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Aquel era mi primer cometido como legionario al servicio del glorioso Gobierno Mundial. No debía fallar, no podía permitirme fallar. Los ojos estaban puestos en mi, en cada uno de mis movimientos. A pesar de no poder disimular mi emoción por empezar mi carrera militar, esta vez real, si que pude mostrar algo de malestar en el momento en que una escolta de cinco legionarios más desembarcaban junto a mi en el puerto de Nanohana. La excusa era que debíamos ir todos en grupo para cumplir nuestra misión, sin embargo yo sabía que mis superiores lo hacían por controlarme y "protegerme", vamos, que esos cinco acompañantes no eran tal, sino guardaespaldas....y uno de ellos un princeps. Estábamos bajo la supervisión de un superior, al que le daríamos cuentas una vez acabada la misión y que colaboraría con nosotros, un agente nada menos. Esto suponía para mi un auténtico problema, pero debía entender que esto iba a suceder, si o si, debido a mi condición regia. Durante la travesía en barco pude aprovechar para echar unos cuantos cigarros en mi camarote. Maldito tabaco, que veneno tan sabroso, y que necesario era para mi. Al poco tiempo, acabamos desembarcando y llevando todos una vestimenta apropiada para el calor, que se traducía por túnicas largas ,turbantes y las armas escondidas bajo ellos. A simple vista parecíamos forasteros, sobre todo yo. Pues no vestía con el atuendo propio de las gentes del desierto.
Llevaba puestos siempre unos guantes negros, y a juego una camisa de cuello unido con varios motivos en uve tallados en el pecho. El de la camisa llegaba hasta por debajo de las orejas; guantes negros. Mis pantalones, también a juego tienen algunas hebillas unidas en las uniones del cinturón. Unas botas por la rodilla con una pequeña hebilla en el empeine. Y si esto fuera poco llevaba una gabardina, de cuero negro al igual que el resto de mi equipo, que suele estar abierta. En las solapas del pecho tiene dos hebillas de metal pequeñas, y en sus puños otras dos, así como varios botones tachonados en la solapa del cuello, que siempre está levantado. Para cerrar mi vestimenta llevaba, como no, mi mascarilla de cuero, tapándome la boca.
Nuestra misión era simple, encontrar a un pequeño grupo de traficantes de armas que estaba de paso por la isla. Sabíamos que operaban entre Drum y Toussaint, pasando por Arabasta para reponer suministros. El objetivo era arrestar a todos los que pudiéramos, sin dudar en abrir fuego en caso de ser necesario si la cosa se ponía peliaguda. El Cipher Pol nos había facilitado fotografías de su buque, el cual pudimos ver nada más bajar del puerto anclado en el muelle número 15, con bandera mercante. Chicos listos.
Por el momento teníamos ubicado su navío, sin embargo, mis superiores me comunicaron que debía verme con un agente, al que denominaron "Omega", en la taberna de "Aladin Dream", donde nos pondría al día sobre lo que hubiera descubierto durante estos días, pues parecía ser que el CP había llegado varios días antes que nosotros. No me extraña, nosotros éramos el cuerpo ejecutor. Así que tras pasear un poco por las calles de Nanohana pude ver la taberna, y le pedí a mis "compañeros" que esperaran fuera, o que en todo caso, entrara uno conmigo. Por suerte no olieron peligro alguno y prefirieron dos de ellos disimular bebiendo algo en la terraza como buenos guiris, mientras que otros dos se dispusieron cada uno a una esquina de la taberna echando un cigarro, y el último se puso a dar un paseo por la plaza, vigilante, sin quitar vista de la tasca...este era el princeps.
Yo entré y tomé asiento en la primera mesa que vi vacía, sin embargo todavía no había pedido nada. Miré por toda la sala sin mover nada más que los ojos, pues supuse que el Gobierno le habría hablado a ese tal "Omega" de nosotros, sin embargo, nosotros no teníamos ni idea de como era él, o ella. Así que supusimos que daría el primer paso dicha persona.
Llevaba puestos siempre unos guantes negros, y a juego una camisa de cuello unido con varios motivos en uve tallados en el pecho. El de la camisa llegaba hasta por debajo de las orejas; guantes negros. Mis pantalones, también a juego tienen algunas hebillas unidas en las uniones del cinturón. Unas botas por la rodilla con una pequeña hebilla en el empeine. Y si esto fuera poco llevaba una gabardina, de cuero negro al igual que el resto de mi equipo, que suele estar abierta. En las solapas del pecho tiene dos hebillas de metal pequeñas, y en sus puños otras dos, así como varios botones tachonados en la solapa del cuello, que siempre está levantado. Para cerrar mi vestimenta llevaba, como no, mi mascarilla de cuero, tapándome la boca.
Nuestra misión era simple, encontrar a un pequeño grupo de traficantes de armas que estaba de paso por la isla. Sabíamos que operaban entre Drum y Toussaint, pasando por Arabasta para reponer suministros. El objetivo era arrestar a todos los que pudiéramos, sin dudar en abrir fuego en caso de ser necesario si la cosa se ponía peliaguda. El Cipher Pol nos había facilitado fotografías de su buque, el cual pudimos ver nada más bajar del puerto anclado en el muelle número 15, con bandera mercante. Chicos listos.
Por el momento teníamos ubicado su navío, sin embargo, mis superiores me comunicaron que debía verme con un agente, al que denominaron "Omega", en la taberna de "Aladin Dream", donde nos pondría al día sobre lo que hubiera descubierto durante estos días, pues parecía ser que el CP había llegado varios días antes que nosotros. No me extraña, nosotros éramos el cuerpo ejecutor. Así que tras pasear un poco por las calles de Nanohana pude ver la taberna, y le pedí a mis "compañeros" que esperaran fuera, o que en todo caso, entrara uno conmigo. Por suerte no olieron peligro alguno y prefirieron dos de ellos disimular bebiendo algo en la terraza como buenos guiris, mientras que otros dos se dispusieron cada uno a una esquina de la taberna echando un cigarro, y el último se puso a dar un paseo por la plaza, vigilante, sin quitar vista de la tasca...este era el princeps.
Yo entré y tomé asiento en la primera mesa que vi vacía, sin embargo todavía no había pedido nada. Miré por toda la sala sin mover nada más que los ojos, pues supuse que el Gobierno le habría hablado a ese tal "Omega" de nosotros, sin embargo, nosotros no teníamos ni idea de como era él, o ella. Así que supusimos que daría el primer paso dicha persona.
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Podían disimularlo como quisieran. Podían decir que aquella era una misión importante para darle un golpe a la Revolución desarticulando a los contrabandistas que le suministraban armas. Podían también recordarle que Meneror había estado vendiendo armas a la Revolución delante de sus narices, con la fábrica que él le había ayudado a mejorar. Podían poner muchas excusas y explicaciones, pero las cosas eran como eran: su misión aquel día era hacer de niñera. Resopló ruidosamente y volvió a coger el informe de la mesilla de noche. Un príncipe. Un puto príncipe. ¿Qué se le había perdido a aquel sangre azul en la Legión? ¿No tenía cosas mejores que hacer? Al menos tenía una jodida zoan mitológica. De hecho, por débil que fuese, con semejante premio no debía ser fácil tumbarle. Supuso que los jefazos simplemente tenían miedo a que el príncipe cometiese una imprudencia y la espichase. Y ciertamente el conflicto diplomático que eso podía suponer con Reikvand bien merecía la pena que alguien lo cuidase. Solo le molestase que él fuese esa persona.
- ¿De verdad tengo que hacer esto? - preguntó, aburrido - Siempre podemos mandar a Andy y a Ray e irnos a Rainbase a jugar al casino.
- Atsu, no me hagas ser la responsable - suspiró Therese, vistiéndose - Hemos conseguido mucho en los últimos meses. No es momento de empezar a cabrear a los jefes, o nos quitarán los juguetes.
No le faltaba razón. La base en Big P era muy cómoda, y haber conseguido un barco y permiso para montar una división estaba muy bien. "El casino sigue sonando a buena idea" dijo la voz pragmática "Aunque quien sabe. Este príncipe suena interesante. A lo mejor quieres conocerle. Tener contacto en la realeza puede ayudarte." Qué remedio. Tendría que ir. Resopló una última vez para mostrar su disconformidad y se levantó de la cama. Se vistió con su muda para climas desérticos, más apropiada para hacerse pasar por un lugareño... que en realidad, lo era. Se guardó la Enforcer debajo de la túnica y mientras esperaba a que Therese terminase de arreglarse, se fue al baño a peinarse.
Una vez estuvieron listos, se reunieron con Ray en el pasillo de la posada y se dirigieron al "Aladdin's Dream", una taberna de nombre curioso. Los tres iban vestidos como si fuesen del lugar para evitar destacar. Era un mero formalismo, dado que estaba seguro de que los legionarios iban a aparecer como elefantes por una cacharrería, vestidos de uniforme y con una fanfarria de trompetas. ¿O era solo su imagen mental de cómo se presentaba un príncipe? Al acercarse a los alrededores, Atsu captó a varias personas que trataban de disimular, pero estaban evidentemente vigilando los alrededores y tenían armas a mano. Algunos llevaban el arma consigo y otros... oculta, por decirlo de alguna manera. Aunque se les notaba a la legua. Aquella gente no estaba entrenada para el sigilo. Los tres agentes entraron en la taberna, donde vieron al más escandaloso de todos. El principito no se había molestado en cambiarse en absoluto.
- Idos adelantando - dijo a sus subordinados. Tras eso caminó casualmente hacia el legionario, pasó a su lado y susurró - CP7.
Siguió de frente y cruzó un umbral tapado por una tela, saliendo de la sala principal de la taberna. Tenían ya un reservado preparado, con comida y té. La estancia no tenía sofás, en su lugar había una mesa baja y muchos cojines grandes y mullidos. Atsu se tumbó y se acomodó en uno, cogió una de las tazas de té y esperó a que Maximillian entrase.
- Agente Chi, asegúrate de que nadie curiosea la conversación - ordenó Atsu. La agente asintió y se fue al pasillo - Bienvenido, soldado Diedrich. ¿O debería decir su Alteza? - comentó, medio en broma, medio en serio - Yo soy el agente Omega. Él es el Agente Psi - dijo, señalando a Ray - ¿Está todo el grupo de la Legión listo? ¿Dónde está vuestro superior?
- ¿De verdad tengo que hacer esto? - preguntó, aburrido - Siempre podemos mandar a Andy y a Ray e irnos a Rainbase a jugar al casino.
- Atsu, no me hagas ser la responsable - suspiró Therese, vistiéndose - Hemos conseguido mucho en los últimos meses. No es momento de empezar a cabrear a los jefes, o nos quitarán los juguetes.
No le faltaba razón. La base en Big P era muy cómoda, y haber conseguido un barco y permiso para montar una división estaba muy bien. "El casino sigue sonando a buena idea" dijo la voz pragmática "Aunque quien sabe. Este príncipe suena interesante. A lo mejor quieres conocerle. Tener contacto en la realeza puede ayudarte." Qué remedio. Tendría que ir. Resopló una última vez para mostrar su disconformidad y se levantó de la cama. Se vistió con su muda para climas desérticos, más apropiada para hacerse pasar por un lugareño... que en realidad, lo era. Se guardó la Enforcer debajo de la túnica y mientras esperaba a que Therese terminase de arreglarse, se fue al baño a peinarse.
Una vez estuvieron listos, se reunieron con Ray en el pasillo de la posada y se dirigieron al "Aladdin's Dream", una taberna de nombre curioso. Los tres iban vestidos como si fuesen del lugar para evitar destacar. Era un mero formalismo, dado que estaba seguro de que los legionarios iban a aparecer como elefantes por una cacharrería, vestidos de uniforme y con una fanfarria de trompetas. ¿O era solo su imagen mental de cómo se presentaba un príncipe? Al acercarse a los alrededores, Atsu captó a varias personas que trataban de disimular, pero estaban evidentemente vigilando los alrededores y tenían armas a mano. Algunos llevaban el arma consigo y otros... oculta, por decirlo de alguna manera. Aunque se les notaba a la legua. Aquella gente no estaba entrenada para el sigilo. Los tres agentes entraron en la taberna, donde vieron al más escandaloso de todos. El principito no se había molestado en cambiarse en absoluto.
- Idos adelantando - dijo a sus subordinados. Tras eso caminó casualmente hacia el legionario, pasó a su lado y susurró - CP7.
Siguió de frente y cruzó un umbral tapado por una tela, saliendo de la sala principal de la taberna. Tenían ya un reservado preparado, con comida y té. La estancia no tenía sofás, en su lugar había una mesa baja y muchos cojines grandes y mullidos. Atsu se tumbó y se acomodó en uno, cogió una de las tazas de té y esperó a que Maximillian entrase.
- Agente Chi, asegúrate de que nadie curiosea la conversación - ordenó Atsu. La agente asintió y se fue al pasillo - Bienvenido, soldado Diedrich. ¿O debería decir su Alteza? - comentó, medio en broma, medio en serio - Yo soy el agente Omega. Él es el Agente Psi - dijo, señalando a Ray - ¿Está todo el grupo de la Legión listo? ¿Dónde está vuestro superior?
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El princeps no dudó en entrar en la taberna cuando vio a aquellos hombres entrar, seguro que tenía más información que yo ahora mismo, y seguro sabía que aquellas personas, eran agentes. Por mi parte en el momento en que me susurró al oído "CP7" el juego había comenzado. Así que me levanté y le seguí hasta la trastienda de la tasca. El princeps no tardó en asomar el jeto también, pasando pro el lado del agente Chi para llegar a donde estaba reunido con el agente, el cual se dirigió a mi como alteza de una forma semi jocosa podríamos decir. Yo simplemente me quedé mirándole, callado, clavándole la mirada de una forma neutral como diciéndole ¿Has acabado?. Definitivamente habíamos dado con los agentes, pues ante mi estaba ese tal Omega, y sus compañeros Chi y Psi.
Justo cuando estaba a punto de responder su pregunta el princeps, cuyo nombre era Antonius, tomó la palabra:
-Princpes Antonius de la cuarta cohorte de la Legión. Así que es usted Omega. Entiendo que le han dado instrucciones sobre nuestra llegada. El mando pasa a ser suyo desde ahora mismo. Mis hombres y yo estamos a su servicio. ¿Cuáles son las nuevas?.
Vaya, parece que el agente debía ser lo suficientemente importante como para que La Legión le cediera el mando a pesar de haber un rango, aunque inferior, de la Legión presente. Yo por mi parte no dije nada, y me quedé con las manos en los bolsillos, de pie esperando a que Omega nos expusiera la situación, momento en que el princeps aprovechó para dejar caer un dato obvio.
-Hemos visto el barco de esos canallas en el puerto, camuflado con bandera mercante. ¿Los han visto?
"¿Quieres dejarlos hablar pedazo de bobo? ¿ No ves que es bastante obvio que ellos llevan aquí más que tu? Es jodidamente obvio que han visto el navío, estúpido lerdo" Pensé para mi mientras movía levemente los ojos hacia Antonius antes de mirar nuevamente a Omega.
También era obvio que aquellos traficantes sabrían que les estábamos siguiendo los pasos, no había que ser muy listo para darse cuenta, y más cuando estos podían trabajar para la revolución. Había que cortar aquellas transacciones ilegales cuanto antes, y esperaba que los agentes tuvieran al menos una localización real por donde comenzar a buscarlos. Por fortuna ya no tenía que responder, al menos de forma directa al lerdo de Antonius, y esperaba que Omega fuera más avispado que él, aunque eso no era muy difícil.
Justo cuando estaba a punto de responder su pregunta el princeps, cuyo nombre era Antonius, tomó la palabra:
-Princpes Antonius de la cuarta cohorte de la Legión. Así que es usted Omega. Entiendo que le han dado instrucciones sobre nuestra llegada. El mando pasa a ser suyo desde ahora mismo. Mis hombres y yo estamos a su servicio. ¿Cuáles son las nuevas?.
Vaya, parece que el agente debía ser lo suficientemente importante como para que La Legión le cediera el mando a pesar de haber un rango, aunque inferior, de la Legión presente. Yo por mi parte no dije nada, y me quedé con las manos en los bolsillos, de pie esperando a que Omega nos expusiera la situación, momento en que el princeps aprovechó para dejar caer un dato obvio.
-Hemos visto el barco de esos canallas en el puerto, camuflado con bandera mercante. ¿Los han visto?
"¿Quieres dejarlos hablar pedazo de bobo? ¿ No ves que es bastante obvio que ellos llevan aquí más que tu? Es jodidamente obvio que han visto el navío, estúpido lerdo" Pensé para mi mientras movía levemente los ojos hacia Antonius antes de mirar nuevamente a Omega.
También era obvio que aquellos traficantes sabrían que les estábamos siguiendo los pasos, no había que ser muy listo para darse cuenta, y más cuando estos podían trabajar para la revolución. Había que cortar aquellas transacciones ilegales cuanto antes, y esperaba que los agentes tuvieran al menos una localización real por donde comenzar a buscarlos. Por fortuna ya no tenía que responder, al menos de forma directa al lerdo de Antonius, y esperaba que Omega fuera más avispado que él, aunque eso no era muy difícil.
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Omega observó con cierta desgana al princeps, hurgándose la nariz sin gracia ninguna. Qué tipo más desagradable. Tenía pinta de ser el típico oficial militar con la moral demasiado alta. Su rango era de suboficial, el más bajo de la escala, de hecho. El rango equivalente de Omega era mucho más alto. Si estuviesen en la misma jerarquía, le hubiese cerrado la boca de manera elegante. Dicho eso, no significaba que no fuese a meterle un buen corte. ¿Lo haría? Tampoco era cuestión de empezar la misión con una mala relación con los legionarios. Al fin y al cabo iban a cooperar. Sin embargo, no le había gustado que insinuase que como agencia de inteligencia no habían notado algo evidente. "¿Vas a dejar pasar ese insulto?" No, no iba a hacerlo. A la mierda la cooperación. No necesitaba a un payaso como aquel para arrestar a unos pocos contrabandistas y mantener a salvo a un principito.
- Está visto que eres todo un águila, ¿eh? - dijo con una sonrisa burlona - Dime, ¿cuántos cañones tiene el barco? ¿Su eslora, manga y calado? ¿Cuántas personas guardaban su cubierta? ¿Viste al tirador del balcón de enfrente? ¿Dónde está el piso franco donde se refugia la banda?
El princeps se quedó callado y sorprendido, pálido de la ira. Parecía que no le había gustado nada lo que había dicho, pero no encontraba cómo contestar. Cuando iba a abrir la boca para decir algo, Atsu imitó su actitud anterior, empezando a hablar antes de darle tiempo a contestar.
- Es una carabela con tres cañones por banda en la cubierta superior de veintidós metros de eslora, siete de manga y unos dos de calado. Suele haber al menos tres personas en cubierta vigilando, a veces hay uno o dos más fumando un cigarrillo. El francotirador es una mujer rubia que está en el tercer piso de la posada de enfrente. El piso franco está medio kilómetro al este de Erumalu. Es una granja con aspecto de ruinosa - se levantó y se encaró al princeps - Piénsatelo dos veces antes de cuestionar nuestro trabajo, legionarito. No eres más que un chavalito sin experiencia y con demasiado ego - le dio un par de bofetadas en la mejilla y se giró hacia Ray - Agente Psi, tú y la agente Chi dirigiréis a los legionarios y a este incompetente. Eliminad a la francotiradora y asegurad el barco y su carga.
- ¿Supervivientes, jefe?
Dudó por un instante. Sus dos voces comenzaron a dar argumentos a favor y en contra, gritándose metafóricamente la una a la otra. Omega apretó los labios y dijo:
- No hacen falta. Son criminales. Si hay algo interesante que puedan decir, lo hará su jefe - se giró hacia el príncipe - Soldado, vendrás conmigo a la base. Tienes una zoan mitológica, ¿verdad? Serás más útil en primera línea que con tu culo resguardado en la parte fácil de la operación.
- Está visto que eres todo un águila, ¿eh? - dijo con una sonrisa burlona - Dime, ¿cuántos cañones tiene el barco? ¿Su eslora, manga y calado? ¿Cuántas personas guardaban su cubierta? ¿Viste al tirador del balcón de enfrente? ¿Dónde está el piso franco donde se refugia la banda?
El princeps se quedó callado y sorprendido, pálido de la ira. Parecía que no le había gustado nada lo que había dicho, pero no encontraba cómo contestar. Cuando iba a abrir la boca para decir algo, Atsu imitó su actitud anterior, empezando a hablar antes de darle tiempo a contestar.
- Es una carabela con tres cañones por banda en la cubierta superior de veintidós metros de eslora, siete de manga y unos dos de calado. Suele haber al menos tres personas en cubierta vigilando, a veces hay uno o dos más fumando un cigarrillo. El francotirador es una mujer rubia que está en el tercer piso de la posada de enfrente. El piso franco está medio kilómetro al este de Erumalu. Es una granja con aspecto de ruinosa - se levantó y se encaró al princeps - Piénsatelo dos veces antes de cuestionar nuestro trabajo, legionarito. No eres más que un chavalito sin experiencia y con demasiado ego - le dio un par de bofetadas en la mejilla y se giró hacia Ray - Agente Psi, tú y la agente Chi dirigiréis a los legionarios y a este incompetente. Eliminad a la francotiradora y asegurad el barco y su carga.
- ¿Supervivientes, jefe?
Dudó por un instante. Sus dos voces comenzaron a dar argumentos a favor y en contra, gritándose metafóricamente la una a la otra. Omega apretó los labios y dijo:
- No hacen falta. Son criminales. Si hay algo interesante que puedan decir, lo hará su jefe - se giró hacia el príncipe - Soldado, vendrás conmigo a la base. Tienes una zoan mitológica, ¿verdad? Serás más útil en primera línea que con tu culo resguardado en la parte fácil de la operación.
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Admito que una mala contestación a un superior podía ser de todo menos adecuada. Afortunadamente este no era el caso, ya que nuestro superior había despreciado vilmente al Cp, y eso no era buena idea...como se pudo ver. Por suerte tenía la máscara y mi sonrisa se pudo ver totalmente tapada por ella, pero debía de admitir que me encantó el rapapolvo que había llevado Antonius por su ego. Me gustaba ver como metían la pata, ya que a pesar de que me gustaba el orden y la disciplina, también me gustaba que pusieran a los estúpidos en su sitio,
Suspiré profundamente mientras me llevaba las manos a los bolsillos. Estuve a punto de mediar por el princeps, pero visto que Omega tenía razón, no dije ni una sola palabra. Sin embargo si que tuve que decir algo al reporte del otro agente.
-Debemos ser rápidos entonces- dije sin más antes de mirar a Omega. La idea de que se eliminaran aquellos problemas de golpe me complacía, y mucho, ya que con esas piezas fuera de juego Omega y yo, suponía, podríamos dirigirnos sin demora alguna al piso franco de aquellos criminales. Estuve a punto de decirle si íbamos a por ellos directamente, y fue entonces cuando Omega pidió que le siguiera. Pues parecía que íbamos a ir a la base de aquellos tipos él y yo. ¿Solos? No tenía ni idea, pero seguí las órdenes. Según íbamos caminando para salir aproveché para entablar una pequeña conversación con él.
-Si, así es- le dije en alusión a mi fruta. No le faltaba razón, ya que mi akuma era una de las más poderosas vistas en años, y sin embargo estaba en el cuerpo de un mero soldado, de sangre real, pero soldado. -¿Que necesita que haga Señor? -Le pregunté sin quitar la vita del frente mientras tiraba de la manga de mi guante para ajustármelo bien a la mano, como un cirujano antes de entrar a quirófano. Iba a empezar la fiesta, y eso me hizo recordarle una cosa a Omega.
-Si pudiera ser, necesitamos a los del piso franco vivos, al menos a uno- dije antes de poner la vista hacia atrás en alusión a lo que se había dicho antes, por lo del francotirador y los guardias del barco, los cuales iban a ser eliminados.- Pero imagino que usted lo tiene todo pensado, así que solo toca obedecer- concluí mientras me ajustaba bien las muñecas.
Suspiré profundamente mientras me llevaba las manos a los bolsillos. Estuve a punto de mediar por el princeps, pero visto que Omega tenía razón, no dije ni una sola palabra. Sin embargo si que tuve que decir algo al reporte del otro agente.
-Debemos ser rápidos entonces- dije sin más antes de mirar a Omega. La idea de que se eliminaran aquellos problemas de golpe me complacía, y mucho, ya que con esas piezas fuera de juego Omega y yo, suponía, podríamos dirigirnos sin demora alguna al piso franco de aquellos criminales. Estuve a punto de decirle si íbamos a por ellos directamente, y fue entonces cuando Omega pidió que le siguiera. Pues parecía que íbamos a ir a la base de aquellos tipos él y yo. ¿Solos? No tenía ni idea, pero seguí las órdenes. Según íbamos caminando para salir aproveché para entablar una pequeña conversación con él.
-Si, así es- le dije en alusión a mi fruta. No le faltaba razón, ya que mi akuma era una de las más poderosas vistas en años, y sin embargo estaba en el cuerpo de un mero soldado, de sangre real, pero soldado. -¿Que necesita que haga Señor? -Le pregunté sin quitar la vita del frente mientras tiraba de la manga de mi guante para ajustármelo bien a la mano, como un cirujano antes de entrar a quirófano. Iba a empezar la fiesta, y eso me hizo recordarle una cosa a Omega.
-Si pudiera ser, necesitamos a los del piso franco vivos, al menos a uno- dije antes de poner la vista hacia atrás en alusión a lo que se había dicho antes, por lo del francotirador y los guardias del barco, los cuales iban a ser eliminados.- Pero imagino que usted lo tiene todo pensado, así que solo toca obedecer- concluí mientras me ajustaba bien las muñecas.
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- ¿En serio vas a ir vestido así? En cuanto llevemos veinte minutos bajo el sol del desierto, no serás ni tu sombra. ¿Estás loco? En plena Arabasta vestido de negro con ropa para el frío - suspiró - Vamos a ir a mi piso y te voy a dar ropa apropiada. Es una orden.
Lo último que necesitaba era que al principito le diese una insolación, lo más probable con las ropas que llevaba. No sabía cómo aguantaba con ese calor en la ciudad, pero peor sería cuando estuviesen fuera de Erumalu, dirigiéndose a la granja por un camino totalmente llano y sin sombra. A veces le sorprendía lo estúpidos que podían ser los extranjeros cuando visitaban Arabasta. Salieron de la taberna y le llevó hacia su posada a paso rápido.
- Una vez en el sitio, lo que haremos será limpiarlo. Seguirás mis órdenes y actuarás cuando te lo diga. Tu poder será muy útil, pero tampoco quiero que aplastes de buenas a primeras el edificio - habló en voz baja, y antes de decir lo último se le acercó más y susurró - Y cuidado con el fuego. Creemos que ese sitio tiene armas almacenadas. Si usas llamas sin control, saltará por los aires.
Él mismo había comprobado no hacía demasiado lo letal que podía ser un incendio en un almacén de armas. La explosión en el de industrias Niosis había sido tan potente que había reducido a gravilla todo el complejo y destruido las estructuras más cercanas. No le apetecía que se repitiera allí y arriesgarse a quedarse sin rehén y sin protegido. Una vez llegaron a la posada y estuvieron lejos de oídos indiscretos, se giró hacia él.
- ¿Para qué quieres a uno vivo? Espero que no seas como el inútil de tu princeps y me estés diciendo cómo hacer mi trabajo - dijo, enarcando una ceja - Si te refieres a capturar a uno para interrogarlo, ya entraba en mis planes. Ya dije antes que pretendía capturar a su jefe. Si no pretendiese dejar a ninguno vivo, simplemente me colaría yo solo y pondría una bomba en su almacén.
Le tendió una túnica del desierto y se acercó a la ventana para dejarle intimidad. Pese a todo, no bajó la guardia y apoyó la mano sobre la pared mientras miraba la calle, atento a las vibraciones en el piso. Si le habían dicho que debía escoltar al principito, debía asumir la posibilidad (remota, suponía) de que en algún momento pudiesen aparecer asesinos. Una vez hubiese terminado, se dirigió a la puerta para que ambos saliesen hacia las afueras.
- Vamos a ello, pues. En el piso hay aproximadamente doce personas. Salvo el jefe, sin supervivientes - le enseñó una foto - Esta es la persona a la que buscamos.
Lo último que necesitaba era que al principito le diese una insolación, lo más probable con las ropas que llevaba. No sabía cómo aguantaba con ese calor en la ciudad, pero peor sería cuando estuviesen fuera de Erumalu, dirigiéndose a la granja por un camino totalmente llano y sin sombra. A veces le sorprendía lo estúpidos que podían ser los extranjeros cuando visitaban Arabasta. Salieron de la taberna y le llevó hacia su posada a paso rápido.
- Una vez en el sitio, lo que haremos será limpiarlo. Seguirás mis órdenes y actuarás cuando te lo diga. Tu poder será muy útil, pero tampoco quiero que aplastes de buenas a primeras el edificio - habló en voz baja, y antes de decir lo último se le acercó más y susurró - Y cuidado con el fuego. Creemos que ese sitio tiene armas almacenadas. Si usas llamas sin control, saltará por los aires.
Él mismo había comprobado no hacía demasiado lo letal que podía ser un incendio en un almacén de armas. La explosión en el de industrias Niosis había sido tan potente que había reducido a gravilla todo el complejo y destruido las estructuras más cercanas. No le apetecía que se repitiera allí y arriesgarse a quedarse sin rehén y sin protegido. Una vez llegaron a la posada y estuvieron lejos de oídos indiscretos, se giró hacia él.
- ¿Para qué quieres a uno vivo? Espero que no seas como el inútil de tu princeps y me estés diciendo cómo hacer mi trabajo - dijo, enarcando una ceja - Si te refieres a capturar a uno para interrogarlo, ya entraba en mis planes. Ya dije antes que pretendía capturar a su jefe. Si no pretendiese dejar a ninguno vivo, simplemente me colaría yo solo y pondría una bomba en su almacén.
Le tendió una túnica del desierto y se acercó a la ventana para dejarle intimidad. Pese a todo, no bajó la guardia y apoyó la mano sobre la pared mientras miraba la calle, atento a las vibraciones en el piso. Si le habían dicho que debía escoltar al principito, debía asumir la posibilidad (remota, suponía) de que en algún momento pudiesen aparecer asesinos. Una vez hubiese terminado, se dirigió a la puerta para que ambos saliesen hacia las afueras.
- Vamos a ello, pues. En el piso hay aproximadamente doce personas. Salvo el jefe, sin supervivientes - le enseñó una foto - Esta es la persona a la que buscamos.
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Claramente iba a ir vestido así, o sea, ya sabiendo que iba a Arabasta dudaba que por mi condición el calor pudiera provocarme algún problema, además prefería, si fuera el caso, aguantar a ponerme ropas con las que no me sentía cómodo. Pero entonces recordé algo que me pasaba normalmente. Pues debido a mi tez blancuzca el sol a era un enemigo temible, y ciertamente debía protegerme. Menos mal que en Nanohana el sol no me daba tan de golpe, pero si íbamos a ir a campo abierto, por mucha akuma que tuviera, no me apetecía parecer un langostino a la plancha.
Así que Omega me ordenó que me cambiara, y a pesar de que no me hacía ni pizca de gracia, tuve que hacerlo. No le dije nada a su comentario, es más, solo le miré por unos segundos antes de seguirle hasta el piso donde tenía un atuendo para mi. Tras salir de la taberna mientras caminábamos hacia la posada donde se hospedaba me respondió a mis palabras.
Si, cierto, tener al jefe nos facilitaría mucho las cosas, pero yo lo decía porque dos gallos cacareando es mejor que uno, y se podrían poner a prueba la información de ambos y saber quién miente y quién no, salvo para los planes más complejos, donde solo el jefe tendría acceso a la información. Pero bueno, él tenía mucha más experiencia que yo, y a pesar de su tono de superioridad, no le dije nada hasta que mencionó mi poder cuando estábamos solos. Creo que se estaba equivocando.
- No tenía intención alguna de usar mi poder, Señor, a no ser que fuera estrictamente necesario- dije recalcando un poco más fuerte estas dos últimas palabras.- A veces la prudencia es Dios en batalla.
Entonces subimos al cuarto y allí me entregó la túnica, y aproveché el fajín para ponérmelo a modo de turbante en la cabeza en vez de en la cintura, mucho mejor. Me puse ambas piezas como era obvio, y aprovechando que se había ido hacia la ventana me cambié de arriba abajo, pero dejándome la máscara puesta, al fin y al cabo no iba a salir sin ella. Así que una vez listo y tras Omega, salimos del cuarto. Fue entonces cuando me entregó una foto del jefe de aquella banda, y vaya, el tipo era menos agraciado que yo. Simplemente asentí con la cabeza a las palabras de Omega y le devolví la foto. Doce eran bastantes personas, al menos para combatir en un espacio cerrado, pero si se jugaban bien las cartas, no sería problema, ejército de menor número han puesto en peligro a otros más grandes sabiendo moverse en el momento oportuno.
-Bien, vamos.- concluí mientras iba decidido siguiendo al agente mientras estiraba la manga de los guantes, ya que esta pieza de ropa si la mantuve puesta, ya que a pesar de las nuevas ropas me tapaban entero, las manos quedaban desnudas.
Así que Omega me ordenó que me cambiara, y a pesar de que no me hacía ni pizca de gracia, tuve que hacerlo. No le dije nada a su comentario, es más, solo le miré por unos segundos antes de seguirle hasta el piso donde tenía un atuendo para mi. Tras salir de la taberna mientras caminábamos hacia la posada donde se hospedaba me respondió a mis palabras.
Si, cierto, tener al jefe nos facilitaría mucho las cosas, pero yo lo decía porque dos gallos cacareando es mejor que uno, y se podrían poner a prueba la información de ambos y saber quién miente y quién no, salvo para los planes más complejos, donde solo el jefe tendría acceso a la información. Pero bueno, él tenía mucha más experiencia que yo, y a pesar de su tono de superioridad, no le dije nada hasta que mencionó mi poder cuando estábamos solos. Creo que se estaba equivocando.
- No tenía intención alguna de usar mi poder, Señor, a no ser que fuera estrictamente necesario- dije recalcando un poco más fuerte estas dos últimas palabras.- A veces la prudencia es Dios en batalla.
Entonces subimos al cuarto y allí me entregó la túnica, y aproveché el fajín para ponérmelo a modo de turbante en la cabeza en vez de en la cintura, mucho mejor. Me puse ambas piezas como era obvio, y aprovechando que se había ido hacia la ventana me cambié de arriba abajo, pero dejándome la máscara puesta, al fin y al cabo no iba a salir sin ella. Así que una vez listo y tras Omega, salimos del cuarto. Fue entonces cuando me entregó una foto del jefe de aquella banda, y vaya, el tipo era menos agraciado que yo. Simplemente asentí con la cabeza a las palabras de Omega y le devolví la foto. Doce eran bastantes personas, al menos para combatir en un espacio cerrado, pero si se jugaban bien las cartas, no sería problema, ejército de menor número han puesto en peligro a otros más grandes sabiendo moverse en el momento oportuno.
-Bien, vamos.- concluí mientras iba decidido siguiendo al agente mientras estiraba la manga de los guantes, ya que esta pieza de ropa si la mantuve puesta, ya que a pesar de las nuevas ropas me tapaban entero, las manos quedaban desnudas.
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El fajín a modo de turbante y guantes de cuero con una túnica... sería un príncipe, pero su sentido de la moda era cuestionable. Por otro lado... probablemente se había pasado la vida en palacio con otra gente escogiendo por él lo que iba a llevar, así que tampoco iba a cuestionarle por querer escoger él mismo qué vestir ahora que podía. Bueno, que podía más o menos. Seguía teniendo que llevar el uniforme de la Legión, pero parecía que eso se le daba regular. Dejando aparte las consideraciones sobre vestimenta y etiqueta, salieron a la calle y se dirigieron a la vía principal, directos hacia la salida de la ciudad. Como cabía esperar caía un sol de justicia. Erumalu podía estar al lado del mar, pero seguía siendo Arabasta. El calor era suficiente como para achicharrar a alguien que se pasase demasiado tiempo con la cabeza descubierta en menos de media hora. Incluso los lugareños, habituados al inclemente desierto, evitaban salir sin su túnica y la cabeza cubierta.
Salieron de la ciudad por el oeste y se dirigieron hacia el desierto. Si el calor de antes ya había sido achicharrante, ahora, sin sombras en las que cubrirse y con el sol reflejándose en la arena, aquello era un auténtico infierno. Hasta Atsu se vio obligado a refrescarse echando un trago de su cantimplora. "Me he ablandado. Esto no hubiese sido problema hace años." Cuando trabajaba de guardia de caravana para Yasuf, estaba tan habituado a caminar bajo el sol del mediodía que apenas era consciente de lo duro que era hacerlo. Sin embargo, hacía años que había dejado aquel oficio y que no vivía allí. Era normal que sus costumbres cambiasen. "Debería pedirme un día o dos de servicio cuando esto acabe y visitar a papá."
- ¿Entiendes ahora mi orden? No hubieses durado cinco minutos vestido como ibas. Además, tu ropa gritaba a persona peligrosa por los cuatro costados. Si podemos aproximarnos a la casa sin que abran fuego, mejor - le examinó con ojo crítico - Si nos acercamos haciéndonos pasar por viajeros, no les quedará más remedio que ser discretos. No querrán llamar la atención sobre su escondite. Sin embargo, si nos considerasen una amenaza, tal vez podrían ponerse nerviosos y abrir fuego antes de que podamos siquiera hablar con ellos. Igual deberías destaparte la boca. Así tapado pareces un bandido del desierto.
Su aseveración había sido educada, en realidad. Con aquel fajín por turbante y guantes de cuero con la túnica lo que parecía era un perturbado. "Con este calor, debe tener los dedos como salchichas y el guante sudado." En cualquier caso, no iba a insistir más. Todo lo que quería era acabar esa tarea cuanto antes. "Recuerda, Atsu. Es alguien importante" dijo la voz pragmática. "Sigue interesándote entablar una buena relación. Necesitas contactos." Contuvo un suspiro. Sabía que era cierto. Qué diablos, tenía toda la razón. Aunque le tratasen con guante de seda, probablemente con su akuma no mi si era mínimamente hábil y listo acabaría escalando puestos. Y seguía siendo príncipe de Reikvald.
- Mira, allí está la casa. Ahora la idea es hacernos pasar por viajeros que buscan agua y cobijo. Probablemente nos intentarán despachar rápido y echarnos tras darnos agua, o ni siquiera eso. Eso no es importante. Lo que queremos es acercarnos lo suficiente como para eliminar rápido y silenciosamente a los que salgan a recibirnos, una vez bajen la guardia - le tendió su pistola - Usa la mía, tiene silenciador.
Salieron de la ciudad por el oeste y se dirigieron hacia el desierto. Si el calor de antes ya había sido achicharrante, ahora, sin sombras en las que cubrirse y con el sol reflejándose en la arena, aquello era un auténtico infierno. Hasta Atsu se vio obligado a refrescarse echando un trago de su cantimplora. "Me he ablandado. Esto no hubiese sido problema hace años." Cuando trabajaba de guardia de caravana para Yasuf, estaba tan habituado a caminar bajo el sol del mediodía que apenas era consciente de lo duro que era hacerlo. Sin embargo, hacía años que había dejado aquel oficio y que no vivía allí. Era normal que sus costumbres cambiasen. "Debería pedirme un día o dos de servicio cuando esto acabe y visitar a papá."
- ¿Entiendes ahora mi orden? No hubieses durado cinco minutos vestido como ibas. Además, tu ropa gritaba a persona peligrosa por los cuatro costados. Si podemos aproximarnos a la casa sin que abran fuego, mejor - le examinó con ojo crítico - Si nos acercamos haciéndonos pasar por viajeros, no les quedará más remedio que ser discretos. No querrán llamar la atención sobre su escondite. Sin embargo, si nos considerasen una amenaza, tal vez podrían ponerse nerviosos y abrir fuego antes de que podamos siquiera hablar con ellos. Igual deberías destaparte la boca. Así tapado pareces un bandido del desierto.
Su aseveración había sido educada, en realidad. Con aquel fajín por turbante y guantes de cuero con la túnica lo que parecía era un perturbado. "Con este calor, debe tener los dedos como salchichas y el guante sudado." En cualquier caso, no iba a insistir más. Todo lo que quería era acabar esa tarea cuanto antes. "Recuerda, Atsu. Es alguien importante" dijo la voz pragmática. "Sigue interesándote entablar una buena relación. Necesitas contactos." Contuvo un suspiro. Sabía que era cierto. Qué diablos, tenía toda la razón. Aunque le tratasen con guante de seda, probablemente con su akuma no mi si era mínimamente hábil y listo acabaría escalando puestos. Y seguía siendo príncipe de Reikvald.
- Mira, allí está la casa. Ahora la idea es hacernos pasar por viajeros que buscan agua y cobijo. Probablemente nos intentarán despachar rápido y echarnos tras darnos agua, o ni siquiera eso. Eso no es importante. Lo que queremos es acercarnos lo suficiente como para eliminar rápido y silenciosamente a los que salgan a recibirnos, una vez bajen la guardia - le tendió su pistola - Usa la mía, tiene silenciador.
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Cierto, no habría durado ni cinco minutos bajo aquel maldito sol. Mi piel afortunadamente no iba a sufrir, gracias a la ropa que me había entregado Omega. Por lo menos podía seguir vivo en la medida de lo posible. Igualmente no me encontraba cómodo llevando esos harapos, prefería mi traje de cuero mil veces a esa porquería a la que llamaban ropa. Prácticamente me sentía desnudo con eso puesto. Pero bueno, había que aguantar, pero no podía evitar de dejar de ser un tiquismiquis.
Fue entonces cuando con tono serio y mirando al frente escuché sus palabras, y no dudé en responderle.
-Usted manda Omega, yo sólo obedezco. Dígame lo que hay que hacer y sabe que lo haré.
Fue entonces cuando se pudo ver la casa a lo lejos. En parte me alegré, ya que estábamos a un punto más cerca de acabar con esos desgraciados, y una misión cumplida siempre reportaba grandes beneficios de cara a los jefes. Aún así, Omega tenía razón, y había que andarse con mucho cuidado .Las cosas no iban a ser fáciles y había que andarse con mucho tino. Por otro lado la estrategia de Omega era simple., fácil de entender, ya que se basaba en una rápida ejecución para pillar de imprevisto a los maleantes.
Asentí con la cabeza y cogí el arma que me había entregado. La verdad es que estaba bastante habituado a usar pistolas, sobre todo en Reikvand, así que esperaba poder ejecutar bien el plan de Omega, y quedar bien..y ante todo, no meter la pata.
Fue entonces cuando con tono serio y mirando al frente escuché sus palabras, y no dudé en responderle.
-Usted manda Omega, yo sólo obedezco. Dígame lo que hay que hacer y sabe que lo haré.
Fue entonces cuando se pudo ver la casa a lo lejos. En parte me alegré, ya que estábamos a un punto más cerca de acabar con esos desgraciados, y una misión cumplida siempre reportaba grandes beneficios de cara a los jefes. Aún así, Omega tenía razón, y había que andarse con mucho cuidado .Las cosas no iban a ser fáciles y había que andarse con mucho tino. Por otro lado la estrategia de Omega era simple., fácil de entender, ya que se basaba en una rápida ejecución para pillar de imprevisto a los maleantes.
Asentí con la cabeza y cogí el arma que me había entregado. La verdad es que estaba bastante habituado a usar pistolas, sobre todo en Reikvand, así que esperaba poder ejecutar bien el plan de Omega, y quedar bien..y ante todo, no meter la pata.
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Le molestó mucho que Maximillian hubiese ignorado sus instrucciones. Había intentado ser un poco amable y dárselas sin darle otra orden directa, pero parecía que no funcionaba. Tomaba nota. A partir de ahora cuando necesitase que Maximillian hiciese algo, le daría una orden en lugar de darle opción a elegir. Era un aspecto de la disciplina de la Legión que no le gustaba. Estaban entrenados obedecer órdenes, no a pensar por sí mismos y pensar en la manera más adecuada de afrontar la misión. Si dejabas a un legionario a su aire, probablemente ante la ausencia de órdenes se desmandaría y comenzaría a hacer lo que le apeteciese. Si dejabas a un agente del CP a su aire, seguía cumpliendo con su deber. A un agente podías hacerle una recomendación y sabías que la tomaría en serio. Con aquella gente, en cambio, solo podía trabajarse en base a órdenes directas.
- Sígueme y déjame hablar a mí. Cuando me veas atacar, ataca. No llames la atención. Haz disparos letales antes de que den la alarma. Si llega el momento en que el sigilo deje de ser una opción, ve a matar.
Le pasó discretamente dos cargadores más para la pistola y se acercó a la casa. Ahora tocaba la parte que requería ser ingenioso y discreto. Petó en la puerta y esperó. Apoyó la mano contra la pared y se centró en las vibraciones que sentía. Había movimiento dentro de la cara. Al menos dos personas se aproximaban a la puerta. Un examen con su haki de observación le informó de que eran débiles. Supuso que podría confiar en el principito sería lo bastante listo como para disparar al menos a uno a la cabeza en cuanto él atacase. Así pues, decidió cómo iniciaría el asalto. Lograría que abriesen lo suficiente la puerta como para quedar ambos a la vista y mataría al que estuviera en la puerta con el rokushiki.
- ¿Sí? - dijo una voz desde el otro lado.
- ¡Saludos! Mi nombre es Alí y este es mi compañero Ralph. Me temo que mi amigo está un poco traspuesto por el calor. Nos hemos quedado sin agua, y me preguntaba si podrían darnos un poco.
- La ciudad está a media hora. Seguid el camino - dijo la voz secamente.
- Parece que no me he expresado correctamente. El agua que buscamos es negra y viene en polvo.
Hubo silencio durante un momento. Entonces empezó a escuchar la cerradura y la puerta se abrió. Frente a ellos había un hombre de barba corta negra y calvo. Tras él había un hombre moreno sin pelo en la cabeza que empuñaba un fusil de asalto, listo para la acción pero sin apuntarles.
- Haber empezado por ah...
En el momento en que la puerta estuvo lo bastante abierta, Atsu movió su mano con una velocidad prodigiosa y atravesó en una rápida sucesión la garganta y el pecho del criminal con su dedo índice. Tras eso agarró al hombre por la ropa para que no se desplomase al momento. Le tocaba a Max; si no era rápido disparando, tal vez se encontrarían pronto en problemas.
- Sígueme y déjame hablar a mí. Cuando me veas atacar, ataca. No llames la atención. Haz disparos letales antes de que den la alarma. Si llega el momento en que el sigilo deje de ser una opción, ve a matar.
Le pasó discretamente dos cargadores más para la pistola y se acercó a la casa. Ahora tocaba la parte que requería ser ingenioso y discreto. Petó en la puerta y esperó. Apoyó la mano contra la pared y se centró en las vibraciones que sentía. Había movimiento dentro de la cara. Al menos dos personas se aproximaban a la puerta. Un examen con su haki de observación le informó de que eran débiles. Supuso que podría confiar en el principito sería lo bastante listo como para disparar al menos a uno a la cabeza en cuanto él atacase. Así pues, decidió cómo iniciaría el asalto. Lograría que abriesen lo suficiente la puerta como para quedar ambos a la vista y mataría al que estuviera en la puerta con el rokushiki.
- ¿Sí? - dijo una voz desde el otro lado.
- ¡Saludos! Mi nombre es Alí y este es mi compañero Ralph. Me temo que mi amigo está un poco traspuesto por el calor. Nos hemos quedado sin agua, y me preguntaba si podrían darnos un poco.
- La ciudad está a media hora. Seguid el camino - dijo la voz secamente.
- Parece que no me he expresado correctamente. El agua que buscamos es negra y viene en polvo.
Hubo silencio durante un momento. Entonces empezó a escuchar la cerradura y la puerta se abrió. Frente a ellos había un hombre de barba corta negra y calvo. Tras él había un hombre moreno sin pelo en la cabeza que empuñaba un fusil de asalto, listo para la acción pero sin apuntarles.
- Haber empezado por ah...
En el momento en que la puerta estuvo lo bastante abierta, Atsu movió su mano con una velocidad prodigiosa y atravesó en una rápida sucesión la garganta y el pecho del criminal con su dedo índice. Tras eso agarró al hombre por la ropa para que no se desplomase al momento. Le tocaba a Max; si no era rápido disparando, tal vez se encontrarían pronto en problemas.
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Hay veces que me sentía francamente mal por ser un mandado, pero esto era totalmente necesario. Las cosas debían hacerse siguiendo un orden y yo estaba muy habituado a hacerlas a mi manera. Pero da igual, Omega era quien mandaba en este asunto y yo solamente debía obedecer sus órdenes y llevar a cabo mi cometido. Cogí ambos cargadores que me ofreció, para después seguirle. Fue entonces cuando me lleve la mano suavemente a la mejilla izquierda, tapada por mi atuendo, pues me escocía un poco. Normalmente esa carne estaba más que seca, pero la herida de mi niñez a veces se ponía impertinente, y seamos sinceros, el tabaco no es que fuera algo recomendable para un herida de semejantes características, pero bueno, ante todo hay que ser profesional y olvidarse de estos asuntos tan banales.
Asentí a las palabras de Omega y nos dirigimos hacia aquella puerta, yo detrás de él. Nos atendió un tipo de lo más seco, aunque tampoco me podía esperar a alguien diferente. Cuando Omega le dijo lo del líquido negro y polvoroso el tipo pareció bajar la guardia...y mi madre si bajo la guardia, hasta el punto de que Omega con un rápido movimiento le perforó la garganta. No había tiempo que perder, pues el otro tipo podría reaccionar a esto ( y seguro que lo haría) así que rápidamente apunté a su cabeza en cuanto se asomó con un rápido movimiento de muñeca. Otra cosa no, pero con las pistolas me llevaba bastante bien.
El tiro le dio entre ceja y ceja cayendo al suelo, pero, cogiéndolo de la mano antes de que este tocara el suelo, quedando apoyado por los talones. Lo dejé caer suavemente en el suelo poco a poco, para al igual que Omega, no hacer ruido. Entonces miré al agente como diciéndole "Hecho".
Asentí a las palabras de Omega y nos dirigimos hacia aquella puerta, yo detrás de él. Nos atendió un tipo de lo más seco, aunque tampoco me podía esperar a alguien diferente. Cuando Omega le dijo lo del líquido negro y polvoroso el tipo pareció bajar la guardia...y mi madre si bajo la guardia, hasta el punto de que Omega con un rápido movimiento le perforó la garganta. No había tiempo que perder, pues el otro tipo podría reaccionar a esto ( y seguro que lo haría) así que rápidamente apunté a su cabeza en cuanto se asomó con un rápido movimiento de muñeca. Otra cosa no, pero con las pistolas me llevaba bastante bien.
El tiro le dio entre ceja y ceja cayendo al suelo, pero, cogiéndolo de la mano antes de que este tocara el suelo, quedando apoyado por los talones. Lo dejé caer suavemente en el suelo poco a poco, para al igual que Omega, no hacer ruido. Entonces miré al agente como diciéndole "Hecho".
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Maximilian cumplió su parte con eficacia y eliminó al segundo criminal sin demasiado ruido. Antes de levantarse y corresponder al gesto del príncipe con un asentimiento, Atsu se limpió la mano ensangrentada contra la ropa del hombre al que acababa de matar. Iba a volver a manchársela pronto, pero era preferible hacerlo antes de que se secase la sangre. Tras eliminar a los guardias de la puerta, entraron con cuidado en la guarida. El agente avanzó delante para cubrir a Maximillian en caso de que hubiese alguna amenaza inmediata.
El interior resultó estar lleno de contrabandistas, así que el sigilo pronto dejó de ser una opción. Aunque no eran gente particularmente hábil, asegurarse de que ningún criminal huyese y mantener al príncipe vivo era difícil. El legionario demostró ser hábil y su akuma no mi una gran ventaja, pero seguía siendo un novato en un edificio lleno de enemigos armados hasta los dientes. Ni siquiera podía usar su forma completa en un lugar tan pequeño. Pese a todo y a costa de un par de contusiones y heridas abiertas, Atsu logró mantenerlo intacto y abrirse paso por la base.
- A ese no lo mates - dijo a Max señalando a un hombre calvo, en cuanto bajaron al sótano - Ese es nuestro objetivo.
A golpe de garra y de puño limpiaron el sótano del resto de contrabandistas y sometieron a su líder, Odion. Una vez tuvieron al criminal capturado y esposado, Atsu hizo una llamada para comprobar cómo iban las cosas en el puerto. Salvo por algunas quejas de Ray sobre la manera de trabajar de los legionarios, todo había ido bien. Los enemigos habían sido arrestados y el barco estaba a buen recaudo.
- Dile a ese princeps pomposo que necesito gente y un carro. Hay un montón de armas en esta casa y va a hacer falta manos para mover todo.
Y con eso concluía su trabajo. Aún tenía que hacer el informe, por supuesto, y asegurarse de que el principito volvía sano y entero con los legionarios, pero no creía que se las apañase para ponerse en peligro en el camino de vuelta a la ciudad. Mientras miraba las cajas, de repente su vista se nubló por un momento. El agente sacudió la cabeza, y de repente su actitud pareció cambiar. Se aproximó al legionario y le tendió la mano.
- Buen trabajo, soldado. Creo que hemos empezado con mal pie. Creo que tienes potencial y que podríamos lograr grandes cosas juntos. Dime, ¿estás dispuesto a hacer un trato conmigo?
Atsu sonrió amistosamente al legionario, y por un momento, sus ojos parecieron brillar en rojo.
El interior resultó estar lleno de contrabandistas, así que el sigilo pronto dejó de ser una opción. Aunque no eran gente particularmente hábil, asegurarse de que ningún criminal huyese y mantener al príncipe vivo era difícil. El legionario demostró ser hábil y su akuma no mi una gran ventaja, pero seguía siendo un novato en un edificio lleno de enemigos armados hasta los dientes. Ni siquiera podía usar su forma completa en un lugar tan pequeño. Pese a todo y a costa de un par de contusiones y heridas abiertas, Atsu logró mantenerlo intacto y abrirse paso por la base.
- A ese no lo mates - dijo a Max señalando a un hombre calvo, en cuanto bajaron al sótano - Ese es nuestro objetivo.
A golpe de garra y de puño limpiaron el sótano del resto de contrabandistas y sometieron a su líder, Odion. Una vez tuvieron al criminal capturado y esposado, Atsu hizo una llamada para comprobar cómo iban las cosas en el puerto. Salvo por algunas quejas de Ray sobre la manera de trabajar de los legionarios, todo había ido bien. Los enemigos habían sido arrestados y el barco estaba a buen recaudo.
- Dile a ese princeps pomposo que necesito gente y un carro. Hay un montón de armas en esta casa y va a hacer falta manos para mover todo.
Y con eso concluía su trabajo. Aún tenía que hacer el informe, por supuesto, y asegurarse de que el principito volvía sano y entero con los legionarios, pero no creía que se las apañase para ponerse en peligro en el camino de vuelta a la ciudad. Mientras miraba las cajas, de repente su vista se nubló por un momento. El agente sacudió la cabeza, y de repente su actitud pareció cambiar. Se aproximó al legionario y le tendió la mano.
- Buen trabajo, soldado. Creo que hemos empezado con mal pie. Creo que tienes potencial y que podríamos lograr grandes cosas juntos. Dime, ¿estás dispuesto a hacer un trato conmigo?
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