó hacia la fachada trasera del edificio. Como sospechaba, tras el edificio estaban preparando un vehículo. Se apoyó contra la estructura de una ventana del tejado y acomodó el fusil contra su hombro, esperando pacientemente a que su objetivo saliese.
Therese abrió una puerta de una patada y ambos agentes entraron, cubriéndose tras la pared. El suelo y el edificio temblaron. La fuerte detonación fue seguida por varias explosiones posteriores, los impactos de los trozos de máquina contra el interior del edificio y el ruido de la lluvia de escombros. Por suerte había sabido interpretar el sonido a tiempo. El ruido creciente del vapor escapando furiosamente por las pocas salidas que encontraba había llegado a un punto álgido, y en conjunto con el tiempo aproximado que había calculado le hicieron intuir que había llegado el momento de la explosión. No se había equivocado, aunque unos segundos más tarde y se hubiesen encontrado sin cobertura. Que vaya, las probabilidades de que un escombro o la caldera fuesen a caerles encima no habría sido absoluta, ni hubiese estado fuera de sus posibilidades protegerse, pero mejor prevenir que curar.
- ¿Ahora qué? Aún tenemos que encargarnos de que la fábrica deje de funcionar y eliminar a Greek Niosis - preguntó Therese.
- Lo sé.
Sin responder inmediatamente a la cuestión, Atsu se puso a rebuscar en su mochila hasta sacar una caja negra. Se la pasó a su subordinada, quien la aceptó con una mirada de comprensión. En el interior había veinticinco sorpresas de cumpleaños, listas para ser empleadas y hacer explotar lo que hiciera falta. Por sí solas, no tenían potencial para destruir una fábrica. Pero podían ser la chispa para algo peor. Encima de la caja puso un detonador, adhesivo y varios metros de cable enrollados, todo salido de su caja de herramientas.
- Ve al almacén. Reparte las cargas para destruir todo lo que tienen preparado y conéctalas al detonador. Aguarda a mi llamada para poner la cuenta atrás y marcharte, salvo que te veas obligada a irte. En ese caso, pon la cuenta atrás en el detonador dándonos unos minutos de margen y avísame por den den mushi. Yo me encargaré de Niosis.
- De acuerdo. Buena suerte, jefe.
- Mismo digo. Ten cuidado.
Salieron del edificio y se dividieron. Mientras Therese se dirigía al almacén, Atsu tomó una ruta vertical y ascendió hasta el tejado de la fábrica. Desde ahí avanzó agachado pero apresuradamente hasta un punto en que tuviese buena vista de las oficinas. Suponía que con todo lo que había ocurrido Niosis saldría en cuanto el ruido de las explosiones cesase, bien para asegurarse de que todo estaba bien, bien para evacuar. Sin embargo, parecía que la máquina seguía petardeando... no venían de otro lugar. Tal vez otra persona no lo reconociera, pero Atsu sabía el sonido que hacían sus creaciones. RAL estaba ya dándole buen uso a la torreta portátil.
- Si el ruido continúa, sepan o no que es por un ataque, es probable que Niosis evacúe.
Frente a la fachada principal de las oficinas había unas pocas personas que habían salido y o bien intentaban huir o ayudaban a un herido al que le había caído un escombro encima. Ninguna señal de Niosis. Nadie estaba mirando en ese momento hacia el cielo, pero tendría lógica que acabasen haciéndolo antes o después, más aún cuando acababan de llover ladrillos y trozos de metal. Tenía que ser rápido. Usando su kamisori, atravesó el espacio entre el tejado de la nave principal y el edificio de oficinas. En el suelo, nadie pareció reaccionar. "Bien. Ahora a por el premio principal." Se descolgó el Ak-T-Meto, lo pasó a modo fusil de precisión y se desplazó hacia la fachada trasera del edificio. Como sospechaba, tras el edificio estaban preparando un vehículo. Se apoyó contra la estructura de una ventana del tejado y acomodó el fusil contra su hombro, esperando pacientemente a que su objetivo saliese.
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Primer cargador agotado, el tambor se precipitó en el suelo humeante y retumbó contra este mientras yo me ponía a cubierto. Era cuestión de tiempo que la seguridad hubiera informado o que alguien más avispado se hubiera dado cuenta de que lo que escuchaba no eran explosiones en la nave demolida o cascotes cayendo. Lo importante era que había llamado su atención y tenían un punto al que ir, si todo salía bien Omega iría a por el objetivo mientras tanto.
Cargué la escopeta y la pistola con el lanzagranadas a la vez que miraba sobre la cornisa como la mayoría de los miembros de seguridad salían de la cobertura y corrían hacia mi dirección. Me aparté, tenía un mal presentimiento. Al darme la vuelta dos cuerdas habían bajado de una pared adyacente y cuatro guardias bajaban en rapel mientras otros dos apuntaban con sus fusiles. Iniciaron un fuego de cobertura que me obligó a esconderme tras una esquina y dejar que bajasen. Abrí la recámara de Purgatio, comprobando que, en efecto, estaba cargada con los cartuchos naranjas de munición incendiaria. En un incendio era normal que alguien saliese quemado.
Disparé uno de los cables a una cornisa a un lado de mi cobertura, recogí el cable del sistema S.A.S.A.G.E.Y.O. y me impulsé a un lado a toda velocidad, disparando el primer cartucho y vomitando un cono de llamas que engulló a tres de los seis asaltantes. La repentina deflagración intimidó al que quedaba, quien retrocedió. Un último error fatal, colgué la escopeta por la correa y tomé Redemtio con ambas manos, dos disparos precisos a los tiradores de arriba y el restante al de abajo. El dolor de los brazos por el retroceso era el único testigo que quedaba de tres disparos bien encadenados que habían despejado esta azotea. Respiré, quedaba tiempo hasta que llegasen los otros seis.
Me di la vuelta y monté el segundo cargador en la torreta, cargando la primera ronda en la recámara y esperando al enemigo. Espera, estaban a cubierto, no habían aprovechado para subir ¿Una distracción en una distracción? Algo no iba bien, lo notaba. Y en el momento en el que me convencí a mi misma de que tenía que salir de esa posición fue cuando ocurrió. Un estruendo reventó la cornisa y parte del tejado sobre el que estaba. Las piedras golpearon mi pecho y hombros quitando mi respiración a la vez que la cubierta sobre la que estaba colapsaba. Mi visión se empezó a volver borrosa por el impacto y la sangre a la vez que unos pasos pesados retumbaban fuera, las voces hacían eco en mi cabeza mientras se acercaban. Tenía poco tiempo, y no podía pensar con claridad.
Cargué la escopeta y la pistola con el lanzagranadas a la vez que miraba sobre la cornisa como la mayoría de los miembros de seguridad salían de la cobertura y corrían hacia mi dirección. Me aparté, tenía un mal presentimiento. Al darme la vuelta dos cuerdas habían bajado de una pared adyacente y cuatro guardias bajaban en rapel mientras otros dos apuntaban con sus fusiles. Iniciaron un fuego de cobertura que me obligó a esconderme tras una esquina y dejar que bajasen. Abrí la recámara de Purgatio, comprobando que, en efecto, estaba cargada con los cartuchos naranjas de munición incendiaria. En un incendio era normal que alguien saliese quemado.
Disparé uno de los cables a una cornisa a un lado de mi cobertura, recogí el cable del sistema S.A.S.A.G.E.Y.O. y me impulsé a un lado a toda velocidad, disparando el primer cartucho y vomitando un cono de llamas que engulló a tres de los seis asaltantes. La repentina deflagración intimidó al que quedaba, quien retrocedió. Un último error fatal, colgué la escopeta por la correa y tomé Redemtio con ambas manos, dos disparos precisos a los tiradores de arriba y el restante al de abajo. El dolor de los brazos por el retroceso era el único testigo que quedaba de tres disparos bien encadenados que habían despejado esta azotea. Respiré, quedaba tiempo hasta que llegasen los otros seis.
Me di la vuelta y monté el segundo cargador en la torreta, cargando la primera ronda en la recámara y esperando al enemigo. Espera, estaban a cubierto, no habían aprovechado para subir ¿Una distracción en una distracción? Algo no iba bien, lo notaba. Y en el momento en el que me convencí a mi misma de que tenía que salir de esa posición fue cuando ocurrió. Un estruendo reventó la cornisa y parte del tejado sobre el que estaba. Las piedras golpearon mi pecho y hombros quitando mi respiración a la vez que la cubierta sobre la que estaba colapsaba. Mi visión se empezó a volver borrosa por el impacto y la sangre a la vez que unos pasos pesados retumbaban fuera, las voces hacían eco en mi cabeza mientras se acercaban. Tenía poco tiempo, y no podía pensar con claridad.
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Finalmente apareció. Greek Niosis salió del edificio, escoltado por dos personas con uniforme de seguridad y fusiles de asalto. "Un calibre alto para ser solo seguridad, ¿eh?" El sonido del combate de RAL ya no quedaba disimulado por la explosión y derrumbe del módulo del generador. Ahora se escuchaban claramente disparos y detonaciones. Visto el nivel de armamento que llevaban los guardias de la fábrica, probablemente a RAL le vendrían bien los refuerzos. Apuntó casi casualmente a la cabeza de su objetivo y esperó a que, al ir a meterse en el carro de caballos, su cara quedase expuesta y su identidad totalmente confirmada. No quería disparar por error a un cebo. Sí, era él. Acarició el gatillo y un agujero sangriento apareció en la sien del empresario, para un instante después toda su cabeza explotar por la bala explosiva. Sin esperar a las represalias, se tumbó sobre el tejado para quedar oculto a la gente a nivel de calle y reptó alejándose mientras sacaba el den den mushi de la mochila.
- Ray, parece que finalmente entrarás en acción. Prepara el cañón sónico y ve al edificio de la fábrica. Es probable que RAL esté bajo fuego intenso allá. Me reuniré con vosotros allí.
- Recibido. En camino ya mismo.
Tras eso colgó y empezó a preparar el Ak-T-Meto para el modo de asalto. Ya había pasado el momento de actuar de francotirador. Cambió de cargador, retiró la bala de la recámara, cambió la mira de precisión por la de hierro y tiró de la palanca que cambiaba de modo de disparo. Entonces se levantó y comenzó a correr en dirección a la fachada principal. De fondo el sonido de disparos se detuvo por un instante, para pocos segundos después resonar una explosión. "Ese no es el ruido de mi torreta." Frunció el ceño. ¿En serio estaban usando explosivos en su fábrica? Porque RAL no había llevado ninguno que no le hubiese dado él, al menos que Atsu supiera. Al llegar al borde del tejado vio un grupo de guardias corriendo hacia el interior de la fábrica, y en el tejado de esta, un boquete humeante.
- Mierda... espero no llegar tarde.
Apuntó al guardia más cercano a la puerta y disparó en modo semiautomático tres tiros. El primero falló, pero el segundo y el tercero le acertaron en el brazo y el pecho, haciéndole desplomarse. Pudo escucharlos gritar y los vio ponerse a cubierto para dispararle, cuando de repente se escuchó un sonido grave y tan intenso que el tejado sobre el que se alzaba tembló. Vio varios guardias salir volando junto las coberturas en que estaban. Reconoció el arma: era el cañón sónico. Ray había llegado a tiempo para despejar la zona. Aprovechando la cobertura que le había dado, recorrió en un instante la distancia entre él y el agujero con el kamisori y entró en la fábrica. Estaba en una esquina de uno de los módulos de la misma, y bajo el agujero había un montón de escombros sobre una persona.
- Mierda... ¡RAL! ¿Puedes oírme!
Se colgó el fusil del hombro y comenzó a apartar los escombros rápidamente. Eran lo bastante pequeños como para que con su fuerza le resultase trivial apartarlos, pero lo bastante pesados como para poder hacer bastante daño si le caían a alguien encima, y no sabía cómo de resistente era RAL. Se sacó la mochila, cogió el botiquín de primero auxilios y comenzó a atenderle. Le desveló la piel de la muñeca y le apoyó dos dedos en la zona de la arteria cubital. Tenía pulso, eso era bueno. Sacó del botiquín una poti de vida y se la puso delante. No sabía si estaba consciente.
- ¿Puedes beber esto? Si no, te ayudaré.
Si RAL no respondía, se vería obligado. Le quitaría la máscara y le daría la poti él mismo. Si reaccionaba y la tomaba, comenzaría a comprobar la gravedad de sus heridas y le haría los primeros auxilios necesarios.
- Ray, parece que finalmente entrarás en acción. Prepara el cañón sónico y ve al edificio de la fábrica. Es probable que RAL esté bajo fuego intenso allá. Me reuniré con vosotros allí.
- Recibido. En camino ya mismo.
Tras eso colgó y empezó a preparar el Ak-T-Meto para el modo de asalto. Ya había pasado el momento de actuar de francotirador. Cambió de cargador, retiró la bala de la recámara, cambió la mira de precisión por la de hierro y tiró de la palanca que cambiaba de modo de disparo. Entonces se levantó y comenzó a correr en dirección a la fachada principal. De fondo el sonido de disparos se detuvo por un instante, para pocos segundos después resonar una explosión. "Ese no es el ruido de mi torreta." Frunció el ceño. ¿En serio estaban usando explosivos en su fábrica? Porque RAL no había llevado ninguno que no le hubiese dado él, al menos que Atsu supiera. Al llegar al borde del tejado vio un grupo de guardias corriendo hacia el interior de la fábrica, y en el tejado de esta, un boquete humeante.
- Mierda... espero no llegar tarde.
Apuntó al guardia más cercano a la puerta y disparó en modo semiautomático tres tiros. El primero falló, pero el segundo y el tercero le acertaron en el brazo y el pecho, haciéndole desplomarse. Pudo escucharlos gritar y los vio ponerse a cubierto para dispararle, cuando de repente se escuchó un sonido grave y tan intenso que el tejado sobre el que se alzaba tembló. Vio varios guardias salir volando junto las coberturas en que estaban. Reconoció el arma: era el cañón sónico. Ray había llegado a tiempo para despejar la zona. Aprovechando la cobertura que le había dado, recorrió en un instante la distancia entre él y el agujero con el kamisori y entró en la fábrica. Estaba en una esquina de uno de los módulos de la misma, y bajo el agujero había un montón de escombros sobre una persona.
- Mierda... ¡RAL! ¿Puedes oírme!
Se colgó el fusil del hombro y comenzó a apartar los escombros rápidamente. Eran lo bastante pequeños como para que con su fuerza le resultase trivial apartarlos, pero lo bastante pesados como para poder hacer bastante daño si le caían a alguien encima, y no sabía cómo de resistente era RAL. Se sacó la mochila, cogió el botiquín de primero auxilios y comenzó a atenderle. Le desveló la piel de la muñeca y le apoyó dos dedos en la zona de la arteria cubital. Tenía pulso, eso era bueno. Sacó del botiquín una poti de vida y se la puso delante. No sabía si estaba consciente.
- ¿Puedes beber esto? Si no, te ayudaré.
Si RAL no respondía, se vería obligado. Le quitaría la máscara y le daría la poti él mismo. Si reaccionaba y la tomaba, comenzaría a comprobar la gravedad de sus heridas y le haría los primeros auxilios necesarios.
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Nunca llegué a saber cuanto tiempo estuve inconsciente, puede que fueran unos segundos, aunque el tiempo pasa de forma diferente en cada situación. Delante de mi podía ver el último "eco" de lo que había visto, una imagen congelada en el tiempo que poco a poco se difuminaba a medida que era distorsionada por sonidos amortiguados que llegaban del exterior. Tenía que recordar el entrenamiento, calmarme, no estaba completamente inconsciente si podía seguir pensando con cierta claridad. Olvidar lo que me rodeaba, concentrarme en el latido del corazón, en la respiración, volver a encontrar el propio ritmo del cuerpo.
Tomé una bocanada de aire, dejé que el oxígeno llegase a lo más profundo de mi cuerpo y abrí los ojos. Omega estaba delante, había apartado algunos escombros y me estaba dando uno de sus medicamentos. Paré su mano, estaba a punto de quitar mi máscara, seguramente para aplicarme tratamiento. De todas formas tomé el brebaje que me había ofrecido por la rendija de la máscara. Mientras hacía algo de efecto me centré de evaluar los daños. pierna derecha lesionada, varios golpes en el torso, y laceraciones menores en la mano izquierda, no podría agarrar bien con esta. Aparté los pocos escombros que quedaban encima mientras me incorporaba y le miraba a los ojos.
- Puedo seguir luchando. - Miré alrededor, estaban dando cobertura, evitando que llegasen a nosotros, pero no podíamos quedarnos sin hacer nada mucho más tiempo. - Lo siento, se ha roto el trípode. - Dije levantando la torreta con el brazo bueno. - Pero tenemos que usarlo si queremos encargarnos de eso. Y basta con que me entablilles la pierna, usa esto. - Dije pasando a Omega la escopeta.
Señalé fuera de la cobertura, unos pasos pesados seguidos de un sonido metálico se acercaban. Un enorme vehículo mecánico de seis patas se acercó. Todavía estaba inacabado, siendo sólo el chasis, le faltaba gran parte del blindaje. Es este había tres personas, un conductor en la cabina al frente, un artillero y un asistente en una torreta trasera. Lo había podido ver durante un instante antes de caer, la forma general era similar a los planos que me había enseñado Vitorio.
- Tenemos que evitar que el cañón tenga un tiro limpio y encargarnos de la tripulación enseguida. - Miré los lados de unas paredes que quedaban en pie, con el marco de una ventana todavía en su sitio, podía valer. - Procuraré inmovilizar la torreta, vosotros encargaros del resto.
Confiando en que los agentes me cubrieran procuré moverme con la cabeza baja sin sobresalir entre los escombros hasta ponerme a un lado de donde estábamos. Con un gran esfuerzo levanté el pesado cañón y lo apoyé el en marco de la ventana. Respiré profundamente y dirigí los garfios del sistema de maniobras al frente. Los disparé y estos se clavaron en el muro dejándome como vértice del ángulo. Tensioné los cables. Entre el peso de mi cuerpo y la tensión podrían servir para amortiguar el retroceso del arma. Contuve la respiración mientras apuntaba. Tenía que dar justo en la junta del sistema de rotación de la torreta, si acertaba quedaría inmóvil y no podrían apuntar con ella. Durante ese instante me olvidé de todo lo que me rodeaba y me quedé con la visión de túnel. Sólo existíamos yo y el objetivo. Apreté el gatillo y recé por que el plan saliera bien.
Tomé una bocanada de aire, dejé que el oxígeno llegase a lo más profundo de mi cuerpo y abrí los ojos. Omega estaba delante, había apartado algunos escombros y me estaba dando uno de sus medicamentos. Paré su mano, estaba a punto de quitar mi máscara, seguramente para aplicarme tratamiento. De todas formas tomé el brebaje que me había ofrecido por la rendija de la máscara. Mientras hacía algo de efecto me centré de evaluar los daños. pierna derecha lesionada, varios golpes en el torso, y laceraciones menores en la mano izquierda, no podría agarrar bien con esta. Aparté los pocos escombros que quedaban encima mientras me incorporaba y le miraba a los ojos.
- Puedo seguir luchando. - Miré alrededor, estaban dando cobertura, evitando que llegasen a nosotros, pero no podíamos quedarnos sin hacer nada mucho más tiempo. - Lo siento, se ha roto el trípode. - Dije levantando la torreta con el brazo bueno. - Pero tenemos que usarlo si queremos encargarnos de eso. Y basta con que me entablilles la pierna, usa esto. - Dije pasando a Omega la escopeta.
Señalé fuera de la cobertura, unos pasos pesados seguidos de un sonido metálico se acercaban. Un enorme vehículo mecánico de seis patas se acercó. Todavía estaba inacabado, siendo sólo el chasis, le faltaba gran parte del blindaje. Es este había tres personas, un conductor en la cabina al frente, un artillero y un asistente en una torreta trasera. Lo había podido ver durante un instante antes de caer, la forma general era similar a los planos que me había enseñado Vitorio.
- Tenemos que evitar que el cañón tenga un tiro limpio y encargarnos de la tripulación enseguida. - Miré los lados de unas paredes que quedaban en pie, con el marco de una ventana todavía en su sitio, podía valer. - Procuraré inmovilizar la torreta, vosotros encargaros del resto.
Confiando en que los agentes me cubrieran procuré moverme con la cabeza baja sin sobresalir entre los escombros hasta ponerme a un lado de donde estábamos. Con un gran esfuerzo levanté el pesado cañón y lo apoyé el en marco de la ventana. Respiré profundamente y dirigí los garfios del sistema de maniobras al frente. Los disparé y estos se clavaron en el muro dejándome como vértice del ángulo. Tensioné los cables. Entre el peso de mi cuerpo y la tensión podrían servir para amortiguar el retroceso del arma. Contuve la respiración mientras apuntaba. Tenía que dar justo en la junta del sistema de rotación de la torreta, si acertaba quedaría inmóvil y no podrían apuntar con ella. Durante ese instante me olvidé de todo lo que me rodeaba y me quedé con la visión de túnel. Sólo existíamos yo y el objetivo. Apreté el gatillo y recé por que el plan saliera bien.
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RAL reaccionó a tiempo. Por un lado estaba bien no haber tenido que violar su privacidad, pero sentía cierta curiosidad por su rostro. Dejó que cogiese él mismo la poti y se la bebiera por un providencial agujero en su máscara. Entonces notó unas vibraciones en el suelo. Los pasos de algo bastante grande que estaba a unos veinte metros de ello. Algo con varios pares de patas y un peso de varias toneladas. Su entrenamiento para analizar las vibraciones le permitió percatarse de todo eso, haciéndole comprender que el tiempo era escaso. Dado que no tenía nada para entablillarle, no se cuestionó la idea de RAL y cogió la escopeta. Le pasó unos protectores auditivos y se puso los suyos.
- Ponte esto, vas a necesitarlo. Ray, cuando esa cosa llegue, cúbrenos con el cañón sónico.
Cogió vendas y las usó como ataduras improvisadas para el entablillado. Se apresuró para evitar que les pillasen con el culo descubierto. De fondo, la enorme bestia metálica apareció. Ray no perdió un instante y disparó el cañón. Pese al protector, notó el estallido y todo su cuerpo tembló. El chasis se dobló frente a la onda sónica y algunos escombros del edificio cayeron. Atsu terminó de entablillar y ayudó a RAL a levantarse. Se apartó el protector de una oreja para poder hablar.
- ¿Tienes idea de qué es eso? - escuchó sus palabras y asintió - No será difícil, déjamelos a mí.
Se volvió a proteger por si Ray volvía a disparar y comenzó a moverse en zigzag usando soru. El cañonazo de RAL dañó seriamente la torreta, arrancándole una sonrisa de orgullo a Omega. Le gustaba ver a sus juguetes en acción y funcionando; era una muestra de su destreza personal como diseñador de armas.
- Vamos a ello pues.
Saltó al interior del vehículo usando geppou. En el momento en que lo hizo, el asistente de la torreta trasera se giró hacia él sacando una pistola. Atsu se acercó usando nuevamente el soru y le hizo una llave para obligarle a apuntarse con su propia arma y dispararse en la cara. Tras eso se giró sacando el revólver Sweet Sugar. El conductor y el otro operario se habían girado hacia él y levantado echando mano de sus armas.
- Kamie Kenpo: All out.
En un instante disparó todo el tambor accionando manualmente el martillo tras cada disparo. Tres tiros precisos para cada uno. El conductor se movió, agonizando. Atsu comenzó a recargar para rematarlo, cuando de repente el hombre se incorporó temblando y reventó un cristal de un puñetazo, activando un botón. El cartel de "no pulsar" y el hecho de que estuviese bloqueado por un cristal le provocaron una negra sospecha. Disparó contra la cabeza del conductor y gritó:
- ¡Rápido! ¡Larguémonos de aquí, creo que va a explotar.
- Ponte esto, vas a necesitarlo. Ray, cuando esa cosa llegue, cúbrenos con el cañón sónico.
Cogió vendas y las usó como ataduras improvisadas para el entablillado. Se apresuró para evitar que les pillasen con el culo descubierto. De fondo, la enorme bestia metálica apareció. Ray no perdió un instante y disparó el cañón. Pese al protector, notó el estallido y todo su cuerpo tembló. El chasis se dobló frente a la onda sónica y algunos escombros del edificio cayeron. Atsu terminó de entablillar y ayudó a RAL a levantarse. Se apartó el protector de una oreja para poder hablar.
- ¿Tienes idea de qué es eso? - escuchó sus palabras y asintió - No será difícil, déjamelos a mí.
Se volvió a proteger por si Ray volvía a disparar y comenzó a moverse en zigzag usando soru. El cañonazo de RAL dañó seriamente la torreta, arrancándole una sonrisa de orgullo a Omega. Le gustaba ver a sus juguetes en acción y funcionando; era una muestra de su destreza personal como diseñador de armas.
- Vamos a ello pues.
Saltó al interior del vehículo usando geppou. En el momento en que lo hizo, el asistente de la torreta trasera se giró hacia él sacando una pistola. Atsu se acercó usando nuevamente el soru y le hizo una llave para obligarle a apuntarse con su propia arma y dispararse en la cara. Tras eso se giró sacando el revólver Sweet Sugar. El conductor y el otro operario se habían girado hacia él y levantado echando mano de sus armas.
- Kamie Kenpo: All out.
En un instante disparó todo el tambor accionando manualmente el martillo tras cada disparo. Tres tiros precisos para cada uno. El conductor se movió, agonizando. Atsu comenzó a recargar para rematarlo, cuando de repente el hombre se incorporó temblando y reventó un cristal de un puñetazo, activando un botón. El cartel de "no pulsar" y el hecho de que estuviese bloqueado por un cristal le provocaron una negra sospecha. Disparó contra la cabeza del conductor y gritó:
- ¡Rápido! ¡Larguémonos de aquí, creo que va a explotar.
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Pues ha durado poco. Fue lo que pensé al ver como el equipo de el agente Omega lograba realizar un ataque coordinado, aprovechando la apertura que les había abierto, y neutralizaba la amenaza. Quizás si estuviera completo hubiera sido otra historia, con el blindaje protegiendo la tripulación y articulaciones. O puede que no, el cañón sónico había hecho estragos en la estructura, los tapones habían sido útiles. Aunque tras rematar a la tripulación el agente estaba gritando algo que no terminaba de comprender, hacía gestos efusivos antes de salir corriendo en dirección contraria.
Me daba mala espina, se acababa de lanzar contra esa mole sin miedo y ahora salía corriendo, eso era que había visto algo malo, algo muy malo. Decidí no perder el tiempo, desenganché los garfios y me puse el cañón al hombro. No podía caminar bien, así que decidí desplazarme sólo con los garfios. Tomé algo de altura y velocidad aprovechando las paredes que quedaban del complejo mientras me alejaba del montón de metal humeante. Momentos después un destello seguido del familiar calor de una explosión ocurriendo a mi espalda y un vendaval me acarició la espalda, dando la sensación de que de no ser por la gabardina hubiera acabado con quemaduras. Otra vez. Me acerqué a Omega en un solar cercano, a salvo de los cascotes que todavía caían.
- No ponía nada en los planos de explosivos. - Dije mientras me quitaba los tapones. Habían sido demasiados explosivos para ser una política agresiva contra el espionaje empresarial... por muy irónico que sonase. -Extraño... si quisiera borrar pruebas le hubiera valido con una carga menor.
Miré alrededor, todavía quedaban alguna nave operable y algún almacén intacto. La misión incluía desarticular la empresa, había recibido daño suficiente como para quedar en bancarrota. Incluso si colaba la historia del accidente el desprestigio resultante de esto sería suficiente para que nadie quisiera invertir en algo en lo que estuvieran implicados el resto de miembros de la junta directiva. Podíamos dejarlo aquí perfectamente y la misión contaría como un éxito... o podíamos asegurarnos.
- Tengo un mal presentimiento. No quiero que un inversor sorpresa rescate lo poco que quede de la empresa. Hay demasiadas cosas que no cuadran aquí. - Comenté devolviendo el cañón al agente Omega. - Propongo rematar la faena.
Me daba mala espina, se acababa de lanzar contra esa mole sin miedo y ahora salía corriendo, eso era que había visto algo malo, algo muy malo. Decidí no perder el tiempo, desenganché los garfios y me puse el cañón al hombro. No podía caminar bien, así que decidí desplazarme sólo con los garfios. Tomé algo de altura y velocidad aprovechando las paredes que quedaban del complejo mientras me alejaba del montón de metal humeante. Momentos después un destello seguido del familiar calor de una explosión ocurriendo a mi espalda y un vendaval me acarició la espalda, dando la sensación de que de no ser por la gabardina hubiera acabado con quemaduras. Otra vez. Me acerqué a Omega en un solar cercano, a salvo de los cascotes que todavía caían.
- No ponía nada en los planos de explosivos. - Dije mientras me quitaba los tapones. Habían sido demasiados explosivos para ser una política agresiva contra el espionaje empresarial... por muy irónico que sonase. -Extraño... si quisiera borrar pruebas le hubiera valido con una carga menor.
Miré alrededor, todavía quedaban alguna nave operable y algún almacén intacto. La misión incluía desarticular la empresa, había recibido daño suficiente como para quedar en bancarrota. Incluso si colaba la historia del accidente el desprestigio resultante de esto sería suficiente para que nadie quisiera invertir en algo en lo que estuvieran implicados el resto de miembros de la junta directiva. Podíamos dejarlo aquí perfectamente y la misión contaría como un éxito... o podíamos asegurarnos.
- Tengo un mal presentimiento. No quiero que un inversor sorpresa rescate lo poco que quede de la empresa. Hay demasiadas cosas que no cuadran aquí. - Comenté devolviendo el cañón al agente Omega. - Propongo rematar la faena.
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Usando kamisori, se salió de encima del vehículo a toda velocidad y se parapetó tras unos escombros a unos veinte metros. El artefacto estalló violentamente, dañando aún más la estructura y haciendo que una pared se viniese abajo. Una vez consideró seguro salir de la cobertura, se acercó a RAL y a Ray a paso rápido, hasta que comprobó que estaban tan enteros como los había dejado. Cogió el cañón que RAL le tendía, observando con tristeza el trípode roto. Con un suspiro, comenzó a plegarlo como pudo, no sin dificultades por los destrozos. Una vez transformado en una mochila metálica de aspecto cochambroso, se lo colgó de los hombros.
- Huele mal. Casi como si se hubiesen esperado esta posibilidad y hubiesen preferido hacer volar el vehículo a entregarlo. O como si hubiesen esperado matarnos con esto. Ni siquiera les ha importado dañar la fábrica.
Escuchó a RAL y asintió. Estaba de acuerdo. El asunto del almacén debería estar arreglado por Therese, así que todo lo que quedaba era encargarse de la estructura principal de la fábrica. Observó la distancia entre el almacén y el bloque principal, donde debería estar la maquinaria.
- Destruir las máquinas es lo importante. Cualquiera puede levantar una fábrica, poder permitirse importar maquinaria tan especializada o conseguir a un ingeniero capaz de diseñarla es otro asunto - señaló un muro - Si colocamos las Sorpresas de Cumpleaños que nos quedan en ese muro, la fábrica principal no tendrá ninguna protección cuando el almacén salte por los aires. Con la cantidad de munición y armamento que hay ahí, cuando Therese detone las bombas, la explosión será... importante - sacó una de las bombas - ¿Me ayudas, o la pierna te duele demasiado?
Tras eso se dirigió al muro. Tenía solo cinco sorpresas de cumpleaños consigo, pero podía arreglarse si escogía los puntos donde colocarlos con cuidado. Y si RAL colaboraba y pegaba las que le quedasen, ya se asegurarían una buena demolición. Comenzó a distribuir los explosivos, trucándolos para que no estallasen aún y pegándolos con el adhesivo que tenían en la base. Tras eso, una vez RAL hubiese colocado los que le quedaban (si era el caso), le haría una señal para que se alejase y pulsaría los botones de activación de las bombas rápidamente. Se alejó a la carrera y se puso a cubierto, volviendo a ponerse los protectores auditivos. Vale que estaba expuesto a bombas a menudo, pero ya que los tenía a mano... no quería quedar sordo a la larga.
- Huele mal. Casi como si se hubiesen esperado esta posibilidad y hubiesen preferido hacer volar el vehículo a entregarlo. O como si hubiesen esperado matarnos con esto. Ni siquiera les ha importado dañar la fábrica.
Escuchó a RAL y asintió. Estaba de acuerdo. El asunto del almacén debería estar arreglado por Therese, así que todo lo que quedaba era encargarse de la estructura principal de la fábrica. Observó la distancia entre el almacén y el bloque principal, donde debería estar la maquinaria.
- Destruir las máquinas es lo importante. Cualquiera puede levantar una fábrica, poder permitirse importar maquinaria tan especializada o conseguir a un ingeniero capaz de diseñarla es otro asunto - señaló un muro - Si colocamos las Sorpresas de Cumpleaños que nos quedan en ese muro, la fábrica principal no tendrá ninguna protección cuando el almacén salte por los aires. Con la cantidad de munición y armamento que hay ahí, cuando Therese detone las bombas, la explosión será... importante - sacó una de las bombas - ¿Me ayudas, o la pierna te duele demasiado?
Tras eso se dirigió al muro. Tenía solo cinco sorpresas de cumpleaños consigo, pero podía arreglarse si escogía los puntos donde colocarlos con cuidado. Y si RAL colaboraba y pegaba las que le quedasen, ya se asegurarían una buena demolición. Comenzó a distribuir los explosivos, trucándolos para que no estallasen aún y pegándolos con el adhesivo que tenían en la base. Tras eso, una vez RAL hubiese colocado los que le quedaban (si era el caso), le haría una señal para que se alejase y pulsaría los botones de activación de las bombas rápidamente. Se alejó a la carrera y se puso a cubierto, volviendo a ponerse los protectores auditivos. Vale que estaba expuesto a bombas a menudo, pero ya que los tenía a mano... no quería quedar sordo a la larga.
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Abrí la cámara del lanzagranadas y cargué una de los dos disparos que me quedaban. Eran proyectiles antipersona, pero una carga explosiva en el lugar adecuado podía hacer daño. Es más, creía que desde mi posición podía llegar al almacén. En mi cabeza hice los cálculos de la altura para que llegara a estallar dentro de donde se supone que estaba la munición, casi llegué a elevar el cañón para disparar, hasta que recordé un pequeño detalle. Una de las asistentes de Omega estaba preparando explosivos en la zona. No me terminaba de acostumbrar a trabajar en equipo.
Asentí en silencio y tomé las dos granadas que me quedaban sin mencionar que casi disparo accidentalmente a uno de sus subordinados. Tenía la pierna rota, pero eso no significaba que no pudiera desplazarme, sino ¿Cómo había llegado aquí para empezar?. Tomé dos de las sorpresas de cumpleaños y dejé que él se encargase de posicionar las cargas principales, mientras yo pulsaba un pequeño botón del casco y mis lentes comenzaban a brillar con un destello verdoso. El ladrillo estaba algo maltrecho, con mi fuerza era capaz de hacer un agujero lo suficientemente grande en la pared como para colar una granada al lado de los pilotes metálicos que sostenían la pared. Con el detonador de cara a las explosiones que iban a provocar los agentes nos aseguraríamos que la estructura se debilitase lo suficiente como para que cayese. Aunque si me esperaba algo del agente Omega era que esto acabase en una detonación mayor de lo necesario. Bueno, así parecería más un accidente.
- He terminado. - Dije al descender con uno de los cables al lado de los agentes. - Nos retiramos.
Dicho esto nos retiramos a un lugar seguro para ver los fuegos artificiales. La verdad, sabiendo lo que había en ese almacén no pensaba que un lugar seguro fuera ninguno en la isla, pero por lo menos lo gordo de la explosión lo evitaríamos.
Tal y como esperaba la explosión fue... al principio algo decepcionante, hasta que un par de segundos después se escucharon una miríada de ellas, como las fiestas de un barrio a lo lejos, para al final terminar en un petardazo monumental. La onda expansiva fue visible durante unos instantes antes de que el estruendo y la fuerza de la explosión llegara a nosotros, casi haciendo que perdiera mi gorra en el proceso. Si esto no decía "accidente en una fábrica de armas" en alto, nada lo decía, y quizás los escombros en llamas que empezaban a llover en las inmediaciones no fueran más que la guinda del pastel.
- Bien. Esto debería bastar. - Comenté girándome a los agentes. - Por mi parte investigaré los contactos de la empresa y rastrearé posibles cómplices. Inversores, accionistas, empresas subsidiarias o distribuidores... Seguramente la mayoría sean inocentes, pero me niego a pensar que algo tan grande se quede en esto. Si me entero de algo seréis los primeros en saberlo. - Dije mirando a las llamas de lo que antes era una fábrica, había sido un día largo, mañana seguiría con el trabajo, pero por ahora me despediría y me retiraría a tomarme un merecido descanso.
Asentí en silencio y tomé las dos granadas que me quedaban sin mencionar que casi disparo accidentalmente a uno de sus subordinados. Tenía la pierna rota, pero eso no significaba que no pudiera desplazarme, sino ¿Cómo había llegado aquí para empezar?. Tomé dos de las sorpresas de cumpleaños y dejé que él se encargase de posicionar las cargas principales, mientras yo pulsaba un pequeño botón del casco y mis lentes comenzaban a brillar con un destello verdoso. El ladrillo estaba algo maltrecho, con mi fuerza era capaz de hacer un agujero lo suficientemente grande en la pared como para colar una granada al lado de los pilotes metálicos que sostenían la pared. Con el detonador de cara a las explosiones que iban a provocar los agentes nos aseguraríamos que la estructura se debilitase lo suficiente como para que cayese. Aunque si me esperaba algo del agente Omega era que esto acabase en una detonación mayor de lo necesario. Bueno, así parecería más un accidente.
- He terminado. - Dije al descender con uno de los cables al lado de los agentes. - Nos retiramos.
Dicho esto nos retiramos a un lugar seguro para ver los fuegos artificiales. La verdad, sabiendo lo que había en ese almacén no pensaba que un lugar seguro fuera ninguno en la isla, pero por lo menos lo gordo de la explosión lo evitaríamos.
Tal y como esperaba la explosión fue... al principio algo decepcionante, hasta que un par de segundos después se escucharon una miríada de ellas, como las fiestas de un barrio a lo lejos, para al final terminar en un petardazo monumental. La onda expansiva fue visible durante unos instantes antes de que el estruendo y la fuerza de la explosión llegara a nosotros, casi haciendo que perdiera mi gorra en el proceso. Si esto no decía "accidente en una fábrica de armas" en alto, nada lo decía, y quizás los escombros en llamas que empezaban a llover en las inmediaciones no fueran más que la guinda del pastel.
- Bien. Esto debería bastar. - Comenté girándome a los agentes. - Por mi parte investigaré los contactos de la empresa y rastrearé posibles cómplices. Inversores, accionistas, empresas subsidiarias o distribuidores... Seguramente la mayoría sean inocentes, pero me niego a pensar que algo tan grande se quede en esto. Si me entero de algo seréis los primeros en saberlo. - Dije mirando a las llamas de lo que antes era una fábrica, había sido un día largo, mañana seguiría con el trabajo, pero por ahora me despediría y me retiraría a tomarme un merecido descanso.
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- Therese, activa el detonador y sal de ahí - avisó por den den mushi - Es hora de hacer volar todo esto.
"¿De qué ha servido ahora tu acto heroico?" preguntó su voz pragmática, con cierto retintín y frustración "el obrero en el que gastaste tiempo salvando morirá en la explosión del almacén. Sabes cómo de fuerte va a ser. Todo este complejo va a volar." Un sudor frío cubrió la espalda de Atsu. ¿Y ahora qué? Tenía razón, maldita sea. No lo había pensado en el momento, pero casi habría sido más piadoso matarlo rápido, sin dolor. Ahora quedaría sepultado bajo toneladas de roca. Si tenía suerte, moriría al momento. Si no... agonizaría hasta ahogarse. Y si era especialmente desafortunado, quedaría aprisionado bajo las rocas vivo y con aire de sobra... y moriría de sed. Había pocas muertes tan horribles. Sintió rabia hacia la voz por no haberlo mencionado antes. "Eh, calma. Recuerda que yo soy tú. Sé lo que tú sabes; si tú no habías caído, yo tampoco. Nos hemos dado cuenta ahora." Era estúpido intentar pelearse contra sí mismo. Y ahora, ¿qué hacer? ¿Lo salvaba arriesgándose a no alejarse a tiempo, se acercaba rápido a darle una muerte indolora o lo abandonaba a su suerte? "Déjalo. ¿No sería hipócrita salvar una única vida cuando vas a matar a decenas? Además, estarías corriendo un riesgo muy grande en el proceso."
- Yo... - miró al resto - Adelantaos. Ahora os alcanzo. Creo que he dejado un cabo suelto.
Estaba indeciso. Su lado pragmático era convincente, pero parte de él no terminaba de sentirse cómodo. Era cierto que llevarlo consigo era correr un riesgo enorme; no sabía si sería capaz de hacer un recorrido tan largo con kamisori cargando con alguien. Sin embargo... como mínimo le debía una muerte rápida. No había hipocresía en eso; se había vuelto responsable de aquel hombre en el momento en el que lo había noqueado y dejado atado en un edificio. El resto de obreros al menos habían tenido la posibilidad de huir al escuchar los combates y explosiones. Los guardias sabían a los riesgos que se atenían cuando escogieron esa profesión. "Tienes el deber de como mínimo intentar sacarlo de ahí. Sabes que tal vez no puedas alejarte del radio de peligro de la onda de choque a tiempo, pero más razón para no vacilar" su lado moral acudió a él, contrarrestando la influencia del pragmático "Puedes alejarte lo suficiente como para que la explosión no represente un peligro real para ti." Entonces la voz pragmática contestó "Se acaba el tiempo, déjate de dilemas morales y sal de ahí."
- ¡Maldita sea! - masculló - Callaos los dos.
Menos mal que no había nadie cerca o habría quedado como un loco. A ratos dudaba si no lo estaba. No tenía claro que tener voces representando facetas suyas que le hablasen y debatiesen con él sus decisiones fuese signo de cordura. Probablemente no, pero prefería pensarlo lo menos posible. En cualquier caso, tenía que decidir, y hacerlo rápido. De momento había perdido poco tiempo, pero cada segundo era vital. Sin saber aún qué decisión tomar, comenzó a moverse con kamisori en dirección a las ruinas del generador. Pudo notar la sensación de derrota de su lado pragmático y la de aprobación del moral. Recorrió los escombros hasta el almacén, que encontró bloqueado por cascotes. Sin perder tiempo, los reventó con un golpe Demolitioner y entró a la carrera. El hombre estaba consciente y revolviéndose en el suelo, aterrado. ¿Podría hacerlo? ¿Podría matar a un hombre inocente totalmente indefenso a sangre fría? Sacó la Sweet Sugar y le apuntó, vacilando. "Somos mejor que esto, Atsu. Sálvalo." El agente suspiró y miró con tristeza al hombre.
- Me ha visto la cara - respondió, en voz alta - Al menos haré que sea indoloro.
Poco después se reunía con RAL, Ray y Therese justo a tiempo para ver la explosión. La primera detonación fue suave, apenas un prólogo de lo que estaba por venir. En cuanto los explosivos y la pólvora prendieron, un fogonazo de luz les deslumbró, compitiendo con el sol, y una onda de choque tan violenta que fue visible avanzó hacia ellos. Con la onda llegó el sonido, uno tan ensordecedor que Omega pudo sentir todo su cuerpo vibrar. Estaba hecho. Se giró con rostro circunspecto hacia RAL y asintió. Le tendió la mano a modo de despedida y dijo:
- Ha sido un placer trabajar contigo, como siempre. Me aseguraré de hablar bien de ti a tus superiores.
"¿De qué ha servido ahora tu acto heroico?" preguntó su voz pragmática, con cierto retintín y frustración "el obrero en el que gastaste tiempo salvando morirá en la explosión del almacén. Sabes cómo de fuerte va a ser. Todo este complejo va a volar." Un sudor frío cubrió la espalda de Atsu. ¿Y ahora qué? Tenía razón, maldita sea. No lo había pensado en el momento, pero casi habría sido más piadoso matarlo rápido, sin dolor. Ahora quedaría sepultado bajo toneladas de roca. Si tenía suerte, moriría al momento. Si no... agonizaría hasta ahogarse. Y si era especialmente desafortunado, quedaría aprisionado bajo las rocas vivo y con aire de sobra... y moriría de sed. Había pocas muertes tan horribles. Sintió rabia hacia la voz por no haberlo mencionado antes. "Eh, calma. Recuerda que yo soy tú. Sé lo que tú sabes; si tú no habías caído, yo tampoco. Nos hemos dado cuenta ahora." Era estúpido intentar pelearse contra sí mismo. Y ahora, ¿qué hacer? ¿Lo salvaba arriesgándose a no alejarse a tiempo, se acercaba rápido a darle una muerte indolora o lo abandonaba a su suerte? "Déjalo. ¿No sería hipócrita salvar una única vida cuando vas a matar a decenas? Además, estarías corriendo un riesgo muy grande en el proceso."
- Yo... - miró al resto - Adelantaos. Ahora os alcanzo. Creo que he dejado un cabo suelto.
Estaba indeciso. Su lado pragmático era convincente, pero parte de él no terminaba de sentirse cómodo. Era cierto que llevarlo consigo era correr un riesgo enorme; no sabía si sería capaz de hacer un recorrido tan largo con kamisori cargando con alguien. Sin embargo... como mínimo le debía una muerte rápida. No había hipocresía en eso; se había vuelto responsable de aquel hombre en el momento en el que lo había noqueado y dejado atado en un edificio. El resto de obreros al menos habían tenido la posibilidad de huir al escuchar los combates y explosiones. Los guardias sabían a los riesgos que se atenían cuando escogieron esa profesión. "Tienes el deber de como mínimo intentar sacarlo de ahí. Sabes que tal vez no puedas alejarte del radio de peligro de la onda de choque a tiempo, pero más razón para no vacilar" su lado moral acudió a él, contrarrestando la influencia del pragmático "Puedes alejarte lo suficiente como para que la explosión no represente un peligro real para ti." Entonces la voz pragmática contestó "Se acaba el tiempo, déjate de dilemas morales y sal de ahí."
- ¡Maldita sea! - masculló - Callaos los dos.
Menos mal que no había nadie cerca o habría quedado como un loco. A ratos dudaba si no lo estaba. No tenía claro que tener voces representando facetas suyas que le hablasen y debatiesen con él sus decisiones fuese signo de cordura. Probablemente no, pero prefería pensarlo lo menos posible. En cualquier caso, tenía que decidir, y hacerlo rápido. De momento había perdido poco tiempo, pero cada segundo era vital. Sin saber aún qué decisión tomar, comenzó a moverse con kamisori en dirección a las ruinas del generador. Pudo notar la sensación de derrota de su lado pragmático y la de aprobación del moral. Recorrió los escombros hasta el almacén, que encontró bloqueado por cascotes. Sin perder tiempo, los reventó con un golpe Demolitioner y entró a la carrera. El hombre estaba consciente y revolviéndose en el suelo, aterrado. ¿Podría hacerlo? ¿Podría matar a un hombre inocente totalmente indefenso a sangre fría? Sacó la Sweet Sugar y le apuntó, vacilando. "Somos mejor que esto, Atsu. Sálvalo." El agente suspiró y miró con tristeza al hombre.
- Me ha visto la cara - respondió, en voz alta - Al menos haré que sea indoloro.
Poco después se reunía con RAL, Ray y Therese justo a tiempo para ver la explosión. La primera detonación fue suave, apenas un prólogo de lo que estaba por venir. En cuanto los explosivos y la pólvora prendieron, un fogonazo de luz les deslumbró, compitiendo con el sol, y una onda de choque tan violenta que fue visible avanzó hacia ellos. Con la onda llegó el sonido, uno tan ensordecedor que Omega pudo sentir todo su cuerpo vibrar. Estaba hecho. Se giró con rostro circunspecto hacia RAL y asintió. Le tendió la mano a modo de despedida y dijo:
- Ha sido un placer trabajar contigo, como siempre. Me aseguraré de hablar bien de ti a tus superiores.
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