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Tenía que ver el lado positivo de las cosas, tenía que hacerlo sí o sí. Vale, es posible que me precipitara cuando cogí una balsa cualquiera para salir a la mar, si hubiese tenido más tiempo habría intentado coger un barco en condiciones, por supuesto. Eso y un poco de comida, tampoco fue mi momento más brillante al embarcar sin nada que comer, ¿¡pero quién me iba a decir que las islas están tan separadas las unas de las otras?! Seguramente no fuese muy buena idea, pero estaba tan cansado que no pude evitar tumbarme en la poca madera que tenía disponible para poder descansar y ahorrar energía.
No podía morir aquí… Mirando al cielo, en mitad del mar, sin saber dónde estoy… Bueno, al menos, seguro que si alguien me viese ahora, se reiría por mi torpeza. Ese pensamiento de algún modo me hizo sentir mejor. Sí… Es verdad, no podía rendirme ahora que acababa de empezar mi viaje, vergüenza debería darme solo por haberme tumbado a esperar que algo ocurriese por arte de magia. Tomé aire y solté un grito lleno de determinación, dando un pisotón con tan mala suerte que no controlé su fuerza y creé un agujero en el suelo. Me quedé mirando unos segundos el lío que acababa de provocar. Vale, definitivamente ahora no me podía quedar a la deriva esperando, ¿cómo salir de aquí? Piensa, Yor, piensa… ¡Ah, claro!
Le di un fuerte puñetazo al pequeño mástil de la embarcación, haciendo que se partiese por la mitad. Sin dudar cogí el trozo que se había soltado y cogí todo el aire que pude para prepararme para lo que se me venía encima. Como si mi vida dependiera de ello, y probablemente porque así fuese, empecé a remar con una velocidad y fuerza impresionante, pareciendo que la barca ahora fuese a motor. Tenía que darme prisa y cruzar los dedos pues empezaba a notar cómo cada vez se hundía más y más… Cuando ya pensaba que mi aventura acabaría de sopetón, discerní a lo lejos lo que parecía ser una isla. Con una gran sonrisa en mi rostro y la adrenalina a flor de boca, di un último esfuerzo. ¡Mi primera isla! ¿A quién le importaba una muy posible muerte cuando estaba a punto de pisar territorio desconocido? Desde luego a mí no.
Cuando por fin llegué a la orilla de la playa prácticamente estaba siendo soportado por una única tabla de madera. Me senté en la arena, con la respiración entrecortada por el gran esfuerzo físico, y me quité las botas para sacar todo el agua que se había colado. Que asco… Después de comprobar que seguía de una pieza, sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda y como si de un hechizo mágico se tratara, sentí todo el cansancio que había estado ignorando apoderándose de mi cuerpo.
-Alguien… Comida… Lo que sea…- Estiré el brazo hacia arriba con mis últimas energías, esperando que alguien me pudiese ver.
Seguro que alguien me vería, tenía que ocurrir, no podía haber nadie tan mezquino como para negarle ayuda a un moribundo. Vamos, sería ya muy mala suerte haber caído en una isla deshab- Oh, mierda, que no sea una isla desierta, por favor.
No podía morir aquí… Mirando al cielo, en mitad del mar, sin saber dónde estoy… Bueno, al menos, seguro que si alguien me viese ahora, se reiría por mi torpeza. Ese pensamiento de algún modo me hizo sentir mejor. Sí… Es verdad, no podía rendirme ahora que acababa de empezar mi viaje, vergüenza debería darme solo por haberme tumbado a esperar que algo ocurriese por arte de magia. Tomé aire y solté un grito lleno de determinación, dando un pisotón con tan mala suerte que no controlé su fuerza y creé un agujero en el suelo. Me quedé mirando unos segundos el lío que acababa de provocar. Vale, definitivamente ahora no me podía quedar a la deriva esperando, ¿cómo salir de aquí? Piensa, Yor, piensa… ¡Ah, claro!
Le di un fuerte puñetazo al pequeño mástil de la embarcación, haciendo que se partiese por la mitad. Sin dudar cogí el trozo que se había soltado y cogí todo el aire que pude para prepararme para lo que se me venía encima. Como si mi vida dependiera de ello, y probablemente porque así fuese, empecé a remar con una velocidad y fuerza impresionante, pareciendo que la barca ahora fuese a motor. Tenía que darme prisa y cruzar los dedos pues empezaba a notar cómo cada vez se hundía más y más… Cuando ya pensaba que mi aventura acabaría de sopetón, discerní a lo lejos lo que parecía ser una isla. Con una gran sonrisa en mi rostro y la adrenalina a flor de boca, di un último esfuerzo. ¡Mi primera isla! ¿A quién le importaba una muy posible muerte cuando estaba a punto de pisar territorio desconocido? Desde luego a mí no.
Cuando por fin llegué a la orilla de la playa prácticamente estaba siendo soportado por una única tabla de madera. Me senté en la arena, con la respiración entrecortada por el gran esfuerzo físico, y me quité las botas para sacar todo el agua que se había colado. Que asco… Después de comprobar que seguía de una pieza, sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda y como si de un hechizo mágico se tratara, sentí todo el cansancio que había estado ignorando apoderándose de mi cuerpo.
-Alguien… Comida… Lo que sea…- Estiré el brazo hacia arriba con mis últimas energías, esperando que alguien me pudiese ver.
Seguro que alguien me vería, tenía que ocurrir, no podía haber nadie tan mezquino como para negarle ayuda a un moribundo. Vamos, sería ya muy mala suerte haber caído en una isla deshab- Oh, mierda, que no sea una isla desierta, por favor.
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Me encontraba vigilando el puerto. Bueno, realmente estaba vigilando una playa alejada del puerto principal, bien dentro de la parte de la isla en la que la gente no se atreve a adentrarse. O igual simplemente es que no hay nada de valor. Ahí habían desarrollado un grupo de revolucionarios un pequeño asentamiento, escondido de miradas indiscretas. Esa mañana unos camaradas habían dado el aviso de una patrulla marine acercándose, así que me había colocado en lo alto de un acantilado, que daba a la playa en cuestión, esperando a que llegase la marina. No iban a salir con vida. Sin embargo, la única embarcación que entró a la playa casi no se podía considerar tal. Apenas eran unos tablones de madera demacrados con una persona encima, deshidratada y desnutrida. ¿A quién se le ocurre salir al mar solo y sin comida suficiente para el viaje?. Debía ser un novato, o un fugitivo. Seguramente las dos. Decidí bajar rápidamente al almacén, que estaba apenas un kilometro adentrado en el bosque. No puedo dejar a un náufrago moribundo en medio de un posible campo de batalla. Saqué unos trozos de queso, pan y un botijo con agua. Cuando llegué a la playa, había un único chico, bocabajo en el suelo, al borde de la inconsciencia. Me acerqué al náufrago y le incorporé, con cuidado de no hacer ningún movimiento brusco. Tenía la cara pálida y la expresión cansada, apenas podía abrir los ojos. Una vez me aseguré de que respiraba, y de que no tenía agua en los pulmones, le ofrecí el botijo de agua.
- ¿Cómo se te ocurre salir a navegar con un barco así tú solo?
- ¿Cómo se te ocurre salir a navegar con un barco así tú solo?
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Abrí los ojos cuando escuché una voz, sonriendo de golpe por la enorme alegría que me invadió. Cogí el recipiente de agua y de un trago acabé con su contenido. Ahora que no notaba los labios como arena y tenía mejor la garganta, pude hablarle tranquilamente.
-Sabía que vendrías a salvarme. Bueno, no tú exactamente, pero pensé que seguramente alguien me ayudaría.
Solté una gran carcajada, haciéndole ojitos al queso que traía consigo el chico. Parece ser que me entendió ya que me dejó comer sin problema alguno. Mientras engullía, miré a nuestro alrededor, parecía ser una isla tranquila. Entonces me fijé en las espadas que tenía el desconocido, estirando una mano hacia ellas antes de que me la apartara de un manotazo. Me cogí mi propia mano, frotándola para mitigar el dolor.
-Auch… Que tampoco te las voy a robar, solo quería echarles un vistazo.- En ese mismo momento, una vez ya estaba comido e hidratado, me percaté de la cercanía por lo que de un salto me puse en pie, dando un paso hacia atrás, un tanto nervioso. Para disimular el leve sonrojo por el nerviosismo, puse mis manos en la cintura, en la típica pose de un superhéroe y exclamé.- Soy el capitán Yor D. Krein, ¡muchas gracias por salvarme! ¿Podría saber tu nombre?
No pude evitar emocionarme ahí, era la primera vez que me presentaba ante alguien como un auténtico pirata. Ya no había marcha atrás, todo había quedado grabado en fuego ahora. Parece ser que mi emoción se podía leer muy fácil, ya que el chico me estaba mirando con una cara muy extraña. Tendría que practicar un poco más eso de que no se me lea tan fácil o podría suponer un problema… O quizá no, tampoco era muy importante.
-Sabía que vendrías a salvarme. Bueno, no tú exactamente, pero pensé que seguramente alguien me ayudaría.
Solté una gran carcajada, haciéndole ojitos al queso que traía consigo el chico. Parece ser que me entendió ya que me dejó comer sin problema alguno. Mientras engullía, miré a nuestro alrededor, parecía ser una isla tranquila. Entonces me fijé en las espadas que tenía el desconocido, estirando una mano hacia ellas antes de que me la apartara de un manotazo. Me cogí mi propia mano, frotándola para mitigar el dolor.
-Auch… Que tampoco te las voy a robar, solo quería echarles un vistazo.- En ese mismo momento, una vez ya estaba comido e hidratado, me percaté de la cercanía por lo que de un salto me puse en pie, dando un paso hacia atrás, un tanto nervioso. Para disimular el leve sonrojo por el nerviosismo, puse mis manos en la cintura, en la típica pose de un superhéroe y exclamé.- Soy el capitán Yor D. Krein, ¡muchas gracias por salvarme! ¿Podría saber tu nombre?
No pude evitar emocionarme ahí, era la primera vez que me presentaba ante alguien como un auténtico pirata. Ya no había marcha atrás, todo había quedado grabado en fuego ahora. Parece ser que mi emoción se podía leer muy fácil, ya que el chico me estaba mirando con una cara muy extraña. Tendría que practicar un poco más eso de que no se me lea tan fácil o podría suponer un problema… O quizá no, tampoco era muy importante.
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Me quedé mirando, atónito, ante tal despliegue de… lo que hubiera sido eso. Ese tal Yor, que claramente viajaba solo, pues no se veía a ningún otro miembro de la tripulación, y claramente no sabía lo que estaba haciendo, pues había zarpado en un barco seguramente en mal estado en su momento, que ahora ya no era más que unas tablas que apenas aguantan su propio peso, estaba refiriéndose a sí mismo como capitán.
-¿Capitán? ¿De ese barco de ahí? - Señalé con la cabeza a los tablones de los que se había bajado, astillados, que apenas configuraban media cubierta, y el trozo de mástil que usaba como remo - Tienes suerte de seguir en el mundo de los vivos. - suspiré - En fin, me llamo Jin, encantado de conocerte. Aunque seguramente lo estés tú más.
Me puse en pie de un salto, sacudiéndome la arena de la ropa.
-Sígueme.
Le hice señales para que me acompañara. Si la Marina realmente atacaba por esta zona, como estaba previsto, no me gustaría que hubiera un civil en medio - Deberías tumbarte un rato, debe haber sido un viaje largo. Te llevaré a mi casa a que descanses. Podrás partir cuando te recuperes.
Qué sujeto más extraño. Luce completamente inexperto y, bueno, claramente se lanzó al mar sin ningún tipo de preparación. Sin embargo, esas cicatrices no se consiguen a la ligera…tiene que tener experiencia en combate. Y estaba remando como un loco con un mástil que ha de pesar como mínimo 60 kilos… Ya le interrogaré cuando deje de estar al borde de la muerte. De momento, tengo que sacarlo de la zona de peligro. Comencé a caminar hacia el pueblo donde me asentaba, a unos kilómetros de la playa en la que nos encontramos. Me giré hacia Yor.
-Espero que te quede fuelle para andar un par de kilómetros más.
Sin embargo, como no podía ser de otra manera, el tiempo estaba en mi contra. No habíamos andado ni 10 metros cuando el barco de la Marina apareció en la playa. Podríamos haber salido corriendo. Realmente había tiempo para huir. Pero, en ocasiones, un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer.
-Yor, deberías esconderte en algún lugar. No pareces alguien que caería bien a los marines.
Dicho eso, desenvainé las espadas y me preparé para esprintar hacia el barco
-¿Capitán? ¿De ese barco de ahí? - Señalé con la cabeza a los tablones de los que se había bajado, astillados, que apenas configuraban media cubierta, y el trozo de mástil que usaba como remo - Tienes suerte de seguir en el mundo de los vivos. - suspiré - En fin, me llamo Jin, encantado de conocerte. Aunque seguramente lo estés tú más.
Me puse en pie de un salto, sacudiéndome la arena de la ropa.
-Sígueme.
Le hice señales para que me acompañara. Si la Marina realmente atacaba por esta zona, como estaba previsto, no me gustaría que hubiera un civil en medio - Deberías tumbarte un rato, debe haber sido un viaje largo. Te llevaré a mi casa a que descanses. Podrás partir cuando te recuperes.
Qué sujeto más extraño. Luce completamente inexperto y, bueno, claramente se lanzó al mar sin ningún tipo de preparación. Sin embargo, esas cicatrices no se consiguen a la ligera…tiene que tener experiencia en combate. Y estaba remando como un loco con un mástil que ha de pesar como mínimo 60 kilos… Ya le interrogaré cuando deje de estar al borde de la muerte. De momento, tengo que sacarlo de la zona de peligro. Comencé a caminar hacia el pueblo donde me asentaba, a unos kilómetros de la playa en la que nos encontramos. Me giré hacia Yor.
-Espero que te quede fuelle para andar un par de kilómetros más.
Sin embargo, como no podía ser de otra manera, el tiempo estaba en mi contra. No habíamos andado ni 10 metros cuando el barco de la Marina apareció en la playa. Podríamos haber salido corriendo. Realmente había tiempo para huir. Pero, en ocasiones, un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer.
-Yor, deberías esconderte en algún lugar. No pareces alguien que caería bien a los marines.
Dicho eso, desenvainé las espadas y me preparé para esprintar hacia el barco
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Miré al barco que señaló e hice una clara mueca, quizá hablé demasiado rápido. Me rasqué la mejilla pensando en qué decir.
-Bueno, este ha sido mi primer intento de barco pirata… Bueno, tampoco, pero el caso es que esta vez creía que iba a salir bien. Si lo piensas, realmente me ha salido bien porque he acabado en una isla. Y en el fondo, ¿no sirven para eso los barcos? ¿Para ir de un lado a otro?
Sonreí satisfecho por mi respuesta, yo creo que no estaba nada mal. Observar a Jin era muy curioso, parecía un chico malhumorado, pero había algo que le hacía sentir que podía fiarse de él. ¡Oh! ¡Ya sabía que era lo que hacía que le cayese instintivamente bien! El parche y la cicatriz. No hacía falta haber leído u oído demasiadas historias de piratas para saber que un buen pirata tenía cicatrices de guerra y un buen parche. Ensanché la sonrisa aún más solo ante ese pensamiento, ¡qué suerte había tenido!
-Claro, no te preocupes, ya estoy como nuevo, solo necesitaba un poco de comida y agua para recargar las energías, podría correr una maratón ahora mismo.
Me giré al oír el ruido del barco, parpadeando un par de veces con curiosidad. ¿Qué haría La Legión en un sitio como este? Observé en silencio a Jin, que parecía querer arremeter con furia contra toda la gente que iba en ese barco. No pude evitar reír levemente cuando lo escuché preocuparse por mí, asintiendo para darle la razón. Mmmm… Acababa de llegar a la isla, seguramente si este barco estaba aquí es porque hay un asentamiento suyo o la tienen en el punto de mira, por lo que me convertiría en un objetivo a partir de ahora si me quedo unos días por aquí. Jin parecía comprenderlo y aún así iba directo a la boca del lobo y por sus palabras y reacción, era obvio que no era la primera vez que tenía que hacer frente a una situación así. Suspiré, habiendo decidido ya qué hacer. Tampoco sé por qué tardé tanto en tomar una decisión, creo que es una elección obvia y fácil.
-Tienes toda la razón, seguramente no sea buena idea quedarse aquí.- No pude evitar reír por lo bajo, notando la adrenalina correr por mis venas ante lo que iba a hacer.- ¿Pero cómo podría dormir hoy sabiendo que abandoné a mi salvador a su suerte?
Dicho esto no dudé ni un segundo en comenzar un rápido sprint para llegar al barco, aunque… Mierda, aún no estaba en la orilla por lo que no podía llegar simplemente corriendo o me mojaría. La única solución era saltar. Así que salté. Quizá me pasara un poco con la fuerza ya que acabé incrustado en la madera de la cubierta del barco. Me despegué, quejándome por alguna astilla puñetera y miré a mi alrededor, viendo que los soldados ya me habían rodeado. Bueno, esto iba a ser interesante. De un salto me puse en pie y antes de que pudieran reaccionar hice un barrido con la pierna que tumbó a unos cuantos al desequilibrarlos. Aproveché el hueco que había provocado en su formación para salir de esa jaula y ponerme en posición de ataque. Les guiñé el ojo, provocativo y en cuanto empezaron a venir, fui derribándolos uno a uno a base de fuertes puñetazos que dejaban incapacitados a los que se acercaban. Eran demasiados y parecían no parar de salir de dentro del barco, pero no se preocupó ni por un momento, sabía que Jin pronto llegaría y ya a partir de ahí la cosa sería aún más fácil.
-Bueno, este ha sido mi primer intento de barco pirata… Bueno, tampoco, pero el caso es que esta vez creía que iba a salir bien. Si lo piensas, realmente me ha salido bien porque he acabado en una isla. Y en el fondo, ¿no sirven para eso los barcos? ¿Para ir de un lado a otro?
Sonreí satisfecho por mi respuesta, yo creo que no estaba nada mal. Observar a Jin era muy curioso, parecía un chico malhumorado, pero había algo que le hacía sentir que podía fiarse de él. ¡Oh! ¡Ya sabía que era lo que hacía que le cayese instintivamente bien! El parche y la cicatriz. No hacía falta haber leído u oído demasiadas historias de piratas para saber que un buen pirata tenía cicatrices de guerra y un buen parche. Ensanché la sonrisa aún más solo ante ese pensamiento, ¡qué suerte había tenido!
-Claro, no te preocupes, ya estoy como nuevo, solo necesitaba un poco de comida y agua para recargar las energías, podría correr una maratón ahora mismo.
Me giré al oír el ruido del barco, parpadeando un par de veces con curiosidad. ¿Qué haría La Legión en un sitio como este? Observé en silencio a Jin, que parecía querer arremeter con furia contra toda la gente que iba en ese barco. No pude evitar reír levemente cuando lo escuché preocuparse por mí, asintiendo para darle la razón. Mmmm… Acababa de llegar a la isla, seguramente si este barco estaba aquí es porque hay un asentamiento suyo o la tienen en el punto de mira, por lo que me convertiría en un objetivo a partir de ahora si me quedo unos días por aquí. Jin parecía comprenderlo y aún así iba directo a la boca del lobo y por sus palabras y reacción, era obvio que no era la primera vez que tenía que hacer frente a una situación así. Suspiré, habiendo decidido ya qué hacer. Tampoco sé por qué tardé tanto en tomar una decisión, creo que es una elección obvia y fácil.
-Tienes toda la razón, seguramente no sea buena idea quedarse aquí.- No pude evitar reír por lo bajo, notando la adrenalina correr por mis venas ante lo que iba a hacer.- ¿Pero cómo podría dormir hoy sabiendo que abandoné a mi salvador a su suerte?
Dicho esto no dudé ni un segundo en comenzar un rápido sprint para llegar al barco, aunque… Mierda, aún no estaba en la orilla por lo que no podía llegar simplemente corriendo o me mojaría. La única solución era saltar. Así que salté. Quizá me pasara un poco con la fuerza ya que acabé incrustado en la madera de la cubierta del barco. Me despegué, quejándome por alguna astilla puñetera y miré a mi alrededor, viendo que los soldados ya me habían rodeado. Bueno, esto iba a ser interesante. De un salto me puse en pie y antes de que pudieran reaccionar hice un barrido con la pierna que tumbó a unos cuantos al desequilibrarlos. Aproveché el hueco que había provocado en su formación para salir de esa jaula y ponerme en posición de ataque. Les guiñé el ojo, provocativo y en cuanto empezaron a venir, fui derribándolos uno a uno a base de fuertes puñetazos que dejaban incapacitados a los que se acercaban. Eran demasiados y parecían no parar de salir de dentro del barco, pero no se preocupó ni por un momento, sabía que Jin pronto llegaría y ya a partir de ahí la cosa sería aún más fácil.
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-Preferiría que no interfir…- No pude ni terminar la frase, y Yor ya había salido corriendo de cabeza hacia el barco- ¿Este tío de qué va?
Cuando me quise dar cuenta, Yor estaba saltando al barco. Un momento. ¿Acababa Yor de saltar 8 metros enteros hacia arriba? Definitivamente no era un muchacho esmirriado. No tuve mucho más tiempo para pensar así que, de un solo sprint, me planté debajo del barco, al que tardé aún menos en subir. Nada más subir, lo primero que noté fue varios cuerpos de legionarios en el suelo, que Yor había noqueado.
-Ya veo que el que no interfieras no es una opción. Me tendré que contentar con que no molestes.
Me dí la vuelta justo a tiempo para rebanar la cabeza de dos marines que se acercaban por detrás de mí.
-Sigo sin entender exactamente qué buscáis en esta isla. - Me dirigí al capitán del barco, estuviera donde estuviese - Podríais dejar de enviar barcos a suicidarse. ¿No os dais cuenta de que no podéis ganar? Esta zona es revolucionaria, daos cuenta de una vez.
Al no obtener respuesta, me dispuse a limpiar la cubierta de legionarios, que claramente no eran de muy alto rango. A esta isla solo envían a mindundis. Supongo que seguirán pensando que aquí no ocurre nada nunca. A pesar de que cada 6 o 7 meses destruimos un par de sus barcos. Bueno, mejor que siga así.
-Parece que te sabes defender, Yor. Al menos mejor de lo que navegas. Seguramente haya más en el almacén - Señalé a la puerta que llevaba al nivel inferior del barco.
Acto seguido la abrí y entré de un salto, sin esperar a que me siguiera. Dentro había unos 4 hombres, nada con lo que no hubiera lidiado antes. Suspiré y me eché a la carrera. A pesar de que estaban alerta, no tuvieron oportunidad. Uno de ellos, bastante más grande que el resto, sin embargo, consiguió parar mi ataque. Alzó su estoque justo a tiempo para poder darme un tajo en el pecho
-Auch… eso no ha sido tu movimiento más afortunado…
Había abierto un hueco clarísimo en su defensa, ventaja que aproveché para hacerle un barrido con las piernas y derribarlo. Lo siguiente que vio fue una de mis katanas atravesándole el cuello. Cuando me aseguré de que no había nadie más en el almacén, volví a salir a cubierta
-Solo queda una cosa por hacer- dije, mientras salía a cubierta
Escalé el mástil y arranqué la bandera de la marina
-Ya no van a necesitar esto más. Vamos, sígueme.
Cuando me quise dar cuenta, Yor estaba saltando al barco. Un momento. ¿Acababa Yor de saltar 8 metros enteros hacia arriba? Definitivamente no era un muchacho esmirriado. No tuve mucho más tiempo para pensar así que, de un solo sprint, me planté debajo del barco, al que tardé aún menos en subir. Nada más subir, lo primero que noté fue varios cuerpos de legionarios en el suelo, que Yor había noqueado.
-Ya veo que el que no interfieras no es una opción. Me tendré que contentar con que no molestes.
Me dí la vuelta justo a tiempo para rebanar la cabeza de dos marines que se acercaban por detrás de mí.
-Sigo sin entender exactamente qué buscáis en esta isla. - Me dirigí al capitán del barco, estuviera donde estuviese - Podríais dejar de enviar barcos a suicidarse. ¿No os dais cuenta de que no podéis ganar? Esta zona es revolucionaria, daos cuenta de una vez.
Al no obtener respuesta, me dispuse a limpiar la cubierta de legionarios, que claramente no eran de muy alto rango. A esta isla solo envían a mindundis. Supongo que seguirán pensando que aquí no ocurre nada nunca. A pesar de que cada 6 o 7 meses destruimos un par de sus barcos. Bueno, mejor que siga así.
-Parece que te sabes defender, Yor. Al menos mejor de lo que navegas. Seguramente haya más en el almacén - Señalé a la puerta que llevaba al nivel inferior del barco.
Acto seguido la abrí y entré de un salto, sin esperar a que me siguiera. Dentro había unos 4 hombres, nada con lo que no hubiera lidiado antes. Suspiré y me eché a la carrera. A pesar de que estaban alerta, no tuvieron oportunidad. Uno de ellos, bastante más grande que el resto, sin embargo, consiguió parar mi ataque. Alzó su estoque justo a tiempo para poder darme un tajo en el pecho
-Auch… eso no ha sido tu movimiento más afortunado…
Había abierto un hueco clarísimo en su defensa, ventaja que aproveché para hacerle un barrido con las piernas y derribarlo. Lo siguiente que vio fue una de mis katanas atravesándole el cuello. Cuando me aseguré de que no había nadie más en el almacén, volví a salir a cubierta
-Solo queda una cosa por hacer- dije, mientras salía a cubierta
Escalé el mástil y arranqué la bandera de la marina
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Le sonreí al espadachín en cuanto vi que subió y le enseñé un pulgar hacia arriba. Esto era pan comido, no era la primera vez ni mucho menos que peleaba y podía decir con certeza absoluta que había visto a adolescentes pelear mejor que algunos de estos debiluchos.
-¡Ey! Encima que te estoy ayudando, podrías ser más ama- Me tuve que callar de golpe para esquivar un golpe traicionero.- ¡Oye! ¡Que estaba hablando!
Seguí peleando, asegurándome de que no molestaran demasiado a Jin, era rápido, pero si todos se abalanzaban encima de él a la vez, seguro que tendría un problema a la hora de zafarse de un agarre así. A pesar de que acababa de conocerlo, no me fue muy difícil seguir sus patrones de movimiento, empezando a pelear rápidamente en pos suya y no solamente a su lado. Si el saltaba para poder hacer un ataque amplio con sus espadas, yo con velocidad me deslizaba por debajo de él para derribar a los pobres ilusos que pensaban que podrían aprovechar la apertura por la espalda para atacar. Esto era diferente a cuando peleaba yo solo, aquí tenía a un compañero hábil en quien confiar y por primera vez en mucho tiempo se estaba divirtiendo con algo así. Me apoyé en una de las paredes, mirando cómo hacía su discurso y no pude evitar sonreír divertido, sin duda este chico tenía muy malas pulgas. Me asomé por la escotilla para ver qué hacía ya que sabía que lo tenía todo controlado. Una vez ya terminó de coger la bandera y empezamos a caminar de nuevo por la playa, puso las manos detrás de la nuca conforme caminaba, acomodándome un poco ahora que habíamos terminado de pelear.
-¿Por qué estás tan enfadado con La Legión? No he podido evitar darme cuenta de que había un poco de… Rabia.- Me encogí de hombros sin darle mucha importancia a lo que habían hecho.- Yo, bueno, tarde o temprano iba a enemistarme con esta gente, y al final ha sido más pronto que tarde.
Quizá tampoco tendría que preocuparme demasiado, realmente no habíamos dejado a mucha gente como testigo y… De pronto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me había acordado de las muertes de alguno de los soldados. Hice una mueca para nada disimulada, mirando de nuevo al espadachín. Estuve a punto de hablar, pero negué con la cabeza para espabilarme. La gente muere, no es nada nuevo, no puedo esperar que todo el mundo acabe vivo y reformado y tampoco soy quien para quejarme de cómo actúa alguien en su lucha personal.
-¡Ey! Encima que te estoy ayudando, podrías ser más ama- Me tuve que callar de golpe para esquivar un golpe traicionero.- ¡Oye! ¡Que estaba hablando!
Seguí peleando, asegurándome de que no molestaran demasiado a Jin, era rápido, pero si todos se abalanzaban encima de él a la vez, seguro que tendría un problema a la hora de zafarse de un agarre así. A pesar de que acababa de conocerlo, no me fue muy difícil seguir sus patrones de movimiento, empezando a pelear rápidamente en pos suya y no solamente a su lado. Si el saltaba para poder hacer un ataque amplio con sus espadas, yo con velocidad me deslizaba por debajo de él para derribar a los pobres ilusos que pensaban que podrían aprovechar la apertura por la espalda para atacar. Esto era diferente a cuando peleaba yo solo, aquí tenía a un compañero hábil en quien confiar y por primera vez en mucho tiempo se estaba divirtiendo con algo así. Me apoyé en una de las paredes, mirando cómo hacía su discurso y no pude evitar sonreír divertido, sin duda este chico tenía muy malas pulgas. Me asomé por la escotilla para ver qué hacía ya que sabía que lo tenía todo controlado. Una vez ya terminó de coger la bandera y empezamos a caminar de nuevo por la playa, puso las manos detrás de la nuca conforme caminaba, acomodándome un poco ahora que habíamos terminado de pelear.
-¿Por qué estás tan enfadado con La Legión? No he podido evitar darme cuenta de que había un poco de… Rabia.- Me encogí de hombros sin darle mucha importancia a lo que habían hecho.- Yo, bueno, tarde o temprano iba a enemistarme con esta gente, y al final ha sido más pronto que tarde.
Quizá tampoco tendría que preocuparme demasiado, realmente no habíamos dejado a mucha gente como testigo y… De pronto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me había acordado de las muertes de alguno de los soldados. Hice una mueca para nada disimulada, mirando de nuevo al espadachín. Estuve a punto de hablar, pero negué con la cabeza para espabilarme. La gente muere, no es nada nuevo, no puedo esperar que todo el mundo acabe vivo y reformado y tampoco soy quien para quejarme de cómo actúa alguien en su lucha personal.
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Nos pusimos a andar de vuelta al pueblo. Más concretamente, pusimos rumbo a mi casa, una cabaña alejada de ambos núcleos de población de la isla, oculta a miradas indiscretas. No podíamos ir al pueblo manchados de sangre, sobre todo teniendo en cuenta que hay un cuartel marine a escasos kilómetros del pueblo. Me coloqué a la derecha de Yor, intentando no tambalearme por el tajo que había recibido en el pecho. No era grave, pero habría que curarla. Yor parecía un chico agradable y, seguramente, hablador hasta el hartazgo. Por desgracia. Respondí a su pregunta intentando que no se me notara el dolor en la voz. Ninguno de ellos.
-Tengo la certeza de que odiar a la Marina es el estado normal de la gente. La pregunta que deberías hacerte es por qué hay gente que no los odia. Dicen que son defensores de “la ley” pero lo único que hacen es aterrar a su población civil. Y ellos ni siquiera son los peores. - Me forcé a no seguir hablando, el chaval no se merece que le cuente todo el discursillo propagandístico. Al fin y al cabo, tampoco es como que forme parte de las filas revolucionarias. Simplemente tenemos un objetivo común. Metí la mano en el bolsillo derecho y saqué un cigarrillo y una cerilla, que encendí con la suela del zapato - Y tienes razón, si vas a ser pirata, te ibas a enemistar con ellos tarde o temprano. Sin embargo, no esperes ninguna recompensa por tí a causa de esto. No queda nadie que pueda avisar al cuartel general.
Al pronunciar estas últimas palabras, Yor adoptó un semblante tembloroso. Seguramente sea la primera vez que mate a alguien.
-Hey, chaval. Espero que no te haya acobardado un poco de sangre. - Intenté decirlo con el tono más amable que soy capaz de poner - Al fin y al cabo esto es el pan de cada día. Firmaron para eso, y sabían sus consecuencias. No se puede decir que no fueran avisados - Le puse una mano en el hombro, tratando de calmarle.- Intenta no darle muchas vueltas.
Pude sentir como su cuerpo se relajaba, aunque claramente seguía tenso.
-Por cierto, peleas bien. Eres la primera persona en mucho tiempo que no es una molestia en combate. ¿Dónde aprendiste a pelear? - señalé con el cigarro a la cicatriz - Se ve que tienes experiencia.
-Tengo la certeza de que odiar a la Marina es el estado normal de la gente. La pregunta que deberías hacerte es por qué hay gente que no los odia. Dicen que son defensores de “la ley” pero lo único que hacen es aterrar a su población civil. Y ellos ni siquiera son los peores. - Me forcé a no seguir hablando, el chaval no se merece que le cuente todo el discursillo propagandístico. Al fin y al cabo, tampoco es como que forme parte de las filas revolucionarias. Simplemente tenemos un objetivo común. Metí la mano en el bolsillo derecho y saqué un cigarrillo y una cerilla, que encendí con la suela del zapato - Y tienes razón, si vas a ser pirata, te ibas a enemistar con ellos tarde o temprano. Sin embargo, no esperes ninguna recompensa por tí a causa de esto. No queda nadie que pueda avisar al cuartel general.
Al pronunciar estas últimas palabras, Yor adoptó un semblante tembloroso. Seguramente sea la primera vez que mate a alguien.
-Hey, chaval. Espero que no te haya acobardado un poco de sangre. - Intenté decirlo con el tono más amable que soy capaz de poner - Al fin y al cabo esto es el pan de cada día. Firmaron para eso, y sabían sus consecuencias. No se puede decir que no fueran avisados - Le puse una mano en el hombro, tratando de calmarle.- Intenta no darle muchas vueltas.
Pude sentir como su cuerpo se relajaba, aunque claramente seguía tenso.
-Por cierto, peleas bien. Eres la primera persona en mucho tiempo que no es una molestia en combate. ¿Dónde aprendiste a pelear? - señalé con el cigarro a la cicatriz - Se ve que tienes experiencia.
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Una certeza… Entiendo su odio, es fácil ver lo que ha hecho la Marina a lo largo de su existencia y comprender que han hecho más mal que bien. Siempre había sentido mucha lástima por ellos. Formar parte de una organización así implicaba abandonar tu libertad por una cadena de mando y eso es algo que jamás podría hacer, ni de arriba abajo, ni de abajo arriba. Asentí finalmente a sus palabras, por mucho que no todos puedan ser iguales en la Marina, eligen cada día formar parte de un grupo corrupto así que si inactividad es igual de culpable que las malas acciones de los demás. Al fin y al cabo, no elegir también es una elección. Salí de mi ensoñación cuando noté la mano en mi hombro, observándolo con los ojos un tanto abiertos. Sonreí tímidamente y negué con la cabeza.
-No es la primera vez que quito una vida, por eso precisamente he reaccionado así. Lo odio, pero sé que no puedo arreglar el mundo a base de sonrisas y bonitas palabras así que no me importa sacrificar esa parte de mi si con eso arreglo el mundo. Para eso me hice pirata, para buscar y dar libertad. Solo respondemos ante nuestros sueños, nuestra justicia y nuestros amigos…
Habría seguido hablando, pero su pregunta me tomó por sorpresa, trayendo ya de paso algunos recuerdos que habría preferido no tener. Dudé si responder o evitarla pregunta, pero… No, no tiene sentido esconder algo así. Esa ha sido mi vida y no debería tratar de ocultarla o la tendré atada al tobillo como un ancla durante toda mi vida. Respiré profundamente y sonreí, todo me resultaba más fácil con una sonrisa.
-Mis padres me enviaban a peleas clandestinas desde que era pequeño así que hasta que me escapé tuve que aprender a luchar y sobrevivir.- Me encogí de hombros, notando que realmente, si lo veía así, era algo bastante simple. Además, ni siquiera era yo en realidad.- Por eso busco crear un mundo libre, no quiero que nadie sufra la opresión que yo sufrí o la que sufres tú con estos marinos.- Volví a mirarlo, confirmando lo que había notado desde que habíamos dejado el combate.- Un mundo en el que no sientas que tienes que ser fuerte y sufrir por tu cuenta el dolor de una herida, es decir, ¿si algo te molesta o te duele, por qué no gritarlo a los cuatro vientos? La vida es muy corta para pasarla con miedo a las represalias de ser sincero.
No pude evitar soltar una carcajada, la cara de Jin desde luego era muy graciosa, seguramente pensara que estaba loco o que me había dado un buen golpe de camino a esta isla. No importaba, no lo culpaba. Lo que habíamos hecho esta mañana no lo olvidaría nunca, era la primera vez que combatía con alguien de esa manera y por un momento me había olvidado de mi soledad.
-Obviamente no creo que pueda hacer esto solo, así que estoy intentando reclutar compañeros y conseguir un buen barco, aunque como has visto no he tenido mucho éxito… Si tan solo conociese a alguien fuerte y amable…- Conforme terminé la oración, me giré lentamente hacia Jin, notando cómo se me iluminaba la cara. Cogí las manos del mayor y lo sacudí un poco.- ¡Únete a mi tripulación! ¡Podemos surcar los mares para hacer un mundo como el que soñamos! ¿Acaso no lo ves? ¡Juntos podríamos hacer un cambio y estoy seguro que el resto de la tripulación y el barco los conseguiremos en menos de lo que canta un gallo! Además, lo que hacías con la espada era increíble, era algo como ¡Foosh! ¡Bwuam! ¡Swash! ¿Entiendes?
Cuando me percaté de que seguía teniéndolo sujetado, me aparté un tanto sonrojado al haberme dejado llevar, ¡pero es que tenía razón! Lo sentía en el corazón y en las tripas, este espadachín debía pertenecer a mi banda y no podía haber más discusión.
-No es la primera vez que quito una vida, por eso precisamente he reaccionado así. Lo odio, pero sé que no puedo arreglar el mundo a base de sonrisas y bonitas palabras así que no me importa sacrificar esa parte de mi si con eso arreglo el mundo. Para eso me hice pirata, para buscar y dar libertad. Solo respondemos ante nuestros sueños, nuestra justicia y nuestros amigos…
Habría seguido hablando, pero su pregunta me tomó por sorpresa, trayendo ya de paso algunos recuerdos que habría preferido no tener. Dudé si responder o evitarla pregunta, pero… No, no tiene sentido esconder algo así. Esa ha sido mi vida y no debería tratar de ocultarla o la tendré atada al tobillo como un ancla durante toda mi vida. Respiré profundamente y sonreí, todo me resultaba más fácil con una sonrisa.
-Mis padres me enviaban a peleas clandestinas desde que era pequeño así que hasta que me escapé tuve que aprender a luchar y sobrevivir.- Me encogí de hombros, notando que realmente, si lo veía así, era algo bastante simple. Además, ni siquiera era yo en realidad.- Por eso busco crear un mundo libre, no quiero que nadie sufra la opresión que yo sufrí o la que sufres tú con estos marinos.- Volví a mirarlo, confirmando lo que había notado desde que habíamos dejado el combate.- Un mundo en el que no sientas que tienes que ser fuerte y sufrir por tu cuenta el dolor de una herida, es decir, ¿si algo te molesta o te duele, por qué no gritarlo a los cuatro vientos? La vida es muy corta para pasarla con miedo a las represalias de ser sincero.
No pude evitar soltar una carcajada, la cara de Jin desde luego era muy graciosa, seguramente pensara que estaba loco o que me había dado un buen golpe de camino a esta isla. No importaba, no lo culpaba. Lo que habíamos hecho esta mañana no lo olvidaría nunca, era la primera vez que combatía con alguien de esa manera y por un momento me había olvidado de mi soledad.
-Obviamente no creo que pueda hacer esto solo, así que estoy intentando reclutar compañeros y conseguir un buen barco, aunque como has visto no he tenido mucho éxito… Si tan solo conociese a alguien fuerte y amable…- Conforme terminé la oración, me giré lentamente hacia Jin, notando cómo se me iluminaba la cara. Cogí las manos del mayor y lo sacudí un poco.- ¡Únete a mi tripulación! ¡Podemos surcar los mares para hacer un mundo como el que soñamos! ¿Acaso no lo ves? ¡Juntos podríamos hacer un cambio y estoy seguro que el resto de la tripulación y el barco los conseguiremos en menos de lo que canta un gallo! Además, lo que hacías con la espada era increíble, era algo como ¡Foosh! ¡Bwuam! ¡Swash! ¿Entiendes?
Cuando me percaté de que seguía teniéndolo sujetado, me aparté un tanto sonrojado al haberme dejado llevar, ¡pero es que tenía razón! Lo sentía en el corazón y en las tripas, este espadachín debía pertenecer a mi banda y no podía haber más discusión.
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Su respuesta me tomó muy de sorpresa, por lo pálido que era había asumido que era algún tipo de noble exiliado que no tenía mucha idea de nada. Con esta información, de repente me cuadraban los pocos datos que tenía de él. Su palidez, seguramente le hubieran tenido encerrado toda su vida. Si no, habría escapado antes. Por qué es tan bueno peleando, al fin y al cabo, no está muerto. El hecho de que no tuviera mucha idea de nada. Joder, tuvo que pasarlas muy mal en su juventud… y qué podría tener, ¿20 años? No parece mucho más mayor
-Lo siento mucho, realmente nadie debería pasar por eso… tus padres eran unos hijos de puta.
Intenté que no saliera enfado en mi voz, al fin y al cabo, no es mi lucha y no debería implicarme. Además, genuinamente no parece importarle demasiado. Cuando mencionó la herida que claramente estaba abierta y sangrante en mi pecho, tomé una larga calada al cigarro
-Solo yo puedo llevar mi dolor. Es una lección que aprendí hace tiempo. No puedo simplemente esperar que al resto de gente le importe lo que me pase. Y, francamente, mejor así. - tosí un poco, una tos seca - No necesito que la gente se vaya preocupando por mí.
Intenté no perderme en mis pensamientos mientras Yor desvariaba. Efectivamente, tenía razón, le gustaba hablar como si se fuera a quedar mudo mañana. De repente, sentí cómo me agarraba del brazo.
“- Únete a mi tripulación! ¡Podemos surcar los mares para hacer un mundo como el que soñamos!”
¿Que me hiciera pirata? Sin duda está loco. ¿Hacer un cambio? Realmente Yor no conoce el mundo real. Se piensa que se puede hacer un cambio así como así. Necesitamos un barco también. ¿De dónde vamos a sacar un barco? ¿De dónde vamos a sacar la gente? No podemos hacer una tripulación pirata solo con dos personas. No duraríamos ni una semana en el mar. Conozco a los habitantes de esta isla, son unos tibios. No hay nadie ni en el mismo código postal de querer ser un pirata. Y además, nos enemistaríamos inmediatamente con el Gobierno. Que, per se, no está nada mal. Pero seguimos siendo dos personas. Todo esto era claramente una mala idea. Sin embargo, hay algo en Yor que me hace confiar en él. Quizás es su idealismo naif, quizás es su exceso absoluto de confianza, no lo sé. Pero algo me dice que he de confiar en él. Además, tiene razón en algo. Si quiero poder hacer algo contra el gobierno, necesito poder salir de esta mierda de isla. Yor seguramente convencerá a más gente por el camino.
-Hipotéticamente, si fuera unirme a tu tripulación, ¿de dónde sacamos el barco?
Miré hacia el barco de la Marina, abandonado en la playa. Hmm. Seguramente no sería una idea demasiado brillante. Por otro lado, si quitáramos los símbolos de la marina, y le diéramos un toque de pintura... Pegué otra calada más al cigarro
-¿No conocerás, por casualidad, a un carpintero que además de carpintero sea extremadamente anti-gobierno? Igual te soluciona lo del barco.
Hice una pausa, para darle dramatismo, y para poder respirar. Si que es verdad que me duele el tajo.
-En fin, solo tengo una condición para unirme a tu tripulación. - Otra calada - Que seas el mejor.
-Lo siento mucho, realmente nadie debería pasar por eso… tus padres eran unos hijos de puta.
Intenté que no saliera enfado en mi voz, al fin y al cabo, no es mi lucha y no debería implicarme. Además, genuinamente no parece importarle demasiado. Cuando mencionó la herida que claramente estaba abierta y sangrante en mi pecho, tomé una larga calada al cigarro
-Solo yo puedo llevar mi dolor. Es una lección que aprendí hace tiempo. No puedo simplemente esperar que al resto de gente le importe lo que me pase. Y, francamente, mejor así. - tosí un poco, una tos seca - No necesito que la gente se vaya preocupando por mí.
Intenté no perderme en mis pensamientos mientras Yor desvariaba. Efectivamente, tenía razón, le gustaba hablar como si se fuera a quedar mudo mañana. De repente, sentí cómo me agarraba del brazo.
“- Únete a mi tripulación! ¡Podemos surcar los mares para hacer un mundo como el que soñamos!”
¿Que me hiciera pirata? Sin duda está loco. ¿Hacer un cambio? Realmente Yor no conoce el mundo real. Se piensa que se puede hacer un cambio así como así. Necesitamos un barco también. ¿De dónde vamos a sacar un barco? ¿De dónde vamos a sacar la gente? No podemos hacer una tripulación pirata solo con dos personas. No duraríamos ni una semana en el mar. Conozco a los habitantes de esta isla, son unos tibios. No hay nadie ni en el mismo código postal de querer ser un pirata. Y además, nos enemistaríamos inmediatamente con el Gobierno. Que, per se, no está nada mal. Pero seguimos siendo dos personas. Todo esto era claramente una mala idea. Sin embargo, hay algo en Yor que me hace confiar en él. Quizás es su idealismo naif, quizás es su exceso absoluto de confianza, no lo sé. Pero algo me dice que he de confiar en él. Además, tiene razón en algo. Si quiero poder hacer algo contra el gobierno, necesito poder salir de esta mierda de isla. Yor seguramente convencerá a más gente por el camino.
-Hipotéticamente, si fuera unirme a tu tripulación, ¿de dónde sacamos el barco?
Miré hacia el barco de la Marina, abandonado en la playa. Hmm. Seguramente no sería una idea demasiado brillante. Por otro lado, si quitáramos los símbolos de la marina, y le diéramos un toque de pintura... Pegué otra calada más al cigarro
-¿No conocerás, por casualidad, a un carpintero que además de carpintero sea extremadamente anti-gobierno? Igual te soluciona lo del barco.
Hice una pausa, para darle dramatismo, y para poder respirar. Si que es verdad que me duele el tajo.
-En fin, solo tengo una condición para unirme a tu tripulación. - Otra calada - Que seas el mejor.
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-Sí, supongo que sí que lo eran, pero eso ya da igual, no tiene nada que ver conmigo.- Seguí escuchándolo, no pudiendo evitar soltar una carcajada por sus palabras.- Eso es lo más estúpido que he oído nunca, Jin. Es decir, si estuviéramos hechos para guardar todo lo que sentimos bien dentro de nosotros, ¿por qué existen otras personas? Solo creo que estás un poco amargado.- Solté con cierta sorna al final.
Sonreí divertido al ver las reacciones del mayor, era tan divertido ver a alguien así. Pareciera que le estaba pidiendo la cosa más disparatada de todas cuando lo único que le había dicho es que me ayudase a cambiar el mundo. Miré también al barco, entendiendo lo que se le había pasado por la cabeza, de hecho, no era una mala idea para nada. Solo habría que echarle una mano de pintura, cambiar un poco la composición de la estructura para que no fuese la típica de un barco marine… Así ya tendría un buen barco con el que empezar. Cuando escuché su petición, sentí mi corazón latir muy fuerte, asintiendo a pesar del sonrojo y saqué como pude el libro que llevaba protegido en un zurrón. Busqué entre las páginas el fragmento que quería, no me costó mucho ya que prácticamente me lo sabía de memoria. Una vez lo tuve a mano, le extendí el libro a Jin, sin soltarlo.
-Bueno, eso era obvio, claro que voy a ser el mejor. Un chico muy sabio y más joven que nosotros ya lo dijo una vez: el Rey de los Piratas es aquel con más libertad en todos los mares. Si lo que quiero es enseñarle al mundo lo que es la libertad, tendría que ser el Rey de los Piratas, por pura lógica, ¿no? Me convertiré en el mejor, veremos el mundo desde sus cimientos y una vez sepamos lo que tiene, lo curaremos con una sonrisa.
Volví a guardar el libro, era mi posesión más preciada y no quería que se manchase o lo estropease sin querer en alguna de mis peleas. Chasqueé la lengua entonces, mirando alrededor, como si la solución a mis problemas estuviese al acecho, esperando a que me diese cuenta de que estaba ahí para venir a ayudarme. Un carpintero… ¿Tan difícil sería pegar un par de tablas por ahí al barco y decir que ya está listo? Nah… Jin parecía un chico listo, seguramente vería a través del engaño…
-Si no conoces a ninguno, porque yo te aseguro que no, podríamos salir en busca de uno. ¿Te asusta que nos vean salir con este barco y nos detengan? Preferiría llevárnoslo para que no nos lo quitasen y encontrar por el camino a alguien capaz de modificarlo, no suena tan difícil, la verdad…
Se me puso la piel pálida de golpe al darme cuenta de una cosa. Yo no sabía navegar, hasta ahora, a cualquier isla a la que había llegado, había sido pura casualidad. Ahora que ya había empezado una tripulación, debía ser más serio. Pero era algo que no sabía hacer por mucho que lo fingiese. Ah… Mi primer comunicado como capitán, qué emoción… Me giré hacia Jin, con las manos en la cintura, en una pose de autoridad.
-No tengo ni la más remota idea de orientarme en un barco, no sé dónde están el resto de las islas y lo único que puedo hacer más o menos bien es girar el timón ya que no suele ofrecer mucha resistencia a mi fuerza.
Sí, así estaba bien. Con sinceridad y autoridad. Seguro que así me respetaría más.
Sonreí divertido al ver las reacciones del mayor, era tan divertido ver a alguien así. Pareciera que le estaba pidiendo la cosa más disparatada de todas cuando lo único que le había dicho es que me ayudase a cambiar el mundo. Miré también al barco, entendiendo lo que se le había pasado por la cabeza, de hecho, no era una mala idea para nada. Solo habría que echarle una mano de pintura, cambiar un poco la composición de la estructura para que no fuese la típica de un barco marine… Así ya tendría un buen barco con el que empezar. Cuando escuché su petición, sentí mi corazón latir muy fuerte, asintiendo a pesar del sonrojo y saqué como pude el libro que llevaba protegido en un zurrón. Busqué entre las páginas el fragmento que quería, no me costó mucho ya que prácticamente me lo sabía de memoria. Una vez lo tuve a mano, le extendí el libro a Jin, sin soltarlo.
-Bueno, eso era obvio, claro que voy a ser el mejor. Un chico muy sabio y más joven que nosotros ya lo dijo una vez: el Rey de los Piratas es aquel con más libertad en todos los mares. Si lo que quiero es enseñarle al mundo lo que es la libertad, tendría que ser el Rey de los Piratas, por pura lógica, ¿no? Me convertiré en el mejor, veremos el mundo desde sus cimientos y una vez sepamos lo que tiene, lo curaremos con una sonrisa.
Volví a guardar el libro, era mi posesión más preciada y no quería que se manchase o lo estropease sin querer en alguna de mis peleas. Chasqueé la lengua entonces, mirando alrededor, como si la solución a mis problemas estuviese al acecho, esperando a que me diese cuenta de que estaba ahí para venir a ayudarme. Un carpintero… ¿Tan difícil sería pegar un par de tablas por ahí al barco y decir que ya está listo? Nah… Jin parecía un chico listo, seguramente vería a través del engaño…
-Si no conoces a ninguno, porque yo te aseguro que no, podríamos salir en busca de uno. ¿Te asusta que nos vean salir con este barco y nos detengan? Preferiría llevárnoslo para que no nos lo quitasen y encontrar por el camino a alguien capaz de modificarlo, no suena tan difícil, la verdad…
Se me puso la piel pálida de golpe al darme cuenta de una cosa. Yo no sabía navegar, hasta ahora, a cualquier isla a la que había llegado, había sido pura casualidad. Ahora que ya había empezado una tripulación, debía ser más serio. Pero era algo que no sabía hacer por mucho que lo fingiese. Ah… Mi primer comunicado como capitán, qué emoción… Me giré hacia Jin, con las manos en la cintura, en una pose de autoridad.
-No tengo ni la más remota idea de orientarme en un barco, no sé dónde están el resto de las islas y lo único que puedo hacer más o menos bien es girar el timón ya que no suele ofrecer mucha resistencia a mi fuerza.
Sí, así estaba bien. Con sinceridad y autoridad. Seguro que así me respetaría más.
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Intenté contener una carcajada. Había sido enternecedor, como cuando ves a un niño utilizar una espada por primera vez. Un intento torpe, pero que, dependiendo del niño, te permite discernir cuán lejos va a poder llegar. En este caso, seguramente no muy lejos. Sobre todo él solo. Había que darle un punto, al menos enmascaraba bien su falta de habilidad con unos niveles ridículos de confianza.
- No se preocupe, mi capitán - respondí con sorna, sin poder evitar poner una sonrisita burlona - da la casualidad de que, además de espadachín, soy un espectacular navegante. Solo necesito que me digas dónde quieres ir, e iremos. En cuanto al carpintero… en esta isla solamente conozco a uno, y es un tremendo hijo de puta. Seguro que nos vende a la Marina a la primera de cambio. Y, bueno, además de un carpintero, necesitaríamos comprar los materiales. Tablones, pintura…. En su defecto, supongo que un par de hachas y muchas horas nos servirían, al fin y al cabo más del 80% de esta isla del demonio es un bosque.
Me quedé pensativo durante un momento, ponderando la posibilidad de esconder el barco hasta entonces
-Sin embargo, conozco un sitio donde esconder el barco mientras tanto - tomé la última calada al cigarro y lo lancé a la arena - tendríamos que rodear la isla, así que tendremos que pasar por uno de los dos puertos que hay. En la otra cara de la isla hay una cueva relativamente grande en la que podemos esconder el barco. Solía ir a jugar ahí de pequeño.
Comencé a andar con paso decidido hacia el barco, asumiendo que Yor simplemente me seguiría.
- Como vamos a pasar por alguno de los dos puertos deberíamos, al menos, quitarle los símbolos reconocibles antes de salir. Por si acaso. De todas maneras, sólo hay un cuartel en el puerto norte.- De repente, recordé que, efectivamente, hay otra ruta - Hay otra opción que no involucra pasar por los puertos, solo ligeramente más peligrosa. Algunas de las cuevas de la isla forman túneles subterráneos. Podría dar la casualidad de que nos encontráramos uno en este lado, y poder pasar al otro. Sin embargo, igual nos quedamos encallados dentro, o nos sube la marea y nos ahogamos, o es un túnel sin salida y tenemos que dejar el barco allí. La parte positiva es que nadie, ni la gente del pueblo ni la Marina entra en los túneles. Así que si encontramos uno que sea de entrada y de salida, tendríamos un escondrijo ideal hasta que termináramos de arreglar el barco.
Mientras le daba todo este discurso, llegamos al barco. Subí a saltos la escalera del barco y me acerqué a la zona del timón, esperando unos pocos segundos a que Yor subiera
- La ruta que tomemos es tu decisión, capitán.
Esta vez, sin embargo, no había ni un ápice de burla en mi voz. Le tendí la mano, como si estuviéramos cerrando un contrato que no se había escrito.
- No se preocupe, mi capitán - respondí con sorna, sin poder evitar poner una sonrisita burlona - da la casualidad de que, además de espadachín, soy un espectacular navegante. Solo necesito que me digas dónde quieres ir, e iremos. En cuanto al carpintero… en esta isla solamente conozco a uno, y es un tremendo hijo de puta. Seguro que nos vende a la Marina a la primera de cambio. Y, bueno, además de un carpintero, necesitaríamos comprar los materiales. Tablones, pintura…. En su defecto, supongo que un par de hachas y muchas horas nos servirían, al fin y al cabo más del 80% de esta isla del demonio es un bosque.
Me quedé pensativo durante un momento, ponderando la posibilidad de esconder el barco hasta entonces
-Sin embargo, conozco un sitio donde esconder el barco mientras tanto - tomé la última calada al cigarro y lo lancé a la arena - tendríamos que rodear la isla, así que tendremos que pasar por uno de los dos puertos que hay. En la otra cara de la isla hay una cueva relativamente grande en la que podemos esconder el barco. Solía ir a jugar ahí de pequeño.
Comencé a andar con paso decidido hacia el barco, asumiendo que Yor simplemente me seguiría.
- Como vamos a pasar por alguno de los dos puertos deberíamos, al menos, quitarle los símbolos reconocibles antes de salir. Por si acaso. De todas maneras, sólo hay un cuartel en el puerto norte.- De repente, recordé que, efectivamente, hay otra ruta - Hay otra opción que no involucra pasar por los puertos, solo ligeramente más peligrosa. Algunas de las cuevas de la isla forman túneles subterráneos. Podría dar la casualidad de que nos encontráramos uno en este lado, y poder pasar al otro. Sin embargo, igual nos quedamos encallados dentro, o nos sube la marea y nos ahogamos, o es un túnel sin salida y tenemos que dejar el barco allí. La parte positiva es que nadie, ni la gente del pueblo ni la Marina entra en los túneles. Así que si encontramos uno que sea de entrada y de salida, tendríamos un escondrijo ideal hasta que termináramos de arreglar el barco.
Mientras le daba todo este discurso, llegamos al barco. Subí a saltos la escalera del barco y me acerqué a la zona del timón, esperando unos pocos segundos a que Yor subiera
- La ruta que tomemos es tu decisión, capitán.
Esta vez, sin embargo, no había ni un ápice de burla en mi voz. Le tendí la mano, como si estuviéramos cerrando un contrato que no se había escrito.
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Asentí levemente ante sus palabras y sonreí.
-Perfecto, nos hemos encontrado justo por eso entonces, no me hace falta nadie más de esta isla si dices que son así de idiotas, a las malas podríamos hacer un pequeño apaño hasta que encontremos a alguien que sepa de verdad sobre todo esto. ¿Cómo has podido vivir tanto tiempo en un sitio en el que te cae mal casi toda la gente?
Cuando empezó a hablar de todos los problemas que podríamos tener en el camino para esconder el barco, mi cerebro desconectó un poco. Si diese la casualidad de que hubiera algún impedimento, simplemente lo superaríamos y ya, tampoco tiene mucho sentido preocuparse de ello ahora mismo. Además, parecía que Jin controlaba bien la situación con sus pequeños planes, no le iba a llevar la contraria. Parpadeé un par de veces cuando me di cuenta de que me había preguntado algo por lo que hice recapitulación todo lo rápido que pude. Barco, cueva, esconder, ruta, peligro, rápido, secreto. Vale, lo tenía.
-Emm… Da igual si es peligroso, seguramente sea la mejor opción porque es la más divertida, o por lo menos lo que mejor me ha sonado…
Miré su mano, no pudiendo evitar emocionarme, cogiendo un poco de aire. Era aquí, aquí empezaba mi historia de verdad. No era con el trauma de un pasado nefasto, no era un lugar exótico en busca de algún tesoro escondido, no era en el campo de batalla a punto de morir o salir victorioso. Era en un barco destartalado, en la orilla de una playa cualquiera, un día normal y corriente, con el apretón de manos de un amigo. Obviamente correspondí el gesto y me acerqué al borde del barco, apoyándome alegremente en la barandilla, sin preocupaciones. Cogí con fuerza mi zurrón, como si de un amuleto mágico se tratase, para que bendijera la primera travesía de este barco. No pude evitar reírme un poco, pensar que mi primera navegación oficial será en el navío de la marina… Bueno, desde luego ya no lo era y no sería de muy buena educación dejar esto tirado por ahí pudiendo darle mejor uso que el que tenía.
-Prepárate, Jin, este será el primero de los muchos destinos a los que me llevarás. ¡En rumbo!- Exclamé, señalando hacia delante.- ¿Espera, en qué dirección es?
-Perfecto, nos hemos encontrado justo por eso entonces, no me hace falta nadie más de esta isla si dices que son así de idiotas, a las malas podríamos hacer un pequeño apaño hasta que encontremos a alguien que sepa de verdad sobre todo esto. ¿Cómo has podido vivir tanto tiempo en un sitio en el que te cae mal casi toda la gente?
Cuando empezó a hablar de todos los problemas que podríamos tener en el camino para esconder el barco, mi cerebro desconectó un poco. Si diese la casualidad de que hubiera algún impedimento, simplemente lo superaríamos y ya, tampoco tiene mucho sentido preocuparse de ello ahora mismo. Además, parecía que Jin controlaba bien la situación con sus pequeños planes, no le iba a llevar la contraria. Parpadeé un par de veces cuando me di cuenta de que me había preguntado algo por lo que hice recapitulación todo lo rápido que pude. Barco, cueva, esconder, ruta, peligro, rápido, secreto. Vale, lo tenía.
-Emm… Da igual si es peligroso, seguramente sea la mejor opción porque es la más divertida, o por lo menos lo que mejor me ha sonado…
Miré su mano, no pudiendo evitar emocionarme, cogiendo un poco de aire. Era aquí, aquí empezaba mi historia de verdad. No era con el trauma de un pasado nefasto, no era un lugar exótico en busca de algún tesoro escondido, no era en el campo de batalla a punto de morir o salir victorioso. Era en un barco destartalado, en la orilla de una playa cualquiera, un día normal y corriente, con el apretón de manos de un amigo. Obviamente correspondí el gesto y me acerqué al borde del barco, apoyándome alegremente en la barandilla, sin preocupaciones. Cogí con fuerza mi zurrón, como si de un amuleto mágico se tratase, para que bendijera la primera travesía de este barco. No pude evitar reírme un poco, pensar que mi primera navegación oficial será en el navío de la marina… Bueno, desde luego ya no lo era y no sería de muy buena educación dejar esto tirado por ahí pudiendo darle mejor uso que el que tenía.
-Prepárate, Jin, este será el primero de los muchos destinos a los que me llevarás. ¡En rumbo!- Exclamé, señalando hacia delante.- ¿Espera, en qué dirección es?
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Suspiré una vez más, claramente no me había escuchado ni la mitad de lo que había dicho. Pero bueno, había decidido. Me hacía mucha gracia su incompetencia en todo lo relacionado con el mar en conjunción con su absoluta confianza en todo lo que hace. En fin, ya aprendería. Espero.
- Yor, espero que no creas que el barco se mueve solo. Si yo voy a llevar el timón, por muy capitán que seas, tienes que ocuparte de las velas. Más que nada porque somos solo nosotros dos.
Dicho esto, me dirigí hacia el timón, y puse rumbo hacia la entrada de la cueva más cercana. Intenté recordar por dónde era, aunque esta zona no era de mis favoritas de la isla. A decir verdad, pocos sitios de esta isla me gustaban. Estaba deseando salir de aquí. Si, era eso. Llevaba años con una sensación extraña en el pecho. A pesar de que, honestamente, no vivía demasiado mal aquí, estaba cansado. Necesito un cambio de aires, tomar un rol más activo en mi cruzada personal contra el gobierno. Y para eso, solo necesito apoyar como capitán a la persona menos curtida que he visto nunca. Bueno, que sea lo que tenga que ser. Espero que al menos tome buenas decisiones. Aunque sea de pura suerte. Yor terminó de preparar las velas, y el barco comenzó a moverse. Me encendí un cigarro, costumbre que había cogido de mi padre cuando salíamos a pescar hace varios años ya.
- Voy a llevar el barco muy cerca de la playa. Seguramente verás varias entradas a los sistemas de cuevas que te comenté. Cuando veas uno que te guste, me avisas y giramos.
Confío en tu instinto.
Si iba a ser mi capitán tenía que confiar en su instinto. Aunque fuera en contra de mi voluntad. Pasó alrededor de media hora hasta que encontramos una cueva del agrado de Yor. A decir verdad, fue la segunda. Seguramente pensó en coger la primera, y se esperó a la siguiente para que no pareciera que le daba exactamente igual. Alineé el barco con la cueva.
- Bueno, se acabó el paseo tranquilo. Ahora toca recoger las velas y remar dentro de la cueva. Evidentemente - aclaré - no hay viento dentro de la cueva.
Por desgracia, no había caído en cuenta de una cosa. No hay luz en las cuevas. Joder.
- Yor, ya que estás, ¿podrías hacerme el favor de acercarme antorchas o linternas o lo que sea que tengan en este barco del diablo?
- Yor, espero que no creas que el barco se mueve solo. Si yo voy a llevar el timón, por muy capitán que seas, tienes que ocuparte de las velas. Más que nada porque somos solo nosotros dos.
Dicho esto, me dirigí hacia el timón, y puse rumbo hacia la entrada de la cueva más cercana. Intenté recordar por dónde era, aunque esta zona no era de mis favoritas de la isla. A decir verdad, pocos sitios de esta isla me gustaban. Estaba deseando salir de aquí. Si, era eso. Llevaba años con una sensación extraña en el pecho. A pesar de que, honestamente, no vivía demasiado mal aquí, estaba cansado. Necesito un cambio de aires, tomar un rol más activo en mi cruzada personal contra el gobierno. Y para eso, solo necesito apoyar como capitán a la persona menos curtida que he visto nunca. Bueno, que sea lo que tenga que ser. Espero que al menos tome buenas decisiones. Aunque sea de pura suerte. Yor terminó de preparar las velas, y el barco comenzó a moverse. Me encendí un cigarro, costumbre que había cogido de mi padre cuando salíamos a pescar hace varios años ya.
- Voy a llevar el barco muy cerca de la playa. Seguramente verás varias entradas a los sistemas de cuevas que te comenté. Cuando veas uno que te guste, me avisas y giramos.
Confío en tu instinto.
Si iba a ser mi capitán tenía que confiar en su instinto. Aunque fuera en contra de mi voluntad. Pasó alrededor de media hora hasta que encontramos una cueva del agrado de Yor. A decir verdad, fue la segunda. Seguramente pensó en coger la primera, y se esperó a la siguiente para que no pareciera que le daba exactamente igual. Alineé el barco con la cueva.
- Bueno, se acabó el paseo tranquilo. Ahora toca recoger las velas y remar dentro de la cueva. Evidentemente - aclaré - no hay viento dentro de la cueva.
Por desgracia, no había caído en cuenta de una cosa. No hay luz en las cuevas. Joder.
- Yor, ya que estás, ¿podrías hacerme el favor de acercarme antorchas o linternas o lo que sea que tengan en este barco del diablo?
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-Ya sé que no funcionan solos, he leído un par de cosas relacionadas… Además, ya has visto que se me da muy bien remar.
Tras decir aquello, me puse manos a la obra. No me costaba nada ir de un lado a otro del barco rápidamente para que las velas estuviesen bien colocadas y en el rumbo correcto. Era muy fácil, sobre todo cuando solo tenía que seguir las indicaciones de Jin para que el barco no se chocase con nada y fuese en buena dirección. Era divertido, muy divertido. Hasta ahora lo poco que había navegado había sido sin rumbo ni conocimiento, por lo que sentirse en control por una vez de a dónde iba una vehículo así sentaba bastante bien. Asentí ante su afirmación, mirando con curiosidad la cantidad de cuevas que había, aunque rápidamente me di cuenta que no es que estuviesen todas ahí a plena luz del día sino que tendríamos que hacer un pequeño recorrido. La primera cueva que encontramos me causó mala sensación, un pequeño escalofrío recorriendo mi espalda, seguramente lo mejor sería evitarlo, no parecía que hubiese nada interesante por ahí. Sin embargo, la segunda vez, me vino un olor a la nariz de agua salada de lo más agradable por lo que el curso lógico de nuestro camino debía ir por ahí sí o sí. Fruncí el ceño por las noticias, me había imaginado que serían una especie de rápidos subterráneos.
Tan pronto como me dijo aquello, recogí las velas. En parte estuvo bien, ver el símbolo de la marina en ellas me daba cierto repelús, no quisiera que nadie me confundiese con un perro del gobierno. Tenía que encontrar pronto a un carpintero que me gustase si quería que todo esto tomase forma pronto para empezar a ser unos piratas temibles. Alcé una ceja por las palabras de Jin, ¿en qué momento ha pensado que yo sabría dónde estaban las luces de este dichoso barco?
-No te preocupes Jin, tengo otra forma de iluminar todo esto mucho más sencilla. Solo tengo que ponerme en la proa, justo donde el mascarón con un remo lo suficientemente largo y lo verás todo claro como el día.
A pesar de que pude ver que la idea no le entusiasmaba demasiado, solamente me reí, disfrutando de la expresión que pondría cuando le enseñase de lo que era capaz. Hice caso omiso a cualquier queja de Jin sobre prepararse antes de entrar y simplemente me senté con las piernas cruzadas delante del mascarón cuando encontré un remo adecuado para mi tarea. Cerré los ojos y comencé mi transformación, con la forma híbrida me valdría. Poco a poco noté como mi cuerpo crecía, un leve calor en mi cabeza se formó cuando el fuego reemplazó a mi cabello. Una tímida cola salió de la parte baja de mi espalda, escapando por el borde del pantalón, seguramente tendría que comprar unos pantalones especiales con un parche de quita y pon para evitar complicaciones futuras. Finalmente, lo último que cambió fueron mis piernas y brazos, cuyo color se tornó negro para luego destacar con algunas manchas amarillas. Solté una gran risa cuando sentí que el cambio había terminado, siempre me resultaba una experiencia de lo más agradable. Tras esto, cogí bastante aire y lo expulsé, creando una llamarada que iluminó el camino, dejando parte visible gracias a algunas ascuas que se quedaron pegadas al techo, algunos trozos de navíos varados en las cuevas que se prendieron fuego… Era una vista agradable si me preguntabas.
-¿Ves? Te dije que lo tenía controlado. ¿Cuánto dijiste que tardaríamos en llegar? Puedo mantener esto indefinidamente, así que no te preocupes por ello, pero tengo ganas de continuar con la siguiente parte del plan.
Tras decir aquello, me puse manos a la obra. No me costaba nada ir de un lado a otro del barco rápidamente para que las velas estuviesen bien colocadas y en el rumbo correcto. Era muy fácil, sobre todo cuando solo tenía que seguir las indicaciones de Jin para que el barco no se chocase con nada y fuese en buena dirección. Era divertido, muy divertido. Hasta ahora lo poco que había navegado había sido sin rumbo ni conocimiento, por lo que sentirse en control por una vez de a dónde iba una vehículo así sentaba bastante bien. Asentí ante su afirmación, mirando con curiosidad la cantidad de cuevas que había, aunque rápidamente me di cuenta que no es que estuviesen todas ahí a plena luz del día sino que tendríamos que hacer un pequeño recorrido. La primera cueva que encontramos me causó mala sensación, un pequeño escalofrío recorriendo mi espalda, seguramente lo mejor sería evitarlo, no parecía que hubiese nada interesante por ahí. Sin embargo, la segunda vez, me vino un olor a la nariz de agua salada de lo más agradable por lo que el curso lógico de nuestro camino debía ir por ahí sí o sí. Fruncí el ceño por las noticias, me había imaginado que serían una especie de rápidos subterráneos.
Tan pronto como me dijo aquello, recogí las velas. En parte estuvo bien, ver el símbolo de la marina en ellas me daba cierto repelús, no quisiera que nadie me confundiese con un perro del gobierno. Tenía que encontrar pronto a un carpintero que me gustase si quería que todo esto tomase forma pronto para empezar a ser unos piratas temibles. Alcé una ceja por las palabras de Jin, ¿en qué momento ha pensado que yo sabría dónde estaban las luces de este dichoso barco?
-No te preocupes Jin, tengo otra forma de iluminar todo esto mucho más sencilla. Solo tengo que ponerme en la proa, justo donde el mascarón con un remo lo suficientemente largo y lo verás todo claro como el día.
A pesar de que pude ver que la idea no le entusiasmaba demasiado, solamente me reí, disfrutando de la expresión que pondría cuando le enseñase de lo que era capaz. Hice caso omiso a cualquier queja de Jin sobre prepararse antes de entrar y simplemente me senté con las piernas cruzadas delante del mascarón cuando encontré un remo adecuado para mi tarea. Cerré los ojos y comencé mi transformación, con la forma híbrida me valdría. Poco a poco noté como mi cuerpo crecía, un leve calor en mi cabeza se formó cuando el fuego reemplazó a mi cabello. Una tímida cola salió de la parte baja de mi espalda, escapando por el borde del pantalón, seguramente tendría que comprar unos pantalones especiales con un parche de quita y pon para evitar complicaciones futuras. Finalmente, lo último que cambió fueron mis piernas y brazos, cuyo color se tornó negro para luego destacar con algunas manchas amarillas. Solté una gran risa cuando sentí que el cambio había terminado, siempre me resultaba una experiencia de lo más agradable. Tras esto, cogí bastante aire y lo expulsé, creando una llamarada que iluminó el camino, dejando parte visible gracias a algunas ascuas que se quedaron pegadas al techo, algunos trozos de navíos varados en las cuevas que se prendieron fuego… Era una vista agradable si me preguntabas.
-¿Ves? Te dije que lo tenía controlado. ¿Cuánto dijiste que tardaríamos en llegar? Puedo mantener esto indefinidamente, así que no te preocupes por ello, pero tengo ganas de continuar con la siguiente parte del plan.
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- ¿Otra forma? ¿Cómo pretendes iluminar el camino sin velas o antorchas? - dije, medio en serio medio en broma.
Le miré fijamente mientras cogía un remo y se dirigía al mascarón. Iba a decirle que no era buena idea gastar un remo para usarlo de antorcha, pero decidí dejarle hacer. No puedo negar que estaba intrigado. Sin embargo, nada me tenía preparado para lo que iba a pasar. Yor, literalmente, se transformó en una salamandra de tamaño humanoide. Vestía aún con sus ropas, pero en vez de su cabello normal, descuidado y atado en una coleta cutre (he de decir que el aspecto de farraguas zarrapastroso le pegaba), había hebras de fuego. Era, cuanto menos, una imagen que me hacía desear no haber perdido el otro ojo.
- Ehh… ¿qué cojones acaba de...? - me corté a mí mismo - No importa. Supongo que tengo que aprender a asumir que entiendo nada de lo que sale de tí.
Procedió a soltar una llamarada que iluminó toda la caverna de golpe, revelando un camino bastante claro y, sorprendentemente, relativamente fácil de navegar. Intenté mantener la compostura todo lo posible, a pesar de que no había visto a nadie hacer algo así jamás.
- Parece ser que me va a tocar remar a mí solo.
Conseguimos llevar el barco hasta una zona relativamente segura, calculaba que estábamos a unos 5 kilómetros de la salida. Fue un viaje relativamente tranquilo, al menos para Yor, iluminando y girando el timón de cuando en cuando. Yo, sin embargo, sufrí esos kilómetros como no los había sufrido nunca. Resulta que, al parecer, empujar un barco con solo un remo desde la popa no es tan fácil como suena. Nada que no me esperara, por otra parte. Hice todo lo posible por mantenerme consciente hasta que decidí parar.
- Bueno - dije, resoplando ligeramente - este me parece un sitio como cualquier otro en este túnel para dejar el barco escondido. Hasta aquí no llegarán a buscarlo. - Me quedé pensativo durante un momento - Y dime, Yor, ¿desde hace cuánto tiempo puedes hacer eso? Y más importante aún, ¿qué más cosas puedes hacer? Si tenemos que luchar otra vez, no me gustaría ir de sorpresa.
Me dirigí a anclar el ancla.
- Y… - me apoyé en la barandilla, dándole una profunda calada al cigarro - ¿cuál es la siguiente fase del plan ese del que hablabas?
Le miré fijamente mientras cogía un remo y se dirigía al mascarón. Iba a decirle que no era buena idea gastar un remo para usarlo de antorcha, pero decidí dejarle hacer. No puedo negar que estaba intrigado. Sin embargo, nada me tenía preparado para lo que iba a pasar. Yor, literalmente, se transformó en una salamandra de tamaño humanoide. Vestía aún con sus ropas, pero en vez de su cabello normal, descuidado y atado en una coleta cutre (he de decir que el aspecto de farraguas zarrapastroso le pegaba), había hebras de fuego. Era, cuanto menos, una imagen que me hacía desear no haber perdido el otro ojo.
- Ehh… ¿qué cojones acaba de...? - me corté a mí mismo - No importa. Supongo que tengo que aprender a asumir que entiendo nada de lo que sale de tí.
Procedió a soltar una llamarada que iluminó toda la caverna de golpe, revelando un camino bastante claro y, sorprendentemente, relativamente fácil de navegar. Intenté mantener la compostura todo lo posible, a pesar de que no había visto a nadie hacer algo así jamás.
- Parece ser que me va a tocar remar a mí solo.
Conseguimos llevar el barco hasta una zona relativamente segura, calculaba que estábamos a unos 5 kilómetros de la salida. Fue un viaje relativamente tranquilo, al menos para Yor, iluminando y girando el timón de cuando en cuando. Yo, sin embargo, sufrí esos kilómetros como no los había sufrido nunca. Resulta que, al parecer, empujar un barco con solo un remo desde la popa no es tan fácil como suena. Nada que no me esperara, por otra parte. Hice todo lo posible por mantenerme consciente hasta que decidí parar.
- Bueno - dije, resoplando ligeramente - este me parece un sitio como cualquier otro en este túnel para dejar el barco escondido. Hasta aquí no llegarán a buscarlo. - Me quedé pensativo durante un momento - Y dime, Yor, ¿desde hace cuánto tiempo puedes hacer eso? Y más importante aún, ¿qué más cosas puedes hacer? Si tenemos que luchar otra vez, no me gustaría ir de sorpresa.
Me dirigí a anclar el ancla.
- Y… - me apoyé en la barandilla, dándole una profunda calada al cigarro - ¿cuál es la siguiente fase del plan ese del que hablabas?
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-¿No te creerías que toda mi confianza viene de la nada? Solo la gran mayoría.
Solté una carcajada, era muy divertido siempre ver las primeras impresiones de todo el mundo cuando se transformaba. No sé cómo de comunes serán las frutas del diablo, pero desde luego no lo suficiente como para que ocho de cada diez personas parezcan haber presenciado un milagro de lo más extraño. En fin, mejor será no distraerme con esta idiotez y asegurarme de que no nos choquemos con nada. Mantener las llamaradas saliendo era sencillo, de algún modo venía de forma natural una vez me comí la fruta. Era como una especie de ronroneo en el pecho, si me concentraba y aplicaba fuerza, podía sentir la energía acumularse, como un torbellino en miniatura. Tras eso solo era cuestión de dejarlo salir y dependiendo de cuánto había acumulado salía más o menos. Por eso estaba teniendo particular cuidado, para no descontrolarme y quemar la embarcación con nosotros todavía en ella. También tenía que añadirle a eso el disimular que esto ocupaba toda mi atención, no me apetecía remar por aquí así que le he confiado toda esta travesía a Jin, seguro que el ejercicio le sienta bien.
Me enfoqué también en observar un poco el camarón por encima. No iba a permitir que nuestro barco no tuviese uno interesante, esto era muy poco llamativo y cualquier amigo que nos encontrásemos en alta mar no sabría que somos nosotros. Quizá si el carpintero de nuestro barco fuese lo suficientemente hábil, podría cambiarlo para poner la cabeza de una salamandra o algo así, podría estar bien. Antes de que pudiese darme cuenta, ya habíamos llegado a nuestro destino, o al menos eso es lo que me dijo mi segundo al mando. Le sonreí divertido por sus preguntas, mirándolo con una cara radiante, volviendo a mi forma normal.
-Es muy fácil, solo tuve que comerme una fruta muy asquerosa… Creo que se llaman frutas del diablo, otorgan poderes especiales a quiénes las toman a cambio de perder la capacidad de nadar y debilitarse con el agua.- Jugué entonces un poco con mis dedos, simulando que fuesen un mechero.- La mía es la Feri Feri no mi, eso quiere decir que me puedo transformar en el hada salamandra.
Me levanté entonces, poniéndome en la cubierta para poder hacer una demostración de mis habilidades. Transformé mi mano para poder empezar a secretar veneno.- Esto de aquí es veneno, no te recomiendo tocarlo, todavía no lo he hecho especialmente peligroso, pero estoy en ello. Lo que haría ahora mismo es marearte.- Saqué mi cola, balanceándola hacia un lado y otro.- Esto sirve muy bien para desplazarse rápidamente, hacer tropezar a los demás o agarrarlos.- Finalmente le mostré el fuego y el humo, escupiendo la llamarada hacia el techo mientras el humo salía despedido de mi nariz.- Esto creo que es obvio, así que no explicaré nada de eso.
Eso sí, tuve que callarme y pensar detenidamente la última parte. ¿Qué es lo que haríamos ahora? No podíamos irnos de la isla con el barco a medio hacer y no había nadie que nos ayudase. Fruncí el ceño molesto, desde luego no era una situación favorable. Suspiré, sacudiendo la cabeza para despejarme. No tenía sentido ponerme nervioso ahora por eso, con ansiedad no solucionaría nada. Le guiñé el ojo a Jin para transmitirle confianza.
-Sencillo, carpintero o no, necesitamos la madera para trabajar así que conseguiremos la necesaria en esos preciosos bosques que mencionaste y si en el proceso no hemos encontrado a nadie con las capacidades de carpintería, pues ya haremos un apaño nosotros hasta que lo encontremos. Oh, venga, Jin, alegra la cara, esto va a ser muy muy divertido.
Y estaba seguro de ello. Con una pequeña risa di por zanjada la conversación, no hacía falta discutir, teníamos que ponernos manos a la obra. Había todo un mundo ahí fuera que cambiar al fin y al cabo.
Solté una carcajada, era muy divertido siempre ver las primeras impresiones de todo el mundo cuando se transformaba. No sé cómo de comunes serán las frutas del diablo, pero desde luego no lo suficiente como para que ocho de cada diez personas parezcan haber presenciado un milagro de lo más extraño. En fin, mejor será no distraerme con esta idiotez y asegurarme de que no nos choquemos con nada. Mantener las llamaradas saliendo era sencillo, de algún modo venía de forma natural una vez me comí la fruta. Era como una especie de ronroneo en el pecho, si me concentraba y aplicaba fuerza, podía sentir la energía acumularse, como un torbellino en miniatura. Tras eso solo era cuestión de dejarlo salir y dependiendo de cuánto había acumulado salía más o menos. Por eso estaba teniendo particular cuidado, para no descontrolarme y quemar la embarcación con nosotros todavía en ella. También tenía que añadirle a eso el disimular que esto ocupaba toda mi atención, no me apetecía remar por aquí así que le he confiado toda esta travesía a Jin, seguro que el ejercicio le sienta bien.
Me enfoqué también en observar un poco el camarón por encima. No iba a permitir que nuestro barco no tuviese uno interesante, esto era muy poco llamativo y cualquier amigo que nos encontrásemos en alta mar no sabría que somos nosotros. Quizá si el carpintero de nuestro barco fuese lo suficientemente hábil, podría cambiarlo para poner la cabeza de una salamandra o algo así, podría estar bien. Antes de que pudiese darme cuenta, ya habíamos llegado a nuestro destino, o al menos eso es lo que me dijo mi segundo al mando. Le sonreí divertido por sus preguntas, mirándolo con una cara radiante, volviendo a mi forma normal.
-Es muy fácil, solo tuve que comerme una fruta muy asquerosa… Creo que se llaman frutas del diablo, otorgan poderes especiales a quiénes las toman a cambio de perder la capacidad de nadar y debilitarse con el agua.- Jugué entonces un poco con mis dedos, simulando que fuesen un mechero.- La mía es la Feri Feri no mi, eso quiere decir que me puedo transformar en el hada salamandra.
Me levanté entonces, poniéndome en la cubierta para poder hacer una demostración de mis habilidades. Transformé mi mano para poder empezar a secretar veneno.- Esto de aquí es veneno, no te recomiendo tocarlo, todavía no lo he hecho especialmente peligroso, pero estoy en ello. Lo que haría ahora mismo es marearte.- Saqué mi cola, balanceándola hacia un lado y otro.- Esto sirve muy bien para desplazarse rápidamente, hacer tropezar a los demás o agarrarlos.- Finalmente le mostré el fuego y el humo, escupiendo la llamarada hacia el techo mientras el humo salía despedido de mi nariz.- Esto creo que es obvio, así que no explicaré nada de eso.
Eso sí, tuve que callarme y pensar detenidamente la última parte. ¿Qué es lo que haríamos ahora? No podíamos irnos de la isla con el barco a medio hacer y no había nadie que nos ayudase. Fruncí el ceño molesto, desde luego no era una situación favorable. Suspiré, sacudiendo la cabeza para despejarme. No tenía sentido ponerme nervioso ahora por eso, con ansiedad no solucionaría nada. Le guiñé el ojo a Jin para transmitirle confianza.
-Sencillo, carpintero o no, necesitamos la madera para trabajar así que conseguiremos la necesaria en esos preciosos bosques que mencionaste y si en el proceso no hemos encontrado a nadie con las capacidades de carpintería, pues ya haremos un apaño nosotros hasta que lo encontremos. Oh, venga, Jin, alegra la cara, esto va a ser muy muy divertido.
Y estaba seguro de ello. Con una pequeña risa di por zanjada la conversación, no hacía falta discutir, teníamos que ponernos manos a la obra. Había todo un mundo ahí fuera que cambiar al fin y al cabo.
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